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HOGARES DON BOSCO

FORMACIÓN HUMANA

ETAPA III – Curso 2011-2012

TEMA XV

«LOS HOGARES CRISTIANOS ANTE LA CRISIS MORAL Y ECONÓMICA»

ITER PARA EL ESTUDIO DEL TEMA

I. OBJETIVOS

II. DESARROLLO DEL TEMA

III. PREGUNTAS PARA LA REFLEXIÓN EN GRUPO

IV. ORACIÓN

V. MATERIAL COMPLEMENTARIO

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LOS HOGARES CRISTIANOS ANTE LA CRISIS

MORAL Y ECONÓMICA

OBJETIVOS

1. Ver los distintos aspectos de la crisis actual.

2. Analizar porque se da la “la crisis” en sus distintas fases (económica, moral,…)

3. Tomar conciencia de que la solución de la crisis pasa por una regeneración moral.

4. Comprometernos, siendo solidarios, con los pobres y con los que padecen la crisis.

PRESENTACIÓN DEL TEMA

«Porque el amor al dinero es la raíz de todos los males, …» (1Tim 6, 10)

1. RAÍCES DE LA CRISIS

Al reflexionar sobre la crisis, recordamos las palabras de Pablo VI en su encíclica Populorum

Progressio: “El desarrollo no se reduce al simple crecimiento económico. Para ser auténtico,

debe ser integral, es decir, promover a todos los hombres y a todo el hombre”. Recordar

estas palabras dichas hace más de cuarenta años y comprobar hoy que la pobreza en el mundo

sigue siendo un desafío que alcanza a gran parte de la humanidad, nos mueve a considerar la

verdadera dimensión de la crisis.

Hablamos de ella hasta la saciedad, ignorando la situación de pobreza que afecta a cientos de

millones de personas en nuestro planeta; todo ello, seguramente, porque hoy sus efectos nos

alcanzan a nosotros los privilegiados del primer mundo.

El estallido de la burbuja inmobiliaria a resultas de la puesta en circulación de las hipotecas

basura y su impacto, sobre todo, en nuestro país en el desempleo, pone en evidencia nuestros

excesos y la ausencia de un más adecuado orden en el uso y disfrute de los bienes de consumo.

Por ello, nos sorprende tanto análisis sobre sus causas, tanta economía, tanto hablar de

globalización.

Lo que se nos quiere presentar como el resultado de un modelo de producción caduco, como

una crisis financiera con repercusiones graves en la ocupación laboral, hunde sus raíces en

desviaciones de naturaleza humana: confundir ser y tener, vivir y consumir, convertir la

existencia en una estrategia para acumular sin límite...

La grave crisis que hoy estamos viviendo, aunque parece relativamente reciente, no es sino la

consecuencia de las desviaciones que acabamos de enumerar, desviaciones que cristalizan en

la existencia de un modelo de vida basado en el crecimiento sin respeto a escrupulosos

principios de justicia social o a los límites de la Naturaleza, la desregulación de los mercados,

el mantenimiento de vergonzosos paraísos fiscales...

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2. LA CARA DE LA CRISIS

En el mundo, más de novecientos millones de personas pasan hambre, cuatro millones de

niños mueren cada año antes de cumplir los cinco de edad, mil millones de personas viven

con menos de un dólar al día... ¿Desde cuándo estamos manejando estas cifras?, ¿recordamos

los objetivos del milenio formulados por las naciones unidas en el año 2000?

Por lo que se refiere a nuestro país y a pesar de la protección social de que gozamos a

diferencia del tercer mundo, la crisis hoy ofrece su imagen más dura en el rostro de los pobres

y los desempleados: los parados ya han llegado a ser más de cuatro millones y se estiman en

más de ocho millones las personas que viven por debajo del umbral de la pobreza.

Y la presente crisis hace pensar que el número aumentará gravemente, afectando, sobre todo,

a quienes no han tenido ninguna responsabilidad en su origen.

3. ARMAS CONTRA LA CRISIS

El reconocimiento de la complejidad del origen de esta situación y la dificultad de su

solución, no nos exime de la obligación de su afrontamiento, procurando hacer verdad las

palabras de Pablo VI, citadas al inicio. Y esto será verdad si de esta situación aprendemos

todos: gobernantes y ciudadanos.

3.1. Los gobernantes: Todos debemos extraer enseñanzas de esta situación, pero sobre todo,

son los responsables de la gobernanza quienes deben orientar las coordenadas de su abordaje.

Hoy, con independencia de la adopción de medidas que impidan la repetición de las

circunstancias que nos han llevado a la crisis actual (la especulación, la desregulación de los

mercados, la creación de paraísos fiscales...) y la promoción de medidas encaminadas a un

desarrollo más equilibrado y compartido por todos, se impone acometer iniciativas que

conduzcan de modo más operativo a la erradicación de la pobreza en sus términos más

amplios y el acceso compartido a los bienes.

Ya nos advertía, también Pablo VI, con referencia a la economía que “Dejada a sí misma, su

mecanismo conduce al mundo hacia una agravación, y no una atenuación, de la disparidad de

los niveles de vida; los pueblos ricos gozan de un rápido crecimiento, mientras que los pobres

se desarrollan lentamente. El desequilibrio crece...”

Como profundización de las medidas de protección existentes y en el interés de alcanzar una

mayor generalización, podríamos señalar como ejemplos el establecimiento de la renta básica

de ciudadanía, la tasa Tobin, la puesta en marcha de iniciativas como la campaña Robin Hood...

Estas medidas, además, comportan como valor añadido la movilización de la participación

ciudadana en la vida pública y la reorientación de nuestro contexto comunitario hacia valores

de solidaridad y cooperación entre grupos humanos.

3.2. Los ciudadanos: abriendo la puerta a la última de nuestras reflexiones, nos planteamos lo

que podríamos hacer, en el ámbito individual, con la familia y en nuestro entorno más

inmediato para contribuir a la superación de la crisis.

¿Qué mejor barrera ante la desviación de la naturaleza humana, apuntada más arriba, que el

cultivo de valores como la solidaridad universal contra el ejercicio del egoísmo y la

acumulación desordenada? El mismo Pablo VI nos recuerda que “la solidaridad universal es

un hecho y un beneficio para todos, y es también un deber”.

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¿Podríamos luchar contra la intolerancia y el racismo para que los inmigrantes no sean vistos como enemigos que nos disputan los recursos?

¿Qué decir de la austeridad? Una austeridad que habríamos de aprender en el ámbito de la familia contra el desarrollo de las prácticas consumistas que nos invaden y que han hecho que en nuestro país la deuda privada duplique a la del estado.

También sería bueno cambiar la pedagogía del “ganemos a costa de los que pierden” por el “ganemos todos”, enseñando a nuestros hijos en casa y a los alumnos en la escuela las ventajas de una filosofía que contra la competencia nos enseñe a compartir los esfuerzos y los beneficios.

La Unión Europea prevé para los próximos años la destrucción de 12 millones de puestos de trabajo sin cualificación y la creación de 16 millones de nuevos empleos que requerirán de una titulación profesional o universitaria. ¿Cuánto mejor no será animar a nuestros hijos a seguir sus estudios en lugar de procurar su colocación a la primera oportunidad como tantos lo han hecho a lo largo de los últimos años movidos por la facilidad del empleo y la ganancia?

Todos hemos sido cómplices del sistema, drogados como estamos por el consumo. ¿Aprovecharemos la crisis para recuperar valores perdidos?

En esa obligación estamos, sin olvidar, que cualquier solución pasa por hacer que los afectados sean también los protagonistas de la recuperación de la crisis.

4. DECLARACIÓN ANTE LA CRISIS MORAL Y ECONÓMICA

de la Conferencia Episcopal Española - Nota final de la XCIV Asamblea Plenaria

Ante las dificultades económicas y sociales de tantas familias y víctimas de la crisis, los obispos quieren transmitir una palabra de aliento y de esperanza. Por ello, comienzan animando a las comunidades cristianas y a todos los hombres de buena voluntad a discernir el momento presente y a comprometerse con generosidad y solidaridad.

En la introducción del texto se afirma que “la crisis económica que vivimos tiene que ser abordada, principalmente, desde sus causas y víctimas, y desde un juicio moral que nos permita encontrar el camino adecuado para su solución”.

La Declaración se articula en torno a cuatro puntos:

1º Causas y víctimas de la crisis

Las causas de la grave situación en la que nos encontramos tienen su origen en “la pérdida de valores morales, la falta de honradez, la codicia, que es la raíz de todos los males, y la carencia de control de las estructuras financieras, potenciada por la economía globalizada”.

Es especialmente significativa la incidencia de la crisis en:

las familias, sobre todo en las familias numerosas y jóvenes; a este respecto se denuncia la escasa protección social de la familia y las políticas antinatalistas que son perniciosas para la sociedad y que tendrán efectos económicos perjudiciales para las generaciones futura los pequeños y medianos empresarios, así como los agricultores y ganaderos, que viven en una angustiosa situación económica.

la población emigrante procedente de países pobres, que colaboraron, con su trabajo y con sus servicios, a nuestro desarrollo y bienestar, y a quienes ahora no podemos abandonar a su suerte.

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2º No hay verdadero desarrollo sin Dios

“Dios es el garante del verdadero desarrollo del hombre”. “El verdadero desarrollo debe alcanzar

a todo el hombre y a todos los hombres”.

Sobre estas afirmaciones, la Declaración formula preguntas de hondo calado antropológico como,

por ejemplo, ¿qué hombre queremos promover con el estilo social que estamos procurando?

Ante todo, afirman los obispos como respuesta, “es necesario decir en estas circunstancias que

el hombre que ha conocido a Cristo se sabe responsable del cambio social en su auténtica

verdad: < El desarrollo es imposible sin hombres rectos, sin operadores económicos, y hombres

políticos que vivan fuertemente en su conciencia la llamada al bien común >” (Benedicto

XVI, Caritas in Veritate, 71).

3º Estamos llamados a tomar decisiones y a aliviar la miseria

El espectáculo del hombre que sufre toca nuestro corazón de creyentes. Dios mismo nos empuja

en nuestro interior a aliviar la miseria.

Por ello, y puesto que hay problemas derivados de esta crisis que están exigiendo una respuesta

inmediata, en la Declaración se propone impulsar “un nuevo dinamismo laboral que nos

comprometa a todos a favor de un trabajo decente que sea expresión de la dignidad esencial

de todo hombre o mujer” y, en particular, se pide “un trato humano y solidario con los

emigrantes, pues la recién aprobada Ley de Extranjería restringe los derechos que afectan

decisivamente a su dignidad como personas”.

4º Nuestro compromiso permanente como Iglesia

La Iglesia realiza el servicio al mundo y a su progreso como exigencia de la misión que ha

recibido y, como concreciones de la Doctrina Social, el texto anima a comprometernos de

forma más urgente a la hora de:

Aspirar a un desarrollo integral, que requiere una renovación ética de la vida social y económica

que tenga en cuenta el derecho a la vida, puesto que “la apertura a la vida está en el centro del

verdadero desarrollo”.

Renovar, como Iglesia, el compromiso con los pobres que en un mundo globalizado sufren la

peor parte de la crisis.

Seguir luchando contra la pobreza, como exigencia de la caridad.

PARA EL DIALOGO

ENTRE NOSOTROS

1. En el punto tercero del tema hay una serie de preguntas abiertas que sería conveniente

tratarlas en el grupo. Se pueden ir enumerando y contestando.

2. Resalta alguna idea que te haya llamado la atención de los textos expuestos y di por qué

3. Ante la crisis ¿cómo podemos ser solidarios?¿cómo encauzar nuestra solidaridad?

4. ¿Qué compromisos podíamos adquirir como HDB para aliviar la crisis actual?

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5. ¿En época de crisis vemos a los emigrantes como hermanos con derechos a una vida justa?

6. ¿Para lograr un desarrollo integral de la persona crees necesaria una renovación ética de la

vida social y económica?

7. ¿Qué tipo de implicaciones podemos asumir como cristianos, en la sociedad, en la

educación, en la vida pública etc., para conseguir un verdadero desarrollo?

CON DIOS

TEXTO BÍBLICO: Mt 25,31-46 «… porque tuve hambre y me distéis de comer…»

Lc 6,36 «Dad, y se os dará….».

ORACIÓN: de compromiso

Este tiempo de crisis nos puede enseñar: que el mundo tiene riqueza suficiente para que todos

podamos disfrutar de lo necesario. Señor, queremos comprometernos en la construcción de

un mundo más justo.

Todos: ¡Nos comprometemos, Señor!

Señor, queremos comprometernos a ser solidarios, mediante Cáritas u otra organización,

con los que en estos tiempos lo están pasando mal.

Señor, queremos comprometernos a no dejarnos llevar de nuestro egoísmo y de deseos de

poder, que puedan hacer daño a nuestros semejantes.

Señor, queremos comprometernos, con tu ayuda, a tener la cabeza despejada, a no dejarnos

engañar y a hacer caso de lo que los buenos sentimientos y el sentido de justicia nos vayan

diciendo.

Señor, queremos comprometernos a luchar contra la intolerancia y el racismo para que los

inmigrantes no sean vistos como enemigos que nos disputan los recursos

Señor, queremos comprometernos, en este tiempo que puede ser de refundación y de

audacia, a participar en todo lo que lleve a implicarnos en el camino de la justicia.

Oración (todos):

Señor Tú eres:

el hambre que debe ser saciada,

la sed que debe ser apagada,

el desnudo que debe ser vestido,

el sin techo que debe ser hospedado,

el enfermo que debe ser curado,

el abandonado que debe ser amado,

el no aceptado que debe ser recibido,

el leproso que debe ser lavado,

el mendigo que debe ser recogido,

el borracho que debe ser escuchado,

el loco que debe ser protegido,

el insignificante que debe ser abrazado,

el ciego que debe ser acompañado,

el sin voz que necesita que alguien hable por él,

el cojo que necesita que alguien camine por él,

el drogado al que debe ofrecerse amistad,

la prostituta que debe ser reconducida

al camino recto,

el anciano que debe ser servido. (Madre Teresa de Calcuta)

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MATERIAL COMPLEMENTARIO

Testimonio de Madre Teresa de Calcuta sobre la opción por los pobres

En una ocasión, por la tarde, un hombre vino a nuestra casa para contarnos el caso de una

familia hindú de ocho hijos. No habían comido desde hacía ya varios días. Nos pedía que

hiciéramos algo por ellos. De modo que tomé algo de arroz y me fui a verlos. Vi cómo

brillaban los ojos de los niños a causa del hambre. La madre tomó el arroz de mis manos, lo

dividió en dos partes y salió. Cuando regresó le pregunté qué había hecho con una de las dos

raciones de arroz. Me respondió: "Ellos también tienen hambre". Sabía que los vecinos de la

puerta de al lado, los musulmanes, tenían hambre. Quedé más sorprendida de su preocupación

por los demás que por la acción en sí misma. En general, cuando sufrimos y cuando nos

encontramos en una grave necesidad no pensamos en los demás. Por el contrario, esta mujer

maravillosa, débil, pues no había comido desde hacía varios días, había tenido el valor de

amar y de dar a los demás, tenía el valor de compartir.

Frecuentemente me preguntan cuándo terminará el hambre en el mundo. Y yo respondo:

"Cuando tú y yo aprendamos a compartir". Cuanto más tenemos, menos damos. Cuanto

menos tenemos, más podemos dar.

En una ocasión, en Calcuta, no teníamos azúcar para nuestros niños. Sin saber cómo, un niño

de cuatro años había oído decir que la Madre Teresa se había quedado sin azúcar. Se fue a su

casa y les dijo a sus padres que no comería azúcar durante tres días para dárselo a la Madre

Teresa. Sus padres lo trajeron a nuestra casa: entre sus manitas tenía una pequeña botella de

azúcar, lo que no había comido. Aquel pequeño me enseño a amar. Lo más importante no es

lo que damos, sino el amor que ponemos al dar.

Ustedes conocen a los pobres de su zona. Saben que se encuentran precisamente aquí en

Roma, en Nueva York, en Londres y en otros sitios.

Nuestras hermanas dan de comer a los hambrientos de esta ciudad. Hay personas que duermen

por las calles. Quizá se sorprendan al ver a personas como ustedes que duermen arropados por

cartones, temblando por el frío. ¡Esto sí que hace sufrir!". Tienen que tener un amor tierno,

tienen que reconocer al pobre donde quiera que vivan.

En la India, es maravilloso ver a hindúes y musulmanes que se preocupan por los pobres.

También aquí, al igual que en muchos lugares, la gente se hace más consciente de la

necesidad de compartir la alegría de amar.

Pero, ¿dónde comienza este amor? En casa. No podemos dar lo que no tenemos.

Y yo rezo para que este amor pueda comenzar. La oración da un corazón transparente. Y un

corazón transparente puede ver a Dios. Sólo podemos ver a Dios si hacemos algo por alguien.

Tienen que saber quién es ese "alguien" y quién lo ha creado. A los pobres no les hace falta

demasiado, lo que necesitan es ternura y amor.

BIBLIOGRAFÍA

Hoja de Opinión de la Delegación Diocesana de Orientación Social - Archidiócesis de Sevilla

Nota final de la XCIV Asamblea Plenaria de la Conferencia Episcopal

“Amar es compartir” (Madre Teresa de Calcuta)