Autora: Cecilia Maurig
Montaje: Sàlvia
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POEMAS DE CUENTO,
CUENTOS CON POEMAS
Il·lustración: Virginia Pinon
ETERNO VIAJE
Ventana, distanciamiento,
triste paisaje sin tiempo.
Estación que nunca llega
y ella detesta la espera.
El bosque quedó muy lejos,
su canasta se perdió,
la caperuza que tiene
con el tiempo destiñó.
Casa, vagón ambulante,
inconmovible, campante.
Guarida de pasajera
que comparte madriguera
con cazador sin fusil
y se hace vieja mecida
por rieles nada curiosos
por conocer tanta intriga.
La abuelita está esperando
y ella no va caminando.
Tren que retrasa el encuentro,
habrá que escribir otro cuento.
Il·lustració de Hannah Cumming
VISIONES
Entre enanos y cristal,
despierta de tanto sueño,
sin príncipe por besar
con ideas por probar.
En su casa diminuta
fabrica espejos con dones
que atrapan sólo expresiones
de eterna felicidad.
Artesana de reflejos,
de imágenes suavizadas,
de luces encandiladas
en cristalitos de sol.
Pionera de las durmientes,
torció sus sino final:
cambió espejito real
por espejo complaciente.
Arrugadita y sencilla,
comparte con las ardillas
su pasión por los nogales
y frutos primaverales.
En bazar anaranjado,
vende espejitos plateados
a lechuzas muy añejas
y a las arañas más viejas.
Después les convida una nuez
y no una manzana morada,
y las despide feliz
con sonrisa iluminada.
Las brujas ya no aparecen,
las madrastras se cansaron
y en ese Edén verde estrella
solo ella es la más bella.
Il.: James Yang
DRÍADES
¿Por qué maltratan el verde
en tanto bosque encendido?
¿No saben que hay vida nueva
suplicando compromiso?
Viva nueva, vida vieja
en las copas de aquel roble,
morada de tantas ninfas.
El tronco guarda sus nombres.
Historias de tiempos idos,
habitando la floresta,
jugando a las escondidas
en una noche de fiesta.
Acompañando a los dioses,
decorando la mañana.
Delicadeza de estrellas,
suavidad anacarada.
Eternas niñas de cuento,
espíritus en pinares.
Vejez y muerte sucede
cuando su árbol se muere.
Mujer cabello de hojas,
para engañar leñadores,
sufre en silencio el hachazo
que corta su hilo de flores.
Ninfa de nogal, de fresno,
larga vida, escondida,
tan temerosa y extraña
un pesar grande la empaña.
Risas en los manantiales,
fiesta de agua en sus mejillas,
fresca ternura sencilla
que desconoce traición.
Por eso no entienden como,
una mañana cualquiera,
grupos de hombres las esperan
para talar sus infancias.
Así abandonan en grupo
su hogar de hoja y madera,
con tanto sabor a ellas
que es difícil transportar.
Los ciervos que saben todo
desde lejos las veneran.
En tantas noches de caza,
solo los salvó su raza.
Pero la vida aparece,
en nuevos robles del monte.
Endebles troncos que esconden
torbellinos de bondad.
Nacimientos esperados
con ajuares y tocados
de jazmines y camelias
para homenajear doncellas.
Bosque que sufre o sonríe
entre vaivenes del tiempo.
Cordel, rosado retoño,
¿Quién te cortará este otoño?
Il·lustració de Lee Anne
ARDILLAS ERAN LAS
DE ANTES
En un bosque medieval
hace muchísimos años,
vivió una ardilla genial,
cocinera sin igual.
Ella se especializaba
en dulces y mermeladas
con nueces de altos
nogales
que astuta recolectaba.
Sus ayudantes, los
grillos,
mientras revolvían la
olla,
cantaban viejas
canciones
de brujas y de dragones.
Sus vecinos muy seguido
le hacían algún encargo.
-Quiero un frasquito de
dulce-
pide siempre la lechuza.
Le hace bien a mis pupilas,
manteniéndome contenta
en las largas madrugadas,
que tengo que estar alerta.
El rumor de estos
manjares
llegó muy lejos del bosque,
atravesó las murallas
del castillo del rey Jorge.
El hombre era tan goloso
que mandó a su comitiva
a buscar a la dulcera
que en algún roble vivía.
El bosque todo plateado
amaneció de armaduras.
Los soldados sin aliento,
cabalgaban contra el
viento.
Hasta que un aroma
intenso,
humeante, acaramelado,
llegó del árbol más alto,
sin dudarlo se treparon.
Y aunque de pocos modales,
después de golpear la
puerta,
encontraron a la ardilla
atareada entre vajillas.
-Por favor, querida dama
la venimos a invitar
a conocer el castillo
y a nuestro rey convidar.
-Imposible mis queridos,
no puedo dejar mi casa.
Tengo pedidos pendientes
y estoy probando
ingredientes.
Mis dulces son excelentes,
de muy buena calidad.
Los preparo con paciencia
y unas gotitas de esencia.
Después, los frascos decoro
con un moñito violeta
y en canastas con encajes,
los envuelvo para el viaje.
Los ratones, mis parientes,
se encargan de repartirlos,
bajo los pinos de enfrente,
donde reúnen a mis clientes.
Díganle a él de mi parte,
que se acerque por aquí.
Con suerte consigue uno
para untar sus desayunos.
Y allí se fueron de gris
caballos y caballeros,
sin la ardilla Clavelina
que ahora baila en la cocina.
NOSTALGIA DE LEON
¿Por qué si el león es rey
no vive en algún castillo?
Y pasa el tiempo aburrido
viendo si un desprevenido
desconociendo su fama
se acerca alguna mañana.
Los animales murmuran
que guarda un secreto azul.
En noches de luna llena,
lo vieron acunando estrellas,
mientras les canta al oído
coplas de barcos perdidos.
En realidad él añora
conocer alguna playa,
y descansar su melena
en médanos con arena.
Por eso sueña despierto
que atraviesa su pradera
y llega a un mar tan sereno
que logra hacerlo muy bueno,
y entre castillos de arena,
conversa con las sirenas.