ATLAUTL.A yPOPO·CATEPETL
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Siempre de acuerdo con la mitología,es una de estas larvas humanas la quearrojándose a una hoguera, da origen,en Teotihuacán, al' Quinto Sol. El sol demovimiento, propio de Quetzalcóatl. Lahoguera de la que emerge el astro -eigualmente de una hoguera sale la Estrella Matutina- simboliza la acción queal quemar los límites individuales, permite al espíritu comulgar con el GranTodo.
De ahí que la incineración haya formad/() parte del ritual funerario. El historiador indígena Ixtlixóchitl indica elmomento en que las poblaciones nómadas 'llegadas tardí::lmente al Altiplano mexicano (alrededor elel siglo XTI) adoptaron esta ceremonia náhuatl':
" ... y aquella noche estuvieron conél, hasta que el otro día al amanecer10 quemaron ... Ixtlixóchitl fué elprimer emperador chichimeca que seenterró con semejantes exequias, quees conforme a los ritos y ceremoniasde los tu\tecas ..." ~
deshacer las ligaduras de brazos y piernas, había reducido, al igual que el cuerpo humano, a piezas separadas. Lo quemás abunda en el material carbonizadoes, naturalmente, la leña. Vienen después los restos del tejido que debía envolver el bulto, fragmento de cuerda, deuna cesta, de un cepillo, varias espigasde maíz, granos de frijol ...
Estos residuos negros que guardabanintactas la formas de una vida tan frúgil, es fondo de cesta con sus espirales,'la trama de aquella tela, ese nudo decuet-da, esos grano de maíz adheridostodavía a la es¡;¡iga como si fuera lo másnatural, pos'eían una gracia vivificantetal, que jamás el pa ado de Zacuala logróimponer tan enérgicamente su pre enciacomo a través de esas delicadas partículas vegetales.
Pocos días después tuve un sueño quetraduce exactamente 105 sentimientos despertados por este hallazgo. Buscaba yo
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ansiosamente -temiendo haberhl perdido-- una de las espigas de maíz de enterradas; la descubrí encima de una espiga fresca. Al cogerla, me di cuenta deque la punta de los granos carbonizadosque habían estado en contacto con la espiga viva, comenzaba a germinar y queel más dulce de lo verde estaba invadiendo lentamente el negro.
Esta imagen, de un extraño parentesco con la del ódice Borgia en la queQuetzaJcóatl, en su forma de Dio delViento, está pegado a un esquel'eto al queinsufla la vicia, nos pareció simbolizara la perfección el papel creador que elarqueólogo debe apasionadamente tratarde asumir, si n'o quiere qu las reliquiasdesenterradas expiren para siempre entre sus manos. Porque la arqueología,aunque a veces se la confunda con ciertos aspecto. exteriore de su naturaleza,es esenciamlente una gran aventura espiritual.
Por Manuel ROMERO DE TERREROS
A DOS kilómetros de distancia de Ozumba, en el Estado de México, y haciael Sudeste, se encuentra la pequeña
población, cabecera de Municipaíidad, deSan Miguel Atlautla, o Atlauca, comoalgunos la 'llaman. En ,realidad,. hoy noofrece este poblado mas atractivos quesu situación en los aledaños del Popocatépetl y su iglesia, sin que esto quieraclecir que el templo sea un monumentode sobresaliente arquitectura.
Hay noticia de que en el año de ~~60,a veintitrés de mavo, día de la SantlslmaTrinidad, efectuar~n los Padres Domini-
cos, en AtlalL'tl'a, una "reunión de barrios"; y es probable que en esa fechaempezara a construirse el templo..
Situada de Oriente a Poniente, conentrada por este viento, tiene la iglesiade .A tlautla sencillísimo imafronte y, dellacio del Evangelio, torre de dos cuerpos,un poco más elaborada. En el lado opuesto, y contiguo al' templlo, - un portal detres arcos de orden dórico da acceso alpatio, a la sacristía y demás dependencias. Pero este portal no puede haber ervida antiguamente de "capilla abierta",como en muchos otros lugares, porque talclase de recintos ya no era necesaria enla época en que se construyó, es decir,
2 Don Fernando de AIva Ixtlixóchitl,Obras Históricas, México 1892, t. n, pp. 1)6-7. D. T. Egel·ton-La iglesia de Atlautla; al fondo, el Popocatépetl
D. T. Egel'totl-Ascendiendo al volcán
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en pleno siglo XVII. Desde iuego se echade ver que el portal está inspirado enel del vecino convento franciscano deOzumba, y quizás no fuera atrevido uponer que ambos hayan ido erigidos porla misma mano.
El amplio cementerio, o atrio, limitadopor una barcia de mampostería, tiene J'au ual portada de trI' vanos, frente a lapuerta principal de la iglesia. En él seencuentran las clásicas tumbas pueblerina con us ingenuos epitafios y variaslápidas que afectan la insólita forma deIIn féretro.
El int rior del templo presenta actualmente aspecto de pobreza, si bien es cierto 'que se con crva con loable aseo. Esde una sola nave, con cubierta de tresbóvedas de pañu lo (una de ellas conminúscula Jinternilla), sostenidas por arcos formeros de medio punto; mientrasque otro arco, también de medio punto(el tradicional arco tI-iunfal), sirve demarco al ábside, de planta rectangular, elcual se cubre, a su vez, con sencilla bóveda elíptica.
Los altares laterales carecen de interés;pero el presbiterio consen'a su antiguoretablo barroco, de talla de madera dorada, con columnas salomónicas, nichocentral y rcmate con pinturas, entre ellasun San Francisco de Asís y un SantoDomingo de G IIz111án. Quizás este retablohaya sido una de las primeras obras deaquel Francisco Peña Hor que erigiólos hermosos al'tares de Ozumba, en 1724y 1730. En la base del de Atlautla, del'lado de la epístola, hay una inscripción,que reza así: "Por Su Magestad. Estepartido, ... siendo Gobernador don Pasqual Cosme y Alcalde don Juan del Monte y Alguacil Mayor de la Iglesia donMiguel Angel, año dc 1710, se acabó a11 de enero de 1711 años."
Pero en Atlautla, como cn Chimal'huacán-Chalco y otros lugares. de aparecieron, en fecha que no puede precisarse,la pintu ras, seguramente al óleo, queexornaban el retablo, y éstas han sido
'substituidas, en época más o menos reciente, por ocho ingenuos cuadros de temas bíblicos, y cuatro pequeñüs de flores,de sorprendente dibujo y ejecutados envivísimos col al-es, que constituyen, suponemos, buenos ejemplares de 10 que tantose ensalza actualmente: el arte popular.
Mas, a pesar de su humilde condición,la iglesia de Atlautla mereció, un día,ser reproducida en un cuadro al óleo, porun pintor inglés.
JI
A fines de mayo del año de 1833, elSr. Federico van Gerolt, Ministro dePrusia en México, y el Barón Luis Gros,Encargado de Negocios de Francia, conánimo de intentar la ascensión del Popocatépetl, emprendieron tan aventuradaexcursión; pero, después de mu{"has peripecias, y de aprovechar durante la caminata los varios instrumentos científicosque llevaban, para hacer observacionesmeteorológicas, geológicas-x botánicas, no]ograr-on Hegar, yeso con enormes difi~
cultades, más allá del picacho denominadoEl Pico del F1'Oile.
Mas esto no arredró.a los aficionadosalpinistas, como lo prueba la relación, queescribió después el propio -van Gerol t yde la cual extractamGS los párra fos si-guientes: -'
"Aprovechando la experiencia que 3dquirimos en este primer infructuoso viaje,
resolvimos repettrl'O en el año siguiente,antes de las aguas.
"En consecuencia de esta resolución, yen unión del pintor inglés D. FlorenciaEgerton, que quiso tomar parte en laexpedición, salimos de Ozumba el día 28de abril del añ:o de 1834, muy de mañana,con tre guías indios, tomando el mismocamino que la vez pasada, por el pueblode Atlauca; dos de nuestros guías. loshermanos Páez, fueron de los mismosque nos hab;an acompañado el año anteritÜ'r. Provistos de todo 10 necesariopara I'a comodidad y seguridad, llevamostambién una buena tienda de campaña,y ba'stone de 1S pie de largo con suspuntas de hierro para facilitar la subida,los cuales nos habían hechü mucha faltael año anterior ...
"A las tres de la tarde llegamos allímite de la vegetación, donde pusimosla tienda de campaña, hicimos lumbre ysalimos luego a reconocer el camino parael día siguiente.
"El 29, a las dos de la mañana, subimoscomo hora y media yendo a caball'O : y nopudimos seguir por más tiempo montados,porque el mucho frío y la cantidad dearena no lo permitían.
"Acompañados de un criado y de lostres indios que llevaban Jos instrumentos
E.I volcán visto desde la 1gleJia.
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y algunos víveres, subimos can direcciónal Pico del Fraile; para librarnos de losefectos del frío y del sol, nos habíamotapado tJcda la cara can Un velo verdecuya precaución nos defendió bien de I~reflexión de 10'5 rayos del sol en la nieve.
"El terreno entre el límite de la vegetación y el de la nieve perpetua es unarenal interminable, cubierto de bolas depiecII-a pómez de todos tamaños ...
"Como a las siete y media de la mañana, así que salió el sol cuando noshallábamos ya a bastante aItulra nos sorprendió, cómo un portento o fenómeno.l~ jl~mensa sombra del volcán, proyectadadlst1l1tamente en la dirección del Poniente 50bre el grande horizonte, que se pre:sentaba clesde nuestra altura a modo deun grandioso lla.no.
"A las ocho y media' llegamos al Picodel Fmile, cuyo peña. ca tiene 150 piesde alto.,. Descansamos allí como unaI~ora, tomar~d.o un almu.erzo muy hgero , , ,Cuando qUlslmos contll1uar el ca.mino, senc~al:on los. inclios a acompañarnos, pormas II1stanclas y promesas CJue les hicimO's; esto nos ocasionó la necesidad detener que dejar atrás parte de nuestrosinstrumentos. " El criado del Sr. Egerton, mucJlacho de diez y seis años, fuéel único que subió con nosotros a la cimadel volcán.
"Un crestón de peñas, que desde elPico del Fmile se dirige a la cumbre, nosimpidió subir en línea recta, y tuvimosque tomar a la derecha hacia el Oriente,y bajar a una gran barranca, formadapor el crestón menóonado, y otro quebaja más al Oriente de la cima del volcán. En e-ta barranca, situada exactamente al Sur, se juntan las aguas de lanieve; porque no pudiendo ésta sostenerse por 10 muy pendiente de la barranca, y por la arena suelta que hay en ella,rueda a las regiones inveriores, y daorigen a muchos armyos que por aquellado derraman en el plan de Amilpas.
"Seguimos subiendo por la barranca,cuyo piso tiene una inclinación de 35°con el horizonte y encontramos en ell'amuy poca 11Ieve, por la razón indicada,
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D. T. Egcrloll-Cercanias dcl volcán.
Fachada de la Iglesia.
D. T. Egerton-Cráter.
Portada del atrici'-celllentcl·io.
aunque 'el límite de la nieve permanentequeda ya de dos a tres mil pie:> másabajo.
"Después de una subida de tres horas,tan penosa como peligrosa, por los parajes más riscosos y resbaladizos 00[1 elhielo, por donde teníamos que pasar, llegamos al fin, o mejor dicho, al principiode la barranca, al lugar en que acaba laarena, y empiez~ la lava maciza que forma la cúpula (sic) del volcán. De de allítuvimos que subir por la nieve, que aunque nos llegó por varios parajes hasta lacintura, no ,nos fatigó tanto como la arena, por ser más firme el piso. Como nose puede subir en derechura por el fuertedeclive que tiene esta falda del vokán,tomamos primero la dirección al Poniente,y después al Oriente; y l/legamos comoa la's dos y media a la cúspide.
"Hasta aquí no habíamos podido descubrir indicio alguno del cráter; peroen el momento de pisar su cima, se habrióa nuestros pies un abismo, cuyo aspectonos llenó de sorpresa y ten'Or, pues noshallamos en el borde más alto de'! cráter,cuya parte más baja queda hacia el oriente. Su, boca tiene la figura de una elipseirregular: su mayor diámetro está en \'adirección de Nordeste a Sudoeste, y tienecomo 5,000 pies de largo; su diámetromenor es como de 4,000 pies; de queresulta una circunferencia de más deuna legua. Las paredes interiores del cráter bajan casi perpendicularmente a unaprofundidad de 800 a ] ,000 pies; su fondo es un plano, no tan grande como laboca, pero de la misma figura. Goma elsol daba dentro c1'el cráter, vimos con claridad en su fondo, o plano, dos fuentesde azufre, exhalado continuamente enforma de humo blanco, el cUlal a poco desalir al aire se enfría y se deposita enllas partes más bajas del cráter, sin llegarhasta arriba. PiOJr este fenómeno se puedeformar una idea de la temperatura quehabrá debajo del plano del cráter. Esteplano y las partes inmediatas parecen,según su color amarillo, cubiertas enteramente de azufre; y de aquí se puedededucir, que esta operación del volcánhabrá ya mucho tiempo que dura; y creoque la angostura de la parte inferior delcráter, con respecto a la parte superior,es efecto en parte de esta acumulación deazufre por el espacio de muchos siglos.En la parte su.perior del cráter no seobserva azufre; pero si hay multitud deagujeritos redondos, de dos hasta cincopulgadas de diámetro, que despiden conruido vapores de agua azufrosa, que salen alternativamente con más o menosfuerza. Para observar estos respiraderorsdel volcán más cerca, bajé por la partedel Oriente como 60 pies en d cráter,por las peñas de que se forma hacia aquella parte... "No podíamos descubrir punto alguno en el cráter por donde pudierabajarse al fondo, lo que por otra partehubiera sido también impracticabl1e; porque la dificultad con qne se respira enaquella altura, el estado de opresión ydebilidad en que se encuentra el cuerpo,y la fuerte espansión de sangre, acompañada de dolores, principalmente en lafrente y en los ojos, efecto de ]a grandedisminución en la presión de la atmósfera, no permiten una l,arga demora enaquella altura.
"Después de un silencio sepulcral enen todo el día, sin haber visto un serviviente, el' mido repentino del cráterno:> hizo singular efecto, pues continuamente están cayendo piedras de las pare-
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des con mucho estrépito en aquel abismo,aunque no observamos que el cráter mismo arrojase piedras o cenizas. Tambiénse oye, de cuando en cua.ndo" y a intervalos un estruendo ubterraneo semejant ' a una salva de artillería cuandose percibe desde mucha distancia...
"De de la cima del 1'opocatepetl, dentrodel inmenso horiwnte que se presenta enaquel punto, y que alcanza casi hasta losdos mares que bañan el continente americano, vimos al Oriente el valón deOrizaba y el Cofre de Perüte; al' Sur,el plan de Amilpas; al Poniente, las serranías de Ajusco y el valle el ~rolu 'a,
con su majestuoso Nevado; al Sudoeste,las montañas de la Sierra Madre por losEstados de Oaja,ca, México y Michoacán. Al N arte y Nordeste, se estend iódelante de nosotr'O el valle de Méxicoy, en su fondo, las sierras de Il0S minerales de Pachuca, Real del Monte, Atotonilco el chico, Zimapán, San José delOpa, el Doctor; y con menos cbridadse distinguió la de Guanaju3to. El /xtaccillllatl estaba a nuestros pies, perono pudimos descub"ir en él ningún cr:1ter ...
"A las cuatro de la tarde, despu~s
de haber enarbolado una gran ban::ler:,(que con este objeto había llevado dBarón Gros) en la cima del' 1'opocatepetl, empezamos a bajar, y llegamos, alJileterse el sO'I, sin novedad, a l11Jl'Str:ltienda de campaña, en la que pasamosla 1lIrx:he. Al (lía siguiente bajamos ;l
Ozu'111ba, y de allí volvimos a Máicoal tercer {lía." 1 •
T;:mto el Barón Gro como Danie1Tomás Egerton (no Florencia), com0equivocadamente 10 ]Jama van Gcrolt)eran dos distinguidos pintores, algunosde cuyos paisajes mexicanos, nos hemos complacido en dar a conocer, hacealgún tiempo, en sendas monografías. ~
nI
Como fruto de u expedición al volcán, pintó Egerton cinco C'lladros, quepasaron más tarde a formar parte de lacolección del Profesor R. M. Dawkins,de la niversidad de Oxford,3 y recientemente fueron adquiridos por don Francisco González de la Fuente, quien loexhpbe en u " alerías La Granj3".
on algo mayores que los que de p3recido tema pintó Gros, y a nuestro p3recermús luminosos y artísticos. E9tán pintados al (¡I'eo sobre tela, y mide cadauno, aproximadamente 40 x 32 centím tras. J(cpresentan bellí im0 paisajesde la comarca, alguno animado con figu ras. Por cierto que la vista del CI'áterdel Popocatepetl. qll'e pintó Egerton, seasemeja ('.n grado sumo, tallb~· en dibujocomo en colorido, a la que del mismositio ejecutó su compañero el BarónGro.4-
r':n uno de estos cuadros de Egertonaparece la iglesia de Allauta. Al fondo,e! Popoc3lepetl, con su nevado conoemerge de 1t1 espesa vegetación de sufalda; más ad, se ven la iglesia y el
¡:'I Poroen/ire/I v:'s/o desdl' 1'1 rl'lIIl'n/erio.
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portal, y en primer término, la barday la portada del cementerio, delante delcual cabalgan un charro mexicano y sumozo, detrás de dos indígenas, que caminan a pie.
N aturalmente, con el transcurso demás de un siglo, el lugar ha ufridoalgunos cambios; hoy, por ejemplo, seyerguen dos corpulentos árboles delantede la portada del cementerio y ésta ecierra con rejas modernas. Pero. de todas maneras,. se comprende d de luegoque ("1 cuadro de Egerton fué elaboración posterior, y casi de memoria, de unrápido apunte que habrá 'tomado al pa arpor allí el pintor inglé , sin preocuparsemayormente por reproducir con fidelidad las proporciones ni los detalles arquitectónicos de la igl'e ia, y tomándosela 1icencia pictórica de ituar ésta casicontigua al volcán, cuando en realidadse encuentra bien distante.
De la mi ma manera, las otras pinturas deben haber sido desarrollo posterior de rápidos bosquejos hechos in si/u,ya que no hubiera sido posible ejecutarcuadros acabado dU'r~nte la expediciónmisma.
Pero esta serie de pinturas de AtlautIa y Popocatepetl, tan interesantes comoagradables a la vista, vienen a hacer máspatente la mae.stría de aquel ilustre einfortunado paisajista, enamorado delluestro suelo, que se llamó Daniel Tomás Egerton.
1 Apéndrice -al D'icc:iona.r-io Un,'versal dI!Gl'ogmfía. y F.s/adística. México, 1856. TomollI. Artículo "Popocatepetl".
2 Paisajl's M I'.'!:iconos de /l.n Pin/O/' Inglés.México, 1949; Y El Ba.rón G,·os " SltS ':listasdI' México. México, 1953. -
3 Ca/alogue af Eitilteentil and Nine/eenthCl'ntul')! Pain/ings and Drawings. London,Sothiteby & Ca. November, 1955.
4 Años más t;¡rde, otro pintor, EugenioLandesio, logró ascender al Popocatepetl, yej ecutó, .al óleo sobre tela., una vista delcráter, que di fiere por completo de las deGros y E'gerton.
REVISTASOTRAS
En 1111 ;¡rtícnlo titllbdo "En\'C'
nen:uniento de b 1Tllmaniebd por
b Radiaci(¡n", ] 1. J. Muller, dís
tinguido en 1946 con el Premio
Nobel par:1 b fisiología y la me
dicina, declara sns alarmas al
calcular los efectos producidos por
las bombas nucleares (A y H)
en las célnlas del hombre, y par
ticn\armente en los genes, Que son
los yehícnlos rnndamentales de 1:1
herencia. Las consecnenci;¡s mas
deplorables -cr,nrlnye- reocrán
sobre nuest ros descendientes, los
cna·les se verán convert idos :1 b
larga, de no dedicarse una mayor
atención a las actll;¡les :1mennas,
en verdaderas "rninas biolúgic;¡s".
(SATURDAY REnE\\'. 9(\11.)
•Se ha pretendido, con cierta fre
cuencia, Que el panor;¡ma de b más
rec!ente poesía in.gles;¡ adolece de
una general mediocridad. John
Lehmann considera Que tales jui
cios no se sustentan en la reJlidad,
y ha dispuesto una pequeña anto
¡cogía de jóvenes: Kingsley Amis,
Charles Causley, Thom Gunn,
E1iz;.t11eth Jenuings, Philip Larkin,
Rohert ~ye y John \\'ain. Leh
mann, sabiamente, deja a\ lector
así in ¡ormado, b sentencia defi-
llitiV(l.
(TIIf: LONnON MAGAZINE. :Mayo.)
•1\ prop()sito de Un rrrlail1 Sn:I
Tirr, de J-r;¡n<:();se Sap;an, arirm;¡
f:rrnard de f'::,llois: "Si b prrso
mlidad ele I;¡ heroína eb b impre
,i,',n de ;¡Igo y;¡ \'i,to, el estilo de
b no\eb... da b impresiím de
al:<o ya leído. En su cmso, se po>
dría fonnubr un catálogo de to
dos los procedimientos en uso den-
tro de la literatura novelística de
los úIt-imos cincuenta años." Y en
efecto, lo formula a continuación.
(LA NOUl'ELLE REVUE
FRA ~AISE. Mayo.)
•Dos re;¡p;¡riciones: James Thur
ber h;¡ decidido proseguir la con
fecaún t:e sus muy personales
Toáb¡¡,!as para mlrs/ro tiempo. Saul
Steinberg, por su parte, agrega a
sus estupendos reportajes dibuja
dos uno más; esta vez sobre la
yida en todas bs Rusias.
(Tm: NE\V YORKER. 9(VI.)
•El grupo organizado por Emma
nuel M<?unier, hoy gobernado por
Albert Béguin, y Que en buena
proporción representá a los cris
tianos progresistas de Francia,
2iborda en un cuaderno monográ
fico los problemas del social ismo.
En la advertencia se indica: "El
socialismo contemporáneo requiere
lIlue\'os análisis, nuevas ideas ..."
Ideas y análisis que, en las pági
nas subsecuentes del cuaderno, se
proponen copiosamente.
(ESPRIT. Mayo.)
•
Alemania ofrece otro testimonio
del ínterés enropeo por las cosas
de América. Sendos estudios -no
tan profundos como uno quisiera
sobre la historia, el lenguaje, la
música, el paisaje, de Brasil, han
sido vertidos al alemán, y adorna
dos con expertas, bellas reproduc
ciones.
(Du. Mayo.)