UNIVERSIDAD CATÓLICA SANTO TORIBIO DE MOGROVEJO
FACULTAD DE INGENIERÍA ESCUELA DE INGENIERÍA DE CIVIL AMBIENTAL
TEMA
Choropampa "El precio del oro"
AUTOR
PRADO SAAVEDRA DIANA CELINA DORALIS
IMPACTO AMBIENTAL
Chiclayo, Abril del 2015
Choropampa "El precio del oro"El 2 de junio del año 2000, derramaron 151 kg de mercurio en el centro
poblado de Choropampa, ubicado a una hora de la ciudad de Cajamarca
(Perú); el mercurio se derramó a lo largo del distrito de San Juan, Choropampa
(donde hubo la mayor cantidad de contaminados) y Magdalena; muestran el
drama de una población infectada por el vertido del mercurio en la zona el que
fue causal de la intoxicación de sus comuneros. La poca información que
tenían ellos sobre este metal líquido, es más el desconocimiento de este mismo
(porque algunos pensaron que era un metal precioso y otros que era azoque
que les serviría a los niños para el mal susto) hizo que ellos juntasen este metal
en sacos y los guardaran en sus casas, provocando esto anomalías en sus
organismos: ataco sus sistemas nerviosos y les brotaron manchas en la piel
(sobre todo en el rostro).Se ven niños postrados en las camas del Hospital
Regional de Cajamarca, con especie de manchas y ronchas en sus pequeños
cuerpos, jóvenes que padecen frecuentes dolores de cabeza, vómitos, mareos
y mujeres que abortan, como consecuencia de la aguda intoxicación que ha
condenado a todos a una terrible muerte lenta. Ahora si bien es cierto la minera
puede apuntar que fueron los mismos pobladores quienes recogieron este
metal, pues hay declaraciones por parte de alguno de ellos que la misma
minera le pagaba a los pobladores por el mercurio recogido, es más que la
misma minera le dio escobas y recogedores para que recolecten el mercurio
esparcido, ósea a lo que punto es: ¿Si la minera es consciente que el mercurio
es toxico, por qué mando a recolectarlo a los pobladores? la gente, ha tomado
una medida de fuerza: el bloqueo de la carretera que une Cajamarca con el
resto del país por parte del pueblo. Y en los instantes decisivos de la protesta
social ha destacado el empuje admirable de las mujeres campesinas que
incluso se enfrentaron mano a mano con los policías que llegaron al lugar
pedidos por los ingenieros de la Minera para que les sirvieran de escudo y
protección durante la manifestación popular. Claro está que las autoridades
(conocidos quizás de la compañía minera cuyos principales accionistas son el
Banco Mundial y el grupo peruano Buenaventura), convencidos de la
culpabilidad de los que ocasionaron desórdenes y altercados públicos, han
cursado una demanda contra el alcalde del pueblo. Ahora, Lot Saavedra, que
está física y anímicamente enfermo por causa del vertido maldito, además está
enjuiciado por el Estado.
Por otro lado, el Gobierno peruano debe fiscalizar y asumir un mayor control
sobre los productos químicos que se utilizan para purificar el oro, la maquinaria
que permite su extracción de los socabones de las minas, los medios de
transporte de que se valen las transnacionales para su industria de explotación
del oro, para así prever riesgos y evitar catástrofes como ésta que nos ponen
los pelos de punta. Asimismo, las autoridades deben preocuparse por la salud
de la población y por preservar el medio ambiente de la contaminación.
El informe de la Defensoría del Pueblo puso en evidencia la complicidad de los
fiscales que teniendo los elementos para hacerlo no denunciaran a la empresa
minera por delitos contra el medio ambiente. Asimismo, el informe del Banco
Mundial demostró que mientras los trabajadores de la mina usaban sofisticados
trajes de limpieza, los campesinos que fueron contratados para recoger los
restos de mercurio lo hicieron con sus propias manos y sin protección. La
población nunca fue evacuada, y quedó demostrado que la “minería
responsable” no contaba con planes de contingencia ante desastres de este
tipo. Aprovechándose de la pobreza se suscribieran transacciones
extrajudiciales que consignaran la renuncia a la defensa de derechos
fundamentales (Informe, DP, diciembre 2001) y si bien es cierto que se
recibieron indemnizaciones por casos llevados en cortes estadounidenses, al
parecer, también se aprovecharon personas que no fueron agraviados sino
vinculadas a algunas autoridades de la zona.
El derrame alteró la vida en Choropampa. Sus calles lucen hoy asfaltadas, la
minera lo hizo, y también arregló extrajudicialmente con muchos pobladores y
pagó indemnizaciones a otros tantos. Pero este pago diferenciado de
reparaciones los ha fragmentado socialmente. Los vecinos que recibieron poco
no les hablan a los que recibieron más. Vendidos, los llaman. Pasan uno al
lado del otro y ni siquiera se saludan. Choropampa se dedica hoy más al
comercio que a la agricultura, el 32% de su población tiene menos de 9 años y
la desnutrición crónica se ha quintuplicado en los últimos 10 años. El día del
derrame los hijos de Andrea Escalante –niños entonces– recogieron el
mercurio en sus tazas. Por la noche, luego de guardar el mercurio en sus
cuartos, lavaron esas mismas tazas y se sirvieron café en ellas. “Vendimos el
mercurio a Yanacocha porque mis hijos querían ir al circo”. Andrea se cubre el
rostro con sus dos manos y dice que sus 8 hijos sufren ahora de constantes
dolores de cabeza y temblores en el cuerpo. Su voz se detiene cada vez que
un camión cruza la carretera.
Ese año 2000 Andrea Escalante y otros casi mil pobladores firmaron acuerdos
extrajudiciales con Yanacocha. A ella le dieron 1.000 soles de indemnización y
2.000 soles por cada uno de sus hijos. “¿Qué iba a saber yo lo que gastaría
luego en medicinas?”. A cambio de ese acuerdo, renunciaba a alguna otra
acción civil o penal contra la minera. Le dijeron que no podía hablar del tema
porque era un acuerdo confidencial.