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PREVENCION DE LESIONES EN ISQUIOTIBIALES: BICEP FEMORAL
1. CONTEXTUALIZACION:
El presente artículo está dirigido para la prevención de una lesión del bíceps femoral de un equipo Senior.
Las exigencias deportivas actuales del entrenamiento y la competición requieren sistemas de intervención, con el fin
de aumentar la “esperanza de vida deportiva”. Es ahí donde el trabajo preventivo tiene una vital importancia en
nuestros entrenamientos.
2. DESCRIPCION DE LA LESION A PREVENIR:
Es una lesión muscular “un problema físico sufrido por un jugador durante un partido o un entrenamiento de fútbol,
independientemente de la asistencia médica y del tiempo de baja por la lesión” (Fuller, 2006).
Los estudios demuestran que hasta el 30% de las lesiones observadas en el fútbol se producen en los muslos (por
contusión y sobretodo por distensión; es decir, una estiramiento agudo más allá del límite de tolerancia).
Es una lesión muy típica en futbolista y velocistas (Bahr, y Maehlum, 2007) que realizan esfuerzos excéntricos
intensos, y se asocia con un desgarro en la unión musculo-tendinosa y suele ubicarse en los músculos
semimembranoso, semitendinoso o bíceps femoral. ¿Por qué estas lesiones suelen producirse en las inserciones
tendinosas o uniones miotendinosas? Porque es donde se producen las mayores fuerzas de tracción, que permiten el
desplazamiento de las palancas óseas, la aproximación del origen e inserción muscular y por tanto la producción de
movimiento (Rodríguez García, 2008)
Las lesiones musculares pueden ser leves (1º grado: contusión o distensión que afecta sólo a algunas fibras
musculares y no tiene o apenas sufre pérdida de fuerza o impedimento de movimiento), moderadas (2º grado: mayor
daño del músculo que pierde la capacidad de contraerse) o severas (3º grado: pérdida funcional completa del
músculo)
¿Cuál es el mecanismo lesional de estos músculos? Es decir ¿cómo se lesionan? Los mecanismos de producción son
variados e incluyen contusión, el estiramiento o la laceración. Esta última es la menos frecuente, mientras que las
contusiones y distensiones ocurren en el 90% de todos los casos de afectación muscular (Järvinen y Letho, 1993 en
Jiménez Díaz, 2006). La contusión del músculo se produce cuando es sometido a una fuerza repentina, de tipo
compresivo, siendo más frecuente en los deportes de contacto, mientras en aquellos en los que predominan las
aceleraciones y los saltos (deportes de equipo) se producen más lesiones por distensión (Crisco, 1994 y Garret, 1996
en Jiménez Días, 2006). También, estas lesiones pueden ocurrir por una contracción exagerada, por un asincronismo
muscular (falta de coordinación intermuscular) o sobre todo por un estiramiento agudo que supera los límites de
tolerancia. Por esta razón, la lesión aparece durante una aceleración o “sprint” o tras realizar un tiro cuando la pierna
que ha disparado se frena cuando está elevada para volver a descender, en cambios de dirección intensos, etc. Por
tanto, ocurre en gestos excéntricos (músculo está en tensión mientras se estira) de alta intensidad y de forma
repentina y brusca. Debemos saber que la flexión de rodillas implica la contracción excéntrica y cuádriceps y
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concéntrica de isquios, mientras que la extensión implica justo lo contrario (Agaard, 1998) y es en este momento
cuando se lesionan. Al contrario que en contracciones concéntricas, las excéntricas generan mayores niveles de
fuerza con menos unidades motoras. Si el sujeto no está acostumbrado a este tipo de esfuerzos, los elementos
contráctiles del músculo (líneas Z) se dañan, provocando dolor, debilidad y rango articular muy limitado (Garret,
1996), por este motivo será necesario realizar un buen programa preventivo basado en la fuerza excéntrica.
En nuestro idioma conocemos numerosos términos aplicados a esta lesión: pinchazo, desgarro, tirón, contractura,
microrotura fibrilar, rotura muscular, etc.
Podríamos decir que se trata de un conjunto biarticular (cadera y rodilla) situado en la parte posterior
del muslo, compuesto por los músculos bíceps femoral, semimembranoso y semitendinoso que presentan
diferentes características anatómicas según Schünke, M.; Schulte, E. y Schumacher U. (2008):
A nivel general, podemos decir que es un complejo muscular constituido sobre todo por fibras II rápidas,
que es flexor de la cadera y de la rodilla y que participa mucho en la carrera cuando la pierna está
extendida hacia adelante, haciendo que se frene y luego vaya hacia atrás para completar el ciclo de la carrera.
También participa en los golpeos de balón haciendo que la elevación de la pierna se frene en excéntrico, en los
cambios de dirección, de ritmo y además tienen la capacidad de ofrecer estabilidad dinámica a la articulación de
la rodilla en movimientos forzosos y rápidos de extensión (Agaard, 1998).
El semimembranoso y semitendinoso son rotadores internos de cadera mientras que el bíceps femoral, objeto
de este trabajo, es rotador externo (Rodríguez García, 2008). A nivel anatómico estos 3 músculos se diferencian
pero a nivel real y funcional van prácticamente unidos en las acciones motrices.
Incidencia lesional.
El futbol es un deporte intermitente donde se realizan muchas acciones a máxima intensidad de forma
repetida y repentina, donde las articulaciones y los tejidos en general, sobre todo del miembro inferior, sufren
mucho y con el tiempo se desgastan. En este apartado analizaremos, según numerosos estudios, con qué frecuencia
ocurren las lesiones de este tipo para conocer las posibilidades teóricas de que aparezcan en nuestros jugadores.
Se han estimado 10-15 lesiones por cada 1000 horas de partido. Del 68 al 88% de las lesiones ocurren
en el miembro inferior de las que el 80% son de cuádriceps e isquiotibiales, el 38% de gemelos y 52% de
aductores (Witvrouw, 2003) Según un informe de la UEFA en el año 2005-2006 tras un estudio realizado durante
5 temporadas de los equipos participantes en la UEFA Champions League, se concluyó que el 14% de las
lesiones ocurridas eran musculares de isquiotibiales (396 en total) Por tanto, probablemente sea el músculo más
afectado por la lesiones y debemos tenerlo muy en cuenta.
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Factores de riesgo de esta lesión.
Existen numerosos factores que influyen de manera directa o indirecta en la aparición de este tipo de lesiones: la
genética, entrenamiento, competición, estado físico y psicología de jugador, historia lesional, equipamiento,
cuerpo técnico, etc.
Las más destacadas a nivel intrínseco podrían ser:
• ·Insuficiente fuerza y flexibilidad muscular (rigidez), inadecuado calentamiento y pocos estiramientos
• ·Si la cara posterior del muslo es más débil que la anterior (relación entre isquiotibiales y cuádriceps
disminuida) aumenta las posibilidades de sufrir esta lesion.
• Sobrecarga o fatiga muscular.
• Antecedentes de dolor lumbar sin lesión nerviosa, que puede endurecer los isquiotibiales.
• Entrenamiento poco específico al deporte en el que se compite.
• Desequilibrio de fuerza en los isquiotibiales de cada pierna.
• Flexibilidad reducida de cuádriceps.
A nivel extrínseco podemos citar los siguientes factores:
§ Clima frió
§ Uso inadecuado del calzado
§ Los golpes provocados por el rival.
§ Cargas demasiadas altas durante los entrenamientos.
§ Vuelta al entrenamiento y competición de forma prematura e inadecuada rehabilitación (Heiderscheit, 2010)
§ Los campos de césped natural tienen más amortiguación que los de césped artificial de 3º generación
(Naunheim et al, 2004). Parece que en estos últimos hay más lesiones menores y en los naturales hay mayores
lesiones importantes relacionadas con los ligamentos.
Diagnóstico
Síntomas y signos que podemos observar son un dolor intenso e inmediato que obliga a detenerse. La fuerza
se reduce significativamente y el deportista no puede volver a correr a la máxima velocidad. Además, tras esta
lesión, se produce una cicatriz que disminuye la flexibilidad del músculo (y la amplitud de movimiento articular
asociada) y el deportista no puede desarrollar su máxima capacidad de entrenamiento porque el esfuerzo le
produce dolor. No suelen ser lesiones graves, ni requieren operación quirúrgica en general y si se hace puede
generar controversias. Pero sí producen sangrado y dolor.
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3. PLAN DE PREVENCIÓN Bases teóricas
Actualmente puede que se esté dando la misma importancia a la prevención de lesiones que a la
recuperación, ya que supone un gran ahorro económico, temporal y mejora el rendimiento deportivo.
A la hora de realizar un buen trabajo preventivo, es necesario conocer todos los detalles acerca
de las lesiones que se producen. “Lo más importante para la prevención de lesiones es averiguar
objetivamente sus causas y mecanismos, así como las circunstancias que condicionan la mayor frecuencia de
su existencia” (Vazan y Handzo, 1985). En nuestro caso, se trata del bíceps femoral y debemos conocer las
informaciones específicas de esta lesión que ya han sido comentadas en los primeros apartados de este
trabajo y que recordaremos en el siguiente punto.
Podemos utilizar diferentes test de valoración para determinar en que punto se encuentran los futbolistas
antes del trabajo preventivo como el que a continuación presentamos:
-Elevación de la pierna recta (EPR): Test usado para la verificación del Síndrome de isquiosurales cortos (SCI).
Con el paciente acostado sobre su espalda sobre una camilla o en el suelo, el examinador levanta la pierna del
paciente, mientras que la rodilla está recta. Entre 61º y 74º se considera SCI de grado 1 y no poder elevarla por
encima de 60º SCI de grado 2. Lo normal sería elevar la pierna por encima de los 75º.
PRUEBA DE VALORACIÓN NORMALIDAD/BAJO
RIESGO DE LESIÓN
LIMIRADO (CORTEDAD/ALTO
RIESGO DE LESIÓN)
Flexión de la cadera con rodilla
extendida
≥90 ˚≥80 ˚≥75 ˚≥70 ˚≥80 ˚ ≤70-80 ˚≤74 ˚≤70 ˚≤83.7 ˚≤68 ˚
Los objetivos específicos de nuestro programa preventivo serán:
§ Reducir el número de lesiones no traumáticas en el biceps femoral
§ Proporcionar mecanismos que eviten la aparición de una lesión (saber caer, amortiguar, girar, frenar, etc.)
§ Respetar los principios del entrenamiento deportivo, sobre todo los de especificidad, progresión y de
variedad para generar esquemas motores idénticos al gesto deportivo que se exige en competición: amplitud de
movimiento, contracción muscular, velocidad de ejecución, biomecánica, técnica, etc.
§ Controlar el estado físico del jugador para reforzar, evitar o mantener ciertos aspectos de su condición física a
través de ejercicios adecuados.
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Entrenamiento preventivo
Nuestro programa preventivo está enfocado a evitar una lesión muscular “strain” en el
bíceps femoral, aunque en la realidad, el trabajo tendrá influencia sobre todo el complejo
isquiosural. Para lograr los objetivos planteados realizaremos trabajos de flexibilidad, fuerza
de tipo excéntrico, propiocepción y ejercicios específicos del deporte.
Calentamiento: es un aspecto vital del entrenamiento deportivo, ya que permite realizar la posterior
actividad de una forma más segura, cómoda y correcta. El calentamiento aumenta la temperatura de la
musculatura, la circulación sanguínea, prepara psicológicamente a la persona, aumentan todas las
constantes vitales (FC, VO2, VE) como preparación al esfuerzo y previene la aparición de lesiones.
Un músculo caliente se estira más y produce más fuerza (Garret, 1996) por tanto será capaz de
realizar los esfuerzos requeridos sin lesionarse. Lo más importante que debemos tener en cuenta es que
durante el calentamiento se deben realizar gestos y actividades que se relacionen con los esfuerzos que
se vayan a realizar en la sesión, con aquellos que sean típicos de nuestro deporte, y con ejercicios que
exijan la participación de la zona en la que queremos incidir. Lo organizaremos de la siguiente
manera incidiendo sobre todo en el complejo isquiotibial:
§ Previa: carrera continua 5 minutos, movilidad articular general incidiendo en la cadera y rodilla.
§ Preparación del movimiento: realizamos movimientos de equilibrio, skipping y estiramientos
dinámicos.
§ Coordinación: aumentamos la intensidad con pequeños saltos con una y dos piernas,
skipping más corto e intenso, desplazamientos lateras y hacia atrás y extensiones de rodilla
con flexión de cadera.
§ Ejecución del movimiento: aceleraciones con y sin balón, cambios de dirección y
deceleraciones.
Fuerza excéntrica: Posiblemente sea uno de los aspectos más importantes del proceso preventivo para lesiones
musculares, ya que se consigue un estiramiento muscular mientras se produce tension. Uno de los principales
efectos del trabajo excéntrico sobre los tejidos es que aumenta su elasticidad, provoca un aumento de la fuerza y
de resistencia del complejo músculo-tendón y reeduca la sensibilidad propioceptiva (Jurado y Medina, 2008
en Solla, 2010). Según Burghelli (2008), los ejercicios excéntricos para isquiotibial deberían incluir alta
intensidad (resistencia), alta velocidad, cadena cinética cerrada, unilaterales, de bajo coste y de fácil aplicación.
Los objetivos del refuerzo de los isquiotibiales son aumentar la fuerza funcional, aumentar la coordinación
intra-muscular y mejorar los mecanismos del sprint asimilando correctamente las fuerzas excéntricas requeridas.
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A continuación presentamos las características que, según French (2008), deben tener los ejercicios de
acondicionamiento de los isquiotibiales:
o Ejercicios de carácter multi-articular, es decir, no reforzar el músculo de forma aislada ya que no trabaja a
solas en la realidad y además no favorece la coordinación inter-muscular.
o Trabajo predominantemente excéntrico activando sobre todo los isquiotibiales y los glúteos.
o Incluir las características del estiramiento-acortamiento d urante la fase final del ciclo de carrera, que es donde
más activan estos músculos.
o Buscar movimientos de extensión de cadera y ligera flexión de rodilla. Trabajo en cadena cinética cerrada y
abierta.
o Exigir una actividad contráctil intensa y rápida.
o Siempre mantener la correcta extensión lumbar.
o Trabajar de forma dinámica en la máxima amplitud
Existen numerosos ejercicios para realizar el trabajo de fuerza excéntrica
en este complejo muscular: contramanuales, asistidos (Nordic Hamstring), en
máquina, con el peso corporal, con fitball, con patines, con goma/polea o con
tirante musculador.
Flexibilidad: la rigidez muscular o la falta de flexibilidad o rango articular es uno de los factores más importantes
de las lesiones musculares de isquiotibiales (Garret, 1996; Witrvouw, 2003; Jöhnagen, 1994) Durante estas
lesiones, el músculo sufre un sobre-estiramiento sometiéndolo a un rango de amplitud que supera su
tolerancia óptima de estiramiento. Estirar los músculo aumenta su longitud y por tanto disminuye el riesgo de
sufrir desgarros musculares (Garret, 1996). El entrenamiento y la mejora de la flexibilidad está programado para
preservar a los deportistas de posibles lesiones musculares por un estiramiento superior al rango de
solicitación habitual (Casáis, 2005 en Solla, 2010). Cabe destacar que este último autor menciona que la
combinación de flexibilidad y trabajo excéntrico parece tener los mejores resultados en la reducción de
lesiones en isquiotibiales. Realizaremos un trabajo de flexibilidad desde el comienzo de la pretemporada a cada
jugador para conocer el estado actual de cada uno y así realizar programas específicos e individualizados a
aquellos que lo necesiten.
¿Cómo realizaremos los estiramientos? Existen muchas maneras: pasivos, activos, estáticos, balísticos, PNF, y la
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literatura científica no es concluyente respecto a cuál es el mejor. Según Bandy et al (1998) en Solla (2010)
los estiramientos pasivos son más efectivos que los activos para mejorar el rango de movimiento en los
isquiotibiales. La duración óptima se sitúa en los 15 o 30 segundos (Roberts y Wilson, 1999) (Walter et al, 1996
en Solla, 2010) Según la experiencia y los consejos de profesionales, se recomiendan los estiramientos dinámicos y
balísticos durante cualquier calentamiento y los estáticos para la vuelta a la calma.
La propiocepción: es un aspecto importante de la prevención de lesiones, y se define como la capacidad del cuerpo
para recibir informaciones sensitivas de movimiento y posición articular y realizar respuestas de ajuste a través
de acciones motrices. El objetivo es mejorar la estabilidad funcional a través de un control neuromuscular que es
capaz de recibir información y responder de la mejor forma posible para evitar gestos lesivos.
¿Qué buscamos con nuestro trabajo propioceptivo? Entrenar en todo el rango de amplitud articular fisiológico, ya
que muchos receptores son especialmente activos en amplitudes extremas de movimiento y mejorar la vigilancia
muscular, es decir, la velocidad de reacción del músculo para reacciones ante estímulos propioceptivos que pueden
poner en riesgo la articulación. Por tanto, estresamos el tejido para que se estabilice y desarrolle mecanismos
y estrategias de lucha (Mascaró, 2009). Es importante el trabajo propioceptivo tras un lesión ya que se
produce un deficit y una alteración propioceptiva que disminuye el control neuromuscular de esa estructura y las
adyacentes, provocando así una inestabilidad funcional general. A nivel preventivo, nos ayuda a preservar la
integridad de la estabilidad y control neuromuscular que nos evitarán posteriores recaídas (Solla, 2010).
Características del trabajo propioceptivo: al principio realizaremos un trabajo estático, de
equilibrio y reequilibrio, sobre plano inestable en apoyo bipodal y monopodal, y en ocasiones
los combinaremos con elementos técnicos (golpeo de balón con diferentes superficies de
contacto). A medida que avance el nivel de nuestro jugador, el trabajo propioceptivo será
dinámico (control neuromotor) a través de acciones específicas del juego que requieren un
gran control de las diferentes estructuras corporales, como saltos y recepciones, sobre apoyo
monopodal y bipodal, y en plano estable e inestable (Solla, 2010). 2 veces por semana, 5
ejercicios diferentes, 3 series cada uno, 10-12 repeticiones o 20-30 segundos. Lo mas
importante es tener en cuenta que la dificultad de los ejercicios tiene que ser progresiva.
Ejercicios específicos: Se ha demostrado que los ejercicios específicos de fútbol en pretemporada disminuyen
los riesgos de lesiones del miembro inferior. El principal factor preventivo de las lesiones, en este estudio de
lesiones musculares de los isquiotibiales, en deportes con esfuerzos interválicos y de alta intensidad, es entrenar
como se juega, es decir, trabajar todos aquellos elementos que ocurren en competición:
o Carreras de máxima velocidad entre 30 y 40 metros con y sin balón por la banda.
o Centros, pases largos y tiros a puerta, donde también se solicitan los isquiotibiales.
o Cambios de ritmo (aceleración y deceleración) y de dirección con y sin balón y con y sin oponente.
o Gestos de estiramiento del bíceps femoral mientras está en tensión (trabajo excéntrico)
o Sprints cortos (hasta 10 metros) de máxima intensidad.