Cereales y Oleaginosas, 2015 1
PRINCIPIOS BASICOS DE ECOFISIOLOGIA Y MANEJO DE SOJA
Ing. Agr. Rubén E. Toledo (1) [email protected] .edu.ar
(1) Cereales y Oleaginosas, FCA-UNC
ESTADISTICA
Durante la campaña 2014/2015, la superficie sembrada nacional de Soja (Glycine max L.) fue de 20.100.000
hectáreas (has), y una producción total estimada de 61.000.000 de toneladas. (SIIA, 2015) con una productividad
promedio nacional de 32 quintales (qq) (BCBsAs, 2015). En la siguiente tabla se detallan las zonas productoras
ordenadas según la superficie sembrada, con una relevancia de las zonas Núcleo norte, Núcleo sur y Centro Norte
de Córdoba con el 41% de la superficie sembrada nacional, y el 52% de la producción nacional.
Tabla 1: Superficie, producción y rendimiento de las diferentes zonas productivas (Bolsa de Cereales, 2015)
Zona
Superficie
sembrada
(has)
Producción
(ton)
Rendimiento
(qq) Zona
Superficie
sembrada
(has)
Producción
(ton)
Rendimiento
(qq)
Núcleo Norte * 3.270.000 12.991.514 41 Centro-este de Entre
Ríos 1.250.000 3.185.484 27
Núcleo Sur * 2.730.000 10.566.766 39 NOA * 900.000 1.289.877 26
Centro-norte de
Córdoba 2.200.000 8.108.997 38 Centro de Bs As 650.000 1.350.368 25
NEA * 1.500.000 2.374.598 20 Sudoeste de Bs As y
Sur de La Pampa 520.000 608.122 17
Sudeste de Bs AS 1.680.000 2.088.180 16 Este de Bs As 220.000 592.228 29
Sur de Córdoba 1.700.000 5.675.951 34 San Luis 180.000 536.670 30
Norte de La Pampa y
Oeste de Bs AS 1.850.000 5.234.296 30 Otras * 50.000 108.907 23
Centro-norte de
Santa Fé 1.300.000 3.359.321 33
* NOA: (Salta+Tucumán+Jujuy+Catamarca+Oeste Sgo del Estero). NEA (Chaco+Este Sgo del Estero+Formosa). Núcleo Norte (Este de
Córdoba+Centro-sur de Santa Fe+Sudoeste de Entre Ríos.). Núcleo sur (Sur de Santa Fe+Norte de Bs. As). Otras (Corrientes, Misiones y E
de Rio Negro)
A continuación se detallará por un lado, algunos aspectos que hacen a la ecofisiología de soja, y en una segunda
parte algunas consideraciones que hacen al manejo del cultivo.
ECOFISIOLOGIA
Desarrollo
Para realizar un adecuado seguimiento, se utiliza una escala desarrollada por Fehr et al., (1971), que describe los
estadios fenológicos externos vegetativos (simbolizando con la letra V) y reproductivos (simbolizados con letra R).
Estados Vegetativos
VE - Emergencia - Se observa el hipocótile en forma de arco, que empuja al epicótile y a los cotiledones, que
emergen sobre la superficie del suelo. En el embrión maduro están diferenciados los nudos de los cotiledones, las
hojas primarias y la 1er
hoja trifoliada (Hicks, 1983).
VC - Etapa cotiledonar - El hipocótile se endereza y cesa su crecimiento. Los cotiledones se despliegan
totalmente en el nudo 0 (nudo cotiledonal), y para definir este estado, se observa el nudo inmediato superior
(nudo 1) dónde los bordes de las hojas unifoliadas no se tocan.
De aquí en más los estados vegetativos se los identifican con el número de nudos.
V1 - (1er
nudo) - En el nudo 1 el par de hojas opuestas unifoliadas están expandida totalmente, y en el nudo 2 se
observa que los bordes de cada uno de los foliolos de la 1er
hoja trifoliada no se tocan.
V2 - (2do
nudo) - En el nudo 2 la 1er
hoja tri foliada está totalmente desplegada, y en el nudo 3 los bordes de cada
uno de los foliolos de la 2da
hoja trifoliada no se están tocando.
Cereales y Oleaginosas, 2015 2
Vn - (n: número de nudos) - La hoja tri foliada del nudo (n) está expandida totalmente, y en el nudo inmediato
superior los bordes de cada uno de los foliolos no se tocan.
Estados Reproductivos
R1 - Inicio de Floración - Se observa una flor abierta en cualquier nudo del tallo principal. En general la floración
comienza en la parte media de la planta progresando hacia la parte superior e inferior. (B aigorri, 2009).
R2 - Floración completa - Hay una flor abierta en cualquiera de los nudos superiores del tallo principal. Esta
etapa indica el comienzo de un período de acumulación diaria y constante de materia seca y nutrientes que
continuará hasta poco después de R6, asimismo se incrementa rápidamente la tasa de Fijación Biológica de
Nitrógeno (FBN) por parte de los nódulos.
R3 - Inicio de formación de vainas - Hay una vaina de 5 milímetros de largo en uno de los 4 nudos superiores
del tallo principal. Condiciones de estrés entre R1-R3 no influyen sobre el rendimiento. En caso de que el número
de vainas se vea afectado, la planta puede compensar con el número y tamaño de granos por vaina, pero con
limitaciones genéticas. (Baigorri, 2009).
R4 - Vainas completamente desarrolladas - Se observa una vaina de 2 cm en uno de los 4 nudos superiores del
tallo principal. Algunas en los nudos inferiores del tallo principal, han alcanzado su máximo tamaño, pero en
general la mayoría lo logra en R5.
R5 - Inicio de formación de semillas - Una vaina ubicada en uno de los 4 nudos superiores del tallo principal,
contiene una semilla de 3 mm de largo. Hacia el final de la formación de vainas comienza el periodo crítico del
cultivo -entre R4,5 y R5,5- es un momento muy sensible para la planta, ya que ha finalizado la floración y cualquier
situación de stress alrededor de R5 (déficit hídrico, de nutrientes, defoliación por orugas, enfermedades foliares,
ataque de chinches, granizo, etc), afectará el número fi nal de vainas y de granos, con efecto negativo sobre el
rendimiento.
En esta etapa de desarrollo la planta logra la mayor altura, expansión radicular y diferenciación de nudos. Se
incrementa y maximiza la tasa de FBN, y a nivel de grano se inicia una rápida acumulación de materia seca y
nutriente.
R6 - Semilla completamente desarrollada - Una vaina, en cualquiera de los 4 nudos superiores del tallo
principal, contiene una semilla verde que llena la cavidad de dicha vaina. Situaciones de estrés entre el estado
R6 y R6,5 pueden provocar marcadas reducciones en la productividad, debido, principalmente, a la disminución del
tamaño del grano, y en menor medida a una caída en el número de vainas por planta y en el número de granos
por vaina. Si el estrés se produce entre el estado R6,5 y R7, el grano ya ha alcanzado su máximo peso seco, por lo
tanto dicho estrés prácticamente no tiene influencia sobre el rendimiento. (Baigorri, 2009).
En esta etapa se logra el máximo peso y la máxima acumulación de nutrientes en planta. Las hojas comienzan a
amarillarse, el envejecimiento y su caída comienzan en los nudos inferiores y continúa hacia arriba.
Aproximadamente entre R6 y R6,5 el grano registra alrededor de un 80% de Humedad.
R7 - Inicio de maduración - Se observa una vaina normal en cualquier nudo del tallo principal ha alcanzado su
color de madurez. En general, y si no hay otro factor que lo ocasione o impida, la planta comienza a perder las
hojas. El grano ha finalizado la acumulación de peso seco -madurez fisiológica-, y junto con la vaina pierde la
coloración verde, virando al color amarillo. Sin embargo el proceso de maduraci ón y acumulación de materia seca
está íntimamente relacionado con la disponibilidad hídrica de la semilla (Egli, 1990). Un estrés hídrico generaría
una alta tasa de pérdida de agua de las vainas, y la semilla no podrá sintetizar las enzimas necesarias para la
maduración, permaneciendo de color verde y disminuyendo su capacidad germinativa. El grano logra el máximo
peso y la máxima acumulación de nutrientes, con un 60% de Humedad.
R8 - Maduración completa - El 95 % de las vainas de la planta han alcanzado el color de madurez. Se completa
el ciclo ontogénico, dónde el grano tiene aproximadamente un 30% de Humedad promedio, y según las
condiciones ambientales se debería esperar entre 5 -10 días, para alcanzar la madurez de cosecha con valores
cercanos al 13,5% de Humedad, que es el establecido como Humedad Comercial en la Norma XVII de Calidad
para la Comercialización de Soja.
Hábitos de crecimiento
Cereales y Oleaginosas, 2015 3
La planta de soja puede presentar tres tipos de Hábito de crecimiento (HC):
a) HC determinado: Son aquellas plantas en las que prácticamente detienen su crecimiento en altura cuando
inicia la floración -que ocurre a partir de la porción media del tallo principal - Luego de dicha etapa comienza a
generar ramas, cesa la producción de nudos en el tallo principal, y en su extremo apical se forma un ramillete
de estructuras reproductivas. Hasta la floración el crecimiento vegetativo alcanzó un 80% del total del ciclo.
Algunas variedades del Grupo de madurez (GM) VI y gran parte de las variedades del GM VII y VIII tienen
este tipo de HC. Figura 1a.
b) HC indeterminado: Son aquellas que siguen creciendo en altura luego de la floración -que generalmente
ocurre a partir de la porción basal del tallo principal- La planta continúa diferenciando nudos en el tallo
principal, y sigue desarrollando estructuras vegetativas ya que hasta ese momento el crecimiento vegetativo
es de un 60% o menos del total del ciclo. Otra característica es que existen diferencias de desarrollo entre las
vainas basales con respecto de las apicales, sin embargo todas maduran al mismo tiempo, debido a que el
grano de las vainas apicales tienen altas tasas de crecimiento. Los GM II, GM III, GM IV, GM V, y algunos
materiales de GM VI y GM VII tienen este tipo de HC. Figura 1b.
c) HC semideterminado: Los tallos continúan creciendo vegetativamente luego de iniciada la floración, que es
una característica propia del HC indeterminado, y las ramificaciones terminan en un ramillete de estructuras
reproductivas, tal como los de HC determinados. En Argentina prácticamente no quedan variedades con este
tipo de HC.
En función de los tres HC descriptos, sembrados en una misma fecha de siembra (FS), y siempre y cuando se
compare cultivares del mismo GM (por ej. GM VI), los cultivares de HC indeterminado son de mayor altura de
planta a madurez que los semideterminados, y estos a su vez de mayor altura que los de HC determinados .
a b
Figura 1: a) HC determinado y b) HC indeterminado
Factores que afectan el desarrollo
La temperatura y el fotoperiodo son los factores ambientales que regulan la duración de las fases de desarrollo
del cultivo, actuando en forma simultánea en las plantas y con evidencia de interacción entre ellos.
(Kantolic et al., 2004a).
Temperatura
La temperatura base de desarrollo varía entre 6 y 10°C. Las temperaturas óptimas diurnas para la fotos íntesis
están comprendidas entre los 30 y 35°C, de modo tal que en la región de la Pampa húmeda, la fotos íntesis de las
sojas sembradas temprano (primavera), puede verse negativamente afectada por las bajas temperaturas, a si
mismo, las altas temperaturas que se registran en el NOA y NEA en el verano, pueden limitar parcialmente al
cultivo. (Salado Navarro, 2012)
Las temperaturas óptimas nocturnas para crecimiento se encuentran entre los 21 y 27 °C. La fijación de vainas se
retarda con temperaturas menores a 22 °C y cesa con temperaturas menores a 14 °C (Jones et al., 1991). Los
requerimientos de sumas térmicas de siembra a emergencia son 105ºC días y 125 ºC días si se considera
temperatura de suelo y aire respectivamente. Por lo tanto la temperatura óptima para el desarrollo normal
vegetativo y reproductivo del cultivo se encuentra entre los 25ºC y 30ºC.
La duración de una fase (habitualmente medida en días) depende de la temperatura, siendo esta determinante en
la longitud de cada una de las etapas. La relación entre dicha duración y la temperatura no es lineal, por ello se
prefiere caracterizar la longitud de una etapa a través de su inversa. Esta función inversa de la duración se llama
tasa de desarrollo y su unidad es 1/día. Figura 2. En términos generales esta tasa aumenta linealmente entre la
temperatura base (temperatura por debajo de la cual no hay desarrollo) y la óptima, donde la velocidad con que se
Cereales y Oleaginosas, 2015 4
cumple cada etapa es máxima; entre la temperatura óptima y la máxima la tasa disminuye. Por debajo de la
temperatura base y por encima de la máxima el desarrollo prácticamente se detiene y la duración de la fase tiende
a ser infinita (Sadras et al., 2009). Figura 3.
La temperatura regula el desarrollo durante todo el ciclo, sin respuestas diferenciadas entre genotipos en cuanto
a lo observado en la Figura 3, es decir que habría una respuesta universal a la temperatura por parte de todos los
GM; sin embargo los requerimientos de tiempos térmicos para que se produzca la floración tiende a disminuir
desde los GM mayores hacia los GM menores (Piper et al., 1996).
Fotoperiodo
El efecto principal del fotoperíodo es el de inducir la floración. En términos generales la soja se clasifica como
planta de días cortos, es decir que a medida que los días se acortan, el inicio de la floración se adelanta, por lo
tanto la etapa vegetativa se reduce. El fotoperíodo influye y regula la mayor parte de los eventos reproductivos
condicionando el inicio y final de las diferentes fases, y la tasa con que progresan los cambios dentro de la planta .
(Kantolic et al., 2004b). Según la respuesta fotoperiódica se la puede clasificar en: a) cualitativa donde es
necesario superar un valor de umbral crítico para que se produzca la floración; y b) cuantitativa donde la mayor
o menor respuesta va a depender del grado de sensibilidad del GM. (Miralles, et al., 2004) Figura 4a.
A medida que aumenta las horas de luz la velocidad de desarrollo disminuye y se retrasa la floración Figura 4b, la
misma va a depender de un valor crítico que posee cada cultivar, y que por debajo de dicho umbral, la etapa
emergencia-floración no modifica su longitud por efecto del fotoperiodo.
A diferencia de la temperatura que influye durante todo el ciclo del cultivo, la mayoría de los genotipos presentan
una corta fase juvenil o preinductiva, donde la inducción floral puede ocurrir en cualquier estadio después del
desarrollo de la hoja unifoliada (Hicks, 1983). Se puede asumir que a partir de la expansión de las primeras hojas
trifoliadas la planta comienza a ser sensible al fotoestímulo fotoperiódico, y esta respuesta se prolonga hasta el
estado de madurez fisiológica. (Sadras et al., 2000). Por lo tanto el fotoperíodo regula el desarrollo desde V1-V2
hasta R7. Figura 5.
Figura 4: a) Respuesta cuantitativa y cualitativa
al fotoperiodo en soja. Modificado de Miralles
et al., 2004. b) Efecto del fotoperiodo sobre el
tiempo a floración y sobre la tasa de desarrollo
A nivel mundial existen genotipos de soja con un rango muy amplio de sensibilidad fotoperiódica: a) los que son
insensibles, b) los que tienen valores críticos altos adaptados a mayores latitudes, y que florecen con fotoperíodos
muy largos, y c) los que están adaptados a bajas latitudes, que florecen con fotoperíodos más cortos y que poseen
alta sensibilidad.
Figura 2: Efecto de la
temperatura sobre la duración de
fase
Figura 3: Efecto de la temperatura sobre la tasa de desarrollo,
Modificado de Kantolic
2004b
Temperatura
0
0.2
0.4
0.6
0.8
1
0 10 20 30 40 50ta
sa
de
de
sa
rro
llo (1
/d)
V1-R1
R1-R5
Dura
ció
n d
e f
ase
Temperatura
Fotoperiodo
Re
sp
uesta
cu
alita
tiva
Umbral critico
Sensibilidad
Tie
mp
o h
asta
flo
ració
n
Velo
cid
ad
de d
esarr
oll
o b b a
Cereales y Oleaginosas, 2015 5
En Argentina se utilizan los denominados GM
menores o bajos (II, III, IV y V corto) que requieren
más horas de luz para inducir la floración (menos
sensibles); y los GM mayores o altos (V largo, VI,
VII, VIII) que responden con menor fotoperíodo
(más sensibles). La duración de la etapa
vegetativa esta limitada por la respuesta de cada
genotipo, así como por la acumulación de grados
días. Por lo tanto los GM menores al ser menos
sensibles responden fundamentalmente a la
acumulación térmica , y a medida que mayor es el
GM -más sensibles- el efecto de las horas de luz
sobre el desarrollo es mayor. (Sinclair et al., 2007).
La duración de la etapa VE-R1 depende fundamentalmente del fotoperíodo de la latitud del lugar donde se siembra
(Pascale et al., 2004). En el norte de la región sojera -por ejemplo Posadas- se siembran cultivares que necesitan
menos horas de luz para florecer -GM mayores-; en tanto hacia el sur -por ejemplo Balcarce- se utilizan
materiales con mayores requerimientos de horas de luz para inducirse -GM menores-. Hay que tener en cuenta
que las plantas que florecen anticipadamente, debido a la existencia de días cortos, generalmente tienen poco
desarrollo en altura de planta, y reducida área foliar. (Hicks, 1983). A medida que se atrasa la siembra se reduce
la duración de los ciclos, es decir, que la maduración de estas plantas se adelanta, afectando s u tamaño y
estructura a cosecha, de modo que influye negativamente sobre el rendimiento, por lo tanto el atraso en la FS
implica un mayor acortamiento del número de días de R1 a R8, sin embargo no es solo una disminución de la
etapa reproductiva sino también de la etapa vegetativa.
En la Figura 6 se observa el comportamiento diferenciado entre GM según su respuesta al fotoperiodo, donde la
mayor pendiente indica la mayor sensibilidad a dicho factor, y cuyo valor critico varía entre las 12 y las 14,5 horas
de luz según se trate de un GM mayor o uno menor.
Un ejemplo de interacción entre temperatura y fotoperiodo se observa en la Figura 7 con respuesta diferenciada
según un genotipo A (línea continua) y un genotipo B (línea discontinua), en dos ambientes con temperaturas
controladas (18ºC y 28ºC). Bajo condiciones óptimas (28º) el genotipo B (más sensible) tiene un umbral crítico
menor, requiere menos horas de luz para inducirse a la floración con respecto al genotipo A (menos sensible). En
condiciones sub óptimas (18ºC), el principal efecto es un retraso en el inicio de la floración, se modifica la
sensibilidad al fotoperiodo, y el umbral c rítico se incrementa para ambos genotipos, y como se observa en la
Figura 7, desaparece el valor crítico en el cultivar A -sin respuesta-, y en el B se desplaza hacia más horas de luz.
Esto es observable en FS tempranas con temperaturas media ambiental es más frescas, dónde, además de
aumentar la longitud de la etapa vegetativa, disminuye la sensibilidad al fotoperiodo.
20
25
30
35
40
45
50
55
Fotoperíodo (hs)
Du
ració
n V
E -
R1
GM III
GM IV
GM V
GM VI
60
65
70
12hs – 14,5hs
Dif. GM VI
Dif. GM III
0
10
20
30
40
50
60
70
80
90
9 11 13 15 17 19 21
Fotoperíodo
Día
s d
e V
E a
R1
B 28°CA 28°C
B 18°CA 18°C
Figura 7: Interacción temperatura y fotoperiodo,
basado de Cober et al., 2001
Figura 6: Efecto del fotoperíodo (horas de luz) sobre la duración en días de emergencia a floración.
Modificado de Kantolic, et al., 2006
Figura 5: Influencia de la temperatura y el fotoperíodo en
función de la fase-etapa del cultivo
TEMPERATURA
FOTOPERIODO
Cereales y Oleaginosas, 2015 6
Por lo tanto la respuesta al fotoperiodo se modifica según la temperatura, y esta influye significativamente en
aquellos GM de menor sensibilidad, de modo tal que cuanto más bajo es el GM, responden más a los cambios en
la temperatura, y a medida que aumenta el GM es mayor la respuesta al fotoperiodo. Temperaturas por debajo
de los 25ºC atrasan la floración independiente de la longitud del día. Con fotoperiodos largos y temperaturas
mayores a 32ºC se producen abortos de flores y vainas. (Whigham and Minor, 1983)
Para visualizar mejor los efectos del fotoperiodo, en la Figura 8a se observa los comportamientos promedios de los
GM III, IV y V corto, considerados de alta productividad, y de los GM V largo y VI calificados de alta
estabilidad. En ambos casos la longitud de la etapa vegetativa -VE a R1- tiene tendencia decreciente a medida
que se atrasa la FS. Sembrados en septiembre los de mayor productividad florecen a los 38 días y los de mayor
estabilidad a los 66 días. En enero la duración fue de 26 días para los productivos y de 46 días para los estables,
es decir que en los GM de alta productividad la diferencia entre FS extremas fue de 12 días, en cambio en los de
mayor estabilidad la diferencia fue de 20 días, lo que demuestra el efecto de la modificación del ambiente, en este
caso con la FS, sobre la respuesta cuantitativa de los GM. Con respecto a la duración de la etapa reproductiva
-R1 a R8- sigue la misma tendencia decreciente que la etapa anterior. Los de alta productividad redujeron su
duración de 100 a 66 días según fuera sembrado en setiembre o enero respectivamente, esta diferencia entre
FS extremas fue similar los de mayor estabilidad, en el cual se redujo de 99 a 70 días. Figura 8b. De modo tal que
el atraso en la FS reduce los ciclos de los diferentes GM, tanto por un acortamiento de la etapa vegetativa
como también de la etapa reproductiva.
y = -2,0437x + 42,008R² = 0,8339
y = -4,332x + 72,65R² = 0,9816
25
30
35
40
45
50
55
60
65
70
75
23-sep 15-oct 01-nov 22-nov 15-dic 11-ene
Dia
s d
e V
E a
R1
FS
Tendencia GM Productivos
Tendencia GM Estables
y = -7,1665x + 108,03R² = 0,9857
y = -6,257x + 105,65R² = 0,9672
60
65
70
75
80
85
90
95
100
105
110
23-sep 15-oct 01-nov 22-nov 15-dic 11-ene
Dia
s d
e R
1 a
R8
FS
Tendencia GM Productivos
Tendencia GM Estables
Figura 8: Tendencia de duración promedio de a) VE a R1 y de b) R1 a R8 promedio de FS (Campaña 2002/03 al 2014/15) Campo
Escuela, FCA-UNC. (31º19’LS, 64º13’LW)
Crecimiento
El crecimiento comienza con la germinación de la semilla, y ocurre cuando absorbió entre el 30-40%
(Sadras et al., 2000) y el 50-55% de su peso en agua (Baigorri, 1997a). La tensión hídrica del suelo no puede ser
menor que -6,6 bares para que germine la semilla dentro de los 5-8 días a una temperatura de 25ºC. (Hicks,
1983). Luego de la germinación se observa la expansión de los cotiledones, aparece el primer par de hojas
unifoliadas y opuestas, y a continuación se desarrollan hojas tri foliadas y alternas, dichas hojas continúan
apareciendo hasta avanzado el estado R4. A partir de R1 comienza la floración y continúa hasta el estado R5.
Luego de la fecundación comienza la formación de vainas y puede continuar hasta avanzado R5. Una vez que las
vainas alcanzan el máximo tamaño se inicia el desarrollo de los granos hasta R7.
Internamente, durante el desarrollo de la semilla, se diferencian en el embrión al menos tres hojas, las dos
unifoliadas y la primera trifoliada y sus respectivas yemas. Entre la germinación-emergencia, se reanuda la
diferenciación de hojas en el meristema apical -1 y 2 hojas más-. Luego de la emergencia el proceso continúa en
el ápice del tallo principal, hasta que el meristema apical cambia al estado reproductivo. A partir de los meristemas
axilares también se diferencian estructuras vegetativas, por lo tanto en muy poco tiempo el número de hojas
potenciales diferenciadas es muy elevado. En cuanto a la diferenciación floral, la transición interna del estado
vegetativo al reproductivo incluye dos eventos importantes: a) La iniciación floral (en un meristema axilar) y b) La
transformación del ápice. Dentro del tallo principal, la diferenciación comienz a en un nudo ubicado en una posición
intermedia del tallo principal y progresa hacia yemas axilares de nudos superiores e inferiores. En varios nudos
pueden diferenciarse estructuras florales. (Mazzilli, 2012) Figura 9.
a b
Cereales y Oleaginosas, 2015 7
Figura 9: Esquema del ciclo
ontogénico de soja. Cambios
morfológicos, estado de los
órganos reproductivos más
avanzados de los nudos
superiores del tallo principal y
los periodos aproximados de
diferenciación y aparición de
órganos. Iniciación floral (IF) y
cambio de ápice (CA). Kantolic,
et al ., 2004a
La soja es una especie fotosintéticamente clasificada como C3, con menor eficiencia de uso de la radiación (EUR)
que las plantas C4 (p. ej. maíz), de modo tal que las hojas de soja alcanzan un nivel de saturación de luz, a
menores niveles que las C4. (Salado Navarro, 2012). Del total de la radiación solar, entre el 44 y 50% penetra la
atmósfera terrestre, de ese total de radiación, absorbida por la canopia de un cultivo durante el día, el 75-85% es
utilizado para evaporar agua, 5-10% va al suelo en forma de calor, 5-10% vuelve a la atmósfera por intercambio
de calor (convección), y solo entre 1-5% es utilizado por la fotosíntesis. (Gardner et al., 1985, citado por Salado
Navarro, 2012)
La representación del crecimiento se la puede dividir en t res momentos: Una curva sigmoidea, que comienza con
una etapa de crecimiento vegetativo lento hasta el inicio de la floración, donde predomina el desarrollo del área
foliar; le sigue una etapa de crecimiento lineal acelerado hasta R5, y que corresponde a la formación de hojas,
tallos, flores y vainas. A partir de R5 el crecimiento vegetativo disminuye, pero con un crecimiento reproductivo
lineal que culmina con el amarillamiento y caída de hojas. En la etapa final de llenado de granos (R 7) el
crecimiento reproductivo se produce a menor tasa. Figura 10.
La asimilación del carbono, puede medirse mediante la acumulación de materia seca del cultivo, esto se denomina
tasa de crecimiento del cultivo (TCC) y se expresa en g m-2
día-1
, generalmente solo se incluye la parte aérea,
debido a las dificultades para medir las raíces, dicha TCC está estrechamente relacionada a la intercepción de
radiación solar (Figura 11a), la que a su vez depende del IAF. La TCC aumenta a medida que aumenta el IAF hasta
que alcanza un valor crítico capaz de interceptar el 95% de la radiación solar incidente (Figura 11b), esto se conoce
como IAF crítico y se encuentra entre 3,1 y 4,5 (Figura 11c) y depende de la estructura de la planta -cultivar-, que
a su vez depende de la FS y el GM; la densidad de siembra y el espaciamiento entre surco son otras variables que
influyen sobre la estructura final de la planta. De modo tal que si el cultivo no logra alcanzar el IAF crítico, la
primera consecuencia es su menor eficiencia en la captación de la radiación, esto lleva a una menor TCC por lo
tanto el rendimiento disminuye (Figura 11d). La soja puede alcanzar IAF muy altos, sin embargo la TCC no
disminuye. (Baigorri, 1997b) lo que significa que las hojas sombreadas no son parásitas para la planta.
(Shibles et al., 1965).
Existe otra forma de expresar la acumulación de materia seca en términos del área foliar, dicho parámetro se lo
denomina Tasa Neta de Asimilación (TNA) y se expresa g m-2
de área foliar día-1
. De modo tal que la TCC es
generalmente máxima en floración, para luego estabilizarse y posteriormente disminuir hacia la madurez, con una
trayectoria parecida al IAF, en cambio la TNA es mayor cuando las plantas son pequeñas y todas las hojas están
totalmente expuestas a la luz solar. A medida que avanza el desarrollo, las hojas son sombreadas, se reduce la
TNA y se incrementa el IAF. (Salado Navarro, 2012)
Diferenciación de
hojas *
Diferenciación de hojas **
Diferenciación de flores
Fecundación
Aparición de hojas
Aparición de flores
Aparición de vainas
Crecimiento de semillas
Cam
bio
s
externo
sC
amb
ios
intern
os
S E V1… V5… R1 R3 R4 R5 R6 R8
*Hojas diferenciadas en tallo principal
**Hojas diferenciadas en embrión
IF CA
S VE V1 V2 ... V5 R1 R3 R4 R5 R6 R7 R8
PERÍODO CRÍTICO
R4,5-R5,5
IF CA
CA IF
Cereales y Oleaginosas, 2015 8
R7
R3
R4
R1
Semillas
Carpelos
Tallos
Peciolos
Peciolos caídos
Hojas
Hojas caídas
IAF
TC
C (
%)
b
RI (%)
TC
C
a
0.0
0.2
0.4
0.6
0.8
1.0
1.2
0 1 2 3 4 5 6 7 8 9
IAF
Inte
rcep
ció
n d
e R
ad
iació
n
soja
3,5
c
0 0.25 0.5 0.75
100
50
0
150
250
200
NG
po
r p
lan
ta
TC (g/planta día)
d
Figura 10: Acumulación de materia seca en diferentes partes de la planta durante el ciclo del cultivo. Modificado de Baigorri, 1997a
Figura 11: a) Relación entre el % de Radiación Interceptada (RI) y la Tasa de Crecimiento del Cultivo (TCC); b) Relación entre el Ín dice
de Área Foliar (IAF) y el % de TCC; c) Relación entre la % de RI y el IAF y d) Relación entre la TC planta-1 dia-1 y el NG planta-1
En gran parte de las regiones productivas de Argentina, la siembra de noviembre genera máximas alturas en las
plantas en la mayoría de las variedades para cada ambiente. Siguiendo un patrón de comportamiento en función
del momento de siembra, la altura registrada para cada cultivar varía con las condiciones ambientales,
principalmente con la disponibilidad hídrica, es decir, en mejores condiciones las campanas de crecimiento son
más altas (Baigorri, 2002) (Figura 12a); el objetivo será la elección adecuada del GM en función de la calidad
ambiental para así generar un óptimo desarrollo, sin que el cultivo crezca en exceso y se genere vuelco, o que su
crecimiento sea insuficiente con una carga de vainas muy próximo al suelo.
Por ejemplo en la Figura 12b se observa la tendencia de altura de los GM productivos y GM estables , que
modifican su estructura final de planta según el momento de siembra, con mayores registros entre la 2da
quincena
de octubre y noviembre, con diferencias promedios de 21 cm de altura a lo largo de las FS, entre aquellos que son
de mayor estabilidad con respecto a los de mayor productividad. Cabe recordar que las plantas que florecen
temprano, debido a la existencia de días cortos, generalmente no desarrollan estructura ni área foliar normal, la
altura a menudo alcanza tan solo la mitad cuando el genotipo es sembrado en ambientes inadecuados, esta
respuesta es debida principalmente a la floración temprana, las vainas más bajas se forman muy cerca de la
superficie del suelo y como consecuencia aumenta la dificultad para la cosecha. (Hic ks, 1983) Esta característica
es más propia de los GM de mayor productividad -GM menores- sembrados en fechas extremas o ambientes
inadecuados.
Figura 12 a) Patrón de altura según FS y calidad ambiental, según Baigorri (2002); b) Altura de planta a madurez según GM y FS.
(Campaña 2002/03 al 2014/15) Campo Escuela, FCA-UNC. (31º19’LS, 64º13’LW)
a
b
40
50
60
70
80
90
100
OCT. NOV. DIC. ENE. FEBSET
110
ALTU
RA
(cm
)
Alta Calidad ambiental
Intermedia calidad ambiental
Baja Calidad ambiental
FECHA DE SIEMBRA
y = -2,5843x2 + 16,113x + 34,478R² = 0,9356
y = -2,6395x2 + 15,509x + 59,262R² = 0,9473
25
30
35
40
45
50
55
60
65
70
75
80
85
90
95
100
23-sep 15-oct 01-nov 22-nov 15-dic 11-ene
Alt
ura
(cm
)
FS
Tendencia GM Productivos
Tendencia GM Estables
Cereales y Oleaginosas, 2015 9
Rendimiento
Existen factores reductores que influyen sobre el rendimiento actual o real; si se quiere incrementar la
productividad, y acortar la brecha con el rendimiento lograble o alcanzable, se debe manejar eficientemente los
factores limitantes. La influencia de los factores definidores son los que determinan el rendimiento potencial,
esto es a través de la maximización del uso de los recursos ambientales, minimizando las limitaciones de agua o
nutrientes, así como la reducción de la influencia de plagas, enfermedades, malezas, vuelco, etc. Figura 13.
Figura 13: Esquema de rendimiento potencial, lograble y
real en función a factores reductores, limitantes y
definidores. Modificado de Santos, 2011
El rendimiento potencial no es estático ni atemporal, varia en el espacio (latitud, longitud y altitud de un lugar,
con determinados valores promedio de radiación y temperatura) y en el tiempo (nuevos cultivares rinden más en
función del progreso genético) (Santos, 2011), dicho rendimiento es un ideal, y se podría lograr si se controlaran
todos los factores bióticos y abióticos productores de estrés. Sin embargo es posible estimar cual seria el techo de
rendimiento usando la radiación solar de una localidad determinada, asumiendo que existe toda el agua útil que
las plantas podrían extraer del suelo, esto sirve para conocer si los materiales obtenidos por mejora genética,
pueden seguir rindiendo más en forma indefinida, o si existe un límite para ello. (Salado Navarro, 2012) El
potencial de rendimiento es un atributo genético condicionado fuertemente por el ambiente, donde los GM
menores de alta productividad tienen mayor potencial de rendimiento que los GM mayores, pero exigen mejores
condiciones ambientales durante el período crítico. La estabilidad en cambio está asociada en forma directa al
largo de ciclo, por lo tanto los GM mayores son los de mayor estabilidad. (Baigorri, 1997b)
Del total de recursos que se incorporan al sistema, una parte se destina a órganos vegetativos (raíces, tallos y
hojas) y sólo una proporción de la biomasa, representada por el índice de cosecha ( IC), es lo que finalmente
compone el rendimiento.
Estos conceptos se resumen en una ecuación ecofisiológica, que describe la relación entre generación del
rendimiento y la captura y uso de recursos por parte del cultivo:
Rendimiento = Rinc x Ei x Eur x IC
Biomasa
Donde Rinc es la radiación incidente o disponible, Ei es la eficiencia de intercepción de la radiación
fotosintéticamente activa y está condicionada por el IAF; Eur es la eficiencia de uso de la radiación y representa la
capacidad de la planta de producir biomasa, por cada unidad de radiación fotosintéticamente activa interceptada.
Ambas eficiencias, principalmente Ei, está directamente ligada a la disponibilidad de agua y nutrientes, por lo tanto
las prácticas de manejo contribuyen principalmente al aumento de la cantidad de recursos disponibles para las
plantas. (Kantolic et al., 2004b).
Por otro lado existe una ecuación numérica para definir el rendimiento y está formada por dos variables:
Rendimiento = Número de granos por unidad de superficie x Peso de los granos
Si bien existen compensaciones entre estos componentes, guardan cierta independencia entre s í, que permite
suponer, que un aumento en cualquiera de los dos puede aumentar la productividad de un genotipo. Sin embargo,
en un rango amplio de condiciones agronómicas, el número de granos es el componente que mejor explica las
variaciones en la productividad del cultivo. (Kantolic et al., 2004a). Como ejemplo se puede tomar los resultados
obtenidos en la zona central de Córdoba, donde el 79% de la variación productiva está explicado por la
Radiación
Temperatura
Genotipo
Agua
Nutrientes
Malezas
Enfermedades
Insectos, etc
Nivel de Rendimiento
Factores
Definidores
Factores Limitantes
Medidas para
incrementar el
rendimiento
Medidas para
proteger el
rendimiento
Factores Reductores
POTENCIAL
LOGRABLE
ACTUAL
Medidas para
incrementar el
rendimiento
Cereales y Oleaginosas, 2015 10
modificación del número de granos, y el 21% lo explica la variación del peso de 1000 granos (Figura 14a y b) Según
el momento de ocurrencia de un estrés será el componente más afectado; si ocurriere durante R3-R6 afecta
significativamente el número de granos, y si fuere luego de R6 afecta el peso de los granos. (Vega, 2006).
y = 1,4112x + 269,43R² = 0,7874
0
1000
2000
3000
4000
5000
6000
7000
8000
0 500 1000 1500 2000 2500 3000 3500 4000 4500 5000
Ren
dim
ien
to (
kg
ha
-1)
Nº de granos m-2
y = 23,599x - 33,115R² = 0,2132
0
1000
2000
3000
4000
5000
6000
7000
8000
0 25 50 75 100 125 150 175 200 225
Ren
dim
ien
to (
kg
ha
-1)
Peso de 1000 granos (g)
Figura 14: a) Relación del número de granos con el rendimiento y b) Relación del peso de 1000 granos con el rendimiento, prom edio
de GM III al VI, campañas 2002/03 al 2014/15 Campo Escuela, FCA-UNC. (31º19’LS, 64º13’LW)
MANEJO DEL CULTIVO
El principal objetivo es el adecuado establecimiento del cultivo luego de la emergencia, que permitirá el máximo
crecimiento durante el periodo crítico, de modo tal que alcance el IAF crítico en un momento de alta exigencia del
cultivo, y así utilizar más eficientemente los recursos disponibles.
La secuencia de prácticas para un adecuado manejo son:
1. Caracterización del ambiente de producción. 2. Adecuada combinación de la FS y GM.
3. Elección del cultivar (HC, Sanidad, respuesta a la FS, potencial de rendimiento). 4. Distribución espacial (el espaciamiento entre surcos y la densidad).
1. Caracterización del ambiente
El ambiente de producción define el crecimiento y desarrollo del cultivo, condicionando que GM es el más
adaptado, en la búsqueda de la mayor respuesta productiva, y se debe tener presente:
Características abióticas:
a) Manejo del Agua (régimen de precipitaciones, agua inicial, napa freática, etc)
b) Temperatura c) Radiación d) Edáficas (serie, capacidad de uso)
e) Capacidad de almacenamiento del suelo f) Capacidad exploratoria de raíces g) Características químicas
Manejo del agua
En este punto se verán algunos aspectos que hacen al manejo eficiente del agua.
La evapotranspiración de los cultivos (ETC) es la suma de la evaporación del suelo y la transpiración de las
plantas (cuando no hay deficiencias de agua). La evapotranspiración real (ETR) es la cantidad de agua
evapotranspirada por el cultivo en las condiciones ambientales en que se desarrolla; en condiciones de estrés la
ETR es siempre menor a la ETC, y esta se obtiene:
ETC = Evapotranspiración potencial (ETP) x el Coeficiente de cultivo (Kc)
Dicha fórmula permite cuantificar el requerimiento de agua del cultivo. (Della Maggiora et al., 2000).
El método de Penman permite estimar la ETP, ya que es un método semiempírico. que en general presenta buen
comportamiento para distintas regiones climáticas, y combina los principales factores que gobiernan la pérdida de
a b
Cereales y Oleaginosas, 2015 11
agua, como la radiación solar, la temperatura, la humedad del aire y velocidad del viento.
(Della Maggiora et al., 2000) El Kc varía en función de la etapa de desarrollo del cultivo, por ello habrá varios
valores de Kc durante su ciclo evolutivo (Andreani, 1997) Para soja el valor de Kc máximo es de 1,15 y el de Kc
final es de 0,5. Figura 15a.
La eficiencia de uso del agua (EUA) es la relación entre la producción de granos , en función del agua transpirada
(kg de granos mm-1
de agua transpirada). En algunos casos la EUA puede ser usada para incluir no solo el agua
transpirada, sino también al agua evaporada por el cultivo. Dicha demanda evaporativa de las plantas está
determinada por la diferencia entre el Déficit de Presión de Vapor de la atmósfera (DPVa), y el del interior de las
hojas que es prácticamente cero, y que para Tanner y Sinclair (1983) motivó separar la EUA en un componente
específico de las plantas de cada especie (coeficiente K), y otro componente físico (meteorológico).
EUA = K / DPVa
El valor de K para soja es 5, de modo tal que a mayor cantidad de agua transpirada durante el ciclo, mayor es el
rendimiento, ahora bien, lo que hay que tener en cuenta es que la EUA -la pendiente de la recta- va a depender
del DPVa, los niveles del mismo (expresado en Kpa) depende de la región y de la FS; por ello un incremento del
DPVa, si bien el agua transpirada aumenta, el rendimiento disminuye. Figura 15b.
El rango de EUA registra valores entre 5-6 kg ha-1
mm-1
y 11 kg ha-1
mm-1
(Della Maggiora et al., 2000), con un
promedio de 8 kg ha-1
mm-1. El consumo va variando de un mínimo en las primeras etapas de desarrollo
(promedio de 1 mm dia-1
), aumenta a mayor velocidad a partir de R1 y llega a un máximo en R5 (promedio de
8 mm dia-1
), para luego reducir el consumo hacia la madurez del cultivo. Figura 15c.
Figura 15: a) Consumo de agua (mm) del cultivo; b) Variación del Kc durante el ciclo del cultivo de soja, Andriani 1997; c) RTO en
función del agua transpirada a diferentes niveles del Déficit de Presión de la Atmósfera expresado en Kpa. La pendiente de las rectas
es la EUA. Tanner y Sinclair, 1983.
El consumo de agua del cultivo va a depender de:
a. La demanda atmosférica: a mayor demanda atmosférica la planta evapotranspira más, hasta un límite
fijado por el potencial agua de sus hojas, y depende de: la radiación incidente, la temperatura, la humedad
relativa del aire y del viento.
b. La duración del ciclo del cultivo: mayor largo del ciclo del cultivar, mayor es la cantidad de agua
consumida.
c. El área foliar desarrollada: Casi toda el agua transpirada pasa a través de estomas ubicados en la
superficie de las hojas. De manera que a medida que aumenta el área foliar aumenta line almente el
consumo de agua del cultivo.
En condiciones de secano es muy frecuente que las necesidades de agua del cultivo no sean satisfechas, en
estas condiciones la disponibilidad de agua va a depender de:
A. las precipitaciones varían en intensidad y según la campaña y localidad. Desde el punto de vista
agrícola, la precipitación total que llega a la superficie del suelo se divide en dos componentes:
a. La precipitación efectiva: agua que infiltra y llega a la zona radical del cultivo.
b. La precipitación escurrida: agua que no ingresa al sistema y escurre superficialmente y que
aumentará cuando mayor sea: i. La intensidad de la lluvia; ii. La pendiente del suelo; iii. La
humedad del horizonte superficial; y iiii. La falta de cobertura en la superficie del suelo.
a b c
0 20 40 60 80 100 120 140
DDE
R 1 2 3 4 5 6 7 8
V C 1 3 5 7 9 11 13 15 17 19
12
10
8
6
4
2
0
mm/d
0 20 40 60 80 100 120 140
R 1 2 3 4 5 6 7 8
V C 1 3 5 7 9 11 13 15 17 19
R 1 2 3 4 5 6 7 8
V C 1 3 5 7 9 11 13 15 17 19
12
10
8
6
4
2
0
12
10
8
6
4
2
0
mm/d
Cereales y Oleaginosas, 2015 12
B. El crecimiento y exploración de las raíces cesa aproximadamente en el estado R5. La producción del
cultivo está íntimamente ligada a la t ranspiración, por ello la importancia de un buen sistema de raíces
para cubrir los requerimientos transpiratorios del cultivo, y se debe considerar factores edáficos, biológicos
y climáticos, pero básicamente el aporte de agua y la posibilidad de satisfacer su requerimiento , y
depende de: a) almacenaje de agua dentro del suelo; b) capacidad de las raíces de extraerla; c) capacidad
del tejido vegetal de transmitirla a la parte aérea; y d) capacidad de las raíces de explorar nuevos
volúmenes de suelo. (Gil, 2005)
La profundización de las raíces está asociada a requerimiento de tiempos térmicos, por lo tanto la velocidad de
profundización variará en las distintas regiones productivas. En la Figura 16 se observa como la planta tiene la
capacidad de explorar hasta cercano los 2 m de profundidad, con un patrón de desarrollo del sistema radical que
va evolucionando a lo largo del ciclo del cultivo y que junto con la parte aérea llega a su máxima expresión
alrededor de R5. Cuanto mayor es el GM, será mayor su capacidad para desarrollar estructura aérea y raíces; por
ejemplo la profundidad efectiva de las raíces en Manfredi (Córdoba) -suelo Haplustol éntico- en R4 el GM III
registró 1,3 m, el GM V 1,9 y el GM VII 2,3 m de profundidad (Dardanelli, 1997).
C. La capacidad de almacenaje de agua está
directamente relacionada con la textura y porosidad
del suelo. En el área sojera núcleo predominan los
suelos franco-limosos, que son los de mayor
capacidad de retención. (Andriani, 1997). Según
Salinas y Martellotto (2012) para determinar la
capacidad que tengan los suelos de almacenar agua,
y proveer a los cultivos. va a depender de las
características físicas (textura y estructura) y de
manejo (siembra directa, rotación, etc). En la Tabla 2
se observa los valores orientativos de agua disponible
según la textura de suelo.
Tabla 2: Valores orientativos de agua útil cm -1 de profundidad (Salinas y Martellotto, 2012)
Texturas Capacidad de agua
disponible (mm/cm)
Arenas gruesas 0,2 – 0,62
Arenas finas 0,62 – 0,83
Arenas francas 0,91 – 1,00
Franco arenosos 1,04 – 1,17
Franco arenoso fino 1,25 – 1,67
Franco limoso 1,67 – 2,08
Franco limo arcilloso 1,50 – 1,67
Arcilla limosa 1,25 – 1,42
Arcilla 1,00 – 1,25
Según Andreani (2006) un estrés hídrico entre VE-R1 afecta la estructura de la planta y el área foliar, as í también
como la eficiencia de conversión, y aumenta el aborto de estructuras reproductivas , y puede generar una merma
del 10% del rendimiento; los mecanismos de compensación (serán de mayor o menor magnitud según el momento
de la etapa), así entonces el aborto puede ser compensado total o parcialmente por la fijación de nuevas vainas,
mas granos por vaina, y/o granos más pesados. Si el estrés ocurre entre R1-R5 puede reducir un 20% o más el
rendimiento, provocado por el aborto de flores y vainas siendo en parte compensado con el peso de los granos , si
cesa la deficiencia hídrica luego de R5. Y si el déficit hídrico ocurre entre R5-R7 disminuye simultáneamente el
número de vainas, el número de granos por vainas y el peso de los granos, sin que haya probabilidad de
compensación. Pueden producir pérdidas de rendimiento muy importantes (40% o más).
Características bióticas:
Figura 16: Patrón de crecimiento de raíces y parte aérea de un cultivo de soja, Adaptado de Van doren y Reicosky)
Cereales y Oleaginosas, 2015 13
Plagas (Figura nº 17)
Relacionadas al suelo
Gusanos blancos (Diloboderus abderus)
Bicho bolita (Armadillidium vulgare)
Siete de oro (larva) (Astylus atromaculatus)
Grillo subterraneo (Anurogryllus muticus)
Nematodos:
Nematodo del quiste (Heterodera glycines )
Nematodo de la agalla (Meloydogine incognita y M. javanica).
Gusano alambre (Conoderus sp, Agriotes sp).
Chinche subterránea (Scaptocoris castanea).
Oruga cortadoras
Chinche verde
Chinche de la alfalfaPalomas
Liebres Barrenador de brote
Orugas defoliadoras
S Etapa vegetativa FloraciónFormación de
vainas
Llenado de
granosMadurez
Trips – Arañuela roja Figura 17: Plagas y momentos de ocurrencia durante el ciclo del cultivo
Que afectan la emergencia del cultivo
Paloma (Zenaida auriculata).
Liebre (Lepus europeus).
Orugas cortadoras:
Oruga áspera (Agrotis malefida).
Oruga grasienta (Agrotis ipsilon).
Oruga variada (Peridroma saucia).
Oruga parda (Porosagrotis gypaetina)
. Que afectan los foliolos
Oruga medidora (Rachiplusia nu).
Oruga de las leguminosas (Anticarsia gemmatalis).
Oruga militar tardía (Spodoptera frugiperda).
Oruguita de la verdolaga (Loxostege bifidalis).
Oruga falsa medidora (Pseudoplusia includens).
Gata peluda norteamericana (Spilosoma virginica).
Trips (Caliothrips phaseolis).
Arañuela (Tetranychus urticae).
Mosca blanca (Bemicia tabaci).
Umbral de daño
Existe un umbral general de 10 orugas m-1
lineal que define el l ímite para el control y que según la especie
determinará el momento y tipo de tratamiento (Igarzabal et al., 2009) Estudios realizados en EE.UU. indican que
defoliaciones de 1/3 del área foliar en estado vegetativo o en pleno R2, reduciría significativamente el rendimiento.
Defoliaciones mayores a partir de R2 hasta R4 son los que generaría caídas marcadas en la producción, y a partir
de R6 la tolerancia vuelve a incrementarse. (Aragón, et al., 1997).
Cereales y Oleaginosas, 2015 14
Para el monitoreo de los daños de defoliadoras se recomienda tener presente un umbral de daños según el
momento, las condiciones ambientales y el GM. (Tabla 3). A su vez se puede utilizar un patrón de determinación
del grado de defoliación del lote (Figura 18), donde se toma al azar 5 folíolos del tercio superior, 5 del tercio medio y
5 del inferior, promediando así la defoliación total. El valor resultante de la medición siempre será inferior y mucho
más real al estimado visualmente en forma directa, ya que esta última tiende a magnificar la verdadera defoliación.
(Iannone, 2011).
Tabla 3: Umbrales orientativos de manejo (espaciamiento a 0,35m) (Iannone, 2011)
Periodo Condiciones GM Umbrales
VEGETATIVO
Buenas condiciones
(adecuado
desarrollo)
III y IV 20% de defoliación y 5 o más orugas m-1
> 1,5cm
V y VI 30% de defoliación y 5 o más orugas m-1
> 1,5cm
Estrés hídrico
(limitado desarrollo)
III y IV 10% de defoliación y más de 2 orugas m-1
> 1,5cm
V y VI 15% de defoliación y más de 2 orugas m-1
> 1,5cm
REPRODUCTIVO Desde R3 hasta R5
(inclusive)
III y IV 8-10% de defoliación y 5 orugas m-1
> 1,5cm
V y VI 15-20% de defoliación y más de 5 orugas m-1
> 1,5cm
Que afectan puntos de crecimiento
Barrenador del brote (Epinotia aporema)
Que afectan la etapa reproductiva
Chinches Chinche verde (Nezara viridula). Chinche de la alfalfa (Piezodorus guildinii). Chinche marrón (Dichelops furcatus).
Alquiche chico (Edessa meditabunda).
A continuación en la Tabla 4 se observa, a modo referencial, los niveles de
decisión (NDE) para el control de chinche verde y chinche de la alfalfa.
Tabla 4: NDE para chinche verde y chinche de la alfalfa con EES de 0,52m (Iannone, 2006)
Plaga
NDE según estados reproductivos de soja
R3-R4
Formación de
vainas
R5
Formación de granos
R6-R7 (1)
Después llenado
de grano
Chinche verde (Nezara Viridula) 0,6 – 0,7 m-1 1,5 m
-1 5,5 m
-1
Chinche de la alfalfa (P. Guildinii) 0,4 – 0,5 m-1 0,7 m
-1 3 m
-1
(1) Los umbrales correspondientes al estado R5 continuarán siendo los mismos en R6-7, estado a partir de grano lleno, en el caso de soja para semilla.
a) Enfermedades (Figura 19)
Las enfermedades pueden constituirse en importantes factores limitantes de producción, y pueden clasificarse en:
a. Enfermedades de raíz y tallo (ocasionadas por patógenos vasculares), y provocan pérdidas en
el stand de plantas.
b. Enfermedades foliares (roya de la soja y enfermedades de fin de ciclo (EFC)), reducen el área
foliar sana, con mayor incidencia entre la R1 y R6.
Según Sillón (2012) el progreso de una enfermedad se puede medir a través de la incidencia y/o severidad, la
primera es el porcentaje de unidades afectadas sobre el total de una muestra, obteniéndose a partir de la siguiente
fórmula.
Incidencia = (Nº de unidades enfermas/Nº total de unidades muestreadas) * 100
Figura nº 18: Patrón de defoliación
Cereales y Oleaginosas, 2015 15
Y generalmente se usa para las enfermedades que afectan toda la planta, como marchitamientos, dumping-off y
podredumbres. En cambio la severidad, es el porcentaje de área foliar afectada en el cultivo, y se la obtiene de la
siguiente manera.
Severidad = (Área de tejido afectada/ Área total) * 100
Podredumbre húmeda del tallo
Complejo de enfermedades de fin de ciclo (EFC)
Cancro del tallo Síndrome de la Muerte Súbita
Podredumbre de la raíz y la base del tallo
S Etapa vegetativa FloraciónFormación de
vainas
Llenado de
granosMadurez
Figura 19: Enfermedades y momentos de ocurrencia durante el ciclo del cultivo
A través de la severidad se calcula la mayoría de las EFC que ocasionan manchas foliares, amarillamiento,
tizones. En la Figura 20 se observa una de las escalas de severidad validadas para Mancha de ojo de rana.
Grado 1 Grado 2 Grado 3
Sin síntomas:
Hojas sanas
sin manchas
Severidad <1% - 5%::
1 al 25% de las hojas con manchas
Severidad 6% al 15%:
100% de las hojas con manchas
Grado 4 Grado 5 Grado 6
Severidad 16% al 35%:
100% de las hojas con manchas
Severidad 36% al 50%:
100% de las hojas con manchas
Severidad > 50%:
100% de las hojas con manchas
Figura 20: Escala de severidad de Mancha de Ojo de Rana. Distefano y Gadban, 2009
Por lo tanto dentro de la diversidad de enfermedades se destacan las EFC, que pueden causar pérdidas de
rendimiento del 8-10% con un máximo de hasta 30%. Con la senescencia de la planta, los mecanismos naturales
de resistencia se vuelven menos activos y consecuentemente, junto con las condiciones lluviosas y húmedas de
ese período, aumenta la manifestación de este complejo de enfermedades, además , la mayoría afectan la calidad
de la semilla cosechada. (Carmona et al., 2004).
Según Sillon (2012) las enfermedades de raíz y tallo son:
Tizón por Rhizoctonia (Rhizotocnia solani).
Podredumbre carbonosa (Macrophomina phaseolina).
Cancro del tallo (Diaporthe phaseolorum f. sp. caulivora/Diaporthe phaseolorum f. sp. Meridionalis ).
Podredumbre por fitoftora, podredumbre de la raíz y tallo. (Phythophthora sojae).
Podredumbre húmeda de la soja. (Sclerotinia sclerotiorum).
Síndrome de la muerte repentina o muerte súbita de la soja. (Fusarium tucumaniae y F. virguliforme. Antes
Fusarium solani).
Cereales y Oleaginosas, 2015 16
A continuación se mencionan las EFC presentes en nuestro país, recordando que dichas enfermedades son
causadas por patógenos que sobreviven en los rastrojos , y generan lesiones de tejido muerto en las hojas,
anticipando la senescencia natural y defoliación, en los estados reproductivos del cultivo. (Carmona, 2006).
Mancha marrón (Septoria glycines ).
Tizón de la hoja (Cercospora k ikuchii).
Mancha ojo de rana (Cercospora sojina).
Antracnosis (Glomerella glycines (telomorfo) Colletotrichum truncatum (anamorfo)).
Mancha anillada (Corynespora cassiicola).
Tizón de la vaina y tallo (Diaporthe phaseolorum var. sojae/Phomopsis sojae).
Mancha foliar por Alternaria (Alternaria spp).
Mancha foliar por (Philllosticta spp).
Roya de la soja (Phakopsora pachyrhizi).
Oidio (Microsphaera diffusa).
Mildiu (Peronospora manshurica).
Enfermedades causadas por bacterias (biotróficos)
Pústula bacteriana (Xanthomonas campestris pv. glycines).
Tizón bacteriano (Pseudomonas syringae pv. glycinea ).
Enfermedades causadas por virus (biotróficos)
Virus del mosaico común de la soja (VMCS).
b) Malezas
Las nuevas tecnologías contribuyeron a la expansión del cultivo hacia regiones que en el pasado eran poco
factibles, con la consolidación de un modelo productivo caracterizado por la no labranza, por las escasas
rotaciones, y con una marcada tendencia al monocultivo. La elevada dependencia del control químico con
predominio del gli fosato, entre otras cosas, originó la manifestación de los problemas actuales de malezas, y que
se caracteriza por: a) Malezas duras de difícil control o tolerantes a herbicidas disponibles, en especial gli fosato y
b) Malezas resistentes a herbicidas, en especial glifosato. (Papa, 2012). Este autor menciona algunas malezas
problemáticas y son las siguientes:
Parietaria debilis (ocucha, yuyito de la pared, yerba fresca, etc.): Es una especie de ciclo otoño -inverno
primaveral, sensible a gli fosato en los primeros estadios, que se reduce a medida que progresa en su ciclo,
además es tolerante a herbicidas hormonales. La afecta marcadamente la competencia de otras especies de
malezas o de los cultivos. Sensible a las triazinas, por lo tanto la inclusión de un herbicida de este grupo (ej.
atrazina, metribuzín o prometrina) en el barbecho puede ser una buena opción.
Commelina erecta (Flor de Santa Lucía): Es otra de las especies cuyas poblaciones han aumentado en lotes con
siembra directa, y que ha manifestado un alto grado de tolerancia a gli fosato. Emerge a principios de la primavera,
y fructifica en otoño. Es perenne y se propaga tanto por semillas como por rizomas. Su control debe encararse
necesariamente durante la etapa del barbecho.
Viola arvensis (Pensamiento silvestre): Es una especie lati foliada anual o bianual. Su ciclo es otoño inverno
primaveral, puede estar presente en barbechos previos al cultivo de soja, y es citada frecuentemente como una
especie de difícil control con las dosis más frecuentes de uso de glifosato.
Conyza bonariensis (Rama negra): Es una especie anual que se multiplica por semillas, las cuales germinan
principalmente en otoño e invierno, aunque un pequeño porcentaje son capaces de germinar en primavera. Su
ciclo concluye en primavera-verano. En los últimos años, esta especie se ha presentado en la región pampeana
como una maleza importante y de difícil control; s e caracteriza por ser sumamente agresiva, y las pérdidas de
ocasionadas en soja pueden alcanzar valores del 50% o más.
Es importante destacar la creciente expansión de Amaranthus palmieri, presente en lotes de maní, soja, maíz,
sorgo, girasol, bordes de bosques de caldén (ya que el origen de su introducción es La Pampa), así también se la
encuentra en las márgenes de caminos rurales y rutas. (Morichetti et al., 2014)
Cereales y Oleaginosas, 2015 17
Dentro de las monocotiledoneas declaradas en Argentina como malezas resistentes a glifosato son: Urochloa
panicoides, Eleusine indica, Cynodon hirsutus, Lolium multiflorum, Echinocloa colona, Lolium perenne y
Sorghum halepense.
Bajo la coordinación de Aapresid, la Red de conocimiento de malezas resistentes (REM, 2015), elaboró una serie
de mapas con la presencia de biotipos de malezas tolerantes (Figura 21 y 22) y resistentes (Figura 23 y 24)
Figura 21: Presencia en Argentina de a) Borreria verticillata , b) Chloris sp y Trichloris sp y c) Commelina erecta, REM, 2015
Figura 22: Presencia en Argentina de de a) Conyza bonariensis, b) Gompphrena perennis y Pappophorum sp, REM, 2015
Figura 23: Presencia en Argentina de a) Amaranthus sp RG, b) Echinochloa colona RG y c) Eleusine indica RG, REM, 2015
a b
a b c
a b
c
c
Cereales y Oleaginosas, 2015 18
Figura 24: Presencia en Argentina de a) Sorghum halepense RG y en Córdoba de b) Cynodon hirsutus RG REM, 2015
A continuación en la Tabla 5 se detalla las malezas presentes en Córdoba, citadas con diferentes grados de
tolerancia/resistencia a herbicidas, principalmente gli fosato
Tabla 5: Listado de malezas predominantes en Córdoba
ALS: inhibidores de la enzima acetolactato sintetasa / ACCsa: inhibidores de la acetil coenzima-A carboxilasa
2. Adecuada combinación de la FS y del GM
La siembra debe realizarse en una época tal que la ocurrencia del período crítico, coincida con condiciones
ambientales favorables. Para ajustar dicho momento el productor cuenta con dos elementos claves: el ciclo de la
variedad y la época de siembra. (Andrade et al., 2000).
Ambientes de producción
Argentina tiene zonas con diferentes limitaciones para la producción: la Zona I con menores registros de
precipitaciones y de alto estrés hídrico, la Zona II con suelos arcillosos (Vertisoles), la Zona III con predominio de
suelos arenosos, la Zona IV con anegamientos y napas altas, y la Zona V con presencia de toscas. Figura 25a
En función del período libre de heladas el área productiva de soja se divide en tres zonas (Figura 25b):
a) Región Norte (al norte de los 30º LS): con suelos franco arenosos y limosos hacia el oeste y arcillosos
hacia el este. En esta región puede sembrarse en un amplio rango de meses, con cultivares del GM IV-V
hasta el GM VIII.
Especie Nombre común Familia botánica Tolerancia/Resistencia
Parietaria debilis Parietaria, ocucha Urticáceas Glifosato + tolerante a hormonales
Commelina erecta Flor de Sta. Lucía Commelinácea Glifosato
Ipomoea purpurea Bejuco, campanilla Convolvulácea Glifosato
Gomphrena perennis Siempreviva Amarantácea Glifosato
Viola tricolor Pensamiento silvestre Violácea Glifosato
Cynodon hirsutus Gramilla mansa Poacea (gramínea) Glifosato
Eleusine indica Pata de ganso Poacea (gramínea) Glifosato
Conyza bonariensis Rama negra Asteraceaes Glifosato
Borreria verticilliata Borreria, yerba del pollo Rubiaceas Glifosato
Senecio grisebachii Senecio plateado Asteraceaes Glifosato
Chloris y Trichloris Poaceas (gramínea) Glifosato
Amaranthus quitensis Yuyo colorado Amarantáceas
Glifosato + inhibidores de la ALS*
(sulfunilureas, imidazolinonas,
triazolopyrimidinas)
Amaranthus palmieri Yuyo colorado Amarantáceas Glifosato + Inhibidores de ALS
Bowlesia incana Perejilillo Umbeliferas Glifosato + inhibidores de ALS
Echinochloa crusgali Capin Poaceas (gramínea) (Inhibidores de ALS)
Sorghum halepense Sorgo de alepo Poaceas (gramínea) Glifosato + Inhibidores de ACCasa* –
graminicidas (DIM y FOP)
a b
Cereales y Oleaginosas, 2015 19
b) Región Pampeana Norte (entre los 30 y 36º LS): con suelos arenosos a franco arenosos hacia el oeste, y
arcillosos hacia el este. Se siembran GM IV al GM VI siendo posible utilizar cultivares de ciclo largo de GM
III hacia el sur y cultivares de GM VIII hacia el norte de la región.
Región Pampeana Sur (al sur de los 36º de LS): con suelos arenosos al oeste y francos hacia el este, donde
ambos pueden presentar tosca. Es la región más limitada en cuanto a combinación de GM y FS sembrándose
cultivares de GM II al IV.
Figura 25: a) Zonas con limitaciones productivas, Baigorri, 2002; b) Ambientes de producción, FS y GM factibles de ser utilizados.
Los cultivares comerciales de soja se aglutinan en GM o grupos de precocidad, de los cuales de los doce (00 al X)
existentes en el mundo, en Argentina son utilizados los GM II, GM III corto y largo, GM IV corto y largo, GM V
corto y largo, GM VI, GM VII corto y largo, y GM VIII; este agrupamiento se basa fundamentalmente en la
duración de la etapa de emergencia (VE) a floración (R1), no solo dado entre los GM sino dentro del mismo
GM, y explicaría la distribución geográfica de los GM en el área de producción de soja (De la Vega et al., 2004).
Elección del cultivar
En Argentina, la utilización de un GM con un determinado largo de ciclo, va a depender de la latitud donde se
siembre, ya que cada GM tiene un comportamiento medio en una banda latitudinal de adaptación
(aproximadamente 200km de longitud). Si un determinado GM se lo siembra en una franja inferior (hacia el sur) se
alarga su ciclo, por lo tanto a mayor latitud, habrá mayor atraso en el inicio de su floración, se retrasa el inicio de
llenado de los granos, lo que puede ser interrumpido por heladas tempranas. Si el mismo GM se lo siembra en
una franja superior a la que está adaptado (hacia el norte), se comporta como un GM de me nor ciclo, y al
desplazar la siembra a menores latitudes, el inicio de
floración se anticipa, y genera reducción del tamaño de la
planta, que t raerá como consecuencia principal un menor
rendimiento. Por ejemplo si un GM V largo se lo siembra en
la franja del GM III corto, se alarga su ciclo con respecto a
lo que ocurre en su franja de adaptación correspondiente; si
se lo siembra en la franja del GM VIII, el ciclo del GM V
largo se acorta.
Por lo tanto hacia el sur de país se siembran genotipos de
menor largo de ciclo, y a medida que nos desplazamos
hacia el norte el rango de GM que se pueden utilizar se
amplía, y por sobre todo, permite utilizar materiales de
mayor largo de ciclo (Figura 26).
I
FS: SET - ENEGM: III – VI REGION PAMPEANA
NORTE
FS: AGO - FEB GM: IV – VIII
REGION NORTE
FS: OCT - DIC GM: II – IV REGION PAMPEANA
SUR
30 °
36 °
II
III
VIII
VII
V-VI
IV L
IV C
III L
III C
II
Figura 26: Franjas latitudinales de adaptación, Baigorri 2009
b
I
II
III
IV
V
a
Cereales y Oleaginosas, 2015 20
Las características del cultivar que deberán tenerse en cuenta son: a) Longitud de ciclo, b) Hábito de
crecimiento, c) Respuesta fenológica ante modificaciones de la FS, d) Comportamiento frente a enfermedades y
plagas, e) Vuelco, f) Potencial de rendimiento y estabilidad, e) Calidad de semilla, etc.
Características de los GM menores. (II, III. IV y V corto)
a. En FS no favorables por su menor desarrollo y altura de planta, es necesario un mejor ajuste de la
distribución espacial de las plantas.
b. Salvo en situaciones ambientales óptimas, raramente se observa vuelco.
c. Mayor respuesta productiva cuanto mejores son las condiciones ambientales (alta fertilidad y
disponibilidad hídrica).
d. Si bien su característica es de alto potencial productivo, son muy inestables en su respuesta ante
cualquier deficiencia u estrés ambiental.
e. Desocupan más rápido los lotes por su menor longitud de ciclo.
f. Son más susceptibles a problemas de calidad de semilla.
g. Por su menor estructura de planta, requieren un mayor control de plagas, enfermedades, etc.
h. Son de hábito de crecimiento indeterminado.
Características de los GM de mayores (V largo, VI, VII y VIII)
a. En general, salvo en épocas de siembras tardías, por su mayor desarrollo, no requieren un ajuste de la
distribución espacial de las plantas.
b. Son proclives al vuelco bajo situaciones de alta calidad ambiental.
c. Se adaptan a suelos con limitantes físico-químicas, etc.
d. Su principal característica es la estabilidad productiva , que aumenta con el GM, y sobre todo en los de
hábito de crecimiento determinado.
e. Por su mayor ciclo permanecen más tiempo en el lote, esto se acentúa cuando más temprano se siembre.
f. Son de menor productividad que los GM menores en condiciones óptimas ambientales.
Las denominaciones comerciales de los cultivares se representan con letras que identifican a la empresa, luego en
general le siguen 4 números. A los fines prácticos importan los 2 primeros: el 1ero
indica el GM, y el 2do
revela el
largo de ciclo de la variedad en cuestión dentro del GM. Esto último se explica debido a que, en cada GM, existen
variedades de ciclos más cortos o más largos.
Por ejemplo la variedad DM4200RR (empresa Don Mario), es una variedad de GM IV de
ciclo corto, y NS4955RR (empresa Nidera) identifica a un cultivar de GM IV de ciclo
largo. Otros ejemplos son NA5009RG (Nidera) de GM V de ciclo corto y DM 5.9i (Don
Mario) GM V de ciclo largo, en esta caso identificando su HC indeterminado (i) Ocurre
en algunas empresas que una variedad puede ser identificada a través de los dos
números finales, p ej: TJ2266RR, (La Tijereta) de GM VI de ciclo largo. En todos los
casos los acompaña las siglas RR (resistente a Round Up) o RG (resistente a Glifosato).
La incorporación de nuevas tecnologías, se pueden identificar por ejemplo como se
observa en la Figura 27, una bolsa identificada como DM4915 IPRO-STS (Don Mario), se
trata de un cultivar del GM IV largo, con un nuevo gen de tolerancia a gli fosato, y el
primer gen Bt de resistencia a insectos -INTACTA RR2 PRO- y con resistencia a
Ligate™, herbicida desarrollado por DuPont para el manejo de malezas de hoja ancha y
gramíneas anuales.
La juvenilidad es una característica genética que permite una mayor duración de la etapa vegetativa, retrasando
el inicio de la floración, esta característica puede encontrarse en algunos cultivares de GM más altos con HC
determinado, con mayor sensibilidad fotoperiódica y que florecen con menor altura de planta. La incorporación de
este carácter tiene como objetivo la obtención de cultivares adaptados a mayores rangos de latitud y época de
siembra. La juvenilidad permite que los cultivares de crecimiento determinado y semideterminado registren mayor
Figura 27: Bolsa de
semillas de la
empresa Don Mario
Cereales y Oleaginosas, 2015 21
altura de planta, y que a su vez tengan mayor plasticidad a la FS, permitiendo adelantar el momento de siembra y
ser cultivados más al norte que los del mismo HC que no poseen esa característica.(Baigorri, 2002)
El vuelco se expresa con relación directa a las condiciones ambientales. Los GM mayores de crecimiento
indeterminado son los más proclives al vuelco, aunque dentro de cada GM puede encontrarse diferencias
significativas entre cultivares; por ello la modificación de la FS, la densidad de siembra y el espaciamiento entre
surcos, son prácticas de manejo recomendables. A su vez el excesivo desarrollo de la planta suele verse reducida
en lotes con limitaciones físico-químicas o en situaciones de estrés ambiental.
Los GM bajos son los más susceptibles al deterioro de calidad de semilla , debido a que su maduración es más
temprana en siembras anticipadas, por lo que son sometidas a mayores temperaturas aumentando la posibilidad
de deterioro del grano, además es destacable señalar que a mayor tamaño de grano -característica de los GM
bajos- es más proclive al deterioro en su calidad física.
Un adecuado manejo del arreglo espacial tiene como objetivo mejorar la cobertura del suelo, a t ravés de una
adecuada estructura de planta, que permita alcanzar el IAF crítico durante la definición del número de granos -
Período Crítico-. Hay que tener en cuenta que el at raso de la siembra influye negativamente sobre la plasticidad
vegetativa y reproductiva típica de la soja, y puede estar severamente limitada ya que los efectos del fotoperíodo,
acorta la duración de la etapa vegetativa. (Board and Hall, 1984, citados por Vega y Salas, 2012).
En situaciones donde existan altas probabilidades de lograr una altura de planta inferior a 70 cm, la reducción del
espaciamiento a menos de 0,52 incrementaría el rendimiento (Kruk et al., 2003). La disminución del
espaciamiento entre surcos con la misma densidad, puede disminuir la competencia entre plantas por recursos, al
mejorar la distribución espacial de las mismas. El objetivo es que al acortar la distancia, se vea favorecida la
intercepción de luz en el momento más crítico del cultivo.
El ajuste tanto del espaciamiento como de la densidad está
dirigido principalmente a los GM bajos cuyas estructuras se ven
afectadas en FS extremas; dichos GM tienen la capacidad de
generar altos rendimientos, pero siempre y cuando las
condiciones ambientales sean las óptimas, Son de altos
potenciales productivos pero son muy inestables cuando son
sembrados en épocas no recomendables. En general se utiliza
un espaciamiento de 0,52 m en FS óptima en las diferentes
regiones de nuestro país, con reducción a 0,35 m en FS
extremas. (Figura 28). En zonas de alta productividad (Pampa
Húmeda) en FS óptimas la tendencia es utilizar un espaciamiento
a 0,35 m.
El atraso en la FS puede generar:
a. Acortamiento del periodo vegetativo y reproductivo (ciclo total).
b. Menor desarrollo de planta.
c. Menor número de nudos que se transforman en reproductivos.
d. Menor desarrollo del sistema radicular.
e. Atraso e ineficiente cierre de la canopia, con mayores pérdidas de agua del suelo por evaporación.
Las variables a manejar para reducir el efecto negativo del atraso en la FS:
a) Utilizar una variedad de un GM mayor.
b) Disminuir la distancia entre hileras.
c) Aumentar la densidad.
La soja es una especie con alta plasticidad a la densidad de siembra, ante cualquier situación de estrés compensa
con el aumento del número de ramas y vainas por planta. Sin embargo la densidad que maximiza el rendimiento
puede ser muy variable entre campañas dependiendo del genotipo, de la FS y de las restricciones hídricas y
nutricionales (Kruk et al., 2003). La densidad óptima es aquella que: a) Permite un buen crecimiento evitando el
Octubre Noviembre Diciembre
35 cm
52cm
52 cm 52cm
35 cm
Altur
a
Campana de crecimiento a
Figura 28: Espaciamiento entre surcos sugerido en función de la FS
Cereales y Oleaginosas, 2015 22
vuelco b) Reduce la incidencia a enfermedades y c) Asegura una adecuada inserción de las vainas inferiores, y
que va a depender de:
a. En FS extremas (tanto tardías como extratempranas es conveniente aumentar la densidad).
b. La latitud (a mayor latitud las densidades óptimas tienden a ser mayores).
c. Las condiciones ambientales (cuando el ambiente limita el crecimiento del cultivo, es necesario
incrementar la densidad).
d. Las características del cultivar (los cultivares con mas crecimiento, ya sea por su mayor longitud de
ciclo, tendencia al vuelco o altura tienen densidades óptimas menores).
e. El espaciamiento entre surcos.
Con una densidad por debajo de 30-35 plantas m2 el rendimiento comienza a disminuir. En un año favorable y
con buenas condiciones hídricas, una disminución muy pronunciada en la densidad (entre 35-55%), puede
provocar mermas en los rendimientos de hasta 15-31% y 20-25% según la distribución de plantas fuera uniforme o
desuniforme respectivamente. (Baigorri, 2009).
El uso de densidades altas en FS tardías de los GM bajos -dados por su inestabilidad-, disminuye los efectos
negativos sobre el rendimiento. Es esperable encontrar mayor respuesta al aumento de la densidad en siembras
tardías en ambientes poco productivos, donde el cierre del canopeo antes del comienzo de los estadios
reproductivos críticos está más comprometido. (Vega y Salas, 2012).
Plan de siembra para las diferentes regiones productivas
Los planteos que a continuación se detallan son teóricos, y deben ser adaptados a cada situación tanto geográfica
como a nivel de lote, y cabe recordar que en cualquiera de las regiones productivas, se debe identificar cuál es
la FS óptima, para así sembrar en ese momento el GM más bajo que permita el ambiente.
En cada una de las Figuras siguientes se identifica las FS con mayor probabilidad que la calidad ambiental, donde
se va a desenvolver el cultivo, sea muy favorable -muy alta- o desfavorable -muy baja-.
En la Región Norte (por encima de los 30º de
latitud sur) la época de siembra se extiende entre
la 1er
quincena de septiembre y la 2da
quincena de enero o 1er
quincena de febrero,
donde se pueden utilizar GM V al VIII (hacia el
NOA) y se puede bajar al GM IV en el NEA. Las
mejores condiciones ambientales se dan entre la
2da
quincena de septiembre y octubre, y se
puede utilizar el GM V; entre fines de octubre y
noviembre los GM VI y VII, este último puede
sembrarse en enero, y el GM VIII entre fines de
diciembre y enero donde las condiciones
ambientales son de peor calidad por el mayor
estrés térmico. De modo tal que en la Región
Norte a medida que se atrasa el momento de
siembra disminuye la calidad ambiental y mayor
debe ser el GM que se utilice. (Figura 29)
En la Región Pampeana Norte (entre los 30º y
36º de latitud sur) la FS recomendada se
extendería entre la 2da
quincena de septiembre
y la 1era
de enero, con GM III al VI. En siembras
extratempranas (septiembre-1er
quincena de
octubre) en general son los GM V o GM VI de
HC indeterminado los que mejor se adaptan;
entre la 2da
quincena de octubre y noviembre el
Figura 29: FS y GM recomendados para la Región Norte en base a la calidad ambiental según FS, Modificado de Baigorri 1997a
GM
V
VI
VII
VIII
Dic EneSet Oct Nov
Fecha de siembra
Muy alta
Muy baja
GM
III largo-
IV corto
IV largo
V
VI
Fecha de siembra
Set Oct Nov Dic Ene
Muy alta
Muy baja
Figura 30: FS y GM recomendados para la Región Pampeana Norte en
base a la calidad ambiental según FS, Modificado de Baigorri 1997a
Cereales y Oleaginosas, 2015 23
GM IV preferentemente de ciclo largo y si el ambiente lo permite (mayor fertilidad química y física de los suelos,
mayores precipitaciones, riego o presencia de napa, etc) en la 1er
quincena de noviembre se puede utilizar el GM
III o GM IV de ciclo corto. En diciembre lo recomendable son los GM V de ciclo corto, y hacia fines de diciembre y
enero al GM V de ciclo largo. En siembras de fines de diciembre y no más allá de la 1er
quincena de enero podrían
utilizarse los GM mayores de HC determinado, sobre todo en lugares sometidos a alto estrés ambiental. (Figura 30)
En la Región Pampeana Sur (al sur de los 36º de latitud sur), la época de siembra se ubicaría entre la 2da
quincena de octubre y la 1er
quincena de
diciembre, con GM II al IV. A fines de octubre se
optaría por GM IV de mayor ciclo cuando el
ambiente es de menor calidad; los materiales
cortos del mismo GM y de GM III se sembrarían
en noviembre; y entre la 2da
quincena de
noviembre y 1er
quincena de diciembre los GM III
corto y GM II. Una siembra en la 2da
quincena de
diciembre aumenta la probabilidad de que
heladas tempranas, influyan negativamente
sobre el ciclo del cultivo. Es decir en la Región
Pampeana Sur a medida que se atrasa la FS
menor debe ser el GM utilizado. (Figura 31)
Como ejemplo se observa la Figura 32a que representa tendencias lineales de rendimiento, lo cual es decreciente
a medida que se atrasa la FS, con una caída progresiva en la productividad, pero esta tendencia tiene bajo ajuste
tanto para los GM productivos (R2 = 0,19) como para los estables (R
2 = 0,47). El ajuste se mejoró cuando se
graficó una tendencia polinómica, donde los GM productivos registraron un R2 = 0,92, y los GM estables R
2 = 0,66
Figura 32b. De modo tal que se puede decir que el mejor comportamiento productivo para la región central del país,
se logra cuando se siembra entre la 2da
quincena de octubre y noviembre , dónde se destacan los GM
productivos; en siembras anticipadas prevalecen los GM estables, pero en la práctica es poco probable las
siembras extratempranas por la baja disponibilidad hídrica, pero si es importante destacar la caída en los registros,
en siembras tardías, sobre todo de los GM productivos y la tendencia de obtener mejores resultados con GM
estables.
Para resumir, en Argentina el cultivo de soja tiene dos comportamientos diferenciales, por un lado están aquellos
GM cuya tendencia es la mayor productividad, pero con altas exigencias a óptimas condiciones ambientales y
de manejo, que minimicen todo tipo de estrés, ya que estos GM son inestables, es decir cualquier falla en el
ambiente, disminuyen su respuesta productiva. Dicho en otras palabras cuanto más bajo es el GM más productivo
es pero también la exigencia es mayor. Por otro lado están aquellos cuya tendencia es la mayor estabilidad, que
se adaptan a situaciones o condiciones más estresantes, y que, si bien la tendencia es la disminución de la
y = -153,26x + 3396,6R² = 0,1875
y = -164,02x + 3665,5R² = 0,4735
1000
1200
1400
1600
1800
2000
2200
2400
2600
2800
3000
3200
3400
3600
3800
4000
23-sep 15-oct 01-nov 22-nov 15-dic 11-ene
Ren
dim
ien
to (
kg
ha
-1)
FS
Tendencia GM Productivos
Tendencia GM Estables
GM
II-III corto
III largo
IV corto
IV largo
Fecha de siembra
Set Oct Nov Dic Ene
Muy alta
Muy baja
Figura 31: FS y GM recomendados para la Región Pampeana Sur en base a la calidad ambiental según FS, Modificado de Baigorri 1997a
a
y = -207,26x2 + 1297,5x + 1462,2R² = 0,9188
y = -71,41x2 + 335,86x + 2999R² = 0,665
1000
1200
1400
1600
1800
2000
2200
2400
2600
2800
3000
3200
3400
3600
3800
4000
23-sep 15-oct 01-nov 22-nov 15-dic 11-ene
Ren
dim
ien
to (
kg
ha
-1)
FS
Tendencia GM Productivos
Tendencia GM Estables
b
Figura 32: a) Tendencia lineal y b) Tendencia polinómica de rendimiento según FS y GM (Campaña 2002/03 al 2014/15) Campo
Escuela, FCA-UNC. (31º19’LS, 64º13’LW)
Cereales y Oleaginosas, 2015 24
productividad a lo largo de las FS, la caída en el rendimiento es menor, basado en la estructura de planta, y su
mayor longitud de etapas -característico de estos GM- Si se comparara los GM altos de HC indeterminado vs los
de HC determinado, estos últimos presentan mayor estabilidad y mejor comportamiento ante situaciones
ambientales estresantes.
Algunos aspectos de la nutrición
La soja no es indiferente a la necesidad de absorber una importante cantidad de nutrientes para su crecimiento y
definición de rendimiento; los elementos de mayor importancia son el Nitrógeno (N) el Fósforo (P), el Azufre (S)
y el Calcio (Ca), en menor medida el Magnesio (Mg) y el Boro (B). En la Tabla 6 se observan los requerimientos de
absorción y extracción, tanto en base seca y corregida a base húmeda.
El cultivo tiene un comportamiento peculiar desde el punto de vista nutricional, por un lado es capaz de mantener
rendimientos relativamente elevados en condiciones de baja fertilidad, y por el otro presenta requerimientos
nutricionales similares o superiores a, por ejemplo, el trigo y el maíz de alto potencial productivo. (Ciampitti, et al.,
2012)
Tabla 6: Absorción, extracción e índice de cosecha (relación extraido/absorbido), para los principales nutrientes de soja. Las
unidades se encuentran expresadas en base seca y en base húmeda (Hº comercial 13,5%) (Ciampitti y Garcia, 2007)
Macronutrientes
Nitrógeno
El grano tiene un alto contenido de proteína, razón por la cual es altamente demandante de N, y lo acumula
sostenidamente desde VE hasta finales de llenado de granos. En R5 es dónde se observa las máximas tasas de
absorción del nutriente.
Las deficiencias nitrogenadas se manifiestan por marcadas reducciones en el c recimiento, y por el amarillamiento
de las plantas, con la aparición de los primeros síntomas en las hojas inferiores (hojas viejas). Al tratarse de una
oleaginosa, la planta se nutre del N que obtiene a través de dos mecanismos, ya sea por absorción del suelo o por
FBN donde las bacterias fijadoras de N atmosférico (N2) (Bradyrhizobium japonicum) convierten el N en amonio
mediante la acción de la enzima nitrogenasa, y que luego la soja fija el N2 a través de su simbiosis con las
bacterias. Es importante destacar que el N obtenido por FBN es energéticamente costoso para la planta: por FBN
necesita 2,9 – 6,1 g C/g N, y por absorción y asimilación de nitratos del suelo necesita 0,8 – 2,4 g C/g N (Sprent,
1989).
Debido a este gasto energético de la planta para asimilar N2 atmosférico, estas desarrollaron mecanismos que le
permiten regular el número de nódulos que pueden mantener en sus raíces y su eficiencia relativa. Cuando hay
suficiente disponibilidad de N en el suelo, la planta por razones de economía energética privilegia la incorporación
del N edáfico por sobre el N atmosférico. Opera por lo tanto un balance global en la planta, la cual le resulta más
barato energéticamente absorber N del suelo que fijarlo. Es importante comprender que los rizobios en los nódulos
actúan como simples bacterias productoras de amonio (NH4+), dejando a la planta el costo energético de la
asimilación. (Gonzalez y Racca, 2012)
Las bacterias demoran de 5 a 10 horas para penetrar a través de los pelos radiculares a la planta, y unos 20 días
luego de emergido el cultivo, los nódulos se hacen visibles para alcanzar su máximo tamaño en R6; la FBN
comienza unos 30 días después de la emergencia y la tasa de FBN se va incrementando hasta un valor
máximo en R5 para luego disminuir. Hasta floración las necesidades de N son cubiertas mayormente por la oferta
Nutriente
(expresado en
base seca)
Absorción
total
Extracción
de granos
Índice de
cosecha
Nutriente
(expresado en
base húmeda)
(13,5%)
Absorción
total
Extracción
de granos
Kg ton-1
de granos % Kg ton-1
de granos
Nitrógeno (N) 75,0 55,0 73 Nitrógeno (N) 66,4 48,7
Fósforo (P) 6,9 6,1 89 Fósforo (P) 6,1 5,4
Potasio (K) 39,0 19,1 49 Potasio (K) 34,5 16,9
Calcio (Ca) 16,0 3,0 19 Calcio (Ca) 14,2 2,7
Magnesio (Mg) 9,0 3,5 39 Magnesio (Mg) 8,0 3,1
Azufre (S) 4,5 3,2 72 Azufre (S) 4,0 2,8
Cereales y Oleaginosas, 2015 25
edáfica mientras que los aportes por FBN son muy importantes luego de la floración y durante el llenado de los
granos (Zapata et al, 1987).
El aporte de N por FBN tiene un rol fundamental en la producción del cultivo; estimaciones para la región
productora del centro y norte del país indican que entre el 26% y el 71% del N acumulado es aportado por la FBN,
por esto se considera en Argentina un aporte promedio de 50%. (Collino et al., 2007). La magnitud del aporte
de la FBN se verá seriamente afectada por la aplicación de fertilizantes nitrogenados, por el aporte de N a través
de la mineralización de la materia orgánica, o por una fuerte intensidad de fertilización nitrogenada en lotes con
cultivos antecesores que dejan altos contenidos residuales de nitratos, por lo tanto mayor disponibilidad de N en el
sistema ejerce un efecto antagónico sobre la FBN. (Salvagiotti, et al., 2009) La fertilización con N a la siembra no
ha mostrado respuestas en rendimiento, mientras que aplicaciones en estados reproductivos avanzados los
resultados son variables; por esta razón y para evitar afectar la FBN, no se recomienda la fertilización nitrogenada
de soja. (Garcia y Ciampitti, 2009).
El Bradyrhizobium japonicum al no ser una cepa nativa es necesario incorporarla a nuestros sistemas a través de la inoculación para que la simbiosis sea efectiva. Según la resolución SENASA Nº310/1994:
Los inoculantes deben contener no menos de 1000 millones de rizobios g-1
o ml de producto a la fecha de
elaboración, y no menos de 100 millones g-1
o ml a la fecha de vencimiento.
Por inoculación se deben incorporar 80 mil rizobios por semilla de soja.
En el envase debe constar obligatoriamente la fecha de vencimiento y el número de lote.
Los inoculantes comerciales se presentan de distintas formas (tipo de soporte):
a) Turba
b) Dolomita
c) Líquidos
Líquidos oleosos
Líquidos oleosos + Inoculante solido
Líquido oleoso + Fungicida + Inoculante
Líquidos acuosos
Al inocular, la bacteria se naturaliza en los suelos y puede permanecer más de 10 años, pero al cabo de 4 a 5
años de introducida, la cepa es prácticamente diferente de la original. En este punto cabe remarcar que las
cepas naturalizadas son más competitivas, y más resistentes al estrés pero menos eficientes en la FBN que las
recientemente introducidas. En condiciones óptimas la soja de 1ra
tiene pronta y abundante nodulación. En
cambio la soja de 2da
o de 1ra
sembrada en un suelo con poca humedad se demora la nodulación, y cuando ésta
se produce tiende a ubicarse en las raíces secundarias. Ante la detección de deficiencias en la inoculación, la
reinoculación de plantas adultas no es factible, ya que las raíces primarias son receptivas solo en los primeros
días. (Racca, 2002).
Como recomendación Racca (2002) menciona inocular siempre en campos sin historia sojera y/o en soja de 2da
o en soja de 1ra
con suelos secos, y cuando se da la combinación de un buen inoculante, una buena técnica de
aplicación y bajo costo. En campos con historia sojera la inoculación es con muy buena concentración. Teniendo
en cuenta que el cambio anual de diferentes inoculantes no tendría mayores respuestas , el consejo de inocular
una vez cada 3 años no sería razonable.
Los factores limitantes para la FBN son de tres órdenes (González y Racca, 2012):
Los relacionados con la calidad del inoculante y las técnicas de inoculación, incluyendo el uso de biocidas
asociado a la bacterización de la semilla.
Factores climáticos o ambientales, entre los que se destacan: estrés hídrico, estrés por altas temperaturas,
la interacción entre ambos y estrés salino.
Desbalances nutricionales, entre los cuales los más frecuentes son deficiencia de P y S, aunque en
algunas regiones del país, aparecen respuestas de magnitud variable al agregado de algunos
micronutrientes, en especial Co y Mo.
Al mismo tiempo Perticari (2006) menciona limitaciones para la simbiosis:
Cereales y Oleaginosas, 2015 26
Los suelos con moderada o alta disponibilidad de formas inorgánicas de N, y/o importantes tasas de
mineralización durante el ciclo del cultivo, retardan el inicio de la nodulación y/o inhiben el
funcionamiento.
La simbiosis es sensible a condiciones de anegamiento con sólo 2 a 3 días de inundación se puede
provocar alta mortandad de nódulos.
Condiciones de sequía en la siembra provocan mortandad de bacterias. En etapas tempranas retrasa la
aparición de nódulos y en etapas reproductivas limita la FBN.
Cada vez que el agua útil disminuye por debajo del 60% (umbral crítico para la soja durante el llenado de granos)
se compromete también la fijación de N, que es máxima en esta etapa. Normalmente la capacidad de fijación de
los nódulos se restablecen si las condiciones de sequía no son tan severas o duran muchos días, no obstante con
menos del 10 % del agua útil, aunque los nódulos y el cultivo recuperen su humedad al llover o regarse, la
capacidad de fijación se torna irrecuperable (Racca, 2002).
Cuando se fertiliza en conjunto con la siembra, se debe evitar el contacto directo con l a semillas inoculadas, ya
que los fertilizantes, al modificar el ambiente sobre el entorno de la semilla (PH, salinidad y emisión de amoníaco)
pueden provocar, en función de la dosis y condiciones ambientales, una elevada mortandad de bacterias.
(Ciampitti et al., 2012)
Fósforo
La soja posee la capacidad de crecer y desarrollarse con niveles de P más bajos que los cereales. Es importante
la disponibilidad de este elemento para lograr un rápido crecimiento, y un desarrollo adecuado de la parte aérea,
de las raíces, de los nódulos (número, ubicación y tamaño) y de una eficiente FBN. En caso de deficiencia se
refleja una marcada disminución del crecimiento inicial, con hojas pequeñas de color verde oscuro y más gruesas;
deficiencias severas pueden retrasar la maduración del cultivo. El P se acumula sostenidamente a altas tasas
hasta una etapa ligeramente unos 15 días posteriores al cese de la absorción del N. Las tasas máximas de
acumulación tienen lugar durante el llenado de los granos, y decaen recién hacia la finalización de este periodo.
(Garcia, et al., 2009)
Los criterios para decidir la fertilización fosfatada (Ciampitti et al., 2012) son:
Suficiencia: Aplicar el P estrictamente necesario para satisfacer las necesidades inmediatas, solamente
con niveles de P extractable por debajo del umbral crítico.
Reposición: Aplicar el P extraído por el cultivo reponiendo el P al suelo.
Reposición y construcción: Aplicar el P extraído por el cultivo, más el P destinado a elevar el nivel del
nutriente en el suelo.
La respuesta a la fertilización fosfatada depende del nivel de P disponible en el suelo, pero también es afectada
por factores del suelo (textura, temperatura, materia orgánica, pH), del cultivo (requerimientos, nivel de
rendimiento) y de manejo del fertilizante. Se recomienda, para las diferentes áreas agrícolas de Argentina, la
determinación del contenido de P extractable de los suelos (método de Bray Kurt z P-1) en la capa de 0 a 20 cm de
profundidad; habrá respuesta en soja cuando los valores sean inferiores a 14-17 ppm. (Fontanetto et al., 2011)
Mesonutrientes
Azufre
La dinámica de absorción del S sigue un ritmo muy similar a la del N, y también está asociada a la expansión foliar
y el crecimiento vegetativo de la planta. Se acumula a elevadas tasas alrededor de R3, decayendo el ritmo de
absorción en etapas posteriores. (Garcia y Ciampitti, 2009). Los síntomas de deficiencia son similares a los de N
(hojas amarillentas) pero se dan en las hojas superiores (más jóvenes) (Fontanetto, et al., 2011). Generalmente
presenta una clorosis general incluyendo nervaduras, y los tallos se tornan finos, duros y elongados. Debido a la
participación en proteínas estructurales de la planta, es que su disponibilidad debe ser adecuada desde la
germinación misma. La deficiencia de S en soja puede reducir la síntesis de las enzimas que forman parte del
aparato fotosintético. Se considera también que debido a la estrecha relación entre el metabolismo del S y del N,
las deficiencias del primero afectan la asimilación y concentración del segundo en las hojas.
Cereales y Oleaginosas, 2015 27
Debido a la alta movilidad de los iones sulfato en el suelo, la determinación de S-sulfato a la siembra es solamente
orientativa, se indican umbrales de 8-10 ppm como nivel crítico, por debajo de los cuales puede encontrarse
respuesta a la fertilización.
Según Garcia, (1998) otros indicadores que pueden utilizarse para determinar la necesidad de S son:
Suelos arenosos de baja materia orgánica (<2%).
Suelos degradados (sistemas intensivos) con reducciones marcadas de materia orgánica.
Cultivos de alto rendimiento fertilizados con N y P.
Relaciones N:S en suelo mayores de 5-7:1.
Relaciones N:S en tejido vegetal superiores a 15:1
Calcio, Magnesio
El Ca interviene en el sistema de asimilación de nutrientes, en la formación de la pared celular y está involucrado
en la superviviencia y crecimiento de los rizobios. Es un elemento inmóvil a nivel de floema y no se redistribuye en
la planta, por lo tanto la deficiencia nutricional se presenta en las hojas nuevas o más jóvenes. El Mg presenta
movilidad dentro de la planta, trasladándose de órganos maduros a órganos de activos crecimiento, su deficiencia
por lo tanto se ve en hojas maduras. (Ciampitti et al., 2012). Según dichos autores, hay que tener en cuenta que:
La absorción de Ca y Mg están limitadas a PH bajos.
Aun aumentando el contenido de Ca en solución a PH bajo, no hay una correspondencia a nivel de
absorción, lo cual demostraría la competencia directa por otros cationes o indirectamente a t ravés del
menor desarrollo radicular.
Es difícil separar las deficiencias de Ca o Mg, respecto a la toxicidad de Al (aluminio) o Mn (manganeso), a
PH muy bajo en el suelo.
La infección por parte del Bradyrhizobium requiere niveles altos de Ca, y pueden agudizar la deficiencia.
La deficiencia de Ca en general es de difícil observación, porque suelen presentarse previamente
problemas de acidez.
En la Figura 33 se observa un diagrama orientativo para el manejo nutricional del cultivo, donde a partir del análisis
de suelo se plantea la inoculación, y si se detectara alguna falla en la misma sería conveniente, pero poco
practicable, una fertilización nit rogenada. Si el contenido de materia orgánica estuviera por debajo del 2% y los
niveles de sulfato por debajo de 10 ppm se recomendaría emplear fuentes azufradas directamente o en los
cultivos previos que integran las rotaciones, dada la residualidad encontrada. (Fontanetto et al., 2006); cuando el
nivel de fosfato está por debajo de las
20 ppm estará a criterio del técnico
fertilizar con P, basado en que no habrá
respuesta por parte del cultivo, pero
sirve para el mantener los niveles de P
en el suelo; ya por debajo del nivel
crítico de 15 ppm el cultivo respondería
a la fertilización.
Figura 33: Diagrama para el manejo de la
nutrición de soja, modificado de Fontanetto y
Keller, 2006
Análisis de Suelo
Inocular
P < 20 ppmSI
NO
P < 15 ppm
No hay respuesta, puede
fertilizarse (mantener)
NOSI
Fertilizar con P
(Dosis= P10)
Fertilizar con P
(Dosis > P10)
Otros:
Ca, Co, Mo,
Mg, etc.
Experiencias locales
y/o Regionales
(faltan datos)
MO < 2%
S-SO4 < 10 ppm
Fertilizar con S
Fallas de
Inoculación
Fertilizar con N
Cereales y Oleaginosas, 2015 28
Bases de comercialización
En la Tabla 7 se detalla la NORMA XVII (Resolución 151/2008) , y que, a los efectos de dicha reglamentación, se
entiende por Soja a los granos de la especie Glycine max L. , y cuya entrega queda sujeta a la siguiente base de
comercialización:
Materias extrañas: - 1,0% incluido 0,5% de tierra. - Granos quebrados y/o partidos: 20,0%. - Granos dañados:
5,0%. - Granos verdes: 5,0%.
Tolerancia de recibo: Las entregas de soja quedan sujetas a las tolerancias de recibo que se establecen a
continuación:
Materias extrañas: 3,0% incluido 0,5% de tierra.
Granos negros: 1,0%.
Granos quebrados y/o partidos: 30,0%.
Granos dañados: 5,0%. Se computarán dentro de este rubro y hasta un máximo del 1,0% a los granos
quemados por secadora o "de avería".
Granos verdes: 10,0%.
Humedad: 13,5%.
Chamico (Datura ferox): 5 semillas por kilogramo.
Insectos y/o arácnidos vivos: Libre.
Tabla 7: Bases estatutarias de soja
RUBROS BASE ( % )
TOLERANCIA ( % ) REBAJAS MERMAS
MATERIAS EXTRAÑAS 1,0 3,0
Para valores superiores al 1,0% y
hasta el 3,0% a razón del 1,0% por cada por ciento o fracción
proporcional. Para valores superiores al 3,0% a razón del 1,5% por cada por
ciento o fracción proporcional.
incluido TIERRA 0,5 0,5 Para valores superiores al 0,5% a
razón del 1,5% por cada por ciento o fracción proporcional.
GRANOS NEGROS --- 1,0 ------------
GRANOS QUEBRADOS Y/ O PARTIDOS
20,0 30,0
Para valores superiores al 20,0% y hasta el 25,0% a razón del 0,25% por
cada por ciento o fracción
proporcional. Para valores superiores al 25,0% y hasta el 30,0% a razón del 0,5% por cada por ciento o fracción
proporcional. Para valores superiores al 30,0% a razón del 0,75% por cada
por ciento o fracción proporcional.
GRANOS DAÑADOS
(brotados, fermentados y ardidos, por calor, podridos)
5,0 5,0
Para valores superiores al 5,0% a
razón del 1,0% por cada por ciento o fracción proporcional.
incluido GRANOS
QUEMADOS o "AVERIA" --- 1,0
Para valores superiores al 1,0% a razón del 1,0% por cada por ciento o
fracción proporcional.
GRANOS VERDES 5,0 10,0 Para valores superiores al 5,0% se
rebajará a razón del 0,2% por cada por ciento o fracción proporcional.
HUMEDAD ---- 13,5 ---------------
Para mercadería recibida que exceda la tolerancia de recibo, se descontarán las mermas correspondientes,
de acuerdo a las tablas establecidas.
CHAMICO ---- 5 semillas por Kg. ----------------
Para mercadería recibida
que exceda la tolerancia de recibo, se practicarán las mermas correspondientes.
Cereales y Oleaginosas, 2015 29
BIBLIOGRAFÍA Aragon, J., A. Molinari, S. Lorenzatti de Diez. 1997. Manejo Integrado de plagas. En: El cultivo de la soja en Argentina. Ed: L. Giorda y H.
Baigorri. Córdoba pp 249-308.
Andrade, F. y A. Cirilo, 2000. Fecha de siembra y rendimiento de los cultivos. En: Bases para el manejo del Maíz, el Girasol y la Soja. Eds: F.
Andrade y V. Sadras, Buenos Aires. pp 135-150.
Andriani. J, 1997. Uso del agua y del riego. En: El cultivo de la soja en Argentina. Ed: L. Giorda y H. Baigorri, Córdoba pp 143-150.
Andriani, J.; 2006. Dinámica del agua en el cultivo de soja. En: Soja. Actualización 2006. Informe de Actualización técnica n° 3, Marcos Juarez.
pp 24-30.
Baigorri, H., 1997a. Calidad de la semilla. En: El cultivo de la soja en Argentina. Ed: L. Giorda y H. Baigorri, Córdoba pp 90-101
Baigorri, H., 1997b. Ecofisiología del cultivo. En: El cultivo de la soja en Argentina. Ed: L. Giorda y H. Baigorri, Córdoba pp 31-49
Baigorri, H., 2004. Criterios generales para la elección y el manejo de cultivares en el cono sur. En: Manual práctico para la producción de soja.
1ra edición. Ed: M. Díaz Zorita y G. Duarte, Buenos Aires. pp 39-77
Baigorri, H., 2009. Manejo del cultivo de Soja. En: Manual de manejo del cultivo de Soja. 1ra edición. Ed: F. Garcia, I. Ciampitti y H. Baigorri,
Buenos Aires. pp 17-32.
BCCBsAs (Bolsa de Cereales de Buenos Aires). 2015. Panorama agrícola semanal. [en linea] Disponible en
http://www.bolsadecereales.com.ar/ Consultado el 23/07/2015
Carmona, M., D. Ploper, P. Grijalba, M. Gally y D.Barreto, D. 2004. Enfermedades de f in de ciclo del cultivo de soja. Guía pa ra su
reconocimiento y manejo, Buenos Aires. 20pp.
Carmona, M. 2006. Importancia de las enfermedades de f in de ciclo: su relación con la ecofisilogia y el uso estratégico de fungicidas en el
cultivo de soja. Mercosoja 2006. III congreso de soja del Mercosur. pp 321-324.
Ciampitt i I. y F. Garcia. 2007. Requerimientos nutricionales, absorción y extracción de macronutrientes y nutrientes secundarios. [en linea]
Disponible en: http://lacs.ipni.net/article/LACS-1081 Consultado el 15/07/2014.
Ciampitt i, I., F. Garcia y A. Bianchini. 2012. La nutrición del cultivo de soja. En: El Cult ivo de soja en Argentina. Buenos Aires. Eds: Baigorri H.
(in memorian) y Salado Navarro. pp 189-204.
Collino, D., M. de luca, A. Perticari, S. Urquiaga Caballero y R. Racca, 2007. Aporte de la FBN a la nutrición de la soja y f actores que la limitan
en diferentes regiones del país. Libros de Resumenes XXIII Reunion Latinoamericana de Rizobilogia, Córdoba.
Cober, E., D. Stew art y H. Voldeng, 2001. Photoperiod and temperature responses in earlymaturing, near-isogenic soybean lines. Crop Sci. 41,
721-727 Dardanelli, J., 1997. Uso del agua y del riego. En: El cultivo de la soja en Argentina. Ed: L. Giorda y H. Baigorri. Córdoba. pp 143-150.
De la Vega, A., E. de la Fuente., 2004. Elección de genotipos. En: Producción de Granos. Bases funcionales para su manejo. 2da edición. Ed:
A. Pascale, Buenos Aires. pp 319-345
Della Maggiora A., J. Gardiol y A. Irigoyen. 2000. Requerimientos hídricos. En: Bases para el manejo del Maíz, el Girasol y la Soja. Eds: F.
Andrade y V. Sadras, Buenos Aires. pp 155-171
Distèfano s. y Duncan, W. 1986. Planting patterns and soybean yields. Crop Sci. 26: 584-588.
Egli D., 1990. Seed w ater relations and the regulation of the duration of seed growth in soybean. Journal of Experimental Botanic 41(2): 243-
248.
Egli, D. and W, Bruening. 2006. Temporal profiles of pod production and pod set in soybeans. Europ. J. Agronomy 24: 11-18.
Fehr W., C. Caviness, D. Burmood y J. Pennington. 1971. Stage of development descriptions for soybeans, glycine max (L.) Merrill. Crop Sci.
11: 929-93.
Fontanetto, H y Keller, O. 2006. Consideraciones sobre el manejo de la fertilización de la soja. Informacion tecnica cultivos de verano.
Campaña 2006. Publicación Miscelánea Nº 10. EEA INTA Rafaela.
Fontanetto, H, O. Keller, M. Sillon, J. Albrecht, D. GiailevraI, C. Negro y L. Belotti, 2011. Manejo de la Fertilizacion de la Soja en Regiones
Templadas. Resumen de Ecofisiologia y Climatologia del Quinto Congreso de la Soja del Mercosur y 1er foro de la Soja Asia-Mercosur.
Mercosoja 2011, Rosario.
Garcia, F. 1998. Azufre en la Region Pampeana. [en línea]
http://www.proyectored.com.ar/econoagro/images/stories/pdf/agricultura/CicloAzufre.pdf [consultado: 23/07/2014]
Garcia, F e I. Ciampitti, 2009. La nutrición del cultivo de Soja. En: Manual de manejo del cultivo de Soja. 1ra edición. Ed: F. Garcia, I. Ciampitti y
H. Baigorri. pp 33-56
Gardner, F., R. Pierce, and R. Mitchell. 1985. Physiology of crop plants. The Iow a State Univ. Press. Ames, Iowz. First Ed.
Gil, R. 2005. Funcionamiento hídrico del suelo en planteos agrícolas. [en línea] Disponible en
<http://www.profertilnutrientes.com.ar/images/archivos/?id=177>. Consultado el 23/07/2014.
González, N. y R. Racca. 2012. Fijación biológica de nitrógeno en soja. En: El Cultivo de soja en Argentina. Buenos Aires. Eds: Baigorri H. (in
memorian) y Salado Navarro. pp 105-119.
Hicks, D, 1983. Crecimiento y desarrollo En: Fisiología, mejoramiento, cultivo y utilización de la soja. Ed: Norman G. pp 19-43.
Ianonne, N., 2006. Chinches en soja. Niveles de decisión para su control según especies y cultivo. [en línea]
http://www.elsitioagricola.com/plagas/intapergamino/20060119UmbralControlChinchesSoja.asp Consultado el 23/07/14. Ianonne, N., 2011. Isocas defoliadoras en soja. Umbrales de daño. [en línea] En: http://sergiolacorte.blogspot.com.ar/2011/01/servicio-tecnico-inta-pergamino-sistema.html#ixzz1mShHpEZP Consultado el 21/07/14. Igarzabal, D., P. Fichetti, M. Galvez, M. Laguzzi, M. Labaque y A. Weissbein. 2009. Reconocimiento y Manejo Práctico de Plagas. En: Manual
de manejo del cultivo de Soja. 1ra edición. Ed: F. Garcia, I. Ciampitti y H. Baigorri. pp 129-150.
Jones, J., K. Boote and S. Jagtapl. 1991. Soybean development. In: Modelling plant and soil systems. Eds: Hank, J. & Ritchie J. Madison, v.31, ASA, CSSA, SSSA, p. 71-90. Kantolic, A., P. Giménez y E. de la Fuente, 2004a. Ciclo ontogénico, dinámica del desarrollo y generación del rendimiento y la calidad de soja.
En: Producción de Granos. Bases funcionales para su manejo. 2da edición. Ed: A. Pascale, Buenos Aires. pp 167-195.
Kantolic, A, y E. Satorre, 2004b. Elementos centrales de ecofisiología del cultivo de soja. En: Manual práctico para la producción de soja. 1ra
edición. Ed: M. Díaz Zorita y G. Duarte, Buenos Aires. pp 19-37.
Kantolic, A., P. Giménez; E. de la Fuente y P. Giménez. 2006. Capítulo 2.2: Soja En: Cultivos Industriales. 1 ra edición. Ed: E. de la Fuente et
al., Buenos Aires. pp 95-141.
Cereales y Oleaginosas, 2015 30
Kruk, B. y E. Satorre. 2003. Densidad y arreglo espacial del cultivo. En: Producción de Granos. Bases funcionales para su manejo. 2da edición.
Ed: A. Pascale, Buenos Aires. Pg 277-316.
Mazzilli, S. 2012. Fisiología de soja y girasol. Curso de f isiología de cultivos. [en línea] Disponible en:
http://www.fagro.edu.uy/~cultivos/Materiales_de_curso/Modulo_cereales_oleaginosos/Soja%20y%20Girasol%202012.pdf Consultado el
18/06/2014.
Miralles, D., L. Windauer y N. Gomez, 2004. Factores que regulan el desarrollo de los cultivos de granos. En: Producción de Granos. Bases
funcionales para su manejo. 2da edición. Ed: A. Pascale, Buenos Aires. pp 60-70.
Morichetti, S., J. Cantero, C. Nuñez, G. Barboza, L. Espinar, A. Amuchastegui y J. Ferrell. 2014. Sobre la presencia de Amaranthus palmeri
(Amaranthaceae) en Argentina. Manejo eficiente de problemas sanitarios en cultivos extensivos. Resumen del 10º Encuentro Nacional
Monitoreo y control de plagas, malezas y enfermedades.
Papa, J. 2012. Malezas en la región sojera núcleo de Argentina. En: El cultivo de soja en Argentina. 1ra edición. Ed: H. Baigorri (In Memorian) y
L. Salado) Buenos Aires. pp 205-222.
Pascale, A., E. Damario, 2004. Acción de los elementos metereológicos sobre los cultivos agrícolas. En: Bioclimatología Agrícola y
Agroclimatología. Ed: A. Pascale, Buenos Aires. pp 61-101.
Perticari, A., 2006. Impacto de la Fijación Biológica de Nitrógeno en la Producción de Soja. [en linea]
http://www.fertilizando.com/articulos/Impacto%20Fijacion%20Biologica%20Nitrogeno%20en%20Produccion%20de%20Soja.asp Consultado el
10/05/13.
Piper, E, K. Boote, J. Jones y S. Grimm. 1996. Comparison of two phenology models for predicting f lower and maturity date of soybean. Crop
Sci. 36: 1606-1614.
Racca W. 2002. Inoculación en soja: una herramienta fundamental para maximizar la productividad. [en linea] http://agro.unc.edu.ar/~ceryol/documentos/soja/Inoculacion.pdf Consultado el 10/06/14.
REM, 2015. Red de conocimiento de malezas resistentes. Mapa de malezas. [en linea] http://www.aapresid.org.ar/rem/mapa-de-malezas/
Consultado el 20/07/15.
Sadras, V., M. Ferreiro, F. Gutheim y A. Kantolic, 2000. Desarrollo fenológico y su respuesta a temperatura y fotoperíodo. En: Bases para el
manejo del Maíz, el Girasol y la Soja. Eds: F. Andrade y V. Sadras, Buenos Aires. pp 19-39.
Salado Navarro, L. 2012. Ecofisiología de Soja. En: El cultivo de soja en Argentina. 1 ra edición. Ed: H. Baigorri (In Memorian) y L. Salado)
Buenos Aires. pp 83-104.
Salinas, A. y E. Martellotto. 2012. Uso de agua y riego. En: El cultivo de soja en Argentina. 1 ra edición. Ed: H. Baigorri (In Memorian) y L.
Salado) Buenos Aires. pp 163-174.
Santos, D., 2011. Algunas bases para el manejo del cultivo de soja. Resumen del Quinto Congreso de la Soja del Mercosur y 1er foro de la Soja
Asia-Mercosur. Mercosoja 2011, Rosario.
Salvagiotti F.; J. Capurro y J. Enrico, 2009. El manejo de la nutrición nitrogenada en soja. Para mejorar la producción 42. EEA INTA Oliveros.
Buenos Aires
Shibles, R. y C. Wheber. 1965. Leaf area, solar radiation interception and dry matter production by soybeans Crop Sci. 5 (6): 1606-1614
SIIA (Sistema integrado de información agropecuaria) 2015. Estimaciones agrícolas, informe semanal al 17 de Julio de 2014. Disponible en
http://www.siia.gov.ar/_informes/Estimaciones_Agricolas/Mensual/150618_Informe%20Mensual%20Estimaciones%20-%20Jun-2015.pdf
Consultado el 21/07/2015.
Sillon, M. 2012. Enfermedades del cultivo de Soja. El cultivo de soja en Argentina. 1 ra edición. Ed: H. Baigorri (In Memorian) y L. Salado)
Buenos Aires. pp 303-316.
Sinclair, T., L. Salado Navarro, G. Salas and L. Purcell. 2007. Soybean yields and soil w ater status in Argentina. Simulation análisis. Agricultural
Systems 94: 471-477
Soldini, D. 2008. Algunas bases para el manejo del cultivo de soja. Informe de Actualización Técnica n° 10. EEA INTA Marcos Juarez. pp 13-
17
Sprent, J.L. Sutherland, J and de Faria, S. 1989. Estructure and function of nodules from woody legumes. Monographs in systematic botany
29, St Louis. pp 559-578.
Tanner, C. and T. Sinclair. 1983. Research or re-research?. PI-27. In H. M. Taylor et al. (ed). Limitations to eff icient wáter use in crop
production. ASA, Madison, WI.
Vega, C. 2006. Ecofisiología del cultivo de soja. [en linea] Disponible en:
http://www.planetasoja.com.ar/index.php?sec=7&pag=1&ord=autor+ASC&fil=&seltab=1&tra=12539&orden=autor Consultado el 23/07/14) Vega, Claudia y G. Salas. 2012. Bases para el manejo del cultivo de soja. En: El Cultivo de soja en Argentina. Buenos Aires. Eds: Baigorri H.
(in memorian) y Salado Navarro. pp 147-162.
Whigham, D. and H. Minor. 1983. Caracteristicas agronómicas en relación con el estrés ambiental. En: Fisiología, mejoramiento, cultivo y
utilización de la soja. Ed: Norman G. Michigan pp 79-119.
Zapata, F., S. Danso, G. Hardarson y M. Fried. 1987. Time course of nitrogen f ixation in f ield-grown soybean using nitrogen -15 methodology.
Agron. J. 79: 173-176.
BIBLIOGRAFIA RECOMENDADA
El cultivo de la soja en Argentina. 1997. Eds: Giorda y Baigorri. Córdoba.
Bases para el manejo del Maíz, el Girasol y la Soja. 2000. Eds: F. Andrade y V. Sadras. Buenos Aires.
El libro de la Soja. 2003. Ed: E. Satorre. Buenos Aires.
Producción de Granos. Bases funcionales para su manejo. 2003. Ed: A. Pascale. Buenos Aires.
Manual práctico para la producción de soja. 2004. Eds: M. Diaz Zorita y G. Duarte. Buenos Aires.
Cultivos Industriales. 2006. Ed: E. de la Fuente et al. Buenos Aires.
Producción de soja. 2008. Ed: AACREA. Buenos Aires.
Manual de manejo del cultivo de soja. 2009. Eds: F. Garcia, I Ciampitt i y H. Baigorri. Buenos Aires.
El cultivo de la soja en Argentina. 2012. Eds: Salado Navarro y Baigorri (in Memorian)
Soja. Informe de actualización técnica. 2013. Ed: INTA Marcos Juarez.
Recommended