Proclamando la Buena Nueva
El Kérux de Dios
† Lectura del Santo Evangelio según San Lucas 1,39-45
En aquellos días, María partió y fue sin
demora a un pueblo de la montaña de
Judá.
Entró en la casa de Zacarías y saludó a
Isabel.
Apenas esta oyó el saludo de María, el
niño saltó de alegría en su seno, e Isa-
bel, llena del Espíritu Santo, exclamó:
"¡Tú eres bendita entre todas las mujeres
y bendito es el fruto de tu vientre!
¿Quién soy yo, para que la madre de mi
Señor venga a visitarme?
Apenas oí tu saludo, el niño saltó de
alegría en mi seno.
Feliz de ti por haber creído que se cumplirá lo que te fue anunciado de parte del Se-
ñor".
Lecturas Bíblicas: Miq 5,1-4; Sal 80 (79) ; Heb 10,5-10; Lc 1,39-45
Co
men
tari
os
y S
ug
eren
cia
s a
l E
ma
il:
orl
an
do
carm
on
a7
7@
ya
ho
o.e
s
LECTIO DIVINA IV DOMINGO DE ADVIENTO (CICLO C)
Elaborado y diseñado por el Licdo. Orlando Carmona. Ministro de la Palabra.
Publicación Bíblica Semanal. Páginas Web: Nuestro Blog visítanos: http://orlandocarmona75.blogspot.com/;
http://es.catholic.net/ ; http://sanjeronimo.org.ve
23 de
Diciembre del
2012
Año 3 N° 146
Lo más importante en la historia, no siempre es lo más espectacular. El Evangelio prefiere seña-
lar los acontecimientos que fueron portadores de vida.
Las muchedumbres judías caminarán hacia Juan, años después, en busca de la palabra de Dios.
Pero nadie se preguntará cómo recibió el Espíritu de Dios. Y nadie sabrá que María, la niña
humilde, puso en movimiento los resortes del plan de Dios aquel día de la Visitación.
Las palabras que Isabel usa para saludar a María: «¡Bendita tú eres entre las mujeres y bendito
el fruto de tu vientre! las usamos cada vez que rezamos el Avemaría.
ORACIÓN: ¿Qué le digo?
Elaborado y diseñado por el Licdo. Orlando Carmona. Ministro de la Palabra 2
*****
Dios te salve María, llena eres de gracia, el Señor es contigo; bendita tú eres entre todas las mu-
jeres, y bendito es el fruto de tu vientre, Jesús.
Santa María, Madre de Dios, ruega por nosotros, pecadores, ahora y en la ahora de nuestra
muerte. Amén
CONTEMPLACIÓN: ¿Cómo interiorizo el mensaje
MEDITACIÓN ¿Qué me dice el texto?
El Evangelio de hoy nos presenta la Visitación de la Virgen María a su prima Santa Isabel. Es la
escena que contemplamos en el Segundo Misterio Gozoso del Rosario, que se reza todos los lu-
nes y los jueves.
El anuncio que poco antes le había hecho el ángel, no dejó a María aislada con sus problemas. El
ángel le habló de su prima Isabel, ya anciana, y María va a compartir con ella su alegría y su se-
creto.
2
3
4
1 LECTURA ¿Qué dice el texto?
*****
Hoy contemplamos las palabras de Isabel a María
"¡Tú eres bendita entre todas las mujeres y bendito es el fruto de tu vientre!
5
ACCIÓN: ¿A que me comprometo?
*****
A bendecir a mis hermanos en cada momento.
Elaborado y diseñado por el Licdo. Orlando Carmona. Ministro de la Palabra 3
La exultación fue obra
divina en el niño, no
obra humana de él.
Las palabras de Isabel,
madre de Juan, son sin
duda éstas: Bendita tú en-
tre las mujeres y bendito
el fruto de tu vientre. Y ¿de dónde a mí que ven-
ga la madre de mi Señor a mí? He aquí que al
sonar la voz de tu saludo en mis oídos exultó de
gozo el niño en mis entrañas (Lc 1,42-44). El
evangelista advierte que para decir esto fue lle-
na del Espíritu Santo. Sin duda por su revela-
ción conoció lo que significaba la exultación del
niño, esto es: que había venido la madre de
aquel cuyo precursor y heraldo había de ser. Pu-
do, pues, darse esa significación de un prodigio
tan nuevo para que lo conocieran los mayores,
pero sin que lo conociera el niño. Cuando el
evangelio lo narra, no dice «creyó», sino exultó
el niño en sus entrañas. Tampoco dijo Isabel:
«Exultó en la fe el niño en mis entrañas», sino
Exultó en gozo. Tal exultación la vemos no sólo
en los niños, sino también en los animales, aun-
que no proviene de la fe, de la religión o de
cualquier otro conocimiento racional. Esta exul-
tación fue inusitada y nueva, porque se realizó en
las entrañas y a la llegada de aquella que había
de dar a luz al Salvador de los hombres. Por eso
fue milagrosa y digna de ser contada entre los
grandes milagros. Por lo tanto, esa exultación, o
diríamos resalutación ofrecida a la madre del Se-
ñor, como suele acaecer en los milagros, fue obra
divina en el niño, no obra humana del niño.
Supongamos que aquel niño se hubiera acelerado
tanto en el uso de razón y de voluntad, que de-
ntro de las entrañas maternales pudiese ya cono-
cer, creer, consentir, cosas que en los demás ni-
ños han de venir con la edad. Eso mismo sería un
milagro del poder divino, y no puede servir de
modelo para la naturaleza humana... Los niños
no conocen las cosas divinas, pues ni aún las
humanas conocen; si quiero demostrarlo con pa-
labras, temo hacer injuria a nuestra capacidad,
pues trato de probar con palabras una cosa en la
que la evidencia de la verdad supera bien todas
las habilidades y funciones de la palabra.
LA COLUMNA DE SAN AGUSTÍN
Proclamando la Buena Nueva
El Kérux de Dios
† Lectura del Santo Evangelio según San Lucas 1,39-45
En aquella época apareció un decreto del emperador
Augusto, ordenando que se realizara un censo en todo el
mundo.
Este primer censo tuvo lugar cuando Quirino gobernaba
la Siria.
Y cada uno iba a inscribirse a su ciudad de origen.
José, que pertenecía a la familia de David, salió de Na-
zaret, ciudad de Galilea, y se dirigió a Belén de Judea, la
ciudad de David, para inscribirse con María, su esposa,
que estaba embarazada.
Mientras se encontraban en Belén, le llegó el tiempo de
ser madre; y María dio a luz a su Hijo primogénito, lo
envolvió en pañales y lo acostó en un pesebre, porque
no había lugar para ellos en el albergue.
En esa región acampaban unos pastores, que vigilaban por turno sus rebaños durante la noche.
De pronto, se les apareció el Ángel del Señor y la gloria del Señor los envolvió con su luz.
Ellos sintieron un gran temor, pero el Ángel les dijo: "No teman, porque les traigo una buena
noticia, una gran alegría para todo el pueblo: Hoy, en la ciudad de David, les ha nacido un
Salvador, que es el Mesías, el Señor.
Y esto les servirá de señal: encontrarán a un niño recién nacido envuelto en pañales y acosta-
do en un pesebre".
Y junto con el Ángel, apareció de pronto una multitud del ejército celestial, que alababa a
Dios, diciendo:
"¡Gloria a Dios en las alturas, y en la tierra, paz a los hombres amados por él!".
Lecturas Bíblicas: Is 9,1-6; Sal 96(95) ; Tit 2,11-14; Lc 2,1-14
Co
men
tari
os
y S
ug
eren
cia
s a
l E
ma
il:
orl
an
do
carm
on
a7
7@
ya
ho
o.e
s
LECTIO DIVINA NATIVIDAD DE NUESTRO SEÑOR JESUCRISTO
Elaborado y diseñado por el Licdo. Orlando Carmona. Ministro de la Palabra.
Publicación Bíblica Semanal. Páginas Web: Nuestro Blog visítanos: http://orlandocarmona75.blogspot.com/;
http://es.catholic.net/ ; http://sanjeronimo.org.ve
25 de
Diciembre del
2012
Año 3 N° 147
Elaborado y diseñado por el Licdo. Orlando Carmona. Ministro de la Palabra 3
Palabras de fiesta y con-
gratulación
Cuando se nos leyó el
evangelio, escuchamos
las palabras mediante las
cuales los ángeles anun-
ciaron a los pastores el
nacimiento, de una virgen, de Jesucristo el Se-
ñor: Gloria a Dios en los cielos y paz en la tie-
rra a los hombres de buena voluntad (Lc 2,14).
Palabras de fiesta y de congratulación, no sólo
para la mujer cuyo seno había dado a luz al ni-
ño, sino también para el género humano, en cu-
yo beneficio la virgen había alumbrado al Sal-
vador. En verdad era digno y de todo punto con-
veniente que la que había procreado al Señor de
cielo y tierra y había permanecido virgen des-
pués de dar a luz, viera celebrado su alumbra-
miento no con festejos humanos de algunas mu-
jercillas, sino con los divinos cánticos de ala-
banza de un ángel.
Digámoslo, pues, también nosotros, y digámos-
lo con el mayor gozo que nos sea posible; noso-
tros que no anunciamos su nacimiento a pasto-
res de ovejas, sino que lo celebramos en com-
pañía de sus ovejas; digamos también nosotros,
vuelvo a repetirlo, con un corazón lleno de fe y
con devota voz: Gloria a Dios en el cielo y paz
en la tierra a los hombres de buena voluntad.
Meditemos con fe, esperanza y caridad estas pa-
labras divinas, este cántico de alabanza a Dios,
este gozo angélico, considerado con toda la aten-
ción de que seamos capaces. Tal como creemos,
esperamos y deseamos, también nosotros sere-
mos «gloria a Dios en las alturas» cuando, una
vez resucitado el cuerpo espiritual, seamos lleva-
dos al encuentro en las nubes con Cristo, a con-
dición de que ahora, mientras nos hallamos en la
tierra, busquemos la paz con buena voluntad. Vi-
da en las alturas ciertamente, porque allí está la
región de los vivos; días buenos también allí
donde el Señor es siempre el mismo y sus años
no pasan. Pero quien ame la vida y desee ver
días buenos, cohíba su lengua del mal y no
hablen mentira sus labios; apártese del mal y
obre el bien, y conviértase así en hombre de bue-
na voluntad. Busque la paz y persígala, pues paz
en la tierra a los hombres de buena voluntad.
*****
Compromiso del día: A que el Niño Jesús nazca
cada día en mi corazón.
LA COLUMNA DE SAN AGUSTÍN