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Un mito recurrente: hay que crecer para luego distribuir
El divorcio entre produccin y distribucin en el discurso neoclsico.
Fabin Flores*
En este trabajo se busca poner en evidencia la extorsin en la que deviene lasubordinacin de las necesidades sociales a los requerimientos de los sectores
dominantes en cuanto a las condiciones necesarias para el crecimiento.
Se abordarn, principalmente, los siguientes ejes:
La separacin entre produccin y distribucin en el discuso neoclsico
El nfasis en la eficiencia.
La Inversin como impulsora del crecimiento y la subordinacin de intereses.
El patrn de distribucin y la configuracin de la demanda.
La configuracin del ahorro y la justificacin de mantener una distribucin regresiva.
La esperanza y la promesa a futuro: la teora del derrame.
La economa y el resto de las ciencias sociales. La poltica como ruido: la demagogia y
el populismo.El cambio de paradigma a nivel regional. La necesidad de discutir la matriz de
crecimiento y distribucin.
Palabras claves: mito - produccin distribucin mercado - crecimiento
subordinacin - desigualdad polticas.
*Profesor Titular de Economa y Estructura Social I y II de la carrera de Trabajo Social de la UniversidadPopular de Madres de Plaza de Mayo. Profesor Adjunto de Economa Poltica y Problemtica
Econmica Argentina, Facultad de Periodismo y Comunicacin Social de la Universidad Nacional de LaPlata, Jefe de Trabajos Prcticos de Microeconoma I, de la Facultad de Ciencias Econmicas de laUniversidad Nacional de La Plata, Ayudante Diplomado de Macroeconoma I de la misma Facultad;
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Yo no s muchas cosas, es verdad.
Digo tan slo lo que he visto.
Y he visto:
que la cuna del hombre la mecen con cuentos,
que los gritos de angustia del hombre los ahogan con cuentos,
que el llanto del hombre lo taponan con cuentos,
que los huesos del hombre los entierran con cuentos,
y que el miedo del hombre...
ha inventado todos los cuentos.
Yo no s muchas cosas, es verdad,
pero me han dormido con todos los cuentos...
y s todos los cuentos.
Len Felipe
Introduccin
La construccin del mito que nos importa en esta circunstancia remite a la
necesidad de legitimar una relacin de dominacin social. Es decir que a partir de la
formulacin del mito se sucede el intento de hacerlo permeable y aceptable a lo largo de
todo el tejido social, pero sobre todo en aquellas capas subordinadas. La aceptacin del
mito implica, en ltima instancia, la subordinacin que se desprende del mito mismo.
De lo que estamos hablando es de la lucha por la construccin de lo que
habitualmente se denomina sentido comn. Se trata, entonces, de edificar una
hegemona en el campo de las ideas con el objetivo de lograr una legitimacin del status
quo.
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As, el mito adquiere categora cientfica, sin necesidad de recurrir a mtodos de
demostracin vlidos. Alcanzar con recorrer algn sofisma, repetido hasta el
cansancio, que conduzca a popularizar cierto enunciado.
Los grandes medios hegemnicos, la academia acrtica y los mismos sectores
dominantes en sus representaciones ms directas (cmaras empresariales, por ej.)
intentarn agitar y propagandizar el mito. Aprovecharn para esparcirlo, para instalarlo
en cabeza de toda la sociedad. La vulnerabilidad de los sectores subordinados ofrecer
un campo frtil para dicho objetivo. La ausencia de pensamiento crtico, de una
autonoma en la construccin de sus propios paradigmas, ayudarn a que el mito se
instale como verdad incuestionable y, lo que es ms grave, sea propalada por quienes
sufren las consecuencias de la aceptacin del mismo.
En este contexto, la Universidad, en particular la Universidad Popular de Madres
de Plaza de Mayo y las carreras y diversas instancias que la integran, se enfrentan al
desafo constante de intervenir en forma crtica, promoviendo y creando condiciones
para que los sectores populares puedan forjar su propio pensamiento, sus propios
paradigmas. Este trabajo, desde la ctedra de Economa y Estructura Social de la carrera
de Trabajo Social de la UPMPM, reconoce ese norte.
El mito en el que se concentra este trabajo, postula que cualquier reclamo
tendiente a lograr mejoras en los ingresos de los sectores ms postergados, debe
relegarse para priorizar el crecimiento econmico. Aquel reclamo, entonces, ser
satisfecho en un segundo momento, un momento de distribucin, escindido del de la
produccin misma.
Produccin y distribucin: una polmica histrica.
La irrupcin de los llamados clsicos de la economa poltica, vino a darle
cuerpo a la misma desde el punto de vista cientfico. Como seala Fernndez Lpez1los
clsicos, con Adam Smith como referente principal, se ocuparon antes bien de la
produccin en un escenario de largo plazo. De tal modo que la eficiencia asumi un
papel determinante en la discusin de lo econmico, en un escenario de tiempos que
permitieran los ajustes virtuosos. En rigor la distribucin aparece problematizada por
David Ricardo a partir de la polmica entre burgueses y terratenientes en la Inglaterra de
1Historia del pensamiento econmico. AZ Editora, 1998.
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principios del siglo XIX. All, Ricardo sealaba lo inconducente del comportamiento
rentista de los terratenientes en perjuicio de la naciente burguesa, en pos del desarrollo
del capitalismo2. En otras palabras, aparece la distribucin incidiendo en el sendero de
produccin, al desincentivar la inversin.
Carlos Marx, quien reconoci en los clsicos la construccin de un edificio
terico fundacional, no ahorr crticas al contenido de la relacin entre produccin y
distribucin esgrimido hasta entonces. En palabras del economista alemn la
distribucin es ella misma un producto de la produccin3. Y a su vez, la distribucin
tanto de los instrumentos de trabajo como la de los individuos entre los distintos
gneros de produccin, determina la organizacin de la misma. Es decir que establece
una relacin dialctica, ms compleja que la exhibida por los clsicos
La distribucin en el esquema neoclsico
Quienes reformularon el pensamiento clsico, y de all su identificacin como
neoclsicos, renegaron de la arista Ricardiana y simplemente negaron la existencia del
marxismo. Precisamente, uno de sus pilares en trminos de construccin del paradigma,
lo constituye el haber sacado a la distribucin del escenario de discusin4.
De modo representativo, basta con explorar en los llamados teoremas del
bienestar enunciados por los neoclsicos. All se sostiene que, en condiciones de
competencia perfecta, la eficiente asignacin de recursos y bienes producidos en el
marco de una economa de libre mercado, elevar al mximo el bienestar de la sociedad.
Ms all de ofrecer un flanco dbil a partir del supuesto de competencia perfecta5, en
este trabajo nos importa sealar cual es el papel asignado a la distribucin en este
razonamiento.
2Es inevitable la referencia al conflicto vivido en nuetro pas en 2008, ante la rebelin patronal agraria.
Precisamente, aquel conflicto puso en discusin la apropiacin de la renta agraria diferencial argentina ysus implicaciones en trminos del desenvolvimiento del sistema econmico argentino.3Contribucin a la crtica de la economa poltica. Instituto del Libro, Cuba.4Burkun y Spagnolo, Nociones de Economa Poltica. Ed. Zavala.
5Las condiciones son: atomizacin del mercado (muchos compradores y vendedores, es decir ausencia de
monopolios u otra forma imperfecta de competencia) , homogeneidad del producto (no es posiblediferenciar un producto por calidad, por ejemplo), libre entrada y salida de los mercados (no hay barrerasartificiales o impuestas por algn poder, incluso econmico), perfecta movilidad de los recursos (ausencia
de fricciones en la asignacin y reasignacin de esos recursos) y perfecta informacin (ausencia deasimetras en la informacin de mercado). Una rpida mirada a la economa contempornea nos permiteequiparar la vigencia de estas condiciones casi con algo esotrico.
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Planteadas as las cosas, la distribucin aparece reducida a un parmetro, en
trminos exgenos al mismo modelo de deduccin. Dada una distribucin de
recursos, y cumpliendo con las condiciones de eficiencia, la sociedad alcanzar su
mximo bienestar. Esto implica que una sociedad con fuerte desigualdad en la
distribucin podr alcanzar ese ptimo paretiano6. En todo caso, el problema de la
desigualdad cae en el campo de lo que los neoclsicos denominan economa
normativa, aquella que tiene que ver con las valoraciones sociales. El sistema operara
(y, decimos nosotros, reproducira) con una distribucin del ingreso dada. Si por
motivaciones de orden social, un agente exgeno (el poder poltico) la modificara (en
forma apropiada, aclaran, introduciendo, paradjicamente otro interrogante acerca del
alcance de la expresin), el sistema de libre mercado se las arreglara para reconstituir,
ya alterada la anterior desigualdad, los equilibrios vinculados a la eficiencia y, por tanto,
al mayor bienestar.
Ntese que la distribucin carece de relacin dialctica en este razonamiento. Se
conjuga con la recurrente frase: pobres habr siempre, y el problema se reduce a que
todos, pobres, ricos, estn lo mejor posible dentro de su condicin.
Al investigar acerca de la concepcin del valor para los neoclsicos, la cuestin
se dimensiona a mayor escala en sus derivaciones. Para esta escuela de pensamiento, elvalor tiene un carcter subjetivo, es decir que depende de la subjetividad de cada
individuo. De manera tal que la valoracin social de la que se habla es el resultado de la
sumatoria de las satisfacciones individuales. Al respecto podemos hacer dos
apreciaciones.
En primer lugar, la subjetividad nos remite a la condicin humana que las
contiene. Para los neoclsicos el ser humano debe manejarse con parmetros de
racionalidad y optimizacin. En su rol de empresario deber maximizar ganancias,
como trabajador, intentar maximizar la utilidad derivada de su ocio (lo que implica
tratar de ganar el mayor dinero posible por la venta de su fuerza de trabajo) y, por fin,
en el rol de consumidor, tratar de maximizar la utilidad con su presupuesto monetario.
Como se ve, el altruismo se ve ms como una disfuncin cuando no una desviacin, a la
hora de garantizar los ptimos en cuestin. Y la llamada valoracin social es el producto
de agregar todas esas valoraciones individuales egostas.
6Un ptimo paretiano implica que nadie pueda mejorar su situacin sin empeorar la de otro.
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En segndo trmino, la subjetividad colisiona con el sentido de justicia. Qu
distribucin puede ser justa, toda vez que, por ejemplo, estemos en presencia de ricos
que valoren ms el dinero que los pobres?. En ese escenario, redistribuir ingresos a
favor de los pobres puede deteriorar el bienestar social, al verificarse que la prdida de
satisfaccin de los ricos supera al incremento de bienestar en los pobres. Entramos en
un terreno de irresolucin. La asignacin de recursos en trminos de eficiencia, en
cambio, se cie por parmetros cuantificables, resolubles con auxilio de las matemticas
y arrojan un resultado objetivo. En consecuencia, la economa positiva termina
imponindose a la normativa.
Cmo distribuye la economa de mercado.
Existen tres instancias en las que se revela la distribucin del Ingreso. La
primera de ellas nos permite ver en cunto participan los propietarios de los recursos en
trminos de retribucin. Dicho en otras palabras, cunto se apropian los capitalistas y
los trabajadores, en un esquema simplificado, y se denomina distribucin funcional del
ingreso. El espacio social en que se define es el mercado de factores.
En la segunda, a travs de la denominada distribucin personal del ingreso,
podemos ver la apropiacin por parte de las familias, a las cuales se divide en
porcentajes de la poblacin y se las ordena en funcin de la cuanta de ingresos
apropiada. Los atributos de las propiedades de estas familias definir en cuanto
participarn del reparto del ingreso, por lo que est determinada por lo que suceda en el
mercado de factores. No hablamos ya de trabajadores y capitalistas, sino de familias.
Y por ltimo, la distribucin de ingresos entre las familias supone reparto de
poder de compra, por lo que se reflejar a la hora de la adquisicin de mercancas. All
estamos ante el reparto del producto. Este se define en el mercado de bienes.
Cabe aclarar que la expresin instancia no supone necesariamente distintos
momentos entendidos en su acepcin temporal. La separacin se hace a los fines
analticos para observar distintos aspectos del circuito econmico.7
7En rigor, el reparto del producto requiere que medien decisiones de consumo por parte de las familias.
Pero no por ello se pierde la nocin de continuidad del circuito econmico.
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Distribucin entre propietarios de recursos
En el enfoque de la distribucin funcional, la misma se define, en el esquema
neoclsico, de acuerdo a la productividad de cada recurso. En trminos ms rigurosos,
de acuerdo al ingreso de la productividad marginal, es decir cuanto agrega al ingreso de
la actividad la ltima unidad del recurso contratada8. Sin perjuicio de esto ltimo, que
de por s tiene implicancias en el reparto9, se supone que la apropiacin queda
subordinada, entonces, a alteraciones en la productividad. Este vnculo, ya de por s con
bases al menos discutibles, involucra tanto a la produccin como a la distribucin. Los
atributos en cuanto a calidad (productividad) y cantidad de los recursos de los que se sea
propietario determinarn en principio la participacin en este reparto del ingreso. Esos
atributos estn presentes en el mismo momento de la produccin, por lo que tienden aconsagrar un esquema distributivo. A decir de Burkun y Spagnolo10, todo proceso de
produccin es tambin un proceso de reproduccin del sistema mismo. En este punto, el
vnculo entre produccin y distribucin est determinado por la propiedad, pero no
aparece evidente cmo la distribucin modela al producto. Pareciera agotarse aqu, en
trminos de problemtica, el enfoque neoclsico.
Ante esto se suele argumentar que la dinmica de crecimiento, al otorgar
incentivos positivos a los empresarios (capitalistas)
11
, propender a un aumento en laInversin, con el consiguiente aumento de productividad que determinar aumentos
salariales y, por tanto, un esquema distributivo menos injusto.
Pero sucede que se verifican procesos en los cuales se han sucedido aumentos en
la productividad acompaados, sino con un congelamiento de salarios, con una
disminucin de los mismos. Lo que nos sugiere que el mercado de recursos, y en
8En condiciones de competencia perfecta, el Ingreso del Producto Marginal es idntico al Valor del
Producto Marginal, esto es, la valoracin que la sociedad hace de la ltima unidad contratada de trabajo.9En lo referente a la fuerza de trabajo, se asume que al ser remunerada (salario) de acuerdo al aporte de la
ltima unidad, y siendo su productividad marginal decreciente, el excedente creado por las anterioresunidades no es apropiado, entonces, por los trabajadores, Lo cual incide en la distribucin funcional delIngreso. Constituye otra forma de ver lo que Marx enuncia como plusvalor.10
Op. citada11Los rendimientos futuros de cada inversin, junto con la tasa de inters y el perodo de recupero, son
las variables que, desde un punto de vista microeconmico, se involucran a la hora de definir laconveniencia o no de su realizacin. Son conocidos, en este sentido, los mtodos denominados ValorActual Neto y Tasa Interna de retorno. Un mirada macroeconmica de la economa capitalista, vincula
principalmente a la Inversin tanto con el crecimiento del Ingreso (como agregado macroeconmico),como con la apropiacin capitalista en trminos brutos (Retribucin a los propietarios de los medios deproduccin, conteniendo las amortizaciones del Capital).
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particular el de trabajo, funciona bajo otras pautas, Al respecto, puede observarse el
comportamiento de ambas variables en el cuadro 1
Cuadro I - Salario real y productividad - 1990-2006
Indice base 1990 = 100
0,0
20,0
40,0
60,0
80,0
100,0
120,0
140,0
160,0
1990 1991 1992 1993 1994 1995 1996 1997 1998 1999 2000 2001 2002 2003 2004 2005 2006
Salario Real
Productividad
Fuente:Salario real, Costo laboral y Productividad. Argentina 19472006. Juan M. Graa yDamin Kennedy
Como se observa, a partir de 1993 y hasta 1998, se verifica un comportamientodivergente entre productividad y salario, lo que unido a la creciente desocupacin
registrada durante dicho rgimen, redund en una fuerte cada en la participacin de los
asalariados en el Producto Interno (distribucin funcional). El contexto
macroeconmico (tipo de cambio fijo, fuerte financierizacin y desindustrializacin de
la economa) determinaron que aquella pretensin de vincular productividad y salarios
diera por tierra en los hechos. De all hasta la crisis de finales del 2001 ambas variables
no reflejan grandes alteraciones. El inicio de la post convertibilidad, con la salida
devaluatoria, muestra el deterioro abrupto del salario ante un comportamiento sin
alteraciones de la productividad. Pasado el momento de shock, ambas variables
observan un comportamiento ascendente, incluso con una recuperacin relativa del
salario con respecto a la productividad. La presencia de polticas pblicas (que no
precisamente abrevan en el ideario neoclsico), el crecimiento del empleo, el
mejoramiento relativo en las condiciones de negociacin salarial y la recomposicin de
la demanda interna , en un marco de fuerte crecimiento econmico, parecieran explicar,
al menos en parte, esta tendencia.
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De todos modos, queda claro que el vnculo entre produccin y distribucin, en
la instancia de la distribucin funcional, postulado por el pensamiento neoclsico en
trminos microeconmicos termina diluyndose.
La distribucin entre familias.
Otro argumento esgrimido por quienes pretenden postergar el momento de la
distribucin es aquel que nos habla de un efecto derrame. Es decir, que una vez
satisfechas las necesidades de los sectores ms pudientes, aparecer un excedente
susceptible de ser apropiado por los sectores postergados. Sin embargo, la historia se
empecina en rebatir ese vaticinio. Yendo a la instancia de distribucin personal, que
ofrece una mirada en trminos de consecuencias sociales del esquema distributivo, las
conclusiones no permiten ver tal efecto derrame. Como puede verse en los cuadros I y
II, procesos de incremento en el nivel de riqueza coexisten con un agravamiento en los
ndices de desigualdad.
En primer trmino, se muestra la evolucin, segn datos de la CEPAL, de la
distribucin del ingreso para nuestro pas, en las ltimas dos dcadas
N de decil 1990 1997 1999 2002 2004 2005 2006 2009
decil 1 1,5 1,3 1,3 0,9 1,1 1,1 1,2 1,1
decil 2 2,6 2,5 2,3 1,9 2,3 2,4 2,4 2,4
decil 3 3,6 3,2 3,1 2,7 3,3 3,4 3,4 3,5
decil 4 4,6 4,2 4,1 3,7 4,3 4,4 4,4 4,5
decil 5 5,7 5,3 5,1 4,7 5,5 5,5 5,6 5,6
decil 6 7,0 6,3 6,4 6,1 6,7 6,8 6,9 7,0
decil 7 8,8 8,2 8,2 7,7 8,5 8,4 8,6 9,0
decil 8 11,3 11,1 10,9 10,7 10,9 10,9 11,0 11,4
decil 9 15,6 16,2 15,6 15,4 15,4 15,5 15,6 16,3
decil 10 39,3 41,7 43,1 46,4 42,1 41,7 40,8 39,2
Fuente: CEPAL
Cuadro I - Distribucin del Ingreso. En porcentajes
La desigualdad se revela como estructural, dado el comportamiento en el
perodo analizado. Sin embargo, en momentos de profundas crisis (2002), el 10 % ms
rico de la poblacin (decil 10) aumenta su participacin en forma considerable, mientras
que el resto de los deciles, en su totalidad, disminuyen su participacin. En especial, si
bien en trminos absolutos la baja de puntos porcentuales es igual en la mayora de los
otros deciles, el ms pobre es que sufre el mayor impacto en trminos relativos.
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Una medida de la desigualdad es el cociente entre los porcentajes apropiados por
los deciles extremos (10 y 1). En el cuadro II puede observarse la evolucin comparada
de dicho cociente y del PIB.
1990 1997 1999 2002 2004 2005 2006 2009
Brecha entre deciles
extremos Indice
base 1990 = 100
100,0 126,5 129,8 201,7 148,6 144,4 137,8 141,9
PIB Indice base
1990 = 100
100,0 150,3 150,8 127,4 151,2 165,1 179,1 209,5
Fuente: CEPAL
Cuadro 2 - Crecimiento y desigualdad. Indice base 1990 = 100
Esta relacin puede exponerse en trminos grficos, para facilitar la lectura de
tendencias.
Grfico 2 - Brecha de desigualdad y PBi - 1990-2009 - Indice base 1990=100
0,0
50,0
100,0
150,0
200,0
250,0
1990 1997 1999 2002 2004 2005 2006 2009
Brecha de desigualdad
PIB
Ntese, en el grfico 2, que la brecha de desigualdad observa un
comportamiento ascendente en la primera parte de la dcada del 90, conjugndose con
un crecimiento de la economa. De hecho, entre 1990 y 1997, los nicos deciles que
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aumentan su participacin son los dos superiores en la escala de ingresos (9 y 10),
como se vio en el cuadro 1.
A partir de 1997 se produce un amesetamiento en el comportamiento del PBI (la
economa argentina registr en decenas de trimestres consecutivos un estancamiento)
acompaado por, aunque leve, un aumento en los niveles de desigualdad entre deciles
extremos.
Siguiendo en el anlisis del perodo, aparece la peor de las combinaciones, pero
tambin la ms previsible: una cada abrupta del PBI junto con un crecimiento
extraordinario de la desigualdad. Eso puede observarse en 2002. Es claro que ante
shocks violentos de la economa, y la devaluacin post convertibilidad lo fue, los
sectores pudientes pueden esgrimir una mayor batera de defensas para preservar sus
niveles de ingresos, bsicamente porque sus rentas e ingresos en general no tienen la
volatilidad de los salarios correspondientes a los sectores de la escala ms baja. Por
extremo, los sectores ms vulnerables tienen menos posibilidades, por lo que este
cuadro de desigualdad termina derramando lo negativo. Es decir los costos del ajuste.
Esta lgica lleva a que los efectos de la crisis sean socializados bajo un patrn
que hace repercutir en mayor cuanta los efectos de la crisis en los sectores ms
vulnerables.
Pasada aquella crisis puede verse que el crecimiento posterior se articula con un
descenso en la desigualdad. Sobre todo por el aumento del empleo y la recuperacin
salarial de varios sectores. De todas formas, ntese que el descenso en la desigualdad
tiene una intensidad considerablemente menor a la intensidad en el crecimiento. Esto
puede deberse, entre otras cosas y siguiendo a Perez Candreva (2006), en lo
heterogneo de la estructura de la fuerza de trabajo en la argentina, que hace que no
todos los sectores asalariados mejoren en parecida dimensin ante los procesos de
crecimiento. En esta comparacin no figura el ao 2010, en el cual se vieron con efecto
pleno algunas polticas redistributivas (aumentos de jubilaciones y pensiones y, sobre
todo, la asignacin universal por hijo) que se supone deben haber achicado la brecha de
desigualdad. De todas formas, y sin desconocer la necesidad y el efecto positivo de
dichas polticas, subyacen problemas estructurales propios de una economa capitalista
perifrica, que es menester solucionar.
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El reparto de bienes
En plena dcada del 90, el entonces ministro de Economa, Domingo Cavallo, le
sugiri a los manifestantes que peticionaban por una mejora en sus condiciones de vida,
sintetizada la consigna en el reclamo de pan, que dicha mercanca deba solicitarse en la
panadera. No sin cinismo, Cavallo les indicaba que, en el capitalismo, el reparto del
producto se lleva a cabo bajo el mecanismo de mercado. La condicin reside, entonces,
en disponer del instrumento de cambio necesario para poder adquirir las mercancas que
se deseen.
Y precisamente, la dotacin de esos instrumentos dependen de la distribucin. El
economista Milton Friedman, de Chicago, cuna del pensamiento monetarista, postul
que el funcionamiento de la economa libre de mercado era a la economa, como la
democracia al sistema poltico. Sin ignorar el hecho de que en la democracia occidental
la cuestin del poder no se define exclusivamente por el acto eleccionario, al respecto
debe sealarse que, mientras en el sistema democrtico cada individuo es propietario de
un voto, y slo uno, en el sistema econmico se producen fuertes desigualdades en la
asignacin de los votos monetarios. En la compulsa de mercado prevalecern aquellos
que cuenten con mayor cantidad de esos votos, en su rol de consumidores, en tanto
compradores de mercancas.
Por otra parte, el aparato productivo se modela en funcin de las seales que
recibe del mercado, es decir de los requerimientos de los consumidores. En tanto esas
seales provengan de un espacio social con fuertes desigualdades, modelarn un patrn
de consumo resultante de dichas desigualdades. Bienes suntuarios se priorizarn en su
produccin o importacin antes que bienes de primera necesidad, quedando en
evidencia otra grave desvinculacin de la economa capitalista: produccin y
necesidades. Obviamente es parte de la problemtica que estamos tratando. En trminos
de crecimiento, implica que el sendero de crecimiento no obedezca a una planificacin
en bsqueda del desarrollo integral de la sociedad. Acero o caramelos fue la consigna
planteada por Jose Alfredo Martinez de Hoz para ejemplificar el objetivo de la poltica
de la ltima dictadura miliar de la que fue su ms insigne ministro de economa. La
orientacin hacia una industrializacin de mayor valor agregado o a hacia una
primarizacin de la economa (menor valor agregado) estara signada por lo que los
patrones de eficiencia de mercado indiquen, prescindiendo de los efectos sociales dedichos recorridos.
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La desigualdad redunda en mercados internos exiguos, con fuerte deterioro del
consumo popular. La produccin se revela entonces ineficiente en sus escalas de
produccin. La depresin en el consumo se vuelve funcional al esquema de exportacin
con bajo valor agregado, en general de alimentos. El excedente exportable aparece
como hijo de las necesidades insatisfechas, antes que como verdadero sobrante de una
sociedad que ha satisfecho sus necesidades mnimas. Como contrapartida, se conjuga
con un aumento en la importacin de bienes suntuarios (salida de divisas), con destino
hacia aquellas familias de alto poder adquisitivo. De esta manera, se consagra un
modelo de acumulacin improductiva, alejado del virtuosismo postulado por la teora
neoclsica.
Ahorro y distribucin del ingreso.
Por ltimo, se suele postular la necesidad de no alterar esquemas distributivos
injustos, pues eso lesionara las posibilidades de inversin y, por lo tanto, de
crecimiento. La fundamentacin se basa en que la propensin marginal a ahorrar, es
decir la porcin de cada peso adicional apropiado destinada al ahorro, sera mayor en
los sectores de altos ingresos, mientras que sera sensiblemente menor en los sectores de
bajos ingresos, quienes destinan una mayor porcin al consumo. Cualquier
redistribucin hacia los sectores menos pudientes implicara, entonces, una cada en el
caudal de ahorro del sistema.
En otras palabras: una mayor desigualdad incrementar el ahorro, ste se
transformar en inversin, la cual se traducir en mayor crecimiento y finalmente
mejores niveles de ingresos para todos e incluso una mayor equidad.
Como demuestra Carrera (2004)12, se han verificado procesos de crecimiento a
tasas significativas concomitantes con tasas de ahorro con escasa o nula variacin. El
autor analiza el derrotero de ambas variables en un perodo de 23 aos, desde 1980
hasta 2003. As, puede observarse un traspaso de consumo de los pobres a los ricos y no
un reemplazo de consumo a favor de la inversin, hablando en trminos de demanda
agregada.
12Ahorro y Distribucin del Ingreso: quin debe ahorrar en Argentina. Junio de 2004
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Una mirada sobre el pasado ms reciente, en la post convertibilidad parece
convalidar aquellas conclusiones. En el cuadro III se detallan tanto la evolucin de la
tasa de ahorro interno bruto (el porcentaje entre el ahorro interno bruto y el PIB) y como
la de la brecha de desigualdad. Se han incluido los ltimos aos de la convertibilidad
para observar el contraste con mayor claridad. Como se dijo, el empeoramiento de la
desigualdad no conlleva a crecimientos en la tasa de ahorro, con la excepcin del ao
2002, en el que la crisis fue de una envergadura mayscula, y donde se observa una
recomposicin de la tasa de ahorro que no llega a restituir los guarismos ni siquiera de
1997.
Cuadro III - Ahorro y distribucin
tasa de ahorro
interno bruto
Brecha entre
deciles extremos
1997 17,6% 32,3
1999 14,6% 33,2
2002 16,8% 51,5
2004 20,2% 38,0
2005 21,4% 36,9
2006 23,3% 35,2
Fuente: CEPAL y Secretara de Poltica Econmica
del Ministerio de Economa y Finanzas Pblicas
A partir de all, el mejoramiento, y por tanto achicamiento de la brecha de
desigualdad, en la distribucin personal se torna compatible con un aumento en las tasas
de ahorro, las cuales alcanzan niveles significativamente altos con respecto a la dcada
pasada y una paridad con las registradas a principio de los 80, momento en el cual
comenz el declive de esta variable.
Ntese que, en definitiva, se busca subordinar y disciplinar a una amplia capa de
la poblacin, lo que se expresa en trminos extorsivos. Cualquier poltica de
redistribucin implicar un empeoramiento a futuro, por la debilidad de la inversin (lo
que se traducir en bajas de salarios y desempleo) , impidiendo el derrame natural del
sistema.
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La economa de oferta. El salario como variable de costo y no de ingreso.
El discurso neoclsico tiende a poner en primer trmino una visin econmica
desde la oferta, echando por tierra su pretendida neutralidad cientfica y revelando su
carcter clasista. Es decir que postula la necesidad de crear las mejores condiciones para
el desarrollo de los negocios y entre esas condiciones se encuentran los costos a asumir.
Por otra parte, es sabido que el salario observa una dualidad: es tanto una variable de
costo para el empresario, pero tambin es una variable de demanda, toda vez que
constituye un ingreso para volcar en significativa magnitud al consumo. Pues bien, en
trminos del enfoque de oferta, el salario es visto slo como un costo, algo que impide
ensanchar los mrgenes de utilidad. Se subraya el perfil eficientista del proceso de
produccin, con la ganancia como objetivo, como medida de la eficiencia. De all que sedesaliente todo aumento salarial, calificando de populismo a cualquier medida poltica
que intente recorrer un sendero de redistribucin de ingresos va aumento de salarios13.
Se ubican, entonces, en las antpodas de las polticas keynesianas de post guerra, que
partan de la premisa de recomposicin de la demanda agregada, es decir no slo la
inversin sino tambin el consumo, como motor del crecimiento. La visin neoclsica
es partidaria de evitar calentamientos en la economa, lo que termina cuando no
sofocando procesos de crecimiento, dndoles un sesgo regresivo en trminos de
distribucin del ingreso.
Los neoclsicos y la poltica
La teora neoclsica suele situar a la poltica en un rol entorpecedor de los
mecanismos de mercado. Si bien admite la participacin del poder poltico ante fallas
del mercado (bienes pblicos, externalidades), en su nfasis por el reduccionismo
termina atribuyendo al poltico un objetivo maximizador de votos. Es decir que slo le
interesa conservar su poder, con prescindencia de lo ideolgico. La persecucin de
dicho objetivo hace incurrir al poltico reiteradamente en formulaciones demaggicas,
que violentan lo que los neoclsicos entienden como leyes de la ciencia econmica. Por
lo mismo, marcan exageradamente su distancia con la sociologa y la historia. Porque la
introduccin de categoras, conflictos y dialcticas varias, vendran a contaminar su
13Tambin se atribuye a ese aumento de salarios la causa principal de la inflacin. Que atenta,
nuevamente, contra el clima de negocios.
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esquema de anlisis, signado por una condicin humana reduccionista. Seran
imposibles de modelar en sus esquemas matemticos.
Por esto se limitan a alentar polticas pblicas tendientes a apuntalar los
beneficios de los empresarios, bajo el enfoque de la economa de oferta ya abordado.
As, suelen renegar de cualquier poltica de redistribucin, achacndoles efectos
perjudiciales a futuro, exhibiendo una suerte de extorsin en trminos sociales,
intentando demostrar lo inexorable del sacrificio presente a favor de un futuro
venturoso.
Conclusiones
La construccin del mito supone un trabajo constante en pos de lograr la
permeabilidad suficiente en las capas sociales, para que sea asumido por las mismas con
la fuerza de una verdad irrefutable. Se agitar y propagandizar con el mito, al punto de
convertirlo, incluso, en parte sustancial de un programa de gobierno. Diversos
comunicadores y divulgadores fatigan ese recorrido a diario, necesitando de un cuerpo
cientfico o algo que se le aproxime desde donde apuntalar su mensaje. El discurso
neoclsico, al basarse en el virtuosismo del funcionamiento de la economa de mercado,
desplazando la problemtica distributiva, se erige como una de las fuentes de donde
abrevar en pos de ese objetivo.
As, una vez asumido el mito, se asume una conducta de subordinacin social,
naturalizando a la lgica capitalista, que aparece entonces desprovista de historicidad.
Se nos presenta arropada de virtuosismo, desarrollndose en escenarios desprovistos deconflicto. Entonces, el empresario da trabajo, las ganancias de hoy son las inversiones
(y ms puestos de trabajo) del maana, las disminuciones de salarios permiten
recomponer los equilibrios, por mencionar algunos de los discursos que buscan
disciplinar a la sociedad.
Primero hay que crecer, dice el mito. Como si en el mismo proceso de
produccin no estuviera presente un esquema de distribucin. No se distribuye lo que
no existe, se insiste en afirmar con tono fatalista. Como si las rentas, salarios y dems
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retribuciones del presente no fueran, precisamente, resultado de distribuir lo que se est
creando.
Como se ha visto, el vnculo establecido por la teora neoclsica entre
produccin y distribucin se limita a un aspecto de la primera: la productividad de los
recursos, que funcionar como pauta a la hora de asignar las retribuciones. Sin embargo,
el mercado de trabajo no parece determinar salarios segn ese criterio, segn evidencia
emprica.
Tampoco el futuro generoso en el reparto parece llegar. El derrame, producto de
la saciedad de los sectores pudientes, del ahorro transformado en inversiones, causantes,
a su vez de aumentos en el empleo y en los salarios, termina configurndose como una
supersticin. Por el contrario, las recurrentes crisis terminan vapuleando a los sectores
ms vulnerables de la sociedad, ubicadas en los escalones ms bajos de ingresos.
La realidad se empecina en mostrarnos fabulosos niveles de consumo suntuario,
en detrimento del supuesto ahorro de los sectores beneficiados por el esquema
distributivo regresivo. Alimentos que se exportan mientras importantes sectores de la
poblacin se ven privados de los mismos. En el reparto del producto termina
plasmndose el esquema de distribucin de ingresos inequitativo y modelndose un
aparato productivo disociado de las necesidades de la poblacin.
La pretendida racionalidad individual, a la que suele apelarse como motor de la
prosperidad, deviene en una irracionalidad del conjunto del sistema.
La experiencia histrica evidencia la vulnerabilidad de los procesos de
crecimiento que no se basan en lo que Keynes llamaba la demanda efectiva. A vistas de
la crisis por la que atraviesa en la actualidad la economa mundial, pareciera propicio
alertar acerca de la repeticin de esquemas que profundizan la desigualdad y que, cmo
resolucin de la crisis, insisten en profundizarla. Los ejemplos de Europa (Grecia, Italia,
Espaa, entre otros) y en el corazn mismo del capitalismo, los Estados Unidos, dan
testimonio claro de lo antedicho.
La regin, incluyendo nuestro pas, da muestras de, al menos parcialmente,
haber abandonado el recetario ortodoxo, auspiciado por los centros de poder mundial.
Hay una reivindicacin del papel del Estado como articulador de los procesos de
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crecimiento en pos de alcanzar desarrollos integrales de las sociedades, lo cual parece
saludable.
Sin embargo existen problemticas estructurales propias del capitalismo en
general (tendencia hacia la concentracin, crecimiento de la desigualdad), y de los
capitalismos perifricos en particular (bajas tasas de ahorro, composicin del excedente
acumulado, heterogeneidad de la calificacin de la fuerza de trabajo, entre otras) que se
erigen en trabas a la hora de congeniar el crecimiento con el diseo de sociedades ms
igualitarias.
Por ello, muchos de los paliativos, sin duda necesarios, como la Asignacin
Universal por hijo, la recuperacin, mediante la estatizacin, de los ahorros
previsionales y otras polticas de apoyo a los sectores postergados, deben conjugarse
con polticas pblicas tendiente atacar los problemas estructurales tanto en el mercado
de trabajo (trabajo en negro, precariedad, asimetras en la negociacin salarial, entre
otros) como en la formacin de precios (oligopolios, cuellos de botella productivos,
precios de los bienes transables, etc.), como en el diseo de una nueva estructura
tributaria que revierta el carcter regresivo de la vigente.
El desafo no es solo nacional, sino que debe asumirse en escala regional. Por
ello se evidencia la importancia de contar con polticas de integraciones que no se
limiten a meros negocios, sino que incluyan el objetivo de la configuracin de
sociedades ms justas. La marcha hacia un bloque regional con ciertos denominadores
comunes en materia econmica, incluyendo un banco regional, pareciera ser el recorrido
necesario para congeniar tasas de crecimiento importantes con significativas
reducciones de la desigualdad.
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