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LAS PROFECÍAS SE ESTÁN CUMPLIENDO Las señales ya están presentes en nuestro entorno
Así también vosotros, cuando veáis que suceden estas cosas, sabed que está cerca el reino de Dios. (Luc. 21: 31)
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Desde hace mucho tiempo, siglos y años que la iglesia cristiana ha venido
esperando el cumplimiento de una de las mayores y la más grande profecía
contenida en las Sagradas Escrituras, la más alentadora y esperanzadora de
todas las edades, la segunda venida de Cristo. Esta promesa ha sido
anunciada desde muy temprano en el tiempo, desde el mismo momento en
que el hombre cayó en pecado, se le prometió a este que sería redimido por
una intervención divina y el fin de lo que sería el mal que en esos momentos
comenzaba sobre la tierra (Gén. 3: 15), la promesa también fue repetida a los
primeros Patriarcas que vivieron antes del diluvio y predicada durante ese
tiempo (Jud. 14 – 15) sin embargo la promesa no se cumplió en sus días y
todos ellos murieron sin ver ese gran evento.
La promesa también fue anunciada a los Patriarcas posteriores y a través de
todas las etapas de la vida y los tiempos del Antiguo Testamento pero sin
llevarse a efecto su cumplimiento, el Nuevo Testamento pone todo el énfasis
en este acontecimiento, Cristo mismo se encarga de repetirlo a sus discípulos
dando detalles importantes sobre aquel portentoso suceso, señales y eventos
previos en todo orden de cosas se cumplirían previo a su retorno a la tierra y
de estos acontecimientos advirtió que estuviéramos atentos como indicadores
de acontecimientos importantes y finalmente advirtiendo que el fin se acerca,
Cuando estas cosas comiencen a suceder, erguíos y levantad vuestras
cabezas, porque vuestra redención está cerca. Así también vosotros,
cuando veáis que suceden estas cosas, sabed que está cerca el reino
de Dios. (Luc. 21: 28, 31)
Desde el monte de los Olivos, Cristo entrega un panorama completo aunque
muy general de estos eventos, muchos creyeron que aquel acontecimiento se
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efectuaría en sus días, “Entonces los que se habían reunido le preguntaron,
diciendo: Señor, ¿restauraras el reino a Israel en este tiempo? (Hech. 1:
6) pero la promesa “tardo” debido a que el tiempo no era el que indicaban las
profecías, abrían de cumplirse otros eventos previos a su retorno “Y cuando
oigas de guerras y de sediciones, no os alarméis; porque es necesario que
estas cosas acontezcan primero; pero el fin no será inmediatamente.
(Luc. 21: 9) Nadie os engañe en ninguna manera; porque no vendrá (Cristo)
sin que antes venga la apostasía, y se manifieste el hombre de pecado, el
hijo de perdición (2ª Tesal. 2: 3)
Daniel como Apocalipsis, revelan detalles sorprendentes y completan un
cuadro asombroso de profecías que debían de cumplirse previo al retorno de
Cristo, dando a conocer que no solamente existiría un ministerio terrenal del
Mesías, sino que habría también un ministerio celestial y de forma paralela a
este último, se producirían acontecimientos en la tierra que revelarían el actuar
de los poderes del mal, la maduración de este y el surgimiento de la iglesia
remanente que llevaría finalmente el último mensaje a toda la tierra.
Apocalipsis pone su énfasis en el factor del tiempo para revelar que las
profecías se están cumpliendo, “La revelación de Jesucristo, que Dios le dio,
para manifestar a sus siervos las cosas que deben suceder pronto…
porque el tiempo está cerca… Y me dijo: estas palabras son fieles y
verdaderas. Y el Señor, el Dios de los espíritus de los profetas, ha enviado su
ángel, para mostrar a sus siervos las cosas que deben suceder pronto.
¡He aquí, vengo pronto! Bienaventurado el que guarda las palabras de la
profecía de este libro; Y me dijo no selles las palabras de la profecía de este
libro porque el tiempo está cerca; He aquí yo vengo pronto; El que da
testimonio de estas cosas dice: Ciertamente vengo en breve. (Apoc. 1: 1, 3;
22: 6, 7, 10, 12, 20)
Estos textos nos revelan que la profecía pone su énfasis en la brevedad del
tiempo y que el cumplimiento de los eventos profetizados en este libro son
inminentes y están cumpliéndose de manera maravillosa ahora en la
actualidad y que llegará un tiempo en que las grandes profecías contenidas en
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el Apocalipsis se cumplirán llevando a la humanidad a tomar decisiones
radicales de las cuales dependerá su destino eterno.
Pero ¿realmente se están cumpliendo los eventos profetizados hace tanto
tiempo?, y si es así ¿Por qué entonces ha desaparecido de nuestros púlpitos y
predicaciones el mensaje del retorno de Cristo sabiendo que es la mayor
esperanza de todos los tiempos?, ¿por qué cada vez que se habla de estos
temas tremendamente importantes y que afectarán nuestro destino eterno, de
forma inmediata surgen las críticas, los escarnios hacia el mensajero y el
mensaje atribuyéndolo a un espíritu de fanatismo, alarmismo, sensacionalismo,
que los énfasis están mal puestos y que lo único que se pretende es asustar a
la gente?
¿Estamos realmente viviendo tiempos solemnes?, ¿pero qué clase de eventos y
profecías pertenecen a esta última parte del tramo profético escatológico en la
línea de tiempo como para decir que las profecías se están cumpliendo y que
vivimos en los últimos días? ¿Qué evidencias tenemos al respecto relacionado
con acontecimientos contemporáneos nuestros en este tercer milenio o quizás
no hace mucho en el milenio que terminó recientemente como para poder
decir esto es profético?
¿O son todos los eventos que hasta aquí hemos vivido, visto y comentado un
simple acontecimiento producto del azar o la casualidad y que de aquellos
eventos y señales de las cual Jesús nos dijo que estuviéramos atentos y velar
en el tiempo aun ni siquiera hay vestigios y evidencias que se cumplan?
¿Dónde estamos realmente viviendo en la cronología profética, en qué punto
de la historia humana nos encontramos ahora y que eventos están ya
aconteciendo?
La primera venida de Cristo, profecías cumplidas, señales y eventos
La Biblia nos entrega suficiente información como para conocer el tiempo en
que estamos viviendo y saber así las profecías que se cumplirán en nuestros
días, haciendo un estudio de los eventos que han transcurrido y de las
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profecías que ya se han cumplido podemos comprender los eventos que se
cumplirán en la última parte del tiempo del fin.
La profecía nos revela que los dos hitos más importantes dentro del plan de la
redención que se habrían de cumplir tienen que ver con la venida de Cristo.
Tanto la primera como la segunda venida constituyen los dos puntos más altos
y determinantes para la humanidad pero de manera especial para la iglesia y
la redención final de esta. La primera venida de Cristo inicia un ministerio
terrenal que terminaría con la muerte y resurrección completando la primera
fase de este plan de redención para dar paso a un ministerio celestial a favor
del hombre.
La segunda venida de Cristo constituiría el evento con el cual la iglesia a través
de todos los tiempos sería redimida de manera real y efectiva cumpliéndose de
esta forma las profecías relacionadas con la redención final del hombre del
poder del pecado y el posterior juicio final sobre el mal y sus seguidores.
Ambos eventos serían anunciados por profecías, en la primera venida de
Cristo, su ministerio terrenal, su misión, su muerte y resurrección y ascensión
fueron anunciados con anterioridad siglos antes que ocurrieran, por los
profetas, los salmos y de forma general por todo el Antiguo Testamento, y de
forma señalada por los servicios rituales del santuario terrenal y de la figura de
los sacerdotes, al acercarse el tiempo del cumplimiento de estas profecías
mesiánicas fueron precedidas por señales y acontecimientos en todo orden de
cosas.
Lo mismo podemos mencionar con respecto a los eventos que se cumplieron
siglos antes de la llegada del Mesías, donde a través de su providencia, Dios,
había dirigido los acontecimientos globales no solo del pueblo de Israel sino
también al surgimiento de las naciones y al levantamiento de los grandes
imperios mundiales como Egipto, Babilonia, Medopersia, Grecia y Roma. (Isa.
44: 1-8; 45: 1-7; Dan. 2: 1- 49; 7: 1-28) preparando así el momento y el
escenario preciso del cumplimiento de la profecía.
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Profecías de tiempo que determinaban el fin de ciertos períodos específicos de
la historia se cumplieron de manera precisa tal como fueron anunciados, sin
demora en el tiempo, evento y momento que indicaba la profecía. La creación
de la tierra llevada a efecto en seis días (Gén. 1: 1-31; 2: 1-3) La promesa de
un libertador del pecado (Gén. 3: 15), La advertencia de un diluvio universal
que destruiría toda la tierra con un período de tiempo de gracia previo
establecido de 120 años que se cumplen de manera asombrosa tal como fuera
anunciado (Gén. 6: 1-8; 7: 10-24) Las advertencias de la destrucción de
Sodoma y Gomorra (Gén. 13: 13; 18: 16; 19: 1-38) El tiempo revelado a
Abraham sobre la esclavitud de su descendencia en Egipto y el cumplimiento
asombroso de tal período en su evento y hora exacta (Gén. 15: 12-14; Ex. 2:
23-25;12: 40-42, 51) La promesa del nacimiento de Isaac que se cumple de
forma notable en el tiempo y momento preciso al año siguiente de la
destrucción de Sodoma y Gomorra. (Gén. 18: 1-15; 21: 1-2) Los sueños de
Faraón que se cumplen de manera asombrosa en el tiempo y evento que se
indicaban en el símbolo, siete años de abundancia y siete años de sequía y
hambre. (Gén. 40: 1-23; 41: 1-36)
La destrucción y desolación de Jerusalén y del templo a manos del rey de
Babilonia y la posterior cautividad por 70 años se cumplen de manera
asombrosa en su inicio y término. (Jer. 25: 1-14; 29: 1-14; Dan. 9: 1-2) Los siete
tiempos que se cumplirían sobre el rey Nabucodonosor en relación a su
enfermedad (Dan. 4: 1-37) El cumplimiento asombroso de las 70 semanas del
libro de Daniel con sus respectivos períodos de tiempo de 7, 62 y 1 semanas de
tiempo profético. (Dan. 9: 20- 27) El rechazo de la nación judía al término de
las 70 semanas y el comienzo del evangelio a los gentiles, la destrucción de
Jerusalén en el año 70 dc. Todo esto se ha venido cumpliendo de manera
asombrosa en cuanto al tiempo y eventos señalados. (Dan. 9: 24; Mat. 18: 15-
22; 23:37-39; 24: 15-20; Luc. 21: 20-24)
Es asombroso como cada profecía de tiempo o acontecimiento que fue
anunciado se cumplió de la manera en que fue anunciado, tanto en el factor
tiempo como en el evento al cual se referían, asombra la exactitud de los
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tiempos y los eventos profetizados revelando con ello que una entidad superior
dirigía los acontecimientos que se producían sobre la tierra para encontrar
finalmente su cumplimiento.
La primera venida de Cristo
Así también se anunció con respecto a la primera venida de Cristo, su
nacimiento, lugar, condiciones de la época, tiempo señalado, las señales que
acompañarían al gran evento y que servirían de acontecimientos precursores
para los hombres de aquella época se cumplieron de manera notable en el
tiempo y el evento al cual indicaban, asombra la precisión, la veracidad y
exactitud de la profecía bíblica.
Todos estos acontecimientos eran los movimientos previos para reordenar las
naciones y producir las condiciones necesarias para la llegada del Mesías cada
evento fue cumpliéndose paso a paso en la medida que el tiempo avanzaba
hacia el cumplimiento magno del evento principal.
Así, la primera venida de Cristo fue anunciada en el Edén una vez que el
hombre cayó en el pecado, Adán y Eva creyeron que este evento se cumpliría
en sus días, sin embargo la promesa tardó en cumplirse y desde allí en
adelante fue esperada a través de todos los siglos, las mismas profecías y los
escritos sagrados del Antiguo Testamento indicaban los acontecimientos
previos al cumplimiento de tal profecía.
Las señales y acontecimientos que indicaban la llegada del Mesías prometido
se contaban en todo orden de cosas, un gran evento astronómico indicaría que
la venida del Mesías estaba cerca (Núm. 24: 15-19) Por otro lado, se
anunciaba también el lugar donde el Mesías nacería (Miq. 5: 2), La profecía
indicaba que vendría de forma humana y a través de un nacimiento virginal
(Isa. 7: 14; Mat. 2: 18-25) El tiempo de la aparición del Mesías y su posterior
muerte, así como la destrucción del templo fueron anunciados por el profeta
Daniel (Dan. 9: 24-27) La misión de éste también fue revelada de manera
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asombrosa con anterioridad al tiempo de su aparición. (Sal. 40: 6-17; Isa. 42: 1-
9; 53: 1-12)
Todas estas profecías que indicaban la primera venida de Cristo, se cumplirían
en un tiempo, época, lugar, hora, condiciones sociales, políticas, económicas y
religiosas determinadas y precisas y todo esto constituía el escenario preciso
para la venida del Mesías y que anunciaban a su vez, tal acontecimiento,
convirtiéndose en las señales y las profecías para ese tiempo específico de la
línea cronológica.
En el tiempo del nacimiento de Cristo, la nación estaba tascando el freno bajo
sus amos extranjeros, y la atormentaba la disensión interna. Se les había
permitido a los judíos conservar la forma de un gobierno separado; pero nada
podía disfrazar el hecho de que estaban bajo el yugo romano, ni avenirlos a la
restricción de su poder. Los romanos reclamaban el derecho de nombrar o
remover al sumo sacerdote, y este cargo se conseguía con frecuencia por el
fraude, el cohecho y aun el homicidio. Así el sacerdocio se volvía cada vez más
corrompido. Sin embargo, los sacerdotes poseían aún gran poder y lo
empleaban con fines egoístas y mercenarios.
El pueblo estaba sujeto a sus exigencias despiadadas, y también a los gravosos
impuestos de los romanos. Este estado de cosas ocasionaba extenso
descontento. Los estallidos populares eran frecuentes. La codicia y la violencia,
la desconfianza y la apatía espiritual, estaban royendo el corazón mismo de la
nación. (DTG. Cap. 2 Pág. 22)
DURANTE más de mil años, los judíos habían esperado la venida del Salvador.
En este acontecimiento habían cifrado sus más gloriosas esperanzas. En cantos
y profecías, en los ritos del templo y en las oraciones familiares, habían
engastado su nombre. Y sin embargo, cuando vino, no le conocieron. El Amado
del cielo fue para ellos como "raíz de tierra seca," sin "parecer en él ni
hermosura;" y no vieron en él belleza que lo hiciera deseable a sus ojos. "A lo
suyo vino, y los suyos no le recibieron." (DTG. Cap. 2 Pág. 19)
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"MAS venido el cumplimiento del tiempo, Dios envió a su Hijo,. . . para que
redimiese a los que estaban debajo de la ley, a fin de que recibiésemos la
adopción de hijos." La venida del Salvador había sido predicha en el Edén.
Cuando Adán y Eva oyeron por primera vez la promesa, esperaban que se
cumpliese pronto. Dieron gozosamente la bienvenida a su primogénito,
esperando que fuese el Libertador. Pero el cumplimiento de la promesa tardó.
Los que la recibieron primero murieron sin verlo. Desde los días de Enoc, la
promesa fue repetida por medio de los patriarcas y los profetas, manteniendo
viva la esperanza de su aparición, y sin embargo no había venido.
La profecía de Daniel revelaba el tiempo de su advenimiento, pero no todos
interpretaban correctamente el mensaje. Transcurrió un siglo tras otro, y las
voces de los profetas cesaron. La mano del opresor pesaba sobre Israel, y
muchos estaban listos para exclamar: "Se han prolongado los días, y fracasa
toda visión."
Pero, como las estrellas en la vasta órbita de su derrotero señalado, los
propósitos de Dios no conocen premura ni demora. Por los símbolos de las
densas tinieblas y el horno humeante, Dios había anunciado a Abrahán la
servidumbre de Israel en Egipto, y había declarado que el tiempo de su estada
allí abarcaría cuatrocientos años. "Después de esto -dijo Dios,- saldrán con
grande riqueza." Y contra esta palabra se empeñó en vano todo el poder del
orgulloso imperio de los faraones. "En el mismo día" señalado por la promesa
divina, "salieron todos los ejércitos de Jehová de la tierra de Egipto."
Así también fue determinada en el concilio celestial la hora en que Cristo había
de venir; y cuando el gran reloj del tiempo marcó aquella hora, Jesús nació en
Belén."Mas venido el cumplimiento del tiempo, Dios envió a su Hijo." La
Providencia había dirigido los movimientos de las naciones, así como el flujo y
reflujo de impulsos e influencias de origen humano, a tal punto que el mundo
estaba maduro para la llegada del Libertador. Las naciones estaban unidas
bajo un mismo gobierno. Un idioma se hablaba extensamente y era reconocido
por doquiera como la lengua literaria. De todos los países, los judíos dispersos
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acudían a Jerusalén para asistir a las fiestas anuales, y al volver a donde
residían, podían difundir por el mundo las nuevas de la llegada del Mesías.
(DTG. Cap. 3 Pág. 23, 24)
Las palabras que Jacob pronunciara en su lecho de muerte los llenaban de
esperanza: "No será quitadlo el cetro de Judá, y el legislador de entre sus pies,
hasta que venga Shiloh." El desfalleciente poder de Israel atestiguaba que se
acercaba la llegada del Mesías. La profecía de Daniel describía la gloria de su
reinado sobre un imperio que sucedería a todos los reinos terrenales; y, decía
el profeta: "Permanecerá para siempre.' Aunque pocos comprendían la
naturaleza de la misión de Cristo, era muy difundida la espera de un príncipe
poderoso que establecería su reino en Israel, y se presentaría a las naciones
como libertador.
El cumplimiento del tiempo había llegado. La humanidad, cada vez más
degradada por los siglos de transgresión, demandaba la venida del Redentor.
Satanás había estado obrando para ahondar y hacer insalvable el abismo entre
el cielo y la tierra. Por sus mentiras, había envalentonado a los hombres en el
pecado. Se proponía agotar la tolerancia de Dios, y extinguir su amor por el
hombre, a fin de que abandonase al mundo a la jurisdicción satánica.
Satanás estaba tratando de privar a los hombres del conocimiento de Dios, de
desviar su atención del templo de Dios, y establecer su propio reino. Su
contienda por la supremacía había parecido tener casi completo éxito. Es cierto
que en toda generación Dios había tenido sus agentes. Aun entre los paganos,
había hombres por medio de quienes Cristo estaba obrando para elevar el
pueblo de su pecado y degradación. Pero eran despreciados y odiados. A
muchos se les había dado muerte. La obscura sombra que Satanás había
echado sobre el mundo se volvía cada vez más densa.
Mediante el paganismo, Satanás había apartado de Dios a los hombres durante
muchos siglos; pero al pervertir la fe de Israel había obtenido su mayor triunfo.
Al contemplar y adorar sus propias concepciones, los paganos habían perdido
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el conocimiento de Dios, y se habían ido corrompiendo cada vez más. Así había
sucedido también con Israel. El principio de que el hombre puede salvarse por
sus obras, que es fundamento de toda religión pagana, era ya principio de la
religión judaica. Satanás lo había implantado; y doquiera se lo adopte, los
hombres no tienen defensa contra el pecado.
El mensaje de la salvación es comunicado a los hombres por medio de agentes
humanos. Pero los judíos habían tratado de monopolizar la verdad que es vida
eterna. Habían atesorado el maná viviente, que se había trocado en
corrupción. La religión que habían tratado de guardar para sí llegó a ser un
escándalo. Privaban a Dios de su gloria, y defraudaban al mundo por una
falsificación del Evangelio. Se habían negado a entregarse a Dios para la
salvación del mundo, y llegaron a ser agentes de Satanás para su destrucción.
El pueblo a quien Dios había llamado para ser columna y base de la verdad,
había llegado a ser representante de Satanás. Hacía la obra que éste deseaba
que hiciese, y seguía una conducta que representaba falsamente el carácter de
Dios y le hacía considerar por el mundo como un tirano. Los mismos sacerdotes
que servían en el templo habían perdido de vista el significado del servicio que
cumplían. Habían dejado de mirar más allá del símbolo, a lo que significaba.
Al presentar las ofrendas de los sacrificios, eran como actores de una pieza de
teatro. Los ritos que Dios mismo había ordenado eran trocados en medios de
cegar la mente y endurecer el corazón. Dios no podía hacer ya más nada para
el hombre por medio de ellos. Todo el sistema debía ser desechado.
El engaño del pecado había llegado a su culminación. Habían sido puestos en
operación todos los medios de depravar las almas de los hombres. El Hijo de
Dios, mirando al mundo, contemplaba sufrimiento y miseria. Veía con
compasión cómo los hombres habían llegado a ser víctimas de la crueldad
satánica. Miraba con piedad a aquellos a quienes se estaba corrompiendo,
matando y perdiendo. Habían elegido a un gobernante que los encadenaba
como cautivos a su carro. Aturdidos y engañados avanzaban en lóbrega
procesión hacia la ruina eterna, hacia la muerte en la cual no hay esperanza de
vida, hacia la noche que no ha de tener mañana.
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Los agentes satánicos estaban incorporados con los hombres. Los cuerpos de
los seres humanos, hechos para ser morada de Dios, habían llegado a ser
habitación de demonios. Los sentidos, los nervios, las pasiones, los órganos de
los hombres, eran movidos por agentes sobrenaturales en la complacencia de
la concupiscencia más vil. La misma estampa de los demonios estaba grabada
en los rostros de los hombres, que reflejaban la expresión de las legiones del
mal que los poseían. Fue lo que contempló el Redentor del mundo. ¡Qué
espectáculo para la Pureza Infinita!
El pecado había llegado a ser una ciencia, y el vicio era consagrado como parte
de la religión. La rebelión había hundido sus raíces en el corazón, y la
hostilidad del hombre era muy violenta contra el cielo. Se había demostrado
ante el universo que, separada de Dios, la humanidad no puede ser elevada.
Un nuevo elemento de vida y poder tiene que ser impartido por Aquel que hizo
el mundo.
Con intenso interés, los mundos que no habían caído habían mirado para ver a
Jehová levantarse y barrer a los habitantes de la tierra. Y si Dios hubiese hecho
esto, Satanás estaba listo para llevar a cabo su plan de asegurarse la
obediencia de los seres celestiales. El había declarado que los principios del
gobierno divino hacen imposible el perdón. Si el mundo hubiera sido destruido,
habría sostenido que sus acusaciones eran ciertas. Estaba listo para echar la
culpa sobre Dios, y extender su rebelión a los mundos superiores. Pero en vez
de destruir al mundo, Dios envió a su Hijo para salvarlo. Aunque en todo rincón
de la provincia enajenada se notaba corrupción y desafío, se proveyó un modo
de rescatarla. En el mismo momento de la crisis, cuando Satanás parecía estar
a punto de triunfar, el Hijo de Dios vino como embajador de la gracia divina. En
toda época y en todo momento, el amor de Dios se había manifestado en favor
de la especie caída.
A pesar de la perversidad de los hombres, hubo siempre indicios de
misericordia. Y llegada la plenitud del tiempo, la Divinidad se glorificó
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derramando sobre el mundo tal efusión de gracia sanadora, que no se
interrumpiría hasta que se cumpliese el plan de salvación.
Satanás se estaba regocijando de que había logrado degradar la imagen de
Dios en la humanidad. Entonces vino Jesús a restaurar en el hombre la imagen
de su Hacedor. Nadie, excepto Cristo, puede amoldar de nuevo el carácter que
ha sido arruinado por el pecado.
El vino para expulsar a los demonios que habían dominado la voluntad. Vino
para levantarnos del polvo, para rehacer según el modelo divino el carácter
que había sido mancillado, para hermosearlo con su propia gloria. (DTG. Cap. 3
El cumplimiento del tiempo. Pág. 23, 24, 25, 26, 27, 28)
De esta forma las profecías y condiciones mundiales de la época se habían
cumplido, para el momento en que el Mesías llega por primera vez, en el
momento de su nacimiento el mundo ya estaba completamente maduro para
ese evento y las profecías se habían cumplido de manera maravillosa y donde
el Mesías aparece en el tiempo preciso cuando más se lo necesitaba para una
intervención de carácter divina.
Ministerio terrenal
Todos estos eventos y condiciones que se dieron antes de la llegada del Mesías
correspondían a un tiempo determinado, la Biblia revela que efectivamente
había un tiempo para la venida del Mesías (Gal. 4: 4), cuando Cristo comienza
su ministerio terrenal, él hace alusión al cumplimiento de las Escrituras, para
indicar que su ministerio es profético. Después que Juan fue encarcelado, Jesús
vino de Galilea predicando el evangelio del reino de Dios, diciendo: El tiempo
se ha cumplido, y el reino de Dios se ha acercado; arrepentíos, y creed en el
evangelio. (Mar. 1: 14-15), aquí Jesús hace referencia a las profecías del libro
de Daniel donde se predice el tiempo en que el Mesías comenzaría su
ministerio terrenal (Dan. 9: 24-27)
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El ministerio terrenal de Cristo fue anunciado con mucho tiempo de antelación,
su rechazo de la gente, sus sufrimientos, resurrección. (Isa. 53) Este ministerio
terrenal se iniciaría con una unción divina, el tiempo en que Jesús fue
bautizado por Juan correspondía a la primavera del año 27 dc. Tiempo al cual
apuntaba la profecía, Y Jesús después que fue bautizado, subió luego del agua;
y he aquí los cielos le fueron abiertos, y vio al Espíritu de Dios que descendía
como paloma, y venia sobre él (Mat. 3: 16) y Pedro más tarde declara: Cómo
Dios ungió con el Espíritu Santo y con poder a Jesús de Nazaret, y
cómo éste anduvo haciendo bienes y sanando a todos los oprimidos por el
diablo, porque Dios estaba con él. (Hech. 10: 38) Según Daniel en ese tiempo
aparecería el Mesías, y esta palabra significa el Cristo o el ungido. Al entrar en
la sinagoga de Nazaret, Jesús declaro que la profecía del profeta Isaías se había
cumplido en su persona y que el tiempo al cual señalaba había llegado que el
Mesías, el ungido estaba presente para empezar su ministerio terrenal. (Luc.
4: 16-21)
Durante todo su ministerio, Cristo siempre hizo alusión a las Escrituras y su
cumplimiento profético en su persona y ministerio, señaló a sus discípulos,
escribas y fariseos que los eventos que contemplaban y lo que estaba
ocurriendo eran el cumplimiento de la profecía del Antiguo Testamento, que en
ese momento la profecía bíblica se estaba cumpliendo delante de ellos
mismos. (Mat. 12: 38-42)
De este ministerio terrenal, la muerte del Mesías constituía el punto central de
esta obra y fue prefigurada y anunciada de muchas formas posibles desde
simbolismos con animales y personas, los servicios rituales del santuario, las
profecías del Antiguo testamento, todo se cumplió de manera maravillosa en el
tiempo, espacio, evento y persona al cual la profecía apuntaba. La muerte de
Cristo en el momento en que se estaba cumpliendo obedecía a la profecía
bíblica en acción.
Después y una vez que Cristo resucitó de entre los muertos, reveló a sus
discípulos lo que realmente significaba lo que había acontecido y su explicación
se basa en los escritos sagrados del Antiguo Testamento. Cristo hace
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referencia a todo lo que se escribió de él y de forma especial a su muerte y
resurrección (Luc. 24: 13-32, 36-49) y lo hace citando las Escrituras y con ello
validando y confirmando el contenido sagrado.
La ascensión de Cristo también fue prefigurada en el Antiguo testamento (Sal.
24: 1-10) y se cumple de la forma en que la profecía mesiánica y los servicios
rituales del santuario lo anunciaban, el momento y tiempo se cumplían de
manera matemática.
Es asombroso que hasta esta parte de las sagradas Escrituras todo se haya
cumplido de manera asombrosa en la persona de Cristo y de su pueblo
escogido, un abanico de profecías se desarrollaban y cumplían mientras estuvo
ejerciendo su ministerio terrenal y los acontecimientos mundiales que
prepararon el escenario para la llegada del Mesías, de esta forma el plan de la
redención se desarrollaba según los tiempos y las ocasiones de la agenda
divina, y lo que más asombra de todo esto es que los hombres no se dieran
cuenta de ello al tener conceptos equivocados del Mesías y de su verdadera
obra para ese tiempo.
La segunda venida de Cristo, profecías cumplidas, señales y eventos
Los acontecimientos nos enseñan que los cumplimientos proféticos son
análogos y de la manera como ocurrió en el pasado en cuanto al anuncio del
primer advenimiento de Cristo y las condiciones mundiales que se dieron en la
época, así como de las profecías que lo anunciaban se cumplirán de forma
notable y similar para la segunda venida.
Si logramos entender que el plan de la redención tiene un comienzo y un final,
así como este plan se encuentra estructurado de forma cronológica en cuanto
a los diferentes eventos que habrían de ocurrir en el tiempo, sería mucho más
fácil para nosotros comprender las profecías y eventos que se cumplirían en
cada una de las etapas de este plan y entender en que parte de la línea
profética nos encontramos viviendo.
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El plan de la redención no solamente contemplaba un ministerio terrenal de
Cristo teniendo como misión final su muerte y resurrección, sino también un
ministerio celestial cuya misión aquí sería de intercesión y purificación a favor
de su pueblo, y esto nos llevaría al cumplimiento de otro tipo de profecías para
otro tiempo y momento determinados, así como de las condiciones sociales,
políticas, culturales y religiosas que conformarían otro tipo de condiciones
mundiales, las cuales corresponderían a una nueva fase del plan de la
salvación, según lo indicaban los servicios litúrgicos del santuario terrenal.
Comienzo del ministerio celestial
La muerte de Cristo abrió las puertas e hizo posible que el hombre fuera salvo,
sin embargo, esta fue una parte fundamental del plan de la redención que no
termino en la cruz, aquel primer consumado es (Jn. 19: 30) implicaba que
vendrían otros más, dando a entender que la muerte en la cruz tan solo fue
una parte de otras etapas que vendrían en el desarrollo del plan de la
salvación, tal como lo anunciaban las fiestas rituales en el calendario anual y el
servicio del santuario terrenal, las cuales prefiguraban una obra mayor, donde
el simbolismo ritual sería dejado de lado para dar paso a lo real a la substancia
o al antitipo a lo cual el símbolo apuntaba. (Apoc. 16: 17; 21: 6)
El lugar santo del santuario celestial
Así como para dar inicio al ministerio terrenal Cristo fue ungido, así también
para dar inicio a su ministerio celestial también sería ungido, esta vez en el alto
cielo, con la ceremonia de entronización de Cristo al servicio del santuario
celestial en el lugar santo de este, comenzaría la fase comprendida como el
ministerio celestial. (Heb. 1: 1-3, 5-14; 4: 14-16; 7: 1-28; 8: 1-13; 9: 1-28) Por lo
tanto todas las visiones y profecías contenidas en el libro del Apocalipsis
comienzan a desarrollarse a partir de este evento celestial, la entronización de
Cristo en el lugar santo del santuario celestial dio inicio a otro tipo de profecías
16
y eventos a cumplirse tanto en el cielo como en la tierra. (Apoc. 1: 9-20; 4: 1-
11; 5: 1-14)
Los servicios del santuario en la fiesta del pentecostés prefiguraban esta
instancia celestial, así como el descenso de la lluvia tardía revelarían que Cristo
habría sido ungido con el Espíritu Santo para dar inicio a su ministerio celestial
(Hech. 2: 1-13, 14-21; 7: 55-56; Heb. 1: 1-14; Apoc. 5: 6) La duración de este
ministerio en el lugar santo del santuario celestial se extendería por un período
de tiempo determinado a la espera del cumplimiento de los 2300 días
proféticos que indicarían a su vez, el comienzo del juicio o el día de la
expiación que se realizaba en el lugar santísimo del santuario, y con ello
marcando el fin del servicio en el primer compartimiento (Apoc. 3: 7-8)
De manera que desde el año 31 dc. Hasta 1844 dc. Cristo permaneció en el
lugar santo del templo en el cielo, durante todo ese tiempo, 1813 años, se
desarrollaron y cumplieron otro tipo de profecías de tiempo, tanto del libro de
Daniel como del mismo Apocalipsis. La profecía señalaba que antes de la
venida del Señor se cumplirían terribles eventos, los sellos del Apocalipsis y su
apertura a partir del comienzo del ministerio celestial de Cristo (Apoc. 5: 1-6; 6:
1) revelarían desastres y catástrofes nunca antes vistas hasta el momento.
Los cuatro jinetes del Apocalipsis marcarían de esta forma los primeros cuatro
siglos de la era cristiana. (Apoc. 6: 2-8) con visiones de victoria y aterradoras
por otra parte.
Mientras se desarrollaba este ministerio celestial en el lugar santo, se levanta
un poder de origen pagano predicho en la profecía, la obra de engaño,
destrucción y blasfemia del cuerno pequeño en contra del santuario celestial y
de la verdad de Dios, su ley y la persecución de su pueblo, los miles de
mártires bajo la era papal durante la edad media se extenderían por un período
de tiempo profético de 1260 días o años los cuales comenzarían en el año 538
dc. y se extenderían hasta el año 1798 dc. (Dan. 7: 7-8, 24- 27; 8: 9-13, 22-25;
11: 31-36; 12: 6-9; Apoc. 12: 6; 13: 1- 7; 2ª Tes. 2: 1- 12) Esta profecía se
cumplió de forma notable tanto en el tiempo, su hora como en su evento
predicho.
17
EL apóstol Pablo, en su segunda carta a los Tesalonicenses, predijo la gran
apostasía que había de resultar en el establecimiento del poder papal. Declaró,
respecto al día de Cristo: "Ese día no puede venir, sin que venga primero la
apostasía, y sea revelado el hombre de pecado, el hijo de perdición; el cual se
opone a Dios, y se ensalza sobre todo lo que se llama Dios, o que es objeto de
culto; de modo que se siente en el templo de Dios, ostentando que él es Dios."
(2 Tesalonicenses 2: 3, 4, V.M.) Y además el apóstol advierte a sus hermanos
que "el misterio de iniquidad está ya obrando." (Vers. 7.) Ya en aquella época
veía él que se introducían en la iglesia errores que prepararían el camino para
el desarrollo del papado.
Poco a poco, primero solapadamente y a hurtadillas, y después con más
desembozo, conforme iba cobrando fuerza y dominio sobre los espíritus de los
hombres, "el misterio de iniquidad" hizo progresar su obra engañosa y
blasfema. De un modo casi imperceptible las costumbres del paganismo
penetraron en la iglesia cristiana. El espíritu de avenencia y de transacción fue
coartado por algún tiempo por las terribles persecuciones que sufriera la iglesia
bajo el régimen del paganismo. Mas habiendo cesado la persecución y
habiendo penetrado el cristianismo en las cortes y palacios, la iglesia dejó a un
lado la humilde sencillez de Cristo y de sus apóstoles por la pompa y el orgullo
de los sacerdotes y gobernantes paganos, y substituyó los requerimientos de
Dios por las teorías y tradiciones de los hombres.
La conversión nominal de Constantino, a principios del siglo cuarto, causó gran
regocijo; y el mundo, disfrazado con capa de rectitud, se introdujo en la iglesia.
Desde entonces la obra de corrupción progresó rápidamente. El paganismo
que parecía haber sido vencido, vino a ser el vencedor. Su espíritu dominó a la
iglesia. Sus doctrinas, ceremonias y supersticiones se incorporaron a la fe y al
culto de los que profesaban ser discípulos de Cristo.
18
Esta avenencia entre el paganismo y el cristianismo dio por resultado el
desarrollo del "hombre de pecado" predicho en la profecía como oponiéndose a
Dios y ensalzándose a sí mismo sobre Dios. Ese gigantesco sistema de falsa
religión es obra maestra del poder de Satanás, un monumento de sus
esfuerzos para sentarse él en el trono y reinar sobre la tierra según su
voluntad.
En el siglo sexto el papado concluyó por afirmarse. El asiento de su poder
quedó definitivamente fijado en la ciudad imperial, cuyo obispo fue proclamado
cabeza de toda la iglesia. El paganismo había dejado el lugar al papado. El
dragón dio a la bestia "su poder y su trono, y grande autoridad." (Apocalipsis
13: 2, V.M.; véase el Apéndice.) Entonces empezaron a correr los 1260 años de
la opresión papal predicha en las profecías de Daniel y en el Apocalipsis.
(Daniel 7:25; Apocalipsis 13:5-7.) Los cristianos se vieron obligados a optar
entre sacrificar su integridad y aceptar el culto y las ceremonias papales, o
pasar la vida encerrados en los calabozos o morir en el tormento, en la
hoguera o bajo el hacha del verdugo. Entonces se cumplieron las palabras de
Jesús: "Seréis entregados aun de vuestros padres, y hermanos, y parientes, y
amigos; y matarán a algunos de vosotros. Y seréis aborrecidos de todos por
causa de mi nombre." (S. Lucas 21: 16, 17.) La persecución se desencadenó
sobre los fieles con furia jamás conocida hasta entonces, y el mundo vino a ser
un vasto campo de batalla. Por centenares de años la iglesia de Cristo no halló
más refugio que en la reclusión y en la obscuridad. Así lo dice el profeta: "Y la
mujer huyó al desierto, donde tiene lugar aparejado de Dios, para que allí la
mantengan mil doscientos y sesenta días." (Apocalipsis 12: 6.)
El advenimiento de la iglesia romana al poder marcó el principio de la Edad
Media. A medida que crecía su poder, las tinieblas se hacían más densas. La fe
pasó de Cristo, el verdadero fundamento, al papa de Roma. En vez de confiar
en el Hijo de Dios para obtener el perdón de sus pecados y la salvación eterna,
el pueblo recurría al papa y a los sacerdotes y prelados a quienes él invistiera
de autoridad. Se le enseñó que el papa era su mediador terrenal y que nadie
podía acercarse a Dios sino por medio de él, y andando el tiempo se le enseñó
también que para los fieles el papa ocupaba el lugar de Dios y que por lo tanto
19
debían obedecerle implícitamente. Con sólo desviarse de sus disposiciones se
hacían acreedores a los más severos castigos que debían imponerse a los
cuerpos y almas de los transgresores. Así fueron los espíritus de los hombres
desviados de Dios y dirigidos hacia hombres falibles y crueles; sí, aun más,
hacia el mismo príncipe de las tinieblas que ejercía su poder por intermedio de
ellos. El pecado se disfrazaba como manto de santidad. Cuando las Santas
Escrituras se suprimen y el hombre llega a considerarse como ente supremo,
¿qué otra cosa puede esperarse sino fraude, engaño y degradante iniquidad?
Al ensalzarse las leyes y las tradiciones humanas, se puso de manifiesto la
corrupción que resulta siempre del menosprecio de la ley de Dios.
Días azarosos fueron aquéllos para la iglesia de Cristo. Pocos, en verdad, eran
los sostenedores de la fe. Aun cuando la verdad no quedó sin testigos, a veces
parecía que el error y la superstición concluirían por prevalecer completamente
y que la verdadera religión iba a ser desarraigada de la tierra. El Evangelio se
perdía de vista mientras que las formas de religión se multiplicaban, y la gente
se veía abrumada bajo el peso de exacciones rigurosas. (CS. Cap. 3 Una era de
tinieblas espirituales. Pág. 53, 54, 58, 59, 60)
Las profecías de Daniel revelaban también el comienzo de otro tiempo
profético llamado el tiempo del fin, dentro del cual se cumplirían los últimos
eventos, los más solemnes y terribles de la profecía apocalíptica y
extendiéndose este período de tiempo hasta la segunda venida de Cristo.
Según Daniel este tiempo comenzaría una vez que los 1260 años de
persecución y dominio papal llegaran a su fin, (Dan. 8: 14-19, 26; 12: 4-10)
desde allí en adelante comenzaría lo que la profecía llama el tiempo del fin, es
decir, desde el año 1798 en adelante con lo que Apocalipsis denomina la herida
de muerte y la cautividad de este poder perseguidor y blasfemo (Apoc. 13: 3,
9-10)
Mientras no comenzara este tiempo, la orden que el ángel le da a Daniel era
sellar el libro (Dan. 8: 25; 12: 4, 9) es decir, que las profecías contenidas en
este libro no se podrían comprender plenamente hasta que el tiempo no
20
estuviera plenamente maduro, los contenidos y profecías allí reveladas y
registradas por la pluma del profeta se cumplirían mucho tiempo después que
él mismo muriera, siglos más tarde la mayoría de estos eventos comenzaron a
tener su cumplimiento profético.
Pero el ángel menciona a Daniel que para cuando llegara el tiempo del fin el
tiempo estaría prácticamente maduro para comprender las profecías que hasta
aquí se habrían cumplido esto sería posible para cuando terminaran los 1260
días proféticos y que en ese tiempo, 1798, el libro de Daniel, sus profecías y
visiones estarían deselladas y en su mayoría cumplidas. (Dan. 12: 6-9)
Años antes del cumplimiento de esta fecha o del inicio del tiempo del fin ya se
anuncia por medio de eventos sobrenaturales y destructivos que el tiempo del
fin estaba cerca. Fue así que se produce uno de los más terribles, espantosos y
destructivos terremotos de la historia, conocido como el terremoto de Lisboa el
1º de noviembre de 1755, como un signo precursor que vendrían
acontecimientos más importantes en el cumplimiento de otras profecías y
efectivamente 43 años más tarde de esta fecha, en 1798 se cumple la profecía
sobre la herida de muerte y el comienzo del tiempo del fin señalado por el libro
de Daniel.
No sólo predecían las profecías cómo ha de producirse la venida de Cristo y el
objeto de ella, sino también las señales que iban a anunciar a los hombres
cuándo se acercaría ese acontecimiento. Jesús dijo: "Habrá señales en el sol, y
en la luna, y en las estrellas." (S. Lucas 21: 25.) "El sol se obscurecerá, y la luna
no dará su resplandor; y las estrellas caerán del cielo, y las virtudes que están
en los cielos serán conmovidas; y entonces verán al Hijo del hombre, que
vendrá en las nubes con mucha potestad y gloria." (S. Marcos 13: 24-26.)
El revelador describe así la primera de las señales que iban a preceder el
segundo advenimiento: "Fue hecho un gran terremoto; y el sol se puso negro
como un saco de silicio, y la luna se puso toda como sangre." (Apocalipsis 6:
12.)
21
Estas señales se vieron antes de principios del siglo XIX. En cumplimiento de
esta profecía, en 1755 se sintió el más espantoso terremoto que se haya
registrado. Aunque generalmente se lo llama el terremoto de Lisboa, se
extendió por la mayor parte de Europa, África y América. Se sintió en
Groenlandia en las Antillas, en la isla de Madera, en Noruega, en Suecia, en
Gran Bretaña e Irlanda. Abarcó por lo menos diez millones de kilómetros
cuadrados. La conmoción fue casi tan violenta en África como en Europa. Gran
parte de Argel fue destruída; y a corta distancia de Marruecos, un pueblo de
ocho a diez mil habitantes desapareció en el abismo. Una ola formidable barrió
las costas de España y África, sumergiendo ciudades y causando inmensa
desolación. (CS. Cap. 18 Heraldos de una nueva era. Pág. 349)
Apocalipsis también nos revela que la iglesia finalmente encontraría un refugio
y descanso tras la larga y sangrienta persecución encendida en la Europa
medieval bajo el dominio del papado y la furia de la inquisición (Apoc. 12: 6,
13-16) y efectivamente la tierra ayudo a la mujer (la iglesia)
Al ser descubierto un nuevo continente, tras la ruta que abrió Cristóbal Colón el
12 de octubre de 1492 y tras las siguientes expediciones como las realizadas
por el capitán John Smith sus hazañas como explorador y geógrafo
contribuyeron a realizar un mapa durante 1614 en una expedición que realizo
a nueva Inglaterra que hoy en día abarca los seis estados del nordeste de la
Unión. (Reseña histórica de los Estados Unidos.)
Este mismo mapa estaba a bordo del Mayflower en 1620 cuando llegó por
primera vez a las costas de Plymouth con los primeros colonos que huían de
Europa. Esto estaba de acuerdo con la profecía que revelaría que de aquella
nueva tierra se levantaría un nuevo poder que alcanzaría dimensiones
mundiales. (Apoc. 13: 11-18) Apocalipsis describe a una bestia que subía de la
tierra, un poder político o una nueva nación y efectivamente aquí se predice el
surgimiento de los EE.UU.
El profeta dice: "Vi otra bestia que subía de la tierra; y tenía dos cuernos
semejantes a los de un cordero." (Apocalipsis 13:11.) Tanto el aspecto de esta
22
bestia como el modo en que sube indican que la nación que representa difiere
de las representadas en los símbolos anteriores. Los grandes reinos que han
gobernado al mundo le fueron presentados al profeta Daniel en forma de
fieras, que surgían mientras "los cuatro vientos del cielo combatían en 493 la
gran mar." (Daniel 7:2.) En Apocalipsis 17, un ángel explicó que las aguas
representan "pueblos y naciones y lenguas." (Apocalipsis 17:15.) Los vientos
simbolizan luchas. Los cuatro vientos del cielo que combatían en la gran mar
representan los terribles dramas de conquista y revolución por los cuales los
reinos alcanzaron el poder.
Pero la bestia con cuernos semejantes a los de un cordero "subía de la tierra."
En lugar de derribar a otras potencias para establecerse, la nación así
representada debe subir en territorio hasta entonces desocupado, y crecer
gradual y pacíficamente. No podía, pues, subir entre las naciones populosas y
belicosas del viejo mundo, ese mar turbulento de "pueblos y muchedumbres y
naciones y lenguas." Hay que buscarla en el continente occidental.
¿Cuál era en 1798 la nación del nuevo mundo cuyo poder estuviera entonces
desarrollándose, de modo que se anunciara como nación fuerte y grande,
capaz de llamar la atención del mundo? La aplicación del símbolo no admite
duda alguna. Una nación, y sólo una, responde a los datos y rasgos
característicos de esta profecía; no hay duda de que se trata aquí de los
Estados Unidos de Norteamérica. Una y otra vez el pensamiento y los términos
del autor sagrado han sido empleados inconscientemente por los oradores e
historiadores al describir el nacimiento y crecimiento de esta nación.
El profeta vio que la bestia "subía de la tierra;" y, según los traductores, la
palabra dada aquí por "subía" significa literalmente "crecía o brotaba como una
planta." Y, como ya lo vimos, la nación debe nacer en territorio hasta entonces
desocupado. Un escritor notable, al describir el desarrollo de los Estados
Unidos, habla del "misterio de su desarrollo de la nada," y dice: "Como
silenciosa semilla crecimos hasta llegar a ser un imperio." - G. A. Townsend,
The New Compared with the Old, pág. 462. Un periódico europeo habló en
1850 de los Estados Unidos como de un imperio maravilloso, que surgía y que
23
"en el silencio de la tierra crecía constantemente en poder y gloria." 494 -
Dublin Nation. Eduardo Everett, en un discurso acerca de los peregrinos,
fundadores de esta nación, dijo: "¿Buscaron un lugar retirado que por su
obscuridad resultara inofensivo y seguro en su aislamiento, donde la pequeña
iglesia de Leyden pudiese tener libertad de conciencia? ¡He aquí las inmensas
regiones sobre las cuales, en pacífica conquista, . . . han plantado los
estandartes de la cruz!" -Discurso pronunciado en Plymouth, Massachusetts, el
22 de diciembre de 1824.
"Y tenía dos cuernos semejantes a los de un cordero." Los cuernos semejantes
a los de un cordero representan juventud, inocencia y mansedumbre, rasgos
del carácter de los Estados Unidos cuando el profeta vio que esa nación "subía"
en 1798. Entre los primeros expatriados cristianos que huyeron a América en
busca de asilo contra la opresión real y la intolerancia sacerdotal, hubo muchos
que resolvieron establecer un gobierno sobre el amplio fundamento de la
libertad civil y religiosa. Sus convicciones hallaron cabida en la declaración de
la independencia que hace resaltar la gran verdad de que "todos los hombres
son creados iguales," y poseen derechos inalienables a la "vida, a la libertad y
a la búsqueda de la felicidad." Y la Constitución garantiza al pueblo el derecho
de gobernarse a sí mismo, y establece que los representantes elegidos por el
voto popular promulguen las leyes y las hagan cumplir. Además, fue otorgada
la libertad religiosa, y a cada cual se le permitió adorar a Dios según los
dictados de su conciencia. El republicanismo y el protestantismo vinieron a ser
los principios fundamentales de la nación. Estos principios son el secreto de su
poder y de su prosperidad. Los oprimidos y pisoteados de toda la cristiandad se
han dirigido a este país con afán y esperanza. Millones han fondeado en sus
playas, y los Estados Unidos han llegado a ocupar un puesto entre las naciones
más poderosas de la tierra. (CS. Cap. 26 Los Estados Unidos en la profecía.
Pág. 492, 493, 494)
Fue el 4 de julio del año 1776 cuando se firma la declaración de independencia
de esta nueva nación y se cumple la profecía apocalíptica sobre el surgimiento
de un nuevo poder sobre la tierra, 22 años antes que la primera bestia fuera al
cautiverio o sufriera su herida de muerte (Apoc. 13: 3, 9-10) este nuevo poder
24
sobre la tierra es descrito en su comienzo como inocente e inofensivo
semejante a un cordero pero que más tarde en el tiempo llegará a hablar como
un dragón. (v. 11)
Con el cumplimiento de estas profecías, Dios quería llamar la atención de los
hombres al desarrollo y cumplimiento de otras profecías apocalípticas a través
de fenómenos insólitos en la naturaleza y por cierto devastadores como lo fue
el terremoto de Lisboa. El desarrollo de eventos sobrenaturales se
desplegarían de manera asombrosa sobre los hombres y animales, después de
este espantoso terremoto se produciría, 18 años más tarde, contando desde el
año 1798 con el fin de los 1260 días, y a 25 desde el terremoto de Lisboa en
1755, un nuevo fenómeno, el oscurecimiento del sol, el día 19 de mayo de
1780 se cumplió esta notable profecía.
Veinticinco años después apareció la segunda señal mencionada en la profecía:
el obscurecimiento del sol y de la luna. Lo que hacía esto aun más
sorprendente, era la circunstancia de que el tiempo de su cumplimiento había
sido indicado de un modo preciso. En su conversación con los discípulos en el
Monte de los Olivos, después de describir el largo período de prueba por el que
debía pasar la iglesia, es decir, los mil doscientos sesenta años de la
persecución papal, acerca de los cuales había prometido que la tribulación
sería acortada, el Salvador mencionó en las siguientes palabras ciertos
acontecimientos que debían preceder su venida y fijó además el tiempo en que
se realizaría el primero de éstos: "En aquellos días, después de aquella
aflicción, el sol se obscurecerá, y la luna no dará su resplandor." (S. Marcos 13:
24.) Los 1260 días, o años, terminaron en 1798. La persecución había
concluido casi por completo desde hacía casi un cuarto de siglo. Después de
esta persecución, según las palabras de Cristo, el sol debía obscurecerse. Pues
bien, el 19 de mayo de 1780 se cumplió esta profecía.
"Único o casi único en su especie, por lo misterioso del hasta ahora inexplicado
fenómeno que en él se verificó,. . . fue el día obscuro del 19 de mayo de 1780,
inexplicable obscurecimiento de todo el cielo visible y atmósfera de Nueva
Inglaterra." -R. M. Devens, Our First Century, pág. 89. (CS. Cap. 18 Heraldos de
una nueva era. Pág. 351)
25
Todos estos fenómenos sobrenaturales y algunos de ellos destructivos a gran
escala los cuales no pasaron desapercibidos por los hombres, anunciaban
acontecimientos de mayor importancia, desde el oscurecimiento del sol en
1780 restarían tan solo 18 años para el término de los 1260 días proféticos y
43 a partir del terremoto de Lisboa.
"Temor, zozobra y terror se apoderaron gradualmente de los ánimos. Desde las
puertas de sus casas, las mujeres contemplaban la lóbrega escena; los
hombres volvían de las faenas del campo; el carpintero dejaba las
herramientas, el herrero la fragua, el comerciante el mostrador. Los niños
fueron despedidos de las escuelas y huyeron a sus casas llenos de miedo. Los
caminantes hacían alto en la primera casa que encontraban. ¿Qué va a
pasar? preguntaban todos. No parecía sino que un huracán fuera a
desatarse por toda la región, o que el día del juicio estuviera
inminente. (CS. Cap. 18 Heraldos de una nueva era. Pág. 352)
Era evidente que algo acontecería, y estos fenómenos sobrenaturales
anunciaban algún evento de mayor importancia, estos eran acontecimientos
previos para llamar la atención de los hombres y mujeres al cumplimiento de la
profecía bíblica. ¿Era inminente el regreso de Cristo para ese tiempo? muchos
creyeron que sí y que la hora del juicio estaba cerca, sin embargo, la profecía
revelaba que aun quedaba una segunda parte del ministerio celestial de Cristo,
que la profecía de Daniel anunciaba su comienzo para el fin de los 2300 días
proféticos. (Dan. 8: 14)
Al término de este largo período comenzaría el gran día de la expiación o
conocido como la hora del juicio, que se transformaría en el último tiempo de
gracia conferido a la humanidad, la purificación del santuario era la fase final
previa al retorno de Cristo, por lo tanto aun era temprano en la profecía para el
retorno de Cristo mientras esta etapa no estuviera concluida.
El lugar santísimo y el comienzo del día de la expiación
26
De acuerdo con los rituales simbólicos del santuario terrenal, el servicio en el
lugar santísimo se realizaba tan solo una vez al año, conocido como el día de la
expiación, el día 10 del séptimo mes del calendario hebreo. (Lev. 16: 1-34)
Todas las fiestas litúrgicas o rituales del santuario terrenal encerraban las
diferentes etapas y fases del plan de la redención realizadas de manera
simbólica en torno a un santuario que era copia del original (Ex. 26: 30)
Esto revela que estos servicios y el santuario mismo apuntaban a lo que más
tarde se realizaría de manera real, sin símbolos, donde la sombra se
encontraría con su sustancia, el tipo con el antitipo. (Heb. 7: 1.28; 8: 1-13; 9: 1-
28) según el calendario hebreo estos servicios comenzarían con la fiesta de la
pascua, cuando Cristo murió, el velo del templo se rasgo (Mat.27: 51)
revelando que los servicios simbólicos concluían pues el verdadero cordero
estaba muriendo y con ello comenzaba la pascua, ya no simbólica sino real,
Pablo dijo que Cristo es nuestra pascua. (1ª Cor. 5: 7-8)
Siguiendo con el calendario, la fiesta que seguía era los panes sin levadura, la
gavilla mecida, el pentecostés y las trompetas, las cuales anunciaban días
antes el último servicio que era el día de la expiación. Todo esto tuvo un
cumplimiento cristológico y eclesiologico, es decir, se cumplió de manera
asombrosa en la persona de Cristo y de la iglesia que surgió a partir del
sacrificio realizado en la cruz, la cual se instituyó en el día de pentecostés.
Por lo tanto, la profecía que indicaba el comienzo, el tiempo y la hora de la
obra de Cristo como sumo sacerdote en el lugar santísimo del santuario
celestial estaba anunciada por la profecía de los 2300 años de Daniel 8: 14,
donde al fin de ese período de tiempo profético comenzaría el día del juicio, al
determinar la fecha, cuando terminarían los 2300 días, sería la fecha y el
tiempo del comienzo de esta obra. Y Daniel revela que este juicio comenzaría
una vez que la obra del cuerno pequeño llegue a su fin al término de los 1260
años. (Dan. 7: 7-10, 13-14; 8: 9-14)
27
La inmolación del cordero pascual prefiguraba la muerte de Cristo. San Pablo
dice: "Nuestra pascua, que es Cristo, fue sacrificada por nosotros." (1 Corintios
5: 7.) La gavilla de las primicias del trigo, que era costumbre mecer ante el
Señor en tiempo de la Pascua, era figura típica de la resurrección de Cristo. San
Pablo dice, hablando de la resurrección del Señor y de todo su pueblo: "Cristo
las primicias; luego los que son de Cristo, en su venida." (1 Corintios 15: 23.)
Como la gavilla de la ofrenda mecida, que era las primicias o los primeros
granos maduros recogidos antes de la cosecha, así también Cristo es primicias
de aquella inmortal cosecha de rescatados que en la resurrección futura serán
recogidos en el granero de Dios.
Estos símbolos se cumplieron no sólo en cuanto al acontecimiento sino también
en cuanto al tiempo. El día 14 del primer mes de los judíos, el mismo día y el
mismo mes en que quince largos siglos antes el cordero pascual había sido
inmolado, Cristo, después de haber comido la pascua con sus 451 discípulos,
estableció la institución que debía conmemorar su propia muerte como
"Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo." En aquella misma noche fue
aprehendido por manos impías, para ser crucificado e inmolado. Y como
antitipo de la gavilla mecida, nuestro Señor fue resucitado de entre los muertos
al tercer día, "primicias de los que durmieron," cual ejemplo de todos los justos
que han de resucitar, cuyo "vil cuerpo" "transformará" y hará "semejante a su
cuerpo glorioso." (1 Corintios 15: 20; Filipenses 3: 21, V.M.)
Asimismo los símbolos que se refieren al segundo advenimiento deben
cumplirse en el tiempo indicado por el ritual simbólico. Bajo el régimen
mosaico, la purificación del santuario, o sea el gran día de la expiación, caía en
el décimo día del séptimo mes judío (Levítico 16:29 - 34), cuando el sumo
sacerdote, habiendo hecho expiación por todo Israel y habiendo quitado así sus
pecados del santuario, salía a bendecir al pueblo. Así se creyó que Cristo,
nuestro Sumo Sacerdote, aparecería para purificar la tierra por medio de la
destrucción del pecado y de los pecadores, y para conceder la inmortalidad a
su pueblo que le esperaba. El décimo día del séptimo mes, el gran día de la
expiación, el tiempo de la purificación del santuario, el cual en el año 1844 caía
en el 22 de octubre, fue considerado como el día de la venida del Señor. Esto
28
estaba en consonancia con las pruebas ya presentadas, de que los 2.300 días
terminarían en el otoño, y la conclusión parecía irrebatible. (CS. Cap. 23
Profecías cumplidas. Pág. 450, 451)
De la misma forma como sucedió al comienzo del ministerio celestial de Cristo,
al ser entronizado al servicio del santuario celestial en el lugar santo,
ocurrieron acontecimientos en la tierra que llamaron la atención de todos los
hombres de aquella época, como lo fue el descenso de la lluvia temprana en el
día del pentecostés, (Hech.2: 1-42) así también el inicio del ministerio de Cristo
en el lugar santísimo o día de la expiación, el día del juicio, sería no solo
anunciado por el gran período profético de los 2300 días, sino también por
acontecimientos sobrenaturales como los que ya hemos comentado, los cuales
llamarían la atención del mundo entero al cumplimiento de las profecías para
ese tiempo específico de la escatología bíblica.
Al acercarse la fecha del gran cumplimiento de los 2300 días y con ello el inicio
del juicio, Dios despertó las conciencias de los hombres y mujeres por medio
de acontecimientos insólitos en la naturaleza, esta fecha y evento no podían
pasar por alto para nadie y Dios se encargo que así fueran.
En 1833, dos años después de haber principiado Miller a presentar en público
las pruebas de la próxima venida de Cristo, apareció la última de las señales
que habían sido anunciadas por el Salvador como precursoras de su segundo
advenimiento. Jesús había dicho: “Las estrellas caerán del cielo.” (S. Mateo 24:
29.) Y Juan, al recibir la visión de la escenas 381 que anunciarían el día de Dios,
declara en el Apocalipsis: “Las estrellas del cielo cayeron sobre la tierra, como
la higuera echa sus higos cuando es movida de gran viento.” (Apocalipsis 6:
13.) Esta profecía se cumplió de modo sorprendente y pasmoso con la gran
lluvia meteórica del 13 de noviembre de 1833.
Fue éste el más dilatado y admirable espectáculo de estrellas fugaces que se
haya registrado, pues “¡sobre todos los Estados Unidos el firmamento entero
estuvo entonces, durante horas seguidas, en conmoción ígnea! No ha ocurrido
jamás en este país, desde el tiempo de los primeros colonos, un fenómeno
29
celestial que despertara tan grande admiración entre unos, ni tanto terror ni
alarma entre otros.” “Su sublimidad y terrible belleza quedan aún grabadas en
el recuerdo de muchos…. Jamás cayó lluvia más tupida que ésa en que cayeron
los meteoros hacia la tierra; al este, al oeste, al norte y al sur era lo mismo. En
una palabra, todo el cielo parecía en conmoción. . . . El espectáculo, tal como
está descrito en el diario del profesor Silliman, fue visto por toda la América del
Norte…. Desde las dos de la madrugada hasta la plena claridad del día, en un
firmamento perfectamente sereno y sin nubes, todo el cielo estuvo
constantemente surcado por una lluvia incesante de cuerpos que brillaban de
modo deslumbrador.” –R. M. Devens, American Progress; or, The Great Events
of the Greatest Century, cap. 28, párrs. 1 – 5.
“En verdad, ninguna lengua podría describir el esplendor de tan hermoso
espectáculo; . . . nadie que no lo haya presenciado puede formarse exacta idea
de su esplendor. Parecía que todas las estrellas del cielo se hubiesen reunido
en un punto cerca del cénit, y que fuesen lanzadas de allí, con la velocidad del
rayo, en todas las direcciones del horizonte; y sin embargo no se agotaban:
con toda rapidez seguíanse por miles unas tras otras, como si hubiesen sido
creadas para el caso.” –F. Reed, en el Christian Advocate and Journal, 13 de
dic. de 1833. “Es imposible contemplar una imagen más exacta de la higuera
que deja caer sus higos cuando es sacudida por un gran 382 viento.” –“The Old
Countryman,” en el Evening Advertiser de Portland, 26 de nov. de 1833.
En el Journal of Commerce de Nueva York del 14 de noviembre se publicó un
largo artículo referente a este maravilloso fenómeno y en él se leía la siguiente
declaración: “Supongo que ningún filósofo ni erudito ha referido o registrado
jamás un suceso como el de ayer por la mañana.
Hace mil ochocientos años un profeta lo predijo con toda exactitud, si
entendemos que las estrellas que cayeron eran estrellas errantes o fugaces,. . .
que es el único sentido verdadero y literal.”
Así se realizó la última de las señales de su venida acerca de las cuales Jesús
había dicho a sus discípulos: “Cuando viereis todas estas cosas, sabed que está
cercano, a las puertas.” (S. Mateo 24: 33.) Después de estas señales, Juan vio
30
que el gran acontecimiento que debía seguir consistía en que el cielo
desaparecía como un libro cuando es arrollado, mientras que la tierra era
sacudida, las montañas y las islas eran movidas de sus lugares, y los impíos,
aterrorizados, trataban de esconderse de la presencia del Hijo del hombre.
(Apocalipsis 6: 12 – 17.)
Muchos de los que presenciaron la caída de las estrellas la consideraron como
un anuncio del juicio venidero –“como un signo precursor espantoso, un
presagio misericordioso, de aquel grande y terrible día.”- “The Old
Countryman,” en el Evening Advertiser de Portland, 26 de nov. De 1833. Así
fue dirigida la atención del pueblo hacia el cumplimiento de la profecía, y
muchos fueron inducidos a hacer caso del aviso del segundo advenimiento.
(CS. Cap. 19 Una profecía significativa. Pág. 380, 381, 382)
Todos estos eventos sobrenaturales que acompañaron al cumplimiento de
estas grandes profecías se cumplieron de manera asombrosa en el tiempo que
la profecía lo indicaba, aparecieron como señales que anunciaban
acontecimientos de gran importancia como lo sería el comienzo día del juicio.
Fue Gabriel, el ángel que sigue en jerarquía al Hijo de Dios, quien trajo el
mensaje divino a Daniel. Fue a Gabriel, "su ángel," a quien envió Cristo para
revelar el futuro al amado Juan; y se pronuncia una bendición sobre aquellos
que leen y oyen las palabras de la profecía y guardan las cosas en ella escritas.
"No hará nada el Señor Jehová, sin que revele su secreto a sus siervos los
profetas." Aunque "las cosas secretas pertenecen a Jehová nuestro Dios, . . .
las reveladas son para nosotros y para nuestros hijos por siempre.'* Dios nos
ha dado estas cosas, y su bendición acompañará al estudio reverente, con
oración, de las escrituras proféticas.
Así como el mensaje del primer advenimiento de Cristo anunciaba el reino de
su gracia, el mensaje de su segundo advenimiento anuncia el reino de su
gloria. El segundo mensaje, como el primero, está basado en las profecías. Las
31
palabras del ángel a Daniel acerca de los últimos días, serán comprendidas en
el tiempo del fin. En ese tiempo, "muchos correrán de aquí para allá, y la
ciencia será aumentada." "Los impíos obrarán impíamente, y ninguno de los
impíos entenderá, pero entenderán los entendidos." El Salvador mismo
anunció señales de su venida y dijo: "Cuando viereis hacerse estas cosas,
entended que está cerca el reino de Dios." "Y mirad por vosotros, que vuestros
corazones no sean cargados de glotonería y embriaguez, y de los cuidados de
esta vida, y venga de repente sobre vosotros aquel día." "Velad pues, orando
en todo tiempo, que seáis tenidos por dignos de evitar todas estas cosas que
han de venir y de estar en pie delante del Hijo del hombre."
Hemos llegado al período predicho en estos pasajes. El tiempo del fin
ha llegado, las visiones de los profetas están deselladas, y sus
solemnes amonestaciones nos indican que la venida de nuestro Señor
en gloria está cercana. (DTG. Cap. 23 El reino de Dios está cerca. Pág. 203)
Apocalipsis revela que la hora del juicio había llegado y que sería anunciada a
gran voz, un ángel proclama a gran voz a toda la tierra que esa hora había
llegado. (Apoc. 14: 6-7) Aquí se anuncia el surgimiento de un gran movimiento
profético destinado a proclamar tal mensaje de advertencia, el mensaje del
primer ángel simboliza el gran despertar religioso que se vivió en torno al
cumplimiento de esta fecha profética.
Tal movimiento fue encabezado por Guillermo Miller quien tras de su
conversión y dedicando varios años al estudio de la Biblia descubrió la profecía
de Daniel 8: 14, tomando la interpretación y creencias de la época creyó que el
santuario sería la tierra y su purificación se realizaría por fuego en torno a la
segunda venida de Cristo.
De esta forma se dedicó a determinar el comienzo de los 2300 días y poder así
también determinar el término de tal período y con ello llegar a la fecha de la
segunda venida, según la interpretación que éste le dio a la profecía.
Así comienza un gran despertar religioso en torno al retorno de Cristo, aunque
la interpretación estaba incorrecta en cuanto al evento que se produciría, los
32
cálculos estaban en lo cierto y el fin de los 2300 días proféticos terminaban en
el otoño del 22 de octubre de 1844. Aunque los cálculos iníciales apuntaban a
la primavera de ese año, la profecía apuntaba al otoño, ese desfase se
consideró o interpreto como una demora basada en la parábola de las diez
vírgenes donde el esposo se tarda en su regreso de las bodas, así como la
demora que habla el profeta Habacuc. (Mat. 25: 1-13; Hab. 2: 1-4)
Al llegar la fecha del retorno de Cristo tal como se había calculado y predicado
y ver que nada había sucedido, la experiencia que vivieron los que formaron
parte de aquel gran movimiento apocalíptico fue de extrema amargura, la
creencia de que Cristo regresaría el 22 de octubre de 1844 fue dulce como la
miel, pero no tardó en tornarse en la más amarga de todas las experiencias,
así, esta experiencia por la cual pasaría la iglesia de aquel período apocalíptico
identificado como el de Sardis (Apoc. 3: 7-13) ya estaba profetizado que
ocurriría (Apoc. 10: 1-11) y se cumplió de manera análoga a lo que vivieron los
discípulos en sus días cuando Cristo fue crucificado, creyendo en el
pensamiento popular de la época, que el Mesías al llegar, se levantaría en
contra de los romanos y le devolvería el reino a Israel y sería victorioso sobre
sus enemigos.
La profecía que relata aquella amarga experiencia revela un librito abierto en
la mano del ángel que proclama la visión (Apoc. 10: 1-2) y es precisamente ese
librito abierto el que causa y gatilla esta experiencia de dulce y amargo, el
único libro que recibió la orden de ser sellado o cerrarlo fue el libro de Daniel,
(Dan. 12: 4, 9, 10) pero aquí aparece un librito abierto, lo que implica que el
tiempo el cual relata este pasaje corresponde con el tiempo del fin, el tiempo
en que el libro de Daniel estaría desellado o abierto, y fue precisamente el libro
en el cual se baso todo el mensaje de aquel gran movimiento adventista o del
séptimo mes sobre los 2300 días y que correspondía con el mensaje del
primer ángel de Apocalipsis 14 pero que fue interpretado como la segunda
venida de Cristo.
Al salir de aquella experiencia se comprendió, tiempo después, que el
santuario no era la tierra sino el templo que está en el cielo y que su
33
purificación correspondía con el servicio del día de la expiación, según lo
tipificaban los servicios litúrgicos de las fiestas del santuario terrenal. Para ese
entonces se descubre que los dos primeros mensajes de los ángeles de
Apocalipsis 14 anunciaban la hora de ese juicio y el estado espiritual del
mundo de entonces al rechazar el mensaje de la segunda venida de Cristo por
las principales iglesias de los EE.UU., en lo que el segundo mensaje denomina
la caída de Babilonia (Apoc. 14: 8) sin embargo, no se dieron cuenta que existía
un tercer mensaje, que al igual que los dos primeros, tenía que ser anunciado a
todo el mundo antes que Cristo retornara a la tierra, como es lo que
efectivamente ocurre una vez que ese tercer mensaje es proclamado al mundo
entero.(Apoc. 14: 9-20)
Tras aquella amarga experiencia simbolizada en Apocalipsis 10, el ángel le dice
a Juan “Es necesario que profetices otra vez sobre muchos pueblos,
naciones, lenguas y reyes.” (Apoc. 10: 11), es decir, que tras el amargo trago,
desengaño o chasco experimentado, donde Jesús no regresó y habiendo
comprendido la verdad de lo que realmente ocurrió, había que volver
nuevamente a profetizar, volver al mismo mensaje que Cristo viene y
anunciarlo una vez más al mundo entero. Esta vez sí sería el mensaje correcto
bajo la interpretación correcta y en el tiempo correcto porque el mensaje del
tercer ángel sería el último mensaje dado a la tierra antes que Cristo venga.
Esto implicaría que como resultado o consecuencia del chasco de 1844 surgiría
un nuevo movimiento profético que se encargaría de realizar y llevar a término
esta tarea de volver a profetizar, y el mismo mensaje del tercer ángel los
señala diciendo: “Aquí está la paciencia de los santos, los que guardan los
mandamientos de Dios y la fe de Jesús.” (Apoc. 14: 12) hablando de este
remanente también se señala “Entonces el dragón se llenó de ira contra la
mujer; y se fue hacer guerra contra el resto de la descendencia de ella,
los que guardan los mandamientos de Dios y tienen el testimonio de
Jesús.” (Apoc. 12: 17)
34
Esta iglesia final o remanente, descendiente de aquella iglesia primitiva y de
los primeros discípulos se encargaría de restaurar la verdad (Isa. 58: 12) que el
cuerno pequeño echaría por tierra, la verdad de los mandamientos de Dios, del
sábado y de la salvación por medio de la fe en Cristo, así como de todo el
conjunto de doctrinas bíblicas y esto estaba de acuerdo y en armonía con la
verdad que encierra el lugar santísimo del santuario celestial a donde Cristo
paso a administrar. El arca de la alianza o del pacto que contenía los
mandamientos de Dios se abrían para toda la humanidad como la verdad
presente para éste tiempo final. (Apoc. 3: 7-8; 8: 1-5; 11: 19)
De esta forma, resulta impresionante hasta aquí como todas las profecías se
han venido cumpliendo a través de todos los tiempos, períodos de tiempo
cronológicos han comenzado y terminado para dar paso a otros eventos de la
profecía acercándose esta a los eventos de mayor envergadura y gravedad,
todo se ha cumplido de manera sorprendente en el tiempo que la profecía
indicaba y el evento que debería de producirse.
Las profecías que el gran YO SOY dio en su Palabra nos dicen dónde estamos hoy en la procesión de los siglos y lo que puede esperarse en el tiempo futuro. Todo lo que la profecía predijo como habiendo de acontecer hasta el momento actual, se lee cumplido en las páginas de la historia, y podemos tener la seguridad de que todo lo que falta por cumplirse se realizará en su orden.
Hoy las señales de los tiempos declaran que estamos en el umbral de grandes y solemnes acontecimientos. En nuestro mundo, todo está en agitación. Ante nuestros ojos se cumple la profecía por la cual el Salvador anunció los acontecimientos que preceden su venida: "Y oiréis guerras, y rumores de guerras. . . Se levantará nación contra nación, y reino contra reino; y habrá pestilencias, y hambres, y terremotos por los lugares" (Mat. 24: 6, 7).
El momento actual es de interés para todos los que viven. Los gobernantes y estadistas, los hombres que ocupan puestos de confianza y
35
autoridad, los hombres y mujeres pensadores de todas las clases, tienen fija su atención en los acontecimientos que se producen en derredor nuestro. Observan las relaciones que existen entre las naciones. Observan la intensidad que se apodera de todo elemento terrenal, y reconocen que algo grande y decisivo está por acontecer, que el mundo se encuentra en víspera de una crisis estupenda.
La Biblia, y tan sólo la Biblia presenta una visión correcta de estas cosas. En ella se revelan las grandes escenas finales de la historia de nuestro mundo, acontecimientos que ya se anuncian, y cuya aproximación hace temblar la tierra y desfallecer los corazones de los hombres (Profetas y Reyes, pág. 394. Año 1916). (EV. Cáp. 7)
Debiéramos estudiar los grandes hitos que señalan los tiempos en que vivimos.
-4MR 163 (1895).
Aquellos que se coloquen bajo el control de Dios, para ser guiados por él,
captarán el paso continuo de los eventos que él ha dispuesto que ocurran. -7T
14 (1902).
Debemos ver en la historia el cumplimiento de la profecía, para estudiar las
operaciones de la Providencia en los grandes movimientos de reforma, y para
comprender el progreso de los eventos en el ordenamiento de las naciones
para el conflicto final de la gran controversia. -8T 307 (1904). (EUD. Cap. 1 La
última crisis de la tierra. Pág. 9)
Fin del ministerio celestial de Cristo
La entrada de Cristo al lugar santísimo a realizar el último servicio “anual” que
correspondía con el día de la expiación antes que el regrese y su pueblo
celebre la fiesta de las cabañas tras la gran bendición sacerdotal, se encuentra
en armonía y paralelo con el último mensaje dado al mundo, el mensaje del
tercer ángel, así como con el último período de la iglesia que sería el de
36
Laodicea (Apoc. 3: 14-22) Han trascurrido 165 años desde que comenzó el
juicio en el cielo y del fin de los 2300 días proféticos, todas las evidencias
presentadas hasta aquí en las Sagradas Escrituras revelan que ningún período
de tiempo se ha extendido más de lo necesario y que cada uno de ellos ha
encontrado su cumplimiento y su fin para dar lugar al comienzo de otro.
Al comenzar un evento significativo y de vital trascendencia para la humanidad
y de manera especial para la iglesia, han estado marcados por acontecimientos
que llaman la atención de los hombres y mujeres a lo que se está realizando,
Dios atrae la atención de los hombres al cumplimiento de las profecías o al
tiempo en que estas se están por cumplir, así, por cada evento que esta por
ocurrir en el cielo y que afectará los destinos eternos de todo ser humano este
tiene su repercusión o anuncio de manera significativa y portentosa en la
tierra.
El nacimiento de Cristo, el comienzo de su ministerio terrenal, su muerte, su
resurrección, su ascensión, el comienzo de su ministerio celestial en el lugar
santo del santuario celestial, su ministerio en el lugar santísimo del mismo, han
sido claramente revelados y los acontecimientos que se producían en la tierra
hacían mirar y reflexionar que algo estaba pasando o que iba acontecer, ahora
vivimos bajo el día de la expiación y el lugar santísimo es la última etapa de
Cristo como sumo sacerdote, lo que sigue de allí en adelante es la unción de
Cristo como Rey de Reyes y Señor de Señores pero para ese tiempo cada caso
estará decidido para la eternidad y será demasiado tarde para enmendar la
vida o hacer alguna preparación. (Apoc. 22: 11)
De manera que antes de que Cristo termine su obra mediadora en el lugar
santísimo y salga del templo celestial, (Apoc. 15: 5-8; 22: 11) Dios también
está llamando la atención de los hombres y mujeres de este tiempo a que esa
hora, esta vez, se está acercando a su fin, de la misma forma como lo hizo
cuando la hora de ese mismo juicio estaba por comenzar en 1844 por medio de
acontecimientos insólitos en la naturaleza (el terremoto de Lisboa en 1755, el
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oscurecimiento del sol 19 de mayo de 1780, la caída de las estrellas, en 1833 y
un gran despertar religioso con el mensaje de la segunda venida) hoy está
sucediendo lo mismo, la naturaleza está cobrando un rol protagónico como
nunca antes en la historia de la humanidad, desastres y catástrofes nunca
antes vistas por los hombres de este tiempo, acontecimientos insólitos,
extraños y catastróficos en la naturaleza, como el calentamiento global y el
cambio climático y cuyas consecuencias para la existencia humana siquiera
son imaginadas, revelan y anuncian que la hora de ese juicio está llegando a su
culminación y que eventos de mayor gravedad están por acontecer sobre la
tierra. (Luc. 21: 11, 25-26; Rom. 8: 18-23; Apoc. 7: 1-3)
¿Qué significan las horribles calamidades marinas, barcos arrojados a la
eternidad sin un momento de advertencia? ¿Qué significan los accidentes en
tierra, incendios que consumen las riquezas que los hombres han atesorado,
mucho de lo cual ha sido acumulado oprimiendo al pobre? El Señor no
intervendrá para proteger la propiedad de aquellos que transgreden su ley,
quebrantan su pacto y pisotean su día de reposo, aceptando en su lugar un día
de descanso espurio.
Las plagas de Dios ya están cayendo sobre la tierra, arrasando las estructuras
más costosas como si fuera mediante un soplo de fuego desde el cielo. ¿No
harán estos juicios recapacitar a los profesos cristianos? Dios los permite para
que el mundo preste atención, para que los pecadores le teman y tiemblen
ante él.-3MR 311 (1902).
Dios tiene un propósito al permitir que ocurran estas calamidades. Son uno de
sus medios para llamar a los hombres y mujeres a la reflexión. Mediante
fenómenos insólitos a través de la naturaleza, Dios expresará a los incrédulos
agentes humanos aquello que ha revelado claramente en su Palabra.-19MR
279 (1902).
38
¡Con cuánta frecuencia oímos hablar de terremotos y ciclones, así como de la
destrucción producida por incendios e inundaciones, con gran pérdida de vidas
y propiedades! Aparentemente estas calamidades son estallidos caprichosos
de las fuerzas desorganizadas y desordenadas de la naturaleza,
completamente fuera del dominio humano; pero en todas ellas puede leerse el
propósito de Dios. Se cuentan entre los instrumentos por medio de los cuales
él procura despertar en hombres y mujeres un sentido del peligro que corren.-
PR 207 (c. 1914). (EUD. Cap. 2 Señales del pronto regreso de Cristo. Pág. 16,
17)
Nos hallamos en el mismo umbral de la crisis de los siglos. En rápida sucesión
se seguirán unos a otros los castigos de Dios: incendio e inundaciones,
terremotos, guerras y derramamiento de sangre. No debemos quedar
sorprendidos en este tiempo por acontecimientos grandes y decisivos; porque
el ángel de la misericordia no puede permanecer mucho más tiempo para
proteger a los impenitentes. (Profetas y Reyes, pág. 208.)
La hora de crisis va avecinándose gradualmente. El sol brilla en el cielo,
recorriendo su camino habitual, y los cielos todavía declaran la gloria de Dios.
Los hombres siguen comiendo y bebiendo, plantando y edificando, casándose y
dándose en casamiento. Los comerciantes continúan comprando y vendiendo.
Los hombres se atropellan mutuamente por alcanzar el puesto más alto. Los
amantes de los placeres siguen aglomerándose en los teatros, en las carreras
de caballos, y en los antros de juego. Prevalece la más alta excitación, y sin
embargo el tiempo de gracia está terminando rápidamente, y cada caso está
por ser decidido para la eternidad. Satanás ve que su tiempo es corto.
El ha puesto en acción a todos sus agentes a fin de que los hombres sean
engañados, estén alucinados, ocupados y fascinados hasta que el día de gracia
termine, y la puerta de la misericordia se cierre para siempre. (Southern
Watchman, 3 de octubre de 1905.)
39
La transgresión casi ha llegado a su límite máximo. La confusión llena el
mundo, y pronto ha de venir sobre los seres humanos un gran terror. El fin
está muy cerca. Nosotros, que conocemos la verdad, hemos de prepararnos
para lo que pronto ha de irrumpir sobre el mundo como una sorpresa
agobiadora. 66 (Testimonies, tomo 8, pág. 28.)
En este tiempo en que prevalece la iniquidad, podemos saber que la última
crisis está por llegar. Cuando el desafío a la ley de Dios sea casi universal,
cuando su pueblo esté oprimido y afligido por sus semejantes, el Señor se
interpondrá. (Lecciones Prácticas del Gran Maestro, pág. 165.)
Estamos en el umbral de grandes y solemnes acontecimientos. Las profecías
se están cumpliendo. La historia, extraña y llena de sucesos, está
registrándose en los libros del cielo. Todo en nuestro mundo está en agitación.
Hay guerras y rumores de guerras. Las naciones están airadas, y ha llegado el
tiempo en que deben ser juzgados los muertos. Los acontecimientos están
cambiando para traer el gran día de Dios, que se apresura grandemente.
Queda, por así decirlo, solamente un momento de tiempo. Pero aunque ya se
levanta nación contra nación, y reino contra reino, no hay todavía
conflagración general. Todavía los cuatro vientos son retenidos hasta que los
siervos de Dios sean sellados en sus frentes. Entonces las potencias de la
tierra ordenarán sus fuerzas para la última gran batalla. (Joyas de los
Testimonios, tomo 2, pág. 369.) (SC. Condiciones mundiales que hace frente el
cristiano. Pág. 65, 66)
El espíritu refrenador de Dios se está retirando ahora mismo del mundo. Los
huracanes, las tormentas las tempestades, los incendios y las inundaciones, los
desastres por tierra y mar, se siguen en rápida sucesión. La ciencia procura
explicar todo esto. Menudean en derredor nuestro las señales que nos dicen
que se acerca el Hijo de Dios, pero son atribuidas a cualquier causa menos a la
verdadera. Los hombres no pueden discernir a los ángeles que como
centinelas refrenan los cuatro vientos para que no soplen hasta que estén
sellados los siervos de Dios; pero cuando Dios ordene a sus ángeles que
suelten los vientos, habrá una escena de contienda que ninguna pluma puede
describir. (Joyas de los Testimonios, tomo 3, págs. 141 15.)
40
La época en que vivimos es importante y solemne. El espíritu de Dios se está
retirando gradual pero ciertamente de la tierra. Ya están cayendo juicios y
plagas sobre los que menosprecian la gracia de Dios. Las calamidades en
tierra y mar, la inestabilidad social, las amenazas de guerra, como portentosos
presagios, anuncian la proximidad de acontecimientos de la mayor gravedad.
Las agencias del mal se coligan y acrecen sus fuerzas para la gran crisis final.
Grandes cambios están a punto de producirse en el mundo, y los movimientos
finales serán rápidos. (Joyas de los Testimonios, tomo 3, pág. 280.)
Está muy cerca el momento en que habrá en el mundo una tristeza que ningún
bálsamo humano podrá disipar. Se está retirando el Espíritu de Dios. Se
siguen unos a otros en rápida sucesión los desastres por mar y tierra. ¡Con
cuánta frecuencia oímos hablar de terremotos y ciclones, así como de la
destrucción producida por incendios e inundaciones, con gran pérdida de vidas
y propiedades! Aparentemente estas calamidades son estallidos caprichosos
de las fuerzas desorganizadas y desordenadas de la naturaleza,
completamente fuera del dominio humano; pero en todas ellas puede leerse el
propósito de Dios. Se cuentan entre los instrumentos por medio de los cuales
él procura despertar en hombres y mujeres un sentido del peligro que corren.
(Profetas y Reyes, pág. 207.) (SC. Condiciones mundiales que hace frente el
cristiano. Pág. 66, 67)
Estamos viviendo en tiempos proféticos, las profecías que nos hablan acerca
del tiempo de gracia y que este está llegando a su fin, que Cristo muy pronto
saldrá del lugar santísimo del santuario celestial se están cumpliendo ahora
mismo en nuestros días a la vista y paciencia de nuestra adormecida mirada.
Todos estos desastres y catástrofes nos revelan a gran voz que el Espíritu de
Dios se está retirando ahora mismo del mundo, el cual no contendrá más a los
poderes del mal que están obrando para traer destrucción, desolación y la
muerte sobre hombres y animales.
Satanás obra asimismo por medio de los elementos para cosechar
muchedumbres de almas aún no preparadas. Tiene estudiados los secretos de
41
los laboratorios de la naturaleza y emplea todo su poder para dirigir los
elementos en cuanto Dios se lo permita. Cuando se le dejó que afligiera a Job,
¡cuán prestamente fueron destruídos rebaños, ganado, sirvientes, casas e
hijos, en una serie de desgracias, obra de un momento! Es Dios quien protege
a sus criaturas y las guarda del poder del destructor. Pero el mundo cristiano
ha manifestado su menosprecio de la ley de Jehová, y el Señor hará
exactamente lo que declaró que haría: alejará sus bendiciones de la tierra y
retirará su cuidado protector de sobre los que se rebelan contra su ley y que
enseñan y obligan a los demás a hacer lo mismo. Satanás ejerce dominio sobre
todos aquellos a quienes Dios no guarda en forma especial. Favorecerá y hará
prosperar a algunos para obtener sus fines, y atraerá desgracias sobre otros, al
mismo tiempo que hará creer a los hombres que es Dios quien los aflige.
Al par que se hace pasar ante los hijos de los hombres como un gran médico
que puede curar todas sus enfermedades, Satanás producirá enfermedades y
desastres al punto que ciudades populosas sean reducidas a ruinas y
desolación. Ahora mismo está obrando. Ejerce su poder en todos los lugares y
bajo mil formas: en las desgracias y calamidades de mar y tierra, en las
grandes conflagraciones, en los tremendos huracanes y en las terribles
tempestades de granizo, en las inundaciones, en los ciclones, en las mareas
extraordinarias y en los terremotos.
Destruye las mieses casi maduras y a ello siguen la hambruna y la angustia;
propaga por el aire emanaciones mefíticas y miles de seres perecen en la
pestilencia. Estas plagas irán menudeando más y más y se harán más y más
desastrosas. La destrucción caerá sobre hombres y animales. "La tierra se
pone de luto y se marchita," "desfallece la gente encumbrada de la tierra. La
tierra también es profanada bajo sus habitantes; porque traspasaron la ley,
cambiaron el estatuto, y quebrantaron el pacto eterno." (Isaías 24: 4, 5, V.M.)
(CS. Cap. 37 El conflicto inminente. Pág. 646, 647)
No solamente la naturaleza se encuentra manifestando de una manera nunca
antes vista, sino también la sociedad en su conjunto da muestra de su rápido
42
deterioro y precipitado avance hacia su maduración total que la llevará a su
destrucción final. (2ª Tim. 3: 1-5)
Terribles eventos podemos ver entre los hombres y mujeres de todas las
edades pareciera que estuvieran poseídos por las legiones del mal, hombres y
mujeres dominados por espíritus de demonios cometen espeluznantes y
repugnantes crímenes, el índice de maldad ha llegado a niveles tan peligrosos
que está escapando de la mano y del control de la autoridad acercándose
rápidamente y de manera peligrosa al límite permitido y tolerado por Dios.
Con infalible exactitud, el Ser Infinito sigue llevando una cuenta con todas las
naciones. Mientras ofrece su misericordia, con invitaciones al arrepentimiento,
esta cuenta permanece abierta; pero cuando las cifras llegan a cierta cantidad
que Dios ha fijado, comienza el ministerio de su ira.-2JT 63 (1882).
Dios lleva un registro de las naciones y los cálculos han aumentado contra ellos
en los libros del cielo; y cuando se decrete una ley de que la transgresión del
primer día de la semana será castigada, entonces su copa estará llena.-7CBA
922 (1886).
Dios mantiene una cuenta con las naciones... Cuando llegue plenamente el
tiempo en que la iniquidad haya alcanzado el límite declarado de la
misericordia de Dios, su paciencia cesará. Cuando las cifras acumuladas en los
registros del cielo indiquen que está completa la suma de la transgresión, la ira
vendrá.-5T 524 (1889).
Mientras la misericordia de Dios tiene mucha paciencia con el transgresor, hay
un límite más allá del cual los hombres no pueden seguir en sus pecados.
Cuando se llega a ese límite, se retira el ofrecimiento de la gracia y comienza
la ejecución del juicio.-PP 160 (1890).
El tiempo vendrá cuando los hombres llegarán en el fraude y la insolencia a un
punto que el Señor no les permitirá sobrepasar, y entonces aprenderán que la
paciencia de Jehová tiene límite.-3JT 281 (1909).
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Hay un límite más allá del cual los juicios de Jehová no pueden ya demorarse.-
PR 307 (c.1914).
El tiempo durará un poco más hasta que los habitantes de la tierra hayan
llenado la copa de su iniquidad, y entonces la ira de Dios, que por tanto tiempo
ha dormitado, despertará, y esta tierra de luz beberá la copa de su ira sin
mezcla.-1T 363 (1863).
La copa de iniquidad está casi llena, y la justicia, y la justicia retributiva de Dios
está por descender sobre los culpables.-4T 489 (1880).
La maldad de los habitantes de la tierra, casi ha hecho desbordar la copa de
sus iniquidades. Casi ha llegado la tierra al punto en el cual Dios se dispone a
abandonarla en manos del destructor.-3JT 142 (1902).
La transgresión casi ha llegado a su límite. La confusión llena el mundo, y
pronto un gran terror vendrá sobre los seres humanos. El fin está muy cerca.
Nosotros, que sabemos la verdad, debiéramos estar preparándonos para lo que
pronto se desatará sobre el mundo como una sorpresa abrumadora.-8T 28
(1904). (EUD. Cap. 3 ¿Cuándo serán estas cosas? Pág. 23, 24)
El cumplimiento de estas profecías sorprende de manera maravillosa y
abrumadora, Dios nos está advirtiendo claramente y de forma solemne que el
tiempo de gracia está llegando a su término y que las profecías para esta parte
del tiempo del fin se están cumpliendo ahora mismo y rápidamente.
Hay muchas personas que no comprenden las profecías que se refieren a estos
días, y por lo tanto deben ser ilustradas. Es el deber de los centinelas y los
laicos dar a la trompeta un sonido certero.- Ev 146 (1875).
Alcen la voz los centinelas ahora, y den el mensaje que es verdad presente
para este tiempo. Mostremos a la gente dónde estamos en la historia
profética. -2JT 323 (1889).
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Hay un día que Dios ha designado, para la conclusión de la historia de este
mundo: "Será predicado este evangelio del reino en todo el mundo, para
testimonio a todas las naciones; y entonces vendrá el fin". La profecía se está
cumpliendo rápidamente. Debiera decirse mucho, mucho más, sobre estos
temas tremendamente importantes. Está cercano el día cuando el destino de
las almas se decidirá para siempre...
Debieran realizarse grandes esfuerzos para mantener este tema ante la gente.
El hecho solemne de que el día del Señor vendrá repentina, inesperadamente,
debe mantenerse no sólo ante la gente del mundo sino también ante nuestras
propias iglesias. La alarmante advertencia de la profecía se dirige a cada
alma. Que nadie se considere libre del peligro de ser sorprendido. Que
ninguna interpretación de la profecía le robe a usted la convicción del
conocimiento de los acontecimientos que muestran que este gran evento está
cercano.-FE 335-336 (1895). (EUD. Cap. 1 La última crisis de la tierra. Pág. 10)
Por otro lado, el mensaje del tercer ángel, es la última advertencia de Dios a la
humanidad mientras Cristo termina su obra mediadora en el lugar santísimo
del santuario celestial antes que llegue el fin y Jesús retorne a la tierra, el
mismo mensaje contiene información sobre las profecías que se cumplirán y
desarrollarán en la tierra poco antes que termine el tiempo de gracia, del cual
el ángel se encarga de advertir a toda la humanidad. (Apoc. 14: 9-13, 14-20)
Este mensaje es proclamado a gran voz a toda la tierra, al igual que el primero
(Apoc. 14: 6,7) lo cual profetiza aquí un gran movimiento semejante al que se
levanto alrededor de 1844, pero que esta vez este mensaje es sin error de
interpretación, Cristo viene.
Este mensaje advierte de eventos que se desarrollarán sobre la tierra los
cuales afectarán el destino eterno de toda la humanidad, la adoración de la
bestia y de su imagen, recibir su marca en la frente o en la mano constituyen
la más terrible de todas las advertencia nunca antes hecha por Dios y del
severo juicio que caerá finalmente sobre todos aquellos que sigan a este
poder. (v. 10-11)
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Estos eventos aun están en el futuro escatológico pero que muy pronto
encontrarán su cumplimiento profético de manera maravillosa y sorprendente,
aun no hemos llegado a estos eventos pero los acontecimientos actuales que
se están desarrollando sobre la tierra muestran de manera evidente y
sorprendente que los poderes del mal ya están actuando, las naciones se están
acomodando para los acontecimientos finales, y se puede observar un rápido
avance hacia lo que muy pronto será sobre la tierra un nuevo orden mundial
formado en base a la triple alianza que Apocalipsis revela.
El mundo es un teatro: los actores, sus habitantes, se preparan para
desempeñar su parte en el último gran drama. En cuanto a las grandes masas
humanas, no hay unidad, excepto cuando los hombres se confederan para
realizar sus propósitos egoístas. Dios está observando. Sus propósitos con
respecto a sus súbditos rebeldes, serán cumplidos. El mundo no ha sido
entregado en las manos de los hombres, aun cuando Dios permite que los
elementos de la confusión y el desorden ejerzan dominio temporariamente.
Un poder de abajo está actuando para poner en acción las grandes
escenas finales del drama: la venida de Satanás como si fuera Cristo, y su
actuación con todo engaño de iniquidad en aquellos que se unen en
sociedades secretas. Los que se entregan a la pasión por confederarse están
llevando a cabo los planes del enemigo. La causa será seguida por el efecto.
(Testimonies, tomo 8, págs. 27, 28.) (SC. Condiciones mundiales que hace
frente el cristiano. Pág. 64)
Todas las profecías que se desarrollarán muy pronto sobre la tierra en relación
al último acto del drama humano las veremos cumplidas sobre la tierra, la ley
dominical, la unión total y completa de los poderes del mal, un nuevo orden
mundial sobre la tierra, la obra maravillosa del poder del espiritismo, la
adoración del papado como único líder mundial sobre la tierra, la persecución y
opresión del pueblo de Dios, el descenso de la lluvia tardía con la última
amonestación de Dios a la humanidad, el fin del tiempo de gracia y los juicios
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posteriores a este como las siete plagas, la gran batalla del Armagedón y la
segunda venida de Cristo muy pronto será todo aquello realidad.
Pronto se cumplirán las predicciones incumplidas del libro de
Apocalipsis. Ahora el pueblo de Dios debe estudiar con diligencia esta
profecía y entenderla claramente. No encubre la verdad; nos advierte con
claridad, diciéndonos lo que sucederá en el futuro. -1NL 96 (1903). (EUD. Cap.
1 La última crisis de la tierra Pág. 9)
No nos engañemos las profecías concernientes a nuestros días se están ahora
mismo desarrollando y algunas de ellas están encontrando su cumplimiento
frente a nosotros todo lo que se escribió que abría de cumplirse se cumplirá
hay profecías que son condicionales a la actitud del ser humano pero no es así
con respecto a las profecías que se refieren al tiempo del fin estas encontraran
su notable cumplimiento en nuestros días de la manera como están escritas.
El tiempo de angustia, que irá en aumento hasta el fin, está a las puertas. No
tenemos tiempo que perder. El mundo está agitado con el espíritu de guerra.
Las profecías del capítulo 11 de Daniel casi han alcanzado su cumplimiento
final. -RH Noviembre 24, 1904.
El tiempo de angustia- angustia como no ha habido desde que hubo nación
[Dan. 12: 1]- es Inminente, y no encontramos como las vírgenes dormidas.
Debemos despertar y pedirle al Señor Jesús que nos sostenga con su brazos
eternos y nos lleve a través del tiempo de prueba que está ante nosotros. -3MR
305 [1906].
El mundo se está volviendo más y más anárquico. Pronto una gran angustia
sobrecogerá a las naciones, una angustia que no cesará hasta que Jesús
venga.- RH Febrero 11, 1904.
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Estamos en vísperas del tiempo de angustia y nos esperan dificultades apenas
sospechadas.- 3JT306, 1909. (EUD. Cap. 1 La última crisis de la tierra. Pág. 7)
Muchas de estas profecías están contenidas en los libros del Antiguo
Testamento, profecías que muchos ignoran que se cumplirán, encerradas en
libros que nadie lee, todo aquello se cumplirá en nuestros días.
Nunca estamos ausentes de la mente de Dios. Dios es nuestro gozo y nuestra
salvación. Cada uno de los profetas antiguos habló menos para su propio
tiempo que para el nuestro, de manera que sus profecías son válidas para
nosotros. "Y estas cosas acontecieron como ejemplo, y están escritas para
amonestarnos a nosotros, a quienes han alcanzado los fines de los siglos" (1
Cor. 10: 11). "A éstos se les reveló que no para sí mismos, sino para nosotros,
administraban las cosas que ahora os son anunciadas por los que os han
predicado el evangelio por el Espíritu Santo enviado del cielo; cosas en las
cuales anhelan mirar los ángeles" (1 Ped. 1:12).
Enoc, séptimo desde Adán, estuvo profetizando siempre la venida del Señor.
Este gran acontecimiento le había sido revelado en visión. Abel, aunque
muerto, está siempre hablando de la sangre de Cristo, que es la única que
puede hacer nuestras ofrendas y nuestros dones perfectos. La Biblia ha
acumulado y reunido sus tesoros para esta última generación. Todos
los grandes eventos y las solemnes transacciones de la historia del
Antiguo Testamento, han sido repetidas y se están repitiendo en la
iglesia en estos últimos días. Moisés todavía habla, enseñando la negación
de sí mismo al desear que el mismo fuera borrado del libro de la vida en favor
de sus semejantes, a fin de que ellos se salvaran. David encabeza la [el acto
de] intercesión de la iglesia a favor de la salvación de almas hasta los confines
de la tierra.
Los profetas todavía testifican de los sufrimientos de Cristo y de la gloria que
debía seguir. Allí todas las verdades acumuladas se nos presentan con fuerza
para que aprovechemos sus enseñanzas. Estamos bajo la influencia de todas
ellas. ¿Qué clase de personas debemos ser nosotros, a quienes ha sido dada
toda esta rica luz como herencia? Al concentrarse toda la influencia del pasado
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con una luz nueva y acrecentada del presente, a todos los que la siguen se les
da un poder intensificado. Su fe aumentará y se pondrá en ejercicio en el
tiempo presente, despertando una energía y un fervor intensamente ampliado;
y en base a una dependencia de Dios y de su poder, llenarán el mundo y
enviarán la luz del Sol de Justicia hasta los confines de la tierra.
Dios ha enriquecido el mundo en estos días finales en proporción al aumento
de la impiedad, si sus hijos sólo echaran mano de su don inapreciable y
vincularan todo su interés con el Señor. No debe haber ídolos acariciados, y no
necesitamos temer lo que vendrá, sino encomendar el cuidado de nuestras
almas a Dios, como a un Creador fiel. Él guardará lo que se encomiende a su
cuidado (Carta 74a, 1897). 389 (MS. T3 Novena parte consejos sobre diversos
asuntos. 48 Los profetas bíblicos escribieron para nuestro tiempo)
Los últimos libros del Antiguo Testamento nos muestran obreros que fueron
tomados de entre los trabajadores del campo. Otros eran hombres de gran
capacidad y extenso conocimiento, pero el Señor les dio visiones y mensajes.
Estos hombres del Antiguo Testamento hablaron de cosas que ocurrían en sus
días, y Daniel, Isaías y Ezequiel no solamente hablaron de cosas que
concernían a ellos y que entonces eran verdad presente, sino que su visión
alcanzó al futuro, a lo que debía ocurrir en estos últimos días (Carta 132,
1898). (MS. T3 Undécima parte acontecimientos de los últimos días. 57 La
última gran lucha. El conflicto final será corto pero terrible. Los profetas
escribieron para sus días y para los nuestros.)
Las profundidades de la tierra son el arsenal del Señor, de donde se sacaron
las armas empleadas en la destrucción del mundo antiguo. Las aguas brotaron
de la tierra y se unieron a las aguas del cielo para llevar a cabo la obra de
desolación. Desde el diluvio, el fuego y el agua han sido instrumentos de Dios
para destruir ciudades impías. Estos juicios son enviados para que los que
tienen en poco la ley de Dios y pisotean su autoridad, tiemblen ante su
poderío, y reconozcan su justa soberanía. Cuando los hombres han visto
montañas encendidas arrojando fuego, llamas y torrentes de minerales
derretidos, que secaban ríos, cubrían populosas ciudades y regaban por
doquiera ruina y desolación, los corazones más valientes se han llenado de
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terror, y los infieles y blasfemos se han visto obligados a reconocer el infinito
poder de Dios.
Los antiguos profetas, al referirse a escenas de esta índole, dijeron: "¡Oh si
rompieses los cielos, y descendieras, y a tu presencia se escurriesen los
montes, como fuego abrasador de fundiciones, fuego que hace hervir las
aguas, para que hicieras notorio tu nombre a tus enemigos, y las gentes
temblasen a tu presencia! Cuando, haciendo terriblezas cuales nunca
esperábamos, descendiste, fluyeron los montes delante de ti."
"Jehová marcha entre la tempestad y turbión , y las nubes son el polvo de sus
pies. El amenaza a la mar, y la hace secar, y agosta todos los ríos." (Isa. 64: 1-
3; Nah. 1: 3, 4.)
Las más terribles manifestaciones que el mundo jamás haya visto hasta ahora,
serán presenciadas cuando Cristo vuelva por segunda vez. "Los montes
tiemblan de él, y los collados se deslíen; y la tierra se abrasa a su presencia, y
el mundo, y todos los que en él habitan. ¿Quién permanecerá delante de su
ira? ¿y quién quedará en pie en el furor de su enojo?" "Oh Jehová, inclina tus
cielos y desciende: toca los montes, y humeen. Despide relámpagos, y
disípalos; envía tus saetas, y contúrbalos." (Nah. 1:5, 6; Sal. 144: 5, 6.)
"Y daré prodigios arriba en el cielo, y señales abajo en la tierra, sangre y fuego
y vapor de humo." "Entonces fueron hechos relámpagos y voces y truenos; y
hubo un gran temblor de tierra, un terremoto tan grande, cual no fue jamás
desde que los hombres han estado sobre la tierra." "Y toda isla huyó, y los
montes no fueron hallados. Y cayó del cielo sobre los hombres un grande
granizo como del peso de un talento." (Hech. 2: 19; Apoc. 16: 18, 20, 21.)
Cuando se unan los rayos del cielo con el fuego de la tierra, las montañas
arderán como un horno, y arrojarán espantosos torrentes de lava, que cubrirán
jardines y campos, aldeas y ciudades. Masas incandescentes fundidas
arrojadas en los ríos harán hervir las aguas, arrojarán con indescriptible
violencia macizas rocas cuyos fragmentos se esparcirán por la tierra. Los ríos
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se secarán. La tierra se conmoverá; por doquiera habrá espantosos terremotos
y erupciones..
Así destruirá Dios a los impíos de la tierra. Pero los justos serán protegidos en
medio de estas conmociones, como lo fue Noé en el arca. Dios será su refugio
y tendrán confianza bajo sus alas protectoras. El salmista dice: "Porque tú has
puesto a Jehová, que es mi esperanza, al Altísimo por tu habitación, no te
sobrevendrá mal." "Porque él me esconderá en su tabernáculo en el día del
mal; ocultaráme en lo reservado de su pabellón." La promesa de Dios es: "Por
cuanto en mí ha puesto su voluntad, yo también lo libraré: pondrélo en alto,
por cuanto ha conocido mi nombre." (Sal. 91: 9, 10, 14; 27: 5.) (PP. Cap. 8
Después del diluvio. Pág. 102)
No ha habido ni una sola nube que ha caído sobre la iglesia para la cual Dios no
haya hecho provisión; no se ha levantado ni una sola fuerza opositora para
contrarrestar la obra de Dios que él no haya previsto. Todo ha ocurrido como
lo predijo por medio de sus profetas. No ha dejado a su iglesia en tinieblas y
olvidada, sino que ha mostrado mediante declaraciones proféticas lo que
ocurriría, y obrando por medio de su providencia en el lugar designado de la
historia del mundo, ha dado lugar a aquello que el Espíritu Santo reveló a sus
profetas para que lo predijeran. Todos sus propósitos se cumplirán y se
afirmarán. Su ley está unida con su trono, y los instrumentos satánicos
combinados con los instrumentos humanos no pueden destruirla. La verdad es
inspirada y está protegida por Dios; perdurará y tendrá buen éxito, aunque
algunas veces aparezca oscurecida. El Evangelio de Cristo es la ley
ejemplificada en el carácter. Los engaños practicados contra ella, toda
invención destinada a vindicar la falsedad, y todo error forjado por los
instrumentos satánicos, llegarán a ser desbaratados para siempre, y el triunfo
de la verdad será como la apariencia del sol en el mediodía. El Sol de justicia
brillará con poder sanador en sus rayos, y toda la tierra estará llena de su
gloria. (¡Maranata, El Señor viene! El Rey ya viene. La verdad triunfará.)
De esta forma nos hemos preguntado por mucho tiempo ¿cuándo será la
venida de Cristo?, sin embargo las mismas señales y eventos que ya están
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aconteciendo nos revelan que ese magno evento está muy próximo a
acontecer y que las más grandes profecías muy pronto se cumplirán, ahora
vivimos los momentos previos al fin del tiempo de gracia el cual decidirá la
suerte eterna de cada ser humano que viva sobre la tierra y de aquellos que ya
han muerto.
Que nada nos distraiga y nos quite del pensamiento que vivimos en los últimos
días, las profecías ya se están cumpliendo los acontecimientos que han
comenzado a suceder en todo orden de cosas, no hacen más que confirmar las
reveladoras palabras proféticas de Cristo Así también vosotros, cuando veáis
que suceden estas cosas, sabed que está cerca el reino de Dios. Desierto os
digo, que no pasará esta generación hasta que todo esto acontezca. El cielo y
la tierra pasarán, pero mis palabras no pasarán. (Luc. 21: 31, 32-33)
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