Centro de Investigaciones Culturales Museo – UABCMaestría en Estudios Socioculturales
Protocolo de investigación
El grito de Dolores: entre el discurso y la memoria colectiva
José Eduardo Cerda González
Introducción
La madrugada del 16 de septiembre de 1810 se realizó un llamamiento que convocó al pueblo
novohispano a la rebeldía y a desconocer a las autoridades del Virreinato de la Nueva España. La
convocatoria se hizo al sonar el campanario de la parroquia donde el cura del pueblo, Miguel Hidalgo y
Costilla alzó el grito: “¡Viva la Santísima Virgen de Guadalupe, viva la religión, viva Fernando Séptimo,
viva la América, y muera el mal gobierno!”. Este acontecimiento en la historia de nacional es considerado
el punto cronológico que marca el inicio de la Independencia de México.
A este acontecimiento se le recuerda como el Grito de Dolores y se ha albergado en la memoria colectiva
del país a través de 200 años. Actualmente, El Grito es un acto cívico en que se recrea el momento mítico
del inicio de la Independencia de México y se recuerda a los héroes de la patria en representaciones en las
que un narrador (por ejemplo, alguna persona de poder o personaje público como el Presidente de la
Republica) cuenta el acontecimiento de manera impersonal, y como afirma Darío Betancourt (1999:1):
“aquello impersonal no es más que la experiencia yuxtapuesta de lo que el narrador conoce; es su
memoria individual relatada a partir de los saberes de su medio como memoria colectiva”.
El tema de esta investigación comprende el análisis de las representaciones del Grito de Dolores en
discursos que recuerdan este hecho histórico en el contexto del 200 aniversario de la Independencia de
México. En la actualidad, El Grito de Dolores es un fenómeno que convoca a los mexicanos cada 15 de
septiembre a revivir un momento en la historia del país. Uno de los intereses de la investigación radica en
analizar una de las formas por las que se comunica y se conserva el recuerdo de un hecho histórico y
simbólico en la memoria colectiva de los mexicanos. En este sentido, “la memoria, en efecto, es un marco
más que un contenido” Pierre Nora (1984:8) y dicho contenido puede ser analizado en los discursos.
Planteamiento del problema
En base a lo anterior, resulta importante centrar la problemática en cuestión de qué estructuras cohesionan
a los individuos en una sociedad que ha llegado a convertirse en una nación, y por otra parte, cómo una
sociedad llega a compartir un sentimiento común a través de la narración de los hechos históricos de su
país y que es necesario para la integración de un Estado. A través de su historia, México ha establecido
mitos y símbolos complejos en representaciones que sintetizan un supuesto momento en una visión de ser
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o hacer por parte de quienes han sido parte constitutiva en la formación de la identidad nacional
dominante; en este sentido, los momentos fundacionales de la nación se representan en ceremonias,
rituales y actos cívicos donde el discurso histórico retoma de la memoria colectiva los iconos de nuestra
identidad nacional. Tales representaciones son importantes porque congregan por unos minutos a los
mexicanos de cualquier parte del país a ser participes de la recreación y rememoración de los momentos
trascendentales de la identidad nacional dominante. Al respecto Gilberto Giménez (2005:92) plantea lo
siguiente:
la realidad de una identidad es […] la realidad de su representación y de su reconocimiento […] la
representación tiene aquí una virtud performativa que tiende a conferir realidad y efectividad a lo
representado, siempre que se cumplan “las condiciones de éxito” para este efecto performativo
(condiciones de legitimidad y de autoridad reconocida).
Tal es el caso del Grito, una costumbre nacional que año con año cada gobernante, municipal, estatal y
federal está obligado por carácter institucional a representar y, aunque no hay una ley ni protocolo que
determine su proceder, si existe un consenso de los hecho prácticos y de las actitudes que deben estar
implícitas en el discurso de los gobernantes. Sin embargo, históricamente la trascendencia del Grito va
más allá de la arenga de Hidalgo pues “lo que había nacido como un acto de reconocimiento y como una
forma de estimular la moral de los combatientes se convertiría, apenas un año después, en parte de la
ideología del movimiento insurgente y, por lo mismo, en símbolo que al poco tiempo adquiría
trascendencia nacional e histórica” (Serrano, 2008:5).
La primera conmemoración del Grito remonta al año de 1812, fue hecha por el general Ignacio López
Rayón y el licenciado Andrés Quintana Roo en el pueblo de Huichapan, Guanajuanto, conmemorando (no
en carácter oficial) el inicio de la independencia con una representación del supuesto discurso dicho por
Hidalgo. No fue hasta 1825, durante el gobierno de Guadalupe Victoria que se celebró el Grito de forma
oficial el día 16 de septiembre como festividad cívica nacional, de tal forma que “ya obtenida la
independencia, uno de los ejes sobre los que se construiría la identidad nacional sería la conmemoración
de la gesta de independencia y, con ella el Grito” (Serrano, 2008:5).
Hasta 1825 El Grito se había representado el 16 de septiembre, sin embargo en la presidencia de Porfirio
Díaz se cambió la fecha de celebración a la víspera del día 16 para que coincidiera con su cumpleaños.
Este cambio permanece hasta la actualidad. A finales del Porfiriato se conmemoró el Centenario de la
Independencia de México en 1910, celebrándose ritual del Grito “bajo la compulsión de crearle una
identidad histórica y cultural a la nación independiente” (Florescano, 2005:168). En este punto la
representación del Grito tomó un sentido profundamente popular, lo que representa una resignificación
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como un elemento para la definición de la identidad nacional, y por otra parte muestra la importancia
sociocultural del ritual donde se representa El Grito al interior de los valores integradores de la nación
mexicana. Después del Centenario El Grito ha sufrido modificaciones, aún así preservando algunas
características significativas: el formato posrevolucionario que a partir de Lázaro Cárdenas tomó un
sentido político que rememora la soberanía y el sentido de pertenencia y el pueblo que reactiva en la
memoria colectiva una ideación del pasado.
Cien años después, la representación del Grito de Dolores vuelve a tener un carácter central, esta vez
dentro del marco conmemorativo del Bicentenario de la Independencia de México. En el Bicentenario, el
Grito se representó, como cada año, desde el balcón presidencial de Palacio Nacional donde el presidente
en turno, Felipe Calderón Hinojosa taño la Campana de Dolores y proclamó los Vivas a los héroes de la
patria continuando con el formato posrevolucionario. En este caso, el recurso de la memoria actúa en el
discurso oficial como un instrumento de dominación simbólica en la sociedad. Esta representación del
Grito de Dolores por Felipe Calderón en el contexto del Bicentenario constituye la primera unidad de
análisis.
El Bicentenario es un contexto significativo en el que el discurso oficial se compone de representaciones
sociales que incluyen como componentes una tradición o una memoria colectiva que reafirman la
identidad nacional. En este sentido, un rasgo de la comunicación es el contexto en que se produce y con
ello cabe destacar la difusión de la representación del Grito de Dolores a través de los medios de
comunicación a nivel nacional, particularmente por televisión, como una forma de consolidación del
discurso oficial que como argumentan Mendiola y Zermeño (1995:196):
trata de reconstruir la identidad de la nación, es un discurso que pretende designar un país, México […]
busca reconstruir un nosotros, al menos como pasado, en el que este nosotros constituya una referencia
colectiva: nosotros los mexicanos.
Esta situación sitúa las representaciones del Grito de Dolores en los mecanismos que buscan reafirmar su
identidad nacional a través de presenciar una supuesta representación del hecho histórico que proviene de
la memoria colectiva.
Ocho horas después del acto cívico transmitido en televisión abierta, Felipe Calderón realizó otra
representación de El Grito, esta vez en Dolores, Hidalgo, a fin de recrear “fielmente” el momento
histórico. Sin embargo, esta representación fue distinta a la ceremonia en palacio nacional, ya que manejó
una versión más apegada al discurso de los historiadores, aunque aquí cabe destacar la omisión de dos
fragmentos de la arenga de Hidalgo: “¡que muera el mal gobierno!, y ¡que viva la religión!” mostrando
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un cambio en la representación del Grito de Dolores en el Bicentenario que al igual que en el Centenario
es un punto de inflexión que evidencia los cambios socioculturales en el interior de los significados del
discurso oficial. Esta segunda representación hecha en la “cuna de la independencia” compone la segunda
unidad de análisis de la investigación.
Es importante cuestionarse el por qué el Presidente de México realizó dos representaciones distintas del
Grito de Dolores en el Bicentenario, puesto que la primera representación siguió el marco tradicional del
ritual cívico y, por otra parte, la segunda representación acude al discurso de los historiadores. En esta
investigación interesa estudiar los rituales así como las representaciones que se hacen del Grito de
Dolores como actos expresivos por los que se comunican símbolos de la identidad nacional. En este
sentido, aquí se considera que los rituales donde se representa el Grito de Dolores deben ser analizados
como mecanismos de dominación simbólica relacionados la memoria colectiva. De esta manera, la
dicotomía en las representaciones sobre el mito fundacional del Grito ofrece la oportunidad de estudiar las
formas en que se representan las tradiciones como el Grito de Dolores y el uso de su significado implícito.
Por otra parte, en la actualidad las representaciones del Grito de Dolores van desde los actos cívicos hasta
las narrativas mediáticas. Con motivo del Bicentenario de la Independencia la casa productora Televisa
transmitió mini serie “Gritos de Muerte y Libertad” por producida por Leopoldo Gómez y dirigida por
Mafer Suárez y Gerardo Tort. Esta serie dedicó su tercer capítulo a narrar los acontecimientos que
ocurrieron entre el 15 y el 16 de septiembre de 1810, en el que se dio lugar a la arenga de Hidalgo que
inició la Independencia de México. Lo que constituye un discurso dirigido al público de “hechos
históricos reales en tramas que retratan usos costumbres de la época, guerras, conspiraciones, las hazañas
de los héroes, la legislación de sus ideales y la formación nacional (Rodríguez, 2009:4). Esta miniserie se
transmitió en difusión masiva la primera representación del Grito de Dolores en el contexto del
Bicentenario, doce días antes de que el discurso oficial fuera transmitido por televisión.
“Gritos de Muerte y Libertad” marca un cambio en las representaciones televisivas sobre el Grito de
Dolores, ya que a diferencia de otras telenovelas históricas ofrece una representación más cercana al
discurso académico de la historia produciendo una nueva forma de contar la historia del inicio de la
Independencia en el ámbito de las narrativas mediáticas resignificando la arenga de Hidalgo a través de
una recuperación más o menos fiel de los hechos. La representación hecha del Grito de Dolores en la mini
serie constituye la tercera unidad de análisis de la investigación.
Como argumenta Stephane Michonneau: “la memoria es un gesto de orden que permite regular y
jerarquizar la sociedad” (2008:53). En este sentido, una representación del Grito de Dolores se ha
conservado en la memoria colectiva a través de múltiples representaciones oficiales como símbolo de la
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identidad nacional guardando un carácter repetitivo en sus representaciones, la misma fecha, más o menos
el mismo discurso, que ha conservado más o menos un orden ceremonioso variando los héroes de la
Independencia en los Vivas, sin embargo la problemática se centra en que la memoria no es sólo
“representación” sino también “construcción”, no es sólo “memoria constituida” sino también “memoria
constituyente” (Giménez, 2005:97).
La memoria colectiva entra en cuestión de la selección y reconstrucción del pasado en las
representaciones. Generalmente, la “reconstrucción del pasado se realiza siempre en función del presente,
es decir, en función de los intereses materiales y simbólicos del presente” (Giménez, 2005:97). Las dos
representaciones de Felipe Calderón y la representación hecha en la mini serie “Gritos de Muerte y
Libertad” no pueden actuar o narrar una escena del pasado sin una previa selección del acontecimiento
histórico significativo para la identidad nacional, más bien esto ocurre desde una perspectiva impuesta
desde el presente. En otras palabras: “la memoria construye la representatividad de las elites, una
representación no surgida del proceso de delegación democrático, sino un proceso de puesta en escena de
su poder” (Michonneau, 2008:55) y que hacen representaciones en productos comunicativos o actos
cívicos que “les permite imponerse al cuerpo social gracias a una dominación aceptada y evidente”
(Michonneau, 2008:55).
Objetivo General:
Analizar las representaciones del Grito de Dolores en el discurso oficial (15 y 16 de septiembre) y
mediático ( la mini serie “Gritos de Muerte y Libertad”) en el contexto del Bicentenario.
Objetivos específicos:
1. Describir el discurso oficial y mediático sobre el Grito de Dolores en el México contemporáneo.
2. Analizar las estructuras textuales del discurso en las representaciones del Grito de Dolores.
3. Realizar un análisis de discurso performativo a las representaciones del Grito de Dolores.
4. Interpretar las representaciones en el discurso oficial y mediático de los Gritos de Dolores en
2010.
Justificación
A 200 años de que la arenga de Hidalgo diera inicio a la independencia de México cabe preguntarse
cuáles son los significados actuales sobre el Grito de Dolores. La representación del Grito hasta hoy día
ha sufrido algunos cambios, a pesar de esto a través del tiempo se ha consolidado como un elemento
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significativo que refuerza la identidad nacional convocando a los mexicanos cada 16 de septiembre a
recordar el mito fundacional del Grito que inicio la independencia.
Las representaciones del Grito de Dolores hechas en el contexto del Bicentenario muestran cambios en la
narrativa tradicional ya que acuden a una versión más cercana de los hechos como lo manejan los
historiadores, lo que supone un cambio en el mito tradicional del discurso nacionalista y por tanto en los
significados en la memoria colectiva. La pertinencia de abordar esta problemática consiste en conocer
cómo el Bicentenario es un punto de inflexión en el que se produce un cambio sociocultural en que la
sociedad mexicana resignifica sus conocimientos sobre la tradición de El Grito a partir de las
representaciones que yacen en la memoria colectiva sobre este hecho histórico elemental en el
mantenimiento de una identidad nacional en un contexto de conflictos y antagonismos.
Por otra parte resulta importante para esta investigación la relevancia social de la problemática al estudiar
como el Grito de Dolores ha sido un instrumento de dominación simbólica utilizado por las elites que lo
representan conformando de él un elemento de cohesión para la constitución de una identidad nacional.
En este sentido, la investigación busca conocer en la problemática, las implicaciones ´prácticas de los
cambios en las representaciones de uno de los dos discursos oficiales y en la representación mediática de
la telenovela.
La utilidad teórica y metodológica de la investigación recae en el interés por conocer los aspectos
culturales y los usos sociales de los significados del Grito de Dolores 200 años después de ser proclamado
el discurso del cura Hidalgo. Por último, resta justificar el presente proyecto en mis intereses personales
que pretende situar la investigación en el debate teórico de la comunicación como base de la interacción
social, es decir, el papel de la comunicación en la construcción de las identidades de los sujetos.
Antecedentes
Hasta el momento, los antecedentes encontrados sobre estudios o investigaciones sobre el Grito de
Dolores abarcan una escasa bibliografía que se compone en su mayoría de artículos de libros y revistas.
El primero es un artículo que titulado “El grito de Dolores de 1812 a 1968” (2009) escrito por Emmanuel
Carballo, en este artículo expone un recuento cronológico sobre las formas y modos en que se ha
celebrado el Grito de Dolores entre los años 1812 hasta 1968. Carballo aborda El Grito como un ritual
cívico que, al paso del tiempo, ha pasado a ser parte de la identidad de la nación mexicana.
Otro artículo que tiene como tema central la ritualidad de El Grito es “El Grito: símbolo, fiesta, mito e
identidad” (2008) escrito por el investigador y catedrático en Ciencia Política Fernando Serrano
Migallón. En este texto el Grito de Dolores se analiza desde diferentes perspectivas destacando su
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carácter mitológico y su eficacia como símbolo de la identidad nacional. En este orden de ideas, Serrano
pone en discusión el lugar del Grito de Dolores en el imaginario colectivo.
Enrique Florescano en un apartado sobre el movimiento insurgente en su libro “Memoria mexicana”
(2001) retoma los aspectos míticos del discurso sobre el movimiento insurgente, entre ellos la función del
Grito de Dolores como el detonador de la revolución de independencia y implicación en la producción del
mito de la nación libre. Entre sus argumentos Florescano da cuenta de la importancia del Grito de Dolores
como elemento simbólico en la construcción de una nación “asentada en una historia antigua, dotada de
padres fundadores” (Florescano, 2001:521).
De momento, como último antecedente se encuentra el tercer capítulo del libro “Dramas, Fields and
Metaphors” (1974) del antropólogo simbolista Victor Turner. Turner argumenta sobre cómo el
movimiento de Hidalgo fue productor de dramas sociales y con ello se produjeron mitos, símbolos y
nuevas estructuras políticas. En este sentido, en su obra Turner analiza como los héroes son “resucitados”
del pasado en un presente donde se les da un significado político.
Por otra parte, se puede destacar como antecedente el enfoque dramatúrgico de Goffman. Ya Durkheim
había destacado las dimensiones ritual y simbólica de los actos, en este sentido, El enfoque dramatúrgico
de Goffman abordó el ritual como un mecanismo productor de sentido y por el cual se comparte una
realidad que sólo es temporal. Goffman consideró el ritual como un acto creador y transmisor de símbolos
sociales. Goffman desarrolla su enfoque dramatúrgico donde el sujeto es estudiado como un actor el cual
representa un papel dentro de la interacción, de tal forma que para Goffman la existencia de un teatro
implica la existencia de un texto actuado y representado.
Referentes teóricos
Memoria colectiva
La memoria colectiva ha sido estudia por varios autores como Jacques Le Goff (1991) y Maurice
Halbwaschs (1991). El hecho de la existencia de representaciones de acontecimientos y mitos
fundacionales de la historia del país conduce a los marcos de la memoria colectiva. Jacques Le Goff en su
libro “El orden de la memoria” (1991) aborda el tema de la memoria como “la capacidad de conservar
determinadas informaciones, remite ante todo un complejo de funciones psíquicas, con el auxilio de las
cuales el hombre está en condiciones de actualizar impresiones o informaciones pasadas, que él se
imagina como pasadas” (Le Goff, 1991:131). Por otra parte, Gilberto Giménez (2005) argumenta que la
memoria colectiva ha sido uno de los temas más estudiados y teorizados por la escuela francesa de
sociología. Maurice Halbwachs (en Giménez, 2005:89) argumenta que la memoria colectiva ha sido
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estudiada a partir de la selección de acontecimientos pasados, reunidos y clasificados según los propósitos
de los círculos de los hombres quienes escogieron y conservaron a lo largo del tiempo esos hechos
históricos en la memoria.
Representación
Las unidades de análisis que comprenden la investigación son las representaciones del Grito de Dolores.
En sus antecedentes, el tema de las representaciones ha sido estudiado por Emile Durkheim(1968:442) en
sus nociones sobre las representaciones colectivas y posteriormente por el enfoque dramatúrgico de
Erving Goffman (1981 y en Caballero,1998) como un elemento constituyente dentro de la actuación.
Goffman estudia el Self como un mecanismo que permite actuar en sociedad y esta idea lo aproximo a la
cuestión de la representación.
En este sentido, fue el interés por la representación lo que hizo que Goffman abordara desde un enfoque
dramatúrgico cómo los individuos interactúan en un “escenario” para presentar una determinada
concepción del Self que se aceptada por los demás. En este orden de ideas Stuart Hall (1997:13)
argumenta que la representación “es una parte esencial del proceso mediante el cual se produce sentido y
se intercambia entre los miembros de una cultura. Pero implica el uso del lenguaje, de los signos y las
imágenes que están por, o representan cosas”. Estos desarrollos sobre el término representación resultan
importantes en cuestión analizar la presentación del hecho histórico ante una audiencia en el marco de su
conmemoración.
Análisis Crítico del Discurso
Para lograr una revisión del discurso y los estudios realizados alrededor de este, es necesario hacer
algunas precisiones respecto al tema, iniciando por lo que podría representar una “diversidad
terminológica”. El término discurso puede presentarse de diversas formas dependiendo de la disciplina
que trabaje en su estudio, actualmente la lingüística es la disciplina que más aportaciones ha generado
sobre el discurso restringiendo a su área la extensión significativa.
La situación polisémica del discurso anteriormente ya había sido observada por Dominique Maingueneau
([1976] 1980: 15) clasificando el discurso en: a) sinónimo de la “parole” de Ferdinand de Sasssure y b)
como una unidad lingüística mayor a la oración. G. Brown y G. Yule (1986) consideran el discurso como
el “registro verbal de un acto comunicativo” sea oral o escrito, pero a diferencia de los anteriores es
tomado como proceso. Es la concepción del discurso como proceso lo que permitiría una desarrollo en su
estudio y un acercamiento a un término más preciso.
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Las aproximaciones del término discurso pueden ser clasificadas en dos sentidos, el primero es de forma
específica el discurso como conversación y segundo, desde un punto de vista semiológico, el discurso
como un sistema de signos que va más allá de lo verbal. Con frecuencia, la historia de los estudios del
discurso y la variedad terminológica se deduce dentro de estas dos categorías siendo abordada desde su
uso y las unidades que lo componen y otra donde el discurso está constituido por una estructura y la
relación del significado con el contexto.
En este sentido la teoría del discurso ha pasado por diferentes comparaciones con otros términos como
lengua, oración, enunciado y a partir del desarrollo de los enfoques contemporáneos de análisis de
discurso como un texto. Éste último es el más utilizado en la actualidad, se ha usa para referirse a la
dimensión en que operan unidades comunicativas antes que gramaticales, actualmente se atribuye como
sinónimo de discurso como consecuencia de la vinculación Lingüística del Texto con el Análisis de
Discurso propuesta por el enfoque pragmático actual, la diferencia de análisis entre estos conceptos radica
en la consideración de las unidades ya que el texto se considera como un producto estático, o como
proceso interactivo, dinámico, es decir, según se entendiera el texto sin contexto (=texto) o con contexto
(=discurso) (Van Dijk [1977] 1992).
En este sentido, el lenguaje no sólo se emplea para transmitir simplemente información sino que existe
una comunicación intersubjetiva que revierte en acciones o intenciones que se manifiestan en el discurso
y están implicados el conocimiento, interacción, sociedad y cultura pues el discurso es una manifestación
de todas estas dimensiones de la sociedad. El significado de las palabras empleadas en un discurso
dependerá del contexto en que se produzca, ya que las palabras pueden ser utilizadas en distintos sentidos
para dar sentido de acuerdo al ambiente que rodea al sujeto discursor, en suma las palabras pueden variar
de un discurso a otro.
El lenguaje no solo se utiliza para comunicar información sino que la utilización del lenguaje también
recae en la producción de acciones o intenciones. Dado que un estudio de los actos de comunicación
verbal y no verbal necesariamente lleva a analizar la dimensión específica del discurso, “se entiende por
discurso, tanto una forma específica del uso del lenguaje, como una forma específica de interacción
social y en general un evento comunicativo completo en una situación social” (Meersohn, 2005).
Preguntas de investigación
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1. ¿Cuál es el papel de los discursos oficial y mediático en el terreno simbólico de las
representaciones del Grito de Dolores en su 200 aniversario?
2. ¿Cuál es el discurso oficial en las representaciones del Grito de Dolores ante sus posible
resignificación en el contexto del Bicentenario?
3. ¿Cuál es el discurso sobre el Grito de Dolores en la representación hecha en la mini serie “Gritos
de Muerte y Libertad” transmitida doce días antes de la representación de Felipe Calderón?
Metodología
Para la investigación se ha planeado utilizar una metodología de tipo cualitativo dado que uno de los
intereses de la investigación comprende el análisis de las representaciones del Grito de Dolores en
discursos producidos en el contexto del Bicentenario. En este sentido, la investigación busca la
interpretación del acto ritual del Grito de Dolores así como de la misma representación del hecho
histórico. Esta postura metodológica resulta conveniente con el fin de analizar el sentido que se da a este
acto simbólico que se ha conservado en la memoria colectiva a través del tiempo.
La técnica que se plantea utilizar para esta investigación es el análisis de discurso, específicamente en su
enfoque crítico. Si bien el discurso cuenta con varios enfoques para su análisis entre los más
contemporáneos se encuentra el Análisis Crítico de Discurso (ACD) que considera el discurso como un
texto en contexto. En el enfoque del ACD considera el texto discursivo como la unidad básica de
comunicación (Wodak y Meyer, 2003) y de forma más concreta se aplica en investigaciones que tiene en
cuenta los discursos políticos, étnicos y las relaciones de lucha y conflicto.
Una de las características distintivas del análisis crítico es considerarse, por regla, como un proceso
hermenéutico que puede abordarse como “un método para aprehender y producir relaciones
significativas” (Wodak y Meyer, 2003:36). El método hermenéutico por cual se identifica el ACD
sostiene que el significado de una parte sólo puede entenderse en el contexto del conjunto, por lo que
requiere una detallada documentación.
El discurso en esta perspectiva adquiere un sentido “crítico” con el fin de hacer visible la interacción en
las situaciones o cosas. Además cabe mencionar que el ACD apuesta por un historización de los discursos
y los contextos y en este sentido el discurso es empleado para investigar de forma crítica la legitimación a
través del lenguaje. En este enfoque de la teoría del discurso, el ACD considera que las estructuras
dominantes estabilizan convenciones hasta convertirse en algo natural, es decir, la producción de sentido
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está determinada por los efectos del poder y de la ideología, subyacen en el sentido común estabilizado y
natural como un hecho dado.
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Cronograma de actividades
Actividades Agosto –Enero2010-2011
Febrero-Agosto2011
Agosto-Enero2011-2012
Febrero-Agosto2012
Elaboración de protocolo de investigación XRevisión bibliográfica
X X
Restructuración del protocolo
X
Preparación de trabajo de campo
X
Trabajo de Campo
X
Registro de datos
X
Redacción de tesis
X
Revisión y Correcciones
X
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