EDUCACIÓN CÍVICAY
SOCIAL
Educación, República y Nueva Ciudadanía
Curso 2008/09
Alejandro Gómez Escudero
RESUMEN DEL LIBRO
CAPÍTULO 1. EDUCACIÓN CÍVICA: UBICACIÓN Y RAZÓN DE SER
El objeto de estudio de la Educación Cívica es el espacio formativo que se ubica entre el yo (ética
de la alteridad individual) o el nosotros (ética de la alteridad social) y las instituciones (ética de la
aliedad). Esto representa dotar al educador de una formación política. Este carácter político es el
que defienden los autores en este primer capítulo hasta el final del libro; como la única razón de ser
de la disciplina que nos ocupa, huyendo de una mera concepción moral, social, y filosófica. En
definitiva, los ciudadanos necesitan una formación política a través de la Educación cívica.
Según Colom y Rincón, la Teoría Política republicana es la que manifiesta nuevas perspectivas y
consecuciones con miras a perfeccionar la democracia; contrapuesta a la concepción de
“establishment” liberalista.
Si concebimos el Estado como un órgano educador (objetivo de la Educación Cívica), siendo éste
éticamente positivo, pasaríamos pues de un Estado de Derecho a un Estado de Justicia Social, el
cual, exige a la sociedad civil su participación y toma de decisiones en asuntos públicos. De esta
manera, el Estado Republicano se asemeja a un Estado Ético.
La moral individual y la moral social se necesitan mutuamente, pues todos formamos una unidad
solidariamente ética, encaminada a evitar la alienación del prójimo.
Se diferencian en este mismo capítulo los conceptos de ética de la alteridad, que tiene que ver con
las relaciones interpersonales con alter ego (persona moral como yo); y la ética de la aliedad,
enmarcada en un plano político-social (sentido ético de todos los hombres).
La Ética de la aliedad lleva a un orden social justo según J.L. Aranguren. Sociedad y Estado
forman una relación de colaboración.
A continuación, se hace mención a los conceptos de moralidad del Estado (extrínseca) y la
moralidad intrínseca, correspondiente a la ética de la alteridad; entendiéndose como la ética de la
aliedad positiva (moralización de arriba abajo) la que exige de una eticidad positiva.
Este primer capítulo finaliza con la propuesta de tres modelos posibles de acceso a la política
desde la ética: el individualista, el de los grupos sociales, y el de la moralización por o desde el
Estado.
Así mismo, se analizan los antecedentes históricos que han influido sobre la concepción actual de
la alteridad individual. Montesquieu, enmarca la libertad del hombre, en una libertad entendida
como jurídica. En cambio, Rousseau concibe al hombre como una entidad capaz de darse su propia
libertad.
El modelo de los grupos sociales está relacionado directamente con el concepto de alteridad
social.
El tercer modelo propone una direccionalidad de la política hacia la ética, y no de la ética a la
política.
CAPÍTULO II. VISLUMBRANDO LA NUEVA CIUDADANÍA.
La Educación Cívica se fundamenta en propuestas de formación que respondan a la dimensión
ético-política para fomentar una democracia acorde a nuevas formas ciudadanas. El ciudadano debe
contar con unas armas político-críticas que generen una voz pacífica ante las agresiones a sus
derechos, es decir, que haya una participación activa en la vida pública (Res Pública).
Vivimos en una democracia opresiva e individualizante. Los valores valen lo que los seres
humanos les otorgan. Según Adela Cortina (2001), una vida sin valores, difícilmente puede ser
humana. La vida se hace de hechos valorados. Las acciones humanas están íntimamente ligadas a
los valores y a sus preferencias: qué valoramos…, desde dónde valoramos… De acuerdo su
discurso, se hace hincapié en los cinco valores básicos de convivencia democrática: la libertad, en
sus tres sentidos (individual, de participación y de autonomía (kantiana, de reflexión y crítica
responsable); la igualdad en dignidad, económica y en el sentido de igualar para tener más
competencias; la solidaridad que necesita de la empatía y la asertividad para que tenga un sentido,
actitudes que generan cercanía en profundidad entre iguales, además que hay que ejercerla desde lo
sistémico y lo global para que sea universal y local a la vez; el respeto, que necesita de la
consideración y el reconocimiento, que tienen que ver con la concepción del ser humano como fin
en sí mismo y no como un medio (Kant); y por último; el diálogo, que no se debe entender como la
negociación política partidista, ni confundir con posibles intereses creados. El diálogo se comprende
como un diálogo moral (Habermas: 1989), como la actitud humana básica gracias a la cual uno se
conoce en y a través de los demás, sabiendo que la verdad sólo puede nacer de nuestras experiencias
comunes.
En los años 60 y 70, la Educación se basaba en paradigmas humanistas (antiautoritarismo) y en el
compromiso fáctico democrático (engagement) que es el concepto opuesto al “establishment”
liberalista. En la actualidad existe una desideologización educativa, basada en la reflexión teórica
(sociedad técnica e industrial).
La Educación Cívica se enfrenta con unas problemáticas debidas a unos vectores de cambio
globales que dificultan el ajuste equitativo ético-político de la Educación Cívica. La República
concibe el Poder y la Ciudadanía como elementos vinculados entre sí a través del consenso,
evitando así la pasividad, sobre todo de los jóvenes. Los cambios anteriormente mencionados se
resumen, a grandes rasgos en: cambios en las formas de socialización; suburbanización (ciudades
deshumanizadas); transformación de los partidos políticos en máquinas electorales; sociedades
laborales caracterizadas por la precariedad y la inestabilidad; y transformaciones en el contexto
cultural, basado en la individualidad. Estos cambios generan nuevos enfoques en la Educación
Cívica, ya que las sociedades capitalistas han propiciado la rotura del lazo social. El objetivo de esta
disciplina es recomponer estos vínculos, presentándose ésta como una creadora de una nueva
ciudadanía, y portadora de una nueva ideologización y una metodología capaz de analizar
situaciones de conflicto, además de reflexionar sobre las posibles soluciones. Se deben tener en
cuenta todas las necesidades que el nuevo ciudadano demanda, dotándole de unas competencias
basadas en el diálogo, el consenso social y la responsabilidad de participación democrática.
La Educación Cívica debe crear una cultura de la emancipación y de la participación: paliación de
la exclusión social; mejora de la calidad de vida (políticas de desarrollo y crecimiento); logro de la
cohesión social en base a comunidades y localidades; respeto a otras culturas y formas de vida; uso
de nuevas tecnologías de carácter institucional; convergencia ética planetaria; y desarrollo de una
nueva cognición, de un aprender a desaprender para poder entender.
Según UNICEF (2004) se debe concebir al ciudadano bajo el prisma de cuatro dimensiones:
Posesión de unos derechos, asunción de responsabilidades, relación con el medio-contexto, y
espíritu de cambio positivo. Estas características, a través de la comunicación y la convivencia,
conducen al civismo, en un mismo eje con la cooperación social hacia la consecución del bien
común.
CAPÍTULO III. LOS MODELOS POLÍTICOS DEL LIBERALISMO Y DEL
COMUNITARISMO.
En este capítulo se analizan los modelos teóricos del liberalismo y el comunitarismo. Según J.Mª
Puig (2000), la democracia liberalista no se relaciona con la virtud cívica y política, sino con la
capacidad de regular las relaciones entre personas y grupos en función del poder que cada uno
ostenta legítimamente y los votos conseguidos en las elecciones. En el liberalismo, la identidad del
ciudadano adquiere una realidad jurídica (universalismo formal) y no pública. El liberalismo más
progresista, el de Rawls con su Teoría de la Justicia, es el que tiene una política más equitativa.
Aunque no plantea ninguna cuestión próxima a la educación, tiene en cuenta los Derechos
Humanos, hecho que los autores del libro integran como uno de los pilares básicos de su enfoque
cívico-educativo. Los Derechos Humanos son exigencias elementales y por tanto propias de todos
los hombres por el mero hecho de serlo. Son a modo de mínimo común, lo que se considera la
dignidad humana (Proyecto Construyendo la Paz, 2005). Los Derechos Humanos son: universales,
prioritarios, e innegociables. Éstos se han ido reconociendo a los largo de la historia, y se pueden
distinguir tres grandes fases, que se suelen denominar las tres generaciones de los Derechos
Humanos: la primera es la de los derechos civiles y políticos, que empezaron en el Antiguo
Régimen; la segunda, se refiere a los derechos económicos, sociales y culturales, que fueron
reivindicados sobre todo por los grupos de izquierda y por el movimiento obrero en las últimas
décadas del XIX, y a lo largo del XX; y la tercera, que apunta a que toda persona tiene derecho a
nacer y vivir en un medio ambiente sano, no contaminado de polución y de ruido, y también el
derecho a nacer y vivir en una sociedad en paz. Estos últimos no han sido recogidos todavía en una
declaración internacional.
Así como el liberalismo pone acento en la libertad individual, el comunitarismo insiste en la igual
o superior importancia de pertenencia a una comunidad, hecho que genera adhesión y compromiso
ciudadano. La identidad se encuentra marcada por la pertenencia a ciertos grupos. Para el
comunitarismo la pregunta vital para cada persona es la de quién soy y de dónde provengo
(Gargarella, 1999). En contra del liberalismo, el Estado debe apostar y comprometerse por unas
ideas del bien o de lo que es bueno, así como contempla que el ciudadano participe activamente en
la vida política de su comunidad, reconociendo los vínculos que unen a los individuos. Éstos no son
autosuficientes sino que se desarrollan dentro de un contexto social. Respecto a la Justicia,
consideran que ésta no es la primera ni la principal virtud, sino que son el cuidado, la solidaridad, el
altruismo o la cooperación. La Justicia depende de la comprensión de la comunidad y la opinión
pública tiene que formar parte de la decisión política.
IV. EL MODELO POLÍTICO DEL REPUBLICANISMO
Los autores confiesan su posición política en relación con la Educación Cívica, ya que la
República considera la Educación como su columna vertebral. En el actual panorama de la Teoría
Política se está viendo como la vía superadora de las perspectivas liberalistas y comunitaristas,
concitándose como la primera teoría democrática. El republicanismo propone un Estado (poder)
consensuado con el ciudadano, es decir, el poder se torna cívico. El problema está en la consecución
de este Estado de Justicia Social y Estado de, y por la sociedad civil. La nueva concepción del
republicanismo surge como consecuencia de las necesidades que tienen las actuales democracias al
estar sometidas a nuevas problemáticas, a nuevas organizaciones sociales, y a cambios que obligan
a plantear nuevos contenidos y nuevas perspectivas al clásico concepto de civilidad. Se destacan a
continuación algunas situaciones problemáticas en los siguientes ámbitos: demográficos, laborales,
familiares, urbanos, culturales, ecológicos, económicos, tecnológicos y bélicos. De todas estas
variables, los autores, contemplan algunos ejemplos a tener en cuenta basados en los conflictos
sociales que generan. El republicanismo se muestra como una opción viable ante aquello que el
liberalismo y el comunitarismo no parece tener capacidad de respuesta. La teoría republicana realza
la capacidad autónoma, libre y comprometida de la ciudadanía, concienciando a ésta de la “res
pública”. Colom y Rincón, se hacen eco de los valores esenciales de la sociedad civil, al citar los
trabajos de un comité de ciudadanos del Canadá, recogidos en la obra Ciudadanía multicultural
(Kymlicka, 2002), dando a entender que el republicanismo se asienta en la civilidad como virtud
cívica. Así mismo, otro concepto que se expone en esta obra es el de la “no-dominación” del
politicólogo Philip Pettit, al cual le dedican un apartado especial en este capítulo, donde se trata de
manera más exhaustiva el concepto de la libertad y sus diferentes interpretaciones según la corriente
política en la que se basa. Sobre el republicanismo, Pettit detalla los que considera que son los
objetivos y sus formas, siempre centrando el papel del Estado en promover la libertad como no-
dominación, entendida como un ideal igualitario.
CAPÍTULO V. LA EDUCACIÓN REPUBLICANA
El posicionamiento de los autores ante las democracias actuales es claramente crítica, al afirmar
que “al ciudadano no se le ha enseñado para que sea ciudadano consciente y preocupado por la
república, muy posiblemente porque es el propio Estado el primer interesado en que así sea”. En la
misma línea, proponen algunas de las características básicas que conformarían el rearme de la
educación republicana y la moral social fundamentada en el debate, del diálogo y de la resolución
de conflictos y del disenso. La escuela republicana debe propiciar el encuentro cívico y promover el
espíritu crítico-reflexivo, independientemente de las dificultades sociales que los jóvenes se puedan
encontrar. De esta manera, la pedagogía adquiere tanto un significado, como una praxis más amplia,
en el ámbito formal como en el no formal. La educación republicana se concibe como siempre
permanente, y participativa de todos los ámbitos de la sociedad civil, empezando por el familiar; a
la par que propugna una educación abierta y respetuosa a la diversidad social y cultural. Además, el
sistema educativo debería sustentarse sobre la moral política republicana, enmarcada en un contexto
de carácter público y laico.
Seguidamente, se hace una regresión desde lo acontecido en el siglo XX hasta la proliferación de
los movimientos sociales minoritarios caracterizados por su voluntariedad de pertenencia y su
capacidad de fomentar la participación ciudadana. Esta explicación tiene el objetivo de mostrar la
degradación del movimiento humanista causada por los acontecimientos de la expansión del
imperio capitalista. Hoy en día, los movimientos sociales de liberación luchan contra la
globalización neoliberal, ya que este fenómeno es entendido por éstos como un impedimento a los
valores que defienden. De todas formas, estos movimientos necesitan del apoyo constante de la
sociedad civil, que debe ser consciente de sus derechos y responsabilidades, y vertebrada por la
moral republicana. También necesitan ampliar el número de militantes a fin de consolidar sus
objetivos y hacer frente así al sistema político predominante, haciendo de nuevo hincapié en la
participación voluntaria del ciudadano y de esta manera fortalecer el entramado social. Así mismo,
la escuela se presenta como un agente de cohesión entre el Estado y la sociedad civil,
frecuentemente con posturas enfrentadas, teniendo en cuenta que el proyecto educativo republicano
necesita para su desarrollo, de una dotación de recursos humanos y materiales por parte del Estado.
Conscientes de lo utópico del republicanismo en nuestro país, los autores deciden hacer una
recapitulación de los aspectos clave, como la interacción de los entes e instituciones que conforman
el entramado social, la adecuación de éstos a las circunstancias actuales a través de la teoría política.
En el último apartado del capítulo, se plasman las diferentes posturas, tanto positivas como
negativas, que se pueden adoptar ante una situación de conflicto. La educación para la paz, en este
sentido, es la más idónea para proponer soluciones a estos conflictos, mediante el diálogo, el
consenso, el respeto y la comprensión recíproca entre las partes implicadas. Dicho esto, se explica
de una forma más detallada el proceso de resolución de conflictos, resaltando las aportaciones de
diversos autores, como es el caso de la división entre conflicto cooperativo y competitivo de D.W.
Augsburger (1992). Para finalizar, J. Colom y J.C. Rincón lanzan un mensaje alentador, basado en
la voluntad de cambio hacia una educación de calidad y hacia la República.
CAPÍTULO VI. EPÍLOGO PARA INGENUOS
Para concluir, la argumentación de los autores reafirma los valores propios de la idiosincrasia
republicana actual, la cual convive con una postmodernidad que a menudo ensombrece las propias
aportaciones de la Educación Cívica, siendo percibidas como meros pensamientos utópicos. Por
ello, se invita al lector a reflexionar mediante una serie de preguntas relacionadas con los
contenidos expuestos durante la obra, con el propósito de generar una contestación.
IDEAS CLAVE
CAPÍTULO I
- La razón de ser de la Educación Cívica es el carácter político con el que hay que dotar a los
educadores y a la ciudadanía en general.
- la Teoría Política republicana es la que manifiesta nuevas perspectivas y consecuciones con
miras a perfeccionar la democracia.
- Si concebimos el Estado como un órgano educador (objetivo de la Educación Cívica),
siendo éste éticamente positivo, pasaríamos pues de un Estado de Derecho a un Estado de
Justicia Social.
- La moral individual y la moral social se necesitan mutuamente, pues todos formamos una
unidad solidariamente ética.
- La Ética de la aliedad lleva a un orden social justo, ya que Estado ya que Sociedad y Estado
forman una relación de colaboración.
CAPÍTULO II
- La Educación Cívica se fundamenta en propuestas de formación que respondan a la
dimensión ético-política para fomentar una democracia acorde a nuevas formas ciudadanas.
- Los valores valen lo que los seres humanos les otorgan.
- Cinco valores básicos de convivencia democrática: libertad, igualdad, solidaridad, respeto y
diálogo.
- “Engagement” como concepto opuesto a “establishment”.
- Los cambios globales generan nuevos enfoques en la Educación Cívica, ya que las
sociedades capitalistas han propiciado la rotura del lazo social.
- En la actualidad existe una desideologización educativa.
- se debe concebir al ciudadano bajo el prisma de cuatro dimensiones: Posesión de unos
derechos, asunción de responsabilidades, relación con el medio-contexto, y espíritu de
cambio positivo.
CAPÍTULO III
- La democracia liberalista no se relaciona con la virtud cívica y política.
- En el liberalismo, la identidad del ciudadano adquiere una realidad jurídica (universalismo
formal) y no pública.
- El liberalismo progresista rawlsiano tiene en cuenta los Derechos Humanos.
- Los Derechos Humanos son exigencias elementales y por tanto propias de todos los
hombres por el mero hecho de serlo, y son universales, prioritarios, e innegociables.
- Necesidad de expansión de los grupos sociales minoritarios y del voluntariado.
- el comunitarismo insiste en la importancia de pertenencia a una comunidad.
- Comunitarismo: El Estado debe apostar y comprometerse por unas ideas del bien o de lo que
es bueno, así como contempla que el ciudadano participe activamente en la vida política de
su comunidad.
- La tercera generación de Derechos Humanos aún no ha sido recogida en ninguna
declaración internacional.
CAPÍTULO IV
- La República considera la Educación como su columna vertebral.
- El republicanismo propone un Estado (poder) consensuado con el ciudadano.
- El republicanismo se muestra como una opción viable ante aquello que el liberalismo y el
comunitarismo no parece tener capacidad de respuesta.
- El republicanismo entiende la libertad como no-dominación (ideal igualitario).
CAPÍTULO V
- Rearme de la educación republicana y de la moral social mediante el debate, del diálogo, de
la resolución de conflictos y del disenso.
- La escuela republicana debe propiciar el encuentro cívico y promover el espíritu crítico-
reflexivo.
- La pedagogía republicana adquiere tanto un significado, como una praxis más amplia, en el
ámbito formal como en el no formal.
- La educación para la paz es la más idónea para proponer soluciones a los conflictos.
COMENTARIO CRÍTICO
Me gustaría empezar mi valoración personal de la obra de J. Colom y J.C. Rincón, Educación,
República y Nueva Ciudadanía, por orden de las impresiones que ha ido suscitando la lectura, desde
el primer momento que cogí el libro hasta finalizarlo. Decir que no me considero un individuo
versado en cuestiones políticas, así que para mi, ha sido ardua tarea descifrar el vocabulario
utilizado para tratar estos temas. Reconozco que al principio no confiaba en mi capacidad de
abstracción, pero, a medida que iba avanzando en la lectura, fui comprendiendo el significado de
todo aquello que se pretendía transmitir gracias a las explicaciones elaboradas de los autores; fue
esto lo que despertó un cierto interés que antes no existía, al no haber tratado anteriormente estos
conceptos en mi currículum académico. En este sentido, me gustaría añadir que hay expresiones que
bajo mi punto de vista, podrían adoptar una forma más asequible con el objeto de facilitar la
interiorización de los conceptos. Digo esto, porque si la pretensión de la Educación Cívica tiene que
redundar en la conciencia de los individuos y del entramado social, sería propicio hacer llegar el
mensaje con claridad. En momentos en que el ser humano necesita recuperar y dar sentido a unos
valores que cimientan su desarrollo integral, en mi opinión, desde la Educación se deberían crear
estrategias pedagógicas atractivas a fin de conseguir una participación espontánea de los ciudadanos
en todos aquellos eventos que están relacionados, tanto directa como indirectamente, con una
actitud de responsabilidad ética. Por ello, sería interesante utilizar un lenguaje más estandarizado
para que aquello que en origen puede ser un bien común, no deje de serlo. A mi juicio, el
conocimiento debe llegar al mayor número de personas posibles para que aquello que es utópico se
convierta lo antes posibles en una realidad.
Teniendo en cuenta los cambios que se están produciendo a nivel internacional (globalización), y
las repercusiones que generan en todos los ámbitos de la sociedad, considero que este libro es muy
apropiado para iniciarse en la comprensión de las fenomenologías que forman parte de nuestras
vidas y adquirir unas aptitudes y unas actitudes crítico-reflexivas dirigidas a un bien común. Estoy
totalmente de acuerdo con el enfoque que los autores le otorgan a la Educación Cívica, en tanto que
consideran que ésta puede proyectarse cuantitativa y cualitativamente en el marco de un Estado
republicano, ya que éste es el que ofrece más puertas abiertas para que la disciplina se consolide.
Por otra parte, no estoy de acuerdo con la idea de que la Educación Cívica tenga como única razón
de ser la instrucción política, ya que se podría caer en el error de formar a ciudadanos con unas
características puramente cognitivas. Me refiero a que para conseguir una visión holística de dicha
educación se deberían tratar con más profundidad los aspectos emocionales del individuo, así como
fomentar la interacción entre las diferentes culturas, con la finalidad de potenciar un sentimiento de
identidad colectiva y tener una actitud acorde a aquello que representan los Derechos Humanos.
En los últimos años, desde la teoría de las inteligencias múltiples (Gardner, 1995) y desde la
inteligencia emocional (Goleman, 1996)1, el desarrollo de la inteligencia interpersonal y la
intrapersonal es considerado como una nueva meta, debido a que las emociones son parte esencial
en la construcción educativa de los individuos. Acorde con estas afirmaciones, considero que en el
libro se podría haber tratado este aspecto en más profundidad, de la misma manera que se le ha
dedicado al liberalismo rawlsiano un apartado especial, ya que el republicanismo tiene suficientes
puntos de referencia por sí mismo para defender lo que es éticamente justo y provechoso para los
asuntos de la “Res Pública”.
En líneas generales, me ha resultado interesante la forma en la que los autores, han sabido
presentar los conceptos de Estado, Justicia y Libertad, entre otros, según las interpretaciones de
cada una de las teorías políticas, ofreciendo constantes comparaciones entre ellas, hecho que denota
una gran riqueza documental y una buena habilidad a la hora de organizar sus argumentaciones.
1 Las menciones a dichos autores, Goleman y Gardner han sido tomadas de Educación para la Ciudadanía. Un enfoque basado en el desarrollo de competencias transverales. 67, III: 38.
En algunos momentos de la lectura sí he podido percibir que algunos conceptos se tornaban
reiterativos, generando en mi pensamiento nuevas posibles formulaciones desde un punto de vista
pedagógico y humano. Un hecho que me ha llamado mucho la atención es el título del capítulo VI,
del cual, todavía estoy intentando descodificar, ya que no capto el sentido del humor tan sui generis
de los autores, aunque me han parecido muy acertadas las preguntas que se lanzan al final de dicho
capítulo, relacionadas con el ámbito universitario. Decir al respecto, que según mi experiencia
personal, algunos contenidos de algunas asignaturas no tratan en profundidad el sentido de la ética y
el civismo en el grado que deberían, quedando estos conceptos como meros figurantes formales del
programa. En mi opinión, las horas de los créditos prácticos deberían aprovecharse más para
practicar los conceptos teóricos, generar debates, y favorecer nuevas didácticas más dinámicas, así
como fomentar el espíritu crítico-reflexivo que en algunos momentos luce por su ausencia.
BIBLIOGRAFÍA
- Colom, J. y Rincón, J.C. (2007). Educación, República y Nueva Ciudadanía. Tirant lo
Blanch: Valencia.
- Marco Stiefel, B. (coord.), Aguilar, T., Callejo, M.L., Gómez, I.M., Juarros, O., Molina, E.,
Velasco, C. (aut.). (2002). Educación para la ciudadanía. Un enfoque basado en el
desarrollo de competencias transversales, Nº67, III: 38.