Dirección de Investigación y Estudio NTI MUERTE EN CHILE
RITO FUNERARIO JUDIO
Por Diego Iturra y José Varas
“El día de ayer falleció una mujer, entonces lo que se hace desde el cementerio judío es ir a buscar a la persona fallecida, a partir de ese momento hay una persona que está haciendo Salmos, va rotando esta persona (…) hoy en la mañana se hizo la Tahará de esa persona (…) que es la pureza, la purificamos (…) toma una hora y media una hora y cuarto, el cuerpo se lleva a una sala, que no tiene nada la sala, no hay ninguna cruz, no hay flores, no hay nada (…) (el cuerpo) en un lugar bajo, de hecho también se acostumbra a colocar tierra dentro del cajón para no demorar el tema del entierro, entonces bueno, a partir de ese momento el cuerpo se devuelve a la familia para que lo puedan velar ¿Qué es lo que se hace? Nada, porque el cajón está totalmente cerrado, y no solamente está cerrado, cubierto arriba con un manto (…) lo que sí se hace es darle las condolencias a la familia”.
(Rabino Ariel Sigal, 2012).
Entrada
Todos los grupos culturales tienen ritos funerarios, que no son otra cosa que “formas
institucionalizadas de conducta, realizadas en torno al cuerpo de una persona fallecida, mediante
las cuales el grupo social al que pertenecía intenta asumir el hecho de su muerte expresando su
pena y confiriéndole, al mismo tiempo, un significado (…) lo interpretan como el último momento de
encuentro entre el muerto y sus allegados, lo cual requiere que éstos muestren hacia el cadáver el
máximo respeto y revistan todas sus acciones de la máxima dignidad”1.
El fallecimiento en la costumbre judía va acompañado de una serie de actos y procedimientos que
tienen por objeto, por un lado, honrar la memoria del difunto, y por el otro, llevar consuelo a sus
deudos. En el presente apartado se describirá el rito judío a partir de dos fuentes: entrevistas a
líderes espirituales, y la revisión documental. El uso de estas fuentes obedece a problemas
metodológicos a los que nos vimos enfrentados, vinculado a las prohibiciones propias del ritual
como a las medidas de seguridad que subyacen de la particularidad histórica/política de este grupo
étnico y religioso, que imposibilitaron llevar a cabo un trabajo etnográfico in situ, observar y
describir directamente este rito fúnebre.
En términos religiosos el sistema de creencias judío como su ritualidad se funda en la ley, que es
“la ley revelada por Dios”. Dependiendo de la corriente de judaísmo que se trate (Ortodoxos,
conservadores o liberales) su interpretación como de los preceptos que guían su práctica ritual
1 En: http://www.elsentidobuscaalhombre.com
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puede variar. En tal sentido, por ejemplo, los más liberales conciben que la práctica religiosa, en
tanto deberes y prohibiciones, puede y debe adecuarse a diferentes contextos nacionales como
históricos, “la Ley debe ser capaz de ser interpretada y adaptarse” nos indicó el rabino Ariel.
“De hecho entiende que la ley es la ley revelada por Dios, y esa ley es una ley por lo
menos que está desde el siglo XVI… que es la última que se interpretó y quedó
codificada. Entonces ese tipo de judaísmo se vive estrictamente bajo la ley, entonces se
cumple todo. Un judaísmo de izquierda va a decir la ley es simplemente es una
construcción mítica (…) no necesariamente… fehaciente para llevarlo al pie de la letra, o
sea cumplirlo estrictamente, no hay tanta severidad porque posiblemente, simplemente la
ley tenga alguna inspiración divina, pero la interpretación es humana entonces si un
humano en el siglo XVI lo interpretó de una manera, tengo la autorización en el siglo XXI
de interpretarlo de otra manera (…) Eso significa que para nosotros la ley judía es del
siglo XVI pero avanza, necesitamos una nueva reinterpretación”. (Rabino Ariel Sigal,
2012).
“El judaísmo le escapa a lo que son los velatorios, el culto al muerto. De hecho, o sea
existe un velatorio porque tengo entendido que también por ley chilena no se puede
enterrar directamente digamos un cuerpo, hay que esperar un cierto horario (…) Además
porque también se necesita la constatación médica. Imaginemos que no haya autopsia,
que el fallecimiento fue de orden natural, pero hay algunas cuestiones así como locales
que se respetan. O sea para el judaísmo la ley del lugar es la que siempre privilegia, o
sea la ley del lugar es la ley del lugar, si o si, no se pasa por encima”. (Rabino Ariel Sigal,
2012).
Frente a la muerte el judaísmo se plantea con respeto. Todos los gestos y actos vinculados a la
muerte, deben ser guiados con trato cuidadoso y cercano. Por ejemplo, cuando hay una persona
que está en su lecho de muerte, ésta debe ser respetada en su circunstancia.
“Cuando una persona está a punto de fallecer, o sea no es aún un fallecido. Supongamos
que en un médico decretó y dijo “cuestión de horas”. Para la tradición judía esa persona
no está muerta (…) se dice que es una persona que está como moribunda. Entonces ni
siquiera se puede tomar actitud de cementerio, levantar un teléfono y ver dónde se va
hacer el entierro, nada se puede, ni buscar papeles, ni buscar el RUT de la persona para
trámites administrativos hasta en tanto no ocurra el fallecimiento”. (Rabino Ariel Sigal,
2012).
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Aquí el rol de rabino, o el líder espiritual de la comunidad es acompañar al moribundo pero no en
un rol sagrado, sino como consejero y como ministro de fe de los mensajes y compromisos que la
persona pronto a fallecer deje en el mundo de los vivos. Se entiende que el moribundo no necesita
ningún intermediario, entre él y Dios. A diferencia del catolicismo la extremaunción antes de morir
tiene otro significado.
“Para la tradición judía cada uno es representante y fiel de dios, o sea no necesita ningún
intermediario. De hecho cada uno podría hacer su propia confesión frente a dios. O sea
no es que tiene que venir el rabino necesariamente a digamos a darle las palabras finales
de la extremaunción (…) la fórmula más fácil para eso es “sea mi muerte por expiación
por los pecados que cometí”. A veces está el rabino de por medio para poder acompañar
al dolor de la persona, podrá acompañar en las últimas decisiones que toma, para poder
acompañar en el mensaje que quiere dejarle a sus hijos, tal vez no todos tengamos que
resolver todas nuestras situaciones en vida, entonces el rabino como que queda con el
legado de poder intervenir un poco y de dar fortaleza también de acompañar en el
momento final. Esa sería la cuestión de la confesión final que se hace. Pero cada uno
podría hacerlo personalmente, si uno conoce la fórmula y sabe que se está por morir,
podría directamente decirlo como una extremaunción”. (Rabino Ariel Sigal, 2012).
“(Rabino) Intermediario en todo caso, digamos solamente esa sería la función, pero es
una función humana, es como si fuera un amigo del fallecido, pero no es que le va a dar
la palabra correcta, ni gracias a las palabras del rabino la persona va a subir al cielo”.
(Rabino Ariel Sigal, 2012).
“El rol rabínico no tiene ningún… digamos no es sagrado. Es una persona que leyó más
textos, con eso y punto, o sea incluso puede ser la persona que más peca de toda su
comunidad, o sea puede ser el líder, pero con más trasgresiones que todos los demás”.
(Rabino Ariel Sigal, 2012).
“La palabra santa en el judaísmo también es bastante rara, santa significa como
separada, como diferenciada, eso implica la santidad, no es algo santo que no se puede
tocar, o sea es un santo sino está diferenciado porque se dedica a esa tarea puntal, que
es la de poder asistir a la familia y al fallecido”
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Respecto a la muerte como salvación, a diferencia del cristianismo, el judaísmo manifiesta que la
salvación no existe con la muerte, sino que debe ser ganada en vida, aquí la expiación se hace en
vida y no con la muerte.
“Lo interesante del judaísmo, que en eso se opone fervientemente al cristianismo que el
juicio es en vida, o sea nosotros lo estamos juzgando acá, como diciendo “si nosotros los
seres humanos nos pusimos de acuerdo que no tenemos ninguna deuda, ningún
problema con esa persona, listo, esa personas descansa en paz”. Nosotros nos vivimos
la vida en función dé, o sea el cristianismo en definitiva es la salvación, la muerte es una
especie de salvación, o sea en definitiva lo mejor que te puede pasar es si fuiste bueno y
sentiste amor, listo y en el judaísmo no, es al revés, como diciendo “sino hiciste nada
durante tu vida y estás difícil como para obtener la salvación”, entonces (…), la única
forma de expiación es que los seres humanos te den expiación, como que la premisa
recae en la responsabilidad de que “vive tu vida hoy de tal forma que seas responsable
de mejorar el mundo aquí sin importar lo que viene después”. (Rabino Ariel Sigal, 2012).
Ciertamente que la práctica ritual fúnebre está íntimamente vinculada al sistema religioso
conformada por una cosmovisión particular, con preceptos, leyes dadas por Dios, prohibiciones,
deberes, y una serie de principios éticos y morales, entre otros. No ha sido nuestra intención hacer
una antropología de las religiones, pues ello escapa absolutamente de nuestras pretensiones, más
bien hemos querido acercarnos a esta temática desde la inducción, focalizarnos en observar y
describir la práctica fúnebre, el ritual, para desde allí comprender el fenómeno de la muerte.
Preparación del cuerpo
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“De hecho cuando se hace el lavado no se le puede dar vuelta y hay mucha ley escrita de cómo debe ser
el lavado de las partes íntimas de la persona (…) hay que hacerlo con mucha misericordia, con mucha
devoción así como gesto de amor “. (Rabino Ariel Sigal, 2012).
Los familiares y amigos cercanos del fallecido tienen a su cargo los cuidados del cuerpo y su
lavado (Tahará)2, los preparativos para el entierro, conseguir la mortaja mortuoria, el cajón y la
documentación legal, así como ocuparse del velatorio y del propio entierro. En estos deberes
religiosos sagrados, son secundados por personas que la Comunidad destina para esta tarea. No
hay participación de los deudos directos, pues se entiende que previo al entierro, se viven
sentimientos de incertidumbre y desorientación, por lo que no pueden aún asumir y aceptar el
suceso. En tal sentido, la tradición, libera a la persona de sus obligaciones religiosas para que
pueda expresar plenamente sus sentimientos y preparar lo necesario para el entierro.
En su generalidad la limpieza del cuerpo se realiza en el cementerio, en la Casa de Purificación,
siempre y cuando el cuerpo no haya sido aún lavado y purificado con antelación. Este primer
procedimiento tiene como objeto purificar lo impuro3, para luego vestirlo con un pijama de lino, que
tapa la cabeza y se le cierran los ojos. Las mortajas señalan la igualdad absoluta que existe entre
todos los seres humanos en el momento de la muerte. De este modo, no se perciben diferencias
entre ricos y pobres en el momento de despedirse de nuestro mundo. Otro elemento importante,
cuando así se requiere, es acompañar el cuerpo con el Kipá, o todo elemento religioso que
acompaño a la persona en vida. Antiguamente se ponían monedas en los ojos, pero es una
tradición que ya se ha perdido en la actualidad.
“Inmediatamente de eso, como funciona acá, hay un cementerio acá que es el más
importante que tenemos que es Conchalí, se traslada el cuerpo hacia ese lugar, porque lo
que se hace ahí es un (Tahará)… es un lavado del muerto, es una especie de
purificación, pero tampoco sería una purificación porque el cuerpo es como la gran regla
de impureza, la muerte impurifica”. (Rabino Ariel Sigal, 2012).
2 Es importante señalar que existe una diferencia por género, en donde el cuerpo de un hombre fallecido lo lavan los hombres y en el caso de una mujer fallecida lo limpian sus congéneres.3 “Hay posturas jasídicas y libros jasídicos que hablan del siglo XVI, que todo lo que eran excrementos del cuerpo, se lo limpiaban por completo, o sea como que el cuerpo tenía que volver como si fuera una guagua”. (Ariel)
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“… se lava la cabeza del fallecido, si tuviera restos de mugre, estuviera sucio, ¿Qué es lo
que se hace? Todos los cuerpos vuelven igual a la tierra ¿Qué significa? Que si uno está
con ropa… se les saca toda la ropa, se lo limpia, se le cortan las uñas, algunos
acostumbran a peinarlo, luego de eso se le tira (…) entre 20 y 30 litros de agua, como de
aguas vivas que es lo que purifica, es como se lo limpia en todo sentido”. (Rabino Ariel
Sigal, 2012).
“Siempre lo que se hace es la Tahará, el lavado del fallecido se hace cuando se puede
hacer, de hecho se hace de la mejor manera en la que se puede hacer, sin llegar a ese
extremo, hay personas que hicieron un cateterismo o que tienen pérdida de sangre en el
cuerpo, entonces si uno vierte agua caliente de repente, puede mover un coágulo de
sangre y puede volver a sangrar, estamos hablando de una persona con 10, 12 horas
fallecida… la sangre no ha terminado de coagular, entonces en ese caso no se puede
hacer Tahará. De hecho si hay sangre, todo lo que es sangre vuelve con el cuerpo a la
tierra, lo que se hace después de lavarlo al cuerpo, se le viste (con) mortajas…”. (Rabino
Ariel Sigal, 2012).
La vestimenta y posición del difunto se compone de los siguientes
elementos según nos exponen el Rabino Ariel Sigal:
“Se le viste como si fuese un pijama de lino, una cuestión así, que tiene un cinturón y que
se tapa la cabeza, se cierran los ojos, se le pone tierra también, esto que estaban
diciendo de Israel cuando dije “Israel”, sobre los ojos. Algunos antiguamente ponían
monedas también, que no es una costumbre muy judía eso, pero se filtró por ahí esto de
poner monedas y la idea de que todos vuelven igual, vestidos iguales, uno vuelve con
digamos otras cuestiones”. (Rabino Ariel Sigal, 2012).
Otro elemento simbólico en esta parte del ritual lo representa el hecho de que en algunas
ocasiones, el cuerpo es preparado con sus manos abiertas, significando este gesto: la muerte con
dignidad, pues sus manos abiertas simbolizan el nulo apego a la materialidad, en la que subyace la
idea de que nada se lleva consigo.
“Uno tiene que volver con las manos abiertas, postura también bastante mística, que una
muerte digna es con manos abiertas (…) Ese es como el simbolismo, y bueno, también
se cubre la cabeza, el pijama este es muy raro, porque es el único pijama que vestimos y
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no tiene, digamos que para quien padece de claustrofobia se puede enloquecer porque
no tiene salida para las manos ni tampoco los pies”. (Rabino Ariel Sigal, 2012).
“Muchas alegorías judías que hablan que cuando uno viene al mundo como guagua,
viene con las manitos cerradas, como que viene a pelear por todo. Y vivir una vida
entendiendo la sabiduría de la existencia es poder morir e irse con las manos abiertas,
como diciendo “fíjate, has peleado por el mundo, haces muchas cuestiones, pero no te
llevas nada en tus manos, ni dinero, ni propiedades, nada te llevas en tus manos, te fuiste
con las manos abiertas”. (Rabino Ariel Sigal, 2012).
Una norma que guía el rito tradicional, dice relación con un principio moral: no se pueden obtener
beneficios del fallecido. En tal sentido, y por ejemplo, para los más ortodoxos de esta religión, se
niega la posibilidad de la donación de órganos.
“No se puede tener ningún beneficio de la persona fallecida (…) Supongamos tenía una
prótesis de titanio, se le sacó y no sé, la vendo para recuperar dinero. No, nada. Incluso
ni del féretro, o sea si tuviera… el féretro judío es muy básico, no tiene que tener nada,
ningún metal, nada de plomo, cobre, absolutamente nada. Pero si incluso uno quisiera
sacarlo para venderlo, nada. No se obtiene beneficio de la persona fallecida, de hecho
esto que estábamos hablando al principio que una persona ortodoxa, sacarle un órgano
para hacer una donación de órganos es obtener un beneficio de una persona fallecida.
Entonces no se podría. Para nosotros no es así, o sea a ese extremo no”. (Rabino Ariel
Sigal, 2012).
Sin embargo, en visiones menos conservadoras la donación de órganos es permitida y no es foco
de discusión. Del mismo modo, con la muerte las deudas de reciprocidad establecida o las deudas
mercantiles se liberan, los vínculos pre establecidos en vida, quedan pagados con la muerte, las
deudas zanjadas, y el equilibrio re establecido.
“Además otra de las cuestiones que se hace, que también es muy interesante, es como
muy sabio esto, se hace (…) juicio, la justicia de la sentencia, una cuestión así (…) es
como un contrato tripartito, o sea vivos, muertos y dios ¿Qué significa esto? lo típico que
nos pasa en cualquier sociedad, “no, lo que pasa es que murió Pedrito, y Pedrito le había
prestado, le presté 800 mil pesos y nunca me los devolvió Pedrito, es un estafador
Pedrito”, entonces uno habla así del fallecido. Entonces, la tradición judía con la muerte
todo se termina, o sea no hay derechos contraídos, no hay obligaciones, todo terminó
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ahí. Entonces uno no puede hablar de la persona fallecida, incluso si fue un transgresor y
pecador de los más grandes, empieza a ser pecado del que habla mal estando en vida
del fallecido que digamos… no podemos invocar nada malo a una persona fallecida, ese
sería el punto, porque si no es pecado para el vivo no para el muerto, es terrible, porque
uno siempre tiene algo para hablar, algo malo de un fallecido. Entonces cuando nos
pusimos de acuerdo que no le debemos nada al fallecido, el fallecido no nos debe nada a
nosotros, es como que bueno, dios nos manda la misericordia y bueno estén en paz
ahora (…) en el judaísmo es eso, diciendo “no, no, no, tú quédate tranquilo, tú no vas a
vengar nada, listo, manto de piedad, la situación acá termina”. También para el tema de
herencias, que no venga a decir “no, porque a mí me quedó debiendo entonces tú me
tienes que dar a mí”, no, no”. (Rabino Ariel Sigal, 2012).
Exposición del cuerpo y la procesión a la tumba
Es una sociedad mortuoria de la comunidad la que se hace cargo del cuerpo y del rito mortuorio. El
servicio del velatorio y el entierro deben acontecer lo más rápido posible después del fallecimiento,
preferentemente el mismo día. Sin embargo, en caso de necesitar su postergación por motivos
especiales debe consultarse primero a un rabino, que como líder espiritual define los pasos a
seguir. En la ritualidad judía el cuerpo debe estar en contacto y cercano a la tierra. El cadáver debe
estar tapado, ya que exhibirlo es considerado deshonroso.
“¿Qué se hace inmediatamente con el cuerpo? Hay que bajarlo y como que
inmediatamente tiene que estar en contacto con la tierra, no puede estar a grandes
alturas.”. (Rabino Ariel Sigal, 2012).
Es deber acompañar al muerto en el velatorio y la sepultura, lo que es una señal de respeto por el
fallecido y de consuelo para familiares. Así, una vez en el ataúd con el cuerpo ya lavado y
purificado, vestido con su mortaja, se procede a cerrar el cajón de madera. No se da la vista al
fallecido, pues su exhibición se considera deshonrosa y falta de respeto, por lo que durante el
velatorio el cuerpo permanece cubierto. El fallecido nunca se le deja solo, y las personas presentes
leen y cantan Salmos dedicados al alma del difunto, como también se dan a conocer las virtudes y
las buenas obras que realizó en vida:
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“Lo que si se dice es que tiene que haber siempre con el fallecido alguien recitando
Salmos, al fallecido nunca se le deja solo (…) por veinticuatro horas alguien tiene que
estar produciendo todo el tiempo salmos”. (Rabino Ariel Sigal, 2012).
“Lo que es el sepelio, el entierro… ese es un tema no menor también. Así la cita bíblica
es de Abraham, el primer patriarca que dice… hablando de Sara, de su esposa, dice
como que fue, la lloró (…) o sea poder recapitular y pasar por las anécdotas lindas que
tuvieron con esa persona, no lo triste. De hecho es obligación eso también (en el rito
judío), que de todos hay que hablar algo lindo (…) pueda resaltar algo, alguna virtud en
nombre de esa persona, se recuerda siempre lo lindo y nada de lo triste (…) Pero no
convirtiéndolo tampoco en un santo. Esto que es lindo “y tuvo familia, y tuvo muchos
amigos y vivió su vida muy feliz, contagio risas”, o sea la virtud humana, punto. Ahora de
una persona rica, obviamente… (…) No hay coronas, no hay nada, pero sí palabras,
todos los que quieran hablar (…) es como para elevar el alma de la persona”. (Rabino
Ariel Sigal, 2012).
“Si la persona es muy reconocida, se hace durante todo el día. De hecho no sé, a las
personas que tuvieron mucha influencia tal vez los pasean por lo que es el colegio, el
Instituto Hebreo, por la sinagoga, por su templo, se hace una oración en su templo, como
que se le pasea un poco más. Pero en principio, la idea es directo a la tierra, lo más
rápido posible”. (Rabino Ariel Sigal, 2012).
El sepelio en el cementerio
Acompañar al cortejo fúnebre y llevar al muerto a su última morada es un deber tan sagrado que
incluso permite, en algunos casos, interrumpir el cumplimiento de otros preceptos religiosos. El
camino al sepelio, la procesión consta de siete paradas, y se hace de manera permanente
cantando Salmos. Esta procesión se realiza como signo de respeto hacia el difunto y expresión del
dolor que se siente al separarse de él.
“Se toma el cajón, seis personas que no sean familiares directos, ocho personas,
depende, y se conduce hacia el lugar, hacia donde va a ser, se hacen siete paradas…
mientras tanto siempre se sigue leyendo un salmo, no es que se va en silencio, se lleva al
lugar de la sepultura, se dice esto del polvo vinimos… en polvo se vuelve. Se baja el
féretro y se lo cubre”. (Rabino Ariel Sigal, 2012).
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Es en el sepelio en donde los deudos (Padre ó madre, Hijo ó hija, Hermano ó hermana -por parte
de padre o madre-, Esposo ó esposa) son simbólicamente expuestos como tales por el colectivo,
dándole su condición y deber de guardar las leyes y prohibiciones propias de su estado. Esto se
hace partir de las Rasgaduras de sus ropas, que es la manera religiosa de expresar la amargura
por la pérdida de un ser querido. Esta es una expresión externa de las emociones interiores del
que está de luto. Se hace con los deudos de pie. Para los casos de los menores de trece años, o
niñas menores de doce años, éstos deben también rasgar sus vestimentas sólo cuando poseen la
madurez emocional necesaria para comprender la pérdida familiar. El oficiante de la ceremonia
inicia un corte vertical en la ropa del enlutado con una gilette o una tijera, y éste, con la mano,
continúa el corte algunos centímetros más.
“De hecho la rasgadura de la ropa algunos dicen que solamente se practica sobre niños
que son mayores de 13 años, de repente falleció el padre. Si tiene nueve años, no hace
falta que se rasgue su vestidura, o sea haga rasgadura”. (Rabino Ariel Sigal, 2012).
El entierro, a diferencia del rito católico, en donde el cajón es bajado por personas contratadas para
tales fines, para el caso judío el cajón con el cuerpo es bajado por los familiares o por los
participantes designados. El rol de la familia en el rito es segundario, y solo aparece en el momento
en que se entierra el cuerpo, dándole la responsabilidad de dar las primeras paladas de tierra
sobre el féretro. Posteriormente, los asistentes acostumbran a dejarle piedras o un puñado de tierra
sobre la sepultura y despedirse del muerto antes de retirarse.
“…la sociedad mortuoria (…) una vez que falleció no tiene ningún tipo de vinculación (la
familia) al punto tal que no pueden ver al fallecido, se vela siempre a cajón cerrado, o sea
no lo pueden ver más. De hecho tampoco son los encargados de transportar el ataúd, o
sea el féretro no lo tienen que llevar, ahí digamos la sociedad actúa por uno. Y sí existe la
costumbre que lo único que hace la familia es dar las primeras paladas de tierra para
cubrir su cuerpo…”.(Rabino Ariel Sigal, 2012).
“Se baja, termina el cajón entonces, se tapa con tierra, la idea es que cada uno de los
que están ahí, está dividido si los familiares directos pueden participar o no, pero todos
dan sepultura a su muerto; no es que viene alguien contratado de afuera que lo baja,
tampoco lo bajan con una maquinita que aprietan (que baje al cuerpo), nada de eso”.
(Rabino Ariel Sigal, 2012).
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“(Se baja) a cuerda, y digo todo a mano, haciendo fuerza, esa es la postura. Se le cubre,
algunos acostumbran a dejarle piedras ahí (…).(Rabino Ariel Sigal, 2012).
La piedra que depositan en este momento (familiares y amigos), en la tradición del rito mortuorio
reviste importancia simbólica en cuanto se concibe a la muerte como una situación que es eterna,
homologando esta representación a lo que significaría la piedra, en palabras del Rabino Ariel Sigal:
“La piedra es digamos lo más perene, también súper simbólico eso, la flor se pudre y la
piedra no, la piedra es como la marca social, alguien estuvo acá. De hecho cuando uno
pasa por el cementerio y ve lápida, uno ve que alguien visitó esa tumba porque quedó la
piedra. Y las flores no es que el judaísmo escapa a las flores, el pueblo judío las usa para
shabat o se le regala a su esposa flores para el día sabático”. (Rabino Ariel Sigal, 2012).
Luego de esto, familiares y amigos del fallecido se alejan del espacio de entierro y se dirigen hacia
fuera del cementerio, a un espacio donde existen unos lavamanos en donde los asistentes al
funeral deben lavar sus manos, simbolizando así la desconexión con la impureza a la que se
asocia la muerte. Para esto se hacen dos filas, una donde están los familiares directos y el
segundo el resto de los asistentes. Ambos grupos siguen un camino que sea distinto al seguido
con anterioridad por familiares, amigos y el difunto.
“Después de eso se hacen dos filas, los deudos directos, estos: padre, madre, esposos,
esposa, hijo, hija, hermano, hermana pasan por el medio de estas dos filas de todos los
que fueron a acompañar el sepelio y van todos al ingreso del cementerio, hacen el lavado
de manos para salir de la impureza a la pureza y recién en lo que sería en el lobby del
cementerio, recién ahí se saludan y le dan el pésame”. (Rabino Ariel Sigal, 2012).
“Hacen un camino distinto al camino del entierro. Este es donde está el lobby, el entierro
es acá, entonces salían con el cajón, las paradas, qué sé yo, hicieron el entierro acá.
Para salir, hacen las dos filas y salen por acá de repente, hacen otro camino”. (Rabino
Ariel Sigal, 2012).
“… es para marcar que ese camino está plagado de la tristeza y el dolor y a partir
inmediatamente de ese entonces uno tiene que seguir un camino distinto, como diciendo
“bueno, este camino no me va a traer tanto dolor, porque estoy empezando hacer otro
camino”, como a despejar la mente. De hecho la última frase que se le dice es “que dios
que está en todos los lugares, los consuele a ustedes dentro de todos los deudos, de
todos los dolientes de Sion, (…) y se remata esa frase diciendo que no conozcan más de
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dolor, que no tengan que saber de angustia y dolencia. Son las últimas palabras que se le
dice a los dolientes, entonces (…) “que no sepan más de este dolor, bueno, vamos por
otro lado”. (Rabino Ariel Sigal, 2012).
Se considera que alrededor del cuerpo ronda la impureza, por lo que el cementerio es una fuente
de impureza. De hecho, los participantes del entierro deben lavarse las manos ritualmente una vez
finalizado el sepelio. Según los documentos ello se hace llenando un vaso o una jarra con agua y
se la vierte primero sobre la mano derecha y después sobre la mano izquierda, tres veces
sucesivamente hasta vaciar la jarra. De este modo se aleja simbólicamente la impureza creada por
el contacto con la muerte.
“Cada persona puede rezar a su ritmo, o sea es coordinada cuando es mucha gente y
digamos que cuando se está haciendo la sepultura sí, digamos porque son seis personas
que se tienen que poner de acuerdo de cómo transportar el
féretro, de cómo moverlo, cuándo son las paradas, qué salmos leer”. (Rabino Ariel Sigal,
2012).
“No se le implora, el cuerpo es impureza, cuando menos contacto uno pueda tener con el
cuerpo, mejor… de hecho que después de que pasó por todo el cementerio tiene que
lavarse las manos en símbolo de pureza, como salimos de la impureza a la pureza, a la
vida, la vida es pureza, el cementerio es impureza. Entonces uno vierte agua sobre sus
manos, tres veces sobre cada mano, no hace ninguna bendición, porque sale de
impureza a pureza y digamos que de esa manera se reincorporan a la vida”. (Rabino Ariel
Sigal, 2012).
El Duelo
Como hemos visto, el rol de la comunidad es relevante en el rito, no sólo en el lavado del cuerpo,
sino que también en el duelo. En esta etapa, las personas designadas por la misma comunidad
religiosa4, van y preparan la casa del deudo, cubren toda materialidad que simbolice vanidad o
placer5. A su vez, estas personas cumplen el rol de acompañar a los deudos y cocinarle mientras
dure este periodo de luto, de hecho las comidas que se hacen deben simbolizar el cíclico de la
vida, usando elementos comestibles que tengan una forma circular. En tal sentido al tener la
4 Por lo general son amigos y familia extendida de los deudos. Por su parte los deudos directos son: esposo, esposa, padre, madre, hijo, hija, hermano y hermana, estos generalmente no participan de la preparación de la casa del fallecido.5 Elementos que se asocian a la vanidad son: espejos, máquina de afeitar, shapoo, entre otros. Todos aquellos elementos asociados a la limpieza por lo general son guardados mientras acontece el periodo de duelo.
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calidad de deudo, muchas veces éste no debe comer carne, tomar vino, cortarse el pelo, trabajar
ni participar en festejo alguno.
“Después del fallecimiento, va también (…) a taparle lo que son espejos, todo lo que sean
símbolos de placer en la casa a cubrirlos, o sea obviamente en esa situación nadie quiere
verse con la cara de tristeza, angustia, de malestar. Y de hecho no solamente que cubren
y preparan la casa para que atraviese el período de duelo, sino también tiene la
obligación de cocinarle a los deudos… en eso la tradición judía como que es muy sabia,
obviamente uno no tiene ganas ni de comer ni de preocuparse por la comida, si tiene los
materiales, los elementos. Entonces viene gente desde afuera a tu propia casa, te
invaden tu casa para cocinarte, acompañarte, para que uno pueda sobrellevar la
cuestión. (Rabino Ariel Sigal, 2012).
“De hecho hay comidas como típicas, todo lo que sea redondo, lentejas, huevos, o sea
comer comida con mucho simbolismo que represente la vida, como diciendo “bueno,
estás mal pero date cuenta de que la vida es cíclica”, entonces hasta por lo simbólico del
alimento también hay mucha participación”. (Rabino Ariel Sigal, 2012).
“Todo lo que son perfumes, ungüentos que hay que ponerse, todo eso se saca de
encima. Antiguamente lo que se hacía era vestirse directamente con ropa más
harapienta, se tiraban ceniza en la cabeza, como símbolo de que realmente uno no tiene
pensado estar bien y que nadie puede venir a decirle “oye, por qué no te pegas un baño”,
“por qué no te das una ducha”, “por qué no te mejoras”. Nadie puede venir a decir eso, de
hecho en el momento en que se hace el entierro, que el féretro bajó a la tierra y que se lo
cubrió, lo que se hace es una rajadura a la ropa, o sea que es como que me encuentro en
una situación triste y rompo por completo mi ropa, esa prenda hay que vestirla durante
siete días. (Rabino Ariel Sigal, 2012).
“Digamos por esas seis, siete relaciones, sí (familiares directos), con esa misma prenda.
Uno no se afeita, si no se baña no se afeita. Que también es súper simbólico eso, que de
repente uno ve a una persona que no acostumbra andar con barba y la ve que está con
barba porque no se afeitó, entonces uno sabe que se tiene que acercar porque la
persona está pasando por una situación de tristeza, angustia, porque a alguien perdió, es
como simbólico”. (Rabino Ariel Sigal, 2012).
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El duelo tiene etapas en cuanto a la participación de la comunidad. El primer tramo del duelo
consta de los primeros 7 días, en los cuales la comunidad acompaña al deudo y que terminan con
el shabat. Después de esos siete días, viene una segunda etapa que dura 30 días, en el cual la
comunidad visita al deudo para ayudarle a sacar la ropa, fotografías o cualquier elemento que
pueda lastimar y afectar a la persona en duelo. Sólo después de estos 30 días, los deudos tienen
permitido volver al cementerio.
“De hecho también hay oraciones especiales que se pronuncian en la casa todas las
noches, se reúne toda la comunidad en la casa de la persona para poder hacer un rezo,
una plegaria”. (Rabino Ariel Sigal, 2012).
“La participación y el acompañamiento constante de toda la comunidad, de ir hacia la
casa de la persona durante estos siete días, de acompañarlos todo el día, no solamente
por hacer una plegaria, de ver qué es lo que necesitan. Después en la semana esta
misma gente que estuvo, o sea son siete días el primer tramo del duelo, después de
estos siete días, son esas mismas personas van hasta el día 30 a ayudarles de repente a
sacar ropa de la persona o fotos o cuestiones que pueden lastimar si uno se queda
enganchado en la situación de duelo”. (Rabino Ariel Sigal, 2012).
“Son siete días que se cortan con el shabat, o sea con el día sabático, o sea como que
tiene importancia de fiesta, es una semi fiesta para esa familia que está pasando, se
retoma luego de shabat, son siete días, y después empiezan 30 días. Recién a los 30
días uno puede volver al cementerio, recién después de los 30 días, no antes, o sea con
eso lo que se prohíbe es que uno vaya con su carpa a dormir al cementerio, que también
ocurre muy seguido que una persona no haga los (…) del duelo y al día siguiente va ahí y
se queda mirando como diciendo “dale pues levántate”, entonces no ocurre. 30 días y
después hasta el año, de hecho algunos mantienen su barba hasta el año, otros hasta los
30 días no más”. (Rabino Ariel Sigal, 2012).
“De hecho… el Talmud habla mucho sobre esto y dice que el período de duelo es este, ni
más ni menos, o sea como que “pasó tu tiempo, cámbiate la ropa”, o sea la ropa de luto
te la tienes que sacar obligatoriamente, no te puedes quedar toda tu vida haciendo luto
por, pero tampoco menos, es decir como si tuvo un fallecimiento personal, que me liga
padre, madre, hijo, lo que sea, y mañana estoy en un carrete y no me importa nada. O
sea ni más ni menos, o sea como cumplirlo, pero establecido”. (Rabino Ariel Sigal, 2012).
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En este período de 30 días además de no cortarse el pelo por ejemplo, ni embellecerse, se viste de
manera más descuidada, como por ejemplo evitar lustrar sus zapatos o dejar de lavar la ropa que
se utiliza. Esto por cierto pretende mostrar simbólicamente al resto de la comunidad que los
deudos directos han vivido la pérdida de un familiar. Como argumenta el Rabino Ariel Sigal:
“Antiguamente sí, eran bolsas así como arpilleras, como las de papas del mercado, esas
que vienen de 50 kilos, como esa que era la vestimenta que uno se ponía, lo básico, lo
elemental como “no me importa nada, no me preocupo por la ropa”. Hoy en día no tanto,
hoy en día generalmente lo que uno hace no se lustra los zapatos, no se lava la ropa.
Lucir limpio con perfume, eso es símbolo de que como “que estoy bien conmigo mismo,
con el cuerpo o con la vida, estoy como en armonía con todo”. Entonces uno deja que la
ropa… que uno vea a alguien y dice “que lastima esa persona”, esa sería como la actitud,
como que uno lo vea y rápidamente se dé cuenta de que “pobre hay que acompañarlo”.
(Rabino Ariel Sigal, 2012).
Una de las instancias religiosas donde se puede graficar esto es en el Kadish, en el cual aquellas
personas que están en período de duelo rezan en público las oraciones estipuladas para tal efecto.
“De hecho siempre que se hace un kadish, también es simbólico esto, la persona se pone
de pie y todos los demás están sentados, todo lo que no tienen que pronunciar la oración
por un fallecido. Entonces como que queda uno de pie pronunciándolo solo entonces
toda la gente a los costados ve que la persona que está en período de duelo está de pie
diciendo algo, como que se identifica rápidamente la persona que está de duelo, para que
uno se acerque y le dé su consuelo”. (Rabino Ariel Sigal, 2012).
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CUIDADO DEL CUERPO EXPOSICIÓN DEL CUERPO
ENTIERRO DUELO
Son secundados por personas que la Comunidad destina para esta tarea.
No hay participación de los deudos.
Libera a la persona de sus obligaciones religiosas.
En la Casa de Purificación.
Purificar lo impuro.
Un pijama de lino, que tapa la cabeza y se le cierran los ojos. Las mortajas señalan la igualdad absoluta que existe entre todos los seres humanos en el momento de la muerte.
Acompañar el cuerpo con el Kipá.
Es preparado con sus manos abiertas, significando este gesto la muerte con dignidad, nulo apego a la materialidad, idea de que nada se lleva consigo.
No se pueden obtener beneficios del fallecido.
Las deudas de reciprocidad establecida o las deudas mercantiles se liberan
Sociedad mortuoria de la comunidad la que se hace cargo del cuerpo.
Deben acontecer lo más rápido posible después del fallecimiento, preferentemente el mismo día.
El cuerpo debe estar en contacto y cercano a la tierra.
El cadáver debe estar tapado, ya que exhibirlo es considerado deshonroso.
Cerrar el cajón de madera.
El fallecido nunca se le deja solo, y las personas presentes leen y cantan Salmos dedicados al alma del fallecido, como también se dan a conocer las virtudes y las buenas obras que realizó en vida.
Camino al sepelio, la procesión consta de siete paradas, y se hace de manera permanente cantando Salmos.
Procesión se realiza como signo de respeto hacia el difunto y expresión del dolor.
Los deudos (Padre ó madre, Hijo ó hija, Hermano ó hermana -por parte de padre o madre-, Esposo ó esposa)
Rasgaduras de sus ropas con una gilette o una tijera.
El cajón con el cuerpo es bajado por lo familiares o por los participantes designados.
El rol de la familia en el rito es segundario.
La familia da las primeras paladas de tierra sobre el féretro.
Acostumbran a dejarle piedras o un puñado de tierra sobre la sepultura.
Alrededor del cuerpo ronda la impureza, por lo que el cementerio es una fuente de impureza.
Los participantes del entierro deben lavarse las manos ritualmente una vez finalizado el sepelio.
Las personas designadas por la misma comunidad religiosa, van y preparan la casa del deudo, la cubren toda materialidad que simbolice vanidad o placer.
Comidas que se hacen deben simbolizar lo cíclico de la vida, usando elementos comestibles que tengan una forma circular.
Este no debe comer carne, tomar vino, cortarse el pelo, trabajar ni participar en festejo alguno.
El primer tramo del duelo consta de los primeros 7 días, en los cuales la comunidad acompaña al deudo y que terminan con el shabat. Después de esos siete días, viene una segunda etapa que dura 30 días, en el cual la comunidad visita al deudo para ayudarle a sacar la ropa, o fotografías, o cualquier elemento que pueda lastimar a afectar a la persona en duelo. Sólo después de estos 30 días, los deudos tienen permitido volver al cementerio
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