Rumanía y el Mar Negro: un análisis geopolítico
Raul Virtic
Trabajo de final de grado Doble grado de Ciencias Políticas y Gestión Pública + Derecho
director: Rafael Grasa Hernández 3 de junio de 2020
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Índice
1. Abstract ..................................................................................................................... 4
2. Introducción .............................................................................................................. 4
3. Importancia geopolítica del Mar Negro en el contexto internacional ....................... 6
4. Importancia del Mar Negro en la historia reciente de Rumanía ............................... 7
5. Cooperación en la zona del Mar Negro ................................................................... 11
5.1. La cooperación económica .................................................................................. 11
5.2. La cooperación política ....................................................................................... 13
5.3. Cooperación militar ............................................................................................. 14
6. Implicaciones geopolíticas de conflictos territoriales ............................................. 15
6.1. El caso de Besarabia y el Cadrilátero .................................................................. 16
7. Conclusiones ........................................................................................................... 16
8. Bibliografía.............................................................................................................. 21
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“Las tierras que circundan el mar Negro son de todos sus habitantes y de ninguno. La
costa es un lecho donde se han ido depositando los sedimentos de las
migraciones e invasiones humanas durante más de cuatro mil años. La costa
misma, erosionada y serena, habla de la paciencia de piedras, arenas y agua
que tanta inquietud humana han soportado y que al final le sobrevivirán.
Hablan con una voz que han oído Ovidio, Pushkin, Tolstoi o Eminescu - que
supieron escuchar los sonidos apagados y los largos silencios del mar Negro y
sentir el paso del tiempo. Durante unos instantes salieron de los confines de su
vida, peligrosa de por sí, y conocieron el amor a la sabiduría y a la sencillez”
Neal Ascherson
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1. Abstract
El Mar Negro ha sido parte indivisible de la historia de Rumanía y ha marcado de forma
indudable el devenir de un país que nació hace poco más de 100 años. Sin embargo,
durante gran parte del siglo XX, esta región ha despertado poco interés en el sistema
internacional, siendo una parte del bloque controlado por la Unión Soviética y donde
ningún otro actor podía contrarrestar el poder de estos. Ahora, 31 años después de la caída
de la URSS y con ello el fin de la Guerra Fría, esta región vuelve a despertar interés a
nivel internacional. el renacimiento de conflictos que habían quedado congelados en el
tiempo, disputas étnicas y conflictos armados han hecho que occidente se interese cada
vez más en la región y trate de actuar e influir.
En este contexto, Rumanía trata de actuar y defender sus intereses siendo parte de
instituciones como occidentales como la UE o la OTAN, así como, tratando de crear
marcos de cooperación con sus vecinos ribereños directamente.
2. Introducción
El Mar Negro ha sido históricamente una zona de confluencia entre dos mundos, a saber,
Asia y Europa, occidente y oriente, siendo por ello, una zona de una importancia
geopolítica de gran valor (Marcu, 2006, 61). Desde hace siglos, esta región ha supuesto
también un lugar de confrontación entre los distintos imperios y potencias siempre que el
equilibrio de poder entre las mismas se ha visto amenazado, ejemplo de ello serían la
Guerra de Crimea de mitad del siglo XIX para contrarrestar el poder ruso. Esta situación
se vio truncada claramente con la I Guerra Mundial, cuya consecuencia fue la caída de
los imperios zarista y otomano, cambiando por completo las relaciones de poder de poder
(Celac, 2017).
La II Guerra Mundial dio paso a la emergencia como superpotencia mundial, y
obviamente también regional de la URSS y con ello la práctica irrelevancia de los demás
actores de la zona (Celac, 2017).
Por último, con la finalización de la Guerra Fía se rompe el equilibrio político-militar que
había reinado desde 1945 con la caída de la Unión Soviética y la fragmentación total de
la región del Mar Negro (Marcu, 2004)
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Este es el contexto en el que Rumanía nace y se desarrolla como Estado desde 1918, año
de su nacimiento como Estado moderno. Un Estado pequeño sin vocación de convertirse
en una potencia regional y más bien actuando como un estado “tapón” entre el poder de
occidente y la gran potencia del otro lado del Mar Negro como es Rusia actualmente y
que pasó por el imperio Zarista y la URSS (Marcu, 2006).
El objetivo de este trabajo es analizar cuál ha sido el comportamiento rumano en el
contexto geopolítico que ha vivido desde 1989, es decir, cómo y en qué ámbitos se han
dado proyectos regionales de colaboración entre los distintos estados ribereños y la
posición de Rumanía respecto de estos intentos. Se trata, en definitiva, de esclarecer si el
país ha apostado por ámbitos de negociación de carácter bilateral o multilateral y cuáles
han sido los actores con los que ha tratado de establecer marcos de cooperación.
Asimismo, trataremos de poner de relieve la actuación rumana en la actualidad y cuáles
podrían ser las alternativas a su comportamiento como actor en el marco de la región del
Mar Negro y teniendo en cuenta, obviamente, las constricciones geopolíticas e
institucionales que existen.
En efecto, la pregunta de investigación es: ¿Cuál es el comportamiento de Rumanía con
respecto a la región del Mar Negro en el contexto geopolítico tras el fin de la Guerra Fría?
La hipótesis planteada en respuesta a la pregunta de investigación se basa en asumir el
carácter prooccidental del país a partir de los acontecimientos de 1989 y su intento de
integrarse en las instituciones occidentales. Asimismo, con respecto a los vecinos
orientales planteamos una relación más bien indirecta, precisamente a través de las
instituciones citadas.
Para resolver la pregunta y confirmar la hipótesis dedicaremos un primer apartado a hacer
un breve análisis de la posición del Mar Negro en el contexto internacional actual, para,
posteriormente esclarecer cuál ha sido el impacto del mismo en la historia reciente de
Rumanía. Esto es, como ha influenciado la historia rumana en el siglo XX y los diversos
cambios geopolíticos que han afectado directamente al país.
Una vez analizada la parte más histórica, trataremos los concretos intentos de cooperación
que se han dado entre los diversos actores de la región del Mar Negro y cuál ha sido la
posición rumana en ellos. Ello se hará a través de tres ámbitos importantes como son la
economía, la política (en el sentido de cooperación más genérica) y militar.
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Por último, examinaremos dos casos concretos de disputas territoriales que han tenido
una clara influencia en la geopolítica rumana en el Mar Negro. Sin entrar en detalle de
conflictos con hondas raíces históricas que merecerían muchas más páginas de estudio,
observaremos como Rumanía, como un Estado sin gran poder de influencia en la región,
perdió las regiones de Besarabia y el Cadrilátero ante la presión de las potencias
regionales.
3. Importancia geopolítica del Mar Negro en el contexto internacional
La región del Mar Negro ha sufrido en los últimos 30 años grandes cambios que han
provocado un interés cada vez mayor y que lo han situado como una zona de una gran
importancia geopolítica, más allá del interés regional (Dobreanu, 2014). Durante buena
parte del siglo XX el Mar Negro había constituido un “lago soviético”, en el sentido de
que era una zona que formaba parte del área de influencia comunista y en el que había
claramente una superpotencia que influía de forma categórica cualquier actuación (Joja,
2018). Sin embargo, con la caída de la Unión Soviética esta zona ha cobrado una
importancia relevante a nivel geopolítico y geoestratégico en el mundo posguerra fría.
El primer gran cambio fue la aparición de nada más y nada menos que dieciocho estados
en una región que había estado marcada por más de 80 años por la importancia de una
gran superpotencia que marcaba el devenir de la región y sus satélites estatales entre los
que se encontraba Rumanía.
En segundo lugar, a nivel de seguridad el este de Europa en general se convirtió
prácticamente en un polvorín con la caída del bloque comunista, resurgiendo antiguos
conflictos que habían quedado congelados tiempo atrás y el estallido del primer conflicto
armado en territorio europeo como fue el de Yugoslavia. Desde el año 1989 han ido
apareciendo conflictos como el de Abjasia, Georgia, Crimea, Chechenia, etc., que han
tenido una gran relevancia para la estabilidad de la región del Mar Negro (Dobreanu,
2014, 6).
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En último término, a nivel económico, la dependencia europea de algunos recursos
naturales asiáticos tales como el gas o el petróleo (Dobreanu, 2014, 7-8) han incrementado
de forma exponencial el interés sobre el control del paso de los distintos gaseoductos y
oleoductos en la zona. El Mar Negro constituye un seguido de estos mecanismos de
transporte de recursos naturales y ello es aún más importante si tenemos que cuenta que
sobre todo los países centroeuropeos tienen una gran dependencia de los mismos.
Fuente: Kandiyoti, R. (2011): “Pipelines chess across the Black Sea” en Le Monde Diplomatique de 20 de enero de 2011. Fuente
consultada: https://bit.ly/3geUDcN, el 24.05.2020 a las 18:21
Fuente: Calopereanu, A. N., Prioteasa, E. y Valimareanu, I. (2017): “Natural gas transport sistema in the extended region of the Black
Sea in the current geopolitical, geo-and geo-economics context” en Proceedings of the International Conference on Business
Excellence, volumen 11, págs. 81-92. Fuente consultada: https://bit.ly/2LX17Pj, el 24.05.2020 a las 18:30
4. Importancia del Mar Negro en la historia reciente de Rumanía
La región del Mar Negro ha sido históricamente de vital importancia para Rumanía, pues
se trata de la única salida al mar de la que dispone el país. Además, no es una cuestión
menor el hecho de que el Danubio, el segundo río más grande de Europa (tras el Volga),
de una importancia económica nada despreciable, desemboca precisamente en el Mar
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Negro en territorio rumano. Se trata pues de una vía de comunicación entre nada más y
nada menos que 10 países europeos, con lo que ello conlleva a la hora de comerciar,
transportar, etc. (Czako, Fekete, Porisz, 2014)
Aunque hasta 1918 es, cuanto menos, controvertido hablar de un estado rumano, en el
sentido moderno del concepto, es decir, en un sentido westfaliano de la palabra, ya desde
el año 1859 con la conocida como “Pequeña Unificación” encabezada por Alexandru Ion
Cuza, Rumanía es tratada al menos como un sujeto de derecho internacional tal y como
veremos a continuación, ya que los diversos actores internacionales la reconocen como
tal.
El último tercio del siglo XIX y los primeros años del siglo XX suponen un período
convulso en cuanto a los cimientos territoriales de lo que será el futuro Estado de
Rumanía. Es de destacar como se reconoce en el artículo quinto del Tratado de Paz de
San Stefano (3 de marzo de 1878) la independencia de Rumanía del Imperio Otomano.
Sin embargo, por el mismo Tratado, Rumanía debía ceder Besarabia del Sur a Rusia, a
cambio de obtener Dobrogea. Además, hemos de recalcar que este Tratado fue revisado
posteriormente y firmado un nuevo Tratado el 13 de julio de 1878 en Berlín1. Este nuevo
tratado es importante pues se reconocía la pertenencia de la Isla de las Serpientes a
Rumanía (cuestión que llegó incluso a la Corte Internacional de Justicia) así como un
seguido de territorios litorales. Este “intercambio” de territorios se debe en gran parte a
la presión de las potencias europeas para evitar un mayor acercamiento entre Rusia y los
Balcanes (el régimen tsarista ya había apoyado los movimiento nacionales balcánicos
contra el Imperio Otomano) y el hecho de controlar tanto las regiones del sur del delta del
Danubio como los de la frontera norte de Rumanía le habría dado un mayor poder y
control sobre el Mar Negro y reduciría drásticamente el acceso de Rumanía al mar con
los efectos negativos que ello conlleva.
Aunque pareciera que, a través del Tratado de Berlín, se hubiera llegado a una situación
de paz y equilibrio para los intereses geoestratégicos de Rumanía, esto no iba a ser
1 Esto fue debido a que Rusia y el Imperio Austrohúngaro firmaron, con anterioridad a la guerra ruso-turca,
un acuerdo secreto por el que los segundos se obligaban a mantenerse neutrales en caso de que finalmente
el conflicto se fuera a dar, a cambio de que los primeros incluyeran a las potencias europeas en las
negociaciones de paz una vez zanjado el conflicto bélico. Los rusos se apresuraron a firmar el Tratado de
San Stefano sin la presencia de las potencias europeas que no quedaron satisfechas de las decisiones
tomadas en dicho acuerdo y ello provocó que tan solo unos meses después de su firma se renegociaran las
condiciones.
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exactamente de este modo. En el marco de las Guerras de los Balcanes, concretamente en
la Segunda (del 13 de junio al 10 de agosto de 1913), Bulgaria quiso retomar lo que
consideraba como territorios que se le habían robado con los Tratados de San Stefano y
Berlín en 1878. En relación a Rumanía, exigía tomar el control sobre lo que se conoce en
rumano como “Cadrilater” que básicamente se refiere a la zona sur de la región de
Dobrogea. Sin embargo, con la derrota búlgara en 1913 y, a través del Tratado de Paz de
Bucarest del mismo año, Rumanía se hacía con esta región ampliando su territorio litoral
y por ende su salida al Mar Negro. Estos territorios son los más conflictivos para Rumanía
en su relación con el Mar Negro durante el período que va desde finales del siglo XIX
hasta la II Guerra Mundial (Ungureanu, 2019).
El período de entreguerras es un momento de auge de la influencia de Rumanía en la
región. Después de que en 1913 se convirtiera en el “centro” de la resolución de los
conflictos de los países de los Balcanes con la celebración de los acuerdos de paz que
pusieron fin a las contiendas entre los países de la región, consigue ampliar sus posesiones
rivereñas con la incorporación del sur de Dobrogea y la región de Besarabia, así como
otras regiones como Bucovina. Esta época se conoce como la “Gran Rumanía” debido al
vasto territorio que llegó a ocupar y que, a día de hoy, sigue alimentando los discursos
nacionalistas de ciertos sectores de la sociedad rumana.
Tras estos años de relativa estabilidad geopolítica en la región sin grandes cambios
territoriales, y con la llegada de la II Guerra Mundial, en cuyo análisis no entraremos,
Rumanía volvió a quedar a la merced de las grandes potencias. Así, es de destacar que,
tras más de 30 años de conflicto (con distintos momentos de escaladas y desescaladas)
con Bulgaria, finalmente como consecuencia de la II Guerra Mundial y la redistribución
geográfica de Europa, Rumanía cede el sur de Dobrogea a su nuevo aliado en el bloque
comunista. A partir de este momento las disputas territoriales con el país vecino del sur
quedarían en poco más que folclóricas, debido a que nunca más ya dejarían de ser aliados,
primero en el Pacto de Varsovia y posteriormente en la OTAN y la UE. Por otro lado, en
el norte del país, Rumanía cede la región de Besarabia.
A pesar de la convulsa historia de Rumanía con respecto a la zona de influencia en el Mar
Negro, todas las disputas territoriales que tanto habían influenciado la geopolítica rumana
durante gran parte del siglo XIX y XX, quedaron sepultadas por intereses mayores o por
influencia de grandes potencias. Con respecto a las zonas del sur del país con salida al
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Mar Negro, básicamente el sur de la región de Dobrogea, una vez acabada la II Guerra
Mundial y habiendo pasado al mismo bando ya dejó de ser un tema de primer grado de la
política internacional rumana. Con la caída de los regímenes socialistas del este, ambos
países se reencontraron como aliados en la OTAN y la UE2. Este hecho hizo que las
reivindicaciones territoriales quedaran en un segundo plano, debido a que, una vez más
las grandes potencias (EEUU y la UE sustituyendo a la URSS, y la OTAN sustituyendo
al Pacto de Varsovia) están más preocupadas de aumentar su influencia en la zona (como
la implementación de bases de la OTAN en ambos países) que de “rencillas” territoriales.
Actualmente, los dos países siguen negociando un acuerdo histórico que cierre de una vez
este largo conflicto territorial.
Asimismo, con respecto al norte (Besarabia), la influencia de la Unión Soviética sobre
Rumanía pesó más que cualquier otro elemento (recordemos que el Parlamento de
Besarabia votó el 23 de marzo de 1918 “Actul Unirii” mediante el cual se aprobaba la
unificación con Rumanía). Tras el fin de la Guerra Fría, asimismo, ambos países firmaron
en 2003 un tratado bilateral, ratificado por la Ley 24/2004, de buena vecindad y por el
que someten todo tipo de controversias entre ambas partes al Derecho Internacional como
la Carta de Naciones Unidas, y sobre todo, se compromete a la no utilización de la fuerza
ni la amenaza contra la integridad territorial recíproca. Esto, junto a los Tratados
bilaterales de buena vecindad y sobre fronteras firmados con Ucrania los años 1997 y
2004, cerraron, prácticamente de forma definitiva cualquier tipo de cambios territoriales
en la región rivereña del norte del país. Asimismo, no es de olvidar que hoy en día, a
diferencia de 1918, existe un país soberano e independiente como es la República de
Moldavia y cuya conexión cultural e histórica con Rumanía es más que evidente, pero
que, a día de hoy, difiere infinitamente de la cámara de Besarabia que votó la unificación
100 años atrás.
Finalmente, el último hecho de gran relevancia geopolítica que ha sufrido el Mar Negro
y que influye directamente en Rumanía es la incorporación de Crimea a la Federación
Rusa de 2014. Este cambio territorial es esencialmente importante debido a que, en primer
lugar, Rumanía y Ucrania habían litigado ante la Corte Internacional de Justicia, que había
resuelto el día 3 de febrero de 2009 respecto a las fronteras entre ambos países teniendo
2 Ambos países formaron parte de la quinta ampliación de la OTAN el 29 de marzo del 2004. Respecto a
la Unión Europea, las dos exrepúblicas socialistas, pasaron a formar parte de la misma el año 2007.
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en cuenta en su momento a Crimea como parte de Ucrania (Iuga, 2016, 29-30). El temor
a que Rusia no respetara esta decisión ha ido diluyéndose con el tiempo, ya que, Moscú
no ha manifestado expresamente en ningún momento el rechazo al respeto de la decisión
de la alta Corte de la Haya. En este contexto, es de destacar, que a partir de la anexión de
Crimea a la Federación Rusa se da un cambio geopolítico de gran transcendencia para
Rumanía en el Mar Negro, y es que pasa a ostentar frontera marítima directa con Rusia,
y con ello, obviamente una frontera marítima directa entre la UE y la OTAN con le
Federación Rusa (Iuga, 2016, 34-37).
5. Cooperación en la zona del Mar Negro
5.1. La cooperación económica
La región del Mar Negro, como hemos visto en el apartado anterior, no ha sido una zona
“tranquila” históricamente. Si al “background” histórico y geopolítico le añadimos que a
comienzos de la década de 1990 los Estados ribereños eran frágiles y salían en la gran
mayoría de los casos de cambios de régimen bruscos que dejaron grandes vacíos de poder,
esto creaba el caldo de cultivo perfecto para el resurgimiento de antiguas disputas
territoriales, pero también políticas y étnicas como iba a suceder en la antigua Yugoslavia
(sin tratar de hacer un paralelismo completo, pues el caso yugoslavo es sui generis).
Asimismo, la falta de un líder regional consolidado permitió el resurgimiento del
multilateralismo entre los distintos actores en la década de los noventa.
La cooperación en este período histórico no fue algo consustancial a la región estudiada,
pues los años 90 supusieron la creación de muchas instituciones enfocadas a mejorar las
relaciones entre distintos Estados. Desde un punto de vista neoliberal (en el sentido de las
Relaciones Internacionales), estamos ante regímenes democráticos de nueva creación que
encuentran en el comercio y la cooperación un juego de suma positiva, en el cual todas
las partes se ven beneficiadas. Además, la institucionalización (neoliberalismo
institucionalizado) permite la creación de “arenas” de diálogo e intercambio estables en
el que los diversos actores crean situaciones de interdependencia entre sí, lo cual es una
razón de peso para resolver de forma pacífica posibles resurgimientos de conflictos
regionales y que ello no afecte a las relaciones actuales.
Por último, tal y como lo hizo la Unión Europea en sus inicios, los actores regionales de
la región del Mar Negro consideraron que el primer ámbito que regularían para poner las
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bases de futuras relaciones y estabilizar la zona en el sentido amplio del concepto sería el
económico
En este incierto contexto se da el primer gran intento de cooperación en la región del Mar
Negro, la Organización para la Cooperación Económica del Mar Negro (BSEC, por sus
siglas en inglés). Esta organización se crea con la finalidad de servir de filtro para
cualquier tipo de disputa regional, así como para fortalecer los lazos, sobre todo
económicos de una región que en ese momento afrontaba una gran crisis económica, más
allá de la política y social que es más que conocida.
Da sus primeros pasos en 1992 cuando se firma el 25 de junio en Estambul por parte de
11 jefes de gobierno y Estado de países ribereños3, la Declaración del Bósforo. En esta se
recalca la “histórica necesidad de implementar relaciones pacíficas y constructivas entre
los pueblos, basados en los principios generales de Naciones Unidas […] en aras de crear
unas condiciones adecuadas que beneficien la prosperidad mutua4”. A pesar de que esta
organización se erigía claramente como un mecanismo que permitiera una mayor
cooperación económica en un marco de economías de mercado, a lo largo de este texto
inicial, se hacían constantes referencias a la cooperación en el sentid amplio del concepto.
Incluso en las líneas finales del texto remarcan los firmantes que el objetivo es
“transformar el Mar Negro en una región de paz, libertad, estabilidad y prosperidad”.
Finalmente, tras una serie de reuniones del más alto nivel, destacando las Bucarest y
Moscú, se firma en 1998 la Carta de la Organización para la Cooperación Económica en
el Mar Negro que regula el nuevo sujeto internacional cuyo principal órgano decisorio
estaría formado por un Consejo de Ministros de Asuntos Exteriores (art. 11). Esto último
es importante señalar debido a que este primer intento de cooperación se limita a una
relación interestatal en el que no se ceden competencias, es decir, no hay una verdadera
integración, como de hecho es lógico debido a que estamos en un punto incipiente de la
nueva realidad post-Guerra Fría. Además, no podemos dejar de lado el hecho de que
3 Se trataba de los jefes de gobierno y de estado de Albania, Armenia, Azerbaiyán, Bulgaria, Georgia,
Grecia, Moldavia, Rumanía, Rusia, Turquía y Ucrania.
4 Declaración del Bósforo en Estambul el 25 de junio de 1992. Fuente consultada: https://bit.ly/2WV8yNi,
el 23.05.2020 a las 19:00
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varios países como Rumanía tenían como objetivo a medio-largo plazo la integración
europea (integración occidental) y no tanto con los vecinos orientales.
En definitiva, esta primera institución trató de crear cierta interdependencia entre los
Estados ribereños que permita dotar de estabilidad a la región, aumentar el comercio entre
las economías de mercado incipientes a través de instituciones regionales estables y, en
consecuencia, crear un marco de cooperación que, con el tiempo, se ampliara a otros
ámbitos.
En este proceso de cooperación económica Rumanía ha sido un actor importante dado
que forma parte del grupo de países fundadores de las instituciones señaladas. Asimismo,
es miembro fundador también del Banco de Comercio y Desarrollo del Mar Negro del
cual posee un 14% del capital (ICEX, 2020). Siendo consciente de las limitaciones
económicas propias, las autoridades rumanas han apostado siempre por el
multilateralismo y el período poscomunista ha abierto varios escenarios, tanto al este con
los estados del Mar Negro, como en el oeste, abriéndose hacia occidente e integrándose
en las instituciones de la Unión Europea.
5.2. La cooperación política
Es importante señalar que, con la entrada de Rumanía y Bulgaria en la UE en el año 2007,
el Mar Negro se convirtió para las instituciones y estados europeos en una región
“propia”. Rumanía pasó a formar parte de la organización internacional regional más
importante y ello cambiaba en cierta manera la forma de relacionarse con los vecinos
rivereños.
Hasta el año 2007 la cooperación se había desarrollado a través de dos “frentes”, por un
lado la Organización para la Cooperación Económica en el Mar Negro que se había
erigido como centro de las relaciones entre los Estados rivereños, y por otro lado como
parte de la Política de Vecindad Europea a la espera de convertirse en un miembro más
de la Unión Europea.
Con la entrada en la UE, Rumanía no quería perder de vista la región del Mar Negro y
por ello una de las primeras iniciativas rumanas (también participaron Grecia y Bulgaria)
fue en relación con la cooperación en la región del Mar Negro.
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El resultado de este esfuerzo fue la presentación el 11 de abril de 2007 del programa
conocido como “Sinergia del Mar Negro” el cual se constituía como el marco de
cooperación de la Unión Europea con la región. El interés rumano en este tipo de
mecanismo es más que evidente debido a que la integración europea no podía afectar
negativamente sobre las relaciones con sus vecinos del Mar Negro.
Los principales ámbitos de actuación de este nuevo marco de actuación europea son, entre
otros, cuestiones relativas a democracia y respeto por los derechos humanos, gestión de
conflictos “congelados”, comercio y energía (Comisia Comunitatilor Europene, 2007).
Observamos como, a diferencia de la institución anterior, en este caso se trata de una
visión más holística de las relaciones este-oeste.
Una vez más, la situación de Rumanía como un Estado que no tiene consideración de
potencia regional ni la intención de convertirse en tal, le obliga a actuar en los espacios
de interés por medio de la presión y las iniciativas en instituciones supranacionales como
es el caso de la Unión Europea que le permita poder influir en las políticas que la misma
toma en la región del Mar Negro.
5.3. Cooperación militar
Rumanía había formado parte durante todo el período de la Guerra Fría del bloque militar
comunista institucionalizado en el Pacto de Varsovia. El período posterior a la II Guerra
Mundial y hasta los años noventa se caracterizaron por la estabilidad militar de la región,
dado que no había ningún actor que pudiera o quisiera hacer frente al poder militar
soviético imperante.
Sin embargo, con la caída de la URSS, una vez más nos encontramos ante un panorama
complicado. Tras el cambio de régimen de 1989, Rumanía viró su política en materia de
seguridad buscando la complicidad de occidente en vistas a la integración a corto-medio
plazo en las instituciones militares occidentales.
A pesar de la integración rumana en la OTAN en el año 2004, ha habido intentos de
cooperación militar estrictamente regional entre los Estados ribereños. Concretamente el
Black Sea Naval Cooperation Task Group, conocido como BLACKSEAFOR fue creado
como una herramienta de cooperación militar en la zona del Mar Negro. Rumanía se
integró desde el comienzo en dicha institución con la idea de crear un marco de relaciones
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multilaterales en la región. Su finalidad era crear una base estable de cooperación militar
que consistía en ejercicios anuales de los distintos ejércitos con un liderazgo rotativo. Sin
embargo, el conflicto ruso en Georgia y el posterior conflicto ucraniano, llevaron a una
pérdida de confianza entre los países participantes y, en el caso rumano, con la entrada en
la OTAN, un acercamiento cada vez mayor hacia occidente (Sanchez Alejandro, W.,
2012).
Países como Rumanía con un potencial militar muy limitado han visto en Estados Unidos
y la OTAN como su “paraguas” defensivo frente a la potencial amenaza rusa. El temor a
una agresión por parte del Kremlin se ha visto incrementado sobre todo desde la
intervención rusa en la península de Crimea. Asimismo, el establecimiento en territorio
rumano de bases militares de la OTAN ha aumentado la tensión en la región, pues de los
6 Estados ribereños, Turquía, Bulgaria y Rumanía han entrado a formar parte de la
organización militar occidental, cosa que es vista por Rusia como una amenaza directa.
En el ámbito militar, como hemos visto, Rumanía no dispone de una capacidad suficiente
como para no depender de otra potencia. Durante la Guerra Fría el paraguas nuclear y
militar estaba provisto por el Pacto de Varsovia, y tras el fin de este período, los rumanos
buscaron alternativas. La perspectiva de una entrada en las instituciones occidentales guio
los intentos de proveerse de aliados militares en la década de los noventa, lo cual culminó
con la entrada en la OTAN ya en el 2004. Los intentos de cooperación regional resultaron
ser un fracaso y los diversos conflictos en la región han provocado un distanciamiento
aún mayor entre los Estados ribereños que forman parte de la OTAN y los que no.
6. Implicaciones geopolíticas de conflictos territoriales
A lo largo de la historia de Rumanía las disputas territoriales con los países vecinos han
sido una constante, siendo así que el mapa actual del país comparado con el de antes de
la II Guerra Mundial contiene cambios importantes, sobre todo en lo concerniente al Mar
Negro. A continuación, analizaremos dos casos de conflictos territoriales con
implicaciones geopolíticas directas para Rumanía en su relación con la región del Mar
Negro.
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6.1. El caso de Besarabia y el Cadrilátero
Tal y como señalamos al comienzo del presente escrito, Besarabia y el sur de la región de
Dobrogea son dos regiones históricas que habían formado parte de la unificación rumana
de 1918. Sin embargo, como consecuencia de la II Guerra Mundial, ambos territorios
fueron cedidos por Rumanía, el primer a la Unión Soviética, mientras que el segundo pasó
a manos de Bulgaria. Este hecho tuvo implicaciones geopolíticas y geoestratégicas de
gran importancia para Rumanía, pues perdió parte de su salida al Mar Negro.
Rumanía es un país que, desde su nacimiento como Estado en el sentido moderno de la
palabra, no ha tenido un papel crucial ni determinante, sino más bien ha tratado de
sobrevivir enclavada entre occidente y oriente. Ello ha provocado que históricamente se
haya situado cerca (en términos de cercanía política y estratégica) de las potencias
regionales y mundiales.
Esto lo demuestran claramente los casos de Besarabia y Dobrogea del Sur. Ante las
exigencias de la Unión Soviética, Rumanía no pudo sino ceder a las mismas, pues de no
haber sido así, su propia supervivencia como Estado independiente se habría puesto en
peligro.
Rumanía no era ni una potencia regional, ni tenía suficientes recursos ni económicos ni
militares para hacer frente a una amenaza a su propia supervivencia. Solamente hemos de
recordar que cayó en manos extranjeras tanto en el avance alemán hacia el frente
soviético, como posteriormente cuando los soviéticos marcharon para acabar con el
Tercer Reich. Por ende, a pesar de los efectos geopolíticos negativos, pues se perdían
territorios importantes con salidas al Mar y la influencia rumana en la región disminuía
más aún, es importante señalar que al menos, de esta forma, Rumanía pudo mantener su
status de Estado independiente y no entrar a formar parte de la Unión Soviética, cosa que
le permitió cierto grado de autonomía durante la Guerra Fría y la institucionalización de
los bloques.
7. Conclusiones
La región del Mar Negro ha cobrado especial relevancia a partir del fin de la Guerra Fría
y la caída de la Unión Soviética y del bloque comunista al este de Europa. De esta forma,
el mar que antes estaba controlado por una superpotencia y que no dejaba lugar a conflicto
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alguno de carácter geopolítico, pasaba a ser el centro de un conjunto de cambios drásticos
de régimen que darían pie a grandes problemas de carácter económico y político.
La Federación Rusa ya no tenía el status que tenía la URSS y los países ribereños dejaban
de ser simples satélites para comenzar a desarrollar un papel propio en el devenir de la
región. Además, aparecían en el tablero del Mar Negro dos nuevos países: Ucrania y
Georgia.
Este nuevo contexto geopolítico inestable dio pie a una revisión de la política exterior de
Rumanía, que tras los acontecimientos de 1989, comenzó a mirar hacia occidente y a
tratar de integrarse en las instituciones de éstas, tales como la Unión Europea, de la cual
sería miembro de pleno derecho en 2007, y la OTAN, en cuyo organigrama se integró en
2004. Con ello entraban dos nuevos actores en la región del Mar Negro, cosa que
ampliaba aún más la lista de intereses.
En respuesta a la pregunta de investigación hemos de hacer una serie de apreciaciones
antes de concluir si nuestra hipótesis inicial se cumple o no.
Primeramente, el carácter de Estado sin vocación de potencia regional y cuya máxima
preocupación histórica había sido la propia supervivencia hicieron que Rumanía centrara
todos sus esfuerzos en la creación y desarrollo de plataformas multilaterales en la región
que permitiera crear lazos de interdependencia y con ello evitar enfrentamientos entre los
países vecinos. Asimismo, ya en el seno de las instituciones europeas impulsó formas de
cooperación de la Unión Europea con la zona del Mar Negro y los países ribereños. Por
tanto, observamos un comportamiento que tiende a la cooperación en marcos
multilaterales, donde el poder queda más diluido que no en marcos bilaterales donde dos
actores han de negociar en base a su poder concreto.
En segundo lugar, los acontecimientos de Crimea fueron un punto de inflexión en la
visión que Rumanía tenía sobre la región que, añadido a la experiencia georgiana,
provocaron gran temor entre las autoridades rumanas. Sin embargo, la realidad ha
mostrado que, al menos por el momento, Rusia no ha transmitido señal alguna de querer
arremeter contra la integridad territorial de Rumanía. Además, esto sería prácticamente
impensable teniendo en cuenta que estaría atacando directamente un socio europeo y un
miembro de la OTAN, lo cual desencadenaría una situación político-militar catastrófica
en la que todas las partes tendrían las de perder.
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La entrada de Rumanía en la OTAN en 2004 y la posterior implantación en el territorio
rumano de bases militares de esta organización es, quizás, la decisión más arriesgada
tomada por un país que, desde la caída del bloque comunista ha formado parte de manera
proactiva en todos los intentos de creación de espacios de multilateralidad que evitarán la
confrontación. Ante una Federación Rusa que, tras la grave crisis sufrida en los años
noventa, ha ido resurgiendo como una potencia, al menos, regional sin ningún género de
duda, la sensación de ser acorralada por la OTAN puede ser peligrosa en el sentido del
“Dilema de Seguridad”. Esto puede ser así debido a que, desde la perspectiva de Rumanía,
el hecho de formar parte de la OTAN no es más que situarse bajo “un paraguas” protector
ante cualquier tipo de ataque externo. Sin embargo, la progresiva incorporación de cada
vez más Estados del antiguo bloque comunista en las instituciones europeas y en el marco
de la OTAN puede ser visto como una amenaza. A pesar de este potencial peligro, a día
de hoy la situación está relativamente estable y los medios de cooperación entre los
Estados ribereños como la Organización para la Cooperación Económica en el Mar Negro
o el Banco de Comercio y Desarrollo del Mar Negro han dado lugar a ciertos niveles de
interdependencia entre ellos, lo cual minimiza los potenciales peligros. Además, las
cuestiones energéticas como los gaseoductos y oleoductos que abastecen de forma
mayoritaria los mercados europeos y que provienen en gran parte de Rusia, hacen que las
previsiones de posibles conflictos sean bastante improbables, pues conllevaría a un juego
de suma 0, lo cual sería un desastre para ambos actores, pues unos tienen las materias
primas, mientras que los otros tienen el mercado.
En relación a las ideas expuestas podemos concluir que el comportamiento de Rumanía
en el contexto geopolítico de la región del Mar Negro ha sido uno basado principalmente
en la cooperación y la negociación en marcos multilaterales, alineándose, eso si, con las
potencias occidentales e integrándose en sus instituciones. Podemos confirmar la
hipótesis planteada con respecto al carácter prooccidental del comportamiento del país
sin ningún género de duda, dado que en menos de 15 años tras el cambio de régimen ya
se encontraba en procesos de integración en las instituciones europeas y occidentales tales
como la UE y la OTAN.
Sin embargo, con respecto al segundo punto de nuestra hipótesis, en vistas del estudio
realizado, no podemos afirmar tajantemente que Rumanía interactúe con sus vecinos del
Mar Negro solamente por medio de instituciones supranacionales occidentales, pues ya
desde los años 90 hemos visto intensos intentos en los que Rumanía ha sido parte principal
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de crear espacios de cooperación en diversos ámbitos entre los países ribereños, actuando
como un actor más y no en el marco de la Unión Europea, como también lo hiciera
posteriormente. Se trata pues de un comportamiento más bien “mixto”, a través de
instituciones supranacionales pero también directamente.
Ante este escenario, podemos apreciar diversas alternativas a la hipótesis planteada. En
primer lugar, puede seguir desarrollando sus relaciones en el seno de la Unión Europea y
la OTAN como ha venido haciendo en los últimos años 15 años. Esto le abre la puerta a
ser un actor importante en la relación de la UE con la región del Mar Negro. Esto es,
siendo consciente de no poder imponer sus políticas en la región ni ser una potencia de
ningún tipo, su forma de influir más efectiva actualmente sería en el marco de la UE con
iniciativas como la Sinergia del Mar Negro.
En segundo lugar, la pertenencia a la OTAN y la constante implantación militar de esta
organización en territorio rumano podría suponer un problema en las relaciones con Rusia
sobre todo, ya que tanto Bulgaria como Turquía también son parte de la organización y
Georgia es un actor con muy poca importancia actualmente para la geopolítica rumana.
Los acontecimientos de Crimea y la actual frontera directa con Rusia es una cuestión a
tener en cuenta, más si cabe teniendo en cuenta el contencioso sobre la Isla de las
Serpientes que Rumanía ganó a Ucrania y el veredicto afecta directamente a las fronteras
rusas actuales en Crimea.
Actualmente es impensable poner en duda la pertenencia de Rumanía a la Unión Europea
debido a la gran ayuda económica que ha supuesto la inyección de capital europeo en las
arcas públicas de un país tradicionalmente agrario y cuya industria pesada se desmanteló
prácticamente en su totalidad tras la Guerra Fría. Sin embargo, creo que las relaciones de
Rumanía con la OTAN deberían de repensarse teniendo en cuenta la situación de la región
del Mar Negro en los últimos 15-20 años. Es lógico que Rusia vea amenazada su posición
en la zona cuando tres de los seis estados ribereños (Rumanía, Bulgaria y Turquía) ya
forman parte de la OTAN y acogen en sus territorios fuerzas militares de la organización.
Ante el aumento de la presencia atlantista en la región del Mar Negro, quizás sería más
beneficioso para Rumanía en aras de obtener una relevancia mayor, no seguir colaborando
en aumentar esta presencia militar y acoger más bases militares de la OTAN en territorio
rumano. Está claro que un país como Rumanía debe asegurarse la supervivencia como
Estado ante todo, pero creo que el contexto geopolítico actual permite que Rumanía se
constituya como una fuerza europea que equilibre las relaciones entre occidente y Rusia.
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Es decir, a través de un papel proactivo en el seno de la UE que le permita cierta influencia
regional por medio de esta institución, impulsando mayores canales multilaterales de
cooperación y colaboración entre la zona oriental del Mar Negro y la Europa occidental.
Sin embargo, en el campo militar debiera ser un país que virara más hacia cierta
neutralidad, que le permitiera tener mejores relaciones tanto con los vecinos europeos
como con el resto de países ribereños, sobre todo, Rusia y Ucrania con los que comparte
fronteras. No podemos olvidar que las disputas regionales históricas con Ucrania, en
cierto modo, siguen latentes en la sociedad rumana y unas posibles negociaciones con la
finalidad de cerrar conflictos como el de Transnistria con la OTAN de por medio quizás
serían mucho más complicadas.
Por último, y en línea con la última idea, Rumanía puede convertirse en un actor regional
importante en cuanto a la resolución de conflictos. Como vimos al comienzo del trabajo,
Rumanía ya tuvo un papel importante en la consecución de acuerdos ante los conflictos
balcánicos de comienzos del siglo XX. En pleno siglo XXI podría tratar de actuar como
pacificador de una región en la que tiene intereses directos tanto geopolíticos como
históricos: Transnistria. La pacificación de esta región podría ser un paso importante hacia
la mejora de las relaciones entre Rumanía y la República de Moldavia, y quien sabe,
quizás una posible reunificación en un futuro. Esta última idea sería más bien utópica
atendiendo a la configuración étnico-política de ambos Estados a día de hoy. Asimismo,
la resolución definitiva de este conflicto de la Guerra Fría también tendría un interés
mayúsculo por parte de la Unión Europea, pues, desde la entrada de Rumanía se ha
convertido en un conflicto prácticamente fronterizo con la Unión.
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