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SANTA ELENA: Entre la evocacin y la nostalgia

Hernn Lpez mira los pasillos de la Plaza de Mercado de Santa Elena con desconsuelo. esto antes a esta hora diez de la maana- no haba por donde pasar, la gente empujaba y empujaba para pedir las cosas.

Yo miro los mismos pasillos y veo ms personas que, por ejemplo, en el Autoservicio que queda diagonal a la plaza. El mismo autoservicio al que le descargan parte de las culpas del poco pueblo que viene ahora por ac.

Es que la gente ahora prefiere ir all, sealan el autoservicio, porque se siguen ganando el mismo mnimo, pero all se sienten, cmo le digo? Como en grandes supermercados, es como si eso les diera ms cach, no? Se re y deja ver una dentadura pareja en la cual sobresale un diente de oro.

Quinientos de hierbas dice una seora de la tercera edad, que lleva consigo a un adolescente de aproximadamente doce aos. El manojo de hierbas que le entregan, con el olor caracterstico de las mismas, me hace evocar la infancia, las largas carreras para llegar a casa y sentir el aroma de la sopa caliente adornada con un cilantro que tena un olor particular. Olor que en los autoservicios que tanto crtica don Hernn nunca he sentido. Hasta hoy.

La Plaza de mercado de Santa Elena con sus 45 aos de existencia segn el historiador Edgar Vzquez Bentez, ha acompaado la transformacin de la ciudad, desde cuando las personas venan a mercar con canastos de fique hasta ahora que llegan con carritos de supermercado, relata Miguel ngel Muoz, actual administrador de la plaza.

Es que la galera ha cambiado porque la ciudad ha cambiado. Si usted mira la gente que viene aqu, en su mayora son adultos; a la juventud que se casa le da como pena que les vean venir a mercar ac, entiende? Adems hay ciertas cosas que atemorizan a quien no conoce ac.

El tono en que Miguel ngel menciona ciertas cosas hace pensar en las noticias que deterioran la imagen de una de las plazas de mercado ms tradicionales de la ciudad. Pero tiene bases para hablar de ciertas cosas. Delitos como la extorsin, el micro trfico de drogas y las formas de delincuencia asociadas a ello, (atracos, sobornos, sicariato) y la publicidad que han hecho de tales los medios de comunicacin ha logrado que las personas del comn eviten la plaza de mercado.

Es que mire si uno cree todo lo que dice el televisor o la radio, est jodio, no ve que a ellos les parece mejor que la gente vaya all a donde no le venden a uno sino por miles en miles. Jum, en esas tiendas dediparadas a uno no le alcanza la plata como si ac, afirma doa Carmenza, una afrodescendiente que enfatiza en que en los quince aos que lleva viniendo a mercar en Santa Elena, nunca le ha pasado nada.

Pero la delincuencia es real. Sectores como el Planchn albergan toda clase de historias en que la realidad suele superar la fantasa. Existen adems lugares a los cuales es mejor no acercarse como el que limita con el canal de aguas negras en donde es normal ver adolescentes de trece aos en adelante armando su bareto como dice don Hernn.

Y con ellos, uno no se mete; y con uno ellos saben que tampoco. Pero pues hay cosas no? Gente que cobra quisque por cuidarle el negocio a uno y el da que no paga, ellos mismos lo roban o le mandan quien lo robe a uno. Continua don Hernn con desanimo, con la conciencia de tener que hacer el producido para su familia y para la familia del vigilante que en otros trminos, es un extorsionista.

De los mismos extorsionistas de los cuales han aparecido varias noticias en diarios como El Pas, avisando que ha cado una banda o tantos integrantes dedicados a la extorsin en Santa Elena. Es que esa gente fue como los quedaos de los carteles, sobre todo del cartel de Cali, cuando los Rodrguez estaban en lo suyo, pues haba trabajo pa todos ellos pilla? Pero cuando los cogieron y los persiguieron muchos muchachos se quedaron sin hacer nada y solo saban hacer sus vueltas, entonces como que se repartieron la ciudad o algo as, y a nosotros nos toc nuestra parte, afirma uno de los propietarios de ventas de verduras que pide no ser mencionado para proteger su vida.

Entre tanto, algunos locales de venta de comida se abarrotan por que la fama de sus preparados trasciende la comuna y se ven personas bajando de carros para dirigirse a tales restaurantes. Y mientras los negocios de restaurante se llenan, don Hernn mira los pasillos nuevamente y evoca cuando les tocaba tener hasta tres ayudantes para atender a toda la comunidad. Ahora, dice, si uno trae un sobrino se descuadra jajajajaja.

Y es que la historia de Cali, con sus crisis y pocas de bonanza econmica, se ve reflejada tambin en la Plaza de Mercado. Pero de esta, -refirindose a la crisis actual y a la competencia de los autoservicios y el desprestigio a que han sometido a Santa Elena-, veo muy difcil salir, no creo que haya una prxima pa Santa Elena, afirma la seora margarita Mosquera, vendedora de productos de choclo.

Entre tanto, sale la seora que peda los quinientos de hierbas, con un canasto lleno de alimentos de toda clase que carga el adolescente con gesto de disgusto, me mira y sonre; me lanza entonces una pregunta que no se responder: con cuanto cree que llene ese canasto? Mi silencio le hace entender que no tengo ni idea y que no quiero ofenderla con demasiado o con muy poco. Con veinte mil pesos. Ve, mijita? All, con eso si acaso pa las hierbas y se re mientras se va alejando con el adolescente a buscar la parada del MIO para regresar a su casa.