EL SERVICIO EN LA EUCARISTÍA
Un poco de Historia. • Hace más de dos mil años San Pablo extendía la Palabra
de Dios. • Dos mil años después nos seguimos reuniendo, como el
sembrador deja la semilla distribuida en la tierra. • Cada grano es una comunidad que nace en el campo del
Señor. La comunidad es como una espiga, cada persona que asiste está unida a Cristo, como el trigo a la paja.
LAS PRIMERAS COMUNIDADES• Se reunían para celebrar la fe en Cristo resucitado en la Eucaristía, y
para escuchar, reflexionar y vivir la palabra del Señor (Hch.2, 42-45). • Esta actitud de escuchar la palabra de Dios y vivirla cada día nos hace
ser testigos del Resucitado con el Espíritu Santo (Jn. 15, 26). • Se reunían el primer día de la semana, domingo (Mt. 28, 1-; Hch.
20,7; 1Cor. 16.2-; Ap. 1,10. Domingo significa “Día del Señor” o “que pertenece a Dios”.
La Eucaristía• Es la acción de gracias que Jesús le dio al Padre en una cena de
despedida. El Banquete como símbolo de comunión, de igualdad, de alegría y fraternidad.
• El alimento es importante para vivir sanos, la eucaristía es importante para vivir unidos y unidas a Jesús.
• εὐχαριστία, eucharistía, «acción de gracias».
La Eucaristía• Escenario del gran discurso de despedida y donde Jesús les da a sus
discípulos la última formación antes de su muerte (Mt. 26,26-29; Mc. 14, 22-25; Lc. 22, 19-20; ICor. 11,23-26).
• Jesús se anuncia a sí mismo como el grano de trigo que cae en tierra y muere (Jn. 12, 24-26)
• También se compara con la vid (Jn. 15, 1-8). Trigo y uva eternizan la presencia de Jesús en la comunidad, en la Iglesia, como pan y vino en la Eucaristía.
Vivir la Palabra de Dios • Jesús es la palabra del Padre en el mundo. • La palabra de quien nos ama no puede ser nunca una carga, sino una
felicidad. • (Jn. 14, 23). Vivir el mandamiento del amor nos convierte en
habitación de la divinidad.• El mejor ejemplo de comunión es el amor que une al Padre con el
Hijo: “Mi Padre y yo somos uno” (Jn. 10, 30): Los cristianos y cristianas vivimos y participamos de la unidad y en comunión como Jesús y Dios. (Jn. 17,11-21).
La fe y las obras• La eucaristía es el centro de la vida cristiana y el sacramento de
nuestra fe. • Vida y fe van juntos en Jesús, se quedan juntos en la eucaristía • Obras y fe se complementan (Jn. 7,11-12). Quien comulga, hace
suyas las palabras y la vida del Señor, y se compromete a vivir como él vivió. El amor se hace obras y las obras son expresión de la fe en el Señor Jesús. Comulgar con Jesús es aceptar su causa, su proyecto de vida.
OBRAS SON AMORESA servir se aprende sirviendo, como a amar se aprende amando. Pero el servicio cristiano también se aprende “contemplando” las actitudes de servicio de Jesús.
SERVIR EN LA MISALa misión de los servidores es ayudar al encuentro con cristo
- Propiciar el encuentro con el Señor.- Cantos apropiados para que la asamblea entera cante- Cuidar el “ruido” y los “silencios” litúrgicos.- Lectores correctos.- Cada uno realiza su cometido con diligencia y sentido.
SERVIR EN LA MISA• La Instrucción General deja bien claro que esta variedad de oficios y
funciones es conveniente y debe mantenerse: "...todos, ministros ordenados y fieles laicos, cumpliendo cada uno con su oficio, hagan todo y sólo aquello que pertenece a cada uno” (IGMR 91).
• Existe una gran variedad de servicios que deben realizarse y lo deseable es que dichos servicios sean ejercidos por diferentes personas a fin de que los talentos y dones que Dios ha puesto dentro de la comunidad Cristiana sean plenamente utilizados y que estas funciones de servicio no sean monopolizadas por sólo unos cuantos.
SERVIR EN LA MISA• Aquellas personas comprometidas con alguna función litúrgica necesitan
estar bien preparadas y saber cómo desempeñarlas con reverencia, dignidad y decoro.
• Aquéllos que acuden a la liturgia no se deben dar el lujo de actuar en forma pasiva, como un “saco de papas”, sin participar en ella, esperando que todo se les dé en bandeja de plata. La liturgia no sólo es su derecho, es su deber, su responsabilidad.
SERVIR EN LA MISA• La liturgia corresponde, pues, a la propia acción del pueblo de Dios, cada
cual según su oficio y función, desde la que desempeña el obispo y el sacerdote hasta la que desempeña el sacristán. Una función de servicio, no de privilegio, un reflejo de Cristo, que lavó los pies de sus discípulos y enseñó a sus seguidores a imitar su ejemplo.