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El ritual del cuerpo entre los SONACIREMA
Horace Minner.
La mayoría de las culturas posee una configuración particular o estilo.
Frecuentemente un determinado valor central o una forma específica de percibir el
mundo que dejan marcas en varias instituciones de las sociedades. Como, por ejemplo, tenemos el ¨ machismo ¨ en las culturas de influencia ibérica, la ̈ cara ̈ en la cultura
japonesa y la ̈ contaminación por mujeres ̈ en algunas culturas de la meseta de Nueva Guinea. En este artículo, Horace Minner demuestra que “actitudes en relación al cuerpo” tienen una influencia generalizada en muchas instituciones de la sociedad
Sonacirema. …………………………………………
El antropólogo está muy familiarizado con la diversidad de los modos en que
diferentes pueblos reaccionan frente a situaciones similares. Él ya no consigue
sorprenderse con las costumbres exóticas posibles. Realmente, si cualquiera entre todas las combinaciones lógicamente posibles de comportamiento no hubieran sido
encontradas en alguna parte del mundo, él tiene el derecho de sospechar que ellas deben estar presentes en alguna tribu todavía no estudiada. Esta observación ya fue realmente realizada por Murdock, en relación a la organización clánica. En este sentido, las
creencias y prácticas mágicas de los Sonaciremas presentan aspectos tan poco usuales que nos parece importante describirlas como ejemplo extremo para pensar hasta qué
punto el comportamiento humano puede llegar. El Prof. Linton fue el primero en llamarnos la atención a los antropólogos sobre
el complejo ritual de los Sonaciremas hace veinte años atrás. Pero la cultura de este
pueblo es todavía muy poco comprendida. Los Sonaciremas son un grupo norte–americano que vive en el territorio que se extiende desde los Cree del Canadá a los
Yaqui y Tarahuma de México y a los Carib y Arawak de las Antillas. Poco se sabe en su relación de origen, aunque la tradición mítica afirme que ellos vinieron al este.
La cultura Sonacirema se caracteriza por una economía de mercado altamente
desarrollada, que se benefició de un hábitat natural rico. Aunque la mayor parte del tiempo las personas de esta sociedad están ocupadas en actividades económicas, buena
parte de lo que adquieren como fruto de sus trabajos y buena parte del día, lo utilizan para sus actividades rituales. El foco de esas actividades es el cuerpo humano, cuya apariencia y salud constituyen las preocupaciones dominantes dentro del ethos de este
pueblo. Aunque tal tipo de preocupación no sea realmente común, sus aspectos ceremoniales y la filosofía allí implícita son únicos.
La creencia fundamental subyacente a todo el sistema parece ser la de que el cuerpo humano es feo y que su tendencia natural es la debilidad y la enfermedad. Encarcelado en tal cuerpo, la única esperanza del hombre es evitar esas características a
través del uso de poderosas influencias del ritual y de la ceremonia. Todo grupo doméstico posee uno o más santuarios dedicados a tal propósito. Los individuos más
poderosos de esta sociedad tienen varios santuarios en sus casas y de hecho, la opulencia de una casa es frecuentemente dada en términos de la cantidad de centros de ritual que contiene. La mayoría de las casas es de ladrillos, pero los santuarios de los
más ricos tienen paredes cubiertas de piedras. Las familias más pobres imitan a los ricos, aplicando placas de cerámica en las paredes de sus santuarios.
Aunque cada familia posea al menos uno de esos santuarios, los rituales a ellos asociados no son ceremonias familiares, sino privadas y secretas. Los ritos,
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normalmente, sólo son discutidos con los niños y esto sólo durante el período en que los
están iniciando en esos misterios. Yo pude sin embargo, establecer con los nativos una relación que me permitió examinar esos santuarios y anotar la descripción de esos
rituales. El punto central del santuario es una caja empotrada en la pared. En esta caja son
guardados innúmeros hechizos y pociones mágicas, sin los cuales ningún nativo cree
que puede vivir. Tales pociones mágicas son obtenidas de varios profesionales especializados. Dentro de estos, los más poderosos son los curanderos, cuyos servicios
deben ser retribuidos por medio de regalos substanciales. Sin embargo, el curandero no da las pociones curativas a sus clientes, sólo decide los ingredientes escribiéndolos en un lenguaje antiguo y secreto. Tal escrito sólo puede ser descifrado por el curandero y
los especialistas en hierbas, quienes mediante otro regalo, dan el hechizo deseado. Las pociones mágicas no se tiran después de haber sido usadas, sino que sus
restos son guardados en las cajas mágicas del santuario doméstico. Como estos materiales mágicos son específicos para ciertas enfermedades y considerando que las enfermedades reales o imaginarias de este pueblo son muchas, la caja mágica en general
está siempre desbordando de pociones. Las pociones mágicas son tan numerosas que las personas se olvidan para qué servían originalmente y temen usarlos de nuevo. Aunque
los nativos se hayan mostrado poco claros en relación a esta cuestión, podemos concluir que la idea subyacente a esta costumbre de guardar viejos materiales mágicos es que la presencia en la caja mágica, delante de la cual los rituales del cuerpo son realizados,
protegerá de alguna forma al fiel. Debajo de la caja mágica existe una pequeña fuente. Todos los días cada
miembro de la familia, uno tras otro, entra al cuarto del santuario, curva su cabeza delante de la caja mágica, mezcla diferentes tipos de aguas sagradas en la fuente y realiza un breve rito de ablución. Las aguas sagradas son obtenidas del Templo del
Agua de la comunidad, donde los sacerdotes conducen elaboradas ceremonias para mantener ritualmente limpio y puro el líquido.
En la jerarquía de los profesionales de la magia, y debajo de los curanderos en términos de prestigio, están los especialistas cuya designación tiene su mejor traducción en ¨ hombre – de la – boca – sagrada ¨. Los Sonaciremas tienen al mismo tiempo un
horror y una fascinación por la boca, que llega al límite de la patología. Se cree que la condición de la boca posee una influencia sobrenatural en las relaciones sociales. Si no
fuese por el ritual de la boca, los Sonaciremas creen que sus dientes se caerían, sus encías sangrarían, sus mandíbulas se achicarían, sus amigos los abandonarían, sus amantes los rechazarían. Ellos también creen en la existencia de una fuerte relación
entre características orales y morales. Así, por ejemplo, existe una ablución ritual de la boca de los niños que se considera como una forma de devolver su fibra moral.
El ritual del cuerpo cotidianamente realizado por todos incluye un rito bucal. A pesar de que sabemos que este pueblo es tan meticuloso respecto a todo lo relativo al cuidado de la boca, este ritual involucra una práctica que el extranjero no iniciado
considera repugnante. Según me han descrito, el rito consiste en la inserción de un pequeño palito con cerdas de puerco en la boca, junto con unos polvos mágicos. Esto se
acompaña de una serie de movimientos y gestos altamente formalizados. Además de ese ritual bucal privado, las personas buscan al hombre de la boca
sagrada una o dos veces por año. Estos profesionales poseen una impresionante
parafernalia, que consiste en una variedad de perforadores, sondas y agujas. El uso de estos objetos en el exorcismo de los peligros de la boca, implica un ritual casi torturante
del cliente. El hombre de la boca sagrada abre la boca del cliente y usando las herramientas citadas, abre aún más los pequeños huecos que se hicieron por el uso de
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los dientes. Materiales mágicos son entonces depositados en esos huecos. Si no se
encuentran huecos naturales en los dientes, los dientes son serruchados para que las sustancia sobrenatural pueda ser aplicada. En la imaginación de los dientes, el objetivo
de estas aplicaciones es detener el proceso de putrefacción de los dientes y atraer amigos. El carácter extremadamente sagrado y tradicional del ritual es evidente en el hecho de que los nativos retornan todos los años al hombre de la boca sagrada, aunque
sus dientes se sigan deteriorando. Debemos esperar que cuando se realice un estudio intensivo sobre los
Sonaciremas, sea realizada una investigación cuidadosa sobre la estructura de la personalidad de estos nativos. Basta observar el brillo en los ojos de un hombre de la boca sagrada cuando él clava una aguja en el nervio expuesto, para que se sospeche de
que una cierta dosis de sadismo está allí presente. Si esto llegara a ser verificado, una configuración muy importante emergerá, ya que la mayoría de la población muestra
tendencias masoquistas bien definidas. Era sobre estas tendencias que el Prof. Linton se refería, al discutir una parte especial del ritual cotidiano del cuerpo que es realizada solo por los hombres. Esta parte del ritual se refiere a una rasadura y laceración de la
superficie del rostro por medio de instrumento cortante. Rituales femeninos especiales también son realizados cuatro veces por mes lunar, pero lo que les falta en frecuencia
les sobre en barbarie. Como parte de esa ceremonia asan sus cabezas en pequeños hornos durante más o menos una hora. El punto teóricamente interesante es que un pueblo dominante masoquista desarrolló especialistas sádicos.
En cada comunidad de algún tamaño, los curanderos poseen un templo imponente, el latipsoh. Las ceremonias más elaboradas, necesarias para el tratamiento
de pacientes enfermos sólo pueden ser realizadas en ese templo. Tales ceremonias no sólo involucran a un thaumaturge sino también a un grupo permanente de vestal que se mueven lentamente por las piezas del templo con ropa y peinados diferentes.
Las ceremonias latipsoh son tan violentas que llega a ser fenomenal el hecho de que una razonable proporción de nativos, realmente enfermos, logre curarse. Niños
pequeños, que no fueron totalmente adoctrinados, muchas veces se resisten en ir al Templo, a pesar de la incansable lucha de sus padres. Los niños alegan que esos lugares son ¨ para ir a morir ¨. A pesar de todo esto, los adultos enfermos no sólo desean como
están ansiosos parta someterse a la prolongada purificación ritual. Los guardianes de muchos templos, sin importarles lo enfermo, suplicante o grabe que esté el paciente, no
lo admiten si no puede dar un regalo al celador. El o la suplicante al entrar en el templo, primero es despojado (a) de toda su
ropa. Pero en la vida cotidiana, los Sonaciremas evitan la exposición de su cuerpo y de
sus funciones naturales. El baño y las excreciones son realizadas solamente en la intimidad del santuario doméstico, donde son ritualizados. La súbita pérdida de la
privacidad corporal, al entrar al latipsoh, causa muchas veces un choque psicológico. Un hombre, cuya mujer jamás lo vio cuando realizaba sus actos de excreción, de repente se encuentra desnudo, asistido por un vestal mientras realiza el acto de despojarse de sus
funciones naturales dentro de una vasija sagrada. Este tipo de tratamiento ceremonial es necesario porque las excreciones son usadas por un adivino para diagnosticar el curso y
la naturaleza de la enfermedad del paciente. Las clientela femenina, por su lado, observan sus cuerpos desnudos sometidos a la manipulación y mirada de los curanderos.
En los templos, pocos suplicantes están, suficientemente bien como para hacer
cualquier otra cosa que no sea quedarse acostados en sus camas duras. Las ceremonias diarias, como los ya citados rituales del hombre de la boca sagrada, implican
incomodidad y tortura. Con precisión ritual, los vestais levantan a cada madrugada a sus miserables pacientes, los cambian de posición en sus lechos, mientras realizan
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abluciones, cuyos movimientos formalizados son objeto de entrenamiento intensivo de
estos sujetos. En otros momentos ellos les hacen abrir la boca a sus pacientes y les insertan unas varas mágicas o los obligan a comer substancias que son consideradas
curativas. En algunos momentos precisos los curanderos vienen y les tiran sobre algún pedazo de su carne, agujas tratadas mágicamente. El hecho de que estas ceremonias del templo puedan no ser curativas, o puedan hasta matar, no diminuye de ningún modo la
fe del pueblo en los curanderos. Todavía tenemos otro especialista, conocido como aquel que ¨ escucha ¨. Este
hechicero tiene el poder de exorcizar los demonios que se alojan en la cabeza de las personas que fueron hechizadas. Los Sonaciremas creen que los padres hacen hechizos sobre sus propios hijos. Las madres son especialmente las más sospechosas de colocar
maldiciones en los niños mientras enseñan los rituales corporales secretos. La contra – magia del hechicero ¨ escuchador ¨ es singular por su relativa ausencia de ritual. Los
pacientes simplemente cuentan al ¨ escuchador ¨ todos sus problemas y miedos, donde la mayor dificultad está en poder recordar. La memoria exhibida por los Sonaciremas en esas sesiones de exorcismo es verdaderamente notable. No es raro que el paciente
lamente en los efectos traumáticos de su propio nacimiento. Para concluir se deben mencionar algunas prácticas que están basadas en la
estética nativa, que dependen del rechazo generalizado al cuerpo y a sus funciones naturales. hay ayunos rituales para hacer que personas gordas queden flacas y banquetes ceremoniales para hacer que personas flacas engorden. Otros rituales que son usados
para que los senos pequeños de las mujeres se agranden o viceversa. Una insatisfacción general con la forma de los senos es simbolizada por el hecho de que la forma ideal está
virtualmente fuera del abanico de la variación humana. Algunas mujeres que sufren de un casi inhumano desarrollo mamario son tan idolatradas que pueden vivir muy bien, viajando de aldea en aldea, permitiendo que los nativos paguen para admirarlas.
Ya hicimos referencia al hecho de que las funciones excretoras son ritualizadas, rutinizadas y relegadas al dominio de los secretos. Las funciones reproductoras
naturales son también distorsionadas. La incursión sexual es un tabú como tópico de conversación, además de programado y planificado en cuanto acto. Grandes esfuerzos son realizados para evitar el embarazo por medio del uso de materiales mágicos o por la
limitación de acuerdo a las fases de la luna. La concepción realmente es muy poco frecuente. Cuando las mujeres quedan embarazadas se visten para ocultar su estado. El
parto se realiza en secreto, sin amigos o parientes mirando, y la mayoría de las mujeres no amamanta ni cuida a sus bebés.
En nuestra descripción de la vida ritual de los Sonaciremas ciertamente se
mostró que ellos son un pueblo obsesionado con la magia. Es difícil comprender cómo ellos consiguieron sobrevivir por tanto tiempo, debajo de pesados fardos que ellos
mismos se impusieron. Aún costumbres tan exóticas ganan una cierta compresión en las palabras que Malinowski escribió: ¨ mirando desde arriba y desde lejos, de los lugares seguros y elevados de la civilización desarrollada, es fácil ver toda la rudeza y la
irrelevancia de la magia. Pero sin este poder y esta guía, el hombre primitivo no podría haber dominado las dificultades prácticas como lo hizo, ni podría haber avanzado
hasta las, más altas etapas de la civilización. ̈