SOY UN
SUPERVIVIENTE Z
por
Sergio López Equiza
sergiolopezequiza.hostwp.es
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1 - Aparece el virus.
Soy Iñigo, el escritor de este diario y voy a contar mi vida
durante el apocalipsis para que si alguien lo encuentra en un
futuro, conozca como un chaval de quince años sobrevivió todo
el tiempo que pudo
Martes 17 - 6 - 2014
Hoy, en las noticias del mediodía ha aparecido un caso en
el que un hombre, supuestamente en coma, se levantaba y
mordía en la yugular a un enfermero. Las imágenes han sido
asquerosas, el hombre parecía rabioso y han tenido que
inyectarle cinco veces la cantidad normal de calmantes para
dormir a una persona de sus características. Rápidamente he
terminado de comer y he empezado a buscar en Internet
información sobre el caso.
No quiero creer lo que leo, pero tiene sentido. Hace un
mes y medio una empresa norteamericana sacó al mercado un
ecocombustible a cincuenta céntimos el litro.
Ecocombustible, que gracioso. El combustible en cuestión
estaba hecho a partir de fluidos de animales, principalmente
ratas, mezclado con ciertas plantas y con sustancias químicas
tóxicas y según ciertas fuentes, radioactivas.
Este combustible fue denunciado hace un mes por
generarse a través de maltrato animal y por incumplir casi
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todas las normativas de seguridad además de producir un
374% más de contaminación de lo permitido. Como es obvio
la empresa no ha tardado nada en ganar el juicio con una
multa significativa de 300$. Muy poca gente se ha enterado
de los peligros del combustible, pero claro, cuesta menos de
la mitad y ahora por la tele no sale más que el campeonato
mundial de futbol.
Vale, ahora la gente se preguntará, que tiene que ver eso
con que un tío se haya hecho un “happy meal” con la yugular
de un enfermero. Básicamente, que en algunos casos de
inhalación accidental de los vapores del ecocombustible, los
afectados han caído en un coma profundo con una muerte
cerebral de afuera hacia adentro dejando la corteza cerebral
destrozada, pero sin afectar al bulbo raquídeo y las partes del
cerebro encargadas de los instintos básicos. Es más estos se
alimentaron de los restos de la corteza para mutar. Esto hace
que se consigan unos instintos básicos hiperdesarrollados
careciendo de cualquier cualidad mental que los separen de
los que posee un perro rabioso.
En ese momento es cuando aparece la palabra zombi, y
cuando yo he sacado mi traje de esgrima junto a su espada y
los he puesto colgados de la puerta de mi cuarto. Desde
siempre he sido fan de las películas, libros, series y
videojuegos de zombis, además de un montón de canales de
YouTube con consejos de cómo sobrevivir en caso de que el
apocalipsis zombi suceda. Así que ya tenía planes.
Sí, ahora puede que la gente se ría y que al final sea un
caso aislado, pero ya veremos lo que ocurre cuando los que
se rían aparezcan descuartizados por el asfalto. Un canal de
YouTube, “zombie go boom”, del cual yo soy seguidor, ha
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empezado a hacer una “milicia antizombi”. Para entrar hay
que pasar un examen de aptitudes de supervivencia, y
adquieres un determinado rango dependiendo de tus
conocimientos. He obtenido un 9,66 sobre 10 y por ello soy
uno de los organizadores de España y jefe de mi provincia,
Navarra.
Si, parece una tontería suprema, pero considero que la
única manera de sobrevivir es pensar que lo que está
comenzando a suceder es real. A los de la milicia, nos da
igual hacer el ridículo a cambio de sobrevivir, si realmente es
el apocalipsis. Ya habrá tiempo para que la gente deje de
reírse si nos equivocamos.
Acababa de terminar los exámenes del tercer trimestre en
mi colegio y había conseguido obtener buenas calificaciones,
así que tenía todo el tiempo del mundo para prepararme. Mi
armamento inicial consistía en un estilete aparentemente
decorativo pero hecho de acero inoxidable de alta dureza.
Con afilarlo obtendría un arma capaz de atravesar un cráneo,
entrando o por el ojo o a través de una oreja. Por cierto pese a
lo que la gente piensa no se puede llegar al cerebro por el ojo
sin atravesar hueso, los agujeros son demasiado pequeños. Es
decir, no puedes meter un lápiz en el cerebro de un zombi por
el ojo.
Tres espadas de esgrima. A una de ellas no le funcionaba
los contactos eléctricos, por lo que la podía afilar y quitarle la
punta protectora para hacerme un arma decente sin tener
grandes pérdidas si por casualidad el apocalipsis no ocurría.
Un martillo y un maletín lleno de herramientas. Como
destornilladores, taladros eléctricos y llaves inglesas. Meterle
a un zombi un taladro por el ojo suele matarlo, pero también
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sirve para realizar reparaciones así que el maletín es un arma
y un kit de útiles necesarios.
Dos arcos olímpicos y uno tradicional con más de
cincuenta flechas, además de varias armas de madera para
practicar aikido. Si un bate de béisbol puede abrir una cabeza,
una katana de madera que es durísima, la aplastará del mismo
modo.
Un traje de esgrima completo como armadura, un peto
protector de plástico y otro de tela interior, incluidos. Para la
mano izquierda debo buscar otro guante, debido a que en
esgrima solo se usa guante en la mano armada y por lo tanto
solo tengo uno para la derecha.
También tenía unas espinilleras y rodilleras que
compramos para los patines - usados durante media hora por
mi hermana y olvidados en el trastero - para ponerme encima
de las medias de esgrima, ya que estas no aportan excesiva
protección. Además de esto disponía de un buff y unas gafas
de buceo, ya que una salpicadura de sangre que te alcance en
los ojos o en la boca es igual de letal. Como calzado usaría
botas de monte lo suficientemente duras como para aguantar
mordiscos.
Tener todas las armas en un solo lugar es estúpido, sobre
todo si tienes que huir. No debes quedarte completamente
desarmado en caso de no poder volver a tu casa. De tal
forma, que dejé las armas de aikido junto al arco olímpico
con palas de mayor potencia y 20 flechas en el coche de mi
padre, un Ford familiar. En el coche de mi hermana, un Opel
corsa pequeño, su arco olímpico con 19 flechas junto al
martillo. En el de mi madre, un monovolumen de siete
plazas, el arco tradicional con 15 flechas con puntas
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especiales de caza y la caja de herramientas. En casa dejé mi
traje, las espadas de esgrima y el estilete.
Miércoles 18 - 06 - 2014
Hoy nada más levantarme he empezado a afilar mi espada
y estilete mientras veía las noticias. Están sucediendo más
casos de esta grave enfermedad, sobre todo entre conductores
de vehículos. En algunos casos los han llevado a hospitales,
mientras que arañaban o mordían a varios policías y personal
sanitario. En otros casos se ha tenido que aplicar fuerza letal.
He visto en directo como un policía disparaba en el muslo de
un camionero de 1,90 metros infectado y este seguía
caminando con cojera y lanzando furiosamente sus brazos en
unos descoordinados ataques mientras seguía avanzando sin
detenerse hacia el policía.
El policía ha seguido disparándole en las piernas hasta que
el infectado ha caído con una pierna convertida en un muñón
sanguinolento cercenado a la altura de la rodilla. En el suelo
el camionero seguía arrastrándose con las manos y brazos,
con menos fuerza pero sin pararse. El policía en ese momento
empezó a dispararle en el pecho con su 9 milímetros hasta
seis veces seguidas. Finalmente el infectado se detuvo para
descansar en paz. Lo que acababa de ver era bueno. Sí,
desgraciadamente, bueno. Eso quería decir que el mito de que
un zombi solo muere si destruyes el cerebro es falso. Por lo
demás me quedé con las tripas revueltas viendo aquellas
desagradables imágenes.
Con las armas afiladas podía dedicarme a lo segundo más
importante según mis prioridades, preparar “hardtack”. La
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comida de larga caducidad más antigua. Unas galletas hechas
a partir de agua, harina y sal. Duran a veces hasta 50 años sin
caducarse frente a las latas de conserva que duran 10 años
como máximo. Estas galletas saben más o menos como el
pan pero son tan duras que aguantan golpes sin romperse. De
hecho los antiguos navegantes más irreverentes que
consumían este alimento lo llamaban “jodemuelas”.
Empecé a las 11:00 de la mañana y terminé de empaquetar
el hardtack en cuatro “tupers” grandes a las 14:30. Cada parte
de hardtack, cuadrados de 2 x4x4cm la envolví en papel de
aluminio con generosas capas así que casi me costó más
empaquetar el hardtack que hacerlo.
Cada tuper fue una hornada, es decir cargaba la bandeja
del horno y mientras se hacía la siguiente empaquetaba la
anterior hornada y rellenaba un tuper entero. Después, comí
con mi familia copiosamente. Estos días serían con
probabilidad mis últimos días de comida opulenta y
abarrotada de aditivos, por lo que quería aprovecharla.
Después me puse a hacer abdominales, pesas y handgrip, -
los muelles que aprietas con la mano - . Cualquiera que haya
leído la guía de supervivencia de Max Brooks me dirá que
debería hacer ejercicio aeróbico y cardiovascular para correr
mejor. Es cierto que normalmente esa es la mejor opción pero
yo personalmente soy asmático y corro bastante mal,
mientras que peleo bastante bien - por alguna extraña razón
no me canso demasiado peleando aunque me esfuerce más
que corriendo - y estoy sano y fuerte para mi edad, así que
prefiero mejorar lo que hago bien y matar a un zombi de un
solo golpe de martillo, en vez de tener que rematar en algunas
ocasiones por no haber impreso suficiente fuerza en el golpe.
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Lo del handgrip es para mejorar el agarre de las armas.
Más de un inexperto e ignorante a partes iguales en el mundo,
ha intentado clavar un cuchillo poco afilado en una superficie
dura como una armadura o un cráneo y se ha descubierto a él
mismo con la palma cortada por su cuchillo que ha
traspasado un centímetro y se ha quedado incrustado sin
atravesar su objetivo.
El estilete y la espada tienen unas empuñaduras con las
que es casi imposible que se te escapen, pero probablemente
tendré que coger otras armas con peor mango así que es
mejor prevenir que curar.
A las 19:15 me he enfundado mi “armadura” para
acostumbrarme a ella. He pensado ataques que puedan
afectar a un zombi y los he estado practicando, porque según
lo que había visto, aunque muriesen con ataques al cuerpo
tardaban mucho en hacerlo. No valía con hacerle un tocado al
pulmón. No, así sólo ibas a conseguir que te arañase al
acercarte demasiado a él.
Una máxima en la que coinciden todas las disciplinas de
lucha hacer un ataque que evite que el contrario te pueda
tocar mientras que tu si le alcances. En esgrima se hace
“ligando” tu hoja con la del contrario haciendo que su punta
apunte al aire que hay a un lado tuyo mientras que tu punta le
apunta a él. De esta manera basta con avanzar y ya has
tocado.
Esta teoría hay que aplicarla a un zombi. Sus brazos y
dientes son sus armas, y eso es lo que tienes que evitar. Si
estiras el brazo con la espada tienes la distancia que mide la
espada antes de entrar en su área de ataque. Una posibilidad
es meterle la espada por el ojo o en el cuello. Mi espadas, es
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para practicar esgrima, no una de combate real. No me fiaría
de ella para atravesar una frente que es una de las partes más
duras de nuestra anatomía.
Lo que he dicho sobre lo de no atravesar el cráneo con la
espada por falta de potencia os sonará raro. Si en muchas
películas se matan zombis con cuchillos de cocina, ¿cómo
una espada va a fallar? Pues os voy a contar una cosa,
Hollywood ha hecho películas en las que le dan una colleja a
un zombi y a este le explota la cabeza. Un cráneo humano es
durísimo, así que no intentéis muertes de películas. Para
saber que funciona y que no mirad la página web de “zombie
go boom”.
Volviendo al tema de los ataques. Lo del ojo y el cuello
requiere precisión. Más que nada porque no caminan recto
sino describiendo eses y de un manotazo te pueden apartar la
espada. Otra opción es tirarse a fondo atravesando el pecho
para después acribillar al zombi con el estilete. Si se hace
rápido no hay problema y te puede servir si vas a la carrera y
decides cargar también con el cuerpo para abrirte paso. El
inconveniente es que entras en su área de ataque y por lo
tanto de peligro. Otra opción es apartar sus brazos con la
espada para clavar el estilete por un lateral de la cabeza, parte
más blanda que la frontal.
La tercera es clavar la espada en una pierna y girar por un
lateral rasgando, aumentando de esta manera el daño
enormemente y provocando la caída del zombi. Una vez en el
suelo no presenta una amenaza seria así que rematarlo es fácil
pero innecesario si tienes que huir.
Estos movimientos son de frente. Desde un lado o por la
espalda basta con ensartar al zombi. Si se hace por la cabeza
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estará muerto pero puede que la espada resbale por el cráneo.
Si se hace por el cuerpo, el torso queda ensartado y si se
mantiene apretada, el infectado es incapaz de moverse para
ser apuñalado tantas veces como se quiera por el estilete.
Tras practicar todos estos movimientos cené y esperé a
mis padres, pero en vez de eso recibí una llamada. Eran ellos,
me dijeron que ese día iban a llegar tarde porque en sus
trabajos les habían pedido que permaneciesen horas
adicionales. Mi padre es ingeniero, mi madre enfermera y mi
hermana estudia medicina. Todos ellos, trabajos necesarios e
importantes en una situación como esta. Les dije que se
negaran, que quedarse tan tarde era peligroso. Ellos me
contestaron que a cambio de ese trabajo les habían prometido
protección no solo a ellos sino para mí también.
Cuando terminamos la llamada, me quede pensativo. En
una situación de peligro siempre va a haber algún pez gordo
protegido en un bunker con suministros para abastecer a un
ejército y rodeado de personal médico, ingenieros,
mecánicos, soldados, etc., mientras que el resto sobrevive en
ubicaciones mucho peor equipadas. Esta es la cruel realidad,
en una situación de peligro, que todo el mundo sobreviva es
imposible y nuestra conciencia a veces nos impide descartar a
los que no lo conseguirán.
Un gobierno que intenta evacuar un lugar va a tener que
lidiar con infectados que esconden sus heridas e intentan
pasar entre la multitud. Un soldado no le va a meter una bala
en la cabeza a un niño de cuatro años aunque esté infectado,
y si lo hace la multitud se le echará encima o tachará al
gobierno de asesino. La mayoría de nuestra sociedad está
compuesta de urbanitas no preparados para ayudar en este
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tipo de situaciones. Después están las personas mayores o
gente que necesita de ayuda diaria para comer o andar.
Sin embargo un pez gordo puede meter en su propiedad a
quien le dé la gana, es decir, gente preparada y útil. Además
si alguien está infectado va a encontrar piedad real, no la
dolorosa. Es decir, un tiro en la nuca en vez de dejar que te
conviertas y sufras. Si alguien se acerca pidiendo ayuda se
van a encontrar una verja electrificada a menos de que le sea
de utilidad al pez gordo.
Lo que acabo de mencionar suena cruel pero la historia
siempre ha demostrado que es cierto. Es igual que en el
famoso Titanic. Si en una barca había demasiada gente se
hundía. Los "crueles" que golpearon a aquellos que
intentaban subirse, sobrevivieron. Los "generosos" que
dejaban entrar a los demás murieron ahogados junto a los que
intentaban salvar.
Yo pensaba que estaba en la posición de aquellos que
están dentro de la barca, gracias a mi familia. Además no nos
iba a tocar golpear con los remos a los demás, pues todos
iban a estar en sus propias barcas, mucho más precarias, pero
al fin y al cabo, suyas.
Creerás que lo que escribo es injusto y quizás inmoral. Si
el que está leyendo estas páginas es un occidental del mundo
desarrollado piensa que cada hora mueren incontables niños
de hambre y ¿qué estás haciendo tú? Nada o en el mejor de
los casos dar unas monedas en la colecta de turno. Así que no
seas hipócrita ahora que tú te encuentras al otro lado.
Gracias a mi familia no solo tendría protección, sino que
además tendría mucho más tiempo libre, estando sólo en
casa. Podría hacer cosas que son necesarias para la
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supervivencia pero que ningún padre en su sano juicio dejaría
hacer a un hijo. Una de ellas, disparar con una carabina de
perdigones en casa. En España la carabina de perdigones es
un arma casi nada regulada, cualquiera puede comprar una y
llevársela a casa sin ninguna clase de licencia. No tengo claro
si está prohibido a menores de catorce años pero como tengo
quince podía conseguir una de igual forma.
Miré en Internet e hice un pedido urgente por
contrarreembolso. Compré una carabina de calibre 4,5 que
disparaba a 305 metros por segundo. Venía con una funda, un
bípode, una mira regulable de 2 a 9 aumentos, kit de
limpieza, funda y una correa para echártela al hombro.
También pedí una pistola de pelotas BB del 4,5 con 3
cargadores adicionales - cada uno con capacidad de 21 bolas
- y bandolera.
Además compré un revolver del mismo calibre con un
cargador rápido y bandolera. Añadí al pedido un montón de
municiones especiales para la carabina, ya que había un pack
de rebaja en el que te venían cinco tipos de municiones de
mayor potencia y para las pistolas pedí dos bombonas de
CO2 de las grandes. Juntas serían del mismo tamaño que un
extintor. Además añadí un pack de cinco pequeñitas - cada
una, un poco más grande que un dedo - junto a varias cajas de
bolas.
Para que os hagáis una idea, en una cajita que cabe en un
puño cerrado entran 500 bolas o perdigones así que sin
exagerar, en una mochila pequeña cargada con las bombonas
y las municiones tenía más disparos que un escuadrón de
infantería cargada hasta los topes de munición convencional.
Podía disparar miles de disparos de práctica durante años y
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todavía tener municiones. Después de saber que iba a estar
bien abastecido con este pedido, me fui a dormir con los
ahorros de toda una vida, gastados.
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2 - Barañain. Junio 2014
Jueves 19 - 6 - 2014
Me he despertado con el timbre del portal. No hay nadie
en casa que lo pueda contestar, así que voy yo. Es el de la
empresa de paquetería del envío y lleva tocando el timbre dos
minutos. Me voy rápidamente a ponerme la bata encima del
pijama y coger el dinero.
Suena el timbre de casa y respondo: “voy, voy”. El
mensajero que me trae el material esta distraído, le saludo, le
pago y sin más ceremonia se va. Desenvuelvo todo y lo
pongo sobre la mesa de la cocina, miro el reloj, son las 12:00.
Debería haber hecho algo en vez de dormir, pesas, mirar los
emails de la milicia, etc. De todas formas me favorecerían las
horas de sueño extra y de la milicia solo había información
de la infección, ningún mensaje de recomendaciones de
actuación.
Todos los que estábamos dentro de la milicia sabíamos lo
que había que hacer: no ir a los puntos seguros del gobierno,
tener los materiales necesarios y un arma de las aprobadas
por “zombie go boom” u otra capaz de machacar un cráneo
humano y otras recomendaciones que habíamos memorizado
tiempo atrás. Los pocos mensajes existentes en la página web
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de la milicia, los daban los mismos creadores del canal o si
no el administrador de cada país. Los administradores de
provincia todavía no habíamos hecho nada.
Tras organizar todo el material dibujé a “grosso modo”
una cabeza humana en un papel. Le hice cuatro agujeros y
metí un hilo por cada uno. Les hice un nudo en el extremo
que estaba metido en el papel para que quedase sujeto y
pegué el otro extremo con cinta adhesiva a la pared de
alrededor de la ventana de mi cocina - la cual estaba abierta,
no me voy a poner a disparar a un cristal - dejando mi blanco
con una ligera tensión.
Salí de la cocina y me metí al fondo del salón, lo que
equivale a ponerme en la parte más alejada en línea recta. Me
tumbé y dejé todas las armas a mi izquierda. Primero cogí la
carabina, le coloqué la mira y el bípode, apunté al centro de
la nariz de mi objetivo y disparé, el perdigón dio en el ojo
derecho. Volví a disparar al mismo punto. El perdigón volvió
a dar en el ojo, tocando el punto antes alcanzado por el
anterior perdigón. Repetí el proceso hasta que el ojo dibujado
se convirtió en un agujero de papel desgarrado. Era hora de
calibrar la mira.
La gente dirá ¿porque no corregiste el disparo antes? Por
un concepto llamado agrupación. Consiste en disparar
repetidamente a un mismo punto aunque tus disparos den a
cualquier otro lado. Si tras unos cuantos tiros todos tus
disparos han dado a una zona con poca separación entre sí
quiere decir que tu precisión es correcta, la mira no. En ese
momento basta con calibrar la mira, volver a agrupar y seguir
repitiendo el proceso hasta que tú mira este perfectamente
alineada.
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Tras una hora agrupando y recalibrando, ya tenía la mira
perfectamente ajustada para una distancia de quince metros
sin viento. Cambie mi blanco ya que este estaba tan destruido
que los perdigones pasaban por los grandes agujeros
formados a partir de agrupaciones. Por la fuerza de impacto,
no se llevaban solo su tamaño en papel, sino que
adicionalmente se llevaban zonas de varios centímetros de
radio previamente alcanzadas.
Con un blanco nuevo preparado probé un arma nueva, el
revólver. Lo recargué de CO2, saqué el tambor, metí una
bolita en cada agujero. Metí el tambor, tiré del martillo - pese
a que era de doble acción - y disparé en una rápida sucesión
todo el cargador. De las seis bolas dos dieron al blanco, las
demás salieron por la ventana. Como debía haber esperado,
un revolver tiene menos precisión que una carabina y si
además en vez de tirar tumbado y con bípode, tiras de pie y
como si fuese fuego de supresión, peor aún.
Volví a recargar y disparé en secuencia más lenta,
apuntando y tirando del martillo antes de cada disparo. Los
seis dieron al blanco, espaciados entre si y justo por los
bordes del dibujo pero dentro.
Continué disparando con el revólver hasta las tres y
media. Mis padres me llamaron diciendo que me hiciese para
comer una lata de alubias y me calentase un tuper del
congelador que contenía albóndigas con tomate. Me calenté
ambos platos en el microondas y comí tranquilamente el
selecto menú.
A las cuatro y media comencé a disparar con la pistola.
Las diferencias con el revólver radican en la forma de
recarga. La pistola precisa de menos fuerza a la hora de tirar
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del gatillo, es un poco más imprecisa que el revólver y yo no
tiraba del martillo antes de cada disparo.
Al finalizar el día conseguí una agrupación circular de
cinco centímetros de radio con revolver y seis con pistola.
Satisfecho, guardé mi arsenal en sus fundas debajo de mi
cama, cené, y me dormí.
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3 - Mi primer enfrentamiento
Viernes 20 - 6 - 2014
Hoy me he levantado con el ruido de mis padres y
hermana al prepararse para salir. He desayunado y hablado
con ellos.
- ¿Quién os pide que trabajéis hasta tan tarde? - Pregunté
mientras degustaba una magdalena.
- Una empresa privada. Están contratando a mucha gente
especializada como mecánicos, ingenieros y personal médico.
Según he visto buscan a lo mejor de dichas especialidades
pagando salarios demasiado elevados, y más raro aún, si
alguien tiene un familiar con un trabajo relacionado a los que
piden lo contratan sin casi preguntas.- Contestó mi padre, un
hombre de 1,87 metros, moreno, con gafas y casi tan fuerte
como un oso en el sentido literal de la frase.
- También disponen de mucho personal armado y te
analizan cualquier rastro de esa nueva infección antes de
permitirte la entrada a sus instalaciones. A tu hermana y a mí
nos tienen en salas de disección todo el día, con casos de la
nueva enfermedad. Parecen obsesionados con ella, aunque
claro, es normal - apostilló mi madre, una mujer de 1,75
metros, delgada, rubia y muy atractiva.
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- Lo raro no es solo lo del salario, sino la promesa de
protección - digo yo -
- Esa palabra es muy abstracta pero claro, esos infectados
son peligrosos y la seguridad se agradece - Terminó mi
hermana una joven de 1,79 delgada, muy guapa y morena.
- Quiero que sepáis que pienso que estáis trabajando para
un grupo de ricos que se preparan para el apocalipsis y lo de
protección se refiere a que cuando todo se vaya a tomar por
saco os van a dejar entrar a sus instalaciones porque os
necesitan. Y por lo que más queráis no utilicéis
ecocombustible en nuestros coches, ni os acerquéis a una
gasolinera que lo suministre - Sentencié yo.
Mi familia se rio. Yo siempre había sido fan de sucesos
paranormales y de pensar que ciertas conspiraciones eran
ciertas. Así que el que yo pensase que el apocalipsis estaba
cerca, les parecía lógico según mi forma de pensar.
- La gripe aviar de hace unos años fue más peligrosa pero
como no hacía que nos comiésemos los unos a los otros, no
era tan televisivamente impactante. Iñigo no te preocupes, tu
cierra la puerta, que es blindada y simplemente no abras a
nadie. Si oyes algo raro y ves por la mirilla a un infectado
llama a la policía. El apocalipsis no va a suceder, no hasta
dentro de mucho tiempo.
Con estas palabras dieron por terminada la conversación y
se fueron a trabajar. Había más de mil euros sobre la mesa del
salón. O era un adelanto del nuevo trabajo o se cobraba por
días. Me daba igual, era suficiente para mis compras a
domicilio. He hecho un pedido al centro comercial y otras
tiendas de la periferia. He comprado tres carros repletos de
productos.
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En uno he metido comida enlatada, alubias, melocotón en
almíbar, garbanzos, etc. En otro chocolate, frutos secos y
otros snack de alto contenido calórico como galletas de
chocolate. Todo bien empaquetado, nada a granel. Además he
comprado varios mecheros, lejía, un saco de dormir, una
navaja suiza, cuerda “paracord”, pilas, una linterna y cinta
aislante. Además yodo, vendas, gasas, amoxil - derivado
farmacéutico de la penicilina - , alcohol 98º, Ventolín en gran
cantidad por mi asma, un radio transmisor para mandar
mensajes además de escucharlos y papel higiénico. El otro
carro simplemente tenía cien botellas de agua de litro y
medio de capacidad.
Mientras esperaba a que llegase el pedido he levantado
mis mancuernas con mi "armadura" puesta mientras que
caminaba por la casa y llevaba una mochila cargada a la
espalda para acostumbrarme a los esfuerzos mientras voy con
todo mi equipo.
A las tres ha llegado todo mi pedido a casa. El repartidor
se ha extrañado al verme vestido con mi traje de esgrima, las
rodilleras y espinilleras. Tras pagarle le he dicho que le daba
diez euros si me esperaba y después me ayudaba con un
trabajo. Ha accedido. He metido todo lo del pedido que no
era comida en una mochila y como me ha sobrado espacio he
añadido unas galletas de chocolate, una lata de alubias y una
cantimplora. Después he vuelto a donde el repartidor y le he
dicho que me ayude a colocar todo en el vehículo de mi
madre. Se ha quejado un poco, pero diez euros son diez euros
y ha seguido con el trabajo.
Al bajar en el ascensor y salir del portal hemos visto el
monovolumen justo a nuestra derecha. Para llegar hay que
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dar diez pasos y bajar un escalón de treinta centímetros, así
que pudimos llevarlo todo sin movernos demasiado. Al abrir
el maletero saqué el arco tradicional y las flechas y eché los
asientos traseros hacia adelante.
Ayudado por el repartidor puse las botellas de agua en la
parte derecha del maletero mientras que dejé la comida en el
lado de la izquierda. Cuando terminamos el maletero estaba
repleto, sin espacio para nada más, así que deje el arco y las
flechas en los asientos intermedios. Al tener siete plazas los
asientos estaban divididos en delanteros, intermedios y
traseros.
Como mi madre no usaba su coche desde antes del
ecocombustible - prefería el utilitario de mi hermana - el
depósito estaba repleto de gasolina normal así que no corría
peligro de infección por inhalación. Además tampoco corría
el riesgo de que descubriese mi cargamento.
Al terminar toda la faena le di los diez euros al repartidor
y de repente ambos escuchamos un grito escalofriante. Un
infectado apareció cruzando una esquina en donde se
amontonaban varios contenedores. El ser no tenía demasiadas
diferencias con un humano, es decir no presentaba necrosis ni
deformaciones, simplemente sus ojos miraban a todas partes
con febril movimiento. El infectado tenía una larga barba que
goteaba sangre todavía fresca y todo su cuerpo estaba
impregnado en mugre y líquidos de dudosa procedencia.
- ¡Corre! ¡Lárgate! - Le dije al repartidor.
Me hizo caso sin rechistar y yo hice otro tanto. Él se
dirigió a su furgoneta y yo al portal. El repartidor se metió en
su furgoneta e hizo contacto con la llave. Yo me había
olvidado las mías. Toqué al timbre a mi vecina repetidas
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veces pero no abrió. El zombi se fijó en mí y empezó a
caminar en mi dirección. Me empecé a preocupar seriamente
mientras que tocaba todos los timbres de mis vecinos.
El repartidor debió darse cuenta de ello porque al pasar al
lado del zombi con la furgoneta abrió la puerta dándole un
golpe sonoro y brutal que lo echó al suelo como un muñeco
de trapo. Agradecí infinitamente la ayuda del repartidor pero
vi que lentamente el zombi volvía a levantarse. Seguí tocando
pero nadie atendía mi llamada.
El zombi comenzaba a caminar de nuevo lentamente en mi
dirección. Empecé a pensar en intentar romper el cristal, ya
que mi portal está hecho mayoritariamente de ese material
con unos marcos de madera, pero por fin mi vecina contestó.
- ¿Quien llama molestando a la hora de la siesta? -
Preguntó con voz adormilada.
- ¡Iñigo tu vecino! ¡Hay un infectado cerca de mí! ¡Por
favor abre la puerta! - Grité yo.
Me abrió al instante y al girar la puerta, noté unas garras
rozando mi espalda. Entré rápidamente y cerré la puerta casi
sin mirar. Noté resistencia para cerrarla. La cabeza del zombi
estaba entre el marco de la puerta y la puerta misma. Volví a
coger impulso, me abalancé sobre la puerta y golpeé la
cabeza del zombi brutalmente entre marco y marco. Noté
como crujió el hueso y volví a golpear.
El zombi dejó de moverse pero en mi nerviosismo, seguí
golpeando, una y otra vez hasta que la cabeza del ser dejó de
parecer una cabeza. Con un par de patadas eché su cuerpo a
la calle y cerré la puerta. Entré rápidamente al ascensor y en
el espejo que había dentro del mismo vi que no me había
salpicado su sangre. Cuando llegue a mi piso, en la tercera
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planta, llamé a mi vecina de enfrente.
- ¿Estas bien Iñigo? ¿Te han herido? - Preguntó mi vecina.
- Estoy perfectamente, no me ha llegado a tocar. -
Contesté.
- ¿Y dónde está el infectado? - Preguntó ella.
- No te preocupes por él. ¿Me das la copia de las llaves de
mi casa? Es que me las he dejado dentro. - Contesté yo
mientras que esperaba a que me diese una copia de mis llaves
- la cual mis padres se la habían dado para una emergencia de
este tipo - . Me dio las llaves, abrí mi puerta y le devolví la
copia ya que tenía mis propias llaves dentro.
Puede que a la gente le choque que tras matar a mi primer
infectado no me vaya a poner a hacer una anotación
psicológica y ética de los hechos en este diario. ¿Que quien
había sido el zombi antes de infectarse? Y otras reflexiones
estupidas y que no llevan a ningún lado de ese calibre. Vale,
aquí escribo mi anotación. Le reventé la cabeza como un
melón maduro y no me salpicó lo cual es extraño, fin.
En casa me quité el traje y me puse el pijama para
empezar a mirar cómo le iba al resto de la milicia en mi
ordenador. La enfermedad se estaba contagiando de forma
exponencial y no había medidas eficientes por parte del
gobierno. De hecho matar a un infectado seguía siendo delito
debido a que todavía se consideraban a los zombis como
personas con posible curación.
Las leyes de defensa personal en este país tiene algunas
lagunas y se le pone muchos calificativos, deficiente,
precaria, etc. Por supuesto no está preparada para una
situación como la que se nos ha venido encima. Hay gente
que ha matado a un infectado y se le ha metido en la cárcel
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por desproporcionalidad de medios. La ley en términos
generales dice que si alguien intenta agredirte y tú contestas
con un arma mayor te meten en la cárcel. Un ejemplo, si eres
cazador, te entra un ladrón con un puñal y le disparas con tu
escopeta, estás incumpliendo la ley aunque sea en defensa
propia.
Las artes marciales se consideran arma blanca así que si
alguien federado en cualquier arte marcial se defiende de otra
persona desarmada que no esté federada también se incumple
la ley.
Esto lo cuento para explicar que ha habido gente que ha
disparado contra un zombi o le ha apuñalado en defensa
propia pero ha sido enviada a la cárcel cumpliendo la ley en
vigor. Esto no sólo hace que metamos a gente inocente en la
cárcel, sino que además nos estamos deshaciendo de las
pocas personas capaces de defenderse en esta situación y por
lo tanto de gente que tiene posibilidades de supervivencia.
Los infectados se están multiplicando con tanta velocidad
porque se intenta curarlos sin conocimiento sobre la
enfermedad o encerrarlos en vez de volarles la tapa de los
sesos. Por tanto, el personal médico y policial está muriendo
a pasos agigantados. Hay artículos en las noticias en los que
se explica casos de juicios personas que han eliminado a
infectados que han sido condenados a veinte años por
asesinato.
Sin embargo, los millonarios no han sido infectados, ya
que tienen privilegios para comprarse coches blindados y
seguridad privada que no duda en abrir fuego.
Esta concepción de la ley, no sólo ocurre en España sino
que pasa algo parecido por el resto de países de Europa. En
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otros continentes hay variaciones y se ha declarado la ley
marcial y han comenzado a considerar a los zombis como
seres exentos de los derechos humanos.
En Estados Unidos ha habido avalanchas de gente en los
centros comerciales debido a lo alarmista que ha sido el
gobierno. La histeria colectiva ha comenzado en "el país de la
libertad" y al no culpar al nuevo "ecocombustible" de la
infección, solo se ha conseguido que se use en ingentes
cantidades para intentar escapar. Por lo tanto mucha gente se
ha infectado al inhalarlo, atacando a sus propios familiares
que iban en el vehículo para seguir haciéndolo al resto de
coches parados en gigantescos atascos.
En Sudamérica y Centroamérica se han sucedido varios
golpes de estado con la situación y todo el desplazamiento de
jeeps, tanques, anfibios y aviones para las guerras solo ha
conseguido la infección masiva de sus ocupantes. Muchos,
por no decir todos los tanques han dejado de moverse para
después convertirse en jaulas de infectados incapaces de salir
de su interior.
Los aviones por su parte se han convertido en misiles que
caían en picado sobre ciudades. Es normal, si un infectado
supiese pilotar un caza nos podíamos dar por muertos.
En África el virus desgraciadamente, sólo ha conseguido
que se retire la ayuda humanitaria debido a los ataques a
misioneros y demás miembros de ONGs al grito de "Matad al
demonio blanco que ha hecho que nuestros hermanos nos
ataquen". Si África ya es un baño de sangre de por sí, con
desnutrición y enfermedades, la infección solo es una cosa
más en la lista de problemas que se solucionan a machetazos.
Asia se infectó al 99% con una velocidad impresionante
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debido a su superpoblación. Un solo zombi en medio de una
calle repleta de gente era capaz de infectar toda una ciudad en
horas y al evacuar las zonas infectadas se conseguían más
infectados por el uso del ecocombustible.
De Rusia no se sabía nada debido a que censuraron en
horas cualquier información dirigida al extranjero.
En cuanto a Oriente Medio, Próximo y el norte de África
se convirtieron en una vorágine de sangre, balas, guerras
étnicas y fundamentalismo religioso. En esas zonas murió
más gente asesinada por otras personas que por zombis.
De esta forma los que más estupideces estábamos
haciendo al mirar a otro lado en vez de afrontar el problema
éramos los únicos que no habíamos caído en el apocalipsis al
no usar excesivo ecocombustible. También se nos censuraba
toda la información del exterior de Europa por lo cual no se
tenía constancia de la magnitud de lo que ocurría a nivel
mundial.
Gracias a la milicia, la cual tenía partidarios a lo largo y
ancho del mundo todos los miembros podíamos compartir
información y saber que ocurría. Gracias a esto también los
representantes de cada país habían solicitado una audiencia
con el gobierno de su respectiva nación.
Los planes de actuación, los planos de vehículos diseñados
para el apocalipsis, todo en general lo debíamos mostrar a los
gobiernos. Leí en un email que en España nos habíamos
presentado al gobierno como "expertos en la infección".
Sinceramente, queda mejor que decir que somos un grupo de
tíos que pensaba desde hace tiempo que un apocalipsis zombi
era posible.
El gobierno nos ha respondido diciendo que el
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representante de cada región tendrá una reunión con su
respectivo gobierno regional al día siguiente. En mi caso, me
recogerían al día siguiente en un coche oficial a las doce del
mediodía. Dudo que se esperen a un adolescente de quince
años.
Terminé de leer emails con información desoladora y me
fui a comer a las cuatro. Después hice pesas y práctica de tiro
hasta las diez de la noche, cuando cené y me fui a dormir.
Si te ha gustado adquiere el libro