Unidad didctica I
Tema 1
Introduccin:
Tema 2
Los comienzos de la profeca bblica: los profetas no escritores
I. Los libros profticos
2
Tema 1
Introduccin1
Sumario: 1 La identidad del profeta. 2 La profeca en el entorno de Israel. 3 El
corpus proftico. 4 Las formas profticas. 5 Principales temas profticos.
1. La identidad del profeta: el heraldo de la Palabra
Comenzamos sealando su etimologa. El trmino profeta procede de la palabra griega prophetes, compuesta de la preposicin pro (en lugar de, por) y del verbo phemi (decir). Por tanto, dicho trmino no tiene el significado que se le suele atribuir de predecir, sino de hablar en nombre de. Etimolgicamente, el profeta sera aquel que habla en lugar de otro, ese otro en la Biblia es Dios. Si bien, nosotros usamos una sola palabra para referirnos a unos personajes que la Biblia
designa con ttulos muy distintos; basta leer, como ejemplo, el texto de 1Sam 9, donde
encontramos los siguientes trminos para denominar a Samuel: Hombre de Dios (vv. 6.7.8.10), vidente (vv. 9.11.18.19), profeta (v. 9). El ttulo hombre de Dios es mucho ms frecuente en el AT que el de vidente, y la mayora de las veces se aplica Eliseo (29x), Elas (7x), Moiss (6x), Samuel (4x), David (3x). Pero el ttulo que
sobresale es el de profeta (en hebreo nab), con un total de 315 apariciones. El sustantivo nab parece derivar de nab, vocablo de origen acdico que puede tener el
significado activo de llamar, el profeta sera el hombre que llama; o bien pasivo, entonces el profeta sera el llamado por Dios. En este segundo significado adquiere una gran importancia la vocacin proftica, es decir, la llamada de Dios a una
determinada misin.
Las caractersticas ms significativas de la vocacin proftica son la fuerte
experiencia de Dios y de su presencia en la vida del profeta, una profunda conviccin de
que Dios llama al profeta a una misin especial, y el cambio real en la vida del profeta
como consecuencia de dicha llamada. El profeta es bien consciente de que la palabra
que l anuncia proviene de Yahv, razn ltima de su autoridad y de las consecuencias
que se derivan de su acogida (posesin de la tierra, es decir, salvacin) o de su rechazo
(exilio o perdicin). Por todo ello, la identidad del profeta le viene dada por la palabra
de Yahv, de la cual es su portador. De aqu, que el profeta sea, ante todo, el heraldo de
la Palabra. Muestra de ello son las continuas expresiones que aparecen en los libros
profticos y que lo confirman: Palabra de Yahv o del Seor (241x), as dice el Seor (425x), orculo del Seor (365x), dice el Seor (69x), habla el Seor (41x), vino la palabra del Seor a X o me vino la palabra del Seor (130x) y me dijo el Seor o dijo el Seor a X (133x). Si propio del sacerdote es la ley y del sabio el consejo, del profeta lo es la palabra (cf. Jr 18,18).
La intimidad de Dios con el profeta es la que hace posible que sea el portador de
su Palabra. Por esta intimidad se entiende que el profeta por excelencia en el AT sea
Moiss. En efecto, l es el gran referente proftico. A este respecto es muy significativo
el texto de Dt 18,18-19: el profeta esperado ser semejante a Moiss, caracterizado y
autorizado por ser el hombre de la palabra de Yahv. El mismo libro del Deuteronomio
termina constando, con afliccin, que esta profeca an no se ha cumplido: No ha
1 Tomado, en su gran mayora, de J.L. BARRIOCANAL GMEZ, ABBA! Enciclopedia del
Cristianismo Contemporneo en Espaa y Latinoamrica , E. Bueno de la Fuente R. Calvo Prez (dirs.), Editorial Monte Carmelo, Burgos 2011, 188-194.
Tema 1. Introduccin
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vuelto a surgir en Israel un profeta como Moiss, a quien Yahv trataba cara a cara (Dt 34,10). Tal sera el epitafio escrito sobre su tumba. En la vocacin del profeta Jeremas
(cf. Jr 1,4-10) se pueden encontrar todas estas notas caractersticas de la vocacin
proftica: la llamada divina como don (antes de haberte formadoprofeta te constitu; v. 5), la misin de anunciar la palabra de Yahv (adondequiera que yo te enve irs, y todo lo que te mande dirs; v. 7; mira que he puesto mis palabras en tu boca;v. 9), la asistencia divina (no les tengas miedo, que contigo estoy; v. 8), la autoridad del profeta que le viene de su Dios (desde hoy mismo te doy autoridad; v. 10.
Moiss no es un rey, es un profeta. Su figura muestra a Israel que la salvacin no
viene de los reyes o de los ejrcitos, sino de los profetas. Por esto, podemos decir que la
historia de Israel es una historia proftica, es decir, una historia escrita principalmente por los profetas y que contiene un mensaje proftico, el cual lo encontramos en los
llamados libros profticos. Moiss muestra que Israel slo debe esperar la salvacin del cumplimiento de la ley divina.
2 La profeca en el entorno de Israel
La existencia del fenmeno proftico fuera de Israel, incluso en culturas distintas
de las del Antiguo Oriente, es un hecho que nadie pone en duda actualmente. Adems,
la misma Biblia da testimonio del hecho proftico fuera de los mbitos de su propia
religin y cultura. Basta recordar la figura de Balan, moabita que pronuncia orculos
del Seor (cf. Nm 22-24), o el enfrentamiento de Elas con los cuatro cientos profetas de
Baal en la cima del monte Carmelo (cf. 1Re 18). Pero a diferencia de Israel, en esos
otros pueblos nos encontramos con pocos textos profticos y con ningn libro; en
segundo lugar, el impacto de la profeca en Israel ha sido mucho ms fuerte que en las
otras culturas; stas se pueden comprender sin los textos profticos, no as la historia de
Israel. Por tanto, se puede afirmar que el fenmeno proftico no es exclusivo de Israel,
pero s que es singular.
3 El corpus proftico
Por qu disponemos de libros profticos slo a partir de la mitad del s. VIII
a.C., cuando conocemos la existencia de profetas como Samuel, Natn, Gad, que
anteceden al menos dos siglos? Es difcil hacer depender su explicacin simplemente
por la especial novedad del mensaje de estos profetas ms recientes. Dado que para los
contemporneos de los profetas su palabra era palabra de Dios, el elemento
determinante para ellos no era el contenido de sus palabras, sino el origen divino de su
autoridad. Nos parece preferible buscar una respuesta en la difusin del arte de la
escritura. Hasta la poca de los reyes, la escritura era patrimonio de las clases superiores
empleadas en la corte y en el templo. Slo a partir del s. VIII en adelante, la escritura se
difunde entre las clases populares.
Los mismos libros profticos nos permiten comprender el paso de mundo oral al
mundo de la escritura. Encontramos indicios de ello en los tres profetas mayores: Isaas,
Jeremas y Ezequiel. Los tres aluden a la anotacin de los orculos. El profeta Isaas
recibe dos veces la orden de poner por escrito sus orculos (Is 8,1-4.16). Comprobamos,
tambin, en el v. 16 cmo Isaas confa su mensaje a sus discpulos. Un siglo despus,
Jeremas habla, no de discpulos, sino de un secretario, Baruc (Jr 3,4.32). Este profeta
dicta un rollo a su secretario Baruc (vv. 1-4), que lo lee en el templo ante el pueblo y
ante notables y autoridades (vv. 5-20). Este cap. 36 muestra, en primer lugar, cmo no
puede destruirse la palabra proftica, sino solamente su soporte material, el rollo; en
I. Los libros profticos
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segundo lugar, los oyentes sern juzgados segn reaccionen ante la lectura 8vv. 23-25).
Ahora es el rollo el que ocupa el puesto mismo del profeta. El mensaje para los lectores
del libro de Jeremas, y de los dems libros, es claro: tambin stos sern juzgados
segn reaccionen a la lectura del libro que tienen en sus manos. De este modo, el libro
de Ezequiel nos permite comprender que hemos pasado verdaderamente del mundo oral
al de la escritura.
El principal problema que plantean estos libros es el de su formacin. Nosotros
estamos acostumbrados a atribuir una obra literaria a un solo autor, sobre todo si al
principio nos da su nombre, como ocurre en los libros profticos. Pero, en este caso, no
es cierto que todo el libro proceda de la misma persona. Es razonable concluir que
pequeas colecciones de dichos fueron compuestos durante la vida del profeta, por el
profeta o por los discpulos. Los discpulos o seguidores de los profetas contribuyeron
en la redaccin de los libros, especialmente en cuatro direcciones: 1) redactando textos
biogrficos; 2) reelaborando algunos de sus orculos; 3) creando nuevos orculos, 4)
agrupando textos: orculos, visiones; lo que denominamos colecciones. As, un escriba fij por escrito los dichos de Jeremas en el 605 a.C., los ley en pblico y los
volvi a escribir bajo dictado cuando la primera copia fue destruida (Jr 36). En algunos
casos los dichos y narraciones se pondran por escrito por los crculos prximos al
profeta cuando estos comenzaban a olvidarse. Los desastres del inicio del s. VI (cada y
destruccin de Jerusaln con las sucesivas deportaciones) habran contribuido a la
preservacin de los dichos profticos. Probablemente data de este tiempo la primera
recopilacin del material proftico. La voluntad de hacer las profecas actuales, o sea, de
encontrar una respuesta a los problemas de las generaciones posteriores, condujo no
slo a la reelaboracin de las profecas, sino tambin a nuevas composiciones aadidas
al texto primitivo2. Por lo tanto, los libros profticos que conocemos son obras que
contienen las palabras originales de los profetas pero interpretadas y comentadas por sus
discpulos y por los escribas que copiaron una y otra vez los textos. Podemos asegurar
que hacia el ao 200 a.C. los libros profticos estaban ya redactados en la forma que los
poseemos actualmente. As se deduce de la cita que hace de ellos Eclo 1,24 y de las
copias encontradas en Qumrn.
Los libros profticos constituyen la segunda parte de la Biblia hebrea. Esta se
compone de tres secciones. La primera est constituida por los cinco libros de la ley,
Tor o Pentateuco. La segunda, Nebm (profetas), comprende los libros histricos, desde Josu hasta los libros de Reyes, y los quince libros atribuidos a los autores
profticos. Estos son conocidos como Profetas anteriores (libros histricos o historia
deuteronomista) o Profetas posteriores (los libros profticos), distincin desconocida
por el judasmo del perodo bblico. Dentro de estos ltimos, la distincin entre Profetas
mayores y menores es posterior, e indica ms la extensin del escrito que su
importancia. La tercera seccin, los Escritos (Ketbm) abarca el resto de los libros de la
Biblia hebrea.
La Biblia hebrea incluye, en el bloque de libros profticos, a Isaas, Jeremas,
Ezequiel y los Doce (Oseas, Joel, Ams, Abdas, Jons, Miqueas, Nahm, Habacuc,
Sofonas, Ageo, Zacaras, Malaquas)3. La traduccin griega de los LXX realiza algunos
2 As, el Oseas profetiz en el reino del Norte, unos aos antes de la cada de Samara. Es por lo
que sus orculos se dirigen a este reino. Sin embargo, hallamos una serie de referencias al reino de Jud
(cf. Os 1,7; 2,2; 6,11; 2,1). Se trata, en general, de actualizaciones del texto realizadas por escribas de
Jud que, tras la cada del Norte, recogieron los textos del profeta y los adaptaron a una nueva situacin.
Podemos decir lo mismo sobre un orculo contra Jud en Am 2,4-5. La serie de orculos se complet
cuando el libro de Ams pas al reino de Jud. 3 Los profetas menores, a diferencia de los mayores, intervienen en circunstancias que no
siempre son fciles de sealar. Joel contiene una amplia liturgia penitencial y diversas reflexiones sobre
un peligro que no se concretiza. En Nahn hallamos un canto jubiloso que acompaa en Israel a la cada
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cambios en el orden dentro de los Doce y los sita delante de Isaas. Nuestras ediciones
acostumbran incluir tambin entre los libros profticos a Daniel, aunque los judos lo
colocan en los Escritos (Ketubm)4. Tal decisin parece acertada, ya que Daniel es, al menos en parte, el representante ms genuino de la literatura apocalptica, hija espiritual
de la profeca.
Las traducciones protestantes de lengua inglesa, y tambin las alemanas, a partir
de la Biblia de Lutero, y a diferencia del canon hebreo, interponen habitualmente los
libros sapienciales hebreos (Job, Salmos, Proverbios, Qohelet y Cantar de los cantares)
entre los libros histricos y los profticos. Tambin las traducciones catlicas
contemporneas, siguiendo a la Vulgata, han optado por situar a los libros profticos
despus de los sapienciales; incluyendo entre los sapienciales, despus del Cantar,
Sabidura y Ben sira o Eclesistico. A qu se debe este cambio en el orden de los libros
respecto al que haba adoptado la Biblia Hebrea? Quizs se debi a la consideracin de
los profetas como anunciadores de un mundo nuevo, el del Nuevo Testamento. La
proximidad fsica en la Biblia de los profetas al NT, era signo de la funcin atribuida a estos libros.
Como consecuencia del largo proceso de elaboracin y composicin, en los
libros bblicos se han ido sedimentando ideas, perspectivas, preocupaciones e intereses
teolgicos de distintas pocas. Este proceso ha tenido lugar en la historia concreta del
pueblo de Israel. Conocer esta historia es de suma importancia para una correcta
comprensin e interpretacin de tales libros, pues en ella y de ella han surgido. Dado
que cada profeta proclama la palabra de Dios en una determinada situacin histrica, es
importante tener en cuenta su contexto. Una fecha histrica nos sirve para situar o
enmarcar el conjunto de los profetas, de los textos o libros, y comprender los temas
teolgicos dominantes: el exilio.
de Nnive, capital de Asiria. Abdas expresa el malestar de Jerusaln contra Edom por haber colaborado
con los babilonios en la destruccin de Jerusaln en el 587 a.C. (cf. Sal 137,7). Habacu expresa el terror
que invade a Jerusal al verse amenazada por el imperio babilnico. Sofonas, se aproxima al mensaje de
Jeremas, se rebela contra Jud y Jerusaln por la falta de discernimiento poltico y por la perversin del
culto. Ageo se ocupa de recordar sus deberes a los exiliados tras la vuelta a la tierra, especialmente, la
reconstruccin del templo. En Zacaras encontramos reflexiones sobre la situacin conflictiva existente
tras la vuelta de los exiliados. Malaquas hace una severa crtica al clero postexlico y anuncia el retorno
de Elas para preparar la venida de da del Seor. 4 Si bien la importante traduccin de la TOB (Traduction Oecumnique de la Bible, realizada
su primera edicin en el 1975, ubica el libro de Daniel dentro de los Escritos, al igual que la Biblia hebrea).
I. Los libros profticos
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4 Las formas profticas
Dos son las formas literarias profticas ms importantes: relatos y orculos.
Dentro de estas dos se encuentran otros subgneros literarios, como son,
principalmente, las visiones (cf. Am 7-9) y las acciones simblicas (cf. Is 20,1-6; Jr
16,1-9; Ez 12,1-16). Respecto a los relatos, encontramos relatos biogrficos; un claro
exponente es Jr 26-29 y 34-45. Estamos ante narraciones cuyo personaje principal es el
profeta. Aunque, claro est, la dimensin biogrfica est al servicio de un mensaje
teolgico (cf. Os 1-3). Otro tipo importante son los relatos de vocacin. Los tres grandes
libros profticos ofrecen narraciones de este gnero (cf. Is 6; Jr 1; Ez 1). En ellos
encontramos los elementos estructurantes de dicho gnero literario: manifestacin de
Dios, misin confiada al profeta, objecin del mensajero, signo o prenda dada por Dios
para confirmar dicho envo.
La segunda forma son los orculos. Dicho trmino designa, en general, las
formas no narrativas utilizadas por los profetas en sus intervenciones. Los ms
abundantes, por su nmero, son los orculos de salvacin (cf. Am 9,11-15; Is 41,8-13) o
de condenacin (cf. Am 1-2; Is 13-19; Jr 46-51; Ez 25-32). Entre estos orculos destaca
el rb o controversia proftica. Se trata de una de las formas ms importantes de la
literatura proftica (cf. Is 1,2-20). Se entiende por rb un conflicto jurdico entre dos
partes, por un asunto que afecta al derecho y cuya resolucin depende de ambos
litigantes: Yahv, quien a travs del profeta, demanda a Israel. Se presupone que ambos
sujetos estn interrelacionados por un vnculo de naturaleza jurdica, que define la
naturaleza de la relacin de cada una de las partes: su comportamiento, el respeto
recproco, los derechos y deberes. Entre Yahv y su pueblo este vnculo es la alianza,
representada, a veces, como una relacin entre padre e hijo, o entre esposos.
De cara a la comprensin del mensaje proftico es importante la distincin entre
palabra de Yahv y palabra del profeta. ste es el primer paso que se ha de dar cuando
586 a.C.
PREEXILIO EXILIO POSTEXILIO
Fuera de la tierra
Promesas de vuelta
De nuevo en la Tierra
Reconstruccin del Templo
En la tierra.
Amenaza de perderla. Llamada a la conversin
Tema 1. Introduccin
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nos acercamos a un texto bblico, sin el cual es difcil que captemos la riqueza
significativa del texto. Es posible esta distincin? No encontraremos con textos en que
no es fcil establecer esta diferencia: no se sabe si habla Yahv o el profeta. Se deber
tener en cuenta esta ambigedad. Pero no es esto lo dominante. El discurso divino suele
ser introducido mediante una serie de expresiones, que pueden agruparse en torno a dos
bloques: 1) las que constan la llegada de la palabra divina al profeta: vino la palabra del Seor a X, me vino la palabra del Seor, me dijo el Seor, dijo el Seor a X; 2) las que aseguran que la palabra transmitida es palabra de Dios: as dice el Seor, orculo del Seor, dice el Seor, habla el Seor. Este grupo es el dominante5.
5. Los grandes temas profticos
El mensaje proftico se puede sintetizar en torno a cinco grandes apartados: la
eleccin de Israel como compromiso; la relacin culto, justicia y conocimiento de
Yahv; la alianza; la relacin entre juicio y salvacin; y la esperanza6.
5.1 La eleccin de Israel como compromiso
La conciencia de ser el pueblo elegido ha permitido a Israel mantener su
identidad a lo largo de una historia, a menudo, trgica y dolorosa. Los profetas,
dependiendo de la situacin histrica en que les toc vivir, han silenciado, criticado o
despertado dicha conciencia. Los profetas del pre-exilio han hecho una crtica a la
teologa de la eleccin, porque sta alimentaba una falsa seguridad, que le serva como
base para rechazar el mensaje proftico, el cual anunciaba la destruccin de Israel por
las tropas asirias en respuesta a su infidelidad. sta es la contestacin de Yahv ante la
falsa seguridad del destinatario: A espada morirn todos los pecadores de mi pueblo, esos que dicen: No se acercar, no nos alcanzar la desgracia! (Am 9,10; cf. 6,1). Los profetas no niegan el hecho de la eleccin, sino que ofrecen la recta interpretacin del
mismo: la relacin particular entre Dios y su pueblo no se ha de ver en clave de
privilegio, sino como llamada de compromiso a vivir como pueblo suyo y, de este
modo, a darlo a conocer ante las naciones como el nico Dios (cf. y comparar Am 3,2
con 9,7). En cambio, durante el perodo del exilio se subraya el tema de la eleccin de
Israel, como respuesta a la situacin de crisis que cuestionaba tanto la identidad del
pueblo como la de su Dios. Ahora, los profetas releen la eleccin con vistas a suscitar la
confianza y la seguridad de un pueblo desesperanzado ante su presente y futuro (cf. Jr
39; Is 40).
5.2 Relacin culto, justicia y conocimiento de Yahv
Los profetas, en general, y especialmente los anteriores al exilio, critican un
culto meramente ritualista, que descuida la prctica del derecho (cf. Am 3,14; 4,4; 5,5;
Os 4,4-10; Miq 3,11-12; Is 8,9-10; 22,8-9; 28,7; Sof 3,4; Jr 23,9-40; Ez 13,1-4; Zac
13,2). Del mismo modo reprochan la falsa seguridad fundamentada en dicho ritualismo. Sin la conversin personal y el verdadero conocimiento de Yahv de nada
sirve la alianza, el Templo, la Ley (cf. Jr 8,8), el ser hijos de Abrahn (cf. Ez 33,24). No
se trata de multiplicar las ofrendas y de ir al Templo, sino de buscar a Yahv mediante la prctica del bien (Am 5,4.6.14; cf. tambin Os 10,12). Frente a una religin
5 Proponemos como ejercicio prctico la lectura de Am 5. El alumno debe distinguir entre la voz
del profeta y la voz de Yahv. Se debe preguntar por la relacin existente entre ambas voces. Comprobar
cmo el profeta no hace sino repetir literalmente la palabra de Yahv recibida, o bien, hacer un
comentario o explicacin teolgica de dicho discurso divino. 6 A este ltimo tema dedicaremos la ltima leccin del profetismo bblico, que servir de
recapitulacin del mensaje proftico, titulada: El Mesianismo y las expectativas salvficas.
I. Los libros profticos
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puramente ritual, sin exigencias de justicia, los profetas afirman la prioridad absoluta de
una relacin personal y verdadera con el Dios viviente (cf. Is 29,13). A menudo se
afirma que los profetas han obrado el paso de una santidad cultual a una santidad moral.
En verdad, ellos han afirmado esencialmente que la santidad o la religin cultual, cuyo
centro era el Templo, exiga una santidad o una religin moral.
5.3 La alianza
Cuatro son los grandes profetas de la alianza: Oseas, Jeremas, Ezequiel y el
Deutero-Isaas. La misma vida del profeta Oseas, concretamente su matrimonio con
Gomer, es la plasmacin visible de la alianza de Yahv con su pueblo (cf. Os 1-3). Se
trata de una alianza de amor, rota por su pueblo, pero no por su Dios que permanece
siempre fiel. Por ello, curar el espritu de infidelidad de Israel para que vuelva a su Dios. Es el amor de Yahv el que va obrar esta sanacin (cf. Os 14,12-5). En Jeremas
encontramos esta misma imagen de curacin (cf. Jr 30,12-17). Presenta a Jerusaln
como un cuerpo herido, cuya gravedad es tal que est cercano a la muerte. Con la
metfora: Te sanar de tus heridas (v. 17), se profetiza para Jerusaln una futura restauracin. La cual se hace realidad en la promesa de la nueva alianza de Jr 31,31-34. Esta sanacin consiste en la interiorizacin de la Ley y en el perdn de los pecados.
Ezequiel da un paso adelante. No habla de herida, sino de muerte. sta es la imagen
para describir el estado de desesperanza en que se encuentra el pueblo en el exilio por
haber roto la alianza (cf. Ez 37,1-14). La vuelta a la vida consiste en volver a la tierra
gracias a la renovacin de la alianza. Esta buena noticia ser posible por la efusin del
espritu de Yahv, verdadero agente de la conversin del pueblo (cf. Ez 36,22-31;
37,14). El Deutero-Isaas, aunque la menciona slo cuatro veces, es la estructura
fundamental de su mensaje. Se trata de una alianza de paz (54,10), de un don definitivo ofrecido por Dios a su pueblo, esto es, de una alianza eterna (55,3).
5.4 Juicio y salvacin
La relacin entre juicio y salvacin es un tema dominante en la literatura
proftica. El esquema final de estos libros tiende a colocar las palabras salvficas tras los
orculos de juicio, pero no siempre se vincula uno al otro en trminos de causalidad o
condicin. Se puede decir que la forma final de los libros indica, en trminos generales,
el juicio como etapa anterior a la salvacin. Segn la perspectiva proftica, juicio y
salvacin no se excluyen. La salvacin no elimina el juicio, pero la salvacin priva a
ste del poder de ser la ltima palabra y le da un nuevo sentido, integrndolo como
medio para conducir a la salvacin.
El juicio es condicin para la salvacin en un mundo marcado por el pecado y
por la obstinacin. En este sentido, debe considerarse que: a) el juicio debe acontecer
para evidenciar la contradiccin entre la trasgresin y la voluntad divina; b) el juicio
condenatorio es fruto de la falta de conversin del pueblo, que no corresponde a las
amonestaciones divinas; c) el juicio es medio para eliminar la realidad opuesta a Dios
generada por el pecado y crear las condiciones para el establecimiento de una nueva
realidad; d) la necesidad del juicio no elimina la iniciativa divina de la salvacin, sino
que indica la importancia de la colaboracin humana. No hay, pues, incompatibilidad
entre juicio y salvacin, puesto que Dios mantiene su misericordia y su voluntad
salvfica, incluso en medio de una situacin de juicio (cf. Os 11).