Tema 12
PROGRAMA DE GARANTÍA DE CALIDAD
DE INSTALACIONES DE
RADIODIAGNÓSTICO
12.1. Introducción.
Según la legislación vigente es obligatorio implantar, en todas las unidades
asistenciales de radiodiagnóstico desde su puesta en funcionamiento, un programa de
garantía de calidad, elaborado de acuerdo con los protocolos nacionales o
internacionales actualizados, a los que se hará referencia en el mismo.
Dicho programa tiene que abarcar diferentes aspectos, tales como pueden ser, el
de la justificación de la exploración ó el de la formación continuada de las personas
implicadas en el proceso. Desde que se decide captar una estructura anatómica hasta que
se realiza el diagnóstico sobre la imagen se realiza un complejo trabajo en el que
intervienen diferentes procesos físicos, equipos y especialistas, dependientes unos de
otros como los eslabones de una cadena. Si se produce algún fallo en alguno de estos
elementos, tendremos un detrimento en la calidad de la imagen final o un aumento en la
cantidad de radiación que reciba el paciente.
El programa de garantía de calidad debe servir para asegurar que las
imágenes diagnósticas producidas por una instalación de radiodiagnóstico tengan una
calidad suficientemente elevada para que se den en todo momento una información
diagnóstica adecuada, al menor costo posible y con la mínima exposición del paciente a
las radiaciones.
De todos estos aspectos, sólo vamos a centrarnos en los técnicos y de medida
de control de calidad, los cuales podemos clasificarlos como sigue:
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Medidas de control de calidad.
1. Del equipamiento radiológico
2. De los receptores de imagen,
3. Del sistema de registro de datos.
4. De los sistemas de procesado.
5. De los sistemas de visualización de imagen (negatoscopios, monitores y otros).
Evaluación de los indicadores de dosis en pacientes en las prácticas más frecuentes.
Evaluación de la calidad de la imagen clínica obtenida.
Tasa de rechazo de repetición de imágenes.
12.2. Control de calidad del equipamiento radiológico.
En las unidades asistenciales de radiodiagnóstico es obligatorio el control de
calidad del equipamiento, para garantizar la producción de imágenes de la mejor calidad
posible para el diagnóstico, y que las dosis recibidas por los pacientes sean tan bajas
como pueda razonablemente conseguirse, respetando además los aspectos generales de
protección radiológica. Dicho control se ajustará a protocolos establecidos para tal fin,
aceptados y refrendados por sociedades científicas nacionales competentes o por
instituciones internacionales de reconocida solvencia y, contendrán como mínimo las
pruebas consideradas como esenciales en el Protocolo Español de Control de Calidad en
Radiodiagnóstico.
El control de calidad de los parámetros técnicos de los equipos se agrupa en los
siguientes bloques:
- Equipos convencionales con dispositivos de grafía.
- Equipos convencionales con dispositivos de escopia.
- Equipos de mamografía.
- Equipos de tomografía computarizada.
- Equipos dentales.
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Teniendo en cuenta que existen parámetros muy específicos de cada uno de los
grupos señalados anteriormente, cuya comprobación es muy dependiente del equipo en
cuestión. Sin embargo la filosofía del control de calidad es común a todos ellos.
El control de calidad para todos ellos se podría dividir en tres grandes apartados:
1. Control del generador y del tubo.
2. Control de la exposición.
3. Control de la calidad de imagen.
1. Control del generador y del tubo.
En este apartado se incluyen básicamente, el control de los parámetros
geométricos del equipo, la calidad del haz, los rendimientos y el tiempo de exposición.
El interés general que tiene el control de los parámetros geométricos es la de
evitar que el paciente reciba dosis innecesarias en zonas sin interés clínico, sin olvidar la
importancia que dichos parámetros, como pueden ser el tamaño de foco o la
perpendicularidad del receptor de la imagen con el foco, tienen en la calidad de la
imagen obtenida.
La medida de la calidad del haz de radiación consiste en determinar la energía
que posee la radiación, en términos de longitud de onda, o del kilovoltaje necesario para
su producción. Para determinarla se estudia la atenuación que sufre el haz e radiación, el
método más empleado consiste en determinar el valor de la capa hemirreductora (CHR).
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La determinación experimental de la CHR del haz que sale del tubo de rayos X,
consiste en calcular el espesor de absorbente necesario para que la radiación de salida
nos dé una exposición mitad que la de entrada. Una vez conocido este valor de CHR, se
recurre a unas tablas donde se indica cual es la energía de la radiación monocromática
que presenta esta misma CHR, de esta forma sabemos cuál es la energía de nuestro haz
de radiación.
La calidad del haz depende de la tensión pico (kVp); una pequeña variación de
esta produce un cambio importante en la intensidad transmitida y, por tanto, en el
contraste de la imagen.
El rendimiento del tubo se mide en dosis en aire sin retrodispersión y por mAs y
expresada a 1 metro de distancia del foco. Este parámetro junto con los
correspondientes al tiempo de exposición y a la calidad del haz nos permite tener un
indicador del ajuste de la corriente y, si esta fuera correcta, del estado del tubo. Si el
rendimiento se mide para varias tensiones pico, puede utilizarse como parámetro para
estimar la dosis a pacientes en condiciones reales de trabajo.
A continuación se revisan algunos métodos de medida de los distintos
parámetros de interés discutidos, limitando la enumeración a los de uso más frecuente.
Control del kV: Generalmente los métodos indirectos, se basan en el
diferente poder de penetración del haz en función del kV que lo genera. El más
empleado, por su simplicidad es el de la cuña formada por escalones de un material tal
como el aluminio, que define hasta 21 espesores diferentes.
La idea básica es filtrar fuertemente el haz a caracterizar de tal forma que se
comporte como quasi-monoenergético. Para el haz resultante, basta conocer qué espesor
ha de interponerse para reducir su intensidad en una fracción (cualquiera) para poder
inferir el kVp. La absorción producida por los distintos escalones de la cuña se compara
con la que produce un espesor de referencia. La comparación se realiza inspeccionando
densidades de velado en una película expuesto, sin chasis, al haz a través de la cuña.
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Con este principio trabajan los equipos de medida no invasiva, emplean dos
detectores de semiconductor apantallados por diferentes espesores del material, y el kV
se deduce por procedimientos electrónicos, comparando las caídas de potencial de
contacto, las corrientes en cortocircuito (o las conductivididades de los diodos) o ambas.
Basados en este principio de operación funcionan los kilovoltímetros digitales.
Forma de onda de kV: Se averigua en la práctica disponiendo de una cámara
de ionización o un detector de estado sólido y usa oscilógrafo o sistema de registro
apropiado. La medida es, por tanto, la variación de la dosis o la exposición con el
tiempo, de la que puede obtenerse la forma de onda.
Esta medida puede llevarse a cabo también por medio de diodos de
semiconductor, de un modo similar a la utilización para la medida de kV.
Calidad del haz: Son siempre métodos indirectos basados en la
determinación de la CHR o similar (es decir, mediante medidas de la atenuación que
experimenta el haz de rayos X), aunque trabajando a una tensión fija a la que se haya
calibrado el equipo de medida. Algunos de estos equipos, provistos de un par de
detectores de semiconductor, determinan la filtración con sólo dos exposiciones. De no
disponer de los citados equipos, especialmente diseñados para el control de calidad de
generadores y tubos de rayos X, la medida puede hacerse con media docena de disparos,
interponiendo espesores variables de Al, por ejemplo entre 0 y 5 mm. Representando en
papel semilogarítmico la salida del tubo (mGy, mR o cualquier otra unidad) frente al
espesor de Al, puede conocerse la CHR con precisión, observando sobre la gráfica la
distancia en mm que separa un punto de otro con ordenada mitad, cuidando que esta
observación se haga en un tramo rectilíneo.
La filtración se conoce a partir de ese valor, mirando en tablas adecuadas que
relacionan uno y otro parámetros para unos datos concretos de Generador (tipo de
rectificación) y tensión de trabajo a la que la CHR que sido medida.
Rendimiento: Consiste en la medida, utilizando una cámara, de la ionización
producida por el haz de rayos X y, simultáneamente o mediante medidas auxiliares,
determinar la duración del disparo. Esta última requiere conducir la salida de la cámara
(si es adecuada para ello) a un oscilógrafo, con memoria preferiblemente, o disponer de
equipos de control de calidad que realizan la medida del tiempo de modo simultáneo.
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Linealidad: En el caso del tiempo, interesa tener seguridad en que existe
fiabilidad a lo largo de exposiciones sucesivas, es decir, que son repetitivas. También,
que existe una buena correspondencia entre los valores seleccionados y los realmente
medidos.
Aunque se pueden practicar diversos procedimientos, los basados en la
observación al osciloscopio de la forma de onda de ionización (la salida de una cámara,
como antes se comentó) o el uso de equipos de control de calidad con conversor
analógico digital, son los más versátiles y precisos.
La linealidad en el mA tiene significado e interés similares si bien no existen
métodos directos no invasivos de medida de la corriente. Las comparaciones se hacen
siempre sobre valores relativos y viendo si el rendimiento se mantiene razonablemente
constante de unas posiciones a otras del conmutador. Se establecen tolerancias
variables, pero los distintos márgenes aceptados como operativos se sitúan en el 10% de
desviación.
El mantenimiento de una lectura de la cámara constante al variar el mA y el
tiempo, manteniendo invariable el producto mA x ms es la reciprocidad. Su
determinación puede hacerse con una cámara de ionización, una vez se conoce la
respuesta en tiempos. El buen funcionamiento se materializa en idénticas lecturas de la
cámara, aunque el estudio del rendimiento obtenido en cada posición de los
conmutadores puede ser igualmente informativo.
2. Control de la exposición.
Los equipos de rayos x modernos disponen de un sistema automático para
controlar la exposición (CAE), es decir, un sistema mediante el cual el equipo es capaz
de producir ennegrecimientos constantes, en el caso de que el receptor de la imagen sea
una película radiográfica, o brillos constantes(CAB), en el caso de que el receptor de
imagen sea una pantalla de TV. La eficacia de dicho control automático se describe por
la reproducibilidad y exactitud de la exposición bajo condiciones variables tales como
diferentes espesores del paciente y tensiones del tubo.
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3. Control de la calidad de imagen.
La calidad de imagen es el resultado del efecto combinado de muchos factores y
parámetros como pueden ser, el material del ánodo, la filtración, el kilovoltaje pico
utilizado, el receptor de imagen utilizado, etc.
Fig. Imagen de maniquí para el control de calidad de la imagen
en equipos mamográficos
El enfoque más práctico desde el punto de vista del control de calidad consiste
en utilizar maniquíes especialmente diseñados para cada tipo de equipo. Estos
maniquíes tienen que tener la suficiente sensibilidad para detectar variaciones en los
parámetros indicativos de la calidad de imagen como pueden ser el contraste, la
borrosidad, la visibilidad de pequeños detalles, etc.
12.3. Control de la película radiográfica y del procesado.
El proceso de películas radiográficas es un componente fundamental en la
cadena de formación de la imagen radiológica. Un funcionamiento incorrecto de las
procesadoras tiene una influencia negativa en la calidad de la imagen, en la dosis de
radiación que recibe el paciente y en los costes.
El establecimiento de un programa de control de las procesadoras permite
prever con anticipación anomalías en el funcionamiento de las mismas y tomar las
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acciones correctoras pertinentes, aún antes de que se manifiesten en forma de deterioro
de la imagen.
El control de las procesadoras debería realizarse diariamente mediante
métodos sensitométricos, impresionando una película de una caja control con una serie
de exposiciones conocidas, lo cual se traducirá tras el revelado en una escala de grises.
Para el control de las procesadoras pueden utilizarse sensitómetros de luz que permitan
que la impresión de la película se realice con luz azul o verde, en función del tipo de
película utilizada. La escala sensitométrica suele tener 21 escalones, estando calibrada
de forma que entre dos escalones consecutivos tiene lugar un aumento en la exposición
un factor 2. Una vez que la película ha sido impresionada, se procesa. Posteriormente,
utilizando un densitómetro, pueden medirse las densidades ópticas asociadas a cada
escalón en la película procesada. La representación gráfica de estas medidas da lugar a
la curva característica de la película (curva de sensibilidad), mediante la cual pueden
determinarse las magnitudes: velo (valor de la densidad óptica de la película cuando se
procesa sin ser expuesta), velocidad (asociada al punto de la curva cuya densidad es 1 y
relacionada con la sensibilidad de la película) e índice de contraste (relacionado con la
pendiente de la curva característica en su tramo lineal o latitud de la película).
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Las condiciones de revelado afectan considerablemente a la forma de la
curva característica y, por tanto, a los parámetros anteriormente citados. Por ejemplo, un
ascenso de la temperatura del revelador provoca un aumento de velo y velocidad, y una
variación de contraste. El contraste puede aumentar o disminuir defendiendo de que el
valor de la temperatura se acerque o aleje de su valor óptimo. La contaminación del
revelador da lugar a un aumento en velo y velocidad con una considerable disminución
en el contraste. Una tasa de refuerzo insuficiente del revelador se manifiesta en forma
de una disminución gradual de velocidad y contraste.
En la práctica no es imprescindible realizar la lectura de los 21 escalones;
basta con tomar tres valores: en el primer escalón, que corresponde al velo, en el
escalón cuyo valor de densidad sea más próximo a 1 (A) y en el escalón de valor más
cercano al 2 (B). El valor A corresponde a la velocidad y el valor B-A representa una
medida del contraste.
Para realizar el control debe partirse de unos valores de referencia que se
obtienen promediando los correspondientes, al menos, a 10 películas, impresionadas y
procesadas en un mismo día, tornando las medidas en los mismos escalones en el resto
de las películas que diariamente se impresionen y procesen a lo largo del control. Una
vez reveladas las películas, deben tomarse las temperaturas correspondientes a los
líquidos de procesado, especialmente la del revelador, dada la relación que ésta tiene
con los valores de velo, velocidad y contraste. Realiza- das las lecturas, se representan
gráficamente las variaciones que diariamente se produzcan respecto a los valores de
referencia. Variaciones superiores a 0,05 en el velo, 0,15 en velocidad o contraste
requerirán una acción correctora en las condiciones de procesado.
12.4. Tasa de rechazo de películas.
El control de la tasa de rechazo de películas, recogido en la mayoría de los
protocolos de control de calidad (Moores.1987: BIR.1988: OMS.1984:NCRP.1988),
supone un complemento a los controles globales de dosis e imagen (en equipos con
dispositivos convencionales de grafía) que permite identificar de forma genérica las
necesidades más urgentes de actuación a la vez que permite supervisar la consecución
de los objetivos del propio programa de control de calidad. De este modo, el programa
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de control de parámetros técnicos podrá concentrarse prioritariamente en las áreas con
mayores oportunidades de mejora.
Para lograr un buen análisis del rechazo de películas es fundamental contar con
lo cooperación total del personal técnico del servicio. Antes de empezar el análisis, es
importante explicar perfectamente los métodos y objetivos a todo el personal
participante. Deberá señalarse que el programa busca mejorar la eficiencia general y no
se busca criticar deficiencias individuales.
Se recomienda iniciar un análisis de rechazo antes de iniciar un programa
general de control y garantía de calidad para establecer valores de referencia (que cabe
pensar estarán entre un 10 y un 15%) y después con periodicidad al menos anual. Las
películas rechazadas deberán recogerse al menos durante un período de dos a cuatro
semanas.
En su forma más simple, un estudio deberá consistir en el recuento de las
películas rechazadas, expresando la tasa de rechazo como un porcentaje del número
total de películas usadas durante un cierto período. El número total de películas usadas
deberá obtenerse a partir de la indicación que el responsable de control de calidad
estime más fiable (datos del almacén de películas de los contadores de exposición o
procesado de las estadísticas y registros del propio servicio de radiodiagnóstico, etc)
Otras opciones, que permiten obtener más información acerca de los orígenes y
causas de los rechazos suponen registrar la sala de donde procede cada una de las
películas rechazadas, el tipo de examen y la causa del rechazo (que pueden clasificarse
en categorías como: subexposición, sobreexposición, mala posición o colimación, fallo
del equipo, artefactos en la placa, movimiento del paciente, sin valor diagnóstico, etc.)
12.5. Control de los cuartos oscuros y de las condiciones de almacenamiento de
películas.
El cuarto oscuro es, por definición, una habitación en la que la iluminación
es escasa y por añadidura atraviesa filtros especiales, y por función, un laboratorio
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científico en el que las películas radiográficas pueden alterarse por radiación, luz, calor,
presión, humedad, vapores químicos, electricidad estática o manipulación inadecuada.
Por sentido común este laboratorio debe mantener un alto nivel de organización, estar
bien ventilado, limpio, seguro, bien distribuido y cómodo para desarrollar un trabajo
científico en condiciones de escasa iluminación. Un control de calidad elemental en un
cuarto oscuro puede realizarse con las siguientes pruebas:
1. Niveles de radiación. El test de protección de las películas a la radiación es
necesario realizarlo únicamente si alguna pared del cuarto oscuro o almacén
de películas es común a una sala de rayos X o si se observan de forma
sistemática velos en películas por encima de lo normal, en este caso deben
realizarse lecturas dosimétricas.
2. Humedad ambiental. La humedad relativa en el cuarto oscuro debe medirse
con un higrómetro y mantener en todo momento entre el 40 y el 60%. Una
humedad por encima de los límites se manifestará en un deterioro de la
película con aumento de velo. Por debajo de un 40% se favorece la aparición
de electricidad estática. La electricidad estática aparece en materiales no
conductores corno el plástico (base de la película, fibras sintéticas) y se
incremento hasta que alcanza un potencial que le permita una rápida
descarga en forma de chispa. La película radiográfica consta de una base no
conductora (productor de estática) y capas de emulsión a cada lado de la
base en las que el material de registro (cristales de haluros de plata) se
encuentra inmerso en una gelatina semiconductora por la que puede escapar
la electricidad estática produciendo un depósito de plata en forma de árbol,
corona o salpicadura. Si bien la humedad debería controlarse todo momento,
especial atención debe prestarse en épocas invernales en las que puede
pasarse de una humedad excesiva a un ambiente totalmente seco causado por
el encendido de las calefacciones.
3. Temperatura. La temperatura ambiental debe controlarse diariamente en el
cuarto oscuro y mantenerse en torno a los 20 ºC. Temperaturas por encima
de 24 ºC producen un deterioro de la emulsión con aumento de velo.
4. Ventilación. Se requieren medios de ventilación especiales en los cuartos
oscuros, puesto que una deficiente ventilación tiene efectos perjudiciales
sobre el personal y sobre los materiales fotográficos. La circulación del aire
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debe ser suficiente como para cambiar el del cuarto oscuro unas 12 veces por
hora, evitando acumulación de vapores emanados de los líquidos de
revelado.
Condiciones de iluminación. La cámara oscura debe ser totalmente oscura a la luz
blanca, un simple test de percepción visual debe realizarse para detectar entradas de luz,
al menos cuatrimestralmente, prestando especial atención, tras un período de
acomodación a la oscuridad, a entradas de luz por cercos de puertas y pasachasis o
sistemas de ventilación. Las luces de seguridad, por otra parte, no son seguras hasta que
no se ha constatado su efectividad con un test de control. Un filtro puede perder su
eficacia como resultado de grietas, perforaciones o por el uso de bombillas de potencia
inadecuada (máximo 25 W).
Una prueba simple puede realizarse manteniendo una película durante unos 5
segundos en contacto con el filtro de cada luz de seguridad. En la película
posteriormente procesada no deberían aparecer ennegrecimientos apreciables a la vista
si la luz de seguridad es correcta.
12.6. Control sobre los sistemas de visualización. Negatoscopios
La utilización de negatoscopios en perfecto estado es un requisito importante
para un correcto diagnóstico basado en imágenes de rayos X. No olvidemos que el
diagnóstico supone una observación en la que se evalúa el contraste de una imagen de
forma subjetiva. Una vez procesada la radiografía, sigue siendo posible mejorar el
contraste subjetivo mediante la elección de las condiciones adecuadas de observación.
Los factores principales a considerar son la intensidad y uniformidad de la iluminación
y un correcto balance con la iluminación ambiental. La medida del brillo y uniformidad
de los negatoscopios es, por otra parte, fácilmente realizable con ayuda de un fotómetro
y puede expresarse en unidades absolutas sin influencia del resto de los soportes de la
imagen, por lo que comparaciones entre diferentes servicios u hospitales puede
realizarse de forma rápida y realizar correcciones inmediatas. Por estas razones, el
control de los negatoscopios puede elegirse como primer paso en un programa de
garantía de calidad de la imagen.
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La medida del brillo y uniformidad de un negatoscopio puede realizarse con
un fotómetro (luxómetro) en ciclo con la superficie difusora del negatoscopio. La
medida en el centro del negatoscopio puede utilizarse para evaluar la emitancia del
mismo (en lux). Si se desea tener la medida de 1ª luminancia (brillo, en candelas/m 2 ,
magnitud que mide la luz emitida por un foco extenso por unidad de superficie en una
dirección dada) es preciso realizar correcciones oportunas, dividiendo entre n si el
fotómetro tiene incorporado una superficie difusora. Para un control rutinario de los
negatoscopios pueden utilizarse los valores en lux obtenidos directamente con la lectura
del fotómetro, siendo el nivel de intensidad óptimo del orden de 5500 lux y no variar en
toda la superficie del negatoscopio más de un 10%.
La medida en diferentes puntos de la superficie difusora del negatoscopio
(por ejemplo en las esquinas, laterales y centro) nos dará una idea de la uniformidad de
la iluminación. Es muy importante que la iluminación utilizada sea uniforme sobre la
totalidad de la radiografía pues una iluminación que no cumpla esta condición
(variaciones mayores de un 10%) puede dar lugar a una distribución aparente de la
densidad errónea y afectar al diagnóstico.
Como normas para su correcto estado de los negatoscopios podemos seña-
lar: realizar el control de brillo y uniformidad al menos una vez al año-, limpiar las
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superficies difusoras; exterior e interior, de forma periódica (una limpieza de ambas
superficies puede llegar en algunos casos a mejorar la iluminación en un 100%);
cambiar si es preciso un tubo por rotura o envejecimiento, realizar la sustitución de
todos los tubos que formen el negatoscopio y sustituir aquellos con iluminación vibrante
o color diferente al resto. La iluminación ambiental debe ser del orden de 100 lux para
obtener una acomodación y visión óptima a los negatoscopios sin deslumbramientos o
reflexiones.
12.7. Control de los receptores de imagen. Chasis y cartulinas.
El control de chasis y cartulinas deberá realizarse anualmente o con mayor
frecuencia en el caso de que haya indicios de degradación en la calidad de la imagen o
aparición de artefactos en posiciones fijas. También es conveniente realizar pruebas de
imagen cuando se cambien tubos de rayos X o se utilicen nuevas combinaciones
cartulinas de refuerzo-películas.
Aparte la limpieza rutinaria de cartulinas (siguiendo las instrucciones y
productos suministrados por el fabricante) puede ser oportuno realizar de forma
periódica un sencillo test que ponga de manifiesto fugas de luz en el chasis (dejando el
chasis cargado, cerrado y expuesto a luz visible por espacio de unas horas por ambas
caras y realizando posteriormente una inspección visual de la película revelada o
midiendo el nivel de velo) y un test con ayuda de entramados de cobre que ponen de
manifiesto contacto defectuosos película-cartulina de refuerzo. Para este último test es
preciso realizar una exposición con el tubo de rayos X (por ejemplo a 50 kVp, 2 mAs a
un metro de distancia) para obtener una densidad en torno a 1,5. En las zonas de mal
contacto aparecerá la imagen del entramado borrosa y mal definida.
12.8. Evaluación de los indicadores de dosis en pacientes.
En este capítulo se han presentado algunos procedimientos que se incluyen
en los programas de control y garantía de calidad. Como puede apreciarse, la
elaboración y puesta en marcha de programas de garantía de calidad no es sencilla, no
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está exenta de costes, ni puede hacerse en poco tiempo. Si nos planteáramos la
necesidad de introducir un programa en un Servicio de Radiodiagnóstico sin tradición
previa en garantía de calidad y sin demasiados recursos materiales y personales,
deberemos sopesar hacia dónde dirigir los esfuerzos. En este sentido debernos
reflexionar sobre el hecho de que la "calidad de la imagen" en última instancia "se ve" y
se suele producir un proceso automático de corrección de anomalías, tanto por parte del
operador como por el radiólogo, sin embargo las dosis que se imparten para obtener
dichas imágenes "no se ven" y no se manifiestan como un "dato inmediato" al paciente,
por lo que si no se miden periódicamente pueden pasar meses o años antes de que se
detecte una anomalía, lo que provocará una irradiación innecesaria a la población. Por
ello se considera que los programas de garantía de calidad deben ir precedidos de un
análisis previo de dosis a los pacientes y comparación con los valores de referencia
nacionales o internacionales, con objeto de obtener la información necesaria que
permita asignar prioridades de actuación para las acciones correctoras. Las evaluaciones
de dosis deberán repetirse de forma periódica dado que en muchos casos el proceso de
"corrección de anomalías" cuando la calidad de imagen disminuye suele realizarse a
costa de aumentos de dosis por exploración.
Aunque no cabe establecer límites de dosis para cada paciente (considerado
individualmente) en un examen radiológico, sí parece sensato proponer valores de
referencia máximos de dosis a la entrada del paciente para una imagen obtenida en
condiciones estándar, aplicables a muestras representativas de pacientes en una sala o
centro y no con carácter individual, ya que la patología de un paciente, o la
particularidad de una exploración radiológica concreta, pueden originar una variación
importante en la técnica radiológica a aplicar, en el número de disparos a realizar, y/o en
el tiempo de escopia total de una exploración.
La dosis músculo a la entrada del paciente, incluyendo la retrodispersión,
que llamaremos "dosis a la entrada" o "dosis en superficie", es el parámetro adoptado
por el grupo de expertos de la UE que ha elaborado el documento sobre Criterios de
Calidad de Imagen en Radiodiagnóstico, para las proyecciones más frecuentes de los
exámenes considerados simples. Las dosis en la superficie de incidencia son, en el caso
de la mamografía, dosis absorbida en aire, al no ser el "músculo" el tejido adecuado
para la dosimetría de mama.
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Los valores de referencia para España se han fijado con una filosofía similar
a la seguida en la UE, en el Real Decreto 1976/1999, de 23 de diciembre, por el que se
establecen los criterios de calidad en radiodiagnóstico. En su Anexo 1, se exponen los
siguientes valores de referencia de "dosis a la entrada" del paciente:
Tipo de exploración Dosis superficie a la
entrada (DSE) (mGy)
Abdomen AP 10.0
Columna lumbar AP/PA 10.0
Columna lumbar L 30.0
Columna lumbo-sacra L 40.0
Cráneo AP 5.0
Cráneo L 3.0
Cráneo PA 5.0
Mamografía 10.0
Pelvis AP 10.0
Torax L 1.5
Torax PA 0.3
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