Primer Congreso Interamericano de Maestros Cancún, México
Tendencias y Problemáticas en el Sistema Universitario Adventista Mundial: Una Reflexión con Alternativas
Dr. Gustavo Gregorutti ([email protected])
Universidad de Montemorelos 6 al 10 de Septiembre
2009
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Introducción
La educación superior adventista se ha multiplicado exponencialmente en estos últimos
30 años. La Iglesia ha pasado a tener más de 100 instituciones terciarias y universitarias en
docenas de países de los cinco continentes. Dicho crecimiento es admirable desde un punto de
vista cuantitativo. ¿Pero cuáles son las causas que han detonado una multiplicación rápida y en
todas las direcciones de las instituciones terciarias de la Iglesia? ¿Qué características tienen las
instituciones adventistas del siglo XXI? Este trabajo se propone analizar algunas de las causas y
tensiones que se han originado como resultado de esa fenomenal expansión. También se
plantean alternativas para palear algunas de las tendencias negativas que afectan al sistema
adventista de educacional superior.
El desafío de nuevos contextos: Una aproximación
Los medios de comunicación, el acceso a transportes cada vez más económicos,
conexiones de internet y el flujo de negocios internacionales, entre otros factores, ha
empequeñecido al mundo trayendo ventajas y desventajas a países tanto ricos como pobres.
Este fenómeno es frecuentemente llamado globalización (Albach y Knight, 2007). Es decir, que,
como producto de la expansión del capitalismo, los procesos económicos, sociales y políticos,
las acciones individuales trascienden las barreras regionales y nacionales (Ordorika Sacristan,
2006). Un hecho o producto local puede hacer impacto global en fracciones de tiempo,
generándose un intercambio de información y descubrimientos impensables algunos años
atrás.
Aun cuando la globalización comenzó lentamente a manifestarse el siglo XIX, no es hasta
los años 80 que los efectos de ésta se hacen más visibles y universales (Schriewer, 2003;
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Toakley, 2004). Por todos lados se ven modelos similares de economías, desarrollo urbano,
shopping centers y universidades creando así conflictos donde la cada día más predominante
cultura global gana terreno y, como Friedman (2000) llama, “desarraiga” las tradiciones y
puntos de vista locales. Debido a la expansión del capitalismo y de su definición de progreso
material, se origina una avalancha de modelos de vida y sociedad homogéneamente
materialistas que son casi irresistibles para especialmente los países emergentes (Blum, 2007).
En este contexto de desarrollo económico globalizado, la fuerza motora que impulsa el
crecimiento no es ya solamente la producción masiva de bienes de consumo o la cantidad de
oferta laboral que un país tiene (Toakley, 2004). El factor clave está en la producción de
conocimiento y de capital humano altamente capacitado que sean apto de innovar y responder
a las necesidades cada vez más desafiantes y competitivas de un mundo reducido a aldea,
donde la influencia de un clic puede ser impredecible (Toakley, 2004). Es en este nuevo y
cambiante ambiente que las instituciones terciarias adventistas se desarrollan y crecen. Por
cierto una situación muy diferente a la realidad de los pioneros.
Factores que impulsan la creación de universidades adventistas
Como se analiza aquí, las universidades adventistas no existen en el vacío o fuera de
contexto. Los modelos económicos capitalistas buscan individuos que sean flexibles y capaces
de actuar en situaciones cada vez más cambiantes y complejas. Los potenciales estudiantes,
sean o no adventistas, buscan entrenamiento y un título universitario para estar “conectado”
con la comunidad global que exige estándares cada vez más altos y competitivos (Altbach y
Knight, 2007). De acuerdo a UNESCO (2005), el incremento de alumnos terciarios se ha elevado
a niveles históricos en las dos últimas décadas, aun en países de menor desarrollo económico.
4
Este fenómeno también se combina con la vuelta a clases de adultos para entrenarse en nuevas
habilidades. Al respecto, un creciente número de instituciones adventistas está ofreciendo
cursos nocturnos, maestría y doctorados a distancia para profesionales que no pueden dejar
sus trabajos, creando así un nuevo mercado y engrosando la oferta académica. Esto también
parece contribuir a la expansión del sistema educativo adventista.
Otro elemento importante que colabora con la expansión de universidades adventistas,
es la falta de sistemas gubernamentales para suplir la demanda de personas calificadas a través
de universidades públicas (Fielden y LaRocque, 2008; Salmi, 2007). Esto es especialmente cierto
en países en vía de desarrollo donde la Iglesia crece más y donde mayormente se crean nuevas
universidades. Ejemplos de universidades adventistas en Brasil, India y Nigeria, entre otros,
pueden ser reveladores:
1. Brasil es un país de contrastes con una de las 10 economías emergentes más
poderosas del mundo y una población cercana a los 200 millones. El sistema estatal
de educación superior del país se divide, a grosso modo, entre universidades
financiadas por los estados y por el gobierno federal. Las universidades federales son
las que mejor financiamiento poseen y las más selectivas del país. El problema es
que el gobierno no suple, y tal vez nunca pueda, la creciente demanda de educación
superior de la población brasileña (Salmi, 2007). En las dos últimas décadas, todo
tipo de universidades privadas se han transformado en una salida para la necesidad
de entrenamiento especializado. De acuerdo al informe sobre tendencias educativas
de la UNESCO (2005), la educación terciaria privada en Brasil se ha incrementado en
más de un 50% entre 1995 y 2003. Dada la alta competencia por lugares de estudio,
5
en Brasil es posible fundar una universidad, teniendo los recursos apropiados, y
llenar sus aulas en poco tiempo. La Iglesia ostenta una población adventista cercana
a 1.5 millones con 6 campus universitarios. En estas dos últimas décadas, todos los
institutos terciarios adventistas de Brasil se convirtieron en universidades o en
“faculdade” significando más que un instituto terciario y que va hacia el estatus de
universidad. Las instituciones adventistas gozan de buena reputación y de un
creciente número de alumnos.
2. India, un país milenario con una población cercana a los 1200 millones de personas,
con una economía creciente y un exponencial desarrollo de la tecnología y mano de
obra barata que lo han transformado en un imán para inversionistas extranjeros.
Demás está decir que la demanda por educación terciaria se ha disparado a niveles
históricos desde 1995 estimándose que millones de Indios buscan un título
universitario (UNESCO, 2005). India tiene también una membresía cercana a 1.5
millones con 6 instituciones adventistas terciarias, de las cuales sólo Spicer College
obtuvo total acreditación por la Asociación General antes del 2004. Varias de estas
escuelas no tienen la acreditación gubernamental, aun cuando 5 de las 6 fueron
creadas antes de 1941. Algunas de estas instituciones han tenido conflictos con
porcentajes muy altos de docentes y alumnos no adventistas, pero con un relativo
éxito financiero. En India así como en muchos otros países emergentes, un título en
la mano es una puerta más para el éxito material y social.
3. Nigeria es el país más poblado de África con casi 150 millones de habitantes y es uno
de los más ricos en recursos naturales. El crecimiento de la educación privada es
6
notable y es también una alternativa a la falta de lugares en las universidades
públicas del sistema nacional (Saint, Hartnett y Strassner, 2003). Aun cuando la
Iglesia sólo tiene una institución terciaria, Babcock University, la matriculación de
alumnos ha crecido marcadamente desde el año 99 cuando fue reconocida
(acreditada) oficialmente por el gobierno como una institución privada. Esta
universidad recibe miles de solicitudes por año cuando puede admitir unos pocos
cientos de alumnos. Entre sus ex alumnos se encuentran hijos de los más
acaudalados del país así como también gente de muy bajos recursos. En las palabras
de uno de sus administradores, el doctor Chimezie Omeonu, “nosotros podríamos
duplicar nuestro alumnado cada nuevo año escolar”, una institución con alrededor
de 5000 alumnos. Actualmente la institución está en una campaña de recolección de
250 millones de dólares para la primera escuela de medicina adventista de toda
África.
Al mismo tiempo que la falta de educación superior pública ha sido un estímulo para
organizaciones e individuos en la gestación de universidades, los gobiernos de esos mismos
países han promocionado leyes y alternativas para que instituciones privadas puedan surgir y
suplir la necesidad de mano de obra calificada (Fielden y LaRocque, 2008). En algunos países
esta expansión fue causada por el simple hecho de tener libertad para fundar o recrear una
escuela con un perfil cristiano. Este es el caso de varios países del este europeo que estaban
bajo gobiernos comunistas. El instituto terciario polaco es un ejemplo de esto. En el lapsus de
unos pocos años este instituto pasó de tener menos de 50 estudiantes a más de 2000, la gran
mayoría no adventistas. Es la institución terciaria adventista que más crece en toda Europa.
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Esta combinación de factores políticos, económicos y sociales ha sido un motor importante
para el surgimiento y desarrollo de instituciones privadas en todo el mundo, incluyendo las
adventistas.
Un tercer factor que contribuye al auge de universidades es la visión expansionista de la
Iglesia adventista. Desde los años 90 hasta el 2007 la iglesia ha agregado unas 32 instituciones
terciarias a la lista llegando a 107 en tan sólo 17 años, como se puede observar en la tabla 1.
Eso significa casi dos instituciones por año con casi el triple de estudiantes para ese período de
tiempo. Sólo para dar un referente, la orden católica de los jesuitas tiene unas 207
universidades desde que se inició en 1534, un poco más de 450 años atrás. Los salesianos, otra
orden importante y dedicada a la educación en todo el mundo, tiene 80 universidades aun
cuando fue fundada a mediados del siglo XIX. Claro que muchas de estas universidades tienen
una gran tradición y prestigio por su producción intelectual y no son directamente
comparables.
Interesantemente, desde el mismo comienzo de la denominación adventista, hubo un
despertar exponencial por la educación. Los pioneros fundaron instituciones en los más
diversos y remotos lugares del mundo como una estrategia para formar obreros. Elena de
White y los pioneros desde un mismo comienzo estimularon la creación de instituciones
educativas (Greenleaf, 2005). Se puede inferir que hasta los años 40, según la tabla 1, la Iglesia
creó alrededor de unas 35 instituciones habitadas unos 200 alumnos por escuela; éstas
parecían seguir el espíritu pionero de pocos alumnos y en el campo. Sin embargo, de 1940 a
1950 la matrícula de estudiantes se más que duplicó pasando de 6989 a 15502 estudiantes
(121%), marcando así el inicio de una serie de saltos grandes en pocos años.
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Tabla 1. Crecimiento de instituciones terciarias y matrícula de alumnos adventistas*
Año Instituciones Terciarias Adventistas
Número Matrícula
1880 1 52 1900 8 1590 1920 19 1616 1930 31 4124 1940 35 6989 1950 47 15502 1960 51 16513 1970 77 24540 1980 76 32882 1990 76 42562 2000 94 65589 2003 99 83588 2004 101 92554 2005 106 102553 2006 106 106081 2007 107 112795
* 145th Annual Statistical Report, 2007
Otro importante salto cuantitativo y cualitativo se da en entre los años 60 y 70 cuando
la iglesia comienza a pensar seriamente en universidades. Se crean 26 universidades en sólo 10
años. Andrews University se transforma, en 1958, en la primera universidad adventista con una
variada oferta educativa al fusionarse con la Universidad de Potomac o antiguo seminario
adventista de Washington D. C. En este mismo período se crean varios programas de posgrado,
especialmente en EEUU. Esta tendencia no se terminó con Andrews y Loma Linda, porque El
Colegio Vocacional y Profesional en Montemorelos se transformó en la Universidad de
Montemorelos en 1973, la primera universidad adventista fuera de EEUU. Para el comienzo de
la década del 70, en tan sólo 10 años, la Iglesia incrementó en casi un 50% el número de
estudiantes a nivel mundial (Ver tabla 1). Para el mismo período de tiempo, la proporción de
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alumnos por institución era casi de 320. Esta expansión tan importante se debió en parte a la
demanda por educación cristiana y a la acción estratégica de la Iglesia para expandirse
(Greenleaf, 2005).
A partir de la década de los 90, la iglesia tiene un crecimiento cuantitativo muy marcado
de alumnos y de instituciones terciarias. En 17 años la Iglesia llega a 107 instituciones con casi
113000 alumnos (Ver tabla 1). Un aumento del 165% en la matrícula con una proporción de
1054 alumnos por institución. Aunque si se toma la distribución por Divisiones, esa proporción
sería mucho mayor o mucho menor dependiendo del caso. Un ejemplo de esto son los
institutos europeos que oscilan entre 30 y 250 alumnos (con la excepción de Polonia). La gran
mayoría de ellos son seminarios.
Este desarrollo se puede atribuir, en gran parte, a una tendencia de acompañamiento al
crecimiento aún más acentuado de la membresía de la Iglesia que pasa de unos 7 millones en
1990 a casi 15 en el 2007. El gráfico 1 muestra una distribución no proporcional pero lineal de
miembros, alumnos e instituciones desde los años 50. Ciertamente hay una evolución de
alumnos y de instituciones que sigue la trayectoria de crecimiento de la membresía. Este es un
factor importante que puede explicar la progresión de escuelas superiores.
¿Pero qué dice de importante toda esta información? Que, especialmente en las dos
últimas décadas, la expansión de instituciones terciarias no necesariamente obedece a los
mismos patrones que los pioneros tuvieron cuando comenzaron con la educación adventista.
Aun cuando la reciente expansión es en parte también estratégica, debido a la fuerte
componente administracional de la Iglesia, las condiciones contextuales son radicalmente
diferentes y son también motores de crecimiento.
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Gráfico 1. Crecimiento lineal de miembros, alumnos e instituciones terciarias adventistas*
* 145th Annual Statistical Report, 2007
Es de esperar que haya cambios en el tiempo. Pero uno de los hechos más significativo
de esta última expansión del sistema educativo terciario adventista es que muchísimas de estas
universidades tienen un alto número de alumnos y docentes no adventistas, una oferta de
programas profesionales que no son orientados a la Iglesia y que la ubicación es más bien semi
urbana o urbana que rural. Este cuadro no se daba al principio del movimiento adventista
cuando expandía la educación superior. Así se plantean nuevas realidades que necesitan
consideraciones innovadoras arraigadas en los principios adventistas de educación.
Crecimiento y nuevas problemáticas
11
A continuación se analizan cuatro desafíos y desbalances que el crecimiento cuantitativo
ha ocasionado en las instituciones terciarias de la Iglesia. Estos no son todos, pero según la
perspectiva de este trabajo, son los más significativos desde un punto de vista administracional.
I. Alumnos y docentes no adventistas. De acuerdo a las estadísticas de la Asociación General
(2007), el número de alumnos y docentes no adventistas está creciendo muy rápidamente. En
la tabla 2, se analizan los casos de Brasil, India y Nigeria ya mencionados más arriba. Se
comparan los porcentajes de alumnos y docentes de la fe con los no adventistas por cada país
para tener un cuadro diferente del crecimiento cuantitativo de estas instituciones. Los valores
en negrita y cursiva indican proporciones altas de docentes y alumnos no adventistas.
Tabla 2. Porcentajes de docentes y alumnos adventistas y no adventistas*
Institución Brasil India Nigeria
Docentes Alumnos Docentes Alumnos Docentes Alumnos Adv. No Adv. No Adv. No Adv. No Adv. No Adv. No
UNASP- Engenheiro Coelho 94 9 1546 438
UNASP-Hortolandia 29 25 416 535
UNASP-San Pablo 128 45 774 1704
Instituto de Paraná 20 20 305 14
Instituto Adv. Minas Gerais 21 9 81 342
Instituto Noreste 51 30 791 679
Instituto Adventista Flaiz 12 15 102 126
Instituto Adventista Lowry 8 22 130 150
Instituto Adventista Metas 23 53 260 775
Instituto Adventista Noreste 22 3 28 165
Instituto Adventista Roorkee 6 13 14 252
Instituto Spicer Memorial 77 18 689 480
Universidad Babcock 140 91 1210 3501
*145th Annual Statistical Report (2007).
Estos números muestran tensiones importantes y generan preguntas sobre el problema
de la identidad de la educación superior adventista. ¿Cómo puede la administración de Babcock
llevar adelante la institución con casi tres veces más alumnos no adventistas y un cuerpo
docente no adventista de casi el 40%? ¿Cómo hacen los administradores del Instituto
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Adventista Roorkee para integrar la fe adventista en un campus que tiene 252 alumnos no
adventistas contra 14 de la fe y con un cuerpo de 13 no adventista contra 6 de la fe? Una
tensión parecida tiene la UNASP de San Pablo con una amplia mayoría de estudiantes no
adventistas y un 26% de docentes que no pertenecen a la Iglesia. El Instituto Adventista de
Paraná tiene un 50 % de docentes de otra fe, o sea 20 de un total de 40. Este problema de
relaciones de porcentaje se agrava más si se lo considera desde el punto de vista
administracional. Para tomar decisiones, esto tiene un impacto sobre los procedimientos y
prácticas que es muy difícil de medir. Las administraciones se ven obligadas a negociar y evaluar
formas de implementación de políticas educativas porque tienen una población docente muy
variada. Esto lleva a concesiones y a flexibilizar la puesta en marcha de algunas de las
características distintivas de la educación cristiana.
Estos son algunos ejemplos. Si se observa el panorama mundial, hoy por hoy, hay
instituciones terciarias adventistas que tienen una gama de situaciones que van de casi todos
los alumnos y todos los docentes adventistas, como la Universidad de Montemorelos, a casi
todos los docentes y alumnos no adventistas como el Instituto Adventista de Polonia. Éste
último tiene 21 % (32) docentes adventistas contra 79% (120) no adventistas. También tiene
385 (18%) estudiantes de la Iglesia contra el 82% (1752) de no adventistas. Estas proporciones
nos hablan de las desigualdades y desafíos que el sistema superior terciario enfrenta.
Según las estadísticas del Departamento de Educación de la Asociación General (2007),
hay una progresiva disminución de los jóvenes adventistas en el sistema de educación superior,
aun cuando la membresía se incrementa, haciendo de esto un asunto serio y muy complejo.
13
Esto es especialmente así desde la década de los 90’s. En el gráfico 2 se ve cómo la proporción
de estudiantes no adventistas se agranda progresivamente a medida que pasa el tiempo.
Nadie sabe a ciencia cierta por qué hay una disminución creciente de la presencia de
jóvenes adventistas en la educación. La respuesta está en una serie de situaciones que van
desde las dificultades para pagar, distancia, y hasta percepciones de calidad (Gregorutti, 2008).
Tal vez, la pregunta que los miembros de iglesia se hacen es: ¿Cuál es la diferencia entre una
universidad adventista y otra que no lo es? Esta pregunta es contestada a lo largo de este
trabajo, pero una respuesta anticipada puede ser la del Dr. George Knight (2008) cuando dice
que, “La educación adventista es importante solamente si es verdaderamente adventista” (p.
9).
Gráfico 2. Proporción de alumnos adventistas matriculados*
* 145th Annual Statistical Report, 2007
Alumnos Matriculados
18 %
40 %
50 % ??
14
En el gráfico 1 se ve la línea de alumnos siguiendo la tendencia de la membresía. Pero
observando los porcentajes se infiere que ese incremento no está beneficiando a la juventud
adventista. Más bien la está dejando de lado al servir a un creciente grupo que no viene de
entre las filas de la Iglesia.
Algunas administraciones ven este cuadro con esperanzas evangelizadoras. Pero
lamentablemente no se disponen de bases de datos comprensivas para comparar la cantidad
de conversiones de alumnos no adventistas. Este punto de vista trae muchas controversias y
situaciones de tensión. Algunas de ellas son las influencias negativas de los jóvenes que no
están interesados en la misión de la Iglesia ni en sus principios. Lo menos que se puede decir es
que las administraciones deben estar muy bien preparada para evitar que las costumbres de los
jóvenes no adventistas reviertan lo positivo de un campus con valores cristianos. La universidad
no es una campaña de evangelización, aun cuando se procure llevar a los estudiantes a los pies
de Cristo. Tal vez, un estudio de la Universidad Adventista Sahmyook en Corea sea un buen
comienzo para ver cómo evangelizar a un creciente número de jóvenes no adventista que la
frecuenta. Esta universidad se ha destacado por tener un plan de trabajo innovador de
capellanía y lograr resultados positivos.
Por otra parte la Sra. Elena de White (1913/1991) advierte que la cantidad no es el
indicador más importante para medir el éxito de una institución adventista, a saber:
Si rebajáis la norma para obtener popularidad y aumentar el número de alumnos, y luego os regocijáis por este aumento, manifestáis grande ceguera. Si el número fuese evidencia de éxito, Satanás tendría derecho a la preeminencia; porque en este mundo, sus seguidores son por mucho la mayoría. El grado de fuerza moral que prevalece en el colegio es la prueba de su prosperidad. Es la virtud, inteligencia y piedad de los hermanos que componen nuestras iglesias, no su número, lo que ha de constituir una fuente de gozo y agradecimiento. (p. 91)
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Es más bien la componente moral que da la nota distintiva y de éxito entre los alumnos
y docentes. Es esa atmósfera que hace de una universidad adventista una escuela de Dios que
cumple el propósito por la cual fue fundada.
Por otro lado, aun cuando no haya bases de datos que ayuden a entender las
motivaciones de los no adventistas para enviar sus hijos a las universidades adventistas, este
fenómeno bien puede obedecer a la creciente demanda por educación con principios que
muchos padres buscan. En entrevistas y charlas informales, muchos de los padres manifiestan
interés por la educación cristiana, sus valores y un campus en el que dejen a sus hijos sin
mayores peligros. A esto se le agrega el creciente caos educacional de muchas universidades
públicas donde se habla más de política que de educación y se tienen frecuentes paros
docentes.
Aquí se hace necesario aclarar que ni la misma Sra. White estaba en contra de que se
aceptaran jóvenes no adventistas, “Las puertas de nuestro colegio deberían estar siempre
abiertas a aquellos que no profesan religión…” (1889/1948, p. 112). Pero también pone balance
cuando dice que el objetivo principal de nuestras instituciones es, “…un lugar donde los
miembros más jóvenes de la familia de Dios sean entrenados de acuerdo al plan de Dios de
crecimiento y desarrollo” (1889/1948, p. 31).
También faltan bases de datos para comparar los estudiantes desde un punto de vista
financiero. Sin embargo, varios administradores admitieron, en charlas informales, que muchos
alumnos no adventistas vienen con suficiente dinero para pagar sus colegiaturas sin pedir
ayudas. La falta de industrias y fuentes de recursos alternativos para los estudiantes hace muy
difícil el acceso a aquellos menos aventajados financieramente. Así se cede a todo tipo de
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alumno con tal que pague sus cuotas sin problemas. Es entendible que los campus de muchas
universidades demanden mucho dinero y sea imperioso el flujo de recursos. Pero el modelo de
financiamiento que los pioneros y la Sra. White establecieron no se basaba solamente en
cuotas. La “mesa”, por usar una metáfora, tenía varias patas para fortalecer su apoyo. Más
adelante se analiza el problema de financiamiento y de los modelos adventistas de industrias
que está íntimamente relacionado con esta tendencia negativa.
Otro creciente problema es el de los docentes no adventistas. Sin dudas es una
tendencia muy preocupante y conlleva numerosas controversias. En el gráfico 3 se puede ver el
progresivo incremento de docentes no adventistas de los 90’s al 2006.
Gráfico 3. Proporción de docentes en las universidades de la Iglesia
* 145th Annual Statistical Report, 2007
35% 35 %
4 %
>40 %?
17
Pero, ¿por qué es que el índice de docentes no adventista se ha incrementado tanto?
Este es un fenómeno multifacético. Una de las causas más importantes es la creación de nuevos
programas que requieren de facultativos especializados que frecuentemente escasean dentro
de la Iglesia. Alguien puede preguntar, ¿por qué se crean nuevos programas cuando no se
tienen los recursos humanos? No hay una explicación sencilla, pero es parte del fuerte impulso
de crecimiento que estas instituciones experimentan. Ya no sirven exclusivamente a la Iglesia y
se ven comprometidas a expandir sus ofertas académicas para prosperar y mantenerse en un
mercado cada vez más competitivo. Esta es una estrategia para incrementar la matriculación de
nuevos estudiantes. Es un círculo vicioso en el que uno lleva al otro al mismo tiempo.
Este cuadro también está íntimamente ligado a la falta de políticas de renovación de
recursos humanos dentro de algunas universidades. Se necesita una estrategia que permita una
continua capacitación del personal adquiriendo especialidades, maestrías y doctorados para no
tener que echar mano de especialistas no adventistas en proporciones tan altas.
De acuerdo a la Sra. White (1913/1991), los docentes son una pieza clave en la misión
institucional y de la Iglesia. Ella da el siguiente consejo que puede ser tomado como principio
guía también para las universidades:
Debe manifestarse gran cuidado en la elección del maestro para los niños. Los maestros de escuela deben ser hombres y mujeres que tengan una humilde opinión de sí mismos, que no estén llenos de vano engreimiento. Deben ser obreros fieles, llenos del verdadero espíritu misionero, obreros que han aprendido a poner su confianza en Dios y a trabajar en su nombre. Deben poseer los atributos del carácter de Cristo: la paciencia, la bondad, la misericordia y el amor; y en su vida diaria deben manifestar la justicia y la paz del Salvador. (p. 143)
Tal vez se pueda tener algún docente que llene espacios académicos, pero tener tantos
docentes que no participan de la misma fe o que ni siquiera sean cristianos es controversial y
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conflictivo. Esto trae cambios en la cultura de la institución que puede degenerar en apostasía e
ineficacia misional. Es un asunto muy serio.
Finalmente, es necesario advertir que tener docentes adventistas de por sí no resuelve
totalmente el problema. Estos docentes deben estar “alineados” con la misión de la Iglesia para
que sean efectivos. Para evitar conflictos misionales en los docentes, las administraciones
deberían promover cursos y seminarios que aclaren y bosquejen modos de operacionalizar en
la práctica la misión de la educación adventista. Este proceso de adiestramiento “interno” debe
ser continuo para que las ideas se hagan realidad en la praxis docente.
II. Modelos de universidad adventista. Hablar de un modelo o aun de modelos es
controversial debido a la multiplicación de universidades adventistas que funcionan en los más
variados contextos y condiciones. Sin embargo, no sería difícil llegar a un acuerdo generalizado
de que las instituciones terciarias pioneras tenían más o menos las siguientes características
(Greenleaf, 2005):
1. Lugar. Estaban en el campo y lejos de las ciudades. Tenían a los alumnos en internados
con fuertes códigos de conducta y de control. Siguiendo varios consejos de la Sra.
White, la idea era evitar la mundanalidad de las ciudades.
2. Programa de estudio. Las instituciones más desarrolladas tenían cursos de teología,
educación, contabilidad, enfermería y hasta medicina en Loma Linda para servir
directamente a las necesidades de la iglesia. La carrera de teología era la más numerosa
y se la percibía como la más importante.
3. Nombres y servicio. Los nombres de las instituciones frecuentemente hacían referencia
a la iglesia con palabras tales como Colegio de la Unión de… o Colegio Adventista de…La
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mayor parte de los egresados era absorbida por el sistema organizacional de la Iglesia a
través de sus distintas instituciones de salud, publicaciones, alimentos y educación. El
ideal era trabajar para la iglesia organizada.
4. Personal. Siendo generalmente instituciones pequeñas en cantidad de empleados, y
teniendo la idea de misión educacional asociada a la Iglesia, todo el personal de
enseñanza y de las otras áreas institucionales eran adventistas. Los alumnos en su gran
mayoría eran adventistas y se identificaban fuertemente con la misión de la Iglesia.
5. Actividad misionera. Docentes y alumnos salían a predicar los sábados por la tarde y en
algunas otras ocasiones durante la semana. Las condiciones y recursos para tales
actividades no eran las ideales, pero se tenía un sentido de predicación muy parecido al
de las congregaciones con estudios bíblicos y campañas evangelísticas.
6. Infraestructura. Los edificios eran muy modestos. Se compartían oficinas y salas de
multiuso por la falta de espacio. Los edificios de administración y las casas del personal
eran simples. ¡El Señor venía pronto!
7. Trabajo manual. Había mucho campo para el cultivo de la tierra. Se producían muchos
de los insumos que se consumían en la misma institución. Los alumnos trabajaban
rotando en industrias de madera, metal, agricultura, tambo y otros para sustentarse
financieramente y para aprender oficios.
Estas características sirven de referentes para entender la originalidad de la
contribución de la educación adventista. Pero, ¿cuál es la realidad de las instituciones
adventistas terciarias del siglo XXI? Sólo algunas pocas instituciones podrían ser clasificadas
como pioneras si se las compara con lo que eran en el pasado. La realidad es que hoy la Iglesia
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tiene muchísimas instituciones que están en el medio de crecientes ciudades o a unos pocos
kilómetros de ellas. Una gran mayoría de planes de estudio no son para servir directamente a la
obra porque hay carreras que la Iglesia no puede absorber. Hay un creciente aumento de
alumnos y docentes no adventistas. En muchas instituciones, la actividad misionera es una
opción generalmente asociada a los estudiantes de teología. El trabajo manual es para los
alumnos que tienen que pagarse los estudios como becarios. Los que tienen dinero
prácticamente no tienen la experiencia de aprender oficios manuales. Ahora, ¿es justo
comparar instituciones de fin del siglo XIX y principios del XX con las de hoy? ¿Debería la iglesia
vender estas instituciones y volver al modelo mencionado cuando el mundo marcha a una
masiva concentración de gente en las ciudades? La respuesta a estas preguntas es por demás
compleja. Tal vez no exista una respuesta unificada para todos los casos. La solución puede
estar en los principios que el adventismo sentó al crear un modelo educacional.
Una universidad adventista tiene muchas cosas en común con una universidad no
confesional. Entre otros hay edificios, servicios educativos, tipo de personal similar y modelos
de administración parecidos. Pero, ¿cuál sería un paradigma de universidad adventista del siglo
XXI? ¿Dónde está la “quinta esencia”? La respuesta requiere de varios niveles de análisis, a
saber:
1. Responder a la pregunta de para qué se tiene la institución. El concepto de misión es
clave aquí. El problema es que si alguien se dedicara a leer todos los enunciados de
misión institucional de las 107 instituciones terciarias, no encontraría demasiadas
diferencias entre los mismos. Las instituciones que tienen altos índices de docentes y
alumnos no adventistas, por ejemplo, tienen más o menos los mismos propósitos
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misionales. Todos están de acuerdo en servir a la Iglesia. El concepto de misión llega a
ser por demás ambiguo dejando lugar para muchas interpretaciones y por lo tanto
diversos modelos de universidades. ¿Es necesario o factible un modelo único de
universidad adventista? Probablemente la respuesta sea no. Se puede hablar, desde un
punto de vista administrativo, de por lo menos tres modelos generales de instituciones
terciarias en la Iglesia y de sus respectivas funciones misionales:
a. Institutos terciarios dependientes. Son aquellos que tienen una alta dependencia
financiera de la Iglesia y sirven exclusivamente a un territorio eclesiástico.
Ejemplos de estas instituciones son la mayoría de los seminarios europeos que
tiene menos de 200 alumnos. Otro ejemplo es el AIIAS (Adventist International
Institute for Advanced Studies) de Filipinas. Fue creado en 1991 por la Asociación
General para servir a la Iglesia específicamente en la región del sudeste asiático
con programas de posgrado en teología, educación, negocios y algo de salud
pública. Otro caso es el seminario de África que también la Asociación General
está creando en Kenia con el objetivo de dar cursos de posgrado en teología para
los pastores africanos. Todas estas instituciones terciarias tienen en común una
marcada dependencia presupuestaria y administracional de la Iglesia. Si la Iglesia
retirara su apoyo financiero, la gran mayoría moriría asfixiada por la falta de
recursos. Este tipo de instituciones tiene un altísimo número de estudiantes que
ingresan directamente al sistema organizado adventista. Aquí la Iglesia y la
institución forman una relación de intercambio e interdependencia alta. Este es
un grupo de instituciones que va disminuyendo.
22
b. Institutos y Universidades semi dependientes. Muchas de estas escuelas fueron
creadas bajo una clara dependencia administracional de la Iglesia, a la manera
del grupo anterior, pero se han diversificado e independizado financieramente.
Este grupo continúa sirviendo a la Iglesia con obreros para las diversas ramas de
la organización. Se ofrecen carreras que directamente alimentan el sistema
organizacional, tales como teología, áreas de salud, contaduría y educación. Pero
con el paso de tiempo y con el incremento de alumnos y programas que no son
directamente para la Iglesia, estas universidades producen profesionales que en
su mayoría van a campos laborales ajenos a la organización. Ejemplos de este
tipo de institución pueden ser la Universidad Peruana Unión, la Universidad de
Montemorelos y La Universidad de Walla Walla, entre otras. Estas universidades
tienen varias ingenierías que preparan profesionales para competir por lugares
de trabajo seculares. Esta es una tendencia creciente. En este nivel de
universidades semi dependiente, la Iglesia coloca dinero pero no representa una
parte importante de los presupuestos. Estas instituciones terciarias deben
generar fuentes de recursos alternativos para cerrar sus presupuestos. Sin
embargo, la Iglesia todavía ejerce una fuerte influencia en las decisiones
administracionales desde los niveles de Unión o de División. Este grupo integra la
gran mayoría de la educación terciaria adventista.
c. Universidades avanzadas y muy independientes. Tal vez el caso más destacado
para este nivel sea la Universidad de Loma Linda en California. Alrededor del 35%
de sus alumnos son de pregrado, el resto pertenece a posgrado (38%) y a
23
entrenamiento profesionales (27%). Si algo destaca a Loma Linda del resto de las
universidades adventistas es su producción intelectual. Millones de dólares son
invertidos en producir investigación de punta. Tiene el honor de haber creado el
primer Centro de Tratamiento de Protones para tratar el cáncer de próstata en
un hospital, y hasta el 2003 el único en todo EEUU. Loma Linda se destaca por su
contribución a la solución de problemas científico-médicos. Recibe millones de
dólares por año de diversas fundaciones para hacer investigación y para
desarrollar nuevas técnicas como el tratamiento de protones. Esta universidad es
una de las cuatro instituciones directamente subvencionadas por la Asociación
General (Las otras tres son Oakgood College, Andrews University y AIIAS). Sin
embargo, el dinero que la Iglesia coloca cada año es simbólico para Loma Linda.
Esta escuela puede sobrevivir sin el aporte que la organización le da. Los líderes y
docentes se alinean con los propósitos de la Iglesia y contribuyen en esa
dirección. La influencia administracional de la Iglesia es mucho menor que en los
dos niveles anteriores.
Estos niveles de relación con la organización se refieren a la genética de la
institución que, en cierto sentido, depende del nivel de dependencia financiera que
tenga de la Iglesia organizada. Para entender las “mutaciones” de la “genética” interna
de una institución terciaria, la metáfora de la “compuerta” de un dique puede ser
adecuada para explicar el paradigma de la evolución de niveles institucionales. De
acuerdo a Schriewer (2003), para entender cómo las instituciones reaccionan a los
cambios producidos en un mundo globalizado, se dan, lo que él llama, las
24
“externalizaciones” de lo que acontece alrededor. Es decir que cuando las instituciones
buscan nuevos significados o formas de sobrevivencia, nunca lo hacen copiando
totalmente un determinado modo alternativo. Como la “compuerta” de un dique
“filtran” los contenidos y alternativas de acuerdo a las tradiciones e ideas internas para
regular el flujo del cambio y no ser “inundados” con innovaciones foráneas. En otras
palabras, las universidades pueden evolucionar del nivel uno al tres dependiendo de las
necesidades internas y contextuales. Las formas de dependencia y servicio directo o
indirecto a la Iglesia tienen un gran impacto en la praxis institucional. Las necesidades
pueden ser de tipo administracionales, financieras o ideológicas. Este filtrado de flujos
que las universidades efectúan hace extremadamente difícil definir con exactitud el
momento de evolución de una institución terciaria. En la medida que una institución
pasa del nivel uno al tres, las decisiones por mantener una fuerte relación e
identificación con el modelo tradicional adventista de universidad se ven
comprometidas. Una posible forma de conservar una identificación con la misión de la
adventista, en los niveles dos y especialmente tres, es mantener un alto índice de
docentes y alumnos de la iglesia. Esta misma idea de “compuerta” parece afectar a los
docentes y alumnos que también tienen sus propias versiones de “externalizaciones”
con filtros. Algunos llaman a esto secularización (Benne, 2001) y es una forma sutil de
modificar creencias bíblicas con ideas antitéticas. Para evitar el caos ideológico y
administracional se debe buscar una reformulación colegiada y consensuada de la
función de una escuela adventista basada en los principios que vienen de la Biblia y de la
inspiración que la Sra. White dejó. Todos sus actores deben ver la “quinta esencia” y
25
hacerla suya a través de una planificación que plasme la misión en todas sus
dimensiones institucionales. Es imperativo hacer evidente las ideas de la educación
adventista y no dejarlas a la deriva. Si no se hace esto, es probable que se divague entre
alternativas contradictorias tanto en lo personal como en lo institucional.
2. Responder a la pregunta de cuál es la contribución de una institución adventista. El
objetivo de preparar obreros y líderes para la organización es y será, hasta que Cristo
venga, una contribución válida y necesaria. Pero las instituciones se mueven
rápidamente desde el nivel uno al dos, con cierto grado de libertad porque el sistema
reproductivo de las administraciones eclesiásticas lo ven con buenos ojos. En el nivel
dos, la producción de recursos humanos excede ampliamente la capacidad y
necesidades de la obra organizada, como ya se mencionó. ¿Cuál es entonces la
diferencia en un ingeniero marítimo de Walla Walla o un arquitecto de la Universidad de
Sahmyook en Corea? El valor agregado que tiene una universidad adventista se puede
expresar en por lo menos cuatro dimensiones centrales, a saber:
a. La preparación académica es una de las razones básicas de la existencia de
universidades. Aun cuando las propuestas académicas tienen elementos en
común con otras universidades, éstos deben ser excelente. La Sra. White
(1913/1991) lo destaca claramente cuando dice que, “Nuestros colegios
debieran estar muy adelante en la vanguardia de la más elevada clase de
educación…” (p. 44). La calidad de entrenamiento y de adquisición de
habilidades en una cierta disciplina es sin dudas uno de los imanes que atrae
jóvenes nacionales e internacionales a un programa de estudios y es un
26
propósito central de una escuela (Albach y Knight, 2007). Muchas instituciones
tienen problemas para desarrollar carreras que sean sobresalientes. Clark (2001)
sugiere que los departamentos de las universidades tendrán que cambiar sus
curriculum cada 2 o 3 años para asegurar que el contenido de enseñanza refleje
el rápido avance de las ciencias. A veces se da el mensaje de que porque son
adventistas todo está bien y es de mayor calidad que las instituciones de afuera.
Según varios estudios (Dey, Milem, y Berger, 1997; Dundar y Lewis, 1998; Lee y
Rhoads, 2004; Serow, Brawner y Demetry, 1999), la falta de planificación y la
improvisación traen desprestigio y pérdida de alumnos.
b. Contribución científica. Una universidad tiene la tarea de expandir una profesión
y por lo tanto de crear nuevos descubrimientos que den soluciones a
problemáticas particulares (Boyer, 1990). Esta es una contribución significativa
que muchísimas instituciones terciarias y universitarias adventistas no hacen.
Esas instituciones se parecen más a secundarios especializados que a verdaderas
casas de altos estudios (Greenleaf, 2005). Un ejemplo de ello son las formas de
enseñanza de los posgrados. No se requiere producción intelectual de los
docentes ni de los alumnos de maestrías o doctorados. Se gradúan cientos de
estudiantes de posgrado en el mundo sin haber alcanzado a desarrollar
habilidades de productividad investigativa. Algo muy similar sucede con los
profesores. Los administradores deben preguntarse, ¿qué innovación trae el
cuerpo de docentes a una determinada disciplina? ¿Se enseña sólo basado en lo
27
que otros han descubierto? La Sra. White (1903/1996) deja muy en claro que la
investigación es muy importante cuando dice que se debe,
…educar a los jóvenes para que sean pensadores y no meros reflectores de los pensamientos de otros hombres. En vez de restringir su estudio a lo que los hombres han dicho o escrito, los estudiantes deben ser dirigidos a las fuentes de la verdad, a los vastos campos abiertos a la investigación en la naturaleza y en la revelación. (p. 17)
¿Qué solución trae esta universidad a los problemas concretos y científicos que
rodean a la gente? ¿Cuál es el aporte de las instituciones adventistas a la ciencia
que armonice con la Biblia? La Sra. White (1881/1948) lo repite en múltiples
pasajes, “La ciencia debe ser vista desde un punto de vista religioso” (p. 427).
Una universidad es mucho más que una serie de buenos deseos. La creación de
conocimiento debe ser parte integral de una escuela adventista superior, no una
opción. Para que esto sea una realidad, es necesario capacitar a los docentes,
darles tiempo y recursos y crear una serie de estímulos que les permita
emprender investigación con el financiamiento de múltiples sectores y no sólo
de la institución.
c. Un entrenamiento integral con un modelo de vida alternativo. Es curioso como la
gran mayoría de las universidades adventistas citan en sus bases filosóficas ese
famoso texto de la Sra. White que se encuentra en el libro de La Educación, “la
verdadera educación… es el desarrollo armonioso de las facultades físicas,
mentales y espirituales…” (p. 13). Pero la pregunta es, ¿dónde está el desarrollo
de las facultades físicas y manuales que la Sra. White tanto promueve? Ella habla
frecuentemente del desarrollo de manualidades y aprendizaje de oficios. Un
28
ejemplo innovador puede ser la Universidad de Montemorelos que tiene una
serie de actividades obligatorias que son piezas esenciales del plan de estudio de
todos los programas. Como parte de una educación integral y para desarrollar
todas las dimensiones de la persona, los alumnos tienen que entrenarse
físicamente para un examen anual donde todos son evaluados por el progreso
físico. También deben rotar por diversos talleres de aprendizaje manual
diferenciados por sexo. Finalmente, ellos tienen que desarrollar proyectos de
ayuda comunitaria donde integran sus habilidades técnicas con su fe. Esta
universidad parece estar aplicando los principios de una educación
transformacional que parece seguir los principios de educación adventista.
d. Un modelo bíblico de racionalidad. Desde un principio, la Sra. White (1889/1948)
lo destaca como la gran contribución de una institución adventista, “La fuerza de
nuestro colegio está en mantener el ascendiente del elemento religioso” (p. 14).
¿Qué significa ese componente religioso? Es sin dudas toda una nueva y
renovada racionalidad que interpreta la realidad y actúa desde una perspectiva
bíblica. La Biblia coloca las bases para una concepción del hombre, el mundo y la
vida en general como siendo escatológica. Es decir que el presente estado de
cosas es entendido como pasajero y que se renovará con la segunda venida de
Cristo. La terminación del mundo, con la consecuente salvación o pérdida de los
seres humanos, es el filtro interpretativo y al mismo tiempo el motor para la
acción. Este componente escatológico debe permear todo el sistema de ideas y
acciones diarias del personal y alumnos de una universidad. Esta perspectiva de
29
la realidad y de la vida transforma sus actores y los alinea con una misión que los
trasciende. Los pioneros se motivaron y revolucionaron su entorno movidos por
una serie de ideas escatológicas que funcionaron como motor y norte de acción
(Knight, 2008). Esta dimensión es la que dará al graduando un compromiso con
la misión de la Iglesia y con la sociedad, no importa cuál es su profesión o si
trabaja o no para la obra organizada. Apoyando esta idea, aunque no asociado a
una iglesia en particular, Kronman (2007) argumenta que la gran mayoría de las
universidades en EEUU han perdido la dimensión de “sentido de vida”. Es decir,
que se han transformado en escuela de entrenamiento profesional sin tener en
cuenta las otras dimensiones, como por ejemplo la espiritual y de valores para la
vida. De acuerdo a Yang (2003) esta tendencia se da también en todo el mundo.
La componente espiritual es sin dudas una contribución esencial en una
universidad adventista. Sin esa construcción de la racionalidad desde una
perspectiva bíblica, las instituciones de la Iglesia generan una contra cultura que
afecta negativamente la misión para las que fueron creadas. Es decir que la
producción de recursos humanos, valiosa para la misión profética de la Iglesia, se
ve alterada en su esencia.
En síntesis, una escuela adventista superior se propone una alta calidad de
entrenamiento con investigación que hace aportes significativos en el contexto de un
desarrollo integral y espiritual de sus alumnos enmarcado en una cosmovisión bíblica
escatológica. Estos componentes hacen de la universidad adventista una contribución
30
única en su género. Esta suma de elementos es la “quinta esencia” que distingue a una
universidad adventista.
III. Financiamiento de la educación. ¿Cómo se financiaban las instituciones educativas al
comienzo de la obra? Es delicado comparar directamente las economías y los gastos que
instituciones de hoy tienen con las del pasado. Se podría asumir que la complejidad de las
demandas del siglo XXI hace que las instituciones terciarias sean más caras y difíciles de
administrar de lo que fueron en el pasado. Aunque esto sea verdad, es posible encontrar
algunos principios directrices para el presente. El colegio de Battle Creek, luego Andrews
University, fue establecido sobre la base del auto sostén. Es decir, que los alumnos, en su gran
mayoría, debían trabajar para pagarse sus estudios. Además, esto les daba la gran posibilidad
de desarrollar habilidades manuales muy promocionadas por la Sra. White como un elemento
original y básico para el éxito en la vida. El entrenamiento manual tenía una doble función, la
de ganarse los estudios y la de aprendizaje, como lo aclara la siguiente cita del libro La
Educación:
Mientras estudian, muchos alumnos recibirán una educación más valiosa si se sostienen a sí mismos. En vez de incurrir en deudas o depender del sacrificio de sus padres, los jóvenes de ambos sexos deben depender de sí mismos. Así apreciarán el valor del dinero y el tiempo, las fuerzas y las oportunidades, y estarán menos expuestos a la tentación de adquirir hábitos de ociosidad y derroche. Las lecciones de economía, laboriosidad, abnegación, administración práctica de los negocios y firmeza de propósito que así aprendan, constituirán una parte importante del equipo necesario para librar la batalla de la vida. Y la lección del sostén propio, aprendida por el alumno, contribuirá en gran medida a preservar las instituciones de enseñanza de las deudas con las cuales tantos colegios han tenido que luchar, y que han contribuido a menoscabar su utilidad. (p. 221)
Una declaración parecida y aún más reveladora se encuentra en Consejos para los
maestros, padres y alumnos, como sigue:
31
…¡cuánto podría ganarse si se siguiese el plan del sostén propio! El estudiante se vería a menudo capacitado para dejar la institución educativa casi o completamente libre de toda deuda personal; las finanzas de la escuela estarían en condición más próspera; y las lecciones aprendidas por el estudiante mientras adquiría esta experiencia en su propio campo, le serían de valor indecible en los campos extranjeros. (p. 513)
El modelo original de financiamiento estaba basado en el principio de sostén propio. Los
alumnos debían trabajar y estudiar al mismo tiempo. Esto era visto como no sólo de beneficio
para los alumnos, sino que específicamente contribuía a la salud financiera de la institución.
Siguiendo este principio, las instituciones terciarias y hasta de nivel medio han,
tradicionalmente, creado industrias para dar empleo a los alumnos con la posibilidad de
autofinanciamiento. Durante décadas esas fuentes de trabajo dieron oportunidades educativas
a generaciones de obrero que salieron de hogares humildes.
Lamentablemente, desde los años 80 y 90 hubo un fuerte movimiento de cierre de
industrias en instituciones terciarias de los EEUU. Los ejemplos más sobresalientes son el de
Loma Linda Food y las fábricas de Andrews University. Estas decisiones sentaron precedentes
que se expandieron a varias instituciones que dieron el mismo paso dentro y fuera de EEUU.
Evidentemente esas industrias daban pérdidas. Pero lo curioso es que varias de esas fábricas
están dando rédito en las manos de dueños privados. La red de mercados “Apple Valley” que
pertenecía a Andrews está ahora funcionando con dividendos. Un ejemplo positivo es la
lechería de Andrews que también estuvo a punto de venderse. Un grupo de empleados de
Andrews decidió sacar a flote la lechería para que no sea eliminada. Hoy es una empresa que da
ingresos y gana premios por la calidad de sus animales y producción. Hay muchos ejemplos
dignos de mención. Algunos de ellos son la fábrica de pan de la Universidad de Perú que daba
pan a los estudiantes para que salgan a venderlo por los barrios. Otro caso muy destacado es el
32
de la fábrica de alimentos naturales de la Universidad de Colombia. Esta empresa no sólo da
trabajo a los estudiantes, sino que sostiene la universidad con más de la mitad del presupuesto
total.
Hay otras instituciones educativas en EEUU que ponen en práctica los principios de
sostén propio. Ejemplos de ello son los Colegio de los Ozarks y Berea que tienen un sistema de
auto financiamiento a través de un programa de trabajo para los alumnos. A cada alumno
aceptado se le requiere que trabaje entre unas 10 o 15 horas por semana en una docena de
diferentes departamentos en el campus. Los estudiantes ganan suficiente como para pagar
libros, internado, comida y gastos personales. Estas dos instituciones están aplicando el modelo
de auto financiamiento que la Sra. White promovió hace tanto tiempo atrás, por increíble que
parezca.
Específicamente, en el Colegio de los Ozarks, además de las horas semanales durante el
semestre, los estudiantes deben trabajar dos semanas de 40 horas por año cuando no están en
clases. Combinando el trabajo con becas y descuentos, los alumnos pueden pagar el costo de
sus estudios anuales.
En el colegio de Berea, cerca de un 30% de los estudiantes trabaja en áreas académicas
(incluyendo el centro de cómputos y la biblioteca), 20% en las oficinas administrativas, 20% en
mantenimiento y servicios de comida, 10% en una de las cinco áreas de fábrica (escobas,
cerámicas, tejidos, carpintería y herrería), 10% en la administración de un hotel y el 10%
restante en programas de servicio comunitario. Después de su primer año, los estudiantes
tienen la opción de solicitar trabajos en el campus que mejor combinan con sus intereses
personales y objetivos profesionales.
33
Por otra parte, muchas instituciones terciarias adventista se ven obligadas a promover
un presupuesto basado casi exclusivamente en las cuotas de los estudiantes, debido a las
limitadas oportunidades de sostén propio que ofrecen. Los aportes de la Iglesia varían de
acuerdo a la relación financiera de la institución con la Iglesia; pero para el nivel dos y tres de
dependencia es más bien la Iglesia la que se beneficia de estas instituciones con los diezmos y
ofrendas que recibe. Ahora, ¿qué clase de alumno puede pagar una educación privada como la
adventista? Es muy probable que el joven adventista promedio tenga serios problemas para
costear mensualidades de hogares de clase media alta. Esto es especialmente cierto en el tercer
mundo en donde las iglesias son predominantemente de clases sociales pobres. Por otro lado,
en EEUU, muchos jóvenes sacan préstamos que el gobierno subvenciona con un interés muy
bajo. Si bien esta es una alternativa viable, varias de las instituciones adventistas terciarias de
EEUU están clasificadas, por el US News & World Report, como las que tienen más alumnos
endeudados al terminar sus estudios. Esta es una situación no muy envidiable y es en gran
medida una consecuencia de la eliminación del programa de trabajo que caracterizó a las
instituciones adventistas pioneras.
Finalmente, parece haber otro elemento que es muy controversial y está asociado a la falta de un programa de sostén propio para estudiantes. Se trata del perfil de alumno que estas instituciones atraen. Muchos de los alumnos que vienen de familias de recursos pueden transformar la cultura interna de la institución de modo negativo. Sin ánimo de menospreciar a los más acaudalados, muchos de estos jóvenes traen modas y costumbres que realmente no combinan bien con el modelo de vida que se intenta promover en una institución cristiana. La solución no está en impedirles el ingreso, sino más bien en reorientar las
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condiciones de trabajo, servicio y conductas dentro de la institución. Muchos de estos jóvenes pueden servir a la Iglesia desde los más diversos ángulos y ser de poderosa influencia. Pero una universidad sin un curriculum de estudios y actividades balanceadas puede también crear alumnos, de los más variados niveles sociales, con una percepción de la realidad distorsionada y desfasados de los planes de Dios para ellos. Como se expresó más arriba, las actividades co-curriculares de una universidad tienen una poderosa influencia sobre la vida presente y futura de los jóvenes. En este sentido, el auto financiamiento tiene múltiples ventajas. Las fábricas universitarias y algunas de sus características Volviendo a la realidad de las fábricas, ¿qué características básicas de éxito tienen
algunas fábricas de universidades adventistas? Se observan las siguientes:
1. Sistema administracional. Un elemento que parece ser común a todas las fábricas de
universidades adventistas con éxito, es que poseen un sistema de administración que
deja espacio para que los administradores y empleados puedan innovar y reaccionar
rápidamente a los cambios del mercado. Las estructuras de decisiones no dependen
directamente de la administración central de la universidad y las ganancias no son
absorbidas inmediatamente por la administración. El superávit es entendido como el
excedente después de haber renovado y mantenido las máquinas y equipos de la
producción. Además, estas empresas capacitan al personal y le dan posibilidades para
que crezcan profesionalmente. Así estas industrias se permiten estar al día con la
competencia y con un mercado demandante.
2. Empleados. Otro elemento clave común a estas fábricas que operan con saldos
positivos, es el uso de los recursos humanos. Se ven muy pocas duplicaciones de
35
estructuras administracionales, cantidades innecesarias de alumnos contratados para
que hagan muy poco y obreros full time para hacer tareas que un empleado más
económico puede hacer. Hay muchas historias de negocios ineficientes en la Iglesia por
causa de un uso inapropiado del tiempo y funciones del personal. Aquí también entra el
tipo de gente que se contra. ¿Es el director de la fábrica una persona cristiana pero al
mismo tiempo idónea en la administración de negocios? Desde el punto de vista de este
trabajo, parece una contradicción que haya administradores en posiciones claves que
tienen muy poca experiencia y motivación para llevar adelante una fábrica. Muchos de
ellos parecen están allí porque son parte del sistema de obreros y es un empleo más.
3. Cultura emprendedora. Finalmente, los negocios prósperos de universidades
adventistas parecen tener una cultura que tolera y promueve el riesgo. Esta cultura no
es el producto de predicaciones o arengas, es más bien el resultado de un sistema que
permite la producción con estímulos que sirven de base para la innovación. Si un
empleado cobra su sueldo a fin de mes independientemente de cuánto o cómo trabajó
ese mes, es probable que este simple hecho elimine de su mente muchos deseos de
mejorar y traer renovaciones. La idea de bonos o premios por resultados positivos es
también una práctica común que beneficia y estimula a los empleados a comprometerse
con la productividad. Y aquí no se habla de dinero solamente, se trata de que el
empleado vea que su esfuerzo trae también rédito a la causa de Dios en términos
observables y no en meras pláticas y generalidades.
Finalmente, es apropiado mencionar que algunas universidades están enfrentando
problemas legales para contratar alumnos. Para poner un caso, la Universidad Adventista del
36
Plata, en Argentina, recibió una multa del fisco argentino por unos tres millones de dólares en
el 2007 por contratar alumnos y no darles las prestaciones de empleados normales. La
universidad tuvo que negociar parte de la multa y buscar acuerdos con el gobierno para
resolver la situación. Este tipo de situaciones hace más difícil una actividad que de por sí es
compleja. Ataques fiscales pueden ser aún más pronunciados si una industria da altas
ganancias. Se debe estar preparado de antemano en lo legal para evitar interrupciones de
programas de sostén propio. La elaboración de documentos que expliquen la validez y
condiciones de los programas de trabajo pueden ser de gran utilidad ante autoridades fiscales
de los gobiernos.
IV. La administración eclesiástica y la universidad. Esta problemática puede verse desde dos
grandes aspectos. La primera tiene que ver con las estructuras administracionales que
gobiernan la educación superior adventista y la segunda con la necesidad de estrategias
comprehensivas que eviten la superposición y derroche de recursos.
1. Estructural. Los sistemas de juntas y comisiones surgieron con los pioneros desde el
mismo comienzo de la Iglesia. La motivación inicial, entre otras, era llegar a acuerdos y
nuevas ideas con el aporte de muchas mentes para formar un liderazgo colegiado
(Knight, 2001). Pero con el paso del tiempo, este modelo administracional se ha
transformado en extremadamente burocrático y jerárquico con más niveles
administracionales que la misma iglesia católica, como bien lo explica el Dr. George
Knight (2007). Como es de esperar, esta compleja maquinaria administracional se
traslada a las universidades. Una universidad de Unión o División tiene en sus juntas
plenarias representantes de todas las asociaciones y campos. Hasta aquí todo podría ser
37
interpretado como un asunto de “representatividad” de los campos servidos por la
institución. El problema es que muchos de esos representantes no tienen conocimiento
de la dinámica de una universidad. Son en su gran mayoría líderes religiosos y como
tales conocen de asuntos eclesiásticos. Para ilustrar el caso, el presidente de la Unión,
dentro de la cual opera una universidad, es el presidente del consejo máximo de la junta
administracional de una universidad. La pregunta es, ¿cómo llega un pastor a ser
presidente de una Unión? Normalmente tiene que ser un pastor de éxito y haber
administrado algún campo o asociación con destreza. Es un líder que esencialmente
conoce los asuntos que hacen a la Iglesia. Aun cuando haya tenido que tratar con
problemáticas educacionales, la gran mayoría de ellas fueron de nivel primario y
secundario. Sin ánimo de despreciar a estos valiosos hombres, gran parte de ellos tienen
muy poca experiencia académica y de estudios posgraduados. Sin embargo, el sistema
organizacional los coloca como los hombres que tienen mayor influencia en las
decisiones que afectan profundamente el desempeño de una universidad. Para hacer el
cuadro más complejo, la mayoría de sus asesores y líderes de otros niveles
administracionales están más o menos en la misma situación. ¿Qué alternativas hay
frente a un esquema administracional como este? Algunas de ellas pueden ser las
siguientes:
a. Reformular las estructuras. Tal vez la opción más radical sería colocar como
cabeza de la junta de gobierno al director de educación de la Unión o División. Se
supone que este hombre tiene un amplio conocimiento de la realidad educativa
como director del departamento de educación. Otra opción sería crear una
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junta, con un grado de especialización mayor, para que tome decisiones
específicas. Esta junta especializada podría tener miembros que van más allá del
período de reelección. Muchas administraciones públicas usan cuerpos
colegiados de administradores de carrera que no tienen un color político para
dar continuidad a los proyectos. Algo parecido a esto se está implementando en
Colombia con dos uniones dentro del mismo país. Hay un solo comité nacional
de educación que atiende las necesidades educativas de las dos uniones y su
coordinación no termina cuando se renuevan las administraciones de las
uniones.
b. Reformular la representaciones. Otra posibilidad, manteniendo el modelo actual,
es la de invitar a laicos y educadores expertos a que formen parte de las
decisiones más trascendentes de la universidad, dándoles voz y voto. Esto traería
nuevas ideas y un flujo de balances muy necesarios para la administración
general de una institución terciaria. Este modelo no es nuevo, muchas
universidades están aplicando esta forma de gobierno con resultados positivos.
c. Entrenamiento. Por último, se hace imperiosa la necesidad de crear espacios de
entrenamiento para los líderes que tienen que tomar decisiones muy
importantes dentro del actual modelo de administración. Sería muy apropiado
preparar manuales de principios de administración universitaria para los líderes
de la Iglesia. Esto permitiría dar una introducción a las dinámicas propias de una
institución de tipo terciaria. Allí se discutirían características básicas, perfiles
universitarios, procedimientos y problemáticas.
39
Finalmente, se debe reconocer que las estructuras administracionales de las
universidades, muchas veces, están polarizadas porque son también escenarios de
luchas de poder ideológico y hasta de política interna. Este fenómeno es ampliamente
visible en universidades públicas y privadas de todo tipo. Pero esto no impide que se
mejoren los procedimientos y se tomen mejores decisiones. Repensar los modelos y
alternativas es saludable para todos en última instancia.
2. Estratégica. Aquí la pregunta es simple y directa, ¿a qué se quiere llegar con una
expansión masiva de las instituciones terciarias? La primera respuesta puede ser la
evangelización. Las universidades también son vistas como fuentes de recursos para las
uniones especialmente. Sólo para dar un ejemplo, los diezmos de algunas universidades
son mayores a los de toda una asociación de iglesias. Algunas uniones se benefician
enormemente de los fondos que las universidades les proveen para proyectos. Pero así
también muchas administraciones eclesiásticas tienen que drenar dinero de las iglesias y
mantener instituciones que no están bien administradas o han sido mal organizadas. Un
sistema reproductor y cuantitativo como el de plantar una iglesia en cada barrio es
altamente deseable en el contexto de la misión evangélica. Sin embargo, las
instituciones terciarias son enormemente más complejas que una iglesia. Una
congregación paga luz, agua, la mayor parte del tiempo está desocupada, tiene una
estructura edilicia y de mantenimiento muy simple cuando se la compara con una
universidad. En otras palabras, se debe ser muy cautos al crear una institución que tiene
una complejidad creciente y demanda recursos insospechados para el ojo
desentrenado. Sólo para dar algunos ejemplos, Andrews University gasta alrededor de
40
dos millones de dólares por año sólo para mantener el parque de la universidad. Esto
incluye limpieza de la nieve, personal, pasto, flores, y otros por menores. La Universidad
de Montemorelos cuesta alrededor de unos cincuenta mil dólares por día para operar
en todas sus dimensiones con números negros. Las universidades son extremadamente
costosas y requieren de administraciones racionales para no caer por su propio peso.
Otra problemática que ha estado afectando a la iglesia y sus recursos es la
creación de universidades que se superponen en su campo de influencia eclesiástica. En
EEUU hay varios casos que darían para escribir libros de tan complejos que son. Uno de
ellos es el de California. Interesantemente, allí hay tres instituciones terciarias (Pacific
Union College, La Sierra University y Loma Linda University) que ofrecen una amplia
gama de títulos superpuestos. La Sierra University y Loma Linda University están a sólo
40 Km de distancia una de la otra. El lector puede constatar por sí mismo la cantidad de
programas que ambas instituciones ofrecen al mismo tiempo. Esto representa millones
de dólares en “competencia interna.” Otro caso patético es el de los seminarios de
Europa. Hasta hace unos 15 años atrás, los alumnos de Italia, España, Portugal, y otros
países de la División Euroafricana concluían sus dos últimos años de estudios pastorales
en el Seminario de Collonges, en Francia. Hoy Italia y España, por poner un ejemplo,
tienen los cinco años para llegar a ser pastores. La única gran diferencia es que no
tienen los recursos que un seminario completo requiere y están con serios problemas
financieros. Al mismo tiempo, esto ha afectado enormemente al seminario de Francia
que se vio sin los alumnos de los otros países. Ahora las uniones de estas instituciones
terciarias pequeñas están constantemente colocando dinero para que no desaparezcan
41
del mapa. Situaciones como esta se ven en muchas divisiones del mundo adventista. Sin
embargo, hay también ejemplos de racionalidad administracional. Tal es el caso de las
tres universidades del estado de San Pablo en Brasil. Brevemente, el antiguo Instituto
Adventista de Ensino de Brasil, con dos campus, se unió en una administración central
con el Instituto Adventista de Hortolandia dentro del mismo estado. La Iglesia creó un
rectorado con tres campus y tres rectores locales llamando al todo Universidad
Adventista de San Pablo (UNASP) Campus I, II y III. La oferta de carreras está distribuida
entre los tres campus para evitar competencia entre las tres escuelas. Lejos de ser un
sistema perfecto, es una salida racional a la superposición que estas instituciones
puedan crear.
Finalmente, observando el comportamiento de muchas universidades adventistas, se
puede llegar a la conclusión de que se están copiando mutuamente. Se duplican programas,
estilos de trabajo, técnicas de reclutamiento, búsqueda de fondos, páginas web, etc. ¿Cuál es la
causa de estos hechos? Evidentemente, la Iglesia no tiene una estrategia global de desarrollo
universitario. Las instituciones parecen “pelear” por los mismos objetivos de expansión dentro
de un marco de recursos restringidos. Una posible explicación a estas tendencias es la
competencia e internacionalización que las universidades están experimentando (Yang, 2003).
Según Stromquist (2007), las universidades compiten por los mejores docentes, alumnos,
recursos y posición que en un contexto globalizado hace de esta competición una lucha
internacional. DiMaggio y Powell (1983) lo llamaron isomorfismo o una forma de copiado
institucional que es atribuido al intercambio de administradores. Dey et al. (1997) lo
identificaron como homogenización de las diferencias. Riesman (1958) lo caracterizó con la
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metáfora de “la procesión académica de la víbora.” Donde va la “cabeza” (Universidades líderes
tales como Andrews, Loma Linda, Montemorelos, y otras.) sigue el “cuerpo” (el resto que no
lidera). Por jocosa que parezca la imagen, sirve para explicar, por ejemplo, el auge de posgrados
que muchas instituciones terciarias intentan poner en acción. Esta misma idea de isomorfismo
se aplica a las administraciones eclesiásticas que no quieren quedarse atrás en organizar
instituciones terciarias y competir por poder e influencia (Stromquist, 2007).
Para concluir, la Iglesia debe sistematizar los recursos disponibles con un plan maestro
de desarrollo intencional de las escuelas que quiere promover y financiar. Son necesarias
estrategias regionales con modelos que contribuyan a la misión que tienen en común. Este tipo
de reorganización y control de los recursos es indispensable para optimizar los escasos fondos
disponibles de, especialmente, los países del tercer mundo. De no tenerse en cuenta estos
aspectos, es muy probable que el mismo sistema creado para el avance de la obra termine
frenando su desarrollo y se generen enemistades y competencia que no favorezcan a la Iglesia
en su totalidad.
Conclusión La administración de la Iglesia y los miembros invierten millones de dólares para poner
en marcha un sistema unificado de educación superior en beneficio de una misión. Pero como
consecuencia de una expansión cuantitativa no planificada del sistema educacional adventista
de instituciones terciarias, hoy la iglesia enfrenta grandes contradicciones y desafíos. Algunos
de ellos son el creciente porcentaje de docentes y alumnos no adventistas; implementación de
modelos de universidad conflictivos con la misión de la Iglesia; erosión progresiva del
financiamiento tradicional de industrias que lleva a una dependencia excesiva de la matrícula
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de alumnos; conflictos de administración eclesiástica atomizada que hacen difícil la puesta a
prueba de estrategias de desarrollo integral.
La realidad y contexto de muchas instituciones terciarias adventistas del Siglo XXI es
muy diferente a lo que experimentaron algunas de estas instituciones en la época de los
pioneros. Es posible inferir, de lo que se ha presentado hasta aquí, que las instituciones de hoy
tienen la misma misión de preparar jóvenes para la obra final, pero en situaciones muy
diferentes que exigen repensar los modos de hacer universidad. Sin embargo, y para no
perderse en nuevas identidades que puedan traer conflictos y contradicciones, la Iglesia debe
seriamente elaborar pautas y criterios que guíen a las administraciones a nuevos modos de
universidades basados en los principios que el adventismo de los pioneros dejó, sin intentar
modelar un único estilo de universidad.
El mayor asunto a considerar como conclusión después de todo, es que, según se ha
discutido aquí, gran parte del esfuerzo educativo que se hace puede más bien ir en contra de la
misma Iglesia. ¿Cómo es esto posible? Si se producen jóvenes profesionales que no han sido
entrenados según la cosmovisión bíblica, no es muy difícil ultimar que se está educando para
otros propósitos que no están enraizados en una visión profética ni escatológica de la realidad.
Es más, algunas de las universidades adventistas están siendo campos de entrenamiento que
van abiertamente en contra de la misión de la Iglesia. Son centros de ideas teológicas
secularizadas y mundanalizadas que cuando llegan a la iglesia local a través de sus graduados
tienen efectos nocivos que enferman a las congregaciones. Jóvenes con éxito profesional y no
orientados hacia la misión evangélica son un subproducto que el sistema educativo terciario de
la Iglesia no se puede permitir.
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Wayne Gretzky, uno de los jugadores de hockey sobre hielo más destacados en la ligas
de Jockey Norteamericano, dijo alguna vez, “Los buenos jugadores de hockey van donde va a
estar el disco, no donde está ahora.” Tal vez esta sea una metáfora que puede guiar el devenir
de la esencia profética de la educación universitaria de la Iglesia adventista.
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Publishing Association. Citación de este trabajo: Gregorutti, G. (2009). Tendencias y problemáticas en el sistema universitario adventista
mundial: una reflexión con alternativas. Ponencia presentada en el Primer Congreso Interamericano de Maestros, Cancún, Quintana Roo, México.