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1. Como e n otr os pa ses l at inoame ric anos t ambi n en .la Arge n-
t ina la ideologa pos itivis ta des empe un cons idera bl e papelhe-
gemnico tanto por su capacidad para plantear una interpretacin
.veros mil de es tas re al ida de s nac ional es cuanto por ar tic ul ars e con
instituciones que -como las educativas jurdicas sanitarias o mili-
tares- tramaron un slido tejido
de
prcticas sociales en el mo-
mento de la consolidacin del Estado y: de la nacin a fines del
siglo pasado
y
comienzos del actual. De hecho la incorporacin
m s ple na al merc ado mundi al y la s t are as de homoge ne iza r fa s es ~
tructuras sociales para tornar gobernables a pases provenientes. del
perodo de enfrentamientos civiles posindependentistas -eoincidie-
ron c on una eta pa de centr ali za cin e sta tal y cori fa -pe ne tra oi r i
y difusin de la filosofa positivista. < ;:.~;
En el pr imer a spe ct o la i nc lusin de las economa s de l s ubcon-
tinente dentro de los cnones capitalistas gener un conjunto de .
conflictos
y
tensiones de los que las diversas ideologas imperantes
en el fin de si le la tinoa meri ca no ofre cie ron su propia ver sin.
Porque si bien el positivismo configur la mat}iz inental dominan:
te durante el perodo 1880-1910 en la Argentina y en general en
Amrica
Lat ina en es e mi smo pe r odo se as is te a una formidable
superposicin de ideologas en cuyo seno
convvfs
tendencias
tan variadas como el vitalismo el decadentismo o el espilullJismo
moder ni sta que el riel del ur ugua yo Rod propuso como para di g-
ma hispanoamericano de un. xito ms que considerable a partir
de su publicacin en 1900 .
El ensa yo posi tivis ta c onst ruy su inte rvenc in dis cursi va ms
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exitosa en la doble pretensin de explicar, por una parte, los, efec-
tos no deseados del proceso de modernizacin en curso o tambin
de comprender los consistentes obstculos para que dicho proyec-
to pudiera desplegarse con eficacia y, por la otra, hacerse cargo
reflexivamente del problema de la invencin de una nacin. Existe
as toda una gama de la cuadrcula positivista destinada a diagra-
mar un modelo de pas donde las instituciones trazaran el lmite
en cuyo interior se asimilaran los sectores integrables a la moder- ,
nidad, en tanto que la variable coercitiva operara tambin institu-
cionalizadarnente expulsando de l las fracciones pre o extracapi-
tali stas renuentes a incorporarse la estr.uctura nacional. Mas si de
tal modo se desagrega del conjunto de la
Weltanschauung
positivis-
ta lo que' bien podra llamarse su mod elo de pas y su propuesta
de organizacin de la ilacin; fue la existencia de trabasnotorias
para la implementacin de aquel designio lo que
activ
unsegundo
registro temtico donde el ensayo positiy.i~ta se encarniz enel tra-
. tarniento de lo que Carlos Real de Aza llam los .males latino-
americanos . Desde Mxico hasta el Cono Sur, esta denuncia.no
. .. ....... -~ . . ....;.
escasea,
sobre
,las huellas .del Iibro en tantos aspectos
pionero
p~l
venezolano Csar Zumeta CLJyosolo ttulo,
l ontin nt rrfe r ;
mo-
def ina 'un programa' apto para una. posterior rnedicalizacin
.. . .4 ~
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del discurso abocado al anlisis de aquellos males. Al cruzarse este
. .. . _ t . . :, ~ ..;.;... \ . .,
diagnstico inquietante: con las variables,
sociodarwinianas
que
pene traban fuertemente l.~~concepciones 119s~lq.fl .qsH~;vi~~a~9;~1;>~~
rodo, la mirad~ de 1o ~ ~p.g9}}P~,?,~tiy
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el ap'aralt,pestatal
la sociedad, el positivismo fue,tambin utiliza-
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do en Amrica Latina como una i~~tarcia interpretativa del entero
pasado nacional . No obstante, tampoco aqu habra, que exagerar
la homogeneidad de ,ll~respuestas, ya que ~s sea enla . .Ye,rsi:qde
la historia mexicana que Gabino Barreda ofrece apoy:arid
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en 1914 el 30% de la poblacin llegar a ser extranjera;ila figura
del inmigrante deba resultar una evidencia imposible' de-soslayar
en la vida cotidiana de los argentinos: Pero adems estapresericia
incuestionable planteaba de 'hecho el problema'
de
-lariacionliza-
cin de esas masas y 'comunicaba esta preocupacincn'Ia'enton-
ces llamada cuestin social que, en- el plano del 'movimiento
obrero, circulaba dentro
de
las propuestas socialista y:anarquista.
Si a esto se le suma.la presin cvico-militar ejercida' por-la Unin
Cvica Radical en su puja por la ampliacin del espacio pol tico, se
tendrn algunas coordenadas centrales en cuyo interior' se'produci-
r e l en sa yo positivista r,ge'~ti(l9hastael Cen~ena~i
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rales . Por .eso, para que la coercin intraeconmic.a-fu,ncione au-
tomticamente , el capitalismo debe bloquear los senderos que
conducen a la revuelta social 6
a
la organizacin masiva' del robo
, Ambas posibilidades estuvieron efectivamente presentes 'en dver-
sos sitios de Ltinoamrica en la. poca referida y en la Argentina
el bandidismo social
y el
anarquismo, configuraron dos vas no por
cierto, de la misma, envergadura pero por momentos concurrentes
y
preocupantes, como
1
revelan la novela naturalista
y
lps textos
,socolgicos y criminolgicos del
perodo
El positivismo argenti-
no :'-como movmtento cultural de constitucin de la nacin-:-;-,
actu en ambos registros, 'comprendiendo ,de hecho que no existe
'primero una fuerza de trabajo flotante necesariamente fijaple~'ala
produccin SI de, manera paralela no se ha dominado a.1os actores
econmicos dentro
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A estas conclusiones casi cnicamente real istas ' no se.les oculta-
ba que la sustentacin de estas posturas contena un desplazamien-
to de la argumentacin racional en beneficio de los recursos del
lenguaje y las imgenes sugest ivas. Entre la pol tica y la racionali-
dad se produca as una ruptura cuyas largas consecuencias sern
exploradas hasta l mites extremos por los.total itarismos de masas
del siglo siguiente.' . ' .
si bien no eran stas las. finalidades -perseguidas por la pro-
puesta de Jos Mara Ramos Meja, la influencia de Le'Bon estar
presente a veces abrumadorarnente sobre su inspiracin a la hora
de componer as multitudes argentinasen aquellos ltimos aos
del siglo XIX No obstante, al centrarse en el papel de las masas en
la historia nacional, esta mirada tambin penetrada por categoras
darwinianas produce en principio unos efectos historiogrficos en
el sentido de lo que en jerga contempornea se denominara 'el
descentramiento del sujeto , ya que al desmarcarse del antropo-
morfismo histrico-poltico se despide del relato de alcobas y' ba-
tallas para atender
que Ramos Meja llama las fuerzas ciegas
que discurren en las entraas de la sociedad y que cumplen.su des-
tino sin odios ni carios . Simultneamente, la utilizacin de Un
modelo organicista de la sociedad y la constitucin qe ' dbjeto mul-
ti tud desde matrices biologistas definirn la presencia de las masas
en la historia como la de una fuerza fenomenal vaciada de inteli-
gencia y raciocinio. En vez de la Razn, las muchedumbres estn
motorizadas por un-puro .instintoque las aproxima .inexorablernen-
te a la animalidad; puro inconsciente, como las mujeres apasiona-
das , la hipertro fia de sus sentidos es el acompaante ineludible
de su escasa capacidad reflexiva. .
Empero, a diferencia de Le Bon, Ramos Meja descree de la tesis
inquietante de que todo hombre puede ingresar en esta-do de mul-
titud y all alienar sus potencias' racionales, dado que la materia
prima de las masas est const ituida por elementos annimos, e his-
tricamente el hombre de las multi tudes argentinas ha sido 'el indi-
viduo humilde, de 'inteligencia vaga y sistema nervioso relativamen-
te rudimentario y escasamente educado, que percibe sent imental-
mente y piensa con el
corazn
y a veces con el estmago, Este su-
jeto as reducido bsicamente a sus funciones casi vegetativas es
sin embargo capaz de agruparse en mult itud tanto para protagoni-
zar actos de barbarie como de herosmo, sanguinarios o piadosos
segn las circunstancias, pero cuyos componentes siempre requie-
ren una alta capacidad combinatoria que .naturalmente los define
en las antpodas positivas de los hombres solitarios. Por todo. ello
a ese hombre de las multitudes .deberamos ms bien llamarle el
hombre-carbono, porque en el orden poltico
Q
social desempea,
por su fuerza de afinidad, las funciones de aqul en la.mecnica de
los cuerpos orgnicos : Pero si adems la incapacidad de desarrollo
terico y racional es una connotacin del hombre multi tudinario,
en esa misma caracterizacin se recorta un espacio propio de auto-
legitimacin del intelectual, puesto que quien ejerce el arma de la
crt ica se coloca en una posicin distanciada que lo habili tara para
observar ms objetivamente a esa ciega muchedumbre en cuyas
pulsiones bsicas Ramos Meja busca la clave del pasado argentino.
Una clave que en principio quiere ser leda en las multitudes
,;:.... ,rurales, -antropolgieamente diferenciadas-segn Ramos Meja de
las urbanas, pero que tambin ejercen sobre l una
fascnacin
que
no. oculta y que ubica en esa capacidad de abnegacin sin protesta
que las llev a desempear un papel al menos ambiguo -y no slo,
negativo.- en las guerras de la independencia y en las luchas civi les
argentinas, En esa vitalidad que se identifica con los valores de la
corporalidad piensa igualmente cuando considera
benfico
el influ-
jo refrescante. que pueden' contener para la renovacin de otras
multitudes argentinas del porvenir. Despus de todo, si don Juan
Manuel de Rosas triunf sobre los dems caudillos, ello se habra
debido a que en su personalidad se produjo la sntesis de los hbi-
tos urbanos con los instintos campesinos y brbaros. Resumen de
las bajas aptitudes morales de la plebe urbana, conformaba simul-
tneamente un genuino producto de la multitud de Jos campos, y
ambas encontrarn en el Restaurador de las Leyes a su
meneur
a su Ider o conductor nacido de la ms genuina expresin de esa
superabundancia de energa a la que Darwin atribuira un desper-
tar tan salvaje como vital de las pasiones ms bravas. Fue as co-
mo la muchedumbre de los campos s desparram por toda la
repblica para engendrar las tiranas vigorosas -casi estoy tentado
de llamarlas musculares y sanguneas- que oprimieron al pas
durante veinticinco aos '.
Junto con estas preocupaciones historiogrficas, Ramos. Meja
se mostr interesado desde su prctica intelectual y su adscripcin
al grupo gobernante por obtener reglas de comprensin y cursos
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d.e ordenamiento del confuso mundo social argentino de fines de
S~~10, ~l Yo centro apareca ocupado -ahora que el mundo rural ha
s~ o e ectivamente normalizado- por una mult itud, urbana y' alu-
vional.
A.
conectarse esta presencia con el ' tema de la ciudadana,
~am~oco podan escaprsele aquellas referencias dcimonnicas
~n e na solamente Le Bon haba considerado al sufragio,univ~r-
~a ~orna un mal tan indudable como incontenible. Esta misma
l~qUletud por la ampliacin del mercado poltico era la que por
e~o Joaqun V. Gonzlez ,~ecoga ~n el debate pa~l~men ario
~ ~, y a la que se opondna todava Carlos Pellegrini, conven-
c~do cOllloestaba entonces de que el sufragio universal otorga una
nesgo~a tepresentatividad a la inmensa masa de analfabetos o de
votos inConscientes y por ende incapaces de discriminar racional- [J
mente entre las diversas opciones electorales. ' , : , ,
~~ ~
Argentina de esos aos dicha cuestinestaba ntimamente ~
asociad'[
conel
a'saf()irnigrlforl','pe'rb
adems
se conformab : : '
un l~ad() problemtico de aquella repblica posible diagramada
por lberdi y que el roquismo haba 'realizado. Como tan idnea-,
mente. lo ha explicitado Natalio Botana, ese modelose apoyaba en
la escl~lnentre productor y ciudadano,
y
al par quegarantizaba
la movIlidad del'primero en el mbito de la sociedad civil reservaba
..:-p,a~auna minora la posibilidad de operar dentro de la sociedad po-.
ltica. ll. reduccin del mercado electoral se percibe cuantitativa-
mente
ll )
bien s~ considera que para 1895 en Buenos Aires delos
216.000 varones slo' '42.00 0 eran argentinos nativos.je los cuales
a.su;.e'l. votaron ~n la,~elecciones ~e 1896 poco ms del 25
.
Esto
sign
lea
que, segun Gino Germani y para una fecha cercana, entre
el 50
y
~l 70% de los adultos varones urbanos se hallaban' exclui-
dosb~e la sociedad poltica, cifra dentro de la cual nuevamente el
pro eroa del extranjero ocupaba un lugar fundamental.
No
ha de
ko~eer S~ntido aleatorio entonces que en
s multitudes rgentin s
d amos ~eja dedique un espa~io especfico al tema inmigratorio,
eIl:
tro
cJ.ealgunos parmetros definidos, eso s, por el darwinismo
SOCIal.Segn esta ltima inspiracin ideolgica, el caso argentino
no ~oda ser una excepcin a los fenmenos deri~ados de la lucha
P?r a:S\.lpervivencia que severifican en toda sociedad entre capa-
c;dade
s
(}esiguales ; en la cual inexorablemente el ms fuerte con-
c uye D()r oprimir al ms dbil . Mas si el primer captulo del libro
marca uua acentuaci,n 'biologista que no est presente en Le Bon,
de todos modos el discurso de Jos Mara Ramos Meja sobre la
inmigracin contiene una dosis de integracionismo paterna lista que
sigue considerando a los extranjeros como- un aporte complejo
aunque imprescindible para la construccin de unanacirr moder-
na. no es que no existan remembranzas por ese interior de, vie-
ja cepa al que poco despus Manuel Glvez consagrar
cornore-
servorio de virtudes morales ante el cosmopolitismo corruptor 'de
Buenos Aires, pero en Ramos Meja esa sospecha eventualmente
xenfoba se diluye frente a la incambiada confianza en la
potenci
integradora
y
pedaggica del ambiente argentino sobre la psicolo-
ga social del inmigrante. Mediante una impiadosa aunque sincera ~
analoga, piensa que el extranjero podra recorrer en estas tierras
el sendero filogentico que lo condujera a ostentar primero. algo
as como la estructura anatmica de los peces, ms tarde la de lbs
anfibios' y por fin la de un mamfero, quiero decir -aclara-.que
, habria -seguido en el' orden de su perfeccionamiento intelectual
y
moral un transformismo semejante . Dado que, casi por milagro,
sobre aquella estructura psicobiolgica prcticamente celular el
medio opera maravillas en la plst ica mansedumbre de su cerebro
casi virgen . Como a la estatua de Condi1lac que se iba dotando de
sensaciones hasta devenir un ser humano -y segn un modelo que
a Ramos Meja debi de haberle negado a travs de los ecos de la
Ideologa en el Ro de la Plata prolongada por Lafinur, Fernandez
de Agero o Diego Alcorta=, al inmigrante arribado a la Argentina
lo iban constituyendo en sujeto humanizado la luz de este cielo y
sobre todo el sonido potente de la locomotora que arrastra el pro-
ducto de una cosecha ms que generosa. En rigor, tanto como por
la influencia ahora benfica de la inmensa llanura pampeana, el
inmigran te es regenerable para Ramos Meja tambin por el ejerci-
cio obstinado del trabajo inscripto necesariamente dentro de una
tica espontnea del produCtivismo.
Es cierto, de todas maneras, que la presencia extranjera puede
resultar a veces excesiva
y
hasta abrumadora. Como son tantos,
todo lo inundan: los teatros de segundo y tercer orden, los paseos
que son gratis, las iglesias porque 509 devotos y mansamente cre-
yentes, las canes, las plazas, los asilos, los hospi tales, los circos y
los mercados. Y sin embargo
s multitudes rgentin s
no-deja
de observar con simpata la voluntad de integracin 'de esos inmi-
grantes que se obstinan para los carnavales en disfrazarse de gau-
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chos ante la mirada sorprendida de un Ernesto Quesada, quien por
entonces confesaba que a los propios estancieros nativos-jams-se
les ocurrira adornarse con semejante atuendo. , ; .,
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la apariencia ha desempeado siempre un papel mucho In-s im-
portante que la realidad , Estos smbolos adoptanan ante las mul
titudes su forma ms penetrante cuando se configuran
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nes,
y
por eso los autnticos conductores han sido quienes hanlo-
grado con frases ruidosas y vivos colores la inaterialiiilCiQ rnstai1:
tnea de una idea en una imagen grandiosa. En la histoi ii( te ~ieht,
Aristbulo del Valle encarn en los sucesos del 9 0 esa figura del
tribuno que sedujo a unas muchedumbres que Ramos Meja dscri-
be como aniadas y femeninas en su inocente ingenuidad y.su fcil
apasionamiento por la verba impetuosa del caudillo de turno-Pero
este xito popular deba pagar el duro precio de esa excesiva ve,cin-
dad entre intelecto-y pasin a la que Del Valle habra cedidol. : tr i-
butando as un culto riesgoso a la infiel hetaira de las masas . Por
el contrario, es en Carlos Pellegrini en quien Ramos Mejia-coloca
su paradigma d poltico necesario para la relacin
Estado sce
dad que considera rcomndable para, ese momento argntirio.
Descredo de los prodigios de las turbas.Carlos Pellegrini esdibu-
jado en Las multitudes argentinas en este entrecruzamient de tu- .
telaje poltico y organicismo social, dado que si lasociedad st
concebida segn la metfora del cuerpo , entonces las crisis y con- ,
flictos sociales sern coherentemente traducidos como enferme-
dades, y el pol tico resultar por fin invest ido de ropajes mdicos.
Es lo que justamente ocurre con Pellegrini, que. en los asuntos
de la poltica y del gobierno es un clnico, ms que n sabc. aun-
que tenga envergadura de tal, que
aplicaconmaravillcsoaciertola
teraputica sin olvidar el temperamento y la idiosincf.asi~,de-sus
enfermos: a la cabecera del paciente, las ilusiones sobreaplicacio-
nes imprudentes de que se apasionan los nefitos quedan
n
los
bolsones de su carruaje , . , ,\( , ,f,~ , .,:
Empero, no se trata solamente de un problema de: dIn gehtes,
y s de considerar tambin el estado en que se hallan las rnultitu-
desen
esa hora de construccin de
lanacionalidad.
Aqu, en reali-
dad Ramos Meja lamenta la inexistencia de la efervescente
pasin
pol tica propia de las mult itudes en estado dinmico , nicas que
podran lograr una participacin real en la polt ica y de se incido
aportar a ese recurso de los pequeos y annimos que es la demo-
cracia. Dicho inmovilismo hunde sus races en una ausericia de
ideales pblicos que marcha de la mano con el espr itu-fenicio que
las nuevas formas econmicas han promovido en las grandes ciuda-
....
e des argentinas. De all que si la multi tud dinmica de la emancipa-
cin era romntica, belicosa y emocional la de la ti rana rosista,
y
creyente y revolucionaria la que actu hasta 1860, el esti lo polt i-
co posterior y el aluvin inmigratorio amenazan con desquiciar la
fisonoma nacional. De todas maneras,
que Ramos Meja llama
el plasma germinat ivo de la Argentina lo convence de que con
una cierta dosis de educacin nacional finalmente se lograr la
segura cristalizacin de una nacionalidad. Slo entonces emerger
una autntica mult itud polt ica que susti tuir orgnicamente
a las actuales agrupaciones artificiales y personalistas, por no decir
facciosas, Claro que no est ausente de esta preocupacin el temor
de que, de no ser as, el da que la plebe tenga
hambrej.Ia
multi-
tud socialista que la organice sea implacable y los meneurs que la
diri jan representen el acabado ejemplar de esa canalla virulencia
que 10 contaminatodo .
4, Tambin en Agustn Alvarez (1857-1914) se hallarn
preo
paciones tericas que se dirigen bsicamente a desentraar algunos
males argentinos cori vistas a la elaboracin de los correctivos nece-
sarios para obtener de veras un nacin laica y moderna, Y si bien
el carcter de su positivismo es ms difcil de filiar doctrinariamen-
te, es indudable que su escritura suel ta y por momentos periodsti-
ca seproduce en el entrecruzamiento del cientificismo evolucionis-
ta y de acendradas convicciones liberales. No obstante, este men-
docino que alcanz en la carrera de las armas el generalato y qu
en la acadmica lleg a ocupar la vicepresidencia de la Universidad
de La Plata parece ms preocupado por observar desde un mirador
tico-poltico las falencias de la nacional idad que poi deducidas de
un sistema de frreas matrices positivistas. Esa tonalidad no escap
al juicio de sus contemporneos, y fue Leopoldo Lugones quien en
esos aos se
refiri
a Alvarez como al nico moralista que haya-
mos tenido . Y en rigor, cuando en 1902 este ltimo publica
Adnde vamos? ese libro, -que durante aos fue un texto de exi-
tosa divulgacin- sintet izaba bien en su t tulo la pregunta acucian-
te que el ensayo positivista lleg a formularse al creer percibir en
10s males pasados el hueve de la serpiente de desgracias mayores.
En el postrer homenaje que Joaqun
V.
Gonzlez le brindara se
frasluce igualmente la admiracin que aquel pensador hoy casi
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olvidado despert sinceramente entre sus contemporneos, acu-
mulando an t e sus ojos unas virtudes que Gonzlez filiaba as en
las experiencias que lo haban conectado con arraigadas realidades
nacionales: Su vida anterior de soldado, un contacto constante
con el
alma
ruda de nuestro pueblo, con la ms ruda naturaleza de
nuestro pas despoblado, y acaso con el an ms rudo estado
mental de.nuestra democracia improvisada, fue su clnica
y
su hon-
da prueba lustral . ,
Al presentarse al pblico porteo, en marzo de 1894 en elda-
rio Tribuna Agustn Alvarez se autodefina como un periodista
que 'se ha salido de la procesin para verla pasar'; legislador de
ocasin que [... ] se ha credo- en el deber de estudiar los maie,s del
pas y [... ] ha hecho la autopsia a los ms importantes desatinos
que andan en circulacin' en el comercio intelectual . Estas lneas
anunciaban precisamente su libro Sou t America ttulo que no'
oculta la nada demaggica intencin de enunciar desdela anglof-
na a esta su propia realidad argentina a la que ve penetrada por
deformidades irrecusables. En el mbito de lo que genricamente
podra llamarse una psicologa social o, mejor' an, una ensayst i-
ca destinada a reflexionar sobre la identidad nacional, Agustn
Alvarez
enumerar una
serie.de
lastres que dificultan
Ialconstitu
cin de una ciudadana cabal. El culto delcoraje, la incapacidad ,
autocrtica, saber que persigue el engao del otro, son algunas
de esas lacras que en ~l captulo La leche de clemencia del Ma-
nual de patologa poli tica de
189.9 lo.Ilevaban
a escribir que el.
valor para atropellar al prjimo y la habil idad i lustrada 'para des-
lumbrarlo y engaarlo son autnticas
llaves.
del
porverur
para
un
argentino por la consideracin pblica que reclutan. Rasgos que,
al cruzarse con el patrioterismo y el personalismo, dotan a la pol-
tica nacional de fuertes rasgos facciosos que conducen a
este
general
de la nacin a expresar en
~ Uth
America que en los accesos de
energa patritica el personajismo galopante, la enfermedad suda-
mericana por excelencia, invade hasta la juventud escolar, y a las
veces la epidemia gana los cuarteles y en un militarote detres en
libra engendra un dictador o un 'gran ciudadano .
La inorganicidad con que para Alvarez circula el poder en la
Argentina es lo que define a la polItica crioila , y en sus prime-
ras obras consid~ra qu la matriz de larga duracin donqe aquel
desquicio se genera es la apelacin inmoderada, a la t -znnatural
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- o pura no suficientemente controlada 'por la experiencia. Esta
recurrencia a los principios abstrae tos en realidad configurara un
problema fundacional de la entera nacionalidad, dado que' la rup-
tura .independentista arras con la tradicin colonial sin ofrecer,
otra alternativa coherente a la cual acudir, y entonces el vaco de
legit imidad abruptamente abierto tendi a,ser colmado mediante
los recursos a la razn pura. El autor de South America detectaba
de'tal manera elproblema del fundamento que la invencin ~evolu-
cionaria alberga a partir de la Revolucin Francesa, y es al mismo
tiempo inocultable que uno de los derivados que Alvarez impugna
.es la tentacin refundacional puramente basada en principios que
agrupa bajo el fermento' subversivo de la razn abstracta y que
concentra en el .legado del jacobinismo. Ya que si malo es sentarse
sobre las bayonetas para gobernar , no lo es menos. hacerlo encima
de-esos argumentos 'genricos
-que-sor
'e l 'patrimonio favorito de
los iluminados de las teoras , Cuando en 1901 publique sus En~
sayos sobre educacin -que Ingenieros reeditar con el ttulo de
Educacin moral este cul to a laracional idad abstracta ser visto
como la antesala del sectarismo que para Agustn Alvarez define
la exacta anttesis de una cultura poltica laica y tolerante. Mas ya
en South
Americo:
este primado de ideas que tratan de imponerse
brutalmente contra la realidad es considerado como un eterno ene-
migo de la paz, porque es necesario tener razn para odiarse, para
perseguirse, para matarse . Tras esta razn totalizadora y por ende
totalitaria asoma la pretensin refundacional y fundamental ista
de las distintas' facciones que se alternan en el poder, dado que
para unos y para otros, pues, a poco andar ya no se trataba de go-
bernar el pas sino de salvarlo, cosa grave, muy grave, de gravedad
mortfera, porque estd
l
no admite control , contrapeso, equilibrio
ni componendas . Y corno precipitado final del sectarismo intole-
rante se constituye to~a esa lgica polt ica amigo-enemigo que
admite nicamente las' dos salidas polares del triunfo o la emigra-
cin ...
El militante anticatol icismo de Alvarez encuentra en la denun-
cia de este espr itu de intolerancia uno de sus motivo~ medulares,
procesado junto con el sealamiento de otra serie de males que
forman sistema con los efectos riegativos del pesado legado espa-
. ol. De all que sea nec
sario para nuestro progreso excluir las
ideas, los sentimientos, las supersticiones y las costumbres hispa-
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Por el contrario, y con el
correr de
su obra y de su reflexin, el
pensamiento de Agustn Alvarez
ha
iba a resul tar, insensible a las
demandas de la cuestin social , llegando inclusive en el Manual
de patologa poltica
a postular que la supresin de la miseriaser
siempre el primer paso deIa libertad, en un acercamiento a laspo-
siciones en defensa de lajusticia social que permiti posiblemente
en su oportunidad el temprano elogio de Alicia Moreau. Sobre to-
do cuando en La transformacion de las razas en mrica Alvarez
considere -fiel a s acendrado laicismo- que es con el socialismo
y no con el catolicismo como , el obrero ha entrado a ser persona,
con derecho de vivir, de Pensar y de luchar por la emancipacin
econmica, para el mejoramiento de su condicin social po? una
ms justa participacin en los frutos de su trabajo . Igualmente,
y dentro de una tradicin feminista considerable en la cultura libe-
ral y de izquierda de esas dcadas, saludar la;incorpOTaci6n dd~~ -
mujer al movimiento emancipador de l raza humana subyugada
por la Iglesia divina . ,1 y.
De manera, pues, que estas tendencias humanistas en.lo social
no prescindan- .de consideraciones econmicas, y era tambin el
atraso del desarrollo mater ial hispanoamericano lo que inclua
esa especie de memorial de agravios que los hombres de estas
latitudes se habran autoimpuesto y que en dnde v mos ex- ,
presaba con una amargura recurrente al decir que, econmica-
mente, al entrar en el siglo xx -la mayor parte de la Amrica
espaola est en bancarrota -definitiva,
Y
el resto en moratorias .
Para evidenciar este retraso no recurrir a las comparaciones
con las naciones pioneras de la expansin industrial-y capitalista,
y s a algunas regiones que no tuvieron mejorespuntos de partida
para su crecimiento que las lat inoamericanas. Dentro de un cotejo
que luego y hasta el presente se tornar casi un lugar comn, el
Japn aparece ya entonces como uno de los espejos en que los
hispanoamericanos deben contemplarse para mejor percibir sus
variados fracasos, y. especialmente aquella Austral ia que torna
ms ominosa la contrastacin, dado que estas t ierras que fueron
civilizadas por los espaoles cerca de cuatrocientos aos atrs
estn ya en un nivel moral y material muy inferior l de la Aus-
tralia , colonia penal hasta la segunda mitad de.ls iglo ltimo .
. Corno se observar, aquel desarrollo .econmico no era consi-
derado independientemente del temple tico de una nacionalidad,
lo ; ~.i ;< -.
y mal podra haber sido de otra manera para quien haba puesto
un claro lmite a su cientificismo al afirmar taxativamente que
la ciencia es inmoral y su smbolo, la serpiente. Dicho inrnoralis-
mo cient ificista solici taba entonces que, las tareas materiales de
construccin de una nacin estuvieran fusionadas con.Ias des-
nadas a promover una indispensable moral pbl ica. Esta. lt ima
para Alvarez se encuentra ntimamente vinculada con los ideales
y creencias de una poca, un grupo o un individuo, adoptando
as el tema comteano de la capacidad de las ideas para contri-
buir al progreso orgnico de la sociedad. Este protagonismo de lo
simblico supera incluso a esas condiciones del medio que tan
recurridas haban resultado por la interpretacin posit ivista, y si
las ideas judas crearon los sentirnien tos judos corno las paganas
los sentimientos paganos, es porque poseenigualmente una-prima-
, .ca, sobre..Ios.sentimien
to
s.~y.ambin-so
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S,G0Sturnbres que per-
mite .fundar sobre ellas toda una sociabilidad. Al fusionarse esta
conviccin con la ya sealada . acerca del necesario cultivo de la
razn experimental, y de un perfeccionamiento que debe ser indu-
cido bsicamente por el arte de la educacin, el pedagogismo de
Alvarez toca sus ncleos fundan tes, y se comprende bien con qu
.ahfnco tena que. promover una labor educativa encargada de re-
producir las ideas que conforman el hilo art iculador de una volun-
tad colectiva y de un proyecto nacional. Este y ningn otro ha
sido justamente el motor del. prodigioso cambio operado en el
Japn, que sin la constitucin norteamericana, sin inmigracin
europea, sin cruza de razas, haciendo la regeneracin del petiso
indgena por la educacin norteamericana, se levant de un salto
maravilloso y dej atrs a toda esa Amrica hispnica contagiada,
de la histeria del milenio y de la fe en amuletos en plena era opti-
mista de
ls
ciencias positivas,
Este educativismo no est dispuesto empero a valorizar las ideas
que no se corporizan en esa segunda naturaleza de las costumbres,
Porque si las creencias son el molde obligado que matriza cada.
individualidad, es necesario que a travs de la educacin aqullas
. devengan hbitos, aceptando el juicio de Ribot en el sentido de
que en la rutina de la vida una masa enorme de hbitos nos mue-
ven corno autmatas . Invirtiendo la mxima iluminista e intelec-
tualista convencida de que. u naley puede abolir una costumbre ,
Alvarez desconfa as de las ideas que no se hal len encarnadas en
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insti tuciones pero, tambin de las, leyes e inst ituciones q~e, no se
correspondan con los hbi tos especficos de una sociedad. ,; ' ,
En este terreno tambin es donde confluye 'una-cierta sociologia
con el cientificismo laicizante de Agustn' Alvarez. Comolasdeas
convertidas en rutinas institucionalizadas son el-molde
de
losocial,
la' consecucin, de _un pas . moderno, supone barrer conJos lastres
del dogmatismo y la .supersticin que se oponen a ,los ,vi~ntos del
progresismo laico. .Este l timo, en efecto, habra encontrado su
hbitat ms fecundo en el protestantismo liberal , mientras que el
catol icismo no habra sido ms que el aroma, espiritualdeuna civi-
lizacin que termin por despreciar-la moral del trabajovla aspi-
racin al .benestar 'general
y
elgoce de -losbienes-terrenales; (Reite-
rando -Ia necesidad de' .aquella emancipacin mentai que figuraba
en el front ispicio - ideolgico de -la generacin de Echeverra, el
autor de ducacin moralv .aqu mismo q\16,)~no-sotros:'-ta'm.bin
nos ' emancipamos del -rey' de ' Espaa, -perono de-los frailes, y.sus..
alforjas, no del molde espiritual que produce el , t ipo- de-hombre
espaol, y sguimos-'produciendo espaoles en 'Amrica, cien aos
despus, .mentras
en California y, Teias los descendientes de espa-
ol salen anglosajones; ': porque los ideales,' lbs:
sentmientos.y
las
- costumbres norteamericanas
tramando
.sobre la urdimbre .derlos
instintos comunes- traducen 'una raza en otra . -Puede: entonces
celebrar anlogamente que 'Puerto Rico pronto' vaya a',;~ambiar;de
orientacin menta):sin camhiar. qe'sangre,'-Yi en ambos,sentid9s,
ms importante qui~s.' que' emitii- Vlorac,iones~'e;eJIlP~-:F-n~a:s
acerca de un texto: escrito euando ,an' eL vo'ablo :~'-mperialisrn'(i)/.~-
estaba en-formacin -por.no-referir a las notas:d'e Engels sl:i udim
do la anexin norteamericana de, la,mitad del tehHorio'm~xG(in0_;
resultara. reparar en- el signifiCad'o ,de'-:e'sasfujsm~s a:firm:aciones
que borraban las improntas' ms crasas -del:biolgjsmo,-racista;~s~
crip to en no pocas vertientes positivistas; , ,', , ,' ,': ' :
,:.-bra coherente que as Juera para ,quien lanza, lahip6tesis de qu~,.
:_.al,b,610carlas ideas y Ja, educacin en el centro ' de una-
eVCilrllu,al
. ~-nttoplo~a son aquelos-smbolos.los que trazan sobre uii, ~ p i-
,'~ie humana concebid- como un_u,niversalla's pa_rticularidades, de lo
:que.a vece~,llama raza
y
o.tras, denomina 'I1distintamente pu~-
-',blo ';
y
que -esclarece por fin',al referh:a la nocin: de; raza-artifi':'
' '' :Cial'l de Le Bon:: con ello,Alva'rez:,'no 'slo: defina, a los, 'sujetos,
sc5iales como un: efecto --de.las ideas.,. costumbies,
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AHV~~~e~~~.a,so,rrig'p~aparece clJando traduce Ye~ifica,ci(?TI~&(qtic_as
~n a rgumen taciones de derecho , como en la secuenc ia , que , cq .nclu-
ye por sancionar la inferioridad intelectual del tipo africa110' a
par ti r de la obv ia ver if ic ac in de qu~ ,~~teno
h~..
ict.eUnventoT del
telgrafo ni del ferrocarril. Por)~la,pendief.lre, din(S'idbt~6~1~a.cri::.
p~k~\qlq&~~mqF;e 1,s.eg4~d;ct~~~mb9~~1_ at~ru:ila3'P?$,tlJ~~t'l yf:(~ji'~a-
Q1~nte~,&Clsta'de J,l11, paraJ~lj~~o~,~nt);e~l~q~r1'lar-a~t.~Il~~tsb1l\~~i.cf~mY
R~~Rijj~.p,~JlxI Jo:~,ndiYiduQS'iqll~':_eterm:inaFa,'que ~'todo::me.stiZo ,
,~ ig~:,~h :~ lt)~slJn-;Jm~stjzq1mQram.:~n pocas l jneas ,es te raism
~I~anza el nivel de despiadada inquina como en aqullas donde
. traza con rasgos casi zoolgicos el retrato del afem inado mulat0
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msico o del pol tico mestizo 'de indio, de cut is lampio y gela-
tino so vientre de eunuco . . ' ':. '
Como al propio Bunge estos discursos sin ternura se le ocurren
por momentos sospechosos de prejuicios raciales, se apresura' a
responder que en definitiva estas conclusiones se apoyan en un
realismo tan elemental corno indudables seran sus resultados.
Ms bien, quienes deben' dar cuenta de sus prejuicios son los here-
deros del espritu/romntico y dem'ocrtico de la Revolucin Frim-
cesa, que tras el dogma del
igualitarisrno
pretenden' aplanar las
diferencias tnicas. Ya en La t ica del porvenir ~un artculo de
1904- haba 'enunciado esta preocupacin en trminos
'mas
abar-
cadores que conviene ' reproducir: En suma,' el principi igualita-
rio se ha desenvuelto en tal forma 'y adquirido tal 'expansin en la
tica contempornea de los pueblos de Occidente
.que
'amenaza
producir el desorden y la anarqua en la vida interna d-las
naci-
nes y debili tar la potencia de su 'polt ica externa ,
ysise
trata de
un sofisma tremendamentepeligroso es porque puede se; profe-
sado por' una mayorfajgnorante
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inteligente, cuyos intereses
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Arp I 111ino y desde el peridico
La
Montaa que en .1 897 dirigi
jUlllu con Leopoldo Lugones. Entrelazada con la crtca.moralis ta
de la crisis de
1890
y con las improntas del modernismo literario,
cstu etapa de su produccin. terica escapa, por elJo. mismo al n-
cleo articulador de esta presentacin, ya. que
slo-haca l
bienio
1898-1899 el discurso de Ingenieros se ve termmantement:e'pene=-
trado por -categoras que se 'reclaman de una sociolgfa 'cientfi-
ca encuadrada ahora s coherentemente dentro de las matrices 'del
, positivismo evolucionista y darwinano. Desde entonces..
l ;ohm-
tarismo de vetas anarquistas ceder en favor de categonas 'extra t
das del archivo terico spenceriano, y la fusin de estas ,n9,cines
evolucionistas conIas del marxismo economicista produc ta' una
sntesis l ineal ' de la cual el
bioeconomtsmoser.
uno de.los precipi-
tados sustanciales, ._:' i .. /(
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Cuando en enero de
1898
-Ingenieros
publica De l barbarie al
capitalismo, -el sistema' capitalista -que en los: escritos anteniores
haba sido masivamente descalif icado-'comi~nza aser caractniza-
do oomo un 'rgimen que ahora contiene 10s efectos benficos de
desarrollar -las fuerzas productivas, universaliZar:,las ,relacionesJ;LU-:
' manas' y generar una 'clase proletaria destinada a:speraFlq,: Mas:,si
Ingenieros 'tmbin comparte una visin organicista de la;-sociedad,
no poda tampoco dejar 'de interpre.tar las disfunciones d~ ese sis~
tema como los sntomas de unos fenmenos m'prbidos' que otra
vez adoptan la forma de la degen~racin. ,La teraputica pfopttest&
entonces se va.,a ramificar en una serie, de estrategias:desti~uU:la's
cada' una de ellas a atacar la enfermedad social segn 'las:caract-erfs~
tiCas especficas que adopte de acuerdo cOn los 'diyersos:sujetos
sociales que la padeZcan.'
., . . ,. . ::\ , , ,, ,; ,,;: .~\
, Cuando ~lmal se localice en el mundo del trabajo, las ,~;yentu:ales
tendencias antisociales debern contrarrestarse, medialt~~lUla sU;;:
matoria de reformas que 'se plasmen en la legislacin
d~II ~
cQ.Qdi,
'ciqnes laborales, tal como Ingenieros postula en, un aIt~ulQ de
1899
publicado ~n
E l M ercu rio d e A mr ica y
destmado.'a allalizar
L d d
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b . . ,
a Joma a e ra aJo . ' .:~'. ,:..
: Esta teraputica. de reformas, sociales demanda el precio cono,:,
cimiento del Campo sobre el cual pretende operar ., y p~r~ ,tal,fin,sy
acudir a una 'sociologa inspirada en los mto,qos de: la~',Gienci~s
positivas. Los sujetos habilitados pata decir ': ' la: sociedaq' y.:: '~us
males de'bern ser tan cient ficos como escasos, y: es < .p'~rtir
q~.
mnoras del saber como se podr imaginar una intervencin
de los intelectuales sobre la esferaes ta tal .: .
cierto, la expansin del spencerismo que tambin recubre
convicciones del Ingenieros positivista era un fenmeno noto-
; sobre un espectro ms amplio del campo cultural argentino,
eo~o
lo revelan entre otros el juicio elogioso de Eduard' Wilde
,s6bre el filsofo ingls en 1883, as como la leccin 'inaugural dela
;- C. ttclra de filosoffa pronunciada por Rodolfo Rivarola en lafacul-
Ja~
portea tres aos ms tarde. En el interior de una' ontologa
'scasamente refinada, Spencer
lucir
como un representante sed- ,
~'ef itemente cientf ico de una propuesta de lectura del hecho social '
deritro
de la frrea confianza en el futuro que 10 haca afirmar en
su Esttica soci{llla inexorabil idad de un progreso que quiere ver
despiegarse con la misma necesidad implacable con
quese
'desarro-
Ita unembrin. ' ,
, ,~,Empero, en el caso de
Ingenieros-la
traslacin masiva de las con-
, s~cuencia~biologistas del darwinismo hacia el anlisis social resul-
.n~bloqueada por la importancia acordada al factor
econmico
en
'lal:ev01ucin histrica y' a la definicin delhombre como animal
productor, cual idad que le permi'te engendrar un 'ambiente artifi-
~i1'
que altera las condiciones ~n que se desenvuelve la lucha por
,la',vida. Al ingresar 'en el orbe especficamente humano, el deter-
minismo biolgico se transforma en un economicismo que arroja
9QnSecuencias tericas pacifistas sobre :el sistema, credo como est
Ingenieros en sus
Principios de pSico/ Jgia
de que ' ,'ha con tinuado
la:progreSiva atenuacin de los mtodos de lucha qe, de violenta
ylbrutal, se transforma en pacf ica e intelectual . No obstante, y si
b~(m J mismo 'sepreocup en diversas oportunidapes por marcar
sus diferencias con Spencer, no v:aci l en conceder en esa misma
cib'ra 'que quedan en pie sin mbatgo las nociones fundamentles
del sistema,: la experiencia emprica determiha el conocimiento, las
sensaciones son relativas 'y constituyen' la base del pensamiento; '
la realidad es nica, todo fenmeno responde 'a un determinismo'
riguroso, ,toda la realidad evoluciona permanentement,e. NoCiones
que podemos traducir diciendo: la unidad de lo r~al (monismo)
S ' transforma incesantemente (evolucionismo) por causas natura-
les (determinismo) . Ra~a paradj ica de las ciencias biolgicas,
la sociolog.fa se eSCnde de aqullas por la ruptura mediante' la 'ual
la. .sbciedad misma se desprende de lo bjolgico en el hueco abierto
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por el principio de solidaridad, posibilitado por la autoproduccin
humana de los medios de subsistencia. En sntesis, las.sociedades
humanas evolucionan dentro de leyes biolgicas especia les, que
son leyes econmicas .
. Pero adems de este referente evolucionista , en la escritura inge-
nieriana dejan su marca la formacin mdica y su adscripcin no
acrtica a la antropologa criminolgica que por entonces propona
el lombrosismo. En la universidad =recapitular Ingenieros aos
ms tarde- he cursado simultneamente dos carreras, que me per-
mitieron adquirir nociones de ciencias fsico-naturales y de
,G~.Q~
cias mdico-biolgicas; vocacionalmente cultiv las ciencias socia-
les y no fui indiferente .a la-sotras: Especialic luego mis es tudios
en patologa nerviosa y mental, vinculndome a su enseanza .en la
Facultad de Medicina. Estas nuevas cuadrculas tericas se consti-
tuan juntamente con su ingreso en otras estructurasinst tuciona- ..
les. Hacia 1899 abandona la militancia en el Partido Socialista y
tres aos despus renuncia a. su afiliacin. En 1900 ejerce como
jefe de clnica en el Servicio de Observacin de Alienados. de la
Polica de Buenos Aires, y desde 1907 dirige el Ins tituto de Crimi-
nologa anexo a la penitenciara nacional, intentando aplicar en
dicho organismo -como escribe en un artculo de 1907 en los
Ar
chivos de Psiquiatra Crimtnologia y Ciencias Afines- las conclu-
siones prcticas de la moderna cultura evolucionista y determinista .
De tal manera, la experiencia intelectual de Ingenieros va a estar.
centrada entre 1900 y 1911 en la investigacin psiquitrica ycri-
minolgica, en el estudio de cuyas dolencias va
a
detectar una .suer-
te de metfora de los factores que degeneran el organismo social y
simbolizan las crisis y perturbaciones del orden anhelado, En La
simulacin en l lucha por l vi =Introduccin a su tesis doctoral
sobre La simulacin de lalocura de 1900- esta pretensin resulta
legitimada en la creencia de que precisamente en la encrucijada de
problemas sociales y perturbaciones mentales es donde la anoma-
Ia
psquica del individuo se convierte en causa determinante de su
actividad antisocial . Toda esta ideologa adquiere su sentido ms
pleno cuando se la inscr ibe en el interior del proyecto ingenieriano
de pensar una nacin moderna,_integrada al mercado mundial y
a la cultura occidental se.cularizada, como, presup.uestos de una.
evolucin pacfica hacia formas ciertas de progreso y segn para-
digmas ofertados por algunos pases eurQpeos. A partir de estq
48
., n, la cuestin social demandar la emergencia de las
. sociales como saberes normativos que permitan integrar el
so y segregar a los estratos sociales patologizados o renuentes
egrarse al proyecto de una nacin moderna en el Cono Sur
ericano.
-C. Superada en el desarrollo nacional una etapa fundacional que
:.: .Ingenlero.subica en el perodo inmediatamente posterior a Case-
f.: iQs,prev que elproceso culminar en la definicin de clases socia-
les
estables, cuyos conflictos garantizarn un cambio ordenado ase-
..:~~ado a su vez por la cuantiosa acumulacin de riquezas funda-
.mentalmente agropecuarias en esa etapa de la Argentina;
- ..,;;~~Dell en ms, Ingenieros disear una suerte de modelo social
.Qncntrico, donde los crculos externos son determinados por los
-nive~sms prximos al centro, ya que si la influencia del ambien-
..t~
se>:ued e desagregar- en umr instancia na:tural; otra psicolgica y:
~. f in una de tenor social, es esta ltima la que acta como suelo
ante en cuyo interior, a su vez, se recorta como ncleo irre-
ctible la capacidad productiva de los grupos sociales . En e la
barbarie al capitalismo dicha matriz econmica es concebida como
,., ~~lmolde que engendra cada una de las formas de organizacin
' .,;
ievestidas por la sociedad humana, y constituye el
substratum
en
le. se arraigan y sustentan las diversas inst ituciones polticas,
r-
jurdicas, morales, etctera, que constituyen la superestructura de
la sociedad en cada momento histrico .
.- . - 1 .Desdeesa plataforma propia, Ingenieros imagina ,un destino ma-
, ifiesto argentino tendido hacia la hegemona en la regin lat ino-
americana, Ya que si el imperialismo es concebido como expresin
pac fica de la lucha darwiniana entre las naciones , y si el expansio-
nsrno obedece a inexorables leyes cientficas que lo ponen al abri-
go de extemporneos juicios ; morales, en La funcin de la nacio-
nalidad argentina en el continente sudamericano sostiene que
este:pas puede aspirar a un liderazgo semejante en este sector lati-
noamericano sobre la base de su riqueza creciente, su clima tern-
plado y sus franjas de poblacin blanca en aumento. Raza, medio
y momento seran as para Ingenieros los soportes adecuados no
slo para convertir a la Argentina en el bastin de un futuro lide-
razgo sudamericano; tambi~n para permitir incluir su intervencin
~entro de ese antiimperialismo de segunda potencia que ya hemos
visto asomar en Carlos Octavio Bunge y que se. opondr a las pre-
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7/27/2019 Teran Postivismo y Nacion.pdf
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tensiones expansionistas especialmente de los Estados Unid'os
de Amrica.
Anlogamente a como 'el imperial ismo es contemplado no-slo
por el discurso positivista cual un
fenmeno
natural,
tambin
bajo
una mirada que Ingenieros desea cientfica la triloga republicana
de- libertad, igualdad y fraternidad resulta severamente
cuestona-
da, dado' que cada uno de estos valores s opone respectiva 'pun-
tualmente a los principios del determinismo, a la, notoria dispari-
'dad observable en
el
mundo biolgico y al postulado darwiniano
de la lucha por la vida. 'Es previsible' entonces que las 'nociones con
apelaciones morales sobrevivan en, este sistema en
un
suerte de
clima hostil, aun cuando se 'les' reserva 11n espacio que p-1milte
describir sucintamente la jerarquizacin 'tica' que Ingenieros
traduce en una evaluacin poltica y social. Porque a's cq,mo, existe
una. moral mayoritaria cuya funcin
reside-en
'el mantenimiente
del st tu qu por otraparte es menester la presenrd,e
ll
ele
m rito
dinmico que
garantice
la evolucin al percibir las modifi-
caciones que se producen en el medio. Justamente, las minoras
intelectuales son las capacitadas' para, observareste sigilo que; eh
el horizonte: del futuro adopta la forma del
ideal.
De' ese modo
emerge, el dualismo entre una tica para las masas conformistas' y
otra para minorfas idealistas que recorrer como una invariante
casi toda la produccin de IngenieroS.,
Esas mismas
lites
son las depositarias del .programa de una
nacin moderna que, incluso' contemple, el derecho a la diferencia,
pero dentro de unos lmites que garariticen esa gobernabilidad que
est siendo desestabilizada, porciertos focos disrupt ivosdentro del
vsto proyecto de la modernidad. Al ubicarse en el, interior del
registro' de la cuestin sOGial, este ,problema se torna indudable-
mente complejo, puesto que es en el mismo mbito de las dase~
trabajadoras donde resulta preciso discriminar capilarmente entre
una energa humana animada por la moral del productor y otra
aplicada a alterar por va revolucionaria el orden' t-abajosamente
conquistado' . De esa dist incin debern surgir aquellas,estra tegia~
que'diagramen en' un caso' las reformas necesarias para su ms efec-
tiva integraci6n o pronlmcien por
d
con'trario el dictamen impia-
doso que decrete la exclusin. '
, Ser as en 'el anudamiento de la definicin, de' una cidadant
y de la constmccin de 'una I1acin ,donde surgir la pr_oblemtica
la nacionalizacin de las masas, sobredeterminada exasperada-
e por 'el fenmeno inmigratorio que hemos visto ocupar la
uura de Ramos Meja, Alvarez y Bunge, mas que tambin mo-
'las protestas de la Unin Industrial contra los agitadores
profesionales 'y el elemento extranjero eminentemente
nocivo ;
ese ao de
19 4
en el que por consiguiente ya se hallaba en
y,igencia la ley de residencia promovida por ese fino escritor' del '
:~80- que fue Miguel Can. Este mismo haba exhortado en su mo-
mento cerrar el Crculo social dominante velar por l ante. lo
que -junto con miembros conspicuos de su propia clas~- interpre-
taba como la disolucin de pretendidas esencias nacionales' como
, .'c ( 'wsecuencia del a luvin extranjero. Mas si la polt ica inmigratoria
~r'a uno 'de los goznes sobre los que giraba el proyecto de
modern
zacin argentina, era preciso hallar el modo .de no recusar masiva-.
mente la presencia fornea, y s de imaginar alternativas rns.com :
, ~lejas que posibilitaran su integracin productiva .en el cuerpo de
If l; '~aci1 .Que la tarea no resultaba trivial lo indicaba la instalacin,
en el pas del mayor nmero de inmigrantes en elmundo respecto
la 'poblacin preexistente y la renuencia expresa de stos a
riacionalizarse.- Un rgimen de apropiacin oligrquico de la .tierra
Y;Qel poder, as como Jos be~eficios secundarios que los recin
n~ga90s podan obtener de su extranjera, alimentaban las dificul-
tades para la nacionalizacin de esas masas dentro de las cuales,
por lo dems, se perciba tanto un envidiable ascenso social cuan-
to.el activo fermento subversivo de las ideas y prcticas anarquistas
}'; socialistas deque los extranjeros solan ser portadores.
Ante este complejo cuadro, el. discurso positivista persisti en
~sumir una misin que en el Ingenieros de principios de siglo se ha
tornado ,evidente: proponer yn mecanismo institucionalizado ,de
, nacionalizacin, para lo cual la nacin ,deber ser imaginada como
un ,dispositivo de reformas integradoras 'y di ferencias segregaCio-
, x i~tas. Ante la cuestin social no se trata ya -escribe en
La psieo
p a to loga en el art e~ de apelar a las prcticas informales de la
qiridad trad icional, y s de transformar las, instituciones que ha-
cen posible la .injusticia . Este p( oyecto nicamente podr impo-
nerse si la, clase gobernante comprende que el mejor antdoto no
r;~~ide en la variable, repr~siva sino en la educacin de la clase o'bre:
~ , y el mejoramiento de las condiciones de vida que propugnaba
~l ,odigO laboral qU,ep romovi infructuosamente Joaqun V. Gon- ,
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