Trabajo de Diploma
La locura en la novela Desde los
blancos manicomios
Universidad Central «Marta Abreu» de Las Villas Departamento de Literatura
y Lingüística
Facultad de Humanidades
Curso 2014-2015
Autor: Alejandro Castro Rodríguez Tutora: Msc. Yuleivy García Bermúdez
Resumen La presente investigación propone el análisis del tópico de la locura en la novela
Desde los blancos manicomios de Margarita Mateo Palmer, incentivado por la
presencia del tema en la literatura latinoamericana y en la literatura cubana de las
últimas décadas. La escasa presencia de estudios académicos que atienden la locura
en obras literarias también ha motivado el presente estudio.
En el estudio fueron atendidas las condicionantes múltiples a las que permanece
sujeto el concepto locura, para la construcción de una variable cultural mucho más
inclusiva que rebasase los prejuicios asociados secularmente al término. El análisis
de la locura en su interrelación con los tópicos del viaje, el poder y el desdoblamiento,
ha hecho posible constatar su diversidad de sentidos en la obra literaria, en
contraposición a aquellos significados asentados en la conciencia colectiva.
ÍNDICE INTRODUCCIÓN: ............................................................................................................................... 1
CAPÍTULO I: PARA UNA DEFINICIÓN DE LA LOCURA: DEL ESTATUTO MÍTICO A LA COMPRENSIÓN CULTURAL DEL
CONCEPTO ...................................................................................................................................... 9
1.1 Determinantes culturales del concepto locura ..................................................................9
1.2 De la locura como patología a una perspectiva cultural del concepto ....................... 15
1.3 Distinciones conceptuales de tópico. El tópico de la locura en relación con los tópicos del viaje, el poder y el desdoblamiento ......................................................................... 26
CAPÍTULO II: DESDE LOS BLANCOS MANICOMIOS: UNA NOVELA SOBRE LA LOCURA .......................... 35
2.1 La locura y el viaje .............................................................................................................. 38
2.2 La locura y el desdoblamiento .......................................................................................... 44
2.3 La locura y el poder ............................................................................................................ 52
CONCLUSIONES: ............................................................................................................................ 63
BIBLIOGRAFÍA: .............................................................................................................................. 64
1
INTRODUCCIÓN:
El concepto locura ha sido condicionado esencialmente por tres perspectivas de
análisis: por la influencia del mito medieval, por el carácter negativo que como
patología ha alcanzado dentro del campo de la medicina y por las posiciones
teóricas que lo asocian al tema del poder. La propuesta de un concepto pertinente
a los estudios literarios pudiera ofrecer nuevas miradas en el entendimiento de la
locura, a la vez que ayudaría a resolver la presencia de acercamientos críticos y la
ausencia casi total de abordajes científicos.
Los abordajes de la locura que tuvieron lugar en el siglo XX percibieron en la
hospitalización un proceso de exclusión que comenzó a operar desde la época
medieval en la conciencia colectiva a través de mitos particulares. Dichos abordajes
han servido de base para la articulación de ejercicios críticos a obras literarias que
tratan el tema de la locura. Los estudios literarios del tema de la locura no deben
asumir completamente este conjunto de propuestas teóricas que valora a la locura
desde la óptica del poder, antes debe proponer un concepto de locura que permita
valorar el tema desde una perspectiva cultural amplia.1
Además, estos acercamientos de la crítica poseen un carácter promocional que
realiza reseñas en las obras literarias desde una perspectiva cercana a los autores.
La no existencia de un objetivo académico en los mismos condiciona que no se
encuentren utilizadas directrices teóricas y metodológicas precisas.
Es destacable la presencia de ejercicios críticos a obras literarias consolidadas
dentro del inventario de clásicos y la escasez de acercamientos a aquellas obras de
reciente aparición que abordan el tema, aun cuando la autora Elvira Sánchez ha
1 Entre los ejercicios críticos abundan las lecturas a obras literarias desde la propuesta hecha por Foucault en Historia de la locura en la época clásica, mas su propuesta no está circunscrita a la lectura de obras literarias, por tanto, los estudios de este carácter que lo aplican no implementan un criterio metodológico propio del campo de estudio literario.
2
señalado la presencia de la locura en obras de la narrativa latinoamericana de las
últimas décadas.
El estudio de una obra literaria reciente hace pertinente la presente investigación.
Como bien ha señalado Mirta Yáñez en su reciente estudio de tres narradoras
cubanas, a través de la locura «[…] las autoras han tenido que enfrentarse a la tarea
de conformar un discurso obligado a romper con la mirada del otro […]».2 La puesta
sobre la mesa por parte de la crítica de la utilización del tópico de la locura en obras
literarias es ya un gran paso. El abordaje desde una perspectiva científica y
ordenada en la novela de Margarita Mateo permitirá profundizar en los sentidos
concedidos por esta autora al tópico señalado, a la vez que propondrá una
metodología de trabajo para futuras investigaciones.
Desde los blancos manicomios cuenta con acercamientos críticos realizados por
tres autores: Ofelia Schutte, Mirta Yáñez y Luis Álvarez. Ellos consiguen declarar
elementos esenciales a tener en cuenta para el análisis del tópico de la locura en la
novela, pero no logran agotar los sentidos del mismo debido al carácter de sus
trabajos, que poseen una intención promocional y no cuentan con directrices
metodológicas precisas. Son reconocidos estos tres casos como antecedentes
directos de la presente investigación.
En el trabajo Narradoras cubanas: identidades al borde del ataque de nervios la
autora Mirta Yáñez realiza una lectura en la que distingue la presencia del tópico de
la locura en la escritura de autoras cubanas de las últimas décadas, entre ellas
Margarita Mateo. El texto La identidad feminista al límite: Desde los blancos
manicomios de Margarita Mateo de Ofelia Schutte, consuma una lectura
particularizada de la novela donde predomina el análisis de los personajes,
haciendo visible la locura del personaje principal. El abordaje de Luis Álvarez, que
lleva el mismo título de la novela, realiza también la lectura específica de la obra de
Mateo y destaca la pluralidad de puntos de vista que posee. Sin embargo, dado el
2 Yáñez, Mirta: Narradoras cubanas: identidades al borde del ataque de nervios, p. 55.
3
propósito de inmediatez de estos artículos, no agotan los sentidos de la novela
referidos al tópico.
Deben destacarse como antecedentes de la presente investigación aquellos
acercamientos críticos a otras obras literarias que trabajen la locura. Se reconoce
como antecedente indirecto de la presente investigación el texto Locura y literatura:
la otra mirada de Elvira Sánchez. El mismo hace un análisis de este tópico en dos
obras literarias y enumera un amplio repertorio de novelas recientes que atienden
el tema, aunque no utiliza un criterio metodológico a la hora de abordarlo.
Deben ser reconocidos también como antecedentes indirectos dos textos que
trabajan la locura desde una óptica científica. El estudio El personaje del loco en la
narrativa española contemporánea, de Alain Richard, ha realizado un estudio
centrado en los significados de los nombres de personajes locos en un corpus
numeroso de obras españolas actuales. La investigación de Alicia Figueroa,
Aproximación al discurso esquizofrénico, ha sido fundamental para la comprensión
de la disociación semántica que tiene lugar en el discurso del loco. Ambos estudios
han aportado a la presente investigación una perspectiva científica y ordenada para
el caso de los objetos que estudian.
La importancia que como ensayista ha alcanzado Margarita Mateo, la suscribe
como una voz esencial del concierto contemporáneo de creadores cubanos. Sus
textos Paradiso: la aventura mítica y El caribe en su discurso literario, este segundo
escrito a cuatro manos con Luis Álvarez, han sido merecedores de los premios Alejo
Carpentier de ensayo y Quintana Roo al Pensamiento Caribeño, respectivamente.
Aun cuando Mateo es una ensayista reconocida es una narradora novel, cuya única
novela ha sido ganadora del premio Alejo Carpentier en el año 2008.
Desde los blancos manicomios alcanza relevancia dentro de las producciones
literarias nacionales de las últimas décadas, el premio Alejo Carpentier la inscribe
dentro de un repertorio de voces tanto nacionales como internacionales de
novelistas que se ocupan de la locura. La ya considerable presencia del tópico en
la producción literaria actual y la carencia de abordajes científicos de este, justifican
4
la pertinencia de una investigación de este tipo, que por un lado propone un modelo
de estudio para la novela de Margarita Mateo y por otro abre la posibilidad a futuros
estudios sobre el tema en otras obras.3
El presente estudio atenderá el tópico de la locura en una sola obra, Desde los
blancos manicomios. Para ello considerará primero las determinantes culturales que
han marcado a la locura dentro de la sociedad occidental, sin usar para ello una
perspectiva diacrónica, lo que hará posible contrastar las connotaciones seculares
a las que se encuentra sujeta la locura con la multiplicidad de significados que
alcanza en la obra señalada.
La presente investigación se propone como Objetivo General: Analizar los
significados generados en relación con la locura en la novela Desde los blancos
manicomios.
En la investigación han sido diseñados dos Objetivos Específicos: Establecer
bases teóricas para el estudio de la locura en Desde los blancos manicomios y
analizar los significados asociados a la locura en relación con los tópicos del viaje,
el poder y el desdoblamiento en la novela Desde los blancos manicomios.
De las distintas modalidades de «análisis de texto» enumeradas por Luis Álvarez
y Gaspar Barreto en El arte de investigar el arte,4 será empleada en la presente
investigación el «análisis de contenido»5, que «estudia las relaciones entre la
organización del texto –nivel sintáctico-, por una parte y la estructura de los
significados, por otra –nivel semántico-, y el modo en que se producen y emplean
los signos del texto y el texto mismo –nivel pragmático-».6
3 Elvira Sánchez declara en Literatura y locura: la otra mirada un grupo de obras de reciente aparición que trabaja el tópico de la locura, tal es el caso de: Lumpérica de Diamela Eltit, El fin de la locura de Jorge Volpi, Delirio de Laura Restrepo, La nave de los locos de Cristina Peri y Nadie me verá llorar de Cristina Rivera. 4 Álvarez, L. y Gaspar Barreto: El arte de investigar el arte p. 196. 5 Es necesario entender este tipo de análisis en el grupo de técnicas cualitativas, dentro de las dos posibilidades que existen para el investigador que se ocupa de las Ciencias Sociales al contar también con técnicas cuantitativas, p.214. 6 Álvarez, L. y Gaspar Barreto: El arte de investigar el arte p. 220.
5
Será asumido el criterio «cantidad/calidad» descrito para el tipo de «análisis
intratextual»7 necesario en la comprensión de los componentes internos de la
novela seleccionada para el estudio, sin dejar de atender las consideraciones
teóricas y culturales que le preceden. La «estrategia intensiva»8 ha sido
seleccionada ya que se trabajará un número predeterminado de elementos en la
novela señalada anteriormente.
El informe consta de dos capítulos. En el primero se trabajan las consideraciones
conceptuales de la locura y su aplicación a los estudios literarios. Para ello, ha sido
necesario dividirlo en tres epígrafes, un primer epígrafe donde se evalúan las
condicionantes culturales a las que ha estado sujeto el concepto; un segundo
epígrafe en el que se proponen las consideraciones conceptuales de la locura en
relación con el presente estudio y un tercer epígrafe donde se expone de forma
particular la relación de la locura con tres tópicos esenciales, el viaje, el poder y el
desdoblamiento.
El segundo capítulo se encuentra estructurado en tres epígrafes para el estudio.
En el primero se analiza el tópico de la locura en la novela en relación con el tópico
del viaje. En el segundo epígrafe se asume la locura en relación con el tópico del
desdoblamiento y sus diversas manifestaciones literarias. En el tercer epígrafe se
valora la locura en relación con el poder.
En el presente estudio que considera a la locura desde una perspectiva cultural
serán empleadas las consideraciones teóricas que la valoran en relación al poder
para alcanzar claridad en la conformación de una variable ajustada al estudio
literario. Por otro lado, serán atendidas las consideraciones de Franca Basaglia y
Marcela Lagarde al valorar la locura desde la óptica del poder en el caso específico
de la mujer, ya que la obra consta de un protagonista femenino. Sin embargo, se ha
desestimado la elección de un enfoque de género con la intención de no
7 Álvarez, L. y Gaspar Barreto: El arte de investigar el arte, p. 263. 8 Álvarez, L. y Gaspar Barreto: El arte de investigar el arte, p. 241.
6
circunscribir la interpretación de la obra a las metodologías propuestas por estos
análisis.
En el entendimiento de la locura desde una perspectiva cultural fueron
fundamentales los aportes de los textos Historia de la locura en la época clásica y
El lenguaje de la locura de Michel Foucault y David Cooper, respectivamente. El
primero expone las condicionantes a las que permanece sujeta la locura desde el
Medioevo hasta su ingreso en el campo de la medicina. El segundo ayuda a
comprender la mediación de las instituciones sociales contemporáneas en el
ejercicio de control que representa la hospitalización.
También es destacable el aporte del texto La locura en Cuba del doctor Armando
Córdova en la comprensión de las condicionantes históricas y culturales a las que
se ha encontrado sujeta la locura para el caso cubano sobre todo durante el período
republicano.
En la comprensión de la locura como fenómeno social determinado por el ejercicio
de poder, ha sido fundamental el aporte de un grupo de textos, entre los cuales se
encuentra Ideología y enfermedad metal de Thomas Szasz,9 donde se resumen las
connotaciones culturales que posee la locura en la sociedad occidental. Este texto
ha sido básico en la comprensión del papel de la familia, el psiquiatra y la sociedad
en el ejercicio de poder que tiene lugar sobre el loco con el diagnóstico y la
hospitalización.
Los textos La institucionalización psiquiátrica de la violencia y ¿Psiquiatría o
ideología de la locura? de Franco Basaglia,10 generados al calor del Movimiento
9 En la presente investigación se presentarán a los autores dada la diversidad de nacionalidades y de campos científicos desde los que aportaron al estudio de la locura. Szasz (15 de abril 1920), médico húngaro nacionalizado en EE.UU. Es reconocido por sus postulados teóricos en contra del tratamiento involuntario. 10 Franco Basaglia, psiquiatra italiano reconocido por ser el líder del Movimiento Antipsiquiátrico de su país. Como director del Hospital Provincial de Gorizia desde 1961 hasta 1972 desarrolló una verdadera labor política y civil para transformar las relaciones generadas al interior de la institución hospitalaria y las relaciones ideológicas de dicha institución con la sociedad que la condiciona.
7
Antipsiquiátrico Italiano,11 contribuyeron a la estimación de la locura desde el
ejercicio de poder que opera sobre ella a través de las instituciones hospitalarias.
Además contribuyeron a comprender las condicionantes ideológicas a las que se
encuentra sujeta la locura dentro de la sociedad.
Los textos Segunda conferencia: la mujer y la locura y Tercera conferencia: crítica
a la institución psiquiátrica, de Franca Basaglia,12 han sido esenciales en la
comprensión de las condicionantes culturales de la locura asociada al poder para el
caso particular de la mujer, tanto en la escala social como en el proceso de sanción
hospitalaria. La propuesta se suma a las consideraciones teóricas del MAI y tiene
una repercusión en la tesis posterior de Marcela Lagarde,13 cuya obra traslada
semejantes aportes a un contexto más contemporáneo. Solo serán utilizadas en el
presente estudio las valoraciones de ambas autoras alrededor de la relación entre
poder y locura, soslayando la perspectiva feminista que ambas utilizan en la
valoración de la locura, la cual no se corresponde con los propósitos de la siguiente
investigación.
A su vez, el texto Vigilar y Castigar de Michel Foucault y los trabajos contenidos
en el libro Internados. Ensayos sobre la situación social de los enfermos mentales
de Erving Goffman,14 han sido valiosos para comprender los mecanismos con los
que operan las instituciones de la sociedad occidental para sancionar la locura. El
11 A partir de este momento se referirá al Movimiento Antipsiquiátrico Italiano por la sigla MAI. Es necesario destacar que solo en Italia es reconocible un movimiento perfectamente cohesionado e integrado por varios psiquiatras con Franco Basaglia a la cabeza. El MAI se distinguió por el desarrollo de la resistencia política y por el logro de la transformación de los métodos de tratamiento en la institución del manicomio. Se considera al psiquiatra sudafricano David Cooper como el creador del término antipsiquiatría y se incluye con frecuencia conjuntamente con Ronald Laing, Foucault y Szasz dentro del grupo aun cuando no hayan participado de la experiencia italiana. 12 Franca Basaglia, italiana, esposa del psiquiatra Franco Basaglia, reconocida por su participación en el MAI y por la producción teórica que asocia a la locura y la mujer. 13 Lagarde declara explícitamente su filiación a la propuesta de Franca Basaglia, su tesis doctoral Los cautiverios de las mujeres: madresposas, monjas, putas, presas y locas, sigue las principales propuestas hechas por Franca. Lagarde (Ciudad de México, 1948), reconocida feminista latinoamericana que ha desarrollado una importante carrera política en su país como diputada en el Congreso Federal. Ha sido promotora de varios proyectos de ley que protejan a la mujer de la violencia. 14 Goffman (Alberta, Canadá 1922- Filadelfia EE.UU 1982), sociólogo interesado en los procesos microsociales de interacción y reconocido por sus estudios en instituciones penitenciarias donde aplicaba la observación directa.
8
primero analiza la evolución que ha tenido el castigo desde su articulación a través
de la tortura física hasta la sanción psiquiátrica. El segundo profundiza en los
mecanismos de coacción que se emplean al interior de la institución penitenciaria
para ejercer el control.
En la comprensión de la locura como un producto cultural ha sido esencial el
aporte de Sigmund Freud en su texto El malestar en la cultura, donde señala a la
locura como un resultado de las contradicciones en las que se sumerge el individuo
dentro de la sociedad de la que forma parte. Esta perspectiva supera el
entendimiento médico de la locura como enfermedad y aporta una perspectiva
cultural más amplia. La ausencia de enfoques que continuaran trabajando a la
locura desde el enfoque freudiano dentro de la tradición psicoanalítica del siglo XX,
ha sido comprendida gracias al texto Vicisitudes del movimiento psicoanalítico
argentino de Marie Langer, donde queda explicado la posición servil del
psicoanálisis al convertirse en un procedimiento de sanción médico al servicio del
Estado.
El presente trabajo ha de contribuir a los estudios relacionados con el tema de la
locura en el campo cultural y literario cubano, al proponer una perspectiva de
análisis en correspondencia con el objeto artístico.
9
CAPÍTULO I: PARA UNA DEFINICIÓN DE LA LOCURA: DEL ESTATUTO MÍTICO A LA
COMPRENSIÓN CULTURAL DEL CONCEPTO
1.1 Determinantes culturales del concepto locura
La locura ha estado determinada culturalmente por varios factores, dicho
condicionamiento ha influido la percepción que se ha tenido del concepto.
El pensamiento medieval condicionó la percepción temprana y ortodoxa que se
tuvo de la locura. El mito de la nave de la locura15 es expresión de un rígido modelo
de principios que condicionaron al término. El sujeto expatriado, desterrado a
navegar sin un fin preciso es la representación simbólica, según Foucault, del
proceso de exclusión que venía operando en el imaginario del hombre europeo y
que luego tendrá una manifestación visible en el castigo de la locura propio del siglo
XVII.
Como ha señalado Foucault, en el mito de la nave de la locura el viaje tiene una
función importante, el carácter impreciso del mismo expropia al sujeto irracional del
estatuto de nacionalidad. El pensamiento judeocristiano ha cifrado en el mito del
viaje de la locura el proceso de separación del loco. Este motivo tiene una
representación moderna, David Cooper considera a la locura como un viaje de
reconocimiento en el que se entiende la liberación y renacimiento del individuo ante
complejas problemáticas, un cambio de sentido que expresa la postura cultural
desprejuiciada de este autor.
La experiencia occidental de la locura consta de tres etapas de comprensión del
concepto: una primera etapa asociada al mito de la nave de la locura, una segunda
etapa donde alcanza el estatuto patológico que le confiere la medicina y una tercera
etapa en la que es atendida en relación al poder. En esta primera etapa los sentidos
de los que participa la locura se encuentran sujetos a las disposiciones ideológicas
15 La expresión más completa del mito del viaje de la locura se encuentra desarrollada en la novela Narrenschiff o Nave de los locos, de Sebastian Brant. La expresión literaria del mito demuestra, según Foucault, lo extendido que se encontraba el mismo en las ciudades europeas.
10
del pensamiento medieval, que como bien señala Foucault, expresa en el mito
señalado las disposiciones del mismo para con el concepto.
Como bien reconoce Foucault, el encierro en casas de confinamiento es uno de
los sucesos que influyó en la percepción de la locura. Esta fue una iniciativa de la
monarquía francesa que pronto se extendió sobre el resto de Europa y que recluía
en las también denominadas «workhouses» a todos aquellos sujetos que no
cumplían el estatuto racional del siglo XVII. Con este suceso se ha complejizado
mucho más la circunstancia del concepto locura, que ya no solamente cuenta con
la exclusión simbólica expresada a través del mito de la nave de la locura, sino que
también se encuentra sujeta a un proceso de sanción más explícito con la
implementación del encierro que condiciona una percepción mucho más prejuiciada
del término.
En la consolidación de la percepción del concepto tuvo un papel significativo el
tratamiento que dio el derecho moderno a la locura. No fue manifiesto la defensa de
las leyes ante la difícil circunstancia cultural del término. La necesaria determinación
de las facultades mentales y civiles del acusado justificó aún más el proceso de
sanción que comenzará a tener lugar en las casas de confinamiento y que luego
tendría lugar en el manicomio, ya que la determinación de locura en el acusado no
lo desliga de su delito y solamente hace cambiar el espacio de la condena de una
prisión a un manicomio.16
La filosofía también participó en la conformación de una percepción cultural
prejuiciada de la locura. Derrida declara la importancia de hacer una correcta lectura
de las Meditaciones Filosóficas. Su razonamiento advierte que la obra de Descartes
no profundiza tanto las connotaciones negativas que ya tenía el concepto de locura
bajo la influencia del pensamiento medieval que le precede, sino que continúa con
16 Córdova, Armando: La locura en Cuba, p. 13.
11
un proceso de exclusión que hace evidente la presencia de la racionalidad
occidental aun antes de que fuese consolidada en la obra del filósofo.17
Según Derrida, Descartes entiende a la locura como uno de los estados propios
de la conciencia que entorpece el correcto entendimiento del mundo para el
individuo, pero también entiende al sueño como uno de estos estados que
entorpece la conciencia. Para Derrida, la obra de Descartes solo vino a contribuir
en un largo proceso de segregación que tiene lugar sobre la locura y el sueño y que
ha tenido un origen distante. De ahí que la principal crítica de Derrida a Historia de
la locura en la época clásica sea que Foucault reconozca al siglo XVII, marcado por
la filosofía racional, como el momento determinante que ofreció carácter de
subalternidad a la locura, cuando solamente pudiera ser reconocido como un
eslabón más de un largo proceso. A ello se suma que para Derrida el pensamiento
racional no es exclusivo de este siglo y forma parte de la cosmovisión medieval
anterior.18
El segundo de los momentos en la comprensión del concepto locura ha sido
reconocido como la fase médica en la cual la locura alcanza el carácter de patología
y así el prejuicio que va aparejado a la enfermedad dentro de la sociedad occidental.
Un suceso que complejiza la circunstancia de la locura y el entendimiento del
término tiene lugar en el año 1793, el médico francés Philippe Pinel hace su
aparición en la casa de reclusión de Bicetre, donde la locura permanecía confundida
con una serie de males sociales. Pinel declara la necesidad de crear centros
hospitalarios especializados para los locos, lo cual agudiza la circunstancia de la
locura al ser asumido por la medicina la sanción penal.19
17 Derrida, Jacques: Cogito e historia de la locura,
˂http://www.mercaba.org/SANLUIS/Filosofia/autores/Contempor%C3%A1nea/Derrida/Cogito%20e%20historia%20de%20la%20locura.pdf ˃.
18 Derrida, Jacques: Cogito e historia de la locura, ˂http://www.mercaba.org/SANLUIS/Filosofia/autores/Contempor%C3%A1nea/Derrida/Cogito%20e%20historia%20de%20la%20locura.pdf ˃. 19 Foucault, Michel: Historia de la locura en la época clásica, TI, ˂http://www.uruguaypiensa.org.uy/imgnoticias/677.pdf˃.
12
En el entendimiento de la locura como patología sancionable tuvo un papel
esencial el estatuto cada vez más científico que fue alcanzado por la medicina. El
surgimiento de la psiquiatría como disciplina independiente en el siglo XIX
contribuyó a enmascarar aún más el proceso de sanción psiquiátrica que se ocultó
bajo los conceptos científico y humanitario. El concepto «enfermedad mental» sume
a la locura dentro de la experiencia científica y racional que lo distingue en la
sociedad contemporánea.
La perspectiva del poder representó el tercero de los momentos en el
entendimiento de la locura. Cuando en las décadas del sesenta y setenta del siglo
XX fue valorada la influencia que tienen el pensamiento medieval y el carácter
patológico sobre el concepto locura, se concluyó, que el mito de la nave de la locura
y la hospitalización son ejercicios de represión que perjudican la posición cultural de
la locura.
El enfoque de Foucault en Historia de la locura en la época clásica abrió un camino
para comprender el proceso de control implícito en la hospitalización de la locura.
También el trabajo de Thomas Szasz formó parte de la ruta que ayudó a exponer la
negativa posición en la que el pensamiento medieval y la sanción hospitalaria
situaban al concepto.
Foucault y Szasz fueron los primeros en profundizar en determinantes culturales
específicas que influyen sobre la locura, pero no fueron los primeros en reconocer
que la locura se encuentra regida culturalmente. Cuando Freud declara en El
malestar de la cultura que la locura es un resultado del malestar cultural de
occidente, implícitamente predomina una visión cultural por sobre un criterio médico.
Como se verá a continuación el psicoanálisis entiende a la locura como un
resultado de las contradicciones del hombre con los complejos procesos culturales
que lo rodean y que han moderado su experiencia vital: «[…] se pretende que todos
nos conducimos, en uno u otro punto, igual que el paranoico, enmendando algún
13
cariz intolerable del mundo mediante una creación desiderativa e incluyendo esta
quimera en la realidad. Particular importancia adquiere el caso en que numerosos
individuos emprenden juntos la tentativa de procurarse un seguro de felicidad y una
protección contra el dolor por medio de una transformación delirante de la
realidad.».20
Al entender a la locura como un proceso que forma parte de la serie social y de la
experiencia cultural particular de cada individuo, el psicoanálisis resuelve que la
locura es difícilmente separable de la cultura y desde tal instancia debe ser
entendido el concepto y rehabilitado socialmente el loco.
Aunque fue un psicoanalista el primero en considerar a la locura como un término
regido culturalmente, el tratamiento que el psicoanálisis dio a la locura durante el
siglo XX no respondió a la postura freudiana. Esta disciplina siguió el camino trazado
por la psiquiatría en el que la locura solo tiene la posibilidad de ser una patología
sancionable y le imprimió así la connotación de enfermedad. La tesis expuesta por
la psicoanalista Marie Langer21 en su trabajo Vicisitudes del Movimiento
Psicoanalítico Argentino ayuda a comprender por qué el psicoanálisis no siguió el
camino abierto por Freud en el entendimiento de la locura. El funcionamiento del
grupo como un instrumento valioso en la articulación de la sanción hospitalaria
predominó por sobre la visión cultural que revindicara al término.
Las posiciones asumidas por Franco y Franca Basaglia dentro del MAI son la
contraparte de las postura médica que tenía el psicoanálisis en el siglo XX en
relación a la locura ya que lejos de acomodarse dentro de las consideraciones
médicas tradicionales que hacían del concepto un ente sancionable, intentan
cambiar los procedimientos de control hospitalario a través de la exposición de la
20 Freud, Sigmund: El malestar en la cultura, en ˂http://www.dfpd.edu.uy/ifd/rocha/m_apoyo/2/sig_freud_el_malestar_cult.pdf˃ 21 En el ensayo Vicisitudes del Movimiento Psicoanalítico Argentino publicado en el libro Razón, locura y sociedad, Marie Langer expone cómo tuvo que separarse conjuntamente con otros psicoanalistas argentinos del grupo oficial de doctores de esa nación, mientras ellos seguían un enfoque de izquierda y bebían de las tesis freudianas para obrar a favor del sujeto, el grupo de derecha deseaba seguir escudado en sus posiciones aburguesadas y en las organizaciones oficiales como la Asociación Psicoanalítica Argentina (APA).
14
locura como una instancia cultural mucho más amplia que ha estado restringida por
los criterios científicos. Estos autores asumen las tesis freudianas y el camino
trazado por Foucault y Szasz en el intento de transformar los procedimientos de
control hospitalario de los que participa el loco en el contexto italiano.
Las posturas asumidas por el MAI, al considerar a la locura desde la perspectiva
del poder, tuvieron ecos posteriores con los autores David Cooper22 en la década
del 80 y con Marcela Lagarde en la década del 2000. Cooper reconoce
explícitamente la importancia del movimiento italiano a la vez que expone a la locura
como una alternativa de liberación del sujeto ante las trabas de la sociedad
burguesa. Por otro lado, Lagarde reconoce que la locura es condicionada por
implicaciones políticas y culturales de todo tipo que se han ido sumando en el
proceso de formación individual de los sujetos.
Una vez presentados los tres momentos por los que pasa el entendimiento del
concepto locura, se concluye que:
Las connotaciones culturales del término locura se encuentran condicionadas
por la influencia del pensamiento ortodoxo medieval. El mito de la nave de la
locura es la expresión más acabada del proceso de exclusión que tiene lugar
en el pensamiento cristiano, como ha sido señalado anteriormente.
El derecho moderno ha contribuido a complejizar las connotaciones culturales
del concepto locura en tanto no se ha pronunciado a favor de la compleja
circunstancia cultural de la locura y ha permitido el proceso de sanción de todo
sujeto irracional que haya cometido un crimen aun cuando sea reconocida la
ausencia de su responsabilidad civil.
La filosofía racional ha complejizado las connotaciones culturales del término
locura, ya que suma al proceso de exclusión iniciado por el pensamiento
22 Cooper (Ciudad de Cabo 1931- París 1986), psiquiatra sudafricano reconocido por acuñar el término «antipsiquiatría» y por difundir en sus textos la labor del MAI. Vivió parte de su vida en Londres y Argentina donde dirigió varias instituciones hospitalarias y estuvo a la delantera en la defensa de la locura como un resultado de la sociedad.
15
medieval la tesis de que la locura es un estado de la conciencia que interrumpe
el correcto entendimiento del mundo por parte del individuo que la padece,
como ha sido declarado con anterioridad.
La reclusión de la locura en casas de confinamiento fue el primer proceso de
exclusión abiertamente manifiesto en torno al loco. La institución del
manicomio fue sucesora de las casas de confinamiento en el ejercicio de
sanción de la locura, como bien señaló Foucault.
El estatuto cada vez más científico que fue alcanzando la locura a través de la
psiquiatría afianzó el proceso de control que tuvo lugar bajo los estandartes de
la cura médica y de la labor humanitaria.
Las valoraciones desde la óptica del poder hicieron visible los procesos de
sanción que predominan en el imaginario medieval y en el proceso de
hospitalización. La valoración de la locura durante este tercer período contiene
una postura más cultural y mucho menos condicionada por el criterio médico
que la entiende en tanto patología.
Aunque en el psicoanálisis encontramos el primer enfoque que considera a la
locura como el resultado del malestar que sufre la sociedad occidental, la labor
de esta disciplina durante el siglo XX se suscribe a seguir la postura psiquiátrica
de sancionar a la locura. La posición del MAI se diferencia de la de los
psicoanalistas al intentar subvertir la compleja circunstancia que posee la
locura sujeta al control hospitalario.
1.2 De la locura como patología a una perspectiva cultural del concepto
A partir del análisis de las condicionantes del concepto, las cuales superviven en
los principales prejuicios arraigados a la cultura occidental, puede comprenderse
que de los tres momentos en los que ha sido entendida la locura, es en el tercero
de ellos en el que comenzó a predominar un enfoque cultural que entra en
contradicción con el enfoque psiquiátrico, por cuanto rebasa el proceso de control
que establece la sociedad y el manicomio sobre la locura y comienza a comprender
el término desde una perspectiva más inclusiva.
16
El autor que mejor resume la influencia de las condicionantes culturales que
tienen lugar sobre el concepto locura es Foucault. Sus consideraciones superan el
tratamiento del término como patología para ofrecerle una perspectiva cultural. Su
estudio del desarrollo de la locura a través de las representaciones que ha tenido
en obras literarias, filosóficas y en documentos históricos del campo médico,
además de textos administrativos y legales relacionados con el concepto, hace
evidente un enfoque metodológico que busca superar los enfoques descriptivos y
poco problémicos en los que la psiquiatría ha sumido a la locura.23
Foucault inspecciona todos aquellos discursos que atienden la locura, su visión
holística no ignora las implicaciones sociales en que fueron creados. A los aportes
realizados por el autor que han sido expuestos en el epígrafe anterior solo debe
añadirse la tesis declarada en el texto Vigilar y Castigar , donde se reconoce que la
evolución que ha tenido el castigo, desde la mutilación pública del cuerpo del
condenado hasta la sanción y reclusión que tiene lugar en casos como el de la
locura, rebasan la connotación médica de intentar curar al loco para demostrar que
este mecanismo posee una intención más legislativa que humana.
Por tanto, en la consideración del autor se reconoce que el estatuto que ofrece la
medicina a la locura continúa articulando un proceso da sanción que se aleja de la
necesaria comprensión de la locura como ente cultural. La importancia del estudio
de Foucault radica en haber expuesto los dos elementos principales que han
condicionado la experiencia cultural en torno al concepto locura: el mito medieval y
la connotación patológica.
En el criterio de Thomas Szasz la locura pasa por varias fases por las que
intervienen disímiles agentes: la familia, la sociedad, el psiquiatra y la institución
psiquiátrica. La articulación de cada una de estas fases responde a la convención
cultural de sancionar al loco bajo el argumento de un diagnóstico médico.
23 Foucault, Michel: Historia de la locura en la época clásica, TI, ˂http://www.uruguaypiensa.org.uy/imgnoticias/677.pdf˃
17
La etapa de prepaciente es un suceso de tipo social y cultural en el entendimiento
de este autor: «[…] la impresión de estar perdiendo la cabeza se basa en
interpretaciones estereotipadas, de procedencia cultural e impregnación social,
sobre la significación de síntomas como oír voces, perder la orientación en el tiempo
y en el espacio y sentirse seguido.».24
Szasz reconoce el establecimiento cultural de un conjunto de signos que
determinan el reconocimiento de la locura y del loco. En la etapa de prepaciente se
desarrolla la identificación del enfermo, proceso en el que interviene un clasificador
(el psiquiatra), un clasificado (el loco) y un grupo que respalda el proceso de
reconocimiento del paciente (puede ser la familia o un grupo de amigos). 25
Thomas Szasz expone que la puesta en práctica del concepto «enfermedad
mental» responde más que a una necesidad de la medicina, a una necesidad
taxonómica de un grupo al nombrar a otro, asumiendo con el acto de nombrar o
clasificar poder sobre él. Además, el autor declara que en el proceso de identificar
y nombrar a otro como loco son utilizados los mismos mecanismos con los que
operan los individuos en el reconocimiento y exclusión de cualquier subalterno.
Una vez establecido el estatuto de paciente, es inmediato el proceso de
hospitalización, pues «[…] la concepción psiquiátrica de una persona solo cobra
significación en cuanto altera su destino social; y en nuestra sociedad esta
alteración parece hacerse significativa solo cuando la persona es sometida al
proceso de hospitalización […]».26
El concepto locura es entendido por Szasz desde su carácter médico y cultural.
Para el autor el término se encontrará signado por esta doble valencia en cada una
de las fases por las que transite. Durante la fase de nominalización, la función
médica con implicaciones jurídicas del psiquiatra es fundamental, mientras que en
24 Szasz, Thomas: Ideología y enfermedad mental, p. 137. 25 El razonamiento fue tomado de la fuente Ideología y enfermedad mental de Thomas Szasz. Iuri Lotman reconoce en La caza de brujas: Semiótica del miedo la función de los mismos grupos en la articulación del mito de la bruja. 26 Szasz, Thomas: Ideología y enfermedad mental, p.134.
18
la fase de sanción que tiene lugar en el manicomio también puede advertirse la
implicación cultural y jurídica de la institución al excluir al loco y proteger así a la
sociedad.
Este autor reconoce que el ejercicio de poder implícito en los procesos de
diagnóstico y hospitalización de la locura se justifica sobre la base del carácter de
patología que el discurso de la ciencia ha conferido al concepto. También reconoce
el carácter cultural del concepto locura, al ser entendido como una convención social
que cuenta con una serie de rasgos instituidos en la conciencia colectiva para su
reconocimiento. Szasz es el primero que expone las fases de reconocimiento y de
sanción por las que pasa la locura, también es el primero en realizar una exposición
detallada de la función de grupos sociales (psiquiatras, familia, amigos) al reconocer
o respaldar el veredicto de locura.
Aunque la propuesta de Szasz aporta importantes elementos a la presente
investigación, su entendimiento cultural y médico del concepto locura solo reconoce
dos fases por las que pasa el mismo. Se debe añadir una tercera fase declarada
por Eduardo Apud Peláez en el trabajo Exclusión social y locura. Una perspectiva
antropológica.
Durante esta tercera fase la locura se encontrará condicionado por el consenso
social que ha apoyado el alegato médico y por la experiencia del manicomio que ha
hecho objetiva la existencia de tal estado. La estancia en el manicomio solo debe
ser entendida como un tránsito necesario para dar carácter real al estado de locura,
como bien expone el autor señalado.
El acercamiento de Apud permite concluir que el sujeto loco no logra integrarse
totalmente una vez rehabilitado de una posible crisis, por tanto, se hace posible
argumentar que la hospitalización ha tenido implicaciones culturales que rebasan la
intención médica de la cura. Este momento en el que el individuo recuperado se
integra nuevamente a un medio que ha iniciado la exclusión, constata que el ingreso
solo ha dejado resuelto que una vez reincorporado el individuo a la sociedad este
continúe siendo nominado como loco, esta vez bajo el argumento indiscutible que
19
ha conferido el criterio de la medicina a través de un diagnóstico. La fase de sanción
en el manicomio debe ser entendida como un pase de legitimación que forma parte
de un proceso cultural mucho mayor en el cual se hace necesario el argumento
médico-jurídico para excluir al loco.27
En el análisis de Franco Basaglia sobre la locura se prioriza el proceso de sanción
que tiene lugar en la institución del manicomio y se reconocen las implicaciones
culturales que posee dicho proceso: «[…] la cárcel no sirve para la rehabilitación del
encarcelado, así como tampoco el manicomio sirve a la rehabilitación del enfermo
mental. Ambos responden a una exigencia del sistema social, quiero decir del
sistema social que tiene como fin último la marginación de quien rompe con el juego
social.».28
La propuesta de Basaglia se encuentra apoyada por la creencia de que la locura
posee connotaciones políticas al ser utilizada para mantener mecanismos de
exclusión y control propios de la sociedad. Con el análisis de los objetivos que
regían al Movimiento Antipsiquiátrico29 Italiano puede comprenderse que los autores
entienden al tratamiento psiquiátrico como un ejercicio de poder y exigen una
transformación en las prácticas culturales asociadas a la locura:30
Revocar las leyes del juego psiquiátrico; combatir el poder médico
personificado en el diagnóstico […]
Abolición de la estructura autoritaria jerárquica, reconociendo que el loco
puede expresar la autoridad central.
La función del médico es la de servir de protección ante la interferencia
administrativa […].31
27 Apud, Eduardo: Exclusión social y locura. Una perspectiva antropológica, ˂http://dikecontradike.blogspot.com/2007/11/exclusin-social-y-locura-una.html˃ 28 Basaglia, Franco: La institución psiquiátrica de la violencia, p.17. 29 Aunque aporta importantes elementos a la presente investigación las tesis producidas al calor de este movimiento poseen fuertes disposiciones políticas. 30 Aunque los objetivos de los autores son eminentemente políticos y se encuentran marcados por el contexto específico de Italia, de sus propuestas pueden extraerse importantes elementos de apoyatura conceptual para construir una variable cultural mucho más inclusiva del término locura. 31 Cooper, David: El lenguaje de la locura, pp. 146- 147.
20
El abordaje de Franca Basaglia32, figura esencial del MAI, alrededor de la locura
se dirige fundamentalmente al análisis del individuo femenino y su disposición a la
locura por encontrarse regido por principios culturales específicos. Esta autora
posee una perspectiva cultural que consigue enunciar que la mujer tiene mayores
posibilidades de estar involucrada con la locura debido a las restricciones que
acompañan al género, al respecto declara: «La relación entre el disturbio psíquico
– y su consiguiente codificación y sanción- y la rigidez de las reglas de
comportamiento es más evidente en el caso de la mujer que en el del hombre.».33
La propuesta de Franca Basaglia traslada un conjunto de principios concebidos
dentro de las aspiraciones civiles del MAI y que también forman parte de tesis
ajenas al grupo que han valorado la locura desde el enfoque del poder. Aunque esta
autora declara que a la locura femenina para el caso de la mujer se suma todo
aquello que condiciona particularmente al género, su propuesta debe ser incluida
dentro del conjunto de tesis que declaran las implicaciones culturales de los
procesos de reconocimiento y sanción de la locura.
Para Basaglia la locura es la conclusión de un complejo proceso, es resultado de
las imposiciones y las imposibilidades que tienen lugar en la vida de las mujeres.
Las féminas no están listas para enfrentar los cambios que experimenta su vida en
edad adulta, se encuentran condicionadas a no asimilar transformaciones y entran
así en contradicción con el contexto. No obstante, el criterio no es exclusivo de
género femenino, toda perspectiva cultural que piense la locura, sea del hombre o
de la mujer, puede valorar este estado como el resultado de un largo y complejo
proceso formativo.
Marcela Lagarde traslada al igual que Franca Basaglia sus consideraciones en
torno al poder implícito de la locura hacia el caso particular de la mujer. La
32 Todas las ideas que se manejen de la autora han sido asumidas de los textos Segunda conferencia: la mujer y la locura y Tercera conferencia: crítica a las instituciones psiquiátricas. 33 Basaglia, Franca: Segunda conferencia: la mujer y la locura, p.27.
21
perspectiva cultural de esta autora, que ha declarado la influencia de Freud y
Basaglia que han tenido sus tesis, advierte la necesidad de tener en cuenta la
procedencia de todos aquellos factores que pudieran causar la locura de la fémina:
«En el conjunto de dificultades para cumplir con las expectativas estereotipadas del
género: ser una buena mujer, hacer un buen matrimonio, criar bien a los hijos, tener
una familia feliz, y todo lo que se añade según la situación de las mujeres, es base
para la locura de las mujeres.».34
No obstante, los elementos de procedencia cultural que han causado la locura de
la mujer y que han sido reconocidos por esta autora también pueden ser motivos
esenciales de la locura para el caso del hombre ya que: «La locura es una
fabricación concienzuda y difícil de lograr debido a su complejidad. En su logro
participa la sociedad, la cultura y sus instituciones, y desde luego, la particular
creación que hace el sujeto de sus propias condiciones vitales.».35 Todos los
factores señalados participan en la construcción de la locura tanto en uno como en
otro sexo.
La propuesta de Lagarde reconoce la participación del individuo en la construcción
de su locura, no obstante, David Cooper distingue antes la posibilidad de valorar la
participación consciente del sujeto en la construcción de la locura como vehículo de
autoafirmación que responde a las complejas circunstancias contextuales. Aún
debemos reconocer a Freud, ante de Cooper, como el pionero en la enunciación de
esta tesis, al declarar en El malestar de la cultura que el individuo puede responder
mediante una experiencia delirante ante el complejo entorno cultural que lo rodea.
Al igual que Foucault, David Cooper reconoce que el manicomio ha surgido
signado por el discurso de la racionalidad que no permite la comprensión de los
códigos propios del lenguaje de la locura. Para este autor, una institución que
responda a la razón es incapaz de rehabilitar al loco y puede ser asumida con la
locura del individuo la conformación de una voz que patenta un proceso de
34 Lagarde, Marcela: Los cautiverios de las mujeres: madresposas, monjas, putas, presas y locas, pp. 701- 702. 35 Lagarde, Marcela: Los cautiverios de las mujeres: madresposas, monjas, putas, presas y locas, p. 774.
22
reivindicación: « La locura es la revolución permanente en la vida de una persona.
A veces este proceso revolucionario se hace patente como un cambio importante
en nuestra forma de vida, un cambio en dirección a una mayor autonomía, que
puede realizarse sin la intervención de otras personas, pero a veces se vuelve
socialmente visible en forma de crisis en la que interviene otra gente.».36
La incorporación del concepto locura al debate social pasa por la problemática de
enfrentarse a un discurso que ha estructurado la vida bajo el principio racional y que
no admite otros modos de ordenamiento. Cooper ha hecho explícita la problemática
de la locura al encontrarse condicionada por un principio que antecede al manicomio
y que lo justifica dentro del pensamiento social. El discurso racional sostiene y une
los distintos actores que participan en el proceso de sanción: el psiquiatra, la
institución psiquiátrica y la sociedad.37
El reconocimiento que hace Cooper de la ruptura de la convención lingüística por
parte de los discursos de la literatura y de la locura, demuestra que en la presencia
de rasgos artísticos que tienen ambos se encuentra asumida una actitud que
desestructura los códigos instituidos e impuestos por el discurso colectivo:
El loco, al igual que el poeta, rechazaría la propuesta de Wittgenstein de que
“el que no pueda hablar debería callarse". Es precisamente lo indecible, lo
impronunciable, lo que debe expresarse en el discurso demente y poético.
Todo esto nos lleva a la elección de que uno escuche por costumbre la charla
trivial de la normalidad cotidiana (que incluye la mayor parte de las palabras
impresas), o que uno oiga ocasionalmente ciertas palabras gruesas
pronunciadas en la oscuridad […].38
36 Cooper, David: El lenguaje de la locura, p.38. 37 Las ideas relacionadas con este autor han sido tomadas del texto El lenguaje de la locura. 38 Cooper, David: El lenguaje de la locura, p.28.
23
Esta perspectiva propone, a diferencia de las anteriores, la posibilidad de asumir
a la locura como una posición consciente y radical que pretende desautomatizar los
códigos que operan a nivel cultural y ejercen el poder sobre los individuos.
Otra de las propuestas que estudian la locura desde la óptica del poder y que
superan la connotación patológica que se le ha conferido al término es la realizada
por Erving Goffman39. La misma ha considerado las relaciones que tienen lugar al
interior de las «instituciones totales»40. En su análisis la locura se encuentra
expuesta a la sanción, la disciplina impuesta por el grupo del «personal» al grupo
de los «internos» es una de las manifestaciones de la misma.
Para Goffman la configuración de la sanción que tiene lugar en el marco de la
«institución total» se realiza sobre la negación de una serie de privilegios que forman
parte de la vida común. La pérdida de la individualidad mediante la expropiación de
objetos personales, la homogeneización impuesta con el uso colectivo de un
uniforme y la obligación a desarrollar actividades bien planificadas, además de la
pérdida total de la privacidad, son algunos de los privilegios vedados.41
La visión unánime que ofrece este autor del preso y del loco mediante el término
«interno», presenta la dificultad de no reconocer que aunque el recluso elija o no
cometer un delito llega a ser consciente de su error, mientras que el loco nunca llega
a comprender su fallo por estar sumido en un espacio que ha elegido
conscientemente y que cuenta con reglas diferentes en contraposición al mundo
racional.
Luego de exponer las propuestas teóricas que han trabajado la locura desde la
óptica del poder y que perciben al término desde una perspectiva cultural más
39 Todas las ideas manejadas de este autor forman parte del texto Internados. Ensayos sobre la situación social de los enfermos mentales. 40 Goffman usa este término para denominar al manicomio y a la prisión debido a la función de encierro que ambas poseen y que permiten agruparlas bajo un mismo término. 41 Goffman no declara explícitamente que los modelos de control descritos son de procedencia social, pero en su análisis profundiza en el tránsito que sufre el sujeto desde su vida en sociedad hasta convertirse en interno, dicho análisis demuestra que Goffman asume las medidas disciplinarias como una negación de los privilegios con los que cuenta el hombre en sociedad.
24
cercana a la que se pretende en el presente estudio se dará paso a la conformación
de una variable adecuada para su aplicación. Primero serán declarados los términos
que no serán utilizados en la presente investigación:
Insania, este término tiene su origen en el mundo clásico, fue empleado por
Celso en la práctica religiosa que reprimía a la locura durante el traspaso del
mundo latino al mundo medieval.42 Este proceso de rotulación mediante un
nuevo término y su posterior sanción pudo haber sido la antesala a la
represión sufrida por la locura durante la Edad Media.
Lunático, este término proviene del mito medieval que entiende a la locura
como un resultado de la exposición humana a la luna,43 no reconoce el
nacimiento de tal estado dentro de los complejos procesos culturales ni como
un padecimiento médico, sino como un hecho asociado al mal con alguna
marca corporal que lo hace reconocible.
Enajenación, este término proviene de la filosofía, en el caso de la presente
investigación se prescinde de él debido a que supone una apatía pasiva o
consciente del sujeto con respecto al contexto que lo condiciona, se entiende
como la no toma de posición política.44
Irracionalidad. Se prescinde de este término debido a la imposibilidad de
inspeccionar al estado de locura bajo sus reglas. La lógica bajo la que opera
este concepto no permite considerar a la locura ni a ningún otro estado de
subalternidad bajo su dominio.
Enfermedad mental.45 Este término fue implementado por la psiquiatría al
convertir a la locura en patología garantizando así dar al concepto un estatuto
que permita a la ciencia intervenir sobre él.
42 Córdova, Armando: La locura en Cuba, p. 12. 43 Foucault, Michel: Historia de la locura en la época clásica, TI, ˂http://www.uruguaypiensa.org.uy/imgnoticias/677.pdf˃. 44 Las ideas han sido asumidas del texto Existencialismo y alienación en la literatura norteamericana, de Sidney Finkelstein. 45 Como ha sido señalado anteriormente, Szasz expuso la verdadera función de la implementación de este concepto.
25
Locura. Este término no será asumido por el presente estudio en su acepción
común en la que quedan registrados semas como privación del juicio, pérdida
de la razón o patología. Será asumida otra variable del concepto que queda
declarada a continuación.
En la presente investigación se entiende por locura a un estado de la conciencia
que ha sido sancionado sobre la base de las lógicas de exclusión de los sistemas
de pensamiento medieval, racional y científico; Además ha encontrado
manifestaciones de exclusión visibles en la creación de las casas de confinamiento
europeas y en la posterior creación del manicomio.
El término debe ser liberado de las connotaciones negativas que como patología
adquiere dentro del campo semántico de la hospitalización y de toda sanción penal
o moral que lo restrinja. Debe ser comprendido como un estado de la conciencia
que ha tenido causas de origen estrictamente culturales y en cuya creación participa
el sujeto, logrando trascender el mecanismo de poder construido socialmente para
el control de su experiencia.
Para el estudio del tópico de la locura en la presente investigación se tendrán en
cuenta los siguientes elementos:
La locura como tópico susceptible de representación literaria asume en
cada contexto y época las condicionantes culturales del concepto.
La representación de la locura en las obras contemporáneas posee
remanentes de los semas básicos del concepto (prejuicio mítico, patología,
sanción penal y moral, reclusión, etc.), además de la complejidad de la
configuración moderna del concepto al contener las tensiones racionalidad-
irracionalidad, reclusión-libertad, entre otras.
La representación literaria de la locura es multiforme y no solo afecta al
tópico, puede encontrarse también representada en la configuración de
personajes, en la representación del cronotopo del manicomio, en el plano
del discurso a través de soluciones estilísticas que intenten copiar la voz de
individuo loco o a través de las redes isotópicas.
26
1.3 Distinciones conceptuales de tópico. El tópico de la locura en relación
con los tópicos del viaje, el poder y el desdoblamiento
Una vez vistas las propuestas que valoran a la locura desde la óptica del poder y
haber establecido una variable del concepto adecuada a la presente investigación,
se declara que la locura será asumida como tópico para el presente estudio.
A continuación será declarado el concepto de tópico al cual se afilia la presente
investigación: «[…] una forma de tropo, es decir, como una traslación o desvío que
llama la atención sobre el propio mensaje («opaco» o «extraño», por tanto, en esa
secuencia) y cuyo significado debe siempre establecerse por comparación con el
significado propio del referente tradicional análogo, en la medida en que éste puede
precisarse.».46
Debe considerarse el tópico como un eje temático que se vincula con otros tópicos
y que se deslinda en motivos dentro de la obra literaria disponiendo así la estructura
de la misma. Los tópicos no son exclusivos de períodos históricos culturales aunque
pueden ser determinados por ellos, se mantienen secularmente y en ocasiones
trasvasan períodos de la historia de la cultura, formaciones literarias, etc. Emergen
en contextos culturales determinados, a partir de condicionantes diversas que
pueden ser filosóficas, estéticas o de otros órdenes.
En el caso del tópico de la locura, su manifestación en obras literarias se remonta
a la época clásica y se ha mantenido con connotaciones diversas en las distintas
épocas, de acuerdo a las modificaciones que ha tenido el concepto y ha adquirido
una presencia visible en la literatura contemporánea, a partir del cuestionamiento
de las bases de la racionalidad occidental.
46 Escobar, Ángel: El tópico literario como forma de tropo: definición y aplicación,
˂https://revistas.ucm.es/index.php/CFCL/article/viewFile/CFCL0606120005A/16074˃.
La consideración de este concepto es el resultado de un estudio doctoral llevado a cabo en el año 2000 por
este autor.
27
En la presente investigación se analizará la vinculación de la locura con tres
tópicos que alcanzan preponderancia en la novela: el viaje, el poder y el
desdoblamiento. Para la realización de este análisis, se han localizado propuestas
de algunos autores que han aludido a la relación y la coherencia temática de la
locura con estos tópicos seleccionados.
El viaje, según Mijaíl Bajtín, es uno de los motivos cronotópicos seculares, tan
antiguo como la literatura misma. Cuando este autor realiza su estudio de la «novela
griega» y su posterior influencia en la novela europea occidental, distingue en esta
evolución la permanencia de los siguientes motivos: «[…] fuga de los enamorados,
su viaje, tempestad en el mar, naufragio, salvación milagrosa, […]»,47 entre otros.
Como ha sido dicho por Bajtín, el viaje permanece en la literatura europea
posterior debido a la influencia de la «novela griega» sobre géneros como la «novela
de caballería». En la construcción del cronotopo de este último predominan nuevos
principios: «En la novela caballeresca, el tiempo mismo se convierte, en cierta
medida en milagroso, aparece el hiperbolismo fantástico del tiempo, las horas se
alargan, los días se comprimen hasta las dimensiones de un instante , y el tiempo
mismo puede estar encantado; […]».48 La renovación del cronotopo en la «novela
de caballería» permitió que se introdujeran en el texto sucesos que rebasaban los
principios de racionalidad en los que se apoyan los presupuestos de verosimilitud
de la «novela griega».
La renovación cronotópica reconocida por Bajtín, hizo posible la introducción de
tipologías de personajes que superaron la configuración idealizada del héroe de la
«novela griega», y que son identificadas por este autor como figuras que «no tienen
sentido propio, sino figurado: su mismo aspecto exterior, todo lo que hacen y dicen
no tiene sentido directo, sino figurado, a veces contrario; […]».49 El mantenimiento
de algunos tópicos tradicionales (el viaje, el naufragio, etc.) se conjuga con nuevas
47 Bajtín, Mijaíl: Las formas del tiempo y el cronotopo en la novela, p. 240. 48 Bajtín, Mijaíl: Las formas del tiempo y el cronotopo en la novela, p. 306. 49 Bajtín, Mijaíl: Las formas del tiempo y el cronotopo en la novela, p. 311.
28
tipologías de personajes de carácter irracional gracias a la renovación del cronotopo
que trajo consigo la «novela de caballería» europea.
Michel Foucault señala en Historia de la locura en la época clásica cómo opera en
el imaginario colectivo medieval el aislamiento del loco a través del viaje. El mito de
la nave de los locos por sí mismo vincula el viaje con la locura. Para este autor es
relevante la pervivencia que existe en la conciencia social extendida por las
ciudades europeas del proceso de exclusión del loco en relación al viaje: «Es el
pasajero por excelencia, o sea, el prisionero del viaje. No se sabe en qué tierra
desembarcará; tampoco se sabe, cuándo desembarcará, de qué tierra viene. Sólo
tiene verdad y patria en esa extensión infecunda, entre dos tierras que no pueden
pertenecerle.».50
Este mito convierte al loco en el errabundo, en el individuo incapaz de tener
asideros y de arraigarse socialmente, por tanto, el viaje es expresión del proceso de
exclusión que tiene lugar alrededor individuo irracional.51
Según David Cooper el viaje forma parte de la experiencia moderna de la locura y
opera como la expresión simbólica en la que los sujetos codifican su separación de
los modelos impuestos por la sociedad para llegar a conocer su yo: «Hay tantas
personas que hablan de la necesidad de hacer un viaje a través de la locura para
liberarse a sí mismas, descubrir quiénes son, encontrar un lugar de renacimiento
[…]».52 El viaje del loco es una necesidad de autoafirmación del sujeto, una
búsqueda interior según el criterio de este autor.
Fernando Aínsa ha establecido los significados del viaje para la obra literaria: «[…]
viaje como diferenciación o como autoafirmación por contraste. El que vuelve será
siempre un ser diferente al que se fue,[…] viaje como evasión o huida de una
realidad que no se comprende o que se desprecia,[…] viaje como exilio, decidido
50 Foucault, Michel: Historia de la locura en la época clásica, T.I, ˂http://www.uruguaypiensa.org.uy/imgnoticias/677.pdf˃. 51 La expresión más completa del mito del viaje de la locura se encuentra desarrollada en la novela Narrenschiff o Nave de los locos, de Sebastian Brant. 52 Cooper, David: El lenguaje de la locura, p. 26.
29
voluntaria o forzosamente.».53 Aunque el autor no realiza una vinculación explícita
del viaje con el tópico de la locura, su afirmación tiene matices concordantes con
Cooper, al asumir el viaje como elección voluntaria del sujeto para su liberación
personal.
Para el presente estudio el viaje será asumido en su relación con la locura, como
la invención o elección de un personaje que expresa simbólicamente en este sus
conflictos como sujeto que se evade de una realidad compleja. Desde este punto
de vista, el retorno, como contraparte del viaje, puede interpretarse como el regreso
de un individuo que difiere culturalmente del que partió. En el contexto cubano, el
viaje ha sido una preocupación recurrente en distintos autores, relacionado con la
insularidad, la diáspora, la crisis social y vital del sujeto.
Otro de los tópicos ancestrales de la literatura es el poder. La posibilidad de
estudiar el poder como tópico literario se encuentra dada por la relación que existe
entre arte, poder y política, como bien reconoce Yisliany Placencia en su tesis El
poder y la política en la producción teatral de Virgilio Piñera.54 El recorrido hecho
por la autora demuestra la relación estrecha que existe entre la expresión artística
y los sistemas sociopolíticos en los que se gesta. El tratamiento del poder en obras
artísticas responde a la legitimación de los códigos de dominación propios del grupo
de poder vigente o a la desarticulación de dichos códigos.
El tratamiento del poder en obras literarias también puede responder a la
desarticulación de los mecanismos de control que operan en diversos espacios y
que oprimen a grupos sociales. En Vigilar y Castigar, cuando Foucault declara su
concepto «microfísica del poder», su razonamiento hace explícito cómo
determinadas relaciones de dominación se insertan entre los grupos sociales sin la
necesidad de que el Estado o clase dominante intervenga en dicho proceso:
53 Aínsa, Fernando: Espacios del imaginario latinoamericano. Propuestas de geopoéticas, p. 85. 54 Este texto ha podido ser consultado gracias a la cortesía de la autora, no existen publicaciones del mismo.
30
«[…] Hay que admitir, en suma, que este poder se ejerce más que se posee,
que no es el privilegio adquirido o conservado de la clase dominante sino el
efecto de conjunto de sus posiciones estratégicas, efecto que manifiesta y a
veces acompaña, la posición de aquellos que son dominados. Este poder, por
otra parte, no se aplica a quienes no lo tienen pura y simplemente como una
obligación o una prohibición; los invade, pasa por ellos y a través de ellos; se
apoya sobre ellos, del mismo modo que ellos mismos, en su lucha contra él,
se apoyan a su vez en el lugar de presa que ejerce sobre ellos. Lo cual quiere
decir que estas relaciones descienden hondamente en el espesor de la
sociedad, que no se localizan en las relaciones del Estado con los ciudadanos
o en la frontera de las clases y que no se limitan a reproducir, en el nivel de
los individuos, de los cuerpos, los gestos, los comportamientos, la forma
general de la ley o del gobierno; […]».55
El tratamiento del tópico del poder en obras literarias también puede responder a
aquellas manifestaciones de empoderamiento que se dan dentro de grupos sociales
tales como la familia u otros.56
Aunque la presencia de este tópico en la literatura se encuentra dada también por
el carácter que como asunto posible de todas las artes posee, el poder convertido
en tópico literario rebasa las connotaciones tradicionales que tiene su referente en
la serie social.
La vinculación del tópico del poder con la locura, explicada en las proposiciones
de Foucault, es visible en tanto el poder se encuentra presente en todos los
procesos que tienen lugar alrededor del loco, como ha sido señalado en el epígrafe
anterior. En las obras literarias, esta vinculación refracta las relaciones que han
existido entre el poder y sus mecanismos de dominación para refrendar la locura en
55 Foucault, Michel: Vigilar y Castigar, p. 36. 56 La investigación señalada con anterioridad centra su atención en el teatro, aunque el análisis manifieste las marcas propias para las investigaciones de este género, el estudio permite inferir la posibilidad de asumir al poder como tópico a estudiar en otros géneros. El estudio realizado por Placencia se vale del análisis textual, y aunque hace un estudio desde las Ciencias Políticas para el caso del poder, se hace evidente la posibilidad de utilizar el concepto «tópico del poder» en el presente estudio.
31
la instancia colectiva donde el psiquiatra, los familiares y los amigos nombran y
sancionan al loco; en la instancia del manicomio, donde el personal hospitalario
mantiene la disciplina de los pacientes mediante un reglamento y horario rígidos y
en la instancia intrafamiliar, en la que los miembros que detentan el poder
económico o la jerarquía social (padre, esposo, madre, etc.), determinan el destino
del loco.
En esta última instancia, ya que tradicionalmente el ejercicio del poder en el plano
de las relaciones parentales y domésticas lo ha ejercido el varón, el tema se asocia
con conflictos sexuales y de género.57
Como bien ha sido señalado anteriormente, para las autoras Franca Basaglia y
Marcela Lagarde, la locura femenina no debe ser analizada sin tener en cuenta el
proceso de formación por el que pasa la mujer, que la convierte en objeto de
relaciones de poder que se encuentran implícitas en los espacios sociales. La locura
femenina debe ser asumida, según estas autoras, como el resultado de un
entramado de relaciones culturales.
En el presente estudio, a tono con los criterios de las autoras citadas, se asume el
tópico de la locura femenina como una de las formas de concreción de la relación
entre locura y poder. El tratamiento literario de la locura femenina es una de las
formas de representación del ejercicio del poder sobre el loco en el plano
intrafamiliar.
Otro de los tópicos tradicionales vinculados con la locura es el desdoblamiento,58
cuya definición proviene de los estudios psicoanalíticos. En la actualidad, ha
57 Aunque el presente trabajo no pretende tener en cuenta elementos propios de la ginocrítica o los estudios literarios con enfoques de género, percibe la irrefutable relación que el tópico de la locura y los personajes femeninos poseen con estas perspectivas de análisis. 58 Como bien reconoce Oscar Gutiérrez: « El desdoblamiento, conocido en la terminología médica como
trastorno de identidad o trastorno de personalidad múltiple, se caracteriza por la existencia de dos o más identidades o estados de personalidad en un solo individuo. Las identidades alternas se definen como constructos mentales, cada uno con su propio patrón relativamente duradero de pensamientos, emociones, percepciones y experiencias subjetivas. El trastorno de identidad disociativo o TID es una situación grave, crónica y potencialmente invalidante o mortal. Las identidades alternas varían en complejidad y estructura psicológica. En algunos casos encontramos identidades alternas sumamente desarrolladas con diferencias
32
devenido un tópico literario estudiado por diversos autores, que aunque mantienen
el sustrato freudiano del concepto, lo despojan de su condición patológica para
describir sus múltiples formas de concreción literaria. En el presente estudio será
asumido el desdoblamiento según lo expone Rebeca Martín, como un
comportamiento manifiesto del personaje donde se advierte la configuración de una
o varias personalidades alternativas que pueden ser iguales o semejantes a la que
les ha dado origen. Estas pueden habitar un mismo espacio u otros espacios
alternativos.59
Como ha sido dicho con anterioridad el desdoblamiento literario configura una o
varias personalidades alternativas. La adopción de una de ellas puede representar
la salida del individuo conflictuado con su entorno. Asimismo, el tópico adquiere
diversas manifestaciones literarias: puede acarrear una percepción deformada del
sujeto con su entorno o del sujeto consigo mismo, en su identidad cuerpo- siquis.
Cuando Ofelia Schutte reconoce la «crisis de emergencia» que ha sido
representada en la novela de Margarita Mateo como expresión literaria del convulso
contexto cubano de inicios de siglo, marcado por la escasez, distingue que existe
una relación entre la locura del personaje y la crisis. Es el desdoblamiento una de
las formas de respuesta que ha tenido el personaje ante un entorno que lo ha puesto
al límite.
Asimismo, se hace necesario declarar la relación que existe entre locura e
insularidad. Como bien ha reconocido Fernando Aínsa: «La isla puede ser también
-y no hay que olvidarlo- espacio oclusivo, carceral, cuando no infernal, pervertido
notables en postura, tono de voz, estado de ánimo manifiesto, energía, intereses, talentos, capacidades, etc. Aunque en la mayoría de los casos las identidades alternas tienen poca profundidad psicológica y no manifiestan diferencias notables al ocurrir un intercambio. Las identidades alternas se pueden desarrollar con puntos y percepciones polarizados. Las identidades alternas no son personas independientes, es decir, todas las identidades alternas en conjunto componen la personalidad de un solo ser humano.»,
˂http://www.monografias.com/trabajos18/trastornos-disociativos/trastornos-disociativos.shtml#ixzz3dFNuMHHv ˃. 59 Martín, Rebeca: Las manifestaciones del doble en la narrativa breve española contemporánea, ˂http://www.tdx.cat/bitstream/handle/10803/4876/rml1de1.pdf˃.
33
por la locura, negación de toda felicidad posible.».60 La locura puede ser un
resultado de la sensación de asfixia y apresamiento, puede también estar derivada
del ansia de viaje irresuelta del sujeto insular, además de ser una salida de la
imaginación del individuo que ha estado marcado por el estatismo y por el límite del
mar.
Como bien reconocen los autores Luis Álvarez y Margarita Mateo el sujeto
marcado por la insularidad «[…] puede volcarse hacia fuera, en un afán de romper
el aislamiento y suplir, con el viaje o la fantasía, aquel espacio otro que le está
vedado. La mirada fija en el horizonte puede conducir al espejismo, a suplir lo
ausente por la fuerza de la imaginación.».61 De lo dicho por los estudiosos puede
inferirse que el individuo, en la conformación de alternativas que le permitan
trascender su asfixia y ante la imposibilidad del viaje, asume otros recursos para
trascender el límite, entre los cuales pudiera encontrarse el desdoblamiento.
La locura provocada por el contexto insular pudiese encontrar en el
desdoblamiento una alternativa no solo para trascender el límite geográfico, sino
otra serie de disposiciones que mantienen sitiado al individuo: las limitaciones
económicas de un entorno en crisis, las disposiciones que mantienen a la fémina
circunscrita a un rol, las estrategias de dominación propias de la institución
hospitalaria, las restricciones impuestas al individuo por el discurso racional, entre
otras. Pudiese ser conformado así un mundo alternativo donde se subviertan las
lógicas instituidas culturalmente, ya que una de las posibilidades del
desdoblamiento es precisamente la conformación de otros espacios, como ha sido
señalado anteriormente.
Como se ha visto, el tópico de la locura es susceptible de vincularse con una
amplia gama de tópicos. En la presente investigación se estudiará el tópico de la
locura en la novela Desde los blancos manicomios asociado a los tópicos del viaje,
60 Aínsa, Fernando: Espacios del imaginario latinoamericano. Propuestas de geopoéticas, p. 34. 61 Álvarez, L. y Margarita Mateo: El caribe en su discurso literario, p. 96.
34
el poder y el desdoblamiento. Esta relación puede generar connotaciones múltiples,
las mismas serán declaradas a continuación:
El viaje puede ser asumido como alternativa emancipadora en la que el
individuo configura libremente identidades alternativas en un espacio
mucho más democrático. La configuración del viaje puede trascender las
estructuras de poder que mantienen sujeto al individuo loco tanto a escala
familiar como en el manicomio.
El poder puede encontrarse configurado referido a los diferentes actores
que participan del control del loco: la familia, la sociedad y la institución
hospitalaria.
El desdoblamiento puede responder a una necesidad del sujeto que se
encuentra sumergido en un contexto insular marcado por la crisis, y tiene
diversas maneras de representarse literariamente: la duplicidad de
identidades, la percepción deformada del entorno y del propio sujeto.
35
CAPÍTULO II: DESDE LOS BLANCOS MANICOMIOS: UNA NOVELA SOBRE LA
LOCURA
En la novela Desde los blancos manicomios la locura deviene el eje temático que
cohesiona la multiplicidad de motivos que se distinguen.
La obra, estructurada en cuarenta y un capítulos, cuenta la vida de Gelsomina o
María Mercedes Pilar de la Concepción, mujer escritora que asiste a su pérdida de
la cordura. Cada capítulo se distingue a través del paratexto o título particular. Estos,
a su vez, adquieren un carácter isotópico que organiza la entrada de los cuatro
personajes principales de la novela. La estructuración episódica de la novela, no
garantiza su linealidad argumental, ya que la transmutación de voces narrativas va
generando una trama fragmentada, acorde al deterioro de la psiquis del personaje.
Un gran número de capítulos se agrupa bajo paratextos diversos (La isla fugitiva,
La noche insular, La isla maldita, etc.). Estos describen la experiencia de Gelsomina
en el manicomio a través del narrador omnisciente. Este narrador encarna la
equisciencia en una trasmutación de voces narrativas con el propio personaje. En
aquellos momentos en los que María Mercedes se desdobla en Gelsomina, el
narrador perderá su tono omnisciente.
El grupo de capítulos que se agrupa bajo el paratexto Cartas a Gelsomina,
corresponde a la voz epistolar de María Estela, hermana del personaje protagónico.
Este narrador equisciente asume una configuración simbólica, que alude a la
representación de las voces de los emigrados.
Otro numeroso grupo de capítulos se ordena bajo el paratexto Habla la Marquesa
Roja y corresponde a la voz del personaje conocido bajo este apodo. El discurso de
este narrador equisciente corresponde a la voz de los nacionales identificados con
el proceso político cubano. Su intervención se dirige a un narratorio implícito, cuyas
marcas lo configuran como una figura del poder: la psiquiatra.
36
El personaje de Clitoreo o el Babalao Veloz es la figura central del grupo de
capítulos agrupados bajo el paratexto La carrera interminable. El personaje, ofrecido
también a través del narrador omnisciente, asume la voz narrativa en determinadas
porciones del texto. En estas ocasiones, su discurso se apropia de los códigos
lingüísticos de la marginalidad habanera.
Es posible notar en la novela que las tipologías del narrador se organizan según
la relación de cada personaje con la locura. El narrador omnisciente, manifiesto en
aquellos capítulos en los que se trabaja el punto de vista asociado a los personajes
Gelsomina y Clitoreo, cede su voz a los personajes para exponer una perspectiva
más íntima de los hechos asociados a la locura. También esta perspectiva expone
más descarnadamente las consecuencias de la crisis y del contexto machista sobre
ambos sujetos. El narrador equisciente, se identifica en aquellos capítulos donde
los personajes de María Estela y la Marquesa Roja exponen los sucesos desde sus
perspectivas como testigos, pero con un distanciamiento que rebela una apreciación
menos íntima de los sucesos. En esta tipología es manifiesta la percepción de la
locura en relación a su contexto, que por un lado es expuesta desde la óptica de
emigrado y por otro desde la óptica de la mujer cubana tradicional. No se logra
mostrar para este último caso una dimensión tan humana en relación con el
individuo loco, ya que este no es el centro y se valora sujeto a un contexto
problematizado o idealizado.
El escenario por excelencia de la novela es un manicomio habanero entre los
meses de algún año impreciso de la década del 2000. No obstante, son manifiestos
los saltos temporales que pueden situar la trama en el Vedado habanero, tiempo
antes a la experiencia de hospitalización de Gelsomina, específicamente en la
década de 1990 y la profunda crisis que la marcó.
Como ha sido reconocido por Bajtín, va acompañado al desarrollo de la novela la
asimilación de un cronotopo mucho más flexible. Para el presente caso se constata
la introducción de un espacio que tiene lugar en la psiquis de la escritora y que
expone de forma fragmentada un grupo de tesis en relación al cuerpo literario del
37
caribe. La posibilidad de asistir a aquellos pasajes donde la intelectual confluye en
escenarios alejados como la universidad europea Blaise Pascal, permiten constatar
la presencia del mismo discurso que inserta de forma fragmentada las tesis
asumidas, en un período que precede a la hospitalización. Por tanto, la voz de la
intelectual, tanto en su período de crisis como antes parece superar las lógicas
ordenadas del pensamiento racional. Se hace así visible que la profundidad de las
ideas del personaje no ha cambiado aunque se encuentre inmiscuido en el proceso
de sanción hospitalaria que le han impuesto.
Yáñez ha declarado la clave fundamental para la comprensión de la novela, la
locura como pretexto para inspeccionar un contexto complejo, cargado de creencias
rituales y de viajes internacionales para escapar de la crisis; de carencias que
modifican los espacios hogareños; de la marginalidad que exige dominar el discurso
de la calle. Al respecto de esta toma de la locura como pretexto Mirta Yáñez declara:
«[…] los límites cercados del hospital psiquiátrico han quedado abolidos y nada
separa al mundo de los cuerdos del de los locos. ¿Dónde está la locura, adentro o
afuera? ¿O acaso la vida es toda un blanco manicomio? Ojo, que el título nos deja
bien claro que la acción ocurre no «en» sino «desde», sutil desplazamiento del
punto de vista.».62
Es desde la experiencia de vida de un personaje en un manicomio que se
inspecciona un fragmento de la vida de otros tres personajes que la circundan,
atrapados en la postcrisis de la década del 2000 en Cuba. 63
62 Yáñez, Mirta: Narradoras cubanas: identidades al borde del ataque de nervios, p.52. 63 El posible carácter autobiográfico de la novela ha sido señalado por Mirta Yáñez. Aunque en la presente investigación no se profundizará en una lectura de este tipo, queda abierta la posibilidad de realizar en otro trabajo una posible lectura de la novela en esta dirección: «Una narrativa que acude, sí, como en las tradiciones ortodoxas del canon supuesto a la literatura femenina, al autorretrato, pero mirando a la realidad desde los demonios del subconsciente […]». (Yáñez, Mirta: Cubanas a capítulo. Segunda temporada, p. 48).
38
2.1 La locura y el viaje
En la inspección del tópico de la locura en la novela, se hace necesario declarar
que Gelsomina da simbólicamente otros sentidos a su experiencia en el manicomio:
su vivencia, representada para sí como un viaje, rebasa los significados
tradicionales que como patología posee aún en la sociedad cubana.
Es importante declarar que la locura del personaje no posee marcas corporales
visibles que la declaren como enfermedad, al respecto se dice: «Tirada sobre el
lecho, apenas sin fuerzas, Gelsomina pensaba cómo su enfermedad no presentaba
signos visibles, deformidades o hinchazones que hicieran evidente su mal a los ojos
de los demás.». 64
Según Foucault en su texto Vigilar y Castigar, si la locura no manifiesta marcas
corporales que justifiquen su entrada al inventario de patologías, lo que justifica la
sanción que se ejerce sobre ella es su carácter de otredad, ganado a través del
discurso científico que la convierte en patología.
A tono con esta idea, la experiencia que el personaje posee de su locura rebasa
la connotación de la que participan el resto de los personajes. Mientras Gelsomina
expone nuevas perspectivas simbólicas para su locura el resto de los personajes la
asumen como enfermedad.
El doble de María Mercedes, Gelsomina, habita un espacio paralelo en el que lleva
a cabo un viaje cerebral o introspectivo, que trasciende las rejas del hospital
psiquiátrico. Este viaje interior del personaje demuestra la contradicción manifiesta
entre la representación tradicional de la locura y aquellos sentidos que rebasan las
lógicas racionales.
64 Todas las citas de la novela pertenecen a la única edición cubana realizada por Letras Cubanas en el año 2010, por lo que solo se procederá a declarar la página del fragmento referido a partir de ahora. p. 129.
39
En el texto El lenguaje de la locura, David Cooper expone la cercanía del discurso
de la locura para con el discurso literario, ya que ambos hacen uso de los mismos
procesos de metaforización. En el trabajo El texto y la sinrazón,65 Manuel Picardo
considera que el discurso de la locura no es un discurso pasivo sino más bien un
discurso que no está completamente condicionado por la serie social, lo que se hace
manifiesto durante el proceso de escritura y el empleo de sus propias reglas. Estas
reglas se acercan al discurso literario, se alejan del discurso racional y hacen posible
desplegar todos los sentidos no tradicionales de la locura propios del personaje
insano.
No obstante, no puede argumentarse completamente la separación de Gelsomina
y del resto de los personajes en la experiencia que de la locura manifiestan. Si bien
en el paratexto Cartas a Gelsomina se puede advertir el punto de vista de un
narrador parcializado hacia el doble, no se debe ignorar la posibilidad de que el
personaje de María Estela también sea capaz de reconocer en el doble la única
posibilidad de fuga ante un entorno social complejo: «Yo me imaginaba que algo así
te podía pasar. Es más, lo sabía. No es posible mantener la sanidad mental en un
país de locos. Yo hubiera terminado igual o peor que tú si no me hubiera ido a
tiempo: tirada en una cama, mirando el techo […]».66
El viaje alcanza así una doble representación, por un lado se torna fábula de la
locura y por otro se asume como la solución que la emigrada encontró a sus
problemáticas del pasado.
El siguiente fragmento permite defender la participación consciente que posee el
doble Gelsomina en la creación de su viaje:
[…] ahora que estoy detenida en esta isla de la muerte blanca, donde no
sucede nada y la energía se escurre por un tragante insaciable que todo lo
succiona, en especial los pensamientos que dan ánimo y esperanzas. Tendré
65 Este autor maneja en el texto el enfoque de Shoshama Felman (miembro del círculo de Yale) que considera al discurso de la locura desde una perspectiva autosuficiente y separada de la serie social. 66 pp. 32-33.
40
que viajar muy lentamente, sin rendirme, por esta planicie árida y fría,
arrastrarme sobre la nieve en busca de la llama extraviada si no quiero que
esta inmovilidad se convierta en un desmayo eterno.67
El proceso de metaforización empleado por el personaje para construir una versión
particular de su experiencia como loca, se hace evidente en el fragmento. El viaje
hace explícito dicho proceso y queda hiperbolizado con el empleo de algunos
elementos que no forman parte del contexto cubano, como la nieve.
El inicio del viaje queda trazado con la entrada de Gelsomina al manicomio. El
pasaje es significativo por cuanto el personaje resignifica a los perros sarnosos de
la entrada del hospital como los perros de Babalú Ayé y pide a su padre espiritual
la orden de ingresar o no al manicomio. El coloquio de los perros que tiene lugar en
el fragmento demuestra el carácter espiritual que para Gelsomina tendrá la
hospitalización.
Su viaje hacia la «morada regia de Obbatalá, el dueño de las cabezas» supera
todas las connotaciones que la experiencia racional moderna impone desde la
psiquiatría para la experiencia de la hospitalización y todos los mecanismos de
control que operan alrededor de esta.
Si en la Europa medieval Foucault percibe la exclusión simbólica del loco a través
del viaje, los sentidos en esta obra se encuentran más cercanos a las
consideraciones de Cooper, al reconocer a la locura como un viaje donde el sujeto
se proyecta y explora libremente a sí mismo. Este sentido se encuentra muy cercano
a los propuestos por Aínsa, al reconocer en el viaje la búsqueda de una
autoafirmación. En el caso de la presente novela esta autoafirmación se da a través
del exilio imaginado que es el viaje.
Si por un lado Babalú Ayé ha bendecido la entrada de Gelsomina al manicomio y
con ello el comienzo de su viaje espiritual, por otro Orula regirá dicho viaje. Esto
67 p. 182.
41
debe ser entendido como una purificación espiritual, semejante a todos aquellos
procesos metafísicos que dentro de la religión afrocubana son bendecidos por el
dios de cabecera y regidos por el dios mayor, Orula.
La aptitud de María Mercedes, al recoger y curar a los perros callejeros durante la
compleja década de los 90, da elementos suficientes para reconocer en Babalú Ayé
a su dios de cabecera. El comienzo del viaje espiritual se encontrará signado por
esta deidad a quien pedirá consejo y nombrará como padre ante la compleja
decisión de ingresar o no al manicomio:
¿Entro o no entro, padre? Los cambios de lugar me perturban el espíritu, y
he aquí que el destino me ha conducido, ya no al sitio anhelado, sino a este
confín marginal del cuerpo también enfermo de la ciudad que tanto amo, lugar
tenebroso y oscuro de lo desconocido, de aquello que por carecer aun de
nombre suscita temor. Tengo miedo, padre, y no sé a dónde me conducirá el
viaje que podría iniciarse si traspaso estas puertas.68
El viaje no debe ser entendido en la novela como el viaje físico, sino como una
construcción simbólica del personaje principal respecto a su experiencia en el
manicomio. A su vez, asume como particularidad el hecho de estar signado por
marcas culturales propias de lo cubano, al ser un viaje regido por las deidades del
panteón yoruba.
En el final del viaje simbólico de Gelsomina se recurre nuevamente al papel
espiritual que tendrá el dios Orula al declarar: «Sabio en avatares humanos conoce
Orula del dolor sin fronteras que se escancia en el viaje, y protege al hombre de la
huida de sí mismo, que es delirio y arrebato, fuga del camino trazado. Guardián de
la lucidez, tensa sus fuerzas y despliega sus atributos para vencer la locura.».69
El viaje en la obra está religado con los remanentes simbólicos de la religión
afrocubana, dentro de ella Babalú Ayé y Orula son atendidos, uno bendice el viaje
68 p. 10. 69 p. 228.
42
y el otro lo rige. No obstante, puede advertirse la conexión que existe entre el viaje
y el tópico de la crisis, la compleja circunstancia por la que pasa el personaje ha
sido la causa fundamental para iniciar el viaje. En el siguiente fragmento puede
apreciarse cómo se cruzan dichos tópicos:
Es obvio que huye, y ese no es el modo más aconsejable de emprender el
viaje, pensó Zoar. Es un exilio forzado de su propia mente, al que la han
conducido los delirios prolongados en las insomnes madrugadas, cuando
intentaba ver con ojos dulces la miseria a su alrededor, pensó Baldovina. Su
propio cuerpo la ha rechazado, forzándola a buscar su cuerpo allende los
mares de la lucidez, así era de árido y frío el paisaje que la rodeaba. Aquí la
harán regresar al sitio no anhelado por ella, de donde escapó esta mañana.70
El retorno, la contrapartida simbólica del viaje, es otro de los motivos que tiene un
papel esencial en la novela. El regreso de Gelsomina a la razón constituye un pasaje
esencial para comprender las connotaciones simbólicas que posee la locura. El
ritual de reconciliación, en el que el insular reasume su contexto, ocurre frente al
mar, el cual no solo se asume como cerco sino también como cura. El retorno carga
de sentido al viaje de la locura: ha sido fructífero si ha ocurrido el regreso y ello
desprovee a la locura del carácter negativo que le ha dado la ciencia: «Arrodillose
finalmente frente al mar de si ínsula cordial y recitó, como en una letanía, los versos
del Suicida […] Luego de repetir varias veces la plegaria, Gelsomina montó
nuevamente en su balsa. Sin mirar hacia atrás, comenzó el lento regreso hacia el
mundo cotidiano.».71
El retorno puede significar la reincorporación a un entorno social oclusivo que ha
generado la locura. El espacio democrático del que participa el personaje en su
locura contrasta con el espacio familiar y social que determina a la intelectual. La
incorporación de los códigos culturales democráticos de ese espacio alternativo que
70 p. 8. 71 p. 232.
43
es el viaje de la locura, contrasta con las disposiciones del espacio connotado en la
obra literaria como expresión del mundo cotidiano.
Para el caso del retorno se aprecia en la novela el empleo de códigos propios del
género ensayístico. La solución estilística de mezclar la ficción con el ensayo no es
nueva para una autora que ya ha mezclado ambos lenguajes en un libro anterior.72
El siguiente ejemplo ofrece nuevos significados al viaje de Gelsomina, el doble ha
estado marcado por un nuevo universo cultural:
La posibilidad de un regreso al país natal luego de una larga ausencia durante la
cual se ha construido un nuevo mundo afectivo y cultural que compensa la pérdida,
es un dilema doloroso y difícil. Los nuevos códigos identitarios que, con el tiempo,
se han convertido en otra isla que se habita, pueden parecer imprescindibles al que
ha nacido otra vez en un espacio diferente. Como resumen, pueden usarse las
mismas palabras de la autora en su rol de ensayista: Quien regresa ya no es el
mismo que partió, ni igual será su mirada sobre la tierra recobrada.73
El análisis de la locura en relación al tópico del viaje, puede resumirse en las
siguientes proposiciones de sentido:
La locura es asumida como un viaje por el personaje protagónico. La
invención del viaje le permite al personaje y a su doble trascender el
espacio del manicomio y habitar dos espacios alternativos.
También este tópico se asume en la novela como un ritual de curación, que
reconcilió al personaje con su contexto y le permitió comprender la esencia
de la circunstancia insular. El ritual adquiere connotaciones propias del
imaginario afrocubano.
El retorno es un motivo esencial dentro de la configuración de la locura
como viaje y puede tener dos sentidos: puede ser un suceso exitoso, que
72 Esta solución estilística ha sido empleada por la autora en su libro Ella escribía postcrítica. 73 p. 128.
44
marca la cura, la conclusión del viaje y puede ser un retorno que devuelve
al individuo al contexto que lo ha marginado, que a la vez expropia al sujeto
de la libertad de la que participaba en el espacio alternativo de la locura.
2.2 La locura y el desdoblamiento
El desdoblamiento ha sido otro de los tópicos trabajados en la novela. Como se
ha dicho, el personaje protagónico asume indistintamente dos personalidades:
María Mercedes y Gelsomina. A través de diversas estrategias narrativas se alterna
el uso de uno u otro nombre: la madre del personaje siempre le llama María
Mercedes, mientras el propio personaje se reconoce como Gelsomina.
Curiosamente, también el narrador omnisciente reconoce a Gelsomina.
El desdoblamiento, al igual que el viaje, es uno de los mecanismos del personaje
para sustraerse de su entorno, marcado por la crisis. El desdoblamiento no solo se
manifiesta literariamente en el fenómeno del doble y la transmutación de
identidades, sino también en la adquisición de una percepción deformada de la
realidad.
La circunstancia deformada en la que se establecen las relaciones entre el
personaje protagónico y su entorno, puede ser considerada una de las causas que
ha traído como consecuencia la locura del personaje y, por ende, los síntomas de
su desdoblamiento: la duplicidad de personalidades y la trastornada apreciación de
su entorno. La desarticulación de los espacios tradicionales de la casa debido a las
carencias económicas ha desatado una situación de crisis entre el personaje y su
hábitat familiar, la cual es descrita en el siguiente pasaje:
La cocina era el baño. La sala, el cuarto. El cuarto, el comedor, y el portal, la
cocina. En una sostenida transgresión de los espacios asignados, los objetos
habían iniciado una fuga que subvertía el orden invisible de la estabilidad del
hogar. Si el portal, lejos de ser sitio de placentero descanso crepuscular donde
la conversación familiar fluía avivada por la suave brisa, se había convertido,
45
dada la ausencia absoluta del combustible adecuado, en el lugar donde se
encendía la fogata para ablandar los frijoles y para la destilación de la inefable
fragancia de las hojas de naranjo, y en el comedor yacía el blando lecho donde
reposaba el cuerpo fatigado durante la noche, confiado en que su reposo no
sería perturbado por la lluvia que violentaba las frágiles ventanas del cuarto,
qué podía importar entonces que la cocina, donde solo brotaba cada cierto
tiempo el agua, se verificara el baño, y los cepillos de dientes se guardaran en
el refrigerador […].74
El fragmento, que forma parte del capítulo Gelsomina en el jardín de la ciudad,
describe un espacio desreferenciado por la perturbada afectividad del personaje.
Los objetos, con una connotación simbólica, ofrecen una imagen de entropía,
carencia y opresividad del espacio doméstico. Asimismo, su ubicación caótica e
incongruente alude a una serie de cambios que se están dando en el interior del
hogar. Dichas transformaciones insinúan la escasez generada por un entorno que
no es capaz de cubrir las necesidades humanas elementales. Es decir, la anárquica
imaginería resultante de la implicada focalización del sujeto insano, sugiere no solo
la situación crítica del espacio familiar sino la propia crisis del entorno social.
El siguiente fragmento reitera la idea del espacio como refractación de una crisis
que ha provocado no solo el desajuste perceptivo de los objetos circundantes, sino
también la posible locura del personaje:
Esta subversión de la semiótica espacial había sido iniciada, como se ha dicho,
por los propios objetos que, en su peculiar movilidad ante las adversidades de
la vida material doméstica, habían mutado los signos y las funciones del hogar.
Quizás estas sostenidas mutaciones habían confundido el ánima de
Gelsomina cuando comenzó a verse privada de los gestos mecánicos, ya
aprendidos en su repetición, en su rutina, para hacer eficaces los
desplazamientos por el ámbito hogareño. Ahora que estos movimientos
74 p. 64.
46
codificados en los que reposa el pensamiento la habían abandonado, y la
razón debía afanarse en adivinar en qué sitio se hallaban las medicinas o cuál
era el nuevo continente del azúcar y del detergente, una pesada fatiga turbaba
su antes preclaro entendimiento.75
A pesar de la semejanza de ambos fragmentos, en tanto ofrecen la imagen del
desajuste hogareño desde la focalización del narrador omnisciente, se aprecia una
diferencia esencial en ellos. En el primero, el narrador se implica con la percepción
errática del sujeto desvariado ante la prosopopeya de los objetos. Sin embargo, en
el segundo, el narrador asume una perspectiva más distanciada, de tono teorizante,
en la que explica el funcionamiento sígnico de los objetos para el personaje
extraviado.
A pesar de que este extrañamiento perceptivo de Gelsomina es uno de los
síntomas de su presunta locura, el resto de los personajes, aparentemente
racionales, también demuestran el impacto subjetivo de la crisis. En las perspectivas
particulares del resto de los personajes la crisis también se muestra hostil. Por
ejemplo, en la voz epistolar de María Estela la locura de Gelsomina es el resultado
de las problemáticas económicas:
Yo estoy segura de que las condiciones en que vives tienen mucho que ver
con las perturbaciones de tu mente. No es posible vivir en medio de tantas
escaseces sin que se produzcan descompensaciones nerviosas. Fíjate que
yo, que me fui hace años y nunca más he vuelto a tener problemas con la
electricidad, el gas, el agua, la comida- mucho menos con el transporte-
todavía tengo esas pesadillas. Hay traumas que no se borran tan fácilmente.76
La voz de la emigrada sostiene un punto de vista que problematiza la crisis y la
responsabiliza de las “perturbaciones” o “descompensaciones nerviosas” del
75 p. 64. 76 pp. 196- 197.
47
personaje. Sin embargo, sin llegar al desdoblamiento, también reconoce en sí los
efectos psicológicamente negativos de la crisis: pesadillas, traumas, etc.
No obstante, el entorno en crisis no es exclusivamente complejo para el caso de
la mujer, el personaje masculino también enfrenta una difícil circunstancia. El
siguiente fragmento corresponde a la circunstancia de Clitoreo ante la ausencia de
su madre:
[…] lo peor era el hambre. Le daba asco el cocimiento de cáscara de naranja
como único desayuno, el potaje de chícharos sin sazonar, el poco de arroz
mañana y tarde. Así no era posible tener buenos rendimientos. Siempre la
sensación de tener el estómago pegado al espinazo, siempre la penita de un
escozor ardiente en el abdomen. Daría cualquier cosa por un vaso de leche y
un pedazo de carne. La miseria, tenía que reconocerlo, era más dura ahora
que su madre no estaba.77
La miseria también ha determinado la configuración del personaje del hijo. Sin
embargo, no ha logrado influir sobre su perceptividad racional, la cual se demarca
en su discurso.
Ofelia Schutte ha declarado respecto a la refractación narrativa del contexto de la
Cuba de inicios de siglo en la obra de Mateo: «[…] la novela estaba marcado por un
sentido general de incertidumbre acerca de los cambios que estaban afectando a la
sociedad cubana, causados por la profundización de la crisis económica y la
incertidumbre acerca de las reformas posteriores.».78
La voz de la Marquesa Roja también expresa una posición ante la miseria:
«Aquellos eran tiempos muy difíciles. Faltaba la electricidad, faltaba el agua, faltaba
el gas, faltaba la comida. Bueno, usted lo sabe tan bien como yo, doctora, no tengo
que hacerle el cuento. Y en medio de aquella crisis a mi hija le dio por recoger
77 p. 44. 78 Schutte, Ofelia: La identidad feminista al límite: Desde los blancos manicomios de Margarita Mateo, p.40.
48
animales.».79 Sin embargo, tampoco ha determinado su salud mental
inquebrantable. El discurso de la Marquesa, visiblemente emparentado con la
perspectiva de un personaje que representa a la colectividad participativa en el
proceso revolucionario, sigue siendo correcto y coherente. Su exposición de la
miseria como un suceso del pasado entra en contradicción con la experiencia y las
voces del resto de los personajes: Gelsomina ha ingresado en un manicomio
producto de la locura que han causado las mutaciones de un espacio disfuncional,
Clitoreo refuerza la idea de que una miseria ya existente se recrudece ante la
ausencia de su madre, y María Estela especula en las carencias de todo tipo la
posible causa de la locura de su hermana.
La Marquesa Roja, nombre alegórico a su posición política, se empeña en
sostener que las carencias han quedado en un tiempo pasado, y que no excusan el
comportamiento de la hija.
La insularidad, uno de los motivos temáticos que recurre la literatura cubana desde
su génesis, tiene su relación con el tópico de la locura, como se ha visto en el primer
capítulo. Asimismo, el sujeto marcado por los límites geográficos de la isla como
encierro, también encuentra en el desdoblamiento una de las salidas a la asfixia
insular.
El motivo de la isla tiene una fuerte presencia en la novela en un gran número de
capítulos. En La isla fugitiva se señala: «Le gusta que se hable de las islas como si
fueran seres con vida propia, y le gusta la leyenda de la isla que aparece y
desaparece sin dejar huellas. Esta isla volandera del archipiélago canario-la Non
Trovada-, solo se muestra fugazmente en la distancia para permanecer envuelta en
el misterio que la vela […]».80
La inventiva de la loca no solo usa el viaje y la duplicidad de identidades como
escape de su realidad - el encierro, la hospitalización y la crisis-, sino también la
79 p. 191. 80 p. 22.
49
fabulación de las islas. Estas devienen espacios míticos alternativos, una especie
de locus amoenus donde el sujeto puede libertar su imaginación.
La isla imaginada además de devenir espacialidad alegórica, es también la
identificación del estado del personaje. La «isla de la muerte blanca» es una de las
maneras de nombrar su locura, imagen que alude a la separación su mente a la
deriva, aislada de su cuerpo. Al respecto, vale decir que una de las manifestaciones
literarias del desdoblamiento es precisamente el extrañamiento del sujeto con su
identidad sicosomática. Este extrañamiento puede manifestarse en la imagen de la
separación de la siquis del cuerpo, o la proyección extracorpórea. Esta es
precisamente la sensación a la que alude el personaje al identificar su estado de
locura como isla.
En el capítulo La isla maldita la condición insular será percibida desde su
connotación trágica. El drama propio de los habitantes de islas se encuentra signado
por la violencia del mar, este motivo es construido como una frontera que cobra
vidas constantemente. El agua que acecha por todas partes, es anunciada en su
connotación negativa con el paratexto de Vicente Huidobro: «El mar se abrirá para
dejar salir los primeros náufragos que cumplieron su castigo.».81
Gelsomina explica su tragicidad como ser insular a partir de la referencia a
determinados autores caribeños. En una especie de discurso de tono ensayístico,
la protagonista analiza la presencia del tópico de la insularidad en el poema La isla
en peso: «Es cierto que los versos de Piñera evocan un espacio signado por la
maldición, anatema que parecería trascender incluso la -maldita circunstancia del
agua por todas partes- para extender su halo maléfico por doquier. La isla,
concebida como un espacio cerrado que lleva a la muerte por compresión o asfixia,
solo permite un terrible paseo circular que aparece como una condenación humana
más.».82 El personaje se identifica con la propuesta piñeriana de la isla maldita. Solo
81 p. 75. 82 p. 76.
50
que ante la circularidad inevitable del poeta, ella esgrime su liberación mediante el
viaje y la posibilidad de desdoblarse.
La voz de la ensayista emerge en la representación del doble, marca visible de la
cercanía que existe entre Gelsomina y la consciente elección de una identidad
femenina alternativa que permita liberar el testimonio de un yo extensamente
condicionado por el discurso machista y por las marcas particulares de un contexto
nacional. Se exponen a través de esta voz aquellas representaciones menos
idealizadas en torno a la isla y que se liberan de toda condicionante conceptual
dicha por la loca.
La dimensión insular del encierro, contrapartida del viaje, ofrece una explicación
causal a la locura. El personaje se encuentra marcado por la imposibilidad de viajar:
«Mas ahora había llegado el tiempo detenido del no viajar. Los levísimos
desplazamientos eran de la sala a la cocina, del baño al comedor. Aliento de muerte
que recorría la casa toda […]».83
El encierro insular puede causar la locura. Pero también la locura puede ser
responsable del no viaje y de la permanencia en la isla.
La connotación de la isla como encierro queda reforzada en el capítulo La noche
insular. El personaje se ha trasladado simbólicamente al cementerio para hacer una
visita a la tumba de Lezama, el lugar se ha inundado y ha generado una imagen
donde Gelsomina compara el desolado archipiélago con el manicomio. El pasaje
suma una nueva connotación al tópico de la insularidad: la ínsula es un manicomio,
que acoge y encierra al individuo. A su vez, el manicomio puede ser una isla, en la
que el sujeto apresado naufraga ante los límites impuestos.
Su suerte como sujeto insular queda personificada en el poder de Oyá, deidad que
guarda todo un archipiélago que signa la muerte. El paratexto La noche insular
queda reinterpretado en una imagen que dispone muerte y no jardines invisibles:
83 p. 91.
51
El enorme y blanquísimo archipiélago en que se hallaba, tan blanco como las
paredes de los altos manicomios, solo ofrecía a sus ojos una imagen de
desolación. Este es mi paisaje, pensó: la mar violeta ciñendo el mármol blanco
de las tumbas. Este es mi paisaje, pensó: el frio espacio de la muerte, otorgado
a mí cuando los dioses repartieron el mundo. Aquí debo habitar, sobre una
isla dura y fría, yo, la dueña de los cementerios.84
En la ambigüedad del pasaje, que adquiere una atmósfera surreal a través de la
perspectiva narrativa de Gelsomina, la isla es también un cementerio, un sitio que
alberga la muerte. Al mismo tiempo, es el paisaje interior del sujeto, en uno de sus
actos de introspección y desdoblamiento.
El tópico del desdoblamiento analizado en la novela, se manifiesta de variadas
formas:
Existe una relación causal entre la locura del personaje y su entorno de
crisis. Una de las opciones del personaje ante la crisis del espacio familiar
y social es el desdoblamiento.
El motivo del encierro insular se convierte en una de las condicionantes de
la locura. Ante la tragicidad del ser insular, el personaje emplea como una
de las opciones el desdoblamiento.
El desdoblamiento del personaje se produce a partir de su bifurcación de
identidades (María Mercedes- Gelsomina), de la percepción deformada de
la realidad, espacios y objetos, y de la separación cuerpo- siquis o
extrañamiento extrasensorial.
La isla asume variadas connotaciones en la obra: como espacio carcelario
o como espacio alternativo ante el encierro, hasta su identificación con el
manicomio, el cementerio, la ciudad o el país, el paisaje interior, etc.
84 p. 50.
52
2.3 La locura y el poder
El poder es uno de los tópicos relacionados con la locura presente en la novela
Desde los blancos manicomios. Teniendo en cuenta lo expuesto en el capítulo
anterior sobre las relaciones de dominación que se han ejercido históricamente
sobre el loco a través del proceso de hospitalización, es posible localizar el tópico
en la obra desde la propia reclusión del personaje.
En Vigilar y Castigar Michel Foucault expone que la locura ha sido entendida
tradicionalmente como un mal del espíritu y quedaría fuera de la jurisdicción del
poder que procede a través del castigo, no obstante, en este texto declara la clave
para condenar y castigar propia de la sociedad moderna amparada en el discurso
científico. En otro de sus textos, Historia de la locura en la época clásica, el autor
presenta la tesis del ejercicio de poder que opera sobre la locura desde el siglo XVII
gracias al discurso científico de la psiquiatría: la locura, con su entrada al listado de
patologías, debía haber encontrado soluciones o curas. Sin embargo, la descripción
anatómica, fisiológica y de otros órdenes que se intenta hacer de la locura solo
parece justificar desde el discurso el encierro del loco en el manicomio.
En la novela, el personaje padece precisamente un veredicto amparado en la
ciencia, el cual determina su desplazamiento de un medio que ya ha reconocido
como hostil. A través de la perspectiva narrativa del personaje, la ciudad ha sido
reconocida como un cuerpo enfermo con sus marcas visibles, de donde es excluida,
y el manicomio, como un espacio purulento de ese cuerpo a donde será segregada:
«[…] el destino me ha conducido, ya no al sitio anhelado, sino a este confín marginal
del cuerpo también enfermo de la ciudad que tanto amo, lugar tenebroso y oscuro
de lo desconocido, de aquello que por carecer aun de nombre suscita temor.».85
El capítulo Gelsomina en los altos manicomios blancos es presentado con un
paratexto de Ángel Escobar, el cual provee de una evidente conexión isotópica con
el título de la novela. Los versos del poeta loco refuerzan la idea de la segregación
85 p. 10.
53
a la que es conminada la protagonista: « ¿Por qué me desplazan, me sacan de mi
centro, me ofrecen los altos manicomios blancos, y ante el muro me veo así y me
aterro, alto el muro y alta la sola poquedad de mis cuidados […]».86 El apartamiento
del individuo al espacio del manicomio denuncia de facto el ejercicio de poder que
opera sobre él. La interrogación del sujeto desplazado de su centro ofrece la
posibilidad de pensar el proceso de hospitalización desde la posición del condenado
y no desde la perspectiva de paciente.
La focalización omnisciente del narrador refuerza el mismo punto de vista de
Gelsomina en relación al hospital psiquiátrico. De esta manera reafirma lo que
representa el espacio y la experiencia hospitalaria para el personaje, víctima de un
entramado de poder a escala social y familiar: «Aquel lugar fue, sin duda, un sitio
de poder para Gelsomina.».87
Cobra sentido así repensar el paratexto de Escobar como una invitación a valorar
el proceso de hospitalización desde la perspectiva del paciente, ya que el narrador
está haciendo explícita desde la primera oración de la novela qué ha sido lo más
trascendente para el doble en su experiencia hospitalaria: la sujeción al poder y no
los supuestos cuidados.
El manicomio, lejos de ofrecer seguridad a Gelsomina le produce repulsión. El
orden rígido y la impersonalidad del espacio, elementos de la descripción que
connotan la disciplina propia de la institución que ejerce el poder sobre el presunto
enfermo, producen el rechazo del espacio por el personaje y la respuesta de
aislamiento debajo de la cama:
El mundo se había empequeñecido tanto que le era suficiente una pequeña
isla debajo de la cama. Al menos desde allí no tenía que contemplar la
blancura repetida de los altos pabellones, la monótona hilera de camas, las
batas idénticas de los pacientes, los uniformes blancos de las enfermeras y de
86 p. 7. 87 p. 7.
54
los médicos. Estaba encerrada en un manicomio, así de simple y rotundo, fácil
de decir. Las sombras de las rejas, que se reflejaban en los cristales de los
amplios ventanales, no dejaban dudas acerca de su condición de reclusa, con
una libertad tan restringida que apenas podía tomar alguna decisión por
sencilla que fuera.88
Como se ha señalado en el capítulo anterior, el sociólogo Erving Goffman ha
distinguido en su estudio de la institución total la posibilidad de reconocer
mecanismos de control para establecer el poder, propios de las instituciones
carcelarias y del manicomio. La rígida disposición espacial y de los horarios declara
el ejercicio de poder que intenta homogeneizar a la población recluida en una rutina
y disciplina rígida. En el fragmento consignado, puede verse esta intencionalidad
niveladora a través del despliegue de signos alusivos a la serialización de los
pacientes: la monótona hilera de camas, las batas idénticas.
El encierro ha agravado la inconexión del personaje con su entorno en crisis, y se
revela como una extensión de un proceso de exclusión que ha tenido origen a
escala social. Ante este, el viaje no ha sido más que la alternativa simbólica en la
que el personaje loco buscará reconciliación entre su mente y el contexto marcado
por la crisis.
Además de la perspectiva interior del personaje y la postura del narrador
omnisciente, implicado también en la focalización respecto al manicomio, también
en el discurso de María Estela se pueden reconocer marcas textuales que
denuncian el ejercicio de poder que tiene lugar allí:
Yo no sé por qué tienen que obligarte a salir de debajo de la cama si te gusta
estar ahí. Mi terapia sería diferente. Te dejaría hacer lo que te diera la gana,
siempre y cuando no dañaras a alguien o a ti misma. Y si te gusta estar debajo
de la cama te alcanzaría la almohada y la sábana para que estuvieras más
cómoda. ¿A quién le puede molestar que estés ahí, tranquilita, leyendo, sin
88 p. 23.
55
meterte con nadie? Es un problema de libertad individual que se pierde en
cuanto uno entra en un hospital. Pero bueno, a mí, la doctora Chiringa nadie
me va a hacer caso.89
El punto de vista manifiesto en el personaje María Estela se encuentra cercano a
la posición del personaje Gelsomina y entra en contradicción con el proceder
médico. El papel de aquellos encargados del cuidado y cura de la loca pudiera ser
asumido como un ejercicio de control.
La voz epistolar de María Estela pone de manifiesto una perspectiva diferente al
papel de la familia ante la locura de uno de sus miembros, al poner en tela de juicio
los procedimientos de la institución hospitalaria. Su perspectiva logra calar con
mucha más profundidad las verdaderas intenciones de la institución. Ella, como
familiar y participante de la razón colectiva, debía legitimar el proceso de
internamiento, en cambio, cuestiona la falta de libertad que imponen al individuo los
mecanismos del rito de curación. Como se ha señalado en el epígrafe anterior,
Thomas Szasz ha declarado la función de la familia al apoyar el veredicto de locura
hecho por el médico y el proceso de hospitalización.
Desde la experiencia de Clitoreo, también se accede a la percepción del
manicomio. El personaje vuelve a hacer alusión al orden estricto y a la disciplina
que no solo atenta contra la recuperación del paciente sino contra la vida en su más
amplia connotación:
Cuando entró en la sala donde estaba ingresada su madre lo que más le
impresionó fue la frialdad y el silencio del lugar. Las losas grises del piso,
limpias y pulidas, parecían reflejar el mismo color del cielo plomizo que había
dejado atrás. Era, sin embargo, una ilusión, porque las ventanas enrejadas no
permitían vislumbrar las nubes de aquella tarde de invierno. Las camas
89 p. 165.
56
blancas, todas en hilera, daban una sensación de orden demasiado estricto,
de férrea disciplina que atentaba contra la alegría de la vida.90
En la percepción de los personajes Clitoreo y María Estela se ha hecho explícito
el ejercicio de poder que circunda a la hospitalización. Apoyan esta tesis otras
marcas textuales que declaran las medidas de control asumidas por el personal del
manicomio ante la ruptura del orden establecido: «Sabía que los excesos eran
pasajeros: serían controlados con las poderosas armas de que disponían los
médicos para calmar a las enfermas y establecer la tranquilidad en el pabellón.».91
Desde la voz de la Marquesa Roja se describen las relaciones de poder intrínsecas
de la colectividad desde una perspectiva contraria a la del resto de los personajes.
El personaje se hace portavoz del conjunto de voces que sanciona. Este personaje
apoya la sanción psiquiátrica, basado en una serie de convenciones estereotipadas
que parecen más cercanas a la circunstancia de la mujer en la sociedad patriarcal
que a la locura misma. El criterio de Thomas Szasz visto en el capítulo precedente,
explica el ejercicio de poder que ejercen familiares y amigos al apoyar el proceso
de hospitalización.
El relato de la Marquesa ocurre frente a la figura de la psiquiatra como narratario
implícito, elemento que refuerza el tono incriminatorio que se establece con su
testimonio en relación a Gelsomina:
Todo fue muy complicado, porque tampoco sabía comportarse como la
señorita que ya era. Solo había tomado conciencia a medias de su propio
cuerpo, no se había acostumbrado a su figura, ni a los recatos que debe tener
una mujer. Cada vez que podía se quitaba los ajustadores porque le
molestaban, se sentaba con las piernas abiertas cuando tenía calor, y nunca
pude convencerla de que debía usar faja para contener un poco las carnes.
Cuando por fin le permití vestirse con saya estrecha y zapato de tacón alto,
90 p. 207. 91 p. 89.
57
caminaba toda desgarbada, sin ninguna gracia, como si se hubiera acabado
de bajar de la bicicleta.92
Por otro lado, la contradicción de criterios entre la Marquesa y el resto de los
personajes con respecto a la hospitalización de Gelsomina, ejerce una denuncia
implícita al poder manifiesto en el proceso de ingreso del paciente. En el
acercamiento que Ofelia Schutte realiza a Desde los blancos manicomios hace
explícita la imposición de valores y la atribución del poder por parte de la Marquesa
Roja hacia su hija. 93
En el estudio del poder intrínseco en el proceso de hospitalización que sufre el
personaje Gelsomina, es imprescindible atender su condición femenina. Con el
reconocimiento de la condición cultural de la locura y de su sanción, no se puede
dejar de prestar atención a sus particularidades para el caso de la mujer, como bien
han señalado Franca Basaglia y Marcela Lagarde.
María Mercedes es un personaje adulto y de condición intelectual, su vida ha
estado signada por la maternidad y por el poco éxito en la vida amorosa. Ante tal
circunstancia no deben dejar de atenderse los criterios de Franca Basaglia y de
Marcela Lagarde al reconocer a la locura femenina como un proceso conformado
culturalmente y que es más frecuente en el caso de la mujer adulta. La contradicción
de María Mercedes con su entorno se encuentra marcada por el desajuste de este
personaje con todo lo que se espera de una mujer en la sociedad patriarcal: ser una
buena madre, ser una buena esposa, ser una buena ama de casa y velar por la
felicidad de su familia.
El personaje de la Marquesa Roja articula con su voz un eco del discurso patriarcal
que rige a la mujer en el entorno colectivo:
92 p. 82. 93 Schutte, Ofelia: La identidad feminista al límite: Desde los blancos manicomios de Margarita Mateo, p.42.
58
Para mí el amor siempre ha sido muy importante. Yo diría que prioridad
número uno, después de la atención a mis hijas, desde luego. María Mercedes
Pilar de la Concepción no piensa así. Defender sus ideas le parece más
importante que dormir acompañada. Dice que la mujer no tiene por qué estarle
aguantando paquetes a los hombres, y se divorció de su primer esposo porque
lo trabó tirando una canita al aire. Todas las ideas extrañas que saca de los
libros sobre la igualdad del hombre y la mujer lo único que hacen es serrarle
los caminos. ¿Quién le dijo a ella que los hombres son fieles? Los hombres
son polígamos. Esa es una verdad como un templo. Pueden querer a dos o
más mujeres a la vez. Eso sin contar las aventuras que tengan por ahí. La
mujer es diferente. Una mujer que le sea infiel a su pareja no sirve ni para
sacar a mear los perros.94
La condición de intelectual ha llevado a María Mercedes a no asimilar
pasivamente el canon que se le ha impuesto. La asimilación consciente de su
compleja circunstancia femenina ha provocado una fuerte contradicción con el
entorno en crisis que habita, lo que ha determinado sus opciones de liberación a
través de la articulación del doble.
En el siguiente fragmento, previo a la hospitalización, puede advertirse el carácter
surreal, el personaje se construye una maternidad rodeada de los temores propios
de una intelectual que sabe a qué estaría condicionada su hija en caso de nacer. El
pasaje ayuda a comprender a la condición femenina como una posible causa de la
locura del sujeto, ya que el individuo se encuentra atado a una larga serie de
disposiciones culturales con las cuales podría entrar en contradicción:
No sin razón temía que, a causa de su diferencia, familiares y amigos tomaran
precauciones y distancias en el acercamiento afectivo a su hija. Discriminada
no solo por ser hembra sino por su propia fuente de energía y vida, la niña
sería rechazada hasta por sus parientes más cercanos. ¿Quién convencería a
la Marquesa Roja de que era necesario ponerle pañales a su nieta para que
94 p. 220.
59
no se pelara? ¿Quién al Babalao Veloz de que no debía esconder a su
hermanita en el clóset como si fuera un objeto cuando llegaran sus amigos?95
En la novela, el tópico del poder se relaciona no solo con la condición de la mujer,
sino también con la especificidad de la situación de la mujer colonizada. Se toma
como pretexto la experiencia de la locura de Gelsomina y de otros personajes para
exponer el proceso de poder implícito en la historia colonial caribeña.
En la obra aparece un personaje episódico conocido como la veintitrés, designada
solo por el número de su cama, lo que refuerza la idea de la pérdida de identidad.
La homogeneización y la disciplina rígida que controla a los locos dentro del
manicomio les hace perder su individualidad. Este personaje se rebela contra la
serialización que le impone el manicomio. A su vez, representa las voces de las
féminas marginadas, que no pudieron insertar su discurso en la historia oficial:
La 23 daba vueltas por toda la sala haciendo gala de todos sus dotes oratorias
a través de interminables discursos en los que juraba, por el enorme sapo de
Jagüey del Boquerón, que nunca más podrían silenciar las voces femeninas
de aquella historia colonial. Su facundia se desplegaba con gran emoción
pues, según reiteraba a cada momento, era depositaria de los testimonios
nunca asentados por la memoria viril y machista. Por eso hablaba en nombre
de todas las remedianas mudas del siglo XVII y pedía a Gelsomina que, como
antaño el notario Bartolomé del Castillo, tomase nota de su testimonio, para
que la historia pudiese ser reconstruida cabalmente.96
El personaje desajusta el orden establecido en el manicomio. Cuando pinta los
versos lezamianos en la pared con el lápiz labial, rompe por un instante la
monotonía del manicomio. Sin embargo, cuando el poder le impone limpiar, se ha
logrado acallar nuevamente las voces que la veintitrés representa, de cuyo eco solo
queda la mancha en la pared. En el episodio que narra su fracaso ante el
95 p. 15. 96 pp. 103- 104.
60
interrogatorio del médico, también se revela la impotencia de este discurso de
resistencia que ella enarbola ante el silenciamiento clínico de la locura.
El capítulo Gelsomina y las brujas, previo a la hospitalización de María Mercedes,
se reflexiona alrededor de las connotaciones simbólicas de la escoba como objeto
que resume el sometimiento de la mujer al espacio doméstico: «Siempre escuchó
decir que la escoba, entre las piernas desnudas de la bruja, se convertía en un
símbolo fálico. Pero ella, que tenía callos en las manos de tanto diálogo sostenido
con la escoba y la frazada, no advertía el sentido erótico de la escoba por ninguna
parte, aun cuando, baldeando descalza, sus piernas desnudas se enredaran a
veces con el palo de madera.».97
La alusión a la bruja, se suma también a las posiciones críticas que la perspectiva
narrativa asume con respecto a la situación de la mujer. Gelsomina se descubre la
marca de la bruja, ese elemento diferenciador que permitía a la comunidad
identificar y sancionar a la supuesta hechicera: para Gelsomina son los cayos de
sus manos, secuela dejada precisamente por la escoba. Gelsomina redime a la
mujer bruja, de criatura diabólica a la difícil circunstancia de ser madre y ama de
casa: « La marca del diablo, si la había, estaba en sus manos, corteza rugosa de la
piel que, ciertamente, sería insensible a las agujas del picador: testimonio de su
obediente rutina de ama de casa, de sirvienta de su madre, de esclava de su hijo,
criada de la más ínfima valía, que era el personaje que solía interpretar cuando
limpiaba.».98
El recorrido hecho por todos los objetos durante la afanosa contienda de
Gelsomina, la limpieza del hogar, se convierte en un alegato de la mujer opresa por
la domesticidad. Llama la atención que es este el momento previo al
enloquecimiento del personaje, por lo que se convierte en una de sus
condicionantes, que completa el entorno de la crisis.
97 p. 113. 98 p. 114.
61
En otro de los fragmentos en que Gelsomina discurre sobre su situación,
emparenta a la mujer bruja con la loca recluida en el manicomio: « ¿Podría,
efectivamente, establecerse una relación directa entre el sufrimiento y la relación de
bruja? ¿Podría conducir el dolor y la angustia sostenidas, no ya a los altos
manicomios sino al inefable vuelo sobre la escoba? ¿Existiría una relación entre la
mujer y la locura? ¿Entre lo femenino y el camino diabólico? ¿Ambos viajes como
posibilidades de fuga del mundo cotidiano?».99
Véase como el propio personaje relaciona la mujer y la locura. Como salida a la
opción de encierro que la sociedad dispone para la fémina inconveniente – la loca,
la bruja-, vuelve a emerger el viaje como escape.
En otro pasaje del capítulo, Gelsomina asume la voz de la mujer intelectual que
toma una postura crítica ante el ejercicio de limpieza que su rol le impone. Su
discurso de tono ensayístico se detiene a valorar los sentidos de la novela Yo,
Tituba, la bruja negra de Salem:
Ciertamente la escritora guadalupeña había hecho coincidir en prisión a Tituba
Indian y a Hester Prynne, propiciando un diálogo que permitía muy variadas
lecturas. La bruja cocinera y la puta infiel, la esclava y la señora, ambas en la
misma celda compartiendo el ámbito más marginal de Nueva Inglaterra,
contándose sus penas, contando –joplinescamente- los dedos de sus manos,
aprendiendo a contar, con paciencia infinita los dígitos de todo el universo, una
y mil veces, mientras acusaban a los hombres necios que las habían
condenado. Pero el lenguaje utilizado por las dos reclusas en su conversación
respondía a voces femeninas de una época posterior, lo cual constituía una
transgresión mucho más fuerte aún en el nivel de la metaficción historiográfica
que el diálogo carcelario de un ente real con otro ficcional.100
99 p. 121. 100p. 120.
62
La lectura de corte feminista no solo de la novela de Maryse Conde sino de todo
el proceso de limpieza, concentra en este capítulo una profunda reflexión en torno
a la mujer y todas aquellas posiciones a las que ha estado signada históricamente.
El narrador propone explícitamente, casi como una tesis social, la relación
estrecha que existe entre la mujer y la locura como respuesta a las fuertes
contradicciones en las que los contextos sumergen a las féminas.
La presencia del tópico del poder relacionado con la locura en la novela, tiene
como sentidos fundamentales:
En la novela es trabajado el proceso de hospitalización desde su
connotación como ejercicio de poder. Este provoca la homogeneización y
la pérdida de la identidad de los individuos por lo que tienen que trascender
mediante recursos de la conciencia el espacio oclusivo.
Los personajes de la obra, representantes del poder en el entorno
intrafamiliar, asumen posiciones diferentes sobre la hospitalización como
alternativa a la locura.
En la locura de la mujer ha sido fundamental la influencia de todos aquellos
factores culturales que la condicionan, por ello la locura puede ser vista
como el resultado de las disposiciones o como el espacio en el que el
personaje se libera de estas.
63
CONCLUSIONES:
El acercamiento al concepto locura como base teórica para el estudio de la novela
Desde los blancos manicomios, revela tres momentos fundamentales por los que
ha transitado su definición: percibida desde el pensamiento medieval, desde el
discurso médico y desde los estudios del poder.
Los estudios del poder han aportado la valoración crítica de las
conceptualizaciones precedentes y proponen un acercamiento a la locura desde un
enfoque cultural. A diferencia del prejuicio medieval y del discurso psiquiátrico, estos
estudios defienden la posibilidad de encontrar en la hospitalización la puesta en
práctica de un proceso de control que rotula, sanciona y excluye al loco.
El estudio de la locura en la novela Desde los blancos manicomios ha hecho
posible demostrar que los sentidos que alcanza el tópico en el texto literario
confrontan los significados tradicionales del concepto (el tratamiento como
patología, la segregación social, la reclusión del sujeto loco, etc.) y proponen nuevas
alternativas a través de su vinculación con el tópico del viaje, del poder y del
desdoblamiento.
En la obra se aprecia la presencia del tópico del viaje a través de su consideración
como escape, ritual de curación de la protagonista y elemento conciliador con el
entorno de crisis. El tópico del poder se percibe mediante su ejercicio en la
institución hospitalaria, en el entorno intrafamiliar y en las sujeciones patriarcales
ante las que se rebela la mujer loca.
El tópico del desdoblamiento es avistado en la bifurcación de personalidades de
la protagonista, en su percepción deformada de la realidad y en el extrañamiento
cuerpo- siquis. El desdoblamiento se representa como la opción del personaje ante
la crisis de su espacio social y ante la angustia del encierro insular.
64
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