UNIVERSIDAD CENTRAL DEL ECUADOR FACULTAD DE COMUNICACIÓN SOCIAL
CARRERA DE TURISMO HISTÓRICO CULTURAL
DIAGNÓSTICO DE LAS PLAZAS TAURINAS COLONIALES Y REPUBLICANAS EN QUITO Y EL
POTENCIAL USO DE LA PLAZA BELMONTE
TABAJO DE GRADO PREVIO A LA OBTENCION DEL TÍTULO DE LICENCIADO EN TURISMO HISTÓRICO CULTURAL
ALEXANDRA MARIBEL FLORES CERÓN
DIRECTOR: ARQ. DIEGO FERNANDO VELASCO ANDRADE
Quito – Ecuador 2015
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DEDICATORIA
Dedico esta tesis a la persona másimportante que es mi madre, quien me brindo apoyo y comprensión incondicional.
Gracias por su lucha, amor, dedicación, y sacrificio, gracias por el apoyo económico, moral y por la confianza que deposito en mí en todo momento de mi vida como estudiante.
iii
AGRADECIMIENTO
El presente trabajo va dirigido con expresión de gratitud para los facilitadorespor sus conocimientos, paciencia y entusiasmo.
Gracias a todas las personas que me prestaron una inestimable ayuda en lasinvestigaciones previas para la elaboración de este trabajo.
iv
AUTORIZACION DE LA AUTORIA INTELECTUAL
Yo, Alexandra Maribel Flores Cerón en calidad de autor del trabajo de investigación o tesis realizada sobre “Diagnóstico de las plazas taurinas coloniales y republicanas en Quito y el potencial uso de la Plaza Belmonte”, por la presente autorizo a la UNIVERSIDAD CENTRAL DEL ECUADOR, hacer uso de todos los contenidos que me pertenecen o de parte de los que contiene esta obra, con fines estrictamente académicos o de investigación.
Los derechos que como autor me corresponden, con excepción de la presente autorización, seguirán vigentes a mi favor, de conformidad con lo establecido en los artículos 5, 6, 8; 19 y demás pertinentes de la ley de Propiedad Intelectual y su reglamento.
Quito,29 de julio 2015
C.C. [email protected]
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HOJA DE APROBACION DEL DIRECTOR DE TESIS
En mi condición de Director Diego Fernando Velasco Andrade, certifico que la Señora Alexandra Maribel Flores Cerón, ha desarrollado la tesis de grado titulada “Diagnóstico de las plazas taurinas coloniales y republicanas en Quito y el potencial uso de la Plaza Belmonte”,observando las disposiciones institucionales que regulan esta actividad, por lo que autorizo para que la mencionada señora reproduzca el documento definitivo, presente a las autoridades de la Carrera de Comunicación Social y proceda a la exposición de su contenido bajo mi dirección.
Arq. Diego FernandoVelasco Andrade Director
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ÍNDICE DE CONTENIDO
DEDICATORIA ii
AGRADECIMIENTOS iii
AUTORIZACIÓN DE LA AUTORÍA INTELECTUAL iv
HOJA DE APROBACIÓN DEL DIRECTOR DE TESIS v
ÍNDICE DE CONTENIDOS vi
ÍNDICE DE GRÁFICOS viii
ÍNDICE DE CUADROS ix
RESUMEN x
ABSTRACT xi
INTRODUCCIÓN 1
JUSTIFICACIÓN 4
CAPÍTULO I
EL PROBLEMA
1.1 Planteamiento del problema 7
1.2 Formulación del problema 7
1.3 Preguntas directrices 7
1.4 Objetivo general 7
1.5 Objetivos específicos 8
CAPÍTULO II
SUSTENTO TEÓRICO
LA COLONIA Y LA HISTORIA TAURINA EN QUITO: SUS LUGARES DE
REPRESENTACIONES
2.1 Origen de los toros 9
vii
2.2Las plazas de toros en España en el siglo XVI 12
2.3 Primera corrida de toros en América hispana 13
2.4 Fiesta mulata 14
2.5 El rejoneo 15
2.6 Primeras novedades 15
2.7 Primeras marcas para el ganado 16
2.8 1541 Quito ya contaba con vacas y toros 17
2.9 Ganaderías la bravura y el trapío 18
2.10 Bravura instinto de defensa 19
2.11 Toros quiteños 19
2.12 Juegos de caña 20
2.13El toro en el espíritu del indio 20
2.14 Lucha sociológica 24
2.15La fiesta del Jaychigua 26
2.16Migración portuguesa amor por los toros 26
2.17Corridas en los atrios de las iglesias 28
2.18Primera corrida de toros en Quito 1594 31
2.19La corrida de mayo 31
2.20Toros por San Jacinto 32
2.2 Historia de las plazas coloniales y republicanas de Quito 32
2.2.1 Primera “plaza de toros” 32
2.2.2 Los balcones privilegiados de la carnicería 36
2.2.3 Cédula Lunera de 1798 36
2.2.4 Los toros a fin de siglo 36
viii
2.2.5 El plano de Montúfar 37
2.2.6 La segunda plaza de toros ciudadela Larrea 37
2.2.7 Tercera plaza formal la plaza de Guangacalle 38
2.2.8 Cuarta plaza oficial la Belmonte 40
2.3 Marco conceptual 42
2.3.1 Turismo 42
2.3.2 Turismo formativo 43
2.3.3 Turismo gastronómico 43
2.4 Turismo cultural 43
2.5 Turismo histórico 44
2.6 Turismo urbano 44
2.6.1 Las ciudades como enclaves turísticas 46
2.6.2 Turismo urbano de ocio y placer 47
2.7 Plazas y espacios públicos 47
2.7.1 Plazas 47
2.7.2 Espacios públicos 48
CAPÍTULO III
METODOLOGÍA
3.1 Diseño de la investigación 51
3.2Operacionalización de variables 52
3.3Técnicas e instrumentos de recolección de datos 54
3.4 Validez y confiabilidad 54
CAPÍTULO IV
RECONSTRUCCIÓN HISTÓRICA CULTURAL DE LAS PLAZAS DE
TRADICION TAURINA EN QUITO
ix
4.1 Reseña histórica 55
4.2 Conclusiones 63
4.3 Recomendaciones 64
BIBLIOGRAFÍA 64
ÍNDICE DE GRÁFICOS
Gráfico 1 Origen de los toros 66
Gráfico 2 Las plazas de toros en España en el siglo XVI 66
Gráfico 3 Primera corrida de toros en América hispana 67
Gráfico 4 El rejoneo 67
Gráfico 5 Primeras marcas para el ganado 68
Gráfico 6 1541 Quito ya contaba con vacas y toros 68
Gráfico 7 El toro en el espíritu del indio 69
Gráfico 8 La fiesta del Jaychigua 69
Gráfico 9 Primera plaza de toros 70
Gráfico 10 Plano de Montúfar 71
Grafico 11 Segunda plaza Larrea 71
Gráfico 12 Tercera plaza Guangacalle 72
Grafico 13 Cuarta plaza la Belmonte 72
ÍNDICE DE CUADROS
Cuadro 1 Operacionalización de variables independientes 52
Cuadro 2 Operacionalización de variables dependientes 53
x
Diagnóstico de las plazas taurinas coloniales y republicanas enQuito y el potencial uso de la Plaza Belmonte.
Diagnosis of colonial and republican bullfight squares in Quito and the potential use of Plaza Belmonte.
RESUMEN
El trabajo contiene una reseña histórica sobre las plazas taurinas coloniales, republicanas y la historia de las corridas de toros en la ciudad de Quito. Señala el desarrollo de los acontecimientos taurinos desde los siglos XVI, XVII, XVIII y principios del XIX.
A través de la investigación bibliográfica, de campo y descriptiva se recopila y reconstituye los lugares, hechos y situaciones de la historia taurina en Quito.
Se concluye que esta reseña, constituye un patrimonio cultural tangible de nuestra ciudad capital Quito.
PALABRAS CLAVE:PLAZA BELMONTE/PLAZAS REPUBLICANAS/ PLAZAS COLONIALES / HISTORIA TAURINA / QUITO COLONIAL
xi
ABSTRACT
The current work contains a historic relation on colonial and republican bullfight plazas, as well as the history of bullfight events executed in the city of Quito. There is a description of events chronologically ordered since XVI, XVII, XVIII and beginning of XIX century.
Through a bibliographic, field and descriptive investigation, places, facts and a history of bullfights shows and experiences occurred in Quito are compiled and reconstructed.
It was concluded that the current relation is no doubt a tangible cultural heritage our capital city, Quito.
KEYWORDS: PLAZA BELMONTE/ REPUBLICAN PLAZAS/ COLONIAL PLAZAS / BULLFIGHT HISTORY / QUITO COLONIAL
1
INTRODUCCIÓN
En el presente trabajo se realiza un: “Diagnóstico de las plazas taurinas coloniales y republicanas
en Quito y el potencial uso de la plaza Belmonte”, la misma que dará a conocer los sucesos que se
dieron durante el periodo colonial.
Desde la prehistoria paleolítica, el ser humano ha cazado toros, de este hecho, existen variedad de
pinturas rupestres. El toro salvaje, el Bostaurusprimigenius, fue domesticado en el período Neolí-
tico; era utilizado como animal de tiro para el arado en las actividades agrícolas y, en menor
medida, como recurso cárnico. Desde las raíces prehistóricas, este animal ha sido dotado de una
compleja simbología; en diferentes civilizaciones y culturas, ha simbolizado la fuerza, la virilidad,
la capacidad para engendrar, la fertilidad, la deidad protectora de la agricultura, entre otros.
En los últimos y decadentes años del Imperio Romano, hay documentos de las primeras noticias
sobre la participación de toros en espectáculos, cuya finalidad era ofrecer violencia gratuita. Estas
prácticas eran llamadas “venerationes”, luchas entre animales, sus muertes se convertían en una
diversión para el pueblo. Estos espectáculos duraban horas y se ofrecían en diversas modalidades.
Durante el período de formación de los reinos cristianos, el primer espectáculo taurino formalizado
tuvo lugar en León, en el año 815, aún bajo dominio árabe; aunque sus organizadores eran
cristianos. El primer anuncio público de una corrida, del cual tienen constancia, es el celebrado en
Ávila (ciudad europea), el motivo de la celebración de la boda del infante Sancho de Estrada en
1080. También hubo otras corridas puntuales con motivo de bodas de nobles y coronaciones.
“La tradición de correr a los toros”, ésta es la forma que desde el siglo XIII se encuentra en los
documentos para referirse a estas matanzas, se ejecutaba para festejar bodas, coronaciones,
bautizos, victorias en batallas, homenajes fúnebres, canonización de santos, entre otros. Este
entretenimiento solía ser practicado a caballo por la nobleza e imitado a pie por el pueblo llano.
En sitios como la Plaza Mayor de Valladolid y a partir de 1619 en la de Madrid o en el parque de
Buen Retiro, se solían practicar torneos medievales donde caballeros se enfrentaban entre sí, y más
tarde, se soltaban toros que eran atacados y muertos con lanzas o eran perseguidos por una
cuadrilla de jinetes que les clavaban lanzas (juegos de toros y cañas).
2
En 1700, llegó a España la dinastía borbónica, con el rey Felipe V. Por motivo de su llegada, se
festejó corriendo varios toros. Felipe V, procedente de una corte parisina mucho más avanzada y
refinada que la castellana, consideró el espectáculo una fiesta bárbara, cruel y de mal gusto, que
sólo daba mal ejemplo al pueblo. La nobleza castellana pudo acceder a unos nuevos usos y
costumbres traídos por Felipe V, y de esta manera, los nobles abandonaron el toreo, considerado
una costumbre castiza y medieval, y adoptó un comportamiento aburguesado y más refinado.
Cuando llega el siglo XIX, en toda Europa han empezado a erradicarse las costumbres en que se
maltratan animales para entretener. Sin embargo, en España, empieza un nefasto siglo taurino.
Ahora, el torero que ha hecho fama entre el pueblo, es recibido en las cortes del rey como un héroe.
El rey Fernando VII, el último rey absolutista, cerró la Universidad y abrió las escuelas de
tauromaquia, desde donde se promocionó la tauromaquia que hoy conocemos.
La participación de Ecuador en el arte taurino, en especial la Capital, conocida en aquel entonces
como Gobernación de Quito, se fundamenta la presencia, en estas tierras, del toro de lidia de origen
ibérico, mismo que llegó procedente del Virreinato de Nueva España, transportado por la rutas
marítimas utilizadas para abastecer de ganado al Virreinato del Perú; se cree que el puerto de
desembarque fue el Callao, y desde allí los conquistadores lo condujeron al norte por las
estribaciones de la cordillera de los Andes.
Datos históricos confirman que la llegada de un gran número de reses a Quito respondía a las
necesidades de alimentación de la población en aumento. De hecho, en 1537 se realizaron las
primeras marcas para el ganado, tarea indispensable para el crecimiento de los hatos ganaderos.
El establecimiento, consolidación y crecimiento de las ganaderías en aquellos años estuvo a cargo,
en especial, de los religiosos jesuitas que supieron perfeccionar a la hacienda como modelo de
producción, constituyéndose en los mayores terratenientes de la Colonia.
El toro conservado por los jesuitas, encontraría en la afición de los nuevos propietarios de las
tierras, una garantía para la expansión de su simiente que derivarían en la conformación de
ganaderías de lidia organizadas que, con el tiempo, adquirieron importancia y cartel, nutriendo de
toros bravos a los espectáculos taurinos que se llevaban a cabo en la mayoría de las ciudades de la
3
serranía. Surgen entonces los nombres de los hierros tradicionales que protagonizaron los festejos
populares y las corridas convencionales, el caso de Pedregal, Antisana, Yanahurco,
Atillo,Chisinche, Llangahua, Cuchitingue, Pullurima, Guaytacama, LlinLlin; entre otras, quedando
grabadas en nuestra historia como precursoras de la:“ganadería brava en el Ecuador”.
En todo el Ecuador se vivió este fenómeno taurino impuesto y difundido por el régimen colonial,
formando parte desde un principio de las festividades públicas, religiosas y laicas, acogido por la
gente para celebrar en las ciudades, escogiendo como escenarios principales las Plazas, donde se
encerraban y acomodaban los palcos para la afición. Acto que se define como la actividad humana
que hace que los hombres salgan de su entorno y se aproximen rompiendo y hasta esquivando
muchas veces las brechas sociales.
Sin que esto resulte extraño, la tradición nos cuenta que los primeros toreros fueron los indios que
debieron rápidamente comprender a esta nueva especie navarra-una de las cinco castas españolas-,
la referencia histórica sobre los primeros espectáculos taurinos se llevan a cabo en 1573, treinta y
nueve años después de la fundación, en 1549 se realizan corridas de toros por las Pascuas y para
julio de 1898 se realiza la primera corrida de toros a la usanza española.
La primera plaza formal de toros en Quito, estuvo en la actual Plaza del Teatro, construida por el
presidente de la Real Audiencia, Juan José Villalengua y Marfil; aunque no existen datos de cuando
fue construida la plaza Larrea fue la segunda, apareciendo en 1903 en los planos de Higley. En
1906 se dio forma a la tercera plaza de toros, Guangacalle, construida por Lorenzo Gortaire Viteri,
nuestra cuarta plaza oficial llamada Belmonte fue creada en 1919 por Don Abel Guarderas Murillo.
Es aquí donde surgen personajes de un diario vivir, y desde luego las leyendas y los rasgos de
humor quiteño, todo esto recogido en plenitud ciudadana y contribuciones de distintas épocas,
formando así una historia real de una ciudad en permanente esfuerzo, y alegría de los quiteños.
4
JUSTIFICACIÓN
La investigación propuesta busca, mediante la aplicación de la teoría y los conceptos, conocer el
estado actual de las plazas existentes, partiendo desde una reseña histórica a fin de promover los
potenciales usos. Hay que tomar en cuenta que, la antigua tradición taurina de la ciudad franciscana
de Quito, tuvo una gran influencia en el comportamiento de los habitantes y fue considerada como
una actividad de entretenimiento durante los tiempos de la colonia. En este trabajo, se busca
informar sobre esta actividad tan arraigada, que perdura en la cultura de nuestro país formando una
historia taurina.
Busca testificar los linderos ocurridos durante la conquista, definiendo el regusto ancestral por la
fiesta taurina, perfil de nuestra identidad y aceptación que ha sucedido desde antaño en la vieja y
colonial ciudad de Quito. Aun así, es complicado aludir este tema, en especial porque rondan por la
plaza: capa y muleta entre el tufo del peligro.
Oficio es oficio y emitir al aire los criterios sobre las cosas que atañen a los toros y la
superficialidad de muchos admiradores de la fiesta, es algo que no se puede ocultar y tampoco
esconder.
La fiesta taurina para algunos significa mucho más que un simple espectáculo, es una actividad
profundamente enraizada en todos los estratos sociales, pues ha sido una actitud social de
permanente afición por este arte. A través de ello se expresan las más variadas manifestaciones del
ser ecuatoriano, quizás la más importante sea la lucha simbólica, y al mismo tiempo una conducta
cambiante, porque existen desde siempre buenos y malos aficionados, fanáticos y enemigos del
mismo; cambiante en los sitios de las corridas, cambiante porque el indio se demoró años en perder
el miedo al toro, convirtiéndose en torero. Pero entre tantos cambios, lo que no ha variado es el
gusto de todas las clases sociales por la fiesta taurina: indios, cholos, mestizos, ricos, pobres,
hombres, mujeres, niños, ancianos…, que alguna vez o toda su vida han sido taurinos.
5
Han pasado ya 481 años de fundación, y la ciudad, aún conserva esta manera de festejar a la capital
de los ecuatorianos, sin embargo, para el contento de unos y la tristeza de otros, este espectáculo
podría terminar.
¿Será que algún día acabará erradicándose como ha sucedido en algunos lugares de Europa?, quizá
si, por el bien de los animales sacrificados en el ruedo, pues cuentan con la Declaración de la
UNESCO, la Declaración Universal de los derechos de los animales adoptada por la Liga
Internacional de los Derechos del Animal el 23 de septiembre de 1977 y proclamada el 15 de
octubre de 1978, leyes que amparan los derechos de los animales y que se las debe tomar en cuenta
sin pretextos u objeción alguna.
Dichas leyes, aprobadas por la Organización de Naciones Unidas (ONU) y por la Organización de
las Naciones Unidas para la Educación, consideran que todo animal tiene derechos: “considerando
los derechos que posee todo animal, el desconocimiento y desprecio de dichos derechos han
conducido y siguen conduciendo al hombre a cometer crímenes contra la naturaleza y contra los
animales, Considerando que el reconocimiento por parte de la especie humana de los derechos a la
existencia de las otras especies de animales constituye el fundamento de la coexistencia de las
especies en el mundo, Considerando que el hombre comete genocidio y existe la amenaza de que
siga cometiéndolo, Considerando que el respeto hacia los animales por el hombre está ligado al
respeto de los hombres entre ellos mismos, Considerando que la educación debe enseñar, desde la
infancia, a observar, comprender, respetar y amar a los animales”, sin embargo, la ordenanza
metropolitana 0127 dice que:“es indispensable reformar la regulación de los espectáculos públicos,
con el fin primordial de compatibilizar el desarrollo de los espectáculos taurinos con la voluntad de
los vecinos del Distrito Metropolitano de Quito”, expresado en la consulta popular del 7 de mayo
de 2011, cuyos resultados fueron promulgados y publicados el 13 de julio de 2011, el Código
Orgánico de Organización Territorial, Autonomía y Descentralización; y, la Ley Orgánica del
Régimen para el Distrito Metropolitano de Quito, Expide: "De los espectáculos taurinos" Art. IV.
196 Declaración.- Se reconoce a los espectáculos taurinos como tradición ancestral de los quiteños,
siendo deber del Municipio fomentarlos y difundirlos como acervo cultural y elementos
irrenunciables de la identidad histórica de Quito. Se entiende por espectáculo taurino, aquel en el
que intervienen reses bovinas bravas para ser lidiadas en plazas de toros u otros recintos
autorizados, con público, por profesionales taurinos, personas aficionadas o alumnado de escuelas
taurinas-.
6
Se reconoce a los festejos populares como actividad ancestral de nuestro pueblo y festejo cultural
arraigado en nuestras costumbres, que estarán regulados de conformidad con lo establecido en la
Constitución de la República, en este Capítulo y en general, en el ordenamiento jurídico nacional y
metropolitano. Art. IV. 197.
Por último, el Plan del Buen Vivir 2013-2017, mediante su programa de gobierno para el país en su
objetivo 5, titulado: “Construir espacios de encuentro común y fortalecer la identidad nacional, las
identidades diversas, la plurinacional y la interculturalidad”; aborda los derechos culturales que
acogen la visión contemporánea de la cultura por un proceso social, que está en trasformación de
generar nuevos contenidos de saberes acumulados por y para la sociedad (Art. 380).
En cuanto al patrimonio cultural, el Plan del Buen Vivir lo concibe como una memoria activa en
relación con la sociedad. La producción artística y la generación de industrias culturales no se
pueden potenciar solamente por medio de la institución rectora de la cultura; se requiere la
participación de los sectores: de industrias, producción, economía popular y solidaria, turismo,
talento humano, entre otros. Este proceso de la política cultural requiere un fortalecimiento para
planificar con la ciudadanía.
El presente proyecto está vinculado con la siguiente línea de investigación: Histórico-Cultural,
turismo, patrimonio e identidad, esto dentro de las sub líneas de valoración de patrimonio cultural,
como elemento del desarrollo del turismo dentro del Plan del Buen Vivir, objetivo 4, objetivo5,
Plan Nacional de Ciencia Tecnología, Innovación y saberes ancestrales política 1-2.
Con lo expuesto anteriormente se quiere realizar una síntesis de los principales aspectos históricos
de las Plazas de Toros de la ciudad de Quito, que a través de los tiempos han demostrado que todo
lugar: guarda, cuenta y relata historias que se debe seguir contando si fuera necesario.
Mediante esta revisión de datos, establecer un diagnóstico de las plazas taurinas coloniales en
Quito, para promover un uso alterno en base a las tendencias culturales actuales.
7
CAPÍTULO I
EL PROBLEMA
1.1 PLANTEAMIENTO DEL PROBLEMA
Tomando en cuenta que la función primordial de la carrera de Turismo Histórico Cultural es
difundir y hacer conocer las características de nuestra capital, se ha visto la necesidad de elaborar
un documento que nos permita conocer más sobre las antecesoras Plazas de toros, que fueron y
constituyen lugares en donde toda la vida de la ciudad se concentraba.
Más tarde, finalizando la colonia, llegaría aquella idea de construir plazas para las corridas de toros.
1.2 FORMULACIÓN DEL PROBLEMA
Al analizar los estudios realizados en esta investigación sabemos que los acontecimientos que se
dieron en los siglos XVI, XVII y XVIII, no son conocidos por la mayoría de los habitantes de la
ciudad.
1.3 PREGUNTAS DIRECTRICES
• ¿Cuál es el contexto histórico para el desarrollo de las Plazas Taurinas?
• ¿Cuál fue la importancia de las fiestas taurinas en tiempos coloniales y republicano?
• ¿Cuál es el estado actual de la única plaza que prevalece dentro del casco colonial?
• ¿Qué uso se le da a la plaza Belmonte actualmente?
1.4 OBJETIVO GENERAL
Determinar la importancia de las fiestas taurinas en la cultura Quiteña y la necesidad de la sociedad
en formar y construir un lugar donde poder llevar a cabo una corrida de toros.
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1.4.1 Objetivos Específicos
• Establecer una reseña histórica de las plazas en base a la revisión documental.
• Determinar cuál fue la influencia de la fiesta taurina en las manifestaciones culturales de la
época colonial y republicana.
• Establecer un diagnóstico situacional del presente estado de la única plaza del centro de la
ciudad.
• Analizar los potenciales usos de la plaza aun existente a fin de promover su uso.
9
CAPÍTULO II
SUSTENTO TEÓRICO
LA COLONIA Y LA HISTORIA TAURINA EN QUITO: SUS LUGARES DE
REPRESENTACIONES
2.1 ORIGEN DE LOS TOROS
Esta actividad tiene antecedentes que se remontan a la Edad de Bronce, y se ha desarrollado a lo
largo de los siglos como una forma de demostración de valentía al estilo de algunas tribus que aún
practican ritos de paso de la niñez a la edad adulta, en la antigua Roma se presentaban espectáculos
con Uros especies bovina extinta que eran arrojados a la arena del circo para su captura y muerte
por parte de algunos representantes de familias nobles quienes mostraban así sus dotes de
cazadores, también se arrojaron en manadas a los cristianos durante las ejecuciones públicas
efectuadas en la época de la persecución; eran además soltados estos animales durante los
enfrentamientos de gladiadores como entretenimiento adicional.
En época medieval comienza la práctica taurina de lanzar toros, a la que se sabe eran aficionados
Carlomagno y Alfonso X el Sabio entre otros. Hay registros de la afición por esta práctica que El
Cid tenía. Según crónica de la época, en 1124en que casó Alfonso VII en Saldaña con Doña
Berenguela la chica, hija del Conde de Barcelona, entre otras funciones, hubo también fiestas de
toros. Estos espectáculos se presentaban en plazas públicas y lugares abiertos como parte de
celebraciones de victorias crueles, patronímicos y fiestas, con el consecuente riesgo que esto
suponía para los espectadores Goya ha retratado una de estas tragedias en su obra sobre la muerte
del alcalde de Torrejón arrollado y corneado por un toro. Los moros de España fueron los primeros
en utilizar sus capas como instrumento de distracción durante la práctica de las lanzas.
Durante el siglo XVI evoluciona la tauromaquia hacia los encierros de varas predecesora de las
actuales corridas de rejones en la que participaba la realeza, incluso Carlos I de Inglaterra y su
lugarteniente Lord Buckingham participaron en este evento durante su estancia en España, tan a su
gusto que repitieron luego la experiencia en su país, invitando a los embajadores de los reinos de
10
Francia y España. Carlos I de España no nacido en este país lanceó un toro en la celebración del
nacimiento de su hijo Felipe II.
Durante esta época la nobleza comienza a utilizar a sus peones y escuderos para distraer al toro
mientras cambiaban algún caballo cansado o herido, o para rescatarlos de una caída. Con la
aparición de los picadores en sustitución de las lanzas, para dar a los nobles de a caballo el
privilegio de matar al toro, estos peones y auxiliares adquieren la responsabilidad de llevar al toro
al picador, con lo que evoluciona la faena de capote y adquiere valor estético. En muchas ocasiones
si el de a caballo no podía matar al toro se delegaba la responsabilidad en los de a pie. A partir del
siglo XVII comienzan a surgir nombres entre los toreros de a pie por su estilo y valor, además de la
simpatía que estos representaban por ser parte del mismo pueblo y no de la nobleza, siendo
solicitados por el público para presentarse como evento principal.
Paulatinamente el gusto del público se inclina por los toreros de a pie y, si bien con extrañas
variaciones, se va estableciendo a lo largo del siglo XVIII todos los elementos de las corridas
modernas. De esta época son algunas de las primeras figuras conocidas del toreo como Costillares,
Pepe Hillo y Pedro Romero. “La primera obligación del caballero es buscar al toro, cara a cara,
con el caballo al paso, hasta elegir la distancia suficiente.
Y viendo que ya se llega a jurisdicción, con un movimiento de muñeca de la mano de la rienda,
sesgar lo que sea imprescindible hacia la izquierda la cabeza del caballo.”
De las cosas más ligadas al hombre europeo son los toros no sólo como espectáculo, sino como
vivencia de cosas bien sujetas a la increpación severa, el jaleo, la disputa, el ser experimentado por
eso las frases tales como Toro corrido, Echar a uno el toro o Haber toros y cañas son más que
corrientes en el mundo occidental. (Enciclopedia Universal 1927 p. 913)
La palabra TAUROMAQUIA proviene del griego TAURUS, que es toro y del MACHOMAI,
que significa luchar. El hombre descubre que el toro ofrecía dos posibilidades vitales para la mente
humana una, que era fácil de engañar, la otra que acometía con prontitud, de tal manera que esto
fue un reto había que ser valiente, arriesgado y engañoso, para jugar con un toro. Secundariamente,
el toro ofrecía también otras características falta de malicia y de astucia, carencia de elasticidad
11
para los saltos, dificultad de revolverse sobre sí mismo, determinando que fuera el único animal del
mundo, apto para la lidia.
La fiesta taurina nace en Italia; hay un mármol antiguo que representa el más remoto origen de las
corridas era la taurocatapsia; es decir, la ligadura al toro. Se perseguía al animal a caballo hasta
rendirle, se lo agarraba por los cuernos y se lo derribaba. Plinio dice que fue el emperador Julio
César el primer picador del mundo, al pasar los romanos a España, en los primeros siglos de la Era
Cristiana, este deporte u arte taurino adquirió fuerza especiales por la calidad de pastos, las
condiciones de clima, la fiereza tan especial de estos animales, pero fue sobre todo la necesidad
económica, la determinante, pues se los necesitaba para alimentos y sus pieles se convertían en
artículos de primera necesidad. Había pues que matarlo los pastos de Andalucía, las tierras de pasto
en Portugal y las de Navarra, fueron los sitios principales para la cría del ganado y para el toreo
primitivo en España.
El toreo tuvo su fase entre los siglos XIII al XV en España, cuando el toreo se los practicaba
exclusivamente a caballo. A partir del siglo XVI empiezan a publicarse los primeros tratados sobre
el arte de torear, siendo los más famosos los que se editan en el siguiente siglo, por Bonifaz,
Cárdenas Angulo, Contreras Pamo, Gallo, Menacho de la Cerda, Trejo, Valenzuela o Villasante,
los primeros autorizados tratadistas, valga decir que era entonces el toreo un arte exclusivamente de
la nobleza española, donde adquirían contornos muy severos las reglas del honor. Por ejemplo se
decía en esos tratados que era “cosa fea y desairada” cuando se los cebaba, corriendo a caballo “y
más, cuando muchos acostumbran”, se decía también lo siguiente:
“Cuando el caballero pierde el estribo o un guante o el pretal del caballo o es derribado de éste o le
arranca el toro el rejón de la mano, está obligado a sacar la espada, que no puede envainar de
nuevo, sin sangre”.
Las primeras noticias de ganado bravo en tierra ecuatoriana se encuentran en las crónicas del siglo
XVII, cuando los religiosos jesuitas, mercedarios y dominicos trajeron ganado bravo a América
para guardianes del ganado manso y de los cultivos. No es extraño, por esto, que la tradición nos
cuente que los primeros toreros fueron los indios que debieron rápidamente aprender a sortear los
12
bravos celadores. Los primeros toros que arribaron fueron de la casta navarra, una de las cinco
castas fundacionales españolas.
Los siglo XVI XVII y XVIII están cargados de narraciones de toros de pueblo y festivales que eran
organizados para la celebración de algún hecho especial o aniversario y que duraban días y hasta
semanas. De la última parte de la época colonial incluso se sabe que la Plaza Grande se cerraba
para los festejos taurinos. Ya en la primera mitad del siglo XVIII nacen haciendas de cría de
ganado bravo criollo que había guardado sus características por siglos enteros. El Pedregal,
Chalupas, Antisana, Pullurima y Yanahurco llenaron con sus ejemplares las tradicionales plazas.
(Fernando Jurado 1996 p.29)
2.2 LAS PLAZAS DE TOROS EN ESPAÑA EN EL SIGLO XVI
Cuando la sangre trota por el cuerpo y son dos glóbulos blancos.
La victoria y la rosa y viceversa, por dentro y por fuera, como el hueso y la médula del alma, o la
materia inmaterial del cuerpo”
Se conserva aun, el mapa detallado de Pamplona, hecho en 1560 por José Joaquín Arazuri en el que
podemos ver con nitidez, la plaza de los toros, el modelo de la plaza española en aquel tiempo de la
conquista de América, correspondía a un tipo de transición entre plazas y corrales, faltaba mucho
tiempo a que la Real Academia definiera a la plaza de toros como un anfiteatro donde se miraban
las corridas, fue solo el avance del espectáculo el que logró meter esa cosa griega y tan especial que
es el anfiteatro, como escenario más apropiado para las corridas, ante todo la plaza era simplemente
un gran corral con graderío de tablas a un extremo de la misma, en donde cabían alrededor de cien
personas. Por la parte del frente, había cinco casas comunes y corrientes, de tal manera que la plaza
estaba como escondida por detrás de las moradas.
Estaba pues en un sitio periférico de la urbe, a cien metros del gran castillo medieval fortaleza que
guardaba la mayor entrada de la ciudad, mirando celosamente y como medio escondido a la calle
de las Carnicerías y a la calle de la Sedería. Por detrás quedaba la vieja calle Chapitel. Con el paso
del tiempo, la plaza fue destruida y todo el sector delantero y que mediaba entre ésta y el castillo,
13
pasó a convertirse en la actual y popularísima Plaza del Castillo, donde desde hace muchos años
pasean niños y existen las tascas especialistas en cervezas. En una de esas tascas fue el paradero
durante la fiesta de San Fermines del gran escritor Ernest Hemingway, ese genial novelista
norteamericano, nacido en 1898 y que luego de obtener el Premio Nobel de Literatura en 1954,
terminara su vida en forma eminentemente trágica, disparándose a los sesos, una mañana depresiva.
En Pamplona donde se criaban las mejores reses de la Península se sabe que existían alrededor de
400 casa, es decir 2.000 vecinos, así que el porcentaje de la población española que asistía a los
toros en el siglo XVI era, sentados nada más que unos cien verían la corrida el cinco por ciento de
su población. Se calcula que en los dos lados podían caber cuatrocientas personas de pie, así que
sumando los sentados y los parados dan unos quinientos. La cuarta parte de Pamplona estaba en los
toros. Al pasar los toros y los toreros a América muy a raíz de la conquista, el escenario también
cambió por lo menos con respecto a Pamplona no fue en corral ni en anfiteatro; las corridas se las
hicieron en las plazas mayores de las ciudades. De tal manera que América empezó poniendo
también un tinte algo diferente al espectáculo, aunque evidentemente en la mayoría de ciudades y
pueblos españoles las corridas se tenían en sus respectivas plazas mayores. (Jurado Fernando 1996)
2.3 PRIMERA CORRIDA DE TOROS EN AMÉRICA HISPANA
En realidad Imagínese la difícil tarea de traer un toro a América en los días de la conquista parta
del precio, el permiso, el pago al dueño del barco, el alimento para el animal en una travesía de un
mes, cuando la gran mayoría de pasajeros humanos casi no probaban bocado y venían sin permiso
ni pasaporte, el desembarco, el paso de Panamá a pie o del estrecho de Magallanes por barco, el
clima tórrido, la llegada a Guayaquil en nuestro caso la subida por caminos intransitables hasta
Chimbo y Riobamba, el establecimiento en las haciendas y claro faltaban las vacas.
Fue por eso que Lima tuvo más privilegio que Quito en esto de tener vecinos que podían importar
toros desde España. Lima se fundó en 1535, pero durante cinco años los espectáculos se pasaron en
ayunas, sin toros… hasta que el Obispo Fray Vicente Valverde hizo en 1540 la llamada
Consagración de Oleos. Entonces, las autoridades creyeron justo y necesario celebrar hecho tan
trascendente con la primera corrida en América se la lleva a cabo el lunes 29 de marzo de 1540,
segundo día luego de la Pascua de Resurrección; es decir de la Semana Santa, nos cuenta Ricardo
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Palma, que la función se celebró en la Plaza Mayor o de Armas de Lima y que principió a la una de
la tarde. Se lidiaron tres toretes que no había más de la ganadería de Maranga, Francisco Pizarro
que contaba ya 72 años, era un viejo muy aguerrido y valiente, montado a caballo, mató el segundo
toro a rejonazos.
En otro lugar de su obra, Palma afirma que la primera corrida se celebró en 1538, festejando una
derrota de los almagristas en la batalla de las Salinas, pero la versión de 1540, parece ser la más
acertada la multiplicación del ganado vacuno en el Perú, tomó por lo menos doce años, es decir de
1536 a 1548, pues fue a partir de este año en que, aparte de la carne de puerco y de llama, se
decidió también autorizar la ingesta de vaca, pues los ganados de Castilla habían crecido mucho y
dice el documento “por ser grande se multiplico”.
2.4 FIESTA MULATA
El siglo XVI fue discriminatorio en toda América la ley hispana se rompió varias veces, se dice que
el Virrey García de Mendoza, tuvo un incidente con el inquisidor de Surco, se autoriza correr
cañas y alancear un toro, a un grupo de negros a caballo la violación de la norma se volvió tan
corriente, que los toros se convirtieron sobre todo en el Perú en una fiesta mulata, para entonces no
había cuadrillas, sino que los caballeros toreros se dividían en dos bandos y competitivamente
rompían cañas, pues fue este juego un compañero inseparable del toreo y muchas, se confundía con
el mismo. Esto se siguió dando durante los gobiernos del Virrey Conde de Nieva y del Marqués de
Cañete, don Andrés Hurtado de Mendoza, aquel que ordenó fundar a Cuenca en 1557, las
cuadrillas aparecieron después de 1560 y eran de cuatro tipos las de parlampanes, papahuevos,
payas y los de las cofradías de africanos. De tal manera que los esclavos negros jugaron en nuestras
corridas desde hace más de 430 años, instaurándose así una fiesta mulata.
Los parlampanes eran gente muy sencilla que se presentaban en el coso, vestidos de mojigangas,
todos tenían apodos, para 1559 Lima dio un cambio radical, que se traslada a las capitales vecinas
como Santiago de Quito las autoridades decretan que todos los años tendrán cuatro fiestas de toros
el 6 de enero por la Pascua de Reyes, el 23 de junio en honor a San Juan, el 25 de julio en honor al
apóstol Santiago patrono de todas las Españas y en el día de la Asunción de la Virgen, el 15 de
agosto. Desde entonces los meses de junio, julio y agosto, se convirtieron en los parranderos.
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Las corridas se daban a los empresarios ganaderos generalmente quienes se encargaban de colocar
tablados y galerías en la Plaza Mayor esto lo alquilaban a buen costo económico. Las autoridades
favorecían al empresario, se ordenaba en las fiestas a que las ferias de mercado se colocaran en las
plazuelas secundarias, pues se ponía en primer plano la diversión y después la comida y el
comercio, los rejoneadores eran los más importantes en estas jornadas por más de dos siglos, hasta
1750 año en el que se estaba de moda la Escuela andaluza de Ronda en América, donde se utilizaba
la bandola y el estoque. (Cossio José 1952)
2.5 EL REJONEO
El rejón era una larga banderilla de 1.60 metros, la misma altura del torero, recordemos que en
aquella época todos eran pequeños en América y en Europa. El material de este rejón eran de
madera frágil para poder quebrarla fácilmente, en la punta tenía una puntilla de metal o un garfio
simple, como las banderillas que hoy conocemos habían varias clases de suertes, la primera se
llamaba de frente el rejoneador tenía el brazo extendido, de manera que la mano no pase nunca de
la altura del hombro hacia adelante, la segunda suerte era de tiras, el brazo del torero debía formar
una línea perpendicular con la espina dorsal del caballo, la tercera suerte se llamaba de lado, otra
suerte era a la media vuelta, la última suerte de grupas, era hacia atrás.
explica Las formas de rejonear que eran tres: Grupa, que era la más fácil, en que luego de clavar
cuando el toro arranca hacia las ancas del caballo el torero salía por delante de la cara del toro y
con sus pies por delante, a silla pasada, cuando el rejoneador colocaba su caballo a un costado del
toro, haciendo salir al caballo por delante, hacía luego un círculo con el toro y salía finalmente por
su cola, Al estribo, considerada la más airosa y difícil, pero la mejor era que el toro daba su cabeza
en el estribo del caballo. (Cossíos José 1952)
2.6 PRIMERAS NOVEDADES
Una vez fundada Quito, la principal preocupación de los conquistadores era poner a salvo sus
cabezas, construir casas y tener armas lista, pues la comida era abundante y las indias también el
viernes 22 de enero de 1535, a apenas un mes del 6 de diciembre, Quito se encontraba enterita, lo
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del incendio de Rumiñahui se cree que es un mito más de nuestra historia de tal manera que las
autoridades ordenaron a los propios conquistadores que destruyan los ranchos de los indios,
formados en los solares que ellos se repartieron, para evitar incendios, Dice Pablo Herrera en sus
apuntes, escritos en 1851 y publicado por Enríquez 90 años después 1942.
las actas de nuestro Cabildo en 1535 giran alrededor de dos elementos las guabas cerca de Quito y
las piaras de novísimos puercos, traídos desde el Perú, el viernes 9 de abril, el cabildo hizo
pregonar que todo dueño de piara debía tener un pastor y que el ejido de la nueva ciudad, estaba a
las ordenes, estaban tan ocupados que hasta se olvidaron unos meses de fundir el oro, tanto que la
Casa de Fundición funcionó en Riobamba casi un año, el 31 de mayo de 1535, recién dispuso el
Cabildo que se trasladara la casa de Santiago a la villa de Quito según lo dice Pablo Herrera en sus
escritos de 1851 publicados por Eliazar Enríquez noventa años después. (Jurado Fernando 1996)
2.7 PRIMERAS MARCAS PARA EL GANADO
Cuenta Ricardo Descalzi: Que en el primer semestre de 1537 se hicieron las primeras marcas para
el ganado, con el objeto de evitar confusiones. Por ejemplo, el conquistador Diego de Torre, dueño
de gran casa en la plaza de Santo Domingo, tenía su hato con dos marcas en cada cabeza de
ganado: hendida la oreja derecha y una marca de cruz en la frente.
Serían hatos de vacas y sus correspondientes maridos, los toros Por supuesto que las marcas
necesitaban de los servicios de un herrero, fue Bartolomé de Zamora, el primero que tuvo Quito.
Este herrero era persona un tanto abusiva, de tal manera que el cabildo a fines de 1539 le obligó a
pregonar su arancel en la puerta de la herrería y en la plaza mayor. Se habían detectado denuncias
que cobraba dos tomines de oro, por meter una lancetada al animal y medio peso de oro, si lo
lanceteaba en ambas partes.
Los animales que más preocupaban, eran los caballos, y la preocupación era obvia: eran su mejor
arma. De tal manera que el 12 de noviembre de 1537, el municipio ordenó “que los españoles que
tuviesen indios no vendan ni truequen sus caballos y en caso de no tener estad bestias, que las
compren dentro de cuatro meses”.
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Para aquel entonces los negros eran los mejores guardaespaldas de los españoles, solían decir que
los mejores cuidadores y conserjes de edificios eran los negros ya se imaginaran porque, sin
discriminar y ofender a la persona y color de su piel, de hecho hay más que ancestro en el asunto,
aunque vinculado a la explotación a nuestros semejantes de color más obscuro. El 26 de marzo de
1538, se dispuso que el negro que saliera del poder de su amo y estuviera huido seis días, por
primera vez la pena de ser cortado el miembro y alguito más, y si volvía a repetirse la huida del
individuo le daban la libertad hacia la eternidad es decir la muerte. (Descalzi Ricardo 1978-1989)
2.8 1541 QUITO YA CONTABA CON VACAS Y TOROS
En él años de 1541 Quito ya contaba con vacas y toros en este año, Cristóbal de Salcedo, que era el
pregonero de la villa, presentó tarifas para los que deseaban y estaban interesados en abrir la
primera carnicería de Quito en la quebrada trasera a la Iglesia Mayor. Los costos que se dio a la
carne de los animales fue así: las cuatro libras de carne de puerco costaba 3 reales y medio de oro,
las cuatro libras de carne de vaca costaba 5 reales, las cuatro libras de carne de carnero tenía un
costo de 5 reales. Si se comía la carne del toro, como en San Fermin de Pamplona, no se sabe, pero
lo dudamos, porque el toro vendría a ser como, una especie de joya sagrada en aquellos días, por si
quieren alguito mas de precios ahí les va en 1545, los quesos de leche de vaca soltera, valían a dos
tomines de oro la libra, en este mismo año 45nos visitaba el Virrey Blasco Núñez de Vela, se
mandó a preparar trigo, maíz y un modesto paño de raso carmesí, pues no teníamos seda. Es seguro
que aún no había toros para la lidia, no deja de ser interesante el dato que en 1547, los aborígenes
de Quito habían matado varios caballos de los conquistadores, porque ellos habían destruido las
cementeras indígenas por esta razón, las autoridades deciden nombrar un cuidador de caballos.
Para 1548 los primeros ganaderos aparecen como el escribano Gonzalo Yanez de Ortega, dueño de
hato de vacas en la zona de Pallatanga y el regidor Juan Pablos, que la tenía junto a la laguna de
Colta. En 1550 tenemos como ganaderos a Francisco Ruiz, que poseía dos estancias para aquello,
una en el pueblo del Inga y otra en Pifo; Carlos Salazar, en el camino de los Yumbos, en 1573,
Pedro de Valverde escribe una relación sobre Quito, en la que habla de los animales importados por
los españoles marranos, vacas, cabras, ovejas y yeguas. Dice que en los primeros años del Quito
hispano una vaca era cara, pues costaba hasta 100 pesos de oro y una yegua, 500 pesos. Para 1573,
la vaca había descendido de manera increíble a 4 pesos de oro y la yegua a 8. Del toro, no hay
referencias precisas en esta relación. En dicho año, los ganaderos de Quito eran los siguientes: N.
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Flores de Bastidas sería Francisco, N. Calderón debe ser Diego, Juan Márquez, N. Parrales, N.
Rodríguez, Capitán Rodrigo de Salazar, Capitán Francisco Ruiz, Gonzalo Ruiz, Sebastián de
Valencia (Descalzi Ricardo1978- 1989)
2.9 GANADERÍAS LA BRAVURA Y EL TRAPÍO
Ha llegado la hora de probar todos los experimentos que el criador ha realizado en el laboratorio de
su ganadería, pese a que existen parámetros para suponer que un toro bien criado responderá bien
en el ruedo, es aquí en el único lugar donde se puede estar seguro de que las cosas han sido hechas
bien. Suenan los clarines, se abren las puertas de toriles...
Según historiadores, el toro primitivo ibérico desciende del uro salvaje que habitaba en el centro de
Europa. Al transcurrir el tiempo el uro se transforma, en la Península Ibérica, en el toro de lidia, al
ser domado para el espectáculo de las corridas de toros, cuando un arte singular, la tauromaquia o
la ciencia de torear, aparece. Sin embargo, es a partir del siglo XVIII cuando asoman las ganaderías
organizadas para la producción del toro de lidia, constituyendo la bravura la característica esencial
del toro ibérico.
Al mejor trapío suele corresponder la mejor bravura, asegura José Antonio Del Moral, en su libro
Cómo ver una corrida de toros, aunque se hace necesario señalar que esta afirmación es un tanto
polémica. El diccionario describe al trapío como aire garboso. Cuando se refiere a los toros de lidia
tiene que ver con su presencia. Se dice que un toro tiene trapío cuando su estampa, su planta, su
presencia causa respeto independientemente de su tamaño. El toro con trapío debe tener peso
acorde con su alzada, carnes justas y musculadas, las propias de un ser atlético; pelo brillante y
limpio, fino y bien sentado; morrillo grueso, patas finas, pezuñas redondeadas y pequeñas,
cornamenta bien conformada y limpia, cola larga y espesa. Ojos negros, vivaces, sin defectos.
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2.10 BRAVURA, INSTINTO DE DEFENSA
La bravura, otra característica esencial del ganado de lidia, no fue consustancial al toro en sus
orígenes, sino un evento cultural del ser humano, digno de toda admiración, asegura Del Moral.
Como fuerza de brutos definen algunos diccionarios la bravura; y como acción de acometer
resueltamente y con constancia, otros. A la bravura se le ha considerado como un instinto de
defensa provocada por la cólera del toro en el instante de ser molestado, o como miedo o cobardía
ante lo desconocido, o como una misteriosa y natural violencia del toro que ataca a cuanto se
mueve o le excita.
Una de las características de la bravura es crecerse al castigo, en lugar de huir. El toro
verdaderamente bravo, explica el autor español, antes de acometer a su presa, le avisa. Jamás ataca
a traición. Se cuadra y se coloca en rectitud ante quien quiere ahuyentarle, le mira fijamente,
adelanta las orejas, levanta la cabeza y, a veces, retrocede o avanza a leves pasos antes de
arrancarse, igualmente, debe embestir con prontitud, con nobleza, sin cabecear, siguiendo con
fijeza al objeto que persigue para cornearlo, sin cansarse, aunque nunca logre alcanzar a su
enemigo.
Del Moral, en el tratado antes citado, describe al toro de lidia: "Entre todas las criaturas del reino
animal no hay ninguno que reúna caracteres tan bellos y a la par misteriosos como el toro bravo.
Algunos son agresivos y fieros, otros tienen el encanto de la nobleza y la fidelidad, unos atraen por
su fuerza, por la armonía de su estampa o su pelaje, y también los hay majestuosos y altivos."
Solo el toro de lidia es, al mismo tiempo, poderoso, arrogante y armónico, bondadoso y agresivo;
algo así "como un guerrero que lleva escrito en sus genes el mensaje de la bravura y tiene una
crianza lujosa hasta su madurez, justo el momento en que debe morir".
2.11 TOROS QUITEÑOS
Las primeras noticias de ganado bravo en tierra ecuatoriana se encuentran en las crónicas del siglo
XVII, cuando los religiosos jesuitas, mercedarios y dominicos trajeron ganado bravo a América
para guardianes del ganado manso y de los cultivos. No es extraño, por esto, que la tradición nos
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cuente que los primeros toreros fueron los indios que debieron rápidamente aprender a sortear los
bravos celadores. Los primeros toros que arribaron fueron de la casta navarra, una de las cinco
castas fundacionales españolas.
El siglo XVIII y XIX están cargados de narraciones de toros de pueblo y festivales que eran
organizados para la celebración de algún hecho especial o aniversario y que duraban días y hasta
semanas. De la última parte de la época colonial incluso se sabe que la Plaza Grande se cerraba
para los festejos taurinos.
2.12 JUEGOS DE CAÑA
Miguel Puga en su libro “Crónicas del Quito antiguo” nos habla un poco mas de este juego que
sería el inicio para las corridas de toros dice:
“El juego de cañas era un ejercicio caballeresco muy frecuente en los siglos XVI y XVII, en el que
dos cuadrillas a caballo, realizaban simulacro de escaramuzas, arrojándose cañas, de las que se
resguardaban con la adarga. Correr o romper lanzas, quiere decir combatir en los torneos los
jugadores armados de lanza y a caballo. Lanza de arma era la usada en la guerra, se distingue de la
lanza cortés, cortesana o de justas, empleada en los torneos y que carecía de punta o la tenía
doblada, para evitar golpes que atravesaran la armadura”.
Este juego se dio en Quito en 1575 fue el primer juego de esta clase y muy pronto se añadiría a las
corridas de toros era el abre boca de la fiesta taurina se utilizaban cañas en lugar de las lanzas
europeas; el juego se llevaba a cabo en la plaza mayor, participaban en una especie de desafío dos
grupos a caballos, compitiendo en sutil elegancia tanto el dueño del animal, como este mismo.
(Puga Miguel Ángel 1991).
2.13 EL TORO EN EL ESPÍRITU DEL INDIO
El cabildo de Quito concede cerca de 180 marcas para el ganado entre 1583 y 1594, durante doce
años completos. Fueron alrededor de quince marcas por año, una mensual, a simple vista y por lo
que cuentan los cronistas se esperaría que los ganaderos hayan sido chapetones venidos de la
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misma España, pero allí nos topamos con una enorme sorpresa. Buena parte de los criaderos de
vacas y toros, eran de los indígenas que ocupaban ya este lugar antes de la llegada de los españoles,
ellos habían comprendido el valor del ganado europeo, para su propia producción y economía, a
continuación mencionaremos algunos de los nombre que no pueden quedar en el olvido,
registramos por lo menos un muestreo.
Andrés Guamarica, en 1585, su marca era una letra G.
Don Alejo, en 1586.
Alonso, barbero, en 1589.
Antón Paguanquiza, 1586.
Andrés Collaguazo, 1587.
Antón Purguay, 1587.
Antón Husina, natural de Conocoto, 1588.
Angelina Puruguay, 1589.
Andrés Yancha, natural de Calpi, 1589.
Alfonso Yaconya, de Cotocollao, 1591.
Antón Cauca, vecino de Chimbo, 1592.
Alonso Tacura, natural de Yaruquí, 1593.
Juan Coloba, de Saquisilí, 1594.
Benito Camaluclla, del Quinche, 1594.
Andrés Casiquicha, de los Sigchos, 1594.
Don Antonio de la Cruz, cacique de San Antonio de Carangue, 1594.
Don Andrés de la Cadena, cacique del mismo lugar, 1594
Andrés Tipatucho, de Isinliví, 1619.
Don Benito Agualcaza, cacique de Chambo, 1586.
Baltazar Condorazo, de Quero, 1587.
Don Lorenzo Morco, casique de Uyumbicho, 1586.
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Don Cristóbal Carvaparín, principal del Quinche, 1585.
Diego Chacha, 1585.
Don Francisco Luis Tacuri, 1585.
Diego Iza, 1585.
Diego Nazimba, de Chillo, 1586
Don Juan Chaunumu, 1586.
Doña Angelina, viuda de Pangue, 1586.
Don Juan Ticsi, cacique de Mulaló, 1618.
Don Diego de Salazar, indio, de la ecomienda de don Rodrigo de Salazar, 1586.
Rodrigo de Salazar, 1586.
Diego pacto, 1586.
Don Pablo Toctasí, de Uyumbicho, 1586.
Don Gonzalo Cando, cacique de Tomabela (actual Salinas en Bolívar), 1586.
Diego Tuntayracu, 1586.
Don Miguel Chillán, cacique de Chillanes, 1586.
Don Diego Llaczapoma, en Chimbo, 1586.
Don Sancho Pintacymba, 1586.
Don Ventura, cacique de Angamar, 1586.
Don Hernando Pillajo, 1587.
Don Bartazar, cacique de San Lorenzo de Chimbo, 1587.
Diego Sichay, en Patate, 1587.
Don Domingo Uyyaliu, 1587.
Diego Anya, en Cumbayá, 1587.
Don Luis Zumba Quinatac, en Alaques, 1588.
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Resultados:
Indios nobles y principales: 22 (44%)
Indios ni principales: 28 (56 %).
Lugares de avecindamiento:
Quito 24
Quinche 2
Uyunbicho 2
San Antonio de Carangue 2
Chambo 1
Yaruqui 1
Isinliví 1
Saquisilí 1
Alanques 1
Cumbayá 1
Patate 1
Chimbo 2
San Lorenzo de Chimbo 1
Chillanes 1
Tomabela 1
Angamar 1
Conocoto 1
Calpi 1
Cotocollao 1
Sigchos 1
24
Quero 1
Chillo 1
Mulaló 1
Ganaderos de Quito a fines del siglo XVI
Alonso de Torres
Ana Vechán
Gonzalo Pérez Barreno
Damián de Gamarra, 1586.
Da. Isabel de Andagoya, 1586.
Da. Rodrigo de Vivar, 1588.
Podríamos pensar de manera equivocada estos datos, por lo que se entiende que la crisis del
indígena ecuatoriano se dio muy avanzado el siglo XVII en lo que se refiere a los indios libres o
decierto estatus, pues el indio común venía ya sufriendo enormemente desde 1450, cuando se inició
la conquista incásica; tal es así, que muchos indios declaraban aún en 1573, que preferían la
conquista española, antes que la incásica, por lo cruel que había sido. (Archivo Municipal 1583,
94,1941 p. 25)
2.14 LUCHA SOCIOLÓGICA
No se ha estudiado el creciente fenómeno que debió haber sido para nuestros indígenas, ese período
de 1540 a 1580, en que por primera vez convivió no solo con el hombre europeo sino con sus
nuevos animales, de los cuales sin duda alguna el que más le impactó fue el toro, no pudo olvidar
jamás que el becerro, a las horas de nacer y aún sin poder pararse, ya embestía. Recogería su
espíritu de observación los pastos frescos aumentaban la bravura del animal. Por otro lado, la
adaptación del toro a las alturas, a los páramos inclementes, en donde jamás estuvo, debió haber
demostrado por un lado, su gran sentido de supervivencia, pero debió también haber dado por
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razones biológicas numerosos tipos débiles, de esos que cargan y desafían de gran manera, antes de
embestir a alguien.
El indígena debió también haber aprendido el lenguaje del mugido del animal por celos, por pelea,
cuando quiere ayuda, cuando huye desafiando o cuando simplemente huye, totalmente vencido,
asombrado debió quedarse, cuando entendió que se escondían antes de que amaneciera, cuando
come en sembrados y huertos completamente inmóvil, como culpable por un grave sentimiento,
inmóvil se debió quedarse el indígena al mirar cómo el toro daba el golpe con su pata en el suelo a
la res nueva, que recién había entrado en la piara, manifestando su celo y su desdén.
El toro huidizo, concentrado, enigmático, debió haberle recordado y en mucho, la dificultad de
entender a los colonizadores, el colonizador y el toro, la bravura no era adecuada al estímulo, eran
dos súper motivos, que se desbocaban por pequeñas cosas, los dos acudían paradójicamente y con
intensidad al engaño, ninguno corría, parecía que no conocían el miedo, ambos cedían sólo ante el
agotamiento físico, y ante la muerte, los dos firmes en la derrota, el indígena tardó mucho en
descubrir que el toro sí tenía miedo y que se espantaba ante los seres movibles. Quizás en eso
momento decidió también hacerse torero.
El toro era la mejor representación del soldado europeo y del intruso para vencerlo, para conocerlo,
para dominarlo o por lo menos para convivir con él, el indígena debió pensar desde lo más
profundo de su ser, primero intentar conocerlo y tratarlo a ese animal bravío y enigmático. El
caballo lo altero sólo en un principio, su nobleza fue luego arma fácil para conocerlo. El caso del
toro, fue distinto. En aquella muy diferente secuela entre las corridas limeñas y quiteñas del siglo
XVI, habrá que encontrar muchos factores, no sólo vinculados a la mayor población de Lima o a la
facilidad de la crianza por la altura del desierto peruano, allí habrá que tener muy presente, junto a
la dificultad de nuestros paramos, medio siglo de espera, que le tomó la indígena para conocer y
vencer al toro ibérico. (Jurado Fernando 1996)
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2.15 LA FIESTA DEL JAYCHIGUA
Comienza a surgir una fiesta mestiza, que dura casi cuatro siglos en el mundo rural andino la fiesta
del Jaychigua o de las cosechas, que desaparece hacia 1955. Era una fiesta después de las cosechas,
durante dos o tres días se daban toros populares en prácticamente todas las haciendas de la Sierra
Centro Norte por ejemplo en la hacienda de La Tola en Pichincha, los indios el primer día de la
fiesta, empezaban a bailar en fila hasta los patrones o dueños de la hacienda, cantando en forma
rítmica Jaichigua, Jaichugua; sujetaban a los dueños con las fajas que usaban los indígenas y les
invitaban al baile, la primera vez que esto les pasaba, había una buena dosis de angustia en los
dueños. Muchas veces antes de la invitación, los indígenas regalaban a sus amos, un canasto de
maíz especial, del mejor que se había cosechado, en el baile cantaban las protestas en contra de
administradores, guardianes y mayordomos; con ritmo interminable entraban en todas las
habitaciones y en los corredores de la hacienda. Después de una hora, finalizaba el baile de indios y
de blancos, en la tarde en el patio de la hacienda se corrían toros, no siempre bravos ni de lidia,
generalmente eran terneros mayores o bueyes los participantes forzados. Había indígenas heridos.
La fiesta era totalmente popular, era rarísima la participación de los dueños, así la fiesta se volvía
paradójicamente más india que española.
2.16 MIGRACIÓN PORTUGUESA AMOR POR LOS TOROS
La incorporación de Portugal a la Corona Real española, facilito entre 1580 y 1620 una gran
migración portuguesa hacía las Indias. Portugal tenía una tradición taurina muy vieja e importante,
a manera de primicia los toros como espectáculo se desarrollaba en Quito, a partir de la llegada de
los portugueses. Junto a esto, se da una coincidencia especial los jesuitas llegan a Lima y hacia
1568, hacen la primera importación de ganado vacuno. A Quito llegan 25 años después, de tal
manera que se dan la mano, dos asuntos coyunturales.
Según lo cuentan él Conde de Sabugosa en su libro embrechados que los toros en Portugal se
originan junto con el inicio de su monarquía, es decir en el año 1095 cuando se casó Enrique de
Borgoña con doña Teresa de Castilla, a quien su padre, el rey español Alonso VI, le dio como dote
la villa de Porto. Luego Enrique tomaría el título de Conde de Portugal la más vieja tradición local
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se remonta a una fiesta taurina en la cual el toro muere luchando con los irritados perros, mientras
por otro lado recibía golpes de lanza y de azconas (S. de Moya 1949 p 65).
La fiesta empezó su auge realmente hacia 1180 y su gran autor y pionero, fue el Rey de Portugal,
don Sancho I, quien había destinado una finca suburbana para juegos de toros y caballos. Don
Sancho era también un buen y afamado “mataor de señoras” pues aparte de los once hijos habidos
en su consorte doña Dulce de Aragón, tuvo familias reconocidas en María Aires Fornelos y en
María Paiz de Rivera. Prácticamente todos los Meneses del mundo descienden de don Sancho, el
promotor de la fiesta brava en su país. Lo mismo decimos de los Bravo, los Albuqueque y de los
Borja del Ecuador. Veamos un entremés genealógico:
Sancho I, el pionero de la Fiesta.
Alfonso II, el Gordo (1185-1223).
Alonso III, el Restaurador (1210-1279).
Don Dionis, el Padre de la Patria Portuguesa (1261-1325).
Alonso IV, el Bravo (1291-1357)
Pedro el Cruel (1320-1367).
Beatriz de Portugal, condesa de Valencia
Leonor Urraca de Castilla (la Ricahembra).
Juan II de Aragón (1398-1479).
Fernando el Católico (1452-1576).
Arzobispo Alfonso de Aragón (1469-1520)
Juana de Aragón y Gerrera, n.1492
San Francisco de Borja y Aragón (1510-1572)
Fernando de Borja y Castro, n. 1537
Juan de Borja y Miguel, tronco de su estirpe en Ecuador
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2.17 CORRIDAS EN LOS ATRIOS DE LAS IGLESIAS
Don Duarte hizo en una corrida de 1436, gala de destreza, valor y conocimientos de reglas y de
teoría. Eran épocas en que las corridas se hacían en los atrios de las iglesias y con ellos se celebran
bodas y festejos de santos, lo que dio ligar a polémicas con la Iglesia Católica.
No será demás el referir la anécdota del descubridor de las islas Azores y famoso marino, don
Gonzalo Velho, de quien dice la crónica que en 1431 estando en Evora, Velho asistió a la plaza con
dos sobrinas y dos pajes, que recorrió el coso hasta llegar a la tribuna donde estaba el rey don Juan,
pero éste con un sadismo poco imitable, cuando Velho avanzaba, ordenó que soltaran a un toro
bravo… Este, puso a los pajes y a las sobrinas, por detrás, recogiéndolos con el brazo, se acercó al
toro, portando un machete en la mano derecha, bajó la cabeza y cerró los ojos… y así, en medio de
su propia obscuridad, dio certero golpe en el cuello del animal, matándolo en segundos.
Velho limpió su machete muy tranquilamente en la propia piel del toro muerto y dijo en voz alta: A
los rapaces que os mandan acá, otro tal hiciera yo, si acá los tuviera.
De 1565 a 1575 fueron años de duelo para la fiesta, pues el Papa Pío V, dio su bula desalutis gregis
dominica en contra de los toros, pues se le consideraba una fiesta brutal, con gran riesgo de muerte
para los matadores. Pasaron años sin celebrar fiestas taurinas en España y Portugal, aunque hubo
una complicidad muy especial. Por ejemplo, el Arzobispo de Evora fue la única autoridad que
publicó la Bula, pues el resto de prelados se hicieron los desentendidos. El Rey Felipe II gestionó
en Roma la derogación de la bula; el Papa Gregorio XIII modificó en algo su rigor, era ya 11575.
Es preciso indicar que en esa época, el saber torear era casi pacto obligatorio para la nobleza local,
en 1600 cuando Felipe III visitó a Portugal, participaron como toreros sólo y absolutamente
miembros de la élite de Lisboa: Francisco Coutinho, Juan de Noronha, Fernando de Mascarenhas,
Antonio Correia de Meneses y Esteban de Brito Freire. Las bodas eran quizás más suntuosas y con
mayor alegría bulliciosa que en España en 1603 al casarse Teodosio de Braganza con Ana de
Velasco Girón, las fiestas duraron solamente un mes.
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Coincidente con la bula prohibitoria del Papa, viene la mencionada gran migración a las Indias. En
Quito se establecen no menos de 70 portugueses, aunque ya anteriormente por lo menos se habían
establecido unos 15, desde los mismos días de la conquista, entre ellos Isabel Gudina, una de las
primeras europeas en poblar nuestra ciudad. Eran gentes de extracción rural en su mayoría,
bastantes eran alfabetos y tenían al parecer alto prejuicio para casarse con nativas, pues aceptaban
sólo convivir públicamente con ellas, algunos de esos fueron:
1.- Francisco Alvarez de Acosta, llegado en 1627, caso con María Rodriguez Durán, quien le dio de
dote 30 mulas y algunas chúcaras que valían 1800 patacones en total (Notaría la. Quito, 1625).
2.- Juan de Alescastro, pasó a América por 1589, marido de la cuarterona Ana de Escobar Astudillo
(Arch. Nacional, Obra Pía de Diego de Escobar).
3.- Juan de Almeida y Azevedo, alfabeto, pasó por 1601, relator de la Audiencia,, dueño de casa en
la plaza de Santo Domingo, casó tres veces: con Isabel López, con doña Ana Revelo Baéz y con la
cacica de Tusa, Puntal y el Ángel, Ana García Pascual Tusa. Es el tronco de todos los Almeidas del
Ecuador.
4.- El Lcdo. Domingo Gonzales de Almeida, médico, paso por 1599, marido de Catalina Docampo.
5.- Blas González de Almeida, pasó por 1612, tuvo familias en María Rodríguez y en María Díaz.
6.- Manuel López de Almeida y Heranández, tenía tienda en Quito en 1664 donde vendía pescado
blanco y vino (Notaria 6a. 1664
7.- Dionisio Alvarez y Alcaraz, sombrerero, ya vivía en Quito en 1588, se caso con María de la
Muela y Monte y tuvo familia en María, indígena, (not. La, 1610, en que testó).
8.- Pedro Alvarez de Silva, llamado el viejo, dueño de tienda, ya estaba en Quito en 1595.
9.- Dr. Pedro Gutiérrez de Avendaño y Rivera, Canónigo de la Catedral de Quito, dueño de casa en
la Merced, testó en 1686 (Notaría 5ª).
10.- Jacinto Gutiérrez de Avendaño, profesor de primeras letras en 1662.
11.- Felipe de Barbosa y Pereira, tenía casa en 1600 en el barrio de las Carnicerías, casó con
Francisca Rodríguez de la Cadena, que le dio, 1200 pesos de dote, pero que él los disipó.
(Testamento de su hija Juana, en 1676, Notaria 4ª.).
12.- Juan Borralla, vivía en Quito rn 1626, casado con María de Salinas.
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13.- Isabel Camones, vivía en 1615, formaba familia con Juan Arias.
14.- Juan Dominguez del Rio, que pasó a Quito por 1648, vecino de San Blas, testó en 1665
(Notaría 4ª).
15.- Antonio Fernández y Fernández, ya en Quito en 1593, donde tenía tienda de ropa con 600
pesos en mercaderías, testó en 1596, unido a Isabel, india nativa de Cumbaya.
16.- Jerónimo Fernández, comerciante, se trajo 2000 patacones hacía 1605, establecido luego en
Ibarra, donde con Juana Cordero y Lorenzana, mujer pobre, testó en 1608 (Notaría la, Quito).
17.- Antonio Fernández y López, vecino de San Blas, donde testó en 1623 (Notaría la.).
18.- Pedro Fernández y Jorge, analfabeto, dueño de cien fanegas de maíz, recluido en San Diego en
1636, en que testó (Notaría la).
19.- Blas Fernández y Simoa, albañil, estuvo en la obra de nuestra Catedral y declara que los curas,
le pagaron muy mal. Tuvo casa en las Carnicerías, casó primero con Inés Rengel y luego con
Mariana de la Muela. Testó en 1666.
20.- Pedro Ferreyra, vivía aquí en 1630, marido de María de Guzmán.
21.-Juan Ferreyra, pulpero de Quito en 1631.
22.- N. Rodrigo Fiallo y de la Para, vivía aquí en 1639 con su mujer una señora Rodriguez de
Mediavillar y del Peral.
23.- Domingo de Fletes, ya en Quito en 1558, fundó capellanía en la Catedral, por valor de 70
pesos de plata anual (Jimenez de la Espada: Relaciones Geográficas, la.ed.vol.IV).
24.- Gaspar Pinto de Fonseca, dueño de tierras entre Ambato y Pachanlica (Provisiones del
Cabildo, pgs. 72 y 75).
25.- Fray Domingo Freile y Fernández, novicio dominico en 1608, en que hizo su testamento
(not.la).
26.- Sebastián García Franco, testó en 1641 en el Hospital de la ciudad (not.6ª).
27.- Juana Enríquez de Govea, vivía aquí en 1605, mujer de Juan de Cifuentes.
Dos de los citados, vivían en el barrio de las Carnicerías, luego gran solar de las corridas de toros
en Quito. Se podría preguntar si sería que esos dos portugueses, gestaron un desarrollo focal en su
propio barrio pues no olvidemos que hasta entonces, sólo la plaza mayor era y sería el lugar
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reservado para esta fiesta, la presencia de los portugueses así como de los ingleses en las Indias fue
conflictiva, como lo han recordado Gustavo Arboleda para el caso de Cali y Ricardo Descalzi, para
el caso de Quito. En octubre de 1602, por ejemplo, se dieron varias denuncias contra los
portugueses, pues se temía el que fueran judaizantes, es decir judíos con careta de cristianos
(Descalzi Ricardo 1989 p 71)
2.18 PRIMERA CORRIDA DE TOROS EN QUITO 1594
Descalzi R. dice: Que el corregidor Francisco de Mendoza Manrique se hizo cargo de las fiestas en
honor al Espíritu Santo. Alférez real de la ciudad y que debía llevar el estandarte fue nominado don
Francisco de Cáceres, contador de profesión. Se ofreció homenaje al Presidente y a los Oidores, a
cargo del Cabildo de la ciudad, que dio, juegos de cañas, corrida de toros y colación moderada.
El 28 de mayo, vísperas de la fiesta religiosa, el alférez citado recibió el estandarte real, hizo el
juramento y lo guardó en su casa.
El Espíritu Santo fue el patrono per sé de las fiestas, durante muchísimos años.
Y luego empezó la farra que iría a durar largo tiempo. (Ricardo Descalzi 1978 p 338)
2.19 LA CORRIDA DE MAYO
El cabildo de Quito en su sesión del 2 de mayo de 1596, decidió enviar dos delegaciones a Lima, a
que saludaran al nuevo Virrey, don Luis de Velasco. Uno de ellos, Juan Velásquez Dávila, quien
había asesinado a Moreno Bellido cuando lo de las alcabalas, se excusó. Los delegados debían
pedir dinero para mantener fuentes, puentes y caminos, para reparar las calles, para instalar el
llamado mojón de vino y para que los pulperos pudieran apelar en Quito mismo, el espíritu quiteño
estaba ya y para entonces plenamente formado antes de conocerse los resultados, se decidió
festejarlo, se ordeno por tanto hacer juegos de caña y toros. Ni más faltaba. (Jurado Fernando 1996)
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2.20 TOROS POR SAN JACINTO
El Cabildo de 1597, compuesto por Diego Sancho de la Carrera, Jerónimo Fernández de Velasco,
Juan Álvarez Moreno, Diego Valverde de Aguilar, contador Francisco de Cáceres, Capitán Rodrigo
de Ribadeneira, Diego Porcel y Luis de Cabrera, decidió recibirlo al año con bombos y platillos.
Dada la afición al juego de cañas, que lo demostrara plenamente en 1631, se dicen que el festejo de
la fiesta era el señor de la Carrera, el pretexto era la canonización en Roma de San Jacinto el
sábado se decreto que todas las calles y ventanas de Quito se debían encender con luminarias, el
domingo, las autoridades debían asistir a procesión, luego misa y fiesta. El lunes, juegos de cañas y
corridas de toros y qué Carrera tenía que ver en estos asuntos taurinos, lo revelaría el hecho de que
en mayo de 1598 renunció su titulo de alférez real, porque no quería pagar el precio de dicha
compra. El cabildo nombró en su reemplazo a Francisco de Cáceres, y como se venían encima las
fiestas del Espíritu Santo, vinieron a seguida las cañas y los toros.
2.2 HISTORIA DE LAS PLAZAS COLONIALES Y REPUBLICANAS DE QUITO
2.2.1PRIMERA “PLAZA DE TOROS”
Los primeros días de la fundación española, aún subsistían, como vestigios indígenas, un camino
por lo que es hoy la calle Manabí, un puente al desembocar esta calle en una quebrada y un campo.
El puente fue denominado “puente de Otavalo” porque de allí partía el camino hacia esa ciudad y
corresponde a la actual Manabí y Guayaquil, cuando los españoles fundaron la villa de San
Francisco de Quito en 1534, encontraron que no la destruida por ellos ciudad india de Quitu, había
un camino descendiente, por donde hoy es la calle Manabí, y que desembocaba en un puentecillo
de palos sobre una pequeña quebrada, y torciendo al norte sobre un campo raso, proseguía con
rumbo a Otavalo. Este puentecillo, quebrada y campo raso eran lo que hoy es la Plazuela del
Teatro; y, así, en los primeros días de la villa, los españoles le llamaban a este sitio el del “puente
de Otavalo”.
Como la primera necesidad de los recién asentados españoles era la de disponer la carne de
animales para alimentarse, formaron un primer matadero o carnicería para despostar “llamas”
indígenas detrás de lo que es hoy Catedral e iglesia del Sagrario, al margen de una honda quebrada
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que por allí pasa, ahora canalizada por debajo de la vieja Universidad y del que fue Pasaje Royal.
Pero, debido a la proximidad de la primera iglesia de Quito, allí fue, esa primera carnicería fue
trasladada al borde de la gran quebrada de Jatuna, después llamada de Jerusalén por los españoles,
o sea donde hoy está la plaza del mercado del hierro de Santa Clara.
Pero después cuando los españoles ya introdujeron toros y vacas e incrementaron su crianza a la
mano de ellos en el campo raso inmediato del ejido público de Añaquito, nuevamente hicieron un
tercer y final traslado de la carnicería, situándola en el sitio del Puente de Otavalo y formando un
gran corral como plazuela, tanto para encerrar al ganado para el desposte, cuando para que allí sea
el primer mercado esta ha sido, desde entonces, por siglos la carnicería de Quito y también la
principal Plaza de Toros de Quito hasta el año de 1867, en que el Congreso de aquel año prohibió
las corridas de toros en este lugar, y en que la carnicería o matadero de ganado fue retirado de
dicho lugar una cuadra al S-E donde hoy está el Regimiento de la Policía para emprender en el
proyecto de construir un teatro donde antes se despostaba y descuartizaba a las reces, la primitiva
carnicería de los antiguos españoles duró allí en el Puente de Otavalo y tiánguez por cosa de dos
siglos y medio, en una forma enteramente rústica, al aire libre o bajo cobertizos, hasta el año de
1790 en que el muy progresista Presidente de la Audiencia, don Juan José de Villalengua y Marfil,
emprendió en muchísimas obras de mejoramiento en la ciudad de Quito.
Entre las buenas cosas que hizo en Quito este Presidente, que dicho sea de paso, era muy amante de
las plantas y de las flores, fue llevar a cabo el suspirado objeto de la Ciudad, como dicen los
documentos, de la formación de una Alameda, un paseo público donde fue El Potrero del Rey, y
después campo de la gran batalla de Iñaquito. El Presidente Villalengua dijo que él tomaba a su
cargo la realización de esta obra y que su verificación era empresa costosa, quería hacerla sin el
menor gravamen del público, o sea sin sacar ningunos fondos reales ni municipales, lo que hizo
entonces este buen magistrado es que, conociendo la pasión de los quiteños por las corridas de
toros, que las tenía a cada pretexto en la Plaza Mayor o en la de la carnicería, aplanó bien la
plazuela del matadero que así también se la llamaba, y construyó unos pretiles de cal y canto en
todo el contorno de la plazuela, para que la plebe ocurra a dicha diversión de las corridas de toros
se acoja en ellos y no experimente avería.
También construyo sobre el portal de las casas del matadero que ya las había construido antes una
bien protegida y costosa galería para que las personas pudientes pudiesen gustar desde allí la
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corrida de toros, y por cuya ocupación debían pagar una entrada a beneficio de la conservación de
la obra pública de la Alameda, mientras los espectadores populares tenía entrada gratuita detrás de
los pretiles de seguridad, es así como este ingenioso arbitrio de doble propósito, como el sagaz
Presidente Villalengua dio a la ciudad de Quito, no sólo el hermoso paseo público de la Alameda,
sino conjuntamente la primera plaza de toros bien organizada que tuvo nuestra ciudad en tiempos
coloniales. Esta costeaba el mantenimiento de aquella. Por otra parte, las casas particulares que
miraban a la plazuela, tenían sus propios balcones para que las familias disfrutasen desde allí de las
corridas de toros.
Mucho después, como se ha dicho, en el año de 1867, en tiempos de la República el Congreso
Nacional prohibió las corridas de toros en ese lugar, y, diez años más tarde, en 1877, el Ministro de
Gobierno de entonces, el ilustre guayaquileño don Pedro Carbo, concedió la casa de la carnicería a
una cierta sociedad llamada La Civilización para que en los terrenos de dicha casa se construya un
buen teatro nacional que se llame Sucre. Después de siete años de preparación, en la elaborada
ceremonia pública, se dio el primer derrocamiento de las viejas galerías del Presidente Villalengua;
pero, por alguna razón ni los trabajos de derrocamiento terminaron, y todo quedó allí.
Tres años más tarde, el Presidente General Ignacio de Veintimilla entregó el contrato de
construcción al señor Leopoldo Salvador, quiteño para que levante la fábrica del edificio a un costo
de 40.000 pesos. Los cálculos, sin embargo, resultaron muy bajos para la magnitud de la obra,
hasta que la convención de 1883 modificó los términos del contrato, y sólo en el año de 1887, logró
abrirse al público la elegante sala del Teatro Sucre que constituye, para honor de nuestra ciudad, un
verdadero teatro de ópera, digno de cualquier ciudad europea de primer orden.
La obra fue realizada con muchas fallas y defectos, la fachada quedo inconclusa, llegó el gasto a la
respetable suma de 111.000 sucres, pocos años después unos fanáticos trataron de incendiar el
teatro, pero el amago fue cortado a tiempo y salvado el edificio. Hasta que el año de 1892, el
gobierno emprendió en una reparación total del edificio, la obra fue terminada por el alemán,
Francisco Schmidt, arquitecto del estado la fachada quedo hermosísima, de estilo clásico, elegante
y severo, como hoy se la ve, esta es la historia de la Plaza del Teatro, que comenzó siendo trazada
como un corral de ganado y termino como un teatro de ópera.
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La plaza, placeta o plazuela de la carnicería fue lugar de vivienda de gente modesta y vinculada al
estado llano Alférez, abogados, boticario. Las construcciones, en su mayoría, estaban cubiertas de
teja y eran de dos pisos. Sólo hay una referencia a cubierta de paja y era las casa de Berayn, año de
1620, en el siglo XVIII en los planos de la época revelan una estructura idéntica a la actual
conformación de la plaza del Teatro. El plano de los académicos indica la presencia de una fuente
de agua hacia la esquina de la actual Manabí y Guayaquil. Las carnicerías ocupaban un solar
abierto en la esquina oriental del actual Teatro Sucre.
La distribución parroquial de esta plazuela fue peculiar durante el coloniaje el flanco occidental
pertenecía a la de Santa Bárbara y el resto a la de San Blas en los censo de Santa Bárbara de 1768
revela que la calle de la carnicería desembocaba en la plazuela y corresponde a la actual Guayaquil,
entre Olmedo y Manabí Museo Histórico, la Manabí, entre las actuales Venezuela-Guayaquil se
llamaba calle del chorro del Carmen Bajo. La actual Flores, entre Olmedo y Manabí era la calle
chica de los carniceros, la actual Montufar, entre Olmedo y Oriente se llamaba la calle de los
Carniceros, debido a que hacia 1850 la carnicería se trasladó hacia el sitio del actual regimiento de
la policía la plazuela siguió, en este siglo, en poder de personas de posición social modesta capitán,
ayudante, alférez, mercader.
En 1719 hubo un obraje no se vendían las propiedades se pasaba de generación en generación
existía una casa esquinera en las calles Guayaquil y Manabí esta pertenecía al abogado Ramón
Borja Escorza, esta casa ahora desaparecida tubo una peculiar importancia histórica allí nació el
noble educador Mons. Pedro Pablo Borja Yerovi, también se ocultó allí Juan Montalvo, amigo
íntimo del Dr. Borja; aquí se tejió el idilio entre el escritor y la adolecente Ignacia Borja Yerovi, en
junio de 1865 la joven a los 17 años, se casó con Roberto Ponce Ortiz, lo cual hizo que Montalvo
exclamara Ah, Ignacia, la desventurada Ignacia esta casa se encontraba en el barrio de la carnicería.
Aquí se podía encontrar locales de ollerías; en la plazuela, una pulpería y un estanco, lo que insinúa
que pudo haber sido un lugar de artesanía simple, sus propietarios era gente modesta en 1894
funcionaban 18 negocios alrededor de la plazuela 27 por ciento eran estancos; si se le suma la
chichería se llega a un 30 por ciento; existían dos abarrotes, dos fondas, dos carpinterías y dos
hoteles de los seis que existían en toda la ciudad. Es posible que el hecho de construir la entrada
norte de la ciudad la Alameda y que la Plaza del Teatro era la franca zona comercial, incluyendo la
propia presencia del teatro, pudieron haber sido elementos determinantes.(Andrade Marín 2006)
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2.2.2 LOS BALCONES PRIVILEGIADOS DE LA CARNICERÍA
Durante muchos años, los dueños de las diez casas de la plazuela de las Carnicerías fueron los
privilegiados para ver las corridas y para poder invitar al espectáculo en forma gratuita a parientes
y amigos. En realidad, la plaza que tenía cuatro lados, aunque de forma un tanto irregular, mostraba
cinco casas en la parte norte y parte oriental; otra casa en el extremo oriental y lindando con el sur;
en el lado sur, quedaba la Casa de la Carnicería. En el lado accidental, habían tres casas que daban
a la calle Guayaquil actual Manabí y Esmeraldas y una, más al sur, pasando la esquina, podría ser
que estas personas que vivían junto a la plazoleta de tanto ver y mirar los toros debieron ser
fanáticos taurinos.(Jurado Fernando 1996)
2.2.3 CÉDULA LUNERA DE 1798
El 6 de octubre de 1798, se le ocurrió al amado Rey de España, expedir una Cédula por la cual
ordenaba que las corridas de toros se pasaran de domingo al lunes, debido a que mucha gente
evitaba la misa dominguera prefiriendo ir a los toros, vaya que si eran muy parranderos en aquel
entonces imagínese tanto fue la fanaticada por los toros que al mismísimo rey de España tuvo que
obligar a las personas a que fuesen a misa y dejaran de lado los toros.
2.2.4 LOS TOROS A FIN DE SIGLO
Isaac Barrera en su obra sobre Quito colonial dice: “Toda la vida de la ciudad se concentraba en la
plaza de toros, en los tablados o palcos, lujosos, costosos y cómodos, que las familias levantaban
para VIVIR MATERIALMENTE EN ELLOS durante el tiempo de las corridas”, que duraban
muchos días. Todos estaban contentos con esta clásica y bárbara diversión: las damas nobles y
ricas, ostentaban hermosura y riqueza en los palcos y recibían innumerables pruebas de gallardía y
de valor, de parte de sus amadores, que se entraban a desafiar al toro, porque sabían que al hacerlo
despertaban en los corazones amados, inquietud y admiración.
Los caballos lucían pues, valentía al tiempo que paseaban en magníficos y ágiles caballos con los
que podían burlar las iras del toro y aún detenerle en la arremetida poniéndole una pica. El pueblo,
siempre alegre y amigo de diversiones y peligros, iba a las corridas, a beber el aguardiente
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obsequiado por los ricos y los nobles y a mostrar valentía, sacando lances al toro más revuelto y
bravo”. (Barrera Isaac 1922).
2.2.5 EL PLANO DE MONTÚFAR
La tradición asegura que el plano de Quito de 1805 y que se custodia en el archivo de nuestra
municipalidad, perteneció a Juan Pio Montufar y Larrea, aunque de hecho no fue elaborado por el,
que no era ingeniero, dibujante ni agrimensor. Quizás los hechos más relevantes de ese plano,
constituyen los rescates de lo cotidiano la corrida en la plaza de las Carnicerías, una pareja de paseo
en el Potrero del Rey la Alameda o un guambra, haciendo volar una cometa.
2.2.6 LA SEGUNDA PLAZA DE TOROS CIUDADELA LARREA
El plano de Higley hecho en 1903 revela con total claridad, la presencia de nuestra segunda plaza
de toros en el sector de la Ciudadela Larrea, fenómeno en el cual llevamos dos comprensibles
siglos de atraso con respecto a las plazas españolas. Esta plaza quedaba por las actuales calles
Checa y Manuel Larrea. Sevilla por ejemplo tuvo primero una plaza hecha de madera y
desmontable de la Real Maestranza que se beneficiaba económicamente del espectáculo. Tablantes
en sus anales de la real plaza de toros de Sevilla, refiere que en 1707 en el sitio del Arenal o
Resolana, junto al río Guadalquivir, se construyo una plaza de madera de forma cuadrilonga, cuyo
cuarto lado se cerraba en la tapia del derribado convento del Pópulo, luego cárcel de la ciudad. La
plaza actual y definitiva se levantaría en 1761.
Málaga tuvo tradición taurina desde más o menos 1700, es decir fue más tardía. Hacía 1770 se
levanto junto al antiguo convento del Carmen, una soberbia plaza de madera con capacidad para
5.000 espectadores. En 1817 se levanto otra plaza de madera junto al mar en el occidente de la
ciudad, metida entre los almacenes de vinos de la casa Heredia, Ronda tan famosa tuvo en todo el
siglo XVIII plazas provisionales, hasta que en 1785 la Real Maestranza construyó la actual circular,
de cantería y madera, en la calle de San Carlos. (Jurado Fernando 1996)
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2.2.7 TERCERA PLAZA FORMAL LA PLAZA DE GUANGACALLE
En la calle chili, hoy Avenida Colombia, donde se encuentra el Teatro Capítol, se fundó hacia 1906
lo que sería la tercera plaza formal de toros de Quito la plaza de Guangacalle, que funcionó poco
más de una decena de años, hasta 1918. Su propietario fue el quiteño Lorenzo Gortaire Viteri. La
plaza tenía secciones de sol y de sombra, normalmente sombra costaba un sucre con 50 centavos;
sol, solamente un sucre. Como el Presidente de la República ganaba 100 sucres, la entrada popular
para sol, equivalía a un centésimo del sueldo.
La llegada del tren primero a Riobamba y luego a Ambato en 1906 fue sin duda el motor que
estimuló al señor Gortaire, pues así, era más fácil el que llegaran a Quito, toreros, actrices y
circenses, los primeros toreros que actuaron en esta plaza fueron Chiclanero y Valentin por 1905,
luego y en 1906 actuó Toribio Bravo, a quien apodaban bravito. Más tarde no mucho actuaron allí
Francisco García, alias Gavidia y Ramón Bosch en 1907 Gortaire anunció temporadas completas a
partir de 1908.
Chiclanero era nombre muy usado por los diestros, no tenemos idea de cómo poder identificarlo
entendemos que Valentin apodo de tres diestros corresponde a Antonio Olmedo, diestro sevillano
nacido en 1874, quien entre 1903 y 1913, estuvo en las plazas de América. Fue asesinado en 1913
en su pueblo natal de Alcalá del Río, por un vecino suyo y en una riña doméstica, Toribio bravo
tenía un currículo pequeño; como matador de novillos dio inicio a su carrera el 30 de junio de
1918 en la plaza de Carabanchel en una novillada sin picadores. En esa vez, el novillo de la
ganadería de Emilio García le dio un puntazo al pasarlo la muleta, teniendo que ser llevado a la
enfermería. En Quito tuvo una actuación especial, según recuerda la prensa de aquellos días se
presentó en la plaza de Guangacalle, con los pies atados por grillos y así lo recibió al toro.
Por estos días del mes de septiembre, se conmemora el centenario de la inauguración de la plaza de
toros de Guangacalle, que fue construida por el Municipio capitalino y que se encontraba a un
costado del paseo La Alameda y destinada a dar nuevos impulsos a la afición taurina de los
quiteños, considerada como admirable por los visitantes extranjeros, algunos de los cuales se
hicieron lenguas de esta. El nombre con el que fue bautizado este nuevo escenario viene del
quichua y significa “calle de los gallinazos” cronológicamente ocupa el tercer lugar en el coso
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taurino con que cuenta la capital y, al igual que el primero, inaugurado siete años antes, fue
levantado en las afueras de la ciudad, alejado del centro y dispuesto para la organización de las
primeras temporadas taurinas que recogen los anales de la historia de los toros.
El diseño arquitectónico de la flamante plaza de toros tenía un admirable parecido con la plaza de
Aranjuez, conforme una antigua fotografía en poder de la familia Delgado. Es decir, con tendido
bajo, graderíos y balcones cubiertos. Del diámetro del ruedo, el ancho del callejón y la altura de la
barrera no se encuentran información. Para la corrida inaugural se contrató al diestro colombiano
Miguel Vásquez, mejor conocido en el mundo taurino con el nombre Bocaccio. Entre los toreros
que conformaron los carteles de aquel entonces, vale recortar a Morenito, Valentín, llaverito,
Valerito, Chatillo, Manuel Moreno, Francisco Carrillo, Faíco, Capita, Hermosilla y Chiclanero. Los
banderilleros de entonces eran Antonio Linares, Luis González, Rómulo Vignalle, Florencio
Morales, Enrique Egüez y José Díaz El Quiteñito.
El empresario Lorenzo Gortaire Viteri, quien daba toros casi todos los domingos. Tenía el detalle
de publicar unos folletos destinados al público, en los cuales el periodista Ben Alí escribía artículos
orientadores respecto a la Fiesta Brava e informaba del movimiento taurino de Quito, se cuenta
que, un año después, en una corrida en que se lidiaron toros de Pullurima, para un cartel
conformado por El Gordito y Gavira, un ejemplar de esta ganadería criolla cogió gravemente al
banderillero Antonio Díaz El Señorito, cornada que le produjo la muerte. Este suceso del 25 de
abril de 1906 debió consternar a todo el pueblo. En el aniversario de esta tragedia, sus compañeros
de la cuadrilla, encabezados por Troni, ofrecieron una misa cantada, por el alma del recordado
torero, celebrada en la iglesia de La Merced.
La Plaza de Guangacalle se denominó luego Plaza de Toros de Quito, la llegada del ferrocarril,
anunciada para el 25 de junio de 1908, despertó a Quito un mes antes el Presidente del Municipio,
don Abelardo Montalvo Alvear, hizo arreglar la calle de Guangacalle desde San Blas hasta la plaza
de toros, pues debido a las lluvias, desde septiembre hasta abril, la calle era intransitable, llegó
entonces conforme los ofrecimientos de Goitaire la primera compañía mixta dirigida por un ex
matador llamado Tomás Soriano.
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Debe haber sido tan de tercera, que no lo cita ni Cossío en sus 4 volúmenes gruesos sobre toros. La
compañía era modesta, tenía un matador Eduardo Serra (Gordito), una matadora María Soriano la
Sorianita, otra que no figura en los catálogos más detallados y una banderillera: Dolores Rivas
(Lolita), se programaron cinco corridas en cinco domingos seguidos, la ganadería la
proporcionaron don Santiago Velasco y su cónyuge, doña Mercedes Velasco Ante, dueños de la
hacienda de Pedregal.
El debut fue el 10 de mayo de 1908, Serra, total desconocido en el ambiente taurino internacional
mató dos bureles y la Sorianita, otros dos. Lolita Rivas, otra ilustre desconocida, acertó solo dos
pares de banderillas, pero el público la aplaudió con delirio. A la final, eran las primeras mujercitas
en la plaza de Quito, en el segundo domingo se bajaron los precios, María Sorano toreó y
banderilleó, a caballo, ejecutando la suerte del trascuerno. ¿Qué era el trascuerno? Pues que la
torera ponía un pie en el testuz bajo del toro y cuando éste levantaba la cabeza, la dama volaba por
los aires, para caer de pie en una habilidad sin precedentes. Se podrían imaginar el delirio de los y
las quiteñas por aquel entonces.
La Sorianita también actuó en Guayaquil, Max Espinosa que la conoció, la describe así:
“fue de estatura regular, simpática, de gran valor para torear: ella prendía banderillas montada en
bicicleta y hacía la suerte de don Tancredo, que era una suerte peligrosa: se paraba sobre un
taburete en media plaza y así le esperaba al toro. Tenía la suerte de salir ilesa, contentándose el toro
con olfatearla y pasas de frente”. (Jurado Fernando 1996)
2.2.8 CUARTA PLAZA OFICIAL LA BELMONTE
Don Abel Guarderas Murillo, quiteñisimo pero criado en Chile, por eso a sus hijos, los llamaban
los guarderas de Chile creó en 1919 nuestra cuarta plaza de toros, que se llamaría Belmonte; apodo
bastante conocido en la jerga taurina desde la época de don Vasco da Cámara, que tuvo ese apodo,
pasando por Juan Espinosa, Rafael Fernández y Luis Flores. La plaza sería en el quiteñisimo y
popular barrio de San Blas, al pie del Ichimbía, dando a una calle llamada Antepara, la plaza sería
no solo para toros, sino para bailes de máscaras, para basquetbol y para box.
41
La plaza de Guangacalle apenas había vivido 14 años, de 1905 a 1919, la primera de la Ciudadela
Larrea aún menos, apenas de 1900 a 1905, así éramos y somos de efímeros los quiteños, la
inauguración de la plaza Belmonte en 1919, trajo a dos toreros españoles Francisco Bonary Balino,
apodado Bonarillo, hijo de un gran torero; y a Morenito, apodo seguramente el más usado por los
toreros, lo que nos impide buscarlo. Bonar y no Bonal como decían en Quito era un matador de
novillos, nacido en Sevilla en 1895 y criado en Lima, donde empezó toreando desde adolescente,
volvió en 1913 a España, donde le fue magníficamente bien hasta llegar a las 20 corridas, pero en
las últimas la suerte no le favoreció tan bien y se deprimió.
Sabía torear, pero era medroso en exceso y no tenía el entusiasmo ni la afición que conducen al
triunfo, en 1918 ya no se hablaba Bonar en ninguna parte. Fue a él, a quien le puso el ojo don Abel,
sucedió en esta inauguración cuando Quito le pudo conocer bien a Max Espinosa, el banderillero
ecuatoriano alto y un tanto desgarbado como lo ha descrito Jorge Ribadeneira Araujo en su
simpatiquísimo libro Tiempos idos, pero la inauguración solemne fue el 19 de agosto de 1920,
fecha para la cual Guarderas se trajo nada menos que al Papa Negro, a Manuel Mejía, alias
Bienvenida, un hombre de 36 años, muy famoso en el mundo taurino. Este trajo a su compañía con
José Rodriguez Báez, alias Litri, Pechuga, banderillero español y Juan Elguerdo, negro
cartagenero, también banderillero.
Ahora sí la cosa se puso mucho, pero mucho mejor, pues Rodriguez Báez era hombre conocido en
el mundo taurino. Nacido en Huelva por 1898, era un matador de novillos muy valiente que
apareció por primera vez en Sevilla en 1915, Joaquín Pérez Pechuga nacido por 1874, se acercaba
ya a los 50 años era un viejo matador de novillos que actuó en Madrid aunque con un poco
lucimiento entre 1890 y 94, Juan Elguerdo, nacido por 1880, tuvo su época conocida en México
entre 1900 y 1910, allá trabajó con varios matadores españoles. Se decía que era mejor con la
brega, que con los palos.
Tuvimos pues a uno de primera, a otro de segunda y a dos banderilleros de tercera. Pero algo es
algo, el ganado estuvo pésimo. Quizás por primera vez, varias botellas pasaron de los tablados
hacia el centro del ruedo. Sin embargo, bienvenida tuvo la nobleza de dar clases y de apoyar a que
nuestro banderillero Max Espinosa tomara su alternativa, Bienvenida toreó también el 13 y el 19 de
septiembre, hizo con su capote pases de todas las marcas. Como era el primer grande que Quito
veía, le pidieron que se quedara pero él dijo que quería dejá un buen sabó en Quito, Bienvenida
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compró una tzanza en Quito y se la llevó de recuerdo; en el barco que iba a Cartagena un gringo le
propuso un cambio por unas acciones petroleras. El maestro accedió y al llegar a España descubrió
la trampa. El gringo le había hecho el pendejo. (Jurado Fernando 1996)
2.3 MARCO CONCEPTUAL
2.3.1 TURISMO
Todos hemos realizado turismo en algún momento de nuestra vida. Sabemos que la actividad está
asociada al ocio, el descanso y el descubrimiento de nuevos lugares, entre otras cuestiones, el
turismo es el conjunto de las acciones que una persona lleva a cabo mientras viaja y descansa en un
sitio diferente al de su residencia habitual, por un periodo consecutivo que resulta inferior a un año,
varias son las clasificaciones que se ha dado al turismo estas concuerdan con una serie de
características acordes al tipo de planeación.
La historia del turismo es extensa, sus orígenes remontan en la Antigua Grecia, cuando miles de
personas se desplazaban para asistir a las Olimpiadas cada cuatro años. Entendido como actividad
comercial, el turismo nace de la mano del inglés THOMAS COOK, quien organizó el primer viaje
turístico de la historia en 1841 y fundó, una década después, la primera agencia de viajes, hoy el
turismo es una de las industrias más importantes a nivel mundial y promueve viajes de todo tipo
con fines de descanso, motivos culturales, interés social, negocios o simplemente ocio. Pese a que
la actividad turística proviene de tiempos ancestrales, recién se definió hace unos años como
actividad económica independiente y dado que encierra a una gran variedad de sectores
económicos y disciplinas académicas, encontrar una definición absoluta del término es un tanto
difícil. Puede verse de una u otra forma de acuerdo al aspecto o la actividad desde la que se lo
desee definir.
En el sector económico podrían definir el turismo a partir del consumo, mientras que un psicólogo
realizaría un análisis partiendo de los comportamientos turísticos. Por su parte, un geógrafo
ofrecería una definición cuyo principal elemento sería el territorio, sus propiedades y demás
43
cuestiones que toquen su área de trabajo citamos algunas definiciones académicas que se han hecho
sobre el turismo:
Según la Organización Mundial del Turismo OMT consiste en aquellas actividades que las
personas realizan mientras están de viaje en entornos donde no es habitual que se encuentren, cuyos
fines son el ocio, los negocios u otros y duran períodos inferiores a un año es posible distinguir
entre distintos tipos de turismo según los gustos de los viajeros y las actividades que pueden
realizarse durante la estancia.
2.3.2 El turismo formativo tiene como objetivo ofrecer al viajero conocimientos sobre una
materia determinada, objetivo de su viaje.
2.3.3 El turismo gastronómico es aquel que tiene la finalidad de dar a conocer a los viajeros las
comidas típicas de los lugares realizando ferias, degustaciones, y actividades relacionadas con la
cocina
2.4 TURISMO CULTURAL
El turismo cultural, se fundamenta en la utilización de bienes patrimoniales naturales o culturales
y de producciones culturales en recursos de atracción turística, ha estado identificado por el
investigador en turismo Richards, como uno de los elementos clave del nuevo turismo, que tiene
que remplazar el viejo turismo de masas, de forma que, el nuevo turismo se tiene que caracterizar
por la sensibilidad cultural y el respeto al medio ambiente. Richards lo define como “el que permite
aprender sobre la cultura de destino y adquirir experiencias nuevas según las formas de cultura que
consumen".
El turismo cultural no solo se refiere a sitios o monumentos, si no que se encuentra estrechamente
relacionado con el concepto de cultura. Si aceptamos que la cultura es el conjunto de aquello que
las personas piensan actitudes, creencias, ideas y valores, hacen modelos de comportamiento,
estilos de vida y han construido productos culturales, entonces la cultura se compone de
procesos las ideas y los estilos de vida de la gente, y de los resultados de estos
procesos construcciones materiales, entorno, costumbres, considerando esto, el turismo cultural
44
también implica, además de la concepción tradicional de visitar sitios y monumentos, el ejercicio
del estilo de vida de los sitios visitados.
Distintas organizaciones internacionales como la Unesco, Consejo de Europa, Comisión Europea
han definido el turismo como el conjunto de desplazamientos de personas hacia un destino cultural
específico fuera de su lugar habitual de residencia. Según el investigador Marcel Ges, el deseo de
cultura es una motivación que puede establecer la diferencia entre la elección de un destino u otro
en lo que no hay consenso es en la definición de turista cultural el turismo cultural no se limita al
patrimonio histórico artístico, sino que también comprende las culturas populares, la producción
artística y la arquitectura contemporánea en cualquiera de los productos turísticos hay un
determinado consumo de la oferta cultural.
2.5 TURISMO HISTÓRICO
El turismo histórico logra un sitial de privilegio en aquellos turistas que disfrutan dicha alternativa
contemplando los vestigios dejados por los aborígenes que habitaban Mesoamérica, y la parte sur
de América el visitante afín a la historia, tiene importantes lugares y construcciones para recorrer,
estudiar y disfrutar construcciones de antaño que se encuentran en cada una de las ciudades, a esto
agregamos museos dedicados a nuestros aborígenes, y todo aquel que fue protagonista en nuestro
pasado.
2.6 TURISMO URBANO
El Turismo Urbano es una modalidad de turismo que se desarrolla específicamente dentro de una
ciudad o cualquier espacio geográfico urbano y engloba todas las actividades que los visitantes
realicen dentro de ella durante su estancia desde conocer y visitar sus puntos de interés plazas,
edificios públicos e históricos, museos, monumentos hasta realizar actividades relacionadas con la
profesión y los negocios. El Turismo Urbano es uno de los primeros tipos de Turismo practicado en
el mundo y su origen se sitúa en la antigüedad, cuando las motivaciones de viaje hacia otras urbes
eran de tipo político, religioso, económico o por simple curiosidad. Todavía, en tiempos en que los
visitantes tenían el privilegio de conocer las maravillas del mundo antiguo en la edad media los
mercaderes viajaban a las ciudades con el objetivo principal de comercializar sus productos en las
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ferias grandes. Mientras que, en el siglo XV, los estudiantes visitaban las universidades de París,
Oxford, Bolonia, Cairo o Salamanca para asistir a ponencias de grandes eruditos.
Una referencia más concreta sobre el turismo urbano propiamente dicho la tenemos en el siglo
XVII, luego del surgimiento de las diligencias, cuando se origina el Gran Tour, el famoso viaje de
caballeros. Los hijos de familias acomodadas se daban el lujo de recorrer Europa con el fin de
enriquecer su cultural; para ello invertían hasta tres años de viaje conociendo ciudades como Roma,
Venecia, Grecia, Florencia, París, Londres, Atenas, España, Portugal entre otras, en compañía de
profesores y criados.
Solían visitar los restos arqueológicos de antiguas culturas, museos, galerías de arte, universidades
y demás puntos de interés. Con ello, completaban su educación aprendiendo diferentes tareas
propias de carreras como la diplomacia especialmente. En aquel momento ya existían tour
operadores como Vaiturim en Francia y Vetturino en Italia y al visitante en Francia y países
europeos ya se le conocía en el siglo XVII como turista, porque era quien daba la gran vuelta tour
europea.
Ya en el siglo XIX, los ferrocarriles impulsarían mucho más los viajes y gracias a THOMAS
COOK Padre del Turismo y Primer Agente de Viajes, los viajes se hicieron masivos y se
extendieron a todas las clases. Thomas Cook empezó organizando un viaje para 540 personas a una
convención antialcohólica 1841. Continuó organizando excursiones y en 1846 llevó a 350 personas
a Escocia incluyó una guía de viaje, la primera. En 1872 sus viajes organizados daban la vuelta al
mundo.
En esos días ya se promocionaban a las principales ciudades Europeas y de la Santa Tierra
Jerusalén, como destinos turísticos, se podían encontrar paquetes de viajes en ferias y exhibiciones.
Inició así la era del turismo; con el turismo urbano. La demanda era creciente y para apoyar al
visitante se empezaban a publicar, cada vez más y mejores, guías de viaje. En el siglo XX el
turismo ya es un fenómeno social generalizado recuperándose aún de golpes como la primera y
segunda guerras mundiales y la depresión de E.E.U.U. gracias a la evolución en los sectores
económicos, políticos y sociales. El transporte transcontinental es el marítimo, surgen los cruceros
en rutas como el mediterráneo, y posteriormente el aéreo. El control en los movimientos se hace
más riguroso y tanto barco como avión mejoran; se hacen más lujosos y rápidos, respectivamente.
46
2.6.1 Las ciudades como enclaves turísticos con el pasar del tiempo las ciudades han hecho más
atractivas sus imágenes urbanas, son más modernas y cosmopolitas. Muchas han empezado por
recuperar y revalorar el entorno histórico donde los haya, monumentos y bienes culturales que se
convierten en emblemas de atracción. Para brindar una imagen agradable, con calidad de vida,
habitable y con ambiente hospitalario, han habilitado áreas verdes, zonas de esparcimiento para
vecinos y visitantes, y recuperado espacios deprimidos.
Para hacerlas útiles, las han dotado de una diversificada oferta de actividades y servicios, se han
modernizado las infraestructuras y en muchas se mantiene un desarrollo económico permanente
para ser siempre el centro de negocios. Así las ciudades se han ido reafirmando como receptoras de
flujos turísticos, centro neurálgico de la intensa actividad turística, el cerebro de la organización de
viajes y servicios. Son destino y a su vez emisoras de turistas, punto de partida hacia otros destinos
se suma a todo lo anterior la ampliación y diversificación de actividades culturales y de ocio y
placer como la posibilidad de ir de compras y es que el atractivo reside en la gran variedad de cosas
que ver y hacer. A la par, la interacción entre vecinos y el turista urbano ha ido creciendo,
contribuyendo a la mayor satisfacción del segundo, las ciudades modernas que no necesariamente
cuentan con un patrimonio cultural pero si con una excelente planificación de espacios,
instalaciones, equipamiento y demás servicios se han beneficiado; es así que incluso ciudades
enteramente dedicadas a la industria han sacado provecho del turismo.
En el caso de España los principales núcleos urbanos capaces de convocatorias de magnitud en
cuanto al turismo han sido siempre Madrid y Barcelona, sin embargo en las últimas décadas
muchas ciudades, tales como Valencia, Sevilla, Bilbao, Salamanca o Santiago de Compostela, han
logrado un amplio desarrollo en cuanto al crecimiento de su capacidad de infraestructura,
equipamiento, instalaciones, comunicaciones y servicios que puedan satisfacer la demanda de un
sector especializado, atrayendo hasta sus ubicaciones permanentes flujos turísticos, esta capacidad
evolutiva nos la demuestran también otras ciudades europeas muchas veces española en las que
recae anualmente la declaración de capital europea de la cultura, otorgada por la Unión Europea, en
mérito de su calidad de vida y desarrollo cultural, la creciente capacidad de llevar a cabo
importantes ferias de turismo en grandes ciudades como Madrid con FITUR, Valencia, Bilbao,
Badajoz, entre otras, convocando periódicamente a miles de especialistas, profesionales o empresas
que se desplazan hasta dichas ciudades para participar en estos eventos nacionales o internacionales
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son también una evidencia de los grandes pasos que dan las urbes en pro del éxito económico
valiéndose del desarrollo turístico.
2.6.2 Turismo Urbano de Ocio y Placer Involucra todas las actividades recreativas en las que
participa el visitante durante su estancia en la ciudad. Desde acudir a centros comerciales, disfrutar
de parques temáticos, asistir a obras de teatro, gozar de conciertos, realizar rutas gastronómicas,
actividades deportivas, hasta visitar centros de relax. Actividades generalmente combinables con el
turismo cultural, profesional o el de negocios.
2.7 PLAZAS Y ESPACIO PÚBLICO
2.7.1 Plazas
Las plazas son espacios urbanos públicos, amplios y al aire libre, en ellas se realizan una infinidad
de actividades, las hay de diferentes tamaños y formas, construidas en diferentes épocas toda
ciudad posee una, por su importancia y vitalidad ya que se las considera como grandes salones
urbanos, por lo general son espacios que se constituyen como núcleo de la población en ellas se
edifican lo más representativo de las ciudades aquí se concentran los poderes políticos, religiosos y
económicos, en las ciudades importantes se ubican las plazas con catedrales y palacios, son centros
donde nace la vida urbana, en ellas se realizan actividades sociales, comerciales y sobre todo
culturales, los poderes políticos son de vital importancia en estos lugares.
En ellas se colocan monumentos conmemorativos o estatuas, pues son espacios adecuados para
recordar momentos históricos, son lugares de encuentro, se realizan fiestas, juegos, espectáculos,
ferias, mercadillos, cualquier acto público. El término plaza significa ciudad, desde el inicio las
plazas fueron y son órganos biológicos de la ciudad, unida a la vida de la gente como su espacio
más conmemorativo, desde la prehistoria, las chozas de los aborígenes se colocaban en círculo y su
centro empezó a funcionar como escenario de la vida de sus habitantes, mucho después se
incorporaba a la plaza una actividad principal, el mercado; las plazas siempre fueron patios urbanos
donde encontramos piletas o fuentes de agua, los atrios de las iglesias, mercados y monumentos.
48
2.7.2 Espacios Públicos
El espacio público es todo aquel lugar que se encuentra al aire libre en donde las personas puedan
circular ya sean estos, plazas, calles, mercados, teatros, parques, centros comerciales, colegios,
escuelas, instituciones, aéreas protegidas, iglesias, casas, edificios, etc. cuidando y haciendo
respetar los bienes materiales e inmateriales existentes en cada lugar, con el objetivo de conocer el
espacio público en forma social, cultural e histórica citamos los aportes de los investigadores Nora
Rabotnikof dice el espacio público: es importado al campo de las ciencias sociales porque tiene un
sentido para nosotros en tanto que lo encontramos bajo la forma de un ideal investido de valor o de
deseo y porque no se limita a ser una mera herramienta de descripción de los que es, tal como es
(Rabotnikof Nora 2003).
De esta manera, la noción de espacio público se registra en investigaciones de corte histórico, en
las cuales lo público tiene raíces remotas y todas hacen referencia a las estructuras comunitarias
donde el individuo no es reconocido como particular, ni como persona, ya que el
vocablo público tenía dos significaciones principales, la primera era el pueblo ,es decir el conjunto
de habitantes de una ciudad, mientras que la segunda se refería a lo público de lo que se hacía o se
decía a la vista de todos o bien era conocido de todos, lo que implica a la voz pública: la
publicidad. Como afirma Jorge Brenna, lo individual y lo particular estaban subordinados al bien
común, de ahí la falta de reconocimiento de la persona como tal, ya que el espacio público, como
territorio independiente de la vida privada de los individuos, no existía en las sociedades europeas
de la alta Edad Media. (Campos Georgina 2011)
Quito es una ciudad que nace entre las quebradas, debio ser un tanto complejo para los españoles
ubicar las pocas plazas que tiene Quito, son ellos los que traen a América aquel pensamiento de
que el germen de una ciudad debe ser una plaza, como para ubicar allí a la poblacion, estas plazas
estaran en los unicos lugares planos que encontraron los españoles entre las quebradas para
colocarlas y que sirban de eje principal de las personas, cada una de estas plazas tuvo, tiene y
tendrá una función bien definida que desempeñar, siempre ajustada ante todo a la estructura
geográfica, Luciano Andrade Marín nos dice que Cinco son las plazas principales antiguas de
Quito: la Plaza Mayor, la plaza de San Francisco, la plaza de Santo Domingo, la plaza de Santa
Clara y la plaza de La Recoleta. Y, cuatro las placetas antiguas auxiliares la placeta del Teatro, la
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de San Agustín, la de la Merced y la de San Blas. La historia de cada una de las primeras define
mejor su función.
La Plaza de la Independencia, la mayor en dimencion, el mayor y mejor llano, el tamaño de la
Plaza guarda, una relación y proporción con la extensión territorial útil, probable de lo que fue una
Audiencia. En Méjico, la gran plaza mayor tiene tres o cuatro tantos de área de la plaza quiteña.
Esa era una matriz para toda una España nueva. En Lima y Santa Fe las plazas mayores son más
grandes que la de Quito. Luego, esta plaza quiteña estaba dedicada a las funciones públicas, a las
representaciones populares y cívicas, llegó a ser mercado, de menor dimencion, la Plaza Mayor de
Quito ha sido siempre cerebro y también cerebelo de Quito.
La plaza de San Francisco comenzó siendo sementera de trigo, después cementerio humano;
posteriormente se convirtió en mercado indio, finalmente hoy es un monumento de piedra. Esta
plaza ha sido dos veces estómago, pero siempre corazón de Quito. La plaza de Santa Clara,
también fue sementera de trigo, después mercado de animales, hasta mercado de leña, carbón y
madera; posteriormente, sitio de los ajusticiamientos en época republicana, y, por fin, mercado bajo
cubierta a fines del siglo XXel mercado dejó de funcionar y la estrueturametálicaque lo cubría, fue
acomodada en el nuevo parque del Itchimbia. La razón para que esta plaza de Santa Clara haya
tenido tales mercados, se debió a que por allí se encontraba la verdadera entrada sur de Quito, la
que conducía a los montes o selvas de Pantzaleo Tambillo, Alóag, Machachi y a los criaderos más
importantes de ganados. Y la razón por la que allí se fusilaba a los condenados, era porque se lo
tenía como un lugar malo, inmediato a El Robo y a la quebrada de Jerusalén y cercano al
cementerio de San Diego en donde se arrojaban los cadáveres de los reos ajusticiados. Esta plaza
era las espaldas negras de Quito.
La plaza de Santo Domingo era la plaza de los tratantes y de los caminantes, el puerto seco de los
viajeros y de los cargueros, de los aventureros y de los comerciantes. Era un patio de los llegados
de los Andes quitenses, porque disponía de los mesones para hospederías, de bodegas de sal,
algodón, frutas y lienzos, de centaverías a granel para las acémilas, de herreros para las
cabalgaduras, y de vida alegre a lo largo de la renombrada Loma Grande. Aquí también era el
mercado de la hierba para las acémilas, , establo, lechería y quesería por excelencia de los quiteños.
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En tiempos de los independientes, no dejó de servir esta plaza también para los fusilamientos. Esta
plaza fue la pantorrilla de Quito.
La Plaza de La Recoleta, estación experimental de agricultura de los primeros españoles que
trajeron consigo las primeras plantas de frutas peninsulares, pensando que se podia cultivar sus
frutos a favor de la abrigada cuenca del Machángara, se convirtió de a poco en popular corral de
bestias para ordenar las cargas que entraban y salían de Quito en constantes caravanas. Allí era el
sitio final de los adioses, el partir a la marcha, para pasar el río, y también el sitio sacramental para
las bienvenidas colectivas. Esta plaza fue ellomo y la sandalia de Quito.
De las antiguas placetas quiteñas, ninguna supera en importancia histórica a la hoy Plaza del Teatro
Nacional. Fue el principio y fin septentrional del primitivo Quito español. No era más que un corral
para juntar ganados donde se despostaba al animal, estaba al otro lado de un puente de madera con
una cruz también de madera en la vereda del camino que desde allí conducía a Otavalo. Se llamaba
el puente de Otabalo, este lugar que servia para sacrificar ganados de carne, pronto se instaló un
primer mercado de indios, para abastecer la ciudad. En él se inició el sistema de ventas al regateo,
entre el comprador y el vendedor, sin fijar precios, sino sujetando todo a discusión y mutuo engaño,
de aquí se originaron los aranceles, sistema de precios fijos por ley, que dictaron los primeros
Cabildos quiteños, y en lo cual están unos cuantos siglos más adelante, y no atrás de nuestro
sistema comercial fundado todavía en la lucha hipócrita entre comprador y vendedor. Después el
mercado fue una carnicería organizada, y finalmente seria el primer Teatro llado Sucre, Esta plaza
fue estómago y bolsillo de Quito en los viejos tiempos, y la pesadilla quiteña en el último siglo.
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CAPITULO III
METODOLOGÍA
3.1 Diseño de la Investigación
La investigación está dirigida al ámbito histórico cultural, determinando la actividad del desarrollo
de lugares, tiempo y hechos el cual tiene un impacto histórico cultural en los sitios destinados como
Plazas de Toros.
El tipo de investigación que se utilizara será la investigación documental mediante estudios
bibliográficos método que ayudara a recopilar información a través de libros, folletos, revistas y
demás información que se encuentre escrita, la investigación de campo será la de mayor
importancia, mediante esta se recopilara datos verídicos y ayudara a tener mejor visión sobre el
tema de investigación.
Una de las investigaciones fundamentales será la observación que permite establecer datos
concretos y un análisis más profundo utilizando la encuesta, el nivel de investigación que se
desarrollara será la investigación descriptiva aquí estudiaremos, analizaremos o describiremos lo
pasado y lo actual en cuanto a hechos, situaciones y lugares, la investigación explicativa se encarga
de establecer la relación que existe entre la causa y el efecto, indagando los efectos del impulso
histórico cultural de las plazas, además de los métodos Deductivo y Bibliográfico que serán
instrumentos que servirán para crear datos verídicos para obtener información eficaz.
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3.2 Operacionalización de Variables
Cuadro 1
Variable
Independiente
Dimensión
Indicadores
Técnicas Instrumentos
Información
histórico
cultural:recopilación
de
Antecedentes que
denotan la existencia
y desarrollo de
acontecimientos de
un lugar.
Opinión
Aficionados
Celebración
toros
Observación
Fichas de campo
Información
Elaborado por la investigadora
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Cuadro 2
Variable
Dependiente
Dimensiones
Indicadores
Técnicas
instrumentos
Feria Taurina:
se llevara a
cabo la
celebración de
una fiesta
pública de una
ciudad en donde
se lidian toros.
Social
Económico
cultural
Territorio
Historia
Fiestas
Recopilar
Antecedentes
Fotografías.
Bibliotecas, revistas y
folletos.
Elaborado por la investigadora
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3.3 Técnicas e Instrumentos de Recolección de Datos
La técnica que se utilizara será la investigación de campo para un análisis sistemático del problema
con el fin de entender mejor los antecedentes de la fiesta taurina además se realizara una
investigación bibliográfica y documental mediante fichas técnicas, auxiliares a todas las demás
empleadas en la investigación, sirviendo como registro de los datos que se van obteniendo
debidamente elaboradas y ordenadas conteniendo la mayor parte de información, que se consultoen
diferentes libros, revistas, folletos e información proporcionada por las diferentes instituciones .
3.4 Validez y Confiabilidad
La validez se cumplirá a través de juicios de expertos y la confiabilidad por medio del estudio.
Se enfocara en la modalidad cualitativa y cuantitativa
• Enfoque Cualitativo.- recolección de Datos Bibliográficos sobre el arte taurino durante la
colonia y como ha ido cambiando a través del tiempo, aplicando el método inductivo
partiendo de lo particular a lo general
• Enfoque Cuantitativo.- se relacionara la recolección y análisis de datos, realizando
encuestas con la respectiva tabulación con cuadros estadísticos, aplicada acorde a la
muestra de la población relacionada a la afición taurina en la capital del Ecuador y las
instituciones encargadas a lo referente, Técnicas de información (Fichas Bibliográficas).
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CAPITULO IV
RECONSTRUCCIÓN HISTÓRICA CULTURAL DE LAS PLAZAS DE
TRADICION TAURINA EN QUITO
4.1 RESEÑA HISTÓRICA
Empezaremos recordando la difícil tarea de traer toros a América en días de la conquista,
empezando por el precio, alimento, la travesía de un mes, el paso a Panamá a pie, o por el estrecho
de Magallanes por barco, el clima tórrido, la llegada a Guayaquil y por la Sierra la subida por
caminos intransitables hasta Chimbo y Riobamba, y la llegada a las haciendas, por este motivo
Lima tuvo el privilegio de importar toros desde España.
Cuando invaden Quito, la mayor preocupación de los conquistadores era salvar su pellejo, tener
casa y armas listas, pues la comida sobraba y las indias también. El 22 de enero de 1535, apenas
un mes del 6 de diciembre el Cabildo ordenó a los españoles que “deshagan los ranchos de los
indios, formados en los solares que ellos se repartieron, para evitar incendios” para el 9 de abril del
mismo año, el cabildo hizo pregonar que todo dueño de piaras de puercos, traídos del Perú debía
tener un pastor y que el ejido de la nueva ciudad estaba a las ordenes.
Tras la conquista del Imperio Incásico, por Francisco Pizarro, las diversas fundaciones,
asentamientos y la posterior colonización, a lo largo y ancho de lo que en la actualidad es la
República del Ecuador.
Desde aquellos tiempos, y ya trazadas las ciudades, el reparto de tierras, la constitución de los
cabildos y el inicio de las construcciones necesarias para el hábitat de sus moradores. Lo más
importante era el trazado de la Plaza Mayor, porque justamente en esta plaza, años más tarde se
celebrarían los primeros festejos taurinos en la América Hispana, así como otros actos de alto
rango, según las costumbres españolas.
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Los nuevos pobladores, lógicamente añoraban lo que dejaron en su patria chica, por ello
trasladaron hasta la nueva tierra, sus costumbres, sus usos, sus aficiones, su folklore y también
porqué no decirlo, sus virtudes y defectos heredados por todos nosotros. Una de esas aficiones era
el llamado juego de “cañas y toros”, muy extendido por toda la geografía española.
Éste tipo de festejos, tardó mucho tiempo en celebrarse, debido sobre todo a la falta del ganado
bravo, que desde tiempo inmemorial pastaban en los campos de Navarra, Castilla y Andalucía.
Según cuentan los escritos de esa época, las primeras importaciones de este tipo de bóvidos, se
realizaron allá por el año 1593 por los Jesuitas, que llevaron un ato de toros y vacas bravas, estos
animales fueron traídos para el cuidado de sus predios rústicos, es decir para los grandes
latifundios, como guardianes de las cosechas y los campos, que eran robados por los aborígenes.
El primer festejo taurino en la ciudad de Quito, se realiza del 28 de mayo de 1594. Dicho festejo
fue ofrecido en homenaje al nuevo Presidente de la Real Audiencia y a los Oidores venidos de la
capital del virreinato (Lima).
El Acta que se conserva en el archivo de la ciudad de Quito, dice de forma textual, “Siendo
Corregidor don Francisco de Mendoza Manrique, Alférez Real don Francisco de Cáceres; el
Cabildo de la ciudad, decretó para el 28 de mayo, la ciudad y por celebrarse la festividad del
Espíritu Santo, la villa disfrute de los juegos de cañas, corridas de toros y colación moderada,
(come y bebe)”. Dos años más tarde, en enero de 1596, se realiza un segundo festejo, dada ya la
enorme afición a este tipo de espectáculo y con el pretexto de la canonización en Roma de San
Jacinto, un sábado se decretó que todas las calles y ventanas de Quito se debían encender
luminarias el domingo, los cabildantes debían asistir a los acatos litúrgicos y fiestas; el lunes, juego
de cañas y corrida de toros.
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Como se puede apreciar, esta costumbre se enraizó con mucha fuerza en el territorio de la Real
Audiencia, no sólo por los españoles y los criollos ya nacidos en esas tierras, sino que quedo muy
hondo en la población aborigen, de la que partió una mezcla de tradición española y de las
costumbres indígenas, que han llegado hasta nuestros días. “Los Toros de Pueblo”.
Estos festejos se celebraron durante muchos años en la “Plaza Grande” de la capital, concretamente
hasta el año 1770. Durante este largo período, surgió una fiesta mestiza, que dura casi cuatro siglos
en el mundo rural andino. La fiesta de “Jaychigua” o de las cosechas, que desapareció
definitivamente en 1955. Esta fiesta se celebraba después de la recolección de las cosechas, durante
dos o tres días se daban toros populares en prácticamente todas las haciendas de la Sierra Centro
Norte del territorio ecuatoriano, en la hacienda la Tola en Pichincha, los indios el primer día de
fiesta, empezaban a bailar en fila hasta los patrones o dueños de la hacienda, cantando en forma
rítmica “Jaychigua, Jaichugua”, los amarraban con la fajas que usaban y les incorporaban al baile.
Muchas veces antes de la invitación, los indígenas regalaban a sus amos, un canasto de maíz con lo
mejor de la cosechado. En el baile cantaban las protestas en contra de administradores, guardianes
y mayordomos; con ritmos interminables por toda la hacienda, después de una hora, cesaba el baile
de indígenas y blancos. En la tarde en los patios se corrían toros, generalmente eran terneros o
bueyes donde había indígenas heridos; ¡Así pues la fiesta de tradición española poco a poco se
volvía paradójicamente más india!
Tan arraigada fue la importancia que tuvo el toro en la vida de la sociedad que inclusive existen
leyendas populares que se encuentran presentes en la memoria como aquella historia de 1633 de la
santa Mariana de Jesús cuando su mentalidad aún de niña, arma una expedición con sus primas y
amigas al cráter del Pichincha, para venerar a la virgen de Nuestra Señora de la Merced. Llegaron
desfallecientes al sitio de la Chorrera allí paso lo que cuentan el proceso de su beatificación, el
padre Joaunen en la biografía de la Santa dice: “Dábanse mutuamente los parabienes por el acierto
y feliz éxito de su huída, mas su alegría fue de corta duración. De repente un toro furioso de color
negro, desembocó sin saber de dónde las embistió con tan feroz carrera, que apenas las niñas
tuvieron tiempo de guarecerse en la zanja de la cual acababan de salir, cogidas las unas a las otras y
temblando de miedo, esperaron un poco, para ver si desaparecía la fiera, pero permanecía siempre
el toro al borde de la zanja, con ademán feroz, escarbando sin cesar la tierra y bramando con furor;
buscaron otra vereda escondidas dentro de la zanja, pero la bestia las seguía donde quiera que se
58
moviesen, siempre de frente como quien estaba ahí para estorbarles pasar adelante”, Mariana le
hizo la señal de la cruz, por si fuera el demonio, pero la cosa seguía igual, se puso a orar y
reflexionar, oyó una voz interior que le decía que no era su camino el ser ermitaña, comunico el
asunto a sus amigas y el toro, se convirtió en cordero, volvieron a Quito, así nos cuenta el biógrafo.
Cuando un símbolo se ha convertido en parte esencial de la vida de una ciudad y de una
comunidad, el asunto se vuelto bastante serio, pues significa que la representación simbólica se ha
impregnado en las vivencias más profundas de esa gente. Y esto sucedió con la imagen y el
símbolo del toro en Quito en la segunda mitad del siglo XVIII y por supuesto, ya era hora lo
conocíamos más de 200 años y éramos toreros alrededor de 150 años. Así y al parecer, ya
habíamos perdido el miedo al animal y se había convertido en parte intrínseca de nuestro ser.
Ahora sí, era como que teníamos casta taurina. En la parte posterior de la manzana que hoy la
delimitan las calles García Moreno, Mejía, Olmedo y Benalcazar, los jesuitas habían levantado
varias casas con objetos piadosos hacia el año de 1690, pero en 1750 la vendieron al Canónigo
doctor Antonio Viteri Orozco, quiteño, doctor en Teología, cura, Chantre de la Catedral, comisario
de la Santa Cruzada y Rector del Seminario de San Luis, entre varias cosas de esos tiempos, murió
el 30 de julio de 1774 de apenas 60 años, era hijo de dos riobambeños don Lorenzo Sáenz de Viteri
y Villalobos, depositario general de Quito, muerto en 1757 y de doña Jerónima Orozco y Espinosa.
El cura era también un magnifico espíritu burlón y buen poeta satírico, pues la mescla de genes de
Quito con Riobamba, habían dado sus buenos frutos, el caso es que al cura se le ocurrió decorar su
casa con una escultura original, para ello contrato a Jacinto López, un buen escultor, pero opacado
por la brillantez y el genio de Bernardo de Legarda, la casa de Viteri según lo cuenta Mario Cicala
era de las más bellas de Quito y su vanidad y buen gusto, quisieron ver convertida en escultura a
una conocida historia de la mitología griega Hércules debía matar a Acheloó, convertido en toro,
por Deyanira.
El grupo quedó bastante bien, como lo dice Navarro, había y hay en él “excelente ejecución,
nobleza y buen gusto” y para los quiteños, siempre ávidos de noticias y novedades, el asunto
resulto interesantísimo, tanto que la casa fue bautizada como Casa del Toro. Se ha de decir y de
resultar que todos los propietarios de la casa, han sido magníficos cuidadores de la escultura. Y no
han sido muchos sino prácticamente dos familias: los Corral, que fueron sus dueños de 1760 a 1837
59
y los Gómez de la Torre. Desde 1841, la casa colonial fue derrocada hacia 1843, por orden de doña
Rosa Gangotena de Gómez de la Torre, quien había sido enfermera del Libertador Bolívar, cuando
la estancia de éste en Pilanqui Ibarra. De tal manera que la casa refaccionada que hoy conocemos,
tiene solo 150 años. Ventajosamente Hércules y el Toro, están muy bien. Ya se jugaban toros para
la clase media y popular en la plaza de San Blas.
Que quiteño no habrá escuchado aquella historia de Bella Aurora, contada en los libros, para los
niños de tercer grado, en síntesis, un toro, escapa de una corrida en la Plaza Mayor de Quito, entro
a la casa 1028, subió por las gradas y atravesó los corredores, entro al dormitorio de Bella Aurora
de quien Habría estado enamorado, y juntos desaparecen. Y la leyenda tan quiteña terminaba así,
en un fin inacabado. Pero lo cierto del asunto es que hay dos historias ocurridas en esa casa, que
viejas tradiciones de familias las han guardado de manera bastante clara, que además, existen
numerosos testimonios documentales.
La primera Plaza formal de toros la construyo DonJuan José de Villalengua y Marfil en 1790 como
Presidente de la Real Audiencia fanático admirador de las plantas y de las flores pero también de
los toros, mandó a construir primero la Casa del Matadero o del ganado, actualmente donde se
encuentra el Teatro Nacional Sucre, siendo la construcción en su mayor parte de madera, aplanó
la plazuela y mandó a construir pretiles en todo el contorno de la plazuela, que sirviera de
resguardo a los espectadores populares, los señores pudientes y adinerados, ocuparían las costosa
galerías levantadas en el portal de la Carnicería, ellos serían los que debían pagar entrada para así
sostener el cuidado de la Alameda. La entrada era gratuita para la plebe y para los balcones del
resto de casa de la plazuela donde sus dueños, miraban las corridas.
Esta afición se extendió como reguero de pólvora a otras ciudades y poblaciones del territorio de la
Real audiencia; pondremos como ejemplos las ciudades de Guayaquil, Riobamba o Ambato o
pueblos como Sangolquí, Cayambe, Chunchi, Salcedo o Alausí, estos festejos se realizaron durante
los siglos XVII, XVIII y el XIX.
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Muchos Virreyes, Gobernadores, Presidentes de las Reales audiencias y hasta clérigos de alto
rango como Obispos, impulsaron y fomentaron la afición taurina, también hubieron los que no
gustaron de este tipo de festejos y durante sus períodos gubernamentales llegaron hasta prohibir los
toros en sus territorios.
Como ejemplo se puede citar al último Presidente de la Real Audiencia, D. Manuel de Castilla Ruiz
Urriez de Pujadas, más conocido como el conde Ruiz de Castilla, poco amigo de éste tipo de
festejos; que aquel día de mayo de 1809, aceptó de mala gana presidir la corrida y que dijo una
frase injuriante para los quiteños; “Gentezuela de Quito”, ¡qué taurinas!, mirando desde la azotea
del palacio que daba a la Plaza Grande; en ella miles de quiteños se regocijaban con la corrida.
También el Obispo de entonces Cuero y Caicedo se disgustó por tan bárbaro espectáculo.
A finales del siglo XVIII (1798). Dice Isaac Barrera historiador ecuatoriano en su obra. “Toda la
vida de la ciudad se concentraba en la plaza de toros, en los tablados o palcos lujosos, costosos y
cómodos, que las familias levantaban para vivir materialmente en ellos durante el tiempo de las
corridas, que duraban muchos días. Todos estaban contentos y se alegraban con esta clásica
diversión tanto nobles como plebeyos”. Ello nos da una idea muy clara de la ferviente y gran
afición que había en aquellos tiempos en la capital ecuatoriana, de la misma manera dicha afición
estaba extendida a las otras ciudades y poblaciones del territorio de la Real Audiencia.
Muchos festejos se realizaron no sólo en la ciudad de Quito, sino a lo largo de todo el callejón
interandino, durante los últimos años del siglo XVIII, de los cuales poco o nada se sabe, ya que no
hay escritos ni crónicas que den cuenta de ellos; así que seguiremos hacia el siglo XIX.
La primera noticia que existe de la celebración de un festejo taurino tras la emancipación de la
corona española, data del año 1823; en la edición espacial del periódico El Monitor Quiteño. Que
con motivo de cumplirse el primer aniversario de la Independencia, tiene lugar el día 24 de mayo.
Dentro del programa de festejos, que tuvieron lugar los días 23, 24 y 25 de ese mes, resaltan las dos
corridas, una el día 24 y la otra el 25 a las 3 de la tarde.
61
Esto nos demuestra que pese a que ya el Ecuador se había independizado de España y que por ese
entonces formaba parte de las naciones bolivarianas, luego llamada la Gran Colombia y por tato
todo lo que tuviera un origen de las viejas costumbres coloniales estaba prácticamente vedadas, sin
embargo tan arraigada estaba en el sentimiento criollo e indígena a la afición de los toros, que
pasando por alto, fue posible sustraer del programa de festejos del Cabildo quiteño, las corridas de
toros.
La fiesta taurina continua en los años que comprende el siglo XIX, no de una forma continua pero
si para realzar acontecimientos y de significada relevancia. Hay noticias fehacientes por ejemplo de
unos festejos que tuvieron lugar en el año de 1831, presidiendo la República, el General Juan José
Flores, durante los días comprendidos entre el 5 de septiembre y el 9 del mismo mes; para ello que
se transcribirá lo que Boussingault dice en sus memorias y que fue testigo presencial.
“El 5 de septiembre comenzaban las corridas de toros”, esto era un acontecimiento. La Plaza
Mayor de Quito fue transformada en un enorme anfiteatro. ¡Las mujeres lucían resplandecientes!,
en el momento señalado un toro entro, arremetiendo contra los de a pie que atacaban. Un
espléndido caballero, armado con una lanza, atraía todas las miradas. La lucha fue terrible y el toro
cayó bajo el hierro de sus atacantes en medio de aplausos prodigiosos. Hubo tres personas
gravemente heridas. El 6 continuaron las fiestas: hubo 5 heridos, uno de ellos mortalmente. El 7 un
participante quedo herido y el 8 aun hubo toros. Los toros, que más bien es una diversión que un
combate. Los indios le prendieron al cuello fuegos artificiales en el centro de la arena; se distinguía
una mujer que tomaba posturas indecentes, éste ser impúdico resultó ser un monje” disfrazado.
Luego hay otra reseña de James Orton, fechada en uno de sus viajes de Guayaquil a Quito, allá por
el año 1867, en que relata las cinco corridas que se dieron en la plaza de San Francisco, llamado el
Escorial de los Andes; en que entre otras cosas dice: que el principal entretenimiento de la ciudad
eran las corridas de toros, y que para él fue un auténtico drama, dado el griterío de la multitud, las
bandas de música, cohetes y piruetas. Este “deporte” está reservado para los más notables días del
calendario. Navidad, Año Nuevo, Aniversario de la República y otras efemérides postineras.
62
Luego de trascurrir el año 1867, hay un impase taurino, ya que el Presidente Gabriel García
Moreno, de corte conservador y desde luego influido por las ideas revolucionarias de Francia, muy
partidario de dotar de una cultura más refinada al pueblo ecuatoriano, como era el teatro, la
literatura y la pintura, prohíbe las corridas de toros en todo el territorio nacional.
Deberían pasar muchos años para que esa afición tan arraigada en nuestro pueblo, surgiera
nuevamente; pero esta vez con más fuerza. Así que daremos un salto en los años y en el tiempo,
hasta llegar a la última década del siglo XIX, es decir a 1895, en que se construye la podríamos
llamar la primera plaza de toros estable del país, pero antes hablaremos un poco de la segunda
plaza no formal que era en el Camal, que entonces quedaba en el sector del Cuartel de la Montufar
y Manabí, jugaban allí expresamente los carniceros, que de tanto convivir con vacas y toros,
terminaban de toreros Los carniceros eran generalmente de origen indígena puro en esas fiestas se
bebía licor en forma abundante. Algunos de estos carniceros toreros, desempeñaron tristísimo papel
en el arrastre de los Alfaro, el escritor Miguel Ángel González Páez en su libro Memorias
Historicas, dice que el gobierno contrató a los carniceros a que arrastraran a los Alfaro y que todo
Quito, los vio halando las sogas, ese fatídico 28 de enero, por su parte el Cnel. Olmedo Alfaro, al
dar la lista de los 15 y de los 66 arrastradores, deja expresa constancia de José Chulco, indio,
carnicero arrastrador y deMiguel Villavicencio, carnicero arrastrador, penosamente el que está
acostumbrado a arrastrar el ganado, puede pasar a arrastrar gente.
Las plaza de toros siguieron proliferando a lo largo de la geografía ecuatoriana, la segunda con que
cuenta Quito, se construye en la Ciudadela Larrea en el año 1900, la ciudadela estaba en las calles
Checa y Manuel Larrea, dicha plaza se inauguró al año siguiente, estando e funcionamiento hasta el
año 1905. En eta plaza llamó la atención del público, los trajes de luces al estilo español que lucían
los toreros. En su inauguración actuaron: Manuel Pomares “Troni” y Manuel Vera “Mazantinito”
ambos de nacionalidad española, lidiándose seis toros de Guaytacama. El periodista “Tío
Charpas”, fue quien escribió la primera crónica de aquel acontecimiento.
La tercera plaza de toros quiteña; es la de Guangacalle, que significa “calle del basurero” y que
entró en funcionamiento en el año 1905, el11 de julio. Éste coso estaba situado en la calle Chili,
nombre anterior al actual Av. Gran Colombia, justamente donde hoy se levanta el Teatro Capítol,
63
el promotor y ejecutor del proyecto fue el quiteño D. Lorenzo Gortaire Viteri, esta plaza es la
primera vez en el Ecuador en que ya se divide en dos partes el tendido, de sombra y de sol, al estilo
de España.
De éste recinto taurino sí que ya hay datos concretos, en ella se realizaron temporadas de hasta
cinco festejos, o como el precio de las localidades (un sucre con 50 centavos; sol, sombra un sucre),
La plaza de Guangacalle tuvo una vida de aproximadamente trece años, desde 1905 a 1918, en que
por azahares de la vida quedó relegada por la nueva construcción de la plaza “Belmonte”.
Don Abel Guarderas Murillo, quiteñisimo pero criado en Chile, por eso a sus hijos, los llamaban
“los guarderas de Chile” creó en 1919 nuestra cuarta plaza de toros, que se llamaría Belmonte;
apodo bastante conocido en la jerga taurina desde la época de don Vasco da Cámara, que tuvo ese
apodo, pasando por Juan Espinosa, Rafael Fernández y Luis Flores. La plaza sería en el
quiteñisimo y popular barrio de San Blas, al pie del Ichimbía, dando a una calle llamada
Antepara.La plaza sería no solo para toros, sino para bailes de máscaras, para basquetbol y para
box, la plaza de Guangacalle apenas había vivido 14 años, de 1905 a 1919, la primera de la
Ciudadela Larrea aún menos, apenas de 1900 a 1905. Así éramos y somos de efímeros los quiteños.
4.2 CONCLUSIONES
Es de vital importancia conocer la historia, recordar el pasado para transmitir a la nueva generación
de niños y jóvenes, tomando en cuenta una fuente en la que se pueda crear accesibles datos
informativos. Con la realización de este proyecto se pudo aprender más sobre las Plazas, fiestas,
juegos, toros y más, que se llevaba a cabo en tiempos de la colonia. Me siento satisfecha al
culminar este trabajo que estoy segura que servirá de mucha ayuda a quien lo estudie, se fortalecerá
con más conocimientos sobre la historia que nos guarda el Quito Colonial, ciudad mística que a
cada paso que damos nos revela algo más sobre sus joyas arquitectónicas, del cual muchas veces se
ha desequilibrado por la falta de conocimiento y valoración.
64
4.3 RECOMENDACIONES
Es recomendable tomar en cuenta a las Plazas de Toros, como un paseo donde se puede hablar
mucho del pasado y sentir a plenitud la belleza material e inmaterial de nuestra gran ciudad,
importante para el turismo nacional y extranjero. Se necesita de paso a personas encargadas de
conservar y preservar los diferentes atractivos turísticos de orden histórico cultural, que dan mayor
realce a la parte norte, trabajando en conjunto con las autoridades, se podría mejorar a este sector
un poco descuidado.
BIBLIOGRAFÍA
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24.- Vargas, J. M (s.f). Historia del Ecuador, siglo XVII. Quito Edit. Santo Domingo.
66
ÍNDICE DE ANEXOS
ANEXO 1 MARCO TEÓRICO
Gráfico1Origen de los toros
Fuente: tomado del libro de DescalziUn encierro de toros en el siglo XVIII
Gráfico 2 Las plazas de toros en España en el siglo XVI
Fuente: Cossío Plaza de Toros de Pamplona en 1560,
Tomada del plano de Arazuri por Sebastián Jurado Piqueras
67
Gráfico 3 Primera corrida de toros en América hispana
Fuente: Una Corrida de Toros en Quito en el siglo XVII(Archivo fotográfico
de Ricardo Descalzi, Tomo II de su obra)
Gráfico 4 El rejoneo colonial
Fuente: Imagen taurina, obra de la artista Paola Lucini
68
Gráfico 5 Primeras marcas para el ganado
Fuente: Marcas de toros
Gráfico 6 1541 Quito ya contaba con vacas y toros
Fuente: Escenas criollas de toros, según Martínez Campañón
69
Gráfico 7 El toro en el espirito del indio
Fuente: Pancho Flerros, colección M. Cisneros, Lima
Gráfico 8 La fiesta del Jaychigua
Fuente: Toros de pueblo
70
Gráfico 9 Primera plaza de toros
Fuente: La Plaza de las Carnicerías, lo que fuera nuestra primera Plaza formal de toros a partir de 1790
71
Gráfico 10 Plano de Montufar
Fuente: Municipio de Quito Una corrida de toros en la
Plaza de la Carnicería hacia 1805 (Plano de Juan Pío Montufar)
Gráfico 11 Segunda Plaza Larrea
Fuente: Segunda Plaza de Toros de Quito en la Ciudadela Larrea
en 1903 (plano de Hicley)
72
Gráfico 12 Tercera Plaza Guangacalle
Fotografía: Alexandra FloresTeatro Capítol
Gráfico 13 Plaza Belmonte
Fotografía: Alexandra Flores Plaza Belmonte cuarta plaza
73
PLAZA DE SANTO DOMINGO
Imagen 1foto Alexandra F.
Plaza de Santo Domingo
Imagen 2foto Alexandra F.
Iglesia de Santo Domingo
74
PLAZA DE SAN FRANCISCO
Imagen 11 foto Alexandra .F.
San Francisco de Quito
PLAZA GRANDE
Imagen 12 foto Alexandra .F.
Plaza Grande
75
Imagen 13 foto A.F
Palacio Arzobispal
Imagen 14 foto A.F.
Monumento de la Independencia
76
Imagen 15 foto A.F.
Palacio de Gobierno
PLAZA TEATRO NACIONAL SUCRE
Imagen 19 foto A.F.
Esquina Teatro Variedades
Ernesto Albán ubicada en la
Plaza del Teatro Sucre
77
Imagen20 foto A. F.
Fachada Teatro Sucre
Imagen 21 foto: A. F. Plaza del Teatro al frente Don Evaristo (Ernesto Albán)
78
CALLES MONTÚFAR Y MANABÍ
Imagen 22 foto AF
Calle Montufar
Imagen 23 foto A.F.
Cuartel de la Policía
Montúfar y Manabí
79
Imagen 24 foto A.F.
Calle Guayaquil y Montúfar
SAN BLAS
Imagen 25 foto A.F.
San Blas
80
Imagen 26 foto A. F.
Plazoleta e Iglesia de San Blas
Imagen 27 foto A.F.
Jardín Horizontal San Blas
81
PLAZA BELMONTE
Imagen28 foto A.F.
Plaza de toros
Belmonte
Imagen 29 foto A. F.
Interior Plaza de
Toros Belmonte
82
Imagen 30 foto A. F.
La Belmonte creada en 1919
AVENIDA GRAN COLOMBIA
Imagen 31 foto A.F.edificio La Licuadora
Ministerio de Turismo
83
Imagen 32 foto A.F. edificio del Banco
Central del Ecuador
Imagen 33 foto A.F. edificio
de la Cruz Roja Ecuatoriana
84
LA ALAMEDA
Imagen 34 foto A.F. Lado norte Laguna La Alameda
Imagen 35 foto A. F.
Parque de la Alameda.
Sitio de diversión general
85
Imagen 36 foto A.F.
Fachada Teatro Capitol
CIUDADELA LARREA
Imagen 37 foto A.F. calle Feliciano Checa
86
Imagen 38 foto A.F. calle Manuel Larrea