Proyecto Gráfico.
5 de julio
2012 Claudia Silva Bugueño, estudiante de cuarto año en la carrera de Pedagogía en Artes Plásticas en la Universidad de Playa Ancha sede Valparaíso, Chile.
“Vale la Pena
Vivir→”
“Son muchos, cumplen condenas larguísimas, viven hacinados y en condiciones
penosas. Los presos comunes chilenos, aislados dentro de los muros de las
cárceles, son los olvidados del sistema. Y sus protestas jamás conseguirán la
acogida que obtuvieron los estudiantes. Son los malditos que nadie quiere
escuchar.”
Marco Referencial
Las cárceles, ahora llamadas depósito de personas, las cuales 95 están
distribuidas en nuestro país, albergan a 37 mil reclusos. Se le llaman “personas”
porque los que están presos con una condena de tres años y un día no se pueden
llamar ciudadanos, porque legalmente han perdido esa condición. Pero eso no
quiere decir que pierdan su condición de seres humanos. Aunque muchas veces
no se les trata como a tales.
Chile ostenta unos cuantos récords en materia penitenciaria. El más impactante es
el número de presos comunes en proporción a la cantidad de habitantes del país.
Más de 200 por cada 100 mil.
En su mayoría, hombres jóvenes (las mujeres representan alrededor de un 7%).
La mitad tiene menos de 30 años y un tercio tiene entre 30 y 40. O sea, que el
80% está en el momento de mayor capacidad productiva y con obligaciones
familiares. Pero lo más terrible es que las penas que cumplen son larguísimas. El
75% del total de presos cumplen condenas de entre cinco y veinte años,
condenados en su mayoría por delitos contra la propiedad –hurto, asalto– (en el
caso de las mujeres, el mayor porcentaje es por delitos relacionados con el tráfico
de drogas) aunque otros de los delitos comunes son asalto con violencia,
microtráfico, narcotráfico, porte ilegal de armas, piratería, violación, homicidio. A
pesar de estas altas cifras, el 80% de la población considera que las penas en
Chile son bajas o muy bajas, ya que no se refleja en ningún caso la reinserción
social de los reclusos al cumplir sus condenas, ni mucho menos una ayuda
consistente desde dentro de las cárceles, por el contrario, éstas se convierten en
escuelas delictuales.
Como resultado, al cumplir las condenas, salen a delinquir gracias a lo aprendido,
por lo que pocos salen y muchos entran produciéndose así un hacinamiento
El hacinamiento afecta negativamente a cualquier tipo de ser vivo. La lucha por un
espacio vital mínimo estalla en violencia, a veces en motines y otras más
cotidianas de agresiones contra los gendarmes, entre ellos mismos y las salvajes
autolesiones. En los primeros seis meses de prisión, el principal síntoma es la
depresión. Y es cuando se producen los intentos de suicidio. Estudios
internacionales calculan que entre los cuatro y los seis años de reclusión es
cuando cunde el “síndrome de separación”, que se manifiesta en perturbaciones
emotivas, de comprensión y de juicio y formas de regresión hacia el infantilismo.
Marco Referencial
Para poder realizar mi Proyecto Grafico, me base en una película de Origen
Francés llamada “Un Profeta” (Un Prophète) del Director Jacques Audiard.
Sinopsis:
Un profeta cuenta el itinerario que recorre un joven convicto (aparentemente
inocente –en las dos acepciones del término: de ingenuo y de no culpable) que
desde el mismo momento en que entra en prisión tiene que sortear una serie de
peligrosísimas pruebas de supervivencia que una vez superadas acabarán
haciendo de él una persona bien distinta de la que era a su llegada al centro
penitenciario. El personaje principal, Malik, de origen árabe, es un muchacho
aparentemente inofensivo que, de entrada, cuenta con todas las papeletas para
servir de instrumento y de carnaza entre los diferentes grupos y clanes del recinto
carcelario en el que es internado, plagado de personajes de distinto linaje y
nacionalidades, idénticos a los que dominan en cualquier establecimiento
carcelario de cualquier país y de cualquier continente. Pero el protagonista, ¿Es lo
que parece que es, o no es lo que parece ser?, es difícil dilucidarlo gracias a sus
grandes cualidades para manejarse con tanta eficacia en un ambiente tan plagado
de peligros y situaciones explosivas, producto de su aprendizaje dentro del recinto
carcelario, de su vida en la calle, y parte de su naturaleza innata para la
delincuencia. Es uno el que debe decidir y elegir si estamos ante un producto
típico de los bajos fondos o de un muchacho inocente obligado a amoldarse para
sobrevivir entre delincuentes donde someterse es fundamental.
Por otra parte, el punto principal de mi proyecto consiste en hacer una crítica al
sistema penitenciario en chile, creando un cartel tipo señaletica . Con la frase
“Vale la Pena Vivir →” utilizando insumos e instrumentos recurrentes en el acto
delictual, como por ejemplo armas blancas, armas de fuego, drogas en caso de
tráfico, dinero, etc. Para formar esa frase.
Este cartel será instalado en los alrededores de la Cárcel de alta seguridad de
Valparaíso, con la flecha direccionada apuntando hacia ésta.
Las medidas del cartel serán de 140cms de largo x 80cms de ancho.
Formato y diseño:
Carcel de valparaiso:
Tal como lo ha hecho Farhad Moshiri, un artista iraní que montó una instalación
llamada “Life is Beautiful”, usando cuchillos clavados directamente en una pared
formando la frase, usando el sarcasmo y la crítica, ya que Irán atravesaba un difícil
y doloroso estado de guerra.
El Fin del este proyecto es demostrar que el arte también critica la sociedad. Que
el arte es un medio muy poderoso por el que podemos guiar una voz o una idea,
que está también puede contribuir en el desarrollo del pensamiento crítico de
personas que aún se están formando, como los estudiantes, nuestros futuros
alumnos.
Vale la Pena
Vivir
Proceso:
Montaje Final
“Vale La Pena Vivir”