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CUADRO SINÓPTICO DE LA PELÍCULA Vals con BashirTÍTULO Vals con BashirDIRECCIÓN Ari FolmanPAÍS IsraelPRODUCCIÓN Bridgit Folman Film Gang/ Les Filmes D´Ici/ Razor Film Produktion/ Arte France/ En coproducción con

ITVS International/ En colaboración con Noga Communications, Channel 8, The New Israeli Foundation Cinema y TVI, Mediemboard Berlin, Brandengurg, Israel Film Found, Hot Telecommunication System Ltd.

AÑO 2008DURACIÓN 86 minGÉNERO Documental de animaciónGUIÓN Ari FolmanPRODUCCIÓN Serge Laldu, Yael Nahlieli, Gerhard Meisner, Roman Pual.DIRECTOR ARTÍSTICO E ILUSTRADOR

David Polonsky

DIRECTOR DE ANIMACIÓN

Yoni Goodman

SONIDO Aviv AldemaMÚSICA Max RichterMONTAJE Nili FellerEFECTOS VISUALES Roiy NitzanPREMIOS Globo de oro 2009 a Mejor Película Extranjera, Nominada al Óscar 2009 a la Mejor Película

Extranjera, Mejor Largometraje Jurado Joven, en el Festival Internacional de Cine de Gijón, Palma de oro en Cannes en la sección oficial 2008.

TEMALos verdaderos actores de las guerras no son los oficiales o responsables políticos que las gestionan sino las historias pequeñas y grandes de quienes las padecen, sufren y mueren. Los actores de las guerras son las víctimas directas e indirectas, voluntarias e involuntarias de quienes participan en ella. Finalmente, la guerra como punto de no retorno en la vida de las personas. Como acontecimiento irreversible. Como daño sin reparación. Todas las guerras son inútiles. Sus consecuencias son irreparables. La historia del hombre es la historia de las guerras del hombre. El ejercicio de memoria histórica es condición sine qua non para no volver a repetir los errores. Pero una y otra vez, el odio es más fuerte, la necesidad de un enemigo visible e invisible contra quien saciar el instinto de muerte está presente. Tánatos siempre triunfa sobre Eros. Amor y muerte. Vida y muerte. Como el poema de Miguel Hernández “Llegó con tres heridas, la de la amor, la de la muerte, la de la vida”.

ARGUMENTOAri Folman dialoga con Boaz Rein sobre la Guerra contra el Líbano del 82. Ari no recuerda, no conserva imágenes, tampoco recuerda la masacre en los campos de refugiados de palestinos en Beirut Oeste de Sabra y Shatila. A la búsqueda de respuestas, Ari realizará un viaje a su infierno personal en un intento de reconciliarse con su pasado.

EL PUNTO DE PARTIDAEn junio de 1982, el ejército israelí invadió el sur del Líbano como represalia por los continuos bombardeos infligidos a las poblaciones del norte de Israel desde aquel país. El gobierno israelí pensaba ocupar una franja de seguridad de 40 kilómetros, impidiendo así que los misiles palestinos alcanzasen Israel. Pero Ariel Sharon, el entonces ministro de Defensa israelí, desarrolló un plan tan imaginativo como fantástico: se trataba de ocupar Líbano hasta el mismo Beirut. Eso permitiría a su aliado cristiano Bashir Gemayel convertirse en presidente del Líbano, así como erradicar la amenaza al norte de Israel y consolidar sus posiciones contra Siria, país fronterizo con Líbano y que Israel siempre ha considerado como su peor enemigo. El gobierno aprobó una penetración de 40 km de profundidad, pero el ejército israelí se lanzó hacia Beirut. A la semana habían tomado Líbano y estaban a las afueras de Beirut. Pero entonces surgieron varias preguntas: ¿Qué hace el ejército en una capital extranjera, lejos de su casa? ¿Por qué mueren soldados israelíes a diario en acciones bélicas que poco tienen que ver con la protección de la frontera norte de Israel? El paralelismo con la guerra de Vietnam era inevitable. En agosto, a los dos meses de estallar la guerra y con el ejército israelí todavía a las puertas de Beirut esperando la orden de entrar en la ciudad, se firmó un tratado con los palestinos por el que todos los combatientes palestinos serían evacuados por barco a Túnez. A cambio, Israel retiraría sus tropas. Esa misma semana, Bashir Gemayel, comandante en jefe de la milicia cristiana falangista, fue elegido presidente del Líbano. Además de ser un hombre joven, elegante, apuesto, con mucho carisma, era muy admirado por las milicias cristianas y sus familias. También era apreciado por los líderes israelíes. El nombramiento de Gemayel debía asegurar una relativa tranquilidad en la tensa frontera entre los dos países. Pero Bashir Gemayel fue asesinado mientras daba un discurso en la sede falangista de Beirut Este. Nadie reivindicó el atentado, pero se cree que fue obra de facciones sirias y palestinas. Esa misma tarde, las tropas israelíes penetraron en una zona de Beirut Oeste, poblada mayormente por refugiados palestinos, y rodearon los campos de Sabra y Chatila. Al atardecer, un gran número de tropas falangistas, empujadas por el deseo de vengar la muerte de su amado líder, empezaron a llegar a la zona. Cuando cayó la noche, las tropas falangistas

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entraron en los campos de Sabra y Chatila, ayudadas por los soldados del ejército israelí. Supuestamente iban a limpiar los campos de combatientes. Sin embargo, apenas quedaban combatientes, ya que habían sido evacuados a Túnez dos semanas antes. Durante dos días seguidos se oyeron los tiros desde los puestos israelíes. Al tercer día, el 16 de septiembre, las mujeres palestinas consiguieron salir y se precipitaron hacia los soldados israelíes que les cerraban el paso. Hacía tres días que los falangistas masacraban a los habitantes de los campos. Mataron sin piedad a hombres, mujeres y niños. Se ha hablado de 3.000 víctimas aunque, hasta la fecha, se desconoce el número exacto. Las protestas espontáneas de cientos de miles de israelíes obligaron al gobierno a crear un comité de investigación y a estudiar la responsabilidad de las autoridades políticas y militares. El comité culpó al ministro de Defensa, Ariel Sharon, por no haber parado el horror cuando se le puso al corriente de la masacre. Fue obligado a dimitir y se le prohibió volver a ocupar el cargo de ministro de Defensa. Sin embargo, fue elegido primer ministro veinte años después.

UN DOCUMENTAL DE ANIMACIÓNAri Folman declara que siempre imaginó Vals con Bashir como un documental de animación. Siete de los nueve personajes que aparecen son reales. Por razones personales Boaz (el amigo que soñaba con perros) y Carmi (el colega que vive en Holanda) no han querido que aparezcan sus nombres verdaderos. Pero sus testimonios son reales. Ari Folman declara que “Mi primera experiencia con la animación fue con una serie documental, ‘The Material Love is Made of’. Cada episodio comenzaba con tres minutos de animación durante los que unos científicos evocaban la “Ciencia del amor”. Era animación Flash básica, pero funcionó tan bien que siempre pensé en llevar el mismo proceso a un largometraje. Hacía varios años que había tenido la idea pero rodarlo en imágenes reales, no me convencía. ¿Qué habría sacado? Un hombre de cuarenta años entrevistado sobre fondo negro, contando historias de hace 25 años, sin una sola imagen de archivo para ilustrar sus palabras. Habría sido un aburrimiento. Por eso, la animación me pareció la única solución, porque concede gran libertad imaginativa. La guerra es muy irreal, la memoria es muy ladina, más valía hacer semejante viaje con la ayuda de buenos grafistas”.

¿CÓMO SE CREÓ LA ANIMACIÓN DE LA PELÍCUA?Ari Folman comenta que “primero rodé Vals con Bashir en vídeo en un estudio y se montó como un largo de 90 minutos. A partir de ahí, realizamos un storyboard que desarrollamos con 2.300 dibujos y que animamos posteriormente. El director de animación Yoni Goodman, creó el estilo de animación en nuestro estudio, el Bridgit Folman Film Gang. Es una mezcla de animación Flash, de animación clásica y de animación 3D. Es importante dejar claro que no se usa el rotoscopio, en el que se vuelve a pintar la imagen de vídeo. Cada dibujo se creó desde cero gracias al magnífico talento del director artístico David Polonsky y de sus tres asistentes.

LA GUERRAAri Folman confiesa que “He rodado Vals con Bashir desde el punto de vista de un soldado cualquiera y sólo puede concluirse que la guerra es inútil. No tiene nada que ver con las películas estadounidenses. No tiene nada de glamuroso ni de glorioso. No son más que hombres muy jóvenes, que no van a ninguna parte y que disparan contra desconocidos, les disparan desconocidos y que vuelven a casa intentando olvidarlo todo. Algunas veces lo consiguen. Pero no ocurre en la mayoría de los casos. La película carece de momentos gloriosos. Todas las personas entrevistadas son más bien antihéroes, excepto una, el periodista Ron Ben Yishai, pero no es un soldado”.

LOS PERROS DE LA GUERRAAri Folman dialoga con Boaz Rein quien tiene una pesadilla relacionada con 26 perros. 26 perros que corren por las calles de Tel Aviv. Son unos perros extraños. Tienen algo de siniestro. Corren hacia una dirección bajo un cielo anaranjado. La impresión es surrealista. El director juega con el espectador. Los perros constituyen una amenaza para quien se cruza con ellos. Todo esto tiene una explicación. Pincharemos la escena nº1. Ari Folman concluye: “Mi encuentro con Boaz tuvo lugar en invierno de 2006. Aquella noche, por primera vez en veinte años, me volvieron a la cabeza imágenes de la Guerra del Líbano. No sólo del Líbano sino de Beirut Oeste y no sólo de Beirut sino de la matanza en los campos de refugiados de Sabra y Shatila.

LAS BENGALASDe algún modo Ari Folman se ha conectado con la Guerra del Líbano. Ahora le asalta un sueño de forma recurrente: se trata de un cielo nocturno anaranjado, iluminado por bengalas en una playa de Beirut Oeste. Tres chicos salen del agua. Uno de ellos es Ari Folman. Salen desnudos, con el fusil en la mano. Los chicos se visten y comienzan a caminar por las calles. Las paredes todavía tienen pegados los carteles con la foto de Bashir, el líder cristiano asesinado. Al doblar una esquina, Ari se encuentra con un flujo incesante de mujeres, vestidas de negro, con los rostros doloridos que caminan en sentido opuesto al suyo. ¿Qué significará? De momento, lo dejamos aquí.

LA MEMORIAFolman visita a su colega Ori Shivan en busca de respuestas. Ori Shivan es psiquiatra. Shivan le advierte que la memoria es dinámica, está viva. Cuando faltan algunos detalles, la memoria es capaz de rellenar los huecos con cosas que nunca han pasado. Pincharemos la escena nº2.

EL DOMICILIO PARTICULAR DE ARIEL SHARONLa escena que viene a continuación es sintomática de la guerra moderna. Ariel Sharon, el responsable político de la Guerra de Líbano y de la masacre de Sabra y Shatila, desayuna un buen filete con huevos fritos. Sobre la mesa: zumo de naranja con dos teléfonos. Detrás un rebaño de ovejas. Estamos en su residencia privada, lejos del escenario de guerra. Aparentemente, un hombre que desayuna plácidamente (en realidad, un criminal que debería haber sido juzgado en el Tribunal Internacional de la Haya por crímenes contra la humanidad) mientras gestiona sus negocios. ¿De qué negocios se trata? De la guerra. Levanta un

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teléfono. Marca una extensión. Un funcionario da una orden. Coge el otro teléfono marca otra extensión. Un oficial que también desayuna plácidamente recibe otra orden. Al fin, el último eslabón en la cadena de mando: un soldado que desayuna felizmente carne de lata y huevos levanta el teléfono que suena. La orden es salir en busca de terroristas. Centrémonos un momento en esto. Alguien a cientos de kilómetros de distancia (a veces, miles) de la escena de guerra, levanta un teléfono, da una orden que pasa a través de la cadena de mando hasta que llega al soldado raso que tiene que enfrentarse con la muerte absurda. Esto tiene que ver con la guerra telemática, o si queréis, la globalización de la guerra. Las órdenes ya no se dan en los campos de batalla, en el mismo escenario en el que se desarrolla el conflicto sino a cientos o miles de kilómetros de distancia. Lo que produce un distanciamiento de la primera línea de fuego. El político que dice sí a una guerra, el militar que desde su gabinete contempla vídeos y diseña estrategias nada sabe del dolor y sufrimiento del soldado raso que se enfrenta a un peligro desconocido y multiforme y nada sabe del objetivo que tiene delante. El filete de carne y los huevos fritos de Ariel Sharon son su vergüenza y la vergüenza de un mundo que no conoce la paz. Repugna este hecho

EL TRASTORNO DISOCIATIVOAri Folman dialoga con Zahava Solomon psicóloga. “¿Cómo es posible que no pueda recordar un suceso tan dramático?” [La masacre en los campos de refugiados de Sabra y Shatila]. “Lo llamamos trastorno disociativo. Es cuando una persona vive una situación pero se siente al margen de ella. Una vez me visitó un hombre joven. Era fotógrafo. Le pregunté: ‘en 1983 ¿Cómo sobreviviste a aquella penosa guerra?’. Me contestó ‘fue bastante fácil, me lo planteé como un largo viaje de un día’, se decía: ‘vaya que escenas tan grandiosas estoy viendo: disparos, artillería, personas heridas gritando. Veía todo lo que estaba pasando como si fuera a través de una cámara imaginaria’. Entonces pasó algo, su cámara se rompió. Me contó que la situación se volvió traumática para él cuando llegaron cerca de las caballerizas de Beirut (el hipódromo). Vio una enorme cantidad de cadáveres de caballos árabes masacrados. ‘Me partió el corazón. ¿Qué habían hecho aquellos caballos para merecer tanto sufrimiento?’ No pudo soportar ver aquellos caballos muertos y heridos. Había utilizado un mecanismo para permanecer al margen de los acontecimientos como si estuviera viendo una película de guerra en lugar de estar participando en ella. Aquello le protegió. Una vez que se vio inmerso en los acontecimientos no pudo seguir negando la realidad. El horror le rodeaba y le entró pánico, pincharemos la escena nº 3.

EL AEROPUERTO DE BEIRUT“No recuerdo muy bien el vuelo a Beirut Oeste excepto que estuve pensando obsesivamente en la muerte como mi novia Yaheli me había dejado una semana antes, la muerte sería mi venganza. Le acosarían los remordimientos el resto de su vida. Mientras fantaseaba con mi muerte nos aproximamos a Beirut. Una ciudad de hoteles, playas, gentes por todas partes. Aterrizamos en el aeropuerto internacional. Los helicópteros de nuestro ejército estaban al lado de aviones de Air France, TWA y British Airways. Estaba excitado como si fuera a emprender un viaje al extranjero. Muy excitado. En un momento dado, sencillamente eché a andar y entré en la terminal. Me pareció estar realizando un viaje de placer. Fue una especie de alucinación, como si estuviera en la terminal esperando para elegir un destino. Ante aquel panel de vuelos de salidas de los ochenta, la elección era sólo mía. Había un vuelo a las 14:10 a Londres. Otro a las 15:20 a París, otro más a las 16:00 a Nueva York. Deambulé por la terminal mirando las tiendas de Duty Free. Las joyas, el tabaco, el alcohol. Mientras seguía en aquel viaje, me di cuenta, de pronto de lo que estaba pasando. A través de un ventanal, vi que los aviones de TWA y Air France, sólo eran cascarones bombardeados. Las tiendas estaban vacías, habían sido saqueadas hacía mucho y los vuelos que aparecían en los paneles eran los mismos desde hacía meses. Empecé a oír ruidos, voces. Oí como la ciudad era bombardeada, como las Fuerzas Aéreas lanzaban sus bombas, lentamente fui comprendiendo donde estaba y tuve miedo de lo que iba a pasar a continuación”, pincharemos la escena nº4.

RON BEN YISHAI“Empezamos a caminar desde el aeropuerto a la ciudad. Altos hoteles se cernían sobre nosotros. Avanzábamos junto a la costa. Caminamos por una larga avenida en dirección a un enorme cruce. Entonces nos atacó un francotirador desde los pisos superiores de un hotel. No veíamos de donde procedían los disparos ni quien nos estaba disparando. Un soldado herido yacía en medio de la calle. Pero no podíamos llegar hasta él. Estábamos muertos de miedo. Luego, en medio de aquel infierno, apareció Ron Ben-Yishai, un corresponsal de televisión. Caminaba muy erguido esquivando las balas como Superman. Caminaba como si no pasara nada mientras las balas pasaban silbando a su lado. Delante de él, avanzaba a rastras un cámara aterrorizado. Temblaba de miedo y no podía ver más allá de su casco”. Ron Ben-Yishai recuerda estos sucesos: “Estábamos en un cruce muy grande, una de las calles más amplias conducía directamente a Hamra. Hacia el barrio de Hamra en Beirut Oeste. Recuerdo el sonido chirriante, una especie de silbido. Estaban disparando con lanzagranadas pero parecía que estuvieras rodeado de indios americanos con sus arcos y flechas. Antes de que una granada estalle produce un silbido. No oyes una explosión solamente, ese silbido y luego el ruido de los muros que se vienen abajo, mientras ocurría todo aquello, podíamos ver civiles en las terrazas: mujeres, niños y ancianos miraban todo lo que pasaba como si fuera una película”. La rutina de la guerra. La guerra se normaliza y se incorpora a la vida cotidiana como si fuera un elemento más de un lunes o un martes. No sabes muy bien por qué sigues vivo. Mañana es a un vecino, pasado a un amigo, un familiar, tu mujer, tu esposa, tus hijos. Es normal, se trata de la guerra. Un coche bomba, el disparo de un francotirador. Una redada del ejército de ocupación. Te levantas con la guerra. El futuro es la guerra.

VALS CON BASHIRAhora es Frenkel quien narra estos mismos acontecimientos: “nos disparaban desde todas partes. Era tremendo. No podíamos cruzar. Durante el campamento militar usé una ametralladora MAG. Cuando empecé mi adiestramiento como oficial, pensé:

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‘has usado una MAG durante mucho tiempo ¿por qué no pruebas otra cosa? Y me dieron un rifle Galil’. Mientras nos disparaban desde todas las direcciones, me di cuenta de que no podía disparar con mi Galil como hacía antes. Echaba de menos aquella vieja MAG a la que estaba acostumbrado. Le dije a Erez: ‘Erez hazme un favor, déjame tu MAG. No llegaré hasta el otro lado con el rifle. Déjame tu MAG y conseguiremos cruzar la calle. Dispararé mucho mejor’. Me respondió: ‘Frenkel, estás loco, nos están atacando. Deja de hablar y dispara, dispara’. Finalmente, comprendí que debía tomar una medida drástica. Lo agarré y le dije: ‘Oye Erez. Dame la ametralladora o, si no, tendré que quitártela a la fuerza’”. Ari Folman continúa narrando lo sucedido: “fuera una eternidad o solamente un minuto. Allí estaba Frenkel en el cruce. Mientras las balas le pasaban por alto desde todas direcciones. En lugar de cruzar la calle, lo vi bailar como si estuviera en trance. Maldecía a los francotiradores como si deseara seguir allí eternamente, como si quisiera presumir de su forma de bailar el vals en medio del tiroteo, con todos aquellos carteles de Bashir sobre su cabeza. Los seguidores de Bashir preparaban su gran venganza a sólo unos metros: la matanza de Sabra y Shatila”. Pincharemos la escena nº 5.

EL MATADEROEn la siguiente escena, Carmi y Ari dialogan de nuevo en el exterior de su casa de Ámsterdam, ya es primavera. “Por fin estoy empezando a recordar. He hablado con personas. He oído historias sobre mí, no quería creerlas”. “Bueno y ¿qué no recuerdas?” –pregunta Carmi. “El día de la masacre. Recuerdo todo lo demás pero ese día no” –contesta Ari. “Lo que no entiendo es por qué a la gente le sorprendió tanto que los falangistas llevaran a cabo aquella matanza. Yo sabía desde el principio lo crueles que eran. Durante el asalto a Beirut, estuvimos en ‘el matadero’. Aquel patio donde llevaron a los palestinos. Donde los interrogaron y los ejecutaron. Fue como hacer un viaje de LSD. Se llevaban trozos de los cadáveres de los palestinos asesinados en tarros de formol. Tenían dedos, ojos, lo que quisieras. Y había carteles de Bashir por todas partes. Colgantes de Bashir, relojes de Bashir. Bashir esto, Bashir lo otro. Bashir era para ellos, lo que era para mí David Bowie. Una estrella, un ídolo, un príncipe admirable. Creo que incluso veían cierta sensualidad en él. Era totalmente erótico. Su ídolo estaba a punto de convertirse en rey y nosotros seríamos quienes le coronaríamos. Al día siguiente, fue asesinado. Era obvio que vengarían su muerte de un modo perverso. Fue como si hubieran asesinado a sus mujeres. Era una cuestión de honor familiar. Pincharemos la escena nº 6.

RON BEN YISHAI TELEFONEA A ARIEL SHARONRon Ben-Yishai sigue narrando: “No quería andar por la calle, así que volví a mi casa de Bahada en Beirut. Micha Friedman estaba conmigo. Decidimos preparar la cena. Micha invitó a unos tipos de la Brigada 211. Durante la cena, el comandante del regimiento me llevó a un aparte. Me dijo: ‘Ron, mis hombres dicen que se está produciendo una masacre en los campos’. Me comentó que había habido uno o dos incidentes. Me dijo que una familia había sido tiroteada. Volví a preguntarle: ‘¿pero lo has visto tú mismo?’ ‘No lo he visto. Pero me lo han contado mis hombres. Los oficiales que están ahí sentados también lo han visto’ –contestó. Hablamos con ellos durante la cena. En cuanto se marcharon a las 11:30 de la noche, me tomé un whisky y telefoneé al ministro de defensa Ariel Sharon. A su rancho. Le dije: ‘he oído que se está llevando a cabo una matanza horrible. Ari, están masacrando a los palestinos. Hay que ponerle fin’. Me preguntó: ‘¿lo has visto tú mismo?’ ‘No pero hay varios testigos que lo han visto y quería decírtelo’. ‘De acuerdo, muchas gracias por ponerme al corriente’. Eso fue todo, normalmente, uno dice: ‘lo investigaré, me enteraré de que pasa’. Pero no, me dijo: ‘gracias por ponerme al corriente. Feliz año nuevo. Bueno, algo parecido y luego, siguió durmiendo”. Pincharemos la escena nº7.

ARI FOLMAN RECUERDA LA MASACREAri Folman dialoga con Ori Shivan: “Es increíble. Hubo una masacre. Los responsables fueron los falangistas cristianos. En la zona, nuestras tropas se repartían en círculos. Todos los círculos tenían alguna información. El primero era el que más tenía. Sin embargo, no veían la realidad, no eran conscientes de que estaban siendo testigos de un genocidio” “¿En qué círculo estabas tú?” –pregunta Shivan. “En el segundo o en el tercero” –contesta Folman. “¿Qué hicisteis vosotros? ¿Visteis algo?” –pregunta Shivan. “Subimos a una azotea y vimos el cielo iluminado por bengalas (las bengalas de la alucinación). Las bengalas debían guiarles a hacer lo que estaban haciendo”. “¿Tú disparaste bengalas?” –pregunta Shivan. “¿Tiene alguna importancia? ¿Qué más da que disparara las bengalas o que sólo viera las bengalas que ayudaban a aquella gente a matar a los demás?” –contesta Folman. “Dada tu situación anímica en aquel momento, no hay ninguna diferencia. No puedes recordar la masacre porque en tu opinión los asesinos y todos los que los rodeaban pertenecían al mismo círculo. Te sentiste culpable a los 19 años. Involuntariamente, asumiste el papel de un nazi, Estuviste allí disparando bengalas pero no participaste en la masacre” –puntualiza Shivan. Pinchamos la escena nº8

RON BEN YISHAI ENTRA EN LOS CAMPOSAmanece sobre los campos de refugiados. Un jeep se acerca. Es Ron Ben-Yisahi: “me levanté a las 5 ó 5:30 y desperté a todo el mundo. A todo el equipo. Luego me dirigí a Sabra y Shatila. Cuando llegué allí ¡qué catástrofe! ¿Conoces la fotografía del gueto de Varsovia? Esa en la que aparece un niño con los brazos en alto. Ese era el aspecto que tenía la larga fila de mujeres, ancianos y niños. Pensé que tenía que ir al cuartel general del comandante Amos. Pero según estaba saliendo, apareció el propio Amos. Se dirigió a un grupo que salía. Sus gestos furiosos, obligaron a que éste se detuviera y, en ese momento, se terminó todo. ‘¡Alto el fuego! ¡Alto el fuego inmediatamente! ¡Es una orden! ¡Alto el fuego inmediatamente! ¡Vuelvan todos a sus casas! ¡Vuelvan a sus casas ahora!’”. Dio media vuelta y se marchó por dónde había venido. “Los falangistas se replegaron y las mujeres y niños regresaron al campo. Les dije a mis hombres ‘sería mejor que fuésemos con esas mujeres y niños así podremos ver lo que ha pasado allí’. Dentro del campo, vimos una enorme cantidad de escombros. Me llamó la atención una mano, una mano pequeña. La mano de una niña sobresalía entre los cascotes. Miré más detenidamente y vi unos rizos. Una

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cabeza llena de rizos, cubierta de polvo. Era difícil de distinguir pero era una cabeza. Se le veía la cara perfectamente, una mano y la cabeza. Mi hija tenía la misma edad que aquella pequeña y también tenía el pelo rizado. Los palestinos de los campos de refugiados tenían casas con patio. Los patios estaban llenos de cadáveres de mujeres y niños. Habían ejecutado antes a los hombres jóvenes. Después se habían ocupado del resto de las familias. Entramos en un callejón muy estrecho. Del ancho de un hombre y medio. El callejón estaba lleno de cuerpos. Había muchos. Los cadáveres de jóvenes se apilaban hasta la altura del pecho de un hombre. Entonces fui consciente del alcance de la matanza”. Por una calle, una multitud de mujeres gritando de dolor se dirigen a un puesto donde está Ari Folman y otro soldado más. Ari Folman las mira, mientras su respiración se vuelve cada vez más agitada. Pincharemos la escena nº9.


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