VUELTA A MATUSALN
(Pentateuco Metabiolgico)
BERNARD SHAW
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PREFACIO
EL MEDIO SIGLO INFIEL
LA AURORA DEL DARWINISMO
Un da, all por el ao 1860 y pico, yo, que era entonces un nio, estaba con mi niera
comprando algo en una modesta papelera y librera de Camden Street, Dubln, cuando entr
un caballero de cierta edad, grave y solemne, que avanz hasta el mostrador y pregunt
pomposamente:
-Tiene usted las obras del celebrado Bufn? Mis propias obras no haban sido escritas
todava; si no, es posible que la empleada hubiera tenido de m una idea tan errnea como
para ofrecerle un ejemplar de Hombre y Superhombre. Pero saba perfectamente lo que se le
peda, pues eso ocurri antes de que la Ley de Educacin de 1870 hubiera producido
empleados de comercio que saben leer y no saben nada ms. El celebrado Bufn no era un
humorista, sino el famoso naturalista Buffon. Todo chico que saba leer en aquel tiempo
conoca la Historia Natural de Buffon tan bien como las fbulas de Esopo. Y ninguno haba
odo el nombre que desde entonces ha borrado a Buffon en la mente popular: el nombre de
Darwin.
Pasaron diez aos. El celebrado Buffon qued olvidado; yo haba duplicado mis aos y
mi estatura y prescindido de la religin de mis antepasados. El ms ricoy ms
consecuentemente dogmtico de mis tos entr un da en un restaurante donde yo estaba
comiendo y se encontr, muy contra su voluntad, en conversacin con el ms discutible de sur
sobrinos. Yo, tratando de hacerme agradable, le habl del pensamiento moderno y de Darwin.
Mi to dijo:
-Ah!, se es el individuo que quiere demostrar que todos tenemos cola, como los
monos.
Intent explicarle que en lo que Darwin haba insistido a ese respecto era que algunos
monos no tienen cola. Pero mi to era tan impermeable a lo que Darwin dijo realmente, como
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lo es en nuestros tiempos cualquier neodaruwiniano. Muri impenitente y no me mencion en
su testamento.
Pasaron veinte aos. Si mi to hubiera vivido habra sabido de Darwin todo lo que se
poda saber, y lo habra sabido mal. A pesar de los esfuerzos de Grant Allen para poner a
Dartoin en el sitio que le corresponda, mi to lo hubiera aceptado como el descubridor de la
Evolucin, de la Herencia y de la modificacin de las especies por la Seleccin. Pues la era
predarwiniana haba llegado a ser considerada como una Edad Oscura en que los hombres
seguan creyendo en el libro del Gnesis como en un tratado cientfica standard, y en que las
nicas adiciones a dicho libro eran la demostracin que hizo Galileo de una simple
observacin de Leonardo de Vinci, cuando dijo que la tierra es una luna del sol; la teora de
Newton sobre la gravitacin; la invencin de la lmpara de seguridad por Sir Humphry; el
descubrimiento de la electricidad; la aplicacin del vapor en la industria, y el franqueo de
cartas de un penique. Igualmente, las dos o tres personas en cuyas manos cayeron los escritos
de Nietzsche lo tuvieron por el primer hombre a quiense le ocurri que la mera moralidad,
legalidad y urbanidad no llevan a ninguna parte, como si Bunyan jams hubiera escrito
Badman. A Schopenhauer se le atribuy la invencin entre el Pacto de Gracia y el Pacto de
Obras que turb a Cromwell en su lecho de muerte. La gente hablaba como si no hubiera
habido msica dramtica o descriptiva antes de Wagner; ni pintura impresionista antes de
Whistler; en cuanto a m mismo, yo estaba encontrando que la manera ms segura de producir
un efecto de audaz innovacin y originalidad era la de reavivar la antigua tradicin de los
largos discursos retricos, seguir muy de cerca los mtodos de Molire, y sacar fsicamente
los personajes de las pginas de Charles Dickens.
EL ADVENIMIENTO DE LOS NEODARWINIANOS
Esta clase especial de ignorancia no importa siempre o a menudo. Pero en el caso de
Darwin tuvo importancia. Si Darwin hubiera llevado realmente al mundo de un salto desde el
libro del Gnesis hasta la Herencia, la Modificacin de las Especies por la Seleccin, y la
Evolucin, habra sido un filsofo y un profeta a la vez que un eminente naturalista
profesional, con la geologa como entretenimiento. La falsa ilusin de que realmente haba
logrado esa hazaa no hizo dao al principio, porque si bien las opiniones de la gente son
slidas, sobre la evolucin o cualquier otra cosa, importa un bledo que a quien les revela sus
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opiniones lo llamen Tom o Dick. Pero esos errores, aparentemente desdeables, traen ms
tarde extraas consecuencias. La inmensa mayora que no lee sus libros di a Darwin una
impresionante fama no slo como a un evolucionista, sino como al evolucionista. Y llev a
los que no leen otros libros a concentrarse exclusivamente en la Seleccin Circunstancial
como explicacin de todas las transformaciones y adaptaciones que eran la prueba de la
Evolucin. Pronto su especializacin aisl a estos ltimos de la mayora que no conocan a
Darwin sino por su espuria reputacin, de tal manera que se vieron obligados a distinguirse,
no como darwinianos, sino como neodarwinianos.
Antes de que pararan otros diez aos, los neodarwinianos estaban dirigiendo
prcticamente la ciencia del momento. Estbamos en 1906, yo tena cincuenta aos; haba
publicado mi propia opinin sobre la evolucin en una comedia titulada Hombre y
Superhombre; y vea que la mayora de la gente era incapaz de comprender cmo poda ser yo
un evolucionista y no neodarwiniano, o por qu me burlaba habitualmente del
neodarwinismo, como de una espantosa idiotez y atacaba despiadadamente a sus profesores
en los debates pblicos. En la esperanza de que yo aclarara el asunto, la Fabian Society, que
estaba entonces organizando una serie de conferencias sobre los profetas del siglo XIX, me
pidi que diera una sobre el profeta Darwin. La di; y trozos de aquella conferencia, que nunca
se han publicado, dan variedad a estas pginas.
EL ANIMAL HUMANO ES INADECUADO POLTICAMENTE
Pasaron diez aos ms. El neodarwinismo en poltica haba producido una catstrofe
europea de una magnitud tan espantosa y de un alcance tan imprevisible, que cuando yo
escribo estas lneas, en 1920, sigue estando muy lejana la seguridad de que nuestra
civilizacin sobreviva. Las circunstancias de esta catstrofe, el romanticismo de adolescentes
nutridos en pelculas cinematogrficas que hizo posible imponerla a la gente como una
cruzada, y especialmente la ignorancia y los errores de los victoriosos de la Europa occidental
cuando pas su fase violenta y lleg la hora de la reconstruccin, confirmaron una duda que
haba ido creciendo constantemente en mi espritu durante los cuarenta aos que yo llevaba
trabajando pblicamente como socialista: la duda de si el animal humano, tal como existe
actualmente, es capaz de resolver los problemas sociales planteados por su propia agregacin,
o, como l dice, su civilizacin.
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COBARDIA DE LOS IRRELIGIOSOS
Otra observacin que yo haba hecho era que los hombres de buen carcter y sin
ambiciones son cobardes cuando carecen de religin. Los dominan y explotan no slo los
hombrecitos codiciosos y a menudo medio tontos que no viven ms que a medias, que hacen
cualquier cosa por tener cigarros de hoja, champaa y automviles y poder gastar dinero de la
manera ms infantil y egosta, sino tambin los gobernantes competentes y sensatos que lo
nico que pueden hacer con aqullos es dominarlos y explotarlos. Los trminos gobierno y
explotacin se convierten en sinnimos en esas circunstancias; y el mundo lo gobiernan
finalmente los infantiles, los bandidos y los canallas. A los que se niegan a hacer lo que se les
dice se les persigue y en ocasiones se los ejecuta cuando molestan a los explotadores; y los
explotados caen en la pobreza cuando carecen de especficas habilidades lucrativas. En el
momento actual media Europa, que ha tumbado a la otra media, trata de matarla a puntapis, y
es posible que lo consiga; procedimiento que, en pura lgica, es slidamente neodarwiniano.
Y la mayora de personas de buen carcter contempla eso horrorizada y sin poder hacer nada,
o se deja persuadir, por los diarios de sus explotadores, de que el pateo es no slo una slida
inversin comercial, sino tambin un acto de divina justicia de que ellos son ardorosos
instrumentos.
Pero si el hombre es realmente incapaz de organizar una gran civilizacin y no puede
organizar bien, ni mucho menos, una aldea o una tribu, para qu sirve darle una religin?
Una religin puede darle hambre y sed de justicia; pero, lo dotar de la capacidad prctica
para satisfacer ese apetito? Las buenas intenciones no llevan consigo ni un grano de ciencia
poltica, que es una ciencia muy complicada. Que yo sepa, los estudiosos ms incansables,
desinteresados y dedicados a esta ciencia en Inglaterra son mis amigos Sydney y Beatrice
Webb. Y les ha llevado cuarenta aos de trabajo preliminar, en el curso de los cuales han
publicado varios tratados comparables con La riqueza de las naciones, de Adam Smith,
el formular una construccin poltica adecuada a las necesidades existentes. Si esta es la
medida de lo que pueden conseguir en toda una vida una extraordinaria capacidad, una
penetrante aptitud natural, unas oportunidades excepcionales y la falta de preocupacin de
tener que ganarse el pan, qu vamos a esperar del parlamentario para quien la ciencia poltica
es tan remota y de tan mal gusto como el clculo diferencial y para quien una cuestin tan
elemental, pero vital, como la ley de la renta econmica es un pons asinorum al que no
hay que acercarse y mucho menos cruzar? O de los electores corrientes, la mayora de los
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cuales tienen que trabajar tanto para ganarse la vida que no pueden ponerse a leer sin que a los
cinco minutos les entre el sueo?
HAY ALGUNA ESPERANZA EN LA EDUCACIN?
La respuesta habitual es que debemos educar a nuestros maestros, esto es, que debemos
educarnos nosotros mismos. Debemos ensear ciudadana y ciencia poltica en la escuela.
Pero, debemos ensearla? No hay "debemos" que valga, pues la dura realidad es que no
debemos ensear ciencia poltica o ciudadana en la escuela. El maestro que intentara
ensearla se vera pronto en la calle sin dinero y sin alumnos, si no en el banquillo de los
acusados y defendindose contra una acusacin, pomposamente redactada, de sedicin contra
los explotadores. Nuestras escuelas ensean la moral del feudalismo corrompida por el
comercialismo y defendida por el conquistador militar, por el barn bandido y por el especu-
lador, como modelos de personas ilustres y triunfantes. Los profetas que ven a travs de esta
impostura predican y ensean en vano un evangelio mejor: los individuos a quienes
convierten desaparecen fatalmente al cabo de pocos aos; y las nuevas generaciones se ven
llevadas otra vez en las escuelas a la moral del siglo XV y se creen liberales cuando defienden
las ideas de Enrique VII y caballerosos cuando oponen a ellas las ideas de Ricardo III. As, el
hombre educado es un fastidio mucho mayor que el ineducado: en realidad, es la ineficiencia
y la falsa del aspecto educativo de nuestras escuelas (a las que, de no ser por obligacin, los
padres no mandaran a sus hijos si las escuelas no sirvieran de prisiones donde los inmaduros
no pueden molestar a los maduros) la que nos salva de estrellarnos contra las rocas de la falsa
doctrina en vez de ir a la deriva en la corriente de la mera ignorancia. A travs del maestro no
hay salida.
EDUCACIN HOMEOPTICA
En verdad, a la humanidad no se la puede salvar desde fuera, ni por maestros de escuela
ni por ninguna otra clase de maestros; lo nico que pueden hacer esos maestros es lisiarla y
esclavizarla. Dicen que si se lava a un gato, no se vuelve a lavar jams: lo que es cierto es que
si a un hombre se le ensea algo, no lo aprender nunca; y si se le cura de una enfermedad no
sabr curarse la prxima vez que la enfermedad lo ataque. Por lo tanto, quien quiera ver
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limpio a un gato debe volcarle encima un balde de barro, y el gato se tomar entonces un tra-
bajo extraordinario para limpiarse a lengetazos y acabar por quedar ms limpio que antes.
De la misma manera, cuando los mdicos que "estn al da" (digamos un 0,0005 por ciento de
los autorizados a ejercer, y el 20 por ciento de los no autorizados) quieren librarnos de una
enfermedad o un sntoma, nos inoculan esa enfermedad o nos dan una droga que produce el
sntoma, para provocar nuestra resistencia, como el barro provoca al gato para que se lave a s
mismo.
Ahora bien, una persona aguda preguntar instantneamente por qu, si eso es as,
nuestra falsa educacin no provoca a nuestros hombres cultos para que encuentren la verdad.
La respuesta es, en parte, que los provoca. Voltaire fu discpulo de los jesuitas; Samuel
Butler fu discpulo de un sacerdote rural irremediablemente convencional y equivocado.
Pero Voltaire era Voltaire, y Butler era Butler, es decir, tenan una mentalidad tan
anormalmente poderosa que pudieron eliminar todas las dosis de veneno que paralizan a las
mentalidades ordinarias. Cuando los mdicos inoculan y los homepatas dosifican, dan una
dosis infinitamente atenuada. Si dieran un virus de plena potencia venceran nuestra
resistencia y produciran su efecto directo. Las dosis de doctrina falsa que se dan en las
escuelas preparatorias y en las universidades son tan grandes que vencen la resistencia que
una dosis diminuta provocara. El estudiante normal se corrompe irremisiblemente, y al genio
que resiste no le queda ms remedio que irse del pas, si puede. Byron y Shelley tuvieron que
huir a Italia mientras Castlereagh y Eldon dirigan los asuntos. A Rousseau lo acosaron en
frontera tras frontera; Karl Marx pas hambre en el exilio en una habitacin de Sobo; a
Ruskin le rechazaron artculos las revistas (era demasiado rico para que lo pudieran perseguir
de otro modo). Mientras tanto, unos don nadie ya olvidados gobernaban el pas, mandaban a
la gente a las crceles o al cadalso por blasfemia y sedicin (por decir la verdad acerca de la
Iglesia y del Estado) y laboriosamente acumulaban el mal y la corrupcin social que de vez en
cuando estallaba en unos diviesos gigantescos que haba que sajar con un milln de
bayonetas. Este es el resultado de la educacin aloptica. No se ha ensayado oficialmente
todava la educacin homeoptica, que sera evidentemente un asunto delicado. Un cuerpo de
maestros de escuela que incitara a sus discpulos a pecaditos infinitesimales con objeto de
provocarlos a exclamar "Atrs Satans!", o que les dijera inocentes mentirillas sobre historia
para que contradijeran, insultaran y refutaran, hara ciertamente menos dao que nuestros
actuales educadores alpatas; pero entonces nadie abogara por la educacin bomeoptica. La
alopata ha producido la venenosa ilusin de que ilumina en vez de oscurecer. Lo que sugiero
puede explicar, sin embargo, por qu mientras la mente de la mayora de las personas
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sucumbe a la inculcacin y al ambiente, unos pocos -las personas sinceras y decentes
procedentes de tugurios propios de ladrones, y los escpticos y realistas procedentes de
casas rurales- reaccionan vigorosamente.
LA DIABLICA EFICIENCIA DE LA EDUCACIN TCNICA
Entretanto y ahora viene lo horrible de todo ellonuestra instruccin tcnica es
honrada y eficiente. Al chico que asiste a las escuelas preparatorias para estudios
universitarios se le ciega, engaa y corrompe minuciosamente en lo referente a una sociedad
basada en aprovecharse de todo para hacer dinero; y el chico aprende a disparar tiros y a
cabalgar y a mantenerse en buen estado fsico, con toda la ayuda y gua que se le pueden
procurar con el sincero deseo de que haga esas cosas bien y, si es posible, superlativamente
bien. En el ejrcito aprende a volar, a tirar bombas y a manejar ametralladoras lo mejor que
pueda. El descubrimiento de explosivos potentes trae recompensas y honores; la instruccin
en la manufactura de armas, acorazados, submarinos y bateras terrestres que aplican
destructivamente aquellos explosivos es muy sincera: los instructores saben lo que ensean
y se proponen que los aprendices aprendan de verdad. El resultado es que los poderes de
destruccin que no se podran confiar sin cierta intranquilidad ni a la infinita prudencia
unida a la infinita benevolencia, se ponen en manos de patriotas romnticos con alma de
chicos de escuela, quienes, por generosos que sean por naturaleza, son por educacin unos
ignorantones, unos engaados, unos snobs y unos deportistas para quienes la lucha es una
religin y el matar una hazaa; mientras que el poder poltico, intil en esas circunstancias,
excepto para los imperialistas militaristas presas de crnico terror de la invasin y la
subyugacin, los imbciles pomposos y vacuos, los aventureros comerciales para quienes la
organizacin de los servicios industriales de la nacin por ella misma equivaldra a perder la
partida, los financieros parsitos del mercado del dinero, y los simplemente estpidos
conservadores de todo lo que existe por la mera razn de que estn acostumbrados a ello, se
obtiene mediante la herencia, la simple compra, sosteniendo peridicos y fingiendo que son
rganos de la opinin pblica, mediante arteras de mujeres seductoras, y prostituyendo el
talento ambicioso para llevarlo al servicio de los especuladores, quienes son los que marcan
el paso porque, despus de haberse asegurado todo el botn que han podido, son los nicos
que pueden pagar al gaitero. Ni los gobernantes ni los gobernados entienden la alta poltica.
No saben ni siquiera que es una rama de la ciencia poltica; pero entre todos pueden
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coaccionar y esclavizar con una eficacia fatal y llegar hasta borrar una civilizacin, por
haber sido instruidos sincera y eficazmente para matar. En esencia, todos los gobernantes
son deficientes; y no hay nada peor que el gobierno de deficientes que cuentan con
irresistibles poderes de coaccin fsica. Las personas vulgares y sensatas se someten y
obligan a los dems a someterse porque se les ha enseado eso como un artculo de f e o
puntillo de honor. Aquellos en quienes unas luces naturales han reaccionado contra la
educacin artificial se someten porque se ven obligados a someterse, pero si no fueran unos
cobardes se resistiran y acabaran por resistirse eficazmente. Son unos cobardes porque, no
profesando ninguna religin oficial o establecida ni un puntillo de honor reconocido
generalmente, forcejeando contra sus convicciones particulares se ven obligados a mandar a
sus hijos a escuelas donde los corrompern, porque no hay otras. Los gobernantes se sienten
igualmente intimidados por la inmensa extensin y abaratamiento de los medios de matanza y
destruccin. El gobierno ingls teme a Irlanda, ahora que los submarinos, las bombas y los
gases venenosos son baratos y fciles de hacer, ms de lo que tema al Imperio alemn antes
de la guerra; en consecuencia, la antigua cautela inglesa, que mantena un equilibrio de
fuerzas mediante su dominio de los mares, se intensifica hasta convertirse en un terror que no
ve seguridad ms que en el absoluto dominio militar sobre el mundo entero, es decir, en una
imposibilidad que en detalle les parecer, sin embargo, posible a los soldados y a los insulares
y parroquiales patriotas civiles.
ENDEBLEZ DE LA EDUCACIN
Esta situacin se ha planteado ya tan a menudo en lo pasado, siempre con el mismo
resultado de un hundimiento de la civilizacin (el profesor Flinders Petrie ha revelado el
secreto de previos hundimientos), que los ricos gritan instintivamente: "Comamos y bebamos,
pues maana moriremos", y los pobres: "Hasta cundo, Seor, hasta cundo?" Esto no
significa que si el hombre no puede encontrar el remedio no se va a encontrar un remedio: la
fuerza que produjo al hombre cuando el mono dej que desear puede producir un ser de ms
talla que el hombre si el hombre deja que desear. Lo que significa es que si se ha de salvar el
hombre, se debe salvar l mismo. Le falta mucho para ser un ser ideal.
Dentro de lo mejor que sea actualmente, muchos de sus modos de obrar son tan
desagradables que no se pueden mencionar en la sociedad corts, y padece tanto que se ve
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obligado a fingir que el dolor es a veces un bien. La naturaleza se desentiende del
experimento humano, que se mantendr o caer por sus propios resultados, Si el hombre no
sirve, la naturaleza ensayar otro experimento.
Qu esperanza hay en la mejora humana? Segn los darwinianos, y llegando hasta los
mecanicistas, ninguna, pues la mejora no puede producirse sino mediante un accidente sin
sentido, que, segn el promedio de estadsticas de accidentes, quedar pronto eliminado por
algn otro accidente que igualmente carecer de sentido. EVOLUCIN CREADORA
Pero este triste credo no desalienta a quienes creen que el impulso productor de
evolucin es creador. Han observado el simple hecho de que la voluntad de hacer una cosa
cualquiera, al llegar a cierto punto de intensidad provocado por la conviccin de su necesidad
crea y organiza un nuevo tejido biolgico para hacerla. Para ellos, por lo tanto, la humanidad
no est acabada todava, ni mucho menos. Si el atleta que levanta pesas puede "hacerse un
msculo" cuando lo mueve el trivial estmulo de la competencia atltica, parece razonable
creer que un filsofo igualmente convencido y que se ponga a ello en serio pueda "hacerse un
cerebro". Ambos siguen una direccin vital para un propsito determinado. La evolucin nos
indica esa direccin haciendo toda clase de cosas: da al centpedo cien pies y priva totalmente
de pies al pez, construye pulmones y brazos para su uso en tierra
y agallas y aletas para el mar, hace que el mamfero geste sus hijos dentro de su cuerpo
y que el ave incube los suyos fuera de s; y nos ofrece a eleccin, por decirlo as, toda clase de
medios corporales para mantener nuestra actividad y aumentar nuestros recursos.
LONGEVIDAD VOLUNTARIA
Entre otros asuntos aparentemente cambiables a voluntad est la duracin de la vida
individual. Weismann, bilogo muy inteligente y sugestivo a quien desgraciadamente el
neodarwinismo redujo a la idiotez, seal que la muerte no es una eterna condicin de la vida,
sino un expediente introducido para producir una continua renovacin y evitar el exceso de
poblacin. Ahora bien, la Seleccin Circunstancial no explica la muerte natural; slo explica
la sobrevivencia de especies cuyos individuos tienen suficiente sentido comn para decaer y
morir deliberadamente. Pero los individuos no parecen haber calculado muy razonablemente:
nadie puede explicar por qu un loro vive diez veces ms tiempo que un perro y que una
tortuga sea casi inmortal. En el caso del hombre se ha pasado de la raya, y el hombre no vive
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bastante tiempo; para todos los fines de la civilizacin el hombre es simplemente un nio
cuando muere; y nuestros Primeros Ministros, considerados como hombres hechos y
derechos, dividen su tiempo entre el campo de golf y la banca de la Tesorera en el
Parlamento. Es de presumir, sin embargo, que la misma fuerza que cometi este error pueda
remediarlo. Si, por razones de oportunismo, el Hombre fija ahora el trmino de su vida en
setenta aos, lo mismo puede fijarlo en trescientos o en tres mil, o hasta el lmite fijado por la
autntica Seleccin Circunstancial, que sera hasta que un accidente, tarde o temprano
inevitablemente fatal, termine con el individuo. Todo lo que se necesita para hacerle extender
su trmino actual es que las tremendas catstrofes, como la de la ltima guerra, lo convenzan,
si la raza se ha de salvar, de la necesidad de dejar atrs su aficin al golf y a fumar puros. Esto
no es una especulacin fantstica; es biologa deductiva, si existe la ciencia llamada biologa.
Aqu, pues, hay una piedra a la que hemos dejado sin darle vuelta y es posible que valga la
pena de drsela. Para hacer que la sugestin sea ms entretenida que lo que sera para la
mayora de la gente en forma de un tratado de biologa, he escrito Vuelta a Matusaln como
contribucin a la Biblia moderna.
Sin embargo, muchas personas pueden leer tratados y no pueden leer Biblias. Darwin no
poda leer a Shakespear. A algunos que pueden leer a Shakespear y Biblias les gusta conocer
la historia de sus ideas. A otros su ignorancia en historia los enmaraa tanto en la actual
confusin entre la Evolucin Creadora y la Seleccin Circunstancial, que cualquier distincin
entre las dos les deja perplejos. En consideracin a ellos debo exponer aqu una breve historia
del conflicto entre el criterio sobre Evolucin adoptado por los darwinianos (aunque no del
todo por el propio Darwin) y llamado Seleccin Natural, y el que est emergiendo, bajo el
ttulo de Evolucin Creadora, como la genuina religin cientfica que todos los hombres
discretos esperan con ansiedad.
LOS PRIMEROS EVOLUCIONISTAS
La idea de la Evolucin, o Transformacin, como ahora se le llama a veces, no fu
concebida por primera vez por Charles Darwin o por Al f red Russel Wallace, quien
observ el funcionamiento de la Seleccin Circunstancial al mismo tiempo que Charles.
El celebrado Buffon fu mejor evolucionista que ninguno de los dos; y, dos mil aos
antes de que naciera Buffon, el filsofo griego Empdocles opinaba que todas las formas
de la vida son transformacin de cuatro elementos: Fuego, Aire, Tierra y Agua,
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efectuada por dos fuerzas innatas de atraccin y repulsin, o amor y odio. Tan tarde
como 1860, a m mismo, siendo un chico, me ensearon que todo se compona de esos
cuatro elementos. Los empedocleanos y los evolucionistas se oponan a quienes crean
en la creacin separada de todas las formas de vida tal como la describe el Gnesis. Este
"conflicto entre la religin y la ciencia", como se deca entonces, no dej absolutamente
nada perpleja a mi mente infantil; yo saba perfectamente, sin saber que lo saba, que la
validez de una explicacin no es lo mismo que la ocurrencia de un hecho. Pero a medida
que f u creciendo me encontr con que tena que elegir entre la Evolucin y el Gnesis.
Si se crea que los perros, los gatos, las serpientes, los pjaros, los escarabajos, las
ostras, las ballenas, los hombres y las mujeres fueron ideados y hechos y se les puso un
nombre en el Paraso Terrenal en el comienzo de los tiempos, no se era evolucionista. Si
uno crea, por el contrario, que las distintas especies son modificaciones, variaciones y
elaboraciones de un material primario, o hasta de unos pocos materiales primarios, uno
era evolucionista. Pero no era
necesariamente darwiniano; pues se poda haber sido evolucionista moderno
veinte aos antes de que naciera Darwin y durante el trmino de toda una vida antes de
que publicara su Origen de las Especies. En cuanto a eso, cuando Aristteles agrup
como parientes consanguneos a los animales con columna vertebral, inici el gnero
de clasificacin que, llevada por Darwin hasta el mono y el hombre, disgustaba tanto a
mi to.
El Gnesis fu dueo del terreno hasta la poca del famoso botnico Linneo
(1707-1778). Entretanto, se haba inventado el microscopio, que revel un mundo
nuevo de seres hasta entonces invisibles, llamados infusorios, porque se pudo saber que
el agua era una infusin de ellos. En el siglo XVIII los naturalistas se interesaron
mucho por las amebas infusorias y les sorprendi muchsimo la manera de portarse y
desarrollarse de los miembros de esa antigua familia. Pero todava sigui siendo
posible que Linneo empezara un tratado diciendo: "Hay exactamente tantas especies
como fueron las formas creadas en el principio", aunque entonces vivan centenares de
vulgares jardineros escoceses y de criadores de palomas y de ganado que estaban mejor
informados que l. El propio Linneo lleg a estar mejor informado antes de morir. En
su ltima edicin de su Sistema de la Naturaleza empez a preguntarse si no sera
posible la transmutacin de las especies por la variacin. Entonces apareci el gran
poeta que salt por encima de los hechos a la conclusin. Goethe dijo que todas las
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formas de la creacin eran primas; que deba de haber un comn material primario del
que procedan todas las especies; y que fu el ambiente areo el que produjo el guila,
el ambiente acutico el que produjo la foca, y el ambiente terrestre el que produjo el
topo. No poda decir cmo haba ocurridoeso, pero adivin que haba ocurrido.
Erasmus Darwin, abuelo de Charles, llev mucho ms adelante la teora ambiental,
sealando caso tras caso de modificaciones ocurridas en las especies, al parecer
para adaptarlas a las circunstancias y al ambiente; por ejemplo, diciendo que los
brillantes colores del leopardo, que lo hacen tan conspicuo en Regent's Park, lo
ocultan en una selva tropical. Finalmente escribi como declaracin de fe: "El
mundo es producto de evolucin, no de creacin; ha surgido poco a poco de un
principio pequeo y ha aumentado mediante la actividad de fuerzas elementales
encarnadas en s mismo, por lo que ms que producto completo del conjuro de una
palabra todopoderosa es resultado de un crecimiento. Sublime idea del inf inito
poder del gran Arquitecto, Causa de todas las causas, Padre de todos los padres, Ens
Entium! Porque si comparramos el Infinito, seguramente se necesitara un Infinito
ms grande para producir las causas y los efectos que para producir los efectos
mismos." En esto, publicado en el ao 1794, est definida con precisin la
Evolucin tal como se la entenda en el siglo XIX. No fue Erasmus Darwin su nico
apstol, La evolucin estaba entonces en el aire. Un bilogo alemn llamado
Treviranus, cuyo libro apareci en 1802, escribi: "En todo ser vivo existe una
capacidad. para infinitas diversidades de forma. Cada uno posee el poder de adaptar
su organizacin a las variaciones del mundo externo." Ah tienen ustedes la
evolucin del Hombre desde la ameba, completa mientras todava navegaba Nelson.
Y en 1809, antes de la batalla de Waterloo, un soldado francs llamado Lamarck,
que convirti su mosquetn en un microscopio y se hizo zologo, dijo que las
especies eran una ilusin producida por la brevedad de nuestras vidas individuales y
que estn constantemente cambiando y fundindose unas con otras para convertirse
en nuevas formas, lo que se poda decir con tanta seguridad como que las agujas de
un reloj se mueven continuarnente aunque por moverse muy despacio nos parezca
que estn quietas. Desde entonces hemos empezado a pensar que su actividad no es
tan continua; que el reloj se para por mucho tiempo y de pronto le "da cuerda" una
mano misteriosa. Pero no nos ocupemos de esto por el momento.
ADVENIMIENTO DE LOS NEOLAMARCKIANOS
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Llamo especialmente la atencin sobre Lamarck porque ms tarde hubo
neolamarckianos as como neodarwinianos. Yo fui neolamarckiano. Lamarck fu ms
adelante en el concepto de la Evolucin como ley general en el sentido que la expuso
Charles Darwin, que era el mtodo evolutivo. Mientras haca muchas ingeniosas su -
gestiones acerca de la reaccin de las causas externas sobre la vida y las costumbres,
tales como los cambios de clima, abastecimiento de alimentos, trastornos geolgicos
y dems, Lamarck sostuvo seriamente, como proposicin fundamental, que los
organismos vivos cambiaban porque queran cambiar. Tal como lo expuso, el gran
factor en la Evolucin es el uso y el desuso. Si no se tienen ojos y se quiere ver y se
insiste en intentar ver, se acaba teniendo ojos, Si, como el topo o pez subterrneo, se
tienen ojos y no se quiere ver, se acaba perdiendo los ojos. Si le gustan a uno las
hojas tiernas de la punta de los rboles lo suficiente para hacerle concentrar todas sus
energas en alargar el cuello, acabar teniendo un cuello largo, como la jirafa. Esto
les parece absurdo a quienes, en el primer rubor, no se paran a pensar; pero todos
sabemos, por propia experiencia, que, exactamente por este mismo proceso, un nio que
anda dando tumbos en el suelo acaba por ser un chico que camina erguido; o que un
hombre de bruces en la carretera con una barbilla contusionada, o en posicin supina sobre
el hielo con un occipucio estropeado, se convierte en un ciclista o en un patinador. El
proceso no es continuo, como lo sera si la mera prctica tuviera algo que ver en l, pues
aunque durante la leccin pueda uno progresar en cada una de las lecciones de ciclismo, al
empezar la siguiente no se empieza en el punto en que qued la anterior, sino que, al
parecer, se retrotrae uno al comienzo. Finalmente se consigue de pronto montar bien y no
hay recada. Ms milagroso an: los nuevos conocimientos se aplican inconscientemente,
Aunque uno est adaptando la rueda delantera al propio equilibrio con tanto cuidado y
actividad que si se agarrota el manubrio por un segundo la bicicleta lo tira a uno al suelo, y
aunque cinco minutos antes le era imposible hacerlo, lo hace uno tan inconscientemente
como le crecen a uno las uas. Tiene uno una nueva facultad, y hay que crear un nuevo
tejido corporal para que le sirva de rgano. Y lo ha conseguido simplemente con la
voluntad. Porque en esto no se puede hablar de la Seleccin Circunstancial o de la
supervivencia de los ms aptos. El hombre que est aprendiendo a andar en bicicleta no
tiene en la lucha por la vida ninguna superioridad sobre el no ciclista. Ha adquirido un
nuevo hbito, un hbito automtico e inconsciente, simplemente porque quera adquirirlo
y no ha cesado de quererlo hasta que se le ha aadido.
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CMO SE HEREDAN LOS CONOCIMIENTOS
ADQUIRIDOS
Pero cuando su hijo, a su vez, intenta patinar o andar en bicicleta, su habilidad no
empieza all donde termin la del padre, como no nace con seis pies de estatura, barba y
sombrero de copa. Y de nuevo vuelve a ocurrir el salto atrs que ocurra entre leccin y
leccin. La raza aprende exactamente igual que el individuo, El hijo del ciclista tiene una
recada, no hasta el mismsimo principio, pero s hasta un punto que ningn mtodo
mortal de medidas puede distinguir del comienzo. Ahora bien, esto es extrao; porque
ciertos hbitos de uno, igualmente adquiridos (para el Evolucionista, por supuesto, todos
los hbitos son adquiridos), igualmente inconscientes, igualmente automticos, se
trasmiten sin ninguna perceptible recada. Por ejemplo, el primer acto de su hijo cuando
entra en el mundo como individuo separado es berrear con indignacin, con el berrido
que segn Shakespear es el ms trgico y lamentable de todos los sonidos, En el acto de
berrear empieza a respirar: otro hbito que ni siquiera es necesario, pues el fin de respirar
se puede alcanzar de otros modos, como lo alcanzan los peces de profundidades marinas.
El nio hace que circule su sangre bombendola con su corazn. Pide de comer y
procede inmediatamente a efectuar con la comida que traga las ms complicadas
operaciones qumicas. Manufactura dientes, prescinde de ellos y los reemplaza con otros
nuevos. Comparados con estas hazaas habituales, el andar, el tenerse erguido y el
montar en bicicleta son meras bagatelas; sin embargo, si puede estar erguido, andar o
montar en bicicleta es porque quera y ha insistido en quererlo, mientras que los otros
hbitos, mucho ms difciles y complejos, no slo no los quiere ni los intenta
conscientemente, sino que se opone a ellos consciente y vigorosamente. Fjense en el
temprano hbito de echar dientes; los echara el nio si pudiera evitarlo? Fjense en el
otro hbito ms tardo, de decaer y eliminarse mediante la muerte-otro hbito adquirido,
recurdenlo. Cmo lo aborrece el hombre! Sin embargo, el hbito ha llegado a estar tan
enraizado y a ser tan automtico, que debe cumplirlo a pesar de s mismo y aun a costa
de su propia destruccin.
Tenemos aqu una rutina que, si se le da tiempo bastante para que opere, acabar por
producir las formar ms complicadas de vida organizada siguiendo las lneas lamarckianas
sin ninguna intervencin de la Seleccin Circunstancial. Si se puede transformar a un
peatn en un ciclista o a un ciclista en un pianista o violinista, sin intervencin de la
Seleccin Circunstancial, se puede transformar a una ameba en un hombre o a un hombre
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en un superhombre sin aquella intervencin. Todo lo cual es una crasa hereja para el
neodarwiniano, quien imagina que si se detiene la Seleccin Circunstancial, no slo se
detiene el desarrollo, sino que se inaugura una rpida y desastrosa degeneracin.
Grabemos bien en la mente el proceso evolutivo lamarckiano. Uno est vivo y
quiere estar ms vivo. Quiere una extensin de la conciencia y de las facultades, En
consecuencia, quiere nuevos rganos, o nuevos usos de los rganos que tiene, es decir,
nuevos hbitos. Uno los adquiere porque los desea con tal intensidad que no cesa de tratar
de conseguirlos hasta que los consigne. Nadie sabe cmo, nadie sabe por qu; lo nico que
sabemos es que eso ocurre. Entre esfuerzo y esfuerzo recaemos triste mente hasta que se
modifica el antiguo rgano o se crea uno nuevo, momento en que lo imposible se hace
posible y se forma el hbito. En el momento que lo formamos queremos desprendernos de
lo que tiene de consciente, para economizar nuestra conciencia para nuevas conquistas en
la vida, pues todo lo consciente significa preocupacin y obstruccin. Si tuviramos que
pensar en respirar, en digerir o en hacer que circule la sangre, no podramos fijar la
atencin en nada ms, como nos damos cuenta, a nuestra costa, cuando algo no anda bien
en esas operaciones. Tanto queremos ejecutarlas inconscientemente como queramos
adquirirlas, y finalmente conseguimos lo que queramos. Pero la inconsciencia en nuestros
hbitos la ganamos a costa de perder nuestro dominio sobre ellos; y tambin nos hacemos
una nueva costumbre y la correspondiente modificacin funcional de nuestros rganos en
otros, y as llegamos a depender de nuestros viejos hbitos. La consecuencia es que te-
nemos que persistir en ellos aunque nos hagan dao. No podemos dejar de respirar para
evitar un ataque de asma o para no ahogarnos. Podemos perder una costumbre o descartar
un rgano cuando ya no lo necesitamos, exactamente igual que como los adquirimos; pero
este proceso es lento e interrumpido por recadas; y las reliquias del rgano y el hbito
sobreviven mucho tiempo a su utilidad. Y si sobre los rganos de que queremos des-
cartarnos se han construido otros hbitos y modificaciones todava indispensables, antes
de demoler el antiguo rgano debemos suministrar la base para ellos. Este es tambin un
proceso lento y muy curioso.
EL MILAGRO DE LA RECAPITULACIN CONDENSADA
Las recadas entre los esfuerzos para adquirir un habito son importantes porque, como
hemos visto, no slo ocurren entre esfuerzo y esfuerzo en el caso del individuo, sino entre
generacin y generacin en el caso de la raza, La recada de generacin en generacin es
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una invariable caracterstica en el caso de la raza. Aunque Rafael, por ejemplo, descenda de
ocho ininterrumpidas generaciones de pintores, tuvo que aprender a pintar como si ningn
Sanzio hubiera manejado jams un pincel, Pero tambin tuvo que aprender a respirar, a
digerir y a hacer que le circulara la sangre. Aunque su padre y su madre eran adultos
plenamente desarrollados cuando lo concibieron, no lo concibieron ni naci completamente
crecido; tuvo que volverse atrs y empezar por un puntito de protoplasma y luchar a travs
de toda una vida embrinica durante parte de la cual no se le distinguia de un perro
embrinico y careca de crneo y de columna vertebral. Cuando al fin adquiri estos
artculos le qued durante algn tiempo la duda de si era un pjaro o un pez, En nueve
meses tuvo que comprimir incontables siglos de desarrollo antes de ser lo suficientemente
humano como para desprenderse y empezar una vida independiente. Y aun entonces era tan
incompleto que sus padres hubieran podido muy bien exclamar: "Santos cielos! No has
aprendido nada de nuestra experiencia, puesto que vienes al mundo en este estado
ridculamente elemental? Por qu no sabes hablar, andar, pintar y portarte decentemente?"
El nio Rafael no tena respuesta para estas preguntas, Lo nico que poda haber dicho es
que as es como ocurre la evolucin o transformacin. Quiz llegue la poca en que la
misma fuerza que comprime el desarrollo de millones de aos en nueve meses pueda
comprimir muchos ms millones en un espacio an ms breve; por lo que es posible que
nazcan Rafaeles pintores como nacen ahora sabiendo respirar y hacer circular la sangre,
Pero siempre empezarn por ser puntitos de protoplasma, y la facultad de pintar la
adquirirn en el seno de su madre en una etapa muy posterior de su vida embrinica.
Tendrn que condensar la historia de la humanidad en sus propias personas, por muy breve-
mente que la condensen.
Nada hubo en los descubrimientos de los embrilogos tan asombroso y
significativo, ni tan absurdamente poco apreciado, como esta recapitulacin, como se le
llama ahora: este poder de apresurar en unos meses un proceso que en otro tiempo fu
tan largo y tedioso que el contemplarlo se les hace insoportable a los hombres cuya vida
dura setenta aos. Ampli las posibilidades humanas hasta el punto de darnos la
esperanza de que las operaciones ms largas y difciles de nuestra mente puedan
efectuarse un da instantneamente, o, como decimos nosotros, instintivamente. Dirigi
tambin nuestra atencin a ese acumular siglos en segundos que nos salta a los ojos en
todas direcciones. En el momento en que escribo estas lneas los diarios se ocupan de las
hazaas de un nio de ocho aos que acaba de derrotar a veinte ajedrecistas adultos en
veinte partidas simultneas y que despus ha podido reconstruir las veinte sin ningn es-
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fuerzo aparente de memoria. La mayora de las personas, incluso yo mismo, juegan al
ajedrez (si juegan) de una jugada a otra y apenas si pueden recordar la penltima 0
prever las dos siguientes. Igualmente, cuando yo tengo que hacer un clculo aritmtico lo
tengo que hacer paso a paso con lpiz y papel, y con tan poca confianza en el resultado,
que no me atrevo a basarme en ese clculo sin "hacer la prueba" de la suma con ms
clculos que implican ms cifras. Pero hay hombres que no saben leer ni escribir
palabras ni cifras, para quienes la respuesta a las sumas que yo soy capaz de hacer es
instantneamente obvia sin ningn clculo consciente; y el resultado es infalible. Pero
algunos de estos aritmticos natos tienen un vocabulario reducido, se sienten perdidos
cuando tienen que encontrar palabras para todo lo que no sean las ocasiones cotidianas
ms simples, y ni poniendo toda su alma pueden describir las operaciones mecnicas que
efectan diariamente en el curso de su oficio o profesin; mientras que a m todo el
vocabulario de la literatura inglesa, desde Shakespear hasta la ltima edicin de la
Enciclopedia Britnica, me acude tan completa e instantneamente que jams he tenido
que consultar ni siquiera un diccionario de sinnimos ms que una o dos veces cuando
por alguna razn quera un tercero o cuarto sinnimo. Igualmente, aunque he intentado,
fracasando, dibujar retratos reconocibles de personas a quienes he visto diariamente
durante muchos aos, Bernard Partridge obtiene un parecido exacto y lleno de vida sin
ms que ver a una persona una vez ni ms esfuerzo que el necesario para comer un
sandwich. El teclado de un piano es para m un dispositivo que nunca he podido
dominar, pero Cyril Scott lo usa con la misma exactitud que yo mis dedos; y para Sir
Edward Elgar una partitura orquestal es tan inteligible a primera vista como para m una
pgina de Shakespear. Un hombre no puede, despus de intentarlo muchos aos, tocar
con facilidad la flauta. Otro toma una flauta cuyas llaves estn ordenadas segn una
nueva invencin, y la toca en el acto sin cometer una pifia. Todos conocemos personas
para quienes el escribir es tan difcil que prefieren firmar su nombre con un signo, y al
lado de ellas hay otras que dominan la taquigrafa e improvisan nuevos sistemas propios
con la misma facilidad con que aprendieron el alfabeto. Estos contrastes se ven a derecha
e izquierda y no tienen nada que ver con diferencias de inteligencia general, ni siquiera
con la inteligencia especial correspondiente a la facultad en cuestin: por ejemplo,
ningn compositor o autor dramtico ha pretendido jams ser capaz de ejecutar todas las
partes que escribe para los cantantes, actores e instrumentistas que son sus ejecutantes.
Eso sera lo mismo que esperar que Napolen fuera un buen esgrimista o que el
Astrnomo Real sepa mejor que su contable cuntos porotos suman cinco. Ni siquiera el
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excepcional dominio del lenguaje implica la posesin de ideas: Mezzofanti, que
dominaba cincuenta y ocho idiomas, tena menos que decir en ellos que Shakespear con
su poco latn y menos griego; y la vida pblica es el paraso de los hueros volubles.
Todos estos ejemplos, que se podran multiplicar por millones, son casos en que el
largo, laborioso, consciente y detallado proceso de la adquisicin de hbitos se ha
condensado en uno instintivo e inconsciente con el cual se nace. Factores que antes haba
que considerar uno por uno se integran en lo que parece un factor nico y simple. Series
de problemas difcilmente solubles se han comprimido en uno que se resuelve a s mismo
en el momento que se plantea, Es ms: se los ha empujado atrs (o adelante, si se
prefiere) y de ser prenatales pasan a ser prenatales, El nio puede tardar, en la matriz,
tiempo en resolverlos, pero un tiempo milagrosamente corto.
El fenmeno implicado en cuanto al tiempo es curioso y sugiere que, o estamos
equivocados acerca de nuestra historia, o exageramos enormemente los perodos reque-
ridos por la adquisicin prenatal de hbitos. En el siglo XIX hablbamos con gran
volubilidad sobre perodos geolgicos y de la manera ms seorial tirbamos millones de
monedas en nuestra reaccin contra la cronologa del arzobispo Ussher. Tenamos la
mana de las grandes cifras y nos gustaba positivamente creer que el progreso que haca el
nio en la matriz estaba representado por eras y eras en la poca prehistrica. Insistamos
en que la Evolucin avanzaba ms despacio de lo que se arrastra un caracol y que la
Naturaleza no procede a saltos. Todo eso estaba muy bien mientras nos ocupbamos de
hbitos adquiridos tales como los de respirar y digerir. Era posible creer que la lenta
adquisicin de esos hbitos haba durado docenas de pocas. Pero cuando tenemos que
considerar el caso de un hombre que nace no slo como un perfecto metabolista, sino con
tal aptitud para manipular con la taquigrafa o el teclado de un piano, que para cuando
puede dirigir inteligentemente sus manos tiene ya por lo menos cinco sextos de taqugrafo
o pianista, nos vemos obligados a sospechar que el teclado del piano y la taquigrafa son
invenciones ms antiguas de lo que suponemos, o que esas "adquisiciones" se pueden
asimilar y almacenar como dotes congnitas en mucho menos tiempo del que creemos; por
lo que, como entre Lyell y el arzobispo Ussher, es posible que Lyell no pueda rerse tan
estrepitosamente como pareca hace cincuenta aos.
LA HERENCIA ES UN VIEJO ASUNTO
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Es evidente que el proceso evolutivo es hereditario, o, para decirlo menos
secamente, que la vida humana es continua e inmortal. Los evolucionistas tomaron la
herencia como la cosa ms natural. Lo mismo hizo todo el mundo. La mente humana
est empapada de herencia desde los tiempos a los que podemos remontarnos. La
aristocracia hereditaria, las monarquas hereditarias y las castas, profesiones y clases
hereditarias eran las instituciones sociales ms conocidas, y en algunos casos engorros
pblicos. Los hombres con pedigree contaban los perros con pedigree entre sus
posesiones ms apreciadas. Lejos de sentirse inconscientes o escpticos acerca de la
herencia, se tena en ella una credulidad loca: no slo se crea en la trasmisin de las
cualidades y los hbitos de generacin en generacin, sino que se esperaba que el hijo
empezara mentalmente donde se haba detenido su padre.
Esta creencia en la herencia llev naturalmente a practicar la Seleccin
Intencionada. La buena sangre y el buen origen eran buscados vidamente en el
matrimonio. Tratndose de plantas y animales, la seleccin con vistas a la produccin
de nuevas variedades se vena ya practicando desde que los hombres los cultivaban y
criaban. Mi predarwiniano to saba tan bien como Darwin que el caballo de carreras y
el caballo de tiro no eran creaciones separdas procedentes del Paraso Terrenal, sino la
adaptacin, mediante la deliberada seleccin hecha por el hombre, del caballo guerrero
medieval al moderno transporte deportivo e industrial. Saba que hay cerca de
doscientas clases distintas de perros, todos ellos capaces de producir uno con otro
variedades que Adn no conoca. Saba que lo mismo ocurre con las palomas. Saba
que los jardineros haban pasado la vida tratando de producir tulipanes negros, claveles
verdes y orqudeas inverosmiles y haban producido flores que a Eva le hubieran
parecido tan extraas como sas. Su disputa con los evolucionistas no consista en que
no admita las pruebas de la evolucin: la haba aceptado, antes de haber odo hablar de
ella, lo suficiente para probar ms de diez veces que exista. Lo que repudiaba era el pa-
rentesco con el mono, que implicaba la sospecha de que tena una cola rudimentaria,
porque le ofenda en su sentido comn y dignidad y pensaba que los monos eran
ridculos y que las colas eran diablicas cuando se las asociaba a la postura erecta.
Crea tambin que la Evolucin era una hereja que implicaba la destruccin del
cristianismo, del que, como miembro de la Iglesia Irlandesa (la seudoprotestante), se
consideraba como un pilar. Pero eso no se deba ms que a su ignorancia; porque un
hombre puede negar que desciende de un mono y ser elegible para el cargo de
churchwarden, sin dejar por eso de ser un convencido evolucionista.
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EL DESCUBRIMIENTO ANTICIPADO POR LA
ADIVINACIN
Es ms, las personas religiosas pueden decir que se contaron entre los primeros
evolucionistas. Weismann, con todo lo neodarwiniano que era, dedic un largo pasaje en
su Historia de le Evolucin a la Filosofa de la Naturaleza, de Lorenz Oken, publicada en
1809, Oken defini la ciencia natural como "la ciencia de las sempiternas trasmutaciones
del Espritu Santo en el mundo".
Su religin lo puso desde un principio en el buen camino, y no slo lo llev a
pensar todo un esquema de Evolucin en trminos abstractos, sino que le gui la puntera
en un disparo cientfico significativamente bueno que lo llev dentro de la esfera de
Weismann. No slo defini como protoplasma, o, como l deca, limo primitivo
(Urschleim),la sustancia original de que se han desarrollado todas las formas de la vida,
sino que dijo que este limo tom la forma de vesculas, de las cuales procede todo el
universo. Aqu estaba la moderna clula morfolgica adivinada por un pensador religioso
mucho antes de que el microscopio y el escalpelo la impusieran a la visin de los meros
trabajadores de laboratorio incapaces de pensar y carentes de religin. Los trabajadores
de laboratorio trabajaban muchsimo para averiguar lo que le ocurrira a un perro al que
le obturaran los conductos biliares, o al mono si la mitad de sus sesos se los quemaba un
hombre que careca totalmente de ellos, del mismo modo que un nio le arranca las patas
a una mosca para ver lo que le pasa a su vuelo, Lorenz Oken pens mucho para averiguar
lo que le pasaba al Espritu Santo, y de ese modo aport una contribucin de extra-
ordinaria importancia a nuestra comprensin de los seres que no tienen nada anormal en
sus conductos biliares o en su sesera. El hombre que era suficientemente cientfico para
ver al Espritu Santo en todos los hechos ms prosaicos de la vida se puso fcilmente a la
cabeza de los zoquetes que no saben ms que pecar contra l. De ah que mi to, al
burlarse de la Evolucin, volviera la espalda a una compaa muy respetable, y, si
alguien le hubiera sealado el solecismo que cometa, se habra retractado y disculpado
inmediatamente.
El lado metafsico de la Evolucin no era, pues, una novedad cuando lleg Darwin.
Aunque Oken no hubiera vivido jams, siempre habra habido millones de personas a
quienes desde la niez se les haba enseado a creer que a todos nos lleva continuamente
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hacia arriba una fuerza llamada Voluntad de Dios. Schopenhauer public en 1819 su
tratado El mundo como voluntad y representacin, que es el complemento metafsico de la
historia natural de Lamarck, pues demuestra que la fuerza impulsora que acta detrs de la
Evolucin es la voluntad de vivir, y de vivir, como dijo Cristo mucho antes, ms
abundantemente. Y los primeros filsofos, desde Platn hasta Leibniz, haban mantenido la
mente humana abierta al pensamiento de que tras las transformaciones fsicamente
perceptibles del universo hay una idea.
FECHAS CORREGIDAS ACERCA DEL DESCUBRIMIENTO DE LA
EVOLUCIN
Todo esto, recurdenlo, era el estado de cosas en el perodo predarwiniano, que a
muchos nos sigue pareciendo que es un perodo preevolutivo. El evolucionismo se
puso en boga antes de que la reina Victoria subiera al trono. Permtaseme, para fijar
esta cronologa, repetir lo que cont Weismann de la revolucin de julio de 1830 en
Pars, cuando los franceses se desembarazaron de Carlos X. Goethe viva todava, y un
amigo francs que f fu a visitarlo lo encontr muy agitado.
-Qu piensa usted del gran acontecimiento? -le pregunt Goethe-. El volcn est
en erupcin, es todo llamas. Ya no puede haber conversaciones a puertas cerradas.
El francs contest que la cosa era terrible; pero, qu se poda esperar de tal
ministerio y de tal rey?
-No diga bobadas -contest Goethe-. No estoy pensando en esa gente, sino en la
franca ruptura entre Cuvier y St. Hilaire en la Academia Francesa, Tiene una
grandsima importancia para la ciencia.
La ruptura a que se refera Goethe era acerca de la Evolucin; Cuvier sostena
que haba cuatro especies, y St. Hilaire que no haba ms que una.
Entre 1830, cuando Darwin era un chico de diecisiete aos que aparentemente no
prometa nada, y 1859, en que li vuelta al mundo con su Origen de las Especies, el
Evolucionismo decay algo. La primera generacin de sus entusiastas iba envejeciendo
y murindose; y a sus sucesores se les enseaba el libro del Gnesis, exactamente igual
que a Eduardo VI (y que a Eduardo 'VII, si vamos a eso). Ninguno de los que conocan
la teora le aadi nada. Este decaimiento no slo realz la impresin de completa
novedad cuando Darwin puso otra vez la cuestin en primer trmino; probablemente le
impidi tambin comprender lo mucho que haban hecho ya otros, incluso su propio
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abuelo, contra quien se le acus de ser injusto. Adems, no slo prosigui el negocio
familiar. Era un trabajador completamente original y segua una nueva pista, como
veremos en seguida. En todo caso, jams hubiera pensado mucho, como naturalista
prctico que era, en las especulaciones ms o menos msticas de los destas de 1790-
1830. Los trabajadores cientficos estaban entonces muy cansados del lesmo. Haban
dejado de lado el enigma de la Gran Causa Primera por considerarlo insoluble y, en
consecuencia, se llamaban a s mismos Agnsticos. Abandonando la inescrutable
cuestin de por qu existan las cosas, se haban puesto al trabajo de azada de descubrir
qu ocurra realmente en el mundo y cmo ocurra,
Con toda su atencin puesta en esa direccin, Darwin not pronto que de una
manera totalmente no mstica y hasta sin sentido ocurran muchas cosas que los antiguos
deisto-evolucionistas haban tenido muy poco o nada en cuenta. Hoy, cuando disgustados
y desilusionados nos volvemos del Neodarwinismo y el Mecanicismo al Vitalismo y a la
Evolucin Creadora, es difcil imaginar cmo este nuevo punto de partida de Darwin
pudo parecerles a sus contemporneos emocionante, agradable y, sobre todo, lleno de
esperanzas. Permtaseme, pues, evocar un poco del ambiente de aquel tiempo, descri-
biendo una escena, muy caracterstica de sus supersticiones, en que yo tom una parte
que entonces fu considerada como inmencionable e indignante.
EL DESAFIO AL RAYO: UN EXPERIMENTO FRUSTRADO
Una noche de hacia 1878, estando yo, que tena entonces veinte y pico de aos, en
una reunin de solteros en casa de un mdico en el barrio de Kensington, en Londres, se
pusieron a hablar del reavivamiento del fervor religioso y alguien cont la ancdota de
un hombre a quien, por haberse burlado incautamente de la misin de Moody y Sankey,
entonces famoso dueto de evangelistas norteamericanos, lo tuvieron que llevar
subsiguientemente en camilla a casa, herido, por blasfemo, por la venganza divina. Una
tmida minora, sin llegar a aventurarse a poner en tela de juicio que el incidente fuera
cierto -pues, naturalmente, no queran correr el riesgo de que tambin a ellos los tuvieran
que llevar a casa en camilla- se pusieron a buscarles las cosquillas a quienes les pareca
magnfico; y empez algo que se acertaba a una discusin. Al fin, el ms evanglico de
los discutidores adujo que en una ocasin Charley Bradlaugh, el ateo ms formidable de
la tribuna secularista, sac su reloj en pblico y desafi al Todopoderoso a que, si
realmente exista y desaprobaba su atesmo, lo hiciera caer muerto antes de que pasaran
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cinco minutos. El principal bromista rechaz eso acaloradamente como una torpe
calumnia, diciendo que Bradlaugh lo haba contradicho repetidamente con indignacin, e
implicando que el paladn del atesmo era un hombre demasiado piadoso para proferir tal
blasfemia. La exquisita confusin de ideas despert en m el sentido de lo cmico. Para
m era muy claro que el desafo atribudo a Charles Bradlaugh era un experimento
cientfico simple, directo y adecuado para comprobar si la expresin de opiniones ateas
llevaba consigo algn riesgo personal. Era ciertamente el mtodo que ensea la Biblia,
donde Elas confundi a los profetas de Baal exactamente de la misma manera,
zahiriendo burlonamente a su dios cuando dej de mandar fuego desde el cielo.
Conforme a eso, yo dije que si la cuestin que se debata era la de si el castigo por poner
en duda la teologa de Moody y Sankey consista en que una deidad indignada lo hiciera
a uno caer muerto, de ninguna otra manera poda quedar zanjada ms convenientemente
que mediante el obvio experimento atribudo a Bradlaugh; y que, por lo tanto, si no lo
hizo deba haberlo hecho. La omisin, aad, se poda remediar fcilmente en aquel
mismo momento, pues daba la casualidad de que yo comparta las opiniones de
Bradlaugh en cuanto a lo absurdo de creer en esas violentas intromisiones de una deidad
supernatural, y de cutis demasiado fino, en el orden de la naturaleza. Por lo tanto, al
llegar eso saqu mi reloj.
El resultado fu electrizante. Ni los escpticos ni los devotos estaban preparados
para soportar el resultado del experimento. Yo inst en vano a los piadosos a que
confiaran en la buena puntera de su deidad con el rayo y en la justicia de su
discriminacin entre los inocentes y el culpable. En vano di ;e tambin a los escpticos
que aceptaran el lgico resultado de su escepticismo. Pronto se vi que cuando se
trataba de rayos no haba escpticos. Nuestro anfitrin, viendo que sus huspedes
desaparecan precipitadamente si se profera el impo desafo, dejndolo solo con un
solitario infiel bajo sentencia de exterminacin en cinco minutos, intervino y prohibi
el experimento, rogando al mismo tiempo que se cambiara de tema de conversacin.
Yo, por supuesto, acced, pero no pude menos de decir que aunque no se haban pro-
nunciado las temibles palabras, ya que las haba formulado en mi mente era muy
dudoso que las consecuencias se pudieran evitar sellando mis labios. Sin embargo, los
dems dieron la impresin de que estaban seguros de que el juego se jugara conforme
a las reglas y que, mientras no dijera nada, importaba muy poco lo que yo pensara. Pero
a m me pareci que el principal del grupo evanglico estuvo un poco preocupado hasta
que pasaron los cinco minutos y el tiempo sigui en calma.
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EN BUSCA DE LA PRIMERA CAUSA
Otro recuerdo. En aquellos tiempos pensbamos en trminos de tiempo y espacio,
de causa y efecto, como seguimos pensando, pero ahora no pedimos a la religin que
explique completamente el universo en trminos de causa y efecto y nos presente el
mundo como artculo fabricado y propiedad particular de su Fabricante, Entonces s,
Nos inspiraba compasin el engao en que vivan los paganos que crean que al mundo
lo sostiene un elefante a quien sostiene una tortuga. Mahoma decidi que las montaas
son pesos grandes que impiden que el mundo desaparezca volando en el espacio, Pero a
aquellos orientales los refutbamos triunfalmente preguntndoles sobre qu se sostena
la tortuga. Los librepensadores preguntaban qu vino primero; la gallina o el huevo. A
nadie se le ocurri decir que, puesto que el problema final de la existencia es
evidentemente insoluble y hasta impensable en trminos causales, el problema de causa
y efecto no poda existir, Para los religiosos esto hubiera sido puro atesmo, pues
partan de que Dios debe ser una Causa, y a veces lo llamaban la Gran Causa Primera,
o, en lenguaje ms selecto, la Causa Primaria. Para los racionalistas hubiera equivalido
a renunciar a la razn, Aqu y all, un hombre confesara que estaba como con una
linterna mortecina entra una densa niebla y que vea muy poco en ninguna direccin
hacia el infinito. Pero no crea realmente que lo infinito fuera infinito o que la causa
eterna fuera sempiterna; y supona que todas las cosas, las conocidas y las
desconocidas, obedecan a una causa.
De ah que yo me encontrara un da, a fines de la sptima dcada del siglo pasado,
en una celda del antiguo Oratorio de Brompton, discutiendo con un jesuita a quien haba
llamado uno de su rebao para que intentara convertirme al catolicismo, El universo
existe, me dijo el Padre; alguien ha debido hacerlo. Si ese alguien existe, contest,
alguien ha debido hacerlo a l. Se lo admito para seguir discutiendo, dijo el jesuita. Le
concedo que haya quien ha hecho a Dios. Le concedo la larga lista de autores de Dios
que usted quiera, pero es impensable y absurdo que el nmero de ellos sea infinito: no es
ms difcil creer en el primero que en el cincuenta milsimo o en el cincuenta
millonsimo. Por qu no aceptar el primero y no seguir ms, puesto que el intentar
seguir adelante no va a eliminar su dificultad lgica? Con permiso de usted, le repliqu, a
m se me hace tan difcil creer que el universo se ha hecho a s mismo como que su autor
se hizo a s mismo; en realidad, mucho ms fcil, pues el universo existe visiblemente y
se va haciendo a medida que sigue existiendo, mientras que lo de su hacedor es una
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hiptesis. Naturalmente, no pudimos seguir discutiendo. El jesuita se levant y dijo que
l y yo ramos como dos hombres que manejaban una sierra, uno empujndola hacia
adelante y otro tirando de ella hacia atrs, y sin cortar nada; pero despus que habamos
dejado de hablar de aquel tema, y cuando atravesbamos el refectorio, el jesuita volvi a
hablar de lo mismo y dijo que l se volvera loco si perdiera la fe. Yo, regodendome en
la robusta indiferencia de la juventud y el espritu de lo cmico, me senta muy a gusto y
se lo dije; pero su evidente sinceridad no dej de emocionarme.
Estas dos anedotas son superficialmente triviales y hasta cmicas, pero debajo de
ellas hay un abismo de terror. Revelan un estado de nimo tan totalmente irreligioso, que
la religin no significa sino la creencia en el fantasma del cuarto de nios, y su
incongruencia se demuestra por un dilema lgico planteado en broma, pues ni el
fantasma ni el dilema tienen nada que ver con la religin, ni son lo suficientemente serios
para impresionar o confundir a ningn nio de ms de seis aos debidamente instruido.
Apenas sabe uno qu es ms espantoso: si lo abyecto de la credulidad o la frivolidad del
escepticismo. El resultado era intevitable. Todos los que tenan el suficiente vigor mental
se quedaron aislados en una negacin vacuamente desdeosa y discutieron, si
discutieron, como yo con el jesuita. Pero su posicin no era cmoda intelectualmente. Un
miembro del Parlamento expres lo incmodo que se senta cuando, oponindose a que
se admitiera a Charles Bradlaugh en el Parlamento, dijo: "Qu caramba, un hombre debe
creer en algo o en alguien!" Era fcil tirar el fantasma al tacho de basura, pero, as y
todo, el mundo, nuestro rincn del universo, no pareca ser un puro accidente:
manifestaba en todas direcciones pruebas de que exista un designio. Detrs de l haba
una mente y un propsito. Como hubiera dicho el parlamentario que se opona a
Bradlaugh, detrs de algo debe haber alguien: ningn ateo poda saltar por encima de
eso.
EL RELOJ DE PALEY
Paley haba expuesto el argumento en una forma al parecer incontrovertible. Si uno
encontrara un reloj lleno de un mecanismo exquisitamente adaptado para producir una
serie de operaciones conducentes a cumplir un propsito central midiendo para la
humanidad el trascurso del da y la noche, podra creer que no era la obra de un hbil
artfice que lo haba ideado y hecho para aquel fin? Pues bien, aqu tenamos algo ms
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admirable que un reloj: un hombre con sus rganos maravillosamente dispuestos, con
cuerdas y equilibradores, vigas y pilares, sistemas circulatorios con caos y vlvulas,
membranas indicadoras, retortas qumicas, carburadores, ventiladores, enchufes y
desenchufes, trasmisores telefnicos en los odos, lentes y registradoras de luz en los
ojos; era concebible que fuera la obra del azar, que ningn artfice hubiera intervenido,
que no hubiera en l ningn propsito, designio ni inteligencia rectora? Eso era increble,
En vano dijo Helmholtz que "el ojo tiene todos los defectos que se pueden encontrar en
un instrumento ptico y hasta algunos que le son peculiares" y que "si un ptico intentara
venderme un instrumento que tuviera todos esos defectos, yo me considerara muy jus-
tificado para reprocharle en los trminos ms fuertes su desidia y devolverle su
instrumento". Desacreditar la destreza del ptico no era desembarazarse de l. El ojo
podra no estar hecho tan inteligentemente como pensaba Paley, pero se hizo de algn
modo, y lo hizo alguien.
Y en ese punto volva a repetirse mi discusin con el jesuita. Era fcil decir que todo
hombre se hace sus propios ojos; en realidad, los embrilogos lo haban sorprendido
cuando se los estaba haciendo. Y del evidente propsito que lo mova a hacrselos, qu?
Para qu quera ver sino para extender su conciencia, su conocimiento y su poder? Ese
propsito actuaba en todas partes, y tena que ser algo ms grande que el hombre indi-
vidual que se haca sus propios ojos, Pero el admitir eso pareca implicar que al fantasma
se le permita volver; tan inextricablemente habamos conseguido mezclar la creencia en la
existencia del fantasma con la creencia en que en el universo exista un designio.
EL IRRESISTIBLE GRITO DE ORDEN, ORDEN!
Los jvenes y desdeosos leones cientficos y filosficos de hoy no deben reprochar a
la Iglesia Anglicana el ser la causa de esta confusin ideolgica, En 1562, convocada en
Londres "para evitar la diversidad de opiniones y establecer el consenso acerca de la
verdadera religin", proclam en primer trmino, como artculo de fe, que Dios carece de
"cuerpo, partes o pasiones", o, como decimos nosotros, que es un Elan Vital o Fuerza Vital,
Desgraciadamente, ni a los padres de familia, ni a los sacerdotes, ni a los pedagogos, se les
pudo inducir a que adoptaran ese artculo. San Juan pudo decir que "Dios es espritu"; nuestra
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reina Elizabeth pudo ratificar dicho artculo una y otra vez; nuestros telogos serios podan
pensar, con toda la hondura de que eran capaces, que un Dios con cuerpo, partes y pasiones
no poda ser ms que un dolo antropomrfico, Nada de eso importaba; la mayora de la gente
no poda concebir un Dios que no fuera antropomrfico, y, aferrndose a las leyendas del
Antigo Testamento acerca de un Dios cuyas partes vi uno de los patriarcas, finalmente
opuso contra la Iglesia un Dios que, lejos de carecer de cuerpo, partes y pasiones, no se
compona ms que de eso, y las pasiones eran adems muy malas. Aquella gente le impuso
en la prctica este dolo a la Iglesia misma, a pesar del Primer Artculo, y con ello produjo
homeopticamente el ateo, cuyo rechazo de Dios era simplemente un rechazo del dolo y una
manifestacin contra una idolatra insoportable y nada cristiana. El dolo, como seal
Shelley, a quien por eso lo echaron de Oxford, era un malvado todopoderoso con mala fama y
un ilimitado poder, rencoroso, cruel, celoso, vengativo y fsicamente violento, Los maestros
de escuela ms viles y los padres de familia ms tirnicos se quedaban muy cortos al intentar
imitarlo. Pero no fueron sus defectos sociales los que desacreditaron aquella idea, Lo que la
hizo intolerable cientficamente es que estaba dispuesta a trastornar en cualquier momento
todo el orden del universo con la provocacin ms insolente, bien deteniendo el sol en el
valle de Ajaln, bien mandando muerto a casa al ateo sobre una camilla improvisada (la
camilla improvisada era indispensable para recalcar que el ateo no estaba preparado y que, no
pudiendo salvarse arrepintindose en su lecho de muerte, subsiguientemente se achicharr
por toda la eternidad en llamas sulfurosas). Fu ese desorden, esta negativa a obedecer las
leyes de la naturaleza, la que cre la necesidad cientfica de destruirlo, La ciencia no poda
tolerar un dios injusto; y la naturaleza estaba llena de padecimientos e injusticias. Pero un
dios desordenado era imposible. En la Edad Media se lleg a una transaccin mediante la
cual se reconocieron dos clases diferentes de verdad, la religiosa y la cientfica, para que un
hombre ilustrado pudiera decir que dos y dos eran cuatro sin que por eso lo quemaran por
hereje. Pero el siglo XIX se imbuy de una ignorancia entrometida, presuntuosa, de simple
saber leer y escribir, social y polticamente poderosa, pero que ni Santo Toms de Aquino ni
siquiera Roger Bacon hubieran podido concebir; y la ciencia fu estrangulada por unos
fanticos ignorantones que invocaban la infalibilidad para su interpretacin de la Biblia, que
era considerada, no como literatura, ni siquiera como libro, sino en parte como un orculo
que responda a todas las cuestiones y las zanjaba, y en parte como un talismn que los
soldados tenan que llevar en sus bolsillos del pecho o que las personas que teman a los
fantasmas deban poner debajo de la almohada, En las vidrieras se exhiban Biblias marcadas
por balazos, regalos hechos por madres a sus hijos y con los que les salvaron la vida, pues los
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fusiles de aquel tiempo, que se cargaban por la boca, no podan perforar con un proyectil
tantas pginas.
EL MOMENTO Y EL HOMBRE
Esta supersticin de un continuo y caprichoso desorden en la naturaleza, de un
legislador que era tambin un infractor de las leyes, cre ateos en todas direcciones
entre la gente inteligente y de mente gil, Pero el atesmo no explicaba el reloj de
Paley. El atesmo no explicaba nada, e incumba a la ciencia explicar todo lo que fuera
fcilmente explicable. A la ciencia no le serva para nada la mera negacin; lo que se
quera entonces, sobre todo, era la demostracin de que las pruebas de un designio se
podan explicar sin recurrir a la hiptesis de un artfice personal. El genio que
admitiendo los hechos de Paley le demostrara su insensatez descubriendo un mtodo
por el que los relojes pueden existir sin relojero, poda estar seguro de que los
pensadores de su tiempo lo acogeran como jams se haba acogido hasta entonces a
ningn filsofo natural.
Cuando madur el tiempo apareci el genio: se llamaba Charles Darwin. Ahora
bien, qu fu lo que Darwin descubri realmente?
Me temo que aqu voy a necesitar una vez ms la ayuda de la jirafa, o
camileopardo, como se le llamaba en tiempo del celebrado Buffon, No recuerdo cmo
se impuso ilustrativamente este animal en la controversia sobre la Evolucin, pero
entonces no se poda prescindir de l y yo soy lo suficientemente anticuado para no po-
der prescindir de l ahora, Cmo lleg a tener su cuello largo? Lamarck hubiera dicho
que queriendo alcanzar las hojas ms tiernas de la copa de un rbol e intentndolo hasta
que consigui el cuello largo que quera tener. Haba tambin otra respuesta posible:
que algn criador Prehistrico quiso producir una curiosidad natural y seleccion los
animales de cuello ms largo que pudo encontrar y sigui producindolos hasta que al
fin la seleccin intencionada, exactamente igual que en los caballos de carrera o en los
pavos reales, produjo un animal con un cuello anormalmente largo. Pero observarn
ustedes que ambas explicaciones implican una idea consciente, voluntad, designio,
propsito, bien por parte del propio animal, bien por parte de una inteligencia superior
que fiscaliza su destino. Darwin seal -y eso nada ms f u su famoso descubrimiento-
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que haba una tercera explicacin que no implicaba ni propsito ni designio por parte
del animal ni por parte de nadie. Si el cuello de uno es demasiado corto para alcanzar el
alimento, uno se muere. Esta puede ser la simple explicacin del hecho de que todos los
animales que han sobrevivido y que se alimentan de hojas de rboles tienen un cuello o
una trompa suficientemente larga para alcanzarlas. Ah queda destruida la creencia de
que los cuellos han tenido que ser ideados para que alcancen la comida. Pero Lamarck
no crea que los cuellos hubieran sido ideados as en un principio, sino en que fueron
producto del deseo y de los esfuerzos. No necesariamente, dijo Darwin. Consideren el
efecto de la multiplicacin natural del nmero de jirafas segn Malthus. Supongan que
la estatura media de los animales que comen hojas es de cuatro pies y que su numero va
aumentando hasta que llega un momento en que ya se han comido todos los rboles que
no se alzan ms que cuatro pies del suelo. Entonces los animales a los gane les faltan
una o dos pulgadas para tener la estatura media se morirn de hambre. Los dems, que
tienen una o dos pulgadas ms de estatura que el promedio, se alimentarn mejor y
sern ms fuertes que los otros. Se asegurarn las parejas ms fuertes y altas, y su
progenie sobrevivir mientras los que tienen una estatura media y por bajo de la media
se extinguirn. Este proceso, mediante el que las especies ganan, digamos, una pulgada
en alcance, se repetir hasta que el cuello de la jirafa sea tan largo como para poder
encontrar siempre comida a su alcance, punto en el que, por supuesto, el proceso
selectivo se detiene y se detiene tambin el crecimiento del cuello de la jirafa. De otro
modo, crecera hasta que pudiera mordiscar los rboles de la luna. Y esto, obsrvenlo
ustedes, sin intervencin de un criador divino o humano y sin intencin, propsito,
designio, ni siquiera idea consciente ms all del ciego deseo de saciar el hambre. Es
cierto que este ciego deseo, que en realidad es voluntad de vivir, pone todo al des-
cubierto, pero, en fin, comparado con el desear e intentar con los ojos abiertos, de
Lamarck, el proceso darwiniano se puede describir como un captulo de accidentes.
Como tal, parece sencillo porque no se comprende desde un principio todo lo que
implica. Pero en cuanto empieza uno a ver todo lo que significa, el corazn se le con-
vierte a uno en un montoncito de arena. Encierra un horrible idealismo, reduce
espantosa y condenablemente la belleza e inteligencia de la fuerza y del propsito, del
honor y la aspiracin, a cambios tan pintorescamente accidentales como los de un alud
en un paisaje o un accidente ferroviario en una figura humana. Llamar a eso Seleccin
Natural es una blasfemia, posible para muchos para quienes la Naturaleza no es sino
una agregacin casual de materia inerte y muerta, pero eternamente imposible para los
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espritus y almas de los justos. Si no es una blasfemia, sino una verdad cientfica, no
podemos seguir invocando las estrellas del cielo, las lluvias y el roco, el invierno y el
verano, el fuego y el calor, las montaas y las colinas, para exaltar al Seor con
nuestro encomio, La obra de todos esos elementos consiste en rnodificar todas las
cosas haciendo que se muera de hanibre o asesinando todo lo que no tenga
suficiente suerte para sobrevivir en la lucha universal por la pitanza.
EL BORDE DEL ABISMO SIN FONDO
As lleg el cuello de la jirafa a cruzar todos los cielos y a hacer creer a los
hombres que lo que vean era el crepsculo de los dioses, Pues si este gnero de
seleccin poda transformar a un antlope en una jirafa, era concebible que
transformara a un pozo lleno de amebas en la Academia Francesa. Aunque la manera
de Lamarck, la manera de vivir, la voluntad, la aspiracin y el logro seguan siendo
posibles, tambin era posible la nueva manera indicada del hambre, la muerte, la
estupidez, la falsa ilusin, la casualidad y la mera supervivencia, que era ciertamente
la manera en que haban ocurrido muchas transformaciones al parecer
inteligentemente ideadas. Si yo no hubiera empezado por el preludio de la
aparentemente ociosa narracin de cmo verifiqu el mtodo controversional de
Elas, se me preguntara cmo fu que al explorador que abri ese abismo de
desesperacin, lejos de lapidarlo o crucificarlo como destructor del honor de la raza y
del propsito del mundo, se lo aclam como Liberador, Salvador, Profeta, Redentor,
Iluminador, Rescatador, Esperanzador y Hombre que hizo poca, mientras al pobre
Lamarck se le dej de lado como tosco y fracasado adivinador que apenas era digno
de que se le mencionara como a un precursor equivocado, A la luz de mi ancdota, la
explicacin es obvia.
Lo primero que hizo el abismo fue, tragarse a Paley, y al Desordenado Ideador
y al Enemigo Todopoderoso de Shelley, y a todo el resto de estupideces
seudorreligiosas que haban obstruido el camino arriba y adelante desde que todas las
esperanzas del hombre se haban vuelto hacia la ciencia como Salvadora. Pareca una
tumba tan conveniente que al principio nadie not que no era sino un abismo sin
fondo, que ahora se ha convertido en un verdadero terror. Porque aunque Darwin
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dej a su alrededor un sendero para su alma. sus seguidores cavaron en seguida en
toda su amplitud. Pero por el momento no hubo ms que una loca alegra, una festiva
celebracin cientfica. Nos haba oprimido tanto la idea de que todo lo que ocurra en
el mundo era el acto personal y arbitrario de un dios de carcter tan peligrosamente
celoso y y cruel, que hasta el aliviar los dolores de parto y utilizar el cloroformo en
la mesa de operaciones era considerado como algo a que haba que oponerse como
una intromisin en sus disposiciones, que lo disgustara, que nos precipitamos al
encuentro de Darwin, Cuando le preguntaron a Napolen qu iba a ocurrir cuando
muriera, dijo que Europa expresara su intenso alivio con un gran "Uf!" Pues bien;
cuando Darwin mat al dios que se opona al cloroformo, todos los que haban
pensado en eso exclamaron; "Uf!" Paley qued enterrado a mucha profundidad con
su reloj, al que ya se le haba encontrado una explicacin completa sin ningn
artfice. Todos nos alegramos tanto de habernos desembarazado de los dos, que no
nos paramos a pensar en las consecuencias. Cuando un preso ve abierta la puerta de
su mazmorra, se apresura a salir sin pararse a pensar dnde conseguir la comida
afuera. En el momento que averiguarnos que podamos prescindir intelectualmente
del enemigo todopoderoso de Shelley, el preso se dirigi al abismo, que no pareca ser
ms que un tacho de basura, con una decisin que hizo de nuestras vidas uno de los
perodos ms asombrosos de la historia. Si yo le hubiese dicho a mi to que antes de
que pasaran treinta aos desde el da de nuestra conversacin me expondra yo a las
sospechas de la ms grosera supersticin poniendo en tela de juicio la suficiencia de
Darwin, manteniendo la realidad del Espritu Santo, y declarando que el fenmeno del
Verbo que se hace Carne ocurre todos los das, me hubiera tenido por el loco ms
absurdo que jams haba producido nuestra familia. Pero as era. En 1906 poda yo
haber vituperado a Jehov hasta con ms vehemencia que Shelley, sin provocar
protesta alguna en ningn crculo de pensadores ni sorprender desagradablemente a
ningn pblico acostumbrado a las discusiones modernas; pero cuando describ a
Darwin como "un inteligente y diligente criador de palomas", esa irreverencia
blasfema, como pareci, fu recibida con horror e indignacin. La marea ha cambiado,
y cualquier atrevidillo puede decir lo que quiera sobre Darwin; pero quie