INICIO DEL AÑO ESCOLAR CICLO SIERRA Y AMAZONÍA
Píntag, septiembre 2 / 2019
Compañera y amiga Monserrat Creamer, ministra de Educación,
señor Bolívar Villarreal, rector de la escuela y colegio Antisana.
El Antisana es una montaña que yo la visitaba con frecuencia,
cuando hacía práctica de pesca. Íbamos a la famosa laguna de La
Mica, y siempre admiré su belleza.
(No se olviden que yo soy amazónico. Nací en el lugar más lejano de la
Amazonía. Y para llegar al primer centro poblado solo había canoa. Se
demoraba 31 días en la subida y 22 en la bajada. Ya se pueden imaginar lo
que debe haber significado para mi padre y mi madre, que eran
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apasionados por la Amazonía, igual que yo, el ir formando escuelas, ir
formando juventudes en los valores que ellos predicaban y practicaban.)
Monserrat tuvo una frase muy bonita: “nadie puede enseñar
bien sino aprende bien”.
El gran Vladimir Ilich Lenin decía que hay que aprender, aprender
y aprender, para mejor comprender y actuar. Refiriéndome a
Gabriela Sipuela (alumna del colegio), muy inteligente tu
exposición. Sigue adelante, mija, con mucho amor por el
aprendizaje y por la educación. Lindas tus palabras. En una de
ellas manifestaba que es importante adquirir conocimientos,
capacidades, destrezas, potencialidades que se incrementan y se
van recreando en la vida cotidiana, porque definitivamente todo
lo que sabemos no serviría para nada si no los aplicamos en la
cotidianidad, para mejorar la calidad de vida de nuestras familias
y de la sociedad entera. Ese es el propósito fundamental.
Entonces: aprender y aprender, para mejor comprender las
cosas. Para entenderlas con claridad. Para adentrarse, para
sumergirse en el conocimiento, en lo más profundo de las leyes
que rigen la naturaleza, la sociedad y el pensamiento, para
extraer de ellas los principios que requerimos para transformar
la realidad. Ese es el propósito del aprendizaje. Por eso, la tarea
que cumplen profesores es siempre la más apreciada.
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Yo fui profesor durante parte de mi vida. Y cuando tenía apenas
16 ó 17 años iba a Pesillo, una hacienda al noroccidente de
Cayambe, a alfabetizar a niños y adultos. Por supuesto, lo
hacíamos gratuitamente. Solo cogíamos una mochila e íbamos a
dormir en la casa de algún hermano indígena. Ahí tuve la
oportunidad de conocer a la gran Tránsito Amaguaña, dirigente
del indigenado.
A ustedes queridas autoridades, profesores, trabajadores, padres
de familia, y sobre todo niños y jóvenes queridos, ¡qué gusto
saludarlos desde esta Unidad Educativa Fiscal Antisana en la
bella parroquia de Píntag! ¡Feliz día a todos!
Digo feliz día, porque el inicio de clases siempre será un motivo
de alegría. Porque es volver a reencontrarse con los amigos,
volver a ver a nuestros maestros tan queridos. Es un afecto que
no se pierde jamás. Porque si existe una tarea noble, es la de
enseñar.
Mi inmenso cariño para el millón 900 mil niños y jóvenes que
inician clases en la Sierra y la Amazonía. Y por supuesto, para los
100 mil docentes que guiarán sus pasos en este año lectivo. En la
tarea de educar, todos somos responsables: familias, maestros y
gobierno.
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Para nosotros es muy importante la educación de excelencia, en
todos los niveles. Prueba de ello es que, en 27 meses de
gobierno, hemos destinado, ¡óiganme bien esta cifra: 10.250
millones de dólares! ¡10.250 millones para la educación básica y
bachillerato! Eso significa, en promedio, casi 13 millones por día.
¡Son 13 millones de dólares por día!, bien invertidos en lo mejor
que se puede hacer por nuestro futuro, que es educar a la niñez
y juventud. Impulsar a la juventud, ayudar a que salga adelante
al mismo tiempo que se inspira al niño en el amor a la ciencia, al
conocimiento… en el amor al arte.
En la adquisición de destrezas para poder diferenciar sonidos,
texturas, colores, olores, sabores. Porque saberlos diferenciar
nos permitirá escoger las mejores alternativas para los
problemas que nos presenta la vida cotidiana.
Para el bienestar de los alumnos estamos mejorando las
instalaciones, capacitando a los profesores, dándoles a todos las
mayores facilidades para que estudien en un ambiente de
armonía, de paz y de alegría.
A veces confundimos el término heroicidad. ¿Quién es héroe?,
pregunta un profesor, y el alumno dice: el que defiende nuestras
fronteras. En otras palabras, el soldado que defiende nuestras
fronteras. Sí. Ese tipo de heroicidad la requerimos en algún
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momento. Ahora, por ejemplo, la heroicidad de nuestros
queridos militares nos está ayudando a combatir el crimen
organizado, principalmente.
Pero héroe es también el maestro que enseña bien, que se
capacita, que comprende las cosas para poder enseñar. Es héroe
el alumno que atiende, que tiene inquietudes, que pregunta, que
inquiere al profesor acerca del conocimiento. Es héroe el padre
que todos los días trabaja en el campo, en una oficina, en una
artesanía, en una fábrica, haciéndolo de modo correcto, honesto
cumpliendo las tareas que le han asignado. Es héroe el gerente
cuya empresa cumple con las obligaciones ambientales, con las
obligaciones laborales y fiscales, para que el gobierno pueda
redistribuirlo entre los ecuatorianos. Y si existe una forma de
adecuada de hacerlo, es en educación, en salud, en seguridad.
También estamos mejorando la entrega de uniformes,
desayunos, y materiales de trabajo, en especial para los sectores
más necesitados, para establecimientos rurales y para la
educación inicial.
Héroe es el funcionario público que atiende con cortesía, con
amabilidad, que siempre recibe a la gente con una sonrisa,
porque nada es más hermoso que llegar a un sitio y encontrarse
con una sonrisa.
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Entonces, si te gusta que te reciban con una sonrisa, la pregunta
es: ¿porque no haces tú exactamente lo mismo? Es decir,
siempre atender, siempre aprender, enseñar, siempre estar en
capacidad de entregar una sonrisa que no cuesta nada… y que
puede transformar una vida.
Ustedes saben que la educación pública es gratuita, pero la
privada no lo es. Por eso prohibí elevar las pensiones y
matrículas en los planteles privados, fisco misionales, urbanos o
rurales. Yo sé que vamos a dialogar, sé que vamos a conversar
acerca de esos aspectos con los propietarios de estas escuelas y
colegios. Pero también hay que pensar en el bolsillo de los
ecuatorianos. Por eso he prohibido –también– que se eleve un
solo centavo en material didáctico, libros, cuadernos, etcétera,
etcétera.
Mi compromiso es velar por el bienestar de las familias
ecuatorianas. Y en este tema, el clamor de los padres fue grande
y sentido. Por eso apelo a la sensibilidad y a la
corresponsabilidad de las autoridades de la educación privada y
fisco misional, para que den un ejemplo de respeto a la
autoridad, acatando mis disposiciones.
Siempre estaremos abiertos al diálogo, a conseguir consensos o
acuerdos mínimos. Tos tienen que hacerlo con patriotismo, con
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amor al país, por los mismos estudiantes. Recuerden que la
educación es un derecho que ustedes, al igual que nosotros,
estamos en la obligación de respetar y de cuidar.
Queridos alumnos, queridos maestros:
Mi padre y mi madre fueron maestros. Iban creando escuelitas
en la selva, donde no había nada. Y sus hijos los acompañábamos
siempre en esa hermosa aventura. Ahí aprendí a amar el campo,
la selva, la cosmovisión de nuestras etnias ancestrales, algunas
de ellas no contactadas. Y me maravillé un día, escondido tras las
cañas, al ver unos waorani. Ahora los llaman de diferentes
formas. Por entonces los llamábamos Aucas, como se llama
también el mejor equipo de fútbol nacional.
Auca significa “salvaje”, u “hombre de selva”. En ese tiempo, qué
orgullo ser un “hombre de selva”, porque hay tendencia de la
gente para ir al campo. En Europa, todos quieren vivir en el
campo. Todos quieren venir a conocer la selva. Todos quieren
conocer este ámbito de captación de CO2, impidiendo que se
convierta en esa capa que, parecido a un invernadero, hace que
se recaliente más la Tierra, y los árboles de nuestra Amazonía
ayudan a que eso no ocurra.
A propósito, el viernes voy a Leticia, invitado por el presidente
Iván Duque. Leticia es una ciudad pequeña de la Amazonía
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colombiana. Vamos a hablar, precisamente, de lo que sucede en
la Amazonía. De la depredación terrible para poder tener
ganado. No podemos destruir nuestra selva.
Y las grandes potencias deben ser corresponsables. Si nos piden
que mantengamos nuestra selva, ellos también deben ampliar su
apoyo para mantenerla. Y nosotros poder vivir sin los recursos
importantísimos de la selva. Por eso hablo de
corresponsabilidad. Que nadie actúe como víctima.
¡Óiganme bien!: dejar de actuar como víctimas. Todos somos
corresponsables de lo que ocurra con cualquier otro ser humano,
en cualquier parte del mundo —en mayor o menor proporción—
por acción por lo que hemos hecho, o por lo que hemos omitido
hacer.
Por eso, la corresponsabilidad. Si el gobierno, si los ciudadanos,
pagan por una educación de calidad, ustedes deben responder
aprendiendo cada vez mejor. Para mejor comprender las cosas y
para mejor actuar en la vida. De nada sirve el conocimiento, si
ustedes no lo ponen en práctica para beneficio de los demás. Allí
está la clave de la felicidad. Ahí está el objetivo fundamental de
la educación: aprender para poder darlo a los demás.
El poeta Khalil Gibran decía: teje el hilo de la tela como que lo
fuera a vestir tu persona más amada: tus hijos, tu esposa, tu
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madre. Entonces, tejer, hacer las cosas como que las fuera a
utilizar tu persona amada. Si llegas a ser un burócrata, atender a
la persona, a la viejecita que viene a pedir el servicio, como que
estuviera viendo en ella a mi madre, a mis hijos, a mis hermanos.
Ese es el objetivo de aprender.
De nada sirve únicamente la teoría, y peor todavía la teoría que
se eleva hacia las alturas. Hay gente que forma teorías
maravillosas y hablan con un lenguaje muy expedito, muy
sofisticado, tan alto que nadie lo entiende. Séneca decía: esas
lámparas que se encuentran tan altas que no alumbran a nadie.
A la gente hay que hablarle con terminología que entienda, en
términos fáciles. Hay que bajar de la nube y ponerse a la altura
de la gente. Pegar el oído al piso para comprender cuál es el
reclamo. La crítica siempre es bienvenida.
De mis padres aprendía que la educación cierra la puerta de la
pobreza. SI alguien quiere salir de la pobreza, edúquese,
capacítese. Si le toca ser electricista, su heroicidad está en hacer
bien las conexiones para que la casa no se queme. Si le toca ser
un fontanero o plomero, para que la casa no se inunde a hacerlo
bien. Si te toca trabajar en el campo, hacerlo con amor, con
cariño. Qué mejor que meter las manos en la tierra y sentir la
vibración de una tierra fecunda, que nos proporciona lo que
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necesitamos para vivir. De eso se trata, para eso sirve aprender:
para salir de la pobreza, y abrir de par en par las oportunidades
para poder vivir mejor.
Por ello, aquí está su gobierno para apoyarles y motivarles. Así
como decía la señorita (alumna): “para que nos den motivación”.
Motivación significa inyectar entusiasmo. El evangelio significa
“buena noticia”. Por eso, No la mala noticia, no el chisme, no la
cizaña, no la diatriba, no el insulto, no la rotulación de la gente,
no la adjetivación. ¡No! A la gente tratarla con afecto, con cariño.
De eso se trata. Para que se motive en la vida. Todos los días
encontrar motivos para motivarnos en la vida.
Si tú amaneces y te pones a pensar en lo mal que te fue en el
examen, en la compañerita que es una linda, pero que el otro día
tuvo un acto de deslealtad. Si te pones a pensar que papá no me
dio los zapatos Nike, por eso es lo que vivo acomplejado. No. No.
De eso no se trata.
Motivarse todos los días con cosas preciosas. Gracias Dios mío
por la vida. Gracias naturaleza, gracias padres por estar yo acá.
De aferrarme a la vida y al deseo de ser feliz. Gracias, muchas
gracias. Gracias profesor, gracias a la vida, a todo lo lindo que ha
pasado. Y si estás casado, a tu esposa: “gracias por todo lo que
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has hecho por mí, amor”, y se lo dices. Y le dices al amigo: “tú
eres un buen amigo, yo te quiero porque eres un buen amigo”.
Por eso la motivación, pero auto motivarnos también, no esperar
que la motivación venga de afuera. Hay tantas cosas hermosas.
Queridos niños y jóvenes aprendan a amar la vida; aprendan a
amar el sol radiante que nos da calor y vida, que permite que las
plantas produzcan oxígeno y alimentos; aprender a amar esas
nubes maravillosas, que no solo adornan el paisaje del azul del
cielo, sino que nos proveen la lluvia para que nuestros campos
sean fecundos, y podamos beber agua fresca; aprendan a amar
las montañas maravillosas que les rodean.
Aprendan a amar el campo, las plantas, los animalitos, los
atardeceres, los arreboles del amanecer, del atardecer, noches
de luna llena, preciosa, redonda, hermosa Y qué bonito tomar la
mano a la enamorada, al enamorado. Y díganle: “qué luna tan
hermosa, nada mejor que verla contigo”.
De eso se trata, porque si aprendes a amar la vida, la amistad, la
lealtad, el aprendizaje, el conocimiento, el arte, la ciencia, la
tecnología, la sensación de satisfacción produce oxitocinas,
endorfinas, que son las hormonas de la felicidad. Se produce
serotonina, una hormona que impide que te deprimas, hormona
antidepresiva por excelencia. Y también se produce dopaminas,
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lo mismo que producen las drogas. Es decir, podemos obtener
esa satisfacción sin la necesidad de acudir a sustancias extrañas.
Podemos obtenerlas únicamente siendo felices, empeñándonos
por ser felices. A ser felices, también se aprende. En la novela El
amor en los tiempos del cólera, Gabriel García Márquez dice: “a
amar también se aprende”. Yo repetiría, parafraseando, “a ser
felices también se aprende”.
Si todos los días le inyectas un poquito de felicidad a tu vida,
tarde o temprano te vas entusiasmando en hacerlo cada día
mejor. No estás aburrido, decía Facundo Cabral, solamente estas
distraído nada más. Estás distraído porque si te pones a observar
la vida, te das cuenta de que es maravillosa.
Y te das cuenta de que no necesitas alguna sustancia extraña
para procurarte satisfacción. Las dopaminas producen
satisfacción propia dentro del mismo hipotálamo, y se vierten en
el torrente sanguíneo hasta la última célula. Y tu organismo sabe
que eres feliz o desdichado. De eso se trata.
Y también exigir, profesores. ¡Exigir! No ser excesivamente
contemplativos con quienes no quieren estudiar. Exigirles, pero
al mismo tiempo motivarles para que sigan aprendiendo y
entendiendo la naturaleza y la vida. Que aprovechen los estudios
y la maravillosa posibilidad de aprender.
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Si sueñan con una vida mejor para ustedes y sus familias, el
mejor camino es estudiar. Y, además, es la mejor forma de
agradecer el esfuerzo de sus padres.
A mis colegas maestros y maestras (yo también fui maestro), les
he dicho que nunca olviden que la calidad educativa se
construye, sobre todo, con el corazón. Hay que amar y enseñar.
Amar el conocimiento, la ciencia, el arte. Y la excelencia del
maestro es inspirar ese amor a cada estudiante, cada momento
del día.
Cualquiera puede ser profesor, pero maestro solo el que tiene
vocación por formar seres humanos, el que tiene la vocación por
construir vidas. La educación no es solo información, es ante
todo y sobre todo, formación. Por ello, maestros, seguiremos
dándoles también capacitación, formación y apoyo en lo que
necesiten.
Hemos recategorizado a casi 12 mil docentes. Y seguiremos
haciéndolo. Y destinamos 300 millones de dólares para pagar
una deuda del gobierno pasado, a 5.000 jubilados, entre
maestros y personal administrativo.
No olviden que hemos pagado casi 1.200 millones de dólares
para que nuestros jubilados puedan tener una vejez feliz. Para
que nuestro programa “Mis Mejores Años”, los últimos de la
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vida, realmente sean el momento de cosechar todo aquello que
hicieron. Y regresar a ver la vida con entusiasmo, con alegría.
Queridos papitos y mamitas:
No se conformen con mandar a sus hijos a la escuela, y
desentenderse de su formación y crecimiento. Todo lo contrario:
ustedes son fundamentales. Deben intervenir con amor, con
buenos consejos. No esperen que la escuela les “dé haciendo” lo
que ustedes no hacen.
Nunca olviden que sus hijos reflejan los valores del hogar. Por
eso, la heroicidad de un padre y de una madre es, además de
trabajar y cumplir con las labores del trabajo y de la casa, con
prontitud, con esmero y con cariño, es inculcar a los hijos los
valores. Entre estos, de los mejores: la solidaridad, la
transparencia, la amistad, la honradez.
Los niños y jóvenes nos están mirando a todos. Los niños son
científicos en potencia. Siempre están aprendiendo. Y si
observan lo malo, aprenden con facilidad lo malo. Todos: padres,
madres, profesores, autoridades, en todo momento, deben
aprender y hacer repetir. Enseñar y hacer que los niños repitan lo
que ven.
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Que les cuenten cosas. Oigan a los hijos, escuchen lo que les
dicen. Ahí está la clave de la felicidad de ellos, que va a ser la
felicidad de ustedes y de nosotros también.
¡Por todo ello, y con la mayor alegría, declaro inaugurado el Año
Lectivo 2019-2020, en la Sierra y en la Amazonía!
Queridos alumnos: disfruten de este nuevo momento en su vida.
Respeten a sus maestros. Obedezcan a sus padres. Y traten de
ser, cada día, mejores y mejores. De eso se trata.
¿Qué escribí en el árbol de los sueños? Yo no puedo escoger la
forma de ser felices de ustedes. Cada uno tiene su forma de ser
feliz. Y mi sueño es que los sueños de ustedes se hagan realidad.
¡Muchísimas gracias!
LENÍN MORENO GARCÉS
Presidente Constitucional de la República del Ecuador
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