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Se destapó la inflación http://www.finanzasdigital.com/author/josegu erra/ Octubre 4, 2015 José Guerra.- El dato de la inflación de septiembre que se coló a la prensa en contundente: prácticamente 17% de inflación en un mes y 180% en doce meses, lo cual confirma los escenarios más pesimistas y coloca las proyecciones para finales de año por encima del 200% fácil. En términos coloquiales, se destapó la inflación. Aunque muchos podrán pensar que una tasa anualizada de 180% es baja, pues en su experiencia personal “sienten” que la inflación es mucho mayor, la cifra de por si es dramática. Si consideramos esa mitad de la masa asalariada que percibe la remuneración mínima, habría que aumentarles hoy el salario mínimo a 11.880 bolívares mensuales, nada más para mantenerles el mismo poder de compra de hace un año. Pero esa cuenta no es del todo justa, pues ya 2014 fue un año maluco. Si por el contrario tomamos como referencia el 2012, el último año en que la clase trabajadora tuvo un respirito, habría que aumentar hoy el salario mínimo a 14.017 bolívares mensuales para devolverles el poder de compra que disfrutaron en septiembre de 2012. Visto desde otro ángulo, con el salario mínimo vigente de 7.421 bolívares solo se puede comprar dos tercios de lo que se compraba con el salario mínimo de hace un año y apenas la mitad (¡la mitad!) de lo que se compraba con el de hace justo tres años. Eso es lo que se llama un salario de hambre. Si miramos el dato mensual, la lectura no es menos dramática. Se trata del mayor incremento mensual del impuesto inflación de nuestra historia. Solo en marzo de 1989 el Índice de Precios al Consumidor ha mostrado un incremento mensual mayor (21%) pero para nada es una situación comparable. Aquello fue una corrección de precios relativos como parte de un ajuste brusco orientado a destrabar el aparato productivo que, sin olvidarnos del enorme descontento popular generado, resultó en un rápido retorno de la inflación a un dígito en los meses subsiguientes y en una reactivación del crecimiento económico. Muy por el contrario, este incremento de precios de 17% en un mes obedece a una impresión descontrolada de dinero para tapar el hueco fiscal y no se espera que en el futuro próximo la inflación mensual baje de los dos dígitos, ni que el aparato productivo se recupere. Por ello reitero que estamos frente al mayor incremento mensual del impuesto inflación.

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Se destapó la inflación http://www.finanzasdigital.com/author/joseguerra/

Octubre 4, 2015José Guerra.- El dato de la inflación de septiembre que se coló a la prensa en contundente: prácticamente

17% de inflación en un mes y 180% en doce meses, lo cual confirma los escenarios más pesimistas y coloca

las proyecciones para finales de año por encima del 200% fácil. En términos coloquiales, se destapó la

inflación.

Aunque muchos podrán pensar que una tasa anualizada de 180% es baja, pues en su experiencia personal

“sienten” que la inflación es mucho mayor, la cifra de por si es dramática. Si consideramos esa mitad de la

masa asalariada que percibe la remuneración mínima, habría que aumentarles hoy el salario mínimo a 11.880

bolívares mensuales, nada más para mantenerles el mismo poder de compra de hace un año. Pero esa

cuenta no es del todo justa, pues ya 2014 fue un año maluco. Si por el contrario tomamos como referencia el

2012, el último año en que la clase trabajadora tuvo un respirito, habría que aumentar hoy el salario mínimo a

14.017 bolívares mensuales para devolverles el poder de compra que disfrutaron en septiembre de 2012.

Visto desde otro ángulo, con el salario mínimo vigente de 7.421 bolívares solo se puede comprar dos tercios

de lo que se compraba con el salario mínimo de hace un año y apenas la mitad (¡la mitad!) de lo que se

compraba con el de hace justo tres años. Eso es lo que se llama un salario de hambre.

Si miramos el dato mensual, la lectura no es menos dramática. Se trata del mayor incremento mensual del

impuesto inflación de nuestra historia. Solo en marzo de 1989 el Índice de Precios al Consumidor ha mostrado

un incremento mensual mayor (21%) pero para nada es una situación comparable. Aquello fue una corrección

de precios relativos como parte de un ajuste brusco orientado a destrabar el aparato productivo que, sin

olvidarnos del enorme descontento popular generado, resultó en un rápido retorno de la inflación a un dígito

en los meses subsiguientes y en una reactivación del crecimiento económico. Muy por el contrario, este

incremento de precios de 17% en un mes obedece a una impresión descontrolada de dinero para tapar el

hueco fiscal y no se espera que en el futuro próximo la inflación mensual baje de los dos dígitos, ni que el

aparato productivo se recupere. Por ello reitero que estamos frente al mayor incremento mensual del

impuesto inflación.

Ese es un punto que no debemos perder de vista: la inflación que padecemos hoy en Venezuela es

fundamentalmente un problema fiscal. Por un lado, la Asamblea Nacional abandonó olímpicamente su

obligación de formular el presupuesto nacional y ejercer control sobre la ejecución del gasto público y, por otra

parte, el Seniat se declaró incompetente para gestionar un esquema de tributos justo y eficiente y, en su lugar,

le pasó la batuta a un Directorio del BCV que no tiene empacho en violar la disposición constitucional que

prohíbe expresamente el financiamiento monetario del déficit fiscal. Allá ellos y sus responsabilidades penales

y administrativas, lo central es que aquí hay que retomar un mínimo de sensatez en lo económico si se quiere

un transición política ordenada. Resulta claro que el Ejecutivo no tiene la más mínima intensión de rectificar y

solo un contundente ejercicio de soberanía popular puede frenar su loca carrera hacia el barranco de la

hiperinflación. No hay soluciones instantáneas, pero rescatar la conducción de la Asamblea Nacional es un

firme comienzo

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JOSÉ GUERRAEconomista graduado en la UCV. Master en Economía de la Universidad de Illinois, en Urbana Champaign. Profesor asociado en la Escuela de la Universidad Central de Venezuela. Fue gerente de Investigaciones Económicas del Banco Central de Venezuela hasta 2005. Ha escrito los siguientes libros: Temas de política cambiaria. Estudios sobre la inflación en Venezuela. La política económica en Venezuela 1999.2002, Venezuela endeudada de Carlos Andrés Pérez a Hugo Chávez, Refutación del socialismo del siglo XXI, El Legado de Chávez y Regímenes monetarios, política monetaria e inflación en Venezuela.

El socialismo va a referendo

Octubre 11, 2015José Guerra.- No deje que nadie le venga a decir lo contrario: la Venezuela del 2015 es una economía

socialista tal cual, esto mismito que estamos viviendo es el socialismo y mientras no se cambie de rumbo no

hay mejora posible. Tampoco se trata de una fase intermedia, de un “vamos rumbo al”. No camarada, ya

llegamos, no le falta nada.

El socialismo como sistema económico se basa en el rechazo de la iniciativa privada y la preeminencia de los

controles administrativos para la toma de las decisiones económicas a todo nivel. Como las cosas nunca

resultan como lo planean los burócratas, la respuesta siempre es arreciar aún más con controles de todo tipo,

lo que invariablemente conduce a minimizar el papel de la propiedad privada y de los mercados formales. Al

final, el resultado siempre es el mismo: estancamiento en la actividad económico, desempleo encubierto,

inflación reprimida, escases crónica, mercados negros y, sobre todo, colas y listas de espera para conseguir

cualquier cosa. Históricamente, el socialismo es un fenómeno casi exclusivo del siglo XX, cuando unos

cuarenta países de todo tipo lo intentaron (cada uno a su manera), todos fracasaron y finalmente todos lo

abandonaron, con la honrosa excepción de Corea del Norte que, a diferencia de Cuba, todavía no parece

haber encontrado la puerta de salida.

En el siglo XXI, solo un país tuvo la peregrina idea de embarcarse en semejante paquete, no por decisión

popular, pues en el referendo de 2007 la mayoría rechazó contundentemente la propuesta de reforma

constitucional, sino por la tozudez de una élite unida por el rencor y los dólares, muchos petrodólares. El

periodo 2007-2009 fue decisivo en su consolidación y ya en 2010 comenzó el irreversible colapso de las

capacidades productivas nacionales, solo que a punta de renta petrolera y endeudamiento se medio ocultó el

descalabró por un par de años. Desvanecido el velo petrolero, hoy día el socialismo se nos presenta a los

venezolanos tal cual: una masificación de la pobreza y del estancamiento. No se trata de una caída transitoria

de ingresos, sino de un desmantelamiento permanente de cadenas productivas, de modo que ni con una

recuperación del precio del petróleo puede el modelo socialista sacarnos de la pobreza, mucho menos

devolvernos calidad de vida. En términos políticos: con el Psuv, esto es el futuro.

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Estoy entre quienes opinan que este 6 de diciembre, además de la elección de una nueva Asamblea

Nacional, se celebra un referendo consultivo sobre el modelo económico que queremos transitar. La pregunta

es muy sencilla: ¿Está Usted de acuerdo con el modelo socialista actual o prefiere recuperar el sistema de

libertades económicas consagrado en la Constitución? Esa es la disyuntiva. Previendo la respuesta, el

Gobierno ilegalmente eliminó de la consulta la elección de los representantes al Parlatino, pues el dato se

podía tomar como una aproximación de las preferencias del voto nacional. Afortunadamente no hay escases

de matemáticos y ya estamos trabajando en un modelo que extrapola con enorme precisión las preferencias

nacionales con base en los resultados por circuito, algo difícil pero no imposible. Hasta ahora el margen de

error es de apenas 5% y aspiramos reducirlo a 1%, de modo que esa misma noche del 6D podremos anunciar

al país el porcentaje de votantes que a nivel nacional optan por el cambio. Quiéranlo o no, el socialismo va a

referendo.

 

@JoseAGuerra

Sí, esto es el socialismo

Octubre 18, 2015José Guerra.- Alguna polémica generó mi artículo anterior y hoy me siento obligado a explicar mejor por qué

la Venezuela del 2015 es una economía socialista tal cual. No me refiero al socialismo como eslogan político o

franquicia romántica, sino estrictamente al socialismo como sistema económico, tal y como lo entiende la

Ciencia Económica contemporánea. Lo primero que hay que aclarar es que un sistema económico socialista

no implica el monopolio estatal de la actividad económica, eso nunca ha sucedido. De hecho, un rasgo

característico del socialismo es la invariable presencia de una “segunda economía”, sin la cual el sector

estatal no podría operar y que puede llegar a representar tanto como el 60% de la producción. Más que un

monopolio de la actividad económica, el Estado socialista busca el control de los denominados puestos de

mando (commanding heights) de la economía, los cuales varían de una experiencia a otra.

En el caso venezolano, el sistema económico socialista se monta sobre la base de cinco eslabones: (1) el

control directo de una masa crítica de activos, más allá de los llamados sectores estratégicos, y la imposición

de limitaciones arbitrarias al uso y disposición de los activos privados; (2) la monopolización y asignación

directa del flujo de divisas a través del control de cambio; (3) la fijación de los cinco precios claves que

condicionan todo proceso productivo: gasolina, electricidad, tasa de interés, tipo de cambio y salario

marcador; (4) la fijación del precio final de varios miles de bienes y servicios de todo tipo; y finalmente (5) la

imposición de controles directos al consumo, con lo cual se cierra el círculo. Si esto no es socialismo, se

parece bastante.

¿Y no será solo una mezcla de populismo con exceso de controles? No camarada, ya hace tiempo cruzamos

la línea del “dirigismo” francés. Hoy el Estado venezolano controla, de una u otra forma, qué se produce,

quién lo produce y a quién se distribuye (que es precisamente el nudo del problema económico), y es por ello

que el tamaño de la economía se va contrayendo a los límites de las capacidades administrativas de la

burocracia: según estimaciones del FMI, a dos tercios de lo que éramos hace dos años. Tan completa ha sido

la implantación del sistema socialista en el país que, ante la caída en el precio del petróleo, el aparato

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productivo no reacciona como una típica economía regulada frente ante un choque externo, sino que muestra

todos los síntomas propios del socialismo más rancio: estancamiento económico, desempleo encubierto,

inflación reprimida, escases crónica, mercados negros, racionamiento y colas para todo.

Tampoco es una cuestión de gestión, de que el modelo es bueno pero no han sabido aplicarlo. Gracias a los

aportes de la teoría del diseño de mecanismos, reconocida con el Premio Nobel de Economía 2007, hoy

sabemos que el defecto de fábrica del sistema económico socialista es que, a diferencia de una economía de

mercado, no cuenta con un mecanismo automático para cancelar los malos proyectos. Como no hay una

verdadera separación entre quien gestiona el proyecto y quien lo financia, los emprendimientos socialistas

están sujetos a la denominada restricción presupuestaria blanda, que hace de toda mala idea un elefante

blanco. Al final, todo el aparato productivo se convierte en un gran proyecto inviable y los países solo

consiguen una mejoría cuando abandonan de plano el modelo. En eso estamos.

Este Dakazo no va

Octubre 25, 2015José Guerra.- Misma motivación, mismo modus operandi, pero muy distinto contexto. Al final, los esfuerzos

por generar una suerte de rebatiña de consumo similar al efímero Dakazo 2013 chocan con la dura realidad

económica y social de finales de 2015. En el lenguaje bélico que tanto gusta al gobierno, un nuevo Dakazo es

pólvora mojada.

Primero, el poder de compra del venezolano hoy día es muchísimo menor. Si tomamos como referencia el

salario mínimo (el cual devenga la mitad de los asalariados) y ajustamos por inflación, el poder de compra del

nuevo salario mínimo efectivo a partir de noviembre es solo dos tercios de su equivalente en noviembre de

2013. A esto hay que agregarle que esta vez los consumidores no se pueden endeudar (las tarjetas de crédito

están full) y ya muchos sacaron prestaciones sociales para pagar los útiles escolares (algunas empresas

incluso adelantaron utilidades). Hoy, el presupuesto familiar está exhausto.

Segundo, el nivel de los inventarios es abismalmente menor. Entre el Dakazo 2013 y la sequía de dólares se

han encargado de llevar los inventarios de bienes durables a mínimos históricos, de modo que quien se alzó

con una nevera en 2013, por poner un ejemplo, le tocará ahora conformarse con un rayador de queso, eso es

lo que hay. Además, está el detallito de que en diciembre de 2013 las operaciones en el mercado paralelo de

divisas eran ilegales y de eso se agarraron para obligar a los comerciantes a vender a pérdida y diseminar su

capital de trabajo. Pero con la Reforma de la Ley de Ilícitos Cambiarios que entró en vigencia en diciembre de

2014 se despenalizaron las operaciones de divisas entre privados, por lo que los comerciantes tienen esta vez

un mejor asidero legal para justificar sus costos.

Tercero, al gobierno se le agotó la credibilidad. El Dakazo 2013 se produce a comienzos de la gestión

Maduro, cuando amplios sectores de la población esperaban alguna señal de que “el designado” podría dar

continuidad a la bonanza de otros tiempos, y es en ese contexto que la rebatiña sirvió para subir

temporalmente los niveles de aprobación gubernamental. Ahora el contexto es muy distinto, ya esa duda ha

sido despejada y la mayoría de la población, en todos los estratos sociales, opina que no existe la tal “guerra

económica”, que Maduro es el principal responsable de la actual crisis y, pero aun, que no tiene la capacidad

para resolverla. No hay Dakazo que revierta esa percepción.

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Por último, el campo de batalla electoral es definitivamente otro. Las elecciones municipales que motivaron el

Dakazo 2013 estuvieron marcadas por el desaliento en el bando de la alternativa democrática y una búsqueda

de continuidad en el votante oficialista. Lamentablemente, eso llevó a una respuesta política un tanto tímida y

desarticulada ante los atropellos perpetrados en nombre de la “ofensiva económica”. Esta vez, el panorama

para las elecciones parlamentarias de diciembre es muy distinto. La desilusión en el electorado oficialista es

enorme, hay plena conciencia que el modelo socialista sencillamente se agotó y por donde una se mete la

gente lo que pide es cambio. En está ocasión, habrá una respuesta política articulada que se cobrará en votos

esta nueva arremetida contra la propiedad privada.

DolarToday y el BCV paralelo

Noviembre 1, 2015José Guerra.- Leyendo la demanda que por “ciberterrorismo” introdujo el Banco Central de Venezuela contra

DolarToday en un tribunal de los EE.UU., resulta claro que la misma no tiene posibilidades de ganar en juicio

y que va en contra de los intereses del Banco. Esto me lleva a concluir que en esa chapucería no participaron

los equipos técnicos del BCV (esa es la buena noticia), sino que más bien es producto de una suerte de “BCV

paralelo” que actúa en nombre del ente emisor, siguiendo la pauta de Miraflores (esa en la mala noticia).

Lo primero que salta a la vista es que en toda la demanda no hay ni una sola cifra oficial, lo cual de por si es

patético. Así, por ejemplo, para ilustrar que DolarToday es un tipo de cambio artificial, punto central de la

acusación, incluyen dos gráficos, uno de Barclays y otro del mismo DolarToday, dejando muy mal parado al

BCV. Por otra parte, los argumentos económicos son débiles y contradictorios, por decir lo menos: afirman

que desde mayo 2013 la tasa DolarToday comienza a subir artificialmente, pero no mencionan la dramática

caída en la liquidación de divisas; afirman que DolarToday exacerba las presionas inflacionarias, pero no

mencionan la brutal expansión monetaria; afirman que DolarToday incentiva la salida de capitales, pero no

mencionan los ataques a la inversión y la propiedad. Llegan incluso a afirmar disparates como que

DolarToday afecta el comercio interestatal de los EE.UU. o que los acusados se enriquecen transando en un

(inexistente) “mercado de futuros sobre divisas”.

A esto hay que agregar una serie de afirmaciones que ningún Banco Central en su sano juicio asumiría en un

proceso judicial, pues claramente van contra su imagen y credibilidad. Por ejemplo: afirman que por culpa de

DolarToday, el BCV gana menos en términos reales por la emisión de billetes y por los préstamos que hace a

instituciones financieras (¡al BCV le pega la inflación!); afirman que “los esfuerzos de la República para

bloquear el acceso al sitio DolarToday han sido mayormente inútiles” (¡bloquear, tipo China!); afirman que los

“importadores de bienes esenciales obtienen dólares a la tasa preferencial de 6,3 bolívares, y se voltean a

venderlos en el mercado negro con un margen de ganancia enorme” (¿y por qué no los denuncian?); afirman

que “en un día cualquiera, la tasa de cambio promedio cobrada por las casas de cambio en Cúcuta es mucho

menor que la reportada por DolarToday” (¿el BCV levanta estadísticas del cambio en Cúcuta?).

Por último está la cuestión de estilo. Un despacho de AP la reporta como “una demanda inusual, llena de

fotos, lenguaje altisonante e incluso enlaces a páginas personales de periodistas…”, lo que indica que no fui

el único sorprendido al ver en el documento la foto de Pedro Carmona o al leer cursilerías típicas de

Miraflores: “¿Cuán lejos irían algunos para enriquecerse y retomar el poder político que ansían para

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enriquecerse aún más?”. Incluso, resulta curioso que a veces la demanda habla en nombre del BCV y a veces

pareciera hablar en nombre de la República. Puesto que se alega que DolarToday afecta tanto el patrimonio

del ente emisor como el poder de compra de la población en general, lo lógico era haber introducido una

demanda conjunta de la República de Venezuela y el BCV. A menos que la idea fuera dejar a este último

solito en la estacada. ¡Cosas del BCV paralelo!

 

Presupuestos familiares al límite

Noviembre 8, 2015José Guerra.- Así como he alertado sobre los grandes desajustes macro que arrastra la economía

(déficit fiscal, balanza de pagos, etc.), hoy quiero enfocarme en lo micro y alertar sobre la situación límite a

que están llegando los presupuestos familiares como resultado de unos niveles de inflación y escasez sin

precedentes. Lo que estamos experimentando me remite a ese pasaje inolvidable de la obra cumbre de

Charles Dickens, ese gran cronista de la miseria, donde el pobre Sr. Micawber, el eterno endeudado, le confía

al joven David Copperfield la esencia de las finanzas familiares. Parafraseando: si el ingreso anual es cien y

los gastos noventa y nueve, el resultado es felicidad, pero si el ingreso anual es cien y los gastos ciento uno,

el resultado es la desgracia.

Esta es una alerta que lanzo primeramente a Nicolás Maduro, quien en su laberinto viene insistiendo que la

inflación está en el orden del 80% y a la postre se inventa un supuesto informe del Banco Central que lo

avala. Ya esto deja de ser una mera ocurrencia, una puntada electorera y pasa al plano de la agresión directa

a la ciudadanía. No solo va contra el dato extraoficial que se coló a la prensa y que ya ubica la inflación

anualizada en prácticamente un 200%, sino que choca contra la experiencia cotidiana de los consumidores y

eso es lo más grave. Una cosa es inventarse “logros” o tratar de insuflar ánimo frente al revés electoral en

puertas y otra muy distinta es negarle a la gente su realidad. Eso es jugar con candela.

Es un alerta que también lanzo a mis colegas economistas, pues la ciencia económica nos acostumbra a ver

los problemas de consumo en el margen (una unidad adicional de esto versus una unidad menos de aquello)

básicamente porque simplifica el análisis, y se tiende a olvidar las situaciones límites donde la elección es

discreta (esto o aquello). Esto es importante tenerlo presente porque la combinación de incremento de precios

con la desaparición de productos ha reducido el margen de maniobra de los hogares a tal punto que se

precipitan las irreversibilidades. Me explico: hay recortes de consumo que pueden revertirse conforme mejora

el ingreso, pero hay otros recortes que dejan su secuela como, por ejemplo, sacar los huevos de la compra

semanal, abandonar la escuela o suspender el tratamiento para la hipertensión. Eso hay que tenerlo presente

al momento de evaluar opciones de política.

Por último, es un alerta que lanzo a las representaciones en el país de los distintas organismos

internacionales con experiencia en el manejo de crisis humanitarias: FAO, Unicef, Cruz Roja, entre otros.

Venezuela no está en puertas de una hambruna generalizada, pero si hay sectores muy vulnerables a los que

“la revolución” está abandonando a su suerte y ya enfrentan situaciones límite. Las condiciones de extrema

necesidad que pude constatar esta semana en el sector La Laguna de la Panamericana (¡en plena capital!) es

algo que parte el alma y que va más allá de toda estadística, oficial o extraoficial. Entiendo plenamente que

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dichas agencias humanitarias no pueden actuar sin una solicitud formal del Ejecutivo, pero sí pueden ir

preparándose, hacer contactos informales, ir diagnosticando la situación y tener los planes de acción listos. La

pregunta no es si requeriremos su asistencia, sino cuándo.

 

El ajuste 2016

Noviembre 15, 2015José Guerra.- En 2013, Maduro decidió cerrar la brecha de ingresos mediante una brutal contracción del

consumo doméstico y en ese ajuste apenas vamos a medio camino. Para 2016 nos espera un recorte

adicional, de modo que dentro de doce meses nuestro nivel de consumo será aproximadamente un tercio

menor de lo que es hoy día, por supuesto, si todo marcha conforme al plan de ajuste de Maduro (si lo

dejamos).

Al respecto, el más reciente reporte del Bank of America, lo pone en los términos más amables posibles:

“Venezuela enfrenta lo que podría terminar siendo el choque externo más prolongado de su historia, y

consideramos que resulta cada vez más evidente que se trata de un choque permanente más que uno

transitorio. El país está reaccionando a este choque con una combinación de recortes en las importaciones y

liquidación de activos. No obstante, en nuestra opinión la magnitud del ajuste es todavía insuficiente y

reducciones adicionales en las importaciones serán necesarias para estabilizar las cuentas externas.” Nada

que no hayamos advertido oportunamente, pero que deja por fuera un elemento clave del diagnóstico: no solo

se trata de un choque externo, producto del ajustes en el mercado petrolero, sino que además

experimentamos un severo choque interno como resultado del colapso progresivo del aparato productivo, un

colapso que arrancó con fuerza en 2011 pero que se precipitó a partir del 2013 (hecho en socialismo, pues).

Este último elemento es clave porque la ruta tomada por Maduro para cuadrar sus cuentas (recortar

importaciones y rematar activos) no solo impone un sufrimiento innecesario a la población y vuelve agua y sal

la cacareada inversión social, sino que acelera la destrucción de los encadenamientos productivos

domésticos, incluyendo los petroleros, sin los cuales no es posible un cierre permanente en la brecha de

ingresos. Esto quizás se entienda mejor si uno considera cual era la ruta de política alternativa para

compensar la caída en los ingresos petroleros. Para comenzar: refinanciar la deuda externa, cerrar el chorro

de dólares que se van en sobrefacturación, cerrar el chorro de petróleo que se regala olímpicamente,

restablecer el derecho a producir y exportar libremente, crear las condiciones para atraer la inversión directa y

en general abandonar el fracasado modelo socialista. ¿Recortar importaciones?, para nada, no haría falta. De

hecho, mantener los niveles de consumo de los hogares y facilitar las oportunidades de mejora y

modernización de las empresas deben ser prioridades en cualquier proceso de ajuste sostenible.

Ciertamente, el draconiano ajuste que experimentamos se debe en parte a que este gobierno no puede

creíblemente adoptar las políticas correctas, pero también responde al hecho que Maduro y su combo

entienden la economía solo en términos de cantidades, el muy soviético “balance de materiales”. En esa

visión pre-moderna de la economía, fenómenos como la inflación y las distorsiones de precios son

secundarias, lo central es balancear cantidades. Así, ante una caída en los ingresos petroleros se recortan las

importaciones a mansalva y se ajustan linealmente los volúmenes que se consumen de cada cosa, sin

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molestarse en ajustar los precios relativos. Eso es lo que han venido experimentando consumidores y

productores en estos años y es lo que nos espera para el 2016 si no se le pone un alto a los planes de

Maduro de ajustar la brecha externa como sea.

 

Cambiemos para mejor

Noviembre 22, 2015José Guerra.- Dar un vuelco en lo económico y enrumbar a Venezuela en la senda del crecimiento sin

inflación es algo perfectamente factible, y quienes no lo ven así es porque están del lado equivocado del

problema: no quieren, no saben, no pueden. De hecho, la campaña del miedo lanzada por el oficialismo busca

inútilmente infundir en el electorado el temor al cambio, la necesidad de conservar esto. El problema es que

“esto” es la más brutal caída en el nivel de vida experimentada por el pueblo venezolano y, siendo el único

país petrolero metido en semejante predicamento, resulta imposible convencer a la gente que no hay

alternativas. Al final, lo que logran es transmitir la miopía, el letargo y la desorientación que embargan hoy a la

cúpula madurista. Quien está deprimido no ve salida, quien va a caer no ve el hoyo.

Por supuesto, la crisis social que atraviesa el país es compleja, con múltiples retos que requieren la

construcción de consensos y no pretendo dar soluciones mágicas a todos ellos, pero sí ilustrar la manera en

que podemos salir del atolladero económico en que nos metieron. Para ello, hay que comenzar por el final,

trazar a dónde queremos llegar en el mediano plazo y desandar mentalmente los pasos necesarios para llegar

allá desde donde estamos hoy. En tal sentido, partimos del hecho que, para darle al país una base económica

mínima, debemos duplicar en diez años el ingreso real per cápita, lo que implica crecer en ese lapso a una

tasa promedio de al menos 7% interanual, lo que a su vez implica triplicar el valor de nuestras exportaciones

(petroleras y no petroleras), lo que solo puede lograrse mediante una virtual reindustrialización del aparato

productivo, para lo cual se requerirá atraer una ingente cuantía de capitales y revertir el flujo migratorio.

Trazado el horizonte, ¿Cómo llegamos hasta allá si partimos de una economía paralizada, sin acceso al

crédito internacional y al borde de un default? ¡Ah!, en este punto es donde los más avezados “analistas” del

oficialismo se frotan las manos pensando que sencillamente no se puede y que nos toca calarnos “esto” pues,

sacando cuentas, la cosa no cuadra. El detalle está en que lo dicen mirando las cuentas de Maduro, según las

cuales se quiere compensar la caída de ingresos a punta de recortar consumo doméstico y donde no figura el

principal generador de producto y empleo de cualquier economía: el sector privado. Allí tienen razón, si lo que

se quiere es continuar con el legado de ataque, persecución y hostigamiento a la iniciativa privada, aquí lo

que nos espera es más pobreza y estancamiento. Pero si por el contrario priva la sensatez y decidimos

cambiar para mejor, dar un vuelco en lo económico está al alcance de las manos.

Así, para atraer los capitales y revertir el flujo migratorio se requiere un marco de políticas que garanticen lo

básico: que un emprendedor pueda invertir sin temor a ser expropiado,  que un productor pueda exportar

libremente, que un asalariado pueda vivir dignamente y ahorrar sin temor a la inflación. Por supuesto, no se

trata de una mera retórica conciliadora sino de crear las condiciones objetivas y hacerlo pronto. Por fortuna, el

marco legal para asegurar el necesario clima de confianza está claramente estipulado en la Constitución, de

modo que solo se trata de corregir las desviaciones respecto a la norma. El punto central es que, una vez

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sepultado el fracasado experimento socialista, al país no le faltarán los recursos para cerrar su brecha

externa, saldar la inocultable deuda social, financiar una transición sin traumas al nuevo modelo productivo y

devolver el optimismo al venezolano. Esa cuenta sí cuadra.

Economía de la reconstrucción

Noviembre 29, 2015José Guerra.- Al evaluar las opciones de política económica que se abren luego del 6 de diciembre y diseñar

la hoja de ruta para la recuperación nacional, es importante tomar nota de algunas lecciones derivadas de los

esfuerzos internacionales de apoyo a países que salen de un conflicto bélico y que generalmente se engloban

bajo la etiqueta de economía de la reconstrucción.

Afortunadamente, Venezuela se ha librado, y está bien lejos, de sufrir las penurias de un conflicto bélico, pero

quince años de intentar imponer un modelo económico fracasado y un proyecto político hegemónico nos ha

traído a una situación social y económica que muestra muchos elementos característicos de los países que

están saliendo de una guerra civil. Aparte del deterioro en las condiciones de vida y la calidad institucional,

resulta inocultable la erosión del tejido social, la polarización de la discusión política y las terribles secuelas de

la violencia (más de 230 mil asesinatos entre 1998 y 2014). Todo esto implica que, en materia económica,

debemos ver más allá de las distorsiones de precios y las brechas de financiamiento y abordar la coyuntura

con un enfoque más global. A manera ilustrativa, podemos extraer al menos tres lecciones del campo de la

economía de la reconstrucción.

Primero, hay que avanzar aceleradamente en la reconstrucción de infraestructura crítica. En tal sentido,

aunque Usted no lo crea, actualmente la principal restricción para la reactivación del aparato productivo es la

disponibilidad de electricidad. Como si fuera resultado de una campaña de bombardeo tipo Vietnam, estos

bárbaros han dejado el sistema eléctrico nacional en un estado tan precario que si mágicamente echáramos a

andar el parque industrial existente, sencillamente no quedaría electricidad para los hogares. Si queremos

crecer hay que invertir aceleradamente en electricidad, sin tener que caer en proyectos faraónicos sino

simplemente aprovechando la experticia y financiamiento de los bancos de desarrollo y agencias

especializadas en el sector.

Segundo, hay que asegurar el acceso a los alimentos, para todos y en todo momento. Más de una década de

guerra sistemática a los productores agropecuarios nos dejan con un panorama de escases y encarecimiento

de los alimentos que no se diferencia en nada a los estragos que deja un conflicto armado. Devolver la

seguridad jurídica al campo venezolano y eliminar las distorsiones de precios constituyen pasos necesarios

para restablecer los niveles de abastecimiento, pero no son suficientes para garantizar la seguridad

alimentaria de toda la población. Existen sectores muy vulnerables, que han sido abandonados a su suerte y

que requieren asistencia en materia alimentaria que no necesariamente es cubierta por los programas de

alivio de la pobreza. En tal sentido, debemos buscar sin complejos el apoyo de los organismos internacionales

especializados en la gestión de crisis humanitarias.

Por último, hay que invertir en cohesión social. Si algo caracteriza los escenarios post-conflicto es la

polarización del discurso y la desconfianza entre los distintos actores sociales, lo que dificulta la construcción

de consensos y deteriora el clima de negocios. La experiencia internacional sugiere que en estos casos, la

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búsqueda de cohesión social debe constituir un objetivo a la par de la equidad y la eficiencia, lo que en

términos prácticos significa que, por ejemplo, los mecanismos para la asignación de beneficios sociales deben

ser transparentes o que la generación de empleo debe ser una prioridad en el corto plazo, incluso si no es lo

más eficiente, pues el diseño de las políticas públicas deben trasmitir con hechos el mensaje clave de que el

país se abre a una nueva etapa de reconciliación nacional, donde no habrá cabida para la exclusión, la

discriminación o la retaliación.

 

@JoseAGuerra

Los imponderables de 2016

Enero 3, 2016José Guerra.- En esta época de trazar escenarios para el año nuevo, hay aspectos que están claramente

definidos y otros, menos claros, que son los grandes imponderables. Algo que está cantado es el desenlace

en materia económica: en 2016 el absurdo modelo de controles llega a su fin, simplemente la maquinita de

fabricar boliburgueses ya no da más. Si comparamos la situación actual con el panorama existente hace justo

un año, cuando Maduro se aprestaba para irse de gira en busca de un milagro, son muchas las incógnitas que

se han despejado: se impuso la estrategia saudí de no recortar la producción petrolera de la OPEP, se

concretó el regreso de Irán al mercado petrolero luego de firmar el histórico pacto con Occidente, los

productores marginales de petróleo resultaron más resistentes de lo previsto, la Reserva Federal de los

EE.UU. puso fin a la época de cero tasas de interés, las potencias mundiales llegaron a un acuerdo para

contener la crisis en Siria y, por si quedaba alguna duda, se confirmó que China no presta dinero para cubrir

crisis de balanza de pagos. Así que, en cuanto a nuestras restricciones externas, ya no caben los hipotéticos

ni los condicionales: simplemente el flujo de ingresos petroleros no cubrirá las necesidades de financiamiento

en 2016 y con el actual modelo de controles Venezuela no podrá cumplir sus compromisos de deuda. Se

trancó el serrucho.

Algo que también está cantado es la respuesta del gobierno frente a la crisis: en 2016 Maduro continuará con

su estrategia de endurecer aún más el absurdo modelo de controles y atizar la confrontación. Como todos los

años, siempre habrá un pequeño ajuste cambiario aquí, un disimulado recorte de gastos allá, una

“refrescamiento” de algunos precios más allá, pero ninguna rectificación de fondo. Mientras tanto, al son de la

rayada “guerra económica mix”, tratará infructuosamente de endilgarle a la oposición las inevitables

consecuencias de endurecer los controles. Todo indica que la estrategia económica de Maduro responde

estrictamente a su estrategia política y que esta última, lamentablemente, va en piloto automático. Así, este

año Maduro responderá con el plan trazado antes del 6D, cuando pensaban que la MUD solo obtendría la

mayoría simple, y que consiste en desconocer el resultado electoral, desempolvar el tinglado comunal y, al

grito de “déjenlo trabajar”, achacarle a la nueva Asamblea Nacional el previsible deterioro en las condiciones

de vida, buscando que la expectativa de cambio se transforme en desmovilización. Una estrategia fallida, que

no contaba con el detallito que la MUD se alzara con la mayoría calificada. Por ello se inventan a último

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momento unas impugnaciones espurias, tratando inútilmente que la realidad se amolde a la estrategia

predefinida, en lugar de reevaluar la situación y adaptarse.

En cualquier escenario, la respuesta de la alternativa democrática también es clara: evitar el inmovilismo,

propiciar el cambio y la reconciliación, mantenerse en el cauce constitucional, pacífico y electoral. Ante un

panorama que pareciera predeterminado, llegamos a los dos grandes imponderables del 2016: ¿hasta dónde

llega la paciencia de la muy golpeada ciudadanía que clama por soluciones?, ¿hay algún grado de autonomía

en las bases chavistas que saben que se requiere una rectificación? Lo que se pueda decir al respecto es

bastante especulativo, pero dependiendo de la respuesta se sabrá con qué velocidad llegamos al inevitable

desenlace.

Legalizar la hiperinflación

Enero 10, 2016José Guerra.- ¿Qué significa una inflación de 800%?, ¿Cómo explicarlo en términos cotidianos? Tome en

cuenta que actualmente, con una inflación anual de 270% según cifras extraoficiales, uno ve como la mayoría

de los precios suben mensualmente y algunos semanalmente. Bueno, con tasas anuales de 800% o más, uno

vería como todos los precios suben semanalmente y algunos diariamente. Semejante tragedia económica,

nunca antes vista en un país petrolero, es la que pretenden legalizar con el reciente Decreto Ley de Reforma

de la Ley del Banco Central de Venezuela, donde se ratifica la intención del gobierno de seguir financiándose

a punta de dinero inorgánico, llevándose por delante a las familias venezolanas. Eso no lo podemos permitir.

En condiciones normales, cualquier ciudadano podría solicitar ante el Tribunal Supremo de Justicia la nulidad

de dicho Decreto Ley por contravenir las disposiciones constitucionales sobre el régimen monetario nacional,

el derecho a la información y “el detallito” de la disposición transitoria cuarta donde, en su numeral octavo, se

establece expresamente la participación del poder legislativo en la designación y ratificación de las

autoridades del ente emisor. Mejor aún, la Asamblea Nacional debería discutir y aprobar una nueva Ley del

BCV que corrija las graves distorsiones institucionales causadas por las seis reformas de ley aplicadas desde

el 2002 (todo un record), pero ya habrá tiempo para eso. Por lo pronto, urge parar en seco las pretensiones de

legalizar la ruta a la hiperinflación y para ello basta con aprobar una ley muy sencillita, donde se deroga el

susodicho Decreto Ley y se revierte al texto vigente desde noviembre 2014. No es lo ideal, pero sus efectos

son inmediatos y nos evitamos cualquier maniobra del Ejecutivo para cuestionar su constitucionalidad ante el

TSJ. De hecho, son varios los Decreto Ley dictados por vía habilitante que merecen la misma suerte. Una vez

aprobada la derogatoria, el Ejecutivo puede jugar con los lapsos un par de semanas, pero luego toca

promulgarla y punto.

Más allá de los tecnicismos legales, resulta interesante evaluar los meta-mensajes que trasmite este efímero

Decreto Ley. Una vez más, se ratifica que el gobierno de Maduro no tiene ninguna intención de rectificar en

materia económica, que no tiene inconveniente en llevar la inflación a 800% o más y que planea culpar de ello

a la “guerra económica”. En tal sentido, se intenta blindar el ocultamiento de estadísticas por parte del BCV a

pesar de que las cifras terminan filtrándose a la prensa, que no hay manera de borrar la crisis que

experimenta la gente en carne propia y que, tal y como se demostró el 6D, dicha estrategia no les ha dado

ningún rédito político. Obviamente, no hay visión estratégica.

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Por otra parte, el efímero Decreto Ley puede leerse como una admisión de culpabilidad por parte de las

autoridades del Banco Central. Así, si uno revisa cada uno de los artículos que sufrieron modificación, se

puede concluir que las autoridades del BCV admiten que no cumplen con los requisitos mínimos para ocupar

el cargo, que han incumplido los objetivos y metas del ente emisor, que ilegalmente han ocultado información

a la Asamblea Nacional y al público en general. En fin, que existen fundamentos sólidos para su remoción por

parte de la Asamblea Nacional, pues de lo contrario no habrían cambiado lo que cambiaron. De hecho,

sorprende que piensen que una reforma apurada el último día del 2015 tenga efectos retroactivos y haga legal

los ilícitos, como el ocultamiento de estadísticas, cometidos con anterioridad. Vale aclarar que, incluso con el

Decreto Ley vigente, igualito tienen que responder por sus actuaciones pasadas bajo el marco legal vigente

para la fecha. Obviamente, están ofuscados y muy mal asesorados legalmente.

 

@JoseAGuerra

Sin datos no hay emergencia

Enero 17, 2016José Guerra.- Decretar la emergencia económica es cosa seria. No puede ser otro parapeto, tipo “el sacudón”

económico, puesto a rodar tiempo atrás por el Ejecutivo para aparentar que está atendiendo la grave crisis

nacional o, peor aún, para intentar achacar a la Asamblea Nacional la responsabilidad del deterioro progresivo

en las condiciones de vida.

Decretar el estado de emergencia económica es una atribución del Presidente de la República contemplada

en la Constitución y en la Ley Orgánica Sobre Estados de Excepción y sujeta a control posterior por parte de

la Asamblea Nacional, la cual está obligada a estudiar la medida y, en un plazo máximo de ocho días a partir

de su publicación en Gaceta Oficial, aprobar el Decreto en cuestión o dejarlo sin efecto. Se trata no solo de

una obligación legal de la Asamblea Nacional, sino de un compromiso de la bancada mayoritaria de buscar

las vías del entendimiento y evaluar seriamente todas las alternativas posibles para encausar la recuperación

económica. En ningún momento nos van a encontrar enfrascados en una estrategia tipo Sansón, que busque

derribar las columnas de palacio y llevarse todo por delante.

Dicho esto, resulta obvio que la Asamblea Nacional no puede tomar seriamente esta iniciativa en tanto el

Ejecutivo Nacional insista en la ficción de una “guerra económica”, al tiempo que oculta y distorsiona la

información sobre la situación real del país. Me refiero no solo a los indicadores más elementales sobre la

actividad económica, como inflación y crecimiento, sino información detallada y fidedigna sobre la balanza de

pagos, las reservas internacionales, los balances auditados de Pdvsa, los convenios internacionales, los

fondos de inversión, las asignaciones de divisas, y pare Usted de contar. Se trata de información elemental,

sin la cual es imposible no solo evaluar la pertinencia del Decreto en cuestión sino controlar su aplicación

pues, una vez aprobado, la Asamblea Nacional tiene la potestad constitucional de revocar el Decreto una vez

que cesan las causas que lo motivaron. ¿Cómo podemos afirmar que cesó o no la emergencia económica si

no hay cifras oficiales para monitorearla? ¿Acaso viendo VTV?

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También debe resultar obvio que esta Asamblea Nacional no puede aprobar un Decreto de Emergencia

Económica que tenga como objetivo profundizar aún más el absurdo y fracasado modelo de controles que nos

ha traído a la ruina. En tal sentido, los considerandos del Decreto dejan claro que el Gobierno reitera su visión

errada y anacrónica de la economía, mientras que el articulado solo pretende legalizar y potenciar aún más la

discrecionalidad y el abuso de las autoridades, al tiempo que elimina cualquier límite o control a los

negociados y la sobrefacturación. De hecho, para facilitar lo que más bien parece un Decreto de Asalto Final,

se autoriza al Ministerio de Finanzas y al Banco Central de Venezuela para fijar límites máximos de ingreso y

egreso en efectivo, establecer restricciones a determinadas operaciones comerciales o financieras y restringir

dichas operaciones al uso de medios electrónicos previamente autorizados. Literalmente, clavar la estaca final

en el corazón del aparato productivo.

Repito, el Decreto de Emergencia Económica será debidamente valorado y discutido en la Asamblea

Nacional, con todo el rigor y la seriedad que amerita el caso, esa es nuestra obligación.

 

Lo que nos deja el Decreto

Enero 24, 2016José Guerra.- Comienza otra semana, el Decreto de Emergencia Económica es clavo pasado y la crisis sigue

allí, intacta. No obstante, son varias las conclusiones que nos deja el Decreto y que conviene a tener presente

en las próximas semanas.

Primero, la Asamblea Nacional tomó la decisión correcta al dejar sin efecto el Decreto de Emergencia

Económica presentado por el Ejecutivo. La comisión especial designada para evaluar dicho Decreto consultó

la opinión de expertos en la materia, escuchó a representantes de los distintos sectores sociales, solicitó la

comparecencia de los ministros del área económica, se mantuvo en permanente contacto con la bancada

oficialista y trabajó con el apoyo de un equipo técnico en la elaboración de un informe detallado que sirvió

para la discusión en la plenaria del poder Legislativo. El informe demuestra que el Decreto parte de un

diagnostico errado de la coyuntura económica, que omite aspectos claves que requieren atención urgente y

que solo propone profundizar en las políticas erradas que nos han traído al estado de calamidad actual. En tal

sentido, desaprobar el Decreto no fue un capricho o un mero “cálculo político” como insiste el sonsonete

oficialista, sino una decisión responsable, tomada sobre la base de criterios técnicos en función de los

intereses de la nación.

Segundo, la crisis en más grave y profunda que lo admitido por el Gobierno. La insistencia de los voceros

oficialistas de mantener a puerta cerrada la comparecencia de los responsables del área económica y el

hecho de que a último minuto decidieran no comparecer ante la comisión, es de por si un motivo de

preocupación para todo el país. ¿Cómo es eso de que es “secreto de Estrado” cuanto petróleo producimos,

cuanto exportamos, cuanto regalamos, cual es monto de la deuda, cual es el inventario disponible de

alimentos y medicinas? ¿Qué esconden? Eso no se queda así, la Asamblea Nacional tiene la obligación de

llegar al fondo del asunto e informar oportunamente a la colectividad.

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Tercero, hay que estar alertas ante las pretensiones de sectores enchufados que, aunque Usted no lo crea,

no tienen empacho en aprovechar la difícil coyuntura nacional para tratar de saquear hasta el último dólar de

las arcas públicas. El sonsonete oficialista de “acabar con el rentismo” se estrella contra un Decreto de

Emergencia diseñado para extraer con total impunidad la mayor cantidad de renta posible. No lo digo yo, lo

dice el difunto Decreto en su artículo segundo, donde se le permitía a un grupito de burócratas cosas como:

asignar recursos extraordinarios a proyectos no previstos en la ley de presupuestos, saltarse los requisitos

propios del régimen de contrataciones públicas, saltarse los trámites y procedimientos para la importación de

mercancías y, por si fuera poco, saltarse los trámites cambiarios establecidos por Cencoex y el BCV. ¡Que

mantequilla! El negocio redondo, pues.

Por último, la estrategia del Ejecutivo de buscar un enfrentamiento artificial con el Legislativo no les ha dado

frutos y resulta a todas luces condenada al fracaso. Así, ahora culpan a la Asamblea Nacional de no querer

“acompañar a Maduro” (¿al despeñadero?) y de hacerlos “perder tiempo” (el chiste se explica solo). Un

jueguito de desgaste que suena muy bien en teoría, pero que en la práctica se topa con la guadaña de la

crisis económica, que semana a semana va rebanando la poca popularidad que le queda a Maduro. Más les

valdría desechar esa estrategia. El país está claro que le corresponde al Ejecutivo poner los pies en la tierra e

iniciar sin demora la necesaria rectificación en materia económica. Si quieren propuestas concretas, también

las encontrarán en el informe elaborado sobre el Decreto de Emergencia. El dialogo es la vía.

El Decreto es el modelo

Enero 31, 2016

José Guerra.- El Decreto de Emergencia Económica es clavo pasado, y al mismo tiempo no lo es. Es clavo

pasado no solo porque sus efectos legales se extinguieron una vez que fuera desaprobado por la Asamblea

Nacional, sino porque como pieza de propaganda política nunca cumplió su verdadero cometido y cualquier

efecto residual ya prácticamente se desvaneció. Sencillamente no hay manera que el público se trague el

cuento de que las colas o la inflación son culpa de la Asamblea porque no aprobó el fulano Decreto. Les toca

inventar otra. Pero al mismo tiempo, el Decreto no es clavo pasado en la medida que nos adelanta el plan de

acción del Gobierno para el futuro previsible (dos o tres meses) y eso no debiera agarrar por sorpresa a los

agentes económicos.

Según las recientes declaraciones de Maduro “lo que hizo la Asamblea Nacional [desaprobar el Decreto] fue

inconstitucional y me reservo las acciones a tomar dentro de la legalidad”, lo cual suena a un intento por

mantener vivo el artificial “conflicto de poderes” en que se han empeñado desde la derrota electoral del 6D. Si

lo que quiere decir es que planea insistir con la implementación del Decreto de Emergencia, es bueno aclarar

que, tal y como lo señala el informe preparado por la comisión especial designada por la Asamblea Nacional,

el Ejecutivo ya está facultado para adelantar muchas de las medidas propuestas allí. No obstante, si lo que

quiere decir es que el Gobierno actuará como si en el país estuviéramos bajo un estado de excepción en

materia económica, allí sí que se equivoca, pues más allá de la pirotecnia, el Decreto ya no tiene efectos

legales.

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Poniendo a un lado la maniobra política, es importante leer el difunto Decreto de Emergencia como un

desiderátum, una carta de navegación para “perfeccionar” el modelo, que no es otro sino el modelo socialista.

Meses atrás, en esta misma columna, argumentaba que en Venezuela rige un sistema económico socialista

en sentido estricto, tal y como lo entiende la ciencia económica contemporánea. Hoy el Estado venezolano

controla, de una u otra forma, qué se produce, quién lo produce y a quién se distribuye, mediante el control

directo de una masa crítica de activos, la imposición de limitaciones arbitrarias al uso y disposición de los

activos privados, la monopolización y asignación directa del flujo de divisas a través del control de cambio, la

fijación de una miríada de precios y la imposición de controles directos al consumo. En este punto hace su

entrada el difunto Decreto de Emergencia, el cual habilitaba al Ejecutivo para, entre otras cosas, ordenar a las

empresas incrementar sus niveles de producción o garantizar el abastecimiento de determinados bienes,  así

como “requerir [tomar] de las personas naturales o jurídicas propietarias o poseedoras, los medios de

transporte, canales de distribución, centros de acopio, beneficiadoras, mataderos y demás establecimientos,

bienes, muebles y mercancías que resulten necesarios”. En pocas palabras, la tapa del frasco de una visión

hegemónica de la economía.

Quien piense que esto no es el modelo socialista es porque seguramente tiene una visión idealizada del tema

o se limita al ambiguo entendimiento que pululaba en los manuales escritos antes de la caída del Muro de

Berlín, o en sus versiones postmodernistas. Cuando el oficialismo repite que “se agotó el modelo rentista”, lo

que quieren decir es que se agotó la millonada con la cual endulzaban las penurias propias de todo modelo

socialista y que ahora solo nos pueden ofrecer nuestro propio “periodo especial”. Creo que el Gobierno está

siendo suficientemente claro en sus planes e intenciones, que nadie se llame a engaño.

Un programa económico consensuado

Febrero 21, 2016José Guerra.- El pasado jueves, la Asamblea Nacional acordó delegar a la Comisión Permanente de Finanzas

y Desarrollo Económico la elaboración de una propuesta de programa económico consensuado con el

Gobierno Nacional, los sectores productivos, las organizaciones de trabajadores y la propia Asamblea, que

contenga las medidas necesarias a corto, mediano y largo plazo para superar la crisis económica y social que

atraviesa el país. Se trata de presentar alternativas viables de política, en respuesta a la manifiesta resistencia

del Ejecutivo a rectificar.

Luego de mucha expectativa, Maduro por fin anunció una serie de medidas, que distan mucho de constituir un

programa integral y coherente, y que en esencia se reducen a una devaluación del bolívar  y un aumento del

precio de la gasolina. Para comprender por qué dichos anuncios no alivian los problemas económicos de

fondo, sino que por el contrario los agravan, en necesario entender que el país enfrenta una doble brecha de

financiamiento, o lo que se conoce en la literatura especializada como déficits gemelos. Por un lado tenemos

un déficit interno, estimado en 20% del PIB, producto de que el ingreso fiscal es mucho menor la gasto y, por

otro lado, un déficit externo de al menos 35 mil millones de dólares, consecuencia de que los ingresos por

exportaciones son mucho menores a las necesidades de divisas para importar y servir la deuda. En este

contexto, tanto la devaluación como el aumento de la gasolina lo que hacen es generar más bolívares para el

fisco, pero no generan ni un solo dólar adicional, por lo que apuntan a cerrar la primera brecha pero no la

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segunda. En cierto sentido, el Gobierno adoptó medidas para resolver su problema interno de caja, sin

resolver los problemas de la gente.

Lo peor es que se anuncia una devaluación y un aumento de la gasolina sin rectificar en cuanto a la política

monetaria, por lo que se sirve la mesa para una escalada inflacionaria sin precedentes, lo que

necesariamente se traduce en mayor pobreza. Si para efectos del argumento, damos por buenas las cifras

publicadas esta semana por el BCV que colocan la inflación de 2015 en 181% (315% en alimentos), y

consideramos que en el mismo lapso los salarios subieron en 96%, cabe preguntarse ¿Quién ganó la carrera?

Al mismo tiempo, Maduro no anuncia ni una sola medida que apunte a reactivar la producción nacional y la

generación de divisas. En nada aliviará el desabastecimiento la creación de una suerte de Frankenstein con

los pedazos que quedan de Mercal, Pdval y Bicentenario, pues el problema fundamental de la economía no

es de distribución sino de producción, y eso es algo que parecieran no querer entender.

Ante este panorama, la Asamblea Nacional no puede quedarse paralizada, y en esto incluyo a la bancada

oficialista, quienes no pueden eludir por conveniencia partidista su responsabilidad ante el electorado. En las

próximas semanas, nos toca avanzar en el diseño de un programa económico consensuado que, en el menor

tiempo posible, corrija los graves desequilibrios macroeconómicos, garantice la reactivación del aparato

productivo y recupere la calidad de vida de la población. Se trata de que el Legislativo cumpla con su función

de servir como foro nacional de discusión política, a los efectos de no quedarse en la mera crítica y, con la

mejor disposición, plantear al Ejecutivo alternativas viables ante la crisis.

Disolución anticipada y liquidación del Banco Industrial de Venezuela

Febrero 24, 2016Alejandro Cáribas.- La Contraloría General de la República (CGR) al examinar los estados financieros del

Banco Industrial de Venezuela (BIV) 2007-2008, recomendó su liquidación, por considerar que era inviable la

continuación de sus actividades. (Informe de 30 de marzo de 2011)

Una empresa calificadora bancaria nacional señalaba que para 2008 los resultados del BIV durante los

últimos 14 semestres, en 5 de ellos habían presentado resultados negativos, con pérdidas acumuladas de

161.2 millones de bolívares (Víctor Salmerón “Quiebras e ineficacias signan la historia del Estado banquero”.

Diario El Universal, 04/04/2008). Lo anterior coincide con la afirmación de que durante este Gobierno, hasta el

año 2009,el BIV ha tenido que ser rescatado al menos 5 veces, con una inyección de 171 millones de

bolívares.

Por razones no aclaradas técnicamente, de forma genérica se informó que esta institución fue intervenida en

mayo de 2009, porque la Superintendencia de Bancos había detectado algunos problemas de cierta

severidad, intervención levantada en enero de 2011, con el argumento de que las causas principales que

motivaron su intervención habían sido superadas.

En estudio nuestro concluimos en la conveniencia de evaluar la extinción del BIV mediante fusión por

absorción por parte del Banco de Venezuela (“Desempeño de la Banca Pública y la Banca Privada en

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Venezuela 2009-2011” p. 169.

Noticias reiteradas daban cuenta desde hace más de un año de que se había iniciado un proceso de

disolución de hecho del BIV: importante número de despidos o renuncias inducidas de sus trabajadores,

traslado de cuentas nóminas significativas a otros bancos del Estado, retiro de la casi totalidad de los

denominados Puntos de Ventas, etc.

Sorpresivamente, en Gaceta Oficial No. 40.846 de 11 de febrero de 2016 fue publicada la disolución

anticipada, cese de las operaciones y actividades de intermediación financiera del BIV e inicio de su

liquidación administrativa, cuyos activos y pasivos, al parecer, pasarían al Banco del Tesoro.

Las razones para tal medida son genéricas e imprecisas, se expresa que la decisión se inscribe dentro del

marco de los planes diseñados por el Ejecutivo Nacional para dar una nueva estructura, composición y

dimensión de la banca pública, conforme al proyecto de integración de esta última, con el fin de fortalecer,

reorganizar y optimizar su funcionamiento y hacer más eficiente su actuación.

Es indudable que se requiere una reorientación de la política gubernamental hacia el sector financiero público

en general, y en especial hacia el sector bancario que entre otros aspectos incluya la no creación de institutos

de créditos bajo la figura de instituciones bancarias, la abstención de constituir nuevos bancos del Estado, la

de fusionar algunos de los existentes, etc., pero no de medidas aisladas, como la del BIV, embozada bajo

supuestos planes para hacer más eficiente la banca del Estado.

Hasta el año 2011 inclusive, el BIV presentaba resultados acumulados negativos, por el orden de los 234.304

millones de bolívares, a pesar de haber obtenido beneficios netos ese año por 74.271 millones de bolívares;

sin embargo, en los años sucesivos sus estados de resultados para los años 2012, 2013, 2014 y junio de

2015, mostraron ganancias netas por 145.311, 203.476, 331.587 y 470.355, millones de bolívares,

respectivamente, lo que conduce a aseverar que el BIV se encontraba en el camino de mejorar su gestión

administrativa, a juzgar por los resultados netos positivos en esos años.

Al comparar sus indicadores con los del sistema bancario durante los años 2011 a junio de 2015, la afirmación

anterior pierde fuerza, aunque a lo interno históricamente había experimentado mejoría, al abandonar la

senda de pérdidas netas recurrentes y recapitalizaciones frecuentes. Veamos:

Solvencia Patrimonial

Año 2011 Año 2012 Año 2013 Año 2014 Junio 2015

Sistema Bancario 10,41% 10,39% 11,02% 10,05% 10,30%

BIV 6,97% 7,89% 18,95% 15,77% 19,02%

 

Morosidad

Año 2011 Año 2012 Año 2013 Año 2014 Junio 2015

Sistema Bancario 1,44% 0,88% 0,62% 0,46% 0,42%

BIV 18,01% 9,70% 1,32% 1,25% 1,80%

 

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Intermediación Crediticia

Año 2011 Año 2012 Año 2013 Año 2014 Junio 2015

Sistema Bancario 54,83% 50,41% 48,80% 53,12% 54,78%

BIV 8,16% 6,36% 13,04% 43,52% 45,55%

 

ROA

Año 2011 Año 2012 Año 2013 Año 2014 Junio 2015

Sistema Bancario 3,04% 4,13% 4,52% 4,38% 4,07%

BIV 0,52% 1,66% 0,99% 1,27% 2,27%

 

ROE

Año 2011 Año 2012 Año 2013 Año 2014 Junio 2015

Sistema Bancario 36,63% 53,00% 57,56% 65,18% 61,46%

BIV 12,18% 35,87% 8,65% 14,05% 26,91%

 

Liquidez

Año 2011 Año 2012 Año 2013 Año 2014 Junio 2015

Sistema Bancario 27,64% 26,92% 26,00% 27,25% 30,30%

BIV 41,85% 44,17% 31,08% 16,95% 48,81%

 

Hasta el año 2013 su rol como intermediador crediticio fue muy pobre, cumpliendo un papel de receptor de

fondos del sector público para invertirlos en títulos valores, lo que comienza a revertirse en 2014 y junio de

2015. Sorprendentemente entre junio y diciembre de 2015 duplicó su cartera de crédito, sin que fuese posible

conocer el destino de los mismos.

Su rentabilidad si bien quedó muy por detrás de la del sistema bancario, mantuvo un crecimiento lento, pero

sostenido en el período comentado. Su morosidad siempre fue una de las más altas del sistema bancario,

ubicándose en los últimos años 3 y 4 veces por encima del promedio del sistema.

Su liquidez durante el período examinado, con excepción del año 2014, excedió la del sistema bancario, lo

que advierte de un manejo ineficiente del disponible, observándose la venta de más del 75% de los títulos

valores en el lapso enero-junio 2015, lo que permitió la asombrosa liquidez mostrada en junio de 2015.

Corresponde a los liquidadores resolver acerca del destino de las oficinas ubicadas en Miami, New York y

Curazao, únicas de la banca pública en el exterior.

En síntesis, el Ejecutivo Nacional decidió la disolución anticipada e inicio de la liquidación del BIV en tiempos

en que este era menos ineficiente y mostraba signos de cumplir su papel como intermediario crediticio,

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asumiendo el costo social de reubicar su trabajadores en la banca pública u otros entes públicos, que en

número de 3.000 enfrentan el temor de quedar cesantes.