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Alas al miedo Acto I Escena primera: (Se abre el telón. Todos las luces encendidas. Una silla en el centro del escenario y dos giradas hacia ella en el otro extremo. En la mesa del centro, un joven (Teo), sentado en la silla. Se levanta al cabo de unos segundos y se mueve hacia la esquina opuesta a las sillas. Coge una guitarra inexistente y, saca una púa de su bolsillo. Comienza a tocar una melodía que no suena, llevando el compás con el pie. Se equivoca en unos acordes inexistentes y vuelve a empezar con cara de esfuerzo al ver que la canción inexistente suena muy bien. Vuelve a dejar la guitarra inexistente, no sin afinarla, dejando la púa inexistente en la boca para después guardarla en el bolsillo. Se vuelve a sentar y coge de una mesa inexistente a su derecha un libro inexistente. Lo abre, cruza las piernas y se pone a leer, mientras va arrugando el entrecejo. A los pocos segundos se da cuenta de que ya está leyendo el libro inexistente al revés y lo gira, poniendo cara de alivio, es decir de “ahora sí”. Al poco tiempo entran las doctoras, mientras lo cual el sujeto (Teo), va pasando páginas con sus dedos mojados cuando lee lentamente. Entra la primera doctora, se sienta en una de las sillas, mueve sus papeles sobre ella y escribe algo tras mirar al sujeto durante algunos segundos. Al poco, entra la otra doctora (Psicóloga), se sienta y comienza el diálogo) (obviamente, Teo no se da cuenta del diálogo). Doctora: Buenos días. Psicóloga : Buenos días Vilma. ¿Qué tal está nuestro querido Teo? Doctora : Pues ya le ves, ahí está, leyendo un poco. 1

Alas al miedo

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Alas al miedo

Acto I

Escena primera:

(Se abre el telón. Todos las luces encendidas. Una silla en el centro del escenario y dos giradas hacia ella en el otro extremo. En la mesa del centro, un joven (Teo), sentado en la silla. Se levanta al cabo de unos segundos y se mueve hacia la esquina opuesta a las sillas. Coge una guitarra inexistente y, saca una púa de su bolsillo. Comienza a tocar una melodía que no suena, llevando el compás con el pie. Se equivoca en unos acordes inexistentes y vuelve a empezar con cara de esfuerzo al ver que la canción inexistente suena muy bien. Vuelve a dejar la guitarra inexistente, no sin afinarla, dejando la púa inexistente en la boca para después guardarla en el bolsillo. Se vuelve a sentar y coge de una mesa inexistente a su derecha un libro inexistente. Lo abre, cruza las piernas y se pone a leer, mientras va arrugando el entrecejo. A los pocos segundos se da cuenta de que ya está leyendo el libro inexistente al revés y lo gira, poniendo cara de alivio, es decir de “ahora sí”. Al poco tiempo entran las doctoras, mientras lo cual el sujeto (Teo), va pasando páginas con sus dedos mojados cuando lee lentamente. Entra la primera doctora, se sienta en una de las sillas, mueve sus papeles sobre ella y escribe algo tras mirar al sujeto durante algunos segundos. Al poco, entra la otra doctora (Psicóloga), se sienta y comienza el diálogo) (obviamente, Teo no se da cuenta del diálogo).

Doctora: Buenos días.

Psicóloga: Buenos días Vilma. ¿Qué tal está nuestro querido Teo?

Doctora: Pues ya le ves, ahí está, leyendo un poco.

Psicóloga: ¿Lleva mucho tiempo leyendo?

Doctora: Pues desde que he llegado yo, sí. Por lo visto está leyendo ya el segundo tomo de la saga, porque ayer le vi devolver uno a la estantería. Una lastima no saber de qué saga se trata.

Psicóloga: Sabes Vilma siempre me ha parecido que hay algo incorrecto en todo esto, en verle sin que nos vea, en oírle sin que nos oiga, en conocerle, o intentarlo, sin darle la opción de que él haga lo mismo con nosotras, o con algunos de los residentes más. Me parece que les ayudamos pero a traición, y no me deja de molestar. El cristal, (se acerca a él) es una cosa tan fría. Pasan horas sin ver, oír, ni hablar. Ni siquiera sabemos si piensa, y si es así, en qué. Yo apostaría por un trato cercano, de paciente a doctor, él tumbado en el diván y yo en la cómoda silla, en esa escena tan típica, pero, por lo menos, ¡qué demonio!, que pudiera expresarle algo.

Doctora: Los psicólogos y vuestro trato humano. Nuestra labor se basa en la observación y el diagnóstico querida. Y vosotros deberíais de ser consejeros. Se os pide

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opinión en aspectos de conducta, en lo que resultáis, tremendamente útiles. Pero los métodos son los que dan, y no se cambian.

Psicóloga; Vilma ¿no te das cuenta? Teo podría ser un gran escritor, pintor o artista en general y no se le da opción a expresarse, nunca se le da lo que pide.

Doctora: Para que su comportamiento no se vea influido por ello. Es muy simple. Esto es una clínica de recluimiento, de lo que he repetido mil veces, una vez que ha sido diagnosticado, y para ello necesitamos conocer sus acciones en sí misma se le envía a un centro de reinsertamiento. Ahí se les pone a su disposición todo para que se expanda.

Psicóloga: ¡Pero el cristal! ¡ El cristal! No son animales de zoo. Deberíamos dejarles que salieran con los demás, llevarles a algún lado.

Doctora: No te lo repetiré más veces, y por cierto, mira, parece que va a ver la tele (efectivamente, Teo ha dejado el libro, tras poner la página, otra vez sobre la mesa, y ha cogido el mando inexistente de la televisión. Lo enciende, y pasa canal hasta donde uno le satisface, mientras la doctora cuenta las veces que ha cambiado) (la psicóloga también mira).

Doctora: Parece que hoy se ha quedado en la cuatro ¿Qué hora es?.

Psicóloga: las cuatro y diez. Esta viendo el documental de hipopótamos.

Doctora: ¿Qué?

Psicóloga: es lo que hay en la cuatro a las cuatro y cuarto. Mi padre lo ve todos los días.

Doctora: Ah. Pues hasta ahora tenemos tres teledramas, tres partidos de futbol y un documental de hipopótamos. Me voy, entonces. Y no te preocupes por él. Su hermana venía hoy, dentro de pocos minutos. Hablara con alguien y luego le dejaremos estar con sus compañeros de habitación. El como está solo, se queda con el de la 215. Otro prenda, de hecho ahora voy con él.

Psicóloga: Hasta luego, yo me quedo a ver si toca algo. Si lo hace, me fijaré en los acordes, para ver que canción es.

Doctora: Que sepas que tú también deberías estar ahí dentro. Adiós.

Psicóloga: ja,ja,ja,ja,ja, adiós, Vilma, adiós, (Vilma sale, la psicóloga se sienta). Oscuro

Escena segunda:

(El escenario es el mismo, pero está sentado en la silla otro chico lleva una indumentaria muy parecida, lo cual da lugar a pensar que se trata de un uniforme. Está sentado en la silla al revés, es decir con la espalda en el asiento y las piernas sobre el respaldo, cabeza abajo. Hace ruidos raros con la boca, mientras mueve sus labios con los dedos, y tiene

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los ojos cerrados. Empieza a moverse sobre la silla y se cae. Se levanta rápidamente mira a su alrededor, y al ver que nadie le mira, básicamente porque no hay nadie, sonríe para sí y se vuelve a sentar, esta vez normal. Entra la doctora, descorre la silla y se sienta. Toño, el joven sentado, lo oye y sonríe, al girar la cabeza rápidamente. La doctora, aún enfrascada en sus papeles, no se da cuenta. El joven se pone en pie y comienza a pasear en círculos tocando las cuatro paredes. Da dos o tres vueltas mientras la doctora escribe frenética. A las tres vueltas, manso el muchacho pasa por delante del cristal y la doctora lo observa, pega un salto mientras lo golpea)

Toño: Un día de estos los voy a romper. (la doctora se sobresalta y suelta un pequeño gritito). Ah, así que tenemos a nuestra querida Vilma. ¿Qué tal está usted, doctora? (la doctora no contestará a ninguna de las preguntas que le formule Toño, solo escribirá hoja tras hoja). Hoy es pronto, así que Teo estaba leyendo. Ese chico lee demasiado. Demasiado para los libros que tiene. Ja. Ja. Ja. Etc. Ya nos podías poner a los demás tantos como a él. Ja.ja.ja. Hasta una guitarra me han dicho que tiene. Como vive. No, en realidad es que está loco y por lo visto le tienen en un psiquiátrico. ¿Qué cómo estoy yo? Pues bien, no me quejo hace mucho que mi madre no viene a verme pero bueno, aquí estoy bien. Aunque no se muy bien donde estoy. Pero no debe de ser muy caro porque solo tengo una silla verde y está rota. Cojea. (para demostrarlo, se acerca a la silla la hace cojear y dado que esta no lo hace la tira al suelo). ¿Ves? Un desastre. Lo bueno es que también es un cohete a reacción. Quizá este en un laboratorio de la NASA, preparándome para ser astronauta. Y lo de las pocas instalaciones debe ser por los recortes en ciencia. Es lo que tiene el PP (se ha subido en el cohete y hace como que lo tripula, dando órdenes absurdas e imitando el sonido del motor con pedorretas). Vilma, ¿Cómo está su perro? Tiene que traerlo más veces me acuerdo de la primera vez que lo trajo casi me come un dedo y a Felicio el Viejo ese del tercer piso, le arrancó media pierna. Aunque no se para qué, ese hombre debe llevar podrido años. Creo que hoy le tocaba ir a restaurarse, como si fuera una momia. ¿Lo pillas Vilma?. Yo era humorista, ¿sabes? ( dirigiéndose al cristal. Ella saca un móvil y marca un número).

Doctora: Oye las pastillas. Que el de la 215 ha empezado a desvariar. Y, las de siempre. Si, las cuatro. Hasta luego ( va a marcharse).

Toño: Pero no se vaya así doctora. Deje que le cuente mi vida saque alguna conclusión trabaje un poco. ( la doctora se va. Toño se sienta otra vez en el cohete y se cae. Oscuro)

Escena tercera:

(El escenario ha cambiado ahora hay dos sillas a cada lado una enfrente de la otra en la que están sentados Toño solo y Teo y una chica en la otra la iluminación en esta escena es alterna, es decir, que la conversación en sí se mezcla y es acompañada por la luz, que ilumina alternativamente a cada pareja de interlocutores. Primero a la pareja, que están sentados a la izquierda del escenario. El chico es Teo y la chica es joven, atractiva , lleva un bolso del brazo y coge de la mano a su hermano. En el otro lado, cuando se encienda la luz, se verá a Toño mordiéndose las uñas y guiñando los ojos alternativamente).

Hermana: se que he tardado mucho, lo siento. El curro es una mierda, pero ya sabes que es lo hay. Tu, como no trabajas……(sonríe)

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Teo: (también sonríe, pero luego se hace el ofendido) oye, ¿Cómo que no? Ya sabes que soy bibliotecario.

Hermana: ( se le escapa una sonrisa de compasión que enseguida vuelve a su rigidez habitual) pues para ser bibliotecario, hay que prestar libros. ¿ a quién le prestas tu libros?

Teo: pues a Mariano, siempre de cocina, es un glotón. Y a Mercedes, de aventuras son los suyos casi siempre. Algunos niños me hacen dibujos. Y no creo que sea tan feo.¿Sabes qué día es hoy?

Hermana: Diez de Marzo.

Teo: Hoy cumple años la madre de Carlota, no te olvides de felicitarla de mi parte. ¿Todavía piensa que sigo trabajando en el Caribe?

Hermana: Ella y casi todos. Y todos desean que vuelvas.

Teo: Ya, pero seguro que hay alguno que no.

Hermana: Sí, es verdad. Ya sabes quién. Se llevó un susto de muerte cuando le fuiste a presentar a mamá.

Teo: Sí, y todavía no entiendo por qué.

Hermana: Porque le presentaste una silla vacía. Mamá estaba de viaje.

Teo: Ah, ya estamos con lo de la Sila. Me lo han dicho mil veces. Y mamá estaba allí, digáis lo que digáis.

Hermana: Y entonces, ¿por qué se asustó tanto?

Teo: No sé, dijo que la silla estaba vacía y cuando le puse cara con cara con mi madre se echó a llorar, como si mamá le asustase. Yo creo que está loca. Pero no en el buen sentido, sino loca de las chaladas, de las de atar, de las que ven cosas donde no las hay, no se si me entiendes.

Hermana: Sí, si te entiendo. Bueno, ¿Qué tal es la comida aquí?

Teo: La que yo he visto hasta ahora gris, sin forma concreta y sosa, sosísima. Creo que no conocen el uso culinario de la sal aquí. El otro día nevó y recogí un poco de la que echaron en el suelo. Me la voy dosificando, pero no se lo digas a nadie. Aquí son todos muy raros. Nadie parece tener familia y siempre van con prisas.

Hermana: ¿Ah, si? ¿Y qué más hacéis en el patio?

Teo: Yo, leer. El otro día se me acercó una señorita.

Hermana: ¿Una señorita? ¿Y qué quería la señorita, eh, pillín?

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Teo: Que la dejara el libro. La mandé a paseo.

Hermana ¡Teo! ¿Y eso por qué?

Teo: Porque me lo preguntó en sueco. Y yo no se sueco. De hecho, no sabía si era sueco hasta que una de esos señores con bata me lo dijo. Son todos unos tipos muy sabios. Deben ser pensadores. Se pasan el día de aquí para allá tomando notas, observando y rascándose las barbas. Esta mañana pedí una bata blanca pero no me la dieron, dicen que son exclusivas. Así que deben ser miembros de una hermandad o algo por el estilo. Personalmente, creo que están algo majaretas. Tanto saber les ha comido el cerebro. Nunca he visto sonreír a ninguno. Aunque tampoco hay muchos motivos para hacerlo. Este lugar es horrible, siempre hay mala comida y vienes a verme muy poco.

Hermana: Sabes que estoy ocupada. Y no te quejes tanto, anda.

Teo: Vale, vale. Supongo que, ah, sí, un segundo (se levanta). Gracias, Marieta. (Hace como que coge un plato imaginario de pastas y una tetera inexistente, y la deja sobre la mesita inexistente). Coge una. No están muy allá, saben algo a periódico, pero por lo menos están saladas. Adiós, adiós, Marieta. (La enfermera inexistente sale). Venga, tonta, no te de apuro. (La hermana de Teo coge, dudando, una pasta inexistente, la muerde con miedo, y la deja sobre la bandeja) ¿Qué tal en casa? ¿Qué tal tus perritos?

(Recoge algunas migas inexistentes de su regazo, concentrándose tanto en su tarea, que se le cae la pasta, y va a recogerla de tal manera que sin querer da una patada a la mesa imaginaria y tira todos los objetos imaginarios que hay en ella.). ¡Joder! Anda, ayúdame a recoger esto.

Hermana: Claro, Teo (entre los dos recogen todo lo inexistente derribado por la torpeza de Teo). Pues están bien, los he dejado con mamá un poco.

Teo: Un día de estos se la van a comer. A mamá (apostilla al ver la cara de sorpresa de su hermana). Esos perros están locos. (Acaban de recoger el inexistente desastre y se vuelven a sentar en sus respectivas sillas).

Hermana: ¡Que dices! Lo que pasa es que no les caes bien, porque siempre que te ven llevas puesta esa colonia que huele fatal.

Teo: Es un repelente de perros. No me gustaría que me arrancaran un brazo, como a Felicio, el del tercer piso. Pobre viejo

(luces off en esa parte, se encienden las del lado contrario) (Toño está sentado sobre la silla. Mira el reloj. Da golpes sobre la silla. Cuando se cansa bosteza. Es un bostezo gigante de hipopótamo. Tal es, que se cae de la silla. Y comienza a revolcarse por el suelo, con los ojos cerrados. Se levanta y se sienta)

Toño: ¡Vilma! no va a venir. No va a venir. No va a venir. (se apagan las luces de su lado, se encienden las del otro).

Hermana: Estas hecho un cascarrabias, Teo. Mama siempre lo decía estás hecho un amargado

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Teo: bueno y ¿qué? me habéis dejado aquí, de la mano de Dios, en el culo del mundo, habéis roto mi vida. Ahora no me queda nada. No tengo casa, ni mujer, ni hijos. Ni siquiera tengo un amigo. Mi vida es un desastre, y tu me dices que soy pesimista, que soy un agorero. Lo raro sería que no lo fuese.

(luces off en ese lado, On en el otro)

Toño: Que no va a venir Vilma. Que no va a venir. No se acuerda de mi. Como va a venir si no se acuerda de mi. Y el resto mi odian. Por algo que ni siquiera recuerdo. Aquí no va a venir nadie. A no ser que vengas tú Vilma. Hazme caso Vilma. Va, si me estarás escuchando. (se levanta. Se apoya sobre el respaldo cara al público). La última vez que vino alguien, fue mi madre. Hace tres años, cuando llegué aquí, me trajo turrón. Cuando me lo acabé, note algo raro. Tenía las manos que parecían globos, Vilma. Almendra. Soy alérgico. Y me trajo una caja entera sabiendo la mierda que me dan de comer. Nunca me ha tratado bien Vilma y no iba a ser menos ahora. Su Alzheimer habrá acabado ya con el cajoncito que ponía “Toño” en su cabeza. ¡Vilma! ¡que esto es una perdida de tiempo! ¡Vilma, no va a venir!(luz off en su lado, On en el otro)

Hermana: Tengo que irme. Volveré la semana que viene, Teo. cuídate y lee mucho.

Teo: Adiós hermanita.

(la hermana le da un beso en la mejilla, Teo ni se inmuta y se va. Al poco, Teo se levanta y se va también pasando por detrás de Toño, a oscuras). (se enciende la luz de Toño que mira el reloj, se levanta y se va. luces off).

Escena cuarta:

(No hay mobiliario interior, sino un banco a uno de los lados del escenario. y un par de árboles al fondo. Nadie en escena al principio. Aparece una enfermera con Teo).

Enfermera: Lo que te digo, un día de estos me tienes que dejar algún libro

Teo: claro

Enfermera: Bueno, que me voy. Ahora vendrá Toño.

Teo: ¿Toño?

Enfermera: Un compañero, no tardará mucho.

(Sale la enfermera. Teo se sienta en un lado del banco. Se acerca a uno de los árboles, coge un plátano inexistente y lo va a abrir, pero no puede. De su bolsillo saca un cuchillo inexistente. Con él lo abre, lo pela y se lo va comiendo. Cuando acaba -se ha ido paseando por el escenario- mira la cáscara, sonríe y la deja junto a la entrada, colocada perfectamente para que el que entre se tropiece con ella. Ríe y se sienta precipitadamente).

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Voz en off de Toño: Te estoy diciendo que sí. Me he tomado las cuatro. No, no las he escondido debajo de la lengua.

Voz en off de la doctora: ¡Enséñamela! ¡A ver! (entran en la escena la doctora y Toño mientras hablan)

Toño: (Abriendo la boca y sacando mucho la lengua) Hmmmmm..

Doctora: Bueno…(sale de escena)

Toño: Ey, tu eres Teo.

Teo: ¿Como sabes mi nombre?.

Toño: Hablan de ti a todas horas. Que si Teo está tocando la guitarra, que si está leyendo, que si está haciendo juegos malabares con cabras, blablablabla. Los demás solo tenemos una silla que cojea. ¿Por qué estás aquí?

Teo: No, por nada. ¿Y a ti que te pasa?

Toño: Lo mismo que a ti, me metieron por error, y ahora no me quieren sacar. Se ve que les gusto. Pero bueno, tampoco tengo donde ir, así que…..

Teo: Vaya. Hoy ha sido día de visitas. ¿A ti quién te ha venido a ver?

Toño: Nadie como siempre. Me toca sentarme en una silla tan dura e incómoda como todas las demás a esperar algo que nunca pasa ¿y a ti?

Teo: Mi hermana. ¿Y como es que no viene nadie a verte? Eres muy joven para no tener familia.

Toño: Soy hijo único. Por eso debe ser que hablo tanto, nadie me callaba. Mi padre murió hace años por mi culpa. Desde entonces mi madre nunca me ha tratado bien, y le diagnosticaron Alzheimer poco antes de que yo entrara aquí. Ha venido una vez a verme. Ahora ni me recordará. A saber donde está, con quién. Si lo mismo no está ni viva…

Teo: Bueno hombre. Todo pasa. Olvídate de lo malo. Yo que se, búscate un hobby. Puedo prestarte algún libro.

Toño: Animando no hay quien te gane. No, creo que seguiré explorando mi silla. Por cierto, ¿tu hermana era la chica ( descripción de su ropa o aspecto) que salió antes a toda prisa?.

Teo: Si, era esa.

Toño: Pues me la tienes que presentar.

Teo: Cállate ¿tienes hambre? la comida no es muy buena ¿verdad?

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Toño: No, no lo es. Y sí, si tengo hambre.

Teo: Coge un plátano (señala el árbol inexistente)

Toño: Ah ya. Bueno, creo que aguantaré. Tampoco tengo tanto hambre.

Teo: Vale

Toño: ( como con lástima) No sé, a veces pienso que todo esto no es más que un zoológico.

Teo: ¿Un zoológico?

Toño: Si. Uno ilegal, en el que los hombres son los animales y los embatados hacen de observadores. Toman fotos, notas, videos de lo que hacemos. Incluso me ha parecido ver a un japonés.

Teo: Pero que dices. No, no, no……

Toño: Tienes razón. A los animales les alimentarían mejor.

Teo: No, no ¿Cómo va a ser esto un zoo? ¿Dónde está la valla, los cartelitos indicando nuestra especie? ¿Dónde están los turistas, los embatados?

Toño: ¿No tienes tú un espejo de cristal muy grande en la habitación? Pues ahí tienes la verja. Y detrás los turistas, los embatados y en cuanto a los carteles, seguro que tienen una ficha con nuestros datos.

Teo: Eso no es verdad. Y de todas maneras ¿para qué iban a querer vernos?

Toño: Para investigar. Teo, estamos pirados. Quieren experimentar drogas, como esta pastilla (escupe una), gases, y esas cosas.

Teo: No, no puede ser mi hermana me lo contaría.

Toño:¿ Para qué? ¿ para molestarte? créeme que nunca hacen eso. Lo hacen todo por nuestro bien y nunca se enteran. Por mi bien. por mi bien yo me iría de aquí.

Teo: Estás chiflado.

Toño: ¿ Y qué?

Teo: Pues eso

Toño: Tú también.

Teo: ¿Eh?

Toño: Que tú también estás chiflado.

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Teo: No lo se. Yo creo que no, pero todos los estamos ¿ no?

Toño: Si, pero unos más que otros. Y a los que más lo estamos, pues nos guardan. Para no perdernos, digo yo. Es como los cromos con los que jugabas de pequeño. Tenías muchos, pero los mejores los dejabas a salvo en casa, guardados en una caja de zapatos. A nosotros también nos guardan en una caja de zapatos.

Teo: Ya decía yo que olía mal.

Toño: Y de esta caja de zapatos podríamos salir. Hay agujeros por todas partes. Y no hacen más que abrirla y cerrarla para comprobar que aún seguimos aquí. Que no nos hemos ido. Temen despertar algún día, y descubrir que su tesoro más preciado, que su pertenencia más valiosa ha volado, se ha esfumado en el aire.

Teo: Pues vámonos. A mi no me gusta la comida de aquí.

Toño: ¿Y para qué íbamos a irnos?.Todo el mundo está contento si nos quedamos aquí. Creen que nos tienen controlados, que nos manejan. Y son tan crédulos y tan prepotentes como para dejar de pensar que podemos pensar, que en nuestra cabeza, algo mermada, eso sí, por la locura, no se maquina nada.

Teo: Les da igual que pensemos o no. Es como si no existiéramos.

Toño: No, no. Es cierto que les da igual que pensemos, pero en el caso de que cometieran la estupidez de obviarnos, de ignorarnos, en ese caso, existiríamos aún con más fuerza, demostrando nuestro peso.

Teo: No tenemos peso ninguno. Los que manejan el mundo se hallan siempre tan lejos de todo que es imposible que la manchita emborronada que somos, se refleje, aparezca en su mapa.

Toño: Ah amigo. Pero el mundo lo manejamos nosotros: ¡los locos!, los chalados, los pirados, los pasados de vuelta, los zumbados los que estamos de la azotea, los de atar. Da igual como nos llamen. Porque controlamos el mundo, nosotros lo controlamos todo, y lo mejor de eso: desde dentro de una caja de zapatos.

Teo: No escucha, solo conozco a unas pocas personas capaces de hacerlo todo. TODO. Y yo soy una de ellas. Y tú otra. Somos capaces de hacer lo que sea y por eso nos llaman locos. Pero ¿ no es verdad que si estás dispuesto a hacerlo todo acaban por odiarte? Pero ahí se basa nuestra hazaña. Nos odian, nos enmascaran como locos. Y luego se quedan en el borde, esperando a que cojamos carrerilla y saltemos, mientras ellos, miran eternamente, sin atreverse a saltar. Los que todo lo hacemos, lo controlamos todo. Y ellos, cobardes, cuerdos si lo prefieres, viven en su miedo, poniendo la otra mejilla, haciéndose los importantes al borde de un precipicio demasiado alto para ellos.

Teo: Eso es una tontería. Y si no lo es, haz que mañana comamos carne. No viva, pero tampoco fosilizada. Demuéstramelo.

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Toño: Puedes hacerlo si lo quieres hacer y tienes los medios. Todo lo puedes, porque nada te asusta ¿es que no lo entiendes? ¡no tenemos límites! nada nos puede frenar. Somos imparables porque por duro que esté el muro no nos asusta el golpe, no pensamos en el daño, en las consecuencias, en lo que vendrá. Frente erguida, en ristre la sonrisa, que venga el miedo y se pase de casilla y precisamente por eso estamos aquí, tienen miedo, tienen miedo de lo que podamos hacer.

Teo: bueno, eso ya lo sabía. Existe una conspiración para eliminar a todos los bibliotecarios del mundo, pues planeábamos hacernos con el poder introduciendo marca páginas subliminales en los libros.

Toño: (se había levantado, emocionándose, y con él el público en cada una de sus intervenciones. Ahora se sienta, resopla y entierra la cabeza entre sus brazos). Claro.

Teo: (después de un corto silencio, en el que se ha acercado al frente del escenario, de cara al público) Y si eso que dices es verdad, ¿por qué yo sí tengo miedo?

Toño: Porque aún no te has dado cuenta de quién eres. Un día descubrirás lo que realmente eres y te verás capaz de cualquier cosa, y dejarás de tener miedo. Porque el miedo, digan lo que digan no sirve para nada. Da igual chocarte con una pared a oscuras que de día con la salvedad de que a oscuras, el temor, el miedo hacen más terrible el golpe.( Toño se levanta y se acerca a Teo mirando al tendido)

Teo: Yo nunca dejaré de tener miedo.

Toño: Cuando despiertes, ya lo verás. ( pasan un par de segundos) ¿sabes que estamos mirando?

Teo: ¿una pared?

Toño: Creo que sí

Teo: Tengo hambre (sale por la puerta. Toño se queda unos segundos frente a la cuarta pared. Se sienta en el banco y bosteza. Se vuelve a caer. Se levanta y se recuesta sobre el banco. Se queda dormido. Se apagan las luces poco a poco y tras unos segundos de oscuro, se vuelven a encender lentamente. Toño se despierta, se despereza, y se cae. Da una voltereta y se levanta).

Toño: Hace meses que perdí la noción del tiempo. Conozco los días y las noches. Si, soy algo más afortunado que aquél prisionero que dependía de un pájaro para ello. Pero no sé que día es, ni que año, ni que mes. Duermo y como cuando quiero, sueño poco y en los sueños se me aparecen unos monstruos terribles, feos, gigantes todos y me divierten más que esto, que es todo un rollo. Es decir, muero por dentro, me consumo me hago viejo y diga lo que diga, tengo miedo. Me hago creer lo que creo. Me empujo al abismo a mí mismo. Desprecio lo poco que tengo, me siento vacío, agotado, consumido como un cigarro que ni siquiera ha sido encendido. Estoy hastiado, pero no por vivir, sino por no haber vivido, me puedo quejar de no quejarme, de lo que se quejan todos, vivo apartado. ¡Joder pero si estoy loco! ( sumido en su desesperación, se sienta otra vez, entierra su cabeza entre sus brazos y se balancea mientras entra Carlos)

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Carlos: ¡Y los sueños, sueños son! perdón pensaba que estaban representando algo.

(Sonriente, alegre se coloca en medio del escenario) Soy Carlos, (posee un tic en la mano, está constantemente intentando metérsela en el bolsillo y no puede) Y tu eres…

Toño: Toño.

Carlos: Yo a ti te conozco, tú eres uno de los que ( Carlos se queda dormido de pie).

Toño: Narcolepsia, como no. (Coge una silla y se la pone tras de Carlos, le sienta y le acaricia el pelo bistraídamente mientras bosteza. Mientras tanto entra Teo con un cacho de pan, pero se resbala con la cáscara de plátano inexistente que había dejado antes él mismo) Tú, ¿estás bien?

Teo: Si, si. Una cáscara de plátano que había dejado antes ahí ¿quién es ese?

Toño: Carlitos, el narcolepsico que me estaba contando de qué me conocía y se ha quedado algo sobao. (Carlos despierta ) Ah aquí vuelve ¿ qué tal anda Morfeo?

Carlos: Igual que siempre. Bueno, habéis descubierto lo mío por las bravas ¿ y lo vuestro?

Toño y Teo: Nada, no nos pasa nada

Toño: De visita

Teo: Si, de visita.

Carlos: Ya bueno. Pues yo creo que tú eres el de los libros de aire (señalando a Teo) y tú el de la cabecita inquieta. ¿me equivoco?

(silencio incómodo)

Teo: Cada uno con lo nuestro. Y punto.

Carlos: Ya, cada uno con lo suyo (Más silencio. Entra la doctora)Doctora: Mírales, vaya panda. Pero me temo que tanta felicidad no es buena, señores. Toño, Teo, volved a vuestra habitación. Ya habéis tomado mucho el aire por hoy.

Toño: Sí, mamá. Adiós, Carlitos. Dulces sueños. (Salen los dos, Teo, sin decir palabra)

Doctora: Espera un segundo, Carlos, que ahora vuelvo. (Carlos ya está dormido) Bueno.

(La doctora sale y entra al poco con la psicóloga)

Doctora: No va a ser nada fácil

Psicóloga: Ya pero hay que intentarlo Vilma.

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Doctora: (al ver que va a despertar a Carlos) No, no lo despiertes, si lo haces, se puede volver muy violento.

Psicóloga: No iba a despertarle, solo a despabilarle, ( le toca la cara un poco, le toca los cabellos) ahora tardará menos en despertar.

Doctora: Ya…

Psicóloga: Oye, siento haberme puesto brusca antes. Pero a veces siento que los tratamos como animales, como si estuvieran en un zoológico. Les observamos, les alimentamos y les medicamos.

Doctora: Solo falta que les apareemos ¿verdad?, pero son los métodos. No depende de mí ni de ti. Pero ellos son más felices aquí que en cualquier otro sitio. La mayoría de ellos no tienen familia. Y el resto es rehuido por los suyos. Muchos son marginados sociales y, al igual que los animales del zoo ahí fuera morirían. Pero antes matarían. Están mejor aquí.

Psicóloga: Muchos de ellos podrían recuperarse si se tratasen con la terapia adecuada. Y podrían vivir mejor lejos de aquí.

Doctora: Algunos si. Pero no todos. y de los que se podrían recuperar, alguno podría recaer. Las terapias no son concluyentes.

(Se despierta Carlos)

Carlos: ¡Joder! vaya cambio de sexo que os habéis marcado. Os prefiero así sinceramente (juguetea nervioso con sus manos, a causa de su tic) ¿de qué hablamos?

Doctora: No Carlos, somos tu doctora y tu psicóloga. Y vamos a hacerte unas preguntas para que las respondas ¿entendido?

Carlos: Si. joe, que fácil es esto

Doctora: Ya, bueno. ¿cómo te llamas?

Carlos: Lo has dicho antes: Carlos me llamo.

Psicóloga: Bien, Carlos. ¿Dónde estamos?

Carlos: Pues no se ¿en un patio de colegio? ¿En mi colegio? Si, puede ser. Porque ese árbol de ahí ( se queda dormido)

Psicóloga: Bueno. Orientado no está mucho, pero tiene consciencia de personalidad (la doctora asiente, luces off. Fin del acto I)

Acto II

Escena primera:

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( Es el despacho de la psicóloga. Ella está sentada en una silla, con las piernas cruzadas y una libreta sobre ellas. Mira el reloj. Golpea nerviosamente la libreta tamborileando con los dedos. Vuelve a mirar el reloj)

Psicóloga: Dije a la seis. A las seis. Y son las siete y media. No se que pensar, si es una tomadura de pelo, o es que realmente necesita la terapia. La verdad es que fue raro cuando me lo dijo. No me lo esperaba para nada, claro, estaba tan llorosa, parecía tan afectada que no podía decirle que no. Pero quizás me estaba vacilando. Yo que se, solo hace dos meses que la conozco. ( entra la doctora, tras llamar a la puerta).Ah, aquí está. Pase.

Doctora: Lo siento, lo siento muchísimo. (Según entra, se va quitando prendas de ropa hasta quedarse con pantalón y camiseta. Deja la bufanda, el abrigo, la chaqueta y los guantes sobre el diván y se tumba en él). Hace un tiempo horrible ¿verdad? No seré capaz nunca de poner las cadenas. Bueno ¿empezamos?

Psicóloga: (algo descolocada) Claro, claro. Eh bien, (se sienta) Bueno, Vilma, tú dirás.

Doctora: Bueno, vale, eh, es que, bueno, nunca había tenido una terapia de éstas y, bueno, me siento rara.

Psicóloga: Es normal, dime ¿por qué sentiste que era necesaria? ¿o que querías hacerla?

Doctora: Fue algo que me ocurrió hace un par de días. Al principio no le di mayor importancia, pero ayer…

Psicóloga: Cuéntame.

Doctora: Si, bien, yo estaba preparándome para ir a casa. Acababa de recoger las últimas cosas de mi despacho y cuando me iba a ir, me giré para salir por la puerta (gesticula con los brazos) Ahí estaba él. Plantado en la puerta con esa sonrisa socarrona y exasperante, impidiéndome el paso

Psicóloga: ¿Quién?

Doctora: Toño

( esta escena es complicada. Se produce un doble diálogo con un elemento en común: la doctora con un desdoblamiento del tiempo y del espacio. Es decir, aparece Toño en el lateral, con la luz atenuada. Poco antes, al comienzo de la escena ha aparecido Teo, en la parte posterior del escenario escondido. Espiando por una ventana. Toño no aparece realmente en ese escenario, sino que es un elemento escénico más para llevar a cabo la representación de la conversación que evoca la doctora. Toño la interpreta, como si se tratase de la conversación real y Teo se asombrará de lo que oye)

Psicóloga: No puede ser. Los internos van de su habitación al patio, al comedor, y de vuelta a su habitación. Y a las diez, se le cierran las puertas comprobando que estén dentro.

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Doctora: Ya lo sé, y es por eso por lo que he venido. Ese día acompañé a Toño a su habitación. Cerré la puerta con llave y me fui a mi despacho. Una hora después, cuando me lo encontré, apoyado en el quicio de la puerta, dijo:

Toño: ¿No es un poco pronto para que te vayas?

Doctora: Me asusté, y solté un grito ahogado. Le respondí, cuando conseguí calmarme, que sí, que era pronto, pero que ese día tenía prisa. Él me preguntó:

Toño: ¿Y se puede saber por qué tienes tanta prisa, Vilma?

Doctora: Mi cabeza estaba todavía algo confusa del impacto que me había producido verle ahí, pero me alteré antes de responderle y fue como volverme loca. Le grité “tú no deberías estar aquí, no deberías estar aquí. Tú estás en tu habitación, no puedes estar aquí. Yo misma te encerré. Y solo yo tengo tu llave.” Él volvió a sonreír y dijo:

Toño: Es verdad. Pero estoy aquí, Vilma. Y ahora, ¿ qué va a hacer?

Doctora: No fui capaz de articular palabra. Me desmayé, y cuando desperté él ya se había ido. Me pareció muy raro, pero no le di mayor importancia.

Psicóloga: ¿Tienes una relación especial con Toño? ¿ Te has acercado alguna vez especialmente a él? ¿O todo lo contrario? A veces, los pacientes tienden a reclamar la atención, como si fueran niños pequeños.

Doctora: No, no. Una relación normal, de doctor paciente.

Psicóloga: Aha, me dijiste algo de ayer

Doctora: Si. Dejé pasar el asunto y traté de olvidarlo. Pero ayer, cuando llegué a mi casa…

Psicóloga: ¿Si?

Doctora: Después de esto me vas a encerrar en una habitación de estas, pero allí estaba. Sentado en mi sillón, frente al televisor, con la luz apagada. Le vi al encenderla. Sonriendo, hierático. Esta vez no dijo nada, solo sonrió y se fue por la puerta. (Toño se marcha apagándose su luz)

Psicóloga: Aha. Bueno, la patología de Toño ¿de qué tipo es?

Doctora: Es esquizofrénico.

Psicóloga: ¿Has trabajado mucho con él?

Doctora: La verdad es que si. Es interesante y le he dedicado muchas horas

Psicóloga: Entonces, se trata de una variante del síndrome de Estocolmo: verás, estás acostumbrada a que el paciente, Toño, haga cosas inverosímiles, inexplicables por

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efecto de su propia mente, de su trastorno. Piensas que es capaz de hacer todo y no te equivocas, el paciente puede llegar a ver visiones. El trabajo con su patología te ha llevado a identificarte con ella. Tu mente ha creído tenerla de verdad, lo que a efectos prácticos es como poseerla y el prolongado trabajo con Toño te ha llevado a que sea él a quien veas, pues ocupa gran parte de tu subconsciente. Mi consejo es simple. Descansa, pide una baja, dos semanas bastarían. Conoce gente nueva, libérate un poco

Doctora: Muy bien. Gracias, de verdad.

(La doctora se levanta. Teo, con cara de susto, se apresura a marcharse. La doctora sale por la puerta. La psicóloga vuelve a su mesa. Se sienta y comienza a garabatear

Psicóloga: Esa está más loca que ninguno.

(Oscuro)

Escena segunda:

(Teo y Toño en el comedor. Cada uno con su plato. Teo más concentrado en la comida que Toño, que parece que le interesa más Teo. Teo, a pesar de mostrarse interesado por la comida, no prueba bocado, solo remueve con su cuchara. Toño apoya su cabeza sobre sus manos y mira fijamente a Teo)

Toño: ¿Qué te pasa?

Teo: Nada. No tengo hambre.

Toño: Pues mírame

Teo: (levanta la cabeza, le mira un segundo y la baja) ¿ qué quieres?

Toño: Saber que te pasa. Rancio. Saborío

Teo: Déjame en paz

Toño: (Se levanta y se sienta al lado de Teo) Eh perdona ¿qué te pasa? En serio

Teo: No te gustará oírlo

Toño: No me gusta oírte en general. Cuenta anda

Teo: Pero esto te va a descolocar eh. Es muy raro

Toño. Dime

Teo: Bien tú lo has querido. Ayer estaba en el patio, haciendo tiempo para la hora de cenar cuando oí la voz de la psicóloga esta nueva que tenemos. Procedía de una ventana abierta. Me acerqué y ¿a que no sabes qué vi?

Toño: ¿A la tía esta jugando al parchís ella sola?

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Teo: No

Toño: Pero casi

Teo: Estaba haciéndole una terapia a Vilma

Toño: ¿A Vilma?

Teo: Si. Parece ser que también está loca

Toño: Que va. Esa está más cuerda de lo que me gustaría.

Teo: Hablaron de ti

Toño: ¿ Y qué dijeron?

Teo: Vilma te había visto dos veces en su despacho y en su casa.

Toño: Que ridiculez. Voy de mi habitación al patio, de ahí al comedor y de ahí vuelta a mi habitación.

Teo: Ya lo sé. Y es raro ¿verdad?

Toño: ¿Qué vea visiones?

Teo: No. Que te vea a ti y no a mí

Toño: La mujer estará cansada de tanto trabajo. Se pasa aquí los días

Teo: No se. Dijeron no se qué de un trastorno mental. Que se le ha ido la olla, vamos.

Toño: Bah. Y si fuera así, entonces somos tal para cual.

Teo: Eso no te lo discuto. Mira, podríais hasta vivir juntos, yo os dejo mi habitación y os hacéis un dúplex

Toño: ¿Y tú donde irías?

Teo: Yo me voy a ir dentro de poco, así que no te preocupes. Cuando venga mi hermana a por mí

Toño: No va a venir, pero si viniera ¿me la dejarías de verdad?

Teo: Claro que sí. Podríais tener una casa de dos habitaciones por si alguna vez tenéis críos.

Toño: Es verdad y podríamos salir al patio, abrazados, en alguna tarde de verano. Ver el atardecer juntos, olvidarnos del resto del mundo….

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Teo: Si, y luego fornicar como conejos.

Toño: Jo, macho. Es que no se puede poner uno romántico ¿Eh?

Teo: Anda, deja de divagar y acábate eso. Que te estás quedando en los huesos.

Toño: Deja de ser mi madre (pero aún así se sienta y hace lo que le han dicho). Está fría (oscuro)

Escena tercera:

(En escena, silla frente a silla, frente a frente, Carlos y la psicóloga. Esta tiene sobre las manos una carpeta en la que apunta todo el rato, y él juguetea con sus dedos por el tic)

Psicóloga: Bien, Carlos. ¿Y qué comiste ayer?

Carlos: Ayer, ayer comí sopa. Si, sopa.Sopa y pollo

Psicóloga: Muy bien, Carlos. Y ¿Cuántas veces…? (se interrumpe al ver que Carlos se ha quedado dormido). Pues nada (anota algunas cosas en la carpeta. Entra la doctora corriendo, despeinada, con la cara enrojecida, montando una gran escandalera. Se frena bruscamente y se agarra a la silla de Carlos. La psicóloga se asusta al verla irrumpir de tal forma, y suelta un gritito)

Doctora: (Sin aliento) ¡Se ha ido! ¡Se ha escapado! ¡No está!

Psicóloga: ¡Vilma! ¿Qué te pasa? Tranquilízate, mujer ( se acerca a ella y la conduce a su silla) Siéntate anda.(Esta se sienta) Vale, cuéntame que es lo que te pasa.

Doctora: (Apenas tiene resuello) Bien, iba a hacer la ronda nocturna, antes de irme a casa y cuando pasé por su habitación, por la 215, estaba vacía

Psicóloga: ¿ La 215? Ese es…Toño ¿verdad?

Doctora: Si y no está. No está en su celda, ni en el comedor, ni en el patio, nadie le ha visto salir, entrar, nada de nada. Pero no está en el recinto

Psicóloga: No puede ser. Quizás esté en otra habitación, en la de otro paciente

Doctora: No, no. Las hemos registrado todas. Se ha ido ¡Se ha ido y es imposible!

Psicóloga: ¿habéis avisado a la policía?

Doctora: Si, si

Psicóloga: Pues lo encontrarán, no te preocupes

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Doctora: Ya, ya lo se. Pero esto parece otra pesadilla, otra alucinación de esas. Me estoy volviendo loca

Psicóloga: Tranquila. Venga, vamos a ver si podemos ayudar. Querrán saber datos acerca de él. Tranquila ( se levanta y se van. Carlos, al poco, se despierta)

Carlos: Magia potagia. Bueno, estoy cansadísimo. Voy a ver si duermo algo, que últimamente no pego ojo. ( se tumba en el suelo, se recuesta y se duerme. Oscuro)

Escena cuarta:

(Es el despacho de la doctora. Una mesa al fondo que hace las veces de escritorio. Escondido tras la cortina está Toño, con un cuchillo a su espalda y una expresión siniestra en su rostro)

Voz en off de la Doctora: Si, si, ve para allá. Entro un segundo a mi despacho a coger su expediente y ahora voy. Hasta ahora

(Entra la doctora en escena, y hace como que enciende la luz. Se acerca a la mesa, revuelve entre algunas carpetas y saca una pequeñita. Antes de que se gire, Toño ha entrado en escena del todo y se ha colocado frente a la puerta bloqueándola. Con la mano que sostiene el cuchillo tras de la espalda. Sonríe de manera macabra)

Doctora: Este es (se gira, y al ver a Toño, suelta la carpeta, chilla y se lleva una mano al pecho. Toño le tapa la boca antes de que pueda gritar más y la sujeta contra él)

Toño: Shhhhhhhh. No querrás que nos oigan ¿no? Pues silencio entonces. ( la suelta poco a poco y ella asustada pero en silencio se apoya sobre la mesa.) Muy bien. Me han dicho que últimamente me ves hasta en la sopa ¿verdad?

Doctora: Si, pero…. hablé con ella. Y ella me dijo que no eres real, que eras fruto de mi imaginación.

Toño. ¿Ah si? ¿ y que más te dijo?

Doctora: No eres real. No eres real. No eres real. No eres real. No eres real. No eres real. No eres real. No eres real. No eres real. No eres real. No eres real. No eres real. No eres real. (Toño ha ido enfadándose poco a poco hasta que al final explota)

Toño: ¡Basta! claro que soy real! ¿Podría hacer alguien que no fuera real esto? (derriba una silla con el pie) ¿podría hacer esto? (tira los papeles de la mesa al suelo) ¿podría? (se pone nariz con nariz con ella) No, no podría. Por eso soy real (la doctora empieza a temblar. Toño se separa de ella, le da la espalda y se enfrenta al público) Ah, ¿Vas a llorar? ¿Tienes miedo? No puedes tenerme miedo. Porque alguien que te ama, alguien amado no te hará daño. Por eso no puedes tenerme miedo. Porque te amo y tu me amas a mi ¿verdad? (se gira hacia ella) ¿verdad? (se acerca más) ¿verdad? (enfrenta otra vez sus rostros y dice suavemente) ¿verdad?

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Doctora: (Rompe a llorar, muerta de miedo. La escena y las emociones que reflejan la doctora son parecidas a la de la película “Te doy mis ojos”. Escena cumbre.) Nh nh nh.

Toño: ¿Cómo? No te oigo. Me amas ¿verdad? Viviremos juntos ¿verdad? Pero no llores tonta, que no te voy a hacer nada porque me amas ¿no?

Doctora: (Se tranquiliza algo más y consigue articular palabra) Nnnnnno

Toño: ¿Como que no? ¿Y ahora que hacemos Vilma? ¿Qué hacemos? Dices que no me amas, pero tus ojos dicen lo contrario. ¿A quién creo Vilma? Me amas o no?

Doctora: No. No te amo, chiflado. Ni siquiera eres real.

Toño: (volviéndose loco) ¡Ah ah ah ah ah! ¡Así que no me amas! ¡Así que no soy real! ¿Y bien, podría alguien que no fuera real hacer esto? (saca el cuchillo y la apuñala dos veces) Dime Vilma ¿de verdad podría? (la sujeta mientras se va cayendo) ¿soy real o no? ¿Sientes ya lo real que soy? ¿Sientes como te enfrías, como se te emborrona la mirada, como se apaga todo? ¿Lo sientes? Eso se llama realidad y la realidad te acaba de apuñalar en la espalada (la deja en el suelo) ¿ves como mi voz cada vez se hace más lejana?, Vilma, ¿ves como no eres capaz de hablar? ¿Ves como apenas late tu corazón ¿ ¿notas como cada bocanada de aire te arde como si de un hierro candente se tratase? ¿ ¿notas como atraviesa tus pulmones como si fuera una espada? ¿Notas como mueres cada vez que tomas aire? Pues eso es la realidad. Pero no te entristezcas. Yo también muero cada vez que tomo aire ( de repente descubre la barbaridad que acaba de cometer suelta el cuchillo, se mesa los cabellos y sale corriendo. Oscuro)

Escena quinta:

(En esta escena, están Teo y la psicóloga. Además de ellos, sentada en una silla junto a la puerta, está la enfermera. Teo lee un libro invisible. La psicóloga pasea inquieta. En una esquina, está Carlos, dormido. En el comedor, las luces desnudas, porque es de noche. Hay una ventana al lado, a través, de la que se ve la luna, en cuarto creciente. Carlos se despierta súbitamente, de repente entra en escena una señora, con el pelo alborotado, con un bolso, falda. Se sorprende de lo que ve y se dirige tímidamente a la psicóloga)

Madre: Perdone. (la psicóloga, que estaba de espaldas, se sobresalta y se gira) Disculpe (la psicóloga se pone una mano en el pecho) ¿Me ha llamado usted?

Psicóloga: Si, si, verá. Se trata de su hijo, Toño.

Madre: (perpleja) ¿Disculpe?

Psicóloga: Si, si, Toño. Su hijo, vaya.

Madre: Creo que ha cometido un error. Yo no tengo hijos.

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Psicóloga: ¿Es usted Amelia García?

Madre: Si.

Psicóloga: Pues no me he equivocado. Si es usted Amelia García, tiene usted un hijo, Toño Cordero García, que vive aquí desde hace tres años. Es moreno y alto.

Madre: Lo siento, pero yo no tengo hijos. Vivo sola desde que mi marido murió. Nunca tuvimos hijos, lo siento, de verdad.

Psicóloga: ¡ No, usted tenía un hijo y era Toño!

Teo: Tranquilízate.

Psicóloga: ¿Qué me tranquilice? (la madre de Teo aprieta el bolso contra su pecho y retrocede un poco, amedrentada por la ferocidad de la psicóloga) Pero si….

Teo: Tiene Alzheimer.

Psicóloga: (Se queda en silencio) ¿Qué? Eso tenía que estar en la ficha. Si Vilma la hubiera traído… ¿Y tú como sabes eso?

Teo: (No levanta la mirada de su libro) Me lo dijo una vez, en el patio

Psicóloga: (Más tranquila) Muy bien ( dirigiéndose a la madre de Toño) Siéntese aquí un segundo, por favor (sale).

Madre: (Se sienta junto a Teo) Hola.

Teo: (Sorprendido) Hola

Madre: Qué haces

Teo: Leer

Madre: Ah, y ¿qué lees?

Teo: Cien años de soledad

Madre: Ah, oye una cosa ¿Qué quiere la señorita esa?

Teo: Pues no se exactamente, pero en general, encontrar a Toño.

Madre: ¿Ese que dicen que es mi hijo?

Teo: (Suavemente) Ese que es tu hijo

Madre:! Recontra! Sabré yo si tengo hijos

Teo. ¿Sabes lo que es el Alzheimer, Amelia?

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Madre: Pues el caso es que me suena. Se me debe de haber olvidado.

Teo: (Suspira y la mira con compasión) Pues es una enfermedad, que provoca la pérdida progresiva de la memoria. Y tú la tienes. Por eso no recuerdas a tu hijo.

Madre: (perpleja) No. Es imposible

Teo: No lo es (saca una foto de su chaqueta) Me la dio hace tiempo por si alguna vez quería darle un beso antes de irme a dormir, dijo.

Madre: ¿Es usted gay?

Teo: No, pero tu hijo tenía esas salidas de tono.

Madre: ( Mira la foto, recibe el shock y se apoya en la silla) ¡Ay dios mío, hay, Toño! Ay pero ¿que te he hecho?

Teo: Tú, nada. Venía ya de serie. Como todos.

Madre: ¿Y donde está?

Teo: Es lo que intentamos averiguar. Y por eso (se ve interrumpido por un chillido salvaje, procedente de fuera de la psicóloga) Mierda. (Se levanta y sale corriendo. Antes de salir por la puerta se gira).!Venga!

Madre: Voy, voy (salen los dos)

Escena sexta:

(Entra a toda prisa Toño, reanudando la carrera comenzada en la huida del despacho de la doctora. Frena al llegar al escenario y mira a ambos lados, nervioso. Al comprobar que no hay nadie cerca, se tranquiliza, se relaja y toma aliento. Se sienta en el banco que hay al fondo de la escena, tras el cual hay algunos edificios, iluminados por farolas y la luna, en cuarto creciente. Al poco tiempo se deja caer al suelo, apoyando su espalda sobre el banco y enterrando la cabeza entre los brazos. Pasan unos segundos y de repente, a la tenue luz que ilumina a Toño, se le une otra más tenue, que aumenta poco a poco enfocando a una figura parecida a la doctora, pero mucho más pálida, vestida completamente de blanco, y con el pelo, antes recogido en un inflexible moño, suelto tapándole los hombros. Al notar su presencia Toño levanta la mirada, la ve, la mira con curiosidad y se levanta)

Toño: ¿Quién eres?

Doctora: Ah, ahora no me reconoces.

Toño: Te pareces mucho a alguien que conozco.

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Doctora: Qué cosas. Y esa persona, ¿Te trae buenos o malos recuerdos?

Toño: Malos, malísimos.

Doctora: Que sorpresa y ¿por qué?

Toño: (Como si no acabara de creérselo) La maté. Maté a Vilma. Con estas manos.

Doctora: Me mataste ¿por qué?

Toño: Me pusiste histérico, con tanta realidad y leches. Yo no quería matarte.

Doctora: Ya, claro, es verdad. Y el cuchillo, entonces era para cortar jamón.

Toño: No, era por los guardias. No quería que me volvieran a encerrar sin verte.

Doctora: O sea que querías verme a toda costa ¿para qué?.

Toño: Para demostrarte que te quiero.

Doctora: Tienes una curiosa forma de hacerlo.

Toño: Ya te he dicho que me puse nervioso.

Doctora: Y ahora yo estoy muerta ¿sabes lo que van a hacerte cuando te cojan? Primero van a sacarte en las noticias diciendo lo que has hecho, advirtiendo a la sociedad. Después te encerrarán en una celda. Solo, a oscuras, congelado. Querrás morir.

Toño: Cállate.

Doctora: Y después te llevarán a una cárcel. Pero no a una cárcel normal, sino a una cárcel de locos. Allí tendrás miedo de tu propio compañero de celda, del tío con el que comes, del que está junto a ti en el baño. Tendrás miedo de dormir por si a tu compañero se le cruzan los cables, y decide matarte. No volverás a ver la luz del sol. No volverás a ver una sonrisa, ni a oír una palabra bonita.

Toño: ¡Cállate! ¡Cállate ya!

Doctora: Echarás de menos cualquier contacto con el mundo, y acabarás construyéndote uno, con tus propios personajes. Y hasta ellos te ignorarán, te despreciarán por asesino. Te darán la espalda todos, incluso los que no te conocen. Te mirarán mal cuando se crucen vuestras miradas. No volverás a ver una mujer. Morirás solo y olvidado por el mundo.

Toño: ¡Cállate! ¡ Cállate!

Doctora: ( Se acerca más a la cara de Toño) Sufrirás mil veces lo que me has hecho sufrir, el miedo te arrastrará y acabarás tus días acurrucado, hecho una bola, recogido sobre ti, incapaz de emitir ningún sonido, solo tú serás capaz de oírte. A tus voces se le unirá la de verdad, la que está cuerda. La única que no está loca, pero está muerta. No

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serás capaz de mirarte en un espejo sin darte asco. No te perdonarás haber nacido, ni nada de lo posterior, te pasarás los días solo reflexionando, divagando, creando paranoias. Y acabarás consumido por tu propio cerebro. Débil, agotado, exhausto. Morirás frío y despiadado, como el acero y nadie te echará de menos.

Toño: ¡Cállate! ¡Cállate ya! ( se tapa los oídos con los dedos).

Doctora: Puedes despedirte de la felicidad, si es que aún conservas algo, porque no volverás a ver una sonrisa, un gesto amable, no volverás a sentir un beso, ni una abrazo sincero, estarás muerto allí donde vayas, muerto en vida. La desgracia te seguirá como un perro sarnoso, y nunca te desharás de ella hasta que decidas suicidarte. Porque con mi muerte, con el precio de mi sangre, has comprado una maldición que te sorberá la vida, poco a poco.

Toño: (Comienza a sollozar) ¡Cállate! ¡Cállate! ¡Cállate! ¡Cállate! ¡Cállate!

Doctora: (Sonríe, satisfecha y se gira, se queda solo Toño con su tenue luz) Te arrepentirás de lo que hiciste. Todos y cada uno de los días. (sale).

Escena séptima:

( El despacho de la doctora. Todo según lo dejó Toño, inclusive la doctora. Está ya en escena la psicóloga, tapándose la boca con las manos, con una expresión de terror debida a la doctora. El revuelo de papeles es el mismo que en la otra escena. Entran precipitadamente en escena Teo y un poco después la madre de Toño).

Teo: ¡Joder! ( se gira llevándose la mano a la cabeza y se mesa los cabellos) ¡joder, Toño!Que era broma, joder.

Madre: Ay, Ay, dios mío de mi corazón ( se persigna) Ay, dios, ay (se lleva una mano al pecho y mira interrogante a los otros entre asustada y sorprendida) Mi hijo no puede haber sido.

Teo: Su hijo ha sido.

Psicóloga: ¿Cómo estás tan seguro Teo?

Teo: Me lo dijo, no que la fuera a matar, claro, sino que, bueno, que la amaba y que iba a declararse. Pero claro le tomaría por lo que es: un loco. ¿Cómo iba a saber yo que conseguiría escaparse, entrar en el despacho y matarla?

Psicóloga: (Muy seria, como si se acabara de dar cuenta de algo crucial) Porque ya lo había hecho. Una vez aquí y otra en su casa (señalando a la doctora)

Teo: Si, eso lo sabía, estaba escuchando por la ventana ese día, pero lo tomé como lo que dijiste tú, que estaba enferma, que no era real.

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Psicóloga: Pues lo era, ya ves si lo era.

Teo: Debí suponerlo ¡debí suponerlo!

Psicóloga: No digas bobadas yo tenía que haber escuchado más, haberme interesado por ella. Pero claro, estaba enfadada porque llegaba tarde.

Teo: ¿Y no hiciste terapia a Toño?

Psicóloga: Lo suyo era grupal, le tocaba mañana. Las especializadas solo se las hago a particulares.

Madre: Pero mi hijo ¿Cómo era?

Teo: Yo creo que no estaba tan loco como para hacer esto.

Madre: ¿Así que estaba loco?

Teo: ¿Por qué crees que vivía aquí?

Madre: Ay, dios. No he venido a verle ni una sola vez desde que entró. Me he olvidado de mi propio hijo. (Se queda pensativa) Ay dio, ay dios( pasea por la escena nerviosísima) La que he liado.

Teo: ¿Qué pasa?

Madre: Que creo que me he dejado abierto el gas.

Teo: Bueno, ese es el menor de sus problemas

Psicóloga: Es cierto. Si Toño ha pasado a esa dinámica, lo más probable es que ahora vaya a por usted.

Madre: Todo esto es porque me olvidé de él y no vine a verle. Si hubiera venido, esto no habría pasado. ¿Y ahora viene a por mi?. Pues lo merezco.

Psicóloga: Deje de decir tonterías. Ahora lo que tiene que hacer es esperar a la policía, que ellos la protegerán.

Teo: Eso vamos a hacer todos. Venga vámonos de aquí.

Madre: (Sigue murmurando) Mi culpa, mi culpa. Mi hijo, mi hijo (Teo la agarra, la pasa un brazo por los hombros, y con la otra mano, la coge las suyas y la lleva fuera) Ay, mi hijo. Ay, mi culpa.

Psicóloga: (Que se ha quedado sola, se sienta en una silla y se cruza de brazos. En esta parte de la escena, la psicóloga mostrará una frialdad digna de un cadáver) Te parecerá bonito (mira de reojo a la doctora) Por primera vez voy a usar esta palabra con sus dos sentidos: eres una desalmada. Primero, por dejarme sola con todo esto y segundo porque el poco alma que pudieras tener ya se ha evaporado. Estás vacía (Se da cuenta de lo

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estúpido del monólogo) Pfff... Y aquí estoy, como si tu fueras Mario y yo tu esposa, aún viva, y te habla y te reprocha aunque tu no puedas escucharme. Pero bueno, a riesgo de parecer chiflada te lo diré. Lo que no pude decirte en vida. Y una cosa clara, ahora voy a hablar yo y no quiero que me interrumpas. (Toma aire).!Pero cómo se te ocurre! Anda que dejarte matar por el colgado ese. ¿Y qué hago yo ahora? Podías haberme avisado y hubiera pedido el traslado o una sustituta. Pero no, tenías que morirte así, sin avisar. (Se levanta) Y eso es lo que más me molesta de ti. Que ibas a tu bola. Todo tenía que ser como tú decías, nadie te llevaba la contraria. Y un día desapareces sin que te pueda decir nada, sin dar la oportunidad de despedirse, si querías morir como viviste, lo has conseguido. Vuela ahora, espíritu libre. Y no te quejes, que tú ya sabes si hay algo después de todo. Descansa, que te lo tienes bien merecido. Y no te creas que me voy enfadada, solo quería habértelo dicho en vida, cuando podías haberme contradicho. ( Se arrodilla junto al cadáver y con cariño le cierra los párpados, pasando también su mano por la frente) Descansa, si descansa (Oscuro)

Escena octava:

(Toño en una silla. Luz única y lateral. La radio encendida, escuchando las noticias. Tiene mal aspecto y hay una radio a sus pies. La radio está baja pero oye algo que parece ser de su interés y sube el volumen).

Presentador: Bueenos días. Hoy comenzamos con una preocupante noticia. Fuentes de la policía han hecho pública esta mañana una fuga que se ha producido en un hospital psiquiátrico en las inmediaciones de la ciudad. El hombre, de veinte años, es moreno, alto y desgarbado. Este hombre, cuyas iniciales son: T.P.G. es el presunto asesino de una de las doctoras de la Institución. Se ha emitido una orden de busca y captura, pero no se cree que pueda llegar muy lejos. Nos han instado a hacerles una advertencia: el sujeto está armado y es peligroso. Si le ven guárdense de acercarse y llamen rápidamente a la policía. Bien, tras esto continuamos. Son las nueve de la mañana y tres minutos, las ocho y tres minutos en las Islas Can…(Toño apaga la radio y se levanta con la mirada perdida).

Toño: Hay que ver lo que cambia todo.He pasado de ser un locoa un asesino peligroso.Hay que ver como cambia todo.Ayer me desperté pensando en el futuro, en el pasado.Me sorprendí recordandoque había sido un humano.Recordé como marchitael tiempo al deshojarse.Pero después llovió tanto, que se encharcaron mis sentidos.Y cuando quise echarles mano,los muy cobardes se habían ido.¿Y en qué me he convertido?¿En qué me han convertido?Antes podía reír, llorarcuando me viniera en gana.

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Ahora no puedo molestarhasta que me lo diga mi ama.Y por eso he escapadode esa prisión infame.Por eso y porque he matadoa Vilma y soy culpable.Pero huyo y no me entregopor una razón muy simple.He pasado en el talego, tres años, que parecen miles.No dejo de atormentarme, porque ese es mi castigo.Pero no vais a encerrarmenunca más amigos míos.Vilma tenías razón, este mundo, se ha vuelto ásperoarisco, tristón y oscuro.Y no me quiere como yo le quiero.¿Y que me queda ahora?¿Qué me queda en estemundo? No me queda nada, nada absolutamente.Ni una sonrisa pagaday cuando la risa faltaya solo queda la muerte¿Y eso querías doctora?¿Sanarme o enloquecerme?Mi cabecita locaestá loca porque te quiere.Y ahora que el mundo se cierray me da con la puerta en la boca, ahora mis manos tiemblanporque llegó mi hora.Digo adiós al mundo cruely a la suave muerte digo hola.Sálvame, cuchillo frío, de mi castigosálvame de morir en vida, triste hoja.Clávate en mí, eso te pido.Y no dudes, pues llegó mi hora.

(Se suicida. Fin del acto segundo)

Acto III

Escena primera y última:

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( Esta escena es similar a la tercera escena del primer acto, pero en vez de Toño está su madre, sujetando el bolso en el regazo, mirando nerviosa. El juego de luces es similar. Comienza en Teo y su hermana)

Hermana: Pero ¿tú estás bien?

Teo: Que si, que si. Yo estoy bien, si desde que se escapó no le vi. No se acercó por aquí.

Hermana: Menos mal. Estaba muy preocupada.

Teo: Pues ya ves. No me ha pasado nada.

Hermana: Y a él, ¿Dónde lo encontraron?

Teo: En un pequeño piso que parece ser que era de su madre. Pasó allí la noche. Y se lo encontraron a la mañana siguiente desangrado. Una puñalada en medio del corazón. Fue valiente.

Hermana: ¿Valiente? Fue un canalla. Mató a Vilma, la doctora esa.

Teo: Eso es cierto. Pero porque estaba loco. Fue valiente porque sabiendo el daño que podía causar, decidió quitarse del medio (Cambio de luces a la madre de Toño).

Madre: (Mira el reloj. Se levanta y mira a través de la puerta por si viniera alguien. Al ver que no, se sienta, mira el reloj, y sigue tamborileando) ¿Donde estará? (Cambio de luces a Teo y su hermana).

Hermana: ¿La comida sigue siendo igual de mala?

Teo: Peor. Se han distraído con el asunto este y sea lo que sea lo que han hecho, se les ha quemado. A rayos sabía.

Hermana: ¿Y has prestado algún libro más?

Teo: Ya te he dicho que está todo el mundo muy alterado. Nadie tiene tiempo para leer.

Hermana: ¿Y has conseguido alguna bata blanca?

Teo: Si. Eso si. Ayer, uno de los hombres se quitó la suya y la cogí, la tengo escondida.

Hermana: Haber que haces con ella (Cambio de luces a la madre de Toño. Aparece la enfermera por la puerta)

Madre: (Se levanta rápidamente y la aborda) Disculpe. Es la hora de visitas, ¿ha visto usted a mi hijo?

Enfermera: ¿Quién es su hijo?

Madre: Se llama Toño.

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Page 28: Alas al miedo

Enfermera: ¿Toño? Pero si Toño es… Espere que busque a algún doctor que se lo explique mejor ( Sale y vuelve al poco con la psicóloga)

Psicóloga: Hola Amelia. Lo siento mucho, de verdad.

Madre: No te preocupes, si no es tan grave. No me importa esperar (La enfermera y la psicóloga se miran)

Psicóloga: Está bien. Iré a ver si encuentro algún superior para que se lo explique, Amelia (Salen la enfermera y la psicóloga)

(Cambio de luces a Teo y su hermana)

Hermana: ¿Y dices que hasta el viernes que viene no puedo volver?

Teo: Eso digo, tienen una inspección y no hay visitas.

Hermana: Pues hasta el viernes, entonces.

(Cambio de luces a la madre de Toño)

Madre: ¿Dónde está mi hijo? ¿Dónde estoy? (Se levanta y mira a todos los lados, sorprendida) ¿Dónde está mi hijo? ¿Dónde está?

(Cambio de luces a Teo y su hermana)

Teo: Si, tu cuídate y nos vemos el viernes.

Hermana: Muy bien. Y ten cuidado de con quién te juntas.

Teo: Si, si. Adiós.

Hermana: ( Le besa en la mejilla) Adiós Teo

(Cambio de luces a la madre de Toño)

Madre: ¿Dónde está mi hijo? ¿Dónde está?

(Cambio de luces a Teo y su hermana. La hermana se va. Cambio de luces a la madre de Toño. La madre se pone en pie y pasea frenética)

Madre: ¿Pero dónde está mi hijo?

(Cambio de luces. Teo se levanta y se va. Luces a la madre, que al ver que nadie le hace caso, se tira al suelo y lo aporrea)

Madre: ¿Qué dónde está mi hijo? ¡Devuélvemelo, tierra, de donde lo tengas!

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Page 29: Alas al miedo

(Con los puños cerrados, y el pelo cubriéndole la cara, salvaje se levanta al ver aparecer a un hombre con bata blanca. El hombre se le acerca, le dice algo al oído mientras la abraza y ésta se derrumba golpeando el suelo. Fin del acto tercero)

TELON

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