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Año 2015 nº 01

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14 - 2014 BOLETÍN INFORMATIVO DE LA ASOCIACIÓN DE AMIGOS DE PRIEGO DE CÓRDOBA

Anexo de la Revista Fuente del Rey

BOLETÍN INFORMATIVOASOCIACIÓN DE AMIGOSDE PRIEGO DE CÓRDOBA

Compás de San Francisco, n˚ 15 - 14800 Priego de CórdobaMóvil 608 654 146

OTRO ATRACTIVO TURÍSTICO EN LA CARRERA DE ÁLVAREZ

2014

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D.L. CO-32-1984ISSN 1889-6014

Ejemplar gratuito

Ahora la calle, cuya mirada desde los extremos la abarca en su totalidad, tiene un signo material que la identi-fica por el busto de bronce de la persona más repre-

sentativa de la familia, don José Álvarez Cubero “gloria de la escultura española”, como se leía en la lápida empotrada en el edificio en el que nació allá por los años 1768, y que el desarrollismo se llevó por delante. La efigie de 60 cms. se

* PASEOS PRIEGO, Carrera de Álvarez 14800 Priego de Córdoba

* KOPISA (Plaza del Palenque)* KIOSKOS DE PRENSA (Paseíllo)

La Colección Monumental de la Revista “Fuente del Rey”, se vende en los establecimientos colaboradores:

Ya a la venta

SUMARIOI. Editorial: Otro atractivo turístico en laCarrera de Álvarez, por M. Peláez del Rosal ......1

2. El Hospicio carmelitano de Priego y Carcabuey y los Padres del Carmen,por M. Peláez del Rosal ...........................................2-3

3. Novedades bibliográficas........................................4

posa sobre un pedestal grabado mecánicamente y construido por Mármoles Santo Domingo con placas de mármol levantino “emperador” en una sola pieza, enfun-dada sobre fábrica de ladrillo y situada en una pequeña zona ajardinada. Su autoría se debe al escultor ruteño Luis Manuel García Cruz, un profesional que pese a su juventud tiene ya una amplia trayectoria. Se pretende representar al escultor José Álvarez Cubero en plenitud vital, girado hacia su casa natal próxima al Paseo de Colombia, donde se encuentran dos réplicas de su obra: Ganimedes (desde 1997) y la Defensa de Zaragoza (desde 2010). Álvarez se muestra en su mejor momento, como profesional y como hombre, nunca desvinculado de sus viejos afectos, con el guiño neoclásico del torso desnudo y el alborotado pelo romántico fuerte y vivo. La nariz pronunciada y los labios bien recortados, cejas marcadas pero mirada limpia, definitiva conjunción de los graba-dos de Palmaroli y Ribera, en una nueva visión íntima de un escultor desde el oficio de otro escultor diferente, compartiendo la luz de Priego de Córdoba. La idea del artista ha pasado del dibujo en papel a la plastilina, después a la arcilla, luego a la cera, a la escayola chamotada y, finalmente, al bronce. Para la fundición de esta pieza en concreto se ha empleado un molde de fundición de tipo mixto, muy similar al habitualmente usado en los cursos de Dibujo y Escultura en Bronce dirigidos por el prieguense adoptivo, natural de Salamanca, Venancio Blanco. La obra está moldeada por encargo de Ayuntamiento de Priego de Córdoba en la Fundición a la Cera Perdida S.L.U. de Sevilla. La pieza en metal no ha requerido ninguna soldadura para corregir imperfecciones o defectos y posee refuerzos de anclaje en acero inoxi-dable sellados químicamente. El patinado se ha realizado con dos colores, naranja y verde, a base de nitrato férrico y sales de cobre, con acabado final en cera. En el frontal de la peana se ha inscrito una sobria leyenda: “A /JOSÉ ÁLVAREZ CUBERO/ Priego 1768 - Madrid 1927/ Homenaje de su pueblo”. La iniciativa se ha debido al concejal de Cultura, Miguel Forcada Serrano. Su antecedente ha sido otra talla similar del mismo autor representando a Erasmo de Rotterdam, con la que fue galardonado a título póstumo el escritor José Luis Sampedro, ganador del I Premio Internacional “Humanismo Solidario” y entregada a su viuda en este mismo año. En 1968, al cumplirse el bicentenario del nacimiento del ilustre prieguense, Juan Polo hizo otro busto que se encuentra situado en la escalinata de la Casa de la Cultura (antiguo Instituto bautizado entonces también son su nombre). Unas breves líneas sobre el autor. Se licenció en Bellas Artes en la Universidad de Sevilla y en la actualidad es profesor de Volumen en las Escuelas de Artes Plásticas y Diseño. Aunque en su formación ha tenido una plural influencia, su presencia en nuestra ciudad desde hace bastantes años se ha enriquecido por la docencia teórica y práctica del salmantino Venancio Blanco. Actualmente dispone de taller propio de escultura en bronce. Desde 1986 participa en numerosas exposiciones colectivas e individuales. Ha impartido cursos sobre fundición en distintos ámbitos y colabora con diferentes ins-tituciones: la Universidad de Verano de Córdoba, el programa “Practicum” del departamento de Historia del Arte y la Fundación Antonio Gala. Es además pin-tor y habitual colaborador con sus ilustraciones de la revista literaria “Ánfora Nova” de Rute. Anecdótico ha sido el momento del descubri-miento e inauguración de la escultura. Llovía a cho-rros el día 8 de noviembre, fecha que por su trascen-dencia queda incorporada a los anales de la ciudad, que impidió una asistencia masiva de público al acto. Se cuenta que el barco que trajo muchas escultu-ras de Álvarez desde Italia se hundió en el golfo de Marsella. Por lo que se ve Álvarez está reñido con el agua, como la serpiente que el león subyuga en el es-tanque de la Fuente del Rey, y que según la tradición fue su primera obra. Nuestra felicitación por este nuevo atractivo tu-rístico de Priego como ciudad monumental.

Manuel Peláez del [email protected]

La colección completa de los boletines hasta ahora publicados pueden descargarse de Internet desde la dirección siguiente: http://manuelpelaezdelrosal.blogspot.com.es/

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24 - 2014 BOLETÍN INFORMATIVO DE LA ASOCIACIÓN DE AMIGOS DE PRIEGO DE CÓRDOBA

ISSN 1889-6014

EL HOSPICIO CARMELITANO DE PRIEGO Y CARCABUEY Y LOS PADRES DEL CARMEN

Manuel Peláez del RosalAcadémico C. de la Real Academia de la Historia

Introducción

Cuando hace pocos meses (noviembre de 2014) Paloma Gómez Borrero ponía voz en Priego a poemas de Teresa de Jesús,

paradigma del Carmelo, con música de Antonio López Serrano, no se le pasaba por las mientes los vínculos de nuestra ciudad con la Santa de Ávila y con los carmelitas calzados cuyas huellas están patentes en la historia y en el arte de ella. En anterior ocasión tratamos sobre el tema1 y concluíamos prometiendo dedicar otro traba-jo con mayores pormenores. Han transcurrido casi veinte años y ahora estamos en disposición de cumplir con nuestro compromiso y algo más, pues el culto a la advocación del Carmen no deja de tener en su devenir varias proyecciones. Aunque los carmelitas llegaron a la villa de Priego entrado el siglo XVIII, no eran estos par-tidarios de fundar cofradías “por gravísimos mo-tivos”. Pero sí de fundar conventos u hospicios como acaeció con el de Priego y Carcabuey. La devoción a la Virgen del Carmen estaba enraizada en la villa de Priego desde mediados del siglo XVII, muchos antes de la venida a Priego de los carmelitas calzados gaditanos que la ha-brían de fomentar en otro contexto comunitario. Había nacido por iniciativa de algunos piadosos vecinos que le erigieron una cofradía ya en esta centuria y a la que con el tiempo la dotaron de una imagen, capilla y camarín en el Sagrario de la iglesia parroquial, que aún continuaba existiendo en el año 1717. Sin embargo la devoción carmelitana prie-guense habría de seguir varios derroteros: funda-ción de una ermita dedicada a San José, dotación de un hospicio en la calle del Río y erección de una Orden Tercera, amén del intento de funda-ción de sendos conventos en Priego y Carcabuey, que resultó fallido probablemente por la oposi-ción de los religiosos de las órdenes religiosas asentadas desde muchos años antes en la pobla-ción: franciscanos observantes y descalzos, clari-sas y hospitalarios. Como precisión y para evitar la fácil confu-sión dada la pluralidad de ramas de las órdenes religiosas carmelitanas, su presencia en Priego se vincula con los carmelitas calzados masculinos, que tenían fundados conventos en Córdoba y en Castro del Río desde el siglo XVI, y con la erección de un hospicio que tuvo su virtualidad en Priego y en Carcabuey, pero que lamentable-mente no llegó a convertirse en convento.

Las bases de la fundación del Hospicio de misioneros apostólicos carmelitanos en la villa de Carcabuey La entraña y naturaleza del hospicio pare-ce conectarse más con un edificio asistencial y de apoyo residencial, que con otro de atención estrictamente religiosa. Este instituto, el hospi-cio, fue bastante común en algunas poblaciones, como Espejo, Soria o Bilbao, en donde a comien-zos del siglo XIX aún seguía existiendo. El hospicio (casa con campanil o simplemen-te oratorio) era inicialmente una residencia de pocos religiosos creada para prestar asistencia social o espiritual, o como paso previo para la fundación oficial de un convento.

1 Peláez del Rosal, M., “La devoción prieguense a la Virgen del Carmen y la fundación de su ermita a principios del siglo XVIII”, en Revista Fuente del Rey (RFR), nº 175 (julio 1998) págs. 8-9.

No se nos alcanza la intención finalista de la fundación del hospicio carmelitano en Carca-buey, salvo que consideremos la dificultad de la fundación formal de un convento de la orden que debería ser aprobada por los poderes civiles y religiosos. La razón última de esta rocambolesca em-presa se inicia en la segunda mitad del siglo XVII, en la que dos adinerados patricios prieguenses, don Francisco y don Fernando de Vargas Carrillo que, posiblemente, actuaban de mancomún en sus negocios, tal vez relacionados con la venta del tafetán procedente de la villa de Priego, de donde eran originarios, se convierten en vecinos de la ciudad del Puerto de Santa María (Cádiz), si bien conservando un rico patrimonio en la villa de la que eran naturales, heredado de sus padres y tíos. Don Fernando por su testamento otor-gado en aquella ciudad en 11 de mayo de 1692 fundó una capellanía en la iglesia mayor de la villa de Priego, en la entonces denominada capilla del Sagrario y Señor San José, y nombró como patro-no a su hermano don Francisco.

Don Fernando de Vargas falleció en 1692 dejando por heredero a su hermano y al año si-guiente en 17 de septiembre de 1693, don Fran-cisco otorga la escritura de donación y fundación de Misioneros de Nuestra Señora del Carmen. Declara en este instrumento notarial que el P. fray Juan Elías de Jesús Crucificado, “tercero de la Orden de Nuestra Señora del Carmen… se ha aplicado y está entendiendo con fervoroso y piadoso celo en la fundación de Misioneros de Nuestra Señora la Virgen María del Carmen, bajo de la regla de Nuestro Padre San Alberto”, para lo cual había conseguido licencia y patente del Rvdmo. P. Maestro fray Juan Feijoo de Villalobos, general de la Orden, y al que vincula varias ha-ciendas y casas y entre aquéllas un pago situado en la Cuesta Marín, lindante con la carretera o camino de Priego a Iznájar, a los pies de la Tiñosa. Más avanzado el tiempo esta hacienda comenzó a denominarse por su pertenencia “Cortijo de los Padres del Carmen”, con el que todavía se rotula. A mediados del siglo XVIII ya tenía una ca-sería y siete eras y se componía de tierras calmas, olivares, encinas, quejigos, viñas y árboles frutales. La donación hecha a favor del P. fray Juan Elías, otorgándole amplios poderes, obligaba al beneficiario a contactar con el primo hermano del donante, Pedro de Leiva y Vargas, que llevaba

desde tiempo atrás el cultivo y explotación de la tierra en la villa de Priego, y que debería rendir-le cuentas, pues don Francisco de Vargas, según su declaración, estaba ausente de su patria chica desde mucho tiempo atrás. Además comporta-ba la misión de fijar los linderos, contar los pies de olivo y todo lo que correspondiera a dicha heredad, en cuanto a sus rentas, destinando el usufructo a la imagen de Jesús Crucificado que llevaba consigo el advenedizo fraile como acica-te. La donación comprendía también unas casas principales situadas en la Plaza del Palenque de la villa de Priego con la obligación asimismo de construir un molino de viga para moler las cose-chas de la indicada heredad. Pocos días después, el 24 de septiembre del mismo año 1693, fray Juan Elías, alegando tener que viajar a Madrid para tratar de negocios rela-cionados con la fundación de los Misioneros de Nuestra Señora la Virgen María del Carmen, y al no poder cobrar personalmente lo adeudado y no retrasar la diligencia otorgó su más amplio poder al clérigo gaditano don Juan de Paniagua. Nuevamente, al año siguiente, en 20 de fe-brero de 1694, don Francisco de Vargas otorga otro poder a fray Juan Elías de Jesús Crucificado para que acudiera al Real Consejo de Hacienda a fin de adquirir (en subasta) el denominado Corti-jo de Segrilla (Zagrilla) que quedó por muerte de sus parientes don Fernando Carrillo y su mujer doña Mariana de Arroyo, ésta última hermana del abuelo del poderdante don Diego Caballero de Arroyo. Hubieron de transcurrir aún más de dos años para que el instituto quedara legitimado y a partir de ahí la fundación efectiva pudiera llevar-se a cabo. En efecto, aunque el P. fray Juan Elías aparece en la órbita vital de su mecenas, el prieguense don Francisco de Vargas avecindado en el Puerto de Santa María, su proyecto fundaticio aún no ha-bía cuajado realmente. En las actas capitulares de esta ciudad del año 1696 se conserva la petición del religioso que ya tenía un hospicio allí solici-tando autorización para fundar un convento de trece religiosos misioneros apostólicos para que continuamente hagan misiones, a lo que acce-dió el cabildo. La autorización, por tanto, estaba concedida y el espíritu que le impelía participaba de la filosofía de los estatutos que fray Juan Elías había conseguido que fueran aprobados por el general Feijoo en 1693. Pero las nuevas fundacio-nes no eran muy del agrado de las poblaciones “alegando la pobreza del lugar, la vida miserable que llevaban las comunidades en él existentes… y ser tantas las cargas de carácter piadoso y be-néfico que habrían de soportarse, que llegaban a ser intolerables”, a lo que se sumaba el criterio de los Medinaceli, señores territoriales también del Puerto “que no eran partidarios de estable-cer más conventos en su señorío”. La vida del P. fray Juan Elías quedará a partir de entonces condicionada a llevar a cabo su em-peño en otro lugar. El encargo y los medios ya los tenía. Posiblemente por no serle propicio el am-biente en el Puerto de Santa María, decidiera su traslado a otra localidad y como más propicia se ofrecía la villa de Priego, no solo por ser la patria chica de su benefactor, sino también por hallarse en su término los bienes vinculados a la funda-ción. Pero antes de ir a Priego intentó hacer su fundación en Córdoba y mediando los favores de algunos personajes influyentes como el cardenal

Edificios de la Iglesia y antiguo Hospicio del Carmen de Priego de Córdoba

a principios del siglo XX

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ISSN 1889-6014

de Aguirre y el duque de Sesa pretendió en 1693 que se le posibilitara la ermita de la Fuensanta, a lo que el cabildo cordobés le contestó denegán-dosela, pues aquel lugar no era una ermita sino un insigne santuario. Revestido de mayor autori-dad, al profesar el hábito de la Orden en 1695 en el convento de Jerez de la Frontera, reanuda su periplo por tierras cordobesas.

Vicisitudes de la fundación en las tres pri-meras décadas del siglo XVIII En el año 1701 se encuentra ya en la villa de Priego. Comparece ante el escribano a fin de co-brar los réditos de un principal de censo que co-rrespondían a su mandante, ante la imposibilidad de poderlos cobrar personalmente su poseedora doña Juana de Rueda y Palomar. Con ésta y otras facultades similares debió transcurrir la primera década del siglo XVIII, ora en la ciudad del Puerto, ora en la villa de Priego, y en particular tratando de poner en claro las cuentas y rentas de los bienes que le había do-nado don Francisco de Vargas Carrillo, envueltos sin duda en pleitos y litigios, sin una clara decisión para efectuar la fundación vinculada al Cristo Crucificado del que era poseedor. El P. fray Juan Elías hubo de acudir por fin al abad de Alcalá la Real, a la sazón, don Diego Castell Ros de Medrano quien le autorizó bajo ciertas condiciones a establecer en la villa de Carcabuey el hospicio carmelitano y vincular a éste la fundación. El día 4 de agosto de 1712 comparece en la escribanía de Priego y declara que tiene “letras y bula mediante licencia” para hacer fundación, habitación y morada de trece religiosos recoletos de la Orden de Nuestra Se-ñora del Carmen, de acuerdo con el abad de Al-calá la Real, don Diego Castell Ros de Medrano, que le había dado licencia y facultad por escrito, en fecha 13 de mayo anterior, y con el muy re-verendo P. Provincial, fray Andrés de Rojas, de la provincia de Andalucía, y su definitorio y también con personas doctas. A tales efectos le fue donada la ermita de San Sebastián situada a la entrada de la población carcabulense. La fundación se hacía con carácter provisional, hasta que se pudiera disponer de otro lugar más apropiado. Se nombró como pa-trón “auxiliador y defensor del hospicio y padres la imagen de Jesús Crucificado” y como adminis-trador del hospicio y sus bienes al Rvdo. Padre Presentado fray Luis de Talavera, conventual del convento de la Virgen Coronada de la ciudad de Jaén. Entre tanto los religiosos deberían habilitar “una casa particular decente para los sujetos que fuesen destinados a dicha recolección”, quedán-dose el otorgante fray Juan Elías como coadjutor del P. Talavera, para que éste se adiestrara en la administración de los bienes donados al Cristo y Hospicio sitos en el Puerto de Santa María, Car-cabuey, Priego y otras partes. Este patrimonio de por sí consistente para los fines declarados se vio aumentado en los años inmediatos con otras ventas y compras gracias a la gestión administradora del P. fray Sebastián García Guerrero Camacho, vicario a la sazón de la fundación. No cejó el P. fray Juan Elías en pro-seguir con su proyecto conventual, que todavía permanece en 1719 según se deduce de un man-damiento de la justicia de la villa de Priego. En este año le perdemos la pista al enigmático fray Juan Elías. En un documento bastante posterior, de 1748, el marqués de la Ensenada “expide la co-rrespondiente cédula para el pago del viático con-cedido por el rey para pasar a la Misión de Irlanda a fray Juan de San Elías, carmelita calzado, y a don Patricio San Simón”. De ser este fray Juan de San Elías el mismo fray Juan Elías de Jesús Crucificado, al final de su vida habría conseguido su propósito inicial: el de misionar, pero fuera de España.

El traslado del hospicio de Carcabuey a la villa de Priego y su extinción Hacia el año 1735, ante las reiteradas pro-testas de ser el sitio en que se erigió en Carca-buey bastante malsano, el hospicio de Carcabuey se traslada a Priego. No era muy inusual que los frailes carmelitas de una ciudad tuvieran su hos-picio en otra. Así los de San Fernando tenían un hospicio en Cádiz. Por ello fray Cristóbal Álvarez de Palma presentó un memorial al efecto al abad don Álvaro de Mendoza, que autorizó el traslado. En Priego los religiosos buscaron alojamiento en Priego y los días de fiesta uno de ellos (la dota-ción fue de dos) se desplazaba a Carcabuey para

decir misa en la ermita de san Sebastián. En 1762 fray Cristóbal Álvarez, que continuaba como pre-sidente del hospicio en Priego2 cesó en su oficio

2 Este ilustre religioso era natural de Jerez de la Frontera, y fue maestro y doctor en Sagrada Teo-logía, examinador sinodal del Arzobispado de Gra-nada, presidente de capítulo, comisario y visitador general de la provincia. Falleció en Roma en 1765 en el convento de Santa María Trapontina. Cfr. Ro-dríguez Carretero, ob. cit. págs. 396, 401 y 402. Una información hecha por la Justicia de la villa de Prie-go en 1758, siendo presidente del Hospicio este religioso, constató que ese instituto había criado a su costa los chaparrales y montes de la heredad más importante de su fundación: “los Padres del Carmen”.

al ser nombrado procurador general. En 1756 las cosas volvieron a complicarse. El giennense don Juan Cristóbal de Aranda y Valen-zuela muy devoto de Santa Teresa y fervoroso de los carmelitas calzados deja por su testamento varias mandas y memorias al Hospicio de Car-cabuey, sito en Priego, “por el mucho amor y voluntad que tengo a dicha religión”. Por las ano-taciones al margen sobre actuaciones judiciales de 1799 y 1819 deducimos que las clausulas en él contenidas y condicionadas al virtual cumpli-miento de la fundación de convento, que no tuvo lugar, no debieron cumplirse taxativamente. La imagen de Jesús Crucificado, no obstan-te, permaneció por algún tiempo en Carcabuey, acordándose en 1765 la extinción total del hos-picio en esta villa, por orden del Real y Supremo Consejo de Castilla, argumentando que cuando el abad Castell autorizó la fundación no media-ron las correspondientes facultades reales, sino solo las eclesiásticas, lo que la convertía en nula. De esta misma opinión era el duque de Medi-naceli. Los frailes carmelitas que aún residían en Carcabuey fueron enviados a sus conventos de origen, las imágenes de San Sebastián y de la Vir-gen del Carmen fueron trasladadas a la parroquia de la villa, y la emblemática de Jesús Crucifica-do con sus alhajas y ornamentos fue llevada al convento carmelita calzado de Jaén, sin que fuera oído el patrono de la fundación, que era el abad. Es más, parte de los bienes de la fundación, a excepción de los donados al Cristo Crucificado, fueron vendidos y amortizados. La ermita pasó a la jurisdicción ordinaria y pronto quedó arrui-nada (su pórtico era refugio de contrabandistas y facinerosos) por lo que se acordó demolerla, colocándose una cruz en el lugar que ocupara el altar en memoria de su pasado. En cuanto al hospicio de Carcabuey conti-nuó existiendo, de forma un tanto anómala, en la villa de Priego, teniendo su sede en las casas ale-dañas a la ermita, en la calle del Río, y gestionan-do los carmelitas calzados granadinos sus bienes y rentas. De entre los administradores carmeli-tanos del Hospicio destacaron posteriormente tres: Cristóbal Gil de Albaladejo, fray Francisco Pedrajas y el P. Bergillos, cuya actividad cubrió la segunda mitad del siglo XVIII y las primeras décadas del siglo XIX. En 1791 el Supremo Con-sejo de Castilla solicitó que se recabaran los documentos de su constitución y otras noticias de interés. Contestó el requerimiento el capellán apostólico D. José Rosales, que manifestó que el P. Pedrajas le dijo que los documentos fundacio-nales se conservaban en el convento de Granada y que el Hospicio era uno de los mayorazgos que poseía el marqués del Puente de Andújar, cuyo vínculo consistía en un huerto situado junto a la “ermita del Carmen lejos” –que era como la llamaban en Carcabuey- a medio cuarto de le-gua de la población, dotado con media fanega de trigo diaria para cuando se realizara allí la fun-dación, y además un molino harinero, y algunas tierras de labor junto a él3. La desamortización de Mendizábal de 1835 le afectó de coz y hoz, y sus bienes (fincas y ca-sas) fueron arrendadas, primero, y vendidas en pública subasta, después, periclitando la voluntad de todos cuantos tuvieron parte en su consti-tución y administración y enervando lamenta-blemente los loables fines fundacionales. Y entre ellos la hacienda denominada de los “Padres del Carmen”. En el año 1836 fue incautada y pasó a formar parte de los Bienes Nacionales. Como tal y con una extensión de 284 fanegas fue adjudica-da en 1841 a don Guillermo Rubio en la cantidad de 55.100 reales.3 El dato de la ermita del Carmen de Carcabuey es novedoso y revelador. AGOC, Caja nº 7415/02, año 1791.

Escudo del Carmen Calzado tallado en unade las cajoneras de la Sacristía de la iglesia

parroquial de Ntra. Sra. del Carmen de Priegode Córdoba

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ISSN 1889-6014

Este Boletín se distribuye gratuitamente en los establecimientos colaboradores.

P A T R O C I N A

Novedades Bibliográficas

C O L A B O R A N

Traemos a este número del Boletín tres novedades bibliográficas recientes relacionadas con la ciudad. Comenzamos con la primera de ellas. Se trata de un denso y profuso libro de Rafael Jiménez Rueda titulado “Los auroros de las Sierras Subbéticas cordobesas”, publicado en este año bajo el sello editorial de la Asociación de Amigos de Priego de Córdoba. La obra tiene 428 páginas y asimismo lleva incorporado un CD que complementa con su contenido musical el texto. Lu-que, Lucena, Priego de Córdoba, Iznájar, Rute y Carcabuey son los cinco núcleos urbanos que conservan en su patri-monio histórico y cultural las coplas y música de los Hermanos de la Aurora, cuyo origen arranca en el Barroco y llega a nuestros días. El prof. Rodríguez Becerra -que prologa el libro con agu-deza- destaca su interés, porque explica claramente el origen, evolución, manifes-taciones de esta devoción y, sobre todo, sus expresiones musicales, en las que el autor es experto y que constituyen la médula del mismo. Por primera vez se trata de conjugar el análisis antropoló-gico y el etnomusicológico –y éste es su principal mérito y originalidad-. Un libro, en resumidas cuentas, que ofrece un punto de partida para seguir profundi-zando y alcanzar un mejor conocimien-to del hecho religioso, pero también

social, cultural y musical de los auroros, como tradición ancestral que no debe caer en el olvido. La segunda novedad es otra aporta-ción singular: “El Castellar de Priego, es-tudio general”, de Rafael Pimentel Luque, editado por el Departamento de Publi-caciones de la Diputación de Córdoba, con 102 páginas. Su índice revela su es-tructura, parcelada por una Introducción y tres capítulos diferenciados: aspectos geográficos, aspectos históricos y aspec-tos culturales. El prologuista de la obra, Rafael Osuna Luque, pone el dedo en la llaga, cuando manifiesta que el autor ha sido perspicaz por dedicar su trabajo a esta aldea de Priego y, al mismo tiempo, valiente, porque escribir sobre una al-dea tan pequeña no resulta nada fácil. Y es cierto. Ninguna dificultad le ha impe-dido al autor arredrarse. Al contrario, ha sacado fuerzas de flaqueza y escudriñado en los archivos y hemerotecas para tra-zar un mapa muy completo de este foco urbano, cuya piel geográfica conoce al dedillo, proporcionándonos noticias con rigor sobre temas hasta ahora inéditos y de gran importancia, como el significado de los topónimos Chirimeros y Almo-gávares, lugares aledaños de la aldea, así como el proceso desamortizador de al-gunas fincas propiedad de las órdenes re-ligiosas establecidas en Priego. En nuestra opinión este libro, ya agotado, que ha de

ser tenido en cuenta como modelo para abordar el estudio de otras aldeas prie-guenses, merece una segunda edición, corregida y aumentada, ahondando en aspectos biográficos, sociales, religiosos y educativos, ciertamente tratados, pero que demandan una ampliación. Y la tercera novedad la constituye “La Dolorosa prieguense en la Escuela granadina”, Catálogo de la Exposición comisariada por Juan Carlos Povedano Ocampos que se presentó en la iglesia de San Juan de Dios durante los días 1 al 17 de noviembre de 2013, como activi-dad de la Hermandad de Nuestro Padre Jesús Preso y María Santísima del Mayor Dolor, al cumplirse los 25 años de su fundación. La obra como propia de su género recoge un excelente muestrario fotográfico de las imágenes expuestas con tal motivo, procedentes de las her-mandades y cofradías prieguenses con advocaciones pasionistas: Desampara-dos, Dolores del Calvario, Esperanza de la Veracruz, María Santísima del Mayor Dolor, Dolores del Nazareno, Dolores de la Asunción, Soledad Coronada y Nuestra Señora de las Angustias. Todas ellas ilustradas con textos de Antonio Ruiz Granados, que ha buceado con resultados desiguales tanto en el abiga-rrado campo del estilismo iconográfico, como en el sumamente proceloso de las atribuciones y autorías.