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ARQUEOLOGÍA CRISTIANA PROGRAMA I. INTRODUCCIÓN 1. Finalidad y objeto de la Arqueología cristiana 2. Ámbito geográfico y cronológico 3. Fuentes literarias y monumentales II. MONUMENTOS SEPULCARLES: LOS SEPULCROS CRISITIANOS Y LAS CATACUMBAS 4. La sepultura cristiana primitiva y las costumbres romanas. Las catacumbas. 5. los sepulcros de los mártires. El culto a los mártires. Las reliquias 6. La tumba de San Pedro en el Vaticano III. MONUMENTOS ARQUITECTÓNICOS 7. Edificios destinados al culto en la época preconstaniniana; las domus ecclesiae. Edificios de la época postconstantinaiana; las basílicas IV. ICONOGRAFIA Y EPIGRAFIA 8. Repertorio de la pintura paleocristiana. Mosaicos. Sarcófagos 9. Inscripciones: principales formulas y símbolos I. Epitafios, signos, crismones fuera de Roma en la Galia: Tréveris V. ARQUEOLOGÍA CRISITIANA E HISTORIA DE LA IGLESIA 10. Vida d e los primeros cristianos según los estudios arqueológicos. Los dogmas. Los sacramentos del Bautismo y la Eucaristía. Celebraciones litúrgicas. 1

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ARQUEOLOGÍA CRISTIANA

PROGRAMA

I. INTRODUCCIÓN1. Finalidad y objeto de la Arqueología cristiana2. Ámbito geográfico y cronológico3. Fuentes literarias y monumentales

II. MONUMENTOS SEPULCARLES: LOS SEPULCROS CRISITIANOS Y LAS CATACUMBAS4. La sepultura cristiana primitiva y las costumbres romanas. Las catacumbas.5. los sepulcros de los mártires. El culto a los mártires. Las reliquias6. La tumba de San Pedro en el Vaticano

III. MONUMENTOS ARQUITECTÓNICOS7. Edificios destinados al culto en la época preconstaniniana; las domus ecclesiae. Edificios de la época postconstantinaiana; las basílicas

IV. ICONOGRAFIA Y EPIGRAFIA8. Repertorio de la pintura paleocristiana. Mosaicos. Sarcófagos9. Inscripciones: principales formulas y símbolos

I. Epitafios, signos, crismones fuera de Roma en la Galia: Tréveris

V. ARQUEOLOGÍA CRISITIANA E HISTORIA DE LA IGLESIA10. Vida d e los primeros cristianos según los estudios arqueológicos. Los dogmas. Los sacramentos del Bautismo y la Eucaristía. Celebraciones litúrgicas.

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II. INTRODUCCIÓN

1. Finalidad y objeto de la Arqueología cristiana

Arqueología Cristiana es la ciencia histórica que estudia los restos monumentales de los primeros tiempos de de la antigüedad Cristiana.

Es la rama de la ciencia arqueológica cuyo objeto es el estudio de los antiguos monumentos cristianos.1

Pueden entenderse por monumentos todos aquellos testimonios “no escritos” de la actividad del hombre –en nuestro caso, de la actividad del crisitianismo– 2

Misión de la arqueología Cristiana es conocer las manifestaciones plásticas de la fe primitiva y así contribuir a alcanzar una idea, lo más precisa posible, del modo de vida y de las vicisitudes de la historia de las cristiandades en su primer desarrollo, desde la época de los apóstoles.3

El objetivo de la arqueología cristiana, tal como se dijo, es investigar todo lo que sea posible, relativo a las maneras y costumbres de los primitivos cristianos, a partir de los monumentos de dicha antigüedad.4

El primero en iniciar la exploración sistemática de los antiguos cementerios romanos o catacumbas, fue el “Padre de la Arqueología Cristiana” Antonio Bosio5, nacido en Malta en 1575; fue colocado a temprana edad al cuidado de un tío que habitaba en Roma como procurador de los Caballeros de Malta; a los dieciocho años su interés fue atraído por los estudios de los primitivos monumentos sepulcrales romanos, y desde esa fecha hasta su muerte en 1629, un período de 36 años, dedicó su vida a la exploración de las catacumbas. Tres años después de su muerte, 1632, los resultados de sus exploraciones y estudios se hicieron conocer a todo el mundo mediante una publicación italiana, “ROMA SOTTERRANEA”, editada por el Oratoriano Severano, y publicada bajo el patrocinio de la Orden de Malta. El gran mérito de este trabajo fue reconocido de inmediato, y llevó a su publicación en latín, por Aringhi en 1651, para beneficio de todos los sabios de Europa.6

1 MAURICE M. HASSET, Arqueología Cristiana, voz en Acinet2 José Antonio Iñiguez, Síntesis de Arqueología Cristiana, Ediciones Rialp. 1977 p. 113 José Antonio Iñiguez, Síntesis de Arqueología Cristiana, Ediciones Rialp. 1977 p. 134 MAURICE M. HASSET, Arqueología Cristiana, voz en Acinet5 Se le conoce como el Cristóbal Colón de las Catacumbas6 MAURICE M. HASSET, Arqueología Cristiana, voz en Acinet

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El redescubrimiento arqueológico (1844) (lectura)

1. De Rossi y Pío IX

De Rossi (1822-1894) tuvo una verdadera vocación para los estudios arqueológicos. Si bien graduado en jurisprudencia, dedicó toda su vida al redescubrimiento científico de las catacumbas cristianas. Buscó sistemáticamente "itinerarios" en las bibliotecas de toda Europa, y tuvo la suerte de encontrar muchos. Guiado por esos escritos, por su intuición y su pasión, de Rossi se puso a explorar palmo a palmo la vía Appia, "Regina Viarum" (reina de las vías) de los antiguos romanos, en busca del sepulcro del papa Cornelio muerto en el 253, de cuyo sepulcro varios libros antiguos daban indicaciones sumarias. De Rossi hurgó, hasta que llegó a descubrirlo.

Pero de Rossi tuvo la suerte de encontrar a Pío IX, el pontífice que gobernó por más largo tiempo a la Iglesia. En ese lapso, dicho papa fue actor y testigo de un difícil período de vida de la Iglesia, del nacimiento del Reino de Italia, del fin del poder temporal de los papas y de Roma convertida en Capital de Italia. Aun en medio de tantas vicisitudes políticas, que perturbaban su función apostólica, supo desarrollar una intensa actividad magisterial y cultural; no última, la de seguir, apoyar y subvencionar los descubrimientos arqueológicos que entonces se estaban efectuando.

2. El paisaje de la campiña romana y las primeras excavaciones

Cuando de Rossi inició su "campaña excavaciones", el aspecto de la campiña romana era muy diverso del actual. Los diarios de los visitantes, las descripciones que han llegado a nosotros subrayan la soledad y la inmensidad de ese paisaje, que se extendía desde el cerco de los muros aurelianos hasta los Montes Albanos y Tiburtinos.

Completamente desierta aparecía la gran llanura, donde no se divisaba vestigio de habitantes, a excepción de alguna choza desperdigada. Roma estaba lejos e invisible a la mirada; totalmente escondida por los muros, de los cuales emergía, remotísima, tan solo la cúpula de Miguel Ángel. Desde esa inmensa llanura exhalaba una sacralidad profunda, que bien armonizaba con las tumbas de la edad pagana, con las enormes ruinas de los acueductos y de los monumentos, así como con las sacrosantas memorias de las catacumbas, no desenterradas todavía. Y todo estaba sumergido en ese infinito silencio, roto solamente por el grito de los cuervos, que arrojaban al viento sus misteriosos vaticinios.

En esos lugares y en este escenario, Giovanni Battista de Rossi excavaba el Cementerio de Calixto, con pocos obreros reclutados entre los jornaleros agrícolas de la zona, pobres paleadores a quienes era casi inútil enseñarles que la tierra en la que hundían sus herramientas debía producir una mies bien distinta de las escasas cosechas a que estaban acostumbrados. Indecibles los perjuicios que su impericia causaba y numerosos los hurtos de las reliquias y de los objetos que, mano a mano, salían a la luz y que algunos de ellos sustraían para revenderlos tras una compensación de pocos bayocos a improvisados anticuarios y traficantes (Manlio Barberito, Tre Famiglie religiose nella storia delle Catacombe di S. Callisto, Estratto dalla Strenna di Romanisti 1979 - Staderini Spa Pomezia).

3. El descubrimiento del joven arqueólogo

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En el verano de 1844 Giovanni Battista de Rossi se paseaba entre las viñas ubicadas entre las vías Appia y Ardeatina, fijando la mirada sobre los escombros de mármol blanco que despuntaban entre el verde y sobre algunas casitas de formas muy raras.

Donde terminaba la gran viña, había dos edificios de los cuales no lograba despegar los ojos. Uno era la casa rústica de una familia de campesinos, el otro era una bodega. Pero no tenían la estructura acostumbrada de los otros centenares de caseríos esparcidos en la campiña. Cada uno tenía tres ábsides, como si fuera el último resto de una antigua iglesia paleocristiana, cuyas paredes hubieran sido destruidas quién sabe cuándo y quién sabe por quién.

Después en un rincón, junto a la puerta del edificio transformado en bodega, vio un montoncito de pedazos de mármol, con inscripciones latinas antiguas. Los tomó en sus manos, observándolos uno por uno. Traían fragmentos de antiguas poesías latinas. Uno de ellos nombraba un altar.

Tornando al edificio que los campesinos transformaran en bodega, por medio de una escalera rudimentaria y de sogas pudo de Rossi bajar a las galerías subterráneas, cavadas centenares de años antes. Algunas habían sido transformadas en depósitos frescos para el vino en los meses de verano. Había enormes cúmulos de tierra y escombros; nada que pareciera importante. Pero sus intuiciones eran exactas: debajo de esos cúmulos debían hallarse tumbas antiguas y veneradas, y lápidas que contaban la historia de los primeros mártires.

En 1849 saliendo de las galerías subterráneas su ojo experto se posó sobre una losa de mármol despedazada, que había servido de grada de una escalera. "En letras muy antiguas -recordaba- leí la leyenda… NELIVS MARTYR. Era fácil completar el nombre en CORNELIVS". Se trataba de la inscripción sepulcral del papa San Cornelio Mártir, muerto en Civitavecchia en el año 253, y sepultado algún año después en el cementerio de San Calixto. Desde ese momento de Rossi tuvo la absoluta certeza de que las famosas CATACUMBAS DE SAN CALIXTO, el cementerio oficial de los cristianos en la Roma imperial del 200 después de Cristo, estaban ahí bajo sus pies.Había que comprar esas viñas e iniciar las excavaciones. Desde ese momento él se dedicó de lleno a vencer la desconfianza de los docentes de arqueología y de las autoridades.

4. La Comisión de Arqueología Sagrada

Julio de 1851 señala el inicio de la Comisión de Arqueología Sagrada. Se trataba en verdad de una forma, por así decirlo, todavía experimental. Pero la Comisión en seguida se puso a trabajar. Instituida por Pío IX el 6 de enero de 1852, estuvo compuesta por varios miembros y desarrolló una actividad científica intensa. Los trabajos de las catacumbas eran regularmente supervisados por el P. Marchi. De Rossi tenía la dirección de las excavaciones.

En 1854 ocurrió el descubrimiento de la Cripta de los Papas y del sepulcro de Santa Cecilia; en 1856, el de San Eusebio; en 1864 se encontró el hipogeo de los Flavios en Domitila; en 1890, la Basílica de San Silvestre en Priscila, etc.

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Actualmente la Pontificia Comisión De Arqueología Sacra la Preside: Monseñor Mauro Piacenza. 7

Ciudad del Vaticano, 30/8/2004.- Juan Pablo II ha aceptado la renuncia del cardenal Francesco Marchisano como presidente de la Pontificia Comisión de Arqueología Sacra y ha nombrado como sucesor al obispo Mauro Piacenza -actualmente presidente de la Pontificia Comisión para los Bienes Culturales de la Iglesia-, confirmó el sábado la Santa Sede. Dicha Comisión fue instituida por Pío IX «para custodiar los sagrados cementerios antiguos», su conservación, ulteriores exploraciones, investigaciones y estudios y proteger las más antiguas memorias «de los primeros siglos cristianos, los monumentos insignes» y las Basílicas en suelo romano y en las demás diócesis de acuerdo con sus respectivos obispos.

De hecho, la Comisión de Arqueología Sacra fue creada por sugerencia de un arqueólogo romano, Giovanni Battista de Rossi, a fin de organizar mejor las excavaciones, restauraciones y tutela del gran complejo de catacumbas que estaba saliendo a la luz en la Via Appia. Este experto aportó las bases científicas de la arqueología cristiana, estudiando y excavando las catacumbas romanas, según un moderno método topográfico que toma en consideración simultáneamente las fuentes históricas y los monumentos

He aquí uno de los primeros informes de la Comisión:

"Al principio se puso mano a una grandiosa escalera que desemboca a pequeñísima distancia de una de las dos Basílicas que vemos todavía entre la vía Appia y la Ardeatina (Tricora Oriental)… Al escudriñarla se vieron algunas gradas enlosadas con mármol, y más adelante también parciales inscripciones sepulcrales… No se volvió a abrir y se reservó este trabajo para tiempo más oportuno…

Reanudados los trabajos a poca distancia de la escalera y de la Basílica recién aludida, se halló una doble cripta de tanta amplitud cuanta no se había visto hasta ahora en ninguna otra de ese cementerio. La bóveda está toda revestida de revoque y adornada con pinturas muy rasgadas y mutiladas… En el medio yacía al revés una tapa marmórea de sarcófago cuya mole era extraordinaria y colosal… Sobre esta doble cripta se abría una antigua y grandísima claraboya, obstruida por la tierra llevada ahí por aluviones… Después de desenterrar acá y allá varias vías en ese mismo plano, a mediados de marzo se emprendió la excavación de una pieza sepulcral, la cual con sus pinturas e inscripciones indica claramente que es la del Pontífice y Mártir Cornelio. En las proximidades de esa pieza fueron también encontrados y cumplidamente desenterrados tres cubículos insignes por sus bellísimas y muy raras pinturas y por muchas inscripciones antiguas…

Y a esta insigne parte del cementerio que hoy, no ya según una probable opinión arqueológica sino según la verdad histórica, debe llamarse de Calixto… se bajaba con increíble incomodidad por una escalerita muy angosta, abierta este mismo año por los 7 Ver anexo 1 con información de esta comisión del anuario pontificio del 2001.

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excavadores bajo un monumento pagano a la derecha de la vía Appia, pero muy pronto se vio que el antiguo y regular descenso estaba cerca de la cripta del mártir San Cornelio, sepultado del todo y en ruinas. Se invocó la ayuda de un grupo de militares para desenterrarlo y reabrirlo… durante el mes de mayo.

A raíz de todas estas excavaciones realizadas en el cementerio de Calixto, volvieron a la luz 45 enteras inscripciones cristianas, de las cuales 11 estaban todavía en su sitio. Entre estas debe señaladamente notarse el felicísimo encuentro de tres grandes fragmentos de la inscripción métrica puesta por el pontífice Dámaso en el sepulcro del pontífice San Eusebio" (Informe de de Rossi en "Il Giornale di Roma", 18.7.1853).

5. "Haré hablar los documentos"

Pío IX, oídos los progresos de los descubrimientos, mandó llamar a de Rossi. Baumgarten, que recogió las noticias de la viva voz del arqueólogo, así cuenta:"El 10 de mayo de 1854 el Papa invitó a comer a de Rossi siendo convidados Cardenales, Prelados, Ministros y Embajadores… Durante el almuerzo Pío IX hablaba de la arqueología y decía en alta voz que él confiaba poco en ella, porque, según él, los arqueólogos son soñadores y poetas y fantasean sobre tantas cosas que muy pocos logran entender. Estas y semejantes palabras eran dichas de modo tal que de Rossi pudiera escucharlas. Pero el gran arqueólogo callaba.

Terminado el almuerzo, mientras en el jardín se tomaba el café, el Papa mandó a decir a de Rossi, a través de Mons. De Merode, que esas palabras dichas en la mesa, las había dicho para provocarlo, para que hablara en defensa de la "pobre" arqueología. "Entendí bien, respondió de Rossi, qué significado tenían las palabras del Santo Padre. Dentro de poco en la catacumba haré hablar a los documentos. Allá abajo la ciencia de las antigüedades cristianas se defenderá por sí sola".

6. La visita de Pío IX a las Catacumbas de San Calixto (1854)

"En la tarde del 1° de junio de 1854, Pío IX fue en carroza a la vía Appia. De Rossi lo recibió en la entrada de la catacumba y le explicó en breve la gran importancia de los descubrimientos hechos. Como prueba le hizo ver al Papa la inscripción poética de San Dámaso. Pío IX dijo en alta voz: 'Pero ¿es verdad todo esto? ¿No es posible aquí ninguna ilusión?"

'Santo Padre, nosotros hemos encontrado de nuevo hasta las inscripciones sepulcrales de algunos santos sucesores del Príncipe de los Apóstoles. Si a Vuestra Santidad le place juntar estos pedazos, hallará los nombres de los papas que Dámaso, el infatigable cultor de los Mártires de las Catacumbas, nombra en el poema que yo acabo de explicarle'.

Pío IX tomó en sus manos las losas de mármol y leyó. Al ver los nombres de sus Predecesores, por la íntima conmoción le despuntaron lágrimas en los ojos y dijo en alta voz: 'Entonces ¿son estas verdaderamente las lápidas sepulcrales de mis Predecesores que aquí reposaron?' Después felicitó a de Rossi por el feliz éxito logrado y le agradeció el servicio que por medio de la arqueología había prestado a la Iglesia y a la Santa Sede".

7. La defensa del patrimonio arqueológico y la adquisición de los terrenos

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Pío IX quiso que se imprimieran a sus expensas los resultados de las investigaciones y de Rossi las recogió en una obra monumental de tres volúmenes, "Roma sotterranea", que publicó en los años 1864, 1867, 1877. Además "para asegurar la integridad de tan preciosos tesoros -así escribe el prof. E. Josi- hizo adquirir todas las viñas que rodeaban la parte arqueológica". Y de esta manera se explica la actual superficie de 27 hectáreas, de la finca denominada San Calixto: una verdadera isla verde en medio de la Roma de hoy; un providencial pulmón en la congestionada ciudad de nuestro tiempo.

Pero era urgente dar una organización diversa a las excavaciones. Antes que nada pareció que era necesario encontrar a alguien capaz de supervisar, controlar y guiar a las improvisadas maestranzas. De Rossi conociendo con cuánta pasión León XIII se interesaba en el trabajo de excavación de las catacumbas, habla del problema con el Secretario de Estado, le expone los daños y las dificultades que obstaculizaban de modo tan grave la obra, le sugiere confiar la vigilancia de los trabajos a una Orden religiosa, añadiendo que la más a propósito le parecía la de los Trapenses. En 1920 Pío XI completará la adquisición del terreno para garantizar la integridad de la zona meridional hasta San Sebastián. Actualmente se trata de 34 hectáreas.

En 1884 llegaron los Padres Trapenses, primeros custodios de las Catacumbas de San Calixto. Después de 45 años el empeño de los Trapenses llegó a su término. Durante nueve meses intentaron tener el cuidado de las mismas los Hijos del Padre Semeria, hasta que en 1930 Pío XI encargó de ellas a los Salesianos de Don Bosco, que las administran todavía también con la ayuda de guías y personal laico externo. (Fin de lectura)

2. Ámbito geográfico y cronológico

El límite del tiempo del tema de la arqueología cristiana es muy variable y diverso en las distintas regiones geográficas, ya que el comienzo de la actividad de la Iglesia fue variable. Sin embargo y sólo a titulo indicativo, se suele dar el pontificado de Gregorio Magno (590 – 604) como final de esta etapa con suficiente oscuridad para poderla calificar de arqueología y no de historia. 8

Cualquier intento de determinar las fechas que abarca el período denominado en forma libre “Antigüedad Cristiana”, que luego dio lugar al período medieval, es por necesidad más o menos arbitrario. Como una consecuencia de esta dificultad, existen diferencias de opiniones entre los arqueólogos, acerca de la forma como deben asignarse los límites de ella. Sin embargo, autoridades como De Rossi y Le Blant, miran el principio del siglo séptimo (600 D.C.), o la muerte de Gregorio el Grande (604), como una fecha que marca suficientemente bien el final de la antigüedad, y el principio del período medieval.9

Ámbito geográfico:

8 José Antonio Iñiguez, Síntesis de Arqueología Cristiana, Ediciones Rialp. 1977 p. 119 MAURICE M. HASSET, Arqueología Cristiana, voz en Acinet

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Cubre toda Europa, incluyendo Inglaterra, el norte de África (desde Egipto hasta Assuán), y Asia. Este límite debe situarse Mesopotamia, sin ser extraño que en un momento dado debamos incluir a la India (en la actualidad desconocida como campo de la arqueología cristiana), en la cual debieron florecer comunidades primitivas, a juzgar por la tradición y algunos textos literarios

3. Fuentes literarias y monumentales

La historia moderna, que se empeña en la reconstrucción de la vida primitiva de los cristianos, tiene dos fuentes de información de donde echar mano, denominadas: fuentes literarias y monumentales. Por fuentes literarias comúnmente se entiende los restos aún existentes de la literatura cristiana primitiva. Las fuentes monumentales están conformadas por los objetos de diversas clases que sobreviven de la antigüedad, que fueron producidos por los cristianos o bajo la influencia de los mismos: inscripciones sepulcrales, pinturas, esculturas, iglesias, además de los objetos de las artes menores.10

Los monumentos se dividen en: sepulcrales, arquitectónicos, iconográficos, epigráficos e institucionales.

Fuentes Literarias:

El conocimiento de la primitiva sociedad cristiana, derivado de los estudios sobre los monumentos cristianos más antiguos, ha arrojado luz sobre muchos aspectos obscuros de la historia de la Iglesia primitiva, que eran conocidos a través de la literatura que ha llegado hasta nosotros desde los primeros tiempos del cristianismo. Es igualmente cierto que el estudio de los monumentos cristianos es imposible hacerlo sin el estudio de las diversas fuentes literarias de la antigüedad cristiana. La literatura y los monumentos se complementan los unos a los otros.11

De las fuentes literarias distinguimos las siguientes:

a. Textos de la Escritura: Entre las fuentes iniciales, indispensables para el estudio de los monumentos, y el arte cristiano del primer siglo, está inspirado por las Sagradas Escrituras. p. ej. La Misa celebrada en las casas, como se dice en los Hechos de los apóstoles, o en Mc. II, 46

b. La Didaché: Posiblemente escrita en Siria antes del año 150, pero fue descubierto este texto en 1850 en Constantinopla por el metropolita Bryennos en un códice de 1056, contiene una descripción de la Misa y del Bautismo.

c. Tradición apostólica de San Hipólito: redactada en el año 215 contiene la descripción de la consagración y de las funciones de las diversas órdenes.

10 MAURICE M. HASSET, Arqueología Cristiana, voz en Acinet11 ídem

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d. Los Padres apostólicos:Clemente Romano, con su carta a los Corintios del año 96, aporta datos del ambiente cristiano de su tiempoSan Ignacio de Antioquia + 156 con sus dos apologías,San Justino + 165, griegoOrígenes + 254.

e. Actas y pasiones de los mártires: Eran resumenes de los juicios de los mártires, fueron recogidas y luego en el s. VI fueron empleadas para hacer las Passio o historia del mártir, algunas de estas fueron falsas, pero otras al hacer excavaciones en las iglesias a las cuales iban unidas confirmaban su autenticidad y por eso tiene gran valor para la arqueología.

“Con el más exquisito cuidado, la Iglesia ha recogido los recuerdos de quienes llegaron al final para dar testimonio de su fe. Son las actas de los Mártires, que constituyen los archivos de la Verdad escritos con letras de sangre: "No me servirá nada de los atractivos del mundo ni de los reinos de este siglo. Es mejor para mí morir (para unirme) a Cristo Jesús que reinar hasta las extremidades de la tierra. Es a él a quien busco, a quien murió por nosotros. A él quiero, al que resucitó por nosotros. Mi nacimiento se acerca..." (S. Ignacio de Antioquía, Rom. 6,1-2). "Te bendigo por haberme juzgado digno de este día y esta hora, digno de ser contado en el número de tus mártires...Has cumplido tu promesa, Dios de la fidelidad y de la verdad. Por esta gracia y por todo te alabo, te bendigo, te glorifico por el eterno y celestial Sumo Sacerdote, Jesucristo, tu Hijo amado. Por él, que está contigo y con el Espíritu, te sea dada gloria ahora y en los siglos venideros. Amén" (S. Policarpo, mart. 14,2-3).” 12

f. Calendarios: también llamados martilogios contenían las relaciones de fechas en las que se celebraban los diversos mártires, e incluían sus nombres, lugar de su reposo, con datos de interes para la arqueología, etc.

g. Silogis: Son colecciones de inscripciones funerarias o no, que se encontraban en los monumentos; muchas de ellas son composiciones poéticas en alabanza de los mártires. La más vieja es del siglo XI, pero recopila a otras dos de los siglos VII y VIII 13

III. MONUMENTOS SEPULCARLES: LOS SEPULCROS CRISITIANOS Y LAS CATACUMBAS

12 Catecismo de la Iglesia Católica n. 247413 José Antonio Iñiguez, Síntesis de Arqueología Cristiana, Ediciones Rialp. 1977 p. 14 a 19

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4. La sepultura cristiana primitiva y las costumbres romanas. Las catacumbas14.

El cristianismo inicial absorbió los usos y costumbres de los pueblos por donde se difundieron y modificó solo aquellos que se oponían a su doctrina. Esto ocurrió también en la inhumación de los cuerpos de los cristianos difuntos, siendo empleados al principio los modos judíos y paganos sin dificultad. Sin embargo poco a poco, fueron apareciendo tipos propios a los que no fueron ajenos condicionamientos históricos determinados.15 Por ejemplo, las persecuciones y el hecho jurídico de ser la tumba un lugar respetado por la ley y la inquisición judicial.16

La Ley Romana ya desde la época de la república, prohíbe que se entierren o conserven cadáveres dentro de las ciudades, pero en cambio protege estos ordenando que aún los parientes de aquellos que mueren ajusticiados tengan derecho a recoger los despojos –en este derecho se basó José de Arimatea para pedir el cuerpo de Jesús y merced a él se conservan tantos restos martiriales— y declara sagrado todo lugar que posea una tumba. 17

Este hecho hizo que alrededor de las ciudades, especialmente en las vías de acceso, surgiesen numerosos lugares de enterramiento, familiares, gremiales o de asociaciones funerarias.

También existían colegios de incinerantes con columbarios: edificio constituido por paredes con nichos para colocar las ánforas o las urnas con las cenizas obtenidas del cadáver, al ser quemado.

A estos lugares de enterramientos corresponde un espacio limitado que llega a cubrirse completamente de tumbas, mausoleos y otros edificios funerarios.

El único modo de no invadir terrenos circunvecinos era introducirse en el vertical en el terreno, por medio de galerías que generalmente comienzan con los hipogeos ya existentes –edificios funerarios con una sala enterrada y otra superior sobre la tierra.

Así surge la red de galerías con nichos en las paredes y tumbas en el suelo, capillas y cubículos familiares, que reciben el nombre de catacumbas. 18

Los principales monumentos de los primitivos cristianos se han encontrado en las catacumbas de Roma; las partes más antiguas datan del primer siglo

14 El Papa Juan Pablo II habla de la espiritualidad de las catacumbas en Tertio Millennio Adveniente, n. 6. Ver anexo 3.15 Ídem p. 2616 También se llamó a las catacumbas Roma subterránea. Estos subterráneos fueron lugar de culto, además de enterramiento y en época de persecuciones, lugar de protección y escondite, ya que estaban protegidos por una ley que prohibía la entrada a los perseguidores. Era como un derecho de asilo, pues el derecho romano tenía por sagrada e inviolable cualquier sepultura, con independencia del credo religioso del fallecido. Se supone que las catacumbas como enterramiento fueron construidas antes de la muerte de San Pedro. Voz Catacumba en Wikipedia17 José Antonio Iñiguez, Síntesis de Arqueología Cristiana, Ediciones Rialp. 1977 p. 2118 José Antonio Iñiguez, Síntesis de Arqueología Cristiana, Ediciones Rialp. 1977 p. 21

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de la era cristiana, así que, cualquier información que proporcionen nos dan una estampa del período apostólico; debe tenerse presente que todos esos monumentos son de carácter fúnebre; nadie puede esperar encontrar en las inscripciones de los modernos cementerios católicos una exposición completa de teología católica, ni tampoco pueden verse exposiciones de dogmas en los frescos e inscripciones de las catacumbas. Cualquier información que razonablemente pueda esperarse de dichos monumentos, debe tener relación con las ideas sobre la muerte que estaban en las mentes de quienes los erigían; dentro de ese alcance y un poco más allá, los monumentos son perfectamente claros. Las inscripciones y pinturas de las catacumbas, lo mismo que los sarcófagos tallados del siglo IV y posteriores, exhiben, de manera inequívoca, las creencias de sus autores acerca de la existencia más allá de la tumba.19

La palabra catacumba procede del griego "katá kumbim" (junto a la cavidad). Los romanos llamaban así a la depresión existente en la Vía Appia, frente al circo de Majencio en donde, a principios del s. III, se excavó un hipogeo (sepulcro subterráneo) que se llamó por ello "ad catacumbas", denominación que se dio, posteriormente, a todos los cementerios bajo el suelo.

Las catacumbas estaban formadas por galerías subterráneas de considerable anchura y altura según el tipo de terreno donde eran excavadas. Solían extenderse en superficie hasta un cierto límite y luego se seguía en profundidad con varios pisos. Las galerías eran llamadas ambulacra y los que las construían fossores que significa sepultureros20. También las han denominado cryptae o criptas.

En las paredes de estas galerías se labraban o excavaban huecos u hornacinas de distintos tamaños, generalmente rectangulares, lo suficientemente largas para contener un cuerpo o más, generalmente de la misma familia, en decúbito supino. A estos huecos se les llamó loci o lóculos.

Otras veces se excavaban en la pared de los subterráneos espacios mayores llamados cubícula de planta cuadrada y en su interior tumbas más amplias llamadas arcosolios, que se decoraban con pinturas diversas. “En las catacumbas, la Iglesia es con frecuencia representada como una mujer en oración, los brazos extendidos en actitud de orante.”21 Fueron muy usadas en el s. III para enterrar los cuerpos de los mártires. Se trataba generalmente de una cavidad abierta en la roca viva, cubierta con una losa de mármol y colocada a la altura de una mesa ordinaria para utilizarla como altar donde se celebraba la misa.

Las paredes laterales se revestían con frescos alusivos a los mártires enterrados allí, pinturas que aún se conservan en buen estado a pesar de la

19 MAURICE M. HASSET, Arqueología Cristiana, voz en Acinet20 Fueron aquellos hombres cuyo oficio y trabajo, o parte de él, consistió en cuidar los cementerios de Roma y enterrar los cadáveres, tanto paganos como cristianos, muy pronto estos últimos obtuvieron una situación especial dentro de la organización eclesiástica.

21 Catecismo de la Iglesia Católica n. 1368

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destrucción a que, en diversas etapas históricas, han sido sometidas las catacumbas. Los diversos pisos estaban unidos por medio de escaleras excavadas en la piedra o en la tierra llegando a tener hasta cinco pisos sobrepuestos de galerías.

Al principio, el gran problema de las catacumbas debió ser la posibilidad de hundimientos, pero sus constructores pronto descubrieron que excavando en terreno firme se evitaba esa posibilidad. De trecho en trecho se abrían unos pozos de ventilación y salidas disimuladas a veces muy lejos del lugar principal de las catacumbas, posibles lugares de acceso en épocas de persecución. No hay que olvidar que fue en ellas donde repetidamente tuvieron sus reuniones y liturgia los cristianos para evitar ser descubiertos por los romanos. De esta forma se excavaron los cementerios subterráneos de las comunidades cristianas de Roma.

De los estudios modernos se ha podido deducir que las catacumbas romanas miden centenares de kilómetros de longitud y que si se pusieran en línea todas las galerías su longitud total sería la longitud de Italia entera. Se calcula en casi 2.000.000 de cuerpos los que fueron enterrados en ellas en muy diversas épocas. Hay muchas de estas galerías que aún no han podido ser exploradas. Las más conocidas catacumbas de Roma son las llamadas de Calixto, Priscila, San Sebastián, Santa Inés y Domitila, nombres de los cristianos que hicieron donación de los terrenos para que fueran construidas y enterrados en ellas los seguidores de Cristo, muchas veces mártires. En Nápoles son famosas las catacumbas de los Santos Genaro, Gaudioso y Severo; en Malta las de Talliebra, en Egipto las de Alejandría.

El período de mayor actividad catacumbaría corresponde al siglo IV, en la época de S. Dámaso (336-384), el recuerdo de los mártires todavía reciente y se emprende en las catacumbas tanto obras para honrar sus restos como para procurar sepultura cerca de ellos.

El ocaso de las catacumbas viene con la paz costantiniana, que da inicio con el edicto de Milán (313) que da el triunfo al cristianismo como religión del estado y la aparición de las basílicas martiriales, de modo que se prefiere los enterramientos superficiales, en torno a esas basílicas. Hay sin embargo enterramientos en las catacumbas hasta el s. VII. Por otra parte las invasiones bárbaras contribuyeron al traslado de las reliquias mas valiosas de las catacumbas22 y estas fueron en muchos casos cerradas para evitar su destrucción, con el tiempo se perdieron su ubicación y actualmente hay aún muchas por descubrir. 23

22 “A pesar de que, a causa de las invasiones bárbaras, las catacumbas conocieron una especie de abandono forzoso, algunas de ellas siguieron siendo meta ininterrumpida de peregrinaciones. Durante los siglos del alto medioevo, las áreas donde se conservan los sepulcros de los mártires se convirtieron en lugares de devoción para los peregrinos procedentes de Italia, de Europa y de la cuenca del Mediterráneo.” Juan Pablo II, discurso a la Comisión Pontificia de Arqueología, el 7 de junio de 1996 n. 223 José Antonio Iñiguez, Síntesis de Arqueología Cristiana, Ediciones Rialp. 1977 p. 25, 26

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Las cinco catacumbas romanas actualmente abiertas al público son las de San Calixto, San Sebastián, Santa Domitila, Santa Priscila y Santa Inés, ampliemos algunos datos de cuatro de ellas:

San Calixto:

Se encuentran en la Vía Appia Antica, a la altura de la iglesia del “Quo Vadis”.

Recibe el nombre el diacono Calixto, administrador de las catacumbas durante el pontificado de Ceferino24 (199-217), a quien sucedió entre los años 217 y 222. El cementerio es cristiano desde el siglo II, en el se encuentran enterrados 13 papas, mártires en su mayoría, entre ellos el Papa Cornelio como ya vimos, que dirigieron la Iglesia entre el año 235 y 314. La cripta papal fue restaurada por el papa San Dámaso que mandó colocar una lápida con una poesía compuesta por él. En estas catacumbas fueron enterrados también santa Cecilia y San Tarsicio.

Las amplias catacumbas de San Calixto se extienden por 17 kilómetros y tienen cuatro desniveles diferentes. Los cristianos amortajaban a sus muertos con telas empapadas con “aqua Lixiva” (una especie de lejía, por razones de higiene y los colocaban en nichos (Loculi) superpuestos. 25

Se utilizaron como cementerio cristiano hasta el siglo IX y su excavación y redescubrimiento fueron hechos por G. B. de Rossi en 1847

Santa Priscila:

Cementerio de la familia senatorial de los Acilios (siglo I), recibe su nombre de Priscila, hija del dueño. Era la madre del senador Pudens dio lugar a esta catacumba, es un vasto cementerio sobre la vía Salaria. Ella misma fue enterrada en este sitio. No se tiene seguridad sobre la “cristianización” del cementerio hasta el siglo III; en el siglo IV se construyó en superficie una basílica dedicada a San Silvestre. Cabe destacar en las catacumbas la denominada “capilla Griega” y los primeros frescos de tema mariano: La Virgen con Profeta y una Anunciación del Siglo III. La figura suave de María, aprieta contra su seno a Jesús, mientras Balaam señala la estrella que resplandece sobre su cabeza. 26

Santa Domitila:

24 “Desde el principio del cristianismo, mis predecesores se interesaron por las catacumbas. El Papa Ceferino fue el primero que creó una en la vía Appia para la comunidad de Roma, confiando su administración al diácono Calixto, quien, cuando llegó a ser Papa, vinculó su nombre al que se convertiría en el mayor complejo romano de catacumbas.Durante su pontificado, el Papa san Dámaso buscó las tumbas de los mártires para adornarlas, y compuso espléndidos epígrafes métricos que exaltan las gestas de esos valientes testigos del Evangelio.” Juan Pablo II, discurso a la Comisión Pontificia de Arqueología, el 7 de junio de 1996 n. 2

25 O Quam Luces Roma!, guía cultural y práctica de Roma, Guadalajara, Jal. 2002, p. 15226 O Quam Luces Roma!, guía cultural y práctica de Roma, Guadalajara, Jal. 2002, p. 158

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Se encuentra un poco alejado de la vía Appia Antica, vía de la 7 chiesa n. 282

Su nombre proviene de Flavio Domitila, mujer o sobrina de Tito Flavio Clemente, primo del emperador Domiciano, que lo condenó a muerte, quizá por ser cristiano en el año 96. Es una de las catacumbas más grandes en extensión. Posee una zona de hipogeos paganos (de los Flavios y Aurelios). En el siglo IV se construyó una basílica semisubterranea dedicada a los mártires Nereo y Aquileo (soldados). Entre sus piezas artísticas se encuentra la estatua de Jesús Buen Pastor del Siglo III.

Uno de los núcleos más interesantes de todo este conjunto es el llamado Hipogeo de los flavios.Presenta elementos de notable interés como las pinturas del siglo III que decoran cuatro nichos... Representan con particular elegancia amorcillos vendimiando entre pámpanos y zarcillos de vid y pájaros.

San Sebastián:

San Sebastián muere en la persecución de Dioclesiano. Se entierra en un sepulcro de una galería. En el S. IV se construye una cripta con escalera propia, que en el Siglo V se adorna con 2 presbiterios. La tumba de S. Sebastián fue la única Catacumba que permaneció siempre accesible en todos los siglos. S. Sebastián fue soldado de Dioclesiano muerto por sus propios compañeros en una ejecución por medio de flechas.

Un elemento singular que da a estas catacumbas un carácter inconfundible, es un espacio descubierto y estudiado entre los años 1915 y 1933 por P. Styger y bautizado con el nombre de TRICLIA, esto es, lugar destinado a la celebración de banquetes fúnebres, según una costumbre pagana continuada en los primeros siglos del Cristianismo. El particular relieve dado a este subterráneo esta unido al hecho de que por un breve período guardo los restos mortales de los santos Pedro y Pablo, probablemente en la segunda mitad del siglo III: de hecho, a esta época se remontan numerosas sepulturas de cristianos en lóculos adyacentes atraídos evidentemente por la vecindad de los veneradísimos despojos de los dos apóstoles. El lugar de la inhumación temporánea de los mismos era probablemente indicado por una cátedra cuyos restos todavía son visibles en la pared del fondo.

Atravesando la sacristía, se llega a un deambulatorio que corresponde al ábside, hoy convertido en museo: en efecto, ahí se han recogido importantísimos epígrafes y una serie de reproducciones de notable interés que representan la TRICLIA, los sepulcros más importantes y la primitiva basílica de época constantiniana.

5. Los sepulcros de los mártires. El culto a los mártires. Las reliquias

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"Nosotros adoramos a Cristo porque es el Hijo de Dios: en cuanto a los mártires, los amamos como discípulos e imitadores del Señor, y es justo, a causa de su devoción incomparable hacia su rey y maestro; que podamos nosotros, ser sus compañeros y sus condiscípulos" (San Policarpo, mart. 17).27

“Las catacumbas conservan, entre otras cosas las tumbas de los primeros mártires, testigos de una fe límpida y solidísima, que los llevó, como «atletas de Dios», a salir victoriosos de la prueba suprema. Muchos sepulcros de los mártires se conservan aún dentro de las catacumbas, y generaciones de fieles se han recogido en oración delante de ellos.” 28

“El sentido religioso del pueblo cristiano ha encontrado, en todo tiempo, su expresión en formas variadas de piedad en torno a la vida sacramental de la Iglesia: tales como la veneración de las reliquias, las visitas a santuarios, las peregrinaciones” 29

Si al encontrar una tumba, aparece en ella una inscripción que determina el nombre del que allí se enteró, la investigación sobre el mártir allí depositado, termina, como es obvio, pero esta circunstancia raramente pasa en realidad.

Hay 5 puntos fundamentales de investigación ante la tumba de un mártir que son:

1. Presencia de una capilla o basílica erigida sobre o en la cercanía de la tumba.2. Existencia de una inscripción insitu3. Grafitos, inscripciones de visitantes sobre las paredes próximas a las tumbas, con invocaciones dirigidas al mártir4. Hallarse la tumba rodeada por otras muchas y por cierto tiempo5. Pinturas de época temprana que puedan acompañar a la tumba del mártir en cuestión 30

Ritos funerarios, el refrigerio

Entre las costumbres griegas y romanas está la de ofrecer sacrificios y celebrar banquetes cerca de las tumbas. Consistían en libaciones rituales, derramar vino y leche sobre las tumbas e introducir comida sólida por un tubo al sepulcro. Se le llamaba las perentorias, violarias y rosalias. Esta costumbre fue tomada por los cristianos con un nuevo simbolismo con el crismón, el pez, la paloma, etc. Cuando se termina la persecución este rito degenera y se condena en la época de San Agustín como abusivo. Desaparece en el siglo IV, y en oriente perdura hasta el siglo XIII.

27 Catecismo de la Iglesia Católica n. 957 28 Juan Pablo II, Las catacumbas constituyen una perenne escuela de fe, esperanza y caridad, discurso a la asamblea plenaria de Arqueología Sacra, n. 5 en L’Obsservatore Romano, ed. Español 6 de febrero 1998 p.729 Catecismo de la Iglesia Católica n. 167430 José Antonio Iñiguez, Síntesis de Arqueología Cristiana, Ediciones Rialp. 1977 p. 77, 78

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El culto a los mártires y las reliquias, en principio procede del culto general a los difuntos, pero inmediatamente diferenciado al testigo de Cristo, intercesor ante el Padre de los deseos y necesidades de los vivos.

Sus restos son considerados como preciosos, cuidados celosamente; así comienza el culto a las reliquias y el deseo de enterrarse junto a ellas.

El culto a los mártires se manifiesta de dos formas: el cuidado de su sepultura y los actos litúrgicos en honor de sus reliquias. El culto al mártir se realiza el aniversario del día de su martirio, llamado “dies Natalis”Consiste en la celebración de la Santa Misa junto a la sepultura venerada, o sobre ella en algún caso no común.

6. La tumba de San Pedro en el Vaticano

En el año 64 el maniático monarca Nerón mandó a incendiar la ciudad, metiéndole la culpa a los cristianos, que eran considerados como una secta judía, hostiles a la sociedad pagana, y acusados de rendirle tributo a Jesucristo en vez que al emperador y a sus ídolos. El historiador romano Tácito narra como a los cristianos se les colocaba pieles de animales para ser devorados por los leones y los mastines en el circo, o untándoles grasa de cerdo para ser luego amarrados a los postes en los jardines imperiales o en la Vía Appia, como antorchas humanas en la noche. Cumpliendo así la célebre frase de Tertuliano: "la sangre de los mártires es semilla para nuevos cristianos" (comparar con Apocalipsis 18,24).

En esta misma persecución fue hecho prisionero el apóstol Pedro en la cárcel mamertina, y luego crucificado boca abajo cerca al circo romano, en la colina Vaticana. Aquí fue enterrado por sus seguidores en un cementerio contiguo; se decía que una pared de color rojo marcaba el lugar.

Treinta años después del martirio del apóstol,  el Papa San Anacleto construyó  un oratorio donde los fieles se reunían.  También  se encuentra el testimonio del Papa San Clemente Romano, quien escribió una carta contemporánea del evangelio de San Juan (90 d.C.), en la que narra la muerte gloriosa del pescador de Galilea. En el siglo II, San Ignacio de Antioquia, San Papías, San Clemente de Alejandría, Tertuliano, el obispo Dionisio de Corintio y el llamado canon moratoriano; confirman el martirio de los príncipes de la iglesia "Pedro y Pablo" en Roma. De los relatos no cristianos resalta la crónica de Celso al emperador Adriano (117-38), quien asegura que el nombre de Pedro gozaba de popularidad en la capital del imperio.

En cuanto a las pruebas arqueológicas del sepulcro de Pedro, se tienen noticias antes que se construyera la basílica que lleva su nombre, por el emperador Constantino en el siglo IV, exactamente encima de la tumba del santo apóstol, en donde los primeros cristianos celebraban la eucaristía y enterraban en las paredes y en el suelo de las galerías a los mártires,

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incluyendo varios Papas (siglos I-IV). A principios del siglo XIX, las catacumbas del Vaticano fueron identificadas en su totalidad, y a finales del mismo siglo se descubrió la cripta de los Papas con los epitafios del siglo III, de Ponciano, Fabiano, Cornelio y otros. En el Vaticano se encuentran además los restos de muchos Papas de los tiempos modernos, como los cuerpos incorruptos de San Pío X y del Beato Juan XXIII, que están expuestos a la veneración pública. También están ahí los de Paulo VI y más recientemente los de Juan Pablo II. Asimismo, en las excavaciones efectuadas en 1915 en la gruta de la basílica de San Sebastián, se halló un muro cubierto con invocaciones a los apóstoles Pedro y Pablo, donde sus reliquias fueron llevadas por un tiempo, debido a las persecuciones del emperador Valeriano (253-60).

Desde el año 1941 se realizaron nuevas investigaciones en las catacumbas del Vaticano por orden del Papa Pío XII, el grupo estaba conformado por cuatro expertos del instituto Pontificio de Arqueología Cristiana. Encontraron pinturas, mosaicos con símbolos de los inicios de la iglesia como el pez, la paloma, el ancla y el cordero; figuras de Cristo y escenas bíblicas, imágenes religiosas, monedas, tumbas de cristianos y paganos. En el año 1958 bajo el pontificado de Juan XXIII se dio la noticia que los arqueólogos habían dejado al descubierto un grueso muro de color rojo, al lado hallaron varias cajas de plomo llenas de restos de diferentes personas y animales domésticos. En una de las cajas se verificó por pruebas de laboratorio los huesos de un hombre robusto entre los 60 y 70 años de edad, del siglo Primero de nuestra era; los mismos fueron identificados plenamente por Pablo VI en 1968, como las "reliquias de San Pedro", que ya habían sido mencionadas en el año 200, por el clérigo romano Gayo, como el "trofeo" del Vaticano. Los huesos del apóstol fueron depositados en una capilla debajo del altar mayor de la basílica de San Pedro, y permanecen visibles en una urna con un cristal. 31

Son de notar las siguientes peculiaridades:

1. La tumba es humildísima2. Sólo esa tumba ha sido respetada

3. Sobre ella se edifico el “trofeo”

4. La posición de la mesa del trofeo está girada respecto al muro y coincide con la tumba

5. El deseo de proteger y cuidar esa tumba es evidente, construyen un muro

6. La existencia de un grafito con el nombre Petrus sobre el muro rojo, bastante antiguo

La tumba de San Pablo:

31 Pedro y Pablo en Roma, Aciprensa, Voz Apologética

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De la permanencia del apóstol de lo gentiles en la Ciudad Eterna, aparece constatada al final del libro de los Hechos de los apóstoles, en la epístola a los Romanos, y en la segunda carta a Timoteo; cuando estaba preso en la misma cárcel Mamertina, aquí en una de sus celdas se puede observar la columna en la que se dice que fueron atados los dos santos. San Pablo por ser ciudadano romano fue decapitado en la periferia de la ciudad. La tradición cristiana asegura que la cabeza del  mártir dio tres vueltas sobre la tierra, y en cada punto brotó una fuente; es por eso que este lugar es conocido como "tre fontane". La tumba de este otro príncipe de los apóstoles está en la basílica de San Pablo Extramuros, edificada también por Constantino el Grande. La iglesia se mantuvo en su forma original hasta 1823, fecha del incendio que la destruyó, siendo consagrada nuevamente  en  1854.  En  las  paredes  de  su  interior  se  exhiben   los  Retratos de los 264 Papas sucesores de  San  Pedro.  32 Se ubica en la vía Hóstiense n. 186

El Vaticano confirma el hallazgo de la tumba de San Pablodiciembre 11, 2006 at 2:18 PM | In religión, Noticias, Historia, iglesia, santos, católica |

Se trata de un descubrimiento de gran valor arqueológico y para la tradición cristiana que levantó la basílica donde se creía que fue enterrado Pablo. “No hay ninguna duda que el sarcófago encontrado bajo el suelo de la basílica de San Pablo es el del apóstol”, explicó el cardenal Andrea Lanza di Montezemolo.

El Vaticano ha anunciado el descubrimiento del sarcófago del San Pablo, hallado tras años de excavaciones arqueológicas bajo el altar mayor de la basílica romana dedicada al apóstol.

Los arqueólogos comenzaron sus excavaciones en el 2002 y sólo el mes pasado pudieron sacar a la luz, el sarcófago, que data al menos del año 390, y que yacía olvidado entre los estratos de los templos que fueron construidos uno sobre el otro.La apertura, en manos papalesEn la losa sobre el sepulcro se puede leer en latín: “Paulo Apostolo Mart” (Pablo, apóstol y mártir) y presenta el agujero que se realizaba para poner en contacto la reliquia con el altar pero también para que los peregrinos pudieran introducir trozos de tela que tocasen los restos.

El sarcófago será expuesto a los fieles en la Basílica de San Pablo cuando se termine completamente de examinar, pero aún no se ha decidido si se abrirá para analizar los restos del apóstol.

Según el cardenal Lanza Montezemolo, sólo el Papa puede decidir la apertura del sarcófago y aún no se ha expresado sobre este extremo. La apertura del sarcófago podría desvelar nuevos misterios de la tradición cristiana pues se desconoce si también se encuentra bajo la basílica la cabeza de San Pablo, que fue decapitado en el año 65 por orden de Nerón.

32 Ídem

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Fuente: 26 Noticias

IV. MONUMENTOS ARQUITECTÓNICOS

7. Edificios destinados al culto en la época preconstaniniana Las domus ecclesiae.

Hubo una gran diferencia en cuanto a los monumentos arquitectónicos anteriores y posteriores al emperador Constantino. En tiempos de persecución los cristianos se reunían en casas.

Aunque desde su origen la Iglesia es el conjunto de fieles reunidos y no hubo ningún ambiente dedicado al culto, se utilizaron una o varias habitaciones de una casa, ver por ejemplo Mc. XIV, 15 o Lc XXII, 12.

A finales del siglo II parece pasar el nombre del conjunto de fieles a designar algunas de las habitaciones de la casa destinadas definitivamente para el culto, quizá con mobiliario propio. 33

Desde la segunda mitad del siglo III, no poseemos casi restos de edificios de culto, en cambio la cifra de los del siglo IV es numerosísima. Hoy puede afirmarse que ya en el siglo II existían lugares destinados exclusivamente al culto y que están referidos incluso por escritores paganos. Esos lugares se denominaban domus ecclesiae.34

En Roma conocemos un dato importante que confirma la existencia de estos complejos antes del siglo IV; sabemos por testigos literarios que la ciudad se encontraba dividida en titulus, esto es, parroquias constituidas en una domus titular.

Los titulus en Roma según una investigación actual llegaron a ser de 25 en el año 307 35

Fuera de Roma el complejo monumental mas importante es el de Dura Europos, cerca del Eufrates, en esta ciudad se encuentran cerca de veinte edificios cultuales, entre ellos una sinagoga, un mitreo y una casa cristiana, esta última, según un grafito construida en el año 232. No es una iglesia, sino una serie de habitaciones de una casa adaptadas al culto.

Edificios de la época postconstantinaiana; las basílicas

33 José Antonio Iñiguez, Síntesis de Arqueología Cristiana, Ediciones Rialp. 1977 p. 10634 José Antonio Iñiguez, Síntesis de Arqueología Cristiana, Ediciones Rialp. 1977 p. 10135 Ídem p. 102

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Con el giro constantiniano aparece el edificio característico cristiano, con estructura fija, tomado de la arquitectura civil romana. Proliferaron las basílicas.

El nombre de basílica toma en tiempos de Constantino el significado que antes tenía el de “Iglesia” –nombre que no se pierde—y que comparte con los de “domus”, Oratorio, y Titulus, aunque este último sólo en Roma, al definir en ella la sala cedida para el culto.

Elementos de una basílica:

Seguramente nunca se dan todos ellos en ejemplo real, pero el conocimiento de esta disposición teórica permitirá, según las carencias o especial disposición de algunas de sus zonas, una ulterior clasificación de los complejos basilicales y facilitará la descripción de los mismos.

Se accede a la edificación por medio de un patio porticado –el ATRIO—que en el lado opuesto a la entrada da lugar al NARTEX, —espacio intermedio que facilita el recogimiento—antes de ingresar a las NAVES, lugar destinado al pueblo y a la SCHOLA CANTORUM –agrupación del coro—; la cabecera de estas naves se abre al TRASEPTO –lugar del altar y de las sacristías (pastoforios) —, queda rematado por el ABSIDE, donde se sitúa la CATEDRA –sillón solamente para el obispo— 36

En los primeros años del siglo IV ven florecer, gracias al impulso dado pro Constantino, el pleno desarrollo del templo basilical que, en la segunda mitad del mismo siglo, se difundirá por toda el área cristiana hasta competir en el siglo V con la nueva arquitectura de planta central.

Entre las principales basílicas de Roma tenemos:

* San Juan de Letrán, conocida como Basílica del Salvador, fue la primera* San Pedro en el Vaticano* Santa Maria la Mayor* San Pablo extramuros

LOS MARTYRIA

Son interesantes también algunos edificios, que no tienen la planta alargada de las basílicas, sino que son de planta central, octagonal o circular. Estos edificios son llamados martirium o martyrion, pues en ellas están las sepulturas de los mártires.

36 José Antonio Iñiguez, Síntesis de Arqueología Cristiana, Ediciones Rialp. 1977 p. 118

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Los edificios cruciformes nos indican simbólicamente, un centro importante, y cada una de las naves que la complementan está orientadas a las cuatro direcciones del universo.

LOS BAPTISTERIOS

Los edificios octagonales o circulares son los baptisterios o bautisterios, donde se llevaba a cabo la ceremonia del bautismo.

La planta es muy significativa, pues estos polígonos representan, en el lenguaje Universal de símbolos, lo perfecto, la unidad del nuevo creyente con Cristo y la Iglesia. La vida eterna es representada en el día octavo.

IV. ICONOGRAFIA Y EPIGRAFIA

La iconografía es la rama de la historia del arte que se ocupa del contenido temático o significado de las obras de arte, en cuanto algo distinto de su forma (Erwin Panofsky)

Desde finales del siglo II y comienzos del siglo III son los primeros ejemplos que poseemos de la pintura cristiana Y esta situada precisamente en catacumbas, se ha perdido en cambio la pintura no funeraria, la única excepción es el baptisterio de la Domus Ecclesiae de Dura Europos, con sus escenas evangélicas en torno a la salvación y a la regeneración bautismal.

La decoración se concentra en los cubículos y la técnica utilizada es la pintura al fresco, que muestra una ejecución muy rudimentaria. Su iconografía evolucionó a lo largo del tiempo. Al principio, con fuerte influencia del helenismo eran temas del mundo animal o vegetal con significado místico: la paloma (el alma), el pavo real (la eternidad), la vid o la espiga (eucarísticos). También el pez, palabra que en griego, ikhthys, contiene las iniciales del Salvador: Iesus Khristos Theu Yos Soter (Jesús Cristo, Hijo de Dios, Salvador), relacionada con el rito del bautismo. Más tarde, en el siglo III, surgen temas tanto del Antiguo como del Nuevo Testamento. Entre estos últimos se encuentra la imagen de Jesucristo o de la Virgen, pero como ya nadie recordaba sus fisonomías, ni los Evangelios las precisaban, debido a la ley mosaica de no representar imágenes, se toman modelos del mundo clásico greco-romano. Y así Jesucristo es representado como Buen Pastor (basándose en el Moscóforo griego), visible en la catacumba de San Calixto, o bien como en la catacumba de Priscila donde aparece como Maestro al estilo de los filósofos greco-romanos (también siguiendo el evangelio de San Mateo), y donde la Virgen es representada como madre, con el Niño sentado en su regazo, como después imitará el arte bizantino con la Theotokos, modelo iconográfico este último que trascenderá al estilo románico. 37

37 Voz catacumbas en Wikipedia

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La iconografía cristiana transcribe mediante la imagen el mensaje evangélico que la Sagrada Escritura transmite mediante la palabra. Imagen y Palabra se esclarecen mutuamente: "Para expresar brevemente nuestra profesión de fe, conservamos todas las tradiciones de la Iglesia, escritas o no escritas, que nos han sido transmitidas sin alteración. Una de ellas es la representación pictórica de las imágenes, que está de acuerdo con la predicación de la historia evangélica, creyendo que, verdaderamente y no en apariencia, el Dios Verbo se hizo carne, lo cual es tan útil y provechoso, porque las cosas que se esclarecen mutuamente tienen sin duda una significación recíproca" (Cc. de Nicea II, año 787: COD 111).38

También podemos concluir que a partir del s. IV, el color en la arquitectura ocupa un lugar insospechado anteriormente. La observación se impone desde la época de las catacumbas No es sorprendente que en esos lugares de culto subterráneos, en una época en que la iluminación consiste en tenues lámparas de aceite o velas de cera, se favorezca el color?, en este hecho observamos el asombroso contraste que existe entre las condiciones de vida real de aquella gente, que se reunía a escondidas para rezar, y el deseo de vivir que expresaba atreves de su arte. En este sentido, las pinturas de las catacumbas pimentan verdaderos interrogantes para al historia del arte, allí donde deberíamos esperado tener un riguroso arte del relieve, nace un arte del color, semejante a la pintura alejandrina, con la particularidad de que cubre totalmente las paredes de las salas de reunión. Se trata de una arte a la vez bello y practico, el cual permite al mismo tiempo responder a la necesidad de multiplicar los símbolos. La representación de comidas, significa la santa Cena, el pastor con la oveja es El Buen Pastor. Cualquier pagano que entrase en las catacumbas, no vería nada que le pudiera parecer chocante. Únicamente abría hecho la observación que hizo un historiador del arte del sigo XIX, quien decía que se trataba “de un arte degenerado para el uso de la gente pobre”. 39

Hablando sobre el decorado de las catacumbas el Papa Juan Pablo II decía en un discurso a la Comisión Pontificia de Arqueología:“Recorriendo las galerías de las catacumbas, se observan muchos signos de la iconografía de la fe: el pez, símbolo de Cristo; el ancla, imagen de la esperanza; la paloma, representación del alma del creyente y a menudo, junto a los nombres en los sepulcros, el deseo "in Christo". Se trata de testimonios del fervor espiritual que animaba a las primeras generaciones cristianas.”40

“Por eso, no eran lugares tristes, sino que se decoraban con frescos, mosaicos y esculturas, como queriendo alegrar los rincones oscuros y anticipar, con las imágenes de flores, pájaros y árboles, la visión del paraíso esperado al fin de los tiempos. La significativa fórmula «in pace», que aparece a menudo sobre los sepulcros de los cristianos, sintetiza bien su esperanza.

Los símbolos sobre las losas que cubrían las tumbas son sencillos y, a la vez,

38 Catecismo de la Iglesia Católica n. 116039 Cfr. San Martin de Tours, Regine Pernoud, Ediciones encuentro, Madrid, 1998, pp. 14540 Juan Pablo II, discurso a la Comisión Pontificia de Arqueología, el 7 de junio de 1996 n. 2

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llenos de significado. El ancla, la barca y el pez expresan la firmeza de la fe en Cristo. Se ve la vida del cristiano como una travesía por un mar tempestuoso, hasta el puerto añorado de la eternidad. El pez se identifica con Cristo y alude al sacramento del bautismo, como lo recuerda Tertuliano, quien compara a los fieles con los pececillos (pisciculi), que logran la salvación naciendo y permaneciendo en el agua (De baptismo, 1, 3).”41

Los temas de las pinturas son en general del Antiguo Testamento y del Nuevo testamento, en los que aparecen representados milagros y símbolos de la fe cristiana: el ave Fénix, Jonás en el Vientre de la Ballena; otras son representaciones de Jesucristo: Buen Pastor, la Virgen, los Apóstoles y los sacramentos, etc.

Empleados sobre todo en la epigrafía, no faltaron como motivo de la pintura especialmente: el pan, el pez, la vid, el áncora, el cordero y el ciervo. La Cruz y el crismón, tan profusamente repetidos en las lozas las placas de cerámica que cubren lóbulos o arcosolios.

Una explicación más amplia de las representaciones sería:

ORANTE: es una figura con la cabeza cubierta en un primer momento, y siempre tiene los brazos en alto. Este gesto se toma de la tradición de la oración clásica. El significado cristiano es el alma del difunto que goza de la presencia de Dios. Está orando por su alma para la salvación. Es la imagen funeraria por excelencia. Tiene algunos símbolos asociados, y una fuente propia que es la escritura de San Pedro. Se piensa que la primera representación de la Virgen es ésta, y está entre San Pedro y San Pablo, que son los padres de la Iglesia. Pedro es el apóstol y Pablo es el predicador de los gentiles. Ambos mueren en Roma. Normalmente todos los orantes llevan la cabeza cubierta. Interesa más que por su aspecto formal, su significación. Se ha conservado una placa con un orante junto con su nombre y rodeado de elementos o signos relacionados con el cristianismo.

ATLETA: el difunto también aparece como un atleta victorioso, pues lleva una laurea (pueden llevar también un olivo o una paloma). Es una contaminación de la tradición pagana romana del vencedor de los juegos al que se le imponía la corona.

PALOMA: es una imagen muy repetida, se introduce muy pronto (finales del s. II) significa el alma que goza de la paz eterna, suelen aparecer por pares, picoteando, bebiendo, llevando algo en el pico o portando símbolos u objetos cristianos.

CIERVOS: dos animales afrontados bebiendo agua. Simboliza el alma del cristiano que anhela la presencia de Dios, y se salva a través del agua que es el alimento del alma. No sólo aparece en contextos cristianos funerarios sino también en baptisterios (también cabras)

41 Juan Pablo II, Las catacumbas constituyen una perenne escuela de fe, esperanza y caridad, discurso a la asamblea plenaria de Arqueología Sacra, n. 4 en L’Obsservatore Romano, ed. Español 6 de febrero 1998 p.7

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PECES: siempre varios. Basado en una fuente escriturística muy clara: Cristo diciendo a los apóstoles:<< Yo os haré pescadores de hombres>>. También, flanqueando un ancla simboliza la cruz, o un tridente.

ANCLA: simboliza la cruz, y un elemento de fijación, algo seguro, algo eterno.

BARCO: simboliza la iglesia, aparecen pescando, pescando almas…

VASO: contiene el agua de la Gracia, el agua de la Vida. También el agua del bautismo o de purificación que se colocaba a la entrada de los templos. San Pablo:<< El cristiano es como una vasija de barro>> el vaso es el cuerpo y el agua, el alma.

VID: alimento espiritual del alma, alude a la eucaristía.

AVE FÉNIX: aparece sobre un montículo y con un nimbo (aureola). Simboliza la resurrección, eternidad, inmutabilidad, en definitiva a Jesús.

PAVO REAL: simboliza la vida eterna, ya que su plumaje se renueva cada año. Puede estar asociado a otros símbolos (palomas, vides, cruces, árboles…)

OVEJAS: siempre varias, son las almas. Si aparece una sola es el cordero místico, es decir, Cristo.

PALMERAS: son los árboles del paraíso

CRISMÓN: son las iniciales del nombre de Cristo, es el anagrama de Cristo.

Los colores en el Paleocristiano no tienen todavía tanta importancia como en momentos posteriores (Rojo - pasión de Cristo, blanco - pureza…)

Representaciones de Cristo: es difícil ya que es una divinidad y a la vez un hombre.

PEZ: uno sólo, coronado, enrollado en un áncora. Las iniciales de Jesucristo Hijo de Dios Salvador coinciden en griego con la palabra pez (IKHTHYS)

CORDERO: rodeado por un círculo, sobre una montaña con los cuatro ríos, con un nimbo. Aparece solo, el nimbo suele ser crucífero. Es el llamado Agnus Dei

CRISMÓN: monograma o crismón, consta de 2 letras griegas entrelazadas que pueden estar rodeadas de laureas. Suelen estar acompañadas del A y W:<<Yo soy el principio y el fin>>. También se le representa con la cruz, suelen aparecer decorando. La vid de algún modo también lo representa:<< Yo soy la vid y vosotros los sarmientos>>

8. Repertorio de la pintura paleocristiana. Mosaicos. Sarcófagos

Pintura y Mosaicos de los S. V y VI

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La época de Teodosio I supondrá una fecha clave en la pintura paleocristiana, magnificación del espíritu oriental de Constantinopla.Se conserva poca pintura occidental de los S. V y VI. Sus vestigios hacen suponer la frescura de su colorido y libertad compositiva de la catacumbaría y la tradición del arte imperial pompeyano.Esta pintura es influida por tablas pintadas procedentes de oriente y de Egipto por el hieratismo y la frontalidad perdiéndose el volumen y el movimiento clásicos.Han llegado a nuestros días numerosos ejemplos de arte egipcia, el desarrollado por la Iglesia Copta. Ciertamente tiene semejanza con la pintura románica. Cerca de la desembocadura del Nilo se encuentran las villas de Antinoe y Baiut. Han aparecido ahí además viejos edificios casi monasteriales con numerosas pinturas. Seguramente del S V y VI. Las pinturas suelen encontrarse en pequeñas ábsides de capillas donde se puede asegurar que se celebró el Santo Sacrificio.En casi todos, la imagen de Cristo Majestad sentado en el trono aparece rodeada por un círculo, Ángeles y estrellas, bajo él Nuestra Señora, con o sin Niño, es flanqueada por Apóstoles y santos. Estudio aparte merecerían los retratos de monjes que aparecen en estas capillas.

Mosaicos.La técnica del mosaico es típica del Imperio, tanto para pavimentos como para decorar las paredes, los mosaicos pavimentados supeditan la calidad colorista de sus materiales a la resistencia al tratamiento de los mismos; en cambio en los parietales, tanto de muros como de bóvedas, la riqueza del colorido es absoluta al incorporar a los pequeños cubos de piedra los de vidrio coloreado o dorado.

El arte cristiano adopta esta técnica seguramente desde la paz de la Iglesia, pero ciertamente no son desconocidos los mosaicos constantinianos a que hacen referencia documentos literarios los mas viejos ya del s. IV, serán los que decoran los muros de San Apolinar de Milán, Santa Prudencia y Santa Maria la Mayor de Roma.

En los siglos V y VI se conserva muy poca pintura occidental. A unos 500 Km. de la desembocadura del río Nilo se encuentran las villas de Antinoe y Baiut en ellas se han encontrado bajo capas de arena seca pinturas que datan seguramente de los siglos V y VI.

Las pinturas suelen encontrarse en pequeños ábsides de capillas donde puede asegurarse que se celebró el Santo Sacrificio.

Los mosaicos abundan sobre todo en el revestimiento de las paredes interiores de las basílicas.

Los tres ábsides mas importantes del Siglo VI serán los de Cosme y Damián en Roma y los raveneses de San Vital y Apolinar “in classe”, el primero el Señor barbado aparece entre nubes y rodeado de santos y en el segundo sentado joven e imberbe con santos y

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ángeles. El tercero san Apolinar, bajo la cruz gemada, en un pasaje idílico con árboles, plantas y ovejas.

Pero cuando los cristianos levantan basílicas en el s. IV, con la ayuda de los empedradores, no las adorna como hacen en los templos paganos de la misma época, con gran cantidad de estatuas. El color va a convertirse en un elemento importante, esta vez en forma de preciosos mosaicos. Los romanos decoraban sus suelos con mosaicos de fondos blancos. Ahora los fondos azules y dorados serán las más frecuentes, animadas por la misma búsquedas del color. En le siglo V la ciudad de Ravena vera nacer obras maestras que actualmente se visitan con admiración pero que durante mucho tiempo los especialistas en arte menospreciaron. La ciudad de Ravena se convirtió, a principios del siglo V en una capital imperial. Debió seguir siéndolo durante unos dos siglos, aunque, cuando en el año 476 el imperio llego a su fin ya no fue la capital de los reyes Godos que se sucedieron, como Odoacro o Teodorico. Para nosotros es la capital del nuevo arte elaborado desde el s. IV y que produjo obras maestras como La procesión de los Santos y Santas en San Apolinar el nuevo. Desde el s. V el magnifico mausoleo de Gala Placida muestra en su esplendor aquel arte colorista que cubre tanto las paredes enteras como las bóvedas con temas de la historia de Cristo y de las diferentes escenas bíblicas, de un modo tal que acentúa, sin descolocarlo, el ordenamiento arquitectónico del edificio, a la vez que la da vida. 42

Mosaicos de los pavimentosLa temática es escasa en estos mosaicos, seguramente por respeto; pues las escenas o los símbolos representados en ellos están destinados a ser pisados por los visitantes del edificio por esto es frecuente escenas de caza, pesca, entrelazados vegetales.

Mosaicos de las bóvedas, ábsides y muros.En otros tipos de edificación funerarios o bautismales principalmente, la mayoría de sus bóvedas se decoran con follajes, guirnaldas y motivos geométricos. El repertorio cristiano añade a veces el cordero, la Cruz y el fondo de estrellas.

Sarcófagos

En el siglo III hasta el año 280, aparecen sarcófagos43 de caja, con una escena en cada una de sus caras que puede estar dividida en varias con leves alusiones al paisaje, que a su ves contribuyen a diferenciar las escenas; siempre se desarrollan en horizontal con figuras que tienden a ocupar todo el ancho del sarcófago; el modelado es muy fino y tiende a expresar con la mayor expresión el modelo natural.

Ejemplo en Roma de sarcófagos es el que se encuentra en el museo de Letrán con el Señor joven, imberbe, sentado sobre una personificación del cosmos; el sarcófago de Vía Salaria posee un Buen Pastor y una Orante quizá no cristiana. En Francia el sarcófago de Lagallole en el s. III. El sarcófago de Maria la Antigua en el año 300. La decoración de estrígidos, cuchillos cortos y curvos de madera con que se quitaban la grasa los atletas griegos después de los juegos, en forma alargada es adoptado por los

42 Cfr. San Martin de Tours, Regine Pernoud, Ediciones encuentro, Madrid, 1998, pp. 14643 Del Griego sarx, carne y Fagein comer: sepulcro en el que enterraban los antiguos a los cuerpos que no incineraban.

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artistas tanto cristianos como paganos para cubrir los espacios de las caras de los sarcófagos.

Puede señalarse un tercer tipo, el llamado estilo impresionista. En él se mezcla figuras grandes y pequeñas en diversas escenas sobre la misma superficie, dispuestas en forma caprichosa y cada una enmarcada por los elementos del paisaje formando auténticos cuadros independientes.

9. Inscripciones: principales formulas y símbolos

Se entiende por Paleografía, en Arqueología cristiana, el estudio de aquellas inscripciones anteriores al siglo V —época en la que la epigrafía pagana prácticamente desaparece—que contienen un significado cristiano, al menos, una alusión a la nueva doctrina.

Las inscripciones y pinturas que sobrevivieron a tantas devastaciones y depredaciones, revelan, al menos en parte, el secreto y repiten las palabras de un antiguo epitafio cristiano: Tauta o bios: Esta es nuestra vida. 44

Merecen especial mención los <<grafitos>>, inscripciones hechas en la pared y en todos los tiempos -no precisamente para mostrar la cultura de quien los realizó- por los visitantes de los monumentos, verificadas en carbón, diversas pinturas, un instrumento punzante, etc. y que en el caso que nos ocupa proceden frecuentemente de la devoción popular. Son interesantísimos, pues pueden ser fechables e indican el grado de veneración en que se ha tenido un lugar en una época determinada.

Se aplican en ella todos los procedimientos usuales en la ciencia paleográfica general. En la reproducción de monumentos se emplea, además del obvió de la fotografía y del calco directo, el molde de yeso, escayola o cera, en las inscripciones grabadas o en relieve.

Muchas veces es difícil reconocer algunas letras, porque se han semiborrado con el transcurso del tiempo, o porque fueron defectuosamente trazadas. En todos casos, para ser citada posteriormente la inscripción, se <<transcribe>>, esto es, se escribe con caracteres actuales. Es costumbre universalmente admitida colocar una línea vertical en el lugar donde falta una letra, para indicar que allí, en el original, existe un hueco precisamente de este tamaño.

Para el estudio de la Paleografía cristiana es necesario un conocimiento profundo de la gramática y la morfología históricas de la lengua en que se realizó la inscripción; giros, formas de decir, arcaísmos en una época determinada, neologismos, etc. Todo esto es necesario para poder descubrir el sentido de la frase y la fecha de la inscripción, además de las alteraciones en el lenguaje vulgar y los fallos ortográficos.

Algunas formas de abreviaturas de las inscripciones:

44 O Quam Luces Roma!, guía cultural y práctica de Roma, Guadalajara, Jal. 2002, p. 157

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Supresión: Se escriben una o dos letras al comienzo de la palabra. Ej. EP= EP (iscopus) ó P= P (ax). En ocasiones se pone una barra transversal encima de la letra. Ej. POS para decir POSD (itum) ó M para decir M (artyr)Las letras griegas: MTP de MarTiR.

Contracción: Se suprimen algunas letras de las palabras, conservando casi siempre las dos primeras y las dos últimas. Ej. DP = D (e) P (ositum)XMΓ = Cristo Miguel y Gabriel ΙΧΘΣ= Iesus Christus. Dei Filius Salvator

Nexo: Unión de dos o más letras por contacto o por poseer elementos comunes; conocido ya en la época republicana, es adaptado profusamente por los escritores cristianos en sus lápidas, casi nunca se encuentran al principio ni al fina de las palabras .Verbi gracia: NT, RL, UM, ME, NN

El Monograma: Combinación de letras de una o mas palabras, de forma artística, alrededor de una que sirve de base de la composición. Se emplea casi exclusivamente para nombres de personas: Fue aplicado al Nombre del Señor y alguna otra inscripción criptográfica.

No obstante, la más frecuente y característica representación de J. es el anagrama formado por las dos primeras letras iniciales de su nombre en griego (la fi y la ro) (X y P) enlazadas, que recibe el nombre de crismón (>r<). A estas letras enlazadas suelen acompañarlas la primera y última letra del alfabeto griego (alfa y omega) (A y t2), símbolos de principio y fin, o sea de eternidad, todo ello frecuentemente encerrado en un círculo o una láurea, símbolos de plenitud, de infinitud y de triunfo. En relación con este símbolo se puede citar la cruz (v.) monogramática que aparece con frecuencia, consistente en un aspa cruzada por un palo vertical. Ya más tardío, y muy popular a fines de la Edad Media, es el trigamma, es decir, las tres letras IHS juntas significando «Jesús Hombre Salvador». 45

Inscripciones funerarias

Las inscripciones funerarias suelen adaptarse al siguiente esquema:

NOMBRE DEL DIFUNTO - NOMBRE DEL DEDICANTE - FECHA DE LA MUERTE - ACLAMACIÓN, RUEGO O RECUERDO.

Aparición de nombres cristianos hasta los siglos III y IV. Inscripciones referentes a la edad se conocen desde los primeros tiempos de las catacumbas. Aparecen gran cantidad de inscripciones que expresan la

45 J. M. Azcarate Riscote , Jesucristo, Iconografía y arte, Voz de la GER 1991

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relación de parentesco dentro de la familia o de la situación respecto de la ciudadanía. La indicación del grado de orden dentro de la jerarquía de la Iglesia no se difunden hasta el siglo IV, como por ejemplo: Obispos y pontífices, presbíteros, otras dignidades y estados eclesiásticos como: diáconos, subdiáconos, lectores, exorcistas, notarios, <<fossores>>, en el siglo IV y, ya en el siglo V, archidiáconos, archipresbíteros, prepósitos, primerius, notarios, exceptor, actuarius, cubicularius, etc. Al final del siglo IV o comienzo del V aparecen apelativos tales como: MARTYR, BEATUS, CONFESSOR Y SANCTUS.

Epitafios, signos, crismones fuera de Roma en la Galia: Tréveris

A la muerte se le acompaña con oraciones y bendiciones. Después sigue la inhumación, en la que se testifica la esperanza en la vida futura. A partir del siglo IV las lapidas sepulcrales proclaman la fe en un destino sobrenatural. Esto es lo que revelan las inscripciones cristianas halladas en la Galia que el CNRS (Centro nacional de investigación Científica francés) bajo la dirección de Henri Marrou, localizo e investigo, publicándolas en 1975. También en Tréveris se ha realizado campañas de excavaciones, cuyos resultados fueron publicados por Nancy Gauthier. Esta gran ciudad, situado sobre el Mosela, se convirtió bajo el mandato de Constantino en la segunda capital del imperio después de Roma: Dicha ciudad ha dado un numero importante de lapidas sepulcrales, la mayoría de ellas cristianas, algunas pertenecientes al siglo IV, y fueron halladas en las dos necrópolis excavadas, una al norte y otra al sur de la ciudad. Enterraban a los muertos extramuros. Había muchos cristianos que deseaban ser enterrados ad sanctos, es decir, cerca de las tumbas de los santos que les habían precedido. Por dicho motivo se ha hallado numerosos sarcófagos y lapidas sepulcrales cerca de las tumbas de san Paulino y san Maximino, al norte de la ciudad.La mayoría de estas inscripciones, más de la mitad, contienen signos simbólicos. Estos se hayan a continuación de los textos que informan quien ha sido enterrado bajo la estela y por que pariente: padre, madre, esposo, hijos…Así encontramos: “A Memorius, su amado esposo, que vivió treinta y siete años, Festa (puso) este epitafio; en paz”. O este otro: “Aquí yace Amanda, niña inocente que vivo un año, seis meses y nueve días”. Ninguna de estas inscripciones tiene fecha, pero la mayoría están acompañadas de un crismón: la X y la P (R en griego), iníciales de Christus, entrelazadas con cruces y palomas, estas dibujadas muchas veces al lado de un olivo o picoteando un vaso. En uno de los casos, debajo de dos palomas y un olivo se encuentra una inscripción que dice: “Aquí yace en paz Martina, dulce joven (dulcissima puella) que vivió dieciséis años y un mes. Este epitafio fue puesto por sus padres” Frecuentemente también figura la cruz, el crismón o ambos. A veces inscritos dentro de un circulo o el circulo flanqueado de dos cruces o dos palomas y algunas veces por racimos de uvas. Estos epitafios datan del siglo IV –La época de san Martin– o de comienzos del V. a partir de este último siglo el crismón se encuentra muy pocas veces, terminando por desaparecer.Algunas de las inscripciones mas antiguas contienen el termino neophita, neófito, es decir, nuevo bautizado. Se deduce de ello que algunos nuevos

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cristianos se hicieron bautizar en las vísperas de la muerte. Se sabe que este fue el caso del emperador Constantino, que murió en el año 337 con vestido de “Neófito”.46

Formas de aclamación y adoración

Pronto aparece un formulario extenso de frases en el cual las más corrientes son las siguientes: decessit, desavit o discessit in pace, etc. Las invocaciones están constituidas por aquellas frases que suponen una oración por el difunto o dirigida a él como intercesor, aunque sean estas muy breves. Las más corrientes e interesantes son las siguientes:

La paz, Refrigerium (recuerdo del ágape funerario), Vivir en Cristo, en Dios, en los santos, Oraciones por el difunto, invocaciones al difunto. Otras más con referencia a los sacramentos, dogmas y la propia tumba.

Epigrafía métrica

Las inscripciones en verso no son muy frecuentes hasta el siglo IV en que prolifera esta forma de redactar la lápida conmemorativa de un enterramiento, de una decoración nueva en la tumba de un mártir, de la erección de una basílica, etc.

Desde el siglo II aparecen los versos <<acrósticos>> esto es, aquellos cuyas primeras letras al leerlas en sentido vertical forman una frase, un nombre, la dignidad del difunto, u otras relacionadas de forma más o menos lejana con la totalidad del texto.

Entre los redactores de lápidas conmemorativas en verso, el Papa San Dámaso de origen español, es sin duda el más importante del siglo IV (366 -394).

Inscripciones de carácter histórico

Característica importante de todas sus composiciones es la preocupación de conservar la verdad histórica; preocupación que entorpece el verso, pero que para la arqueología es de capital importancia.

Así, se cita siempre la fuente de su narración: <<según se lee en>>, <<como hasta nosotros ha llegado por tradición>>, <<según se ha visto>>, etc.

Dentro de las composiciones en verso son interesantes las llamadas inscripciones históricas, destinadas a conmemorar un hecho, la consagración de una basílica, el traslado de una reliquia, etc. son muy numerosos a partir de la paz de la Iglesia, y como es lógico, no faltan las escritas en prosa, aunque abunden más las métricas.

46 Cfr. San Martin de Tours, Regine Pernoud, Ediciones Encuentro, Madrid, 1998, pp. 54 y 55

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El estudio de todos estos restos es del mayor interés para la historia, su lugar propio es el del monumento a que se refieren o del hecho histórico que conmemoran.

V. ARQUEOLOGÍA CRISITIANA E HISTORIA DE LA IGLESIA

10. Vida de los primeros cristianos según los estudios arqueológicos.

La vida de los primeros cristianos es la de gente corriente, que no se aparta de los usos normales de sus contemporáneos –si no están en contraste con su fe—y que introducen en su ambiente sus creencias y las hacen vida.

Son hombres como los demás"Los cristianos no se diferencian ni por el país donde habitan, ni por la lengua que hablan, ni por el modo de vestir. No se aíslan en sus ciudades, ni emplean lenguajes particulares: la misma vida que llevan no tiene nada de extraño.47

El cristianismo penetra en todos las clases sociales:

1. Entre la gente sencilla, que era la que predominaba entre los primeros cristianos. Por eso los testimonios abundan.

2. También cristianos de clases elevadas, como por ejemplo el procónsul Chipre, Sergio Paulo, Dionisio Aeropagita, Pomponia Grecina, Los Flavios y los Acilitos parientes de Tito y Dominiciano. Los Apologetas provenientes de la clase ilustrada de su tiempo y ya en el siglo II entraron a la fe personas nobles e ilustradas.

3. En la Corte: San Pablo escribe: “…os saludan los de la casa del Cesar. Filipenses 4, 22 y también a los Romanos habla de los de la casa de Narciso y Aristóbulo, que son conocidos cortesanos de su tiempo (16, 10). Los Acilios y los Flavios del tiempo de Domiciano eran varones consulares.

4. También en el ejército, en un principio se abstuvieron de participar en el ejército los cristianos, pero a fines del siglo II los soldados cristianos fueron muy numerosos. Así son frecuentes los martirios de soldados, como Nereo y Aquileo, Enterrados en las catacumbas de Santa Domitila, también Marcelo, Mauricio, etc.48

“Obedecen a las leyes del Estado, pero, con su vida, van más allá de la ley. Aman a todos y son perseguidos por todos. No son conocidos, pero todos los condenan. Son matados, pero siguen viviendo. Son pobres, pero hacen ricos a muchos. No tienen nada, pero abundan en todo. Son despreciados, pero en el desprecio encuentran gloria ante Dios. Se ultraja su honor, pero se da testimonio de su justicia.

47 De la Carta a Diogneto (apología de autor desconocido, II-III siglo).48 Bernardino LLorca, S. J., Manual de Historia Eclesiástica, Editorial labor S. A. , 1946, pp. 56, 57

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Están cubiertos de injurias y ellos bendicen. Son maltratados y ellos tratan a todos con amor. Hacen el bien y son castigados como malhechores. Aunque se los castigue, están serenos, como si, en vez de la muerte, recibieran la vida. Son atacados por los judíos como una raza extranjera. Los persiguen los paganos, pero ninguno de los que los odian sabe decir el porqué”. 49

El Papa Juan Pablo II en un discurso a la comisión Pontificia de Arqueología les decía: “Visitando estos monumentos, nos ponemos en contacto con sugestivas huellas del cristianismo de los primeros siglos y, por así decir, se puede palpar la fe que animaba a aquellas antiguas comunidades cristianas. Recorriendo las galerías de las catacumbas, se observan muchos signos de la iconografía de la fe: el pez, símbolo de Cristo; el ancla, imagen de la esperanza; la paloma, representación del alma del creyente y a menudo, junto a los nombres en los sepulcros, el deseo "in Christo". Se trata de testimonios del fervor espiritual que animaba a las primeras generaciones cristianas. Acercándose a ese mundo, los cristianos de hoy pueden encontrar motivos de estímulo para su vida y para un compromiso más incisivo en la nueva evangelización.

¿Cómo no conmoverse ante los vestigios, humildes pero tan elocuentes, de esos primeros testigos de la fe? ¿Cómo no sentirse edificados, por ejemplo, ante el sepulcro de la joven Inés en la vía Nomentana o ante el del diácono Lorenzo en las catacumbas del Verano?

Desde el principio del cristianismo, mis predecesores se interesaron por las catacumbas. El Papa Ceferino fue el primero que creó una en la vía Appia para la comunidad de Roma, confiando su administración al diácono Calixto, quien, cuando llegó a ser Papa, vinculó su nombre al que se convertiría en el mayor complejo romano de catacumbas.

Durante su pontificado, el Papa san Dámaso buscó las tumbas de los mártires para adornarlas, y compuso espléndidos epígrafes métricos que exaltan las gestas de esos valientes testigos del Evangelio.50

El imperio tuvo en sus momentos de esplendor (siglo III-IV) unos 100 millones de habitantes, 10 millones de ellos eran cristianos. Durante las persecuciones las víctimas fueron varios miles a los largo de tres siglos.

En la ciudad de Roma (1 millón de habitantes en el siglo IV) Vivian unos 40 mil cristianos, distribuidos en 25 parroquias. En promedio 1,600 por cada una.

El Papa Juan Pablo II hablando de las catacumbas decía: “Recorriendo las galerías de esos lugares sagrados, los visitantes podrán percibir el clima de las primeras conversiones al Evangelio; podrán orar ante las tumbas de los primeros testigos de Cristo y de su mensaje de salvación.” 51

49 De la Carta a Diogneto (apología de autor desconocido, II-III siglo).50 Juan Pablo II, discurso a la Comisión Pontificia de Arqueología, el 7 de junio de 1996 n. 251 Ídem n. 4

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Y agregaba describiendo la vida de los primeros cristianos: “Las catacumbas, a la vez que presentan el rostro elocuente de la vida cristiana de los primeros siglos, constituyen una perenne escuela de fe, esperanza y caridad.

A1 recorrer las galerías, se respira una atmósfera sugestiva y conmovedora. La mirada se detiene en la innumerable serie de sepulturas y en la sencillez que las caracteriza. Sobre las tumbas se lee el nombre de bautismo de los difuntos. Cuando se leen esos nombres, se tiene la impresión de oír otras tantas voces que responden a una llamada escatológica, y vienen a la memoria las palabras de Lactancio: «Entre nosotros no hay ni siervos ni señores; el único motivo por el que nos llamamos hermanos es que nos consideramos todos iguales» (Divinae Instit. 5, 15).

Las catacumbas hablan de la solidaridad que unía a los hermanos en la fe: las ofrendas de cada uno permitían la sepultura de todos los difuntos, incluso de los más indigentes, que no podían afrontar el gasto de la compra o la preparación de la tumba.52 Esta caridad colectiva representó una de las características fundamentales de las comunidades cristianas de los primeros siglos y una defensa contra la tentación de volver a las antiguas formas religiosas.

Las catacumbas, por consiguiente, sugieren al peregrino este sentimiento de solidaridad unido indisolublemente a la fe y a la esperanza. La misma definición de coemeteria, «dormitorios», aclara que las catacumbas se consideraban verdaderos lugares comunitarios de descanso, donde todos los hermanos cristianos, independientemente de su clase y de su profesión, descansaban en un amplio abrazo solidario, esperando la resurrección final.”53

Por un antiquísimo catálogo conocemos los primeros sucesores de San Pedro en la Cátedra Romana: Lino (65-76), Anacleto (77-88), Clemente (89-97), Evaristo (98-105), Alejandro (106-115), Sixto (116-125), Telésforo (126-136), Iginio (137-140), Pío (141-155), Aniceto (156-166), Sotero (167-174), Eleuterio (175-189). Las fechas son únicamente aproximadas sin que sea posible estudiar a base de fuentes seguras la actividad de estos pontífices romanos.

Gobernaron en el período heroico de la Iglesia, con la asistencia de otros presbíteros que tenían cuidado de la comunidad, presidían las asambleas, intervenían en las controversias y atendían a la expansión del evangelio y la formación de los neófitos.

52 “Cuando un pobre muere, si se enteran, contribuyen a sus funerales según los recursos que tengan; si vienen a saber que algunos son perseguidos o encarcelados o condenados por el nombre de Cristo, ponen en común sus limosnas y les envían aquello que necesitan, y si pueden, los liberan; si hay un esclavo o un pobre que deba ser socorrido, ayunan dos o tres días, y el alimento que habían preparado para sí se lo envían, estimando que él también tiene que gozar, habiendo sido como ellos llamado a la dicha". De "La Apología" de Arístides (siglo II).53 Juan Pablo II, Las catacumbas constituyen una perenne escuela de fe, esperanza y caridad, discurso a la asamblea plenaria de Arqueología Sacra, n. 4 en L’Obsservatore Romano, ed. Español 6 de febrero 1998 p.7

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Los dogmas. Los sacramentos del Bautismo y la Eucaristía. Celebraciones litúrgicas.

En algunas pinturas aparecen referencias a los dogmas: fe en la resurrección de los cuerpos, el juicio, fe en Cristo redentor, invocaciones a la Santísima Trinidad y otros más o menos relacionados con la muerte. No tienen ningún valor para la historia de los dogmas, pues además de ser tardíos posteriores al siglo IV, hay documentos mas precisos y de forma mas abundante.

Dogma: del griego, opinar, decretar. En el AT esta palabra tiene a menudo de significado de ley, decreto; pero desde los primeros siglos de la Iglesia comenzó a aplicarse para indicar las verdades de fe. Así pues, el dogma es una verdad revelada por Dios y propuesta por la Iglesia a la creencia de los fieles. Pueden ser objeto del dogma: verdades inaccesibles a la razón, verdades accesibles a la razón y hechos históricos. Fuentes del dogma son: las Sagradas Escrituras y la Tradición.

En el dogma se distinguen dos partes: la verdad y la fórmula con la cual se propone esta verdad.

Aparecen como es lógico, referencias a la fe en la resurrección de los cuerpos, al juicio, a Cristo Redentor, invocaciones a la Santísima Trinidad y otros más o menos relacionados con la muerte. Lo tardío de estas inscripciones -no antes del siglo IV- hace que no supongan ningún valor para la historia de los dogmas, al conocerse otra literatura ciertamente abundante y más precisa.

Es común en la inscripciones frases muy veladas antes del S. IV son muy frecuentes GRATIAM ACCEPIT y los solos verbos PERCEPIT, SUSCEPIT, CONSECUTUS EST. En el siglo IV se habla de NATUS, RENATUS, LUCE RENOBATUS, SACRATIS ABLUTA LYMBIS o LYMBIS y las dos formas tardías de ALBAS SUAS DEPOSUIT Y BAPTIDATA, BAPTIDIATUS. En cambio, anteriores al S. IV son frecuentes las alusiones al bautismo al grabarse las palabras CATECUMENO Y NEOFITA.

Una de las mas antiguas pinturas en los así llamados Cubículos de los sacramentos, en las catacumbas de San Calixto, representan el bautismo. Junto a un espejo de agua está simbolizado el pescador que con el sedal saca un pez: nos gusta ver en este personaje a un apóstol, que cumple la orden de Jesús: “Sígueme: los haré pescadores de hombres” Mc 1, 17. 54

Respecto a los textos referentes a la eucaristía son rarismos y no es sino hasta el siglo V que se les encuentra, en contrapartida es inmensa la profusión de símbolos eucarísticos que ese encuentra en las catacumbas. 55

54 O Quam Luces Roma!, guía cultural y práctica de Roma, Guadalajara, Jal. 2002, p. 15955 José Antonio Iñiguez, Síntesis de Arqueología Cristiana, Ediciones Rialp. 1977 p. 291, 292

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Por ejemplo la joya de las capillas de las catacumbas de San Calixto: la trilogía eucarística:En el fresco, los cristianos sentados en la mesa eucarística son siete, como los discípulos que comieron alrededor de Jesús resucitado a orillas del lago; en los platos delante de ellos está el pez: Jesucristo, Hijo de Dios, Salvador.

En la escena de la izquierda el sacerdote extiende las manos sobre una pequeña mesa con pan eucarístico: clara figura al acto consagratorio reservado a los ministros; en el otro lado de la mesa un orante con los brazos levantados nos recuerda que para ir al cielo, hay que nutrirse de ese pan consagrado (Eucaristía) 56

Persecuciones bajo el Impero Romano:

Ya desde el siglo I la religión cristiana se difundió rápidamente en Roma y en el mundo entero, no solo por su originalidad y universalidad, sino también, y en buena medida, por el testimonio de fervor, de amor fraterno y de caridad demostrada por los cristianos. Las autoridades civiles, y el pueblo mismo, indiferentes en un primer momento, se mostraron muy pronto hostiles hacia la nueva religión, porque los cristianos no querían admitir el culto del emperador y la adoración de las divinidades paganas de Roma. Los cristianos fueron por ello acusados de deslealtad hacia la patria, de ateísmo, de odio al género humano, de crímenes ocultos, como el incesto, el infanticidio y el canibalismo ritual; de ser los causantes de las calamidades naturales como la peste, las inundaciones, las carestías, etc.

La religión cristiana fue declarada: strana et illícita, extraña e ilícita (decreto senatorial del año 35), exitialis, perniciosa (Tácito), prava et immódica, malvada y desenfrenada (Plinio), nova et maléfica, nueva y maléfica (Suetonio), tenebrosa et lucífuga, tenebrosa y enemiga de la luz (del Octavius de Minucio), detestábilis, detestable (Tácito); por eso fue excluida de la legalidad y perseguida, porque fue considerada el enemigo más peligroso del poder de Roma, que se basaba en la antigua religión nacional y en el culto del emperador, instrumento y símbolo de la fuerza y de la unidad del imperio.

Los tres primeros siglos constituyen la era de los mártires, que terminó en el año 313 con el edicto de Milán, con el cual los emperadores Constantino y Licinio concedieron la libertad a la Iglesia. La persecución no fue siempre continua y general, es decir, extendida a todo el imperio, ni fue siempre igualmente cruel y cruenta. A períodos de persecuciones siguieron otros de relativa tranquilidad.

En la inmensa mayoría de los casos los cristianos afrontaron con valor, a menudo con heroísmo, la prueba de las persecuciones, pero no la soportaron pasivamente. Se defendieron con fuerza refutando las acusaciones que les hacían de cometer crímenes ocultos o públicos, presentando los contenidos de su fe ("en qué creemos") y describiendo su identidad ("quiénes somos").

56 O Quam Luces Roma!, guía cultural y práctica de Roma, Guadalajara, Jal. 2002, p. 159

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Las persecuciones fueron:

Nerón (64) Incendio de Roma

Domiciano (81-96) acusación de ateismo de los cristianos

Trajano (117) ambiguo rescripto al gobernador de Bitinia

Adriano (125) Rescripto al procónsul de Asia proconsular

Antonio Pío (138-61) algunos mártires aislados

Marco Aurelio (161-180) acusación de calamidades naturales

Séptimo Severo (193-211) Prohibición de nuevos catecúmenos

Máximo el Tracio (235-38) intento de ataque a la Jerarquía

Decio (249-51) sacrificar a los dioses

Valeriano (253-60) exilio a la jerarquía y pena de muerte si no sacrifican a los dioses; confiscación de bienes; cese en los cargos a los nobles cristianos.

Dioclesiano (285-305) destrucción de los lugares de culto; prohibición de las reuniones litúrgicas, cristianos sin derechos cívicos ni privilegios, jerarquía a la cárcel; sacrificio general a los dioses.

Edicto de Milán (313) libertad religiosa: Galerio y Licinio, confirmado por Constantino.

Algunos lugares de la Web que pueden ayudar en el contenido de estas clases son:

WWW.primeroscrisitianos.comWWW.vatican.va

In Pace Domini

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Anexo 1

PONTIFICIA COMMISSIONE DI ARCHEOLOGIA SACRA

 

Istituita da Pio IX (6 gennaio 1852) “per custodire i sacri cemeteri antichi, per curarne preventivamente la conservazione, le ulteriori esplorazioni, le investigazioni, lo studio, per tutelare inoltre le più vetuste memorie dei primi secoli cristiani, i monumenti insigni, le Basiliche venerande, in Roma, nel suburbio e suolo romano e anche nelle altre Diocesi d’intesa con i rispettivi Ordinari”, fu dichiarata pontificia da Pio XI (Motu Proprio I primitivi cimiteri, dell’11 dic. 1925) Con ampliamento di poteri. Per i Patti Lateranensi (art. 33 del Concordato) ebbe estesa la sua autorità e sfera d’azione e di studio a tutte le catacombe esistenti sul territorio italiano. Il nuovo Concordato (art. 12) ha confermato questo stato di cose per le catacombe cristiane. Nei luoghi ad essa affidati nulla si può modificare senza il suo permesso; essa ha la direzione di qualunque lavoro da praticarsi e ne pubblica i risultati; stabilisce le norme per l’accesso del pubblico e degli studiosi nei sacri cemeteri ed indica quali cripte e con quali cautele si possono adibire per la santa liturgia. “ Con l’opera della Commissione sono coordinate quella della Pontificia Accademia Romana di Archeologia e del Pontificio Istituto di Archeologia Cristiana. La Commissione continua, inoltre, a interessarsi dell’attività della Società per le Conferenze di Archeologia Cristiana e del Collegium Cultorum Martyrum ” (Motu Proprio di Pio XI, 11 dic. 1925; Regolamento per la P. C. A. S. par. II, n. 10). (Annuario Pontificio, 2001, pp. 1621-1622)

La Pontificia Commissione di Archeologia Sacra ha sede nel Palazzo del Pontificio Istituto di Archeologia Cristiana, in via Napoleone III, 1 - 00185 Roma - tel. +39/06.44.65.610; +39/06.44.67.601; fax +39/06.44.67.625; e-mail [email protected]

Il Presidente della Pontificia Commissione di Archeologia Sacra è S.E.R. Mons. Francesco Marchisano, Arcivescovo titolare di Populonia; il Segretario è il Professore Comm. Fabrizio Bisconti,  Segretario emerito il Rev. A. Ferrua; gli Officiali sono: Ing. A.M. Parisi di Finale, Dott.ssa R. Giuliani, Dott.ssa B. Mazzei, Geom. G. Fiorenza, Rag. G. Nuccetelli, Sig. P. Crescenzi; i Membri sono:, Rev. A. Baruffa, dott. G. Basile, prof.ssa R. Bonacasa Carra, Rev. Prof. Carlo Chenis, prof. V. Fiocchi Nicolai, prof.ssa A.M. Giuntella, prof. D. Mazzoleni, Mons. G. Menis, prof. A. Nestori, Mons. R. Penna, Mons. V. Saxer, dott.ssa V. Scrinari Santa Maria, Mons. C. Valenziano; i Commissari corrispondenti sono: Mons. V. Borg, prof. N. Cambi, prof. J. Guyon; gli Ispettori locali sono: Prof. V. Fiocchi Nicolai (Lazio), Arch. G. De Pasquale (Campania), dott.ssa M. Sgarlata (Sicilia Orientale), prof. A. Tullio (Sicilia Occidentale), dott. G. Bartolozzi Casti (Pianosa), Arch. A. Romanini (Toscana e Umbria).

 

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Anexo 2: LOS DISCURSOS DEL PAPA JUAN PABLO II A LA COMISION PONTIFICIA DE ARQUEOLOGIA SACRA

DISCURSO DEL PAPA JUAN PABLO II A LA COMISION PONTIFICIA DE ARQUEOLOGIA SACRA (7 de junio de 1996)

El 7 de junio de 1996, el Santo Padre recibió en audiencia a los responsables, miembros y obreros de la Comisión pontificia de arqueología sacra, juntamente con los directores de las cinco catacumbas de Roma, y les dirigió el discurso que reproducimos a continuación , en el cual puso de relieve el "alto significado histórico y espiritual" de las catacumbas, como asimismo el "lugar privilegiado de oración y de peregrinación" que les corresponderá en el gran jubileo del año 2000, debiendo representar "una meta irrenunciable para los peregrinos".

"Ilustres señores y señoras; amadísimos hermanos y hermanas:

1. Los saludo cordialmente a todos ustedes, responsables, miembros y obreros de la Comisión pontificia de arqueología sacra que, junto a los directores de las cinco catacumbas abiertas en Roma, han querido visitarme hoy.Agradezco al arzobispo, monseñor Francesco Marchisano, presidente de la Comisión pontificia para los bienes culturales de la Iglesia y de la Comisión pontificia de arqueología sacra, las palabras que acaba de dirigirme también en nombre de ustedes. Expreso mi agradecimiento a todos ustedes por el trabajo que realizan con esmero, conscientes del alto significado histórico y espiritual que tienen los monumentos de los que ustedes se ocupan.

La fe de las antiguas comunidades cristianasLos felicito por la obra que la Comisión pontificia, de la que ustedes forman parte, realiza para proteger, organizar y estudiar las catacumbas cristianas de la cuenca del Mediterráneo. Su labor más importante se realiza en Italia, y de modo especial en Roma y sus alrededores. Para darse cuenta de la meritoria actividad de ustedes, basta pensar en las cinco catacumbas romanas de San Calixto, San Sebastián, Santa Domitila, Santa Priscila y Santa Inés, actualmente abiertas al público y meta significativa de tantas peregrinaciones que llegan a la Ciudad eterna.

2. Visitando estos monumentos, nos ponemos en contacto con sugestivas huellas del cristianismo de los primeros siglos y, por así decir, se puede palpar la fe que animaba a aquellas antiguas comunidades cristianas. Recorriendo las galerías de las catacumbas, se observan muchos signos de la iconografía de la fe: el pez, símbolo de Cristo; el ancla, imagen de la esperanza; la paloma, representación del alma del creyente y a menudo, junto a los nombres en los sepulcros, el deseo "in Christo". Se trata de testimonios del fervor espiritual que animaba a las primeras generaciones cristianas. Acercándose a ese mundo, los cristianos de hoy pueden encontrar motivos de estímulo para su vida y para un compromiso más incisivo en la nueva evangelización.¿Cómo no conmoverse ante los vestigios, humildes pero tan elocuentes, de esos primeros testigos de la fe? ¿Cómo no sentirse edificados, por ejemplo, ante el sepulcro de la joven Inés en la vía Nomentana o ante el del diácono Lorenzo en las catacumbas del Verano?Desde el principio del cristianismo, mis predecesores se interesaron por las catacumbas. El Papa Ceferino fue el primero que creó una en la vía Appia para la comunidad de

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Roma, confiando su administración al diácono Calixto, quien, cuando llegó a ser Papa, vinculó su nombre al que se convertiría en el mayor complejo romano de catacumbas.Durante su pontificado, el Papa san Dámaso buscó las tumbas de los mártires para adornarlas, y compuso espléndidos epígrafes métricos que exaltan las gestas de esos valientes testigos del Evangelio.A pesar de que, a causa de las invasiones bárbaras, las catacumbas conocieron una especie de abandono forzoso, algunas de ellas siguieron siendo meta ininterrumpida de peregrinaciones. Durante los siglos del alto medioevo, las áreas donde se conservan los sepulcros de los mártires se convirtieron en lugares de devoción para los peregrinos procedentes de Italia, de Europa y de la cuenca del Mediterráneo.

3. Pero el redescubrimiento de las catacumbas, como objeto de estudio y reflexión espiritual, se produjo a partir de finales del siglo XVI, cuando un grupo de eruditos formó un activo círculo cultural en torno a la gran personalidad de san Felipe Neri. El "Cristóbal Colón de las catacumbas romanas" -como lo llamaron- fue el arqueólogo maltés Antonio Bosio, que localizó treinta de los sesenta cementerios cristianos de la Urbe.

Importantes descubrimientosDesde entonces, el interés por las catacumbas no ha decaído jamás, y alcanzó su apogeo hacia mediados del siglo XIX cuando, por el encuentro feliz de dos grandes personalidades, el Pontífice Pío IX y el arqueólogo romano Giovanni Battista de Rossi, nacieron la arqueología cristiana, como disciplina histórica y científica, y la Comisión de arqueología sacra, instituida el 6 de enero de 1852 para una tutela y una vigilancia más eficaces de los cementerios y de los antiguos edificios cristianos de Roma y de los suburbios, y para realizar una excavación y exploración sistemáticas de los mismos cementerios.Los resultados recompensaron esos esfuerzos tan generosos. El Papa Pío IX, impresionado por los importantes descubrimientos realizados por el arqueólogo de Rossi durante esos años en el complejo de San Calixto -donde se había encontrado el cubículo que acogía las tumbas de numerosos Pontífices del siglo III-, quiso visitar personalmente las excavaciones y, recogiéndose en oración ante esas tumbas santas, se conmovió hasta las lágrimas.El Papa Pío XI, con un motu proprio del año 1925, definió las competencias de la Comisión pontificia de arqueología sacra, cuya acción referente a las catacumbas fue precisada después con normas oportunamente concordadas con las autoridades italianas (cf AAS. Inter Sanctam Sedem et Italiam conventiones 18 feb., 15 nov. 1984, Ciudad del Vaticano 1985, art. 12, 2).

4. La mirada se proyecta ahora hacia la histórica cita del gran jubileo, durante el cual las catacumbas de Roma serán lugar privilegiado de oración y de peregrinación. Recorriendo las galerías de esos lugares sagrados, los visitantes podrán percibir el clima de las primeras conversiones al Evangelio; podrán orar ante las tumbas de los primeros testigos de Cristo y de su mensaje de salvación.

La protección de María, Reina de los mártiresPara que esto pueda realizarse plenamente, ustedes ya han comenzado a trabajar en colaboración con otras instituciones, como el Ayuntamiento de Roma y la Superintendencia arqueológica, en perfecta sintonía con los proyectos y la actividad del Comité central para el gran jubileo del año 2000.

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Junto con las grandes basílicas romanas, las catacumbas deberán representar una meta irrenunciable para los peregrinos del Año santo. Doy las gracias a la Comisión pontificia de arqueología sacra porque está trabajando activamente para ello. En particular, está haciendo lo posible para que se tenga acceso a nuevas catacumbas y a otros monumentos. Con mucho gusto aprovecho esta ocasión para manifestar mi profunda estima a los responsables y a los miembros de la Comisión pontificia de arqueología sacra, así como a los directores de las catacumbas de Roma, con un pensamiento especial para los obreros, los excavadores, que con pericia y entrega desarrollan su delicado trabajo.A todos manifiesto mi viva gratitud. Gracias por su esfuerzo y la contribución cualificada que, con su actividad, dan a la evangelización.Encomiendo a ustedes y su obra a la protección materna de María Reina de los mártires, mientras les imparto de corazón a cada uno de ustedes y a sus familias una bendición apostólica especial.

(L'Osservatore Romano, ed. en lengua española, 14 de junio de 1996, p. 11)

LAS CATACUMBAS CRISTIANAS CONSTITUYEN UNA PERENNE ESCUELA DE FE, ESPERANZA Y CARIDAD

Amadísimos hermanos y hermanas:

1. Me alegra encontrarme con vosotros con ocasión de la asamblea plenaria de la Comisión pontificia de arqueología sacra. Os saludo cordialmente a cada uno y agradezco, en particular, a monseñor Francesco Marchisano las palabras con que se ha hecho intérprete de vuestros sentimientos y ha presentado el importante objeto de vuestros trabajos: Las catacumbas cristianas y el Año santo.Deseo, ante todo, expresar mi aprecio y mi gratitud por el importante servicio que estáis realizando y que, con vistas al jubileo, se ha hecho más intenso aún.Me refiero a los descubrimientos arqueológicos y a las restauraciones, así como a las iniciativas orientadas directamente al Año santo. Las catacumbas, como se ha subrayado muchas veces, revisten gran importancia en relación con el jubileo del año 2000.

2. Ya desde hace algunos años estáis trabajando en la restauración y preparación de numerosas catacumbas cristianas situadas en el territorio italiano. Los trabajos se han realizado especialmente en las catacumbas de Roma abiertas al público, es decir, las de San Calixto, San Sebastián, Domitila, Priscila y Santa Inés, donde se han efectuado o están a punto de efectuarse intervenciones que facilitarán la afluencia de peregrinos. Además, para aumentar las posibilidades de los cementerios visitables, se están llevando a cabo los trámites a fin de abrir una sexta. Catacumba, la de San Pedro y San Marcelino en la vía Casilina.Vuestra atención se dirige, oportunamente a la valoración pastoral de esos insignes monumentos de la antigüedad cristiana. Con esa finalidad, se está preparando de manera adecuada a los guías de los peregrinos. En efecto, las visitas, ilustradas con apropiadas explicaciones, exactas y actualizadas en el aspecto didáctico, científico y espiritual, se convierten también en un eficacísimo momento de catequesis, capaz de suscitar una profunda reflexión sobre el mensaje evangélico. Este regreso a los orígenes, a través de los más antiguos cementerios ideados por los primeros cristianos, se enmarca

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perfectamente en el proyecto de la «nueva evangelización», en el que está comprometida toda la Iglesia en el camino hacia el tercer milenio.

3. Las catacumbas, a la vez que presentan el rostro elocuente de la vida cristiana de los primeros siglos, constituyen una perenne escuela de fe, esperanza y caridad.A1 recorrer las galerías, se respira una atmósfera sugestiva y conmovedora. La mirada se detiene en la innumerable serie de sepulturas y en la sencillez que las caracteriza. Sobre las tumbas se lee el nombre de bautismo de los difuntos. Cuando se leen esos nombres, se tiene la impresión de oír otras tantas voces que responden a una llamada escatológica, y vienen a la memoria las palabras de Lactancio: «Entre nosotros no hay ni siervos ni señores; el único motivo por el que nos llamamos hermanos es que nos consideramos todos iguales» (Divinae Instit. 5, 15).Las catacumbas hablan de la solidaridad que unía a los hermanos en la fe: las ofrendas de cada uno permitían la sepultura de todos los difuntos, incluso de los más indigentes, que no podían afrontar el gasto de la compra o la preparación de la tumba. Esta caridad colectiva representó una de las características fundamentales de las comunidades cristianas de los primeros siglos y una defensa contra la tentación de volver a las antiguas formas religiosas.

4. Las catacumbas, por consiguiente, sugieren al peregrino este sentimiento de solidaridad unido indisolublemente a la fe y a la esperanza. La misma definición de coemeteria, «dormitorios», aclara que las catacumbas se consideraban verdaderos lugares comunitarios de descanso, donde todos los hermanos cristianos, independientemente de su clase y de su profesión, descansaban en un amplio abrazo solidario, esperando la resurrección final. Por eso, no eran lugares tristes, sino que se decoraban con frescos, mosaicos y esculturas, como queriendo alegrar los rincones oscuros y anticipar, con las imágenes de flores, pájaros y árboles, la visión del paraíso esperado al fin de los tiempos. La significativa fórmula «in pace», que aparece a menudo sobre los sepulcros de los cristianos, sintetiza bien su esperanza.Los símbolos sobre las losas que cubrían las tumbas son sencillos y, a la vez, llenos de significado. El ancla, la barca y el pez expresan la firmeza de la fe en Cristo. Se ve la vida del cristiano como una travesía por un mar tempestuoso, hasta el puerto añorado de la eternidad. El pez se identifica con Cristo y alude al sacramento del bautismo, como lo recuerda Tertuliano, quien compara a los fieles con los pececillos (pisciculi), que logran la salvación naciendo y permaneciendo en el agua (De baptismo, 1, 3).

5. Las catacumbas conservan, entre otras cosas las tumbas de los primeros mártires, testigos de una fe límpida y solidísima, que los llevó, como «atletas de Dios», a salir victoriosos de la prueba suprema. Muchos sepulcros de los mártires se conservan aún dentro de las catacumbas, y generaciones de fieles se han recogido en oración delante de ellos.También los peregrinos del jubileo del año 2000 irán a las tumbas de los mártires y, elevando sus oraciones a los antiguos campeones de la fe, dirigirán su pensamiento a los «nuevos mártires», a los cristianos que en el pasado próximo y también en nuestros días sufren violencias, abusos e incomprensiones, porque quieren permanecer fieles a Cristo y a su Evangelio.En el silencio de las catacumbas, el peregrino del año 2000 puede reencontrar o reavivar su identidad religiosa en una especie de itinerario espiritual que, partiendo de los primeros testimonios de la fe, lo lleve hasta las razones y las exigencias de la nueva evangelización.

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Queridos hermanos, la conciencia de estos valores apenas esbozados, pero que vosotros conocéis bien, os sostenga en vuestro característico servicio eclesial y cultural.Con esta finalidad, a la vez que invoco sobre vosotros la asistencia solícita de María santísima, os imparto de corazón a todos una especial bendición apostólica, que extiendo también a vuestros seres queridos.

(L'Osservatore Romano, ed. en lengua española, 6 de febrero de 1998, p. 7

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Anexo 3. Juan Pablo II: La espiritualidad de las Catacumbas

“Puede parecer extraño hablar de una espiritualidad del silencio, porque el silencio, a primera vista, es solamente una vacuidad sin sentido. En realidad, el silencio de la palabra, de la imaginación y del espíritu es una dimensión humana fundamental: pertenece a nuestra esencia, porque es el custodio de nuestro mundo interior, la condición previa de la escucha, la necesaria premisa de toda comunicación humana.Recorriendo las galerías de las catacumbas o deteniéndonos en las criptas, nos encontramos sumergidos en una atmósfera de silencio, que, sin embargo, es tan solo el silencio de un antiguo cementerio. Pero nos afecta íntimamente, porque no es el silencio de la muerte, de la añoranza sin esperanza de todo lo que los cristianos querían durante su vida. Es un silencio de plenitud, llenado por las voces de los mártires que vivieron nuestra vida, pero que valiente y constantemente testimoniaron su fe, no solo en tiempos de paz religiosa, sino especialmente durante las persecuciones. Este silencio está lleno de paz, de esperanza en una vida futura mejor, en la luz de la resurrección de Cristo. El silencio de las catacumbas está lleno de historia y de misterio; es sagrado, significativo y más elocuente que las mismas palabras; es enriquecedor, porque nos induce a reflexionar sobre la Iglesia de los orígenes, sobre el heroico testimonio de los mártires, como sobre el testimonio ordinario de los simples cristianos, que no sepultaron su fe bajo tierra, sino que la vivieron en la vida de cada día, en la familia, en la sociedad, en el trabajo, en cada tarea y profesión. Es un silencio comunicativo, que habla al corazón y a la mente de los peregrinos, que les revela el mundo desconocido de la Iglesia primitiva, con sus clases sociales, sentimientos y afectos; con las penas y esperanzas de los cristianos sepultados en las catacumbas. No podemos sofocar este silencio, que habla por sí mismo, o que más bien grita imperiosamente. San Gregorio Magno habló del "strépitus siléntii" (fragor del silencio), un distintivo que se adapta perfectamente al silencio de las catacumbas.Esta atmósfera de silencio, que evoca la vida y el sacrificio de los primeros cristianos, constituye un lugar privilegiado de meditación espiritual, de revisión de vida, de renovación de la fe. Su testimonio valiente y fiel nos interpela personalmente. ¿Cuál es hoy "nuestra" respuesta al amor de Dios, en una sociedad que quizá no es tan hostil como la de ellos, pero que es principalmente indiferente a los valores religiosos?Las catacumbas nos dejan un mensaje de fe silencioso, pero nítido, tanto más necesario por el hecho de que nuestro tiempo está enfermo de ruido, exterioridad, superficialidad . Aquí las palabras no son necesarias, porque las catacumbas hablan por sí solas.

Este es el cristianismo, en su máximo grado de sencillez e intensidad, encarnado en figuras de mártires, confesores y vírgenes, que hablan desde las criptas y pasillos, desde las pinturas y las lápidas consagrados por casi dos milenios de veneración. Es precisamente este carácter de esencialidad fundamental, eficaz, inagotable, que hizo de las catacumbas romanas una de las metas predilectas de la cristiandad peregrinante. Sobre los pasos de los mártires y de los primeros cristianos, la espiritualidad de las catacumbas nos ayudará a celebrar el Jubileo con una verdadera y profunda renovación de nuestra fe para "vivir en la plenitud de la vida en Dios"” (Tertio Millennio Adveniente, n. 6).

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