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Capítulo 5—El entrenamiento pastoral Párrafo 69 Los tiempos exigen un ministerio inteligente y educadoLos tiempos exigen un ministerio inteligente y educado, no de novicios. Las doctrinas falsas están siendo multiplicadas. El mundo está siendo educado a lograr un alto nivel literario; y el pecado, incredulidad e infidelidad están llegando a ser más descarados y desafiantes, al adquirir más conocimiento intelectual y agudeza. Este estado de cosas requiere el uso de todo el poder del intelecto; pues son mentes agudas, bajo el control de Satanás, que el ministro tendrá que afrontar. Debe ser bien balanceado en los principios religiosos, creciendo en la gracia y en el conocimiento de nuestro Señor Jesucristo. Se ha hecho demasiado trabajo desordenado, y las mentes no han sido ejercitadas en toda su capacidad. Nuestros ministros tendrán que defender la verdad contra los apostatas empedernidos, como también exponer las evidencias de las Escrituras ante los que defienden errores crasos. La verdad debe ser colocada en contraste con declaraciones descaradas. Nuestros ministros deben ser hombres totalmente consagrados a Dios, hombres bien educados; y además, sus mentes deben estar radiantes de fervor religioso, recibiendo rayos divinos de luz del cielo y esparciéndolos a través de las tinieblas que cubren la tierra y la densa oscuridad que rodea a la gente.— Testimonies for the Church 5:528. {MPa 49.1}

Capítulo 5—El entrenamiento pastoral

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Capítulo 5—El entrenamiento pastoralPárrafo 69Los tiempos exigen un ministerio inteligente y educado—Los tiempos

exigen un ministerio inteligente y educado, no de novicios. Las doctrinas falsas están siendo multiplicadas. El mundo está siendo educado a lograr un alto nivel literario; y el pecado, incredulidad e infidelidad están llegando a ser más descarados y desafiantes, al adquirir más conocimiento intelectual y agudeza. Este estado de cosas requiere el uso de todo el poder del intelecto; pues son mentes agudas, bajo el control de Satanás, que el ministro tendrá que afrontar. Debe ser bien balanceado en los principios religiosos, creciendo en la gracia y en el conocimiento de nuestro Señor Jesucristo. Se ha hecho demasiado trabajo desordenado, y las mentes no han sido ejercitadas en toda su capacidad. Nuestros ministros tendrán que defender la verdad contra los apostatas empedernidos, como también exponer las evidencias de las Escrituras ante los que defienden errores crasos. La verdad debe ser colocada en contraste con declaraciones descaradas. Nuestros ministros deben ser hombres totalmente consagrados a Dios, hombres bien educados; y además, sus mentes deben estar radiantes de fervor religioso, recibiendo rayos divinos de luz del cielo y esparciéndolos a través de las tinieblas que cubren la tierra y la densa oscuridad que rodea a la gente.—Testimonies for the Church 5:528. {MPa 49.1}