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CIUDAD /NACIÓN/ MUNDO. ESCUELA Y FORMACIÓN
EN CONCIUDADANÍA DEMOCRÁTICA
Informe final de investigación presentado por la Corporación Comunicar a la Secretaría de Educación Distrital.
Corporación Comunicar. Gabriel Restrepo, coordinador, Ruth Milena Páez Martínez, Helka Liliana Rincón Trujillo, Josué Sarmiento,
Ruth Stella Idárraga, Carlos Alberto Jiménez
Bogotá, Diciembre 14 de 2004
2
A MODO DE MAPA DEL DOCUMENTO
Quién, qué, para qué y dónde
El equipo de investigación de la Corporación Comunicar asumió la tarea de indagar por el concepto
de ciudadanía escolar en tres instituciones del Distrito, todas ellas en la jornada tarde: la IED Próspero
Pinzón, la IED La Merced y la IED República Bolivariana de Venezuela. La caracterización breve de
estos colegios se hace al final de esta introducción.
La investigación tomó en cuenta la diferencia específica del concepto de ciudadanía escolar, pero al
mismo tiempo tuvo presente su complementariedad con los temas de trabajo de otros equipos que en
otros colegios realizaban exploraciones en torno a temas afines de gobierno escolar, democracia escolar,
personeros, convivencia, resolución de conflictos, papel de los padres y de las madres y otros, todos
enmarcados en la estrategia general de democracia escolar.
De antemano, el equipo de investigación quiere manifestar de modo enfático el reconocimiento a
casi todos/as y cada uno/a de los integrantes de dichas comunidades educativas, porque abrieron sus
puertas y ofrecieron sin reticencia la mayor hospitalidad a la indagación. Esto merece ser subrayado, ya
que es un signo de confianza, tanto en la institución misma, como en la política educativa. Y como
precisaremos en las conclusiones, la creación de confianza generalizada y local es un fundamento
intangible pero decisivo en la construcción de instituciones ciudadanas y democráticas.
Decimos que este reconocimiento es casi total, porque como suele ocurrir casi siempre, hay una
excepción. La postura de algunos directivos y maestros en una de las instituciones que, tal vez por
desconocimiento a fondo de este proyecto y de las nuevas pretensiones de esta Secretaría de Educación
(entre otras razones), mantuvieron una actitud prevenida y más bien distante de nuestro trabajo. Pueden
verse las páginas H-65 y H-69 del anexo No. 4 (diario de campo) correspondiente al informe entregado
con anterioridad.
Ahora bien, es bueno anticipar que todas estas instituciones se hallan en entornos de riesgo, como se
verá en la presentación de cada una de ellas. Y, lo más importante, es que todas ellas, sin excepción, han
acusado recibo de esos riesgos y de uno modo u otro han ensayado respuestas más o menos exitosas
frente a ellos, desde el punto de vista de la adecuación de los climas de convivencia. Hay progresos, sin
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duda notables, frente a los modos y maneras de desempeñarse hace diez o quince años (esto demandaría
un estudio histórico que no es posible, por supuesto, afrontar en el presente, por lo menos no en torno a la
historia de estas instituciones, aunque sí se hará grosso modo, como se verá, en torno a la institución de la
escuela).
Ello demostraría por lo menos tres bondades: la primera, la relativa autonomía concedida a las
instituciones educativas a partir de la Ley 115 de 1994. Segundo, el clima de opinión favorable a la
educación ciudadana, como se puso de presente en una investigación que el coordinador de este proyecto
realizó conjuntamente con Marco Raúl Mejía en torno al tema de Formación y Educación para la
Democracia. Hacia un estado del arte1. Y la tercera, quizás la que en ocasiones se hace menos visible,
pero que empero es la más eficiente: la respuesta de maestros y maestras al reto de tejer climas de
convivencia y de formación ciudadana en condiciones adversas de pobreza, violencia, injusticia. Logro
formidabilísimo, nos corrige de entrada como si se nos recetaran anteojos pedagógicos ante la miopía que
solemos encubrir con arrogancia los/as “profesores/as” de la “educación superior” (entrecomillo porque
parece haber una tonta distinción entre maestros/as y profesores/as, como si el primer título no fuera más
sublime y bello): porque para decirlo de una vez, la sensación que uno tiene al haber entrado en contacto
con la educación básica y media desde hace unos diez o quince años, es que su sentido de respuesta –
salvo excepciones– a los retos planteados, es mayor que la de universitarios/as adormilados/as en una
arrogancia prepotente.
Por supuesto, todavía es mucho el campo de acción que puede desbrozarse. Y es tarea del
documento señalar los faltantes, siempre con un ánimo constructivo, sin sindicar a directivos/as,
maestros/as por ausencia de estrategias que no son sólo vacíos de Colombia, sino del mundo mismo, sólo
que agravadas en Colombia y en Bogotá por múltiples causas y entre ellas el desconocimiento de nuestra
trayectoria como pueblos y de la historia de la educación. Porque estamos en una transición –mejor sería
decir trance– global y local, no sólo en las formas de la educación, sino en tejido conjunto de la
socialización en sus distintas modalidades y en su articulación con los sistemas de bioproducción y de
biopoder.
Pero antes de entrar a los argumentos, conviene hacer, como en cualquier encuentro, una
presentación de las partes.
1 Marco Raúl Mejía y Gabriel Restrepo. 1997. Formación y Educación en democracia. Apuntes para un estado del Arte. Bogotá, Unesco e Instituto para el Desarrollo de la Democracia Luis Carlos Galán.
4
IED Próspero Pinzón
Se halla ubicada en la Localidad de Kennedy y el barrio de su mismo nombre, localizado al sur
occidente de Bogotá y del que se dice es "inseguro" por asunto de robos especialmente. El factor de
ingreso es básicamente por vía del comercio. Al colegio ingresan estudiantes de estratos 2 y 3.
Valga decir que el colegio funciona en dos jornadas: la mañana, para la atención de los niños de
preescolar y primaria; y la tarde sólo para los jóvenes de la educación básica secundaria y media. Esto
significa que la planta física es compartida por chicos y grandes, pero en sus respectivas jornadas. Un
patio central con dos canchas divide los bloques A y B, y se convierte no sólo en espacio de juego sino de
tránsito entre una y otra edificación. De ahí que en cambios de clase se suela ver a los alumnos de un lado
a otro con sus morrales al hombro.
La situación de violencia entre estudiantes de este colegio y alumnos de otras instituciones de la
jornada tarde, entre otras razones, llevó a la institución a pensar en un énfasis para su PEI: "Educar para la
vida a partir de una sana convivencia social". A su vez, la institución ha propuesto un lema que aparece
en el capítulo 1 de su Manual de Convivencia: "Los prosperistas nos educamos para la sana convivencia
social"; y expresa tener presentes tres principios de la ética universal: A. Pensar por sí mismo
(autonomía). B. Pensar en y con el otro (solidaridad). C. El derecho a la diferencia.
La presente investigación ha focalizado su mirada en una muestra representativa de la población de
la jornada tarde, teniendo en cuenta sus maestros, estudiantes, coordinadores y rectora especialmente.
IED República Bolivariana de Venezuela
La institución está ubicada en la Localidad Los Mártires, en el barrio Samper Mendoza del centro
de Bogotá. Aunque es uno de los barrios más antiguos de la ciudad que se extendió alrededor de la
Estación de la Sabana, se identifica como zona de tolerancia por los numerosos centros nocturnos de
prostitución, que funcionan legalmente; se le denomina la zona rosa del sector. Así mismo se caracteriza
por ser uno de los sectores más peligrosos de la ciudad por los constantes robos y atracos que diariamente
suceden en sus calles.
Por estas razones la Institución Educativa República Bolivariana de Venezuela desarrolla su Manual
de Convivencia como un “Territorio de convivencia democrática”, donde el afecto, la confianza, el
diálogo, la comprensión y la mediación son principios esenciales en el desarrollo de los estudiantes,
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compromiso de directivos y docentes de la institución. Alterno a este propósito el Ministerio de
Educación ha destacado la institución por contar con una experiencia significativa de educación para la
población con necesidades especiales; ha sido un trabajo con niños que presentan deficiencias cognitivas,
hiperactividad severa, problemas de conducta grave y problemas de aprendizaje.
El colegio funciona en dos jornadas: mañana y tarde. Las instalaciones son estrechas para los
estudiantes, hecho que se evidencia en el tiempo de descanso con los continuos atropellos entre niños
cuando dan rienda suelta a su actividad motora. La presente investigación se ha focalizado en la población
de la jornada tarde con su rectora, coordinadora, maestros y los aproximadamente 205 estudiantes de tres
sextos, dos séptimos y un octavo.
IED La Merced
La Institución Educativa Distrital La Merced se ubica en la localidad de Puente Aranda sobre la
carrera 13 (Av. Jiménez de Quesada), a la altura de la calle 41. Es un colegio bastante grande que alberga
un total de 5000 estudiantes aproximadamente en las tres jornadas. Las jornadas de mañana y tarde están
orientadas exclusivamente a un estudiantado femenino desde preescolar hasta grado 11º. En la noche el
estudiantado es mixto. Es de los pocos colegios estatales femeninos. Tiene 81 docentes de bachillerato, 57
de primaria, 10 del nocturno, 7 orientadoras, 8 coordinadoras y 12 administrativos. La jornada tarde,
sobre la que se centrará nuestra mirada investigativa, alberga 1300 estudiantes en todos los niveles. Nos
ocuparemos de los grados de noveno hasta once, incluyendo también muestras representativas de la
cotidianidad de maestros, coordinadoras y la rectora en la institución.
No sobra decir que este colegio funciona en una edificación antigua, al parecer del siglo XIX, que
perteneció anteriormente a la Beneficencia de Cundinamarca y la administraba una orden religiosa, por
ello está organizada al estilo monasterio: amplios corredores, patios interiores, columnas en madera,
capilla y vastos salones subdivididos en módulos para ofrecer clases a más de 35 cursos en sólo la sección
de bachillerato.
El primer capítulo: Alacenas y anaqueles globales. Desconstrucción y arqueología de la escuela.
En el primer capítulo se exponen los fundamentos conceptuales de la investigación referidos al
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estado del asunto en el mundo. Los autores revisaron de modo somero parte de la literatura, abundante,
aunque reciente, en torno a la educación ciudadana y revisaron su larga trayectoria en la discusión de
estos conceptos. A partir de ella encontraron que el concepto de ciudadanía es polisémico o polivalente,
perteneciendo al orden de lo complejo. Por ello dicho concepto es difícil de deslindar de los otros
conceptos que trabajan los equipos de trabajo que paralelamente iniciaron procesos investigativos: es el
caso de gobierno escolar, convivencia, resolución de conflictos, democracia, personeros. Ante todo, el
concepto de ciudadanía es ubicuo y omnipresente. Siendo del orden de lo complejo, el concepto de
ciudadanía no se deja reducir a ninguna de las múltiples dimensiones que se pueden considerar como
atributos o expresiones (cívica, economía, política, social, comunal, cultural en sus distintas
modalidades), pese a que de todas formas el eje de gravitación sea la política como el referente principal
por centrarse en la constitución de micropoderes y macropoderes. Del mismo modo, el concepto de
ciudadanía remite a distintos espacios, desde aquellos donde se manejan micropoderes (escuela, familia,
empresa) hasta los grandes macropoderes (trasnacionales o globales), pasando en escala por los poderes
locales y regionales hasta este término medio y referente por excelencia que es el Estado Nacional.
A partir de esta distinción cardinal, se trataba de indagar en la filigrana de ese micropoder que es la
escuela, para hallar en ella el sentido de ciudadanía, partiendo del hecho de que la ciudadanía escolar se
ha concebido tradicionalmente como una ciudadanía en el limbo, una ciudadanía menor, una ciudadanía
tutelada, una ciudadanía en potencia, una pre/ciudadanía.
Por ello, fue necesario intentar una arqueología y desconstrucción de la escuela, tomando como eje
del asunto la diferencia entre instrucción y educación. La primera establece un modelo de escuela
autoritaria o vertical, más propia para reproducir esclavos, vasallos o súbditos, en conjunto más personas
heterónomas que ciudadanos. La segunda erige un modelo opuesto de escuela participativa y por tanto
favorable a la formación ciudadana y democrática.
Ahora bien, nuestro hallazgo crucial en esta caja de herramientas consistió en descubrir que el
medio de operación de la escuela autoritaria o vertical es la orden o el mandato (correas o poleas de
transmisión de la instrucción), mientras que el modo de construcción de la escuela participativa y
democrática es la pregunta. Pero esta distinción es todavía abstracta y dicotómica, por lo cual es preciso
indagar por su relación en una reconstrucción/desconstrucción de la historia de la escuela.
El concepto de desconstrucción (zerstörung) está tomado aquí desde las dos fuentes anteriores a
Derrida más relevantes para el pensamiento de éste: Nietzsche con su crítica a la representación de la
moral como una verdad eterna –frente a la cual éste se complacía en invocar a cada momento la metáfora
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del martillo–, de donde procede también el concepto de arqueología (Genealogía de la Moral) y
Heidegger en su crítica a la filosofía y en su pregunta por el olvido del ser, partiendo de que en algún
momento de la historia de la filosofía, en Grecia, en la disociación entre poiesis y filosofía, ésta perdió de
vista la pregunta radical por el ser. No por azar la filosofía de Heidegger partirá de la relación entre el ser
ahí (dasein) y el mundo en su primera fase y en su segunda se volcó hacia el develamiento del ser en el
lenguaje de la poesía.
En nuestro caso, dicha aplicación de la desconstrucción al devenir de la escuela en el mundo
significa trazar la arqueología de esta institución para preguntar por la genealogía de la pedagogía y, por
otra parte, interrogar el por qué de la disociación entre pedagogía y psicagogía que ocurrió después de la
paideia griega y de su aplicación por parte de los estoicos, razón asociada a la dirección y control del
cuidado de sí por parte de la Iglesia primero y de la medicina y del mercado después.
Del mismo modo que Heidegger se preguntó por el olvido del ser, retornando a una filosofía
hermanada con la poiesis y fundando con ello una suerte de ecobiofilosofía (un amor al saber y en
especial al saber del ser ecuménico de la vida), nosotros nos preguntamos por las razones del olvido de la
psicagogía (y con ella, de la pregunta) y proclamamos una nueva conjunción entre psicagogía y
pedagogía, igualmente en términos de una ecobiosofía, es decir, de un amor al saber que procura vida,
pero en nuestro caso en un retorno enriquecido a la visión poiésica de algunas comunidades indígenas, en
particular con su idea del pagamento, o sea en la devolución a la tierra de aquello que es debido a la tierra
en tanto progenitora.
Y aunque lo anterior no será objeto de desarrollo en nuestra investigación, es necesario mencionarlo
porque hoy el concepto de ciudadanía ha de ser glocal, esto es: local y global. Por ello, unimos las dos
perspectivas en la necesidad de una formación ciudadana local y universal, atendiendo al concepto de
Edgar Morin del advenimiento de una tierra-patria, es decir, en nuestro caso a la necesidad de pensar la
educación en Bogotá en términos de una ciudad local, de una ciudad capital, de una ciudad región, de una
ciudad nación y de una ciudad/mundo.
Pero como esta relación entre pedagogía y psicagogía se constituye como una trama que enlaza dos
micropoderes, escuela y familia, con el macropoder de la ciudad/Estado griega, o de la ciudad/imperio
romana, o de la ecumene católica, o del estado nacional católico o cristiano de la protomodernidad, o del
Estado laico de la modernidad clásica, y desde el siglo XIX del biopoder transestatal, por ello mismo
hemos debido urdir la reflexión en torno a la escuela/pedagogía/psicagogía con las formas de constitución
y organización del poder, con la democracia o las formas de dominio político, con la participación, la
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argumentación y las ideas de igualdad, libertad y solidaridad.
Estos rodeos en apariencia especulativos son absolutamente indispensables, porque por lo general
las reflexiones nacionales en torno de la formación ciudadana olvidan nuestra inserción en problemas
globales y quedan atrapadas en el discurso de la ilustración o de la modernidad, es decir, en el siglo
XVIII, cuando hoy la escuela debe afrontar los temas de la formación ciudadana y democrática en
términos del biopoder glocal que nos rige. Y no basta ir muy lejos para comprobarlo: con el simple hacer
clic en el control remoto de la televisión o con la lectura de cualquier noticia sobre narcotráfico o
paramilitarismo o tráfico de armas sabremos que estamos en un universo interconectado para bien y para
mal, el mismo que traspasa los muros de la escuela. Y en cuanto a la incidencia de la globalización en la
escuela, ésta se manifiesta ante todo en la cada vez más creciente brecha entre generaciones. Ya es un
tópico muy recurrente el señalar que la escuela no comprende los signos de las culturas y de las
afectividades juveniles, quizás mucho más configuradas por los medios de comunicación y por el
ambiente urbano, que por las familias y las escuelas.
El segundo capítulo. Alacenas y anaqueles locales. Arqueología y desconstrucción de la escuela en
Colombia. De la Ciudad Letrada a la Ciudad Democrática. Modelos de socialización política y educativa de los colombianos. Los discursos pedagógicos.
En el segundo capítulo realizamos la arqueología y la desconstrucción de la escuela a nivel de la
historia de Colombia, basándonos aquí en las investigaciones que en torno al tema ha desarrollado
durante largo tiempo el coordinador de este proyecto, pero ampliándolas de modo considerable en esta
ocasión. Nuestra caja de herramientas consiste en ubicar la especificidad de la educación dentro de un
concepto más amplio que es el de socialización. Allí distinguimos entre socialización primaria o familiar
y socialización secundaria, con sus tres componentes de educación formal, no formal e informal. La
distinción es necesaria, no sólo porque la educación formal obra sobre el piso duro de la educación
familiar, sino porque hoy en día se entremezcla de modos a veces graciosos, a veces muy problemáticos
con la educación no formal e informal y en especial con ésta suele ser tortuosa. Y además, porque la
socialización política (lo que llamamos la formación ciudadana) es un resultado del juego del individuo
con todas las formas de socialización, no sólo las derivadas de la educación formal.
Luego, nuestra brújula conceptual nos llevó a mirar con lentes de larga vista el tránsito que va de la
Ciudad Letrada colonial a la ciudad democrática que se avizora desde la Constitución de 1991, pasando
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por la etapa que consideramos umbral de la cultura ciudadana (1994 a 2003) a una caracterizada por la
vocación hacia la cultura democrática (2004- ) que incluye a la anterior, pero la supera (en el sentido
clásico del Aufheben hegeliano que quiere decir superar conservando) por considerar a la vez la igualdad
abstracta frente a la ley y a las normas (propia de la insistencia de la cultura ciudadana), junto con la
desigualdad básica en sujetos, etnicidades, estratos, acceso a poder político y creencias y a la necesaria
movilización de la solidaridad para erigir equidad y justicia. Hemos llamado conciudadanía a esta
solidaridad en la diferencia que es propia de una cultura democrática y hemos entendido por tal el
reconocimiento de diferencias y la formación en la solidaridad para producir tolerancia y, más allá de ella,
reconocimiento, equidad y justicia social.
Al mismo tiempo, nos hemos servido de la caracterización que ha hecho el coordinador de este
proyecto de siete modelos de socialización política y educativa de los colombianos como marco
conceptual para examinar los tipos de discurso pedagógico que han predominado a lo largo de nuestra
historia2.
Como se demostrará, los discursos pedagógicos de los modelos hasta ahora existentes en Colombia
se reducen a siete grandes paradigmas: pedagogía chamánica; pedagogía catequésica; pedagogía de las
buenas maneras; pedagogía de la salud; pedagogía para la obediencia en el trabajo o para el mando en la
producción; pedagogía del amoldamiento o sujetamiento conductista al cibermundo; y psico/pedagogía
para una formación ciudadana y democrática. Esta última apenas aparece como posibilidad a partir de
1991, pero se enuncia ya en ciertos elementos del presente.
Creemos que esta desconstrucción y arqueología de la escuela pueden ser más fecundas que el
simple análisis dicotómico ya clásico entre nosotros que divide una escuela “tradicional” de una
“moderna” y que el encuadre de los modelos de socialización nos permite vislumbrar más las relaciones
entre los micropoderes y microsaberes de la escuela y los macropoderes y macrosaberes estatales y
transestatales, comprendiendo los engarces entre la socialización primaria o familiar y la socialización
secundaria en sus modalidades formal, no formal e informal.
El tercer capítulo: Las estrategias metodológicas, los ejercicios de etnografía. Los límites de lo que
se puede ver y de lo que permanece invisible por el tiempo de indagación. La construcción pedagógica del orden en el aula de clase, la circulación de la pregunta,
2 Restrepo, Gabriel y otros. Saber y Poder. Socialización política y educativa de los Colombianos. Bogotá, Icfes, tomos 11, 12, 13.
10
la relación de la pedagogía con el medio circundante y con los estilos de vida, el papel de las ciencias sociales como saberes mediadores.
Tras estos esclarecimientos conceptuales, el reto consistía, entonces, en diseñar una estrategia de
investigación que permitiera indagar en los pocos días de observación la forma como se organiza ese
micropoder en la escuela y en particular los modos como circulan la instrucción o la pregunta. Ese diseño
es el que comienza a exponerse en el tercer capítulo.
El equipo de investigación afinó el mapa de observación para captar con un amplio repertorio de
instrumentos cuantitativos y cualitativos (encuestas, entrevistas individuales y grupales, observación a
modo de ejercicio etnográfico –por supuesto, sin la intensidad que el concepto implica–, interpretación
crítica de documentos, registros visuales) y con la mayor concentración posible, un fragmento de tiempo
de las atmósferas de la vida escolar en tres colegios de Bogotá.
Se quiere resaltar que aún combinando lo cuantitativo con lo cualitativo, nuestra apuesta ha sido la
de ejercicios etnográficos, es decir, ha apelado a la observación detallada, transcrita como diario de
campo, y potenciada por la entrevista a actores cruciales. No obstante, se señalarán allí los límites de
estos ejercicios.
Hay que insistir en el hecho de que se trata de un estudio de casos: tres colegios oficiales de los 337
que existen en Bogotá representan 0.89%. Y desde un punto de vista estadístico estos casos son
examinados cada cual en un corte de tiempo muy reducido: un cálculo de 32 semanas lectivas al año da
160 días de escolaridad, por lo cual una observación de 2 días por colegio significa 1.25% de un año
lectivo en el supuesto de que se pudiera observar todo lo que transcurre en una escuela de un modo
simultáneo, lo que es absolutamente imposible.
Todo lo anterior se señala no para invalidar el ejercicio (pues es de suponer que hay ciertos
parámetros, no tanto de uniformidad, como de oscilaciones típicas), pero sí para saber que apenas
significa un atisbo a un mundo muy complejo, si se quiere un pequeño laboratorio para afinar categorías
de análisis y estrategias de indagación.
Quizás donde más se sienta la restricción del tiempo es en el precario calendario para observar con
la extensión e intensidad necesaria las prácticas pedagógicas dentro del aula de clase. Se ha señalado con
insistencia –y nosotros recalcamos este asunto, tanto en el análisis, como en las conclusiones y
recomendaciones de política–, que la ciudadanía no es solamente asunto de una retórica oficial (lo que
11
puede decirse o suele decirse en los Proyectos Educativos Institucionales o en los Manuales de
Convivencia o en las declaraciones oficiales), y ni siquiera puede reducirse a un clima o a una atmósfera
escolar, es decir, a algo propio de los órganos de administración y de gobierno, o del modo de regulación
controlado o relativamente libre de los espacios escolares distintos al aula de clase; sino que es y debe ser
también, y en gran medida, un componente transversal del currículum, lo cual quiere decir que la
formación ciudadana en último término es el resultado de esa construcción lenta y progresiva que se
manifiesta en los modos diarios como se enseñan y aprenden los saberes, algo que será sin duda más
potente si fuera del aula de clase hay también una atmósfera de formación ciudadana y democrática.
Y es allí donde se tendría que observar si hay un dispositivo pedagógico autoritario, vertical,
memorístico en el mal sentido del uso de la memoria como fórmula y no como formación, formulación o
reformulación, basado en instrucciones o en órdenes, o si, por el contrario, priman pedagogías
participativas en las cuales la pregunta sea la llave de oro que abre la argumentación, el razonamiento, la
búsqueda de conocimientos.
Para expresarlo en otros términos: una institución puede declararse democrática, favorable a la
formación ciudadana, proclive a los derechos humanos, bien intencionada respecto a la valoración de las
diferencias y la dignidad y potencialidad de los sujetos, puede también mostrar un gobierno escolar en
apariencia ejemplar, unos personeros apropiados de su papel, pero si las rutinas pedagógicas son
autoritarias, tradicionales, convencionales, si las didácticas son memorísticas, si las modalidades de
evaluación en forma agregada tienden a enseñar más a responder que a preguntar, si la imaginación y el
juicio se ahogan, si no hay participación, si se sofoca la pregunta como medio de acceso al saber, si no
hay espacios para la manifestación del sujeto como sujeto de las diferencias, si se ocluyen los procesos de
individuación por la compulsión mimética y autoritaria, si se bloquean las autoestimas, si no hay algo que
pudiera llamarse un encuadre psicagógico de la pedagogía, si no hay ese milagro psicopedagógico que es
la sinergia de los afectos y el trueque de los saberes, entonces estamos ante un cuadro de una disociación
casi esquizofrénica, en la que como mínimo se podrá hablar de un estado de hipocresía y en los casos
peores, de una situación en donde tras la fachada democrática se forman personas o bien adocenadas,
disciplinadas para acomodarse a cualquier expresión de autoritarismo en los micropoderes o en los
macropoderes, o bien rebeldes sin causa o cauce, sin poder para transformarse a sí mismos, o para
cambiar o cuestionar con alguna garantía de éxito instituciones o relaciones sociales pequeñas o grandes.
Por supuesto, el ideal es que en las prácticas pedagógicas y en los dispositivos didácticos exista de
modo explícito e implícito un componente transversal de formación ciudadana y democrática y que éste a
12
su turno esté acompañado de una atmósfera de gestión y gobierno favorable a la formación ciudadana y
conciudadana. Si ello es así, por fuerza estamos hablando de un modelo que incluye la psicagogía o
reconocimiento de todos los actores de la educación como sujetos, junto a la pedagogía, que considera la
diferencia de los saberes en términos de experiencia.
Hacia estas preguntas apuntaron los ejercicios etnográficos del capítulo tercero, centrándose en el
aula, examinando la construcción minuto a minuto, a veces segundo a segundo, del orden en el aula, un
orden precario, que va y viene, conjurado por las retóricas de pedagogías seductoras, por la multiplicidad
de esfuerzos que despliegan los maestros y maestras para encantar en el saber a los niños y niñas y a
los/as jóvenes.
Lo mismo hicimos con la circulación de la pregunta, ese ir y venir de ese gran acto pedagógico del
interrogar. Para nuestro agrado, la pregunta está inserta en las prácticas pedagógicas y didácticas.
En tercer lugar, queríamos saber la relación de las pedagogías con el reconocimiento de los entornos
y con los estilos de vida de los/as estudiantes. Queríamos saber también, qué disposición hay para que el
programa escuela-ciudad-escuela amplíe los mundos de la vida de los/as niños y niñas y potencie el poder
pedagógico de los/as maestros/as.
También quisimos reconocer el papel de las ciencias sociales en la contextualización-
descontextualización y recontextualización de los saberes que los/as estudiantes llevan al mundo escolar y
los saberes ofrecidos por la escuela, y el modo como las ciencias sociales pueden servir para hallar las
claves fundamentales de la traducción de códigos restringidos en códigos elaborados y para descender de
éstos a aquellos.
En esos ejercicios etnográficos, observamos la pedagogía y la didáctica en los saberes de la
matemática, del lenguaje, de las ciencias naturales y de las ciencias sociales.
El cuarto capítulo:La articulación del micropoder escolar con el macropoder y el mesopoder de la educación y la vertebración del poder
administrativo/pedagógico con el poder estudiantil.
En este capítulo debimos inventar un nuevo modo de considerar la educación para la ciudadanía y la
democracia, por estimar decisiva para el análisis la doble vía de referencia: educación para la democracia,
pero también democracia para la educación. La necesidad de articular este doble vínculo nos llevó a
13
distinguir entre el macropoder estatal de la educación (incluso, a sus articulaciones con el
supermacropoder global denominado biopoder), los meso poderes municipales y el micropoder de la
escuela.
Caracterizamos el micropoder de la escuela como una jerarquía burocrática sui generis, en términos
de lo propio del campo de la educación, para distinguir entre configuraciones verticales del micropoder
escolar enmarcado en dispositivos de disciplinamiento o en instituciones totales y organizaciones nuevas,
incipientes, caracterizadas más por la pauta colegial que por la disposición vertical, abiertas a compartir el
poder con la comunidad escolar y autodefinidas como instituciones de aprendizaje colectivo que elaboran
su pedagogía con disposiciones flexibles y escudriñadoras de su entorno.
A partir de allí caracterizamos en las tres instituciones las formas de poder, en distintos niveles: la
rectoría, el consejo académico, esa institución crucial de la disciplina en las formas de convivencia o de
coordinación de disciplina, las relaciones entre rectora y maestros/as, las relaciones entre maestros/as, y
entre todos estos y los/las estudiantes, examinando los modos de constitución y funcionamiento del
gobierno escolar, del personero y el papel de los padres y madres de familia.
El quinto capítulo: Las puertas, incluidos y excluidos.
En un quinto capítulo quisimos intentar una radiografía breve de la puerta como lugar y señal del
adentro y del afuera. ¿Qué significan los límites? ¿Qué significa entrar y salir?
Como la puerta es señal de inclusión y exclusión, quisimos examinar de modo breve el caso de
incluidos/excluidos ofrecido por el paso de un niño autista de la educación primaria a la secundaria.
Resultados, conclusiones y recomendaciones de política.
Aquí condensamos, y decimos muy bien, condensamos, una serie de conclusiones que están
esparcidas en la trabajo, muchas de las cuales requerirán aún mayor elaboración.
14
Los anexos y los materiales que forman parte integral de esta investigación
Se presentan aquí el título, la descripción y la nomenclatura de los anexos.
Una de las baterías de anexos es el Diario de Campo. (Ya entregado junto con el primer informe).
Empastado en plástico verde. Sin numeración continua. Dividido en secciones.
La primera, con el código M, corresponde a la observación de Ruth Milena Páez Martínez y
va de la página M-1 a M-68, con 13 registros, cada uno con un código de lectura. Incluye
fotografías. La segunda, con el código H, corresponde a la observación de Helka Liliana Rincón
Trujillo y va de la página H-1 a la H-80 con 17 registros, cada uno con su código de lectura y con
anexos. Incluye fotografías. La tercera, con el código J, corresponde a la observación de José Libardo
Sarmiento. La cuarta, con el código S, corresponde a la observación de Ruth Stella Idárraga y va de la
página S-1 a S-66 con 15 registros y con su código de lectura. Incluye fotografías.
Otra de las baterías de anexos lleva la siguiente descripción:
ANEXO NO. 1. Análisis información: Fase 1. Clasificación. Tablas de frecuencia según palabras
recurrentes. Agrupación de la información
ANEXO No. 1.1. Frecuencia de palabras recurrentes en respuestas a cuestionario aplicado al
Consejo Académico.
ANEXO No. 1.2. Frecuencia de palabras recurrentes en observación a rectoras.
ANEXO No. 1.3. Frecuencia de palabras recurrentes en observación a maestro de
“vigilancia” y portero.
ANEXO No. 1.4. Frecuencia de palabras recurrentes en observación a maestros en clase.
ANEXO No. 1.5. Agrupación de información según respuestas en cuestionarios.
ANEXO NO. 2. Análisis información: Fase 2. Codificación. Agrupación de la información de
acuerdo con elementos relevantes. Asignación de nombres preliminares.
ANEXO No. 2.1. Codificación con la triangulación entre las 3 instituciones. Evidencia la
participación coordinador(a)-estudiante-maestro.
ANEXO No. 2.2. Codificación que evidencia la participación rectora-coordinadores y maestros.
ANEXO No. 2.3. Codificación que evidencia la participación rectora-maestro.
ANEXO No. 2.4. Codificación que evidencia la participación rectora-coordinadores.
15
ANEXO No. 2.5. Codificación que evidencia la participación rectora-estudiantes.
ANEXO No. 2.6. Codificación que evidencia la percepción de estudiantes.
ANEXO No. 2.7. Codificación que evidencia el “contenido” de la participación de las rectoras.
ANEXO No. 3. Análisis información: Fase 3. Categorización. Triangulación de la información que
permite nombrar de modo cercano la realidad observada
ANEXO No. 3.1. Categorización que evidencia la relación entre rectoras-estudiante.
ANEXO No. 4. Análisis información: Fases 1 y 2. Clasificación y codificación.
Nociones y prácticas de los actores objeto de estudio en torno al campo de la ciudadanía
ANEXO No. 4.1. Nociones de los representantes del Consejo Estudiantil.(Ejercicio de análisis.
Fase de clasificación). Noción sobre la Ciudadanía.
ANEXO No. 4.2. Nociones de los representantes del Consejo Estudiantil.(Ejercicio de análisis.
Fase de clasificación). Noción sobre la Convivencia.
ANEXO No. 4.3. Prácticas de los representantes del Consejo Estudiantil. (Ejercicio de análisis.
Fase de clasificación). Prácticas sobre participación en torno a la convivencia.
ANEXO No. 4.4. Prácticas de los representantes del Consejo Estudiantil. (Ejercicio de análisis.
Fase de clasificación). Prácticas asociadas a los medios de comunicación.
ANEXO No. 4.5. Nociones de los representantes del Consejo Estudiantil. (Ejercicio de análisis.
Fase de clasificación). Noción de comunidad.
ANEXO No. 4.6. Prácticas de los representantes del Consejo Estudiantil.(Ejercicio de análisis.
Fase de clasificación). Prácticas a través de proyectos asociados a la comunidad.
ANEXO No. 4.7. Nociones de los representantes del Consejo Estudiantil. (Ejercicio de análisis.
Fase de clasificación). Nociones sobre las figuras de poder.
ANEXO No. 5. Análisis información: Fases 1 y 2. Clasificación y codificación. Nociones y
prácticas de los vecinos de las instituciones educativas en torno al campo de la ciudadanía.
ANEXO No. 5.1. Nociones que tienen los vecinos. (Ejercicio de análisis. Fase de clasificación).
ANEXO No. 6. Análisis información: Fases 1 y 2. Clasificación y codificación. Nociones y
prácticas de los estudiantes en torno al campo de la ciudadanía.
ANEXO No. 6.1. Respuestas de estudiantes en encuesta. (Ejercicio de análisis. Fase de
clasificación. Aproximación con inferencias).
ANEXO No. 6.2. Triangulación respuestas encuesta a estudiantes. (Ejercicio de análisis.
16
Fase de codificiación).
A estas dos baterías se añaden el documento: “Foro de Derechos Humanos y Manuel de
Convivencia por el futuro prosperista”, y las gráficas con la presentación e interpretación de los
resultados de la encuesta aplicada a cerca de 100 estudiantes de las tres instituciones.
17
CAPÍTULO PRIMERO
ALACENAS Y ANAQUELES GLOBALES
ALACENA: “del árabe al jazana, el armario, con imela). F. Hueco hecho en la pared, con puertas y anaqueles, para guardar algunas cosas”.
Diccionario de la Real Academia
ALACENA n.f. (árabe al-jazina) “Hueco practicado en una pared, provisto de estanterías o puertas, que antiguamente solía estar próximo a la comida y utilizarse para guardar utilaje o comida”.
Larousse
ANAQUEL (del ar. Al naqqal, el que lleva o portea) m. “Cada una de las tablas puestas horizontalmente en los muros, o en armarios, alacenas, etc., para colocar sobre ellas libros, piezas de
18
vajilla o cualquiera otras cosas de uso doméstico o destinadas a la venta”.
Diccionario de la Real Academia
La polivalencia del concepto de ciudadanía y de educación ciudadana según sus referentes temáticos o sus referentes espaciales.
Cuando realizamos una primera aproximación al enfoque que se adoptaría para tomar una
“instantánea” del estado de la educación ciudadana en tres colegios de Bogotá, ensayamos desde nuestras
distintas trayectorias de investigación una “lluvia” de ideas en torno a cuál sería la guía conceptual que
ordenaría el trabajo de “campo”. Partíamos de la dificultad de definir el concepto de educación ciudadana
y otros afines (educación cívica, educación democrática) y deslindarlo, si era posible, de los otros temas
de indagación que abordarían otros equipos, entre ellos convivencia, solución de conflictos, gobierno
escolar, personeros, democracia escolar, papel de los padres y madres de familia en la construcción de
una cultura democrática en la escuela.
Partíamos también de otra inquietud que consistía en saber si estos tópicos, cada uno por su lado o
todos en conjunto, podían ser considerados como “ambientes” o “entornos” de la labor central del día a
día de esa filigrana tan compleja de entrelazar los procesos de enseñanza y los de aprendizaje o si, con
otra visión, se engarzarían con ellos de uno o de otro modo. A diferencia de otros tópicos con un deslinde
quizás más específico (gobierno escolar, personeros, padres de familia) el de educación ciudadana es
como un espectro que atraviesa a los demás, algo como bien se ha dicho aquí y allá un eje transversal que
no sólo cobija los llamados ambientes sino el quehacer mismo de los procesos de enseñanza y
aprendizaje.
Revisamos no poca bibliografía en torno al tema, en el mundo y en Colombia. Repasamos además
nuestros propios caminos de indagación, en los cuales se ha trajinado y trajinado este tema desde
múltiples perspectivas desde hace por lo menos quince, sino muchos más años, tanto en el orden teórico,
como en el práctico, integrado en libros y ensayos3, consultorías, asesorías e informes; cientos y cientos
3 Se destacan aquí los libros y ensayos de Gabriel Restrepo más pertinentes de los últimos siete años relacionados con el tema de educación, ciudadanía y democracia: 2004.”Evaluaciones y autoevaluaciones en una formacion continua”, en: Jurado Valencia, Fabio, coordinador. 2004. Evaluación: conceptualización, experiencias, prospecciones. Bogotá, Universidad Nacional de Colombia. “De la cultura ciudadana a la cultura democrática”. En: En: Revista Magisterio, Educación y Pedagogía (Bogotá, Cooperativa Editorial Magisterio). Número 9, junio–julio de 2004. 2003. Ciencias Sociales. Saberes mediadores. Bogotá, Cooperativa Editorial del Magisterio. Restrepo, Gabriel, Sarmiento Josué y Ramos Javier. “Competencias y
19
de conferencias y de eventos (entre los cuales se destaca la organización del seminario internacional de
educación ciudadana, con el Ministerio de Educación, en octubre de 2002) y antetodo también en la
propia práctica pedagógica con sus ensayos y errores conducentes a una formación más penetrada de la
subjetividad, de la psicagogía, del saber vivir y convivir, del saber ser y expresar.
Se encontró entre la nueva bibliografía consultada para este caso material analítico que recapitula
desde nociones clásicas de la ciudadanía hasta nociones contemporáneas, problematizando el concepto
hoy y situándolo en el contexto educativo.
pedagogías en la enseñanza de las ciencias sociales”. En: Bogoya, Daniel, editor. Trazas y Miradas. Evaluación y Competencias. Bogotá, Universidad Nacional. “De la ciudad letrada a la ciudad democrática”. En: Revista Magisterio, Educación y Pedagogía (Bogotá, Cooperativa Editorial Magisterio). Número 3, agosto septiembre de 2003.“Ética y estética social: la marca de las urbanidades”. En: Trans, Revista de la Sede bogotá, Universidad Nacional de Colombia, número 3: 176 – 184. 20021) Peregrinación en pos de omega. Sociología y Sociedad en Colombia. Bogotá, Universidad Nacional y El Malpensante. Educación en ética y valores. Bogotá, Editorial Cooperativa del Magisterio.Editor: Memorias Encuentro Internacional de Educación Ciudadana. En: Educación Integral (Ministerio de Educación) año 11, número 15, junio del 2002. “La educación como proyecto democrático”. En: Libreros, Daniel. 2002. Tensiones de las políticas educativas en Colombia. Balance y perspectivas. Bogotá, Universidad Pedagógica de Colombia. Cesar Ayala, Jairo Rodríguez y José Guillermo Ortiz. “La Educación Cívica en Colombia: una comparación internacional”. En Memorias Encuentro de Educación Ciudadano: 43 a 56. “El horizonte y la esperanza”. En: Universidad Nacional de Colombia. Programa De Admisión Especial de Estudiantes. Memorias. II Encuentro de Egresados Indígenas. 40 – 44. Bogotá. “Sociedad, persona, máscara. Digresiones sobre Melancolía y Carnaval”. En: Aquelarre (Revista del Centro Cultural Universitario, Universidad del Tolima). Volúmen 1, número 2. Julio a diciembre de 2002. 7–13.“Fiesta del Pensamiento, Pensamiento de la Fiesta”. En: Aquelarre (Revista del Centro Cultural Universitario, Universidad del Tolima). Volúmen 1, número 2. Jula diciembre de 2002. 15–19. “Miseria del campo, miseria de la educación”. En: ¡Pilas, Maestro ¡ La Revista de las comunidades educativas del sector rural . 10 – 14. 2001. Fabio Jurado, Mauricio Pérez, Enrique Rodriguez, Jaime Patiño, Myriam Acevedo, Gloria García, Fernando Sarmiento, Fidel Cárdenas, Gabriel Restrepo, Josué Sarmiento, Javier Ramos, Manuel Vinent, Daniel Bogoya. 2001 marzo “La evaluación censal de competencias básicas en Bogotá”. Educación y Cultura (Ceid, Fecode) Número 56: 28–34. “La sociología en el umbral del milenio” Boletín Cultural y Bibliográfico del Banco de la República 2001Volumen XVI 2000 Número (s) 50 – 51 Páginas 109–119. “Estudios culturales y educación . Su relevancia en la formación de conciudanía”. En: Equidistancia, Revista del Centro Universidad Abierta, Universidad Javeriana, enero del 2001 Volumen II Número (s) 2 Páginas 132–154. “Proyecto Pedagógico y pedagogía de proyecto: glosas introductorias a un libro que puede ser bitácora para un decenio”. En: Téllez, Gustavo, 2001. Proyecto Político Pedagógico de la Nación. Itinerario y Construcción. Bogotá, Universidad Pedagógica. 1 a 8. “El Remedo, el Remiendo y el Simulacro en la Relación de Saber y Poder” , en: Educación, Cultura y Política: una Mirada Interdisciplinaria. Bogotá, Editorial Universidad Pedagógica Nacional, 2001 páginas 243–257. “Destino, Deriva, Designio”. En Palimpsestus (Revista de la Facultad de Ciencias Humanas), Bogotá, Universidad Nacional. Saberes, aferencia y deferencia: de lo público y de lo privado en los saberes”. En: Trans (Revista de la de la Universidad Nacional Sede Bogotá). Número 1, diciembre de 2001: 318–329. “Historia y Sociología de la Ciencia e Imaginarios Colombianos”. En: Cuadernos del Seminario. Ciencia, Política e Intereses sociales. Enero-diciembre de 1998 (pero aparición en febrero del 2001). Volumen IV Número (s) 1 y 2 Páginas: 35 -39. “Ciencias Sociales en Colombia: una Retroprospectiva”. Cuadernos del Seminario. La construcción de los hechos científicos. Enero-diciembre de 1999 (aparición en febrero 2001). Volumen V Número (s) 1 y 2 Páginas 59–68. “Existencia e Insistencia. Investigaciones sobre un Palimpsesto de Inscrituras y de Escrituras”. En: Desde el Jardín de Freud. Revista de Psicoanálisis. Abril del 2001. Volumen 1 Número (s) 1 Páginas 64 – 88. 2000 “Imaginarios en la Urbanidad de Carreño”. En: Olmedo Vargas Hernández, compilador. Archivos y Documentos para la Historia de la Educación en Colombia. Tunja, Universidad Pedagógica y Tecnológica de Colombia. 2000: 182-197. “Presentación. La Evaluación de Competencias: una Respuesta de la Universidad Nacional de Colombia a su Vocación educadora en el Horizonte de la Historia”. En: Competencias y Proyecto Pedagógico. Bogotá. Editorial Unibiblos, Mayo de 2000 : 1 - 5 . “Consideraciones Sociológicas sobre el Concepto de Competencias”. En: Competencias y Proyecto Pedagógico. Bogotá. Editorial Unibiblos, Mayo de 2000. 77 – 85.Victor Manuel Moncayo, Gustavo Téllez, Gabriel Restrepo. 2000. “La Universidad y el Proyecto de Nación”. En: Memorias del Congreso Nacional de Educación Superior. Bogotá, Icfes: Tomo 20-38. Gabriel Restrepo. 2000. “Papel de la Universidad Nacional en la Construcción de Horizontes de sentido”. En: Memorias del Congreso Nacional de Educación Superior. Bogotá, Icfes: Tomo: 315 - 318. “Alquimia del Semen. Nuevas vueltas sobre la Esfinge del Ladino”. En:
20
El punto de partida y el punto de llegada de esta exploración teórica consistió en pensar que el
concepto de ciudadanía es del orden de lo complejo: es decir, se trata de un concepto denso,
multidimensional, que no se puede reducir sólo a uno de los componentes, pese a que así se haya hecho
en la historia o en las distintas escuelas de pensamiento. Y ello es así porque sus referentes o atributos
temáticos o substantivos son muy diversos, lo mismo que su alcance espacial y pese a que por tratarse de
un concepto asociado a la constitución del poder el centro neurálgico de la ciudadanía radique en la
ciudadanía política y su espacio de gravitación haya sido de preferencia la ciudadanía estatal nacional.
Esto merece una aclaración adicional: el concepto de ciudadanía no alude sólo al habitar en un
territorio que se llama ciudad.
Hay ciudades sin ciudadanía. Tienen habitantes, pero no ciudadanos. Desde Grecia, asociamos
ciudadanía con la ciudad/Estado y en particular con el reconocimiento de derechos para constituir o
destituir y reconstituir el poder (de la ciudad o del estado): luego, con el advenimiento de los estados
nacionales, el concepto de ciudadanía gravita de modo ambiguo entre el derecho de nacimiento (un rasgo
puramente adscriptivo o natural) y el derecho político alcanzado en las democracias censatarias con la
posesión de bienes o de educación necesarios según esa lógica para deliberar y decidir, y luego con el
sufragio universal, con el derecho del/a (y el asunto de género no fue decidido sino después de muchas
resistencia) con la condición de mayor de edad para constituir o reconstituir el poder público en un
territorio. Este es el centro de gravitación todavía del concepto de ciudadanía, pero el concepto es móvil y
tiende a redefinirse en dos sentidos: hacia “abajo” del Estado o de la Nación (o del territorio de un Estado
Nacional), hacia micropoderes institucionales (familia, escuela, empresa) o territoriales (localidades,
municipios, regiones) y hacia “arriba”, con los macropoderes políticos trasnacionales (mercados
comunes, redefinición de Estados agrupados en comunidades políticas mayores) o, no menos importante,
Figueroa, Mario y Sanmiguel¿ Pio Eduardo (editores). ¿Mestizo yo? . Bogotá, Universidad Nacional. “Siglo XX: Ambito y Perspectivas”. En: Friedmann, Susana. Siglo XX, Arte, Música e Ideas. Bogotá, Universidad Nacional. 17 – 51. “Sociedad y Cultura. Construir Identidad multicultural en épocas de crisis y globalización”. En: Gerencia y Gestión de las Organizaciones Culturales. Bogotá Editorial Estrategia y Desarrollo, consultores profesionales. Diciembre de 2000: páginas 65 – 71 “De la Fatalidad al Entusiasmo. Del Entusiasmo a la Perseverancia”. En: Muñoz, Germán, editor: Rastros y Atisbos . La escuela, constructora de ciudadanía. Ciudad Bogotá Editorial Universidad Central, Compensar 2000 : Exámenes nacionales de Ingreso y de egreso: su relación con el sistema nacional de evaluación de la calidad en Colombia. Santafé de Bogotá, Servicio Nacional de Pruebas, Icfes. Serie Investigación y evaluación educativa, número 1. El Sistema de Evaluación de la Calidad de la Educación en Colombia. Santafé de Bogotá, Servicio Nacional de Pruebas, Icfes. Serie Investigación y evaluación educativa, número 10. Restrepo, Gabriel, Ortiz, Luis Guillermo, Parra, Fabio Enrique y Medina, Luis Carlos Saber y Poder: Socialización Política y Educativa en Colombia. Santafé de Bogotá, Servicio Nacional de Pruebas, Icfes. Serie Investigación y evaluación educativa, números 11, 12 y 13.
21
con los macropoderes no políticos transnacionales (movimientos internacionales, como la
antiglobalización, tribus urbanas, comunidades científicas, carteles del narcotráfico, agrupamientos
religiosos como el islam).
Por ello, hay que urdir una filigrana muy sutil de la ciudadanía según los temas y según los
espacios.
Hay autores y nociones que conciben todavía la educación ciudadana como la educación cívica o
savoir vivre en su sentido nobililario/burgués (como se verá más adelante, éste es el primer esquema en la
protomodernidad, pero no por ello deja de ser una petición de principio, por ejemplo para imaginar un
savoir vivre posmoderno y global); luego, aparecen y reaparecen las nociones de ciudadanía legal, que
corresponden a la modernidad media y al liberalismo clásico: buen ciudadano es aquel que cumple las
leyes y que conoce sus derechos civiles. En este enfoque se considera al sujeto en la escuela como
“aplazado”, como pre-ciudadano o ciudadano apenas en ciernes. El ciudadano en moratoria se define por
la internalización de leyes y normas a través de procesos graduales de aprendizaje. La participación es
formal y representativa. La dimensión económica de la ciudadanía es tan antigua como las democracias
censatarias, en donde el derecho político estaba reservado a quienes tuvieran bien o posibilidad de
adquirirlo por la educación. Después de la fase censataria, se insiste en la capacidad de los individuos de
comprender y participar de modo proactivo en la producción y circulación de bienes. Después aparece la
ciudadanía política, ya no sólo legal y relacionada con los derechos civiles, sino enfocada a la
participación activa en la constitución y reconstitución de los micropoderes y macropoderes. Por razones
obvias, éste es el centro articulador del concepto de ciudadanía, alrededor del cual gravitan los demás.
Emergen con los brotes del estado de bienestar (en principio en la Alemania reunificada por
Birmark y con el desarrollo del sindicalismo) la dimensión social de la ciudadanía, en principio
relacionada con los derechos sociales y más tarde con las llamadas necesidades básicas. Otra forma de la
ciudadanía social es la dimensión comunal de la ciudadanía que desde sus fundamentos en Jean Jacques
Rousseau pone el énfasis en la pertenencia a comunidades adscriptivas (familia, raza, etnia, lengua,
nacionalidad) o a comunidades de sentido (proyecto ideológico o religioso, fraternidades, tribus urbanas).
Por último y esto ya en el siglo XX (aunque, como se verá, en algunos casos con fundamento en los
dos siglos precedentes), aparece la idea de una dimensión cultural de la ciudadanía. Ésta empero se
descompone por lo menos en cuatro dimensiones. Una primera es la científico/tecnológico/técnica, la
cual pone el acento desde el lado de la educación en el imperativo de formar a los individuos en el manejo
de los códigos o significaciones tecnocientíficos, so pena de que caigan en lo que Marco Raúl Mejía
22
llama un “sonambulismo tecnológico”, por lo cual entiende una ingenuidad y una pasividad frente al
mundo y a los productos de ciencia, tecnología y técnica4. Por otra parte, esta ciudadanía ciudadanía
tiende a autoconcebirse como transnacional y transestatal, formando comunidades internacionales. Otro
tanto puede decirse del componente estético/expresivo de la ciudadanía, que en su origen significó la
comunidad lingüística y luego hace alusión a lo que escritores llaman la “república de las letras”, hoy
cada vez más global, dimensión que desde el punto de vista de la educación obliga al empoderamiento de
los sujetos en la interpretación re/creativa del lenguaje, de las artes, letras y estilos de vida.
Tal vez el componente más denso de la dimensión cultural es el de lo cognitivo/ético/estético,
porque a las dos anteriores une la dimensión ética de la ciudadanía. Su fuente es la Crítica de la Razón
Práctica de Kant. Se trata de habilitar a un individuo que es menor de edad para que asuma la “mayoría
de edad”, consistente ésta, como Kant la definía y Foucault lo recuerda, en la Ilustración, y en el caso de
Kant por el sapere aude, atreverse a pensar, lo cual implica la crítica de la razón en el conocimiento, el
razonamiento ético para asumir las consecuencias del imperativo categórico (hay que suponer cada acto
como una decisión posible para todos y examinar las consecuencia de transformar la conducta personal en
una ley universal) y el juicio estético. El ideal de esta formación es una persona autónoma, en
contraposición con la heteronomía, es decir, una voluntad sierva o vasalla de fuerzas pasiones ciegas.
En sus manifestaciones más blandas y rebajadas y a tenor de la llamada filosofía de los valores (lo
que podríamos llamar dimensión axiológica de la ciudadanía), la educación ciudadana como educación
ético/moral insiste en la formación en ciertos valores considerados, como se dice hoy en día,
“políticamente correctos”, por lo cual cae como anillo al dedo para toda la crítica posmodernista porque
todos ellos presuponen metarrelatos disputables (el bien, Dios, el progreso, la patria): puntualidad,
obediencia, autonomía, solidaridad, amor a la patria, al prójimo, servicio al Estado y demás, muchos de
ellos cultivados como un jardín de flores en nuestro medio. No sobra anticipar aquí que los Manuales de
Convivencia tienden a situarse en este nivel de la retórica de los valores y, como examinaremos en el
próximo capítulo, en una especie de potpourri o bricollage (ni siquiera palimpsesto) de juegos de
valores decimonónicos o por lo menos antiguos, sin examen crítico de esas mezclas (ver por ejemplo en
el Diario de Campo M-4 los principios del Manual de Convivencia de la IED Próspero Pinzón).
En sus expresiones más sofisticadas, la perspectiva kantiana y neokantiana se vincula de un modo
más complejo a la visión sociológica de Durkheim, retomada como proyecto estructuralista por Piaget y
desarrollada por neoiluministas como Kohlberg y Habermas. Esta vertiente es la que ha servido como
4 Mejía, Marco Raúl. 1995. Educación y Escuela en el Fin de Siglo. Bogotá, CINEP.
23
fuente para examinar y medir el desarrollo “moral” en las dos últimas aplicaciones de la Encuesta de
Sensibilidad Moral y Comportamiento Ciudadano de Bogotá, afianzándose incluso como paradigma
inspirador de los lineamientos y estándares en las denominadas competencias ciudadanas. Por otra parte,
la visión de Habermas (más que la de Lyotard) ha sido la dominante en el discurso institucional de la
cultura ciudadana y de las competencias, incidiendo en cambios en ciertas dimensiones importantes y en
la producción de una información nueva, sin duda útil, aunque insuficiente y sesgada en muchos aspectos.
Asunto que merecería un debate más a fondo del que se puede emprender aquí, porque en este dominio
de paradigmas se juegan juegos de macropoderes y macrosaberes en la escala del mundo y de Colombia.
En efecto, aunque muchísimo más sofisticado el aparato conceptual de la línea
Kant/Durkehim/Piaget/Kohlberg/Habermas que el de los valores “políticamente correctos” (hoy con
estatuto dominante por la resonancia de la reelección de Bush apoyada en la llamada franja del centro sur
protestante y tradicionalista de los Estados Unidos), ha recibido no pocas críticas por parte de corrientes
posmodernas situadas más allá de la pretensión de Habermas en el sentido de que la Ilustración es un
proyecto inconcluso. Por una parte, dicha perspectiva ha sido disputada desde el enfoque de género,
como sesgada no sólo por su andocentrismo, sino porque no concilia una ética de la justicia con una ética
de la benevolencia y en otro plano no concilia con el debido equilibrio la racionalidad y la afectividad5.
Pero además de dicha crítica, se podría decir que esta escuela no solamente es prefreudiana, porque
todavía sueña con un sujeto trascendental y no tiene en cuenta el poder del inconsciente personal o
colectivo, sino además prefoucaultiana y predeleuziana porque es ingenua respecto al poder de
sujetamiento de los individuo por parte de un biopoder glocal que sin que se advierta bien a veces nos
hace hablar y bailar a su acomodo, que nos instituye como sujetos de un discurso que no es el discurso
crítico de un sujeto autónomo o emancipado, que se establece como inconsciente hipervelado e
hiperhedonista, que rige nuestras acogotadas conciencias con una pulsación de la amenaza de muerte
glocal y personal (gastos de seguridad en el mundo que superan los 1.200 millones de dólares al año,
¡¡¡¡¡cifra que se puede comparar con los 550 mil millones de dólares requeridos en once años para reducir
a la mitad la proporción de pobreza absoluta en el mundo!!!!!) y un hedonismo telemanipulado por las
industrias del entretenimiento.
Esta visión más contemporánea, pero todavía necesitada de muchos refinamientos en su aplicación
a Colombia y en particular a la escuela, es la que ha emergido de las lecturas de Touraine, Lyotard,
5 Robledo, Angela Inés y Puyana Villamizar, Yolanda. 2000. Etica, Masculinidades y Feminidades. Universidad Nacional, Centro de Estudios Sociales.
24
Serres, Castoriadis, Morin, Deleuze y Guattari, Derrida y muchos otros.
En particular, el enfoque de Touraine ha sido aplilcado al análisis de la ciudadanía y de la
democracia en la escuela por la línea de Educación y Comunicación del antiguo Departamento de
Investigaciones de la Universidad Central en cabeza de Humberto Cubides y condensado en muchas
publilcaciones y libros, como también en los veinte números de la Revista Nómadas, con una diligencia y
continuidad digna de imitar. Mucho más aguda y crítica que las vertientes mencionadas, esta postura no
obstante tiene por lo menos dos problemas: el primero, limitarse al esquema dicotómico tradicional o
moderno (sin realizar como haremos aquí una arqueología y desconstrucción de la escuela –algo a lo cual
sí apunta desde otra vertiente Marco Raúl Mejía, por ejemplo en el libro citado); el segundo, no
considerar de modo suficiente el problema del sujetamiento bajo el esquema del biopoder y esto por una
consideración unilateral del significado de las culturas juveniles, bajo ciertos enfoques más bien livianos
(según nuestro punto de vista) de los estudios culturales. Insistimos en que se trata de un debate que no se
ha dado. Ni siquiera creemos que las líneas de la discusión se hayan advertido, mucho menos las
consecuencias políticas y prácticas de esta discusión. E insistimos en que deberá abrirse un espacio para
este debate, que no es del caso explayar en este documento.
Por ahora, baste señalar que además de los ejes substantivos de la ciudadanía y en particular de la
dimensión cultural habría que añadir otros tres, que podríamos designar genéricamente como dimensiones
trascendentes. En primer lugar, la dimensión filosófica, entendiendo la filosofía como el pensamiento del
pensamiento en función del pensamiento, para algunos, con no poca razón, la mejor manera de habitar en
el mundo, y siendo clave para la educación por ser un medio para hacer residir al sujeto en el hábito de la
crítica de sí y del mundo. En segundo lugar, la dimensión religiosa, como la creencia de las creencias
desde el punto de vista de las creencias y relacionada con la esperanza última. En algunos casos de la
historia, se era ciudadano de un estado y al mismo tiempo creyente de una creencia común. Que esta
dimensión no es banal, se prueba hoy con el sencillo ejemplo del islamismo, pero también por otra parte
en el neofundamentalismo de los Estados Unidos. Y en tercer lugar, la dimensión sapiencial, referida al
saber de los saberes en función de la procuración de la vida. Ésta, por ejemplo, es la que encarna Morin,
por ejemplo en su libro cuasi testamentario, Los siete saberes necesarios para la educación del futuro,
cuando se refiere a educar para la ciudadanía común en la tierra-patria, a partir de principios de
complejidad, contextualidad y comprensión (incluso de la incomprensión).
Ahora bien, estos tipos substantivos o temáticos de ciudadanía deben a su vez relacionarse con su
referente espacial. Así, se puede hablar de una ciudadanía microespacial o microinstitucional, cuando
25
se enfoca a la participación de los individuos en instituciones o en espacios reducidos, como la familia, la
escuela, las asociaciones o la empresa, en tanto en estos espacios hay juegos de poder. Allí halla sentido
una dimensión problemática y compleja de ciudadanía/no ciudadanía escolar. Luego puede hablarse de
ciudadanía microlocal cuando el ámbito se restringe a la educación en términos de un contexto próximo,
sea rural (la parte de una vereda), sea una porción de lo citadino (la localidad de un municipio). Aparece
luego en una escala mayor la ciudadanía local, cuando se trata de un conjunto mayor con algún grado de
autonomía política, como en el caso de un municipio tomado en su conjunto. Más allá, puede hablarse de
una ciudadanía regional intra o inter estatal/nacional, como en el caso de una formación en una cultura
como la antioqueña, o Caribe, o en casos más complicados, por ejemplo la Wayuu (que es transestatal). A
mayor escala, aparece el referente clásico de la modernidad, que es la ciudadanía estatal/nacional
(comprendiendo empero que lo estatal no coincide siempre con lo nacional y que esto ha dado origen a
complicaciones sin cuento, como en Bélgica, Los Países Bajos, la antigua Unión Soviética, las regiones
germanoparlantes). Luego, aparece la ciudadanía transnacional, fenómeno hoy bien importante dadas
no solamente las migraciones internacionales, o las dobles nacionalidades, sino los fenómenos de
integración como la Europea donde se superponen dos nacionalidades, la de origen y la de destino
(comunidad económica europea). Y finalmente, como se ha indicado, aparece la petición de principio por
parte de muchos pensadores de recabar en una ciudadanía global.
¿A cuáles de estos referentes temáticos o espaciales apuntamos cuando hablamos de una educación
o formación ciudadana? Una respuesta provisional se podría dar en el sentido de que en lo substantivo o
temático, lo ideal es orientarse hacia un concepto integral de ciudadanía que vincule con sinergia las
distintas dimensiones, partiendo del centro que las constituye que es la ciudadanía política. Y en cuando
a lo espacial, para el caso de Bogotá el referente ha de ser considerar la formación ciudadana (y
conciudadana) en términos de una ciudad local (compuesta por localidades citadinas), una ciudad capital
(asiento político de un Estado), ciudad nación (residencia de la multiculturalidad del país), ciudad región
(con relaciones de buena vecindad con su entorno rural y urbano) y ciudad mundo (en términos de la
hospitalidad ante lo extraño, pero también en términos de una apertura mental o cultural a todas las
latitudes del planeta).
El imán de la pregunta como clave de la educación ciudadana hala hacia una desconstrucción y arqueología de la escuela
26
Luego de revisar bibliografía propia y ajena y luego de muchas discusiones en relación a esta
clasificación de las formas temáticas y espaciales de la ciudadanía, algo emergió de repente con la energía
de un imán: ¿Qué significa la pregunta en la construcción de una cultura ciudadana y democrática en la
escuela, en todos sus espacios; en los llamados “ambientes”, pero también en los procesos “pedagógicos”
de cada clase; en la organización entera del afuera/adentro mayor de la escuela (políticas públicas de
educación y su relación con la democracia y la ciudadanía); en la relación de su afuera/adentro definido
por su Proyecto Educativo Institucional como adecuación de objetivos generales de
enseñanza/aprendizaje a un contexto territorial y cultural específico; en la organización del currículum
explícito y en el pensamiento autocrítico en relación al curriculum implícito; en la definición y práctica de
los estilos administrativos; de las formas de convivencia declaradas y efectivas; de los órganos de poder y
de sus relaciones recíprocas; de los modelos y concepciones y prácticas efectivas de la enseñanza y
aprendizaje en cada una de las áreas y materias?
A lo largo del proceso la definición conceptual se planteó cómo un problema, al igual que la manera
de visualizar un concepto abstracto como el de ciudadanía, en escenarios concretos, complejos y
aparentemente lejanos del mismo, como la escuela. De este modo la reflexión nos llevó a plantearnos que
si la ciudadanía se ejerce en el espacio público, ¿cómo sucede este proceso en la escuela, ese lugar donde
hay un juego de poder y de saber, esa institución donde micropoderes y microsaberes se entretejen como
una ciudadanía que se constituye e instituye en una especie de moratoria social? Fue entonces que
encontramos que el ejercicio público de la palabra es un eje fundamental de la ciudadanía y de la
expresión del sujeto, en la escuela deberíamos, por lo tanto, explorar tal ejercicio.
Por el carácter dialógico de las relaciones que se manifiestan en el espacio escolar (entre
maestros/as, estudiantes, directivas padres y madres de familia), se hizo necesario indagar por una
expresión mas precisa de la palabra: La pregunta, entendiéndola como la expresión del sujeto por cuanto
para formularla es indispensable asumir una posición: bien sea perturbadora, transgresora, subversiva,
inquisidora o simplemente curiosa. Por su parte, quien es indagado se ve obligado a responder,
argumentar, reflexionar y problematizar un aspecto determinado. De esta forma, la pregunta es el
detonante del diálogo, el debate y la deliberación, es el detonante de la palabra. Por ello decidimos
rastrear las preguntas en las que se avizora el sujeto en el espacio público escolar: las aulas, los pasillos y
los patios, en la convicción de que las preguntas y los procesos derivados de su formulación evidencian
en buena parte el estado de los procesos de constitución de la ciudadanía al interior de los espacios
27
escolares.
En el manejo de las preguntas y de las respuestas se organiza la filigrana del micropoder de la
escuela, comenzando por el sencillo hecho de que el poder de la escuela radica –como en el psicoanálisis–
en el supuesto de que los maestros y maestras están autorizados y tienen poder porque son los que
detentan un saber.
Esto significa que reconocimos la pregunta como un elemento asociado al "conocimiento del
individuo" que por lo mismo nos permite ver el ejercicio de poder y la interacción a través de la palabra
entre los distintos participantes. Surge entonces un primer texto de "indagación teórica y práctica",
generado a partir de las reflexiones dadas al interior del equipo de trabajo.
Intuíamos entonces que la pregunta es una dimensión fundamental tanto en los procesos de
argumentación relacionados con la constitución de ese micropoder presente en todos los ámbitos y por
cierto en los espacios sociales de la escuela, como en la dimensión de los procesos de enseñanza y
aprendizaje y con mayor razón en la vida de una ciudad y en una democracia: por ello nos parecía que
abordar el asunto desde la óptica de la circulación de la pregunta permitía enlazar los distintos planos del
funcionamiento de una escuela, los administrativos y los llamados pedagógicos. Intuíamos que la
pregunta es el mayor poder de un ciudadano, incluso antes que el voto, porque ella devela su capacidad de
descifrar significados de los micropoderes familiares, grupales, vecinales, ciudadanos, nacionales y
mundiales.
Presentíamos que la pregunta representa una dimensión del todo opuesta al imperativo y que podría
esbozarse una suerte de contraposición entre modelos autoritarios de gestión y de organización de los
procesos de enseñanza y aprendizaje caracterizados por el predominio del imperativo o de la orden y por
la instrucción antes que por la formación y otro de carácter dúctil, inclusivo y experimental tipificado por
la valoración de la pregunta como vía de argumentación y de construcción de consensos y como el
camino más indicado para la formación crítica y constructiva de los/as estudiantes en los distintos
saberes. Y sabíamos que entre uno y otro modelo era fácil esperar sinuosidades, mezclas, tensiones,
ambigüedades. Comenzando por el hecho de que la formación o educación no excluyen la instrucción, la
orden o la disciplina, pero se fuerzan a traducirlas pronto en autocomprensión, autolimitación,
autorregulación y sobretodo en conocimiento crítico, esto es, también en una capacidad de argumentar
contra la instrucción, la disciplina o la orden allí cuando ellas no parecen ser razonables, mientras que la
sola instrucción, disciplina y orden sólo producen obediencia, miedo, temor y constricción de la libertad.
Si se quiere, esta perspectiva de indagar en torno a los dilemas entre imperativo y pregunta era la
28
misma que fuera una de las preocupaciones centrales de la pedagogía de Kant:
“Kant diferenciará la educación mecánica de la educación razonada. La primera consiste en
adiestrar, amaestrar, instruir; eso puede ser compartido con otras criaturas como perros y caballos, pero
no es una educación suficiente para el hombre. La educación razonada es, en cambio, la verdadera
ilustración y su principal objetivo es aprender a pensar, lo cual significa que el hombre obra por sus
propios principios”6.
Lo que no imaginábamos era que esta punta del hilo nos llevaría muy lejos, más lejos de los
conceptos que en principio sabíamos que se relacionaban con la pregunta: autonomía, empoderamiento
del sujeto, capacidad de aprender a aprender como capacidad de preguntar, participación política como
argumentación y por tanto como poder para preguntar y responder, porque ser responsable con el
conocimiento y con la ciudad entraña capacidad de preguntar, cuestionar, indagar, develar signos y
significados, a tono con la etimología de en/señar que es enseñar a aprender significados de la cultura.
Ello nos obligaría, por una parte, a realizar, contra la constricción del tiempo, una especie de
de/construcción y arqueología de la escuela. Por de/construcción se comprende aquí el análisis crítico de
la relación de los conceptos de educación, democracia, ciudadanía, según el estilo que iniciara Nietzsche
con la Genealogía de la Moral, continuara Heidegger con la pregunta por el olvido del ser en Ser y
Tiempo y prosiguiera Derrida en su crítica a la fundamentación de la metafísica en distintas obras. Por
arqueología comprendemos la exfoliación de los archivos del discurso pedagógico a la manera de
Foucault en Vigilar y Castigar7 y en los tres tomos de su Historia de la Sexualidad8.
Por obvias razones, se trata de un ensayo preliminar que puede aún llevarse muy lejos, pero que a la
vez puede considerarse como una extensión de una larga trayectoria de indagación de algunos de los
integrantes del equipo, expuesta en distintos libros y ensayos, entre ellos el libro de Gabriel Restrepo y
otros. 1998. Saber y poder. Socialización política y educativa de los Colombianos9.
Dicho camino nos conduciría a una serie de preguntas fundamentales. ¿Cuál es la relación histórica
de la escuela con la filosofía, con la democracia, con la ciudadanía, con la pedagogía, con la psicagogía,
con la pregunta, con el imperativo, con la instrucción, con la crianza, con el estado, con la organización
6 Quiceno, Humberto: “Inmanuel Kant (1724-1804)”, en: Instituto para la Investigación y el desarrollo pedagógico. 1998. Biblioteca Pedagógica de Bolsillo. Bogotá, IDEP: página 46. 7 Foucault, Michel, 1990 (1975). Vigilar y castigar. México, Siglo XXI.8 Foucault, Michel. Historia de la Sexualidad 1- La voluntad de saber. México, Siglo veintiuno Editores, 1991. 18º edición. Foucault, Michel. Historia de la Sexualidad 2- El uso de los Placeres. México, Siglo veintiuno Editores, 1993. 6 Edición. Foucault, Michel. Historia de la Sexualidad 3- La inquietud de sí. México, Siglo veintiuno Editores, 1987. 6 Edición.9 Santafé de Bogotá, Servicio Nacional de Pruebas, Icfes. Serie Investigación y evaluación educativa, números 11, 12 y 13.
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social y política de las creencias con la domesticación familiar, local, global? ¿Qué se ha entendido
históricamente por educación, en su etimología, en su relación con la construcción del poder, en su
relación con la ciudad, con el estado, con las distintas formas de socialización (familiar, formal, no
formal, informal)?
Ensayo preliminar de una arqueología y desconstrucción de la escuela. Asociación y disociación de pedagogía y psicagogía. El olvido de la psicagogía.
El tema de la democracia en la educación es antiquísimo y sin embargo casi del todo nuevo. Más
adelante diremos por qué es nuevo, por ahora argumentaremos por qué es antiguo.
Nuestro procedimiento es semejante, guardadas proporciones, al que emprendiera Heidegger
cuando se planteó la pregunta por el ser y encontró que el ser del ser como distinto del ser del ente se
había olvidado en el devenir de la filosofía a partir de una cierta divisoria en el mundo griego. Al
emprender la genealogía del olvido del ser, abordó al mismo tiempo la desconstrucción (zerstörung) de la
filosofía, para situarla ontológicamente a un sujeto ya no trascendental (el ser ahí, el dasein) en pleno
orden inmanente del mundo.
Por nuestra parte, guiados por Foucault, reparamos en la asociación entre pedagogía y psicagogía en
el mundo griego y aún en la latinidad estoica, para hallar que a partir del imperio terrenal/espiritual
católico este par de conceptos se disociaron y la psicagogía despareció de la escena de los procesos de
enseñanza y aprendizaje formales que, por ello tendieron a autoreproducirse más como instrucción que
como educación en sentido estricto (educar es en su etimología educere y es semejante en el uso del
prefijo a emitere, significando por ello lo que pasa por el ducto del cuerpo y de la mente hacia fuera,
inducido o educido por la pedagogía y pedagogía en tanto se definan como arte mayéutica, como dar a luz
de aquello que ya está contenido en potencia dentro del sujeto).
El mundo griego: alianza de pedagogía y psicagogía, pregunta, amor al saber y democracia
Decimos que el tema de la educación ciudadana y democrática viene relativamente de lejos
(aunque podría considerarse desde otra óptica que 23 siglos es una corta duración en la historia de la
humanidad) porque está asociado a la invención del concepto de la democracia en Grecia. Recordemos de
modo muy breve cómo surgió ese milagro del pensamiento en torno a la democracia. Y a renglón
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seguido, cómo se pensó la educación en torno a este concepto.
El concepto de democracia está asociado de modo indisoluble en su génesis a la filosofía. No surge
sin ella. Es más, aparece apenas a siglo y medio de haberse iniciado el pensamiento filosófico y de modo
más preciso en el momento del siglo de oro griego, el siglo de Pericles (495–429), en el cual la filosofía
alcanzó su mayoría de edad. De modo que entre el inicio de la filosofía y su fundamentación definitiva
transcurrió mucho más de un siglo.
La filosofía, que en su etimología es amor al saber, es tan poco natural como el concepto de
democracia: ambos son elaboraciones mentales complejas, construcciones ideales que ni surgen de modo
espontáneo, ni se sostienen sin un cultivo constante.
La filosofía surgió en la ciudad y no en cualquier ciudad, sino en un conjunto diferenciado de
ciudades – Estado. Muchísimo antes de erigirse las ciudades como grandes talleres de elaboración
cultural, la humanidad debió pasar por la constitución de la casa, hito fundamental en la evolución de la
cultura y hecho que ocurrió en el neolítico. La emergencia de la casa significó la domesticación local (de
animales, plantas, seres humanos) y marcó el inicio de una larga carrera hacia la domesticación global
que hoy se produce cuando el mundo se vuelve casa y la casa se torna mundo. Dicho marco del paso de
la domesticación local a una global producida por saltos tecnológicos constituye el trasfondo de la
educación en sus distintas modalidades (familiar, formal, no formal, informal).
La primera forma de pensamiento en las sociedades humanas fue la mítica y su forma de expresión
social fue el ritual, a través del cual se recreaba el universo mítico. Tanto el mito como el rito
corresponden a sociedades que en la sociología se denominan “tradicionales” (para Max Weber la
dominación tradicional consiste en la ordenación del poder en torno a la creencia en la santidad de la
tradición) y que Margaret Mead ha denominado como postfigurativas: una en la cual lo que ha sido será y
donde, por lo tanto, los/as jóvenes deben seguir de modo estricto el dictado de los/as ancianos que
encarnan la sabiduría10.
El surgimiento de la filosofía sólo pudo ser posible como ruptura frente al imperativo de la
tradición. Y esa ruptura sólo fue posible por la puesta en escena de preguntas radicales. La pregunta es la
subversión del imperativo. Contiene el indicio de la puesta en duda de las creencias dominantes. La
interrogación parte en dos la tradición. Por ello quizás diga Heidegger que la pregunta “es la piedad del
pensamiento”. Porque la pregunta significa, si es radical, un nuevo comienzo. Y en el caso del
pensamiento la tradición asume el nombre de mitología, que es la encarnación del pensamiento de la
10 Mead, Margaret. 1990 (1970). Cultura y Compromiso. Estudio sobre la ruptura generacional. México, Gedisa. Página 117.
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tradición, y la ruptura es el modo de ser de la filosofía, que en su etimología es amor al saber. El amor al
saber ocurre así gracias a la pregunta radical.
Ahora bien, ¿qué es pregunta radical? Radical significa ir hasta la raíz. La pregunta radical es una
pregunta que apunta a la raíz o al fundamento de lo que es. Es una pregunta divergente, es una pregunta
que lleva en sí la densidad de la sorpresa, que contiene la desavenencia, la inconformidad con lo que es, o
la duda respecto a lo que se cree como lugar común. Y el lugar común del mundo tradicional es el mito.
La primera instauración de la filosofía ocurrió con Tales de Mileto (ca. 640/639-546/545 a.C.) y en
general con los presocráticos, cuando apartándose de los mitos –tan profusos y tan ricos entre los griegos–
mediante la sorpresa y la pregunta el primero indicó que el agua era el fundamento de las cosas, a lo cual
siguió la elaboración de distintas interpretaciones referidas al origen del ser y del pensamiento, apartadas
ya del mundo homérico de dioses y demonios11.
Por la misma época, entre el siglo VII y el siglo VI se produjo un tránsito del pensamiento religioso
órfico y pitagórico –ellos mismos situados entre el mitologema y el filosofema– al pensamiento filosófico
de importancia cardinal, por supuesto asociado de entrada a la institución de una educación ya apartada
de la mistagogía, es decir de la formación para la tramisión de mitos y ritos. Se trata del trasvasamiento
del concepto musical y matemático de armonía a los distintos planos de la existencia, como armonía de
los astros (astronomía), armonía de la naturaleza (física), armonía del cuerpo (medicina), armonía del
cuerpo social (política), armonía del individuo (ética) y armonía de la paideia (educación)12. Fue el primer
esfuerzo por pensar en términos lógicos el mundo considerado como un orden o cosmos.
Pero fue en el siglo de Pericles y hasta bien allá del siguiente cuando se produjo la asociación entre
florecimiento de la filosofía y el primer pensamiento de la democracia y, aún más, un pensamiento
psicagógico/pedagógico que los vincula desde entonces con la formación de los sujetos.
Es admirable que dicha asociación se haya producido en una sociedad tan convulsionada como fue
entonces la griega, ya que el estado de guerra resultaba ser entonces una situación normal: “Desde
11 Castoriadis, Cornelius. Sobre el Político de Platón. México, FCE. “Es cierto, no tenemos textos. O sólo contamos con el único fragmento de Anaximandro que estudié hace tres años. Pero me parece que con Anaximandro, en todo caso, ya tenemos el enunciado filosófico de una posición. Y además no remontaré el nacimiento de la filosofía a Parménides. Desde ese punto de vista, la plena eclosión se da sin ninguna duda con Heráclito. Del cual sabemos que escribió un libro, así como Parménides, después, escribió un Poema del que nos quedan más o menos ciento cincuenta versos. En ese mismo seminario de hace tres años traté, a mi manera, de mostrar que lo que dice Heráclito es un conjunto de proposiciones que llamaríamos sistemáticas en el buen sentido del término. Vale decir, una interrogación seguida de una interpretación del ser del mundo, del ser humano, que vuelve sobre sí misma, que en cierto sentido se interroga a sí misma, se pregunta sobre los poderes mediante los cuales podemos llegar a ese conocimiento. Si lo prefieren, lo que se da con Heráclito es el momento de la reflexión”.
12 Jaeger, Werner. Paideia. Bogotá, FCE. Página 163.
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principios del siglo V al año 338, Atenas estuvo en guerra durante más de ciento veinte años sobre un
total de ciento sesenta y cuatro, o sea más de dos años de cada tres, y no conoció nunca un período de paz
cuya duración llegase a los diez años”13 .
Pero quizás deba concederse que entonces un habitus ya sólido en el pensar y alentado por la
diversidad de experiencias de las ciudades - estado y de los ciudadanos pudo estar en condiciones de
transformar un problema –la guerra y la inestabilidad política– en una oportunidad y ello, una vez más,
por el ejercicio de la pregunta: ¿por qué la sociedad adopta distintas formas de gobierno y cómo se puede
producir un orden social a partir del pensamiento de la diversidad de experiencias?
Pero estas formas de gobierno pueden ser de tipos muy distintos a la forma democrática y como
establecieron los griegos oscilar de la tiranía a la aristocracia o a la democracia. Ahora bien, la
democracia sólo surge como reconocimiento del poder de los ciudadanos para argumentar y como tal está
asociada de modo inextricable al poder de la pregunta.
“En una democracia, la responsabilidad y el autocontrol son actos colectivos, pertenecen al pueblo.
Cuando Clístenes introdujo las reformas democráticas en Atenas en el año 508, declaró que el pueblo
tenía isegoria, lo que puede traducirse como `igualdad en el ágora`. La igualdad en el ágora llevaba a la
libertad de expresión, que los atenienses denominaban parrhesia”14 .
Más adelante examinaremos lo que significa parrhesia, pero por ahora podemos concentrarnos en
un comentario que es bien importante. El biólogo y pensador Maturana ha expresado que el milagro
griego consistió en “lenguajear”15. El neologismo puede ser abrupto, pero es elocuente. El habla era en
efecto fundamental entre los griegos. De hecho, hablar o no hablar el griego dividía entre propios y
extraños, entre ciudadanos y bárbaros. El logos es como una especie de palabra emblema de la filosofía
griega.
Pero, ¿es válida la interpretación? No a nuestro modo de ver. Por muchas razones: la primera, que el
milagro griego no es solamente del orden del hablar, sino del orden del dialogar, porque se puede hablar
mucho, sin escuchar al otro, cosa que se conoce con el dicho de diálogo de sordos. El milagro griego es el
del diálogo como aceptación de la alteridad radical, es decir, de la diferencia sustancial de opiniones. Y el
13 En: Crouzet, Maurice. 1963. Historia General de las Civilizaciones. Barcelona, Destino, volúmen I: 34914 Sennett, Richard. 1994. Carne y Piedra. El cuerpo y la ciudad en la civilización occidental. Madrid, Alianza. Página 71.15 Maturana. 2001 (1995)La democracia es una obra de arte. Bogotá, Cooperativa Editorial Magisterio: página 45. También en conferencia pronunciada en el Instituto para el Desarrollo de la Democracia Luis Carlos Galán hacia 1995. No obstante, en el apartado “La noción de lo público” (página 23 y siguientes), Maturana se acerca enuncia sin mencionarlo el concepto de isegoria: “Conversan como iguales porque son todos de una misma clase y los temas de la comundiad les interesan y en esas conversaciones surge la cosa pública” (página 23).
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diálogo supone cuatro dimensiones: una primera, la certidumbre de que los hablantes son diferentes;
segundo, la pregunta que abre la relación entre dos modos de decir; tercero, el silencio y la escucha como
pase para que el otro pronuncie su razón; y cuarto, la argumentación, como vaivén de las razones distintas
en busca de una verdad. Se podría ir más lejos y añadir a esto la transacción (acuerdos parciales), la
decisión (en el caso político) y la revisión (en el caso jurídico y aún en el político, como indicación de que
una decisión puede ser reconsiderada a partir de las evaluaciones de la experiencia).
Lo que se puede sacar en claro de esta argumentación es algo fundamental: la asociación entre
filosofía, democracia y paideia pasa ante todo por el umbral de la pregunta.
Y esto es claro y se deja ver muy bien cuando tanto Gadamer16 como Castoriadis explican el
milagro de la re/fundación de la filosofía en el siglo de Pericles: uno y otro la atribuyen a la osadía de
Platón de atreverse a pensar contra Parménides –en una especie de parricidio simbólico (y la educación si
llega a su raíz debe ser capaz no sólo de admitir sino de inducir/educir a que sea posible y deseable que
los alumnos superen al maestro)– que el no ser puede ser y el ser puede no ser, con lo cual abre la razón a
la consideración de una multiplicidad de argumentos, no sólo de los semejantes, sino radicalmente de los
de/semejantes y más aún de los opuestos. Y esto gracias a la pregunta. Esto se podrá reconocer muy bien
en la excelente argumentación de Castoriadis en torno a lo que llama “la interrogatividad perpetua” en la
larga cita a pie de página17.
16 Gadamer, Hans George. 1992. Verdad y Método. Salamanca, ediciones Sígueme. Ver antetodo el pasaje: “La primacía herméutica de la pregunta”, primer tomo 439 y siguientes. 17 “¿En qué sentido, entonces, puede decirse que hay una segunda fundación de la filosofía con Platón? Primer punto, la interrogatividad [interrogativité perpetua. Cuando hablo de interrogatividad con respecto a Platón, no me refiero simplemente al momento de la reflexión, ya presente en Heráclito: ¿lo que digo es verdad? ¿Qué recursos tengo para decir la verdad? ¿Acaso los sentidos no me engañan? ¿El discurso es adecuado? No, me refiero a algo muy diferente, que por otra parte es muy difícil de definir pero que encontramos en los diálogos, y en El Político, desde luego: el relanzamiento constante de la pregunta, el hecho de que, en cierto sentido, y constantemente, el resultado importe menos que el camino que ha permitido llegar a él. Una vez planteada, la pregunta hace surgir otra y ésta suscita una tercera... De tal modo que podríamos preguntamos, como en el famoso diálogo entre Cineas y Pirro: pero, en definitiva, ¿por qué hacemos todo eso? ¿Por qué no dormimos tranquilamente desde la partida? Mientras que, como Platón lo dice explícitamente en El Político, la filosofía es este camino mismo de la búsqueda. y no tanto el hecho de llegar a una conclusión como: el ser es fuego; o el ser es agua; y ni siquiera que el ser es y el no-ser no es. Lo que importa es esa especie de movimiento, proceso, progresión. Con respecto a los presocráticos, hay que ver con claridad que introducir precisamente esa interrogatividad perpetua, la idea de que en definitiva no hay un enunciado en el cual se pueda descansar, es muy otra cosa que tratar de dar un conjunto de posiciones mejor o peor fundadas y coherentes entre sí. En ese sentido, tenemos sin duda una segunda creación de la filosofía. Sé que al decir esto irrito a muchos historiadores de la filosofía, para quienes hay uno o varios sistemas platónicos. Pero la diferencia entre los presocráticos y Platón -el propio Sócrates es el enigma- es que para los primeros hay enunciados en los cuales se puede situar y hacer descansar lo verdadero. Ahora bien, para Platón los hay y no los hay. Los hay, porque en todo momento pasamos por fases, posiciones; de lo contrario, ya no podríamos decir nada. Aun para refutar una idea, hay que plantear la posibilidad de esa idea y la posibilidad de su refutación como provisoriamente indiscutibles. Pero, en definiti-va, lo que Platón creó -y tal vez inconscientemente- es ese movimiento interminable. Digo: tal vez o en parte inconscientemente, porque no podríamos hablar de creación inconsciente en el caso de un autor como Platón que escribió un diálogo sobre el conocimiento, el Teéteto, que no conduce a nada, como no sean tres tesis sobre aquél que se refutan una tras
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Ahora podemos volver a la relación entre isegoria y pahrresia, entre la igualdad de los diferentes
en el ágora y el decir verdad. Porque por Foucault sabemos que parrhesia significa “decir verdad” y que
esta verdad está asociada a la diversidad de la experiencia humana18. Foucault la asocia a la psicagogía
(de psique agéin, conducir a través de la psique) que, a diferencia de la pedagogía (paidos agéin, conducir
a los niños) como discurso objetivo sobre un saber objetivo, implica un decir verdad desde la experiencia
vital más singular del sujeto y por lo tanto suscitar en los otros la expresión de su subjetividad más
radical. La idea fundamental consistía en que dada la diferencia de opiniones de los ciudadanos, el
consenso sólo podía producirse mediante la expresión de la diversidad y la argumentación de las
opiniones. En otros términos, la psicagogía, en tanto es un reconocimiento de la diversidad del ser
otra; o que escribió el Parménides y sus enigmas sobre el ser. Por otra parte, la misma tesis ontológica de EI Sofista muestra que es así. Si quieren, hay una especie de prolongación -que él no hace y que acaso sea un poco audaz y hasta temerario hacer- gnoseológica, sobre la teoría del conocimiento, de la ontología de El Sofista. En Grecia -ya mi entender en cualquier pensamiento-, el ser y la verdad son correlativos. Decir ser significa: es verdad; y decir es verdad significa: es así. Y con la falsedad y el no-ser, lo mismo. Ahora bien, ¿qué dice Platón en EI Sofista? Dice que "diez mil veces por diez mil veces el ser no es y el no-ser es". Para que algo pueda decirse, hay una sumploké [entrelazamiento, combinación], una constitución, del y del no ser en el nivel estrictamente lógico de afirmaciones y negaciones. Pero de misma manera puede decirse que siempre hay en el discurso una complexión de lo verdadero y lo no verdadero. Al menos, una complexión de lo que es verdad y lo que le falta para ser la verdad definitiva, final, tras la cual todo se detiene, el mundo se detiene. Debido a que siempre existe ese momento de no-ser en el ser, ese momento de falta de verdad en la verdad, de otra cosa más que puede suceder, y que sucederá en un desvío del diálogo, en otro diálogo o en el próximo filósofo, existe ese movimiento del discurso filosófico para "corresponderle". Platón no sólo explicita la fuente de la que manan los enunciados, también tiene cierta actitud con respecto a la interrogatividad. Y los enunciados no manan así como así. Pero los que piensan -los filósofos, o los presuntos filósofos- siempre quisieron, una vez llegados a un punto, dormir junto a él, reposar en él. No sucedía así con Platón. Y tampoco con Aristóteles, que es el filósofo más interrogativo que podamos imaginar. Su caso, de tal modo, es un fantástico contrasentido histórico: siglos y siglos vivieron transformando a Aristóteles en un dogma ne varietur [para que no haya variedad de opiniones], la fuente de toda verdad: Ipse dixit [ él lo dijo]...Tenemos entonces esta interrogatividad que crea Platón en el movimiento del ser, y que continúa Aristóteles. Y además tenemos el razonamiento en otro sentido. Aquí -mientras les hablaba, reflexionaba- retorno a Parménides y Heráclito. Parménides es, ya saben: el ser es, el no-ser no es. El "gesto" parmenídeo es por lo tanto el gesto ontológico. Es decir, no encontrar un equivalente general de todos los entes, como habría podido decirse de los presocráticos en una interpretación, por otra parte, un poco ligera y superficial, sino reflejar el ser como tal. Por lo demás, esta reflexión, en los fragmentos del Poema que nos han llegado, no va mucho más allá de la tautología, porque consiste ante todo en afirmar que, si se refleja el ser como tal y si hay un ser como tal, sin duda es preciso concluir que, si el ser es, pues bien, el ser es. Tenemos esa especie de fundamento "a partir del cual", pero que se malogra porque después no se dice gran cosa. Sin embargo, hay efectivamente un intento de considerar, no si se puede atribuir al ser tal o cual propiedad equivalente, sino lo que se puede pensar del ser en cuanto tal. En ese sentido, yo no diría que con Parménides nace la filosofía, sino que él marca sin duda un punto de inflexión muy importante que, por otra parte, podemos llamar punto de inflexión ontológico como tal, una ruptura con el aspecto muy intensamente cosmogónico y psicológico que tiene, por ejemplo, el discurso en Heráclito.Con respecto a esto, Platón crea algo nuevo, en función, una vez más, de esa interrogatividad, del parricidio del que se hablaba y de la introducción de lo que denomino el razonamiento filosófico. Cosa que no se conoce en los grandes presocráticos. Reiterémoslo: el Poema de Parménides es una exposición; y los "fragmentos" de Heráclito son enunciado verosímiles, que a veces dan sus justificaciones, sus razones, un gár (un "pues"), pero no constituyen una exposición razonada.Entonces, la corrección que quería hacer a lo que les dije la vez pasada sobre este asunto es en un sentido menor, y en otro no. Me refiero a que en es te punto Platón no es del todo el primero. Los primeros son, evidentemente, los sofistas. Y tenemos además los restos de un escrito de Gorgias, Del no-ser. (Hasta ahí, todos los filósofos escribían sobre el ser, sobre la naturaleza del ser. Sus obras se perdieron pero nos quedan títulos, del tipo de Perí phúseos tou óntos.) Gorgias, audaz e incluso provocador, hace lo contrario de Parménides”. Obra citada, páginas 62 a 68. 18 Foucault, Michel. 1994. Hermenéutica del Sujeto. Madrid, La Piqueta.
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humano, se concebía como intrínsecamente asociada a la democracia desde su nacimiento. Y ello quiere
decir que la democracia surge en el espacio del ágora, entre los ciudadanos libres, como argumentación a
través del poder de la pregunta y como expresión de la diversidad de opiniones, en busca de una verdad o
por lo menos de un consenso que se expresará como voto (un testa –concha en su sentido etimológico–
por cada cabeza-ciudadano, por lo cual por metonimia la testa como humilde concha pasará a significar
cabeza).
Psicagogía y pedagogía están asociadas y a la vez pueden disociarse de modo cercano o radical: y
ésta relación de cercanía o lejanía –nos atrevemos a formularlo en toda su potencia– pasará a ser un
asunto de capital importancia en la historia de la educación y en particular en la relación de educación y
democracia, como se verá ratificado en la evolución del pensamiento de Alain Touraine.
La posibilidad de asociación y disociación de la psicagogía y pedagogía se debe a la ambigüedad
fundamental del niño/a en la concepción griega: Como no ciudadanos los niños (y aquí no es lícito
emplear la distinción de género) son por una parte asimilables con las mujeres a los /as esclavos/as y a
los/as extranjeros, a los/as bárbaros y en esa medida la pedagogía corre el riesgo de desprenderse de la
psicagogía y reducirse al modo como se trata a los no ciudadanos, es decir: seres que han de ser domados,
domesticados, instruidos, conminados, mandados. La continuidad de crianza doméstica y educación
reforzará esta condición de seres que son tratados a veces como cosas, de personas no imputables
jurídicamente a los cuales se ordena, se manda, se instruye, se doma, se domestica. Añadiríamos que
este polo de la condición de la infancia como expresión de no ser sujeto ni ciudadano correrá el riesgo de
extenderse no solamente cuando se considere al niño como esclavo sino más adelante, como veremos,
cuando impere el régimen político que distingue entre quienes dominan y quienes son súbditos, llamados
a obedecer. Por ello la pedagogía puede volverse fácilmente instrucción y no educación: y aquí
instrucción se entiende como el mandato del amo. Y la forma del mandato –la voz del amo, his master´s
voice– es en todo lugar y tiempo el imperativo: ¡¡¡ todo lo opuesto, la antípoda de la pregunta !!!
Empero, allí cuando en los niños (y entre los griegos, de nuevo, no cabe la distinción) se reconoce
que son ciudadanos en potencia (las mujeres están condenadas a no serlo nunca, porque su lugar es
dentro del hogar, no en el ágora), la alianza entre pedagogía y psicagogía producirá ese milagro que se
llama la Paideia griega.
Añadamos una digresión que no es extraviada. Otro es empero el caso de los jóvenes, en cuya
instrucción/educación extraescolar se empleaba la forma de dominación homoerótica, algo que se situaba
en un linde entre la relación con el esclavo y la relación con el alumno, entre la amistad, el amor y la
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doma.
Volvamos de nuevo a la asociación entre psicagogía y pedagogía que se produce cuando se mira a
los niños no como a esclavos, sino como a ciudadanos en potencia. Allí, entonces, la psicagogía se
asociará a la pedagogía en tanto ese llevar a través de un largo proceso de la potencia al acto (para utilizar
términos de Aristóteles) se produzca, como en Sócrates, mediante el arte mayéutica, que es el arte de
enseñar a través de las preguntas y siempre se concebirá en ese sentido como educere (educir en una
traducción que usa un neologismo es semejante en la combinación del prefijo y el verbo a e/mitir –como
enviar desde sí mismo y en este caso significa lo que sale de sí, lo que se desprende de su propio ducto– ,
educar en la traducción corriente), es decir, como el oficio de un partero del pensamiento –psique agéin–
porque ayuda a sacar a luz lo que ya de hecho se contiene como posibilidad en el aprendiz, siguiendo el
dicho de Píndaro de “llegar a ser lo que se puede llegar a ser”. Añadamos de antemano que una versión
del psicoanálisis puede ayudar a comprender lo que esto significa. Para Jung, cada ser encierra en sí la
doble polaridad de puer y senex (niño y anciano), animus y anima (psiquismo masculino y femenino),
sapiens y demens (sabio y demente), entre muchas otras. Para el caso, ello significa que en en un niño ya
hay en potencia el anciano que será. Ello ha sido expresado por un poeta, Rilke, con la sabiduría de una
sentencia breve: “no creáis que el destino sea otra cosa que la plenitud de la infancia”. En la infancia se
contiene ya la hoja de ruta de una vida, sus posibilidades están ínsitas en la formación del carácter, que en
su etimología es grabación.
En este sentido, no hay genuino acto de educación que no presuponga una disposición propia
fundada en “el valor de comenzar”19, es decir, en asumir el aprendizaje como un principio de
re/constitución y autoconstitución. Por lo mismo, la educación precisa de esa decisión que los autores
citados llaman “el coraje de aprender”20. Y por la misma razón, sin esta disposición interna para educarse,
para ser a través de la educación, la enseñanza que no se funde y aliente esa disposición resbalará como
una instrucción externa, inane, sin arraigo:
“Poco importa que uno busque que el alumno aprenda; siempre será él quien aprende y aprende con
lo que él es, lo que su historia le ha permitido construir en términos de estrategias de aprendizaje, con
toda la persona en su completa dimensionalidad. Que uno quiera legítimamente ayudarlo a sobrepasar su
propia historia y sobreponerse a lo que la constitujye, no puede justificar la ignorancia de esta historia;
todo lo contrario. Esto impone buscar, incansablemente, los puntos de apoyo en lo que el alumno ya sabe
19 Meirieu, Philippe y Develay, Michel. 2003. Emilio, vuelve pronto…Se han vuelto locos. Cali, Nueva biblioteca Pedagógica: página 188. 20 Página 189.
37
y en lo que él es, con el fin de articular en él, nuevos saberes y ofrecerle nuevas perspectivas. Esto es más
que suficiente para justificar la función pedagógica y el carácter particularmente fedundo de la siguiente
afirmación: ' para enseñar las matemáticas a Juan, hay que conocerlo tanto como las matemáticas`”21 .
Psicagogía y pedagogía se pueden disociar empero porque la primera tiende a ejercerse en el ágora
o en la maestría individual, mientras que la segunda tenderá a confinarse en el hogar como instrucción y
en la escuela con una réplica masiva de ella, como una instrucción que se solapa con la crianza, como en
una segunda crianza, como en una continuidad traslapada con la crianza modelada en el hogar en
términos de imperativos o por lo menos de instrucciones, en muchos casos asociada al castigo físico (la
letra con sangre entra) y a la crueldad que describiera Kafka en su relato La colonia Penitenciaria.
El mundo latino y el mundo católico: el eclipse de la pregunta y de la psicagogía.
Esta disociación ocurrirá empero en el mundo latino debido a que su concepción de Estado como
Imperio entronizará el poder del mandato y de la instrucción. A diferencia de Grecia, donde la
democracia fue lo más destacado, al menos como pensamiento, lo dominante en el imperio latino fue la
burocracia de Estado. Administrar un inmenso imperio, el mayor imperio hasta entonces, forjado en las
guerras y escindido entre amos que ya no se encuentran tanto en el ágora como en la administración o el
ejército y una inmensa masa cada vez más creciente de esclavos de múltiples procedencias fue el designio
romano. Una doma universal.
La educación en el mundo latino se organizó como un extensísimo taller de domesticación,
aculturación y dominio de esclavos/as y de esta impronta se hallará la huella en las modalidades de
educación eclesial, las cuales, además de domesticar a esclavos, se concibió como medio de acultural y
domesticar a paganos, bárbaros o, más llanamente, seres por naturaleza (la caída, el pecado) son reacios a
recibir el mensaje de redención.
El catolicismo significó una remitificación dogmática del mundo, un retorno a la tradición en tanto
ésta presupone una verdad absoluta, frente a la cual no importa la diversidad de creencias, concebidas
entonces menos como un medio o camino hacia la verdad, que como un obstáculo que hay que salvar para
conducir (y no educere o educir o educar) mediante instrucción, es decir, mediante imperativo. Ello fue
consonante con el dominio de la Inquisición, la lucha contra la herejía, la vigilancia de las conciencias y
la educación como evangelización.
21 Página 199.
38
Es cierto, como indica Foucault, que el catolicismo heredó del mundo latino el acumulado del
ascetismo bajo la forma del cuidado de sí, pero mediante la institución de la confesión puso bajo tutela
eclesiástica la dirección de las almas. Por lo mismo, la lectura de las escrituras se restringió al lego, que
debía acceder a ellas sólo por medio de la interpretación canónica autorizada por la Iglesia. Contra ello se
levantó el protestantismo y con el sólo hecho del acceso personal a la Biblia democratizó la educación
letrada.
El mundo de la protomodernidad: la educación como urbanidad.
La fusión entre el Estado - Imperio y la Verdad/dogma católica/y aún cristiana imperativa con las
necesidades integrativas de los Estados monárquicos emergentes volverá a entronizar el mundo de la
tradición y por tanto el mundo de la orden, y por tanto el mundo de una pedagogía como instrucción,
disociada de la psicagogía, de la investigacion, de la pregunta y por supuesto de la democracia, asunto
que no entrará en el horizonte sino a instancias de los ideales de emancipación de la burguesía ascendente
en su lucha contra la realeza y la aristocracia.
De todos modos, en esta dirección hay que registrar las primeras formulaciones de una educación
ligada a la urbanidad y por tanto a las aspiraciones burguesas alejadas del mundo medieval por parte de
cuatro humanistas: el punto de partida era lo que hoy se llama “la educabilidad del ser humano”, la
confianza en que la cultura y no la naturaleza o la herencia podía modelar al ser humano. No por azar, el
renacimiento retornó a los fundamentos griegos y especial a la paideia, para realizar una traducción y
transferencia de la Polis a la urbs, y de la ésta al Estado: el tránsito implica la traslación de la paideia al
cuidado de sí estoico o colocado bajo tutela religiosa, a la urbanidad y el savoir vivre de orden burgués.
Moro publicó en 1515 su Utopía, un auténtico manifiesto de la burguesía ascendente y en el cual la
educación comenzó a concebirse como una idea fuerza en la constitución de un Estado. Por su parte,
Erasmo, editó en 1530 su libro De civilitate morum puerilium 1537 , traducido como De la Urbanidad en
las maneras de los niños y considerado por Norbert Elias como la plataforma de las urbanidades
modernas y el primer modelo del savoir-vivre apartado de los modos hereditarios y adscriptivos de la
aristocracia, es decir de una cortesía nobiliaria y adaptado a la convivencia en la ciudad. Y en tercer lugar
destaca entonces la obra pedagógica de Juan Luis Vives (1491-1540), erasmista y autor de un Tratado de
la Enseñanza. Sobre ellos se levantó el clásico de la didáctica moderna, Juan Amós Comenio (1592-
39
1671), crítico de la educación con arrastre medieval y de tono instructivo de su tiempo22.
Pero como la misma crítica de Comenio lo ratifica y como todavía lo corroborará Kant a distancia
de más de un siglo, la Escuela estaba lastrada por el orden de la instrucción y del imperativo, provenientes
del molde latino y eclesiástico.
De hecho, desde su creación en el siglo XIII y hasta el siglo XVIII la Universidad, y con ella el
conjunto de la educación, concibió la tarea de enseñar y aprender como trasmitir y difundir la tradición
con el fin de que el sujeto in/corporara con obediencia y fidelidad una visión única del mundo. La
investigación, que en su esencia consiste en interrogar de modo crítico una tradición, debió refugiarse en
espacios lejanos a la Universidad o a la escuela, como fueron las Academias Italianas o las Academicas
de ciencias inglesa y francesa, fundadas por la burguesía ascendente en el caso de la primera (Royal
Society), por el Estado mercantilista en la segunda (Académie des Sciences).
Sólo hasta que se echaran los cimientos de la nueva universidad alemana por parte de Guillermo de
Humboldt y con la justificación filosófica de Kant, comenzaron a integrarse en el mundo académico dos
misiones contradictorias: preservar y transmitir la tradición y empero interrogarla y transformarla
mediante la investigación. Algo que será tan difícil de incorporar en la educación básica y media como
ese otro equilibrio precioso y costoso de la universidad: conciliar la libertad de enseñanza en la visión de
los maestros, con la libertad de aprendizaje en función de los intereses de los/as estudiantes.
Ahora bien, el surgimiento de los Estados modernos, en los cuales la educación se establece como
estrategia de domesticación masiva dentro de una órbita política y cultural, acarreará que durante su
primera etapa persista este lastre del imperio político latino y de la verdad/católica/cristiana, pero ahora
con la intención de formar súbditos en el designio de integración de Estado y de nación (es decir, de
mercado y de lengua y todo lo que la lengua designa como cultura nacional), en todo caso durante mucho
tiempo no ciudadanos.
Y esta diferencia merece resaltarse: instrucción para formar súbditos con el énfasis en la disciplina
y en la orden, educación para formar ciudadanos, en la libertad y en la pregunta divergente.
El mundo de la modernidad clásica: despotismo ilustrado, liberalismo y comunitarismo
El concepto de ciudadanía democrática vuelve a emerger sólo entre el siglo XVII y el XVIII y
propiamente en el paso de Hobbes a Locke y a Rousseau, los cuales encarnan tres tipos de concepción de
22 Ver referencias en la citada Biblioteca Pedagógica de Bolsillo, entre muchas otras fuentes.
40
la relación entre el Estado, la ciudadanía, la democracia y los sujetos y por lo tanto diferentes
posibilidades de educación.
En breve, Hobbes piensa un estado natural donde todos son iguales y compiten por bienes escasos,
con lo cual se configura un juego de suma-cero mediante el cual la ganancia de uno será pérdida de otro y
por tanto hay que privar de algo a otro para obtener algún beneficio. El resultado es la guerra de todos
contra todos. Con este punto de partida, Hobbes justifica el Estado Leviatán, uno donde ante el riesgo de
pérdidas mutuas, los individuos delegan a un Estado Absoluto el poder de regularlos y refrenarlos a todos.
Una educación bajo este marco privilegiará la disciplina y el sometimiento, ya no como creyente, pero sí
como súbdito.
En Locke, el primero que piensa la ciudadanía en un sentido moderno se funda el liberalismo
clásico: en él transpira por oposición a Hobbes la confianza de una burguesía que ha forzado a la
monarquía y a la aristocracia a un pacto constitucional por el cual se estableció la democracia
representativa, tres de cuyos pilares son la libertad, la tolerancia religiosa y los derechos civiles. Bajo esa
perspectiva, la cooperación se acompasa a la competencia y en ese marco la educación se reflejará como
formación de sociedad civil en los ideales de una burguesía necesitada de ciencia, técnica, tolerancia,
cálculo, racionalidad, teniendo como trasfondo la vocación imperial expansiva de Inglaterra. La
ciudadanía aparecerá como sujeto abstracto de igualdad jurídica, tolerancia y libertad, con escasa
ponderacion de la igualdad, la cual se estima sería una consecuencia arreada por el progreso. De
extraordinaria importancia para la educación es el postulado de que la mente no posee a prioris, sino que
es una tabula rasa en la que pueden inscribirse y borrarse siempre por experiencia y educación disímiles
ideas. El postulado, pese a ser tan controvertible, poseía un acento progresista, ya que de entrada
descalificaba aquello que en la aristocracia o en la monarquía validaba el uso del poder: la herencia y la
tradición.
Las consecuencias pedagógicas de esta filosofía sólo se mostrarán mucho más tarde, por ejemplo en
el pensamiento de Dewey (1859-1992), donde el liberalismo clásico se fundirá con un pragmatismo
elaborado en contrapunto con la segunda revolución tecnológica, la eléctrica o en las postulaciones del
conductismo o análisis experimental de la conducta, para el cual no hay nada que no pueda ser aprendido
o desaprendido.
En Rousseau el concepto de ciudadanía como expresión de la libertad se subordina en cambio al
concepto de democracia como voluntad de igualdad. En todo caso, el pensamiento de Rousseau parte más
de la idea de pueblo y de nación que del Estado o de la burguesía. El pensamiento de una re/fundación
41
del poder mediante un pacto colectivo sin delegación o representación y en continua autofundamentación
por vía directa señalará distancias entre democracia liberal individualista y democracia comunal (de
sentido étnico por nacimiento, de tradición de creencias y costumbres, de sentido socialista por vocación
ideológica). Es un giro muy decisivo, porque incluso podrá llevar a proyectos de democracia que en aras
de la igualdad restrinjan la libertad. No es que la libertad deje de ser fundamental en Rousseau, el cual
refunde la pedagogía como un progresivo afinamiento de la voluntad y de la libertad en relación a un
autoconocimiento en el ejercicio práctico e interrogativo de una experimentación guiada, pero directa con
la naturaleza y la sociedad, de importancia decisiva, como se verá, para el proyecto libertario de América
Latina.
El mundo de la tardomodernidad: la educación como estrategia del biopoder.
Podemos partir de la contraposición entre liberalismo individualista clásico y democracia comunal
para situarnos en la tardomodernidad y en particular en la importantísima reflexión que ha realizado el
sociólogo Alain Touraine en torno a este dilema en su libro: ¿Podremos vivir juntos La discusión
pendiente: el destino del hombre en la aldea global23. Pero antes, conviene registrar de modo breve el
trayecto de Touraine. Dedicado en los años sesentas al examen de las organizaciones sociales en términos
de los dilemas de interpretación estructural-sistémicos y marxistas, el autor evolucionó en las dos décadas
siguientes al estudio de los movimientos sociales, de los cuales fue pionero. Pero en la última década, con
el retorno de los fundamentalismos y el auge del llamado neoliberalismo, Touraine inició una década de
reflexiones profundas en torno a la necesidad de repensar el sujeto.
El punto de partida de Touraine es la al parecer insalvable contraposición entre el liberalismo
individualista clásico y la democracia o distintas formas de gobierno comunal remozados por el auge del
mercado de un lado y por el retorno de los fundamentalismos étnicos o ideológicos en el otro. Frente a
esto, señala como horizonte de salida lo que llama “la política del sujeto” y que define de la siguiente
forma:
“Me parece que la expresión ‘una política del sujeto’ define mejor que cualquier otra fórmula la
democracia de hoy: reconocimiento de la diversidad cultural, rechazo de la exclusión, derecho de cada
individuo a una historia de vida en la cual se realice, al menos parcialmente, un proyecto personal (y
colectivo), tales con las nuevas formas asumidas en la actualidad por los principios generales `libertad,
23 2000 (1997). Bogotá, Fondo de Cultura Económica.
42
igualdad, fraternidad`”24 .
Para desarrollar esta política de sujeto como interpretación de las exigencias de ciudadanía y
conciudadanía en la tardomodernidad, Alain Touraine propone una “escuela del sujeto” y la contrapone a
los ideales clásicos de formación al servicio del progreso, la razón y el Estado (temas que constituyeron
los metarrelatos o las mitologías de la modernidad clásica).
No es necesario por ahora ir más allá. Lo que nos interesa es que con ello volvemos a retomar un
punto que había quedado en suspenso: la asociacion/disociacion entre pedagogía y psicagogía.
Recordemos que entre los griegos había ambivalencia en esta relación, pero que su paidea suponía una
combinación de ellas allí cuando se consideraba al “menor” como un ciudadano en potencia y cuando por
tanto se apreciaba que la actualización de esta potencia por la educación sería mejor lograda por medio de
un arte mayéutica y una psicagogía que extrajeran lo mejor de las posibilidades del sujeto mismo y en
ambas por el arte de la pregunta: de este modo, filosofía, psicopedagogía y política democrática se
enlazaban. A diferencia de la mera instrucción o de la simple doma que recurren al imperativo y a
diferencia de una educación para la heteronomía que fuera dominante desde el mundo latino hasta la
modernidad clásica y aún más allá con las excepciones que se registran abajo.
La pregunta, desde esta perspectiva, es la siguiente: ¿cómo fue posible que, pese a los avances de
Locke, Rousseau y Kant, la atmósfera de la escuela hubiera mantenido cierta inercia en la dirección de la
instrucción, la misma que se descubre en Vigilar y Castigar por parte de Foucault, por supuesto con todas
esas excepciones significadas en aquellos seguidores de esos clásicos como fueron Pestalozzi, Herbart,
Dewey, Decroly, Claparède y otros más recientes como Freinet, Bloom, Gardner, Brunner, todos los
cuales intentan de/construir la escuela tradicional y apuntar a esa alianza entre psicagogía y pedagogía
que fuera la regla de oro de la paideia griega?
La respuesta la ofreció el mismo Foucault al término de su vida, en esa gran investigacion contenida
en Historia de la Sexualidad con la acuñación del concepto de biopoder. Foucault lo caracteriza así:
“Podría decirse que el viejo derecho de hacer morir o dejar vivir fue remplazado por el poder hacer
vivir o de rechazar hacia la muerte”25.
El poder de vida o muerte era propio de los regímenes de dominación (amo/esclavo, señor/siervo),
mientras que en la época moderna de la explotacion (capitalista/trabajador) y en la tardomoderna del
sujetamiento (amaestramiento de la psique por todos los medios) el biopoder se organiza como
24 Página 259. 25 Tomo primero de Historia de la Sexualidad, página 167.
43
manipulación de la vida y de sus condiciones de reproducción a partir de la concentración del capital en la
época moderna o de la seguridad y las telecomunicaciones en la tardomoderna. Según lo calificamos
nosotros, la dominación se monta sobre el sacrificio de vidas mientras que la explotación y el
sujetamiento en la era del biopoder se erige sobre vidas en sacrificio.
Para Foucault, el papel de la educación es clave en la génesis del biopoder, discurso que, como
veremos, se plasmó en la mitad del siglo XIX. “Uno de los polos, al parecer el primero en formarse, fue
centrado en el cuerpo como máquina: su educación, el aumento de sus aptitudes, el arrancamiento de sus
fuerzas, el crecimiento paralelo de su utilidad y su docilidad, su integración en sistemas de control
eficaces y económicos, todo ello quedó asegurado por procedimientos de poder característicos de las
disciplinas: anatomopolítica del cuerpo humano”26. El otro polo fue el de la biopolítica de la población en
la cual figuran los fisiócratas, Malthus u otros.
“Las dos direcciones en las cuales se desarrolla todavía aparecían netamente separadas en el siglo
XVIII. En la vertiente de la disciplina figuraban instituciones como el ejército y la escuela; reflexiones
sobre la táctica, el aprendizaje, la educación, el orden de las sociedades… en la vertiente de las
regulaciones de población, figura la demografía, la estimación de la relación entre recursos y habitantes,
los cuadros de las riquezas y su circulación, de las vidas y su posible duración… la ideología como
doctrina del aprendizaje, pero también del contrato y la formación regulada del cuerpo social –constituye
sin duda el discurso abstracto en el que se buscó coordinar ambas técnicas de poder para construir su
teoría general. En realidad, su articulación no se realizará en el nivel del discurso especulativo sino en la
forma de arreglos concretos que constituirán la gran tecnología del poder en el siglo XIX: el dispositivo
de la sexualidad es uno de ellos, y de los más importantes”27.
Pero para comprender lo que Foucault concibe como sujetamiento propio de la tardomodernidad,
nada mejor que apelar a un pasaje de Tocqueville, que ya veía aquello que se erigía como un poder de
tipo enteramente nuevo, muy cercano a lo que un siglo y cuarto Foucault denominaría como biopoder. La
larga cita se impone por la lucidez del diagnóstico:
“Pienso pues que la especie de opresión que amenaza en la actualidad a los pueblos democráticos no se parecerá en nada a aquellas que la han precedido en el mundo; en vano hallarán nuestros contemporáneos imagen semejante en sus recuerdos. Yo mismo indago en vano una expresión que reproduzca y englobe con fidelidad la idea que me formo del asunto; los antiguos nombres de despotismo y de tiranía no sirven para el caso: el asunto es nuevo. Y por tanto hay que darse a la tarea de definirlo, puesto que no lo puedo clasificar.
Quisiera imaginar bajo qué rasgos nuevos podría reproducirse el despotismo en el mundo. Veo una
26 Tomo primero de Historia de la sexualidad, página 168. 27 Páginas 169 y 170.
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multitud incontable de hombres semejantes e iguales, que dan vueltas sin cesar en torno a ellos mismos para procurarse placeres pequeños y vulgares con los cuales llenen su alma. Cada uno de ellos retirado y aparte es como un extranjero al destino de todos los otros; sus niños y amigos particulares forman para él toda la especie humana. En cuanto al resto de sus conciudadanos, está al lado de ellos, pero no los ve; los toca y no los siente. No existe más que en sí mismo y para sí mismo; y si le queda una familia, se puede decir al menos que no tiene ninguna patria.
Encima de todos aquellos se eleva un poder inmenso y tutelar, que se encarga él sólo de procurar sus goces y vigilar por su suerte. Es absoluto, detallado, regular, previsor y dulce. Parecería la potencia paternal si como ella tuviera por fin preparar a los hombres a la edad viril; pero por el contrario, no persigue más que fijarlos de modo irrevocable en la infancia: mira con buenos ojos que los ciudadanos gocen, mientras que no piensen en nada distinto a gozar. Con gusto trabaja por su bienestar, pero quiere ser el único agente y el único árbitro; procura su seguridad, prevee y allana sus necesidades, facilita sus placeres, conduce sus principales asuntos, dirige su industria, regula las sucesiones, divide las herencias. ¿No quita con ello por entero la dificultad de pensar y la pena de vivir?
De esta forma día por día devalúa y hace más raro el empleo del libre arbitrio, pues confina la acción de la voluntad a un espacio cada vez más ínfimo y roba a cada ciudadano hasta el mismo usufructo del libre discernimiento. La igualdad ha preparado a los hombres para todas estas cosas, los ha dispuesto a acomodarse a ellas e incluso aún a mirarlas como un bienestar.
Después de haber aprisionado así vuelta a vuelta a cada individuo en sus potentes manos y de haberlo petrificado a su gusto, el soberano extiende sus brazos sobre la sociedad entera; cubre toda la superficie con una malla de pequeñas reglas complicadas, minuciosas y uniformes, a través de las cuales los espíritus más originales y las almas más vigorosas no sabrían esclarecerse para sobrepasar a la multitud; no quiebra las voluntades, pero las ablanda, las pliega y las dirige; rara vez obliga a actuar, pero se opone sin cesar a que se actúe; no destruye nada, impide que algo nazca; no tiraniza, molesta, comprime, enerva, estrecha, envilece y en fin reduce a cada nación a no ser más que una manada de animales tímidos e industriosos, cuyo gobierno es el pastor.
Siempre he creído que esta especie de servidumbre, reglada, dulce, pasable…podría combinarse mejor de lo que nadie imagina con algunas de las formas exteriores de la libertad, y que no sería imposible establecer a la sombra misma de la soberanía del pueblo.
…En ese sistema, los ciudadanos salen un momento de su dependencia para elegir a sus amos y luego vuelven a ella.
…Bien veo que de esta manera se conserva la intervención individual en los asuntos más importantes; pero no se la suprime en los más pequeños y particulares. Se olvida siempre que es en los detalles donde es peligroso esclavizar a los hombres. Por mi parte, preferiría creer que la libertad fuera menos necesaria en las grandes cosas que en las menores, si se me pusiera en el dilema de que debiera asegurar una excluyendo a la otra.
La sujeción en los pequeños asuntos se manifiesta todos los días, y se hace sentir indistintamente sobre todos los ciudadanos. No los desespera, pero los contraría sin cesar, y los lleva a renunciar al uso de su voluntad. Angosta poco a poco su espíritu y enerva su alma; mientras que la obediencia, que no es reclamada más que en un número pequeño de circunstancias muy graves, pero excepcionales, no muestra la servidumbre más que de cuando en cuando y no la impone más que a unos cuantos hombres. En vano se encargará a esos mismos ciudadanos vueltos tan dependientes del poder central la tarea de escoger a los representantes de este poder, pues este uso tan importante, pero tan corto y tan raro de su libre arbitrio no les impedirá que pierdan poco a poco la facultad de pensar, de sentir y de actuar por ellos mismos y que no caigan por tanto gradualmente por debajo del nivel de la humanidad”28.
Estamos ante un cuadro de problemas completamento diferente al de la modernidad clásica, y ello
28 Tocqueville, Alexis de, 1850. De la Démocratie en Amerique. 13a. ed. Paris, Pagnerre, Editeur (dos tomos). Tocqueville, Tomo II: 357-360. (Traducción de Gabriel Restrepo)
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porque con el advenimiento de las tres revoluciones tecnológicas el biopoder asumirá una forma
enteramente inédita. Aquí ya quedan a un lado los problemas de la ciudadanía clásicos, porque: ¿de qué
libertad, de qué democracia, de qué derecho se habla en este contexto de cadenas de producción y de
reproducción biológica, económica, política, social y cultural?
El biopoder asume una discreta forma imperial, como un cúmulo de dispositivos técnicos para
realizar una domesticación global y local, lograda como indica Tocqueville con expedientes de
eudemonismo y de controles sutiles, en el fondo del cual empero hay una maquinaria de muerte global
representada por ejemplo por los $1.200.000 dólares anuales de gastos en seguridad por parte de los
países potentes (sólo US 200.000 en un año en la guerra de Irak).
Retengamos la expresión de Tocqueville: ese poder inmenso y tutelar “no persigue más que fijarlos
de modo irrevocable en la infancia”. El sujetamiento se refiere justamente a esto, no como la opresión
antigua y ni siquiera la explotación moderna, sino como un modo dulce de “fijar en la infancia”.
Esto ya lo expresaba para Argentina y por Argentina para América Latina el poeta Leopoldo
Lugones, en un pasaje memorable, que citaremos y comentaremos con más extensión en el capítulo
segundo:
“En esta y en todas las tierras del mundo, para eso sirve el pueblo engañado por la política. Pobre
siervo a quien como al dormido despierto de las Mil y una Noches, le dan algunas horas la ilusión de
soberanía: ésta no le representa en el mejor caso, sino la libertad de forjar sus cadenas; y una vez
encadenado, ya se encargan los amos de probarle lo que vale ante ellos. En todos los casos, el resultado es
siempre idéntico; que el gobierno, al tener como función específica la imposición de reglas de conducta
por medio de la fuerza, niega a la razón humana su única cualidad positiva, o sea la dirección de esa
misma conducta. La ley que formula aquellas reglas, es siempre un acto de opresión, así provenga de un
monarca absoluto o de una mayoría; pues el origen de la opresión poco importa, cuando lo esencial es no
estar oprimido”.
Lugones pone de presente la relación entre democracia, política y educación para la libertad,
señalando que la democracia es mucho más que el derecho al voto, porque ha de significar el ejercicio de
la libertad y del pensamiento. Lugones habla de súbditos que, como en un cuento de las Mil y una
Noches, están “dormidos despiertos”, algo que recuerda el “sonambulismo tecnológico” del cual hablara
Marco Raúl Mejía y que de nuevo remite a las formas de infantilización contemporánea, las mismas que
están presenten cuando la televisión, esa moderna ubre, produce estados que se podrían denominar casi
como catatónicos, uno de cuyos ejemplos más dramáticos es el que se pinta en la película The Wall, de
46
Oliver Stone y con el grupo Pink Floyd.
Por eso se puede decir que el problema de la educación ciudadana y de la formación democrática,
siendo viejos, son por entero novísimos, en tanto hoy no se refieren a la construcción de un Estado liberal
(esa es la diferencia con un pensamiento habermasiano que piensa aún en la promesa de la modernidad),
sino a un sistema glocal, global y local, de sujetamiento, frente a lo cual se erigen precisamente las
contrapropuestas más radicales de Touraine (“Escuela de Sujeto”), de Morin (“Escuela de la
complejidad”), de Bourdieu (Universidad de la pregunta), de Derrida (desconstrucción de la Academia) e
incluso de Lacan (El reverso del psicoanálisis, donde analiza como el discurso del saber es el discurso
del amo).
Frente a este “fijar en la infancia” que, con Foucault e incluso con Kant, podríamos decir que ha
sido el papel de la enseñanza en tanto se concibe como mecanismo, se erigen de modo justo la psicagogía,
el arte mayéutica y la escuela del sujeto como una estrategia de empoderar al individuo, desujetándolo y
sujetándolo a sí mismo a través del poder de la pregunta.
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CAPÍTULO SEGUNDO
ALACENAS Y ANAQUELES LOCALES
El problema: la constitución de ciudadanía democrática colombiana y capitalina en un mundo global y local
El problema de la educación para la ciudadanía democrática puede ser formulado a través de una ya
casi centenaria meditación del poeta argentino Leopoldo Lugones a propósito de la rebeldía encarnada en
el Martín Fierro. Y ella es crucial, porque se refiere al problema medular de la ciudadanía en general en
América Latina: la política, el centro de referente donde se deciden el asunto de la ciudadanía tanto en sus
48
múltiples dimensiones políticas y no políticas, como en sus referentes espaciales menores y mayores.
“¡La política! He aquí el azote nacional. Todo lo que en el país representa atraso, miseria, iniquidad
proviene de ella o ella lo explota, salvando su responsabilidad con la falacia del sufragio. La situación del
gaucho ante esa libertad de pura forma cuyo fruto es la opresión legalizada del que la ejerce, Martín
Fierro va a formularla:
Él nada gana en la paz
Y es el primero en la guerra.
No le perdonan si yerra,
Que no saben perdonar.
Porque el gaucho en esta tierra
Sólo sirve pa votar.
“En esta y en todas las tierras del mundo, para eso sirve el pueblo engañado por la política. Pobre
siervo a quien como al dormido despierto de las Mil y una Noches, le dan algunas horas la ilusión de
soberanía: ésta no le representa en el mejor caso, sino la libertad de forjar sus cadenas; y una vez
encadenado, ya se encargan los amos de probarle lo que vale ante ellos. En todos los casos, el resultado es
siempre idéntico; que el gobierno, al tener como función específica la imposición de reglas de conducta
por medio de la fuerza, niega a la razón humana su única cualidad positiva, o sea la dirección de esa
misma conducta. La ley que formula aquellas reglas, es siempre un acto de opresión, así provenga de un
monarca absoluto o de una mayoría; pues el origen de la opresión poco importa, cuando lo esencial es no
estar oprimido. Siempre es la fuerza lo que obliga a obedecer; y mientras ella subsista, basado en la
ignorancia y en el miedo, que son los fundamentos del principio de autoridad, la libertad seguirá
constituyendo un fenómeno puramente privado de la conciencia individual, o una empresa de salteadores.
Si no nos abstenemos, si realizamos la actividad posible, porque el deber primordial consiste en que cada
hombre viva su vida tal como le ha tocado, esto no debe comportar una aceptación de semejante destino;
antes, ha de estimularnos en la lucha por la libertad, que constituye de suyo la vida heroica. La
democracia no es un fin, sino un medio transitorio de llegar a la libertad. Su utilidad consiste en que es un
sistema absurdo el dogma de obediencia, fundamento de todo gobierno; y esto nos interesa esclarecerlo
sin cesar, dadas las consecuencias que comporta. Tal es el sentido recto de la filosofía, que desde los
49
estoicos hasta los enciclopedistas, nos enseñan los amigos de la humanidad”29.
Todos los problemas de la educación para la ciudadanía democrática están ya allí contenidos en esta
reflexión del poeta: el dilema de autonomía contra heteronomía, la diferencia entre una democracia
formal y una democracia real, la libertad y el autoritarismo, puestos en escena allí donde se centra el
problema de la ciudadanía, en la política, en el lugar, la polis, el estado –y en nuestro caso en esa
ciudad/estado que es la capital del poder de Colombia–, hacia donde apunta desde lo local y desde lo
global el problema de la organización de los micropoderes y macropoderes30.
Pero hay un tema en especial que por su fuerza literaria nos interesa destacar: la figura del dormido
despierto, aquel que pasa en vigilia como un noctámbulo, ciego a la comprensión de las señales del día y,
si se quiere, a esa condición de “muertos en vida” que poetas como Rilke insisten en reiterar para llamar
la atención en torno a la necesidad que cada cual tiene de renacer día a día a la vida y que en términos
pedagógicos significa tener “el coraje de aprender” o hacer del aprender un comienzo permanente31,
recordando que aprender a aprender es aprender a desaprehender y a desaprehenderse. Ese coraje es la
adquisición del hábito de la re/creación permanente o, como se dice hoy en día, de la formación continua.
Y aquello que la escuela debe proporcionar son los radares y las motivaciones para que cada cual se
re/cree año por año, en un mundo que cambia de horizonte a cada nada. Porque hoy en día los
analfabetismos son múltiples: frente a la ciencia, a la técnica y a la tecnología; frente a las formas de
producción; frente a la política y al poder; frente al tejido y destejido permanente de las significaciones
culturales.
Esta figura y las reflexiones que las circundan en torno de la opresión que a nombre de una
democracia formal se ejerce contra los individuos, para convertirlos en súbditos o vasallos, nos recuerda
esa expresión de Tocqueville en relación a las democracias que mantienen a las personas en un estado
perpetuo de infancia y a aquello que Marco Raúl Mejía acuñó con gran lucidez como un estado de
“sonambulismo” frente a la tecnología y en general frente a la velocidad enervante del mundo
contemporáneo.
De este cuadro se derivan las preguntas que se pueden formular a la escuela en el presente y las
directrices para una arqueología y desconstrucción críticas de la escuela en Colombia: ¿dentro de qué
sistema político se halla instituida la escuela? ¿Hay ciudadanía democrática en la nación? ¿Desde dónde 29 Lugones. 1991. El payador. Caracas. Ayacucho. Páginas 142 y 143. 30 A estos conceptos nos referiremos por extenso en el capítulo cuarto.30
31 Meirieu, Philippe y Devalay, Michel. 2003. Emilio, vuelve pronto. ¡Se han vuelto locos!. Cali, Nueva biblioteca pedagógica.
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le pedimos a la escuela que forme en la ciudadanía democrática? Y a su turno, ¿la escuela forma
ciudadanos o súbditos? ¿Despierta la escuela colombiana y capitalina a los “dormidos despiertos” –que
somos todos– para habitar con vigilia una ciudad local, una ciudad nación, una ciudad región y una
ciudad mundo? ¿Da a luz, en el sentido mayéutico? ¿Educa, en el sentido de contribuir a que cada cual
emita y lleve a plenitud toda la potencia que guarda en su ser? ¿Contribuye a transformar el destino en
designio, el plano de la vida en proyecto de vida? ¿Contribuye la escuela a formar una ciudadanía
integral, tal como la hemos enunciado en nuestras alacenas y anaqueles globales, es decir, con una
dimensión de saber vivir contemporánea (educación cívica en la tierra-patria), una dimensión de
empoderamiento legal (noción de derechos y deberes, conocimientos, valores y prácticas en torno a la
formación y reformación de las leyes), una ciudadanía política (conocimientos, valores y habilidades
para transformar micropoderes y macropoderes), una dimensión económica de la ciudadanía
(conocimientos, valores y habilidades para producir riqueza y para juzgar en torno a ello), una
dimensión social (conocimientos, valores y habilidades para tejer sociedad en justicia), una dimensión
comunal para zurcir pertenencia en comunidades raizales o de sentido, una dimensión
científico/tecnológico/técnica (conocimientos, valores y habilidades para no caer en el sonambulismo
tecnocientífico), una dimensión estético/expresiva para habitar recreativamente en los mundos del
lenguaje, de las artes y de los estilos de vida, una dimensión cognitivo/ ético/estética para formarse en la
autonomía del pensamiento, la autonomía de la voluntad y la autonomía del juicio, una dimensión
filosófica, una dimensión religiosa, una dimensión sapiencial para dar razón a sus creencias, densidad a
su esperanza, sentido a la tolerancia, capacidad de argumentación frente a otras creencias, vitalidad a
cosmovisiones o ideologías?
Y en relación con los referentes espaciales de la ciudadanía, ¿enseña la escuela a re/conocerse y a
re/conocer a los otros en los espacios familiares, empresariales, gubernamentales como sujetos,
ciudadanos y conciudadanos? ¿Prepara para esa capacidad de entender y transformar las formas de poder
sublocales o vecinales, locales, regionales, nacionales, trasnacionales y globales? En los términos de
Berstein, ¿es la escuela la mediación sabia para traducir códigos o significaciones restringidas en códigos
o significaciones elaboradas o universales y hacer el viaje de vuelta de lo global a lo local, del universo a
las raíces y a la radicalidad de cada cual, a sus secretos y a su vida íntima? ¿Produce saber la escuela,
contextualiza, descontextualiza, recontextualiza o simplemente reproduce unas tradiciones o creencias o
significaciones culturales, sin someterlas a interrogación?
En otras palabras, ¿nuestra escuela instruye o educa? ¿Es nuestra escuela un espacio de sujetos o un
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espacio de sujetamiento? ¿Es nuestra escuela un lugar sagrado para la constitución y autoinstitución de
los sujetos por medio de la pregunta y por medio de esa alianza de oro entre la psicagogía y la pedagogía?
¿Qué lugar ocupa el imperativo y el mando en la escuela? Partiendo de la premisa de que el diálogo no es
sólo locuacidad de una parte, ¿se escucha y se escuchan en la escuela?
La formulación de estas preguntas –nos imaginamos– podría suscitar sonrisas irónicas por parte de
los lectores, en el sentido de que se señalan ideales que por serlo mostrarían faltas o fallas en la realidad
de nuestras escuelas. Y sin embargo, por paradójico que parezca, la respuesta es otra muy distinta a esta
salida fácil: en la existencia concreta de las escuelas, en las luchas que se dan día a día en los espacios
escolares, lo mismo que en la nación y en el estado que la albergan, ya está en potencia el camino hacia
estos ideales, como se evidenciará en la interpretación de los resultados etnográficos y ello pese a muchos
claroscuros. En otros términos, ciertas preguntas sobre el futuro no pueden aparecer sencillamente allí
donde el presente no las sugiera como posibilidades.
El punto de partida: la complejidad nacional como telón de fondo para comprender la complejidad de la educación32
Educación para la ciudadanía, ciudadanía para la educación. Educación para la democracia,
democracia para la educación. Si no se hace el viaje de ida y vuelta de la escuela a la ciudad y a la nación,
y a su turno de éstas a la escuela, la reflexión se torna unilateral. Se le exige entonces a la escuela
formación para la ciudadanía y para la democracia, sí, pero, ¿desde qué punto de vista? ¿Desde qué
noción y ante todo desde qué prácticas y concepciones de la ciudadanía y de la democracia? ¿Se exige de
la escuela lo que no dan la ciudad, la sociedad o el Estado?
Estamos lejos de señalar esos determinismos a ultranza, según los cuales es necesario transformar a
la sociedad para cambiar a la escuela o cambiar de raíz la educación para modificar la sociedad. Ambas
posiciones son extremas. Corresponden a una simplicidad compleja, no a una complejidad organizada,
según la distinción de Daniel Bell que nos servirá mucho de guía en este apartado de nuestra exposición33.
La simplicidad compleja era propia del pensamiento dicotómico y antagónico del siglo XIX:
32 Mayores desarrollos de éste y otros aspectos se hallan en: Restrepo, Gabriel y otros. 2004. Las Tramas de Telémaco. Bogotá, Universidad Autónoma de Colombia, a quienes agradecemos por estas fuentes conceptuales. Sin embargo, hemos querido recrear lo que allí se ha escrito. 33 Bell, Daniel, 1976 (1973). Hay traducción española. The coming of post-industrial society. A Venture in social forecasting. London, Penguin Books.
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infraestructura o supraestructura, campo o ciudad, individuo o sociedad, naturaleza o cultura, escuela o
sociedad. La complejidad organizada, por el contrario, implica, como diría Edgar Morin (otro autor que
nos servirá como referente en este anaquel de nuestra alacena), dejar en el pasado un pensamiento
disyuntivo para asumir una perspectiva inclusiva y comprensiva en sentido holístico o al menos sistémico,
como en la perspectiva de Daniel Bell34 : para retornar al ejemplo, la escuela posee alguna autonomía para
determinar sus reglas de juego, aquello que Bourdieu llama los campos sociales35 y Mario Díaz organiza
conceptualmente como el campo de la educación36: es condicionada y es condicionante, instituída e
instituyente (según el precioso marco teórico de SOCOLPE37). Para mencionar un ejemplo histórico, los
movimientos pedagógicos y culturales de la Ilustración fueron capaces de formular una idea de
emancipación que sirvió como un fundamento precioso para la independencia política.
Por lo mismo, para comprender el papel de la escuela en la educación ciudadana, es necesario
dibujar al menos de forma somera el estado de la ciudadanía en la Nación y en Bogotá, porque del vaivén
entre uno y otro es de donde se podrá hallar un sentido para comprender el problema en su conjunto.
Aunque se trate de un rodeo, es uno necesario. Porque el país aparece a los ojos de propios y
extraños como un conjunto de paradojas. Cuando se lo examina violento, aparece como uno de los países
con mayor goce de la vida. Cuando se lo mira religioso, se lo encuentra como uno donde predominan las
uniones libres en proporciones de uno a cinco respecto a Argentina, México o Estados Unidos38. Cuando
se lo califica con alguna razón como democrático e incluyente, se encuentran formas de exclusión atroces,
significadas una proporción enorme de pobreza absoluta. Cuando se mira la continuidad de su democracia
formal y la ausencia de regímenes militares, se hallan formas de autoritarismo, caudillismo y exclusión
política. Si se pondera el gran avance en ciertas dimensiones de género o comprensión interétnica, se
hallarán pronto rasgos oprobiosos de discriminación de uno y otro signo. Y lo mismo sucede cuando se
comienza por lo negativo: pronto se hallará la cierta validez de los rasgos positivos.
La serie de dilemas en apariencia insolubles sería muy larga. Ahora bien, el asunto es que estos
dilemas no pueden comprenderse si no se enfocan en horizontes holísticos y con perspectivas que
movilicen distintos saberes.
34 Morin, Edgar. 2000. Los siete saberes necesarios para la educación del futuro. Bogotá, Ministerio de Educación.35 Bourdieu, Pierre, 1990 ( 1984). Sociología y Cultura. México, Grijalbo.36 Díaz, Mario. El campo de la Educación. Referencia por precisar. 37 Presentación de informes en Seminario de Evaluación de experiencias en creación de una cultura escolar, el día noviembre 27.
38 Lemoine, Carlos 2000. Nosotros los colombianos del Milenio. Bogotá, Cambio y Tercer Mundo: 16.
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No se trata empero de componer un tratado sobre la democracia en el país. Pero sí de ofrecer ciertos
perfiles iniciales. Y para comprender el problema de la democracia y de la ciudadanía, es preciso partir de
un contexto más general, el de los rasgos generales de la sociedad colombiana.
Colombia, se dice, es un territorio de altísima diversidad y complejidad: se habla de una
megadiversidad biológica. Se puede tomar pie de ello para indicar que, más allá, Colombia se caracteriza
por una megadiversidad y megacomplejidad geo/bio/etno/tecno/política/socio/cultural. La complejidad
geográfica está determinada por la posición liminar de Colombia entre Centroamérica y Surámerica; entre
el Caribe y el subcontienente suramericano; entre la Amazonía, la Orinoquía y la zona Andina, en la zona
de confluencia intertropical y en un ecuador terrestre que la hace abundante en radiación solar. Esta
encrucijada geográfica está anudada de sur a norte en una orografía de alto relieve, trifurcada, que da
lugar a valles y nodos interandinos que la figuran como laberinto, de los cuales mana una rica y compleja
hidrografía hacia todas las direcciones, a tiempo que zonas como la Guajira presentan desiertos junto a
esa solitaria exhuberancia altitudinal de una Sierra Nevada vecina al mar.
La complejidad biótica se representa en la cantidad asombrosa de ecosistemas, 37, cada uno de ellos
con diferentes nichos, pisos térmicos, cadenas tróficas o alimenticias, diversidad de especies de plantas y
de animales, condiciones muy diferentes para la vida humana que a veces transcurre en ciénagas,
manglares, orillas de río, altiplanicies, selvas, pendientes.
La complejidad étnica estriba en cierta equidistancia o posición intermedia en Colombia entre las
tres tipicidades que describió Jaime Jaramillo Uribe en América Latina y el Caribe: zona con predomino
afroamericano, de Bahía a Nueva Orleans, comprendiendo todo el Caribe. Zona con predominio
indoamericano en todo el surco de los Andes y su equivalente en Centroamérica, desde Chile a Chiapas y
al norte de México. Región con predominio euroamericano, en el cono sur, pero con componentes no
despreciables en el resto de América o el Caribe.
Empero, esta es la superficie de la complejidad étnica y demográfica: porque pese a que la
población con autodefinición indígenas no represente más del 5% y la afrodescendiente no más allá de
20% quizás, en uno y otro caso las raíces son plurales: 62 etnias indígenas que conservan su identidad,
con diez troncos lingüisticos diferentes, comunidades creoles como en San Andrés y Providencia y San
Basilio de Palenque, son apenas el trasunto de una diversidad que podría aplicarse a la misma
proveniencia española, europea o norteamericana. El intenso mestizaje y mulataje, con una lógica propia
que luego resumiremos de modo breve, se refracta en localismos y regionalismos que fundan el carácter
pluriétnico y multicultural de la nacionalidad colombiana.
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Por complejidad tecnológica y productiva, comprendemos la dificultad de religar en un sistema de
comunicaciones, en unas formas de producción y redistribución de riqueza una nación que ha crecido con
algunas arterias abiertas hacia fuera, pero con obstrucciones en las venas que deberían irrigar su cuerpo,
por lo demás impuestas por unos condicionamientos geográficos que crean fracturas como el tapón del
Darién y muchos otros entre las cordilleras y entre éstas y las selvas o llanuras bajas.
En el aspecto específico de la producción, nuestras fuentes de riqueza han sido tan volátiles como el
oro, la quina, el añil, el tabaco y luego el café, que aunque incomparable en su significado como tejido de
las zonas templadas andinas y sustrato de la industria, no alcanzó a integrar al resto del país, cosido y
descocido luego apenas y esto en forma muy conflictiva desde hace cien años por el caucho, el banano, el
petróleo, la marihuana, la coca y la amapola.
Ni el esquema de sustitución de importaciones, bajo el cual creció una industria con respiración
artificial para ella y perniciosa para otros sectores, ni el de una apertura a rajatabla con muchas de sus
seducciones tramposas, han logrado llevar al país más allá de crecimientos mediocres, agravados por
unos modelos de acumulación de capital lesivos para el campo, con escasos niveles de inversión y de
retorno social, tales que recuerdan el lento camino prusiano de transformación de la agricultura que
explica en buena parte las guerras locales que se ensañan contra campesinos tomados como presa de las
violencias contraestatales de signo opuesto y las propias del Estado en respuestas muchas veces ciegas.
Por complejidad política puede enunciarse la coexistencia de democracia formal, de tipo monista,
como luego veremos, con formas de autoritarismo, caudillismo, ausencia de partidos políticos modernos,
incapacidad del estado de controlar la violencia en el territorio y de administrar justicia, replicada por
fuerzas insurgentes y contrainsurgentes vinculadas al mercado mundial con el comercio de drogas, dinero
y armas, junto a la reciente descentralización política y administrativa que en algunos casos muestra
dinámicas con alto potencial de transformación.
Nuestra democracia, pese a fundarse idealmente en la teoría de Rousseau del pacto social como una
de sus múltiples y tensionadas fuerzas (siempre entrechocaron las concepciones de pacto social y de pacto
liberal, de unitarismo y federalismo, del modelo borbónico y del modelo norteamericano) no es ni
siquiera liberal en el sentido del liberalismo clásico protector de las libertades, de los derechos civiles y
de la tolerancia, pese a grandes conquistas en ello desde nuestra independencia. Nuestra democracia
formal –y no por ello se debería devaluar, pues ella implica muchos progresos históricos– todavía
recuerda en muchos aspectos ese grado cero de la democracia de occidente que fuera o bien el estado de
naturaleza dibujado por Hobbes (el hombre un lobo para el hombre, imaginarios suma cero, competencia
55
sin cooperación) o bien las respuestas en forma de Leviathan, no tanto por estados autocráticos, sino por
formas de monismo político o por ideas corporativistas de la política que privilegian consensos logrados a
base de cooptaciones y clientelismos, antes que por controversia, tolerancia y juego de gobierno y
oposición con fundamento en partidos políticos modernos.
Por complejidad social se ha de entender una concentración de riqueza que en el conjunto de
América Latina lleva a un grado de inequidad en la distribución de ingresos quince puntos más alta que el
promedio del mundo, explicada por la inequidad en el acceso a la tierra y a la educación 39. Es una
inequidad más pronunciada en Colombia, donde el índice de concentración de la tierra es realmente
monstruoso40, debido a la renuncia temprana a transformar el campo en un sentido democrático –burgués
y luego a una contrarreforma agraria llevada a cabo por la concentración de tierras por parte del
narcotráfico. En esa situación, el desplazamiento de cerca de millón y medio de personas en los últimos
años cifra uno de los dramas mayores de Colombia, aunque se trata de un retorno de lo que ha sido la
característica más distintiva de la sociedad colombiana desde su fundación global: en efecto, el
desplazamiento, lo mismo que el descentramiento, son las características más profundas de nuestro
trayecto histórico.
La complejidad cultural se explica en parte por esa condición del descentramiento. Nuestros centros
de referencia política o cultural se han situado más allá de nuestras fronteras, en los distintos imperios del
norte. Nuestra rica multiculturalidad no ha sido potenciada, salvo en los genios musicales, literarios o
estéticos como Escalona, Gabo, Obregón y otros, por la densidad de la investigación y la formación
cultural que entrelace nuestras raíces y el destino global.
Nuestro país, como los de la región, no posee un destino manifiesto, como el de los Estados Unidos,
39 “Latinoamérica –dice– tiene un coeficiente Gini aproximadamente 15 puntos mayor que el promedio del resto de países del mundo. La mayor riqueza de recursos naturales y la más alta concentración de la tierra ayudan a explicar una parte no desdeñable del exceso de desigualdad. La intensidad del capital físico es similar que en el resto del mundo. Por tanto, casi todo el exceso de desigualdad de ingreso en América Latina radica en las características del capital humano. El bajo nivel de educación de la fuerza de trabajo y la altísima varianza de los activos educativos resultan ser así los principales factores generadores de la inusualmente alta desigualdad del ingreso del continente”. Londoño, Juan Luis. 1999. “Educación, desigualdad y crecimiento. ¿Qué aprender de América Latina?”. En: Educación y Cultura (Fecode). Bogotá, número 50, agosto de 1999. Página 81. 40 Según Oswaldo Espinoza, entre 1971 –época del acuerdo de Chicoral– por el cual se renunciaba a la redistribución de la tierra - y el momento actual, el indicador Gini en el campo ha ascendido del ya alarmante 0.72 al 0.98, un grado casi absoluto de inequidad, agravado sin duda también por el deterioro del papel del café como aglutinador de una clase media en el campo y por el efecto negativo de una apertura a la diabla en el campo, bajo la cual Colombia ha pasado de ser exportador de alimentos a importar siete millones de toneladas. Funcionario del Departamento Nacional de Planeación, en la ponencia presentada el 16 de octubre en el simposio: “Conflicto y Desigualdades Socioespaciales”, en el marco del Seminario “Dimensiones Territoriales de la Guerra y la Paz”, organizado por la Red de Estudios de Espacio y Territorio de la Universidad Nacional en octubre del 2001.
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en términos de una conciencia amoldada a su existencia por medio de una capacidad performativa que
implica una voluntad de llevar ideales a la práctica (es lo que en Europa se ha conquistado con la idea de
una Comunidad Europea). Vivimos en el desconocimiento de nuestra historia. La pluralidad de nuestras
significaciones culturales naufraga a veces a la deriva en un mundo donde las significaciones de grandes
industrias culturales nos llegan al instante, tornándonos en consumidores de paraísos imaginarios y estilos
de vida hoy globales, de difícil articulación con las tradiciones de cualquier lugar.
La complejidad de Bogotá como Ciudad local, ciudad capital, ciudad/estado, ciudad región, ciudad mundo .
En este panorama, Bogotá duplica como caja de resonancia por excelencia la complejidad
nacional. Una capital situada casi en el centro geográfico del país (ubicado éste en cercanías de la
población de Mariquita, a dos horas de Bogotá), es el vertedero de la multiculturalidad característica del
país y el centro político y económico –tan raizal y tradicional por muchos aspectos como se puede ver en
los barrios de Egipto y la Candelaria, pero globalizado a ultranza en otros, como en la carrera séptima al
norte de la calle 72– de una nación que se ha caracterizado por el desplazamiento y por cierto grado de
excentricidad, en el sentido de que sus centros de referencia casi siempre se han situado afuera del país,
en los ejes políticos imperiales.
Bogotá es ciudad local compuesta por 20 localidades, ciudad capital sede de los poderes públicos,
ciudad nación por ser muestra prototípica de la multietnicidad y multiculturalidad del país, ciudad región
por asentarse en el antiguo territorio muisca y en la zona geográfica determinada por la orientación del
comercio hacia el Magdalena en su doble sentido norte y sur, pero también por sus múltiples puntos
cardinales tendidos hacia Boyacá y el Meta.
Ciudad en un tiempo territorio de un gran lago y cruzada por ríos y quebradas, rodeada de páramos,
en una altiplanicie que la aleja del mundo, es a la vez hoy ciudad global por medio de las comunicaciones,
los servicios, la producción y una cultura más densa que en cualquier otra región o ciudad de un país
compuesto por muchas ciudades intermedias y con una urbanización muy acelerada en el último siglo.
Más adelante veremos que en Bogotá se ejemplifica el destino del país global que se fundó como
Ciudad Letrada excluyente, pero desde su fundación colonial con un designio incluyente y desde su
refundación republicana con un proyecto democrático, el mismo que –más allá de la democracia formal y
de una democracia sustantiva en muchos aspectos, pero limitada para abarcar la mayoría– se avizora
57
desde la institución de la elección popular de alcaldes (1986 como acto legislativo, 1988 como primera
expresión de voluntad popular), pero mucho más desde 1994 (con el precedente de la Constitución de
1991) al 2004 con administraciones que pusieron empeño en la cultura ciudadana.
Ahora bien, señalamos de nuevo que desde el 2004 podemos estar asistiendo al paso de la cultura
ciudadana (iguales ante la ley y las normas), a la cultura democrática (iguales, pero diferentes en muchos
aspectos y por lo mismo necesitados de mover la solidaridad y la educación para producir equidad social,
de género, de edades, de etnicidad y, a la vez, tolerancia y comunicación y comprensión intercultural). Lo
anterior se puede anticipar si recordamos con el diagnóstico de la ciudad de Bogotá que se incluye a la
cabeza del plan de educación que hay signos de progreso, pero también remanentes de grave inequidad,
que son los que presionan desde abajo para orientar el cambio41.
En la última década, Bogotá presenta progresos en tasa de crecimiento (“entre los años 2000 y 2003
el PIB de la nación creció 9.3% y el de Bogotá 13.2%); ahorro y saneamiento fiscal (“entre 1991 y 2002
los ingresos registraron un crecimiento real anual promedio de 11.9%; como porcentaje del PIB pasaron
de 3.1% en 1991 a 7.1% en el 2002”); inversión (“pasó de 35.5% a 64.8% en el 2002)42 .
Y sin embargo, junto al progreso económico, el deterioro social:
“Cerca del 50% de la población se encuentra excluida de la vida social, económica y política de la
ciudad. Desde el punto de vista de los ingresos, entre 1997 y 2003 el porcentaje de la población de la
ciudad por debajo de la línea de pobreza pasó del 35.1% a 46.2% y el porcentaje por debajo de la línea de
indigencia pasó de 6.8% a 12.3%. Esto quiere decir… que actualmente la mitad de los bogotanos no
obtiene suficientes ingresos para cubrir la canasta básica de bienes y servicios y (…) que el 17% no tiene
los ingresos suficientes para satisfacer sus necesidades básicas de alimentación”43.
Luego, el documento examina la relación entre pobreza y educación, comenzando por llamar la
atención en torno a cómo los más afectados por la pobreza, el desempleo y la desnutrición son los niños y
niñas en edad escolar: “el 38% de las personas en pobreza, es decir, 1.189.744, son niños, niñas y
adolescentes que….son el 55% del total de niños, niñas y adolescentes de la ciudad”44 .
Este es el marco para precisar los horizontes de la educación ciudadana. Pero antes es preciso seguir
otros rodeos.
41 Bogotá Sin Indiferencia a la educación, bajo el marco del plan Bogotá: una gran escuela. Alcaldía Mayor de Bogotá. Secretaría de Educación de Bogotá. 2004. Plan sectorial de educación 2004 – 2008. Bogotá: una gran escuela. Para que los niños y niñas y jóvenes aprendan más y mejor. Bogotá, Alcaldía Mayor. 42 Página 19. 43 Página 20. 44 Página 20 y 21.
58
Escuela y socialización política y educativa
Precisamente porque la escuela ha sido traspasada por la explosión de la educación no formal e
informal, estando a su vez condicionada por la socialización primaria que se lleva a cabo en la familia y
por la socialización que se ejerce desde los espacios de poder (de tanta importancia en la formación
ciudadana y sin embargo tan poco advertida), conviene mirar su papel en la formación de los individuos –
y por tanto su función en la educación ciudadana y democrática en particular– en términos de un esquema
más amplio.
En efecto, contra lo que suele pensarse, la escuela no ha sido, y ahora menos, institución que
detente una especie de monopolio en la constitución o formación de los individuos. Es cierto que su lugar
es privilegiado, pero por una parte siempre su papel ha sido parcial por ser una especie de segunda
crianza, y hoy en día esta segunda crianza está flanqueada cada vez más por el peso de la educación
informal.
Un gráfico nos permite mirar estas relaciones:
MODOS DE SOCIALIZACIÓN
PRIMARIA
SECUNDARIA
NO FORMAL FORMAL INFORMAL
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La socialización primaria o familiar inscribe el carácter de cada cual, o compone a cada individuo
como un conjunto de caracteres. La palabra carácter proviene del griego y significa grabar. Cada cual es
grabado o cincelado en su infancia y esto por una doble vía: cada individuo es inscrito en la especie y en
el genoma como un soma (cuerpo), mediante la inscripción genética (cadena de doble hélice) que hace de
cada ser un símil disímil de los padres y, al mismo tiempo, cada ser es inscrito en la cultura y en la
sociedad, por medio de un sema o conjunto de caracteres que lo individualizan a través de un lenguaje
propio encadenado al lenguaje común, configurado por los modos de crianza socialmente diferenciados
según la posición de la familia en la estructura social y particularmente determinado por la historia
familiar (la educación, la posición laboral, el capital cultural, el deseo de los padres, su trayectoria, el tipo
de alianza conyugal, la relación con hermanos y hermanas). La socialización primaria configura lo que el
psicoanálisis llama inconsciente y que, según Lacan, se organiza como un lenguaje. Empleando las
metáforas de la cibernética (que en su etimología es Kubernetes y quiere decir pilotaje), la infancia forma
lo que se podría denominar el disco duro (hardware) o la caja negra que dispone el mapa de las
instrucciones generales de la vida en tanto soma o sema, mientras que las lecciones de la vida (las que se
aprenden en la educación formal, no formal e informal son como una especie de distintos programas
(software). También corresponde a lo que Bourdieu llama el hábitus, o sea la predisposición a un modo
característico de ser social de cada cual. Tal habitus, como kubernetes o piloto de la vida, impone un
destino o destinación, frente al cual la tarea de la educación es interpretarlo y transformarlo por actos de
razón, de voluntad, de libertad y de juicio en un designio o proyecto de vida.
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La educación formal, por su parte, es la socialización caracterizada por una secuencia programada
en escalas sucesivas, por la distinción neta de roles en términos de pedagogía como condescendencia
(maestros-discípulos), por espacios delimitados (escuelas, colegios, universidades), por ritos de
graduación y por control del progreso (sistemas de evaluación, notas y exámenes). Como sucede en el
encuadre del psicoanálisis en la relación de paciente (el que no sabe) y psicoanalista (el que se supone que
sabe), la escuela y la educación formal fundan su autoridad y su lógica en el supuesto saber de quienes
enseñan y el supuesto no saber de los que aprenden. Toda la lógica de la escuela deriva de un ironía que
expresara con algo de extremidad el poeta Rimbaud cuando decía: “¡¡¡ah, si la juventud supiera y la vejez
pudiera!!!”. Y aunque la sentencia no sea del todo cierta (el puer sabe más de lo que el senex supone y el
senex puede más de lo que el puer supone), en balance la asimetría entre poder y saber, entre energía y
sabiduría es la que funda el acto de la educación como una transmisión de tradición en la cual se produce
varianza. Pero a diferencia del psicoanálisis, por lo menos en teoría, la educación formal muchas veces
desempeña con arbitrariedad el papel del amo y reproduce en los alumnos el papel del esclavo, cuando no
es capaz de desconstruir su papel, en otros términos, cuando no es tan filosófica como para comprender
que ese supuesto saber es un no saber absoluto y adoptar ese principio de sabiduría de Sócrates cuando
afirmaba que “sólo sabía que nada sabía”.
La dificultad de la escuela consiste en que diseña programas (softwares) –que es lo que llamamos
currículum– en relación a discos duros ya predeterminados por la familia e inscritos como habitus o
disposiciones generales de aprendizaje y de conducta en los individuos. La educación formal debe
habérselas con el educar o inducir “el coraje de aprender”, o sea, la capacidad de comenzar siempre de
nuevo, valiéndose del hábitus, pero poniéndolo a prueba, sometiéndolo a tensión, partiendo de la premisa
de que aprender a aprender es también y ante todo aprender a des/aprehender o en otros términos a
des/habituarse. Eso es lo que está en el fundamento de esas transacciones escolares entre códigos
restringidos y códigos elaborados, lo cual implica contextualizar, pero al mismo tiempo descontextualizar,
tramar y desentramar45.
45 Meirieu y Devaley, libro citado, página 242.
61
En una concepción visionaria, la escuela que alía la pedagogía con la psicagogía debería imponerse
como misión educar en su sentido etimológico, como el ayudar a que cada cual lleve a plenitud la
potencia que contiene ya en sí, y en este sentido colaborar para que cada estudiante devele el plano de su
vida o su destino para transformarlo en designio o proyecto libremente elegido y voluntariamente
desempeñado. En otros términos, la educación está llamada a facilitar el devenir de esa potencia que está
ya contenida como miles de posibilidades en el niño o en la niña. Esta es la interpretación más lógica de
la propuesta de Touraine en relación a instituir una Escuela del Sujeto. En dicha escuela, toda pregunta
sobre el mundo vuelve como pregunta por el sujeto (el dasein de Heidegger).
La educación no formal es una modalidad de socialización aleatoria, no progresiva, no graduada,
abierta, pero conserva ciertos dispositivos de pedagogía, aunque más laxos. En ella se encuentran la
educación catequésica, la educación popular, la educación política, las conferencias, los páneles, los
cineforos y los talleres, entre muchas otras.
Nuestras escuelas ya se han abierto de modo considerable a estas posibilidades mezclando la
educación formal con la no formal. En el colegio Próspero Pinzón, por ejemplo, como se menciona en el
diario de campo y en los anexos, en los días de observación se hallaban acciones encaminadas a
encuentros tan variadas como el foro de derechos humanos, talleres de convivencia, taller de “sexualidad
y ternura”, simposio en la alcaldía de Kennedy sobre “ciencias sociales, convivencia y conciudadanía”,
foro de derechos humanos, olimpiada de filosofía, concurso de ortografía. De hecho, la institución del
gobierno escolar es una modalidad de educación no formal combinada con la educación formal.
Como lo ha puesto de presente el equipo de investigación del Instituto para el Desarrollo de la
Democracia Luis Carlos Galán46, buena parte de la “gobernabilidad” de la escuela (nosotros diríamos
mejor, de un “orden de la esperanza”) en algunas instituciones de educación reposa en la promoción de
muchas actividades de educación formal mediante las cuales los/as estudiantes organizan algo que se
podría designar como un currículum paralelo o al menos como un currículum complementario,
atendiendo a sus concepciones, intereses, estilos de vida. Este es un modo precioso como se introduce en
la práctica un cierto equilibrio entre la libertad de enseñanza, que es la que imponen los maestros (en
realidad las autoridades educativas, aunque cada escuela tenga cierta autonomía para organizar el
currículum o por lo menos la disposición pedagógica del currículum) y la libertad de aprendizaje, que
consiste en la introducción de temas de estudio por parte de los discentes.
46 Presentación de informes en Seminario de Evaluación de experiencias en creación de una cultura escolar, el día noviembre 27 de 2004.
62
La educación informal , por su parte, es una educación ubicua en tiempo y en lugar. Todo tiempo,
a cada segundo, a cada edad de la vida, desde el principio al fin. Todo lugar, casa, calle, vecindario,
espacio laboral, cama. Descentrada en el sentido de no distinguir maestros y alumnos, aunque pueda
haber emisores y receptores. Coeducación en sentido estricto. En espacio condensada en términos de
ciudad (ciudad letrada, pero hoy ciudad educadora) o de referentes cargados de sentido como lugares
comunes (la calle, el parche, la taberna de los Simpson). En tiempo condensada en términos de ritos de
paso comunales (fiestas colectivas) o familiares y personales (sacramentos, cambios de edad). Potenciada
en la modernidad por medios de comunicación, cine, radio, televisión, internet, medios interactivos e
integrados. Educación en el trabajo, educación continua, educación por pares.
Dentro de la educación informal cabe destacar el papel de la educación política a través de la
escenificación de las formas de poder (por ejemplo, en la Colonia con la disposición arquitectónica de la
plaza y la organización de procesiones civiles y militares), la oratoria, la radio, la televisión. Como lo han
puesto de presente las líneas de investigación de Jóvenes y de Educación y Comunicación de la
Universidad Central, es aquí donde la perplejidad y la resistencia de la escuela es mayor, pese a no pocos
avances en ella. Y es aquí donde la brecha entre las culturas juveniles y el mundo de los padres y madres
y el de los maestros/as se torna tan distante hasta el punto de ser casi trágica y configurar un terreno
intermedio de incomprensión, recelo mutuo, falta de palabras y de escucha, resentimientos, zonas muertas
donde pocos van y vienen, suficiencias y arrogancias de parte y parte, resistencias sordas, rebeliones. Es
aquí donde el habla y la escucha se paralizan, donde no hay circulación de la palabra, donde la pregunta
se ciega por la imposición de imperativos mudos y acalladores. Donde no hay comunicación, ni
argumentación, ni comprensión recíproca. En nuestros términos, aquí hay brechas entre la ciudadanía
local y la ciudadanía global, comprendiendo en este caso aquellos estilos de vida que provienen de tribus
urbanas o de comunidades de estilos de vida trasnacionales.
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Un ejemplo de estas brechas es lo que los/as estudiantes del Próspero Pinzón mencionan cuando
indican “censuraron la emisora, o mejor la cerraron con excusas falaces” (ver anexo 4.4), pero es además
lo que aparece con clara evidencia como contraposición a propósito del Manual de Convivencia en el
“Foro de Derechos Humanos y Manuel de Convivencia por el futuro prosperista” (véase documento en el
Diario de Campo, a partir de la página H-80) a propósito de la diferencia entre estilos de vivida vividos y
estilos de vida exigidos por las autoridades. Aquello que más duele en todos estos desencuentros es el
problema de la comprensión de los afectos y desafectos juveniles. Ello también se deja ver en el modo
como se afronta la disciplina por parte de los coordinadores de colegio, donde se habla pero no se escucha
y donde muchas preguntas de los estudiantes quedan sin respuesta (ver Diario de Campo, M-5 a M-10) y
donde la órbita del imperativo y del castigo prevalecen sobre el diálogo. El llamado “observador” de la
disciplina haría las delicias de un Foucault.
Pero vamos a insistir en que no es asunto de sindicar, sino de comprender para transformar. Porque
el ojo que simplemente señalara estas conductas como fallas y acusara a los maestros y maestras,
coordinadores u orientadores por estas prácticas pecaría del mismo síndrome que se aplica al
“observador”: el observador del observador no haría más que ser un juez de disciplina de otra instancia y
es justamente esa la función que se arroga por ejemplo el Ministerio de Educación cuando se pone en el
plano de acusar a los maestros/as, en lugar de comprenderlos/as y orientarlos/as.
Es preciso entender esta relación tan tortuosa que surge en ese juego de correspondencias entre el
Manual de Convivencia y los castigos, las “anotaciones”, los “registros”, los prontuarios y la disciplina y
el orden que se quieren imponer, en términos de dos aspectos: por un lado, los problemas de desafectos,
desestimas y fallas propias de la crianza, en medios sociales deprivados, sometidos a muchas tensiones,
desplazamientos, carencias. La educación formal está montada, como hemos señalado, sobre ese
“polvorín” que es la socialización primaria, con todos los dramas de la pobreza, el desempleo, la
violencia, la ausencia de afecto, la desnutrición.
Y por otra parte, nuestros modos o estrategias de afrontar estos problemas a veces se quedan
anclados en imaginarios y tradiciones que no hemos desconstruido con suficiente lucidez. Es por esta
última razón por la cual se impone hacer una arqueología de la escuela y, en general, de los modos de
socialización política de los colombianos, en términos que conjuguen –al modo de Foucault– la relación
entre saber y poder, la organización de los discursos y la circulación de los mismos.
A diferencia de la perspectiva de la primera parte, donde nos remontábamos a Grecia para examinar
a partir de allí el por qué del olvido de la pregunta, del sujeto y de la psicagogía, en Colombia el ascenso
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podría más bien remitir al por qué del olvido del principio de sabiduría, encarnado en los modelos de
socialización indígenas, sin que pretendamos un retorno nostálgico a dicho modelo, ante todo por su
insuficiencia técnica. Pero más allá del olvido de la sabiduría, nuestra indagación comprenderá por qué en
modelos de configuración colonial o neocolonial o propios de nuestra configuración en el biopoder glocal
ni la pregunta ni la sabiduría han hallado espacios suficientes, pese a algunas propuestas muy valiosas en
tal sentido.
Pero no se trata sólo de hallar estas respuestas, sino de mirar las configuraciones que sedimentan
nuestros imaginarios actuales y que se expresan, por ejemplo, en las concepciones de gestión y en las
visiones del orden social y del orden escolar, junto al orden político, para poder identificarlas en sus
palimpsestos, criticarlas y removerlas en tanto se conviertan en obstáculos o –como decía Jorge Eliécer
Gaitán– en quistes epistemológicos que lastran con un peso muerto, pleno de fantasmas sin conciencia,
los quehaceres de la democracia, la educación y la educación para la ciudadanía.
Los siete modelos históricos de socialización política en Colombia
En la página subsiguiente puede observarse la tabla No. 1 que resume los modos de organización de
la sociabilidad o de la ciudadanía en términos del modelo, el tipo de poder dominante, el saber
prototípico, la profesión o la figura social que lo encarna y los modos de expresión de estas relaciones. A
la vez, en la tabla No. 2 se distinguen a partir de allí los modos de valoración, los discursos pedagógicos y
los modos de evaluación de cada modelo.
Sucesivos e históricos, los modelos también suelen yuxtaponerse e incluso coexistir en transiciones
y en combinaciones sutiles y ello no sólo por acomodos o por lo que se suele llamar un poco de modo
inapropiado “sincretismos” (en su etimología, mezcla perfectamente soldada) y nosotros nombraríamos
más bien como coexistencias (que pueden ser del orden de la subordinación, la resistencia o la mera
coincidencia), sino porque muchos elementos o metáforas de los saberes de algún modelo suelen persistir
como imaginarios resistentes a cualquier cambio, algo que es absolutamente decisivo para la
desconstrucción y reconstrucción crítica de las mentalidades o de las representaciones colectivas y en
particular para los discursos de la escuela, lo mismo que algunos elementos que en apariencia caducaron
pueden servir de faros para iluminar nuevos designios.
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El modelo de socialización indígena
Para bien o para mal, nuestra historia como pueblos multiétnicos y multiculturales, como la historia
de todas las partes del mundo, está uncida a la globalización o a la formación del mundo que emergió en
el siglo XVI y no ha hecho más que extenderse con intensidad con las tres revoluciones tecnológicas del
mundo moderno que han erigido el biopoder glocal. Formamos parte de esa historia. Nuestro destino y
nuestro designio se fraguaron, como ha ocurrido en la historia universal, en buena medida por ese signo
de la infamia que esta historia entraña como guerras, desplazamientos, imperios, conquistas,
dominaciones, servidumbres.
Y no obstante, podemos valorar y volver al modelo de socialización indígena (empero, sin caer ni
en idealización, ni en nostalgia absoluta), gracias a que una resistencia que ha de ponderarse en medida
planetaria, ha permitido la conservación de tradiciones y lenguas indígenas que hoy, pese a que en buena
medida las civilizaciones y culturas indígenas fueron en lo esencial subyugadas o vencidas, cobran valor
por muchos aspectos.
El principal es una visión ecobiofilosófica a la cual hoy vuelve el pensamiento, como se ha
insinuado con Morin, con la ecología (tratado de la casa) o con una perspectiva de ecumene (la casa
poblada, en su etimología). Ese neologismo significa un amor al saber de la vida y de la casa (de nuevo,
según las acepciones originales). El asunto es que cuando la casa se ha tornado mundo y el mundo tiende
a ser una casa (aunque estratificada o, como diría Renato Ortiz, con “un pluralismo jerarquizado”47,
representado en el hecho de que el uno por ciento de la población mundial percibe al año tanta riqueza
como el 57% de la población del planeta), se plantea el problema que algunas comunidades indígenas (no
todas, pero algunas con una sabiduría ejemplar para el mundo) concibieron en su constitución cultural y
en sus formas de socialización y este se puede pensar en los términos de una institución, el pagamento.
Éste significa devolver a la tierra, concebida como progenitora, lo que se ha tomado de ella, lo mismo que
devolver a la comunidad con justicia distributiva lo que se acumula como bien colectivo. Así está
representado, entre muchos otros motivos, en el mito y en la práctica del tejido, que no podemos describir
aquí en detalle como lo hemos hecho en el libro Tramas de Telémaco, sino en un resumen muy apretado.
Hilar es oficio de todos entre los koguis, tejer es tarea propia de varones. Las mujeres hilan de adentro
47 Referencia en Restrepo, Gabriel y otros. 1998. Cultura Política y Modernidad. Bogotá , Universidad Nacional, Centro de Estudios Sociales.
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hacia fuera y en la rodilla derecha, los hombres de fuera hacia adentro y en la rodilla izquierda. Pero sólo
los hombres tejen y esto como enseñanza. Según la desconstrucción que hemos hecho del mito en el libro
mencionado, esto significa la obligación de aquellos que se alejan de la casa, los hombres, de retornar a la
ley de la madre y subordinarse a ella. Y este retorno contiene la idea básica del pagamento. En una
sociedad, como la de los koguis, donde como en toda sociedad indígenas la memoria mítica se almacena
en el cuerpo de los chamanes iniciados (la noche es su espacio de aprendizaje de los iniciados por la
herencia y por los maestros chamanes del nacimiento hasta los doce años) a través de un complejísimo
proceso de socialización ritual y poiésica (asociación de música, danza, oralidad, arquitectura, estilos de
vida), el lenguaje corporal y estético cobra una dimensión extraordinaria como modo de enlazar el
conjunto de pensamiento mítico y su puesta en escena a través de la cotidianeidad altamente ritualizada.
Ahora bien, el significado de esta idea del pagamento es de una densidad extraordinaria. Lo que la
humanidad ha hecho desde la erección de la casa en el neolítico hasta la constitución en obra negra de una
casa global contemporánea, pasando por las ciudades y los imperios, y por supuesto por las guerras, es
organizar neguentropías parciales o equilibrios focalizados (cada sistema de producción conocido hasta el
momento, desde el esclavismo, hasta el feudalismo, el capitalismo o el biopoder) a costa de entropías o
desequilibrios naturales y sociales (guerras, desplazamientos, reducción de hombres y mujeres al estatuto
de cosas o de animales). El paso de la casa en estado de obra negra (opus nigrum, en la acepción
alquímica) a la Casa Global reconciliada con la tierra –patria que la alberga y con los habitantes que la
habitan, sólo puede hacerse a través de esa puerta que abrieran algunas comunidades indígenas, como los
Koguis, a través de la institución del pagamento, que significa en términos prácticos devolver el equilibrio
a la vida y pagar la deuda social con los habitantes de la ecumene.
La fatalidad de la historia, su rostro trágico, puede inferirse del hecho siguiente: el “retraso” técnico
que explica por qué pueblos con alta sabiduría fueron dominados por pueblos con gran energía (velas,
cañones, fundición de metales, animales domesticados), no obedeció a una “incapacidad” de los pueblos
indígenas, sino, como en los Koguis, a una opción de vida equilibrada: fue la excentricidad tocada por la
locura de sociedades patriarcales la que llevó desde mucho antes de Odiseo a Alejandro, Julio César,
Genguis Kan, Napoleón y sus múltiples sucesores a tejer un mundo por medio de la guerra y de un fuego
y de energías salidos de madre.
Todo lo anterior se señala no para desvirtuar la técnica o la domesticación global de la energía (la
misma que puede hacernos estallar en pedazos o destruir la capa de ozono y desertificar la tierra), sino
para indicar, en las condiciones del mundo contemporáneo, la necesidad y la dificultad de producir una
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nueva sabiduría que integre el mundo técnico en nuevos y más complejos niveles de sabiduría, los
necesarios para domar al domador y amaestrar al amo. Tarea hoy global y local que demandará luchas
parciales y planetarias de varias generaciones, sin ella estaremos condenados a una entropía fatal en el
orden global y local.
Es ahí cuando el valor de ciertas tradiciones puede ser revolucionario. En el caso de la escuela,
pusimos de presente esa energía de una tradición al exaltar la construcción de una maloka –inspirada en
las etnias Ingas– como espacio y rito para explorar formas de convivencia, ciudadanía y resolución de
conflictos en una escuela en el barrio Jerusalén, de Ciudad Bolívar48.
El modelo de socialización colonial. El designio de la ciudad letrada. La pirámide de castas.
Para una lectura desde otras ópticas de estos modelos, se remite aquí a un texto general de Gabriel
Restrepo dentro de los libros citados: Saber y poder: socialización política y educativa de los
colombianos, y para el caso del modelo colonial a dos específicos, Alquimia del semen y Tramas de
Telémaco. Aquí nos interesa desarrollar algunos argumentos nuevos e insistir en algunos conceptos de
importancia para el análisis contemporáneo de la educación.
Un concepto clave es el de ciudad letrada. Acuñado por Ángel Rama, éste se refiere a la
importante idea de que nuestras sociedades multiétnicas surgieron desde el principio como un proyecto de
ciudad. Mucho antes de Brasilia, que encarnó la idea de una ciudad pensada a priori, nuestras ciudades y
sociedades multiculturales fueron proyectadas y diseñadas de antemano en todos los aspectos: jurídico
(derecho de gentes), arquitectónico (disposición de damero), político (leyes de indias), religioso (modelo
de evangelización).
El proyecto de ciudad letrada encierra un destino (schicksal) como idea a la vez incluyente y
excluyente. Como destino o destinación contiene la potencia de una historia o suceder de esa destinación
o envío (Geschichte, en tanto proviene de Schicksal). El destino es lo que tiende a volver o a retornar, lo
que fuerza a la repetición. Pero en muchos casos, como sucede en América Latina y el Caribe (en cuyos
casos el destino es latente o laberíntico), el destino retorna como fantasma (re/venant, en francés,
significa fantasma, pero es en su raíz lo que vuelve), a diferencia de países con destino manifiesto o
patente donde el destino redunda como oportunidad de reconocimiento e inaugura acontecimientos
48 Restrepo, Gabriel. 2002. Educación en ética y valores. Bogotá, Editorial Cooperativa del Magisterio.
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nuevos. Para emplear una imagen un poco caduca de Freud, en los primeros el destino aparece como
“ello”, fuerza inconsciente, en los segundos como un yo o un sujeto colectivo apropiado de su pasado y
dispuesto a transformar el destino en designio o en proyecto. Y si decimos que la figura de Freud es un
poco caduca es porque el término “inconsciente” es un residuo de la metafísica, no designa nada en
concreto, deja flotando vaguedades. En cambio, el concepto de destino no como fuerza ciega, sino como
destinación o envío humanos, en un sentido ontológico y no metafísico, designa todo lo que unas ciencias
sociales tienen que reconocer como realidades imaginadas y constituidas, determinaciones sociales, actos
fundantes, imposiciones, obligaciones, herencias, testamentos, legados.
Puede parecer paradójico, pero sin esa cinta de Mebio entre lo incluyente y excluyente no se
comprendería el sentido de ese envío o destinación como acto que la historia se encargará de actualizar y
desarrollar en cada una de sus fases, por ejemplo en la nueva puesta en escena de la Ciudad Letrada en el
modelo señorial con la figura de los llamados presidentes gramáticos y en general con todos aquellos que
desde el poder manejan los códigos o significaciones culturales como modo de legitimación del poder y
de dominación política y social (incluidos allí los presidentes con esas nuevas gramáticas que serán la
medicina, la ingeniería o la economía, en los modelos posteriores al señorial).
La ciudad Letrada fue incluyente (podríamos decir también con cierto giro: hospitalaria) porque
gracias al derecho de gentes, predecesor de los derechos humanos, y a su fundamento teológico (los
indígenas tienen alma), se evitó una segregación del tipo que ocurrió en India o en otras sociedades (el
apartheid surafricano, Servia y Bosnia, o las rivalidades étnicas en el África subsahariana de hoy, las
brechas entre palestinos y árabes), donde entre las castas, a diferencia de las americanas, no podía ocurrir
ni comensalidad, ni cohabitación, ni copulación: con ello, se favoreció en Iberoamérica una
miscegenación (mestizaje y mulataje) que empero no obedecía a la lógica de la panmixia (mezcla de
todos con todos), sino a una estructura piramidal que privilegiaba la redención de los de abajo por la
condescendencia de los varones encumbrados (Alquimia del Semen, es el nombre que Gabriel Restrepo ha
dado a la lógica que regía ese encuadre incluyente/excluyente). Con ello, la casta española o criolla
dominante organizó la circulación del deseo y envidia sociales (de ahí se deriva una consecuencia teórica
muy importante y es la ponderación del afecto o el desafecto como vínculo social y por ello también la
relevancia de la perspectiva de género, junto con la de etnicidad), encareciendo los valores hispanos y
devaluando los indoamericanos o afroamericanos, que a su vez ejercieron una especie de contraseducción
(formas de goce de vida a modo de una especie de retorno del flujo de envidia hacia abajo). De otra parte,
el modelo supone una organización de la extracción de plusvalor a indígenas (siervos/as) y a
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afrodescendientes (esclavos/as) que opera por medio de la devaluación moral (algo que se advierte en la
superposición de la geografía de la etnicidad y la geografía de la pobreza, y que el antropólogo Michel
Taussig ha denominado como “topología moral”). Los siguientes gráficos ilustran la serie de ecuaciones
semánticas del modelo.
IMAGINARIOS DE LA PIRÁMIDE DE CASTAS: ETNICIDAD
LO EURO/HISPANO/NOR/AMERICANO
LO CRIOLLO
LO MULATO LO MESTIZO
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LO AFROAMERICANO LO ZAMBO LO INDOAMERICANO
IMAGINARIOS DE LA PIRÁMIDE DE CASTAS: GEO/ETNICIDAD
LO EURO/HISPANO/NOR/AMERICANO
ALTIPLANICIES O ZONAS COSTERAS DE ACCESO AL CENTRO
VERTIENTES VERTIENTES
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LLANURAS BAJAS
IMAGINARIOS DE LA PIRÁMIDE DE CASTAS: ETNOECONOMÍA
GOBIERNO A DISTANCIA
GOBIERNO LOCAL. COMERCIO
TRANSPORTE ARTESANÍA
ESCLAVOS SIERVOS
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IMAGINARIOS DE LA PIRÁMIDE DE CASTAS: REPRESENTACIONES RELIGIOSAS
PARAISO/DIOS/VIRGEN
SANTOS
PURGATORIO PURGATORIO
INFIERNO INFIERNO
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IMAGINARIOS DE LA PIRÁMIDE DE CASTAS: REPRESENTACIONES ALQUíMICAS
RUBEDO. ORO. PIEDRA FILOSOFAL
ALBEDO BLANQUEAMIENTO
OPUS NIGRUM
NIGREDO ESCORIA ENNEGRECIMIENTO
IMAGINARIOS DE LA PIRÁMIDE DE CASTAS: REPRESENTACIONES
CORPORALES, RACIONALES, TRÓFICAS
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CABEZA/RAZÓN/CULTURA/AMO/PREDADOR
ENTENDIMIENTO/SUBLIMACIÓN
TRONCO/ ASTUCIA / GLOTONERÍA TRONCO
SENTIMIENTO PIES / PREDADO NATURALISMO
Como se puede ver por la superposición de gráficas, a partir de la etnicidad se organizan las
relaciones económicas, políticas, sociales y culturales, en una serie de correspondencias asombrosas que
llegarán incluso a explicar, siglos después, la coincidencia de una geografía de la etnicidad con una
geografía o mapa de la pobreza. Y lo que es importante comprender es el principio de que la extracción
de plusvalía (servidumbre y esclavismo) opera mediante una extracción o substracción de valor, o, en
otros términos, en una minusvaloración simbólica de los dominados (zambo proviene de torcido, mulato
de mulo y muchas figuras intermedias en el cromatismo del mestizaje o mulataje tomaron nombres de
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animales), a los cuales, empero, se les señala como el camino de salvación el “blanqueamiento” de todo
tipo (étnico, religioso, simbólico, como aceptación del canon del amo).
Este rasgo será decisivo para la evolución de los imaginarios y en particular de la escuela, donde
todavía puede operar el modelo en forma subliminal. Un proyecto de democracia y de ciudadanía tendrá
que apuntalar la autoestima y la valoración cultural de las etnicidades subordinadas, como modo de evitar
encuadres que favorecen la sobreexplotación económica o la dominación política o el sujetamiento
cultural. Este fue el sentido de la valoración positiva de la definición de la Constitución de 1991. Y es
también de una importancia decisiva en la construcción de tejidos democráticos y conciudadanos en la
educación, principalmente en la pública.
Una consecuencia importante de este modelo es que las luchas por la inclusión y la exclusión pasan
por esa dimensión estética tan poco reconocida, pero tan decisiva, de los estilos de vida asociados a la
sexualidad, a la alimentación, al vestido y en general al vivir cotidiano. Esto se reflejará todavía en los
imaginarios contemporáneos, por ejemplo en esas pugnas de los Manuales de Convivencia en torno al
porte personal, a los uniformes y en general a la expresión de la afectividad y en general a la
comprensión de los estilos de vida juveniles.
Se puede mencionar un ejemplo: el término “compañero” que tanto se aplica en las relaciones
sociales (y sus diminutivos y sinónimos, como compa, parce, compadre y otros) designa desde su
etimología, cum pannis, compartir el pan, esa dimensión de comensalidad que será fundamental en todos
los planos de la vida, entre ellos por ejemplo el de la política y no menos en una expresión de ella, el
clientelismo. Al mismo orden pertenece aquello que se ha denominado “socialbacanería” y en un sentido
más sofisticado como el “relajo”. Más adelante relacionaremos este fundamento con una apreciación
genial de Borges en torno a la ciudadanía en América Latina. Pero en principio, para anticiparnos, el
hecho es que estas relaciones próximas (de familiaridad o de amistad) se imponen a aproximaciones
llamadas “universalistas” por los sociólogos, o abstractas, por los filósofos.
Otra consecuencia que interesa destacar sobremanera es la importancia que en este modelo adquirió
el discurso de los catecismos. El de Astete, publicado por primera vez en 1599, tendrá epígonos a lo largo
de toda la historia en derechas y en izquierdas y constituye una especie de basamento de nuestras
mentalidades. Amoldado en forma de filigrana al agonismo propio de la oralidad indígena y a los modos
de incorporar la memoria en el cuerpo, el catecismo configura un discurso pedagógico y una mentalidad
de suma cero, todo o nada: escrito con la apariencia de la pregunta, influido o moldeado por tres guerras
(contra los protestantes, contra los turcos, contra los indígenas remisos) representa en verdad el poder del
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imperativo, la instrucción antes que la educación, la imposición del dogma y la entronización de la
indoctrinación. De ahí se deriva el síndrome del maximalismo de las creencias, que tanta importancia
tendrá en nuestra constitución de los sujetos y en particular en los modos de reproducción de la escuela y
cuya desconstrucción es una tarea de primer orden para instaurar las premisas de una cultura democrática.
El modelo señorial. La cuadratura del bien.
Un análisis más detallado del modelo señorial puede hallarse en muchos escritos de Gabriel
Restrepo, entre los cuales se destaca el libro: Arqueología de la Urbanidad de Carreño (Bogotá,
Fundación Universidad Autónoma de Colombia, 2004). Aquí nos interesa de nuevo ampliar ciertas
dimensiones. La tabla No. 3 muestra la lógica de dicho modelo, un tanto al modo de la caricatura o
exageración, con el nombre de cuadratura del “bien”.
MODELO SEÑORIALSISTEMA DE EVALUACIÓN SOCIAL
LA CUADRADURA DEL BIEN
“LA EDUCACIÓN DEBE HACER DE CADA HOMBRE UN CABALLERO”.LUIS EDUARDO NIETO CABALLERO.
BIEN ECONÓMICO TIERRA O EDUCACIÓN COMO VÍA PARA ADQUIRIR TIERRA
ACREDITADO, SOLVENTE (COVINOC). UNA PERSONA DE PROPIEDAD. UNA PERSONA “DE CLASE”
BIEN POLÍTICO PODER DE VOTO, pero más allá de él, PODER EFECTIVO ELEGIR Y SER ELEGIDO. CARGOS PÚBLICOS, SERVICIO EXTERIOR
BIEN SOCIAL ALIANZAS. BIEN CASADO. INFLUENCIA. BIEN RELACIONADO
BIEN CULTURAL (referido al estilo de vida) BIEN SABIDO. BIEN HABLADO. BIEN VESTIDO. BUENA CASA. BUENA MESA. BUEN GUSTO ESTÉTICO. BIEN EDUCADO Y BIEN CULTO. BUEN HOMBRE O MUJER. BIEN CATÓLICO. BUEN PARTIDO.
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Tabla No. 3
Sin embargo, más allá de la burla que aparece den entrada al juzgar el modelo, es necesario indagar
en una cierta “racionalidad” y “progresividad” del modelo señorial. Porque el modelo fue innovador en
muchos aspectos. Frente a la discriminación por pigmento (o en base a rasgos adscriptivos, como dirían
los sociólogos), entronizó una discriminación por conductas que por tanto pueden ser aprendidas (rasgos
adquisitivos, según la teoría). Respondió así a la nulidad –relativa por cierto– a la que había llegado la
diferenciación social en términos de la raza o la etnicidad y se amoldó a los pretextos democráticos de la
nueva república y a la nueva valoración de la educación (así sea una educación estamental y no
democrática). Carreño estaba llamado a realizar este giro por ser hijo de un hijo expósito. Por lo demás,
como hijo de músico, músico y padre de una música genial (Teresita Carreño), compendió una urbanidad
en clave estética (conceptos de armonía, bueno tono), algo que responde a toda tradición de la urbanidad
desde Grecia, pero que se amolda muy bien a la dimensión estética de iberoamérica.
Sin embargo, pese a sus avances, el modelo señorial tipificado en la Urbanidad de Carreño denuncia
graves problemas: primero, el traslapamiento entre una discriminación étnica con el estuco de una
discriminación en términos de una educación y concepción de cultura eurocentradas que se diseñan como
bien universal, haciendo de la norma de una educación estamental la norma de toda cultura y de toda
educación.
Segundo, el más grave, el minimalismo de la ética que dicha urbanidad refleja. Se trata, en efecto,
de una reducción de la ética a la etiqueta y de la moral a la moralina. Pero más allá de este achicamiento,
hay otro peor: es que la sociabilidad que propone la urbanidad carece de ágora o plaza (hay agarofobia),
porque todo transcurre en espacios cerrados (sala y comedor o iglesia), pero también carece de normas
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para espacios muy íntimos (la sexualidad está vetada como reflexión en la Urbanidad). De este modo, no
hay una formación en la sociabilidad ni en lo más público (el encuentro de los ciudadanos en la ciudad),
ni en lo más privado (el lugar de la sexualidad), que es de donde brotan la mayoría de las discordias
macrosociales, mesociales y microsociales o familiares y personales.
De esta manera, el modelo colonial y el modelo señorial instituyeron la mayor aporía en el plano de
la eticidad en Colombia: un maximalismo de las creencias y un minimalismo de la ética:
esta contrahechura, unida al problema político que ahora reseñaremos de modo breve, apunta a la
genealogía de las violencias grandes, medianas y pequeñas. Tan caballerescos y apersonados de nuestras
ilusiones como Don Quijote, nuestras armas para solucionar disputas en torno a creencias son romas,
anacrónicas, incapaces para afrontar problemas de ágora o de cama mediante la pregunta, la admiración,
la escucha, la elocución razonada, la controversia, la tolerancia y la transacción.
El asunto se agravó por el encuadre del poder en el primer siglo republicano, en términos del
monismo, explicado por Germán Colmenares de la siguiente manera:
“Nuestra democracia es monista. El Libertador y los Próceres encarnaban la democracia sin
oposición. La idea europea de que sin oposición no puede haber democracia no se da para Latinoamérica
en donde para que haya democracia no puede haber oposición”49.
El maximalismo de las creencias y el minimalismo de la ética, junto al universo de relaciones
afectivas familiares o de amistad o lo que podemos llamar maximalismo de relaciones próximas y
minimalismo de presencia del Estado y de la justicia, configura una situación que ha sido descrita de
nuevo con pincel magnífico por un poeta, Borges y que desarrolla las reflexiones de Lugones que
encabezan este capítulo:
"Si no me engaño –dice Borges para explicar la fascinación por el gaucho y el poco aprecio por el
militar como símbolo del Estado–, este rasgo instintivo y paradójico tiene su explicación. El argentino
hallaría su símbolo en el gaucho y no en el militar, porque el valor cifrado en aquél por las tradiciones
orales no está al servicio de una causa y es puro. El gaucho y el compadre son imaginados como
rebeldes". Compadre, caudillo o patrón, las equivalencias pueden multiplicarse, lo mismo que si
49 Expresión de Germán Colmenares, contenida en las discusiones recogidas en el libro: J.P. y Saint- Geours, Y. 1986. Estados y Naciones en los Andes. Hacia una historia comparativa. Bolivia, Colombia, Ecuador y Perú. Lima, IEP, 1986. Dos tomos. Ver tomo segundo, página 456.
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trasponemos las causas de la rebeldía a otras materias.
"El argentino, a diferencia de los americanos del Norte y de casi todos los europeos, no se identifica
con el Estado. Ello puede atribuirse al hecho de que el Estado es una inconcebible abstracción. El Estado
es impersonal; el argentino sólo concibe una relación personal. Por eso, para él, robar dineros públicos no
es un crimen. Compruebo un hecho, no lo justifico o disculpo"50.
Magistral concepción que tiene más alcance que cualesquiera otra explicación que hayan podido
suministrar los politólogos sobre el Estado y la llamada Sociedad Civil. Pero Borges concluye de modo
magistral:
"Lo cierto es que el argentino es un individuo, no un ciudadano".
De nuevo, pues, nos representamos en la historia de los imaginarios y de las mentalidades, la
dificultad de crear ciudadanía y conciudadanía.
Ahora bien, lo más crítico del asunto es que la mayoría de los Manuales de Convivencia están
plagados de dejos de los imaginarios contenidos en la Urbanidad de Manuel Antonio Carreño. Como en
este modelo, se produce una reducción de la ética a la etiqueta y de la moral a la moralina; se exagera de
nuevo el asunto de los estilos de vida y de una estética estamental considerada como ejemplar; se deja de
pensar en la formación ética para la argumentación y comprensión de las diferencias; carece de una visión
para considerar los problemas de la constitución de las personas en términos de los espacios públicos y de
los espacios íntimos derivados de la configuración de la sexualidad y del afecto.
El modelo de la sanidad corporativa (fisiológico, quirúrgico, epidemiológico).
El Manual de Convivencia del Colegio Próspero Pinzón parte en su capítulo primero del siguiente
lema: “Educar para la vida a partir de una sana convivencia social” (Diario de Campo, M-4). ¿Qué quiere
decir en este caso “sana” convivencia social? ¿Qué se quiere decir cuando en muchos colegios se habla de
formar personas “sanas”?
50 Jorge Luis Borges. “Historia del Tango”. En Ficcionario. Una antología de textos. Edición, introducción y notas por Emir Rodríguez Monegal. México, Fondo de cultura Económica, 1985. El ensayo está contenido entre las páginas 328 y 337. El editor indica que fue publicado en la segunda edición de Evaristo Carriego, 1955.
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Para examinar de modo crítico este postulado de deber ser ético, conviene rastrear el discurso
pedagógico de la sanidad en sus fuentes.
Las almas al cuidado de la Iglesia, los cuerpos al cuidado de los médicos, y las almas y los cuerpos
tutelados por un gobierno corporativo: tal fue la consecuencia del modo como se filtró entre nosotros, en
una curiosa mezcla, la alianza del biopoder mundial con el orden católico, reforzado el espíritu de la
Regeneración, la Constitución de 1886 y la institución del Concordato de 1888, una alianza que
Consuelo Corredor tipificó con el nombre de “modernización sin modernidad”.
¿Qué quiere decir aquí las almas al cuidado de la Iglesia? Fundamentalmente, el control de la
socialización primaria (familia) y de la socialización formal, no formal e informal por medio de la
recatolización del mundo de la vida y del mundo del poder político. Ello ha sido puesto de presente en la
investigación de Néstor Cardozo sobre textos escolares “Representaciones en textos de lectura en
Colombia: 1872–1931. Análisis de contenido e iconografía”51. Dos tomos. Universidad de Tolima, 2003.
Néstor Cardozo examinó una muestra muy amplia de las cartillas de lectura de esa época. Las
cartillas son una bisagra crucial entre la socialización primaria y la educación formal y por la edad en la
que se aprenden dejan una huella imborrable. Además, habría que añadir que las cartillas no solamente
están en las manos de los maestros y de los alumnos, sino que por razones de suponer, las madres y los
padres se inmiscuyen en esta edad en la lectura de las mismas. Por lo mismo, son una fuente
extraordinaria de imaginarios y de allí se colige la importancia cardinal del análisis muy juicioso e
imaginativo que realizó el autor. Cardozo agrupó el análisis en las categorías de religión, social,
conocimiento y progreso, con muchos subtemas.
La prueba de sus hipótesis es concluyente y contundente. Uno diría que la Regeneración realizó una
rehispanización a rajatabla y una reentronización de la mentalidad de catecismo, agónica y miliciana, que
no estará lejos de los orígenes de la violencia de los cuarenta y cincuenta. Y al mismo tiempo, uno
concluye que los dramas de las mentalidades de Colombia se encierran en un maximalismo de tipo
catecismo (católico, conservador o neoliberal, como sea) y un minimalismo de éticas reducidas a
etiquetas o morales rebanadas en moralinas, con urbanidades agorafóbicas que nos hicieron impropios
para manejar las diferencias.
La reducción del conocimiento del período radical a la regeneración, la tardanza en asimilar los
resultados de la evolución y de la gravitación, la prolongación increíble del predominio de la textualidad
51 Néstor Roberto Cardozo Erlam. 2003. “Representaciones en textos de lectura en Colombia: 1872 – 1931. Análisis de contenido e iconografía. Dos tomos. Mecanografiado. Universidad de Tolima.
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decimonónica en plena víspera del siglo XX, todo ello ayudará a reescribir no sólo la historia de la
educación, sino la historia de las mentalidades y a ver en ellas, como no se ha visto con rigor, una de las
causas de la violencia en Colombia y una de las fuentes de esa secular resistencia de los imaginarios para
dar paso a la formación ciudadana y democrática.
Por otra parte, el discurso de la sanidad trasladó a la política y a la cultura las metáforas de la
fisiología (normal y patológico), de la cirugía o arte anatomoclínico (corte) y de la epidemiología
(separación de lo sano y de lo enfermo, como en el caso del discurso de la lepra y de la higiene). El
discurso de la sanidad acentuará de una manera obsesiva y con la apariencia de cientificidad médica el
valor de la “limpieza”, ya presente de una manera casi maníaca en Manuel Antonio Carreño y dará origen
a una constelación de imaginarios que se aplicarán a la “limpieza” de monte, a la “limpieza” social, a la
purificación de las costumbres, que tanta trascendencia alcanzará como fundamento de las violencias.
Ello también llevó a una fobia contra la miscegenación y contra lo extranjero, encarnada en Luis López
de Mesa, médico y ministro de Educación nada menos que de la República Liberal, hecho que demuestra
que el peso de unas mentalidades iba más allá de las filiciaciones partidistas.
En el plano de la escuela, este modelo inspirará esos ideales de una “sana” convivencia o de
formación de personas “sanas” y, en contrario sentido, una satanización de las diferencias de lo normal
(consideradas patológicas), una cauterización de las conductas que se aparten de las normas o
segregaciones psicológicas o sociales a quienes se consideren en posibilidad de “contaminar” el cuerpo
social o escolar. No por azar el principio constitucional del “libre desarrollo de la personalidad” ha
tropezado en la escuela con una resistencia tenaz.
Por otra parte, el corporativismo político está enunciado en esta argumentación de John Sudarsky,
comentada por Andrés Gordillo, en una tesis doctoral que cuenta con la asesoría de Gabriel Restrepo52:
“La historia ha comprobado cómo el mundo hispánico llegó a la modernidad política, a la soberanía
del pueblo, sin contar con formas modernas de representación. Al contrario, priman en el inconsciente
colectivo valores heredados de lo que John Sudarsky llama el jacobinismo hispano católico (algunos de
los cuales son: eliminación de la esfera de la sociedad civil por una concepción monista de la naturaleza
de la sociedad; fundamento de la vida social en la idea de consenso y no en la de contrato; visualización
de la sociedad como jerárquica y desigual en lugar de igualitaria; la necesidad de mediación en el acceso
52 Gordillo, Andrés. 2004. “Espacios públicos y religiosidad en Colombia”. Proyecto de investigación presentado a la
Fundación Universidad Autónoma de Colombia. Bogotá, mecanografiado.
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a la realidad; la compulsión a participar pero sin compromiso real; el énfasis en la noción del “bien
común” por sobre la del “bien de la mayoría”.
“El lastre es pues más pesado de lo que se suele imaginar y pesa mucho el factor religioso. Para
empezar, en Colombia nunca ha habido verdaderos partidos políticos en el sentido moderno:
orgánicamente estructurados con unas bases populares, politizadores de la sociedad nacional, sino
coaliciones electorales cuando mucho, refractarias a la modernidad política. Los intentos por formar en el
siglo XIX partidos de bases, se diluyeron con la protesta artesana que se negó a ser instrumentalizada y
desde entonces fueron prácticamente abortados. En su lugar, se concibieron unos partidos oligárquicos
que han repetido fórmulas tradicionales y premodernas de ejercer el poder: caciquismo y caudillismo,
personalismo, oratoria rimbombante, corrupción”.
“En Colombia, esto quizás haya podido conducir a evitar el totalitarismo o a hacer más “vivible” el
autoritarismo53, como sugiere Manfred Mols en una brillante interpretación de la cultura política
latinoamericana, aunque, posiblemente, pagando el alto precio de otras formas de esclavitud que la
modernidad pudo resolver con el igualitarismo, la esfera de la sociedad civil y la autonomía del
individuo”.
“El problema del tradicionalismo, de la estructura simbólica conservadora heredada de la
constitución y la cultura de 1886, remite al asunto de la secularización incompleta o semisecularización.
Este es un asunto de gran importancia para el análisis de la cultura política en Colombia y Latinoamérica.
En este continente, en mayor o menor medida en uno u otro país, la Iglesia ha jugado un papel
determinante en la configuración de actitudes con respecto al orden social”.
“Colombia en particular, durante los cuarenta y cinco años que duró la Regeneración y la
hegemonía conservadora (1886-1930), mantuvo un régimen que bien puede caracterizarse de teocrático.
La alianza del régimen conservador con la Iglesia sancionó unas formas de ejercer el poder donde se
cancelaron las posibilidades de representación y se anuló la emergencia de la sociedad civil: la iniciativa
popular fue criminalizada o estigmatizada en aras de preservar el consenso sobre el orden social. A la
caída del régimen conservador, el liberalismo realizó algunas reformas de modernización institucional,
que contemplaban la revisión del Concordato de 1887, pero estas fueron poco vigorosas y chocaron
53 Manfred Mols. La democracia en América Latina. Buenos Aires: Editorial Alfa, 1987. Este punto es muy importante: En Colombia no sólo se debe superar el estado premoderno de las relaciones de poder, sino que la conciencia histórica impone la necesidad de pensar una manera de estructurar el poder y la representación que ejercen los partidos políticos de una manera distinta –al menos parcialmente- de los marcos modernos de representación. Así, se conocen las consecuencias en Europa de los partidos estrictamente disciplinados. El partido moderno por excelencia, como bien lo plantea Pierre Rosanvallon, tiende al totalitarismo leninista.
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contra la jerarquía eclesiástica”.
“En este nuevo marco más pluralista es difícil hablar sin embargo de una sociedad plenamente
secularizada. Los registros del World Value Survey muestran en 1997 a Colombia como una sociedad de
valores predominantemente tradicionales en lo relacionado con la autoridad 54. También se registra cómo
la mayoría de las adhesiones que se dan en el país a organizaciones de tipo voluntario tienen un origen
religioso55. En este asunto se develan las aporías. En Colombia, se dice católica poco más del 80% de la
población. La mayoría de las adhesiones a organizaciones voluntarias tienen un carácter religioso. Según
el World Value Survey de 1997, en una comparación del porcentaje de participación en organizaciones
voluntarias que son religiosas, Colombia ocupa el segundo lugar, después de Nigeria56. Sin embargo, estas
cifras contrastan con el hecho de que en Colombia es donde se presentan también los mayores porcentajes
de uniones libres de América Latina y donde la mayoría de las adhesiones a las organizaciones religiosas
aparentemente no significan una mejor ni mayor disposición de sus miembros a la participación cívica”.
“Este último hecho que ha sido analizado in extenso por John Sudarsky en El capital social de
Colombia (2002), revela una situación problemática si se quiere, ya que pone de presente cómo la Iglesia
viene siendo menos el catalizador de disposiciones cívicas, que un refugio para el individualismo o
“familismo amoral” de los colombianos”.
En el plano político, el corporativismo toma una forma casi medieval. Arriba, alianza del poder
secular y del poder eclesial, legitimados de modo supuesto por Dios mismo. Legitimación recíproca de la
Iglesia y del Estado. Debajo de ellos, las profesiones agrupadas en “cuerpos” eclesiales, “cuerpos”
médicos, “cuerpos” de abogados, o “cuerpos”, “cuerpos” militares u organizaciones de ingenieros, las
cinco profesiones validadas hasta entonces. La nación congregada en los “cuerpos legislativos”,
provenientes ellos de las profesiones liberales. Gobernadores y alcaldes nombrados de arriba hacia abajo
por el presidente. Partidos organizados como escala de totems o de “presidentes gramáticos” en la
cúspide, caciques regionales, manzanillos y lagartos. Caciques domesticados en la visión del poder
gracias a su paso por los “cuerpos colegiados” y por el “cuerpo” diplomático. Y todo el engranaje
parecido a esas matrioskas rusas donde unos cuerpos son encerrados en otros, como en una maternidad
54 Maria Mercedes Cuellar. Colombia: un proyecto inconcluso, op. cit. Según el cuadro comparativo mundial de valores, Colombia, como las sociedades latinoamericanas en general presenta un muy bajo nivel de racionalidad legal secular. 55 Sudarsky. El capital social de Colombia, op. cit. Organización voluntaria religiosa/ Organización voluntaria: porcentaje de 44.2%, Los otros países latinoamericanos están por debajo o cerca del 30% En EU, la cifra es del 23 %. En este porcentaje Colombia es sólo superada por Nigeria. 56 (Organización voluntaria religiosa/ Organización voluntaria: porcentaje de 44.2%, Los otros países latinoamericanos están por debajo o cerca del 30% En EU, la cifra es del 23 % y en los países).
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perepetuada, se cierra con la metáfora de los cuerpos escolares y los cuerpos de la educación.
En la educación, este modelo de la sanidad conllevaba necesariamente a la sumisión de la persona, a
la claudicación de la libertad, al encogimiento de la ciudadanía, a la subordinación clientelista, a la
dependencia de favores, al sometimiento, al vasallaje.
Esta situación se amolda a lo que la novelista Doris Lessing escribió en su novela The Golden
Notebook 57 :
“Estás en proceso de ser indoctrinado, no hemos desarrollado aún un sistema de educación que no
sea de indoctrinación. Lo lamentamos, pero esto es lo mejor que podemos ofrecerte. Lo que vamos a
enseñarte aquí es una amalgama de prejuicios actuales y de selecciones de esta cultura en particular. La
más ligera mirada a la historia te mostrará cuán inestables tienen que ser. Vas a ser enseñado por personas
que han sido capaces de adaptarse a sí mismas a un régimen de pensamiento establecido por sus
predecesores. Es un sistema que se autoperpetúa. Aquellos de ustedes que resulten más fuertes e
individualistas que otros, serán exhortados a abandonarlo y a encontrar caminos para educarse a sí
mismos – educando su propio juicio -. Quienes permanezcan deben recordar, siempre y en todo momento,
que están siendo moldeados y marcados para encajar en las estrechas y particulares necesidades de esta
sociedad particular”.
Ello nos recuerda una expresión de uno de esos seres que tuvo el coraje de hacer de su vida un
desaprendizaje constante de lo recibido en la escuela y que hoy es modelo de ese ideal de una formación
continua, Henry Adams , en uno de los libros más preciosos sobre la educación como un ideal de vida,
después de los Ensayos de Montaige: La Educación de Henry Adams:
“El principal prodigio de la educación consiste en que no echa a perder a todos cuantos concierne,
maestros y aprendices”58.
La vigencia del modelo no es empero histórica. No caduca con la aparición del modelo
tecnocrático, progresivo por muchos aspectos, porque se traslapará con él e incluso supervivirá en forma
ladina con los modelos cibernético y democrático.
El modelo tecnocrático.
El modelo tecnocrático halla su fuente en la emergencia del mundo de la industria y de la empresa,
57 Citado en la contraportada del libro McLaren, Peter, 1995. La escuela como un performance ritual. Hacia una economía política de los símbolos y gestos educativos. México, siglo XXI. 58 Adams, Henry. 2001. La Educación de Henry Adams. Barcelona. Alba Editorial.
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amparado en América Latina por el modelo cepalino de sustitución de importaciones, de fundamento
keynessiano, creado por Prebisch, Enzo Falotto y otros luego de la crisis de crecimiento provocada por la
gran depresión iniciada en 1929 y por la crisis del comercio internacional suscitada por la segunda guerra
mundial.
En Colombia, su raíz se halla en la formación de los ingenieros y en su proyección en la creación de
industrias en la Escuela de Minas, tal como fue estudiado el asunto por Alberto Mayor Mora 59 y en el
pensamiento económico de uno de sus líderes, Alejandro López.
La ingeniería y la empresa hallaron un camino social en la movilización del sentido del ahorro y en
la ética del trabajo del catolicismo antioqueño, lo mismo que un ambiente propicio en la caficultura que
proporcionó un relativo fundamento de integración de las zonas andinas y de articulación de Colombia al
mercado mundial.
El discurso de la eficiencia integró los saberes provenientes de la ingeniería, la economía, la
arquitectura y aún la psicología (selección y organización del personal) con las prácticas de la gerencia
empresarial. Se trata de la racionalidad técnica relativa a la organización de recursos escasos para la
consecución de metas previstas explícitamente referidas a la creación de riqueza en los nichos parciales
de la industria.
Hacemos esta acotación, porque es importante señalar que así aplicada, la ingeniería y la empresa
apuntaban a conseguir neguentropías parciales o localizadas en el mundo de la industria o de la
agroindustria, obteniendo para ello beneficios derivados de la imposición del modelo de sustitución de
importaciones (protección arancelaria, control de cambios), pero a costa de entropías estructurales
(descuido del campo – en particular, protección a los rentistas por bajos impuestos a la propiedad de la
tierra, desventaja para los trabajadores no formales y grave descuido del campesinado).
El discurso de la eficiencia se centró en la planeación, que surgió entonces como una práctica del
poder, desde 1950 cuando se instaló un comité de planeación y desde los primeros planes elaborados por
Lauchlin Currie en 1952, hasta la creación de esa institución crucial para el desarrollo de un poder
ejecutivo ya de aquí en adelante permeado por la gramática de la economía, como lo será después por el
manejo mediático: el Departamento Nacional de Planeación, reorganizado en la reforma administrativa de
1968.
En la educación, Colombia fue el primer país del mundo en diseñar un plan de educación60. Y,
59 Mayor Mora, Alberto. 1984. Ética, Trabajo y Productividad en Antioquia. Bogotá, Tercer Mundo. 60 Betancur Mejia, Gabriel, Documentos para la historia del planeamiento integral de la Educación, (Tres Volúmenes). Bogotá, Universidad Pedagógica Nacional.
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como veremos, el discurso tecnocrático en la educación tendrá una fuerza decisiva en la configuración de
las tensiones propias del campo de la educación, en particular por la contraposición con los modelos
pedagógicos de gestión. Y en cuanto a los fines y pedagogía de la educación, ésta se bifurcó en la
educación académica para el mando y la comprensión del mundo tecnocrático y la formación en el trabajo
para la mayoría, por ejemplo con los bachilleratos técnicos y comerciales o agropecuarios, con la creación
del SENA (1959) o con las modalidades del INEM, establecidas en 1968.
El modelo cibernético.
Corresponde a la emergencia de la revolución digital dentro de última revolución científico-
tecnológico-técnica, la iniciada en 1945 con los albores del computador, proseguida con el avance de la
genética (Watson, cadena de doble hélice, en 1954), los progresos en las comunicaciones derivados de las
conquistas espaciales, la explosión de la industria del entretenimiento (cine, video, música), el
advenimiento del computador personal (1982) y de la red de Internet (1991).
El modelo cibernético establece la idea de un mando a distancia (high command) que inicia y
organiza procesos de socialización masiva, condicionamiento y sujetamiento de la conducta y control de
la misma, desde centros de producción y emisión de significaciones culturales de distinto orden. Con él se
produjo la explosión de la educación informal. Aparecen entonces la educación a distancia, iniciada allí a
través de la radio, la televisión y luego de la Internet, al mismo tiempo que otras modalidades como la
educación programada (con sus bases teóricas en la teoría del análisis experimental de la conducta) y
otros expresiones menos codificadas pero muy importantes de socialización contenidas en programas de
apariencia recreativa, uno de cuyos modelos fue Plaza Sésamo.
En Colombia, el pionero en esta modalidad fue el programa de Acción Cultural Popular, ACPO,
que desde 1948 usó la radio para la educación informal y no formal campesina. En los sesentas, apareció
en INRAVISIÓN la educación por televisión. Y desde 1984 se iniciaron programas de universidad a
distancia.
En la política, el modelo instaura la legitimación mediática de los poderes públicos, que en
Colombia se ensayará primero por Belisario Betancur con el apareamiento de apariciones en televisión y
medición de clima de opinión y llegará a su clímax con la elección del presidente Pastrana que había
forjado su imagen en un medio de comunicación de la televisión.
El surgimiento del modelo cibernético significó no sólo la pérdida del aparente monopolio de la
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educación formal en la socialización de niños/as y jóvenes, sino la devaluación de muchas formas de
pedagogía y didáctica tradicionales y una competencia extraordinaria para la escuela y los colegios que no
transformen sus pedagogías para “encantar” del mismo modo que lo hace en muchos planos la educación
o la socialización mediática.
En otro plano, la profusión de significaciones culturales ligada a la propaganda refuerza modos de
sujetamiento y de infantilización que deberían ser contrarrestados con el peso de una educación más rica
en formación genuina para asimilar el océano de información que si en muchos casos enriquece, en no
pocos conduce a una suerte de ahogo de la creatividad y la promoción de una pasividad y dependencia
frente a esa pantalla mediática que por muchos aspectos puede considerarse con la metáfora de una
lactancia prolongada o, para decirlo en términos menos eufemísticos, una pródiga ubre telemática.
En la educación, el acuse de recibo de la incidencia de la revolución digital y de las
telecomunicaciones en la escuela se puede rastrear en la serie que va del libro de Coombs publicado en
1968, con el título significativo de La Crisis mundial de la educación, al libro de Edgar Fauré y Unesco
Aprender a Ser, publicado en 1972), al libro de Delors y Unesco (1996), La Educación Encierra un
Tesoro y por último al de Morin y Unesco Los siete saberes necesarios para la Educación del Futuro,
publicado en el año 2000 61.
En el plano de la evaluación, la expresión de este modelo cibernético cobra forma con la medición
masiva de conocimientos y el aconductuamiento de los sujetos a la respuesta antes que a la formación en
la pregunta. Dicha medición aparece en principio como sistema de selección (laboral o escolar), diferente
en todo caso a los sistemas de evaluación propios del siguiente modelo, el democrático, en el hecho de
que éstos, a diferencia de aquellos se basan en competencias y en procesos antes que en conocimientos;
poseen un carácter continuo e integral a diferencia de aquellos que son terminales y privilegian sólo unos
conocimientos; escalan sus resultados en términos de criterio y no de curva normal; combinan la
indagación cuantitativa y masiva con la exploración etnográfica y cualitativa; se conciben como formas
de realimentación porque sus resultados retornan como criterios para mejorar los procesos de enseñanza y
de aprendizaje, mientras que los sistemas de selección apuntan más a la calificación de las personas en
términos de juicios sumarios que a la cualificación de los procesos de formación de las mismas; admiten
la metaevaluación o la evaluación de la evaluación; y son plurales y democráticos en el sentido de que
todos se evalúan (y no sólo unos evalúan a otros como jueces) y todos participan en la configuración del
61 Morin, Edgard. 2000. Los siete saberes necesarios para la educación futuro. Bogotá, Ministerio de Educación. Página 29. Coombs, Philip 1971 (1968) La crisis de la educación mundial. Barcelona, PenínsulaDelors, Jacques. 1996. La Educación encierra un Tesoro. Paris, UNESCO.
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modelo de evaluación.
En Colombia, el modelo cibernético de medición se inició en 1966 con las pruebas de Estado del
ICFES. En los años novenas se inició el giro a un sistema de evaluación (como se dice, por
competencias), pero aún se halla permeado en muchos planos por la lógica y los valores del modelo
anterior.
El modelo democrático
1. Los antecedentes.
Ya que éste modelo aparece como encrucijada y, como en la música, como una especie de coda de
toda la historia, comencemos por el enunciado de una destinación o de una promesa (Schicksal, como
destino o envío) y por la recapitulación o anamnesis de la historicidad de esa destinación
(Geschichtlichkeit, Geschichte, historicidad e historia de ese recado).
El punto de partida es la promesa de inclusión contenida en el modelo excluyente/incluyente de la
Ciudad Letrada y de la Pirámide de Castas. El carácter excluyente se ha acentuado por lo general de modo
constante, como extinción y subordinación del otro, comenzando con la expulsión de Moros y Judíos en
el mismo momento del Descubrimiento, el aniquilamiento de poblaciones indígenas o la subordinación
servil de las restantes y la dominación esclavista de las poblaciones afroamericanas.
Empero, este rasgo violento y negativo no ha de hacer perder de vista el polo incluyente, que está
contenido en una esperanza de redención que podía alcanzarse por distintas vías: una de ellas, la
educación y las letras, encarnada por ejemplo en la figura del Inca Garcilazo de la Vega, o de modo más
modesto, por la catequesis y la alfabetización: quizás la menos socorrida, no obstante fue importante
como modo de esperanza porque encerraba en potencia el camino de una utopía pedagógica y educativa.
La segunda, la vía del blanqueamiento por medio de lo que se ha denominado alquimia del semen y, en
general, la mimesis de los modos de vida del amo. La tercera, la religiosa. La cuarta, la afirmación de los
modos de vida de “abajo” en la manera de la contraseducción, como exaltación del goce en el vivir
cotidiano.
Las guerras de independencia abrirán una quinta vía: la inclusión social por medio del ejercicio de
la guerra, en la cual la energía de zambos, mulatos y mestizos y su conocimiento local (baqueanos y
rastreadores) les proporcionaría el reconocimiento social y político del que antes carecían, así fuera
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incluso en las huestes antilibertarias, como en el caso de los nariñenses.
En este contexto histórico reaparece el tema clásico del reconocimiento en la lucha entre el amo y el
esclavo a través de la guerra, tal como lo planteara entonces Hegel en La Fenomenología del Espíritu : el
amo es amo porque apostó la vida en la guerra y venció, mientras que el esclavo pierde su libertad porque
fue vencido y por conservar su subsistencia la cambia por una lenta muerte en vida entregándose a la
voluntad del vencedor.
Advirtiendo el riesgo de que esta vía se perpetuara una vez conquistada la libertad, Bolívar
reinterpretó el ideal de la emancipación por la educación, ya presente en la promesa de la Ciudad Letrada,
mediante el envío o destinación de la promesa democrática de redención por medio de la educación. En el
discurso de inauguración del Congreso de Angostura, pronunciado el quince de febrero de 1819, seis
meses antes de la Batalla de Boyacá, en una suerte de institución de un Estado en el Aire, un estado aún
soñado, formuló la genial idea de instituir la educación como un cuarto poder público. Y aunque la idea
de un Poder Moral contuviera un elemento potencial de vigilancia jacobina y de censura draconiana,
también podría interpretarse –como veremos– en una perspectiva liberal como un medio de
empoderamiento de la sociedad civil a través de la promoción de la educación.
En todo caso, la asociación que trazó allí Bolívar entre democracia y educación puede pasar por
clásica. En realidad, es el legado de la ilustración y en particular de Rousseau: la soberanía política ha de
reposar en la educación del soberano.
Quien encarnó en la práctica pedagógica este ideal de educación en la ciudadanía democrática fue
Simón Rodríguez, de un modo ejemplar, clásico, que aún demanda el reconocimiento debido. Su figura y
su obra permiten indicar que, así como en el mundo, el tema de la educación en la ciudadanía democrática
es viejo (Grecia) y nuevo, en Colombia también ocurre lo mismo: es tan antiguo como el modelo insular
encarnado en Simón Rodríguez y tan nuevo comoquiera que sólo cobra vigencia con la Constitución de
1991 y con la Ley General de Educación (115 de 1994).
Simón Rodríguez figuró ese ideal no sólo en la educación paradigmática de Simón Bolívar, a tenor
del modelo de El Emilio de Rousseau, sino en sus experiencias pedagógicas y en el testamento de sus
obras. Todo lo que introducirá la escuela activa está allí: relación con la naturaleza, aprendizaje a través
del juego, educación en libertad, afecto, enseñanza práctica, aprendizaje de la ciudadanía en teoría y en
ejercicios de micropoder escolar. Su concepción sobre el maestro, como “aquel que sabe aprender”, se
anticipó en más de un siglo al discurso de las competencias y a esos lemas de aprender a aprender y
aprender a ser en los cuales insistirán los escritos de Fauré, Delors y Morin, ya citados.
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Empero, la vía de Simón Rodríguez fue desestimada y en su lugar se adoptó el modelo
lancasteriano de escuela mutua y monitorías. En principio, el modelo ofrecía algunos encantos, en
particular el de la coeducación, en tanto ante la ausencia de maestros operaba como en cascada porque a
través de monitorías aquellos que más sabían enseñaban a otros, que a su vez enseñaban a los que menos
sabían. Otra dimensión interesante era el de la autogestión y cooperación por la educación. Puede
sugerirse que si por una parte razones de economía lo hicieron atractivo, también por otra parte el modelo
en el fondo se engarzaba con el tipo de democracia monista, en tanto en su aplicación práctica pronto
derivó en una estructura piramidal, repetitiva y recitativa. No por azar, su entronización coincidió con
una resucitación de los catecismos, ahora para difundir como catequesis las ideas republicanas.
La vía de la instrucción predominó sobre el camino de la educación. Es el síndrome del remedo, de
la imitación compulsiva, de la indoctrinación que, como hemos dicho, se acentuará en la época de la
regeneración, coincidente con la idea de que una élite, es decir, unos escogidos, son los guardianes de una
verdad absoluta y universal, en términos de la cual tutelan a la sociedad bajo la idea de un bien común. Y
todo ello se expresará por una parte en el carácter piramidal del mando de la educación bajo el modelo de
la constitución de 1886 y en el estancamiento de las coberturas, que en todo el siglo XX hasta 1952 no
sobrepasaron –ni en los regímenes conservadores, ni en los liberales– el bajísimo promedio de 1.2 grados
de educación por habitante y que contribuyen a explicar el estallido y las formas de crueldad de la
primera ola de violencia.
Excepciones a este cuadro general estarán representadas en el siglo XIX por el intento de los
radicales de reorganizar la enseñanza, por la introducción de la escuela activa en el primer cuarto del siglo
XX y por distintos modelos pedagógicos que incorporaron las perspectivas de Pestalozzi, Montessori,
Dewey y otros pedagogos modernos.
El Frente Nacional, no obstante, y ello dentro del modelo tecnocrático y cibernético, logró
transformar este cuadro, antetodo por la voluntad popular expresada en el plebiscito de 1957, uno de
cuyos diez puntos ordenaba elevar la participación de la educación en el presupuesto nacional a un 10%,
porcentaje que se superó con creces y que permitió una expansión rápida de la educación, no obstante sin
una dirección pedagógica adecuada, por el vacío que había dejado la desaparición de la Escuela Normal
Superior.
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2. El tránsito de la ciudad letrada a la ciudad democrática. Las posibilidades de la Constitución de 1991 y de la ley 115 de 1994, ley general de educación.
A partir de la expedición de la Constitución de 1991, precedida por movimientos sociales de
indígenas, estudiantes (la séptima papeleta), profesores (movimiento pedagógico), mujeres, ecologistas,
cívicos, campesinos, estimulada por pactos de paz con distintas organizaciones armadas y con una
opinión pública alentada por ese cambio sustancial significado en la institución de la elección popular de
alcaldes (1886) y formas de participación directa y descentralilzación, empieza a aparecer el modelo
democrático, del cual fueron prenda la declaración constitucional del Estado Social de Derecho, la
ampliación y tutela de los derechos humanos, los avances en la descentralización política y
administrativa, las nuevas formas de estímulo a la participación directa y el reconocimiento del carácter
multiétnico y pluricultural de la nación.
Pudiera decirse que desde entonces se tensan dos principios diferentes de sociedad, inestablemente
equilibrados en la Constitución de 1991. De una parte, el principio rousseniano de un contrato social y
político, afirmado en la soberanía del pueblo y de la nación, con un énfasis en la redistribución social para
alcanzar grados de justicia social. De otra parte, el principio liberal y neoliberal de las libertades
individuales frente al Estado y de ampliación de las iniciativas de las personas y de las empresas en un
mercado cada vez más regido por las leyes de la demanda y de la oferta no sólo en escala nacional y
estatal, sino global, y cuyo funcionamiento tiene como premisa la salvaguardia de la propiedad y, por
tanto, la intervención del Estado en garantizar la seguridad de la propiedad y de las transacciones, en el
caso de Colombia con la gravedad que implica la existencia de paraestados de izquierda y de derecha.
Aunque los dos principios pueden coexisitir e incluso fecundarse hasta cierto punto en la política
del día a día, buena parte de las tensiones de la política económica y social surgen de desencuentros
inevitables en esta intersección, por ejemplo, los provocados por la apertura económica de 1990 y los que
advendrán en la mayor apertura significada en los tratados de libre comercio que se firmarán, sin duda, en
el 2005.
La decisión de esa pugna, si es que es decidible, signará la suerte de Colombia, sin dejar de advertir
que dentro de las políticas realistas que hoy se imponen en el mundo, la solución más sabia consistiría en
una transacción para alcanzar el óptimo de pacto social de carácter redistributivo y el óptimo de pacto
liberal de autonomía de las personas (ejemplo, el principio del libre desarrollo de la personalidad) y de los
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mercados, con niveles suficientes de seguridad “democrática”, como se dice. De resto, como se diría, sólo
quedaría el “apague y vámonos”, porque los niveles de crueldad a los que puede llegar la confrontación
del país son de aquellos que provocan ese dicho de algún escéptico que replica, cuando el ingenuo o el
confiado dicen que Colombia recula y recapacita cuando se halla frente a un abismo, que, entonces, en
esos momentos, el abismo, espantado, se retira.
Sin embargo, hay que confiar en el carácter sacro, rememorador y refundador de lo que el
coordinador de este proyecto ha llamado caminos de libertad, con el bicentenario de la declaración de
independencia en 2010 como hito inicial y con el bicentenario de la abolición de la esclavitud en 2052,
mediando momentos rememorativos y refundantes tan importantes como el centenario de la Reforma de
Córdoba (2018), el bicentenario del discurso de Angostura y de la batalla de Boyacá, el bicentenario de la
constitución de la Gran Colombia en 2021, el bicentenario de la batalla de Ayacucho que marcó el fin del
colonialismo en el continente y el bicentenario de la disolución de la gran Colombia y de la constitución
de estados independientes.
La nación también es un acto de fe.
CAPÍTULO TERCERO
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ATISBOS DE UNA MIRADA FORÁNEAY PASAJERA A LA PEDAGOGÍA EN EL AULA
En este capítulo se inicia la síntesis provisional entre nuestras alacenas y anaqueles globales
(capítulo primero del informe) y locales (capítulo segundo del informe) y la observación registrada del día
a día de las tres instituciones examinadas (Diario de Campo y ejercicios de análisis que van en anexos),
en lo que concierne a las relaciones pedagógicas. Acá abordaremos la estructura del micropoder dentro
del macropoder de la educación. Valga decir que en el capítulo cuarto del informe aparece el tema de las
puertas, las vecindades y un caso especial de inclusión/exclusión, el de un niño autista.
Decimos que se trata de una síntesis provisional, porque el tiempo que demandaría una articulación
entre ambas dimensiones excede en mucho el tiempo concedido. Y la razón es que, como insistimos en
los dos primeros capítulos del informe y como destacaremos en las conclusiones del mismo, tanto el
problema teórico, como el metodológico, no son de poco monta.
En primer lugar, hemos demostrado que el concepto usual de educación ciudadana y, más aún, el de
educación en ciudadanía democrática, es insuficiente del todo. No podemos seguir la ruta trillada en este
sentido, porque no podríamos innovar si nos limitamos a seguir la senda que se ha seguido de un tiempo a
acá, aunque ella muestre dimensiones positivas parciales.
El concepto de educación en ciudadanía democrática es complejo. No se limita sólo a los ambientes
escolares, pues radica y en modos claves, como lo mostraremos en este artículo, en el día a día de los
procesos pedagógicos y no sólo en los llamados ambientes de gobierno escolar. Por lo demás, otra
complicación radica en que uno no puede mirar el tema de la educación ciudadana ni el de la educación
en ciudadanía democrática únicamente desde el ángulo de lo que ocurre dentro de la escuela. El tema de
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la ciudadanía democrática es un asunto de poder político en espacios públicos y por tanto va de la
sociedad a la escuela y de la escuela a la ciudad. Y ello plantea un problema de fondo: ¿desde qué
sociedad o desde qué ciudad estamos exigiendo a la escuela educación para una ciudadanía o educación
para una ciudadanía democrática? Ello implica pues examinar la doble vía de la educación para la
democracia, pero también de la democracia para la educación. E implica mirar qué se le exige y cómo se
le exige a la escuela desde las políticas públicas nacionales y municipales. Lo cual también conduce a
preguntarse qué se le podría exigir y cómo exigir cambios de fondo a las políticas públicas nacionales y
municipales. De no hacer esta doble vuelta, estaríamos en la posición de un Deux ex Machina, de un juez
de alta instancia que juzga a maestros y maestras desde un punto de vista unilateral, sin ser sometido él
mismo a juicio.
En segundo lugar, el problema metodológico es también muy complejo. Se habla con cierta
facilidad y ligereza de trabajos etnográficos62. Pero la etnografía es un trabajo muy serio. Una cosa es una
etnografía consistente, que a tenor de la experiencia antropológica y de la antropología de la educación se
sumerja durante por lo menos un año en los espacios escolares para examinar sus rituales, sus formas de
poder, los modos de subjetivación o de individuación, la construcción de discursos pedagógicos y miles
de otras dimensiones que deben cruzarse con análisis estructurales sobre la ubicación de la escuela en
redes de poder, y otra cosa son ejercicio etnográficos como los que hemos realizado que no pueden
conducir más que a atisbos, como los llamamos, pese a que puedan ser iluminantes. Decimos también
que es un mirada foránea y pasajera, porque está encuadrada desde un lente externo y porque no reside
con permanencia en la escuela.
Se puede poner como ejemplo de una etnografía de la educación el libro de Peter McLaren La
Escuela como un Performance ritual. Hacia una economía política de los símbolos y gestos educativos ,
ya citado. Examinándolo, cabe señalar en este caso de qué modo la mirada se hace interna y se instala
como trípode casi permanente en los distintos espacios y tiempos de la escuela. De paso, habría que
añadir que sería conveniente hacer un balance crítico de la etnografía aplicada a la educación en
Colombia. Digamos también de paso que la Investigación Acción Participativa ha servido también como
paradigma metodológico para muchas de estas investigaciones.
Si advertimos esto con tanta insistencia, es para no
quedar atrapados en la jactancia de una suerte de etnografía de domingo, ligera, con la visión de un
62 Estos pasajes deben mucho a la cátedra de Diseño de Investigación I que el coordinador de este proyecto desarrolla en la maestría de antropología de la Universidad de los Andes, cátedra en la cual aprende mucho de los estudiantes.
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cronista de prensa o de un turista que pasa sin dejar huella y sin atrapar el fondo de las cosas. El defecto
de esta pseudoetnografía es que no puede cambiar el lugar común. Y el lugar común es el nombre de las
opiniones: lo que los griegos llamaban doxa, distinguiéndola de la episteme, siendo la primera un saber
común, un saber de tradición intocable, mientras la segunda es un saber cribado por la crítica.
Una etnografía de veras comienza –como desde hace por lo menos quince años se reconoce en una
literatura internacional de la antropología como se deja ver en la discusión sobre el concepto de
autoetnografía que en Colombiahan liderado Carlos Pinzón y Gloria Garay en un estudio reciente:
Diálogos con la vida, diálogos con la teoría. Ejercicios sobre una autoetnografía experiencial, (Bogotá,
Universidad Nacional, 2003), es decir, por una observación muy intensa de los propios prejuicios y de las
ideologías con las cuales uno comienza la observación y que tiene que transformar día a día porque se
trata justamente de eso, de purgarse de lugares comunes, de prejuicios, de ideologías, de creencias falsas,
de la doxa dominante, de los idola (como llamaba el filósofo Roger Bacon a las opiniones pasionales
sobre las cosas).
En nuestro caso, estamos justamente en el umbral de esa transformación virtuosa que se produce
cuando se criban los conceptos y se los compulsa con los hechos. Para mencionar un ejemplo, es típico de
un profesor universitario que mire con mirada devaluadora a la educación básica. La tradición
aristocratizante de la Universidad lleva casi de modo espontáneo a ello. Cada cual tiene en el fondo de sus
imaginarios y de su inconsciente la voz de un Ministro de Educación o de un juez supremo. Pero si uno
quiere cambiar la visión, tiene que cambiarse a sí mismo, humillarse en el sentido de aprender del humus
(esa es la etimolgía de humildad y de humillación). Y como se verá por nuestras evaluaciones en este
capítulo, la observación de la escuela ha cambiado muchísimo respecto de los prejuicios que llevábamos
como avío y como bitácora.
Nuestra reflexión etnográfica ha estado inspirada por el escrito reciente del coordinador de este
proyecto, Gabriel Restrepo, titulado: “Apuntes para una reflexión en torno al tema de etnografía, poesía,
literatura y artes” y elaborado como parte de su proceso pedagógico como maestro de Diseño I en la
maestría de Antropología de la Universidad de Los Andes. Allí señala la tarea de construir una etnografía
que en su mirada estereoscópica confluya con la visión del poeta y del novelista, abiertos al universo,
comprensivos de la hondura de los seres, y que con una escucha estereofónica esté atento a descubrir en
el habla de los/as otros/as verdades de vida. Ello implica que el etnógrafo comprenda antes de juzgar,
modere su juicio, se imponga la tarea en sí mismo de hacer que su sentimiento sea razonable y su razón
sensible.
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De gran valor han sido los registros de campo consignados en el diario, fruto de un paciente e
inteligente modo de observación realizado por Ruth Milena Páez Martínez, Helka Liliana Rincón Trujillo,
Josué Sarmiento, Ruth Stella Idárraga, lo mismo que la tabulación de temas recurrentes, preliminares para
el análisis de contenido, y las tablas organizadas con resultados de encuestas y entrevistas.
El que apenas estemos cruzando el umbral de densidad de reflexión y autorreflexión etnográfica y
no hayamos hecho más que aproximaciones cortas, no minimiza este ejercicio –muy rico en muchas
dimensiones y sin duda no superficial, pero apenas enunciatorio de ciertos problemas cruciales–, pero
conduce a una propuesta y recomendación: la de emprender de modo consistente y riguroso una
etnografía profunda, densa, sostenida en el tiempo, paradigmática. Insistamos de nuevo: una cosa son
ejercicios etnográficos y otra un trabajo etnográfico de profundidad.
Subrayando muy bien las limitaciones, estimamos empero que el ejercicio teórico y empírico
realizado abre muchas vías inéditas de comprensión y de trabajo. La promesa teórica encerrada en
nuestros dos capítulos precedentes es, estamos seguros de ello, inédita. El trabajo de campo ha sido
realizado con sumo cuidado e inteligencia. La síntesis entre lo teórico y lo empírico está bien ordenada,
como se probará en este artículo.
Nuestra síntesis teórica y empírica ensayada en este capítulo y en los dos que le seguirán tomará
todos los espacios escolares: en éste partimos del aula de clase y de la enseñanza de los saberes, porque
como hemos insistido hasta el cansancio, la educación ciudadana y democrática emergen de ese día a día
del enseñar a saber, saber hacer, saber ser y saber vivir en contexto, como dice el dicho tantas veces
repetido que proviene del discurso de las competencias y halla su fundamento en el libro de
Delors/Unesco, muchas veces citado.
En el siguiente, enlazaremos el afuera y el adentro, el macropoder de la educación y el micropoder
de la escuela. Y en el sugsiguiente, miraremos temas en apariencia excéntricos, como el personal
administrativo, la puerta, y un caso especial de inclusión/exclusión, el de un niño autista.
PEDAGOGÍA, FORMACIÓN EN LA PREGUNTA Y EN LA CIUDADANÍA
La relación pedagógica ha sido observada en 17 registros de los tres colegios, incluyendo un evento
de educación no formal relacionado con la pedagogía, el Foro Interno de Enseñanza de Ciencias Sociales
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en el Colegio Próspero Pinzón. Los registros en el diario de campo se compendian a pie de página y en
cada caso a lo largo del análisis se cita el referente de letra mayúscula, el número del registro y el número
de la página63.
De modo aproximado, son cerca de 15 horas de registro, en áreas de lenguaje (la que más se
observó), ciencias naturales, ciencias sociales, inglés y matemáticas, en distintos grados.
Hay que decir que aunque detallada y rica, ésta es una observación microscópica en el tiempo
escolar. Se trata de fragmentos muy pequeños del mayor tiempo de la escuela, el tiempo que transcurre en
el espacio del aula. Es como si el ojo apenas parpadeara un poco y viera en una película de larga duración
unos cuantos cuadros pasados con velocidad de una secuencia que toma mucho tiempo en transcurrir.
Instantáneas, se diría.
Por lo mismo, los resultados no pueden apuntar más que a atisbos, en el sentido estricto del
término, razón para llamar este capítulo con este término. Una etnografía que fuera más allá del ejercicio
que se ha realizado, tendría que ser más duradera y, traspasando la observación de lo que ocurre en el
espacio del aula, debería cotejar el programa de cada materia con los requisitos nacionales, su articulación
con el Proyecto Educativo Institucional, la programación del área respectiva en cada colegio, la
63 M-3, M-13 a M-16, Colegio Próspero Pinzón, 30 minutos, clase de Matemáticas en grado sexto, del día octubre 13 de 12:30 a 3:00. M-6, m-34 a M37, Colegio Próspero Pinzón, cuarenta minutos, clase de lengua castellana. M-7: M-38 y M-39, Colegio Próspero Pinzón, octubre 15 de 2004, 35 minutos, de 4:45 a 5:20, cuarenta
estudiantes del grado 10º, matemáticas.
M-9: M-46 a 47. Colegio Próspero Pinzón, octubre 19 de 2004, de 4:48 a 5:20, clase de sociales, 30 estudiantes, grado 7º.H 003: H14 – H 18. Próspero Pinzón. 13 de octubre. 2:24 a 3: 24. Lenguaje, grado sexto. H-7: H-36-H-39. Próspero Pinzón, 15 de octubre, 4:50, 50 minutos, Lenguaje, misma profesora de H-3. H-10: H-47-50, Colegio La Merced, 20 de octubre, 5 a 5:30, clase de lenguaje, profesora Nohra Arias. H-11: H51 – H 55, La Merced, 21 de octubre, 1: 20 a 2:10, clase de lenguaje, español, misma profesora. H-13: H-59 – H-63. República Bolivariana de Venezuela. Duración 1 hora 10 minutos, clase de 12:58,
profesor de lenguaje, curso séptimo.
H-15: H-69, República Bolivariana de Venezuela, 1:30, área de lenguaje, grado 8. H-16 H-70 a 74 República Bolivariana de Venezuela. 2 de la tarde, clase de inglés, grado 7. J-03 J-10 J-16 Colegio Próspero Pinzón, Foro interno de ciencias sociales, 10 octubre de 3 a 5 de la tarde. J 05: J-16 – J-18. La Merced, clase de sociales, sexto grado. S-8 : 6-25 a 29. octubre 20, Colegio La Merced, clase de bioquímica, no dice el grado, se supone que es
de secundaria.
S-10 S: 34 La Merced, clase de química. S-13 S-54 – s 60 República de Venezuela, 3 55 a 4 40 octubre 21 naturales, ecosistemas. S-15 S-64 República de Venezuela, 1:40 a 2:30, área de naturales, no dice el grado.
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formación, trayectoria y experiencia de los/as profesores/as, los balances de cada año, los programas, las
pedagogías, las didácticas, las prácticas, los textos, los modos de evaluación interna y los resultados de
ésta a los cuales habría que añadir el rendimiento en las evaluaciones externas, las tareas que se dejan a
los/as estudiantes, las rutinas de los/as estudiantes en su estudio en la casa y los modos como distribuyen
su tiempo libre (las horas de sueño, por ejemplo, tan relacionadas con la atención en clase, la
alimentación, los conflictos familiares).
Bien se puede suponer la complejidad de esta tarea, teniendo en cuenta que existen en dos de los
colegios 11 grados, y en el tercero 8 grados, cada uno con distintos grupos, y que en dos instituciones hay
dos jornadas y en una tres. Y sin embargo, una de nuestras recomendaciones apunta en esta dirección: de
no contar con estos estudios, de limitarse la visión de la escuela a las pruebas masivas o una etnografía de
domingo (por llamarla de modo irónico de esta forma) o a lo que es casi idéntico como voyeurismo cruel
y pseudoetnográfico de la academia, nuestro conocimiento de la escuela, de los profesores/as, alumnos y
alumnas no pasará de los lugares comunes, es decir, de los estereotipos y de los prejuicios.
En contrario sentido, uno tiene a pensar que la ausencia de estos estudios sólo sería explicable
porque los prejuicios y lugares comunes son cómodos y funcionales a nuestros agonismos y
antagonismos. Subrayando muy bien estas limitaciones, nuestro interés se centró en tres temas precisos.
El primero, los temas del ambiente escolar (orden en el aula). El segundo, el tipo de enseñanza, en
particular en el modo como se organiza o no la enseñanza en torno a la pregunta. Y tercero, en la relación
de la enseñanza con los estilos de vida y los mundos cotidianos de los/as estudiantes o en particular con lo
que se ha llamado “enseñanza significativa” (Ausubel), zona de desarrollo próximo (Vigotzky) o
enseñanza contextualizada (Morin).
Respecto al tema del orden, nos interesa saber si existe y cómo se produce, ya sea por vía
autoritaria, ya sea por vía dialogal y además dejar un resquicio para examinar, si es posible, los nexos
entre el orden/desorden de la clase y los temas generales de disciplina, gobierno escolar, ambientes
escolares, condicionamientos sociales o familiares de ese orden/desorden.
En relación a la pedagogía de la pregunta, queremos insistir en el tema obsesivo de nuestro enfoque,
porque es la distinción crítica frente al tema de las competencias que, si en teoría, tiende a generar un
conocimiento razonado, no obstante por su encuadre institucional vertical y unilateral puede recaer en los
esquemas tradicionales, un poco más sofisticados, del adocenamiento para responder.
En relación con la articulación de la pedagogía con los estilos de vida y los contextos próximos, nos
interesa sondear en qué medida un progreso como el que propone la Secretaría de Educación del Distrito
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con el programa escuela-ciudad-escuela puede potenciar los procesos pedagógicos vinculando la
enseñanza a ese inmenso texto y contexto que es la ciudad de Bogotá y que es el referente obligado para
hablar de una educación ciudadana, comprendiendo aquí la educación ciudadana en su sentido más
amplio como enseñanza de ciudad, en su sentido etimológico como incorporar en los/as estudiantes la
capacidad para descifrar los signos o significaciones o significados de la ciudad y del habitar y aprender
en/de la ciudad.
En los términos empleados en nuestra alacena y anaquel conceptual, se trata de saber si en la
dimensión pedagógica del aula de clase se proyecta de alguna manera una formación en una ciudadanía
integral, no sólo en su centralidad política, sino en el empoderamiento de ésta con las dimensiones no
políticas del concepto de ciudadanía y en este caso en las dimensiones del saber, del saber hacer, del saber
ser y del saber vivir en contexto.
Se trata de saber si nos aproximamos a una enseñanza contextualizada y compleja, lo que en
términos de Edgard Morin significa que :
“El conocimiento de las informaciones o elementos aislados es insuficiente. Hay que ubicar las
informaciones y los elementos en su contexto para que adquieran sentido. Para tener sentido la palabra
necesita del texto que es su propio contexto y el texto necesita del contexto donde se enuncia…”64.
Y a la vez lo complejo quiere decir:
“El conocimiento pertinente debe enfrentar la complejidad. Complexus significa lo que está tejido
junto; en efecto, hay complejidad cuando son inseparables los elementos diferentes que constituyen un
todo (como el económico, el político, el sociológico, el sicológico, el afectivo, el mitológico) y que existe
un tejido interdependiente, interactivo e inter-retroactivo entre el objeto de conocimiento y su contexto,
las partes y el todo, el todo y las partes, las partes entre ellas. Por eso, la complejidad es la unión entre la
unidad y la multiplicidad. Los desarrollos propios a nuestra era planetaria nos enfrentan cada vez más y
de manera cada vez más ineluctable a los desafíos de la complejidad”65.
El coordinador de este proyecto ha tenido la oportunidad y el privilegio de servir como tutor de la
investigación financiada por el IDEP a un colectivo de profesores de la escuela Normal María
Montessori, relacionado con los imaginarios de la ciudad en la escuela. Y ha podido comprobar cómo en
el esfuerzo pedagógico por articular los contenidos de la enseñanza a la enseñanza de la ciudad se ha
producido un espacio común (distinto al lugar común, que es siempre supuesto y no reconocido) para un
64 Morin, Edgar. 2000. Página 28. 65 Morin, Edgard. 2000. Los siete saberes necesarios para la educación futuro. Bogotá, Ministerio de Educación. Página 29.
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aprendizaje conjunto que ha revitalizado los ambientes pedagógicos, nutrido las dimensiones pedagógicas
y didácticas y enriquecido la vida de la escuela.
Ello ha proporcionado un valioso punto de partida desde el ángulo del conocimiento, la pedagogía y
la didáctica, pero tal vez lo más esencial radica en que nos ha conducido a un nuevo modo de valorar la
práctica pedagógica de los/as maestras en su día a día.
Para analizar el tema del orden en el aula hemos querido realizar un análisis intensivo de uno de los
registros de observación que hemos considerado típico de este problema entre todos los archivos de clase,
el M-3: 13 a 16 (clase de matemáticas). Decimos típico, porque es donde con más intensidad se presenta
lo que también ocurre en otras clases.
Lo mismo haremos con los otros dos temas de examen, advirtiendo de entrada que en cada uno de
los temas pueden ofrecerse traslapamientos dignos de análisis con los otros. Para el tema de la pregunta
escogeremos las clases de lenguaje (literatura, español e inglés) de los tres colegios, descritas en el diario
de campo en las siguientes entradas: M-6: 34 a 37; H-003: 14 a 18; H-7: 36 a 39, todos ellos del colegio
Próspero Pinzón. Lo registros H-10: 47 a 50 y H-11: 51 a 55 del colegio La Merced. Los registros H-13:
59 hasta 63; H-15: H-69; y H-16: 70 a 74 de la República Bolivariana de Venezuela. Al considerar el
tema de la enseñanza del lenguaje en el Colegio La Merced entroncaremos el tema del orden con el de la
pregunta, relacionado con la diferencia entre las escuelas mixtas y las escuelas de mujeres (en este caso,
con una tradición religiosa que todavía se advierte de alguna forma en esta institución).
Para el caso de la enseñanza contextualizada en relación con la ciudad (o de los problemas
significativos de ella o del país) y a la atención de los estilos de vida de los/as estudiantes seleccionamos
los registros de las áreas de ciencias naturales de dos instituciones: La Merced y la República Bolivariana
de Venezuela, consignados en los registros S-8: 6 a 25 (clase de bioquímica en La Merced); S-10: 34
(clase de química en La Meced); S-13: 54 hasta 60 (clase de ciencias naturales, ecosistemas en la
República B. de Venezuela); S-15: 64 (clase de naturales en la República B. de Venezuela).
De este modo incluimos tres áreas cruciales (matemáticas, lenguaje y ciencias naturales) y tres
instituciones distintas, en grados diferentes. A ellas añadimos las ciencias sociales, con la pregunta por su
función mediadora entre los contextos locales y globales, lo que haremos con el análisis del registro del
Foro Interno de Enseñanza de las Ciencias Sociales y con el registro de una clase de sociales en sexto
grado en el Colegio La Merced.
Lamentamos, sí, que por limitaciones de tiempo no hubiéramos tenido oportunidad de observar
otras clases y áreas: filosofía, ética y valores, religión, informática y periodismo, artes en sus diferentes
- 109
expresiones, educación física. Nueva cuña para un trabajo etnográfico más prolongado y más amplio en
su cobertura.
1. El tema del orden en el aula
El complejo problema del orden en el aula debería entenderse a partir de las dificultades propias del
crear un orden social en cada una de las sociedades y en cualquiera de sus espacios, con mayor razón en
los escolares. Algo de ello se ha apuntado en la alacena y en el anaquel local, cuando se consideró la
dimensión de la complejidad de Colombia y cuando se examinaron los modelos de socialización, en
particular cuando apuntamos a la conjunción del maximalismo de las creencias y el minimalismo de la
ética, lo mismo que a la coincidencia entre el maximalismo de las relaciones próximas (familiares o
personales) y el minimalismo de las relaciones abstractas (Estado, ley).
Sin embargo, una digresión o un rodeo se imponen, para dimensionar de un modo más fino el
problema del orden. Jorge Portilla, en un texto ya clásico, empero un tanto desconocido, mostró en un
texto, Fenomenología del Relajo (México, Era, 1994) que América Latina se mueve entre dos polos: uno,
el relajo, es la negatividad no creadora ni recreadora frente a un orden que se considera arbitario, externo,
lejano, no adecuado a los contextos próximos, ni a los intereses individuales. Es lo que en el siglo XVIII
los cosmógrafos españoles Jorge Juan y Antonio de Ulloa llamaban “arbitrariedad libre”66, y lo que los
españoles llamaban y llaman “gana”, “capricho”, o lo que se puede estimar como un anarquismo ingenuo,
disolvente, que niega el valor de un orden pero no es propositivo, no es elocuente, no argumenta, no
razona y por lo mismo deja el orden intacto.
El otro polo es el de la defensa a rajatabla del orden por el orden. Es la posición de lo que Jorge
Portilla llama “el tenido”, una personalidad de corte autoritario. Tampoco aquí hay razón, argumento,
discusión del orden, esfuerzo por examinar el valor teórico del orden existente o el grado de adecuación
de ese orden ideal al orden existente. Así como en el otro polo no existe argumentación razonada del
apartamiento del orden, sino escenificación cínica de su nulidad, en este caso tampoco hay pregunta,
interlocución: sólo imperativo, defensa a ultranza del orden.
Todavía existe una forma intermedia, que queda sin embargo presa de este dilema, que consiste en
66 Ulloa, Antonio de y Juan, Jorge. Noticias Secretas. Bogotá, Banco Popular.
- 110
la hipocresía y que devela la distancia infinita entre el orden ideal prescrito y el orden ontológico
existente. Es la que se acuñó en hispanoamérica cuando se expidieron las leyes de indias, ante los cuales
los encomenderos acuñaron la expresión: “Se obedece, pero no se cumple”.
Es decir, se finge que se obedece, pero se burla la prescripción. Aunque la hipocresía sea funcional
como un modo de sobrevivir en pliegues contradictorios, es incapaz por su silencio de contribuir a un
cambio del estado de cosas existentes.
Un orden ciudadano en cambio siempre se concibe en estado de construcción y desconstrucción
permanente. Para ello cuentan las tradiciones, para bien en algunos casos (el paradigma de ello es la
monarquía constitucional inglesa en donde se alían en proporciones sutiles entre muy antiguas tradiciones
y modos de cambio extraordinarios), para mal en otros (casos en los cuales la creación de un nuevo orden
hubo de pasar por un desorden descomunal, como en la Revolución Francesa). Y el medio de ello es en
las democracias maduras la argumentación razonada. Y el camino de este diálogo pasa por la pregunta,
por la escucha y por la expresión de las diferencias.
Basta poner un ejemplo de ello: uno de los espacios máximos de un orden político es el de los
congresos. No por azar el parlamento surgió en Inglaterra justamente como un modo de temperar el
choque de poderes de la monarquía, de la aristocracia y de la burguesía ascendente. Toda la democracia
no ha hecho más que afinar las reglas de juego de la discusión pública en estos espacios: el uso de la
palabra, las deliberaciones, las interpelaciones, el quorum, los modos del debate, las diferentes vueltas
para aprobar una ley.
En suma, se trata de un enorme dispositivo de reglas de procedimiento y de reglas sustantivas
(concordancia con la Constitución), enmarcado en la división de poderes (zonas de no interferencia,
relaciones recíprocas) con las cuales la democracia basa un orden para una acción regulada del cambio de
las leyes. Y sin embargo, sabemos que en todos los años y en todos los días ocurren graves problemas de
orden en estas instancias supercodificadas y donde el control de distintos rangos es dominante.
En el caso de la escuela, basta mirar las radiografías del humor para saber de qué hablamos. El
humor es una fuente muy preciosa, porque suele instalarse en los intersticios entre el deber ser y el ser,
entre la prescripción canónica y las rutinas que la burlan: no por azar la comedia surge justamente allí en
ese nicho entre lo solemne y lo “vulgar”: el humor y la comedia surgen de la contraposición mimética de
dos discursos o dos cursos de hechos radicalmente opuestos. La comedia y el humor siempre son
nomotéticos, proclives a la realidad, lejanos de los razonamientos abstractos o de las homogeneidades a
ultranza. Quizás por ello Umberto Eco haya dicho que el humor es más radical en su crítica a la sociedad
- 111
y en la propuesta de un cambio de cosas que el carnaval, porque aquel es eterno o permanente, mientras
que la inversión de cosas que se ofrece en el carnaval es temporal y controlada a veces como válvula de
escape.
En el caso de la escuela, el asunto ha sido tan tematizado por la oralidad y por la televisión, tanto,
que allí hay una completa antología del problema. En Colombia, es lo que en su tiempo condensó el
humorista Montecristo como la Escuela de doña Rita y en Méjico lo que el célebre cómico Bolaños
tipificó con la escuelita del profesor Jirafales.
En ambos casos, se representan en tonos caricaturescos el barullo y el relajo de un salón de clase y
la impotencia de un profesor que a cada nada quiere anular la vocinglería con imperativos cada vez más
ociosos. ¿Hemos superado esa caricatura? ¿Estamos más allá del dilema entre relajo y autoritarismo?
¿Nos aproximamos desde la escuela a ese ideal de nuestro escudo cuando señala el sueño de unir “libertad
y orden”?
Comencemos por el análisis de lo observado y en este caso por una clase de matemáticas (M-3: 13 a
16) en sexto grado (momento de la transición entre niñez –más allá de la infancia y pre/pubertad, esa
suerte de limbo), en el colegio mixto (ya se verá que esto representa un problema complejo de orden
escolar) de estrato dos.
Y lo primero es decir algo de la profesora y del ambiente de aula, que tiene que vérselas con 40
estudiantes, a la hora de la digestión (2:30-3:00 pm), frente a lo que uno tendría que preguntar: digestión,
¿de qué?, para encontrar que si todo va bien, se trata de un almuerzo casero de tipo corrientazo (lentejas,
papas, pasta, plátano), profesora que, además, lo es de la misma clase en grados 7, 10 y 11 (M-13), en un
área donde los rendimientos en competencias han sido problemáticos, según análisis globales y quizás no
por azar porque las matemáticas por fuerza implican abstracción y exigen esfuerzo para desprenderse de
los contextos muy próximos, cosa nada fácil en sociedades que, como hemos dicho, valoran las relaciones
próximas.
De paso, aquí se prueba bien que si –como hemos dicho– una pedagogía necesita contextualizar,
también debe apuntar a descontextualizar: el problema pedagógico y psicagógico más arduo radica
justamente allí, en este saber cuándo y cómo hay que contextualizar y cuando y cómo es imperativo
descontextualizar. El caso de las matemáticas es muy difícil, porque si es verdad que dos y dos son cuatro
aquí y en Cafarnaún, no es cierto que sea lo mismo enseñar esa operación en Bogotá que en Cafarnaún o
en un estrato uno, con hijos de padres que están más obligados a restar que a sumar, que en estratos cinco
o seis con hijos de banqueros que están más acostumbrados a multiplicar que a restar.
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En cuanto al escenario, “el aula de curso 602 hace parte de una caseta prefabricada”, nos topamos
allí con el asunto del déficit enorme de infraestructura escolar en Bogotá, que ha sido señalado de modo
preciso como un grave inconveniente por el plan actual de educación y al cual se propone un inicio nada
desdeñable de soluciones.
Además, dicha instalación provisional del aula
“queda medianamente cerca al patio de Basketball y fútbol”.
Asunto complicado para todos aquellos que sabemos lo que diagnosticó Nicolás Buenaventura en
su libro La Campana y la Escuela, como divisoria entre el salón de clase y el patio, entre la socialización
formal y la socialización próxima, afectiva y no formal a través de la relación con los pares.
Según lo revelan las fotografías (M-14), el salón está en sus paredes tapizado por carteleras
“edificantes” hechas por los propios estudiantes, relacionadas con las clases de ética y español. Insistentes
en presentar corazones, vivas en sus colores, invitan a lo que llamarían hoy en los países sajones “lo
políticamente correcto”: “Pacto de Aula: asistir puntualmente a mis clases. Mostrar un comportamiento
ejemplar. Aceptar con agrado las sugerencias de los demás. Ayudar a mejorar el entorno del colegio.
Dar a todos mis compañeros un trato respetuoso. Cumplir con todos mis trabajo y tareas con respeto”.
No se puede desdeñar esta profusión de “propaganda”, porque así puede ser llamada esta
redundancia en presentar en todo lugar mensajes positivos. De algún modo, y pese a nuestro escepticismo
en torno a las clases de ética, ciudadanía, democracia y demás como una especie de “remiendo” para lo
que no ofrecen en términos de conocimiento duro las ciencias sociales (asunto que empero se corrobora
como después se señalará por un vacío conceptual que es casi proporcional en su desproporcionada
cantidad a la proliferación de las máximas o actitudes de buena conducta), nuevos mensajes proliferan
como ideales en carteleras afuera y dentro de la clase. Y que tienen efectos, los tienen.
Estamos lejos del cinismo de la escuela de Doña Rita o del relajo de la clase del profesor Jirafales.
Empero, algo hay de ello todavía.
“Hablan mucho entre ellos, algunos casi hasta el grito, tanto que no se entiende lo que dicen” (M-
13).
Y a continuación se dice:
“De pronto ingresa Ángela” (la maestra).
Y uno está tentado a interpretar su nombre como un advenimiento del cielo. Y en cierta manera lo
es. No se ha reparado con suficiente meditación en un hecho que es algo críptico de Colombia y en
general de los países pobres: los/las pobres redimen a los/las pobres. Es un asunto mítico, si se quiere e
- 113
incluso, místico. Está narrado en El Banquete de Platón, cuando Diotima, la protomaestra y la
protofilósofa, dice que el amor es una contrahechura, porque es el hijo de Poro (la abundancia) y de Penía
(que es la escasez, la pobreza). Según el mito, Penía, pobre hasta la indigencia, no halló más recurso para
salir de su pobreza que aprovecharse de la demasía de Poro que había llegado a la ebriedad en un
banquete en honor a la belleza de la belleza (Afrodita), que concebir con él en la inconsciencia del varón
(el poder) un hijo, que por tanto tendrá la riqueza y la pobreza ajuntadas. Poro, para interpretar el mito, es
la riqueza colectiva que a través de los impuestos se vuelca a la educación. Penía son los maestros y
maestras que saliendo de abajo se conjuntan con esa riqueza colectiva para engendrar hijos/as que, pese a
la pobreza, hallarán la esperanza de su redención por medio de la educación. Bello mito, funda nuestras
esperanzas.
Pero, ¿quién es Ángela, aquella que irrumpe en la algarabía? No lo sabremos, por lo menos en esta
ocasión, si nos quedamos en la superficie, como por las constricciones del tiempo ha sido obligado.
¿Quién es ella, aparte de su rol? ¿De dónde viene? ¿Por qué se hizo maestra? Y miles de preguntas más,
que parecen no ser pertinentes cuando se juzga la educación con los prejuicios o con los meros datos
agregados.
Sabemos de forma gruesa que muchos/muchas maestros/as optaron por la educación, supuestamente
porque no tenían otra alternativa, por puntajes, costos y demás (Estudio del bachiller colombiano,
Instituto Ser, 1984, Fernando Rojas). ¿Es verdad? ¿Es toda la verdad? Y si es parte de la verdad, ¿cómo
interpretarlo? ¿en la función del juez de estrato seis que por una serie de razones ocupa cargos de juez de
la educación quien dista sentencias sobre profesores/profesoras? ¿qué razones?
“Por segundos, estos chicos se callan, pero una vez vuelven a sentarse, el ruido domina el
espacio” (M-13).
Y, ¿cómo se iban a callar, si vienen de la calle o del patio?
La transcripción insiste dos veces en el esfuerzo de la profesora. El descenso a tierra de las
nebulosas matemáticas –en este caso del estudio de los fraccionarios– no se puede producir sin energía.
Allí hay trabajo, en sentido originario, como desgaste, incluso como tripaltum (instrumento, se dice, para
encadenar a las bestias).
“Con voz alta para su tono, parece que se esfuerza en hablar, pero por el ruido es casi insuficiente
para que todos oigan. Resuelvan. Ella observa que uno de los chicos no copia y le dice ‘Jimmy, no estás
copiando, ¿qué pasa?’ Y continúa con esfuerzo en su voz” (M-13).
Doble esfuerzo de la voz. Se dice que hay enfermedades profesionales, y una de maestros/as ha de
- 114
ser la de la faringe.
Pero no se observa que hay otro esfuerzo, muy encomiable. El esfuerzo de la memoria. Porque
llama al distraído alumno por su nombre:
“Jimmy, no estás copiando, ¿qué pasa?” (M-13).
Individuación muy, pero muy notable, en una clase de cuarenta y teniendo en cuenta que deben ser
120 estudiantes más en otras clases. Cuando el sujeto aparece, como nombre, invocado, hay más que
instrucción, por más que el esquema didáctico recuerde el dictado y el copiado y las fórmulas
“resuelvan las operaciones”, “Jimmy, ¿no estás copiando?”.
Quizás el conjuro de haber pronunciado el nombre del alumno distraído haya sido la clave para
producir un poco de orden, porque
“poco a poco baja un poco el ruido y se vuelve murmullo” (M-15).
Y quizás también obedezca a que la profesora, lejos del estereotipo del profesor Jirafales, sabe ser
cómplice con el humor que viene de allá:
“algunos chicos ríen por una broma que hace un compañero. ‘ Va a ser el futuro jeringa`, dice
otro chico. ‘Yo sí creo’, dice la profesora”.
No se entendería esta complicidad si no se sabe que “Jeringa” es un humorista colombiano y que su
humor abunda en situaciones escolares. La profesora es capaz de situarse en la zona de humor de los
estudiantes. Lejos de recriminarlos por el ruido, se instala en ese terreno próximo. ¡¡¡¡Esa es la autoridad
pedagógica!!!!
Si no es por estos conjuros, el desorden que se narra en el párrafo siguiente ascendería a una
algarabía imposible de manejar. Piden cambio de puestos, otros tapan el tablero,
“los niños siguen hablando”,
mientras la profesora, necesariamente por escribir las fórmulas en el tablero, da la espalda
(situación crónica en el humor sobre el orden).
Luego viene el tema de los ritmos. Unos copian aprisa, otros despacio.
“Espere termino de copiar”.
Cuarenta estudiantes significan 40 mundos, 40 ritmos, 40 misterios. Se denigra de la escuela, pero
basta asomarse a cualquier café o a cualquier parte donde se reúnan cuarenta personas colombianas para
comprender que el orden es un asunto complejo, es acompasar ritmos diferentes, densidades distintas,
superficies aparentes y secretos profundos. Y que lograr algo de orden en una escuela donde los niños y
niñas vienen quebrados (a estudiar quebrados) no es algo que sea muy fácil de producir.
- 115
Y sigue el humor entre pares estudiantiles:
“Que baje la mula”,
dice alguien con mucho sentido de comicidad para un compañero o compañera que como eclipse se
interpone ante la muestra del tablero.
Es un ejercicio de fraccionarios. Es decir, de divisiones o de quebrados. Y concierne a una
evaluación. Asunto que provocaría digresiones de desconstrucción, la teoría posmoderna que trabaja con
las sinuosidades del lenguaje. Unidades partidas como somos todos. ¿Qué puede aproximar ese mundo de
los fraccionarios a una realidad que parte y parte a las personas minuto a minuto, desde la familia, a la
calle, a la producción, que divide y divide hasta lo infinitesimal?
Un profesor irrumpe en el salón e interrumpe y pide a los estudiantes unos recortes prometidos
(suponemos que es para un ejercicio de periodismo escolar). Diligencias múltiples. Llama a la profe con
diminutivo cariñoso:
“Angelita”.
Se los entregan, los estudiantes le han cumplido.
La clase se ha domado y no sólo porque la profe haya aclarado que la evaluación era hoy y no
mañana.
Empero, el trasiego es como una onda que sube y baja. El orden es apenas un paréntesis en un
clímax que cada vez emerge y a cada momento requiere del conjuro de la maestra. Angelita se multiplica:
merece su diminutivo por esa manera de fraccionarse en muchas Angelitas que tejen y tejen atención y
diligencia entre cuarenta estudiantes, yendo ella de mesa en mesa, de las mesas al tablero y del tablero a
las mesas.
Porque permisos se solicitan, van y vienen voces. Ángela permite que los ejercicios se respondan en
grupos que se forman aleatoriamente. Cuando el murmullo amenaza vocinglería irredenta, ella de nuevo
apacigua con fórmulas sutiles, combinando imperativos con reflexiones y consejos:
“Siéntense, ¿Qué pasó acá? Es haciendo, no viendo solamente”.
La orden es “¡Siéntense”. Pero en seguida la matiza –porque intuye que el imperativo sólo no
basta– con la pregunta que convida a la reflexión: “¿Qué pasó acá?”. Y remata de modo sabio con el
consejo: “Es haciendo, no viendo solamente”. Profusión de retórica esta conjunción en cuatro segundos
de imperativo, pregunta y exhortación. La pedagogía es también una suerte de encantamiento por la
oratoria, un abanico de estrategias de comunicación.
Cuando la profesora pregunta:
- 116
“¿Qué pasó acá?”,
propone una reflexión en torno al desorden a través de una pregunta.
Cuando decimos que en la escuela se teje un orden de la esperanza, y por ahí para el país, no
estamos enunciando quimeras. Hay actos del día a día, de la hora a la hora, que construyen futuro y
entierran de modo piadoso el pasado autoritario de la escuela.
Hay luchas de luchas y batallas de batallas. Y hay estos actos de pedagogía que en medio de su
dificultad son obras de amor y que validan de nuevo el mito de Poro y de Penía.
Y que nos llevan a consolarnos pensando que una pregunta por el lugar de la pregunta ya ha surgido
de las experiencias en la pregunta en el día a día de las aulas. Y a recordar que cuando nosotros
proponemos la pregunta como camino de cura de sí mismo y cura de la democracia, lo hacemos, sin que
acaso lo tuviéramos muy presente, desde esos maestros que, formados en las tradiciones de Simón
Rodríguez y de la Escuela Normal, nos enseñaron en un tiempo a preguntar y validaron esa gran
enseñanza del libertador del libertador (ésa es la razón de un maestro, potenciar la libertad a través del
coraje de aprender, como dijimos en el capítulo previo) cuando indicaba que:
“Maestro es el que sabe aprender”.
2. El espacio de la pregunta en el aula.
2.1. El lenguaje y la pregunta en el Colegio La Merced.
Comenzaremos nuestro examen en torno a este tema con los registros del Colegio de La Merced,
porque nos permiten examinar junto al tema de la pregunta, en el cual se centra ahora nuestro interés, otro
problema del orden, en este caso el que se deriva del carácter no mixto de la institución.
Aquí se destaca también la dimensión de la tradición en la escuela, porque se dice que este colegio
“fue de las monjas, no de ellas, de la Beneficencia de Cundinamarca, pero las monjas lo administraban
porque este fue un refugio de niñas huérfanas” (H-10: 47). De su tradición hospitalaria religiosa, el
colegio ahora laico conserva cierta disposición espacial conventual y el carácter femenino de su
composición.
Uno de los problemas de la integración administrativa de los colegios de Bogotá (“668
establecimientos educativos existentes a finales de 2001 quedaron convertidos en 337 instituciones
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educativas integradas”67) fue justamente éste de alterar pequeñas y en algunos casos mayores tradiciones.
Se recuerda una huelga de estudiantes de un colegio femenino de Bogotá situado en la Caracas sur (no se
recuerda el nombre) que se resistían a la integración y se sabe de los problemas de un colegio
departamental con el paso a la integración en el marco de Bogotá, el Silveria Espinosa. Ahora bien, no es
que la tradición sea sacrosanta de suyo: en muchos casos es esencial romper tradiciones, pero también es
preciso crear tradiciones o recrear tradiciones y este es uno de los problemas que enfrentan las ahora 337
instituciones de educación básica y media.
Esta es una diferencia con el caso de muchos colegios privados que generan en mucho tiempo ese
capital intangible de una tradición que crea un sentido de comunidad y pertenencia, en muchos casos
basados en principios de carisma pedagógico, por ejemplo en los colegios salesianos con Don Bosco y sus
continuadores, en el Santo Ángel68, o en las escuelas de La Salle. Otro modelo, ya laico –y para nosotros
más importante–, es el de Francia o Alemania, donde el Estado ha sido capaz de sacralizar la escuela
secular como espacio de la diferencia a través del carisma pedagógico laico vitalizado en la acción
cotidiana (ésta parece ser una de las diferencia con el sistema de educación media norteamericano,
bastante deteriorado, según se pone de presente en los resultados mediocres de los Estados Unidos en las
pruebas Pisa, ver El Tiempo, sábado 11 de diciembre de 2004). Y ésta es quizás una de las tareas más
importantes en el futuro de las 337 instituciones de educación oficial.
En el caso de La Merced todo parece sugerir un cierto orden basado en la uniformidad de género.
La rectora no es ya una monja, sino una mujer egresada de El Rosario (empero, hay que destacar como
vaso comunicante el hecho de que es la universidad más conventual y con mayor tradición en el país),
gerente, preocupada por mejorar su capacidad de gestión a través de distintas carreras y cursos que ha
realizado.
En la entrevista que se le hace (H-9: 40) la observadora resalta en la oficina de la rectora de La
Merced la “pulcritud y orden”, destaca la disposición de plantas, la fragancia de Hilda Straus que emana
de la rectora, la aplicación explícita del Feng Shui para ofrecer una disposición espacial “armónica,
tranquila” (H-9: 41).
Sería cómodo mirar desde afuera con extrañeza estas preferencias, para quien no sepa o quiera saber
del Feng Shui. Y empero, uno podría indicar que esta disposición a crear entornos gratos y armónicos se
extiende más allá de la oficina de rectoría: si uno compara la fotografía del registo M-57 del espacio de la
67 Alcaldía Mayor de Bogotá. Secretaría de Educación de Bogotá. 2004. Plan sectorial de educación 2004 – 2008. Bogotá: una gran escuela. Para que los niños y niñas y jóvenes aprendan más y mejor. Bogotá, Alcaldía Mayor. Página 26. 68 Sobre este tema, ver el escrito de Restrepo, Gabriel. Formación ética en valores. Bogotá, Idep, en la lista de publicaciones.
- 118
coordinación de La Merced, con la misma del Colegio Próspero Pinzón contenida en M-7 y M-8,
encontrará en la simple disposición topológica de los registros una diferencia abismal: en la primera,
bibliotecas ordenadas, en la segunda un locker de metal con objetos heteróclitos apilados, manzanas,
botella de agua, objetos perdidos, legajos con historiales de estudiantes. Género y orden se encuentran
aquí porque se aplica una especie de extensión del orden doméstico al orden escolar: la rectora habla de
“Nuestras niñas” (H-43).
Ahora bien, en el análisis de las clases de lenguaje debe tenerse en cuenta que en la jornada de la
mañana el Colegio La Merced se ubica en el rango alto y muy alto de resultados en Bogotá.
Dos son los esquemas dominantes en la enseñanza del Lenguaje desde el punto de vista teórico,
según un estudio comparativo de 16 países de América Latina69, en los cuales se observa una tensión: por
un lado, el esquema antiguo de enseñanza del lenguaje (gramática, partes de la oración, corrección
ortográfica, caligrafía, definiciones, memorizaciones) y por otra parte uno nuevo que propone a partir de
Chomsky y otros la semántica del texto, la pragmática de la comunicación, la organización del
aprendizaje en términos de comprender y reproducir lo literal en el nivel más básico, de inferir en un
segundo nivel más profundo y en tercer lugar y como rasgo de apropiación crítica del lenguaje, el asumir
una posición creadora (relacionando la enciclopedia personal con la enciclopedia de la lengua).
Desde el punto de vista pedagógico, esta distinción apunta a la tensión entre el antiguo modo
vertical, instructivo, que supone un conocimiento ya bien establecido, que insiste en la memorización,
definiciones o fórmulas y las estrategias más contemporáneas llamadas activo-constructivistas o
interactivo-constructivistas, basadas en competencias, en procesos más que en resultados, en
conocimiento situado o significativo (Ausubel) o conocimiento contextualizado (zona de desarrollo
próxima de Vigotzky, conocimiento contextual en Morin, la noción de campo y dominio en Gardner),
tomando en cuenta según el concepto de Piaget sobre el plano de desarrollo mental y moral según las
edades y, más aún, haciendo del alumno un agente activo en la construcción del conocimiento, insistiendo
en la importancia no sólo del saber, sino del saber hacer (solución de problemas, enseñanza práctica) y
aún también del saber ser y saber vivir (enseñanza integrada, con elementos transversales, proyectos de
aula, etcétera).
Pero en este punto surge una aparente paradoja: no siempre las nuevas estrategias
teórico/pedagógicas producen los mejores resultados. Se supone que el esquema contemporáneo
69 Ver Restrepo, Gabriel. 2004. “Notas sobre el documento: Segundo Estudio Regional Comparativo y Explicativo –
SERCE. Analisis curricular. Documento de trabajo”, Bogotá, con destino al ICFES.
- 119
produciría mejores logros, pero según el mismo estudio en Cuba se utilizan teorías, pedagogías y
didácticas más bien convencionales (caligrafía, memorización, definiciones) y sin embargo los resultados
de Cuba en el primer estudio internacional comparativo de lenguaje, ciencias y matemáticas fueron
excepcionales, en el sentido de acercarse con un puntaje de cerca de 350 al tope de los 400, muy lejano al
promedio de los 200 o 250 de los demás países.
La diferencia en este caso apunta al tema que hemos sugerido: cierta tradición, cierto orden y
ciertos climas o ambientes escolares y –en el caso de Cuba, ambientes extraescolares, como el
compromiso de la Revolución Cubana con la educación– pueden producir efectos pedagógicos positivos
en términos estrictos de logros en conocimiento.
Ello no significa que propongamos la adopción de estos modelos en su totalidad, pero sí elementos
de ellos, como son la necesidad ya señalada de establecer tradiciones, producir orden y ambientes
escolares y extraescolares favorables a la enseñanza y al aprendizaje en condiciones donde, por nuestra
definición del orden democrático apostamos a una educación integral dentro de la pluralidad y de las
diferencias, lo que quiere decir que este orden es mucho más complejo porque de entrada afronta la
libertad como elemento de su construcción, con el riesgo de que la libertad degenere en libertinaje. El
ejemplo también sugiere que los modelos pedagógicos no son por ello mismo la panacea y que
intervienen otros factores, inmediatos y mediatos, del orden de la disposición de la escuela, pero también
del orden de la disposición de la sociedad (en el caso de Cuba, la apuesta por la educación como
refundadora de la sociedad).
Para centrarnos en el caso de La Merced, la uniformidad de género puede ser favorable a la
conservación de cierto orden, porque elimina hasta cierto punto ese factor de “distracción” que está dado
por las relaciones entre los sexos. Ello puede dar cuenta en alguna medida de los mejores logros en
lenguaje y de otros aspectos del funcionamiento o gobernabilidad del colegio. Pero entrañará una
consecuencia complicada y es que se restringe la educación integral, porque no enseña en la convivencia
de las diferencias de género. Por lo mismo, una consecuencia ya se deriva de allí cuando se estudia el
tema de las competencias, y es que de no contar con una perspectiva completa y compleja de la escuela,
sus resultados nos pueden llevar a visiones miopes. Ésa es justamente la importancia radical de la
etnografía y su diferencia con una evaluación simplemente cuantitativa que, siendo necesario, puede
llevar a falsas conclusiones.
Hechas estas consideraciones, pasamos al análisis de los registros de lenguaje en La Merced.
En el registro H-10: 47 a 55 observa la clase de lenguaje en el grado noveno. La profesora inicia a
- 120
las cinco de la tarde, “la clase más cansona”, según dice la profesora y para ello hay que tener en cuenta el
efecto de arrastre del cansancio de la jornada pedagógica.
Para comprender esta clase a niñas de noveno grado, es preciso situarse en esa edad de los quince
años, cuando se intensifica el “calor” de la juventud y en el caso de la mujer se simboliza en esta edad
precisa el fin de la infancia, la plena intensidad de su pubertad y los albores de su definición como mujer.
Ello explica en una profesora comprensiva, el esfuerzo pedagógico que hace (de nuevo el esfuerzo como
algo consubstancial a la pedagogía) para superar “la clase más cansona” por la hora, por la jornada y por
el reto de encantar a alumnas que quizás puedan pensar más en los novios o en los familiares que en la
clase.
El uso de un mapa conceptual sobre neoclasismo y romanticismo deja ver la apuesta por pedagogías
contemporáneas. Los nuevos discursos han calado sin duda en Bogotá, como en otras partes del país. En
ello cuentan esas actividades de SOCOLPE y de las redes de lenguaje que ha dirigido Fabio Jurado.
Y con el mapa conceptual, la clase se abre con el tema de nuestro interés: la pregunta.
“¿Qué es neoclasismo?” (H-48).
Y si bien la descomposición de la palabra a la que invita la profesora (¿qué es neo? Nuevo…
etcétera), podría llevar a ese retorno a las definiciones antiguas, a las fórmulas, la profesora invita a
ejercer la imaginación como un medio de aproximarse al asunto, en este caso con ejemplos que atrapan
por referirse al mundo de “nuestras niñas”:
“fue retomar lo viejo, lo clásico, y acomodarlo a lo nuevo. Cuando yo cojo un vestido de mi
abuelita… y lo arreglo y lo pongo moderno… si es una falda (mientras habla gestualiza con su cuerpo el
ejemplo), la vuelvo minifalda, un escote y me queda nuevo, pero sigue siendo la tela, clásica” (H-48).
Traducir códigos restringidos en códigos elaborados: en este ejemplo se muestra el arte pedagógico,
tomar un tema mundial (neoclasismo), hacerlo familiar (el vestido de la abuelita) y volver de nuevo con
este paso por lo próximo a lo abstracto o universal. Contextualizar y descontextualizar.
Aquí se muestra otro rasgo de esa pedagogía emergente (aunque, como en el ejemplo del vestido, es
clásica, vieja y nueva) que consiste en enseñar seduciendo, enamorando por referirse al mundo próximo
de los/as sujetos, enseñando con lo conceptual, también cierta sabiduría de la vida:
“De la buena vida nos cansamos, nos toca amansarla… De tener el mismo vestido nos cansamos,
ustedes se cansan del mismo novio y consiguen otro (risas cómplices en el auditorio) ¿o no? ¿No me van
a decir que se consiguen otro?” (H-48). Una estudiante protesta y dice “ayy, nooo, ay profe”.
Pero este desorden produce un orden, porque:
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“mientras la profesora ejemplariza con notas simpáticas el tema, las señoritas terminan los mapas
conceptuales que deben entregar al final de la clase”.
La profesora exige más atención, que copia, un rasgo de nuevas didácticas:
“La profesora les pide que por favor le pongan atención y no tomen nota” (H-48).
Estamos lejos de las fórmulas y memorizaciones. La diferencia de nuevo es el elemento de la
pregunta.
“La profesora se acerca a una niña desprevenida y le pregunta: ¿qué es libertad?” (H-48)
Las niñas explican con temas familiares o próximos (“hacer lo que uno quiere”, “estar con mi
novio”) ante lo cual ronda la hilaridad (“las demás escuchan y ríen”). Y la profesora, comprendiendo ese
mundo inmediato, comenta:
“Que te pongan a bailar todo el día” (H-49). Risas grupales, pero esta vez es una alumna la que
llama al orden. Comienza a producirse ese efecto tan importante de autorregulación grupal.
Luego, la clase contextualizando –descontextualizando otros temas de la oposición del clasicismo y
neoclasicismo, como la libertad y los tópicos de los poetas románticos, concluye con la diferencia en los
trajes de una época a otra, con frecuentes referencias al mundo de la vida de las estudiantes, es decir a sus
amigos y novios, que no están presentes en el aula.
Otro registro (H-11) toma a la misma profesora (relativamente joven) en otra faena con igual
número de niñas de la misma edad, pero a la hora de la digestión (1:20 a 2:10 pm). De nuevo, en clase de
repaso, aparece ese hilo conductor del mapa conceptual (H-51). Pero en esta ocasión, surge algo nuevo:
poemas elaborados por las mismas chicas, en tanto están tratando el tema de la lírica.
La profesora insiste en dejar a un lado lo simplemente bonito o bien presentado (en la clase
tradicional, incluso la cubana, la caligrafía) y la copia:
“De todo esto, que está muy bonito, ¿te quedó algo de todas estas hojas bonitas? La gracia es que
te quede todo acá (parece que apunta a la cabeza), ustedes vienen, lo manejan en el computador, pero,
¿qué te queda?” (H-51).
Cuando una estudiante dice que hizo un poema de amor, la profesora lo lee y le dice:
“Pero lo bajaste por Internet” (H-52).
Práctica que al parecer por este y muchos casos incluso de universal, tiende a ser el equivalente
funcional actual de la copia tradicional.
La profesora revisa y comenta los trabajos, uno por uno. Hay actividades simultáneas, grupales e
individuales, acción pedagógica para todos y diálogo personalizado. Todo un repertorio de actividades
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pedagógicas y didácticas, a tiempo que se ve la diferencia entre novela y cuento, se halla lo específico de
la novela policíaca, se distinguen los modos poéticos, se fomenta la expresión propia.
Y esa evaluación infinitesimal, personalizada, dialogada:
“No es la primera vez que fallas en esto, ¿qué te pasa?”
Al final de esta clase comprendemos el cansancio de la profesora, a la altura del fin del matiné (la
que se comentó en el pasaje anterior), y nos sorprendemos de cómo logra reciclar su energía (doblegar el
esfuerzo y la tensión) mediante esa dopamina por excelencia que produce la euforia pedagógica, allí
cuando es discurso del saber, va y viene entre el mundo abstracto y el mundo de la vida, pasando por ese
portal de la pregunta.
2.2. El lenguaje, el diccionario, el juego y la declamación en la República Bolivariana de Venezuela.
En el registro H-13 nos desplazamos a la República Bolivariana de Venezuela, mixta, con un
profesor de mediana edad que da clase a alumnos/as de séptimo grado.
Aunque el tema es un tanto convencional, pues es una exploración de vocabulario por definiciones
de los diccionarios, la didáctica es moderna, pues el profesor ha organizado un concurso, es decir, una
forma de aprendizaje por medio del juego, algo que muy recreativo:
“La clase consiste en realizar un concurso en el cual el maestro les dice una palabra, los niños la
apuntan en su diccionario, que todos han llevado, y el más rápido lee su significado y deletrea la palabra
buscada. El maestro lo felicita y continúan jugando” (H-59).
Indudablemente, la clase podría ser más creativa (más allá de lo recreativo) si se produjera ese
vaivén de los códigos elaborados (las definiciones de los diccionarios) a los códigos restringidos (el uso
de esos conceptos en el mundo próximo) y a los códigos personales (la relación del sujeto con la lengua,
el enlace de su propio diccionario o enciclopedia con el diccionario y enciclopedia universal), como en la
clase de la profesora de La Merced.
No obstante, hay una mezcla entre lo tradicional y lo moderno:
“La actividad que continúa me la explica el maestro públicamente: luego de buscar las palabras,
que los estudiantes apuntaron en su cuaderno, las buscaron en el diccionario, las separan por sílabas y
luego realizan oraciones gramaticales simples” (H-60).
El profesor pasa de puesto en puesto, da permiso a un estudiante para ir al baño, “se sienta en su
silla” (también un conjuro mágico para aproximarse al mundo de los estudiantes y deconstruir un poco la
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autoridad).
Hay un cambio de tema, ahora los estudiantes deben declamar un poema aprendido, el profesor les
da licencia para relajarse (otro modo de producir un orden) y luego, venciendo el pánico a la escena, los
estudiantes ofician como declamadores.
Puede decirse en conclusión que pese a que una clase pone en escena muchas dimensiones
teórico/pedagógicas más bien tradicionales de la enseñanza del lenguaje y aquí se tenga más en cuenta la
definición (diccionario) y la repetición (declamación), el profesor sabe atraer a los/as estudiantes
mediante el uso de didácticas de juego, modos de relajación, pequeñas tácticas de cambio de roles
(sentarse en el puesto del estudiante).
En el registro H-15: 69, se contiene un impase de la observadora frente al mismo profesor, en otra
clase (1:30 pm a grado octavo), porque supuestamente le incomodó que le grabaran la clase anterior,
aunque esto no había ocurrido. El impase muestra de todos modos cierta prevención ante la etnografía de
aula que quizás pueda en el pasado haber conducido, por ciertos juicios ligeros y por una tónica más bien
de enjuiciamiento a una animadversión contra su sentido.
El asunto sirve para ilustrar un problema: mucho de lo que ha pasado por ser etnografía de aula
puede haber estado contaminado por el sello perverso de lo que se denomina en televisión como “la
cámara escondida”. De nuevo, la recomendación es hacer un balance de la etnografía de aula,
diferenciarla de periodismo cruel y examinar formas para realizarla de un modo cooperativo, dialogal, no
intrusivo en el sentido voyeurista perverso.
Ahora pasamos al registro H-16: 70 a 76. Se trata en este caso de una clase de inglés para un grupo
de estudiantes de séptimo grado, pero en realidad, luego de las presentaciones y saludos en inglés, se
centran en aplicar una encuesta de “Autoevaluación y mejoramiento” (H-70). La clase se inicia con la
solicitud de la profesora a la observadora en el sentido de no utilizar la grabadora (H-70). En la página H-
74 nos enteramos que la encuesta responde a una investigación que hace la Corporación Pro-Niño en
torno al trabajo infantil, que se aplica a los niños/as, pero también a los maestros/as en relación con el
rendimiento. De este detalle podemos colegir, junto a la reserva sobre la grabadora, que la escuela es hoy
objeto de muchas demandas de investigación y de indagación que acaso puedan producir de pronto una
saturación. Cabe la pregunta de si la escuela da más en este sentido de lo que luego recibe como
“devolución” de resultados. Se aplica la encuesta por grupos, destacando en cada uno coordinadores entre
los estudiantes (esta es una forma importante de la pedagogía de la escuela activa, fomentando la
responsabilidad y el liderazgo). El asunto transcurre en un espacio enmarcado en adornos de Halloween
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(ese medio festivo utilizado también por la pedagogía para crear un orden en el aula de clase) en un
tiempo lento salpicado por el humor que nunca falta (“el trabajo lo hizo Dios como castigo” –tomando
una canción muy popular–, responde un estudiante provocando una cascada de hilaridad: H-72).
En torno a este tema que hemos destacado, en realidad es un modo de manejo de tensiones y sirve
para esta reflexión: puede pensarse en una pedagogía que use tanto la imaginación, el juego y el afecto,
como el humor como medio de aproximación, pero también como medio de comprensión y de enseñanza
del saber. Un termómetro entre una enseñanza tradicional y una moderna es la pregunta, como hemos
establecido. Pero otro muy importante y que no habíamos considerado antes del análisis del registro de
los ejercicios etnográficos es el modo como se maneja el humor: represión, indiferencia o humores
solapados, en la escuela tradicional; manejo pedagógico del humor como medio para producir orden,
resolver tensiones, aproximar mundos y edades diferentes, servirse de él como medio para enseñar un
saber.
De la encuesta se desprende que cerca de cinco niños (deben ser cuarenta los del grupo) trabajan: lo
cual indicaría un porcentaje de cerca de 12%. Asunto que debe tenerse en cuenta para todos los efectos de
la formación de ciudadanía democrática, y que en el curso se reflejó en una discusión en torno al tema.
3. Ciencias naturales, pedagogía y formación en ciudadanía democrática, estilos
de vida y enseñanza contextualizada.
Contrario a lo que se suele pensar desde el prejuicio contra las ciencias, la enseñanza en estas áreas
es decisiva para la formación en ciudadanía democrática. Lo queramos o no, el mundo globalizado o
planetarizado es tecnocientífico y nos asalta con la velocidad de los cambios técnicos: el conocimiento se
dobla cada quince años, se decía hace 20. Y con seguridad la velocidad se ha incrementado, como se ha
visto en el proyecto de desciframiento del genoma. De no contar con radares conceptuales y con esa
disposición para la formación o educación continua que se cuaja ya desde la educación básica, los sujetos
se volverán anacrónicos al poco tiempo, analfabetas para comprender el mundo, afectados por esos
síndromes de los “dormidos despiertos” o del “sonambulismo tecnológico” a que aludiéramos en el
segundo capítulo.
Además, una formación en ciencias, si es hecha desde la incitación a la pregunta y a la
experimentación, sirve para crear ese espíritu crítico que ha sido el que ha conducido, desde Descartes
con su duda metódica, desde Newton con su rigor matemático, desde Bacon y su sentido de observación
- 125
controlada, desde Galileo y su imaginación creativa, a formar el mundo de hoy.
Muchos de los valores de la ciencia son cruciales para la ciudadanía democrática: la discusión
crítica de las creencias, el espíritu de mesura y de medida, el razonamiento experimental, la discusión
libre de ideas e hipótesis, la imaginación regulada por teorías.
En un mundo planetarizado, hoy en día es clave la formación en una ciudadanía universal que tenga
por referente lo que Morin llama Tierra-patria. La ecología (en su etimología el tratado de la casa) es
como ciencia de la complejidad emergente en el siglo XX un tratado de los equilibrios en la casa global.
Por ello interesa asomarse a esta dimensión “transversal” de la educación ciudadana en los espacios
propios de la enseñanza de las ciencias. En países como Brasil, México, Chile y Argentina esta dimensión
transversal del currículo ha sido muy privilegiada, como hemos tenido oportunidad de examinar con
cierto detalle en el comentario crítico que hicimos a los fundamentos teórico/pedagógicos del Segundo
Estudio Internacional del documento del Segundo Estudio Regional Comparativo y Explicativo – SERCE,
ya citado.
3.1. Bioquímica y química pedagógica en La Merced: la circulación de un saber de múltiples
dimensiones como saber de vida y para la vida.
Nuestras observaciones comienzan por el análisis del registro S-8: 25 a 29, en el Colegio La
Merced. Se trata de una clase de bioquímica. La clase inicia con 10 minutos para que siete niñas hagan
una actividad de recuperación que consiste en completar la reacción de dos fórmulas químicas (S-25),
ejercicio que resuelven con facilidad.
Luego, todas presentes, inicia el profesor con una pregunta. Y con ello nos situamos de entrada en
una pedagogía contemporánea (hay que recordar que en ciencias naturales tenemos un modelo
pedagógico de excelencia que educa a través del juego, como es el de Maloka y también conviene decir
que éste será un punto importante en el proyecto escuela-ciudad-escuela).
“Porque nosotros vimos también el grupo carboxilo COBA… ¿qué es lo relevante en esto?”,
pregunta, mostrando la fórmula en el tablero. En suma, destaca la importancia de los aminoácidos, la
relación de las moléculas con la vida, con la nutrición, torna a las determinaciones genéticas de la
- 126
juventud, usa para ello referentes vitales próximos (“las que son muy vanidosas y no saben que por más
que se apliquen pomadas o menjurjes jamás, jamás podrán devolver su juventud, ¿por qué? Porque es que
la juventud no está en las proteínas, está en los genes… giolomédicos… que regulan el envejecimiento
celular… (S-26). Sigue con el colágeno y la elastina, en una clase que enlaza biología, genética, estética,
dieta y fisiología. Un profesor es aquel que multiplica las referencias, hace una enseñanza compleja en el
sentido de mostrar múltiples dimensiones:
“¿Qué pasa cuando usted se come una papa, un pedazo de carne, media presa de gallina; con
arroz, con huevo, con todo eso…al ¡almuerzo! ¿Qué pasa? Pues que eso va a su estómago y en su
estómago, ¿qué sucede? ¿Eso empieza a qué? A degradarse…a que esas cosas se…van volviendo cada
vez más y más pequeñas… hasta que llegan ¿a dónde? ¡a la sangre!” (S-26). Y sigue con los almidones,
carbohidratos, glucosa, hace referencia a la saliva, al acto de morder y la ruptura de los almidones,
proteínas digestivas, el catarro, los anticuerpos.
Fijémonos un poco en esta pedagogía que va haciendo circular el saber como la sangre por la vida
cotidiana y por el cuerpo y en cada paso presidida por el enunciado de una pregunta. La larga exposición
no es interrumpida por mucho tiempo. Es una clase magistral, en el sentido clásico del término, con una
cascada de reflexiones y preguntas.
Pero es el propio grupo el que regula de modo inconsciente la dinámica para proponer de nuevo un
paréntesis de humor, cuando la explicación llega a un cierto clímax que se alcanza cuando se explica qué
pasa cuando alguien se corta. Hay de pronto un barullo, hay risas y el profesor retoma su autoridad
cuando formula una pregunta también jocosa a una estudiante:
“Sí, ¿usted no se ha cortado? ¿Y qué se forma entonces… a usted se le forma una flor o qué?”.
“Todas sueltan la risa. El profesor también se ríe y en medio de risas continúa” (S-27).
El humor muestra otra dimensión, la de crear energía cuando ésta parece acabarse. Luego sigue
relacionando la vista, la retina, las proteínas y la luz, muestra la incidencia de la elevación de glucosa en
la producción de ceguera, habla de la diabetes.
La pedagogía es de una didáctica maravillosa, por enunciarse como una narración, sale aquí ese
elemento pedagógico extraordinario del cuentero, que en realidad es fruto de una capacidad de síntesis y
de conexión imaginativa muy fuerte: “Una célula no tiene ojos, no tiene orejas, no tiene piernas, no
puede tocar…y entonces, ¿cómo diablos las células del hígado por ejemplo hacen o se dan cuenta de que
a la persona se le subió la glucosa en la sangre, ¿por qué? Porque hay unas proteínas que actúan como
radares y están en la membrana celular y reciben el nombre de receptores” (S-27).
- 127
Luego, peripatético, como si hubiera salido de la célebre escuela de Grecia y descendiera en una
localidad de Bogotá, el profesor se acerca a una chica y le pregunta:
“Solecito, mi amor, ¿qué controla el ciclo menstrual?”
¡¡¡¡Fascinante!!!! Suponemos que estamos en una clase de 9 grado, con niñas (“nuestras niñas”) que
están aprendiendo a pensarse ya corporal y psíquicamente como mujeres.
“La joven se sonroja, piensa por un momento y responde en voz muy baja: las hormonas”.
Y toma pie en las hormonas, pone el ejemplo de un ascenso a Monserrate para ver la relación con el
oxígeno y el funcionamiento celular y la regulación de hemoglobina…
“Si usted se come una papa… ¿sabe dónde esto termina? …En una cosa que se llama
¡electrones!”. “Entonces hablamos de proteínas transportadoras” (S-28).
¡¡Fascinante también!! Y como si hubiera una correspondencia entre la circulación de electrones,
células y cuerpos…
“En ese momento golpean a la puerta, es una niña y dice: buenas tardes, me hace el favor y me
permite a la chica Jennifer Fonseca, para coordinación académica” (S-28).
Uno podría comentar con alguna ironía que el desorden del cuerpo con la elevación de la glucosa
corre paralelo con el desorden del cuerpo escolar con la elevación de problemas generados por la
regulación del orden. En este caso, nada que imputar al profesor, pues tiene hipnotizadas a las alumnas,
como a quien escribe este comentario y pasó su bachillerato estudiando de memoria las viejas
clasificaciones de especie, género y familia: ¡¡qué cambio entre la botánica de hace mucho tiempo y las
ciencias naturales de hoy. Y ese cambio se refiere a un saber… de la vida y para la vida!!
Luego sigue con el cáncer explicado como una falla en la división celular. Habla de los premio
nóbel en medicina o en química concedidos en ese momento por la Academia Sueca. Pide que le
formulen preguntas y una chica lo hace sobre por qué el aumento de la enfermedad del cáncer.
Llega una profesora que solicita tiempo para una información y el profesor le dice:
“bueno, yo ya estaba terminando” (S-29).
Pero entonces en coro todas las estudiantes repican:
“No… no… todavía no se ha acabado la clase”.
Chapeau, como se dice en francés para destacar una proeza, nos quitamos el sombrero ante el
profesor. ¡¡¡Tanto más cuando sabemos que la profesora que ha entrado lo hacía para informar sobre una
salida a la Costa, como de seguro lo sabían las alumnas!!!
Nuestros comentarios prosiguen con el mismo profesor en otra clase de bioquímica, entre 2:15 y
- 128
3:00 pm.
El orden en este curso, comenzamos a comprenderlo, no proviene sólo de la uniformidad de género,
ni tampoco de los ambientes de Fen Shui que expande por el colegio la rectora. Cuando hay autoridad
pedagógica, es decir, autoridad basada en el encantamiento del saber, con esa dimensión psicagógica de
acercarse a los sujetos que se educan, se produce esa sinergia que uno puede llamar “milagro
pedagógico”.
Uno de tal naturaleza que en este caso:
“Las estudiantes empiezan a acomodar los pupitres, en silencio, el único ruido que se oye es el de
las sillas cuando las arrastran” (S-34).
Pudiera pensarse que también eso ocurre porque se trata de un examen, pero el profesor las ha
tranquilizado, cuando completa en el tablero la fórmula:
“Fácil, ¿no? Cinco… siete minuticos, no más, recuerden que en el examen del ICFES ustedes
tenían casi un minuto por pregunta y aquí yo les estoy dando como tres… hm” (S-35).
Luego pasan a resolver el cuestionario las mismas alumnas. A una que lo hace con facilidad le dice:
“Muy bien, Nubia…Nubiecita”. La niña se sienta muy satisfecha, lo cual se refleja en su rostro”.
De nuevo, ese premio del nombre, y un nombre dicho con amor.
Luego pide a la observadora, Stella, que exponga el motivo de la indagación etnográfica.
3.2. Ciencias naturales y Ecosistemas en la República Bolivariana de Venezuela: la
ecología como la casa global, pero la dificultad de salir de la casa local. El bloqueo de la sexualidad:
¡¡¡El caballo come yegua!!!
Nuestro análisis sigue los registros S-13: 54 hasta 60, de la República Bolivariana de Venezuela, en
una clase de ciencias naturales que va de 3:55 a 4:40.
La recepción a la profesora, que entra en muletas (ha estado un mes en incapacidad), es cordial,
coro de “¡Buenas tardes” y presteza para ofrecerle una silla. Pregunta por la unidad que veían hace un
mes y le responden que la cinco, unos dicen que ya la terminaron, otros que no: pide que trabajen por
grupos de a cuatro (S-55).
La profesora dicta unos conceptos generales para el taller, señala los logros que han de obtener y
éstos ofrecen entonces la guía pedagógico/didáctica. No sabemos qué libros utilizan, lo que de nuevo
muestra las limitaciones de los ejercicios etnográficos.
- 129
Hay que observar que el discurso de los logros se incorporó como criterio para la organización de la
enseñanza. Cabría preguntar si lo mismo ocurre con el concepto de competencias y con los estándares. Y
cómo se recrean en el día a día. Y qué efectos producen.
Los/as estudiantes copian a ritmos distintos, solucionan el problema de libros limitados. La
profesora pregunta qué es un factor abiótico. Desorden, respuestas que no apuntan (S-55).
Entonces ella acude a la metáfora y a la analogía del mundo con una casa para explicar el concepto
de factores abióticos dentro del concepto más general de ecosistema:
“Que los pasillos son los ríos, ¿si? Que los bombillos son el sol, que el viento que entra por las
ventanas está afectando el sistema y nos trae el oxígeno, que el piso es el suelo y que por ejemplo haya…
veamos, unos venaditos, aquí unos arbolitos…” (S 56).
¡¡¡Invenciones de la hora a hora de la pedagogía y la didáctica!!! ¡¡¡Modos de fabular y de seducir a
los niños/as!!! ¡¡¡El mundo aparece como un pesebre navideño!!! Pero, nos preguntamos, ¿hay algo más
que estratagema pedagógico/didáctica en esta invención narrativa? ¿Qué se diría de la distinción que traza
Mario Díaz en relación al campo de la educación y al papel de los maestros/as como recontextualizadores,
recreadores, reproduccionistas, creadores?
Nuestra hipótesis apunta a que en la traslación pedagógica –en la recontextualización– puede haber
una adición de conocimiento con un valor potencial enorme, pero que a veces, por falta de reelaboración
o de reflexión en torno a esas traslaciones, ese valor añadido puede quedar sin mayor cultivo o desarrollo.
Esto apunta a que aquí habría que hacer todo un trabajo de sostenimiento y acompañamiento para
potenciar ese plusvalor de la pedagogía en su día a día.
En efecto, en este caso, que la profesora haya escogido la metáfora y la analogía de la casa, quizás
no lo haya hecho de modo consciente en términos de las implicaciones de la etimología (ecosistema es en
su etimología el sistema de la casa, hoy de la casa global) y más aún de la epistemología ecuménica que
con teorías de caos y complejidad fundan hoy el pensamiento ecológico como un pensamiento
ecobiofilosófico, según dijimos al recordar a Morin. Ecuménico mismo quiere decir casa/mundo habitado.
Halar las implicaciones de esta metáfora nos llevaría muy lejos añadiendo riqueza a nuestras
concepciones ecológicas.
Quizás la profesora lo haya hecho por otra razón, que no es menos válida: y es por tornar familiar y
próximo un pensamiento complejo. Porque tras este conjuro (domesticar un pensamiento global, situarlo
en contextos familiares), la memoria de los estudiantes que no han tenido a la profesora en un mes, se
despierta.
- 130
“Jeison interrumpe: ¡ah, la fauna!”
Esa exclamación de júbilo ante el advenimiento del recuerdo produce en la profesora y en la clase
algo así como el efecto de un cordial.
La clase parece entonces asumir esa forma mayéutica de Sócrates cuando la relaciona con la
anamnesis o rememoración de aquello que está contenido en cada uno (si se quiere, por el hecho de ser
animales culturales):
“Exacto, dice la profesora, pero entonces lo estoy clasificando… tenemos de un lado el pasto y
todo eso… vemos además pájaros, mariposas, etcétera. ¿Ya saben distinguir que es lo abiótico y qué es
lo biótico?… Jeison: bióticos porque suena de vivencia, de vida. Profesora: factores bióticos de acuerdo
a lo que él dijo… Los de adelante responden a la vez: los animales. Profesora: animales que tienen...
Otra vez el coro: vida” (S-56).
Y aquí aparece ese elemento fundamental de la duración y de la continuidad pedagógica:
“Profesora: entonces ya se acordaron de los bióticos y los abióticos, sí ve que ya lo habían visto.
Eduardo: yo no lo había visto. Jeison: sí, pero yo no me acordaba. Profesora: ah, si ve, es que como
estudian sólo para el ratico”.
Aquí conviene hacer otra digresión. En la pedagogía contemporánea se critica con razón esa forma
de memoria autoritaria que estimulaba un pensamiento alojador, un pensamiento depósito, pero no
razonador, chato para la imaginación, poco práctico, abundante en información pero pobre en formación o
en formulación. Pero ello no debe conducir a desdeñar otro tipo de memoria, que es la memoria
recreativa, una memoria organizada en torno a redes o a formulaciones conceptuales incorporadas que se
revitalizan cuando se ofrecen significaciones atractivas que entonces se incorporan a ese árbol vivo de
conceptos. Esto hace pensar de nuevo en la importancia de las articulaciones horizontales (proyectos de
aula) y verticales (continuidad en secuencias) de un currículum, algo que en este ejercicio de etnografía
no se puede atisbar.
Luego la profesora pasa a preguntar, siguiendo los logros, por el significado de ecología y
enseguida por la relación entre factores abióticos y bióticos. En el camino de la explicación surge una
ocurrencia de Jeison de la cual él mismo se ríe a carcajadas: esa relación puede representarse como la
inmersión vital de un pez en el agua que no tiene vida porque es factor abiótico. Esto le da pie a la
profesora después de cierta perplejidad por el humor al principio un poco incomprensible de Jeison para
señalar que muchos factores abióticos se organizan como clima y éste propicia ciertas condiciones de
vida. Pone el ejemplo de Bogotá, si se calentara el clima afectaría…
- 131
Uno piensa entonces en ese otro destino “natural” del programa escuela-ciudad-escuela: el Jardín
Botánico, el equivalente de Maloka para la biología.
En medio de algún relajo que es producto de una serie de asociaciones libres y que sin duda está
coloreado por bordear el tema “escabroso” de la reproducción, la profesora trata de seguir el hilo de sus
argumentos que la llevan de la fotosíntesis a la relación entre especies, a la cadena trófica o alimentaria.
Cierto barullo o algarabía se produce cuando la profesora pide a alumnos/as que digan qué come el
caballo. La respuesta “natural” se abre paso en un jolgorio colectivo: “Pasto”, exclaman en coro,
rotundos. La profesora pide atención. Y repite para continuar: “Habíamos dicho que el caballo come,
¿qué?”. Pero su intención de ordenar el hilo de concatenaciones es suspendida por una respuesta
“capciosa”. La respuesta proviene de un estudiante que ha estado distraído y no había hablado desde el
fondo del salón. De paso, hay que decir que ese tema de los de adelante y los de atrás es algo que siempre
estratifica y hasta estigmatiza en una clase. La disposición espacial de tipo teatro (a diferencia de la
circular) organiza un escenario que de entrada ya tenderá a dividir en “adelantados” y “retardados”.
Pero antes de entrar al precioso incidente de la respuesta, es preciso decir que hay preguntas
capciosas, pero también hay respuestas “capciosas”: el diccionario de la Real Academia define capcioso
como “artificioso, engañador” y el diccionario etimológico de Corripio indica que capcioso proviene del
latín captio, y significa farsa o engaño.
Volvemos pues al tema de la escuela de Doña Rita o a la escuela del profesor Jirafales. Preguntas o
respuestas como engaño, como fintas, bien sean del profesor para atrapar en flagrancia a los estudiantes,
bien de éstos para poner en ridículo la autoridad del profesor. El tema perenne del relajo en los espacios
públicos, entre ellos la escuela.
Pero una atención más fina a la proveniencia latina de captio nos indicaría que captio viene de
capto, que significa “tratar de coger, de obtener, ambicionar, ir a la caza de, ir a la zaga de, dar caza a…
tratar de sorprender a alguien con engaños, ardides, o trampas; atraer;´capturar” (García del Diego,
Vicente. 1958. Diccionario Ilustrado Latino-Español Madrid, Spes).
¡¡¡Nada menos, se remite allí, que a la caza y, añadiríamos nosotros, a la dominación propia de la
esclavitud o de la servidumbre, tan constituyentes, no lo olvidemos, de la historia de Colombia!!! Lo
capcioso en la educación, de la parte del maestro o del alumno, significa ese intento de domar y esa
resistencia a ser domado, esa proclividad a convertir al maestro en amo y al alumno en esclavo. No
olvidemos la raigambre de los imaginarios. Y frente a ellos, la necesidad de concebir la pedagogía como
liberadora de cadenas, como espacio para la constitución de sujetos sin sujetamiento.
- 132
Porque la respuesta capciosa a la pregunta de qué come el caballo, suena rotunda, puntea todo el
sentido de la clase, como una de esas puntadas que los psicoanalistas lacanianos remarcan para que se
halle el sentido pleno de una sesión de parla:
“¡Yegua!”. ¡¡¡El caballo come yegua!!!
Ahora quizás podemos saber lo que significa la distracción del alumno “retardado”, “atrasado”:
traslapa la cadena trófica con la cadena sexual. No hay que olvidar que la palabra que aquí se menciona
en la cadena alimenticia es el comer y que en el lenguaje de la sexualidad popular “comer” tiene también
las acepciones sexuales, como también se dice cuando alguien “monta” a otro o “se la montan a uno”.
Con excelente sentido del humor, la maestra “suelta la carcajada” (S-57). Momento catártico,
momento precioso que puede ser inaugural de una reflexión densa colectiva, como en las tragedias, aquí
ocurre que si esa catarsis se resuelve con acierto, la ganancia en conocimiento será enorme.
La profesora aprovecha la ocasión para proseguir su lección:
“No, el caballo no come yegua, el caballo se casa con la yegua pero come hierbas”.
“El caballo se casa con la yegua”: esto merece una reflexión. Si la anterior comparación de la
cadena trófica con la caza tenía un fundamento maravilloso, ésta ya no: nunca el caballo se casa con la
yegua: aquí la analogía presenta el flanco de la reducción, y ésta proviene de los eufemismos morales, del
pudor excedido. El caballo copula con la yegua, pero no se casa con la yegua. El matrimonio es una
institución cultural, no natural.
Hacer alguna elucubración sobre la cadena alimenticia y la sexualidad e incluso la dominación
social (la competencia por la vida y por el prestigio) podría ser una salida pedagógica para sacar todo el
provecho de esta respuesta capciosa, pero quizás todavía el tema de la sexualidad tenga algo de tabú o de
lo no decible en el espacio del aula (y cuánto importaría que esto cambiara), algo que se nota en cómo ella
misma evade el asunto:
“Bueno, entonces más bien hablemos de la vaca” (S-57), con lo cual el asunto reaparecería: la vaca
come toro, aunque quizás la profesora se resguarda en el hecho de que por este lado no funciona lo
capcioso, porque el “comer” como metáfora sexual popular es un acto exclusivo del varón. Las hembras,
diría la comicidad “vulgar”, no comen, son comidas. El barullo no deja de aparecer y de seguro obedece a
este código secreto evitado por la profesora. Ni siquiera desaparece cuando la profesora, un poco
incómoda, cambia de tema para hablar de la contaminación.
Pero antes de proseguir, conviene subrayar de nuevo el humor de la profesora, así este humor no le
hubiera servido para pasar a las complejidades indicadas. Quizás podría pensarse que cuando el humor se
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evapora en medio de la rutina pedagógica, allí pudiera registrarse la alerta temprana que indicaría cierto
desgaste.
La profesora tiene que hacer mucho esfuerzo en esta clase. Se nota a cada momento. Luego de
hablar de la contaminación, repasa el listado de logros y toca el tema de depredación y competencia. Pero
aquí los estudiantes halan demasiado a los contextos próximos, porque entienden depredación desde el
mundo visual y “terminan hablando de la película ´El Depredador`”. Desencuentro de mundos, porque la
profesora, que hubiera podido pedir el argumento de la película para derivar un concepto amplio de
depredación, dice:
“Bueno, ya salgamos de la película y nos metemos en el tema que nos compete”.
En realidad, la profesora no ha entrado a la película y por ello suena falsa esa recomendación a salir
del cine, porque no quiso entrar a ese mundo virtual. Se adivina allí esa querella de maestros/as hacia el
mundo del cine. La profesora bien hubiera podido aceptar la invitación: veamos la película “El
Depredador en la siguiente sesión”. Y hubiera conquistado de modo absoluto e incondicional el afecto de
los estudiantes un poco indómitos.
La profesora, que como hemos visto, es recursiva en pedagogía, animada en su humor, se queda
pasmada ante el relajo creciente y “se queda callada por unos minutos” (S-58).
Como pedagogo, uno tiene que entender lo que significa ese silencio. El silencio de un profesor es
muchas veces como el llanto de un payaso: es como una suspensión casi infinita del oficio. Es el
momento en el cual cae nuestra máscara y las luces del escenario reflejan nuestro desamparo absoluto.
Son esos momentos en los cuales el oficio lo abandona a uno a una especie de miseria o desierto. El
profesor se supone que habla, aunque es bien importante que escuche, lo cual es todo un arte. Pero en ese
silencio de la profesora uno debe interpretar una meditación fugaz en torno al significado del relajo (“los
alumnos, el relajo, todos hablan al mismo tiempo y no es posible entender nada de lo que dicen, la
profesora se queda callada por unos minutos…”).
La pedagogía es un arte en el cual día a día se aprende, por ejemplo a través de estos silencios en
donde se revela que algo ha fallado en la producción de sinergia. ¡¡¡Esa es la lucha, ese es el esfuerzo, ese
es el trabajo pedagógico!!!. Son todos estos instantes de humor, de desazón, de perplejidad, de
entusiasmo, de declinación (es de suponer que la profesora haya llegado con gran energía después de su
convalescencia que la apartó durante un mes de esta batalla cotidiana) y en el caso de la profesora quizás
pasó por su mente el cuento del marido engañado que pensaba vender el sofá para sortear la traición de su
esposa. En otros términos, que algo había fallado en la relación pedagógica, pero no atinaba a acertar
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todavía donde y cómo.
A propósito de lo cual puede mostrarse la diferencia y a la vez la complementariedad entre
pedagogía y la psicagogía. La primera es el decir un enunciado objetivo sobre una verdad que se estima
como tal desde un punto de vista meramente objetivo. En cambio, la psicagogía es el enunciado de
verdades de vida, alcanzadas por la plenitud de la vida con ensayos y errores, y que por ser enunciada de
esta manera comprometen la subjetividad entera de quienes escuchan este relato de verdad/vida. El asunto
ha de pensarse no con un pensamiento disyuntivo pedagogía o psicagogía, sino inclusivo: pedagogía y
psicagogía. Pero para hacerlo, se necesitaría algo de valentía y de franqueza: ¡¡¡ecce homo!!! ¡¡¡Ecce
femina!!! He aquí al hombre, he aquí a la mujer, este soy yo, esta es mi sabiduría que es destilado de
muchas derrotas, de muchos fracasos, pero aquí está el saber pulsado por la vida. Y estas confesiones
generarían tal catarsis, que la escuela podría aliviarse de muchas tensiones, tornarse más humana, más
próxima, más cooperativa. Perder ese sentido de lo capcioso, del engaño, del eufemismo, de la burla, de la
finta, de la zancadilla.
Porque para volver al análisis de la clase, ya no habrá posibilidad de recuperar la inocencia. La
profesora sigue con el tema de la depredación y de la competencia y…¡¡¡ de modo inevitable!!! Vuelve la
asociación con la sexualidad: “Profesora: pero también compiten con su pareja cuando los venados se
pelean por las hembras que están en calor” (S-58).
Quiere salir de esto pasando a la pregunta: “¿Qué entienden ustedes por recurso natural?” Y con una
cadena de asociaciones, la profesora intenta ordenar sus distinciones con la pregunta: “¿qué diferencia
hay entre una mina de oro y una siembra de maíz?”. Una niña interpelada se queda callada y el
compañero de pupitre responde: “Que el oro da más plata que el maíz”.
Uno debe leer los silencios, tanto como las palabras. El silencio de la niña lo remite a uno a la
manera como ha desfilado en su mente ese mundo de la predación sexual de los imaginarios populares, de
los cuales ella es quizás víctima casi inevitable desde la historia de su familia. Es de notar que en esta
clase sólo han hablado los varones: las mujeres parecen haber sido amarradas de lengua. Y en cuanto a la
respuesta del niño, allí se destaca por el contrario el imaginario de la redención económica en la “cadena
trófica” de la competencia económica: uno recuerda que para Marx fueron decisivas las obras de Malthus
sobre los excendentes de población y la competencia por los recursos y las de Darwin de competencia de
las especies por la vida. Ante lo cual surge la pregunta: ¿dónde están las ciencias sociales para calificar
estas relaciones en la pedagogía? ¿Dónde están los proyectos de aula para iluminar estas
correspondencias?
- 135
Si aquí no se funda la educación ciudadana, entonces, ¿dónde se erige, dónde se construye?
La profesora debe (de nuevo, el esfuerzo) introducir orden, llamar la atención, reenfocar la
pregunta: “Pero cuando yo digo que hay un recurso natural renovable y otro no renovable, ¿cuál es
renovable y cuál no lo es?” Y al fin ella tiene que responder, con buena resolución pedagógica: “Porque
yo no puedo sembrar el oro para que me salga más oro, en cambio si siembro maíz me da más maíz”.
Uno debe quitarse el sombrero de nuevo ante esta maestra, por su capacidad para narrar, por su
humor y por su coraje. Sin duda, no es tan lúcida o tan bien formada como el profesor de La Merced, pero
es que, para disculpar a la profesora, podemos hacer un ejercicio imaginario que no es irrelevante, y
pensar que el profesor de aquel curso no estuviera frente al público bien ordenado de “nuestras niñas”,
sino que tuviera al frente a este público mixto y quizás más popular y abigarrado de la República
Bolivariana de Venezuela, capcioso a morir, siempre atento a hacer colar en el salón de clase su mundo
de vida cómico y “vulgar”. Y como en el caso de esos ejercicios mentales de los sociólogos, pensamos
qué hubiera ocurrido cuando el profesor dijera lo que dijo en esa fascinante clase:
“si usted se come una papa… ¿sabe dónde esto termina?…En una cosa que se llama ¡electrones!”.
“Entonces hablamos de proteínas transportadoras” (S-28).
Imaginamos entonces las respuestas de Jeison, Eduardo y el niño “atrasado” de las respuestas
capciosas, pensamos en el rubor de la niña que calla y calla y no sabemos qué hubiera hecho aquel
profesor en este escenario. Ni qué hiciéramos nosotros cuando los chicos dijeran la palabra vulgar más
esperada:
“¡¡¡Mierda, la papa termina en mierda!!!”
Si en algún momento se le fueron las luces a la profesora, como se dice, porque no alcanzó a
comprender el mundo de los estudiantes, ese mundo del cine, ese mundo de la sexualidad del comer y del
montar, ese estatuto universal de la “vulgaridad” que funda todo el imaginario comido, no lo atribuimos a
su culpa, sino a una falta de apoyo que, para el caso, debería provenir de las universidades. Y uno se
pregunta, en efecto: ¿dónde están los textos y ayudas didácticas a los maestros y maestras hechos por las
universidades para mejorar la calidad de la educación y apoyar a los maestros y maestras en su agonismo
y protagonismo del día a día? ¿Para señalar la diferencia entre mierda y electrones?
Además, y esto es muy importante, las dificultades de traducción de la maestra de códigos
restringidos a códigos elaborados y de éstos a aquellos parece obedecer en este caso a lo angosto del
mundo de la vida de los/as estudiantes, a que permanecen todavía en un mundo “chico”, no porque sea el
mundo de los chicos, o mundo de la infancia (siempre rico por definición y sin necesidad de ser un
- 136
Rousseau), sino porque esta infancia transcurre en vecindades muy segregadas y acogotadas.
De ahí la trascendencia del programa escuela-ciudad-escuela: expande horizontes, aumenta las
fronteras del mundo de la vida, enriquece de sentidos la existencia cotidiana, proporciona un mapa de
ciudad/local, ciudad/nación, ciudad/estado, ciudad/región y ciudad/mundo, a partir de la cual, como
ciudad incorporada, los códigos locales tenderán a ser más universales, menos guiados por los
confinamientos meramente barriales o vecinales.
La clase concluye con una nueva asignación de tareas. La tarea del educar, la tarea del aprender.
“bueno, entonces le queda como tarea…saquen el cuaderno…escriban en el cuaderno…primero en
qué lugar de Colombia hay minas de sal…segundo, definir con sus palabras factor biótico y factor
abiótico de un ecosistema…tercero, cómo podemos evitar la contaminación del agua, del suelo y del
aire…siguiente…que importancia tiene para el hombre los recursos naturales renovables y no
renovables…”.
La patria, eso que es Colombia, se teje en la escuela, así, día a día. Los horizontes pueden ser más
ricos, pero nuestra profesora se ha ganado de sobra su pan. Existe una tradición en el mundo de honrar al
soldado desconocido con un monumento. Tal vez las cosas empezarían a cambiar en la patria y en el
mundo si se erigieran memoriales a los maestros/as desconocidos/as. Y quizás levantaríamos uno
recordando la clase memorable de esta maestra, porque nos han enseñado con creces, aún con sus vacíos,
en sus silencios, en su humor, en su perplejidad, en sus iluminaciones, en sus comparaciones, en su
tenacidad.
4. Las ciencias sociales desde los umbrales: ¿podrían las ciencias sociales
conquistar el protagonismo en la escuela como saberes mediadores?
4.1. El horizonte de antecedentes y problemas. El laberinto de las ciencias sociales. Lo errático
de las normas gubernamentales.
Los registros de clase de ciencias sociales corresponden a J-05: 16 a 18, en el colegio La Merced
(sexto grado), y a otro de media hora en el Próspero Pinzón (grado séptimo) (M-9). No alcanzó el tiempo
para estudiar los programas de ciencias sociales, ver su secuencia, saber los textos usados, los enfoques,
los balances, entrevistar a los profesores, indagar por su formación. Asunto para invitar de nuevo a
- 137
prolongar los espacios y períodos de la etnografía.
No obstante, también contamos con un registro muy importante, el
J-03, correspondiente al Colegio Próspero Pinzón y que narra el Foro Interno de Ciencias Sociales,
celebrado en octubre 13, de 3 a 5 de la tarde. Sabemos además de la realización de un Simposio de la
alcaldía de Kennedy sobre las ciencias sociales, la convivencia y la conciudadanía, celebrado el jueves 21
y el viernes 22 de octubre de 2004. Vale la pena rescatar la importancia de tal evento y una cita del
coordinador de esta investigación que aparece en la hoja de convocatoria:
“la idea de ciudadanía se limita a predicar la igualdad formal de los sujetos de un Estado…,
mientras que la conciudadanía implica un reconocimiento de lo que nos vincula en forma recíproca a los
otros (para bien o para mal) a través de todas las diferencias, en términos de moral, ley y cultura y en
función de las enormes diferencia que existen en los seres humanos”.
Para situar en contexto el papel de las ciencias sociales en estos colegios, es importante señalar que
los/as profesores de estas áreas han tomado iniciativas muy importantes en la democratización de los
espacios escolares. Ellos se hallan casi siempre en la animación del gobierno escolar, en el aliento a los
personeros y en la organización de actividades no formales muy importantes en este sentido, como fue el
caso particular del Foro por los Derechos Humanos en el Manual de Convivencia del Próspero Pinzón,
que analizaremos en el subsiguiente capítulo.
“María Victoria –por ejemplo– es una maestra del área de ciencias sociales, y hace parte del
proyecto transversal de Democracia, apoya fuertemente el Foro en Derechos Humanos y Manual de
Convivencia de la Institución” (M-9: 46).
Sin embargo, también para el caso merece hacerse una consideración previa muy importante, y es el
problema de la fijación de políticas del gobierno nacional en materia de educación en ciencias sociales.
Como se sabe, las ciencias sociales fueron de las últimas áreas en contar con unos lineamientos de
ciencias sociales. Los que antes existían, provenían de la reforma curricular de 1983. Y aunque por
muchos aspectos sobrepasaban los tradicionales de 1963, basados en la divisoria de geografía/historia y
que todavía conservaban un carácter memorístico (a los cuales se añadía una educación cívica pensada
más como urbanidad que como educación ciudadana), dejaban todavía una tierra de nadie, en la cual se
producía lo que el coordinador de este proyecto llamó como el síndrome de “El remedo, el remiendo y el
simulacro”.
El remedo, era la recitación memorística tradicional tipo catecismo de Astete o escuela de
Láncaster. El remiendo, era aquella situación en la cual, por el vacío que dejaba una enseñanza no
- 138
integral y holística de las ciencias sociales, los gobiernos pretendían remediar faltantes mediante
respiraciones artificiales boca a boca significadas en adición de cátedra y cátedras de Ética y Valores,
Constitución, Alcoholismo, Sexualidad y Derechos Humanos. Con la crítica, no se quería decir que estas
cátedras y temas fueran irrelevantes: de hecho, ellas han contribuido como hemos visto a mejorar en
muchos sentidos los ambientes escolares. Una de las grandes operaciones de la educación después de la
Constitución de 1991 fue el volcarse a cambiar actitudes en la escuela frente a la violencia. Y ello se
logró en buena medida.
El problema consiste en que, como el mismo coordinador de este proyecto lo demostró en los
comentarios al Segundo Estudio Internacional de Cívica, nuestro impresionante progreso en materia de
formación de actitudes y disposiciones favorables a la democracia, en la cual ocupamos un lugar
sobresaliente entre 27 países del mundo, no se compaginaba por otra parte con una situación en la cual
nos encontramos en el último lugar en materia de conocimientos críticos respecto a la democracia.
Como quien dice, por un lado, pasamos con lujo la prueba internacional, en términos de
disposiciones y actitudes, pero por otro nos rajamos en conocimientos básicos de educación en ciudadanía
democrática. Nuestra crítica en torno al remiendo se basaba en que si las actitudes y disposiciones no se
refrendan en conocimientos críticos, pueden ser flor de un día, cambiar la coyuntura axiológica de la
nación a favor de la democracia y ser proclive la opinión (como en parte ha sucedido) a otros esquemas
de gobierno, autoritarios o mesiánicos, y entonces las actitudes sin soporte de conocimiento crítico se
desvanecerían. Es por esto por lo cual en ocasiones el coordinador se burla un tanto de la proliferación de
disposiciones y de dispositivos “políticamente correctos” y de la parafernalia de intenciones piadosas.
Porque a la larga, sin ese depósito de oro de conocimientos críticos, esos papeles pueden entrar en estado
de inflación, carecer de valor real.
En cuanto al simulacro, se entiende por él la mímesis de la democracia formal, siendo una mímesis
pálida y que copia más los defectos que las virtudes de la llamada democracia representativa. Nos
referimos al gobierno escolar como una fachada que no toca en sustancia problemas reales de articulación
del micropoder de la escuela, en particular cuando todo se centra en Manuales de Convivencia que, como
hemos sugerido y como veremos, guardan imaginarios de la Urbanidad de Carreño o de los modelos de
socialización colonial, señorial y de salud, caducos, impuestos en el fondo, no autointerrogados.
Ahora bien, el gobierno expidió unos lineamientos de ciencias sociales en el año 2002. El
coordinador de este proyecto tuvo la oportunidad de estar muy cerca del equipo que redactó dichos
lineamientos y reconoció algunos aportes: la propuesta de educación en espiral e integrada. Pero, no
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obstante, difirió de la propuesta final porque, a su entender, no hizo lo que debía en materia de
apropiación de conocimientos críticos, centrándose mucho en la disposición aleatoria de actitudes y
buenos sentimientos. Su distanciamiento crítico, siempre respetuoso, fue premiado con el destierro del
Ministerio y con respuestas desapacibles. El coordinador se consoló con la publicación del trabajo que
había realizado para el Ministerio, consignado en el libro Ciencias Sociales, Saberes Mediadores, editado
por la Editorial Cooperativa del Magisterio en ese mismo año.
Los hechos le han dado razón al coordinador. El año pasado aparecieron unos estándares de ciencias
sociales, que no casan con los lineamientos. Parecen dos líneas divergentes. Sugieren una situación
esquizofrénica, en la que por un lado se proponen unos lineamientos y por otra unos estándares que no se
concilian, como tampoco unos y otros con las perspectivas del ICFES y con los textos escolares, que
terminan siendo un bazar donde se junta lo heteróclito: vino viejo en odres nuevos.
La recomendación del coordinador ante esto ha sido radical y está expuesta en el número actual de
la Revista Educación y Cultura, de Fecode. Organizar reuniones municipales y luego nacionales y más
tarde internacionales de maestros/as de ciencias sociales, con participación de las Universidades, para
discutir en forma de foro instituyente unos criterios para la enseñanza moderna de las ciencias sociales.
Bogotá podría dar la primera puntada en esta dirección. Y para ello podría ampararse en esos
precedentes de foros escolares o locales de ciencias sociales, como el que ahora se comenta.
La tarea de las ciencias sociales como saberes mediadores, saberes de las significaciones, es crucial:
ellas podrían ayudarle a la maestra de la República Bolivariana de Venezuela a escudriñar lo que significa
la película “El Depredador” y a develar los sentidos del humor popular y a descifrar los imaginarios
contenidos en “el oro produce más plata que el maíz” (que son los mismos que están en el saber que “la
coca produce produce más plata que el maíz”, es decir, pensando la coca – para los indígenas Kogui ella
sí un recurso sagrado renovable - como una mina de oro).
En otros términos, las ciencias sociales son la mediación por excelencia para contribuir a traducir y
escalar en forma angélica, al modo de la escala de Jacob, los códigos restringidos en códigos elaborados y
los códigos elaborados en códigos restringidos, esto es, para pasar del mundo de la vida al mundo de los
sistemas holísticos y de éstos a aquellos, de lo singular a lo universal y de lo universal a lo particular, de
lo local a lo global y de lo global a lo local, de lo familiar a lo no familiar y de lo no familiar a lo familiar.
Las ciencias sociales tienen una posibilidad infinita de realizar una investigación local original, que nadie
más puede hacer sino los maestros y maestras con los niños y niñas, con ejercicios etnográficos, visuales,
fotográficos, documentales que tomen las historias de vida familiares, locales, vecinales, reconozcan los
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espacios, los dichos, los imaginarios, las costumbres, formas de religiosidad y con ello produzcan
materiales de enseñanza próximos que sirvan a los distintos saberes en tanto contextualizan y a partir de
allí se puede pensar en qué modos óptimos hay de descontextualizar, sabiendo que el paso de contextos
próximos a contextos lejanos es complejo y requiere de muchos afinamientos. Este sería un aditamento
próximo al programa escuela –ciudad –escuela.
Las ciencias sociales son cruciales también en una perspectiva psicagógica para saber quiénes
somos (¡¡¡ecce homo!!! ¡¡¡Ecce femina!!!) como maestros/maestras, rectores/as, coordinadores de
disciplina orientadores, alumnos alumnas, aseadores/as, secretarias, porteros, vecinos/as y para aprender a
través de esta catarsis de re/conocimiento a tejer conciudadanía desde la escuela.
4.2. Ciencias sociales en el Próspero Pinzón: salida pedagógica, preparación de Foro
de Derechos Humanos y Manual de Convivencia, y feudalismo.
Antes del ingreso de la profesora, todo es relajo. A los diez minutos aparece y solicita orden,
reparando que hay muchos ausentes.
“Primero que todo vamos a hablar de la salida pedagógica (a Tunja, para recorrer lugares
históricos), de las ponencias (para el Foro de Derechos Humanos y Manual de Convivencia) y vamos a
trabajar sobre el feudalismo” (M-45).
¡¡¡Menuda combinación de temas!!!
Los estudiantes van pasando y señalando razones para no ir a la salida: uno castigado por perder
materias, el segundo por problemas académicos, otro no quiere ir y no le dieron plata, algunos la olvidan,
otros la entregan, la profesora pide que verifiquen si los dineros no son falsos, irán si va el 60%, si no se
devolverá el dinero.
Les da instrucciones en relación con la presentación de ponencias, les recomienda investigar y
sustentar. Hay murmullo.
La observación se suspende en este momento.
4.3 El Foro Interno de Ciencias Sociales del Próspero Pinzón. Apatía por las ciencias
sociales. Dificultad de leer libros y dificultad de leer los libros abiertos de los/as estudiantes.
Desafortunadamente, no tenemos a mano las ponencias de las que habla el registro J-03: 10 a 16, en
donde maestros de sociales (el profesor de historia), ética y valores (la rectora entre los ponentes) y
- 141
filosofía justificaron sus programas, algo que ya encierra mucho valor.
El acto se realizó en un recinto muy pequeño, lo cual, se dice, impidió una presencia mayor a 40
estudiantes y 10 profesores (J-10). No obstante, pronto nos enteramos (J-11) que la asistencia restringida
no obedecía sólo a razones de espacio, sino de cierto desinterés por la enseñanza de las ciencias sociales:
“Un profesor pregunta acerca de las razones de la apatía de los estudiantes frente a los estudios
sociales, el expositor traslada la pregunta a los estudiantes, tres estudiantes (dos de 10 grado y uno de
octavo) piden la palabra e intervienen al respecto. Los tres exponen argumentos diferentes con una buena
seguridad en sus palabras. Uno de ellos pregunta: ¿Por qué están aquí los mejores de cada curso, los más
“famosos”, no los que tienen problemas con ciencias sociales? El estudiante termina señalando que la
pregunta por la apatía debería hacérsela precisamente a quienes no estaban presentes en el foro” (J-11).
¡¡¡Admirable y contundente respuesta en torno a la pregunta por la apatía!!!
Con lujo de dispositivos audiovisuales (nuestra manía de abusar del “pobre” point, como debería
llamárselo a veces por la capacidad del power point de empobrecer), se presentaron las ponencias. La
rectora, que asistió a todo el evento y presentó documento, algo de elogiar, asumió en muchos momentos
el papel de moderadora, que estaba desligado de su función. La pregunta aquí consiste en saber si en la
escuela se ha instituido una pauta colegial de administración, aquella que el sociólogo Talcott Parsons
registró como rasgo diferente de las burocracias descritas en el primer cuarto del siglo XX por Max
Weber, y que él atribuía a la influencia de las relaciones horizontales de la universidad en las estructuras
piramidales 70.
El profesor de historia en los grados sexto, séptimo y octavo, recién graduado y que coordina su
docencia con la maestría de enseñanza de la Historia de la Universidad Pedagógica propone en su
ponencia una serie de preguntas muy sugestivas:
“¿qué se debe enseñar?... ¿cómo? ¿Qué? ¿Cómo se construye el conocimiento histórico en la
escuela? ¿cuál es la labor del historiador? ¿cuáles los procedimientos? ¿cómo queremos que los
estudiantes aprendan historia? Sustentación pedagógica de la propuesta. Operadores temporales: el
cambio-la permanencia; el acontecimiento, la coyuntura, la estructura; cambio y desarrollo histórico. Lo
simultáneo. Cambio y progreso. Las actividades: cuadro por grados” (J-12).
Esta parece una postura muy sugestiva. Joven, parece integrar todo el paradigma de la escuela de
los anales. Se fundamenta en la pregunta. Su visión del tema de los operadores temporales es interesante.
Faltaría saber en qué medida desciende su enfoque a la pedagogía y a la didáctica, como enlaza la
70 Parsons, Talcott y Pratt. 1973. The American University. New York, The Free Press.
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interpretación de la historia en distintos niveles con la historia de sí mismo. Uno desespera sin embargo
un poquito cuando “el profesor señala las dificultades que los estudiantes tienen para leer dos páginas” (J-
12), porque, entonces ¿para que la pedagogía, sino es para vérselas con las dificultades reales de una país
y una ciudad? Cuando uno ha pasado años y años, lustros y lustros, década sin cuenta en la academia, y
comenzó desde hace 17 años a reflexionar en torno a la necesidad de mirar pa`arriba, pero también pa
´abajo, comprende la dificultad, pero debe orientar en el sentido de señalar que nuestros textos y públicos
de referencia no han de ser sólo los historiadores o científicos sociales europeos o norteamericanos, sino
también esos textos o libros abiertos que son nuestros/as conciudadanos: y que la dificultad de leer
también es nuestra, porque en muchas ocasiones nosotros no somos capaces de leer siquiera media página
de esos libros crípticos, abiertos y vivos, que son nuestros alumnos y alumnas, esos sujetos desconocidos.
Pero tiempo e inicios tienen las cosas y las personas, y en el programa del profesor hay punto de
partida precioso. De nuevo, una cuña para una etnografía que siguiera estas propuestas y pudiera
acompañarlas.
Aparte de una reseña muy sumaria del contenido de la ponencia de la coordinadora de convivencia
que a la vez es profesora de ética y valores y de sus referencias a su fuente, Savater, muy popular en los
medios escolares, nos quedamos sin saber este tema crucial: ¿cómo enlaza su función de coordinadora de
convivencia con su trabajo pedagógico en ética y valores? Lo mismo con la ponencia de la rectora (J-13).
Preguntas se formularon, pero tomó más tiempo, como suele suceder, la exposición que el debate.
La ponencia de la profesora de filosofía, dice el observador, concluyó con la afirmación de que “la
asignatura de filosofía se ubica en el plan de estudios desde la época colonial hasta hoy en los grados
décimo y once”.
Nos resistimos a aceptar que haya sostenido esta afirmación. Pero si es así, se revela un rasgo que
me parece muy problemático en la aproximación de las ciencias sociales a la pedagogía, pero que el autor
sospecha que es tristemente cierto por su larga experiencia como profesor universitario y como
explorador de nuevas dimensiones de la enseñanza en la educación básica y media: que nuestra enseñanza
parte del supuesto de que la formación de los alumnos/as debe aproximarse a nuestra propia formación o
a lo que entendemos como una formación universitaria o académica. Y esto significa una grave
deformación, puesto que la mayoría no serán universitarios y habremos renunciado entonces a darle a
los/as estudiantes una orientación que les sirva para construir con algún sentido su propia historia, que es
o será en la mayoría de los casos muy diferente a nuestra propia historia.
- 143
4.4. Ciencias sociales en La Merced: el significado de la atención, el respeto y el afecto
como dones pedagógicos.
Ahora podemos pasar al análisis del registro J-05: 16 hasta 18, una clase de ciencias sociales para
sexto grado en la jornada de la tarde (2 a 2:45) en el Colegio La Merced.
En esta ocasión, las estudiantes iban a ver una película sobre Ulises, ya que se trataba de la época
griega (J-05: 16). Tema crucial y enlace crucial. Tema crucial, porque desde el mito de Ulises ocurre esa
separación entre casa y mundo, entre economía (oikos nomos, regulación del hogar) y crematística (la
economía salida de madre y envuelta en las circunvoluciones de la guerra y del comercio). Enlace crucial,
porque muestra en La Merced una cierta alianza entre educación formal e informal y una aproximación al
mundo audiovisual de las jóvenes.
La clase inicia con oración, lo que refuerza lo apuntado en torno a la tradición conventual del
colegio y a un cierto orden que sin duda ocurre allí donde hay creencias trascendentes. Algo que de
nuevo invita a sacralizar hasta donde se pueda la educación laica y pluralista, creando una tradición de
valoración en la inmanencia de la democracia y quizás en la trascendencia de la sabiduría,
independientemente de las creencias distintas y opuestas que sostengan los miembros de una comunidad
escolar. Crear una tradición en el encanto de una pedagogía para la ciudadanía democrática es crucial:
nuestras escuelas no pueden vivir sólo de la fascinación tecnocrática por gestión o por resultados: tales
tareas tampoco deben desdeñarse, pero siempre serán medios para la mayoría y sólo serán fines para
unos pocos. Comprender esta diferencia es crucial: es lo que explica por qué existe una brecha tan grande
entre el mundo occidental y los países islámicos, como lo han sostenido Morin y Castoriadis71.
Por muchos aspectos, la clase recuerda el encuadre tradicional. El mapa europeo, las alumnas que
deben pasar a señalar las capitales, la profesora con la regla en la mano, “su voz es fuerte, firme pero
cálida” (J-17). Pero con ese encuadre, logra atención, respeto y afecto: tres sentimientos que unidos, son
de mucha importancia en los procesos pedagógicos. La atención es la seña de reciprocidad, el termómetro
de esa sinergia pedagógica que se produce en una zona de encuentro en el que se unen quien invoca con
un saber a los sujetos y éstos que regalan la atención a la palabra, encarnando en su experiencia propia los
conceptos. Respeto es la autoridad que se logra no a través del simple ejercicio del cargo o por la posición
en el rango escolar, sino la autoridad pedagógica por el dominio de un saber y de un saber enseñar. Y
afecto es lo que circula como energía entre la maestra y las estudiantes, una energía que produce más
71 Castoriadis, Cornelius. 1998. El retorno de la insignificancia. Valencia, Frónesis.
- 144
energía y la transforma en saber incorporado.
De todas las clases, hay que decirlo de antemano, las que ofrecen mayor orden, afecto, respeto y
atención son las de la Merced.
“Las niñas participan, algunas de manera alegre y entusiasta, otras en forma tímida…”.
¡¡¡Diferencia notable con la clase de nuestra querida maestra del Colegio República Bolivariana de
Venezuela!!! Tendría que explorarse más la diferencia de estratos, la diferencia de resultados, la
diferencia de gestión, la diferencia del orden de los géneros y tantos aspectos más.
Todas las alteraciones del silencio se producen siempre como conversaciones entre las alumnas para
comprender aspectos de lo expuesto. No hay atención divergente. Todo se enfoca en la lección.
La profesora pasa luego a explicar la posición astronómica de Europa y los límites del continente, y
pide a una alumna que lo haga de nuevo (J-17). ¡¡¡Maravillosa forma de aprovechar ese elemento
mimético de la educación, en cierta forma uno de los postulados válidos de la educación mutua de
Lancaster.
La profesora hace luego refuerzo de alumnas con logros atrasados, sobre el tema del poblamiento
americano (J-18).
“Hace preguntas para precisar y cuando las niñas no muestran dominio del tema les pide que lo
preparen bien, que no se limiten a copiar y lo vuelvan a presentar”.
4.5. Algunas observaciones finales sobre el papel de la pregunta en la clase.
En cuanto al tema específico de la pregunta –nuestro interés más hondo–, el análisis de frecuencias
de palabras recurrentes en observación a maestros de clase (ver anexo 1.4) refrenda el alto valor de la
pregunta en el discurso del/a maestro/a. En el caso de la clase de matemáticas descrita, ocho veces
aparece la palabra “preguntar”, frente a seis veces que aparece “responder”, doce a “hablar”, siete a
“ruido”, y once a “evaluación o examen”. La pauta será más o menos semejante en las clases de
Bioquímica en la Merced, con frecuencias de 10, 11, 10, 5 y 7 respectivamente y de ciencias naturales en
República Bolivariana de Venezuela, con 16, 31, 14, 4, 1. Desde un punto de vista de estadística de
frecuencias, la pregunta está bien posicionada.
En el anexo 1.5. se le pregunta a los miembros de los Consejos Académicos cuál es el perfil del
estudiante que hace preguntas en clase, sobre qué temas ellos suelen preguntar en clase y fuera de ella y
cuál es el papel de la pregunta en el enfoque pedagógico del plantel.
- 145
En el Próspero Pinzón y en la República de Venezuela destacan al que pregunta como a alguien
inquieto: lo dicen en sentido positivo, al parecer, pues lo asocian en el Próspero a participación, pero la
expresión no deja de ser curiosa, porque inquieto quiere decir en su etimología el que no se queda quieto,
lo cual deja ver todavía imaginarios de orden tradicional. En la Merced lo asocian al carácter, lo cual es
significativo de una orientación clásica, la latina y humanista, que centra la educación en la formación de
la personalidad como un todo.
Respecto a qué preguntan, en el Pinzón temas de la clase y fuera de ella asuntos de noviazgos, vida
cotidiana. En La Merced, la pregunta se dirige a temas de recuperación de logros.
Los representantes de todos los colegios coinciden en que la pregunta es una forma de construcción
de conocimiento. Lo que nos indica que existe un piso pedagógico sobre el cual se puede construir aún
más en la dirección de una pedagogía fundada en la pregunta.
CAPÍTULO CUARTO
EL MICROPODER DE LA ESCUELA
EN EL MARCO DEL MACROPODER
Y DEL MESOPODER DE LA EDUCACIÓN
- 146
EL MACROPODER DE LA EDUCACIÓN: ENTRE LA EDUCACIÓN PARA LA DEMOCRACIA Y LA DEMOCRACIA
PARA LA EDUCACIÓN
En este capítulo avanzaremos en el examen de la formación en la ciudadanía democrática
en la escuela, estudiando la constitución y el funcionamiento del micropoder escolar en las tres
instituciones encomendadas.
Este micropoder institucional de la educación está definido por dos referentes: hacia fuera,
se articula con el macropoder de la administración de la educación nacional y con el mesopoder
o poder medio de la administración de la educación municipal; hacia adentro aparece como
jerarquía de una burocracia sui generis, que para el logro de sus fines debe estar abierta a
relaciones de coadministración de cierto poder con los estudiantes (gobierno escolar) y con los
padres de familia (representados en los Consejos Académicos y en las asociaciones de padres
de familia).
El macropoder de la educación está constituido por las políticas educativas nacionales
elaboradas en términos de una ley marco (la ley 115 de 1994), por supuesto inscrita en la ley de
leyes (Constitución de 1991), por planes educativos (decenales, cuatrienales) y por normas y
decretos que regulan la educación en términos de esa ley: así, por ejemplo, la carrera docente,
incluida la renumeración; la evaluación; los lineamientos, estándares y logros; la inversión y el
financiamiento de la educación y otras dimensiones cruciales de la misma.
A su vez, podría indicarse que ese macropoder estatal está hoy en buena medida
condicionado por un supermacropoder de orden global, lo que los teóricos llaman el biopoder,
como se ve, por ejemplo, en la tendencia a las evaluaciones internacionales de la educación, en
la movilidad creciente de la comunidad científica, en la creación de trasnacionales educativas,
en la educación a distancia, en las equivalencias de títulos, en la acreditación uniforme y en
- 147
otros hechos.
Dada la descentralización instituida en la Constitución de 1991, ese macropoder se ha
flexibilizado (respecto a la tradición corporativa de la Constitución de 1886, por la cual todos
los asuntos públicos dependían de la voluntad presidencial, a través del nombramiento a dedo
de gobernadores y de alcaldes, que a su vez nombraban a los secretarios de educación)
estableciendo una suerte de mesopoder o poder medio derivado de la formación democrática de
poderes municipales, los cuales, atendiendo a las leyes y políticas nacionales, pueden organizar
la administración de la educación municipal en muchas dimensiones delegadas por la ley. Para
comenzar, los alcaldes y los respectivos secretarios de educación organizan el micropoder de la
escuela con la facultad de nombrar a los/as rectores/as y, además, con la organización de los
recursos financieros en función de las políticas generales del poder municipal expresadas en
planes de desarrollo, dentro de los cuales se enmarca el plan de educación.
Para desarrollar un tanto lo apenas esbozado en el segundo capítulo, desde 1991 y, más
aún, desde 1994 con la expedición de la Ley General de Educación, han primado dos
orientaciones distintas y contrapuestas en la política de la educación, aunque en cada caso
siempre se puedan registrar oscilaciones, ambigüedades, tensiones, oposiciones,
yuxtaposicionoes, conciliaciones, ritmos diferentes, espacialidades atípicas y aún hibridaciones
entre una y otra y ello ocurre porque toda constitución expresa intentos de armonizar ideologías
y creencias distintas, algo que no siempre es posible. Para el caso que nos ocupa, el de la
educación, ésta es definida unas veces como un derecho de los/as ciudadanos/as y en otras
ocasiones como un servicio público.
De 1991 a 1998, predominó (e insistamos en que ello fue de un modo relativo, no
absoluto, con muchos vaivenes) una interpretación por decirlo así social y democrática de la
Constitución, basada en la lectura de lo que llamaremos páginas impares (las de la izquierda) de
los elementos de la ley de leyes que insisten en el estado social de derecho, el carácter
pluriétnico y multicultural de la nación, los derechos humanos y sociales de distinto signo,
entre ellos el libre desarrollo de la personalidad, la orientación hacia la búsqueda de la paz, el
fortalecimiento de la educación como estrategia para alcanzar la justicia social y, en cuanto a la
administración de la educación, la positiva valoración del gobierno escolar dentro de la escuela
y de los foros educativos municipales y nacionales como mecanismo autoinstituyente de las
políticas públicas de educación.
- 148
Estas tendencias se manifestaron en tres indicadores: primero, una preocupación creciente
por orientar la educación hacia la ciudadanía y la democracia, como lo muestra la enorme
cantidad de instituciones con programas innovadores en formación y educación para la
democracia, estudiadas en una muestra por los investigadores Marco Raúl Mejía y Gabriel
Restrepo en un estudio patrocinado por la UNESCO 72. Segundo, en los mayores niveles de
gasto en educación, que alcanzaron hacia 1995 la cota de cerca de 4.6% respecto al PIB, nunca
antes logrado en la historia de la nación. Tercero, el uso de los instrumentos democráticos de la
ley general de educación, en cierto modo autoconstituyentes de las políticas públicas de
educación, en el diseño colectivo del plan decenal de educación y, con ello, un empoderamiento
de maestros y maestras en la construcción de los horizontes de la educación.
Ahora bien, de 1998 hasta el presente predominó (también, por supuesto, con tensiones,
hibridaciones, simultaneidades diferentes, y con muchas excepciones) una lectura muy distinta
de la Constitución de 1991 y de la Ley General de Educación, una que llamaremos, siguiendo
nuestros modelos de socialización política y educativa, la correspondiente al modelo
tecnocrático/cibernético. Esta lectura mira casi solamente las páginas “pares” (por no decir de la
derecha del libro) de la Constitución referente al libre mercado, la defensa de la propiedad, la
eficiencia en la asignación de recursos, la descentralización, el desmonte del estado cepalino de
sustitución de importaciones, la insistencia en los subsidios a la oferta y no a la demanda, la
disminución del tamaño y actividad del Estado en frentes que puedan ser asumidos por la
empresa.
Desde un punto de vista político, el giro ocurrió primero en el contexto de relegitimar al
Estado con un supuesto plan de paz (en realidad, se trató de la legitimación a ras de un gobierno
que no hubiera ganado las elecciones de no haber hecho enormes ofertas para una
pre/negociación siempre incierta con las FARC) y luego de relegitimar al Estado con un plan de
“seguridad democrática” (en realidad, al parecer, también se trata de un caso de legitimación de
un gobierno y de una figura crecida con la burla a las aspiraciones de paz). Pero en ambos
casos, movimiento hacia la paz y movimiento hacia la confrontación militar, las opciones
políticas se han visto marcadas por dos hechos: el primero, una limitación económica, derivada
en parte de una recesión mundial y en otra buena medida de vulnerabilidades internas (déficit
72 Mejía, Marco Raúl y Restrepo, Gabriel. Formación y educación para la democracia. Hacia un estado del Arte. Referencia ofrecida en el primer capítulo.
- 149
fiscal creciente, estructuras tributarias regresivas, afección de parte de la producción nacional
por la forma como se hizo la apertura en algunos sectores y en especial en el campo) y ,
segundo, dentro de esas limitaciones financieras, las impuestas por la necesidad de aumentar el
gasto militar (“necesidad”, decimos, en términos de una determinada definición de la situación
política, que no necesariamente compartimos), el cual ha pasado del histórico promedio de
cerca de 2% a 4.9% en los últimos tres años y al 5.3% programado para el próximo, indicando
el comentarista que suministra estas estadísticas, que debería elevarse al 7% 73.
Es en esa perspectiva encuadrada por un suma-cero (lo que se aumente en un caso ha de
quitarse en otro y en este caso los incrementos para la guerra obligan a disminuciones en otros
sectores) dentro de una particular definición política (la seguridad se logra con más gasto
militar para obligar a negociar a la contraparte) donde se sitúa el giro del modelo social y
democrático de una democracia para la educación a uno tecnocrático/cibernético donde impera
el discurso de una educación para la democracia, pero exigida desde una dirección de la
educación no democrática.
La dimensión tecnocrática del manejo de la educación está significada en la eficiencia:
hacer más con lo mismo. Como los recursos de la educación no sólo no se pueden aumentar
dada la definición política del gobierno, e incluso pueden disminuir a medida que el gasto
militar crece, es preciso “racionalizar”. Volviendo a etapas ya muy pasadas de moda en el
mundo de una administración taylorista, las fallas en la productividad se interpretan como
debidas a la falta de una dirección tecnológica del trabajo. En el supuesto del taylorismo,
habría una resistencia natural de los trabajadores a aplicarse al trabajo. El taylorismo coincide
con tradiciones protestantes, empiristas y pragmáticas que consideran el estado de naturaleza
del hombre como malvado, perezoso, indolente y por tanto necesario de reforma por el ejercicio
de la autoridad y disciplina ejercida por los iluminados y tocados por las virtudes
teológico/burguesas de la frugalidad, el ascetismo, el ahorro, la inversión, la acumulación, la
ganancia.
La traducción de este modelo al caso de Colombia (“al país de cafres”, como dijo Alfonso
Palacio Rudas en forma despectiva) y al caso de la educación es la siguiente: los gobiernos han
aumentado desde el plebiscito del primero de diciembre de 1957 el gasto en educación como
73 Rangel Suárez, Alfredo. “Entre cañones o mantequilla. El gasto en seguridad”. En El Tiempo, viernes 19 de noviembre de 2004, página 1-19.
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proporción del presupuesto o como proporción del producto interno bruto. Y sin embargo, la
expansión de la matrícula y la calidad de la educación no obedecen al ritmo deseable. Se culpa
entonces del atraso en la educación a los maestros y maestras porque por un lado se llevan –
según la retórica – la gruesa suma de la educación (se piensa que los gastos de renumeración de
los/as docentes son gastos de funcionamiento, sin pensar que allí – en las particularidades
propias de la educación – la inversión en el llamado “capital humano” significa el gasto de
inversión que hace la diferencia, como lo ha demostrado la economía más ortodoxa, con Schutz
a la cabeza) y por otro se los culpa de formar mal a los /as alumnas.
Es la lógica del “chivo expiatorio”. Al hallar un blanco de todos los males, al estigmatizar
al maestro/a, el gobierno y el estado se hacen los inocentes - como se dice en el psicoanálisis-
de una responsabilidad culposa, porque ni invierten todo lo debido, ni atienden a una de las
causas críticas por las cuales lo invertido no revierte: el modo como la educación se articula con
la legitimación clientelista del poder, como lo demostraron con creces dos de los representantes
más conspicuos de la tecnocracia estatal: Juan Luis Londoño, sosteniendo con pruebas a la
mano que el grave estado de inequidad en Colombia es debido a las brechas de acceso de la
población a la tierra y a la educación (“Latinoamérica – dice- tiene un coeficiente Gini
aproximadamente quince puntos mayor que el promedio del resto de países del mundo. La
mayor riqueza de recursos naturales y la más alta concentración de la tierra ayudan a explicar
una parte no desdeñable del exceso de desigualdad. La intensidad del capital físico es similar
que en el resto del mundo. Por tanto, casi todo el exceso de desigualdad de ingreso en América
Latina radica en las características del capital humano. El bajo nivel de educación de la fuerza
de trabajo y la altísima varianza de los activos educativos resultan ser así los principales
factores generadores de la inusualmente alta desigualdad del ingreso del continente”) 74, y Jesús
Duarte señalando con lujo estadístico la responsabilidad del clientelismo en el mal manejo de la
educación75. De otra parte, el economista Jorge Iván González expuso con la mayor lucidez que
74 Londoño, Juan Luis. 1999. “Educación, desigualdad y crecimiento. ¿Qué aprender de América Latina?”. En: Educación y Cultura (Fecode). Bogotá, número 50, agosto de 1999. Londoño de la Cuesta, Juan Luis 1995 Distribución del ingreso y desarrollo econmico. Colombia en el siglo XX. Bogotá, Tercer Mundo.
75 Duarte Agudelo, Jesús Hernando 1995 “State education and clientelism in Colombia (The politics of State Education Administration and of implementation of educational investement projects in two colombian regions)”. Tesis doctoral para el D. Phil. en Políticas en la Facultad de Estudios Sociales en la Universidad de Oxford, mecanografiada. Duarte, Jesús 1996 “El fortalecimiento de las instituciones escolares públicas como eje de la política educativa”. En: Coyuntura Social (Instituto SER- FEDESARROLLO), número 15, noviembre de 1996.Duarte, Jesús 1996 “La debilidad del Ministerio de Educación y la politización de la Educación pblica en
- 151
frente al camino de resolver problemas de equidad por la vía rápida y democrática de
redistribución de activos a través de impuestos progresivos e inversión, el estado había preferido
la vía lenta e ilusoria de los paños tibios mediante sistemas tributarios regresivos y subsidios a
la demanda o a la oferta que ni en un caso ni en otro merman con la celeridad que requiere la
democracia la reproducción de la pobreza absoluta y relativa 76. Lo mismo había sido planteado
para el campo por nadie menos que Hernán Echavarría Olórzaga 77.
Ahora bien, la dimensión cibernética de la política pública de educación se manifiesta no
solamente como el high comand o el alto mando a distancia o control remoto determinado cada
vez más por una creciente información, sino por instituir con un sistema de evaluaciones
todavía no democrático un mecanismo sutil de sindicación al maestro/a de las fallas en la
operación del sistema y de alertas dadas a rectores y rectoras para ajustar más los controles
tayloristas a los maestros y maestras, considerados responsables de las fallas.
Dos precisiones se hacen necesarias antes de avanzar. La racionalización de recursos
siempre será necesaria. Nuestros países son pobres y requieren de disciplina, de ahorro, de
eficiencia. Por más que puedan ser incrementales y lo serán tanto más cuanto se combinen la
competencia con la cooperación, la libertad con la justicia social, los dineros públicos siempre
Colombia: dos problemas a enfrentar en el Plan Decenal”. En: Coyuntura Social (Instituto SER- FEDESARROLLO), número 14, mayo de 1996.Duarte, Jesús Hernando, 1997. “Situaciones críticas del sector educativo colombiano y retos hacia el futuro”. Bogotá, mecanografiado .76 González, Jorge Iván 1996 “La política fiscal y los efectos redistributivos de los subsidios y de los impuestos en Colombia”, en: Cuadernos de Economía (Bogotá, Universidad Nacional), volumen XV, número 25, segundo semestre de 1996: 68-84.
77 “Es evidente que las clases poseedoras de la riqueza, a las que le sobra dinero para invertir, han encontrado la manera de mantener un nivel de vida satisfactorio para ellas, viviendo del incremento permanente del valor de la tierra, en gran parte debido al aumento de la población y a la mejora de la producción, sin necesidad de preocuparse por inversiones adicionales en activos de producción”. Y más adelante revela cómo se decidió en medio siglo el destino de Colombia: “Habiendo estado yo por tanto tiempo seguro de que la reforma agraria no se podía hacer sino mediante la modificación del régimen impositivo, y habiendo estado tan cerca del poder, me siento frustrado por no haber conseguido tan siquiera que la vía de los impuestos fuera considerada. Fui Ministro de Comunicaciones del primer gabinete del doctor Alberto Lleras Camargo. Me tocó discutir ampliamente con el Director de la Oficina de Rehabilitación, doctor José Gómez Pinzón, un ingeniero inteligente y dedicado a todo lo que se relacionaba con el problema agrario. La verdad es que no se pudo hacer mucho por la oposición de gran parte de la clase dirigente entonces en el poder. Cualquiera que se tome el trabajo de indagar el ambiente político de esa época, encontrará que los hombres prominentes en el Tolima y Huila, donde el problema agrario era más agudo, eran importantes jefes liberales. Para ellos toda reforma agraria fundamental era inconcebible. Todo se reducía a distribuir unos lotes por medio del Incora”. Echavarría Olórzaga, 2003. "El Interés En Invertir". Cátedra Hernán Echavarría Olózaga en Empresariado e Innovación. En http://administracion.uniandes.edu.co/homenaje/default.asp.
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serán escasos frente a las necesidades y a esa inmensa deuda social acumulada en siglos y siglos
de desatención. Mal se haría en criticar la eficiencia. Lo que aquí se critica es una interpretación
deformada de la eficiencia, la propia de la ideología taylorista. Frente a la crítica a su
racionalidad y eficiencia limitada, una propuesta democrática tiene siempre que asumir el lema
de superar conservando (el famoso “aufheben” hegeliano), en este caso, sosteniendo la
“racionalización” de recursos, pero con otros tipos de administración.
En el mundo, los sistemas de administración han superado en este sentido el modelo
taylorista, bien sea con la teoría de los sistemas, la teoría de los círculos de calidad, la
promoción y estímulo y bienestar del llamado “capital humano”, el establecimiento de pautas
colegiales de administración, de las que luego hablaremos por su importancia para la educación,
formas de democracia en la empresa con la promoción y estímulo de la iniciativa y cientos de
modelos de una administración “suave”, dúctil, democrática por muchos aspectos, sensible a los
sujetos.
Pensamos por tanto que una dirección democrática de la educación, conservando rasgos
positivos de lo tecnocrático y de lo cibernético, debe subordinarlos a una dirección pedagógica
y democrática, a la valoración de todas las voces de la educación y ante todo a la valoración del
maestro/a, antes que a su evaluación destinada a sindicar.
Tampoco, adviértase bien, estamos contra la evaluación, ni siquiera con la evaluación de
competencias que ha comenzado a operar desde 1995. Estamos sí en contra de una evaluación
sin metaevaluación, es decir, sin evaluación de la evaluación. Estamos en contra de una
evaluación unilateral, en donde el verbo yo evalúo no viene acompañado del “yo me evalúo” y
del “yo soy evaluado” y por supuesto con el “nosotros evaluamos, nos evaluamos y somos
evaluados”. Porque en una democracia, los valores se tejen en conjunto, en procesos complejos
de argumentación y participación plural. Y nadie dispone de un valor último – como se arrogan
ahora los evaluadores, que no tienen la mínima idea de la crisis de los metarelatos – para fijar
su valor como elemento de evaluación absoluta y situarse entonces como deux ex machina,
dioses sobre el tinglado, que juzgan a los otros y otras con sus valores de preferencia. Estamos
en contra de una evaluación que viene a ser vino nuevo en odres viejos, porque por su
insistencia unilateral en las evaluaciones cuantitativas – que han de hacerse, censales o
muestrales y no sólo en unos campos sino en todos – sin poner al mismo tiempo un énfasis en
evaluaciones etnográficas, terminan por inducir a que la pedagogía se oriente a la respuesta y no
- 153
a la capacidad de empoderarse por medio del saber preguntar, que es el saber de todos los
saberes. Estamos en contra de una evaluación que no va acompañada por la investigación, el
acompañamiento pedagógico, la articulación de la evaluación con la producción de textos.
Tan no estamos en contra de la evaluación, que hemos propuesto un cambio radical en el
Instituto Nacional de Evaluación (que debería ser también de Investigación y de desarrollo
pedagógico) que hemos propuesto que esa entidad se convierta en una corporación mixta, donde
la participación del Estado (a través de distintos entes) tenga un valor de 51%, siendo la otra
parte suscritas como Acciones por Colombia por sindicatos, asociaciones de padres, colegios,
universidades, empresas, organizaciones no gubernamentales y sirviendo esta inversión no sólo
como medio de acompañar la evaluación con la investigación y la pedagogía, sino también para
democratizar la evaluación con la participación de muchos sectores de la población colombiana.
- 154
EL MESOPODER DE LA EDUCACIÓN EN BOGOTÁ:
DE LA EDUCACIÓN Y CULTURA CIUDADANA A LA EDUCACIÓN Y
CULTURA DEMOCRÁTICA, BAJO EL PRINCIPIO DE EDUCACIÓN PARA LA
DEMOCRACIA Y DEMOCRACIA PARA LA EDUCACIÓN
Para volver a nuestro marco de análisis ahora en una reducción de escala, el caso de
Bogotá fue singular entre 1994 y el 2004 porque representó algo así como una especie de cinta
de Mebio (algunos dirían, una cinta de Mockus) entre las páginas impares y pares de la
Constitución: la proveniencia de Mockus – la figura más imponente en este decenio en Bogotá
–, a saber, el arte de la madre, la Universidad Nacional, el grupo Federicci, la formación
filosófica e, incluso, el movimiento pedagógico lo llevaban a una predisposición a la preferencia
por las páginas impares de la Constitución. Pero, por otra parte, su mismo embelesamiento por
la figura del Rey-Filósofo, su proclividad por el poder en una suerte de autointerpretación
platónico/mesiánica, su deseo de ser reconocido y aceptado, lo condujeron a un encandilamiento
con las páginas pares.
El resultado fue una suerte de sinuosidad entre uno y otro modelo. Por un lado, insistencia
en la cultura y la educación ciudadana. Por otro, aceptación en su segundo mandato del modelo
tecnológico/cibernético del manejo de la educación, después de haber ensayado en su primer
período un modelo cuasidemocrático o por lo menos participativo que dejó con todo mucha
huella en términos de redes de innovacion y en términos de cierta pauta colegial y democrática
de gestión en muchos colegios y en muchos núcleos de profesores, sin la cual no se explican las
predisposiciones que hoy afloran con mayor vigor cuando hay un encuadre democrático de la
política pública de educación. Pero en la segunda parte (y en este caso hay que decir de la
educación el dicho de que “nunca segundas partes fueron buenas”) fue tan rotundo el asunto que
el macropoder y el mesopoder de la educación coincidieron en forma “aplastante” en la
dirección tecnocrático/cibernética, al punto de rotar cargos en oficios y oficios en cargos de la
ciudad al estado y del estado a la ciudad, con traspaso de nómina y con una uniformidad del
poder que más llegaba a parecer el ejercicio de una capa de mandarines o de casta directiva
como la soviética, que la de una dirección propia de una democracia.
Esta sinuosidad, importante tanto por los progresos, como por los retrocesos, debe
- 155
despejarse de nuevo con una distinción en la cual hemos insistido a la largo de nuestras alacenas
y anaqueles globales y locales: la cultura y educación ciudadana insisten en la igualdad
abstracta y jurídica de los hombres y de las mujeres frente a la ley y a las normas. Es la
tradición liberal clásica. Importante desde el punto de vista de la superación de las
arbitrariedades, es cierto, y lo mismo frente a las tradiciones, porque para éstas no hay tal
igualdad sino jerarquías naturales.
Y no obstante, una cultura ciudadana puede no ser democrática, en el sentido de que
haciendo valer la libertad mediante una igualdad puramente abstracta, formal y no material, se
diría, puede consentir con graves injusticias derivadas de inequidades reales de género, de
riqueza, de acceso al poder, de influencia y de prestigio, que lesionan a una parte importante de
la población.
Por lo mismo, una cultura ciudadana también debe esforzarse por ser al mismo tiempo
democrática, y en cuanto tal asume la condición de la conciudadanía democrática. En esta
perspectiva, si bien se validan la igualdad abstracta de los ciudadanos ante la ley y la libertad
inherente a su ejercicio, se insiste en el principio de solidaridad o de educación en la solidaridad
para que a través de ella se movilicen el poder y la riqueza públicos en la redistribución efectiva
de recursos que conduzca a situaciones sociales de mayor equidad.
Es cierto que a nombre de una cultura democrática y por el principio de igualdad, se
puede echar a perder la ventaja de una cultura ciudadana (libertad e igualdad abstracta) como ha
pasado en las revoluciones fallidas. En ello se advierte la sombra del radicalismo jacobino de
Rousseau, quien no por azar inspiró al mismo tiempo al Bolívar libertario y al Bolívar
protoconservador. Con ello se prueba una verdad paradójica de a puño muy irónica en la
historia: lo más revolucionario llega a ser con facilidad lo más conservador (como ha sucedido
con la mayoría de las revoluciones), mientras que en no pocas ocasiones lo más conservador
puede llegar a ser lo más revolucionario (como ocurrió en el caso de Inglaterra o en Estados
Unidos con Lincoln, una figura del partido republicano).
Por lo mismo, la única salida es llevar la cultura ciudadana a un estado de cultura
democrática, donde el principio de igualdad se temple con el principio de libertad a través de la
educación solidaria en la conciudadanía. Y cuando empleamos el concepto de solidaridad,
aludimos al principio de fraternidad de la Revolución Francesa, pero lo criticamos como
insuficiente en tanto la “fraternidad” se basa en sentimientos “naturales”, heredados,
- 156
tradicionales, como la pertenencia a una familia política, una nación, una comunidad de
creencias, en tanto la solidaridad exige la relación tolerante y comprensiva con el otro/a
radicalmente diferentes y hasta opuestos.
De este modo, la cultura democrática incluye a la cultura ciudadana, superándola,
conteniéndola, afinándola, mientras que lo contrario no es necesariamente cierto: la cultura
ciudadana dejada a su sola suerte puede producir inequidad.
La sinuosidad de Bogotá se revela en que a tiempo que proliferaba el discurso del buen
ciudadano en la calle y en las escuelas, el manejo de la educación asumió en la segunda parte
una dirección tecnocrático/cibernética de la educación. Tanto la primera, como la segunda
produjeron no pocos logros, pero han demostrado innumerables limitaciones.
Respecto a la primera, a la cultura ciudadana, la retórica del buen ciudadano sin duda
produjo comportamientos nuevos: a escala de la ciudad: ahorro frente al agua, mayor respeto
del conductor frente al peatón y cuidado del peatón frente a las señales viales, atención para el
espacio público, buen comportamiento en el sistema de transporte masivo, sensibilidad frente a
la violencia, disminución relativa de la inseguridad, mejora en conciencia de tributación y otras,
todo esto acompañado por supuesto por instrumentos de política como trasmilenio, enfoques
más globales de la seguridad, cambios en la organización del transporte, inversión en
bibliotecas y en espacios recreativos comunales, mejora de la tributación y muchos otros. A
escala de los colegios, toda la retórica de los buenos valores, los pactos de escuela y de aula,
actitudes y sentimientos hacia la vida y el respeto a los otros.
Las fallas en los dos sentidos son a su vez notables: la atención centrada en la comunidad
ciudadana veló no poco la desigualdad creciente de la ciudad, el problema del desplazamiento,
el deterioro gravísimo de los índices de pobreza y de desarrollo humano. En la escuela, por su
parte, la retórica del buen comportamiento no se ha acompasado de modo suficiente por la
generación de conocimientos críticos en torno a los temas de la constitución y reconstitución de
los poderes, a la comprensión de conceptos como la ciudadanía, la conciudadanía y se ha dejado
de lado la elaboración de una pedagogía que más allá de las actitudes y sentimientos buenos
aborde el conocimiento y re/conocimiento de la ciudad y de los/as ciudadanos/as en una
perspectiva menos local o sublocal, más atenta a la exploración de la ciudad en toda la riqueza
de su multietnicidad y multiculturalidad y en todo su significado o enseñanza como
ciudad/estado, ciudad/región, ciudad/nación y ciudad/mundo.
- 157
En la dimensión de la dirección tecnocrático/cibernética de la educación capitalina hubo
logros notables, por cierto: la relativa expansión de cobertura, debida en buena medida a la
racionalización, antes que a la apropiación de nuevos recursos. La misma “racionalización” al
integrar distintos establecimientos un poco a rajatabla, creó un marco más favorable a la
organización de la educación. Pese al carácter unilateral y al enfoque sin metaevaluación de la
evaluación, el discurso de las competencias – cuando no se reduce a fórmulas y cuando la
evaluación va articulada al acompañamiento pedagógico – ofrece insinuaciones nuevas desde el
punto de vista pedagógico, aunque ha sido incapaz de enunciar formas nuevas de combinación
de pedagogía y psicagogía.
Con todo, las fallas son protuberantes: la más grave, tal dirección de la educación quebró
la confianza en la creación de una comunidad educativa. Pervirtió el carácter autoconstituyente
de los foros educativos al convertirlos en un espacio de instrucción. Al concebir al maestro/a
como un ejecutor de políticas a distancia, disolvió la recreación pedagógica y la reflexión en
torno a ella en una aplicación de fórmulas. Desvaneció al maestro/a como sujeto y lo situó en
una situación de súbdito/a siempre pensado desde el poder como alguien proclive a burlar las
disposiciones oficiales. En esa misma medida, ensombreció el valor público que ha de rodear al
maestro y a la maestra para alcanzar una dignidad y un prestigio sociales. La insistencia en el
discurso de las competencias en tanto miradas sólo desde el ángulo de una evaluación dispuesta
para la crítica, ha tendido a desvirtuar su posibilidad de potenciar la escuela como espacio de la
pregunta, para volver a una escuela tradicional atenta a proporcionar las respuestas debidas a las
preguntas habidas. Y no obstante, hay que añadir que gracias a las formas de resistencia y de
adaptación que vienen del propio impulso democrático de la escuela, en ellas se han tejido
formas nuevas de convivencia y de participación que son muy prometedoras cuando se
conjuntan con una dirección pedagógica y democrática.
La gracia de una democracia es que admita una pluralidad de perspectivas políticas y de
visiones del mundo. Por fortuna para la nación colombiana, por primera vez en nuestra historia
republicana se ha logrado quebrar el monismo decimonónico y el corporativismo finisecular del
que se hablara en nuestro segundo capítulo. Pueden coexistir y alternar diferentes propuestas en
el macropoder y en el mesopoder, en la nación y en los gobiernos departamentales y municipales.
Así el ciudadano y la ciudadana pueden juzgar y decidir comparando resultados.
La administración local ha apostado por una ciudad sin indiferencia. Sin indiferencia
- 158
quiere decir con solidaridad, mirado el asunto por el lado positivo. Solidaridad en la
conciudadanía democrática.
Y ello se expresa en el plan de educación de la presente administración, en el cual se
señala que aunque hubo no pocos logros en la expansión de la educación en Bogotá, la ciudad
está lejos aún de alcanzar el derecho universal a la educación. La cobertura pública (54%) es
baja respecto al promedio del país (83%). “Y pese a que alberga 106 de las 321 instituciones de
educación superior (33%) existentes, solamente el 11% de los bachilleres tienen acceso” 78.
Igual de dramática es la restricción a educación preescolar con una cobertura en 2003 de 68%,
pero “de los niños en situación de pobreza sólo el 40% asistió a instituciones oficiales”.
Además, la calidad es baja 79 . En primaria, 128.042 niños quedaron por fuera y además el
promedio de extraedad es de 6.8% en el sector oficial.
“En el 2003, 48.612 niños y jóvenes entre los 5 y 17 años pertenecientes a hogares de
estratos 1 y 2 no asistían a la escuela, el 40% de éstos por falta de recursos económicos; 29.333
niños y jóvenes del mismo grupo, se habían ido del hogar”80 .
“Del 1.600.000 jóvenes entre 14 y 26 años el 16.3% pertenece a hogares en condición de
miseria y el 26% a hogares de situación de pobreza; sólo el 44% asiste al sistema educativo y
cerca de la mitad de los jóvenes abandonan la escuela luego de estudiar algún grado de
educación media…”81, siendo afectados mayormente por el desempleo. Algo menos de un
millón de jóvenes se ven lacerados/as por falta de oportunidades educativas:
La infraestructura educativa presenta deterioro: “De 706 sedes valoradas se ha
identificado que el 19% (134 sedes) se encuentra en estado crítico, el 40 (283 sedes) en
situación aceptable, 31% (218 sedes) en buen estado y sólo 10% (71 sedes) en estado óptimo” 82.
Subsisten problemas de calidad, que no dependen sólo de las evaluaciones masivas, y
problemas de motivación y de integración de maestros y maestras en un orden de confianza,
debido al manejo vertical que era característico de las administraciones pasadas 83.
Para contrarrestar estas deficiencias, el plan prevé en primer lugar aumentar la
78 Página 27. 79 Páginas 27 y 28. 80 Página 28. 81 Página 28. 82 Página 30 . 83 Página 31.
- 159
disponibilidad de recursos financieros para elevar la inversión y enfocarla en una mejor y más
significativa educación pública que beneficie antetodo a los estratos uno y dos que más la
necesitan. Según dicho plan: “En el presupuesto de inversión le fueron asignados 6 billones
434.935 millones de pesos, que representan el 49.3% del gasto social de los próximos cuatro
años y el 31% del total del presupuesto de la ciudad, una cifra sin antecedentes en la historia de
la ciudad” 84.
Se ha subrayado por parte de muchísimos autores la importancia del papel de la confianza
en la instauración de un orden democrático. Según Rita Giacagnoli 85, North sostuvo que la
Revolución Industrial no hubiera sido posible de no haberse creado mucho antes de ella, en el
siglo XVII, un marco de confianza generalizada. A nuestro modo de ver, dicho marco está
contenido en el paso del contrato social de tipo hobbesiano, caracterizado por la competencia a
ultranza, el temor y el refugio de la seguridad en la promesa del Leviathan absolutista, a otro
tipo de contrato, el propuesto por John Locke, distinguido por los principios de la democracia
liberal clásica: derechos civiles, tolerancia, separación de Iglesia y Estado, división y limitación
de poderes y obediencia de los poderes públicos y privados a un sistema de derecho. Y más allá
de Locke, fundamento teórico de la cultura ciudadana, se sitúa Rousseau con su proyecto de
contrato social, principio teórico de la cultura democrática.
Lo importante el tránsito de Hobbes a Locke fue el abandonar el imaginario del suma-cero
(juego antagónico donde hay ganadores y perdedores netos o donde lo que yo quiera obtener ha
de ser quitado a otro), para abrir paso a una situación social donde la competencia pudiera
balancearse con sinergia con la cooperación, de modo que los recursos definiéndose de entrada
como incrementales debido a ella, puedan también redistribuirse en forma solidaria, siendo éste
el acento de Rousseau y de todos los socialistas, los cuales acentúan el principio de fraternidad
(o de solidaridad en un sentido no natural o biológico), como “tercer modo” de la razón social
que puede hallar hilos de continuidad entre los principios de libertad y de igualdad, que dejados
a su suerte, llevan a irreductibles antinomias.
Baste indicar que en el pensamiento social ese fue el gran significado del paso del
pensamiento de Hobbes basado en la competencia, en el temor y en la inseguridad, al
84 Página 10. 85 Rita Giacalone, Rita. 2002. La integración regional en la historia. Universidad de los Andes, Mérida, publicado en la biblioteca virtual andina, en la siguiente dirección electrónica: http://www.comunidadandina.org/bda/docs/VE-INT-0003.pdf
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pensamiento de Locke, inspirado en el pacto, la cooperación y la confianza. También se podría
indicar en el mismo sentido el papel que en ese tránsito le puede ser imputable a Newton en un
doble sentido, recordando lo que ya se ha dicho. Como director de la Casa de la Moneda en el
momento de la creación del Banco de Inglaterra logró signar la operación financiera con el aura
de la confianza mediante sus actividades técnicas y jurídicas (e incluso policiales) , al mismo
tiempo que trasladaba las metáforas del sistema de gravitación universal a la circulación
financiera.
Por ello, cuando un observador encuentra que los colombianos depositan en conjunto una
gran confianza en la educación, sin distinguir si es pública o privada, halla en ello un motivo de
esperanza.
En efecto, 81% de la población colombiana estima que el servicio de la educación es
bueno, cifra que supera con creces el 58% de hace 10 años y que excede el promedio de 67% de
América Latina, según el Barómetro de Gobernabilidad del Centro Nacional de Consultoría (EL
TIEMPO, 23 de marzo de 2003). Asunto nada desdeñable si se toma en cuenta que se trata,
según el mismo estudio, de una proporción superior a la percepción de confiabilidad en las
Fuerzas Armadas (76%), en la Iglesia (68%), en la empresa privada y en los bancos (63%), en la
Policía (57%) y muy arriba de sindicatos (32%), Congreso (22%) y partidos políticos (12%).
Pero el caso es más diciente cuando estas cifras se pulsan con las mediciones del World
Value Survey, según las cuales – como se ha indicado –ya - Colombia ocupa el puesto 65 entre
66 países en términos de confianza interpersonal, como ya se ha citado: sólo uno de cada diez
colombianos creería en sus compatriotas y sólo superamos a Brasil en desconfianza recíproca.
En el mismo estudio se corrobora, con todo, que la institución que despierta mayor confianza en
los colombianos es la educación.
Que en medio de este mar de dudas y de suspicacias recíprocas como las que suelen ocurrir en
la educación y en la escuela (querellas entre directivos/as, docentes, estudiantes, empleados/as,
entre el gobierno y los sindicatos docentes) se deposite una fe creciente en la educación es algo para
meditar. Porque por allí se podría encontrar un remedio a no pocos de nuestros males. Y si se sabe
hallar un diseño estratégico para producir más sinergia en la educación, la esperanza en ella
encontrará una redención en el acto. La solidaridad, sellada en la educación y la justicia, podría
demostrarse como un puente para que el principio de sabiduría exprese toda su potencia como ley
de retorno y como pagamento redentor.
- 161
A nuestro entender, la nueva administración – con todos los defectos que puedan atribuirse a
las características casi compulsivas del poder a parecerse a sí mismo en sus peores defectos –
retomará el mejor legado que viene por lo menos del movimiento pedagógico de los años ochentas
(el mismo del que, por otra vertiente, como se ha dicho, viene Antanas Mockus) y la senda de ese
gran acuerdo plasmado en la ley 115 de 1994. Pero, en el fondo, lo esencial de ese acuerdo se
remonta nada menos que al discurso de Simón Bolívar en la instalación del Congreso de Angostura,
cuando hablaba profético de instaurar la educación como el cuarto poder público.
En efecto, el sentido de la ley 115 al establecer los foros educativos regionales, locales,
ciudadanos y nacionales, fue erigir algo así como un constituyente primario de la educación, un
espacio para que, con el pilar de directivos/as docentes, maestros y maestras, estudiantes, padres de
familia y la sociedad civil en general trazaran de modo deliberativo y razonado las estrategias
globales del desarrollo de la educación. Como se ha dicho, debido a la falta de consensos y de
acuerdos, el espíritu democrático de dichos foros se perdió después de la elaboración del plan
decenal de educación y sus espacios se limitaron a ser aulas magistrales, en las cuales el gobierno,
valido de expertos, dictaban una clase sobre temas que el gobierno de la educación consideraba de
interés para informar a los maestros y maestras.
La sola restauración de la confianza entre el gobierno educativo y la comunidad educativa –
pese a todos los incidentes justificados o no que son inherentes a un cambio – traerá con el tiempo,
y más con la prioridad en la inversión y con el tipo de programas propuesto, un notable
aceleramiento de la educación en la capital.
El objetivo general del plan es:
“Desarrollar una política educativa que responda a los retos de una Bogotá moderna, humana
e incluyente, que se proponga la vigencia plena del derecho a la educación y el fortalecimiento de la
educación pública, que cualifique y mejore la calidad de la educación, que construya y fortalezca
múltiples redes de tejido social solidario, que contribuya a la consolidación de una democracia
basada en el reconocimiento de la diversidad, que genere dinámicas sociales incluyentes, y que
contribuya a la reducción de la pobreza y a una mayor equidad social” 86 .
Las líneas generales de política educativa consisten en:
1. materialización del derecho a la educación 87.
86 Página 33. 87 Páginas 35 a 36.
- 162
2. fortalecimiento de la educación pública 88.
3. mejoramiento de las condiciones para la enseñanza y el aprendizaje 89.
4. fortalecimiento de la institución escolar 90.
5. reconocimiento y participación de la comunidad educativa, la academia y las
organizaciones sociales 91 .
6. realización de una gestión educativa humana, sostenible y eficaz 92.
Los grandes programas a su vez son:
1.Transformación pedagógica de la escuela y la enseñanza 93.
2.Programa Escuela-Ciudad-Escuela 94.
3.Educación para jóvenes y adultos 95.
4.Acceso y permanencia para todas y todos 96.
5.Bogotá sin hambre 97.
6.Construcción, ampliación, mejoramiento y reforzamiento estructural de los
establecimientos educativos 98.
7.Gestión educativa humana, eficaz y sostenible 99.
8.Articulación educativa de Bogotá con la Región Central 100.
Para retomar nuestro argumento, es desde esta asimetría entre un macropoder que aún
conserva el discurso tenocrático/cibernético y un mesopoder democrático, situado más allá de la
cultura ciudadana siendo este más allá la cultura de la conciudadanía, donde podemos ubicar el
diagnóstico de la constitución y organización del poder en ese micropoder de las tres escuelas.
Pero antes de abordar la interpretación etnográfica, algunas precisiones más convienen en la
mirada a las formas de articulación entre los macropoderes y los mesopoderes de la educación y los
88 Páginas 37 a 38.89 Páginas 38 a 39. 90 Páginas 39 a 40. 91 Páginas 40 a 41. 92 Página 41.93 Páginas 43 a 48. 94 Páginas 48 a 51. 95 Páginas 51 a 53. 96 Páginas 53 a 55. 97 Páginas 56 a 58. 98 Páginas 56 a 58. 99 Páginas 58 a 59100 Página 60.
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micropoderes de la escuela.
EL MICROPODER DE LA EDUCACIÓN: ENTRE LA INSTITUCIÓN TOTAL,
MIMÉTICA Y CLONADA,
Y LA INSTITUCIÓN AUTÓNOMA EN ESTADO DE AUTOCREACIÓN Y QUE
APRENDE DEL ENTORNO
Si decimos que la institución de la escuela está regida por una jerarquía con una
burocracia sui géneris, es porque el denominado campo de la educación impone, como en otro
caso la familia o la empresa, unas condiciones especiales para su funcionamiento.
De entrada, es especial porque su objeto es la administración de un supuesto saber,
administración que es delegada por la sociedad o por los poderes que la representan a quienes
poseen un supuesto saber enseñar mediante el cual trasmitirán ese supuesto saber a quienes se
supone que no saben saber: a niños y niñas y jóvenes a los/as que según la suposición de la
sociedad conviene formar en ese saber dosificado y organizado dentro de cierto orden y
continuidad.
Considerado así, el micropoder de la escuela es delegado en las sociedades modernas por
el Estado Nacional en la mayoría de los casos o en otros por iniciativa de las comunidades que lo
valoran (es el caso importante de los países anglosajones). Pero cualquiera sea el caso, en el
marco del biopoder emergente en el siglo XIX, con precedentes en el XVII y en el XVIII, la
escuela tendió a convertirse en lo que algunos sociólogos han llamado una “institución total”, es
decir, una institución autocontenida, autolimitada, omnicomprensiva, o lo que Foucault llamó
dispositivos de disciplinamiento o de sujetamiento para constituirlos como reproductores de
discursos que encarnan un saber y un poder.
El carácter total de esta institución no sólo se deriva de los modos de disciplinamiento del
Estado moderno emergente, que absorbió la práctica de disciplinamiento de la iglesia medieval,
sino de un rasgo propio del campo de la educación, y es el hecho que se deriva de que en la
transmisión de un saber hay un fuerte elemento de mímesis o de imitación, que es antiquísimo
como en la iniciación chamánica en la cual el aprendizaje se hace por vía de imitación, pero
también en la educación moderna, por ejemplo en la de la orden de los jesuitas, en la cual se
ejercita la imitación de Cristo y se siguen los pasos trazados por el fundador de la orden, con sus
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mismos ejercicios espirituales.
Desconstruir este encuadre aupado por la revolución industrial y luego por la segunda
revolución eléctrica, con la secuela del taylorismo aplicado a la empresa y a la educación, no ha
sido fácil y sin embargo es el mayor reto para afrontar una educación para la diferencia y para la
comprensión de la diferencia, en sociedades cada vez más multiculturales. Con todo, la misma
tercera revolución científico, tecnológica y técnica se ha encargado en parte de esta tarea, al
quitar a la educación formal y aún a la familia un cierto monopolio o por lo menos el gran
predominio en la formación de las nuevas generaciones, principalmente por la revolución digital
y en particular por la aparición de los medios de comunicación audiovisuales. La revolución
digital transformó la casa en mundo y el mundo en casa, aunque estratificada y ofrece a todos
modelos y modos distintos de aprendizaje.
Sin ir más lejos en este análisis que podría extenderse muchísimo, en las condiciones de
hoy la escuela, como todas las instituciones: el estado, la familia, la empresa, entre muchos otros,
se desestructura y reestructura de modo permanente.
Desde nuestro punto de vista, lo principal es que ese micropoder de la escuela se
transforma por obligación. Cuando decimos que ese micropoder establece una jerarquía
burocrática sui generis, queremos decir que en su vertebración como micropoder en occidente
dicha jerarquía se produce en términos no hereditarios, ni estamentales, sino por medio de la
formación en el saber y en el saber enseñar el saber.
Sin embargo, durante mucho tiempo saber qué era ese saber que merecía ser enseñado y
saber cómo enseñarlo pareció algo asegurado por la existencia de referentes absolutos: en el
medioevo, por el saber teológico. En la temprana modernidad, por el saber necesario para ser
súbdito de un Estado y saber vivir con urbanidad en la ciudad. En la modernidad clásica, por el
ideal de ser ciudadano del Estado y sujeto autónomo con poder de autodeterminación propia y
capacidad de determinar la ley. En el siglo XIX, por los ideales de progreso científico o técnico.
Ahora bien, en el siglo XX todos los referentes del pasado han caído y no hay ni
verdades, ni saberes absolutos, pero tampoco modos únicos escolares de aprender. La dimensión
mimético o imitativa de la escuela pierde sus modelos canónicos y seguros y entonces la misma
jerarquía establecida en términos del saber o del saber enseñar debe reacomodarse en función de
la capacidad de aprender.
De otra parte, la misma jerarquía burocrática por el saber y por el saber enseñar tiende a
- 165
perder su rigidez tradicional e incorpora cada vez más una pauta colegial que, según hemos
señalado, Parsons destaca como el aporte de saberes académicos más determinados por el diálogo
que por la imposición. Esta pauta colegial significa que la organización del poder se torna
flexible por la discusión permanente sobre las decisiones que afectan al conjunto.
Dialogal hacia los macropoderes y mesopoderes, colegial por la deliberación del cuerpo
de cuadros directivos y por las relaciones de éstos con los/las maestros/as, condescendiente con
el poder estudiantil en tanto éste no es sólo una forma de gobernabilidad (un modo de administrar
el orden escolar en el cual se aprenden los saberes teórico prácticos), sino también un medio de
enseñanza y aprendizaje recíprocos y colectivos, la institución escolar del futuro, que en muchos
casos ya asoma en la práctica, como veremos, se define como una institución en la cual no hay
una división tajante entre maestros y aprendices, ni una estructura piramidal, clonada y mimética,
sino en la cual todos, desde diferentes papeles se autodefinen como maestros y aprendices,
potenciando en primer lugar los aprendizajes recíprocos implicados en el reconocimiento mutuo
como sujetos y ciudadanos, pero también en la tarea de tomar el entorno vecinal, local y
ciudadano como un texto privilegiado de la enseñanza.
Estos rasgos estarían en consonancia con los cambios en los estilos de gestión que ya se
producen en el mundo de las empresas, para las cuales se señala la obsolescencia de los estilos
de mando verticales. Así lo indica Peter Senge cuando dice:
“La mejor palabra para describir el cambio de mentalidad al que yo me refiero es
‘reversión’: debemos revertir lo aprendido en nuestra infancia. El verdadero problema radica en
superar la experiencia adquirida en la escuela durante la infancia. Cuando el niño empieza a
asistir a la escuela aprende rápidamente que el profesor es la persona a cargo y que la clave del
éxito es complacer al maestro. Creer que otros nos dan la oportunidad de hacer algo original,
algo espontáneo que de hecho puede ser divertido y significativo para nosotros. Llevamos años
diciendo que debemos pasar de ser reactivos a creativos y debemos dejar de lado ese mito que
dice que el jefe es la persona a cargo porque tiene el poder” 101 .
Y añade:
“Los líderes jerárquicos creen que las cosas se tienen que dar porque ellos lo dicen. Eso es
como la persona que se inclina sobre las matas y les dice: ‘crece, crece, yo confío en tí, yo sé lo
101 Entrevista/ Peter Senge se refiere al sentido de la palabra ‘liderazgo’. El Tiempo, martes 25 de mayo de 2004. Página 1-16.
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que puedes crecer’. Eso es ridículo, pero es una excelente metáfora que muestra un mundo
mecánico donde las organizaciones son vistas como una máquina enorme a la que metemos
recursos tales como energía, capital, maquinaria y recursos humanos. Por un lado metemos
todos estos insumos y por otro lado sacamos dinero. Un sistema vivo es por definición un
sistema autónomo, por tanto los desafíos que enfrenta el liderazgo jerárquico en un sistema
vivo es muy diferente al de una máquina y la metáfora es que debemos aprender a
comportarnos como asociados más que como pilotos de vuelo o ‘controladores`de vuelo”
(subrayados de Gabriel Restrepo).
Otro tanto se corrobora en el proyecto Zero de Harvard (Aprender a aprender, en el
trabajo. El Tiempo, 2004 13 de agosto, página 1-20, entrevista a Daniel Gray Wilson) cuando se
establece:
“En esa actitud de retroalimentar a los demás no debe comenzarse por criticar las ideas; lo
primero es clarificarlas con preguntas, después dar una valoración objetiva y compartir
inquietudes sobre cómo ponerlas en práctica. Es muy humano criticar de entrada cualquier cosa
y preguntar algo para hacer sentir al otro como idiota, pero eso no contribuye a mejorar esa
propuesta que puede ser la diferencia”.
Retroalimentar, aconsejar, preguntar: nuevos estilos de administración o de gestión en
entornos laborales de aprendizaje recíproco, con ambientes de participación y de emulación.
Todo muy diferente al estilo de las burocracias creadas con la revolución industrial y con
la revolución eléctrica. Ellas a veces tipifican ese ejemplo de sadismo institucional descrito por
Robert K. Merton 102.
102 Merton , Robert K. Ver el apartado "Sadismo social y eufemismo sociológico", en "Las perspectivas de ' los de adentro' y 'los de afuera' ", en La Sociología de la Ciencia. Investigaciones teóricas y empíricas. Madrid, Alianza, 1973. Tomo I,
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PRESENTACIÓN DEL ANÁLISIS ETNOGRÁFICO
SOBRE EL MICROPODER DE LA ESCUELA
Iniciaremos el ejercicio de interpretación etnográfica del micropoder con el análisis de las
figuras de las rectoras de las tres instituciones y examinaremos su relación con los órganos de
poder de la administración escolar (Consejo Académico), con maestros/as, con estudiantes,
padres y madres de familia. Luego seguiremos en la escala de la jerarquía del poder de la
administración con el espacio de la coordinación académica y la coordinación de la disciplina
(estructuración del orden del saber y del orden escolar). Y en seguida se examinará el poder
estudiantil. Para este análisis, tenemos a nuestra disposición un inmenso material empírico,
cuidadosamente recogido en el diario de campo 103.
A la vez, este material ha sido sometido a un primer análisis de frecuencia de palabras
103 Registro M-2 (M-5 a M-12). Oficina de coordinacion de convivencia, Próspero Pinzón. Registro M-4 (M-17 a M-25). Vecinos, Próspero Pinzón. Registro M-5 (M-16 a M-33). Convivencia y padres, Próspero Pinzón. Registro M-8 (M-40 a M-45). Convivencia. Próspero Pinzón. Registro M-10 (M-48 a M-55). Rectora Próspero Pinzón. Registro M-11 (M-56 a M-62). Oficina de convivencia, La Merced. Registro H-1 (H-1 a H-5). Proyecto de Democracia, Próspero Pinzón. Registro H-2 (H-6 a H-13). Comité de democracia, Próspero Pinzón. Registro H-4 (H-19 a H-25). Preparación Foro de Derechos Humanos y Manual de Convivencia, Próspero Pinzón. Registro H-5 (H-26 a H-32). Consejo estudiantil, Próspero Pinzón. Registro H-6 (H-33 a H-35). Cuestionario ciudadanía escolar a Consejo Estudiantil, Próspero Pinzón. Registro H-9 (H-40 a H-46). Rectora, La Merced. Registro H-14 (H-64 a H-68). Reunión Consejo Académico ampliada, caso de autismo, República de Venezuela. Registro H-17 (H-75 a H-77). Interacción con la rectora en República de Venezuela. ANEXOS. Cuestionarios, encuestas. Registro J-1 (J-1 a J-2). Diálogo con representante estudiantil, Próspero Pinzón. Registro J-2 (J-3 a J-9). Diálogo con personera, Próspero Pinzón. Registro J-4 (J-14 a J-12). Descripción colegio La Merced. Registro J-5 Entrevista a Leudy Carolina Catillo, personera La Merced. Registro S-1 (S-1 a S-3). Portero, Próspero Pinzón. Registro S-2 (S-4 a S-6). Carteleras, Próspero Pinzón. Registro S-3 (S-5 a S-9). Relación estudiantes y profesor de vigilancia en descanso, Próspero Pinzón. Registro S-4 (S-10 a S-15). Ingreso al Colegio, Próspero Pinzón. Registro S-5 (S-16 a S-18). Estudiantes y profesor de vigilancia en patios, Próspero Pinzón. Registro S-6 (S-19 a S-24). Ingreso al colegio, La Merced. Registro S-7 (S-30 a S-33). Descanso, La Merced. Registro S-11 (S-37 a S-45). Consejo Académico, La Merced. Registro S-12-1 (S-46 a S-50). Carteleras, La Merced. Registro S-12-2 (S-51 a S-53). Descanso, República Venezolana. Registro S-14 (S-61 a S-63). Descanso, Próspero Pinzón.
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para facilitar el análisis de contenido y hacer las referencias cruzadas 104.
104 ANEXO No. 1.1. Frecuencia de palabras recurrentes en respuestas a cuestionario aplicado al Consejo Académico.ANEXO No. 1.2. Frecuencia de palabras recurrentes en observación a rectoras.ANEXO No. 1.3. Frecuencia de palabras recurrentes en observación a maestro de “vigilancia” y portero.ANEXO No. 1.4. Frecuencia de palabras recurrentes en observación a maestros en clase.ANEXO No. 1.5. Agrupación de información según respuestas en cuestionarios. ANEXO No. 2.1. Codificación con la triangulación entre las 3 instituciones. Evidencia la participación coordinador(a)-estudiante-maestro. ANEXO No. 2.2. Codificación que evidencia la participación rectora-coordinadores y maestrosANEXO No. 2.3. Codificación que evidencia la participación rectora-maestro.ANEXO No. 2.4. Codificación que evidencia la participación rectora coordinadores.ANEXO No. 2.5. Codificación que evidencia la participación rectora-estudiantes.ANEXO No. 2.6. Codificación que evidencia la percepción de estudiantes.ANEXO No. 2.7. Codificación que evidencia el “contenido” de la participación de las rectoras.ANEXO No. 3.1. Categorización que evidencia la relación entre rectoras-estudiante.ANEXO No. 2.4. Codificación que evidencia la participación rectora-coordinadores.ANEXO No. 2.6. Codificación que evidencia la percepción de estudiantes….Por parte de maestros y directivos.ANEXO No. 2.7. Codificación que evidencia el “contenido” de la participación de las rectoras.ANEXO No. 3.1. Categorización que evidencia la relación entre rectoras-estudiante.ANEXO No. 4.1. Nociones de los representantes del Consejo Estudiantil. (Ejercicio de análisis. Fase de clasificación).ANEXO No. 4.2. Nociones de los representantes del Consejo Estudiantil (Ejercicio de análisis. Fase de clasificación)Noción sobre la Convivencia.ANEXO No. 4.3. Prácticas de los representantes del Consejo Estudiantil. (Ejercicio de análisis. Fase de clasificación) Prácticas sobre participación en torno a la convivencia.ANEXO No. 4.4. Prácticas de los representantes del Consejo Estudiantil. (Ejercicio de análisis. Fase de clasificación) Prácticas asociadas a los medios de comunicación.ANEXO No. 4.5. Nociones de los representantes del Consejo Estudiantil. (Ejercicio de análisis. Fase de clasificación). Noción de comunidad.ANEXO No. 4.6. Prácticas de los representantes del Consejo Estudiantil. (Ejercicio de análisis. Fase de clasificación). Prácticas a través de proyectos asociados a la comunidad.ANEXO No. 4.7. Nociones de los representantes del Consejo Estudiantil. (Ejercicio de análisis. Fase de clasificación). Nociones sobre las figuras de poder.ANEXO No. 6. Nociones que tiene los vecinos. (Ejercicio de análisis. Fase de clasificación).
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Por otra parte, contamos con los resultados de las encuestas aplicadas a cerca de l03
estudiantes de los tres colegios, que se encuentran en tres formatos: en lenguaje excel, con los
resultados detallados pregunta a pregunta y organizados en cuadros (bajo el nombre de
“ciudadanía escolar”). Con el nombre de “ciudadanía escolar, encuesta estudiantes, componente
abierto”, se detallan algunas respuestas. Con el nombre de “Encuesta a estudiantes”, se ha
realizado un primer análisis de los resultados, agrupados por temas.
De esta manera, realizamos una síntesis entre nuestras perspectivas teóricas, nuestra
inclinación por el ejercicio etnográfico y la combinación de éste con análisis estadísticos. Se
trata, empero, todavía de un trabajo que quisiéramos pensar en construcción, pues el tiempo de
análisis ha sido bastante estrecho y hubiera sido deseable, insistimos una vez más en ello,
reforzarlo con estudio de una documentación más extensa, otras entrevistas a todos los actores y
un acompañamiento más prolongado en el tiempo.
EL TRÁNSITO DE LA INTEGRACIÓN DE ESTABLECIMIENTOS A LA CONSOLIDACIÓN
DE LAS NUEVAS INSTITUCIONES ESCOLARES
Nuestra primera interrogación en relación al papel del cargo de rector (en nuestros tres
casos, ejercidos por tres mujeres) se refiere a las circunstancias históricas de su ejercicio, en el
contexto del tránsito descrito del modelo de cultura ciudadana y manejo tecnocrático/cibernético
de la educación capitalina a la nueva propuesta de un modelo de cultura conciudadana y manejo
democrático de la educación en el distrito capital.
Y el punto de partida es la “racionalización” significada en la integración de
establecimientos. No nos podemos detener en este aspecto, que requeriría de estudios más
detallados, pero el hecho crucial es que la mayoría de los/as rectores/as han pasado por una
prueba de fuego decisiva en la configuración de su liderazgo significada en la consolidación de la
integración de establecimientos educativos, que pasaron de 668 a 337 a finales del 2001, una
reducción de casi el 50%.
Decimos consolidación, porque la etapa de “quiebre”, con todos las traumatismos que
pudo implicar ya ha pasado para muchos – y en todo caso, como veremos a continuación, para las
- 170
instituciones que hemos observado- , no así al parecer para no pocos establecimientos, algunos de
los cuales acusan las huellas de este trance, como se ha dejado entrever en los casos estudiados
por el equipo que ha examinado el tema del gobierno escolar. Es comprensible que el tránsito en
muchos casos haya asumido esa figura de un trance agónico, por la disparidad de tradiciones,
estilos pedagógicos, entornos, identificación de los/as maestros/as, complejidades administrativas
y financieras.
El asunto merecería una suerte de historia contemporánea de la educación dedicada a la
organización y reorganización institucional, que no es de nuestra incumbencia, pero que arrojaría
luces sobre muchas dimensiones de la vida escolar y de esa compleja articulación entre el
micropoder escolar y los poderes públicos de la educación, nacionales o municipales.
En nuestro caso, el asunto parece haber quedado saldado. No hay al parecer grandes
fisuras generadas por la reorganización, distintas a la enorme actividad que deben desplegar las
rectoras en la administración de sus colegios y dos problemas específicos, más bien localizados,
el uno indirecto, el otro directo.
El indirecto ocurre en el Colegio Próspero Pinzón, cuando en una reunión de profesores
se considera el asunto de los traslados de docentes (M-50) y “se pregunta por los motivos por los
cuales un profesor podría presentar traslado”, ante lo cual se indica que “una de esas es el no estar
de acuerdo o no tener facilidad de participación en el PEI de la institución”. De no surtir la
petición, la rectora – a tenor de la orientación democrática que muestra en todos sus actos- indica
que puede continuar sin ningún problema en la institución. Decimos que es una muestra indirecta,
porque la diferencia en Proyectos Educativos Institucionales debió ser, así suponemos, una de las
causas de conflictos mayores entre maestros/as de distintos establecimientos. Y ello habla bien de
los maestros y maestras, porque asumieron la escuela como una creación suya, lo cual importante
para crear tradiciones pedagógicas.
El caso directo es con todo bastante significativo y lo examinaremos en otra dimensión de
modo breve en el siguiente capítulo. Ocurre en la República Bolivariana de Venezuela (H-14: 64-
68) y se refiere al posible paso de un niño autista de la sede de primaria a la sede principal. La
orientadora dice: “la otra preocupación es con relación a la dimensión de cambio de una sede a la
otra, hay más cantidad de niños y obviamente allá son solo primaria, que son la tercera parte” (H-
14:66). La Rectora observa que: “en la otra sede llevan 20 años haciendo un proyecto…nos
preocupa mucho el espacio, el ambiente…”.
- 171
Aquí hay una discrepancia porque en la sede de primaria han trabajado la integración de
niños en circunstacias especiales, mientras que en la sede principal los maestros/as dicen no estar
preparados/as para asumir una tarea pedagógica que es más compleja. Y cuando la discusión
prosigue, uno de los profesores pide que se acabe…¡¡¡el sentimentalismo!!!
Sin duda, los problemas administrativos, financieros y de administración de maestros/as,
programas y estilos pedagógicos provocados por la integración han de ser mayores, pero no ha
sido posible registrarlos en el breve espacio de nuestro ejercicio etnográfico y si no son muy
visibles – inferimos- es que ya forman parte de un orden manejable con las rutinas de la
administración.
Por lo que se registra en los diarios de campo, el asunto se limita ahora al otro aspecto de
la “racionalización”, que, por supuesto, concuerda con los propósitos de esta administración, y es
la de cómo asegurar una expansión de cobertura y por lo tanto como ampliar los cupos en las
distintas jornadas. Este tema hace parte de la agenda de todas las rectoras, más en una época
como la de octubre en la cual se acerca el fin de año y el comienzo del siguiente.
LA SIGNIFICACIÓN DEL GÉNERO EN LA ESCUELA, LA ESCUELA COMO CASA O LO QUE AÑADE LA PERSPECTIVA DE GÉNERO : ÉTICA DEL
CUIDADO, SENSIBILIDAD, ATENCIÓN AL ENTORNO, COLEGIALIDAD…, PERO…¿NADA MÁS? ARRIESGADAS PREMISAS PARA UNA
INTERPRETACIÓN DEL MICROPODER DE LA ESCUELA. LA EDAD Y LA BRECHA GENERACIONAL.
No podemos decir si fue o no azar que las tres posiciones de los cargos de rectoría en las
tres instituciones estuvieran ocupadas por mujeres. Para ello sería necesario tener el listado de
las 337 instituciones educativas. Pero no nos sorprendería si el porcentaje de mujeres rectoras
supera el 60%, porcentaje que debe ser semejante al de maestras en relación a maestros (siendo
mayor casi de un modo absoluto en la educación primaria que en la secundaria, digamos que del
orden de un 80% a 20%), a tiempo que la matrícula femenina en educación básica y secundaria
debe ser quizás del orden del 55%, lo mismo que en la educación superior.
La superación de porcentajes de mujeres matriculadas, de mujeres maestras y de mujeres
directivas frente a hombres debió ocurrir y hacerse muy patente a partir de 1990, 33 años
- 172
después del primer voto de la mujer. ¿Explican algo esta tendencia y estos resultados? ¿Cómo
se pueden examinar las implicaciones del cambio en la condición de género en la articulación
de los macropoderes, los mesopoderes y los micropoderes de la educación?
El asunto merece una consideración extensa, porque ha sido impuesto de modo repentino
en el camino del análisis de los ejercicios etnográficos. Es algo que, como el tema del humor en
la escuela, no estaba previsto en el orden teórico, pero que irrumpió con la fuerza de la síntesis
entre ciertas intuiciones y trabajos anteriores y la evidencia del material empírico. Por ello, este
aparente desvío teórico e histórico se ha impuesto.
El voto a la mujer fue concedido por primera vez en el gobierno del General Rojas Pinilla
(1953-1957), hace exactamente medio siglo, pero fue ejercido en una primera ocasión, y ello es
muy significativo, en el plebiscito del 1 de diciembre de 1957 que instauró el Frente Nacional
como una propuesta de paz política. Decimos significativo, no sólo porque por ironía este voto
fuera en cierta medida un plebiscito contra la dictadura militar y por tanto contra la figura que
había sido decisiva en otorgar el voto a la mujer, sino porque fue un plebisicito contra la
violencia y por la educación como una estrategia de privilegio para prevenir nuevas formas de
violencia, cosa que no ocurrió por desgracia. En efecto, una de las cláusulas contemplaba la
petición de elevar la participación de la educación al 10% del presupuesto de la Nación, lo que
comenzó a hacerse con creces en los sesentas. Debe recordarse que hasta 1952, cuando
recrudeció la violencia, el promedio de educación de los colombianos no había pasado en un
siglo de 1.2 grados por habitante, siendo casi nulo para la mujer.
Hasta la época del primer voto, las mujeres en la política, en la empresa o en la educación
eran figuras excepcionales y estigmatizadas por ello. Era tanta la suspicacia hacia la educación
de la mujer, que la Escuela Normal Superior, que había introducido la educación mixta y
promovido la preparación de la mujer como maestra, fue dividida por Laureano Gómez hacia
1951 en dos secciones (y hay que recordar que la palabra sección es corte o tajo), una para
varones en Tunja, de la que emergió la Universidad Pedagógica y Tecnológica de Tunja, otra la
Escuela Normal de Bogotá, para mujeres durante mucho tiempo y que sería la cuna de la
Universidad Pedagógica Nacional.
Pero desde ese plebiscito de 1957, cuando de hecho el presupuesto de la educación
comenzó a elevarse y cuando las coberturas comenzaron a ampliarse, el ingreso de la mujer a la
educación, tanto en calidad de alumnas, primero, como maestras, casi al tiempo, y luego como
- 173
directivas docentes ha sido de una intensidad tan sorprendente como la disminución de la tasa
de fecundidad, hecho que ha asombrado a los demógrafos, constituyendo ambos una especie de
signos de una revolución silenciosa. Después de la primera ministra de Educación, Josefina
Valencia de Hubach, en la administración de Guillermo León Valencia (1962-1966) muchas
mujeres han ocupado la cartera de Educación.
Si se recuerda nuestra interpretación del mito de Poro y Penía, expuesta por Platón en El
Banquete, tal como lo interpretamos en el capítulo tercero, como la metáfora de la alianza entre
la riqueza colectiva de una nación y la pobreza de la misma (en este caso, la significada en la
“minoridad” de género y en la proveniencias de maestros y maestras de los estratos medios a
bajos) para engendrar un hijo que se llama amor, porque tiene tanto de riqueza como de pobreza
(en nuestro caso, los niños y niñas re/creados o vueltos a engendrar de modo intelectual por esa
alianza), tendremos un camino para interpretar el sentido de lo que aporta la dimensión de
género en la constitución de las nuevas subjetividades a través de una educación en la cual las
mujeres son ya determinantes.
Por supuesto, no es asunto de idealizar ni de construir estereotipos abstractos. Hay
mujeres de mujeres, como hombres de hombres, en general, y hay mujeres de estratos altos y de
bajos y medios, urbanas y rurales. Y menos se puede hablar de atributos mentales únicos: el
hombre violento, la mujer pacífica, el hombre ávido de poder, la mujer dedicada a la casa, pues
todos/as tenemos un poco de todo, de demonios y de ángeles.
Con todo, hay ciertos rasgos y en especial uno que nos interesa, que estudiosos/as han
subrayado como probables en la configuración de la cultura femenina universal y colombiana,
ellos verosímiles de un modo general y que debe ser especificado en ambientes determinados y
en figuras concretas 105: una ética de la benevolencia y del cuidado, como diferenciada de un
modo genérico de una ética de tipo abstracto, ética de la justicia, que predominaría en el
hombre y en la vida pública. Dicha ética de la benevolencia y del cuidado se derivaría de la
función biológico/cultural de la mujer en la generación y procuración de vida en el hogar y
podría hacerse extensiva en espacios no familiares como un modo de crear tejidos de afecto y de
atención con el ejercicio de una sensibilidad más dúctil a las diferencias.
Por nuestra parte, aunque esta visión posea elementos sugestivos para el análisis, y deba
105 Ver referencias en Restrepo, Gabriel, 1995. Diez Historias de Vida. "Las Marías", libro conjunto con Rocío Londoño. Bogotá, Fundación Social y Tercer Mundo, 1995.
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ser tomada en cuenta para calibrar muchos aspectos, ensayaríamos no pocas variaciones a través
de varios interrogantes.
El primero: ¿Cómo afecta a esta distinción esa hipótesis de Jung en torno a la existencia
de una polaridad psíquica masculina en toda mujer, que él llama animus y que responde a la
imagen incorporada del padre en ese archivo tan decisivo y duradero de su infancia, lo mismo
que en todo hombre hay una configuración imaginaria de la madre como ánima?
La segunda: es cierto que la mujer, por lo general, responde al condicionamiento
biológico – culturalmente redefinido - de albergar la vida y cuidarla en un largo proceso de
socialización, debido a le neotenia de la especie, es decir, a la prematuración del infante al nacer
y por tanto a su dependencia total del cuidado de sus padres y en especial de su madre. Pero,
¿hasta qué punto esos condicionamientos biológicos e incluso histórico/culturales pueden
representarse como una destinación ineluctable, si comienzan a variar las condiciones y
representaciones de la concepción, del parto, de la crianza, del trabajo, de la división del
trabajo? Esta es la fuente de la polémica entre religiones e ideologías que suponen una
destinación divina o un estado natural ineluctable frente a cosmovisiones o ideologías
evolutivos.
La tercera: ¿qué se sostiene de esta distinción si se toma en cuenta que el ingreso de la
mujer a la educación y al trabajo conlleva por fuerza de necesidad, según el mismo sociólogo
George Simmel, que la mujer que sale de la casa al mundo (educación, mercado, poder) haga
una mímesis o imitación de lo varonil, y esto no sólo en la moda, como ha ocurrido en el siglo
XX, sino en la adopción de creencias y formas de ser?
La cuarta: ¿no es la diversidad de caracteres y de situaciones sociales tan enorme como
para no tomar en cuenta infinitas posibilidades definidas por personas y condiciones históricas
particulares, en las cuales por lo demás las primeras pueden asumir distintas posiciones,
distintas máscaras, distintas presentaciones ante los otros, como se señala en la etnometodología
o en la sociología y antropología que consideran el mundo irreductible y abigarrado de la vida
cotidiana?
En resúmen, así como dijimos que Colombia no se podía comprender en sus paradojas y
aporías sin un pensamiento complejo que adopte una perspectiva de un pensamiento incluyente,
antes que excluyente, evitando la “simplicidad compleja” de los razonamientos dicotómicos
(Hombre/mujer, ética de la justicia/ética de la benevolencia) y asumiendo más bien la visión de
- 175
una “complejidad organizada”: hombre y/o mujer dependiendo de los contextos, ética de la
justicia y/o ética de la benevolencia, dependiendo de estados de un sistema o de un todo, así
debemos proceder en este caso.
En materia de modos de ser del ser humano, sólo el teatro y la literatura nos proporcionan
el repertorio necesario para indicar que siempre somos y seremos, incluso para cada cual, un
absoluto misterio y una oscilación muy densa de distintos modos de existir: podemos ser en
determinados momentos Lady Macbeth y Hamlet, Cordelia con su piedad o Madame Bovary
con su pasión infinita, Edipo o el Rey Lear, Penélope u Odiseo, Clitemnestra o Electra, Ricardo
III o Próspero, Calibán o Ariel.
Y no obstante, podemos hallar un marco de interpretación para ponderar las
diferenciaciones sutilísimas de todas estas distinciones y para calibrar las disyunciones e
inclusiones que ocurren en los distintos roles sociales que la mujer asume y principalmente
aquellos que representa, de modo consciente o inconsciente, en el teatro escolar, que es el que
nos interesa.
El principio de este análisis es dramatúrgico y comparte con el teatro del absurdo la idea
de la multiplicidad casi caótica o babélica de nuestros discursos. Pero mientras en el teatro del
absurdo, por ejemplo en Samuel Becket, digamos Esperando a Godot, la alucinada locuacidad
transcurre en un espacio fijo, aunque remite a fragmentos de memorias de eventos sucedidos en
miles de espacios, en nuestro caso debemos representarnos un escenario en perpetuo estado de
mutuación. Ya habíamos dicho que con los cambios tecnológicos la casa se vuelve mundo y el
mundo viene a ser casa (el concepto de McLuhan de aldea global). Supongamos pues una casa,
como todas las casas, cruzada por cables que la conectan al biopoder mundial (finanzas,
entretenimiento). Pero es que el asunto es más mercurial de lo que parece. No sólo la casa se
vuelve mundo y el mundo casa, sino que la empresa se vuelve casa y la casa empresa (hoy en
día en Sillicon Valley se trabaja desde el computador), pero, para nosotros lo más esencial es
que….. ¡¡¡¡¡¡¡la casa viene a ser aula y el aula viene a ser casa!!!!Repitámoslo de otra forma:
¡¡¡¡¡¡la casa se convierte en escuela, la escuela se transforma en casa!!!!Y si queremos hacer
una regla de tres legítima: ¡¡¡¡¡el aula se trasmuta en empresa, la empresa se muda en aula!!!!!
Digámoslo aún de otra manera, para que la idea quede fija: ¡¡¡¡la escuela viene a ser una
empresa y la empresa viene a ser una escuela!!!!!
Esta es una consecuencia del modo de funcionamiento de la sociedad global en la
- 176
condición actual del biopoder: la escuela es empresa porque en las condiciones de hoy forma el
llamado “capital humano”, reproduce el orden del biopoder, incorpora las significaciones
culturales para el sujetamiento social. En el capitalismo planetarizado la revolución digital se
articula con la producción, con la reproducción biológica, con la reproducción social por medio
de la educación, con la producción política, con la producción cultural.
De este modo podemos figurarnos una escenografía mercurial, de tipo palimpsesto, en
donde el aula o la escuela sean una vez casa, una vez empresa, una vez mundo.
No podemos extendernos demasiado en las implicaciones de este descubrimiento de
ciertas verdades que no son poco subliminales, pero queremos llegar a una suerte de
conclusión, a manera de hipótesis.
El personaje que oficia estas metamorfosis y equivalencia de espacios que ni Ovidio con
su libro de Las Metamorfosis hubiera podido soñar es la mujer, o, mejor, las mujeres. La salida
de su reclusión patriarcal en el hogar al mundo hace que la empresa parezca una casa, aunque
también fuerza a que la mujer semeje a un empresario o a un trabajador; hace que la escuela y
el aula simulen una casa, aunque en esos espacios la mujer, en su condición de alumna o
maestra, imiten a un rector o a un maestro o a un estudiante; la mujer hace que el mundo sea
una casa a través de su doble rostro en la propaganda (doble rostro porque es lo deseado y la
que orienta el deseo), el mismo que sirve de medio de seducción y de reposo.
Hay que advertir que hay una diferencia notable entre la velocidad con la cual la mujer
incorpora en su conducta y en todo su ser el mundo cultural heredado de la sociedad patriarcal,
lo que Jung llamaría el animus (el estado, el poder, la creación de riqueza) y la lentitud con la
cual el hombre incorpora la cultura femenina o lo que Jung llamaría el anima y que pudiéramos
denominarlo como la piedad, la compasión, el cuidado, la sensibilidad o la ética de
benevolencia.
En otros términos, digamos que asistimos en el mundo y con particular intensidad en
Colombia en los últimos cuarenta años a unas mutaciones extraordinarias en la definición del
género (sobra advertir que distinguimos género de sexo, como etnia de raza, en ambos casos,
género y raza son construcciones culturales que se superponen a fundamentos biológicos) que
no solamente tocan a las personas, sino a todas las instituciones en las cuales se mueven, desde
la familia, hasta la educación, el trabajo, la empresa, el poder y la cultura, trastocando de modos
sutiles su estructura tradicional y su modo de ser.
- 177
En el caso de la mujer, la situación es compleja por la doble exigencia significada en su
ingreso al mundo de la competencia y del poder y en su obligación como ama de casa, madre de
familia y en muchos casos madre soltera, porque en ese ir y venir se fracturan con mucha
facilidad las relaciones de pareja. La mujer encarna en ella misma la transitividad del ser en el
mundo contemporáneo: está en un lugar y en otro, lo que a la vez quiere decir que estando
presente en un sitio, está ausente y viceversa: su condición parece en mucho a la de los/as
desplazados, porque de algún modo está en un permanente estado de tránsito y de trance.
Ahora bien, descendiendo al terreno de la educación en Colombia, creemos intuir que este
cambio de género ha entrañado consecuencias muy importantes y muy poco advertidas en una
modificación en las instituciones mismas, no digamos de la familia, cosa que por ahora
dejamos aparte y que es comprensible por sí mismo, sino en la institución de la educación.
Pensamos, por vía exploratoria – y estimamos que es necesario arriesgarse a sugerir
nuevos modo de interpretar ciertos fenómenos – que el ingreso masivo de la mujer a los
espacios escolares ha condicionado el surgimiento de esa ética de benevolencia o de cuidado
que es tan manifiesta en Colombia a partir de 1990 y que ha significado mayor sensibilidad,
afecto, disposición dialogal, desestructuración de las jerarquías rígidas, atención a las
diferencias. En otros términos, la mujer ha llevado el sentido de casa a la escuela (también
añadiríamos a la empresa o a los espacios de poder público, suavizando las relaciones
laborales).
Pero si esto es cierto y de una trascendencia absoluta en la constitución del orden real
contemporáneo de las ciudades, definitivamente lejano de aquellos grados de violencia cuando
el país tenía un promedio de educacion de 1.2 grados por persona, casi nulos para la mujer ,
también habría que añadir que hay otro traspaso de la casa a la escuela que presenta unos rasgos
más bien problemáticos: se trataría, según nuestra hipótesis, de la transferencia de los
dispositivos de crianza a los procesos pedagógicos y aún más, de su refuerzo ante las mismas
fallas de los dispositivos de crianza en las familias.
Para comprender el significado de esta afirmación, hay que señalar que la escuela se erige
a la vez como continuidad de la socialización primaria o familiar, pero también como ruptura.
Esta continuidad es muy manifiesta antetodo en el preescolar y en la primaria, donde el niño o
niña todavía dependen afectivamente de una maestra y donde la diferenciación de saberes y de
personas que ofrecen ese saber es muy poca y muy graduada. No obstante, la situación es
- 178
completamente diferente entre el quinto grado y el sexto, y más aún, entre el sexto y el noveno -
que son una especie de tránsito entre la infancia y la juventud, ese estado de latencia
adolescente- , y luego de modo decidido entre el décimo y el once, cuando se produce esa
afirmación del ser – esa segunda individuación- a través de la confrontación psíquica y a veces
física con los otros y otras, padres y madres, maestros y maestras, mayores, pares: allí el orden
es más complejo, la diferenciación es cada vez más progresiva, la división del trabajo más densa
e interviene un factor frente al cual los dispositivos de crianza se tornan miopes: la afloración de
la sexualidad y de la afectividad como la vía regia, por encima del saber o del conocimiento, a
través de la cual el joven o la joven intuyen y constriyen su plano de vida, su propio designio, su
vocación para una vida que si está marcada como hábitus o carácter por el soma y sema de la
infancia con esa especie de Hardware que imprime la familia (el padre o la madre, o el padre y
la madre en el mejor de los casos), en ese momento de la educación formal, entre el grado sexto
y con mayor intensidad entre el grado noveno y once, se autoinscribe como software o
programa que cada cual elige para ejecutar las distintas programaciones de la vida, con esa
indefinición tan extraña entre lo que es impuesto por el medio y lo que es elegido por la
persona. El momento de acceso a la ciudadanía es, antes que todo, un momento de acceso a la
propia subjetividad, y la afirmación de esta es la condición de cualquier ciudadanía y de
cualquier relación social.
Visto en esta perspectiva, el tema crucial aquí es el de la psicagogía, que habíamos dejado
en una especie de remojo. Desde una perspectiva profunda, la escuela debería ser partera de
subjetivaciones ricas. Concebimos por esto una escuela del sujeto que, alumbrada por la
pregunta y por el arte mayéutico, asistiera, como facilitadora o partera, para que el niño o niña,
el joven y la joven, aprendan a descifrar su destinación, su plano de vida, su hardware, el modo
como han sido configurados en su soma y en su sema, la manera como ha sido inscrito en ellos
un hábitus, un carácter: en suma, saber quiénes son, de dónde vienen, reconocer su propia
historia en la historia escolar, en la historia familiar, en la historia barrial, en la historia de la
ciudad, en la historia del país y en la historia del mundo. Y, en consecuencia, a partir de allí,
reprogramar su vida, elegir su designio, decidir su vocación que es su propio misterioso
llamado, su razón de ser y devenir, su proyecto y su camino.
Pero para esto, se necesita algo más que instrucción. Es cierto que las fallas de la crianza
en la socialización primaria (fallas que son imputables a que predomina más la instrucción que
- 179
el afecto, o a que el afecto no se conjuga al mismo tiempo con la instrucción, de forma que se
eduque en la necesidad de la disciplina, pero con una comprensión afectiva y racional de la
misma) hacen que la escuela vuelva a caer y caer en la necesidad de la instrucción o en el
imperativo del disciplinamiento. Pero ahí es donde es grave no comprender el mundo juvenil y
asimilarlo sin más al mundo de la infancia. Y ahí es donde por ello se precisa justamente una
comprensión de las formas de vida y estilos juveniles, de la afectividad y de la sexualidad del
mundo adolescente (aquella, recordémoslo, que escapa a la entrañable y fascinante profesora de
ciencias naturales de la República Bolivariana de Venezuela): en suma, allí es donde una
pedagogía, si no se combina con la psicagogía, es decir, con una consideración del mundo de las
subjetividades, se aparta de la educación para tender a caer en una instrucción que infantiliza a
los individuos antes de ayudarlos a transformarse en sujetos de sí mismos y por tanto en sujetos
responsables frente a los/as otros/as.
Donde más se podría observar esta falla y justamente donde más nos lamentamos de no
haber podido ensayar una mirada etnográfica un poco más permanente es en dos áreas cruciales
para la constitución de la subjetividad juvenil: nos referimos a la educación estética y a la
educación física y recreación, sin dejar de mencionar que la educación religiosa es también
decisiva para el equilibrio de una formación integral. En ambos casos, se trata de saberes
teórico/prácticos (saber y saber hacer) que además son esenciales para el saber ser y saber vivir
en contexto. Uno y otro son cruciales para una formación ciudadana: el primero, porque puede
conducir a que la razón sea sensible y el sentimiento razonable, ejercitando la imaginación
creadora para desplazarse desde mundos inmediatos a universos lejanos. El otro, la educación
física y la recreación, porque nos enseñan a habitar y reconocer el cuerpo y, en el caso de la
recreación y del deporte, a conocernos en las relacioines de competencia y de cooperación con
otros, por medio de la aplicación de reglas. Lo que de entrada aparece cuando se mira el mundo
escolar, es que no hay esa cultura de los juegos (por ejemplo, intercolegiados) que existe en los
países anglosajones, en los cuales el deporte de alta competencia halla su semillero en el deporte
de los colegios, uno que por lo demás crea sentido de comunidad, tradiciones, moviliza a un
público extraescolar.
Pero para volver al tema, pensamos que esa transferencia de dispositivos de crianza es
problemática porque la crianza tiene mucho del orden del imperativo porque toca el tema del
disciplinamiento y en el caso de Colombia se configura de acuerdo con esquemas tradicionales
- 180
de socialización que encarnan distintos modos de la instrucción imperativa, en particular el
colonial con su valoración del blanqueamiento simbólico, el señorial con su obsesión por la
limpieza, el de la sanidad corporativa con su obsesión por la pureza, el tecnocrático con su
dispositivo taylorista y el cibernético con su maquinaria de sujetamiento.
Esta traslación de dispositivos de crianza a los espacios escolares revienta, es nuestra
hipótesis, en la educación de los grados sexto a once, porque infantiliza a quienes ya están de
salida de la infancia y quiere imponer un orden “familiar” basado en la instrucción cuando se
requiere entonces de la construcción de un orden basado en la afirmación de subjetivades
emergentes. En otros términos, los dispositivos de crianza, unidos a la ética de benevolencia y al
afecto, si producen efectos positivos en la primaria, son del todo inadecuados para comprender
esta etapa de la subjetivación adolescente y juvenil.
Nos encontramos entonces con una paradoja en ese traspaso de la casa al aula: si por un
lado aparece la virtud de la ética de benevolencia con la producción de un entorno más dialogal,
afectuoso, sensible, radicalmente apartado de los modelos jerárquicos, por otro lado los
dispostivos de crianza imperativos producen un impase (y nunca mejor empleada la palabra) en
el momento de afirmación juvenil de las subjetividades.
Una cosa debe quedar clara, sin embargo: la incomprensión del mundo juvenil no
proviene solamente de las mujeres, incluye a los maestros y en ello cuenta un asunto diferente al
género, como es la edad y en este caso la brecha generacional. Una brecha que implica en este
caso la lejanía de los estilos de vida, de la comprensión del mundo audiovisual y,
principalmente, del mundo de la constitución de la subjetividad por medio de la sexualidad y del
afecto.
Y más allá de la división de géneros que hemos señalado, debería advertirse – para un
mayor estudio – que es posible que exista una división escolar de trabajo. Es de suponer – y ello
ameritaría una indagación estadística- que la mayor proporción de coordinadores de disciplina
recaiga en los hombres, mientras que una proporción mayor de mujeres ocuparía las funciones
de la coordinación de convivencia. Ello no invalidaría nuestra hipótesis, antes la confirmaría,
porque ocurriría en este caso lo que sucede en la familia: las maestras, como las madres, usarían
la amenaza de remitir al niño o niña, al joven o a la joven, al coordinador de disciplina si
continúa con un comportamiento irregular, como en la casa se hace cuando se emplea esa
amenaza de última instancia que es el padre, una figura no poco ausente, incluso si presente, en
- 181
hogares de estratos bajos.
Podemos terminar esta reflexión con una observación un tanto irónica: Luis Carlos
Restrepo ha sido uno de los pocos pensadores colombianos en dedicar muchas páginas a
iluminar y a sacar a luz su anima, es decir, esa dimensión de lo femenino que cada hombre lleva
inscrita en el archivo más profundo de su existencia: lo hizo con el elogio a la ternura. No por
azar esta dimensión de la ternura se abrió camino en el espacio escolar hasta convertirse en un
ídolo y un símbolo de la nueva escuela. Pero las duras realidades de la guerra, que son las
realidades patriarcales más obstinadas, terminan definiendo los límites donde la ternura halla
poco espacio y a veces uno tendiera a creer que es sofocada, incluso si ella llega a provocar
lágrimas (que todavía no se sabe cómo calificar, si de cocodrilo o de arrepentimiento) en
aquellos que han demostrado una ferocidad de muerte. Creemos, sin embargo, que no se trata de
un asunto concluido y uno quisiera pensar que el juego de la ternura no quede sofocado y
rendido en medio de las implacables lógicas del poder de la guerra.
Por fortuna, en el caso de la escuela, pensamos que la ambivalencia señalada entre la ética
de benevolencia y el dispositivo de la crianza puede ser transitoria, antetodo por una razón: es la
capacidad infinita de aprender y de superarse de las mujeres, la misma que aquí se demuestra en
la descripción de las rectoras y la misma que se ha descrito en esos cantos a la pedagogía que
son las clases de Angelita y de la profesora de Ciencias Naturales.
EL PERFIL Y LA LABOR DE LAS TRES RECTORAS
Si exceptuamos a unas cuantas educadoras del siglo XIX y XX y si contamos a partir del
momento del voto efectivo de la mujer y de su ingreso masivo a la educación, las tres rectoras
formarían parte de una segunda generación de educadoras (la primera corresponde a las
egresadas entonces de la Escuela Normal Superior o de la Universidad Pedagógica Nacional),
aquella que marca muchos de los progresos de la educación básica y media desde 1990, en
buena parte liderados por ellas, y que ahora se sitúa en puestos de responsabilidad en la política
de educación distrital y en cargos directivos docentes.
Todas ellas cuentan con estudios universitarios, pero además muestran ese rasgo de la
formación continua que es hoy tan decisivo en el mundo contemporáneo, puesto que han
cursado maestrías, especializaciones e incluso una de ellas, como se verá, está siguiendo un
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doctorado a distancia. La carrera laboral enteramente dedicada a la educación muestra el paso
del oficio de la docencia al oficio de la administración, cargo éste que exige además de las
competencias pedagógicas, otras de tipo administrativo y económico, para lo cual todas ellas
se han preparado de distintos modos.
En todas ellas hallamos la encarnación de esa ética de benevolencia y del cuidado que –
según se dice- es propia de la “cultura femenina” y que contribuye a generar relaciones más
próximas, horizontales, afectuosas, dialogales, colegiales y, como en el caso de una de las
rectoras en su fiesta de cumpleaños, permeadas por esos principios de cohabitación que son
propios de la casa e, incluso, de ese principio de comensalidad del que se deriva la acepción
originaria de “compañero” (cum pannis, por compartir el pan, en este caso el pan de la
pedagogía).
Todas las tres instituciones insisten con distintos motivos (carteleras con muchos
corazones y colores y lemas de buen trato y respeto; ambientes gratos) en esa creación de
clilmas de convivencia, a los cuales nos referiremos con la distancia provocada por el ojo de
los/as estudiantes en unas secciones más adelante.
1. Rosalba Moreno, rectora del Próspero Pinzón, actividad, actividad, actividad
“Rosalba Moreno lleva cinco años como rectora del IED Próspero Pinzón (ver M-10).
Como profesora estuvo 10 años en esta localidad en la básica primaria; luego pasó a la
secundaria como maestra de biología; y como realizó una Maestría en asesorías y orientación,
se desempeñó en este cargo de orientación educativa. Se presentó al concurso de coordinadores
y trabajó 3 años con este cargo; seguido se presentó como rectora al concurso, y fue ubicada
como tal en el año 1998”.
Éste es, pues, un caso que puede ser típico de una maestra que inicia en primaria y
permanece como docente un buen tiempo en el oficio de maestra, en este caso de ciencias
naturales, para pasar luego a la secundaria, perfeccionar como muchos/as hacen su hoja de vida
con una maestría en educación, ocupar puestos intermedios como directivo docente y escalar
luego a la posición de rectoría. Es una trayectoria que bien puede haber representado dos
décadas por lo menos despues de terminar los estudios universitarios. Lo que es encomiable
aquí, como en muchísimos casos semejantes, es algo que no se destaca con la suficiente
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atención: la dedicación de toda una vida a la carrera pedagógica.
El ejercicio etnográfico no nos puede suministrar una información más detallada y
distinta, que sería sin embargo muy sugestiva para examinar en el perfil de esta rectora, como
en las otras dos de los otros establecimientos educativos, informacionles más detalladas sobre la
larga trayectoria docente y directiva, la diferencia entre uno y otro rol, los momentos de crisis,
la superación de las mismas, el modo de resolver conflictos a lo largo del camino en la
educación y, de no menor importancia, su vida familiar, las tensiones entre el mundo de la casa
y el mundo de la escuela, la propia experiencia de la educación de los hijos e hijas, la visión que
éstos tienen de su rol profesional.
Debemos limitarnos a los atisbos que hemos podido configurar en las observaciones
consignadas en el diario de campo en un registro, bastante extenso y muy bien consignado.
En la agrupación de frecuencias de palabras recurrentes en la observacion a las rectoras –
hecha a partir de estos registros- , los términos más empleados por Rosalba Moreno fueron:
maestro/a, 34; Actividad (agenda, programación, cronograma), 23; estudiante (alumno, niño,
chico, jóven), 18; Simposio, foro, 13; Coordinador (a), 13; participar, 6; reunión, 6; preguntar,
4; ponencia, 4.
En realidad, todas las palabras están organizadas en función de actividades pedagógicas,
muchas de ellas relacionadas con una agenda de educación no formal articulada con la
educación formal. Ya hemos señalado cómo algunos/as rectores/as usan esta estrategia para
vigorizar los ambientes académicos en los colegios y también ha sido subrayado por el equipo
de Gobierno Escolar cómo en el caso de un establecimiento educativo el Rector concilia la
severidad que se impone desde los Consejos Académicos y en ese caso del cuerpo docente, con
el favorecimiento de actividades de educación no formal promovidas por estudiantes. Hemos
indicado que esta suerte de currículum paralelo sirve para conciliar la libertad de enseñanza (los
contenidos que proponen los profesores) con la libertad de aprendizaje (los contenidos que
sugieren los estudiantes).
En este caso no se trata tanto de una educación formal promovida por los estudiantes,
sino de una educación no formal relacionada empero con la educación formal que ha sido
propuesta por la rectora y por el cuerpo docente, la cual, en algunos casos, involucra a los/as
estudiantes.
La observación a la rectora se hizo el día octubre 20, de 1:20 a 2:20 (obsérvese que se
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utiliza un tiempo que coincide con la hora del almuerzo), en el momento en el cual ella se
reunía con los coordinadores académico y de convivencia repasando la agenda de la última
parte del año y programando las actividades.
El “cronograma final 2004” en el cual se listan las distintas actividades (ver M:51), es
muy denso y en él se combinan las actividades de educación no formal (señaladas en cursiva)
con las rutinas de las jornadas pedagógicas y la programación de la evaluación: octubre 21 y 22:
Simposio local de ciencias sociales; octubre 23, festival del amor, la ternura y la sexualidad, en
las tres primeras horas; octubre 26, jornada pedagógica; octubre 30 presencial diplomado EPC;
noviembre 2, entrega a Coordinación de logros finales o promocionales por asignatura;
noviembre 3, foro interno de derechos humanos; noviembre 10, cierre de notas del cuarto
período; 11, entrega de notas a coordinación, festival de la fruta, celebración Independencia de
Cartagena, taller de lecto-escritura; 12 a 18, reuniones de comisiones de evaluación y
promoción; 16 a 22, procesos de nivelación; 18, jornada pedagógica; 19, salida pedagógica,
ruta libertadora; 20, tutorías las áreas; 23 a 25, comisones de evaluación y promoción finales;
24, entrega a coordinación de reportes de nivelación; 25, entrega de banderas, 26, graduación
de bachilleres; 29, evaluación institucional con estudiantes; 30, clausura del año escolar;
diciembre 1, jornada pedagógica; 2, evaluación institucional de maestros; 3, inicio de
vacaciones de docentes” (M-51).
La rectora participa como ponente en el "I Simposio de la Alcaldía de Kennedy sobre las
ciencias sociales, la convivencia y la conciudadanía" (lo hará en la mesa sobre "la formación
valorativa en justicia, paz, solidaridad, confraternidad y cooperación", y otro tanto hará en el
Foro Interno de los Derechos Humanos, como se observó en otro capítulo, algo que es notable y
ha de resaltarse en una directiva docente.
El Simposio es un evento de la localidad de Kennedy, con alguna tradición, que involucra
a todos los rectores de las instituciones de la localidad, a los coordinadores a los profesores,
con presupuesto destinado para el evento por la localidad. Ya hemos hecho referencia a este
simposio; su programación puede verse en la entrada M-44 del diario de campo.
Sin embargo, algunas sugerencias podrían hacerse. Una primera, es de destacar esta
experiencia como una que puede ser piloto dentro de una modalidad nueva del programa
escuela-ciudad-escuela y en la tarea de construir una ciudadanía democrática a partir de la
iniciativa propia de las localidades. Una segunda, que esta experiencia y otras que puedan surgir
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a raíz de ella sea más profunda y extensiva, en el sentido de que el foro sea un espacio donde se
encuentren proyectos de profesores/as y alumnos/as dirigidos a elaborar textos de enseñanza a
partir del re/conocimiento de los significados del contexto local, tarea en la cual los
profesores/as de ciencias sociales podrían asumir un liderazgo para articular esta actividad de
educación no formal con la educación formal. Tercero, ello contribuiría a hacer más atractiva la
participación de los /as estudiantes en el reconocimiento de su propia localidad y a la vez haría
más visible la participación del colegio en la vinculación al barrio a la localidad, ya que según
los resultados de la encuesta aplicada a los/as estudiantes, a la pregunta: “¿Conoce alguna
actividad, programa o proyecto donde su colegio se vincule con el barrio o la localidad?”, doce
estudiantes del Próspero Pinzón dicen que sí, contra quince que dicen que no (ver anexo:
Ciudadanía escolar, encuesta a estudiantes, en formato excel). Vale la pena anticipar que del
total de estudiantes entrevistados, 37 dijeron que sí, 66 dijeron que no.
Pero el simposio es apenas parte de una extensa agenda que la rectora va repasando y
ajustando en un diálogo muy coloquial con los/as coordinadores/as. De nuevo, señalamos aquí,
en este caso, y el asunto será semejante en los otros, de qué modo la rectora, como las otras dos,
introducen una pauta colegial de administración, con una gestión participativa, atenta a las
voces de los otros y otras.
Toma iniciativas en distintos aspectos : “música para bajar el stress en la jornada
pedagógica…hacer un proyecto de manejo del silencio a través de la música”; un profesor que
hablará en el diplomado sobre la enseñanza para la comprension” (M:50; se atiende el caso de
una profesora que había propuesto unas “olimpíadas de filosofía” que no quedaron en el
programa, pero la rectora explica que se cruza con el Foro Interno por los Derechos Humanos,
pero intenta conciliar indicando que no son incompatibles y que de alguna forma pudiera
pensarse en un espacio (M:52).
El trato de la rectora – no olvidemos su largo paso desde “abajo”, como profesora- es
respetuoso hacia los profesores: “La rectora hace un gesto con su mano para indicar ‘alto’, a la
vez que dice seriamente ‘perdón’ y así escuchar lo que el profesor dice” (M:53).
Se habla de actividades faltantes, de convivencia, según un informe de convivencia
institucional (“que los maestros lleguen puntuales a clase, tener cuidado con muebles, chapas,
etc., por robos que a fin de año suelen ser rotas por los alumnos” (M-53).
Se refieren luego a los talleres en las jornadas pedagógicas para solicitar a los/as
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alumnos/as evaluación de las clases: “La idea es tener elementos para el año entrante y
plantearle a los profesores qué dicen los estudiantes con respecto a esos demas del gusto o no de
las clases, sus expectativasen una clase, su querer compartir una clase, entre otras. Ese taller se
hará curso por curso” (M-53). Para ello, se ha ideado un formulario titulado “hablemos del
curso” (M-54).
Sin duda este sería un paso muy importante en una formación ciudadana, porque en
términos de lo que se ha indicado, significaría tomar en cuenta a los sujetos en la organización
de la enseñanza: aunque no tiene toda la dimensión de ese concepto de libertad de aprendizaje,
habría con ello un principio en esa dirección y en todo caso proporciona una realimentación
para saber cómo se acusa en su recepción uno por uno la enseñanza; por otra parte, significa un
principio hacia una evaluación recíproca y no sólo la evaluación de arriba hacia abajo.
Evalúan la participacion de los estudiantes en un evento y se refieren a ella como
formativa y positiva, pero señalan que la participación fue baja respecto a lo que podría ser
(M:54, 55).
La rectora destaca la actividad referente a “la sexualidad y la ternura” que se realizará a
los próximos días. Desde el ángulo de la mirada foránea y pasajera, se podría decir que si bien
estas jornadas pueden servir para llamar la atención en torno a ciertos temas, uno se preguntaría
si lo pensado en ellas trasciende como una perspectiva en el día a día de la construcción de las
subjetividades a través de la enseñanza.
La observación de la Rectora la acompaña ahora a su despacho, donde mira el himno del
colegio, considera la solicitud de traslado de un estudiante, repasa su agenda, pasa a un salón a
saludar a los estudiantes de grado once que presentaron el examen del ICFES, su trato es
cordial, se sienta en una silla de alumno, se interesa por sber quiénes se presentaron a la
Universidad Nacional (tres).
En suma, Rosalba es coloquial, colegial, condescendiente, afectuosa, respetuosa tanto con
maestros/as y estudiantes.
2. Miriam Consuelo Blanco, Rectora de La Merced, ambientes gratos y
compañerismo en una gestión que combina la competencia administrativa y la
competencia pedagógica.
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En esta rectora observamos un equilibrio entre la gestión administrativa y la dirección
pedagógica, con una alta capacidad de trabajo y un poder para crear ambientes gratos de trabajo
y, como hemos visto, para movilizar la tradición de colegio religioso y la uniformidad de género
a favor de la creación de un cierto orden escolar, el cual, empero, como luego veremos al
examinar las opiniones de las estudiantes, todavía presenta fisuras respecto a los anhelos de las
muchachas.
Acababa de descender del avión que la trajo de Sao Paulo, donde había asistido a un
Seminario sobre Administración. Es de suponer que tendría acumulado mucho trabajo, pero
pudo organizar en esa tarde del 20 de octubre sus asuntos, para reunirse entre las 2 y 20 y las 3 y
cuarenta con las coordinadoras, permitir la observación etnográfica y asistir al festejo que le
prepararon maestros y maestras por su cumpleaños.
“Miriam Consuelo Blanco es Administradora y lleva 5 años trabajando como rectora.
Estudió en la Universidad del Rosario que la postuló para este cargo, la dirección de uno de los
colegios más importantes de Bogotá, el Colegio La Merced, uno de los pocos, sino el único,
estatal femenino, que tiene tres jornadas escolares en los que coordina el trabajo de 175
personas (81 docentes de bachillerato, 57 de primaria, 10 del nocturno, 7 orientadoras, 8
coordinadoras y 12 administrativos). Antes de este, ella venía de trabajar en una coordinación
del IED Manuelita Saenz. No es la primera vez que sale del país, pues hace tres meses llegó de
España, donde cursó un Master Intensivo en Dirección de Centros Educativos. En su hoja de
vida también están incluidos estudios sobre educación sexual, seguridad social y otros.
Se la observa en su día de cumpleaños, primero en su oficina, en la cual sostenía una
reunión de trabajo con las coordinadoras de las dos jornadas (H-41) y a la cual dio acceso
franco, amable y pronto a la observadora, más tarde en la fiesta que maestros/as le celebran. La
observación registra ambientes amables, elegancia, buen trato.
En este caso también se repasa la agenda y se acuerda una división del trabajo por las
múltiples actividades: encuentro con la veeduría distrital; visitas de equipo de investigación de
la Universidad Nacional para un proyecto de mejoramiento educativo, al cual se ha prestado el
Colegio La Merced.
Luego habla de una invitación de la Red de Pedagogía, sobre "Memoria de la Pedagogía
y Pedagogía de la Memoria" (H-42), recomendando a las coordinadoras la búsqueda e
identificación de objetos antiguos de enseñanza que puedan servir para el Museo que se está
- 188
configurando.
Más adelante, se plantea el dilema de si contratar un profesor de educación física u otro de
inglés, la rectora solicita evaluar resultados y necesidades (H:43, 44), acuerdan fecha de otra
reunión, las coordinadoras agradecen “esta reunión tan rica” (H-44), la observación concluye
con el festejo breve que maestros/as organizan en honor a la profesora en su cumpleaños con
torta y una copa de vino.
En este caso, ese rito sirve para indicar que dentro de su seriedad y competencia, esta
rectora que insiste mucho en la importancia de los ambientes (de hecho, como se verá, las
estudiantes valoran las actividades de arborización en torno al IED), sabe ser compañera de sus
maestros/as, tomando en este caso al pie de la letra la etimología de compañero que, como se ha
indicado, es cum pannis, unidos por el alimento, en este caso ese alimento que es la pedagogía.
3. Elsy Romero Rojas: Rectora de La República Bolivariana de Venezuela: vocación
de participación, sensibilidad.
La rectora del establecimiento República Bolivariana de Venezuela es licenciada en
educación básica con énfasis en investigacion en la Universidad San Buenaventura. Realizó
una maestría en administración educativa en la Universidad Santo Tomás y en la actualidad
cursa estudios de doctorado en Teoría de la Educación y Pedagogía Social, en la UNED de
España, una universidad a distancia.
Fue coordinadora del primero y segundo foro municipal de educación, realizados el
primero en 1995 y el segundo en 1996 durante la primera administración como alcalde de
Antanas Mockus. Recordemos que estos fueron los primeros foros en ejercicio de la ley 115 de
1994 y que en esa primera administración de Antanas Mockus, bajo la dirección de los entonces
secretarios de Educación José Luis Villaveces y Jesús Hernando Pérez (pertenecientes al grupo
de Federicci y vinculados en los ochentas al movimiento pedagógico), los dos foros se
caracterizaron por un clima de participación, comoquiera que entonces se fundaba el proyecto
de educación y cultura ciudadana. Ello, como se ha recordado, dejó huella de tejido democrático
en los climas escolares y aún en la gestión interna de muchos establecimientos educativos del
Distrito. El perfil de la rectora y del colegio República Bolivarina de Venezuela concuerdan con
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esta vocación dialogal y participativa.
El ejercicio etnográfico tuvo poco éxito en este caso en la observación de la actividad
cotidiana de la Rectora (H:75). La observación fue mínima, debido a las ocupaciones de ella,
comprensibles teniendo en cuenta su condición actual de estudiante de doctorado. La
observación registra en muchos pasajes la puerta cerrada. Pero este hecho sirve para señalar una
vez más la importancia de una etnografía insistente y más permanente. Uno puede desanimarse
e inferir de esa clausura de la puerta un grado de encerramiento y de ausencia de diálogo. Y
bien puede no ser así, porque se trate de un estado de ánimo del momento o del día, de exceso
de ocupaciones o de cualquier otra razón pasajera.
En cualquier caso, el breve enncuentro tras la espera permitió ver el rostro amable de la
Rectora (H:76), quien expuso su agenda del día: circular urgente a padres de familia, reunión
con la coordinadora en privado y otras actividades.
Por lo demás, otro registro etnográfico (H-14), esta vez una reunión del Consejo
Académico ampliado, permitió calibrar en debida forma en trata amable de la rectora. Como se
recordará y se tratará de modo breve en el quinto capítulo, este Consejo tenía entre sus temas el
del paso o impase de un estudiante autista de una de las sedes anexas, de primaria, a la sede
principal y a sexto grado.
La participación de la rectora es amable e, incluso, muestra en muchos pasajes tanta
sensibilidad frente al caso del niño autista, que ya conoce de antemano, con cuyos padres ha
hablado y a quienes ha invitado junto a la profesora que lo ha llevado en primaria, que llega a
ser reprochada por uno de los profesores en tono no poco hosco:
“Al terminar la intervención de la profesora Noema, los demás docentes le hacen
preguntas sobre los avances del niño. Hasta que el profesor José Luis interviene y hace una
invitación para dejar de lado el sentimentalismo y se concentren a hablar sobre los procesos
pedagógicos y avances más puntuales” (H:68).
EL ROSTRO OSCURO DE LA ESCUELA: LA DISCIPLINA COMO
PROLONGACIÓN DE LA CRIANZA E INFANTILIZACIÓN DE LOS SUJETOS
Hemos observado que en la pedagogía la pregunta circula, sin duda todavía no con ese
poder de vincular el mundo inmediato con el mundo global, sin duda todavía con mucha
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dificultad para traducir códigos restringidos en códigos elaborados, sin duda todavía con
muchas deficiencias para contextualizar- descontextualizar y recontextualizar, pero circula,
existe un fundamento muy precioso para construir a partir de allí pedagogías más
enriquecedoras. Hemos visto también que el despliegue de estrategias pedagógicas de los
maestros y maestras es extraordinario, su esfuerzo día a día y hora a hora tenaz, su modo de
tejer un cierto orden en la clase admirable, nos hemos encontrado con una creatividad enorme
en el manejo del humor como estrategia para crear energía y sinergia pedagógicas. Sabemos
que es necesario hacer mucho más en la vía pedagógica, sobretodo en la comprensión de los
mundos de vida de los/as estudiantes, en particular en los temas de la sexualidad, del afecto y
del universo audiovisual, los cuales, como se ha indicado, crean zonas muertas, puntos ciegos,
bloqueos que paralizan los aprendizajes mutuos y ciegan la sinergia que podría producirse con
una mayor comprensión recíproca de los actores en tanto se ofrecieran como sujetos. Se intuye
que el programa educación – ciudad – escuela, al ensanchar el mundo de la vida de los/as
estudiantes y al ofrecer contextos ciudadanos a los profesores, pueda dinamizar de modo
extraordinario la pedagogía.
Por otra parte, hemos visto que pese al predominio de un modelo tecnocrático/cibernético
de mando de la educación en la nación y en Bogotá, la gestión en la escuela no ha caído en la
trampa del autoritarismo, por lo menos en las instituciones examinadas, donde gracias al
liderazgo de rectoras que han hecho carrera pedagógica lo mejor de la ética de benevolencia y
de cuidado de la mujer se trasvasan a la escuela en términos de dirección dialogal, pauta
colegial, compañerismo, sensibilidad, afecto, cooperación, atención.
Y no obstante, al llegar al punto a donde llegamos, el de la disciplina, nos parece que
accedemos a lo peor de la inercia de la escuela tradicional: porque en el tema de la aplicación
del orden escolar en su conjunto, más allá de los microórdenes del aula de clase, cuando todos
se juntan y los actos de indisciplina (según la interpretación de cada escuela) se multiplican,
parece que nos enfrentamos a imaginarios de larga duración, de esos que son resistentes a toda
crítica y desconstrucción, los mismos que hemos visto larvarse y prolongarse como aluviones,
superponerse y persistir en la historia como modelos de socialización antiguos, en particular el
colonial con su insistencia en el pigmento, el blanqueamiento y la pugna por los estilos de
vida; el señorial con su tipificación del comportamiento en términos de la cuadratura del bien,
de los estilos de vida y de las maneras y con su reducción de la moral a la moralina y de la ética
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a la etiqueta y su obsesión por la pureza; el corporativo de sanidad con su mirada jerárquica y
su inspección de la salud de cuerpos y almas; el tecnocrático con los modos de
aconductuamiento y de vigilancia taylorista; el cibernético con sus dispositivos telemáticos de
sujetamiento. En fin pareciera que en el ámbito de la disciplina estuviéramos muy lejos de la
democracia y que, sin un sacudimiento conceptual y práctico, jamás asistiríamos a ese
reencantamiento pedagógico que sería posible esperar de una psicagogía que, junto a la
pedagogía y a la pregunta, sirvan para centrar la misión de la escuela en ayudar a que cada cual
transforme su destino en designio, programe el software de su vida reconociendo el hardware
del que está compuesto y asuma con responsabilidad el llamado, su propio llamado, a ser lo que
puede llegar a ser.
Para la observación de los problemas de disciplina, contamos con varios registros 106,
fuera de lo que se indica en el siguiente capítulo referente a la entrada al colegio 107, uno de los
sitios donde más viene a jugar esa “consignación” en el cuaderno de observaciones (el
“observador”) que sumando anotaciones por parte de los/as maestros/as va contando de suma en
suma como un prontuario de saldos en rojo y de antecedentes que sindicalizan al infractor,
primero amonestado, acaso aconsejado, si reincidente conminado a rendir cuentas por partida
doble a la escuela y a la familia reunidas en una suerte de juicio sin las formalidades de un
juicio en el cual hay defensa, presunción de inocencia, argumentos y contraargumentos. Y si la
víctima persiste en la reincidencia, entonces afronta la posibilidad de la expulsión.
El referente para las consignaciones u observaciones es el Manual de Convivencia de cada
colegio. Se supone que dicho Manual ha sido el producto de una deliberación en la cual ha
intervenido el poder estudiantil (gobierno escolar, personeros), que se ha creado entre otras
106 Registro M-2 (M-5 a M-12). Oficina de coordinacion de convivencia, Próspero Pinzón. Registro M-5 (M-16 a M-33). Convivencia y padres, Próspero Pinzón. Registro M-5 (M-16 a M-33). Convivencia y padres, Próspero Pinzón. Registro M-8 (M-40 a M-45). Convivencia. Próspero Pinzón. Registro M-11 (M-56 a M-62). Oficina de convivencia, La Merced.
107 Registro S-1 (S-1 a S-3). Portero, Próspero Pinzón. Registro S-3 (S-5 a S-9). Relación estudiantes y profesor de vigilancia en descanso, Próspero Pinzón. Registro S-4 (S-10 a S-15). Ingreso al Colegio, Próspero Pinzón. Registro S-5 (S-16 a S-18). Estudiantes y profesor de vigilancia en patios, Próspero Pinzón. Registro S-6 (S-19 a S-24). Ingreso al colegio, La Merced. Registro S-7 (S-30 a S-33). Descanso, La Merced. Registro S-12-2 (S-51 a S-53). Descanso, República Venezolana. Registro S-14 (S-61 a S-63). Descanso, Próspero Pinzón.
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razones para ello, es decir, para que la disciplina o el orden escolar sean objeto de construcción
y de aprendizaje recíprocos. Pero, como veremos de modo sumario, ello no ha sido así y esta es
una de las razones que apuntan a un desencuentro grave entre maestros/as y alumnos/as, en algo
que revela la brecha generacional y quizás, hace plausible o por lo menos digna de
consideración mayor la hipótesis que hemos barajado en el sentido de una continuidad
problemática de la casa y de la escuela en términos de una prolongación de los dispositivos de
crianza imperativos.
Por razones de tiempo, no nos podemos detener en la descripción el asunto con el detalle
que qusiéramos y con el mismo cuidado que pusimos en la interpretación de los registros
etnográficos de las clases dictadas por los profesores. Basten las iluminaciones más generales de
nuestra lectura, acaso esperando la venia para una ampliación de estas impresiones.
Lo que más acude en la memoria de la lectura de estos registros es, para emplear de nuevo
la metáfora del teatro, la superposición en una escena de muchas situaciones que discurren
paralelas en las oficinas de convivencia. Madres que llegan, profesora que pide a una niña a
que confiese ante la madre, silencio de ésta. Al mismo tiempo, dos estudiantes son conminados
a ser consignados en el diario de observaciones porque en ausencia de clase jugaban básket.
Otros aparecen sindicados de robo. Los hay que acusan de cierta infracción al malquistamiento
con algunas compañeras. Se habla del robo en un locker. Se recuerdan anotaciones anteriores.
Se pide a un estudiante trasladado que solicite copia de su prontuario anterior. De pronto, en
medio de alegatos van y vienen, un niño es advertido gime casi en silencio, dice que está
enfermo.
Esto, en una apretada síntesis, que será desarrollada en el breve capítulo siguiente un tanto
más en tanto tocan estos correteos asuntos de llegadas tarde, zapatos tenis rucios, bufandas y
otros aditamentos, en ese caso con un actor más, el portero.
Aquí lo que nos importa por el momento es señalar que encontramos una fisura en el
carácter democrático de la escuela. No se trata de enjuiciar la disciplina o la instrucción, pues
una y otra son medios inevitables en toda educación, sino su encuadramiento autoritario, porque
al proscribir la reflexión en torno a su sentido, se pierde la oportunidad de dar razón a su uso o
de hallar la razón de su abuso para corregirlo.
Esto se puso de presente en el Foro de Derechos Humanos y Manual de Convivencia por
el Futuro Prosperista. Enunciando los problemas en términos de agudas preguntas, los/as
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estudiantes formulaban interrogantes del siguiente tenor:
“Si el manual de convivencia es para la comunidad, ¿por qué sólo están los deberes y
derechos de los estudiantes y no de los demás?”.
LA ESCUELA VISTA DESDE LOS/AS ESTUDIANTES
Por razones de tiempo, no podemos detenernos en el examen de todo el material
compilado en torno al gobierno escolar y personeros, el cual, empero, se adjunta.
Pero no quiséramos cerrar sin mostrar el dibujo de la escuela tal como proviene del
mundo estudiantil, en este caso a través del análisis de la encuesta aplicada a 103 estudiantes de
las tres instituciones.
Encuesta a EstudiantesCategoría Conclusión
Relación de las Instituciones con el Entorno
Para los estudiantes, no son claras las relaciones institucionales con el entorno local o barrial, y la mayoría respondió negativamente a esta cuestión. Sin embargo se evidencia diferencias entre las tres instituciones, mientras en la Venezuela se asumen estas relaciones como ir a visitar lugares del barrio, en la Merced se asume como campañas de diferente índole, especialmente ambiental que se desarrollan en la localidad, además de otros eventos de carácter deportivo o cultural. En el Próspero se destacan los eventos de reflexión y discusión interna, aunque su relación con la localidad no queda clara.
Construcción de Comunidad Educativa
¿Sabe si su institución realiza actividades para la construcción de comunidad educativa?
En dos de las tres instituciones los estudiantes se inclinaron abiertamente a creer que su institución si desarrolla programas para construir Comunidad Educativa, sin embargo, sus referencias son dan lugar a pensar que existe una noción de Comunidad Educativa restringida a la familia y no a la institución, o a programas institucionales de la alcaldía, que quizá no apuntan a lo que la pregunta quiere indagar. En cada institución sobresalen sus énfasis, es así que en la Merced vuelven aaparecer los proyectos ambientales y en el Próspero los Foros y seminarios, aunque también aparecen en este último ciertas actividades políticas (Marchas).
¿Ha participado en actividades que busque la construcción de comunidad?
La participación en proyectos que apunten a la construcción de comunidad por parte de los estudiantes no es clara, por cuanto se observa por una parte, que hubo una importante proporción de referencias imprecisas y por otra, que se asocia equivocadamente la construcción de
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comunidad, a festividades como el día de la familia y la fiesta de amor y amistad.
En La Merced aproximadamente una tercera parte de las estudiantes respondió positivamente la pregunta. Sin embargo, la precisión de sus respuestas es mayor. Mencionaron un importante grupo de proyectos o programas institucionales que por su nombre indican un interés por desarrollar y construir nociones comunitarias tanto al interior de la institución, como con la localidad. Las respuestas muestran proyectos de carácter ecológico, ético, de convivencia y artístico, entre otras.
Es de destacar una referencia del colegio Próspero Pinzón a las marchas, como actividadque apunta a la construcción de comunidad.
Convivencia
¿Conoce?
Las respuestas de los estudiantes mostraron que una gran mayoría conoce que su institución trabaja el tema de la convivencia. En este sentido se menciona el trabajo en clase, proyectos especiales como mediación y procesos puntuales como el Manual de Convivencia.
Los estudiantes de las instituciones que tienen institucionalizadas las salidas pedagógicas y las convivencias, reconocen estas actividades extraescolares como muy importantes para laconvivencia, asi como otras actividades más formales y curriculares como las direcciones de curso, la Semana del Respeto, talleres de orientación y conferencias o seminarios.
Los estudiantes del Prospero Pinzón fueron los que con mayor decisión contestaron positivamente esta pregunta. Ello podría indicar que de las tres instituciones, esta es la que más trabaja el tema de la convivencia, por lo menos de manera tal, que los estudiantes se dan cuenta.
¿Ha Participado?
Cuando se pregunta por la participación propia, disminuyen las respuestas positivas, aunque sigue siendo importante la ventaja del Si.
Las precisiones de las estudiantes apuntan a actividades extraescolares como salidas pedagógicas y convivencias en cerca del 40%. Otro componente importante son las actividades curriculares como direcciones de curso, Foros, conferencias, el proyecto de educación sexual, talleres y trabajo en clase y la Semana del Respeto (en La Merced).y por ultimo actividades de carácter cultural-artístico.
Manual de Convivencia: ¿Lo Conoce?
La gran mayoría de estudiantes dicen conocer el manual de Convivencia. Siendo más débil este conocimiento en el Próspero y en el Venezuela. Cosa curiosa en el primero, teniendo en cuenta que se realizaron eventos para discutirlo-
Manual de Convivencia: ¿Participó?
Cuando se pregunta por la participación en la elaboración del manual, en el Próspero las respuestas
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mayoritaria es negativa. En las otras dos instituciones no sucedió de esa manera tan determinante. Aunque en general, se percibe que la participación fue limitada. O por lo menos así lo creen los estudiantes.
A la hora de precisar la manera como participaron muchos estudiantes no lo hicieron, los que lo hicieron señalaron que lo hicieron aportando ideas, opiniones y sugerencias, algunas en Foros institucionales convocados para tal fin. Sin embargo es curioso como las respuestas positivas son minoría ¿No fue suficiente el Foro?
Algunas respuestas negativas muestran desinterés de los estudiantes en el tema y/o desconfianza hacia la institucionalidad o sus directivas.¿Cumple con el Manual de Convivencia?
La mayoría de los estudiantes (casi el 60 %) dice cumplirlo, lo cual no es muy halagüeño, desde el punto de vista de las normas; sin embargo ello muestra un grado de aceptación del Manual, a pesar de que en la pregunta anterior pocos afirmaron haber participado.
Los que respondieron Si, precisaron sus respuestas en dos sentidos, por una parte, quienes locumplen porque es una norma y las normas son para cumplir, respetar, en una posición heterónoma y obediente. Un segundo sentido tiene que ver con quienes lo cumplen porque están de acuerdo con lo que dice. Esto indicaría una posición reflexiva y racional, aunque son una minoría. Un tercer grupo de respuestas apunta a destacar los beneficios que trae su cumplimiento (fomenta el orden, es benéfico para mí, nos ayuda a formarnos, genera un ambiente sano).
Las respuestas negativas se precisaron muy poco, es posible que las estudiantes no tengan claros los motivos. Sus precisiones apuntan a mostrar desacuerdo o desconocimiento y olvido delManual.
Sorprendentemente en el Prospero, donde se evidencian esfuerzos institucionales de debate y participación, las respuestas positivas de los estudiantes fueron minoritarias, apenas una terceraparte, en contraste con las otras dos instituciones.
¿Está de acuerdo con el Manual?
La mayoría de estudiantes (61%) respondieron estar de acuerdo con el manual de su Colegio, a pesar de que según ellos, no participaron de igual manera en su elaboración.
Las respuestas Si se orientaron en 3 sentidos: La gran mayoría destaca las bondades en la conservación de la convivencia y la formación de las estudiantes. Un segundo sentido es por la naturaleza de las normas, es decir porque estas se deben cumplir. Un tercer sentido es por su legitimidad.
Las respuestas No, se orientaron a señalar el desconocimiento del Manual, por su ilegitimidad (no se participó, no ser conoce), o porque no están de acuerdo con lo que allí se dice.
Expresión ¿Siente que su palabra es tenida en cuenta en el colegio?
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Estudiantil
Apenas un 40% de los estudiantes contestaron afirmativamente la pregunta, quedando la idea que no se sienten escuchados o que los canales existentes están dominados por los docentes y las directivas, ocasionando que su expresión se entienda limitada o cohibida.
Sus precisiones señalan que se sienten escuchados, reconocidos y tenidos en cuenta por las directivas, que ello beneficia al colegio.
Quienes responden No precisaron en menor cantidad sus respuestas, señalan que no les interesa, que no se sienten reconocidas, que los profesores siempre hacen lo que les interesa a ellos, que no hay espacios o que hay preferencias, que no hay medios de expresión, o que no han querido –incluso- porque están en contra de las normas.
¿Cómo se expresa? ¿Por escrito?
La mayoría respondió positivamente a esta pregunta.(55%). Lo cual da cuenta de que lasinstituciones se esfuerzan por hacer que los estudiantes accedan al medio escrito como manera de dirigirse formalmente. Sin embargo, los estudiantes parecen tener preferencia por la expresiónoral.
Sus respuestas se precisaron en el sentido de que hay necesidad de opinar, y que los medios escritos dan cierta seguridad de que serán tenidos en cuenta, también porque pareciera que la institución fomenta este tipo de participación escrita.
Quienes responden No también precisan poco, y lo hacen señalando que es perder el tiempo, o nose ha tenido necesidad, no los dejan, prefieren hacerlo oralmente, o muestran mucha desconfianza porque no creen que sean leídas y no sirve de nada.
¿Cómo se expresa? ¿De manera Oral?
La gran mayoría respondió afirmativamente esta pregunta (67%), lo cual confirma esta preferencia que es de entender porque la nuestra es una cultura de tradición oral y además nos encontramos con un segmento de población adolescente, formado en los lenguajes audiovisuales.
Sus precisiones apuntan a preferir la pregunta en clase, cuando algún tema no queda claro. También se menciona el diálogo y en menor medida la queja. Señalan que se sienten mejor escuchados.
Quienes respondieron No señalan que No son tomados en cuenta o no son escuchados, que no sirve o que todo es por escrito.
¿Es Libre en los medios escolares?
Las opiniones muestran una tendencia afirmativa del 60%, lo cual no es amplio.
Algunos de quienes respondieron Si señalaron como razón la simple existencia de la Emisora y
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las Carteleras, pero no mencionan nada más, pareciera que su sola existencia las hiciera libres. Otros señalaron que la expresión estudiantil es libre, voluntaria, que se puede opinar y aportar, que se sienten reconocidos y que se pueden desahogar.
Quienes respondieron No señalan que hay manipulación de las directivas y amenazas disciplinarias, que es restringida solo a algunas personas, que no se les tiene en cuenta, que la libertad no se da en cosas serias y que la participación en tales medios es condicionada y limitada.
Ciudadanía escolar
¿Se trabaja la Ciudadanía Escolar en Clase?
La población se distribuyó por igual en esta pregunta: 49% por el Si, 49% por el No.
Sin embargo varias de las respuestas afirmativas señalan situaciones externas al aula de clase:(hablar con las directivas) o respuestas imprecisas (de hartas formas). Los demás señalan que participan en clase, o mencionan la clase de Historia o Valores, que se practica tomando en cuenta las opiniones de los demás, o en talleres; pero no hay referencia explícita a la Ciudadanía escolar, a excepción de una persona que la relacionó con elecciones.
En la Merced, quienes dijeron No, señalaron que se sienten mal tratadas e insultadas y por eso no creen que se trabaje el tema en el colegio.
Medios de Comunicación
¿Es Creíble la información de los medios masivos de Comunicación? Frente a los medios de comunicación, las opiniones están ampliamente divididas. (49% Si, 49% No). Hay más confianza en los estudiantes del IED Venezuela, quizá por su edad, pero entre los estudiantes de 9º, 10º y 11º la desconfianza se hace sentir.
Quienes precisaron sus respuestas positivas señalaron que A veces es creíble (con una muy alta frecuencia), lo cual tiende un manto de duda sobre la credibilidad de los medios, otros señalan que los medios informan, que es la realidad y que no hay a quien más creerle, además de que se puede demostrar lo que allí se dice (quizá por el recurso de las imágenes).
Quienes contestaron No, tienen razones muy contundentes y críticas. Precisaron que hay intereses políticos y personales en la información, que no muestran la realidad, que manipulan, exageran, distorsionan y disfrazan las noticias, y que no se muestran todos los puntos de vista.
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CAPÍTULO QUINTO
LAS PUERTAS DE LA ESCUELA:
UMBRAL DE DOS MUNDOS
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PRESENTACIÓN
En este breve capítulo, nos referiremos a dos temas: las puertas como divisoria entre dos
mundos y como aduana y sitio de control y, por otra parte, en la segunda sección, a otro tipo de
puerta o barrera, ésta vez mental, la que incluye o excluye a los/as niños/as llamados/as
especiales de la educación para todos/as, es decir, de la educación en la conciudadanía
democrática.
Hubiéramos querido incluir un tercer tema, obligado para un registro total de la educación
en la conciudadanía democrática, y es la del trato del personal directivo, lo mismo que de los/as
estudiantes hacia el mundo a veces tan invisible del personal administrativo, operarios,
secretarias, aseadoras, cafetería y demás. Porque aquí se debería advertir, en el trato hacia este
personal “sub”/ordinado, si existen modos convencionales de sancionar ciertos
comportamientos altivos frente a diferencia de estratos y de oficios, o si, por el contrario, se
genera en la escuela un tipo de relación más equitativa entre ellos. En otra ocasión será.
LOS TRANCES Y LAS TRANCAS DE LAS PUERTAS
Se ha querido hacer referencia especial a las puertas porque la puerta representa el ingreso
o la salida, dependiendo a qué lado nos encontremos, a mundos o entornos diferentes. Toda
frontera o límite tiene puertas que facilitan la interacción, pero también mantienen el control; su
carácter de lugar de tránsito obligado hace que todo el que quiera ingresar o salir deba hacerlo
por allí. Es pues la puerta un escenario esencial de control y en nuestro caso, el primer contacto
con la escuela.
Llegar a una institución educativa es encontrarse con grandes puertas metálicas cerradas con
pequeños recuadros que permiten desde adentro examinar e indagar al visitante y si es el caso
permitir su entrada.
Las puertas de una escuela tienen horarios estrictos de apertura y cierre, aunque la
mayoría del tiempo permanecen cerradas. Las habitan personajes enfundados en uniformes
policivos, que adoptan actitudes de mando haciendo uso de un poder determinante acerca del
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ingreso o la salida de la institución.
El primer paso que debe seguir cualquier visitante de una IED bogotana al llegar, es
identificarse, luego de ello viene la necesidad de denotar la procedencia, justificar la visita y
solicitar el ingreso. La persona que se encuentra al otro lado y que lo ha escuchado por la
pequeña rejilla metálica con cara de poco interés, interroga sucesivamente: ¿A quién busca?,
¿qué necesita? ¿de dónde viene? ¿tiene cita? Luego de unos minutos que pueden ser muy
largos, la puerta se abre y se permite el ingreso, no sin antes pasar por la inspección rutinaria
del maletín, un poco menos intensa que la de la sala de espera de un aeropuerto, en tiempos de
paranoia globalizada, pero que no por ello es menos sospechosa.
La persona que permanece todo el día al lado de la puerta es el vigilante, personaje
exaltado por estos días de obsesión por la seguridad, pero que sintetiza en su función las nuevas
caras de los negocios globales: cuidar, controlar, vigilar, al mejor estilo Orwelliano.
En momentos específicos del día (durante los cambios de jornada), las puertas de la
escuela concentran una intensa actividad de entrada y salida de jóvenes, niños y niñas que
alborotan con su algarabía el entorno de la escuela: “En este momento se forma una gran
congestión peatonal: padres de familia que esperan a sus hijos, estudiantes que salen, otros que
entran (los de bachillerato) y otros que se quedan ahí jugando, vendedores ambulantes, etcétera,
y como es época de matrículas, llegan varias personas para averiguar por los formularios, las
fechas y requisitos de inscripción” (S-1: 1).
En la puerta se cruzan innumerables conversaciones de diferente índole, transacciones
comerciales (con los vendedores ambulantes de dulces y artesanías), negociaciones como las
descritas a continuación. En la primera, la profesora de vigilancia indaga a unos estudiantes por
llegar al colegio usando tenis que no son blancos. “Profesora: _ ‘¿y a ustedes qué les paso?’_
se miran entre ellos y uno dice: ‘los míos son blancos, sólo tienen este poquito gris’, dice,
levantando un poco el pié hacia delante, para mostrarlo. Profesora: ‘para mí esos tenis son
grises, ¿o es que están muy sucios?’ _’¡Noo profe, son blancos!’ dice el joven y se retira
riendo. Ella busca en la planilla del 702 y hace la anotación” (S-4:11).
Una segunda situación, muestra además otras cosas. Un par de niñas que han llegado
tarde, tratan de convencer al celador –a través de la ventanilla pequeña– con juegos simbólicos
y verbales, para que las deje ingresar a la institución: “No sea malito déjenos entrar, mire que
nos van a anotar y ya tenemos muchos retardos. La otra continua: Mire si nos deja entrar
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nosotras no lo sapiamos y entramos calladitas, mire que nadie se va a dar cuenta Hay no sea
malo... hágale, ¿qué le cuesta? El celador simplemente se ríe y se limita a decir que no puede,
que si les permite ingresar lo van a sancionar es a él, además les dice que ya falta poco para
que sea la nueva hora de entrar, la joven le responde: Déjenos entrar que estamos aguantando
viento, sol, frío… Él les contesta: yo soy muy difícil de convencer, si ella lleva 20 minutos y no
me ha podido convencer” (S-1: 2). En la anterior cita, es interesante llamar la atención –entre
otras cosas– a los argumentos de las niñas y del celador. Mientras ellas tratan de convencerlo
reconociendo su autoridad y diciéndole que no lo denunciarán por infringir la norma (que serán
sus cómplices) y que además nadie se va a dar cuenta, la razón que esgrime el celador para no
ceder a la petición de las estudiantes, es la sanción que le aplicarían a él si lo hace, es decir que
la razón se ubica por fuera de su potestad, en la potestad de otro/a con más autoridad. Las
estudiantes reconocen y entienden la situación de la misma manera, por ello le señalaron que
nadie se daría cuenta. En últimas, es la razón de la autoridad la que se impone evidenciando
una actitud heterónoma, que los estudiantes reconocen y practican, bajo la lógica del simulacro.
Es la apelación a la hipocresía, de la que hablamos en otro capítulo.
Pero en los umbrales de las puertas de las instituciones también se presentan miradas
furtivas, retos de fuerza, citas, esperanzas, nostalgias y amores: “hay una pareja de novios, los
dos estudiantes del colegio, con su respectivo uniforme, aprovechan el tiempo para consentirse
mutuamente” (S-1: 2). La entrada al mundo complejo de los afectos humanos.
La coordinadora de convivencia o quien hace sus veces (el/la profesor/a de vigilancia)
junto a otros/as profesores/as, esperan muy cerca, con lista en mano, para recibir a los/as
estudiantes que inician su jornada: “Uno a uno va anotando a los alumnos que llevan accesorios
como bufandas, chaquetas, sacos de otro color, tenis que no sean blancos” (S-1:2). Aquí
también se muestra cómo el control sobre los accesorios que evidencian las individualidades y
las diferencias, se encarga de filtrar los accesos de elementos “ajenos al uniforme”. Son los
dejos de esa insistencia en el socialización, evaluación y control de las personas por los estilos
de vida, tan propias de los modelos de socialización que mencionamos: el colonial, el señorial
(urbanidad de Carreño) y el de la sanidad corporativa (la obsesión por la pureza).
Cuando llega el momento de cerrar, los que no han entrado se apresuran a hacerlo y se
forman pequeños remolinos humanos que pujan por entrar, mientras unos cuantos tratan de
salir: “El celador se acerca a la puerta grande y la empieza a cerrar lentamente, mientras apura a
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los chicos que faltan por ingresar: rápido, rápido que se quedan por fuera, dice con voz
acelerada. Cierra la puerta y efectivamente varios chicos se han quedado fuera. En ese
momento llega un profesor en carro y el celador abre la puerta para permitir que ingrese, los
estudiantes que están afuera aprovechan para entrar, el celador se lo permite, pero antes de
cerrar se acerca Irina (profesora) y le dice: espere un momento don William, mire a ver si viene
alguien más por ahí. El celador se asoma y llama a los chicos que vienen a unos pocos metros:
rápido, rápido, apúrense que el timbre sonó hace diez minutos. Los jóvenes corren y
aprovechan la oportunidad para no quedar con la anotación, sin embargo otros chicos no
quisieron correr y prefirieron quedarse afuera” (S-1:2). En la anterior cita se muestra también el
papel polifacético del celador, llama, cierra, abre, filtra, es quien tiene el poder físico sobre la
puerta, subordinado a la norma y la autoridad escolar.
La coordinadora hace las anotaciones respectivas a quienes no han logrado entrar,
escucha excusas de estudiantes y protestas de padres que llegaron jadeantes arrastrando
pequeños de la mano. El celador con actitud severa se atrinchera tras la puerta y filtra la entrada
de la gente: “La puerta está cerrada y varios estudiantes se han quedado por fuera. En los
rostros se advierte la preocupación de unos y la frescura de otros. Algunos se sientan en los
andenes a los alrededores del colegio, a esperar la segunda hora es decir la 1:15 para poder
ingresar a clase, otros se sientan en el pasto a conversar, otros prefirieron estar más retirados al
fondo al frente del colegio como a 100 metros, un grupo grande espera en silencio y
simplemente observa a su alrededor” (S-1:2).
La puerta de la escuela, como espacio de control, es el lugar donde las jerarquías
institucionales se manifiestan, pero ellas también dan lugar al simulacro, veamos este caso en el
que el profesor de vigilancia cierra la puerta y dispone que se permita cierta flexibilidad en la
entrada final de estudiantes: “Profesor: toma la puerta la cierra y dice: Bueno, ¡nos vamos! Si
de pronto llega alguno en diez segunditos, uno o dos, pues los deja entrar… Celador: ¡listo
profe!... Inmediatamente el profesor da la vuelta; el portero cierra con candado y comenta:
Hmm, yo no espero, porque si llega la rectora y me ve dejando entrar niños... ¡el profesor no
me va a salvar!” (S-4: 12). En una lógica muy propia de la obediencia, la jerarquía mayor se
impone.
El simulacro en la puerta origina otros simulacros, esta vez tienen que ver con la
formación en valores, la cual es considerada comúnmente como fundamental para la formación
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ciudadana: “La profesora termina de hacer las anotaciones en el observador, a seis jóvenes que
completaron mas de cinco anotaciones, los manda para coordinación” para citarles el acudiente
y dirigiéndose a los demás les dice “bueno chicos, tienen 15 minutos para que realicen las
carteleras, van a trabajar el tema de La Tolerancia en grupos de cuatro y se retira”(S-4:14).
Sin embargo, no es claro hasta qué punto pueda fomentarse los valores de esta manera, en
particular cuando se desarrollan actividades mecánicas a manera de “castigo pedagógico”. Por
otra parte, se observa en los registros y en las encuestas una abundancia de referencias a
“Formación en Valores”, en concordancia con la creencia común de una crisis de los mismos,
pero una escasez de trabajo curricular, reflexiones y prácticas reales frente a la democracia y la
política, propiamente dichas.
Ya lo había señalado Pierre Bourdieu, en un libro sugerente y controversial (La
Reproducción 2001)108, en el que afirma tajantemente que la escuela combina una doble
arbitrariedad: la arbitrariedad de la imposición y la arbitrariedad del contenido impuesto, esta
doble arbitrariedad se conjuga en lo que llamó la “Violencia Simbólica”, la cual se asume como
legítima por parte de la institución escolar, al igual que el Estado asume el ejercicio legítimo de
la violencia física.
Aquí conectamos con el otro aspecto de la escuela: La Escuela como Umbral al mundo.
La escuela no sólo contiene una puerta física. Es también la puerta de acceso al futuro
para muchos/as niños y jóvenes. La escuela juega un papel fundamental en la construcción de
futuro, al asumir su tarea de ofrecer una educación integral, la cual se podría entender
siguiendo las recomendaciones de la comisión Delors109, quienes señalaron los pilares de la
educación en cuatro dimensiones: aprender a conocer, aprender a hacer, aprender a vivir juntos
y aprender a ser. Estos cuatro aprendizajes establecen los alcances de lo que sería la Educación
integral, con las competencias que se requerirían para desempeñarse apropiadamente en la vida.
La reflexión acerca de estos cuatro aprendizajes, para determinar sus alcances y las formas
como la escuela debe desarrollarlos, es una urgente tarea, por cuanto se hace necesario ajustarlos a
los requerimientos de una sociedad como la colombiana con falencias, temores y necesidades, pero
sobre todo con profundas desigualdades sociales. No sobra decir que América Latina es el
subcontinente con mayores desigualdades del mundo, según las cifras de organismos
108 Bourdieu, Pierre y Passeron, Jean C. 2001. La Reproducción. Editorial Popular. Madrid.109 Delors, Jacques. 1996 La Educación encierra un Tesoro. Unesco. Madrid. Santillana.
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internacionales, según estas mismas cifras Colombia, detrás de Brasil es el país de América Latina
donde la brecha entre ricos y pobres es más grande. Este contexto hace que las situaciones
presentadas recientemente en Cartagena hayan arrancado lágrimas al delegado de la Unesco que
sentenció ante los damnificados del barrio El Pozón, que mientras en nuestro país unos vivan como
los ricos mas ricos de Europa y otros subsistan como los más pobres de África, será muy difícil
soñar una sociedad en paz.
La tarea de la Escuela en este contexto tiene que pasar por sentar las bases para que las
desigualdades se reduzcan, entendiendo la Educación como un proceso de formación para una
vida mejor. La escuela debe ser la puerta a través de la cual se avizoren posibilidades de vida y
que de paso a un futuro mejor. Los saberes que debe desarrollar la escuela a través de la
formación integral, pueden garantizar esa tarea.
INCLUIDOS Y EXCLUIDOS, LAS PUERTAS MENTALES
En la sociedad y en la escuela colombiana comienza ya a plantearse el tema de la integración
total de niños y niñas especiales. Porque en verdad, el concepto de ciudadanía y más el de
conciudadanía democrática implican el aprendizaje en la escuela de la convivencia con los
distintos/as otros. Existen experiencias en algunos países en este sentido. En un Seminario
Internacional sobre Inteligencia Emocional en la Universidad Pedagógica Nacional realizado hace
cerca de cuatro años, un profesor de Turín mostraba la experiencia de esa ciudad en la integración
total de los niños y niñas especiales. Por supuesto, esto representa un reto pedagógico, psicológico y
psicagógico enorme, porque se trata de afrontar la tarea de educar con distintos ritmos, enfoques y
problemas. Pero aquel profesor señalaba, y en ello coincide con el espíritu de la cita anterior de
Delors, que la escuela debe educar para la vida y la ciudadanía, en la plenitud de la experiencia
humana.
Y esta plenitud de la experiencia humana muestra una variabilidad de condiciones
corporales y mentales más asombrosa de aquello que por lo general reconocemos cuando
forjamos nuestras ideas del mundo a partir de un cierto canon de normalidad. Incluso por
debajo de nuestras percepciones de normalidad aparente, la diferencia de experiencias y de
sentimientos humanos es de una incalculable extensión.
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Morin ha señalado que la mayor tarea de la escuela en el siglo presente es la de la
comprensión de las diferencias, de toda clase de diferencias, entre ellas las de la
multiculturalidad, pero se puede inferir también que apunta también a diferencias en la
“normalidad” física o psíquica. Ello también es exigido por una escuela del sujeto, en la cual
importa comprender cada subjetividad como expresión de la universalidad de la especie
humana.
Sin ir más lejos en estas premisas, por ahora, y señalando la necesidad de dar mayores
tiempos en el futuro a la indagación etnográfica, nos centramos de modo breve en el caso de un
estudiante autista que, terminada su primaria en un colegio anexo a la sede principal de la
República Bolivariana de Venezuela, aspiraba al paso al sexto grado en la sede principal.
Como señalamos en el capítulo precedente, la Rectora del Establecimiento realizó una
reunión del Consejo Académico ampliado para oír a la profesora que había guiado con mucho
acierto al chico en la primaria y a los padres que acompañaron al niño: se puede inferir de toda
la discusión que entre maestros/as hay cuando menos perplejidad, pero más allá, incluso
resistencia.
La descripción etnográfica es de una gran riqueza al registrar la escena del ingreso del
niño y una suerte de maravillosa coreografía del afecto que, sin palabras, este chico realizó
entonces ante el círculo de directivas y de maestros/as con un sentido estético de sencillez
elocuente y, como suele ser del caso en el autismo, sin palabras.
El ingreso a la escena marca ya la diferencia: “10:40am. Llega un señor. Se asoma a la
puerta y la rectora lo invita a seguir. Él la saluda de beso y se ubica en una esquina del auditorio”
(H: 65).
¿Qué sabemos del autismo? Por mucho tiempo ha sido un cierto misterio, como sucede
con las psicosis. Para comenzar a intuir algo de este complejo asunto, uno debería comenzar
por reconocer que, como indica Morin en su libro Los Siete Saberes necesarios para la
educación del futuro, tantas veces citado, todos tenemos algo de sapiens, pero también de
demens. Y por lo mismo, por esa ambivalencia, podemos desarrollar en muchas ocasiones, en
determinados momentos o a veces en toda la vida, episodios o estadios o estados de locura, así
como todos estamos expuestos a perder la “normalidad” física relativa a los promedios. Por lo
general, la creatividad es aquella cualidad que logra domesticar y regular nuestro lado sombrío,
para sacar el mayor partido de él. La genialidad en todos los campos de los saberes ha sido
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siempre fruto de locuras reguladas.
Ahora bien, el autismo no es locura. Si el ejemplo se ha puesto, es porque como en la
psicosis, que es una de las formas más dramáticas de la locura, hay una ruptura del sistema de
comunicaciones lingüísticas con el mundo, que es de un orden semejante, aunque distinto del
autismo, ante todo porque el autista puede desarrollar con más facilidad que en la psicosis una
comunicación no lingüística, en lo fundamental afectiva, pero también gestual. En el caso de la
psicosis, y quizás del autismo, es probable que exista un fundamento genético o por lo menos
orgánico. En la psicosis, es despertada por actos de crianza. Bateson ha llamado a esta génesis
la estructura de Doble vínculo (double Bind)110. El doble vínculo representa una infancia que se
ha enfrentado a un desorden de las metacomunicaciones. Ello puede estar representado por
ejemplo, en órdenes contrarias del padre y de la madre, o en órdenes que sin embargo se
acompañan de actos contrarios a las órdenes (digamos, de paso, que este desorden de las
metacomunicaciones sería muy importante para examinar los problemas escolares). Ahora bien,
en la psicosis la trama se descose, es como trauma, que en su etimología significa herida y por
tanto ruptura de una trama 111 . Ya no hay borde. Todo se ha desbordado. La comunicación con
el mundo se ha roto. El psicótico inventa un propio lenguaje en forma críptica, impenetrable.
Ya no hay lazos de afecto. Ya no hay membrana osmótica, ni hay trueque de afecto o lenguaje.
Como en el autista, pero por diferentes razones, el mundo se ha evadido hacia adentro. No hay
comercio. No hay economía de intercambios. O el silencio o el habla decoyuntada.
Pero sigamos con el relato:
“10:42am. En el auditorio aparece una señora con un niño que tiene puestos unos
audífonos y cuando entra, hace un ruido. Es un saludo a la rectora y los asistentes a la reunión”.
El Consejo Académico ampliado delibera, razona, argumenta y contra-argumenta, se
alude a la diferencia de número, de espacio, de estilos pedagógicos, dicen que la primaria lleva
ya veinte años con experiencias de integración, que acá son inéditas. Los padres manifiestan su
interés. Pero quizás nada interese más que esa suerte de danza de la afectividad del niño:
“El niño es muy inquieto, es autista y permanece distraído. La mamá dice que él escucha.
Constantemente besa a sus padres” (H: 66).
“Y, luego, cuando Noema habla (la profesora que lo había guiado), el niño se levanta y se
110 Bateson, Gregory 1991 Pasos hacia una ecología de la mente. Buenos Aires. Planeta. 111 Restrepo, Gabriel “Depresión y psicosis en la sociedad telemática. El muro- The Wall”, 1997, página 7.
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dirige a la rectora, le coge la cabeza y ella lo toma de la mano y le sonríe. Ella le habla, le toca
el estómago y luego se sienta al lado de la mamá que lo consiente constantemente” (H: 67).
Estamos ante un despliegue asombroso de comunicación a través del afecto, al cual se
presta con su ética de benevolencia y de cuidado la rectora. Es el clímax de la reunión.
Hace ya mucho tiempo que Howard Gardner se refirió a la existencia de distintos tipos de
inteligencia, deconstruyendo el imperio de las inteligencias canónicas, lógico/lingüística y
matemática. Indicó que junto a estas dos, había otras no reductibles a ellas, como la espacial, la
cinestésico corporal, la musical y las inteligencias referidas a la comprensión de sí mismo y a la
comprensión de los otros. Goleman, siguiendo a Howard Gardner, acuñó la expresión de la
inteligencia emocional como la capacidad para desarrollar y vivir con afecto y gracias a este
afecto o a la autoestima, poder desarrollar el potencial del sujeto. Estas construcciones son muy
importantes para la escuela, porque sugieren caracteres e inteligencias distintas ritmos
diferentes, modos de aprendizaje distintos.
Pero las implicaciones de este nuevo paradigma son de difícil aprendizaje e incorporación
en la escuela, por las razones que hemos señalado: ello significaría admitir de una vez por todas
la caída de los grandes archivos y meta-relatos que sostenían el poder absoluto del saber o del
saber enseñar de la escuela e implicaría que ésta asumiera una perspectiva más humilde en el
sentido de que no defiende un orden o un saber absoluto o un saber enseñar único. Partiendo de
esta premisa, una escuela más humilde, es decir, más a ras de la condición humana (humano
proviene de humus, que es la tierra, y de allí también deriva humilde), y, con ella, se definiría
como una institución dedicada en primer lugar al aprendizaje y con el aprendizaje permanente,
a la enseñanza del aprender a aprender.
“Al terminar la intervención de la profesora Noema, los demás docentes le hacen
preguntas sobre los avances del niño. Hasta que… un profesor… interviene y hace una
invitación para dejar de lado el sentimentalismo y se concentren a hablar sobre los procesos
pedagógicos y avances más puntuales” (H: 68).
¡¡¡La afectividad considerada como sentimentalismo!!!
¿No radicará en ello una de las fallas de la escuela, la de cierto analfabetismo para
comprender la dimensión de la afectividad?
¡Qué diferente del caso de la madre de un niño autista que según relata El Tiempo, logró a
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base de afecto potenciar el ser de su hijo autista, contra las apuestas de médicos y psiquiatras112¡
CONCLUSIONES Y RECOMENDACIONES
112 El Tiempo, domingo 5 de diciembre, Autismo/la lucha de una madre contra un dictamen médico. /La mujer que venció el autismo de su hijo. Enrique Patiño, redactor de El Tiempo, página 1-8
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DE POLÍTICA
Nuestra primera conclusión se refiere a la ubicuidad y complejidad del concepto de educación
para la ciudadanía o, como preferimos, para la ciudadanía democrática (en el cuerpo del trabajo
distinguimos cultura y educación ciudadana de cultura y educación en ciudadanía democrática, a la
cual designamos como conciudadanía). Hallamos un núcleo central sustantivo de la ciudadanía, que
es, por supuesto, el político, pero que necesita pensarse como articulado a las dimensiones de la
urbanidad (saber vivir), de la economía, del derecho, de lo social y de lo cultural en distintas
manifestaciones. Desde un punto de vista espacial, el concepto de ciudadanía tiene como un
referente histórico central la constitución del Estado, pero más allá de él hay referentes
trasnacionales (por ejemplo en la comunidad económica europea) o universales (la ciudadanía
posible en la tierra-patria, según la designación de Morin) y más acá regionales, citadinos, locales o
institucionales, dentro de los cuales la ciudadanía escolar representa un caso especial.
Esta complejidad del concepto de ciudadanía nos llevó a ensayar una desconstrucción y
arqueología de la escuela en el mundo, ante todo para preguntarse por el olvido de la pregunta y de
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la psicagogía y por la tendencia de la pedagogía a fundarse en la instrucción, para mostrar que en la
época contemporánea emerge la idea y la posibilidad de organizar una escuela del sujeto, fundada
en el valor de la pregunta y en la autodefinición de la escuela como un organismo vivo que aprende
del medio y del mundo. Hallamos que en la historia de la democracia hubo en su génesis una
relación fuerte entre la capacidad de interrogar, la libertad de expresión y la autonomía del sujeto,
que son las mismas que, sin el lastre del esclavismo, pero con la limitante de la existencia de un
biopoder glocal que produce el sujetamiento a su lógica de todos los seres, se pueden abrir paso y se
están abriendo paso en el mundo.
En el caso de Colombia, pensamos que la exigencia de la ciudadanía escolar debe ser puesta
como problema en el sentido de indagar desde qué perspectiva se pide a la escuela formar para la
ciudadanía. Por lo mismo, se plantea el tema de la educación para la democracia junto al de
democracia para la educación y ello obliga a examinar de qué modo se articulan poderes globales,
poderes estatales, poderes municipales con el micropoder de la escuela representado por el cuerpo
de directivos y maestros/as y por su articulación con las formas delegadas de poder estudiantil
(gobierno escolar, personeros).
Pensamos que pese a casi dos siglos de vida republicana y a algunos antecedentes de
formación para la ciudadanía y la democracia (Simón Rodríguez, escuela activa, escuela nueva), el
tema de la educación para la conciudadanía democrática es casi inédito y corresponde a la
emergencia tardía (no más atrás de 1991) de lo que hemos denominado modelo de socialización
democrática que se abre paso con muchas tensiones por la persistencia de modelos autoritarios y en
particular al que hemos denominado tecnocrático/cibernético.
Ello nos llevó a una arqueología y desconstrucción de la función de la educación en su
articulación con la organización del poder y del saber en Colombia, que resumimos con los siete
modelos de socialización política y educativa de los colombianos, de gran importancia para explicar
más adelante por qué los imaginarios de disciplina de la escuela se resisten a configurar órdenes
construidos mediante la argumentación y el consenso.
Pusimos en cuestión la idea tradicional que figura la educación ciudadana como la creación de
un ambiente escolar distinto al dispositivo pedagógico. Pensamos que la educación ciudadana pasa
de modo esencial por las prácticas pedagógicas y en ese sentido quisimos examinar tanto el
funcionamiento de las rutinas dentro del aula de clase, como la organización del micropoder
escolar, mostrando las zonas de confluencia y disonancia entre el poder fuerte de los directivos y
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maestros/as y el poder débil y transitivo de los/as estudiantes.
Realizamos ejercicios etnográficos de observación e interpretación de la pedagogía del aula
en cuatro áreas: matemáticas, lenguaje, ciencias naturales y ciencias sociales, hallando en esta
descripción enormes progresos en disposición pedagógica, uso del humor como estrategia de
construcción de un orden en el aula, afectividad, esfuerzo, contextualización y ante todo en el
ejercicio de la pregunta. Hallamos que estas prácticas podrían potenciarse de modo extraordinario
con el programa escuela –ciudad– escuela y sugerimos formas y estrategias para ello.
Encontramos que pese al encuadre tecnocrático/cibernético de la educación nacional y
distrital que interpretó a su manera el mandato constitucional desde 1998 a 2004 y en oposición a
una interpretación democrática que había tendido a prevalecer desde 1994 a 1998, en los colegios
estudiados se ha mantenido un ambiente democrático de gestión, gracias al liderazgo de mujeres
con larga trayectoria en la carrera docente. Interpretamos la incorporación masiva de la mujer a la
educación y su ascenso a cargos directivos con una perspectiva de género sugiriendo la hipótesis de
que ese ingreso se manifiesta en la translación a la escuela de la ética de benevolencia y del
cuidado, pero también consideramos como digno de análisis en ese mismo orden el riesgo de una
transferencia de dispositivos de crianza: llamamos en este sentido a estudiar con más detalle la
posible articulación entre dimensiones de género (ética de benevolencia y dispositivos de crianza),
de edad (brecha generacional) y de persistencia de imaginarios de orden fundados en la limpieza y
en rezagos de modelos de socialización anteriores) para comprender lo que parece ser una forma de
perpetuación de la escuela tradicional en los encuadres de la disciplina, todos derivados de una
cierta incapacidad para comprender el mundo juvenil. Llamamos de nuevo la atención sobre la
necesidad de reflexionar en torno a la relación entre pedagogía, psicagogía, escuela del sujeto,
comprensión de los mundos juveniles, escuela concebida como institución que aprende de los
sujetos y del entorno.
En cuanto al trabajo metodológico, hemos señalado que nuestro intento puede describirse
como ejercicios de etnografía, enriquecidos además por el uso de técnicas cuantitativas de análisis,
como encuestas, registros de frecuencias y de palabras y otros. Pero hemos señalado la ventaja que
tendría pasar del umbral de los ejercicios etnográficos a una etnografía más persistente en el
tiempo. Nuestro propio trabajo, creemos, es una muestra de las ventajas que representaría alargar
el tiempo de observación y, sobretodo, también el tiempo de auto-observación crítica, no sólo para
afinar más la correspondencia entre directrices teóricas y metodológicas, sino también para
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aprender con la mirada atenta al detalle la riqueza y el sentido de los mundos develados por la
información etnográfica.
A lo largo de todo el trabajo hemos hecho muchas recomendaciones de política que no
podemos volver a recontar en todo su detalle por falta de tiempo, pero que queremos reiterar de
modo breve.
En relación con el orden escolar, se invita a sacralizar hasta donde se pueda la educación
laica y pluralista, creando una tradición de valoración en la inmanencia de la democracia y quizás
en la trascendencia de la sabiduría, independientemente de las creencias distintas y opuestas que
sostengan los miembros de una comunidad escolar. Crear una tradición en el encanto de una
pedagogía para la ciudadanía democrática es crucial: nuestras escuelas no pueden vivir sólo de la
fascinación tecnocrática por gestión o por resultados: tales tareas tampoco deben desdeñarse, pero
siempre serán medios para la mayoría y sólo serán fines para unos pocos. Comprender esta
diferencia es crucial.
En el orden de la pedagogía, hemos hallado la importancia del humor como elemento de
creación del orden de la clase, algo que no pensábamos que pudiera ser de interés en el encuadre
inicial de nuestra indagación. Y que acaso pudiera pensarse también como una estrategia de
creación de climas institucionales, locales y distritales.
Hallamos que la creación de un clima de confianza por la concordancia entre esfuerzos
democráticos de la nueva dirección de la educación y tendencias que se han mantenido vivas en
las escuelas puede producir una gran sinergia para acelerar cambios en la educación y en este caso
en la educación ciudadana. Pensamos que la idea de retomar los foros como auto-instituyentes de
la educación puede por sí misma producir saltos de enorme trascendencia en la educación para la
conciudadanía democrática.
En relación al programa escuela–ciudad–escuela, ya hemos indicado que puede expandir los
mundos de la vida de los niños y niñas y servir para el uso del contexto urbano como texto por
excelencia para la educación ciudadana. Pero añadamos ahora que experiencias locales como El
Simposio de Ciencias Sociales de la Localidad de Kennedy, podría servir, repensado y apoyado,
como una experiencia piloto si, por ejemplo, se piensa que el foro sea un espacio donde se
encuentren proyectos de profesores/as y alumnos/as dirigidos a elaborar textos de enseñanza a
partir del re/conocimiento de los significados del contexto local, tarea en la cual los profesores/as
de ciencias sociales podrían asumir un liderazgo para articular esta actividad de educación no
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formal con la educación formal.
En el mismo sentido, se ha señalado en el documento la importancia de celebrar un
encuentro de experiencias de enseñanza de ciencias sociales en el distrito, con miras a apuntar
lineamientos o criterios de enseñanza de estos saberes mediadores, que pueden jugar un papel
crucial en el programa escuela–ciudad– escuela, mediante el uso de contextos como textos.