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Las crónicas de Claudia Recuerdo que por los años 80, donde se desarrolló mi niñez e inicios de mi adolescencia, siempre me gustó todo lo relacionado con la tecnología, aunque para esa época, hablar de ella y de sus avances era algo así como hablar del futuro lejano, muy lejano, algo así como la vida de la familia de los Supersónicos: donde las calles eran por las nubes, los teléfonos no tenían cuerdas que los ataran a nada, control remoto para todo. Mejor dicho ni comparación a lo que por esa época teníamos en nuestros hogares. En casa, siempre me dejaban la tarea de hacer las conexiones o de armar los diferentes aparatos que mis padres compraban como el equipo de sonido para poner los discos de acetato, el televisor de antena de aire con perilla, la grabadora casetera, la cual disfrutaba todas las tardes metiéndole un casette que volteaba por lado y lado para grabar canciones de moda, narraciones de voz que hacía imitando las novelas radiales que solía escuchar antes de iniciar a hacer mis tareas. Ese era uno de mis pasatiempos favoritos. En los años 90, poco a poco se fueron incorporando nuevos elementos los cuales, a punto de manual de instrucciones y de lógica, seguía instalando, armando o poniendo a funcionar para toda la familia. En 1.994, cuando ya tenía 20 años, llegó a nuestro hogar: el computador. Maravilloso computador, el que facilitaba la elaboración de trabajos y permitía hacer correcciones rápidas y al instante, después de haber pasado por un secretariado bilingüe en donde debía aprender a escribir sin errores, donde me tocaba volver a repetir toda la página si cometía el más mínimo error, pero eso sí, aprendí a manejar todos los dedos de las dos manos para escribir sin mirar el teclado. Ese computador era la salvación del momento. Y qué me dicen de la impresora de punto! Siempre que la veía funcionar me preguntaba cómo hacía esa impresora para pasar por esa cuerdita toda la información que recibía del computador y dejarla plasmada en un papel tal cual estaba en la pantalla. Muchas veces hasta miraba detalles para ver si realmente estaba igual. Y así, al pasar de los años, me interesaba por todo lo que tuviera que ver con estas herramientas pero nunca llegué a pensar en ser ingeniera de sistemas pues lo que quería era ser maestra como lo era mi madre. Y estudié para ello. En 1995 empecé a ejercer esta linda profesión en un colegio privado aunque no muy conforme con el sueldo que ganaba en comparación con lo de otras profesiones. Tuve altibajos durante los primeros 9 años de ejercer esta carrera, hasta estuve durante un mes trabajando en otra cosa muy distinta, pero esa libertad y ese contacto humano constante que se tiene en la docencia, es irremplazable. Cuando hablo de libertad me refiero a que en el aula uno no debe estar sentado frente a un computador todo el día pues en la docencia uno se relaciona con muchas personas en todo momento. Eso fue decisivo para regresar a la docencia nuevamente.

Crónica

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Page 1: Crónica

Las crónicas de Claudia

Recuerdo que por los años 80, donde se desarrolló mi niñez e inicios de mi adolescencia,

siempre me gustó todo lo relacionado con la tecnología, aunque para esa época, hablar de

ella y de sus avances era algo así como hablar del futuro lejano, muy lejano, algo así como

la vida de la familia de los Supersónicos: donde las calles eran por las nubes, los teléfonos

no tenían cuerdas que los ataran a nada, control remoto para todo. Mejor dicho ni

comparación a lo que por esa época teníamos en nuestros hogares.

En casa, siempre me dejaban la tarea de hacer las conexiones o de armar los diferentes

aparatos que mis padres compraban como el equipo de sonido para poner los discos de

acetato, el televisor de antena de aire con perilla, la grabadora casetera, la cual disfrutaba

todas las tardes metiéndole un casette que volteaba por lado y lado para grabar canciones

de moda, narraciones de voz que hacía imitando las novelas radiales que solía escuchar

antes de iniciar a hacer mis tareas. Ese era uno de mis pasatiempos favoritos.

En los años 90, poco a poco se fueron incorporando nuevos elementos los cuales, a punto

de manual de instrucciones y de lógica, seguía instalando, armando o poniendo a funcionar

para toda la familia. En 1.994, cuando ya tenía 20 años, llegó a nuestro hogar: el

computador. Maravilloso computador, el que facilitaba la elaboración de trabajos y permitía

hacer correcciones rápidas y al instante, después de haber pasado por un secretariado

bilingüe en donde debía aprender a escribir sin errores, donde me tocaba volver a repetir

toda la página si cometía el más mínimo error, pero eso sí, aprendí a manejar todos los

dedos de las dos manos para escribir sin mirar el teclado. Ese computador era la salvación

del momento. Y qué me dicen de la impresora de punto! Siempre que la veía funcionar me

preguntaba cómo hacía esa impresora para pasar por esa cuerdita toda la información que

recibía del computador y dejarla plasmada en un papel tal cual estaba en la pantalla.

Muchas veces hasta miraba detalles para ver si realmente estaba igual.

Y así, al pasar de los años, me interesaba por todo lo que tuviera que ver con estas

herramientas pero nunca llegué a pensar en ser ingeniera de sistemas pues lo que quería

era ser maestra como lo era mi madre. Y estudié para ello.

En 1995 empecé a ejercer esta linda profesión en un colegio privado aunque no muy

conforme con el sueldo que ganaba en comparación con lo de otras profesiones. Tuve

altibajos durante los primeros 9 años de ejercer esta carrera, hasta estuve durante un mes

trabajando en otra cosa muy distinta, pero esa libertad y ese contacto humano constante

que se tiene en la docencia, es irremplazable. Cuando hablo de libertad me refiero a que

en el aula uno no debe estar sentado frente a un computador todo el día pues en la docencia

uno se relaciona con muchas personas en todo momento. Eso fue decisivo para regresar a

la docencia nuevamente.

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Cuando ingresé en el 2005, a ser parte del sector público como maestra, se me empezó a

abrir un abanico de posibilidades para ingresar a realizar capacitaciones de mi interés,

entre ellas las relacionadas con el bilingüismo y las relacionadas con las TIC.

Y precisamente una de ellas, ocurrió en el año 2014, donde nos plantearon ser partícipes

del proyecto Tit@ como Maestros Estudiantes lo cual generó muchos sentimientos en mi

durante el proceso. Inicialmente tenía muchas expectativas, entre ellas la de fortalecer el

proyecto que desde el 2011 venía implementando con mis estudiantes a través de las TIC,

el cual consistía en la elaboración de una página Wix, que al principio tan sólo inicie como

una herramienta para subir toda mi planeación del año, hasta llegar a usar una página Wix

por periodo para continuar el proceso con los estudiantes mientras no estuvieran en la

escuela, ya que sabía que existían muchos recursos que afianzarían los procesos de mis

estudiantes en cuanto a motivación y nuevos aprendizajes.

Pero la verdad no fue así, o eso pensé en ese momento, pues sentí que no pude fortalecer

ni alimentar mi proyecto, ya que tuvimos que iniciar uno nuevo donde tuviera que trabajar

con compañeras de varios grados y las cuales cada una quería hacer lo suyo y como ellas

quisieran. La verdad sentí frustración. Pero luego pensé que tenía más herramientas para

continuar consolidándolo por mi cuenta sin que este hiciera parte del producto final de Tit@.

Una vez finalizado mi proceso como maestra estudiante, mi profesora Andrea Fajardo me

motivó para que me presentara en la convocatoria que estaba haciendo Tit@ para

seleccionar a los nuevos formadores para este proyecto de ciudad. La verdad me sentí

muy feliz de que mi profesora hubiera detectado en mí, dichas cualidades y habilidades

para iniciar este proceso.

Y así fue, en octubre el 2014 me inscribí y presenté la prueba técnica dos veces puesto

que la primera vez no les llegó mi cuestionario pues el internet estuvo fallando ese día.

Me encantó la parte de la prueba psicotécnica en que debía hacer los dibujos a partir de

unos cuantos trazos y luego darle un nombre a cada obra. Me sentí cómoda en esa parte.

En diciembre de 2014 fue la entrevista para todos los que habíamos pasado la prueba

técnica, me sentí feliz y orgullosa de haberla podido pasar entre tantas personas y recuerdo

que compartí entrevista con uno de los compañeros que hoy está haciendo la formación

conmigo.

A principios de enero de 2015, me sentí muy feliz al recibir en mi correo la noticia de que

había sido seleccionada para iniciar la capacitación como Formadora. Lo compartí con mi

familia quien me felicitó y también se pusieron muy felices pues yo les dije que esta

capacitación representaba para mí una oportunidad para mi proyección profesional y para

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obtener unos ingresos adicionales haciendo lo que me gustaba pero a un nivel diferente y

que ayudaban a los sueños de familia.

El 14 de enero de 2015 inicié el proceso de capacitación de Desarrollo y Pedagogía

Mediadas por TIC del Proyecto Tit@. La cual me parece, que en comparación a la recibida

como Maestra Estudiante, es muy diferente desde el mismo inicio. La mirada que Adriana

Vélez, con su enorme profesionalismo, seguridad, convicción y dominio en las diferentes

temáticas abordadas, le dio a la parte de la contextualización, iniciando con actividades y

dinámicas que me llevaron a hacer un recorrido por toda mi historia de vida para rescatar

todas aquellos momentos que hacen parte fundamental de lo que hoy soy como persona,

como madre, como hermana, como esposa, como amiga, como hija y como profesora. Ese

reconocimiento y recorrido movió mis fibras, hizo que recordara y valorara mis fortalezas,

mis luchas, mis tropiezos, mis caídas, mis triunfos, todo lo que ha sido mi vida hasta ahora.

Y un factor muy importante dentro este primer momento es esa reconfirmación de que mi

profesión sí es la de ser docente, que es lo que amo hacer y ser. Fue tal el impacto de este

primer momento que el 31 de enero que hubo una reunión de padres de familia en el colegio

de mis hijos hicieron una dinámica muy parecida a la Rueda de la Vida, y dentro de las

preguntas que hacían sobre mi campo profesional que se enfocaban a que si yo sentía que

mi profesión me ofrecía oportunidades de progreso, sin pensarlo dije que si, pues a través

de la dinámica del Mapa de los Sueños y de la respectiva socialización de todos, pude

comprender que sí es posible que como docente pueda llegar a tener una excelente calidad

de vida y llegar a niveles altos profesionalmente. Todo depende de la iniciativa personal,

de la creatividad, de la capacidad de resiliencia, de la manera positiva como vea y viva mi

vida. Y eso es lo que voy a transmitir a los nuevos maestros estudiantes.

El 20 de enero elaboré mi PLE que ha tenido una evolución notable a medida que pasa el

tiempo. El PLE con el que inicié es muy diferente al que hoy día tengo y espero que siga en

aumento y cambio para no estacarme y poder generar nuevas prácticas. Sobre el PLE

podría decir que a medida que uno conozca más personas el PLE va aumentando pues

esas nuevas relaciones lo amplían por la necesidad de comunicarse, de aprender y de

compartir información.

Las siguientes semanas también las disfruté en compañía de unos maestros y maestras

que con su responsabilidad, excelente calidad humana y gran profesionalismo siempre

estuvieron atentos a que nos sintiéramos bien, a que aprendiéramos, a que nos

calmáramos frente a algunas situaciones que se presentaban, a atender nuestras

inquietudes todo el tiempo. Ellos son: Roberto, Diana, Manuel, Camilo, Javier y Adriana y

quienes además, me orientaron, a nivel de herramientas, enfoques, metodologías, nuevas

miradas frente a las TIC, posiciones frente a las políticas, diálogos interesantes acerca de

las diferentes experiencias compartidas por los maestros formadores que me acompañaron

en este curso, compartir de saberes, lecturas de historias y cuentos, diseños, trabajo virtual,

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trabajo compartido a través de la nube, en fin, gran cantidad de nuevos aprendizajes que

serán mi referente tanto en mi labor tanto con mis estudiantes de grado cuarto de primaria

y los del Programa de Formación Complementaria de la Normal Farallones donde laboro

desde 10 años, como a mis futuros Maestros Estudiantes.

El 11 de febrero, el día del Importaculismo Práctico, el día más esperado, puesto que en mi

cabeza rondaba la inquietud sobre cómo una actitud que siempre pensé que era la que

había “marcado” a nuestra profesión como una de las menos distinguidas del medio, porque

para unos cuantos (gracias a Dios que son pocos) todo proyecto, toda innovación, toda

actividad parece no importarles nada, ni aportarles, a tal punto que logran molestarme.

Pero precisamente lo que aprendí en este día es que debo asumir una posición donde no

me afecte negativamente esta situación, sino todo lo contrario que logre desde esa

experiencia aprender y seguir adelante, a dejar atrás situaciones de miedo, de temor, de

arrepentimiento. Siempre seguir y salir adelante venciendo barreras y teniendo en cuenta

las premisas de esta teoría que realmente si me importan mucho y sobre todo ponerlas en

práctica.

Definitivamente sí recomendaría, mientras esté a mi alcance, a todas las personas que

cuenten con las habilidades, capacidades y sobre todo con la voluntad y disposición por

aprender, a que hagan parte de esta nueva experiencia de vida, de esta etapa de cambios

personales y retos profesionales, que aporta bastante a mi práctica laboral y a mi vida

personal, realmente si es una formación de Desarrollo y Pedagogía y que las TIC lo hacen

aún más divertido y práctico.

Por Docente Claudia Patricia Zúñiga Osorio

Candidata a Maestra Formadora

I.E. Escuela Normal Superior Farallones