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Crónica, Una historia con un buen comienzo…
Empezar una nueva experiencia académica como tit@ fase5 no deja más que un
alto grado de gratitud. Últimamente la opción de participar en programas de
formación para docentes estatales pone de manifiesto que, como dice el viejo
refrán, “loro viejo no aprende a hablar”. Para quienes están viviendo sus
cuarentas la condición de no ser mayor de 45 años para acceder a becas o
programas de inmersión u otros financiados con dineros del estado, es casi una
sentencia que pone de plano la realidad de estar viviendo los últimos años del
servicio educativo. Afortunadamente tit@ no tuvo reparos en que algunos de los
maestros de esta entidad territorial, que ya están maduritos, pudieran participar
sin obstáculo y enfrentar procesos de alfabetización digital tan importantes y
necesarios en el gremio por estos días.
Procesos académicos de este talante ponen de entrada al maestro estudiante
frente a su propia realidad. Ser persona, padre, hijo, amigo o estudiante, en éste
caso, es el primer paso. Saber que se vive en el siglo XXI, que se enseña en un
siglo en el que no se nació ni se educó, es el punto de partida. Para todos los
participantes la expectativa por la nueva etapa del programa, ya famoso por sus
procesos anteriores, se convirtió en el motor para tomar la partida. Como en
muchas competencias, algunos de los participantes empezaron a medir fuerzas
con las responsabilidades y no se volvieron a ver después de un par de sesiones.
Comprometerse con asistir solo era parte de las responsabilidades, lo que se vino
después le cambió el color al curso y por supuesto el ánimo a los participantes.
Trabajar en equipo nunca ha sido cosa fácil y menos en el gremio de maestros
donde hay tanto sabio atornillado a sus ideas, conceptos y verdades construidas
por tantos años. El curso traía ese ingrediente como parte de la práctica y del
acercamiento a las competencias del siglo XXI tanto para ser enseñadas como
para ser aprendidas. Partir de contextos escolares distintos para llegar a una
propuesta académica de aplicación en ellas, a pesar de las diferentes realidades,
se consolidó como el eje orientador de aplicación de los conocimientos previos, los
adquiridos en el trasegar y por supuesto, en la oportunidad de proponer ambientes
educativos renovados gracias a la mediación de las TIC. Éste difícil proceso nos
tomó la mayor parte del tiempo y la energía porque juntar a unos docentes en un
mismo espacio para trabajar fue cosa fácil, reunirlos después para cumplir con las
tareas era lo complicado. Pero camino sin escollos deja de ser camino. Sorteando
cuestiones de agendas, cronogramas escolares distintos, entre otras tantas
obligaciones, se pudo pasar de las ideas distintas a los consensos saludables para
todos.
Para calmar expectativas tuvimos la oportunidad de manipular, por una sesión, los
equipos que llegarán a las instituciones y que usarán nuestros estudiantes y los
cuales harán parte de una nueva propuesta en la construcción de ambientes de
aprendizaje y mediación TIC. Se lamenta que el roce haya sido tan corto y se
tenga que esperar hasta que los procesos de contratación cumplan agendas para
volverlas a tener en las manos o en los salones de clase.
Un punto alto de aceptación merece dentro del programa la oportunidad de haber
participado en el “club del cacharreo”, en el foro de educación y la asistencia a
espacios donde se dieron a conocer experiencias significativas. No cabe duda
que la construcción del conocimiento en el mundo actual parte de la posibilidad de
compartir y enriquecerse con lo que los demás han aprendido y quieren divulgar.
Todo esto da un nuevo sentido a la educación y ofrece otro norte al momento de
planear la forma cómo el estudiante aprenderá y lo que se le quiere enseñar. Ya
no se construye conocimiento desde la isla personal, se construye de manera
colaborativa. Ley de la educación de los últimos tiempos.
La historia comenzó así. El final tendrá que esperar para poder ser contado ya que
agotadas las jornadas académicas con los tutores lo que queda en el tintero son
muchas cosas por hacer y otras por mejorar. El tiempo como mejor testigo, pero
actuando a la vez como juez, será quien diga de qué tamaño fueron los frutos
cosechados.