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Cultismos, palabras patrimoniales, y latinismos
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PALABRAS
PATRIMONIALES,
CULTISMOS,
NEOLOGISMOS Y
LATINISMOS.
El castellano es la lengua romance más hablada del mundo. Un porcentaje muy
alto de su léxico (80 %) procede del latín, pero es importante señalar que no
todos los términos de origen latino se han introducido en el castellano de la
misma manera ni en el mismo momento.
1. Palabras patrimoniales
Con la romanización, el latín vulgar se impuso en los pueblos conquistados.
Este latín vulgar fue mezclándose y adaptándose a la lengua de las poblaciones
indígenas; posteriormente se fragmentó en las distintas lenguas romances. Cada
una de ella experimentó, desde finales de la Edad Media, grandes
transformaciones en su léxico basándose en unas normas propias de evolución
fonética. Producto de estos cambios son las palabras patrimoniales que
constituyen el grupo más numeroso y más antiguo en las diversas lenguas
romances.
2. Cultismos, semicultismos y neologismos
El progreso de la cultura en campos como la literatura, la ciencia y la filosofía
hizo que se precisaran nuevas palabras para expresar nuevos concepto,
sentimientos u objetos. Se recurrió a menudo al latín culto o literario, de donde
se tomaron infinidad de palabras, los denominados cultismos. Éstos se
introdujeron en la lengua castellana en una época en la que ya se habían
producido los grandes cambios fonéticos que afectaron a las palabras
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patrimoniales. De este modo se integraron en ella con su forma originaria o con
las mínimas adaptaciones a la fonética de la nueva lengua. Ejemplos de
cultismos pueden ser directo, planicie, foco, lacrimal.
Hay además un tipo de palabras, los semicultismos, que están a medio
camino entre las patrimoniales y las cultas. Son más recientes que las primeras,
pero más antiguas que éstas últimas; por ello se han visto afectadas sólo en
parte por los cambios fonéticos y no han finalizado su evolución. Se puede
señalar como ejemplo la palabra latina saeculum, cuya evolución completa al
castellano habría dado siejo y no siglo.
La incorporación de términos procedentes del latín culto al castellano se
produjo a lo largo de toda su historia, aunque fue más abundante en el
Renacimiento y en el Neoclasicismo. Hoy en día además, seguimos recurriendo
a esta lengua clásica para la formación de neologismos, como las palabras
vídeo, retevisión o internauta. Según la Real Academia Española, "es todo
vocablo, acepción o giro nuevo en una lengua, u otro idioma".
Todas las lenguas tienen recursos para formar palabras nuevas. Los recursos
neológicos son las formas o procedimientos que se emplean para crear
neologismos:
Recurso
neológicoProcedimiento Ejemplos
CultismoTomados del latín sin evolución
fonéticaNocturno, Púrpura
SemicultismoTomados del latín, de evolución
incompletaSiglo, Molde, Peligro
Composición Lexema + lexemaPicapiedra,
Biengemido
Derivación Lexema + morfema Melonar
Nueva palabra Prefijos SufijosAeronáutica,
Telescopio
Préstamo Adaptación Tranvía
Calco Traducción Rascacielos
Lexicalización Yuxtaposición de iniciales Renfe
Onomatopeya Imitación Chirriar
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Metáfora Semejanza Boca (del metro)
Es frecuente además, que derivadas de una sola palabra latina, coexistan
paralelamente una forma patrimonial y otra culta, introducida posteriormente. A
pesar de que tienen un origen común, hay entre ellas pequeñas diferencias de
significado, tal como se puede observar en este ejemplo: el término latino circum
ha producido el cultismo ‘circo’ (espacio con gradas para espectáculos) y, por
otro lado, la palabra patrimonial ‘cerco’ (banda o zona alrededor de una cosa).
3. Latinismos. Terminología científico-técnica
El latín culto siguió utilizándose como transmisor de cultura mucho tiempo
después del nacimiento de las lenguas romances. Prueba de ello es que aún en
la actualidad utilizamos frases, expresiones y sentencias que proceden
directamente de la lengua latina, los latinismos.
Hasta el siglo XVIII los científicos escribían en latín sus obras: Newton redactó
en esta lengua la formulación de la ley de la gravedad y Descartes su Discurso
del Método. Hoy en día, seguimos recurriendo al latín para la denominación
científica de los seres vivos, herencia de la nomenclatura ideada por el
naturalista Linneo en el siglo XVIII. Éste ideó un sistema binomial en el que el
primer término corresponde al género y el segundo a la especie. Está admitido
universalmente y se utiliza tanto en zoología como en botánica: canis lupus,
lacerta muralis, apis melifica, cocrodylus niloticus, populus tremula, fraxinus
angustifolia, fagus silvatica…
A principios del siglo XX aparecieron en Europa los primeros códigos de leyes
civiles, hecho que supuso el abandono, en la práctica, del Derecho Romano. Sin
embargo, éste ha seguido proporcionando numerosas expresiones y sentencias
como habeas corpus, sine die, dura lex sed lex, in dubio pro reo.
El latín culto ha traspasado las barreras de estos campos del saber y ha
penetrado libremente en el lenguaje cotidiano. Ya son habituales expresiones
latinas como lapsus, modus vivendi, curriculum vitae, casus belli, sui generis,
ipso facto.
Además, el uso de latinismos no está restringido a las lenguas romances. En
inglés es muy frecuente su empleo: datum, verbi gratia, versus, locum, post
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