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lehoitaldea
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En un lugar de Bilbao de cuyo nombre no puedo acordarme
vivía un hombre llamado Alonso.
Un día nuestro protagonista Alonso Quijano, que como leía
muchos libros de caballería se volvió un poco loquillo, se
nombró caballero y se hizo conocer como don Quijote de
Txurdinaga.
Una mañana cuando iba de paseo con su moto paso por
delante del colegio Pio Baroja. Al lado de la escuela vio un
niño trabajando vendiendo pañuelos.
De repente un señor regordete y bajito que paseaba en ese
momento por esa acera se acercó a nuestro protagonista.
- ¿Cómo te llamas? –preguntó Don Quijote.
- Sancho Panza –respondió el señor regordete.
- ¿Quieres ser mi escudero?-volvió a preguntar Don Quijote.
- ¿Qué es ser escudero?- pregunto asombrado Sancho.
- Serás la persona que
me acompañe en
todas mis aventuras y
además tendrás
comida y alojamiento
gratis- le contesto
Don Quijote.
- Y ¿me pagaras algo?
- ¡claro! 50 euros al día- contesto don Quijote.
- De acuerdo. Me viene bien porque no tengo trabajo y tengo
mujer y dos hijos.
- ¡ Mira Sancho que injusticia más grande!. Aquí tenemos delante
del colegio una niña trabajando y sin poder ir a la escuela.
- Pero Don Quijote es una papelera.
Don Quijote sin mediar palabra arrancó la papelera y haciendo
un gran esfuerzo la acercó hasta el colegio. A trompicones la
llevo a la dirección del centro.
En ese momento la directora llamada Elisa al ver una papelera
en su despacho le empieza a preguntar.
- Señor ¿Por qué mete esa papelera en el despacho?
- Señora directora no ve que no es una papelera sino una niña
que estaba vendiendo lotería ahí fuera y que no quería venir a
la escuela.
- Perdone señor pero creo que me esta tomando el pelo y creo
que debería irse- le comento Elisa.
Como no quería salir del centro el
conserje agarrándole por el brazo le
saca a la calle entre gritos de nuestro
protagonista que enfadado no
entiende porque no le llevan a clase a
la niña.
- Sancho no hay derecho que no metan a esta niña
de inmediato en su clase.
- Pero señor no se da cuenta que es una papelera y
que por eso le han echado del centro.
- Tonterías Sancho.
- Enfadado y con grandes zancadas Don Quijote se aleja
del colegio.
Un día Don Quijote paso por al lado de una joyería y vio a la señora de
la limpieza pasando la aspiradora. Don Quijote creyó que estaba
robando collares de diamantes y se lo comento a su amigo Sancho.
- ¡Mira ese ladrón Sancho!- exclamo Don Quijote.
- Don Quijote, si allí solo hay una
señora de la limpieza pasando la
aspiradora- le comento Sancho.
Pero antes de terminar esas palabras
Don Quijote le dice a su amigo
Sancho:
- ¡Calla Sancho! ¿Es que tú no puedes ver que esa ladrona está
robando un montón de joyas? – le preguntó a Sancho malhumorado.
Don Quijote se dirigió con grandes pasos hacia la mujer y se tiró
encima de ella. Pero como la gente creyó que estaba pegando a la
mujer llamo a la policía y le arrestaron a Don quijote. Le llevaron a la
cárcel y le interrogaron.
- ¿Por qué has pegado a esa mujer?
- No la he pegado, solo quería que la mujer no robase los diamantes y
las joyas.
- ¿Pero qué joyas?. Si estaba recogiendo las pelusas con la aspiradora.
- No estaba pasando las aspiradora estaba robando y yo intente hacer
justicia. –respondió don Quijote.
- Usted está mal de la cabeza y
necesita tratamiento.
Al final la policía llamó a la
ambulancia y se lo llevaron al
hospital.
Una mañana Don Quijote cuando pasaba por la calle Particular
de Allende vio una mujer vestida con harapos amarillos,
pidiendo algo de comer.
-Sancho, mira esa mujer casi muerta de hambre –exclamó Don
Quijote.
-Pero mi señor, ¿no ves que es un buzón de
correos?
-Calla Sancho, que tú no entiendes de estas cosas.
Al poco de terminar estas palabras se dirigió a la
carnicería, que estaba situada enfrente de la oficina de correos,
corriendo como un relámpago. Compro cincuenta hamburguesas
y se dirigió donde la señora. Cuando ya estaba donde la pobre
mujer empezó a meterle las hamburguesas que ya había
comprado. Entonces abrió la ranura del buzón pensando que era
la boca de la mujer.
De repente pasó por allí el cartero para sacar las cartas. Al ver
un señor tan raro metiendo
hamburguesas en el buzón llamó a la
policía y vinieron enseguida. Se
llevaron a Don Quijote y a Sancho
Panza a comisaria.
Pasaron la noche entre rejas y el
pobre Sancho se tuvo que aguantar
sin haber hecho nada.
Una mañana soleada Don Quijote con Sancho Panza se
encaminaron a su nueva aventura.
Se dirigieron hacia el parque
montados en unos
monopatines cuando de
repente a lo lejos don
Quijote vio un niño en el
suelo.
- Sancho, mira ese niño
enfermo tumbado en el
suelo.
- Señor pero si es un banco del parque.
- Calla Sancho, voy a llamar a la ambulancia.
Diez minutos más tarde llego al fin la ambulancia y don Quijote les
comento que lo que había visto.
- ¡Mirad que injusticia! He encontrado este niño en el parque y
parece que esta enfermo.
Los enfermeros cuando vieron el banco le dijeron a Don Quijote:
- Señor por favor suba a la ambulancia.
- ¡Pero el enfermo es el niño no yo! -exclamo Don Quijote
asombrado por lo que estaban haciendo el equipo médico.
Sin mediar palabra se lo llevaron al hospital pensando que estaba
loco.
Diez años más tarde salió del hospital mucho más cuerdo y
volvió a su casa.
Después de un mes de tratamiento en el psicólogo volvió con
Sancho a casa.
- Sancho ya puedes volver con tu familia, pero primero te
quiero entregar este sobre con dinero.
Don Quijote le entregó un millón de euros y le pidió a su
escudero que se fuera, que iba a ducharse. Le comento que
quedarían al día siguiente pero que ya no correrían aventuras
juntos.
Poco después de decir estas palabras se dirigió al baño, se
quitó la ropa y se metió en la ducha. Lamentablemente se
resbaló con una pasta de jabón, que estaba dentro de la
bañera, y se cayó. En la caída se dio un fuerte golpe en la
cabeza y se murió en el acto.
Todos lloraron en el funeral y sobre todo Sancho porque en
poco tiempo que había estado con él había encontrado un gran
amigo.
Nuestro protagonista Alonso
era soso y bondadoso.
Contra la injusticia luchaba
pero mal acababa.
Como leía muchos libros de caballería
un poco loquillo se volvería.
Buscó un escudero
con capa y sombrero.
Sancho se llamaba
y una bici llevaba.
Era de Txudinaga
y del cuello una bufanda le asomaba.
Un día salió con su moto
a pasear un poco.
Se encontró con una niña llamada María
que estaba vendiendo lotería.
Al lado de un colegio trabajaba
y mal lo llevaba
No iba a la escuela
porque una papelera era.
Don Quijote la llevo a dirección
y una gran bronca le cayó.
Otro día una vuelta dio
y una joyería se encontró.
Una señora de la limpieza vio
pero que era un ladrón pensó.
Encima de ella se echó
y la gente a la policía llamó.
Pronto allí estuvo
un policía vestido de oscuro.
Le interrogaron
y a la cárcel le llevaron.
Porque él pensó que eran collares de
diamantes
lo que eran pelusas gigantes
Una mañana excelente
se encaminó pacientemente.
En un parque un banquito había
Y él pensó que un niño enfermo sería.
A la ambulancia llamó
y en un segundo llegó.
Cuando vieron el banco
a Don Quijote se lo llevaron pitando.
Cuando salió del hospital
se sintió un poco mal.
Por eso fue a dar una vuelta
y una mujer con harapos vio en una esquina
puesta.
La señora de amarillo
era un buzón un poco rarillo.
Corriendo como un rayo
fue a la carnicería de al lado.
Cincuenta hamburguesas compró
y ninguna de ellas pagó.
Por la boca se las metió
y la ranura el dedo le pillo.
El cartero veloz acudió
y a la policía le acusó.