¡ Hola a Todos !

Somos los niños y niñas más pequeños del colegio Portus Blendium de Suances, sólo tenemos 2 años y unos pocos ni eso.

Antes de empezar os vamos a mostrar dónde está y cómo es nuestro cole.

Nos encanta la Navidad y todo lo que la envuelve: las luces, los adornos navideños, el árbol de Navidad, los dulce típicos,.

¡ Qué bonito es todo!

Así que esperamos que os guste nuestro adorno navideño, el cual hemos hecho con mucho ilusión para todos los colegios que participan en esta actividad.

Con ayuda de nuestras profesoras y técnicos os vamos a contar un cuento que os va a explicar para qué se usan las ALBARCAS, un objeto típico de Cantabria.

Un frío día de otoño, mi hermana y yo estábamos sentados en el salón con mi abuelito Ramón. Estábamos muy aburridos porque no podíamos salir a jugar al parque con nuestros amigos ya que llovía y hacía mucho frío. Nuestro abuelito, al vernos así de tristes nos llamó a su lado y empezó a contarnos una linda historia, que decía así ...

" Érase una vez cuando yo era muy pequeño que cuando llovía mucho, todos los campos y prados de Suances se llenaban de barro y era imposible caminar por ellos. Esos días sólo podíamos ir al colegio llevando puestas en los pies unas albarcas, ¿sabéis que son unas ALBARCAS? - No, contestamos mi hermana y yo.

Las albarcas - siguió contando nuestro abuelito Ramón - son un calzado de madera, con unos tacos en la parte inferior en los que, a veces, para mantener el calor en los pies se colocan unas zapatillas o escarpines. Son muy útiles porque no se mojan ni se ensucian los pies. Mirad unas, nos dijo mostrando unas albarcas que tenía en un armario.

Aún hoy en día se siguen utilizando en algunos pueblos y valles de Cantabria por ganaderos que cuidan sus rebaños de vacas. También se usan en algunas fiestas regionales de Cantabria donde la gente saca sus trajes típicos y se calzan con ellas.

- ¿Y quiénes las hace, abuelito?, preguntó mi hermana. - Buena pregunta, cariño. Las hacen personas que son expertos maestros tallando la madera. Por aquí tengo unas fotografías guardadas.

Y así de esta manera, la tarde se nos pasó volando y mi hermanita y yo nos divertimos muchísimo con nuestro abuelito y con sus albarcas.

Y colorín, colorado este cuento se ha acabado.

- Yo quiero probarlas, ¿puedo? - dijo mi hermana. Yo también, abuelito. - Claro que sí, venid que os ayudo.