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El chivo de mar. Yo tengo una abuelita, la que siempre ha vivido en el sector rural, le gusta leer, bastante, tiene hermosa su letra y nos cuenta fabulosas historias. Dentro de mis preferidas está la historia del chivo de mar, que ella vivió en carne propia. En primer lugar debo decir que ella vive en un lugar que se llama Astilleros y está ubicado en la ribera Norte del Canal de Chacao. Desde su casa, ubicada en la parte alta del sector, tiene una vista privilegiada del Canal, donde se ven pasar los cruceros y barcos mercantes hacia y desde Puerto Montt., de la Isla grande de Chiloé, que está al frente de sus ojos. Nos cuenta mi abuelita Victoria que hace bastantes años, una tarde, cuando comenzaba a oscurecer y ella se disponía a encerrar sus ovejas en el galpón, de pronto, escuchó el balido de un chivo que provenía de la playa. Ella lo encontró muy raro, pero pensó que se trataba de algún chivo de su vecina colindante, quien era la única que tenía estos animales en el lugar, el cual seguramente andaba perdido. Ella no le dio mucha importancia y siguió su camino, pasó a buscar un viaje de leña, para entrar a su casa. Sin embargo, escuchó nuevos balidos, mucho más fuertes y al mirar hacia la playa, vio aparecer entre unos matorrales que allí existían, un gran chivo blanco que se mostraba muy enojado y con ansias de atacar a alguien. Mi abuelita cuenta que un enorme escalofrío la recorrió entera y un miedo intenso se apoderó de su cuerpo, quedando prácticamente paralizada. Parecía como si las piernas le pesaban mucho y le era imposible avanzar. Ella quería entrar rápido a su casa, pero no podía, no tenía fuerzas. Mientras tanto, el chivo blanco seguía balando y cada vez más enojado, corría de un lado para otro como desafiando a alguien. Fueron tan poderosos los balidos de aquel misterioso animal que gracias al ladrido de los perros de

El chivo de mar

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Page 1: El chivo de mar

El chivo de mar.

Yo tengo una abuelita, la que siempre ha vivido en el sector rural, le gusta leer, bastante, tiene hermosa su letra y nos cuenta fabulosas historias. Dentro de mis preferidas está la historia del chivo de mar, que ella vivió en carne propia.

En primer lugar debo decir que ella vive en un lugar que se llama Astilleros y está ubicado en la ribera Norte del Canal de Chacao. Desde su casa, ubicada en la parte alta del sector, tiene una vista privilegiada del Canal, donde se ven pasar los cruceros y barcos mercantes hacia y desde Puerto Montt., de la Isla grande de Chiloé, que está al frente de sus ojos.

Nos cuenta mi abuelita Victoria que hace bastantes años, una tarde, cuando comenzaba a oscurecer y ella se disponía a encerrar sus ovejas en el galpón, de pronto, escuchó el balido de un chivo que provenía de la playa. Ella lo encontró muy raro, pero pensó que se trataba de algún chivo de su vecina colindante, quien era la única que tenía estos animales en el lugar, el cual seguramente andaba perdido. Ella no le dio mucha importancia y siguió su camino, pasó a buscar un viaje de leña, para entrar a su casa. Sin embargo, escuchó nuevos balidos, mucho más fuertes y al mirar hacia la playa, vio aparecer entre unos matorrales que allí existían, un gran chivo blanco que se mostraba muy enojado y con ansias de atacar a alguien.

Mi abuelita cuenta que un enorme escalofrío la recorrió entera y un miedo intenso se apoderó de su cuerpo, quedando prácticamente paralizada. Parecía como si las piernas le pesaban mucho y le era imposible avanzar. Ella quería entrar rápido a su casa, pero no podía, no tenía fuerzas. Mientras tanto, el chivo blanco seguía balando y cada vez más enojado, corría de un lado para otro como desafiando a alguien. Fueron tan poderosos los balidos de aquel misterioso animal que gracias al ladrido de los perros de la casa, ella pudo reaccionar y correr hacia su hogar. Nunca había corrido tan rápido. En el trayecto pensaba que aquel chivo aunque hubiera querido atacarla, no hubiera podido alcanzarla, pues se hallaba a unos cuatrocientos metros de distancia.

Cuando ella estuvo segura en su casa, primero se secó la transpiración fría que cubría su rostro y luego se dirigió a la ventana que daba al canal para vigilar al temible animal: grande fue su sorpresa al darse cuenta que el chivo no estaba por ninguna parte; había desaparecido como por arte de magia, ya no se oía ningún balido, solamente el chillido de una pareja de treiles o queltehues, que habitaban en un potrero cerca de la playa. Esto la tranquilizó un poco, aunque no totalmente.

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Mi abuelita Victoria nos contó que aquella tarde estaba sola en su casa y cuando en la noche llegó su marido, éste no le creyó ni una sola palabra de lo ocurrido. Solamente se dedicó a burlarse de ella.

Aseguran los habitantes más antiguos y la gente del lugar, que cuando el chivo de mar sale a tierra, anuncia que una desgracia ocurrirá.

Afortunadamente, nada extraño ocurrió en los meses siguientes y mi abuelita Victoria, sigue viviendo junto a nosotros entregándonos su cariño, comprensión, su sabiduría, sus hermosas historias y sus sabios consejos…

FIN

(Historia relatada por su abuelita Victoria Barrientos Mansilla de Astilleros)

Francisca Leiva Hernández

4º Año Básico

Escuela Rural Astilleros

X Región de Los Lagos