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El Cuento como Recurso Integrador : Pensar el Cuento como Recurso Integrador, es pensar la narración y la lectura como punto de unión en un imaginario simbólico desprendido de lo Real. La lectura es diálogo, interlocución entre el autor y el lector, proceso continuo y de tensión constante entre ambos debido al posicionamiento activo que adopta el lector (acuerdos, desacuerdos con el texto), en interacción recíproca. El Cuento no acosa, da libertad, entra a lo más íntimo del sujeto a través de la imagen y de la palabra que, por retroacción llega a lo más profundo del psiquismo, a su constitución misma operando en el lugar del sentido, proponiendo un vacío como posibilidad frente al lleno de la imagen especular (i(a)-i’(a)). ¿Por qué habría de ser integrado un niño a la situación escolar? ¿Qué lo deja fuera del sistema? Es que ¿alguna vez estuvo dentro? Tomo el bullying como modelo de expulsión para referirme al tema, y me valdré del cuento: ·¿y dónde está ornicar?” ( otros, ej: “La ñina Bonita” como cuento integrador, “Abuela Tejedora”) como recurso para desarrollar mi hipótesis. Bullying es un término inglés cuyo significado es hostigamiento, acoso, maltrato verbal o físico, discriminación. Olweus lo define como “la exposición de un alumno repetidamente y durante un 1

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El Cuento como Recurso Integrador:

Pensar el Cuento como Recurso Integrador, es pensar la narración y la lectura como punto de unión en un imaginario simbólico desprendido de lo Real. La lectura es diálogo, interlocución entre el autor y el lector, proceso continuo y de tensión constante entre ambos debido al posicionamiento activo que adopta el lector (acuerdos, desacuerdos con el texto), en interacción recíproca.

El Cuento no acosa, da libertad, entra a lo más íntimo del sujeto a través de la imagen y de la palabra que, por retroacción llega a lo más profundo del psiquismo, a su constitución misma operando en el lugar del sentido, proponiendo un vacío como posibilidad frente al lleno de la imagen especular (i(a)-i’(a)).

¿Por qué habría de ser integrado un niño a la situación escolar? ¿Qué lo deja fuera del sistema? Es que ¿alguna vez estuvo dentro?

Tomo el bullying como modelo de expulsión para referirme al tema, y me valdré del cuento: ·¿y dónde está ornicar?” ( otros, ej: “La ñina Bonita” como cuento integrador, “Abuela Tejedora”) como recurso para desarrollar mi hipótesis.

Bullying es un término inglés cuyo significado es hostigamiento, acoso, maltrato verbal o físico, discriminación. Olweus lo define como “la exposición de un alumno repetidamente y durante un tiempo determinado a acciones negativas que lleva a cabo otro alumno o varios de ellos”. Por acciones negativas alude a: intención de hacer daño verbal, físico, de modo gestual o incluso por omisión (exclusión de alguien dentro del grupo), siendo una condición importante el desequilibro de fuerzas tanto psicológicas como físicas, es decir, una relación de poder de uno sobre otro.

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En todo grupo encontramos, por lo menos, un niño que sufre de acoso escolar y, por lo menos, un acosador, un chivo expiatorio y un líder negativo. Este problema se vio incrementado en los últimos diez años, disminuyendo en cambio, las agresiones físicas cuando aumenta la edad pero intensificando las agresiones verbales.

La falta de implicación de los docentes cuando plantean que son cosas de niños o que se arreglarán entre ellos, lo mismo que los padres, hace que el problema se agrave viéndose más perjudicado de este modo el niño cuanto más pequeño es (en edad). Cabe aclarar que la conciencia de los padres del acosador frente al problema es menor: hablan poco con sus hijos sobre el tema.

Nos interesa tanto el acosado como el acosador, ya que ambos están insertos en lo que llamamos “ relación de violencia ” : la falta de recursos simbólicos que les atañe a ambos; el acosado sufre pasivamente la violencia de su compañero (existiendo los llamados víctimas y los provocadores) y el acosador también sufre violencia, pero de su familia, transformando pasivo en activo; reacciona (con un compañero) activamente, lo padecido en silencio en su casa por agresión directa de su familia, en forma verbal o física, u opera por identificación a los goces de la pareja parental.

Los padres del acosador tienen, entre sí y con el niño, un déficit del registro simbólico; cuando no hay posibilidad de paso a la palabra, sabemos, se pasa a los hechos, al acto.

Si bien el deseo es el deseo del Otro, podríamos pensar que le produce al sujeto la pasividad de su compañero: “¿otra vez sopa?” dicen los niños, cuando ya no pueden más con el repetitivo cotidiano de todos los días lo mismo: peleas entre los padres/agresiones entre ellos y hacia los niños/ castigos verbales y corporales/desdibujamiento de la función paterna/falta de límites.

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¿Es que acaso el Cuento se introduce de otra forma en la vida de alguien que no sea por la palabra de la Madre? Es la Madre quien comienza armando e inventando un Cuento para el bebé desde los primeros momentos de vida, significándolo, palabreriándolo, cantándole canciones de cuna que le fueran cantadas, frases que le arman a ese ser desprovisto que viene al mundo ya inserto por las palabras del deseo de la madre y que recibirá el baño del lenguaje desde el primer instante. Juego, Cuento, Palabra, Sueño y Lectura arman una cadena que le ayudarán a entender la vida y sus valores.

Si la función paterna hace marco, si la lectura está del lado de esa función, pensamos entonces la lectura y el cuento como algo que produce una ligazón en lo intrafamiliar, entre el niño y el Otro, entre el niño y los padres, entre el niño y la cultura.

La lectura se ha pensado desde hace años como un medio de conocimiento.

¿Por qué no pensar entonces que el cuento, desde su alto valor educativo, preventivo y curativo puede ayudar a alguien a integrarse en un grupo, se encuentre del lado del agresor o del agredido?

Si el Cuento es sublimación, por esta vía el niño puede hacer vacío de goce, libido objetal mediante.

Los cuentos terminan bien, tienen un final feliz, ése es el modelo imaginario simbólico que se le ofrece al niño. La atención apunta a ambos, agresor y agredido; ambos son pasivos en su situación de origen, del ámbito familiar y del encuadre del que provienen. En diversos estudios realizados comprobaron que la música, la pintura, la literatura, el arte, en todas sus manifestaciones, actúa como factor de protección frente a las conductas de acoso.

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El agresor comparte un bajo nivel de autoestima con el agredido, sólo que el agresor tiene poco control de manejo de su ira, el agredido la controla demasiado a cambio. **

Sin embargo, el sentimiento de culpabilidad es algo a analizar como factor predictivo de la personalidad en caso de no revertirse el problema. En el agresor no encontramos sentimiento de culpabilidad; por el contrario, su discurso sostiene que no sólo está bien lo que hizo sino que se vio provocado por la víctima: discurso fuertemente sostenido desde la familia que, en defensa de su hijo respaldan la postura misma de ellos: su propia violencia padecida en su historia y transferida a su hijo. Los padres del intimidador suelen basar su educación en relaciones de poder y violencia, sin pensar que esto, a futuro, podría terminar en conductas delictivas.

En el caso del agredido, suelen tener relaciones dependientes y sobreprotectoras que producen niños y jóvenes más vulnerables a ser víctimas; sin pensar que por ello mismo algunos han llegado al suicidio.

¿No es acaso que necesitamos tres generaciones para hacer un neurótico o un psicótico? ¿Qué hacen las Instituciones Educativas frente a esto? Negar, silenciar, en ambos casos es ocultar. Son formas disfrazadas de mentir, como modalidad de resguardarse sobre las propias fallas: falta de medidas preventivas en cuanto a la violencia entre los niños, debido a la propia violencia ejercida desde los docentes y desde la institución misma.

María tenía 10 años, se encontraba cursando 5to grado en una importante Escuela Bilingüe de la Capital cuando un día al terminar su jornada, sale corriendo y se arroja a los brazos del padre quejándose del fuerte dolor en el cuello, dice que ya le había referido a la maestra su dolor. La magnitud del mismo era tal, que sus padres deciden consultar con un médico, quien luego de diversos estudios efectúa la urgente internación con el DG de “fisura del

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hueso hioides”, el cual se encuentra en el cuello. Hecho del que en el Centro Médico quedaron tan asombrados del traumatismo que su caso fue llevado a un Ateneo Profesional. Al dirigirse los padres a los Directivos de la Escuela, éstos plantearon total desconocimiento del tema, luego minimizaron, a posteriori intentaron ocultar. Los padres propusieron una reunión con el resto de los padres ya que María dijo que “de no haber mediado el grito de un compañero pidiendo ayuda, ella hoy no estaría aquí”, se ahogaba y ya no tenía aire, y que “pensé que me moría” cuando su compañero Diego le apretó el cuello con tal intensidad con una mano mientras la aplastaba con su otra mano y su gran cuerpo contra la pared.

¿Qué sucedió allí? La pregunta que desencadenó la violencia fue de orden sexual: “¿te gusta Fulanita?”.

Si bien el comienzo de esta patología no tiene edad, bien sabemos que la pubertad es el comienzo visiblemente más fuerte: el segundo despertar sexual, y allí fue la pregunta.

Ambos hijos únicos de parejas de padres de edad, ¿cuál es la diferencia entre hijo único y único hijo? ¿Dónde recae el lugar de único en un niño? ¿Cuál es el riesgo de buscar ese lugar para toda la vida?

Veamos un poco la vida de Diego: siempre hacía lío (había sido derivado infructuosamente a Tratamiento desde el Jardín de Infantes), se peleaba con todos, su cuerpo parecía de alguien tres años mayor, y dada su mala conducta en la escuela, los padres no lo dejaban salir a ningún lugar, ni siquiera a los cumpleaños de sus amigos y se quedaba en su casa mirando en televisión programas de artes marciales. La mimetización a la imagen hizo lo suyo, la frustración y el mal destete, o problemas relacionados con el mismo, dice Doltò, son causales de violencia siempre y cuando la función privación no opere. Terminó siendo el karateka de la institución escolar que nada hizo al respecto.

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El perfil de acosada/agredida por parte de María, se completa con padres con bajísima autoestima, si bien de una clase media y con estudios universitarios, ella fue alojada en el discurso de soportar pasivamente; muy capaz intelectualmente, había ingresado hacía sólo un año antes a dicha Escuela, era solitaria por lo mismo, ya que el grupo no era permeable al ingreso de otros.

De modo que encontramos problemas narcisísticos en ambos, del lado de la imagen real en uno y del lado de la imagen virtual en el otro, el Yo, el Cuerpo.

¿Qué hizo la maestra ni bien se reintegró María? Sentarla al lado de Diego “para que no estuvieran enojados toda la vida”. Obviamente la paciente entró en pánico y no quería ir a la escuela, síntoma que ya había empezado a manifestar poco tiempo antes: dolores de estómago, de cabeza, por la agresión reinante en su grado.

Los padres comenzaron a hacer intervenciones fuertes en defensa de la hija, tanto en relación a su ubicación en el aula como una denuncia en la Dirección Gral. de Escuelas. Todas cayeron en vacío, agravado por la consecuente amenaza de la Directora hacia ellos por haber denunciado a la Escuela.

María estuvo largo tiempo en tratamiento, también sus padres, por el daño causado a su hija y largo fue también el trabajo que hubo que hacer con ellos por la falta de posición de madre y de padre.

El Cuento nos ayudó en la tarea con esta familia ya que había que reparar y reconstruir a cada uno en su lugar. El Cuento y la actividad literaria son la forma reparadora e integradora por excelencia. El cuento posee la cualidades del sueño, produciendo un dulce despertar a la vida a través del asombro, proponiendo por la vía de la proyección captar los síntomas, llevando al sujeto vía identificación con

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nuevos valores a otro mundo y produciendo insight en el lugar de la situación problemática.

Recordemos que el bullying suele comenzar por una diferencia física encontrada en el otro, que suele mostrar una minusvalía en el acosado: el cuatrochi por el que no ve, el sordo por el que no escucha, el tarta por el que tiene dificultades en el habla; innumerables son los ejemplos que podríamos nombrar de déficit en los niños que padecen la burla, el empujón, se les esconde la mochila, y tanto más, quedan como chivos expiatorios del sistema, uno en déficit: el acosado, valiéndose de la pasividad, el otro transformando el mismo en plus: el acosador.

Otras formas de bullying también son:

1) El cyberbullying: consiste en conductas hostiles sostenidas de forma reiterada y deliberada por parte de un individuo o grupo, con la finalidad de producir daño a otro, mediante la utilización de las tecnologías de la información y comunicación (TIC). Puede llevarse a cabo utilizando mensajes de texto a celulares, chat, mensajería instantánea, foros y grupos, páginas web dedicadas a la victimización de una persona específica.

2) El grooming: consiste en una estrategia utilizada por abusadores sexuales para manipular niños, niñas y adolescentes, así como a los adultos de su entorno encargados de su cuidado, para obtener control sobre la víctima en el momento de la situación de abuso.

Hacer públicas estas situaciones de acoso frente a los compañeros, pone en juego mecanismos de cooperación y solidaridad entre los mismos.

El cuento no tiene edad, el bullying: sí. Cuidar y Educar a Nuestros Niños es Cuidar la Vida y darles un Mundo Mejor.

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Bibliografía consultada:

En Anuario de Psicología Clínica y de la Salud, No 2, 2006: Diez Referencias Destacadas de Acoso Escolar, MC Núñez Gaitán, S. Herrero Ramuzgo, Ma. Del Mar Aires González (Universidad de Sevilla, España)

** http://www.psicomed.net/a_bullying.html

Autora: Lic. Mònica Beatriz Peisajovich

Mail: [email protected]

TE: 4551-2311 y 15-6159-8475

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