3
EL EMILIO Bárbara Palencia Gómez 1 - ¿En qué consiste para él la primera infancia? La infancia se desarrolla para Rousseau hasta los 12 años de edad. Este insiste en la idea de no proteger en exceso al niño, ya que es conveniente que se haga daño, para que aprenda a soportar el dolor y a corregir sus errores. Cito textualemente: Si les dejáis sufrir, exponéis su vida y su salud y hacéis infelices; si les ahorráis con excesivo cuidado todo tipo de males, les preparáis una infelicidad grande y les hacéis delicados y sensibles, teniéndoles fuera del estado humano en que tendrán que entrar a pesar vuestro. - ¿Qué entiende por infancia? La infancia tiene su propia razón de ser, se justifica por sí, tiene su propia madurez y sus propias leyes, distintas a las de la edad adulta. Querer entender al niño con los moldes del adulto sería atentar contra el orden de la naturaleza. “La naturaleza quiere que los niños sean niños antes de ser hombres. Si invertimos este orden, obtendremos frutos precoces, que no tendrán madurez ni sabor y que no tardarán en corromperse; tendremos jóvenes doctores o niños viejos. No es verdad que multiplicando artificialmente los dolores del niño se evitarán los dolores del hombre; todo lo contrario, las malas inclinaciones del adulto no son consecuencia de una naturaleza no dominada en la infancia, sino el fruto amargo de una educación equivocada y precoz. “Es preciso, pues, ver al hombre en el hombre y al niño en el niño, dar a cada uno su puesto, ordenar las pasiones humanas según la constitución del sujeto; hacer, en definitiva, por su felicidad todo lo que podamos. El resto depende de causas que no están en nuestro poder”. La infancia es débil e infeliz no por la naturaleza, sino por el hombre, que quiere exigirle lo que está por encima de sus posibilidades naturales. El hombre verdaderamente libre quiere sólo lo que puede hacer, y hace lo que le agrada. He aquí mi máxima fundamental. Aplicadla a la infancia, y surgirán de ella todas las leyes de la educación”. Así pues, se debe hacer sentir al niño la dependencia y la necesidad de las cosas, que es la propia de la naturaleza, y que ni humilla, ni lesiona la libertad ni genera vicios. En la infancia sólo pueden admitirse los castigos que aparezcan como consecuencias naturales de la acción realizada. Si Emilio rompe los cristales de su ventana, ésta no será reparada, y Emilio deberá soportar el frío de la noche. La infancia no es una edad en la que los niños razonen; si pudieran razonar, no tendrían necesidad de ser educados. Basta con que sean conscientes de sus limitaciones naturales y de su dependencia respecto al educador, pero sin hacérsela notar directamente con mandatos y prohibiciones. Procurad que por todas partes se le revele únicamente el mundo físico; de lo contrario, o no os escuchará, o se formará de ese mundo moral del que le habláis ideas tan extravagantes, que no sabréis borrarlas durante todo el resto de su vida”.

El emilio

Embed Size (px)

Citation preview

Page 1: El emilio

EL EMILIO

Bárbara Palencia Gómez

1

- ¿En qué consiste para él la primera infancia?

La infancia se desarrolla para Rousseau hasta los 12 años de edad. Este insiste en la

idea de no proteger en exceso al niño, ya que es conveniente que se haga daño, para

que aprenda a soportar el dolor y a corregir sus errores. Cito textualemente: “Si les

dejáis sufrir, exponéis su vida y su salud y hacéis infelices; si les ahorráis con excesivo

cuidado todo tipo de males, les preparáis una infelicidad grande y les hacéis delicados

y sensibles, teniéndoles fuera del estado humano en que tendrán que entrar a pesar

vuestro”.

- ¿Qué entiende por infancia?

La infancia tiene su propia razón de ser, se justifica por sí, tiene su propia madurez y

sus propias leyes, distintas a las de la edad adulta. Querer entender al niño con los

moldes del adulto sería atentar contra el orden de la naturaleza. “La naturaleza quiere

que los niños sean niños antes de ser hombres. Si invertimos este orden, obtendremos

frutos precoces, que no tendrán madurez ni sabor y que no tardarán en corromperse;

tendremos jóvenes doctores o niños viejos.

No es verdad que multiplicando artificialmente los dolores del niño se evitarán los

dolores del hombre; todo lo contrario, las malas inclinaciones del adulto no son

consecuencia de una naturaleza no dominada en la infancia, sino el fruto amargo de

una educación equivocada y precoz. “Es preciso, pues, ver al hombre en el hombre y al

niño en el niño, dar a cada uno su puesto, ordenar las pasiones humanas según la

constitución del sujeto; hacer, en definitiva, por su felicidad todo lo que podamos. El

resto depende de causas que no están en nuestro poder”.

La infancia es débil e infeliz no por la naturaleza, sino por el hombre, que quiere

exigirle lo que está por encima de sus posibilidades naturales. “El hombre

verdaderamente libre quiere sólo lo que puede hacer, y hace lo que le agrada. He aquí

mi máxima fundamental. Aplicadla a la infancia, y surgirán de ella todas las leyes de la

educación”.

Así pues, se debe hacer sentir al niño la dependencia y la necesidad de las cosas, que

es la propia de la naturaleza, y que ni humilla, ni lesiona la libertad ni genera vicios.

En la infancia sólo pueden admitirse los castigos que aparezcan como consecuencias

naturales de la acción realizada. Si Emilio rompe los cristales de su ventana, ésta no

será reparada, y Emilio deberá soportar el frío de la noche.

La infancia no es una edad en la que los niños razonen; si pudieran razonar, no

tendrían necesidad de ser educados. Basta con que sean conscientes de sus

limitaciones naturales y de su dependencia respecto al educador, pero sin hacérsela

notar directamente con mandatos y prohibiciones.

“Procurad que por todas partes se le revele únicamente el mundo físico; de lo

contrario, o no os escuchará, o se formará de ese mundo moral del que le habláis

ideas tan extravagantes, que no sabréis borrarlas durante todo el resto de su vida”.

Page 2: El emilio

EL EMILIO

Bárbara Palencia Gómez

2

- ¿Qué es para él la educación negativa?

“La primera educación debe ser puramente negativa, consiste no en enseñar la virtud y

la verdad, sino en preservar el corazón del vicio y el espíritu del error”.

La regla de oro es ésta: es preciso perder el tiempo para ganarlo luego. El período que

llega hasta los 12 años es muy delicado. Si se introduce en el discípulo el error y el

vicio, será muy difícil extirparlo después. Lo ideal sería que el niño pasase de la

lactancia a la edad de la razón, pero como no sucede así, hay que esforzarse en que el

alma del niño esté durante ese tiempo lo más inactiva posible. Educar los sentidos y el

cuerpo, pero, para evitar que entre el mal, no tratar de inculcar el bien. Evitarle

impresiones y ejemplos que puedan dañarle, tenerle en un ambiente adecuado, y no

tener miedo a perder el tiempo: más adelante se ganará con creces todo lo que ahora

se ha perdido sabiamente. “Maestros celosos, sed simples, discretos, mesurados, no os

apresuréis a obrar sino para impedir que otros lo hagan: más vale retrasar una buena

instrucción que impartir una pésima”.

Rousseau entiende la educación negativa como una educación indirecta más que como

la completa inactividad del educador. No se trata de que el alumno haga lo que quiera

de modo absoluto, sino de controlar indirectamente su ambiente, sus experiencias, sus

compañías, sus juegos, sin pretender llevar a cabo una instrucción de la que no podría

beneficiarse.

“El educador habrá de ser experto en el difícil arte de gobernar sin dar mandatos y de

hacer todo sin hacer nada”.

- ¿Qué papel atribuye a la educación de los sentidos?

Los primeros 12 años de la vida de Emilio se dedican a una educación que podríamos

denominar instrumental: enseñarle a valerse de los sentidos que utilizará durante toda

la vida como los mejores instrumentos a su servicio.

No ha llegado aún el momento de las lecciones verbales. No se le debe enseñar

geografía ni historia, ni hacerle leer fábulas, pues no entenderá ni la moraleja de éstas

ni las razones de los acontecimientos históricos. Tampoco se le enseñarán lenguas, y

se evitará en general el aprendizaje memorístico.

Aprender a leer y a escribir es necesario, pero no conviene apresurarse. La lectura es

el flagelo de la infancia, porque se impone su ejercicio sin hacer sentir su necesidad. A

Emilio se le hará llegar una invitación escrita para una fiesta o para una excursión en

barca. Cuando encuentre a alguien que se la lea, será demasiado tarde, la ocasión

habrá pasado. ¡Si lo hubiera podido leer por mí mismo! Así surgirá el interés inmediato,

que es el mejor amigo del aprendizaje.

La educación de las facultades de la sensibilidad, es la única educación eficaz durante

estos años. Recogiendo y comparando datos y experiencias, Emilio aprenderá a juzgar

sin error por medio de los sentidos.

Page 3: El emilio

EL EMILIO

Bárbara Palencia Gómez

3

- ¿Qué relaciones estableces con las ideas de Rousseau con la educación actual?

La primera idea fundamental y común con Rousseau es la duración de la infancia hasta

los 12 años. En esta etapa es en la que el niño tiene una mayor plasticidad cerebral y

capacidad para asimilar y aprender conocimientos. Es una fase de experimentación,

llena de errores y experiencias positivas y negativas. El niño a esta edad, sufre a su

manera, tiene unos problemas tan importantes como un adulto pero acordes a su

edad.

Otra de las ideas que se conserva en la actualidad, es la del aprendizaje mediante los

sentidos. Este tipo de método está muy presente en la educación actual, y se insiste a

los maestros a fomentar este tipo de enseñanza. La enseñanza a partir de la

experiencia y de los sentidos es de gran importancia y se debe practicar de forma

paralela con la enseñanza tradicional exigida por el currículo. El niño no sólo aprenderá

en la escuela, sino en su vida cotidiana, haciéndose daño y sufriendo lo propio para su

edad.

También cabe destacar el autoaprendizaje; cuando existe una necesidad y nos faltan

herramientas, hacemos lo posible por lograr lo que queremos. De igual forma

Rousseau pretende que el niño aprenda de esta forma, solucionando sus necesidades,

como puede ser leer, escribir, resolver problemas aritméticos… Para lograr esto se le

debe educar fomentando su interés y motivación, alimentando su curiosidad y

haciendo que sea él, el que poco a poco descubra cómo aprender y asimilar

conocimientos útiles para su vida.