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EL ESTRÉS, ALIADO DE LA POBREZA Y LA INFORMALIDAD EN LATINOAMÉRICA Este artículo que proviene del Banco mundial a la que añado el problema de la informalidad, hace un análisis de la crisis social en la que vive la población peruana y de manera similar en América Latina, entendiendo desde luego que la acumulación de generaciones que han sido alimentadas valorativamente para vivir al margen de las normatividades públicas donde prevalece la informalidad y la coima como un sistema que ostenta facilidad de poder pero que desbordo la expectativa de la clase hipotéticamente política tanto de derecha, de izquierda o los llamados de centro porque no se convirtieron en líderes que generen confianza ante los continuos escándalos, corrupciones y enriquecimiento ilícito donde los medios de comunicación parametrados o no lo utilizan con frecuencia para lucrar indecorosamente porque cada uno de ellos tiene una responsabilidad social de formar a la población culturalmente y no llenarlo de escandaletes, sobre todo a las generaciones jóvenes que no han podido recibir tal vez una buena formación desde su unidad familiar al margen del nivel económico que ostentan temporalmente porque la informalidad con empoderamiento puede dar el paso para constituirse formalmente pero cuando esto ya es trasmitido de generación en generación el rechazo es evidente por más incentivos u oportunidades que se brinden, por lo tanto ya es tiempo de poner freno y no seguir construyendo explosivos sociales, ya la población está saturada y estresada, es bueno recoger el síntoma que explica este artículo. Salir a la calle y mirar a todos lados por miedo a un asalto. Trabajar hasta altas horas de la noche debido a la fuerte carga laboral y por temor a perder el trabajo. Endeudarse con la tarjeta de crédito por los bajos ingresos y los crecientes costos de mantener a la familia. Estas situaciones, parte del día a día de miles de latinoamericanos, tienen una característica común: producen un estrés constante que al acumularse puede convertirse en una bomba de tiempo. El estrés es la enfermedad de salud mental del siglo XXI y puede ser el detonante de la depresión o incluso del suicidio, según los expertos. Las enfermedades mentales, que son las que más se extienden en el tiempo de vida del ser humano, generan altos costos económicos. Personas enfermas y sus familiares, o quienes cuidan de ellos, a menudo reducen su productividad tanto en el hogar como en el trabajo. Según datos de la Organización Mundial de la Salud, una de cada cuatro personas, 450 millones en el mundo, sufren de al menos un trastorno mental.

El estrés

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EL ESTRÉS, ALIADO DE LA POBREZA Y LA INFORMALIDAD EN LATINOAMÉRICA

Este artículo que proviene del Banco mundial a la que añado el

problema de la informalidad, hace un análisis de la crisis social en la que vive la población

peruana y de manera similar en América Latina, entendiendo desde luego que la

acumulación de generaciones que han sido alimentadas valorativamente para vivir al

margen de las normatividades públicas donde prevalece la informalidad y la coima como

un sistema que ostenta facilidad de poder pero que desbordo la expectativa de la clase

hipotéticamente política tanto de derecha, de izquierda o los llamados de centro porque

no se convirtieron en líderes que generen confianza ante los continuos escándalos,

corrupciones y enriquecimiento ilícito donde los medios de comunicación parametrados o

no lo utilizan con frecuencia para lucrar indecorosamente porque cada uno de ellos tiene

una responsabilidad social de formar a la población culturalmente y no llenarlo de

escandaletes, sobre todo a las generaciones jóvenes que no han podido recibir tal vez

una buena formación desde su unidad familiar al margen del nivel económico que

ostentan temporalmente porque la informalidad con empoderamiento puede dar el paso

para constituirse formalmente pero cuando esto ya es trasmitido de generación en

generación el rechazo es evidente por más incentivos u oportunidades que se brinden,

por lo tanto ya es tiempo de poner freno y no seguir construyendo explosivos sociales, ya

la población está saturada y estresada, es bueno recoger el síntoma que explica este

artículo.

Salir a la calle y mirar a todos lados por miedo a un asalto. Trabajar hasta altas horas de

la noche debido a la fuerte carga laboral y por temor a perder el trabajo. Endeudarse con

la tarjeta de crédito por los bajos ingresos y los crecientes costos de mantener a la familia.

Estas situaciones, parte del día a día de miles de latinoamericanos, tienen una

característica común: producen un estrés constante que al acumularse puede convertirse

en una bomba de tiempo.

El estrés es la enfermedad de salud mental del siglo XXI y puede ser el detonante de la

depresión o incluso del suicidio, según los expertos.

Las enfermedades mentales, que son las que más se extienden en el tiempo de vida del

ser humano, generan altos costos económicos. Personas enfermas y sus familiares, o

quienes cuidan de ellos, a menudo reducen su productividad tanto en el hogar como en el

trabajo. Según datos de la Organización Mundial de la Salud, una de cada cuatro

personas, 450 millones en el mundo, sufren de al menos un trastorno mental.

Perder los ingresos y además incurrir en gastos de salud puede reducir la economía de

los pacientes y sus familiares, generando o agravando las condiciones de pobreza. En

Estados Unidos, por ejemplo, la carga económica total de las enfermedades de salud

mental se ha estimado en US$148.000 millones anuales donde la mayor parte se puede

atribuir a la discapacidad laboral y a las pérdidas de productividad.

Pocos especialistas

Y todo podría empezar por un cuadro simple de estrés en el hogar o en el trabajo.

En América Latina, la situación es un poco más complicada, sobre todo en las zonas de

menos ingresos. De acuerdo a la Asociación Mundial de Psiquiatría, la mayoría de países

latinoamericanos dedican menos del 2% de su presupuesto total de salud a las

enfermedades de mentales.

Si a esto se le suma un panorama constante de inequidad social, de inseguridad y de

violencia tanto en las calles como en el hogar o en el trabajo y, además, el riesgo

constante de enfrentarse a desastres naturales, entonces tenemos como resultado una

población altamente estresada y proclive a enfermedades mentales más severas.

El problema no acaba ahí. Para el tratamiento de enfermedades mentales, los recursos

humanos de la región son escasos: menos de 2 psiquiatras y de 3 psicólogos por cada

100 mil personas. La mayoría de estos especialistas están concentrados en la zona

urbana.

“El 50% de peruanos con problemas de salud mental no considera el estrés o la depresión

u otras enfermedades relacionadas como problemas de salud, debido a que no hay una

concepción como enfermedad. Estas personas no buscan ayuda profesional y disminuyen

su capacidad para colaborar con la sociedad. "

HUMBERTO CASTILLO, Director general del Instituto Nacional de Salud Mental "Honorio

Delgado - Hideyo Noguchi" del Perú.

Las zonas pobres de las ciudades son las de mayor riesgo

El estrés es una reacción ante las condiciones de vida a las que se enfrenta una persona,

especialmente durante situaciones críticas. Lugares donde los niveles de desigualdad son

altos y donde la inseguridad, la violencia y la falta de protección social se ven a diario,

constituyen los espacios más amenazados y con mayor riesgo de tener ciudadanos

estresados. La violencia doméstica, la venta y consumo de drogas, las pandillas, la

prostitución, los asaltos y robos contrarrestan la tranquilidad de las personas.

Estos ciudadanos, estresados por conflictos en las calles y en el trabajo, pueden actuar

de forma alterada con sus familias, creando constantes situaciones de crisis con sus hijos,

quienes posteriormente podrían repetir estos comportamientos, colaborando con el círculo

vicioso de la pobreza.

Los adultos y niños estresados pierden la confianza, son inseguros y no controlan sus

emociones. Como consecuencia, se convierten en ciudadanos menos productivos de lo

que deberían. El mayor problema se da cuando el estrés se transforma en depresión,

generando cuadros de crisis más profundos que pueden llegar incluso al suicidio.

La OMS estima que, en el mundo, el suicidio es la segunda causa de muerte en el grupo

de 15 a 29 años de edad y que cada año se quitan la vida más de 800.000 personas.

“La depresión es un estado emocional donde existe una distorsión en la percepción de la

realidad. Hay personas que tienen una buena economía, buenos amigos, una vida sin

necesidades apremiantes. Sin embargo, estas personas presentan cuadros depresivos

debido a que la emoción que se registra es la que corresponde a una situación penosa,

de escasas oportunidades, sin detectar las capacidades de superarse o las oportunidades

que trae el futuro”, comenta el doctor Humberto Castillo, director general del Instituto

Nacional de Salud Mental "Honorio Delgado - Hideyo Noguchi" del Perú.

“El 50% de peruanos con problemas de salud mental no considera el estrés o la depresión

u otras enfermedades relacionadas como problemas de salud, debido a que no hay una

concepción como enfermedad. Estas personas no buscan ayuda profesional y disminuyen

su capacidad para colaborar con la sociedad”, agrega.

Soluciones para controlar el estrés

En Carabayllo, uno de los distritos más pobres de Lima, Perú, una investigación demostró

que la salud mental no solo recae en los especialistas, sino en los médicos en general.

Las pesquisas demostraron que muchos pacientes de tuberculosis no completaban sus

tratamientos debido a factores psicológicos como la angustia, la depresión o el miedo al

estigma.

Para cambiar la situación, el soporte emocional al paciente se volvió clave tanto en la

consulta como en sus vidas. Visitarlos en sus hogares, celebrar sus cumpleaños y la

unión en grupos de apoyo hicieron una gran diferencia durante el tratamiento de la

enfermedad.

Debido a la importancia que ha cobrado la salud mental en uno de los lugares con

mayores problemas de pobreza, inseguridad y violencia de Lima, el distrito de Carabayllo

decidió abrir un centro de salud mental para tratar a las personas de bajos recursos.

Otro buen ejemplo es la iniciativa SaluDerecho del Banco Mundial que apoya esfuerzos

en el área de salud mental en toda América Latina.