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UNIVERSIDAD SAN SEBASTIÁN
FACTULTAD DE MEDICINA
ENSAYO ANTROPOLOGÍA FILOSÓFICA
EL HOMBRE: UN SER EN
DECADENCIA
ALUMNA: GRETCHEN GÜNTHER A.
DOCENTE: SR. FERNANDO FUICA G.
Viernes 04 de Diciembre de 2009, Concepción.
No hay que ser necesariamente un buen observador para darse cuenta que el hombre, a lo
largo de la evolución en la que ha sido partícipe, ha desarrollado fuertemente la tendencia,
o más bien la necesidad, de otorgarle un nombre a cada cosa con el fin de clasificarlas y
darles algún sentido, esto es, quizás, causa de su inherente naturaleza, como ser racional, de
cuestionarse a sí mismo intentado encontrar la lógica en cada una de las situaciones que se
plantea.
Sin embargo, muchas de las dudas que el hombre se ha formulado, han quedado, hasta el
día de hoy, a la deriva de muchos pensadores como consecuencia de la imposibilidad de
proporcionar tan sólo una respuesta clara y convincente, dando lugar por ende, a una gran
gama de diferentes teorías y postulados como resultado de esta inanidad.
Uno de los dilemas, quizás el más importante y contingente, que se ha perpetuado en el
transcurso del tiempo desde los inicios de la humanidad, ha sido la imposibilidad del
hombre de definirse a sí mismo, posiblemente, debido a los constantes cambios, tanto
físicos como psicológicos, a los que se ve sometido a lo largo de su vida.
Considerando que el hombre comprende un sinnúmero de características y que
holísticamente se puede analizar desde diferentes puntos de vista, el objetivo de este
ensayo, se avoca principalmente a analizar lo más cercano al concepto de “hombre” que
tenemos en la actualidad desde un punto de vista meramente moral y social, tomando como
base las reflexiones que el conocido psiquiatra español Enrique Rojas hace en su libro “El
hombre ligth”.
El hombre, ente social por naturaleza, no puede desligase de las relaciones para con los
demás pese a estar consciente de ser independiente, entiende que dicha independencia es
relativa ya que todas sus acciones, deseos y necesidades están en función de las demás
personas que le rodean. Es así, que frente a la necesidad inminente del hombre, nace la
sociedad y junto a ésta, la cultura que no es sino el producto de los esfuerzos que se han
llevado a cabo con el objetivo de crear las bases necesarias para suplir las carencias
generadas a raíz del desfondamiento que lo ataña.
Sin embargo, al comparar la sociedad actual con la de años anteriores, se hace evidente la
progresiva decadencia de la que se ha embebido el género humano. En cierta medida, el
hombre toma conciencia de la realidad en la que vive pero no se hace partícipe de ella, mas
bien, actúa simplemente como mero espectador, criticando todo de ella sin hacer nada para
cambiarla.
De esta forma, a partir de una sociedad quebrantada emerge el hombre actual, carente de
referentes valóricos y morales, que se caracteriza por ser pesimista e infeliz y aún
teniéndolo todo para reinstituirse, se transforma en un sujeto que lleva por bandera una
tetralogía nihilista de hedonismo, consumismo, permisividad y relatividad, enhebradas
fuertemente por el materialismo y la superficialidad.
“Un individuo así se parece mucho a los denominados productos ligth de nuestros días:
comidas sin calorías, cervezas sin alcohol, azúcar sin glucosa tabaco sin nicotina, Coca-
Cola sin cafeína y mantequilla sin grasa… y un hombre sin sustancia, sin contenido,
entregado al dinero, al poder, al éxito y al gozo ilimitado y sin restricciones.”
El hombre de hoy en día, al resistirse de llevar consigo una vida cimentada sobre los
valores, la constancia y las cualidades púdicas, ha perdido su punto de mira y está cada vez
más desorientado ante los grandes interrogantes de la existencia, esto se traduce en cosas
concretas que van desde la gran incidencia de la droga sobre los jóvenes, hasta la dificultad
de poder llevar una vida conyugal estable o asumir con dignidad cualquier tipo de
compromiso serio de los adultos.
Lamentablemente, el hombre es un ser de usanza… cae en un juego rutinario del que
difícilmente logra despojarse ya que, comienza a ver los hechos desafortunados que
frecuentemente se dan a lugar a su alrededor, como hechos socialmente aceptados y por lo
tanto normales. Esto podría asociarse con el hecho de que el hombre de la actualidad ha
perdido su capacidad del asombro o admiración para con la realidad.
“… se ha ido convirtiendo en un sujeto trivial, ligero, frívolo, que lo acepta todo, pero que
carece de unos criterios sólidos en su conducta. Todo se torna en él etéreo, leve, banal y
permisivo, ha visto tantos cambios y en un tiempo tan corto que no sabe bien a qué
atenerse, haciendo suyas ciertas afirmaciones como todo vale o qué más da.”
El hombre entonces, al ir quedando acorralado en ese mundo lleno de información, poco a
poco se convierte en un hombre indiferente e infundado en el que se anida un gran vacío
tanto moral como existencialista, y así, pese a convertirse en un sujeto aparentemente
realizado, profesional y con familia, que ha encontrado el rumbo en la vida, en realidad va a
la deriva sin tener ninguna convicción ni idea clara sobre nada. Esto en cierta medida
fomenta aún más la sensación colectiva de pesimismo, estancamiento o ausencia de
proactividad y lo más importante: ausencia de la felicidad, impulsando aún más la
vulnerabilidad y el desfondamiento humano.
“Cuando se ha perdido la brújula, lo inmediato es navegar a la deriva… no saber a qué
atenerse en temas clave de la vida, lo que le conduce a la aceptación y a la canonización
de todo. Es una nueva inmadurez que ha ido creciendo lentamente, pero que hoy tiene una
nítida fisionomía”
El hecho de que el hombre se sienta vacío e infeliz, se puede atribuir además, a que desde
un tiempo hasta ahora, no ha demostrado un interés fehaciente para ir más allá de las cosas
con la intención de descubrir cuál es la verdad o el por qué de estas… cada uno se fabrica,
para bien o para mal, su propia verdad: subjetiva, particular y sesgada según sus
preferencias, escogiendo lo que le gusta y rechazando lo que no le apetece y en
consecuencia, si el hombre no demuestra interés por descubrir la verdad, entonces la
libertad a la que está condenado por su naturaleza, pierde importancia. Lamentablemente,
en la actualidad, el hombre vive con los ojos vendados y realiza su vida prácticamente por
inercia… si lograra darse cuenta que a través de tan solo una pizca de curiosidad por la
vida, por su realidad, podría descubrir la verdad, alcanzar la felicidad y entonces ser
realmente libre, todo para él sería mucho más claro ya que, el contenido de la libertad,
justificaría su vida, retrataría su trayectoria y dejaría al descubierto lo que lleva adentro: sus
pretensiones fundamentales y sus argumentos de existencia.
“La vida del hombre se desliza por los hilos que teje la trama de las circunstancias,
envueltas siempre en un hilo de incertidumbre. Cada uno de nosotros es capaz de lo mejor
y de lo peor, pero entre estos puntos extremos cabe un aspecto intermedio de posibilidades.
La incertidumbre nos hace dudar respecto a qué atenernos y nos impide alcanzar la
firmeza definitiva. No obstante, a pesar de esos avatares, en la vida hay que buscar unos
criterios sólidos y uno de ellos es saber en qué consiste la verdad. Su posesión se traduce
en una peculiar sensación luminosa tanto personal como de la realidad, además de una
impresión certera de seguridad.”
Frente a la cultura de la actualidad, está la solidez de un pensamiento fundamentalmente
humanista y frente a la ausencia de vínculos, está el compromiso con los ideales. Se hace
necesario superar el pensamiento débil y deleznable, con argumentos e ilusiones lo
suficientemente atractivos para el hombre, para que éstos logren elevar su dignidad y sus
pretensiones más profundas. De ésta manera, se atraviesa el itinerario que va desde el vacío
desencadenado por la inutilidad de su existencia, a la búsqueda de un sentido a través de la
coherencia y del compromiso con los demás que le rodean.
En definitiva, cuando intentamos profundizar sobre un modelo humano reciente, la imagen
que se ilustra refleja una sociedad desorientada, perpleja, desengañada y escéptica, que va a
la deriva pero paradójicamente de forma orgullosa, radiante de caminar hacia atrás a un
cierto galope deshumanizado. Siempre se ha dicho que al final de una civilización se
pueden observar hechos de esta naturaleza, como por ejemplo un ser humano venido a
menos, degradado, sin lealtades fijas, que ha idolatrado lo menos humano que hay en su
interior y que es capaz de pensar que todo es negociable incluso lo inalcanzable.
Se debe conseguir un ser humano que quiera saber lo que es bueno y lo que es malo, que se
apoya en el progreso humano y científico, pero que no se entrega a la cultura de la vida
fácil, en la que cualquier motivación tiene como fin el bienestar, un determinado nivel de
vida o simplemente el placer, teniendo siempre la consciencia que no hay verdadero
progreso humano si éste no se desarrolla con un fondo moral.