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1 Para nuestro hermano FRANCO LIMBER; El Áspero. “El opresor es cada vez más indigenis- ta, sutil y disimulado (…) No hay opre- sor minúsculo ni mayúsculo. No hay opresor bueno ni malo, ni horrible ni hermoso. El opresor es simplemente opresor. Somete al indio por ser indio; somete lo indio por ser del indio.” Ayar Quispe: “Indianismo-katarismo” El rótulo parece ser a pri- mera vista, inspirada en el título de la obra del escritor Ernesto Sabato, cuyo nom- bre es: “El escritor y sus fantasmas”, lo cual cabe aclarar, que no tiene nada que ver con el presente en- sayo. Estas líneas de crítica indianista, nacen a partir de varias reflexiones sobre la vida áspera del indio, y que llegan a concretizarse en una habitual noche fría en Sunipata (El Alto). El panorama actual nos obliga, a sacar a la luz pú- blica estas reflexiones que muchas veces se quedan en charlas caldeadas bajo cuatro paredes, que al final son estériles, ya que no llegan a su difusión para su posterior discusión y praxis. Dentro de esos debates, una de las refle- xiones, es la realidad que pasa de forma superficial frente a los ojos de los in- dios; hablamos de la ins- trumentalización de la vi- vencia aymara, experien- cia que hasta hoy no logra- mos medir las consecuen- cias. La instrumentalización es- tá a la orden del día en las castas blanca-mestizas que oprimen al indio, de hecho, como es lógico, no para liberarlo sino para mantener las relaciones coloniales, de ahí que para nosotros, es elemental qui- tar el ropaje que utilizan Edición Especial Sunipata-Qullasuyu 19 de juilio de 2016 los utilitarios de los indios y de lo indio. Con mayor frecuencia en los círculos “intelectuales” del cholaje paceño, se observan las prácticas ridículas y co- quetas de sujetos supues- tamente “indixs” ajenos a la vivencia Aymara y la vi- da áspera. Qué entendemos por instrumentalización. Entendemos por instru- mentalización, a ese acto utilitario del cholaje blanco- mestizo de la vivencia in- dia, con la finalidad de mantener la esencia colo- nial; el Poder. ¿Pero cuál la necesidad de los opre- sores para que se den la tarea de adoptar prácticas del oprimido?, pues, para legitimarse sobre ellos, es decir, el colonialista al ser consciente de su condición y la condición del coloniza- do, adopta prácticas y dis- Por: Iván Apaza Calle y Roger Adán Chambi Mayta

El indio y sus fantasmas

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Para nuestro hermano

FRANCO LIMBER; El Áspero.

“El opresor es cada vez más indigenis-

ta, sutil y disimulado (…) No hay opre-

sor minúsculo ni mayúsculo. No hay

opresor bueno ni malo, ni horrible ni

hermoso. El opresor es simplemente

opresor. Somete al indio por ser indio;

somete lo indio por ser del indio.”

Ayar Quispe: “Indianismo-katarismo”

El rótulo parece ser a pri-mera vista, inspirada en el título de la obra del escritor Ernesto Sabato, cuyo nom-bre es: “El escritor y sus fantasmas”, lo cual cabe aclarar, que no tiene nada que ver con el presente en-sayo. Estas líneas de crítica indianista, nacen a partir de varias reflexiones sobre la vida áspera del indio, y que llegan a concretizarse en una habitual noche fría en Sunipata (El Alto). El panorama actual nos

obliga, a sacar a la luz pú-blica estas reflexiones que muchas veces se quedan en charlas caldeadas bajo cuatro paredes, que al final son estériles, ya que no llegan a su difusión para su posterior discusión y praxis. Dentro de esos debates, una de las refle-xiones, es la realidad que pasa de forma superficial frente a los ojos de los in-dios; hablamos de la ins-trumentalización de la vi-vencia aymara, experien-cia que hasta hoy no logra-mos medir las consecuen-cias. La instrumentalización es-

tá a la orden del día en las castas blanca-mestizas que oprimen al indio, de hecho, como es lógico, no para liberarlo sino para mantener las relaciones coloniales, de ahí que para nosotros, es elemental qui-tar el ropaje que utilizan

Edición Especial Sunipata-Qullasuyu 19 de juilio de 2016

los utilitarios de los indios y de lo indio. Con mayor frecuencia en los círculos “intelectuales” del cholaje paceño, se observan las prácticas ridículas y co-quetas de sujetos supues-tamente “indixs” ajenos a la vivencia Aymara y la vi-da áspera. Qué entendemos por

instrumentalización. Entendemos por instru-

mentalización, a ese acto utilitario del cholaje blanco-mestizo de la vivencia in-dia, con la finalidad de mantener la esencia colo-nial; el Poder. ¿Pero cuál la necesidad de los opre-sores para que se den la tarea de adoptar prácticas del oprimido?, pues, para legitimarse sobre ellos, es decir, el colonialista al ser consciente de su condición y la condición del coloniza-do, adopta prácticas y dis-

Por: Iván Apaza Calle y Roger Adán Chambi Mayta

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tencia política, pero también, había gente detrás de cada uno. Los colonizadores apro-vecharon esta situación de rivalidad instrumentalizando a uno de ellos y al sector dis-conforme con el régimen del inkario, y con ello tomaron el control político del Tawantin-suyu.(1) Por otro lado, ya en la república se evidencia, el mismo acto utilitarista de par-te de José Manuel Pando,

sobre la potencia política in-dia que encabezaba Pablo Zarate Willka en ese enton-ces; de manera que, Pando para enfrentarse a los criollo mestizos conservadores, ins-trumentalizó la potencia Ay-mara que en ese entonces se traducía en un ejército indio. Una vez logrado el objetivo, Pando no dudó en hacer un pacto blanco-mestizo con Se-vero Fernando Alonso ante el peligro de la liberación india. Ni que decir de las guerras,

cursos coyunturales en po-tencia. Hay una casta que en la his-

toria ha heredado el Poder de generación en generación, y ha mantenido el sistema co-lonial. Esta casta ha buscado mecanismos para mantener-se en el Poder secularmente, en efecto, esos mecanismos son los elementos en poten-cia de los oprimidos. Una constante

de los coloniza-dores y los colo-nialistas es que no pueden man-tenerse como tal sino instru-mentalizan los elementos en potencia de los indios en sus momentos cru-ciales políticos. Esto no significa que se reduce ahí, sino que también tras-ciende al campo económico y social, ejemplo la explotación en el virreinato: la mit’a y los obrajes. Al revisar la historia india po-

demos percatarnos de este carácter utilitario de los blan-co-mestizos con respecto a los elementos en potencia de los autóctonos. En 1532, cuando los dos inkas pugna-ban por la legitimidad del go-bierno; Waskar y Atawallpa, al ser rivales poseían una po-

donde la potencia principal del indio era su gran demo-grafía, sirviendo como una tropa cobriza en las confron-taciones bélicas defendiendo a un país que siempre lo so-metió. Pero la instrumentalización

de los colonialistas no des-cansa únicamente al indio como sujeto, sino que el cho-laje blanco-mestizo, confor-

me a la coyuntura va utilizando lo que necesita para mantenerse en su lugar privilegiado, en este caso la cultura india. En el caso literario, el indio y su cultura es la fuente de la “originalidad” de la literatura bolivia-na, eso que tanto enfatizó Fausto Reinaga en su tri-logía: “El indio y el cholaje boliviano”, “La intelligentsia

del cholaje boliviano” y “El indio y los escritores de Amé-rica”. Asimismo, los nacionalistas

del cholaje blanco-mestizo en su pretensión de crear un Es-tado-nación, no tuvieron más opción que recurrir a la po-tencia cultural del indio, ya que el indigenismo como po-lítica colonial estaba en boga en todo el continente, folklori-zando las prácticas autócto-nas. Se debe tomar muy en cuenta, que el Estado boli-

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viano, es un Estado sin na-ción, porque tiene como base la estructura colonial. Los na-cionalistas, recurren a la cul-tura india, para legitimar su discurso nacionalista y man-tenerse en el Poder, ponién-dose el ch’ullu y el poncho indio para ganar el voto au-tóctono, al respecto Alvizuri ejemplifica los siguiente: “Víctor Paz Estenssoro vesti-

do con poncho y llucho mien-tras el vicepresidente Hernán Siles Zuazo habla del tiempo del Qullasuyo, cuando todos eran hermanos iguales y no se conocía "ni el hambre, ni la miseria" (2) En este sentido, el indio

siempre fue un factor ele-mental en este país colonial cuando se habla de nación, porque tiene cultura propia, longeva; a diferencia, los

blanco-mestizos, sus elites fueron y son hasta la actuali-dad bovaricos. A partir de es-to, podemos inferir que, la cultura y vivencia de los blan-co-mestizos, tuvieron una mi-rada inspirada en el Occiden-te, por tanto esas vivencias son solo practicadas en su modus vivendi, en su peque-ño círculo jailon (3) dentro del territorio aymara, de ahí que

esta casta, cuando discursan para legitimar al Estado, ne-cesitan del elemento de la nación, mas, como carecen de cultura autentica recurren a la cultura del indio. La instrumentalización

frente al ojo indio. En la Bolivia plurinacional

(aunque no tenga nada de plurinacional en los hechos)

la instrumentalización de ele-mentos en potencia política del mundo indio, no solo radi-ca, en el sujeto como tal, ni en su cultura, sino que ade-más, vienen agregadas a es-tos, elementos como el dis-curso político y la ideología indianista, asimismo algunas prácticas de la vivencia de los autóctonos.

Los elementos en potencia política del oprimido en el ter-cer milenio, son como tal, a partir de los movimientos in-dios encabezadas por Felipe Quispe Huanca, quien sacó “de la clandestinidad a Faus-to Reinaga” (4), poniendo en práctica el indianismo; lo-grando con esto el resurgir del orgullo y la dignidad india. Esa dinámica contra colonial, ha creado un Poder que hizo frente al Poder del cholaje

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blanco-mestizo, pero ese poten-cial ha sido aprovechado por la casta se-cular llevando a la presidencia a un indio sumiso y domable. Con-secuentemente, aquello que sur-gió como prácti-ca liberadora y combativa, pasó a convertirse en un instrumento de dominación en términos políticos; del ca-rácter beligerante del discur-so del Mallku paso a transfor-marse al carácter del discur-so pachamamico y del buen salvaje.(5) Esto conlleva por un lado, el ablandamiento del potencial político existen-te hasta ese entonces y por otro, la mitificación de las prácticas autóctonas, re-estableciendo el Poder, pero esta vez, bajo el ropaje indio. Eh ahí, el colonizado nueva-mente como en las épocas del virreinato, es mit’ani políti-co, es decir instrumentaliza-do. A partir de este panorama, la

casta secular a través del Es-tado, inició instrumentando el discurso de los indianistas que buscaban la liberación de las naciones autóctonas. Los colonialistas balbucea-ban en sus discursos la des-colonización, pero en el fon-do no buscaban eso, sino

mantenerse en su condición: el de opresores. El Estado colonial, por más que haya hecho una Asamblea Consti-tuyente y se llame plurinacio-nal, no ha cambiado de esen-cia, por tanto solo hay un cambio nominal, lo que en otros términos puede llamar-se continuidad colonial. No solo eso, los colonialistas

han instrumentalizado la sim-bología de la nación autócto-na, como la Wiphala, los ico-nos indios como Tupak Ka-tari y Bartolina Sisa que han sido tomados a antojo de sus necesidades políticas. En lo religioso, el uso trivial que se le otorga a la ritualidad Ay-mara, se ha convertido en parte de la civilización del es-pectáculo. El tráfico de las potencialida-

des políticas indias por parte del Estado, hizo surgir den-tro de la sociedad colonial,

específicamen-te en las castas seculares, gru-pos que se au-to identifican con la vivencia autóctona, los cuales ejecutan prácticas ridí-culas a los ojos del indio, como ser: triturar en vez de pijchar la coca, hacer adobe sin paja brava a pura mano, cultivar

en minúsculos surcos varie-dades de productos agrícolas en el área metropolitana de esta ciudad colonial, agarrar lip’ichis a diestra y siniestra para parecer y no ser, adop-tar atavíos indios que los enorgullecen, pero, en el fon-do hacen perder la esencia de la estética Aymara, así también en su intento de pro-nunciar sin glotalizar ni aspi-rar el idioma Aymara fino. Es-tas acciones son colonialis-tas, porque no buscan la libe-ración de la vivencia que ins-trumentaliza el cholaje blanco-mestizo, más al contrario mantenerlo en el sopor. Esto desde una mirada superficial, pareciera ser un acto de bue-na voluntad hacia lo indio, pero concretamente, es una política colonial que desgasta la cultura india. Cuando los colonialistas em-

piezan a practicar elementos de la vivencia india, como: la

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ch’alla, los apthapis, o co-mienzan a lucir las abarcas, tullmas en los pelos, cortar el awayu, masticar la coca (como algunos grupos de la intelligentsia cholo blanco-mestizo), el colonialista al ejecutar estas acciones lo hace, para “limpiar y tranqui-lizar la conciencia que les re-muerde” (6)parafraseando a Sabato, o simplemente seguir las modas instituidas por el poder, pues, “al adoptar es-tas prácticas culturales, la élite local está legitimando un discurso sobre la cultura. También es reveladora de la ansiedad de un sujeto "sin etnicidad particular" de ubi-carse dentro de este nuevo

discurso”.(7)

El cholaje blanco-mestizo, puede hacer estragos de la vivencia Aymara, sacando privilegios políticos, econó-micos de esta, pero los indios cuando empiezan a reivindi-car su cultura, los colonialis-tas son los primeros en salir a deslegitimar esta potencia, porque ese momento, donde los colonizados empiezan a recuperar lo que se le ha ne-gado y sometido, da paso al renacimiento conciencial de la nación Aymara, conse-cuentemente, la lucha por su liberación. Hay que tener en cuenta que, la diferencia en-tre los colonialistas y los in-dios es que los primeros no conocen en carne y hueso la vida áspera, por tanto no pueden hablar el mismo len-

guaje de la opresión, por más, que instrumentalicen elementos potenciales de la vivencia autóctona, auto-identificándose como indios, jamás el cholaje blanco-mestizo será lo que pretende ser, porque, "para saber lo que es el indio, hay que ser indio, porque el que es sólo 'culturalmente' indio, sólo puede revelar lo indio. Pero quien es indio de carne, cora-zón, cosmos y raza, no sólo 'revela' lo indio, ¡sino que re-bela al indio!".(8) A modo de conclusión. Hemos analizado de manera

breve lo que quizás constitui-ría un tratado teórico sobre la política instrumental del cho-laje blanco-mestizo; el punto inicial para el surgimiento de esta reflexión, fue lo que pa-saba frente a nuestra mirada india hace mucho tiempo, pe-ro esa experiencia solo se quedaba en debates y en una indignación. Parafraseando a G. K. Ches-

terton “una idea que no es escrita no sirve, pero lo escri-to no sirve también, sino se efectiviza”, es decir si no se vuelve praxis, de manera que, si nosotros teníamos ideas en mente y solo deba-tíamos no servían, así que, decidimos teclearlo en el or-denador para que llegue a cada indiano mediante las redes sociales. Sin embargo siguiendo a Chesterton, no

servirá de nada también, si este escrito no se concretiza. En última instancia, las refle-xiones e ideas tienen que desembocar en la acción. Y esta acción consiste en que seamos conscientes de una vez de nuestra vivencia y sus potencialidades. Como Ay-maras reivindiquemos lo nuestro, porque esto es el inicio, para nuestra futura li-beración.

Citas bibliográficas:

1)Cf. QUINTANA Eduardo, “14

mentiras de la historia oficial del Pe-

rú”, en: http://truxillo.pe/3425/14-

mentiras-en-la-historia-oficial/. Con-

sultado el 18 de julio de 2016.

(2)ALVIZURI Verushka, “La construc-ción de la aymaridad”, Bolivia: El país, 2009, p. 253 (3)Para una mejor comprensión del

término véase la obra de LOPEZ Alex, “Jailones. En torno a la identidad cultu-ral de los jóvenes de la elite paceña”, Bolivia: PIEB, 2006. (4)Cf. REYNAGA Wankar, “Blokeo 2000”, Qullasuyu: Arumanti chachana-ka, 2000. (5)Para un análisis más profundo

véase CHAMBI Mayta Roger Adan, “¿Gobierno indigena? El rol de los indí-genas en el proceso de cambio”, en AWQA, 2016, y de QUISPE Ayar, “¿Evo Morales presidente indígena?”, en: AWQA, 2014 (6)Cf. SABATO Ernesto, “El túnel”,

Argentina: Libros del mirasol, 1961. (7)ALVIZURI Verushka, Ob.Cit., p. 142 (8)REINAGA Fausto, “La revolución

india”, Bolivia: PIB, 1970, 455.