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Alberto Oscar Troiano Landivar Fundamentos psicopedagógicos y desafíos de la educación superior 7 de Noviembre de 2013 Del profesor al facilitador Un camino desafiante para el educador de la actualidad Hace ya varios años que tengo en la cabeza la idea de enseñar, aunque debo confesar que el miedo a fracasar paralizaba las acciones que necesitaba realizar para llevar esa idea al plano real. Aunque desde chico me gustaba transmitir mis conocimientos e ideas, no fue hasta que se me encomendó - y casi por accidente - en mi último lugar de trabajo, que me hiciera cargo de capacitar al personal para que conozcan la compañía a la que pertenecíamos. Fue en aquellos seminarios que encontré la valentía para enfrentar mis temores y comenzar a creer que podía hacerlo. Mentiría si dijera que fue algo innato y natural al principio, pero fue el alto rendimiento de mis colegas y la excelente y positiva retroalimentación que recibí por mi trabajo la que culminó por convencerme que realmente quería convertirme en un educador. Escribo este ensayo luego de leer las “Cartas a quien pretende enseñar” de Paulo Freire - cuyas ideas son ampliamente compartidas con mi forma de ver la educación - con el objetivo de plasmar en un papel mi visión de lo que un educador debe ser y las competencias que debe tener, así como establecer, de alguna manera, un compromiso personal con el universo en mantenerme firme en este largo camino y hacerlo siempre con el profesionalismo y la pasión que merece esta loable labor de educar. Definitivamente nuestros tiempos han cambiado. La tecnología nos acerca cada vez más a la información mundial y nos mantiene actualizados. El papel del profesor ya no es el mismo que hace veinte años, cuando se esperaba que el profesor tenga todas las respuestas en todo momento y que lo que él decía era la verdad absoluta. En aquellos tiempos, e incluso hasta el día de hoy, muchos educadores creen que al enseñar existe una fuerte amenaza de que sus alumnos sepan más que ellos y deciden “esconder” el conocimiento que poseen. Esto puede traducirse en el miedo a quedarse atrás, a ser superados. A lo largo de mi vida, tanto personal como profesional, 1 DEL PROFESOR AL FACILITADOR

Ensayo de las cartas de freire

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Alberto Oscar Troiano Landivar Fundamentos psicopedagógicos y desafíos de la educación superior 7 de Noviembre de 2013 !!

Del profesor al facilitador Un camino desafiante para el educador de la actualidad !Hace ya varios años que tengo en la cabeza la idea de enseñar, aunque debo confesar que el

miedo a fracasar paralizaba las acciones que necesitaba realizar para llevar esa idea al plano real.

Aunque desde chico me gustaba transmitir mis conocimientos e ideas, no fue hasta que se me

encomendó - y casi por accidente - en mi último lugar de trabajo, que me hiciera cargo de

capacitar al personal para que conozcan la compañía a la que pertenecíamos. Fue en aquellos

seminarios que encontré la valentía para enfrentar mis temores y comenzar a creer que podía

hacerlo. Mentiría si dijera que fue algo innato y natural al principio, pero fue el alto rendimiento

de mis colegas y la excelente y positiva retroalimentación que recibí por mi trabajo la que

culminó por convencerme que realmente quería convertirme en un educador. Escribo este

ensayo luego de leer las “Cartas a quien pretende enseñar” de Paulo Freire - cuyas ideas son

ampliamente compartidas con mi forma de ver la educación - con el objetivo de plasmar en un

papel mi visión de lo que un educador debe ser y las competencias que debe tener, así como

establecer, de alguna manera, un compromiso personal con el universo en mantenerme firme en

este largo camino y hacerlo siempre con el profesionalismo y la pasión que merece esta loable

labor de educar.

Definitivamente nuestros tiempos han cambiado. La tecnología nos acerca cada vez más a

la información mundial y nos mantiene actualizados. El papel del profesor ya no es el mismo que

hace veinte años, cuando se esperaba que el profesor tenga todas las respuestas en todo momento

y que lo que él decía era la verdad absoluta. En aquellos tiempos, e incluso hasta el día de hoy,

muchos educadores creen que al enseñar existe una fuerte amenaza de que sus alumnos sepan

más que ellos y deciden “esconder” el conocimiento que poseen. Esto puede traducirse en el

miedo a quedarse atrás, a ser superados. A lo largo de mi vida, tanto personal como profesional,

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me convertí en un defensor del enseñar todo lo que se de la mejor manera que pueda, de esa

manera no solo el alumno crece sino que me empuja a crecer aún más. Cuando logramos

conectar con el estudiante y despertamos en ellos la curiosidad de aprender no solo lo que les

damos sino incluso cuestionar las maneras, el porque de lo que enseñamos, nos ayuda a aprender

- o quizás re-aprender - algo que dimos por sentado hace mucho tiempo y nos enriquecemos de

otra visión, de otra manera de pensar lo que hasta ese momento para nosotros era impensado.

Ese miedo a ser superado debe ser enfrentado cuestionando primero nuestra forma de enseñar y

de prepararnos para hacerlo. Siempre recuerdo una frase de la película “El señor de los Anillos: La

comunidad del anillo”: La valentía no es la ausencia del miedo, sino el actuar a pesar de ello.

Volviendo a mi despertar educativo por decirlo de algún modo, comprobé que cada

persona aprende de manera diferente y razona de manera diferente. Lo que para algunos es un

método interesante y didáctico, puede ser aburrido e innecesario para otros. La tolerancia es

fundamental para aquella persona que quiere enseñar y si bien es cierto que es virtualmente

imposible que todos queden contentos, si proporcionamos en nuestra práctica métodos variados

podremos lograr una mayor conexión con ellos y así un aprovechamiento superior del contenido.

Como afirmo anteriormente, es muy difícil que una persona tenga respuestas a todas las dudas.

Con esto no quiero decir que el conocimiento de una materia no es necesario ya que es vital que

el educador esté preparado. Sin embargo, creo que el educador debe incitar al estudiante a

desafiar el conocimiento, a enfrentar al educador y a su vez el educador debe ser un guía del

aprendizaje llevando al estudiante por ese camino y entendiendo que el camino del aprendizaje

debe ser recorrido por ambos. Esto nos aleja del concepto del profesor y nos acerca al de un

facilitador y de ahi el titulo que decidí asignar a este ensayo. Convertirse en un facilitador en

lugar de un profesor, requiere de aceptar con humildad que no somos seres perfectos y

terminados aunque nos convirtamos en educadores, sino que nuestro camino por el aprendizaje

es eterno y muy satisfactorio.

El concepto que más me llamó la atención al leer las cartas de Freire fue el de la necesidad

de luchar en defensa de la relevancia de la tarea del educador aunque no con el enfoque político

y económico que el autor le otorga sino visto desde una perspectiva diferente. Cuántas veces a lo

largo de mi vida estudiantil me pregunté para que debo aprender sobre historia; no me gusta y

no creo que me sea útil para mi vida. No solo historia sino muchas otras lecciones ya sean

profesionales o de vida. Tuve educadores con quienes solo estudiaba por el sentido de

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responsabilidad inculcado por mi familia y una vez aprobaba el examen, lo que había leído se

desvanecía de mi mente. Sin embargo tuve otro tipo de educadores con quienes estudiar algo que

no era de mi agrado, me resultaba hasta divertido. Cuando leí esa carta, vino a mi mente la

necesidad de analizar la diferencia de los educadores; por qué me sentía diferente. Inicialmente

pensé en la afinidad que cada persona puede tener con otra aunque eso no explicaría

completamente porque la mayor parte de la clase también lo sentía; y recordé la pasión con la

que esa persona hablaba y como esa pasión se irradiaba por el salón y contagiaba a todos, incluso

los revoltosos. Esa es la diferencia vital, el amor o la pasión con la que hacemos valer nuestra

tarea. Ya sea que nos toque enseñar algo que no nos guste o que no sea nuestra primera elección

como algo que realmente sea algo que nos encanta, debemos mostrar esa pasión por lo que

hacemos. Contagiamos inmediatamente con lo que hacemos más que con lo que decimos.

A modo de conclusión, las cartas de Freire nos invitan a pensar nuevamente en el rol que

como educadores debemos llevar. Nos invita a replantearnos métodos que muchas veces damos

por sentado pero que debemos cuestionarlos para perfeccionarlos y crecer en todo aspecto. Al

iniciar mi camino para convertirme en un facilitador del aprendizaje, asumo el compromiso de

desempeñar esta tarea con pasión, humildad y seriedad en todo momento. No abandonar nunca

la tolerancia y con la valentía de enfrentar los miedos e inseguridades que probablemente me

alcancen en algún momento del camino; pero sobre todo, disfrutando cada paso acompañando a

los estudiantes en su crecimiento personal y profesional.

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