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Universidad de Ibagué Facultad de Humanidades, Artes y Ciencias Sociales Centro de Humanidades Etica Discursiva o Ética Dialógica o Ética Comunicativa Karl-Otto Apel y Jürgen Habermas (Alemania – Siglo XX – Teoría Crítica – Segunda generación de la Escuela de Francfort) Ética de Habermas Eticidad y Moralidad. De la Ética Material a la Norma Formal. El Retorno al Formalismo Kantiano. Habermas, filósofo de la segunda Escuela de Frankfurt, reformula la ética de Kant desde la Teoría de la Acción Comunicativa. Como se sabe, la ética de Kant es universalista, deontológica (de los deberes), racionalista y formalista, fundamentada en el trascendentalismo, no en lo empírico, por eso la ética del discurso, siguiendo a Kant, no se va a preocupar por los contenidos de las acciones morales, ni de la felicidad, ni de los placeres, ni de los valores, ni del sentido de la vida buena, sino sólo de la ley moral, de los imperativos, de lo normativo y de lo formal de las acciones. Esta ética del discurso va a reflexionar, entonces, las normas mínimas válidas para todos, lo que es obligatorio, las normas correctas para todos, no desde lo a-priori, sino a partir de un diálogo racional que usa argumentos trascendentales, en contra de los escépticos éticos, y contra aquellos que no les interesa la ética, ni la reflexión. ¿Cuándo saber si una argumentación es adecuada? Como Kant, considerando si las normas pueden ser universalizadas, pero no en el solipsismo o el monologismo de la razón práctica (voluntad), sino a través del diálogo comunitario entre todos

Etica Discursiva Habermas

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Page 1: Etica Discursiva Habermas

Universidad de IbaguéFacultad de Humanidades, Artes y Ciencias Sociales

Centro de Humanidades

Etica Discursiva o Ética Dialógica o Ética ComunicativaKarl-Otto Apel y Jürgen Habermas (Alemania – Siglo XX – Teoría Crítica – Segunda generación de la Escuela de Francfort)

Ética de HabermasEticidad y Moralidad. De la Ética Material a la Norma Formal.

El Retorno al Formalismo Kantiano.

Habermas, filósofo de la segunda Escuela de Frankfurt, reformula la ética de Kant desde la Teoría de la Acción Comunicativa.

Como se sabe, la ética de Kant es universalista, deontológica (de los deberes), racionalista y formalista, fundamentada en el trascendentalismo, no en lo empírico, por eso la ética del discurso, siguiendo a Kant, no se va a preocupar por los contenidos de las acciones morales, ni de la felicidad, ni de los placeres, ni de los valores, ni del sentido de la vida buena, sino sólo de la ley moral, de los imperativos, de lo normativo y de lo formal de las acciones.

Esta ética del discurso va a reflexionar, entonces, las normas mínimas válidas para todos, lo que es obligatorio, las normas correctas para todos, no desde lo a-priori, sino a partir de un diálogo racional que usa argumentos trascendentales, en contra de los escépticos éticos, y contra aquellos que no les interesa la ética, ni la reflexión.

¿Cuándo saber si una argumentación es adecuada? Como Kant, considerando si las normas pueden ser universalizadas, pero no en el solipsismo o el monologismo de la razón práctica (voluntad), sino a través del diálogo comunitario entre todos los afectados, argumentando por las normas, hasta llegar a un acuerdo o consenso universal.

Pero no todo acuerdo es válido. No es válido un acuerdo como resultado del ejercicio del poder, de la manipulación, sino el que cumpla con las condiciones procedimentales, o formales, que lleven a un consenso legítimo.

Para establecer las características de la ética dialógica, Habermas acudió a la fenomenología lingüística de la conciencia moral según Strawson, que se resume en lo siguiente:

a. Los fenómenos morales se descubren en la actitud performativa (operativa o ejecutiva) de quienes participan en la interacción.

b. El filósofo moral ha de estar ligado a la praxis comunicativa cotidiana.c. Sólo la pretensión de universalidad da a la norma autoridad moral.

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d. Si hay razones para hacer algo, significa que las cuestiones morales, en la aplicación de los medios a los fines, no son de mera astucia.

e. Toulmin también considera que cuando se indaga qué acción hacer, se debe preguntar por las razones para hacerla, porque la explicaciones desde el intuicionismo, el derecho natural y la ética material han fracasado.

En la vida cotidiana buscamos validez a los enunciados normativos, y nos creemos capaces de distinguir las normas correctas de las incorrectas. Así pues, el problema es dilucidar qué razonamientos son los adecuados para las decisiones morales. Por eso, hay que acudir a una Teoría de la Argumentación del Discurso, que según Habermas, hunde sus raíces en una Pragmática Universal que se verifica indirectamente en una Teoría de la Evolución Social.

La Pragmática Universal o Teoría de la Competencia Comunicativa.

La pragmática es una parte de la lingüística que estudia el uso del lenguaje. La pragmática universal reconstruye las bases universales de la validez del habla, para distinguir las comunicaciones no-distorcionadas y así fundamentar una ética cognitiva. Ahora bien, el paradigma del lenguaje proporciona los medios para desenmascarar las situaciones de dominio, criticar las ideologías e indicar las condiciones de racionalidad en una situación de habla.

Para ello, la pragmática universal da los fundamentos normativos a través de una teoría de la racionalidad y una teoría consensual de lo verdadero y de lo correcto. La racionalidad trata de la forma como se utiliza el saber por quienes hablan y actúan. Se puede hablar de racionalidad cognitivo-instrumental cuando se satisfacen las condiciones para alcanzar un fin, y de racionalidad comunicativa cuando se cumplen las condiciones para entenderse con el interlocutor.

¿Cuáles son esas condiciones o medios? Según Searle y Austin el acto de habla, que es una acción orientada al entendimiento, es la unidad elemental del habla, y en él el hablante y el oyente usan proposiciones para entenderse sobre algún estado de cosas.

Las proposiciones tienen una doble estructura, una dominante y otra dependiente.

La dominante es la parte performativa, ejecutiva u operativa, que produce un modo de comunicación entre los hablantes, porque contiene un sujeto (pronombre personal en primera persona), un objeto (otro pronombre en segunda persona) y un predicado en presente.

La dependiente permite la comunicación sobre unos objetos porque contiene un nombre (sujeto) que designa un objeto y un predicado que lo determina. Es decir, para que haya entendimiento los hablantes deben introducirse en la intersubjetividad y en relación con los objetos sobre los cuales hablan.

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¿Cómo se produce un entendimiento? Por el supuesto ideal de que el hablante puede justificar su acción de hablar. De ahí que Habermas hable de cuatro supuestos ideales, o pretensiones de validez, del habla en el hablante, como las bases racionales para que un acto de habla cumpla su propósito:

a. Pretensión de inteligibilidad, que considera que lo que se dice se entiende.b. Pretensión de verdad, porque se refiere a algo objetivoc. Pretensión de corrección, que considera que las intersubjetividades están

reguladas legítimamente.d. Pretensión de veracidad, porque se considera que el hablante es sincero.

Para mostrar que el uso lingüístico se orienta al entendimiento, Habermas recurre a Austin quien diferencia los actos locucionarios (el acto que dice algo), los actos ilocucionarios (la acción que se realiza al decir algo) y actos perlocucionarios (los efectos que el hablante quiere producir en el oyente al decir algo). Debido a esos actos las acciones lingüísticas se pueden usar estratégicamente para llegar a consensos y, por tanto, a realizar un orden moral, es decir, a identificar las voluntades particulares con lo universal.

¿Pero qué ocurre si se cuestiona alguna de las pretensiones? Pues que el hablante tendrá que ir al discurso para aclarar, probar, fundar o justificar la pretensión correspondiente.

El discurso es pues otro modo de comunicación, separado de la praxis cotidiana, para restablecer el entendimiento sobre las pretensiones cuestionadas.

¿Cómo decir en el discurso que una norma es correcta? Para ello la pragmática universal debe conectarse con la teoría de lo correcto de Peirce, también llamada Teoría Consensual.

Según la teoría consensual de la corrección o validez de las normas, se puede atribuir un juicio a una norma, si y sólo si otro, que puede dialogar con uno, también atribuye ese juicio a la misma norma. Así, el criterio de corrección de un enunciado normativo para cumplir en el mundo social, es el consentimiento fundado discursivamente de todos los posibles dialogantes. Por eso, no cualquier consenso sirve de criterio de corrección, el cual, además, debe cumplir con la lógica del discurso normativo, donde lo central es la universalización, y que al aplicar la norma se tenga en cuanta tanto las intención como las consecuencias.

La Ética del Discurso.

Habermas lo que busca es fundamentar el principio de universalización, piedra angular de su ética discursiva, para superar el etnocentrismo y el escepticismo ético, mediante la reflexión trascendental de la condiciones que le dan sentido al discurso práctico-moral. Según Habermas, si se abjura o se retracta de los presupuestos universales se incurre en una contradicción pragmático-trascendental.

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La diferencia con Kant es que ésta fundamentación trascendental no es a-priori, ni última, sino producto de la evolución social moderna, donde se puede revisar y corregir comunitariamente.

El principio de universalización funciona como una regla de argumentación que pasa de las consecuencias de una norma a cumplir su legitimidad. Lo que importa no es la orden sino su legitimidad. Hoy se tiende a admitir como legítimas las normas que todos pueden admitir. Después de todo éste análisis, Habermas reformula el imperativo categórico kantiano así:

¨Toda norma válida debe satisfacer ésta condición: que sus consecuencias sean aceptadas por todos los afectados, en el caso que fueran seguidas universalmente¨ (1983, pags. 75-76).

La argumentación surge por la necesidad de la participación igualitaria, el equilibrio de fuerzas de todos los afectados, y el respeto a la autonomía de cada uno, que es lo que hace obligatorio el acuerdo y la claridad sobre el interés común, donde los intereses particulares contrapuestos estipulan un compromiso.

¿La Ética Discursiva es una utopía positiva?

Según Habermas, sólo la racionalidad del discurso es apta para legitimar, no la religión ni la filosofía, que son sustituidas por el lenguaje.

Dentro de las condiciones formales del lenguaje, algunas son propias de una lógica mínima, otras precisan de un reconocimiento recíproco y otras configuran lo que Habermas llama ¨situación ideal de habla¨, y Apel ¨una comunidad ideal de argumentación¨, la cual se construye sobre la libertad de participar, la igualdad de oportunidades, la simetría y la ausencia de coacción. Esto es posible?

Habermas trata de precisar el status de la ‘situación ideal de habla’ comparándola con las ideas reguladoras de Kant, de las que se diferencia por tratarse de una condición necesaria, mientras que la ‘situación ideal’ se propone como una hipótesis práctica que se supone contrafácticamente, como si no fuera ficticio sino real, porque no se puede excluir y sería bueno fijarla en las instituciones para que facilite la realización de las normas.

¿La situación ideal de habla es una utopía positiva en un mundo imperfecto donde se apuesta por la democracia participativa? ¿Sí se puede pensar en individuos homogéneos? Lo que hay que tener en cuenta es que esta ética es una ética de mínimos, que sólo le interesa resolver el problema del deber, el de las normas justas, y no los contenidos ni las valoraciones que se deja a los ciudadanos de a pie en el mundo de la vida.

Bibliografía.Adela Cortina Orts. Crítica y Utopía. La Escuela de Frankfurt. Ediciones Pedagógicas, Madrid, 1994