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UNIVERSIDAD NACIONAL DE LA PLATA ESCUELA SUPERIOR DE TRABAJO SOCIAL FORMACION PROFESIONAL 1 Lic. Silvia Pérez A.S. Sergio Legardón 1995 Es el contexto, es decir la realidad, lo que va a encuadrar la especificidad del Trabajo Social. Esta especificidad ha de buscarse en la naturaleza misma de la disciplina tanto como en la realidad que la origina, condiciona e interpela. Con respecto a la realidad, la categoría ineludible para nombrarla, bucear en ella, analizarla, es la totalidad. 1 Proyecto de investigación: La práctica pre-profesional en la formación profesional en la Escuela Superior de Trabajo Social de la UNLP. Directora: Coordinadora del Área de Trabajo Social, Prof. María Alessandro. Docente Coordinadora: Silvia Pérez. Período: Marzo-Diciembre 1995. Área Trabajo Social III E.S.T.S. / Formación Profesional / 1995 1

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UNIVERSIDAD NACIONAL DE LA PLATAESCUELA SUPERIOR DE TRABAJO SOCIAL

FORMACION PROFESIONAL 1

Lic. Silvia PérezA.S. Sergio Legardón

1995

Es el contexto, es decir la realidad, lo que va a encuadrar la especificidad

del Trabajo Social. Esta especificidad ha de buscarse en la naturaleza

misma de la disciplina tanto como en la realidad que la origina, condiciona

e interpela.

Con respecto a la realidad, la categoría ineludible para nombrarla, bucear

en ella, analizarla, es la totalidad.

Con respecto a la naturaleza del Trabajo Social, que ha de proporcionar las

pistas de su especificidad, estará dada por la intervención en esa misma

realidad.

Dos líneas de profundización que marcan un único camino de reflexión.

El contexto hoy no está dado únicamente, como podría parecer a una

primera mirada, por los modelos económicos-financieros de un capitalismo

salvaje e inhumano generador de una exclusión criminal. En estrecha 1 Proyecto de investigación: La práctica pre-profesional en la formación profesional en la Escuela Superior de Trabajo Social de la UNLP. Directora: Coordinadora del Área de Trabajo Social, Prof. María Alessandro. Docente Coordinadora: Silvia Pérez. Período: Marzo-Diciembre 1995.

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relación con esto –pero insuficiente o reductoramente analizado en general

por nosotros-, la sociedad aparece sumergida en una crisis de esperanza, en

una ausencia de pasión, en el oscurecimiento de valores que hasta hace

menos de dos décadas eran incontestables.

El rigor en el análisis de todos los datos, que se constituyen en signos del

tiempo presente, es inseparable, para el Trabajo Social, de la reflexión

sobre sí mismo. Si es la realidad entendida como totalidad histórico-

concreta en construcción y permanentemente estudiada, la que la funda,

será la intervención con miras a transformarla, la que constituirá su

especificidad como disciplina.

Al hablar de intervención en la realidad, se está apuntando a un

conocimiento en permanente interrogación de esa totalidad concreta que,

al decir de Karel Kosik (1990) “se convierta en estructura significativa para

cada hecho o conjunto de hechos...” Es aquí, en la dialéctica de la

estructura y los hechos, donde se manifestará la acción del Trabajo Social

(María Alessandro, 1994).

La formación profesional en el contexto de formación académica está

sujeta a objetivos propios del ámbito universitario, “...por ello incluye una

preparación teórica y metodológica que garantice el desarrollo de la

disciplina específica como actividad científica, pero , a la vez brinde las

condiciones para el entrenamiento y desarrollo de una capacidad de

producir y elaborar conocimientos, y la formación de determinadas

capacidades, habilidades y destrezas que se consideran útiles para el

ejercicio de una determinada profesión” (Cazzaniga, Susana, 1993).

Siguiendo a Susana, en su texto “Aportes para un proyecto de formación

académica en Trabajo Social”, se le otorga al proyecto una “significación

eminentemente política, entendiéndolo como una construcción a partir de

un núcleo organizador, con una direccionalidad ideológica, epistemológica

y teórica, expresada en objetivos, plazos, recursos y contenida en una

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estrategia que puede ir recreándose dinámica y permanentemente en

relación a un contexto global”.

De lo cual se desprende que la construcción del mismo no puede ser

encarado a partir de recortes grupales, (conducción de las Unidades

académicas, docentes de áreas específicas, estudiantes más comprometidos)

sino como una construcción articulada de diferentes sectores, actores reales

que intervienen en el proceso mismo de formación.

Todo proyecto de formación profesional supone la articulación de al menos

dos componentes:

a) Conocimientos teóricos metodológicos, adquiridos por la propia

disciplina en su devenir histórico, así como las disciplinas asociadas a

partir del plan curricular.

b) Prácticas de intervención social, usualmente denominadas como

práctica pre-profesionales. Se entiende a éstas prácticas como

constitutivas de la formación misma en Trabajo Social, distanciándose

de este modo de la concepción universitaria de extensión, como ya ha

sido planteado, en tanto “esta disciplina se considera como un saber

especializado cuyos objetivos y funciones centrales, responden tanto a

la construcción de conocimiento como a la intervención directa en

diversos ámbitos de la realidad social”.

De los componentes mencionados en el proyecto de formación, nuestro

análisis se centrará en la práctica y en las significaciones comprendidas en

la misma a partir de los actores.

Entendemos a la práctica como una totalidad compleja que compromete en

su interior prácticas de producción de conocimientos, de recreación de

contenidos y procedimientos metodológicos, así como prácticas ideológico-

políticas, en tanto se producen actividades en diferentes ámbitos de la

realidad, que inciden en las representaciones ideológicas existentes en los

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sujetos de la experiencia y en la situación organizativa de los sectores con

los cuales la práctica misma se articula.

Las consideraciones que aquí se expresan, tienen a la práctica como ámbito

pedagógico privilegiado en el análisis, advirtiendo que éste si bien

destacado, no constituye el ámbito total (tal vez, si totalizante) de lo

existente en la estructuración del proyecto de formación.

Reconocemos la existencia de tres sujetos en la práctica, que ocupando

posiciones específicas, dan cuenta de la existencia de otros. Así resulta que

docentes, estudiantes y grupos populares se encuentran ligados en el

compromiso de capacitación, para la producción de un saber que resulte

significativo a las necesidades e intereses del tercer sujeto en particular, al

cual los dos primeros, tienden a vincularse a partir de la práctica.

Aquí lo que resulta significativo a la práctica profesional no lo es menos

para la práctica de formación de los futuros cuadros profesionales,

siguiendo los lineamientos del CELATS, a fines de la década del 80,

podríamos hacer notar que la profesión se hace alternativa en la medida que

se articula, facilita y refuerza el desarrollo de un proyecto social entorno a

los intereses de los sectores populares como convocatoria de una nueva

hegemonía. De este modo damos cuenta de los principios orientadores de la

actividad de formación y de la especial vinculación que se pretende entre

los sujetos involucrados.

Desagreguemos un poco más:

La vinculación docentes-estudiantes se centra básicamente en la

efectivización de actividades de formación donde “el proceso de aprender

se define por el hecho de que el estudiante se apropie directamente del

saber, no siendo el profesor el mediador privilegiado, aquel por el cual el

saber pasa obligatoriamente, sino un organizador de situaciones

formativas” (Follari, 1993).

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El teórico y en buena medida el taller de la práctica aparecen como los

espacios privilegiados de esta interacción. El teórico es el ámbito donde se

brinda los instrumentos necesarios para la adquisición de categorías

conceptuales definidas por el equipo docente como “relevantes” en relación

a los objetivos que se proponen para cada nivel según los lineamientos

académicos para la organización de la práctica, definidos por el Área de

Trabajo Social en el año 1993.

Estas categorías “relevantes” pueden no serlo en términos instrumentales

inmediatos, es decir, podrán o no tener una implicación directa con los

procesos de intervención que se estén desarrollando en la práctica. Se trata

aquí de entrar en contacto con el “adquirido” en términos de saber,

producido en nuestra disciplina u otros ámbitos. Lo cual no excluye, más

bien incluye, el abordaje de las temáticas emergentes en los diversos

talleres de la práctica, a modo de intento de primeras generalizaciones

temáticas.

El taller de la práctica es junto al teórico, uno de los espacios de

formación que, dado los objetivos específicos de aprendizaje profesional,

continúa privilegiando la interacción de los docentes con los estudiantes.

Lo que especifica este espacio es que produce un aprendizaje, centrándose

en la intervención misma.

El taller contiene esencialmente como pilar al trabajo colectivo, que nos

posibilita el marco adecuado para entender al conocimiento como

producción, lo cual nos sitúa frente a un paradigma que nos posibilita la

incorporación de saberes, apostando a brindar un servicio que resulte un

aporte al proyecto popular.

A esta altura es importante resaltar que la concepción de educación no está

dada solamente por la modalidad pedagógica adoptada, sino por el interés

al que responde.

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Los equipos docentes deberán entonces en este ámbito articular procesos de

animación y formación, en vista al aprendizaje con los procesos propios de

la intervención que efectivamente se va realizando y produce impactos

políticos ideológicos; atendiendo a qué la lógica de cada uno de los

procesos no siempre se corresponden.

El taller de la práctica es sin duda para ambos sujetos de la experiencia un

espacio de riesgos e incertidumbres potenciado por su inscripción crítica y

actual en contextos de pobreza y exclusión social.

El equipo de coordinación deberá tender a establecer sistemas básicos de

conformidad para la acción y reciprocidad interpretativa. Lo cual supone

acuerdos contractuales y explicitación permanente de referenciales. Así

mismo establecerá actividades de comprensión y producción de un proceso

metodológico singular.

El tercer espacio pedagógico es el Centro de Práctica, donde en la

actualidad aparecen articulados con mayor intensidad los estudiantes y

grupos populares.

El Centro de Práctica debe concebirse como un ámbito de reflexión

conjunta con los grupos populares; siendo el taller el espacio establecido

para pensar las estrategias adecuadas para que dicho proceso se de en la

realidad de cada Centro.

En esta concepción el Centro de Práctica es espacial y políticamente el

centro de la práctica, a partir del cual visualizamos al conjunto del proyecto

de formación.

Es en este espacio donde efectivamente entramos en contactos con los

grupos poblacionales, lo cual implica necesariamente “la revisión de aquel

remanido rol de “ir a enseñar” o ir a “ayudar” a los desposeídos. Junto a

esto, saber que en realidad esa cultura popular es la que cuestiona la del

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saber y los profesionales, a la del orden y la lógica... Ese mundo de los

marginados a quienes no tenemos derecho a cambiarles la vida en nombre

de ningún “saber”; Habrá que aprender a escuchar sus palabras, a

interpretar sus silencios, a aprender de algunas de sus des-sujeciones”

(Follari, 1993).

Anotábamos en párrafos anteriores, que el análisis se centra en la práctica y

en las significaciones que los sujetos tienen de la misma. Se trata pues de

reconocer las designaciones existentes en relación a este campo de

experiencias, las cuales nos señalan, siguiendo a Therborn (1989), lo que

existe, y su corolario, lo que no existe; es decir quienes somos; lo que es

bueno, correcto, justo, hermoso y todos sus corolarios; lo que es posible e

imposible; con ello se modela nuestro sentido de la mutabilidad y las

implicancias del cambio. La posición de los sujetos no puede ser entendida

exclusivamente desde un punto de vista normativo institucional y sus

relaciones como el resultado de interacciones inter-subjetivas. Se debe

tomar en cuenta los contextos de relaciones económicas, a partir del cual

los sujetos concretos se constituyen en soportes enunciativos.

Así mismo, siguiendo El pensamiento de Jaques Fontanille, “el sujeto en

el discurso no es quien “dice verdadero” o “cree verdadero”, sino un ser de

pasión. Durante largo tiempo se actuó como si quien habla sólo desplegara

sus actividades cognitivas. Es quien piensa y enuncia sus pensamientos,

quien nombra, describe, afirma, constata, razona y concluye. Así, es cierto

que el enunciado prototípico es la afirmación y descripción. Es como si el

discurso fuera plenamente “lógico” y en absoluto “pático”, para utilizar aún

la antigua oposición entre logos y pathos”.

Se trata pues de no consentir nuevas exclusiones, tales como las de no

tomar en cuenta en los procesos de conocimiento al ser humano total, con

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sus procesos emocionales que promueven y fundamentan la representación

y la acción misma; al decir de Baczco (1991) “a menudo los

acontecimientos cuentan menos que las representaciones imaginarias a las

que ellos mismos dan origen y encuadran. Tal vez, los imaginarios sociales

operan más vigorosamente en la producción de visiones de futuro, en

especial en la proyección sobre éste de obsesiones y fantasmas, de

esperanzas y sueños colectivos”.

Bibliografía

ALESSANDRO, María, Reflexión sobre nuestro aquí y ahora. Revista

escenarios N º 2 de la Facultad de Trabajo Social de la UNLP. 1995.

BAZCKO, Branislaw, Los imaginarios sociales. Memorias y esperanzas

colectivas. Buenos Aires, Nueva Visión, 1991.

CAZZANIGA, Susana (1993). Aportes para un proyecto de formación

académica en Trabajo Social. Revista Margen N º 4, Octubre 1993.

FOLLARI, Roberto, Práctica educativa y rol docente. Argentina. Buenos

Aires, REI S.A.- Ideas - Aique Grupo Editor S.A., 1993.

FONTANILLE, Jacques, Semiótica de los textos y de los discursos.

(Métodos de análisis). Lima, 1995.

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GORAN THERBORN, ¿Cómo domina la clase dominante? Aparatos de

estado, poder estatal en el feudalismo, el capitalismo y el socialismo.

México, Siglo Veintiuno Editores, 1989.

KOSIK, Karel. Dialéctica de lo concreto. México, Editorial Grijalbo, 1990.

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