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1 6 Fuentes Informales de Financiamiento Kristiano Raccanello En el presente capítulo se analizan las fuentes informales de financiamiento que tradicionalmente están a disposición de los hogares frente a alguna contingencia. Debido a que menos de la mitad de la población en México tiene acceso a los mercados financieros formales, los agiotistas, las redes de mutua ayuda conformadas por familiares y amigos, los grupos de ahorro y préstamo y las casas de empeño son alternativas, a veces costosas, que resultan ser las únicas al alcance de un gran número de familias. Se presentan las características fundamentales y su operación comparándolas con la experiencia internacional.

Fuentes informales de financiamiento

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6 Fuentes Informales de

Financiamiento

Kristiano Raccanello

En el presente capítulo se analizan las fuentes informales de

financiamiento que tradicionalmente están a disposición de los hogares

frente a alguna contingencia. Debido a que menos de la mitad de la

población en México tiene acceso a los mercados financieros formales, los

agiotistas, las redes de mutua ayuda conformadas por familiares y amigos,

los grupos de ahorro y préstamo y las casas de empeño son alternativas, a

veces costosas, que resultan ser las únicas al alcance de un gran número

de familias. Se presentan las características fundamentales y su operación

comparándolas con la experiencia internacional.

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6.1 Vulnerabilidad y riesgo

De acuerdo al Banco Mundial (World Bank, 2000) cualquier hogar está

sujeto a una variedad de riesgos que atentan a su bienestar; un hogar que

pueda verse afectado en este sentido se considera vulnerable.

Frecuentemente, la falta de recursos condiciona un hogar a estar expuesto

ante un mayor número de riesgos los cuales se subdividen en

idiosincrásicos y covariantes. La diferencia entre ellos consiste en el

alcance que presenta la realización del evento: mientras que los primeros

afectan a un hogar (o persona) en particular, los segundos afectan a toda

una comunidad.

Las estrategias ante los riesgos tienen como objetivo reducir o mitigar sus

consecuencias y pueden ser implementadas antes de la realización del

evento. No obstante, en caso de que suceda, el hogar deberá manejar las

consecuencias y los eventuales impactos económicos – o de otra índole –

que deriven del mismo.

Para ello, las estrategias que se pueden adoptar son informales o formales.

Por un lado, el apoyo en dinero, en especie (ropa, comida etc…) o hasta en

términos personales – asistiendo a los enfermos, cuidando a los niños o

proporcionando alguna ayuda en las actividades rurales – se ubica en la

tipología informal. Por otro, las acciones preventivas que están

instrumentadas por parte del gobierno constituyen un ejemplo inmediato de

estrategias formales; la compra de un seguro médico a través de una

empresa privada también recae en esta categoría.

A pesar de la implementación de las estrategias informales, la protección

que éstas proporcionan en cuanto a la vulnerabilidad de los hogares es

limitada. De esta forma, el énfasis sobre la importancia de la contraparte

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formal, en cuanto a las instituciones nacionales e internacionales

encargadas de proveerlas, así como en términos de eficiencia y eficacia,

toma particular relevancia (Morduch, 1999; Dercon, 2002).

Sin embargo, a nivel microeconómico, bajos niveles de ingreso y una

reducida capacidad de ahorro y de acumulación de activos, limitan la

posibilidad de los hogares en cuanto a su respuesta frente a un choque. La

evidencia empírica muestra que en estos casos los hogares utilizan varios

mecanismos para suavizar su consumo. Por ejemplo, en el caso de un

problema de salud, el hogar puede organizarse para enfrentar los gastos

enviando un miembro a trabajar por más tiempo o a que busque otro trabajo

(Kochar, 1999). También, se puede reducir el consumo de los bienes cuya

demanda es más elástica, liberando recursos para poder enfrentar el choque,

pero manteniendo inalterado el consumo de alimentos (Dercon y De

Weerdt, 2002).

Aunque los hogares tiendan a utilizar los mecanismos informales para

reducir la probabilidad de ocurrencia de los eventos adversos (Morduch,

1995), la literatura muestra que éstos logran suavizar el consumo sólo de

forma parcial (Townsend, 1994). Es decir, los pobres no pueden eliminar

todo el riesgo y el suavizamiento es menor cuanto mayor sea el choque

(Gertler y Gruber, 1997; Jalan y Ravallion, 2004). En este sentido, los

individuos que están sujetos a importantes variaciones en sus ingresos

causadas por distintos choques de naturaleza idiosincrásica (enfermedades,

pérdidas de activos, cambios climáticos adversos y plagas, entre otros),

logran diversificarlos; sin embargo, si la magnitud es mayor, entonces

también su diversificación es más limitada (Townsend, 1995). Los medios

que se pueden utilizar para suavizar los impactos de estas contingencias

difieren de país a país; pero en general se observa que el uso de redes

sociales (familiares y amigos) es acompañado por el uso de otros sistemas

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complementarios (almacenamientos de productos agrícolas y

diversificación de cultivos). Sin embargo, estos no son los únicos; las

instituciones disponibles para un aseguramiento implícito y explícito en

caso de eventos adversos son los agiotistas, las uniones de crédito, el

recurrir a los programas rurales y a las compañías de seguro (Townsend,

1994).

Cuando los hogares tienen acceso a un sistema financiero pueden utilizar el

crédito para diversificar el riesgo asegurando sus niveles de ingreso,

consumo y ahorro. En la teoría económica el poder mover los flujos

monetarios a lo largo del tiempo permite una mayor estabilidad del

consumo que tradicionalmente se asocia con un mayor bienestar. Por el

contrario, un sistema financiero “incompleto”, no sólo limita el acceso de

los individuos con menores recursos sino que puede reforzar los bajos

niveles de ingreso, consumo y ahorro para algunos grupos de la sociedad

(Townsend, 1995). Es decir, una baja inclusión financiera es perjudicial

para la población quién se ve atrapada en una “economía cotidiana” donde

las posibilidades de mantener sus ahorros en forma monetaria son

relativamente menores y las de crédito sustancialmente más costosas.

6.2 Inclusión financiera

En México en el 2002, el 47.7% de los hogares urbanos no tenía acceso a

un crédito formal o informal (Alpízar, Svarch, y González-Vega, 2006) y el

reporte del Banco Mundial Finance for All (World Bank, 2007) señala que

sólo el 25% de los adultos en México tenía acceso a una cuenta con un

intermediario financiero.

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De acuerdo a la Comisión Nacional Bancaria y de Valores (CNBV), la

falta de servicios financieros formales se debe a problemas de acceso y de

uso. El primer Reporte de Inclusión Financiera (CNBV, 2009) indica que el

64.55% de todos los municipios del país (1,584 municipios) no cuenta con

ninguna sucursal bancaria; en particular, la falta de acceso al mercado

financiero formal atañe a los municipios ‘rurales’ (población inferior a los

5,000 habitantes) y ‘en transición’ (5,001-15,000 habitantes) en los cuales

la falta de sucursales alcanza el 96% y 79% respectivamente. Referente a

los indicadores de uso (por cada 1000 adultos), los municipios ‘rurales’ y

‘en transición’, respecto a los municipios catalogados como ‘urbanos’

(50,001-300,000 habitantes) muestran un importante rezago en cuanto al

número de cuentas de ahorros y de cheque, tarjetas de crédito y de débito

(CNBV, 2009:55).

El bajo uso de los servicios financieros formales se debe a que los

individuos pueden optar por no utilizarlos (autoexclusión) o bien por

solicitarlos pero no recibirlos al no cumplir con los requisitos o siendo

racionados por parte de los intermediarios. En cuanto a este último punto,

el racionamiento del crédito ha sido analizado en relación a los problemas

de agencia que deben enfrentar los intermediarios. Estos problemas se

refieren especificadamente a la selección adversa y al riesgo moral; el

primero ocurre cuando la institución desconoce el riesgo crediticio del

cliente por lo cual tendría incentivo en aumentar las tasas de interés a todos

los clientes. No obstante, un aumento en las tasas discrimina los proyectos

más seguros y que tienen una menor tasa de rendimiento, dejando en la

cartera del intermediario sólo los más riesgosos que terminarían

perjudicando la rentabilidad de la misma (Stiglitz y Weiss, 1981). Es por

esta razón que los bancos toman la decisión de no prestar a algunos clientes

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en lugar de aumentar las tasas de forma indiscriminada. Por otra parte, el

riesgo moral consiste en el hecho de que el cliente, pudiera utilizar los

fondos de una forma distinta a la cual fueron solicitados. Por esta razón,

aún cuando los intermediarios pudiesen monitorear al cliente, se prefiere

pedir alguna garantía o colateral (Bester, 1985; Besanko y Thakor, 1987;

Manove, Padilla, y Pagano, 2001).

Aún cuando sea común solicitar colateral en un contrato de crédito, en

cuanto al problema de selección adversa, éste constituye una señal positiva

en relación al riesgo-crédito del cliente cuando éste lo proporciona,

pudiendo así negociar mejores condiciones (Bester, 1985; Chen y Kanatas,

1985). De forma contraria, constituye una señal negativa cuando es un

requisito impuesto a los clientes que presentan un mayor riesgo o cuando se

busca extender el plazo del crédito (Leeth y Scott, 1989; Pozzolo, 2004).

Sin duda, el colateral constituye un importante elemento que permite

reducir el riesgo moral debido a que el acreedor puede tomar posesión del

mismo si el deudor no cumple con sus obligaciones. De esta forma, debido

a que el valor de la garantía rebasa el del préstamo, es más fácil recuperar

un crédito asegurado con un colateral (Picker, 1992) también porque en

caso de impago, el deudor pudiera no estar muy dispuesto a cooperar

durante el proceso de cobro (Siebrasse, 1997).

6.3 El mercado financiero formal

El sistema financiero mexicano es un conjunto de organismos, tanto

públicos como privados, encargados de la captación, administración y

asignación de recursos. Una de las partes más importantes del sistema

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financiero mexicano, es el sistema bancario cuya estructura se encuentra

regida por la Secretaría de Hacienda y Crédito Público (SHCP) a quien, de

acuerdo a la Ley Orgánica de la Administración Pública Federal “le

corresponde realizar o autorizar todas las operaciones en que se haga uso

del crédito público; planear, coordinar, evaluar y vigilar el sistema bancario

del país que comprende al Banco Central, a la Banca Nacional de

Desarrollo y las demás instituciones encargadas de prestar el servicio de

banca y crédito”. Además de la SHCP, otras instancias que se encargan de

la transparencia y regulación de las actividades de la banca son la Comisión

Nacional Bancaria y de Valores (CNBV), el Banco de México

(BANXICO), la Comisión Nacional para la Protección y Defensa de los

Usuarios de Servicios Financieros (CONDUSEF) y el Instituto para la

Protección al Ahorro Bancario (IPAB).

La banca en México se compone principalmente de la banca comercial y la

banca de desarrollo. La banca comercial está compuesta a su vez por dos

tipos de bancos: la banca múltiple y la banca de menudeo. La primera

ofrece una gran cantidad de servicios y productos financieros, mientras que

la segunda se ha especializado en proporcionar créditos al segmento de

ingresos medio-bajos con el beneplácito de la SHCP, que está interesada en

modificar la estructura de la oferta bancaria para lograr una mayor

penetración de los servicios bancarios entre la población (SHCP, 2006:3).

Por otro lado, la banca de desarrollo se compone de sociedades nacionales

de crédito que hacen parte de la Administración Pública Federal y cuyo

propósito es fomentar el ahorro y la inversión, proporcionar asistencia

técnica y capacitación e interviniendo en varios sectores de la economía.

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Actualmente, la CNBV tiene registrados en su padrón de entidades

supervisadas a 42 bancos (sector de banca múltiple y banca de menudeo).

Siete de los 42 bancos, considerados como los más grandes e importantes

(G7), alcanzan casi el 80% de la participación en el mercado; y los ocho

más importantes, en la clasificación de banca de menudeo de segmento

bajo (SB), tienen un poco más del 2 por ciento de la participación (CNBV,

2011).

Aún cuando la banca de menudeo está focalizada en los sectores de nivel

socioeconómicos más bajos, que generalmente son excluidos por los

grandes bancos la importancia de las instituciones de financiamiento

informal emerge cuando se considera que éstas son las únicas fuentes

viables que proporcionan recursos a los hogares que se ubican en

economías atomísticas y que carecen de interés por parte de las

instituciones formales (Bouman y Houtman, 1988).

6.4 El mercado financiero informal

Al analizar los mercados financieros, se observa la existencia de

instituciones o intermediarios formales e informales. En México los

intermediarios formales operan bajo la supervisión y la reglamentación

gubernamental en contraposición a los informales los cuales, de forma

similar, proporcionan servicios de ahorro y préstamo. A esta segunda

categoría, objeto del capítulo, pertenecen los familiares y amigos, las

tandas/cundinas, los agiotistas y las casas de empeño, entre otros (Agénor,

Montiel, y Haque, 1993).

La escasa información relativa al tamaño del mercado del crédito informal

indica que éste pudiera variar entre un tercio y tres cuartas partes del total

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de las transacciones que se realizan en el mercado (Agénor, Montiel y

Haque, 1993). Aunque los montos que se manejan a nivel informal no son

muy elevados, representan una parte importante de todas las transacciones

(Dunn, 1996). De acuerdo a Tejerina y Westley (2007), en México el sector

informal tiene un mayor alcance al proporcionar crédito al 18.8% de los

hogares respecto a la contraparte formal (6.2%).

En general, el sector formal proporciona créditos a un plazo mayor que el

sector informal el cual, no obstante, es más rápido en proporcionar los

préstamos. En cuanto a garantías, el sector formal acepta casi

exclusivamente bienes inmuebles (Inter-American Development Bank –

[IDB], 2004), mientras que el informal es mucho más flexible, y se basa en

una muy amplia variedad de colaterales como: hipotecas sobre bienes

inmuebles, vehículos, joyas y avales entre otros.

Probablemente, es también por esta razón, que los individuos más

vulnerables, quienes carecen de colaterales financieros (Okurut,

Schoombee, y van der Berg, 2004), pueden recurrir al sector informal en

caso de necesitar recursos (Schrader, 1996; Rutherford, 2000).

Asimismo, a pesar de que las tasas de interés en los mercados informales

del crédito sean mucho mayores a las que se aplican en los mercados

formales, la brecha entre ellas no parece justificarse por el riesgo del

crédito ni por los costos de transacción que enfrenta el acreedor (Mauri,

2000).

6.4.1 Familiares y amigos

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Las redes sociales pueden ser conformadas por parientes o por amigos

allegados al hogar pero también se observa la participación de individuos

que no pertenecen al círculo íntimo – por ejemplo, integrantes de la misma

comunidad. En caso de necesidad, un hogar busca apoyo entre sus mismos

miembros, quienes pertenecen al círculo más próximo. Esto se debe a la

confianza entre los individuos cercanos y porque, a nivel informal, los

recursos que se obtienen generalmente no implican algún pago de intereses.

Sin embargo, la ayuda se fundamenta de forma implícita en una relación de

reciprocidad que se espera se cumpla en el futuro debido a la relación de

confianza entre las partes. Este acuerdo implícito tiende a ser estable en un

entorno pequeño, donde subsisten densas relaciones entre los individuos.

Lo anterior no excluye que quién se vio beneficiado en primera instancia

no pudiera negar la ayuda en un momento sucesivo, infringiendo así la

reciprocidad. Sin embargo, tal situación pudiera realizarse frente a un

choque que, por su magnitud, impediría poder contracambiar la ayuda

recibida; es decir, cuando una de las partes enfrenta una situación

particularmente costosa de superar, que de forma inevitable termina por

recaer sobre ambas partes (Morduch, 1999). En este caso, cuando ocurre un

evento que afecta a más de una persona, se hacen evidentes las limitaciones

de los arreglos informales, que, por su naturaleza en la diversificación del

riesgo, tienden a ser más efectivos frente a choques idiosincrásicos mas no

para aquellos de mayor alcance.

Las consecuencias del incumplimiento de las obligaciones financieras por

parte de un individuo pueden tener repercusiones a nivel intergeneracional,

donde no sólo quien incumple sino también sus hijos verán negado el

acceso a los recursos en el futuro (La Ferrara, 1999). Por lo anterior,

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considerando el plazo durante el cual se lleva a cabo la sanción, en un

entorno de vulnerabilidad, hay claros incentivos para cumplir con los

compromisos financieros adquiridos. Es decir, respetar la norma social de

reciprocidad garantiza que también otros integrantes tengan acceso a un

préstamo en el futuro.

Generalmente, las relaciones de reciprocidad ocurren y presentan mayor

estabilidad, entre individuos y/u hogares de nivel socio-económico similar.

Cuando hay una brecha económica significativa entre las partes, la

asimetría de las contribuciones puede provocar que también la relación

social se desequilibre (Fafchamps, 1992). No obstante, si bien los hogares

con menores recursos pueden estar interesados en establecer relaciones con

los más adinerados, estos últimos prefieren relacionarse con personas que

pertenecen a su mismo entorno (De Weerdt, 2004).

Un individuo puede pedir ayuda también a individuos con los cuales no

tiene una relación de parentesco, sino de íntima amistad, pero eso ocurre

cuando no ha podido conseguir ayuda por parte de los más allegados. El

pedir ayuda afuera del hogar se relaciona con el número de organizaciones

a las cuales el sujeto pertenece, así como el pertenecer a una familia

importante y con base en futuras herencias; es decir, de acuerdo a su

popularidad y a variables que miden su capacidad económica (presente o

futura). Debe mencionarse que hay también factores de género que son

relevantes en estas decisiones, ya que las mujeres tienden a ser parte y a

construir redes de mutua ayuda entre ellas mismas (Goldstein, de Janvry, y

Sadoulet, 2002).

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Frente a un choque los hogares logran aminorar su exposición al riesgo

también a través de regalos. Aunque la gran mayoría de los préstamos

informales no implica algún pago de intereses, los préstamos y los regalos

se intercambian entre las redes de familiares y amigos lo cual permite al

menos un aseguramiento parcial de los riesgos, sobretodo en vista de que

algunas categorías de riesgo no son aseguradas de la misma forma, aún en

la misma red (Fafchamps y Lund, 2003). En Bangladesh el género está

relacionado con las transferencias informales ya que los hombres son

aquellos que presentan mayor actividad en el intercambio de regalos y

préstamos (McKernan, Pitt, y Moskowitz, 2005).

Las redes no proporcionan únicamente regalos y préstamos, sino también

tiempo y apoyo para el cuidado de los adultos mayores. En particular,

aunque el tamaño de las redes no aumenta frente a mayores necesidades

(por ejemplo, un empeoramiento de la salud o la pérdida de alguna

función), los adultos mayores sí reciben mayor asistencia. Cuando la

situación rebasa la capacidad de la red, los adultos mayores enfrentan un

mayor número de necesidades no cubiertas (Stoller y Pugliesi, 1991).

Además del suavizamiento del consumo, las redes son útiles también para

el financiamiento de actividades comerciales y la compra de vivienda

(Bond y Townsend, 1996).

A mayor educación, los integrantes de las redes tienen un mayor acceso a

los recursos, pero también se observa una menor participación en las redes

en donde están presentes los familiares (Hurlbert, Beggs, y Haines, 2001).

No obstante, en situaciones desastrosas, la ayuda a nivel informal es

asociada con aquellos individuos que comparten lazos de sangre (Wellman

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y Frank, 2001). Es decir, la ayuda a nivel informal se ve incentivada con la

formación de grupos pequeños que si por un lado permiten una (limitada)

administración del riesgo, por otro ayudan a preservar la cohesión social.

Frente a un problema que conlleva a un desembolso de dinero, los hogares

tienden a utilizar en primera instancia sus propios recursos (ahorros), y

sucesivamente préstamos por parte de familiares y amigos (Lomnitz, 1975),

por lo cual, cuando las personas no están en posición de poder enfrentar el

estado de necesidad de forma autónoma, se apoyan a estructuras externas

fundamentadas en lazos familiares o de estrecha amistad.

6.4.2 Tandas

Las tandas, han sido analizadas desde un punto de vista antropológico por

Geertz (1962). Es Ardener (1964) quién se refiere a estos esquemas como

asociaciones de crédito rotativas, reconociendo su presencia y difusión a

nivel mundial. Debido que no sólo la parte acreedora, sino que también el

elemento de movilización de ahorros como fuentes de recursos rotaba,

Bouman (1977) las identifica como asociaciones de ahorro y crédito

rotativas (comúnmente conocidas en la literatura internacional como

ROSCAs, acrónimo de Rotating Savings and Credit Associations). La

literatura ha evidenciado que hay una gran variedad de instituciones que

desempeñan estas funciones con características que varían de país a país y

cuyo éxito se fundamenta en la flexibilidad que muestran el poder

adaptarse a las distintas circunstancias y entornos (Robinson, 2001).

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En México las asociaciones rotativas de crédito y ahorro son comúnmente

conocidas como tandas, aunque, según la zona geográfica, pueden ser

conocidas como cundinas o vaquitas. El trabajo de Vélez-Ibáñez (1993) es

el que ha analizado más de cerca las tandas mexicanas al tomar en cuenta

no sólo el funcionamiento sino también el significado antropológico-

cultural de este sistema de movilización de recursos que se fundamenta en

la confianza entre sus miembros.

En su forma más simple, una tanda consta de un grupo de personas que se

reúnen con el objetivo de depositar puntualmente y con una frecuencia

prestablecida, una determinada cantidad de dinero que es asignada a uno de

los integrantes por medio de un sorteo aleatorio o a través de un proceso de

subasta (Besley, Coate, y Loury, 1993). Sin embargo, el orden según el

cual se determina quién recibe los recursos puede ser también definido por

consenso o negociación entre los miembros (Bouman, 1977). No obstante,

en China, el turno puede asignarse de tres formas: de manera discrecional,

de acuerdo al puntaje proporcionado por los dados o con una oferta en

sobre cerrado (Tsai, 1998).

De acuerdo a la forma en la que se asignan los recursos acumulados, la

literatura ha analizado si la asignación aleatoria o por subasta sea la más

eficiente. Si los integrantes tuvieran preferencias similares, los dos tipos de

tandas coincidirían ya que no habría ningún incentivo en hacer una oferta

para obtener el dinero con anticipación (Besley, Coate, y Loury, 1993). No

obstante, en caso de preferencias heterogéneas este resultado no

necesariamente se mantiene (Besley, Coate, y Loury, 1994).

Debe señalarse que en caso de necesidad, por ejemplo debido a un choque

idiosincrásico, el afectado estaría motivado a ofrecer una mayor cantidad

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que, al reducir el monto obtenido, representaría una tasa de interés implícita

sobre el préstamo. En caso de que el choque afecte a más de un integrante,

volviéndose más sistémico que idiosincrásico, el individuo con mayor

necesidad, que también estaría más dispuesto a pagar por el préstamo, será

quién obtendrá el dinero acumulado sujeto a un mayor descuento que, al

final, beneficiará también a aquellos que no lo obtuvieron (Calomiris y

Rajaraman, 1998). Bajo estas circunstancias emergen claramente las

limitaciones de estos métodos de aseguramientos que permiten el acceso a

los recursos a una sola persona a la vez.

Cuando uno de los integrantes recibe la cantidad de dinero acumulada, ya

no es elegible hasta que todos los otros también la hayan obtenida. Con

base en lo anterior, una vez recibido el dinero, los participantes deberán

seguir aportando la cantidad establecida de acuerdo a las fechas acordadas

hasta que se termine el ciclo, momento en el cual pueden determinar si

comenzar un nuevo ciclo (con las mismas o distintas condiciones) o

abandonar la tanda. Rutherford (2000) indica que para el primer integrante

la tanda equivale a un sistema de ahorro saving-down (que corresponde a

un deudor neto, durante toda la duración de la tanda), al último un saving-

up (acreedor neto) y a los N-2 intermedios restantes, un sistema de saving-

through (posición mixta). Es importante observar que el primero en recibir

los recursos obtiene un préstamo a tasa cero por parte de los otros

integrantes, mientras que el último proporciona crédito a todos los demás

(Bouman, 1977). Sin embargo, en términos comparativos, el último

miembro no estaría peor que si hubiera ahorrado de forma individual.

Además de la posibilidad de poder ahorrar, el pertenecer a una tanda

proporciona beneficios que se desprenden de la formación de redes

sociales.

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Las tandas no reparten únicamente dinero entre sus integrantes; según

Vélez-Ibáñez (1993) hay también tandas especializadas, aquellas en las

cuales con el dinero reunido se adquiere un bien durable que sucesivamente

es entregado de acuerdo al turno establecido a uno de los participantes. Hay

evidencia de que en algunos casos el dinero es sustituido por una

aportación en especie (Burman y Lembete, 1995), por monedas de oro, u

otra divisa internacional, como bien refugio en caso de inestabilidad

económica (Khatib-Chahidi, 1995), proporcionando una razón para el

ahorro y evitando ahorrar como un fin en si mismo (Howse, 1974).

En cada tanda hay un organizador o administrador, quien invita a los

participantes, recolecta y entrega el dinero acumulado. Asimismo, el

administrador tiene la obligación de cubrir el faltante cuando algunos de los

miembros no cubre su cuota (Lamberte y Bunda, 1988) razón por la cual

puede recibir una compensación por parte de todos los integrantes.

De acuerdo al funcionamiento de una tanda, todos los integrantes, con la

excepción del último, pueden tener el incentivo de no seguir aportando el

monto acordado después de haber recibido el dinero. A pesar que en este

caso el administrador tenga que cubrir el faltante, aquellos miembros que

gozan de menor confianza obtienen los últimos turnos en la tanda (Vogel y

Burkett, 1986). Recibir uno de los últimos turnos es poco atractivo,

sobretodo en una tanda sin descuento, pero esto reduce la incertidumbre

sobre un posible comportamiento oportunista por parte del nuevo miembro.

También, a través de la interacción, se conocen y se establecen los lazos de

confianza que, promoviendo la acumulación de información, permiten

formar expectativas coherentes sobre el comportamiento futuro (Vélez-

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Ibáñez, 1993). Asimismo, la baja tasa de incumplimiento en las tandas se

debe a la cuidadosa selección de los miembros (Lwoga, Maximabali,

Rutheford, Mutesasira, Safe, Gogadi, Mukami, Seiya, Maeda, y Tairo

1999). Incumplir con la aportación al fondo común puede perjudicar

seriamente la reputación del individuo (Ardener y Burman, 1995). A pesar

de que puedan existir comportamientos oportunistas, estos son poco

comunes debido a que el préstamo no se concibe como deuda sino como

una obligación social (Aryeetey, 1995). En este mismo sentido, los

individuos más confiables tienden a pertenecer a aquellas tandas que

presentan mayor flexibilidad, en términos de disposición a cambiar turnos

en caso de emergencia y respecto a la cantidad de normas escritas y

complejidad de la organización (Anderson, Baland, y Moene, 2003).

En la mayoría de los casos, el número de participantes varía entre 10 y 20

integrantes, pero hay casos donde el número de integrantes puede ser hasta

de más de cien personas (Rutherford, 1997). La ventaja de un pequeño

número de participantes permite el conocimiento mutuo que fomenta la

confianza entre ellos mismos (Bouman, 1977); la duración está en función

del objetivo de la tanda y también del monto de las aportaciones, lo cual a

su vez dependerá del nivel socioeconómico de los integrantes (Vélez-

Ibáñez, 1993).

Otras características coinciden con las que han reportado varios

investigadores; la mayor parte de los integrantes son mujeres (Ardener y

Burman, 1995; Tsai, 1998; Lwoga et al., 1999; Anderson y Baland, 2002)

aunque haya algunas e importantes excepciones (Rutherford, 1997), sobre

todo cuando (las mujeres) no tienen la posibilidad de ahorrar (Mohini

Sethi, 1995). La baja aceptación de los hombres en estas asociaciones se

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debe a su baja confiabilidad y compromiso (Nelson, 1995; Lwoga et al.,

1999).

Es importante observar que a través de las tandas los integrantes tienen la

posibilidad de ahorrar, pero pueden también tener acceso a los fondos para

financiar una actividad o comprar bienes duraderos (electrodomésticos,

autos, mobiliario). Respecto al primer caso, Starr-McCluer (1996) señala la

importancia del ahorro con motivos precautorios aunque la evidencia

empírica en torno a dicha motivación es mixta. Para el segundo, participar

en una tanda permite que la acumulación de bienes de capital sea más

rápida (Calomiris y Rajaraman, 1998). Estos mismos bienes, pudieran ser

posteriormente empeñados en caso de necesidad (Besley y Levenson,

1996). Por lo anterior, se enfatiza cómo una fuente informal de crédito que

puede permitir el acceso a otra formal o informal.

Sin duda, las tandas también podrán ser utilizadas como “esquemas de

seguros” en donde la prima consistiría de las aportaciones periódicas y con

la ventaja de que éstas pudieran ser utilizadas para cubrir una amplia

tipología de riesgos, al contrario de un esquema normal de seguro dónde se

estaría cubriendo un riesgo específico. Desde este punto de vista, las tandas

podrían ser más eficientes y preferidas por individuos de escasos recursos

ya que si el evento cubierto por el seguro (formal) no se verificara, el

individuo podría todavía rescatar la suma de los premios. Sin embargo, si el

evento implicara gastos mayores a lo acumulado por medio de las tandas,

entonces el individuo se vería perjudicado al no haber adquirido el seguro

formal. En este sentido, la decisión de participar en una tanda o de comprar

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un seguro de salud, entre otros factores, está también asociada con el grado

de aversión al riesgo del individuo (Raccanello, Anand, y Valdés, 2008).

Las tandas son un esquema que no sólo disciplinan el ahorro sino que

también permiten reducir las presiones sociales relacionadas con compartir

recursos económicos, o ayudar financieramente a parientes y amigos,

sobretodo si el ahorro está atado a la compra de algún bien indivisible y

durable (Ambec y Treich, 2003). La evidencia disponible para México

indica que las tandas se utilizan principalmente para ahorrar (24%) o para

cumplir con alguna obligación religiosa o tradición (17%); sólo el 7% los

utiliza para el pago de deudas y en menores proporciones para cubrir gastos

inesperados (5%) y gastos médicos (4%) (Vélez-Ibáñez, 1993).

6.4.3 Agiotistas

Otra posible alternativa de financiamiento, tradicionalmente presente entre

las opciones informales, consiste en recurrir a un agiotista; un individuo

que presta recursos cobrando elevadas tasas de interés. El préstamo de un

agiotista está casi siempre respaldado por alguna garantía.

A pesar de que se utilicen como sinónimos, un agiotista difiere de un

prestamista. El primero generalmente no tiene ninguna relación de

parentesco con el prestatario y cobra intereses sobre el préstamo; el

segundo, siendo un pariente, o alguien que mantiene alguna relación con el

prestatario, frecuentemente no cobra ningún interés (Mansell, 1995). Por

simplicidad en esta sección prestamistas y agiotistas serán considerados

como sinónimos aunque nos estaremos refiriendo a estos últimos.

Page 20: Fuentes informales de financiamiento

20

La actividad del préstamo tiene raíces muy antiguas; en la Biblia se hace

repetidamente referencia a situaciones de préstamos y pago de intereses;

asimismo, se evidencia que desde hace más de dos mil años existía el

concepto de garantía para las deudas y de sumisión del deudor al acreedor

(Burkett, 1995). A pesar de que los mercados del crédito y la usura se

hayan desarrollado conjuntamente, en algunos momentos esta última no

tuvo la connotación negativa que actualmente se le atribuye (La Rana,

1999). Probablemente, fue la importancia de la religión, a través de los

preceptos morales que ha estado sosteniendo entre los siglos XIII y XIV

(Le Goff, 2003), lo que haya contribuido a que se mantuviera la concepción

negativa de la que comúnmente gozan los agiotistas hasta el día de hoy.

El análisis psico-sociológico de las personas que enfrentan un problema

con préstamos usureros indica que éstas, a sabiendas de haber caído en un

error que la sociedad reprocha, tienden a no denunciar los hechos por la

vergüenza que esto implica frente a los familiares y amigos. Esta situación

provoca que sea muy difícil poder medir el tamaño de la usura así como las

características de las potenciales víctimas (De Leo, Landi, y Volpini, 2003;

La Rana, 1999). Si por un lado las víctimas rehúsan hablar de su condición,

la literatura confirma los problemas para captar información cuantitativa

sobre el crédito u otras actividades informales (Roubaud, 1995), en este

caso en particular, por considerarlos temas particularmente delicados

(Aryeetey, 1995).

A pesar de la información fragmentada sobre las actividades de los

agiotistas, que se debe a la ilegalidad de las mismas, destacan algunas

características comunes. Los préstamos que se otorgan son de corto plazo y

Page 21: Fuentes informales de financiamiento

21

se extienden por un plazo de 3 a 6 meses, a veces menos; los intereses

deben ser pagados con frecuencia regular que ha sido pactada con el

agiotista (casi siempre mensual). En México, y ligados a actividades

comerciales en los mercados al menudeo, hay préstamos cuya duración no

rebasa un mes y cuyos pagos tienen frecuencia diaria1; en los mercados al

mayoreo (centrales de abasto) los préstamos pueden tener un plazo tan

corto como de ocho horas y prevén un único pago al concluir las

actividades diarias.

Frente al riesgo de crédito del prestatario es común que el agiotista solicite

alguna garantía sobre el préstamo. En este caso los activos que son

mayormente solicitados son bienes inmuebles (escrituras de casas, terrenos,

o locales) y muebles (joyas o vehículos). Las promesas de pago, aún

cuando constituyan una garantía oficial, a veces no son aceptadas debido a

los altos costos que puede implicar su cobro. Lo mismo ocurre con los

avales, se prefiere que éstos proporcionen algún bien en garantía.

Para reducir el riesgo, los agiotistas proporcionan recursos sólo a clientes

habituales o a aquellos que les han sido presentados a través de conocidos

(frecuentemente otros clientes); se trata de un método de intermediación

financiera basado en la confianza, pero sin descuidar las garantías para

1 Las tasas varían alrededor del 10% mensual. Supongamos un crédito de 1,000 pesos a 30 días; el

cálculo del agiotista prevé 100 pesos de interés que, sumados al capital, corresponde a un pago diario de

aproximadamente 37 pesos. Al calcular la tasa de interés mensual efectiva, resulta evidente que es

superior al 10%.

Page 22: Fuentes informales de financiamiento

22

asegurar el cobro. Las tasas de interés son elevadas, y varían entre el 5 y el

10% mensual, a veces llegan hasta el 15 o 20% mensual, dependiendo del

agiotista y de la cantidad de dinero solicitada por el cliente. En general, las

tasas más elevadas se asocian con préstamos más pequeños (Raccanello,

2008). Aunque esta situación contrasta con los resultados reportados por

Aryeetey (1995) donde en Ghana las tasas de interés sobre los préstamos se

fijan de acuerdo al plazo: 10% mensual para préstamos de corto plazo

(hasta 1 mes), 24-35% por préstamos de 3 meses; 50-100% para préstamos

de largo plazo (un año), no se puede excluir que en México algún agiotista

no siga este mismo criterio.

En torno a las razones por las cuales los clientes se acercan a esta costosa

fuente de recursos, destaca el financiamiento de actividades productivas y

de necesidades familiares inesperadas. Los agiotistas no prestan recursos

para iniciar una actividad comercial debido al riesgo de que ésta no sea

exitosa, y tampoco financian vacaciones, fiestas o necesidades de salud,

excepto cuando se pueda garantizar el pago demostrando la obtención de

flujos de efectivo.

En caso de falta de pago, el agiotista normalmente busca al prestatario

(personalmente o a través de un abogado, u otra persona que trabaje para

él) para recordarle sus obligaciones. Hay también evidencia de que el

prestamista inicialmente puede ofrecer más tiempo para saldar la deuda o

un pago total resolutorio para así liberar el deudor de su obligación.

No obstante, frente a una negativa, el prestamista toma posesión del

colateral para disponer de su uso (por ejemplo: venta del vehículo,

renta/venta del inmueble). Por supuesto, en algunas ocasiones estas

acciones pueden resultar problemáticas, sobretodo si la vivienda en

Page 23: Fuentes informales de financiamiento

23

garantía es el lugar en el cual reside el deudor. Por esta razón, la

documentación que avala el préstamo debe estar acorde a derecho y los

agiotistas pueden recurrir a los servicios de un bufete jurídico para asegurar

la recuperación del préstamo.

Sobra decir que el fallar a las obligaciones contraídas, además de la pérdida

de la garantía, perjudica el poder obtener nuevos préstamos debido a que

los prestamistas se comunican los datos de aquellos deudores que no

cumplen con sus obligaciones. En un entorno pequeño, donde es fácil

obtener información sobre una persona, el desgaste de la imagen personal

frente a la sociedad local debido a una mala reputación crediticia equivale a

no poder tener acceso a créditos futuros e impedir poder accesar también a

otras fuentes de recursos (por ejemplo el crédito comercial).

Aunque de acuerdo al estereotipo del modus-operandi del agiotista se prevé

el uso de la violencia para la recuperación de los préstamos, en realidad

estos métodos son escasamente utilizados; Daly y Walsh (1988) mencionan

que sólo una tercera parte de los entrevistados comentó el haber sufrido

actos de agresión y/o intimidación mientras que Raccanello (2008)

encontró que el 12% de los entrevistados mencionó temer alguna represalia

en caso de una negativa de pago. Asimismo, durante conversaciones con

algunos agiotistas, éstos afirman que el uso de la violencia constituye una

opción muy poco práctica ya que afecta directamente la reputación [del

agiotista] y, por esta misma razón, resulta perjudicial para la actividad y

puede provocar problemas de naturaleza legal. No obstante, esto no debería

interpretarse que la violencia nunca se utiliza en el cobro.

Ocurre una situación diametralmente opuesta cuando los recursos

provienen de actividades criminales, por ejemplo el caso del

Page 24: Fuentes informales de financiamiento

24

financiamiento por parte de la mafia a las microempresas en Italia, cuyo

objetivo no se centra en el cobro de los intereses sino en tomar posesión de

su patrimonio para poder así lavar el dinero proveniente de otros negocios

ilícitos (Grasso y Varano, 2002). En estos casos, el no pagar no es una

opción; hay testimonios de crueles represalias a nivel individual que

pueden extenderse también a los otros familiares del deudor; la única

opción para poder salir del “laberinto” es la denuncia a las autoridades.

A pesar que la imagen popular describa al agiotista como a un individuo sin

escrúpulos, que ha acumulados fortunas a costa de las necesidades de los

demás, uno de los cuestionamientos más importantes es si las tasas que

cobran los agiotistas son justificadas frente a los riesgos que éstos asumen

al otorgar sus recursos.

Indudablemente, los clientes que recurren a un agiotista lo hacen porque no

tienen otra opción, en particular por no tener acceso (temporal o

permanente) al sector financiero formal. Las tasas de interés que se cobran

deben cubrir al menos el costo de oportunidad de los recursos y el riesgo

relacionado con el préstamo. Cuando el prestamista lleva a cabo también

otra actividad (una situación común debido a que el préstamo generalmente

constituye una actividad complementaria mas no la principal), los fondos

pudieran ser invertidos y movilizados rápidamente lo cual haría

incrementar el costo de oportunidad de no poderlos utilizar en sus propios

negocios. En relación a los riesgos, en última instancia éstos pueden estar

en función de la inversión realizada; en las zonas rurales, si los préstamos

están destinados a financiar algún cultivo, los eventos atmosféricos,

podrían causar resultados inesperados haciendo fluctuar los beneficios del

prestamista. No obstante, otras razones se asocian con el tamaño del

Page 25: Fuentes informales de financiamiento

25

préstamo, el ingreso neto del deudor, el cociente deuda/capital, el valor del

colateral, y la varianza del ingreso del deudor, entre otras (Bottomley,

1975).

Singh (1968), a partir de una pequeña muestra en una aldea en la India,

analiza los préstamos en especie para fines de consumo y encuentra que en

promedio la tasa de interés cobrada es del 143% anual. Sin embargo,

tomando en cuenta los distintos costos (oportunidad, distribución y riesgo)

las ganancias por poder monopólico suman alrededor del 9% del capital

prestado por lo cual las elevadas tasas de interés no parecen relacionadas

con el ejercicio de un poder de mercado. Simpre para el caso de la India,

más recientemente, Iqbal (1988) indica que la tasa nominal que cobra el

agiotista está formada por varias componentes: el costo de oportunidad de

los recursos, los costos administrativos y el premio al riesgo;

adicionalmente se considera una prima por poder monopólico. Mientas que

los primeros dos se refieren al costo de fondeo y al costo del manejo del

préstamo, el premio al riesgo se relaciona inversamente con la capacidad de

pago del prestatario. Si la existencia de bancos en el lugar en el cual opera

el agiotista se asocia con una reducción de las tasas de interés que éste

cobra, tendría cabida la reducción del poder monopólico. De acuerdo a los

resultados, la presencia de un banco reduce las tasas cobradas de casi un

3%, lo cual indica la presencia de poder monopólico. En este mismo

sentido, debido a que en los países en vía de desarrollo, agiotistas e

instituciones formales coexisten, el rol de los prestamistas informales se

reduce de forma importante frente al aumento de los préstamos otorgados

por instituciones formales (Steinwand, 1994), lo cual relega la función de

los primeros a un estado complementario de los segundos.

Otros estudios apuntan a que el margen neto que obtienen los agiotistas

varía entre el 23 y el 48% según un esquema de competencia monopolística

Page 26: Fuentes informales de financiamiento

26

debido a que no hay conveniencia por parte de los clientes en cambiar de

proveedor, ya que enfrentarían tasas mayores al solicitar recursos a un

agiotista que no los conoce (Lamberte y Bunda, 1988).

6.4.4 Casas de empeño

La historia del crédito prendario tiene raíces antiguas; el uso de este

esquema de financiamiento se remonta desde los tiempos de la antigua

Babilonia, y también a los de las antiguas Atenas y Roma (Bouman y

Houtman, 1988).

A pesar de las sanciones impuestas por la iglesia, que se aplicaban sólo a

los católicos, Muratori (1751) indica que en los siglos X y XI el préstamo

con altas tasas de interés era muy redituable y difuso entre varios países del

continente europeo. Para evitar que los individuos fueran sujetos a los

contratos usureros (Caskey, 1994), la actividad del empeño se formalizó en

Italia con el establecimiento de los montes de piedad, impulsados por obra

de los franciscanos, hacia finales del siglo XV. Cabe mencionar que los

primeros montes de piedad, con el afán de proporcionar una fuente de

financiamiento barata, exentaban a los usuarios del pago por sus servicios.

Sucesivamente, los intereses cobrados buscaban únicamente cubrir los

costos de operación permitiendo aliviar la condición de los que recurrían a

dicha institución y mantener autosustentable el servicio.

La expansión de los montes de piedad es un reflejo del éxito de esta forma

de financiamiento y también del poder de la iglesia que, al reducirse en los

siguientes siglos, no le permitió continuar su labor caritativa (Peterson,

Page 27: Fuentes informales de financiamiento

27

2004). No obstante, esto no implicó su desaparición, ya que los gobiernos

locales se encargaron de su administración.

En los últimos siglos, las casas de empeño han constituido una fuente de

recursos muy utilizada para los hogares que necesitan liquidez. En los

EE.UU. durante el siglo XIX los objetos mayormente empeñados eran

principalmente ropa (superior al 50%) y en menor proporción joyería,

relojes y anillos (inferior al 25%). Al igual que en Inglaterra, hacia finales

del mismo siglo, las casas de empeño dejaron de recibir ropa o

indumentaria (Tebbutt, 1983); a finales del siglo XIX alrededor del 58% de

las prendas eran representadas por relojes y el 80% por joyería, mientras

que la ropa representaba sólo el 14% (Caskey, 1994).

El préstamo prendario era activo también en oriente. Skully (1994) observa

que en China las casas de empeño aparecieron a partir del V siglo,

compartiendo con el caso italiano no sólo el hecho de que los religiosos

fueran involucrados en su administración sino también la labor caritativa. A

diferencia de lo dictado por la iglesia católica, en China no se presentó el

problema del cobro de los intereses ni de su relación con la usura ya que el

Vinaya no los prohíbe. Actualmente, en Asia los objetos que son recibidos

para poder extender un préstamo prendario son joyería en oro, relojes,

electrodomésticos y en algunos casos bicicletas, televisores y otros aparatos

electrónicos.

A pesar de sus orígenes, la labor de las casas de empeño, no tuvo en todos

los países un fin caritativo. Un ejemplo donde éstas no fueron

administradas por religiosos es el caso de Inglaterra. En este país las casas

de empeño tuvieron que enfrentar situaciones muy difíciles en su

Page 28: Fuentes informales de financiamiento

28

administración debido a las depresiones económicas que al afectar al

mercado inglés en la segunda mitad del siglo XIX terminaron por

descapitalizarlas (Tebbutt, 1983). Al haber mucha demanda de liquidez

(oferta de prendas) y una baja tasa de recuperación de las mismas, el

resultado fue un importante proceso de acumulación por parte de las casas

de empeño. Los clientes eran en gran parte mujeres debido a su exclusión

de los mercados crediticios que tenían que hacer cuadrar el balance

doméstico; posiblemente, también por esta razón, los objetos que se

empeñaban eran principalmente ropa, utensilios de cocina (ollas) y

herramientas de trabajo y en menor volumen alhajas. En el mercado inglés,

el declive de la actividad prendaria comenzó a principio del siglo XX,

haciéndose evidente entre 1915 y 1930 debido a la introducción de ropa

producida a escala industrial.

Por cuanto concierne a México, en 1702 se funda el Monte de Piedad

madrileño y en 1773 el Rey Carlos III, dio órdenes al Virreinato de la

Nueva España para fundar el Sacro Nacional Monte de Piedad de México a

imagen y semejanza de su antecesor. Para 1842 el Monte de Piedad

proporcionaba cada día recursos a más de 200 personas en la Ciudad de

México que empeñaban con regularidad sus prendas (Francois, 1997). De

forma similar a otros países, la mayoría de los clientes eran mujeres (65%)

buscando asistencia para satisfacer las necesidades diarias de sus familias

(Kohn, 1999). Por su parte los hombres se acercaban a las casas de empeño

por tres motivos: subsistencia familiar, financiar sus vicios y apuestas. Hoy

día en México, los intermediarios que realizan operaciones de crédito

prendarios son los montes de piedad, instituciones de asistencia privada sin

fin de lucro, y las casas de empeño, caracterizadas por tener fin de lucro.

Las casas de empeño no pertenecen al sistema financiero formal al no estar

Page 29: Fuentes informales de financiamiento

29

supervisados ni regulados por las autoridades financieras. Recientemente,

los préstamos prendarios han sido objeto de iniciativas por parte del Senado

de la República (2009) debido a los excesivos cobros por parte de los

intermediarios y por la falta de transparencia de sus operaciones

(Procuraduría Federal del Consumidor [PROFECO], 2009).

Los clientes aprecian este método de financiamiento debido a que los

trámites son más rápidos que los del sector bancario y por lo tanto es más

cómodo y funcional. En general, los controles que se llevan a cabo se

relacionan con una verificación de la identidad del pignorante y con la

comprobación de la procedencia lícita, y en su caso del funcionamiento, del

objeto a empeñar. Los objetos que se aceptan son generalmente aquellos

que mantienen su valor en el tiempo, por lo cual la joyería tiene

preferencia. Las tasas que se aplican sobre los préstamos varían entre el 5 y

el 12% mensual.

Los préstamos son de corto plazo; el pignorante, al vencimiento de cada

periodo (generalmente mensual) según lo estipulado por el contrato tiene

tres opciones: renovar el préstamo pagando los intereses devengados

(refrendar la prenda), recuperar la prenda pagando la deuda correspondiente

(capital e intereses) o no pagar, y consecuentemente perder la propiedad del

objeto. A pesar de que la gran mayoría de las prendas sea recuperada,

cuando una prenda es subastada, o vendida al público, la casa de empeño

está obligada a entregar la demasía al pignorante (la diferencia entre el

precio de venta y la suma de todos los costos).

La importancia de la privacidad en las transacciones al interior de una casa

de empeño, que en el pasado se reflejaba en su arquitectura interna

(Tebbutt, 1983), sigue manteniéndose hoy en día por seguridad (Caskey,

Page 30: Fuentes informales de financiamiento

30

1994). Asimismo, los clientes consideran que los familiares y/o los amigos

no aprobarían el uso de los servicios de préstamo prendario (Collard y

Kempson, 2003); la importancia de la discreción en las transacciones se

aprecia al observar que las casas de empeño nunca piden las razones por las

cuales el cliente acudió a la institución (Caskey, 1994; Tebbutt, 1983). No

obstante, el empeño es un método que puede ser utilizado conjuntamente

con otras opciones de financiamiento como son los préstamos de

familiares, amigos o de la pareja (Dominy y Kempson, 2003).

Los incentivos de los hogares para ahorrar en bienes que tienen algún valor

como joyería de oro o plata u otros objetos valiosos, radican en que éstos

no sólo garantizan un depósito de valor sino que además proporcionan

estatus social (Bouman y Houtman, 1988). De esta forma, las casas de

empeño participan en el proceso de intermediación, financiando

frecuentemente el consumo (por las cantidades relativamente bajas que

otorgan), pero también actividades productivas (Fernando, 2003).

La actividad prendaria es redituable ya que, de acuerdo a una investigación

en Rusia, el monto prestado se ubica entre el 40 y el 50% del valor

comercial del objeto, para el cual a veces no se toma en cuenta la marca

sino únicamente el peso del metal convertido en moneda local a precios

internacionales (Patchenkov y Schrader, 2000); sin embargo, en México el

porcentaje es considerablemente menor (alrededor del 25-30%). La

diferencia entre el valor del objeto y el préstamo debe ser suficiente para

cubrir los intereses que se generan en caso de que el pignorante no los

cubra y que por ende pierda la prenda. Debido a que esta diferencia suele

ser importante, los clientes son desincentivados en acudir a estas

Page 31: Fuentes informales de financiamiento

31

instituciones (Caskey, 1991), lo cual pone en evidencia la importancia de

que el personal que ahí trabaja sea entrenado pero sobretodo experimentado

para la valuación de las prendas (Ghee Soon y Soo Choon, 2001; Collard y

Kempson, 2003).

Al contrario de un contrato de crédito, incluyendo los que ofrecen los

agiotistas, para el caso del empeño, el acreedor posee la garantía desde el

comienzo del contrato lo cual facilita la transacción al reducir la búsqueda

de información respecto a la solvencia del deudor y evitando eventuales

costos de monitoreo (Bouman y Houtman, 1988; Skully, 1994). Aunque

esto obliga al acreedor a resguardar la prenda y hacerse cargo de los costos

de almacenamiento, seguro etc…, relacionados con la misma durante toda

la duración del contrato, estos elementos constituyen costos administrativos

que son una parte de la tasa de interés que se cobra al prestatario.

A pesar de los elevados costos que el empeño impone sobre los pignorantes

en comparación con los productos del mercado formal, los individuos

acuden a ellos porque difícilmente pudieran calificar como sujetos de

crédito por parte de una institución financiera (Caskey, 1994). Las razones

que impulsan a acercarse a las casas de empeño se relacionan con una

reducción en el uso de los productos de las instituciones financieras por

parte de los hogares con menores ingresos y menor educación. Asimismo,

el uso de estas alternativas ha sido fomentado por el empeoramiento de la

situación económica como resultado del desempeño macroeconómico

durante la década de los 80. No sorprende que, nuevamente, a raíz de la

crisis económica mundial de 2007-2008, el crédito prendario haya

experimentado una importante etapa de auge.

Page 32: Fuentes informales de financiamiento

32

La importancia de las casas de empeño como fuentes de recursos para las

personas necesitadas se hace evidente en el estudio de Caskey (1991) para

los EE.UU. en donde el número de casas de empeño se asocia

positivamente con el porcentaje de personas en el Estado por debajo de la

línea nacional de pobreza estándar y negativamente con el porcentaje de los

individuos con al menos cuatro años de educación pre-universitaria. En los

EE.UU. el cliente promedio de una casa de empeño tiene un ingreso entre

9,000 y 17,000US$ anual, una edad entre los 18 y 30 años, y

frecuentemente pertenece a una minoría étnica, renta casa y no tiene

cuentas bancarias; en general, tiende a cambiar trabajo frecuentemente.

Según el análisis de Caskey (1994) los recursos que se obtienen a través del

empeño son utilizados para varias actividades, entre ellas reparación de

autos, gastos navideños, compra de comestibles así como medicamentos;

un patrón similar al que presentan los británicos (Collard y Kempson,

2003).

En Filipinas (Lamberte, 1988) las casas de empeño pertenecen al mercado

formal sujetas a regulación y supervisión por el Banco Central; sin

embargo, éstas son las menos reguladas entre las instituciones formales. De

acuerdo al estudio de Lamberte las casas de empeño proporcionan liquidez

a los hogares y pequeños negocios que carecen de ella a cambio de joyas y

otras alhajas; en algunos casos también pequeños electrodomésticos. Los

préstamos en general son de pequeña magnitud y con mayores tasas de

interés respecto a los bancos. Debe señalarse que a pesar de que las casas

de empeño no puedan recibir depósitos se detecta que éstas reciben

Page 33: Fuentes informales de financiamiento

33

préstamos por parte de los bancos que sucesivamente recanalizan a los

hogares o pequeños negocios.

Para India, Bouman (1989) señala la existencia de casas de empeño con y

sin licencia; por lo anterior, las primeras no son parte del mercado informal

al ser supervisadas y reguladas por el gobierno. Sin embargo, los controles

son laxos y el monitoreo es mínimo lo cual les permite amplio margen de

maniobra en el desempeño de sus actividades. En el caso de las casas con

licencia, los préstamos llegan a ser hasta del 90% del valor de la prenda,

aunque más generalmente el monto está cercano al 75% del valor y éste

está en función de la relación entre la casa de empeño y el cliente. Un

nuevo cliente sin recomendación y sin pruebas de que la prenda no haya

sido robada tiene pocas probabilidades de ser atendido. Las tasas que se

manejan sobre prendas de oro varían entre un 2 y 3% mensual, pero para

préstamos de muy corto plazo puede ser sensiblemente mayor. Por otro

lado, para aquellas que carecen de licencia debido a su intrínseca

informalidad es difícil obtener información. Bouman (1989) indica que en

este caso los préstamos son mas bien pequeños y las tasas varían entre un 5

y un 10% mensual, aunque para préstamos de corto plazo puede ser del 1%

por día.

6.5 Conclusiones

Los hogares utilizan los intermediarios financieros informales frente a la

negativa de crédito por parte del sector financiero formal o por auto

exclusión. De tal forma que deben utilizar productos cuyas características

podrían no cubrir sus necesidades de ahorro e inversión, sobretodo en

Page 34: Fuentes informales de financiamiento

34

cuanto a montos, plazos y tasas de interés. No obstante, la informalidad

permite que estos intermediarios presenten una elevada flexibilidad en

proporcionar alternativas financieras y adaptabilidad al entorno que, en

términos comparativos, los hace también atractivos respecto a los

productos financieros estandarizados que proporciona un banco.

A pesar de estas ventajas, si por un lado los intermediarios buscan su

propio beneficio, también es cierto que una gran parte de los clientes no

tienen conocimiento de cómo se maneja un crédito o carecen de una

ordenada administración de sus finanzas (Peterson, 2004). Esta situación,

acompañada por una sobre estimación de la capacidad de pago de las

deudas, puede conducir a problemas de endeudamiento siempre más

perniciosos. El debate en torno al porqué individuos eligen alternativas que

finalmente terminan por perjudicarlos está abierto y el dilema se centra en

torno al hecho de que aunque el individuo prefiera una solución de corto

plazo, a largo plazo el bienestar se reduce de forma importante. Al

respecto, se pone en duda la racionalidad del individuo que en lugar de

elegir lo que más le conviene termina perjudicándose. De esta manera, la

falta de información no sólo termina perjudicando al deudor sino que se

desprenden externalidades negativas que a su vez afectan a terceros. Tal es

el caso de un hogar endeudado que para poder pagar sus deudas se ve

obligado a mudarse a una zona donde las rentas sean más baratas, lo cual

puede estar asociado a un entorno menos favorable en cuanto a seguridad,

consumo de sustancias prohibida, y mayor violencia (Peterson, 2004).

Aunque una mayor educación financiera mejora el manejo de las finanzas

personales, los usuarios que optan por el uso de los servicios financieros

formales tienen características socioeconómicas distintas a las de aquellos

Page 35: Fuentes informales de financiamiento

35

que utilizan la contraparte informal. En particular, debido a que los

primeros normalmente no recurren a los servicios informales, excepto en

algunos casos esporádicos donde las necesidades de recursos impulsan su

uso, analizar una eventual complementariedad entre estos sectores no

parece tener mucho fundamento, al tratarse de mercados segmentados y

enfocados a distintos usuarios. Esto no significa que no pueda haber

movilidad entre estos mercados dependiendo de los cambios en aquellas

variables fundamentales que determinan la entrada o la exclusión del

mercado financiero formal. Para poder lograr una mayor inclusión

financiera que de manera efectiva permita incorporar a los sectores más

vulnerables de la población, de acuerdo al ejemplo del Grameen Bank han

surgido varias empresas microfinancieras que, si por un lado constituyen un

canal para acceder a los recursos, por otro también ponen también nuevos e

importantes retos al sistema financiero mexicano. De esta forma, se está

asistiendo a una importante segmentación del mercado financiero mexicano

bajo la perspectivas geográfica (en cuanto a la dicotomía urbano-rural),

socioeconómica (nivel alto-medio-bajo), de uso (préstamos orientados al

financiamiento del consumo o de la inversión), según el plazo (préstamos

de corto, mediano y largo plazo), y con distintas facilidades de pago

(frecuencia semanal, mensual o según el acuerdo entre las partes) donde el

tema del género resulta ser transversal en la mayoría de ellos. En el futuro

próximo se podrán apreciar los avances en cuanto a inclusión financiera se

refiere que necesitarán también ser acompañados por el robustecimiento de

las instancias gubernamentales orientadas a la transparencia de las

transacciones.

Page 36: Fuentes informales de financiamiento

36

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