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1 PRÓLOGO A lo largo del proceso de descubrimiento y conquista del Nuevo Mundo, las potencias que llevaron a cabo esta labor pusieron en marcha diferentes métodos para establecerse, afincarse y relacionarse con los nativos del lugar. Porqué debemos tener presente estas diferencias?. Confluyen aquí dos factores importantes a tener en cuenta: *A estas tierras llegaron españoles, ingleses, franceses, holandeses, etc. Todos movidos por el mismo deseo de conquista, afanados en la obtención de riquezas, ya sea en metales, en extensiones de tierras, y en otros casos, la satisfacción de alcanzar un título nobiliario que en su Europa natal no obtendría por no pertenecer a una familia de abolengo. En cualquiera de los casos, cada europeo trajo su impronta, su cultura, su religión y su propia concepción de derechos, libertad, igualdad y valor de la vida humana. Lo más importante fue esto último: diferenciar lo que es humano de lo que no lo es. *América no estaba desierta. Aquí vivían numerosas tribus de nativos que en determinadas regiones de su vasta extensión llegaron a establecer verdaderas civilizaciones imperiales, o simplemente, convivían con su entorno como nómadas y semi nómadas. En cualquiera de los casos también tenía su propia cultura y cosmogonía. Diferentes conquistadores, diferentes nativos, distintos climas, distintas geografías; como en un cálculo matemático de combinaciones y permutaciones este proceso se llevó a cabo estableciendo múltiples relaciones entre sus protagonistas. Así como la conquista fue violenta y pacífica (las Misiones Jesuíticas), también así fue la dominación; encontrando diferentes regionalismo según sean los conquistadores y los conquistados. Siempre con la constante de la superioridad de los primeros sobre los segundos. Por lo tanto en este pequeño aporte trataremos de ver como se llevaron a cabo los sometimientos regionales, y, cómo y porqué

Indios y negros en la América Colonial

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PRÓLOGO

A lo largo del proceso de descubrimiento y conquista del Nuevo Mundo, las potencias que llevaron a cabo esta labor pusieron en marcha diferentes métodos para establecerse, afincarse y relacionarse con los nativos del lugar.

Porqué debemos tener presente estas diferencias?. Confluyen aquí dos factores importantes a tener en cuenta:

*A estas tierras llegaron españoles, ingleses, franceses, holandeses, etc. Todos movidos por el mismo deseo de conquista, afanados en la obtención de riquezas, ya sea en metales, en extensiones de tierras, y en otros casos, la satisfacción de alcanzar un título nobiliario que en su Europa natal no obtendría por no pertenecer a una familia de abolengo. En cualquiera de los casos, cada europeo trajo su impronta, su cultura, su religión y su propia concepción de derechos, libertad, igualdad y valor de la vida humana. Lo más importante fue esto último: diferenciar lo que es humano de lo que no lo es.

*América no estaba desierta. Aquí vivían numerosas tribus de nativos que en determinadas regiones de su vasta extensión llegaron a establecer verdaderas civilizaciones imperiales, o simplemente, convivían con su entorno como nómadas y semi nómadas. En cualquiera de los casos también tenía su propia cultura y cosmogonía.

Diferentes conquistadores, diferentes nativos, distintos climas, distintas geografías; como en un cálculo matemático de combinaciones y permutaciones este proceso se llevó a cabo estableciendo múltiples relaciones entre sus protagonistas.

Así como la conquista fue violenta y pacífica (las Misiones Jesuíticas), también así fue la dominación; encontrando diferentes regionalismo según sean los conquistadores y los conquistados. Siempre con la constante de la superioridad de los primeros sobre los segundos.

Por lo tanto en este pequeño aporte trataremos de ver como se llevaron a cabo los sometimientos regionales, y, cómo y porqué fue necesario la inclusión de un tercer elemento al binomio inicial: el negro del África.

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Los conquistadores y su relación con los nativos

Como todos ya sabemos, en Europa, la noticia de la llegada de Cristóbal Colón en 1492 a las Indias, trajo no sólo asombro y confirmaciones, sino también, despertares. Sobre todo en lo que ambiciones respecta. Movidos por la noticias de las abundantes riquezas, numerosos monarcas del Viejo Mundo pusieron manos a las empresas de viajes transoceánicos y sobre todo de conquista. La Iglesia no quedo excluida en esta labor por dos grandes motivos: las cortes europeas en su mayoría eran católicas, y por la noticia de que en las “nuevas tierras” se encontraban muchos nativos infieles. Por lo que fueron enviados también numerosos misioneros para llevar a cabo un proceso de evangelización.

Muchos autores hacen referencia a un “choque de culturas”; podríamos decir que en un primer momento el pensamiento europeo se vio sacudido por preguntas acerca de cómo tratar a estos nativos, que en muchos casos eran considerados paganos (por carecer de principios cristianos), se cuestionaban si debían ser bautizados, si serían dignos de ser salvos como consecuencia de la impiedad que tenían. Paradójicamente la Iglesia, que solía condenar a todo aquel que no era creyente, calificándolo de hereje, pensaba que debían ser, los nativos de estas tierras, considerados humanos, recibir el bautismo, y ser instruidos en las enseñanzas de Cristo.

Para Osborne los pensadores europeos se sumían en cuestionamientos tales como: si eran de la misma clase de humanos como ellos pero sin el beneficio de la civilización; si eran en esencia iguales o estaban en un grado inferior del ser. (Osborne Roger- Civilización. Una historia crítica del Mundo Occidental- Edit. Critica- Barcelona, España 2007- Pág. 282).

Otros justificaban su accionar haciendo eco de los pensamientos de San Agustín en cuanto a que los humanos incivilizados, podían ser víctimas de los bajos instintos y deseos, por lo que debían ser civilizados o destruidos. (Id. Pág. 292).

Lo cierto es que mientras este debate ideológico se llevaba a cabo, crecía la competencia entre potencias europeas por el dominio de las nuevas tierras, llegando con sus naves, con sus armas, sus ejércitos y con una sola ambición: hacerse ricos. Este deseo, que parece natural en el hombre, esta oprimido en el corazón del hombre europeo, por razones sociales, religiosas. Es de recordar que la posición social se alcanzaba a través de la espiritualidad, sabiduría o gallardía. Ahora en la Europa del siglo XV, la posición y el poder se obtenían por el dinero.

Sabido es que los nativos de este continente se encontraron en situación de inferioridad frente a las armas del hombre europeo, y frente a la ambición desatada ante las noticias de las riquezas que América ofrecía; por lo que, como comúnmente se dice: el nativo fue conquistado “por las buenas o por las malas”.

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Muchas tribus de nativos debido a su grado de belicosidad eran exterminadas, otros podían ser sometidos. Tenemos dos grandes ejemplos: la conquista de los aztecas en México y los incas en Perú, lideradas por Cortés y Pizarro respectivamente.

Cortés llega a América en 1506, se instala en La Española, los aborígenes del lugar ya estaban diezmados por las matanzas y las enfermedades, se provee de un buen número de nativos en condición de esclavos para el trabajo agrícola. No había límite para el maltrato, violaciones o torturas hacia el aborigen. Incluso se los dejaba morir de hambre. Bartolomé de las Casas escribió que había asistido a la muerte de miles de indios por esta causa.

Al llegar al continente Cortés entro en contacto con tribus mayas, el nivel de desarrollo de estos era superior a los nativos de las islas; asemejo sus construcciones a las existentes en ciudades españolas; pero fue expulsado de allí, por lo que continuó su viaje al Norte, donde recibió noticias sobre el imperio llamado México. Ahora el conquistador tenía medios económicos para financiar su propia expedición y pagar un ejército que lo secundara. Entre 1519 y 1521 alcanzó la ciudad de Tenochtitlan, corazón del imperio azteca; construída en medio del lago, con puentes levadizos, viaductos y jardines flotantes, palacios y mercados; se calculaba una población de 250 mil personas. Moctezuma, su emperador, acogió a los visitantes, pero fue tomado rehén; este hecho se agravó con una matanza desencadenada por unos soldados. Culminó con la muerte del emperador en manos de Cortés; quien regresó seis meses después para dar la estocada final al imperio. El móvil: el oro azteca.

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Ubicación del Imperio Azteca. Actual territorio de México.

Representacion de los jardines flotantes.

Hacia 1527 Francisco Pizarro, quien se había hecho de una fortuna gracias al oro de Panamá, viajo por la costa oeste del continente, hacia el sur. En 1528 llega al imperio Inca, que según testimonios de los soldados que le acompañaron era seres civilizados y racionales. A la muerte del Gran Inca, por la peste, hubo fragmentaciones hereditarias, esto fue aprovechado por Pizarro que había recibido del Rey Carlos el consentimiento de conquistar y gobernar Perú en nombre de la corona española, mediante las joyas que el conquistador le había llevado como ofrenda desde América.

El navegante entró el Imperio Inca con caballos, pólvora y espada, a pesar del sometimiento de Atahualpa, el nuevo emperador, los españoles saquearon sus templos, robaron su oro, violaron, torturaron y humillaron a los nobles y sus mujeres. De esta manera el pueblo fue subyugado.

Ubicación en América del Sur del Imperio Inca Muerte de Atahualpa.

Otro factor importante que diezmo la población nativa de América fue introducción por parte del europeo de virus frente a los cuales los aborígenes no tenían defensa biológica; así fue que la viruela entre otras, diezmaba la demografía autóctona. Osborne aporta datos acerca de esto, diciendo que en el siglo XVI murieron varias decenas de millones de nativos americanos como consecuencia de las enfermedades traídas por los europeos.

Estos ejemplos de colonizadores no eran el común denominador. La colonización de las tierras americanas, como así también, la cruel represión contra los nativos, fue posible mediante una organización por parte del estado español, en lo que respecta a sus dominios coloniales en América. Otra fue la realidad de las colonias francesas, portuguesas o inglesas como veremos

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más adelante. Lo cierto es que Carlos V y Fernando VII, más allá de tener problemas en el viejo continente, supieron mantener un férreo control en cuanto a la circulación de bienes y la imposición de cánones aduaneros para todo el comercio con su “gran colonia americana”; estableciendo su centro impositivo en Sevilla.

Cabría la pregunta del porqué el español conquistaba con violencia al aborigen americano. Richard Konetzke en su libro America Latina “la época colonial”, hace una referencia a esto explicando el método utilizado por los Reyes Católicos en la expulsión de los moros de la Península Ibérica: desalojaban a los vencidos de sus residencias, eran llevados prisioneros y tratados como esclavos para luego ser vendidos bajo esta condición para compensar gastos de guerra y mantención del ejército.

De esta manera Colón envió nativos a España para proveer mano de obra barata y, así, resarcir de alguna manera los gastos de las expediciones. De manera sorprendente en 1495 los Reyes Católicos declararon libres a los nativos ordenando a los viajeros:

“no fuesen osados de prender ni cautivar a (…) personas de los indios de las dichas islas y tierra firme de dicho mar Océano para traer a mis Reinos ni para llevar a otras partes algunas, ni les ficiesen otro ningún mal ni daño en sus personas ni en sus bienes” (Konetzke, Richard – Historia Universal, América Latina, La época colonial- Edit. Siglo XXI- Madrid, España- 1984, Cap. 6- pág. 154).

Surgen así, encuentros y desencuentros entre teólogos, filósofos, la Corona llevando la esclavitud a un cuestionamiento moral. Para la Iglesia esto consistía un freno al proceso de evangelización. Esta disyuntiva fue aprovechada por la monarquía para establecer un control más firme sobre los conquistadores y así cimentar su autoridad. La violación de los principios establecidos para el trato del nativo servía de pretexto para accionar sobre las autoridades coloniales; se podría concluir que era utilizado como un sistema de gobierno por parte de los reyes.

Se permitía la esclavitud, sólo en casos de “guerras justas”; pero: cuándo la guerra es justa? En muchos casos los conquistadores se valían de esa excusa para esclavizar al indio. En 1513 por decisión oficial se estableció el Requerimiento, documento real que debía ser leído ante un intérprete al llegar a tierra, contenía una explicación de los orígenes del mundo y del hombre, la donación del Papa de las tierras a los reyes de España, y la exhortación a los indios de aceptar del cristianismo, so pena de ir a una guerra cuya consecuencia sería la esclavitud de hombres, mujeres y niños. Obviamente esto se llevaba a cabo ante un escribano que acompañaba en la navegación; de esta forma se justificaba la “guerra justa”.

Bartolomé de las Casas, que había llegado a la Española en la expedición Nicolás de Ovando, en 1502 y ordenado sacerdote en 1506, denunciaba estos requerimientos como “injustos y de derechos nulos”. El Consejo de Indias trataba de encontrar nuevos caminos para establecer leyes que garantizaran la vida pacífica entre conquistadores y aborígenes americanos, pero muchos europeos se basaban en concepciones aristotélicas acerca de la condición de bárbaros de los nativos y que estaban destinados a servir e inclusos ser esclavizados.

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Cierto es que hay que establecer diferencias étnicas en el “Nuevo Mundo”, por lo que, por ejemplo, en 1503 Isabel, reina de España, ordena atacar y vender como esclavos a los caribes por tener costumbres antropófagas; lo mismo ocurría con los indios pijaros en la provincia de Popayán (sobre la costa oriental de la actual Colombia), que atacaban, hacían prisioneros y devoraban tanto a españoles e indios. Por otro lado está la realidad de los Imperios Aztecas e Incas, entre otros (como etnias pacíficas o menos belicosas); muchos se escudarán bajo el pretexto de que éstos guerreaban, esclavizaban o hacían sacrificios. Osborne nos aclara en su libro “Civilización, una historia crítica del mundo Occidental”, que las guerras con otras tribus eran bajo reglas ya establecidas, los sacrificios se llevaban a cabo con total respeto por el cuerpo, por lo que se hacía con suma precisión; éstas prácticas eran verdaderos rituales sagrados, por lo tanto, estos nativos quedaron perplejos e impotentes ante el proceder violento de la “guerra justa” del invasor.

Muchas fueron las leyes establecidas, muchas las denuncias, sobre todo por parte de los sacerdotes eclesiásticos, contra el abuso infligido hacia los nativos, pero lo cierto es que muchas veces las autoridades monárquicas cedían a las escusas y “regalos” de las autoridades coloniales para justificar la esclavitud ante la falta de mano de obra, la demanda de mayor producción agrícola o extracción de minerales por parte de la corona y para obtener las ganancias que le harían posible el colonizador pagar los tributos al rey.

Bartolomé de las Casas, como anteriormente habíamos dicho, fue ordenado sacerdote en América, desde su llegada, fue testigo de los abusos, denunciándolos a la Corona y al Consejo de Indias; escribió acerca de las grandes condiciones que tenían para acercarse a Dios, como así también de las crueldades de las que eran objetos:

“(…)Son así mesmo las gentes más delicadas (…)y que menos pueden sufrir trabajos, y que más fácilmente mueren de cualquier enfermedad, que ni hijos de príncipes y señores entre nosotros, criados en regalos y delicadas vidas, no son más delicados que ellos. (…) son también gentes paupérrimas y que menos poseen y quieren poseer de bienes materiales (…), muy capaces y dóciles para toda buena doctrina, aptísimos para recibir nuestra sancta fe católica (…)”. De las Casas, Bartolomé- Brevísima relación de la destrucción de las Indias – Ediciones Nuevo Siglo- Bogotá, Colombia- 1995- Pág. 18.)

Haciendo referencia a la isla de Cuba y los sucesos acaecidos a un cacique cuenta: “(…) anduvo siempre huyendo de los cristianos desde que llegaron a la isla (…), como quien los conocía y se defendíase cuando los topaba. (…) huía de gente tan inicua y cruel, y se ofendía de quien lo quería matar (…) a toda su gente y generación, lo hobieron vivo de quemar. Atado al palo decíale un religioso de Sant Francisco (…)algunas cosas de Dios y de nuestra fe, el cual nunca jamás las había oído, lo que podía bastar aquel poquillo tiempo que los verdugos le daban y que si quería creer (…)iría al cielo (…), y, si no, que había de ir al infierno a padecer perpetuos tormentos y penas. Él, pensando un poco pregunto al religioso si iban cristianos al cielo (…) Dijo el cacique que no quería él ir allá sino al infierno por no estar donde estuviesen (…) tan cruel gente. Ésta es la fama y honra que Dios y nuestra fe ha ganado con los cristianos que han ido a las Indias.” (Id. Pág. 34).

Con respecto a lo ocurrido con el pueblo Azteca dijo: “(…) tiranías grandísimas y abominables que éstos hicieron en la ciudad de México (…) donde muertas infinitas gentes, pasó delante

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esta su tiránica pestilencia, y fue a cundir e inficionar y asolar a la provincia de Pánuco (…) estragos y matanzas que hicieron (…) Contar los estragos y muertes y crueldades (…) sería sin duda una cosa dificilísima de decir, y trabajosa de escuchar”. (Id. Pág. 53).

Fray Bartolomé de las Casas, apodado “el defensor de los nativos”.

Representación del martirio de un nativo y la predica del sacerdote para la salvación de su alma.

Bajo el dominio de la corte portuguesa también fue la Iglesia la que libro una lucha contra la esclavitud de los nativos, especialmente las órdenes jesuíticas, declarando ésta práctica “inicua y brutal”, lo que desencadenó enemistad entre la aristocracia de plantadores y los inmigrantes blancos. En 1639 un Bula Papal prohibió la esclavización de indios, bajo pena de excomunión. Posteriormente fue Pombal quien procuro suprimir la esclavitud de indios en Brasil, pero fue en 1758 cuando se decretó la libertad absoluta, sin excepción, su equiparación jurídica con respecto a los blancos y se fomentó el casamiento mixto. En 1808 se retomó una ofensiva guerra contra indios salvajes y su esclavización.

Todo llevó a que se establecieran diferentes reglamentos y formas para el trabajo de los nativos basándose en los regionalismos, las necesidades imperantes en el momento y atendiendo a los reclamos de los conquistadores en cuanto a las recompensas ofrecidas por sus servicios a la Corona.

La encomienda era una forma de trabajo no libre. Debido a que los españoles y portugueses no estaban aptos para el trabajo manual debido al clima, y a la organización social, la fuerza de trabajo recaía sobre el nativo; sin producción la tierra carecía de valor, más aun sabiendo que las regiones de la América Marginal no tenían grandes riquezas en oro y plata. Los europeos ávidos de riquezas se apoderaban de tantos indios como necesitaban para las tareas hogareñas, agrícolas o de extracción en las minas. Pero el nativo no estaban naturalizados con la fatiga y la rutina, los conquistadores vieron en esto un signo de holgazanería, justificando la coerción para sacarlos de la pecaminosa ociosidad. Sin embargo, la voluntad de los reyes era que indios y europeos vivieran juntos y debían ayudarse, unos trabajando (el indio) y otros evangelizando y civilizando (el europeo).

Cada cacique debía mandar cierta cantidad de miembros de su tribu para el trabajo, y, a cada uno se le garantizaba un pago por su jornal y alimentos. La Reina Isabel había ordenado que si

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bien el indígena estaba obligado a trabajar, se le debía tratar como seres libres y no como serviles.

Esto podría haber ocurrido si los colonizadores y nativos vivían en una relación con características patriarcales, pero la vorágine económica convirtió la relación en un capitalismo despiadado donde el único interés era obtener las máximas ganancias.

Le fueron entregados a cada español que se afincaba cierta cantidad de indígenas, según sea la posición o reputación del europeo, como fuerza de trabajo. También, era una forma de remunerarles por los servicios que prestaban en las Indias; a esto se le llamó repartimientos. Muchos propietarios tenían muchos nativos adjudicados, tal es el caso de un secretario real que llego a tener 800, o el obispo Fonseca 200. Los tenían mal alimentados y sobre exigidos en sus trabajos. En esta ocasión la Iglesia también se pronunció contra estos abusos en la figura del dominico Antonio de Montesinos; lo hizo mediante un discurso de Advenimiento en 1511 en Santo Domingo; entre otras advertencias, denunció el estado de pecado en que se encontraban por la crueldad y tiranía con que trataban a “esos inocentes”. Este dominico sirvió de influencia a muchos que se convirtieron al sacerdocio. Tal es el caso de Bartolomé de las Casas, del cual ya hemos visto, en parte, su encendida posición en cuanto a las denuncias contra estos atropellos.

Obviamente surgieron posiciones opuestas y alzamientos por parte de los europeos que veían en juego sus intereses económicos. En pos de un acuerdo se dictan las Leyes de Burgos en 1512; una legislación general para las Indias sobre la cual fijar el sistema colonial de España. Por medio de éstas se disponía el fomento de la civilización y la evangelización de los nativos. Se le debía entregar a cada nativo una parcela de tierra, con carácter hereditario, para la producción de sus alimentos, así como también, aves y animales de corral. Los niños que nacieran debían ser bautizados, promover el casamiento de los núbiles, según las costumbres cristianas; se obligaba a la capacitación de un aborigen, y, que éste, a su vez, instruyera a los hijos de caciques. Se le debía entregar una ración diaria de alimentos y en caso de trabajar en las minas la ración debía ser doble. Se fijó los horarios de faena, y los días festivos. Fueron nombrados visitadores para que controlasen la situación de los nativos en las encomiendas, y aún más, llevaban un control de la natalidad y mortalidad.

De esta manera los aborígenes quedaban sujetos a la gleba y permanecían allí aunque cambiara de dueño la hacienda, con otro agravante mayor: debían tributar a la corona por la poca remuneración recibida. Para algunos autores como Konetzke, se institucionaliza la servidumbre a la manera medieval de la vieja Europa, pues era una condición perpetua para el nativo y con un magro rendimiento. Para el poderoso encomendero era alcanzar sus aspiraciones feudales, para la Corona: los indios quedaban bajo la potestad real.

En cuanto a los tributos los nativos preferían hacerlo en oro o plata, antes que víveres, pero esto hacía que en determinados momentos faltasen alimentos en los centros urbanos, por lo que se fijó que se tributara con medios de subsistencias. Estaban obligados a este pago los nativos casados hasta 50 años, los viudos y viudas, y solteros con dieciocho años. Hacia 1618 se eximio de este gravamen a las mujeres, a los que servían en la Iglesia, a enfermos o incapacitados. Pero una vez más, esto no se cumplía, sobre todo en las comarcas alejadas,

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donde los visitadores no llegaban, y eran los encomenderos los encargados de recoger los impuestos.

La diversidad cultural de los nativos hizo que el pago tributario fuera desigual en todas las encomiendas a lo largo de las colonias españolas; los nativos pertenecientes a las llamadas civilizaciones precolombinas estaban acostumbrados a pagar en metales sus tributos, otras lo hacían a través de productos agrícolas o artesanales; pero las más primitivas sólo podían hacerlo por medio de su fuerza de trabajo. Surgiendo así la encomienda de servicios personales o encomienda de repartimiento.

Esto ocurría en las zonas marginales, como Venezuela donde los únicos que podían tributar el especies eran los indios salineros, que entregaban parte de su codiciada producción de sal; elemento esencial para la conservación de las carnes. Los demás estaban sujetos a forzosos trabajos, desde los 12 años los varones, 10 años las mujeres, hasta los 60 años. Similares circunstancias se dieron en la región de Paraguay, donde Domingo de Irala redactó las Ordenanzas sobre repartimientos y encomiendas aclarando que no había allí otra cosa útil que no fuera la mano de obra. Los nativos podían permanecer en sus aldeas pero debían ir junto al encomendero para participar en la construcción de casas o edificios públicos, cultivar, pescar y/o cazar. Sólo podían participar de una forma de comercio por trueque con su encomendero; esta forma de servidumbre se llamó encomienda mitaya, es decir, una forma de mita: que consistía en un alistamiento forzado y por turnos para los distintos trabajos. Los nativos que estaban bajo la encomienda original eran libres, no se les podía vender ni despedir, pero no tenían libertad de movimiento, eran parte de la encomienda que heredaba el sucesor del encomendero. En la región de la cuenca del Plata la cantidad de encomiendas y de indios era muy poco. Estos nativos no aportaban otra cosa que no fuera su fuerza laboral. En otra zona como la de Brasil, no se llegó a establecer esta modalidad de trabajo debido a las prácticas nómadas y primitivas de sus aborígenes.

Tras el descubrimiento de las minas de plata en Potosí, fueron enviados nativos de la región del altiplano andino, muchos encomenderos incluso vendían a sus trabajadores para la extracción del metal, encontrando en estas ventas una fuente de ingreso, otros, los ofrecían como fuerza laboral y así pasar a ser “accionista” de la mina.

Trabajo en las minas.

Para el caso de los antillanos fue establecida la naborías: eran criados domésticos en situación de dependencia, por lo que tenían mejor situación jurídica y de trato que el esclavo. En algunos casos los mismos caciques debían entregar indios en calidad de indios naborías para

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el servicio de los cristianos. Esta forma de servidumbre en la región de Perú llevo el nombre de yanaconas, término quecha que designa al que trabaja como vasallo de la corte inca. Rápidamente la corte española designo a éstos, libres. Pero en virrey Francisco de Toledo en 1572, decidió no llevar a cabo la liberación de los yanaconas, en cambio, sí obligaba a los encomenderos a darles buen trato y quedaban los nativos bajo todas las obligaciones de las encomiendas. Muchos aborígenes huían de sus lugares de origen para formar parte de los yanaconas con tal de no ser llevados a trabajar a las minas, donde el trabajo era agotador en lugares gélidos debido a la altura donde se encontraban las minas; trabajan allí un año y descansaban siete. Debido a la mortandad que se producía de aborígenes de zonas húmedas y cálidas, es que estos quedaron exentos de estas labores. No obstante, a causa de los malos tratos, la poca alimentación y poco abrigo, se produjo un descenso demográfico importante.

El conde Lemos escribió al Rey de España acerca de la extracción en las minas: “Yo descargo mi conciencia con informar a V. Mgd. Con esta claridad: no es plata lo que se lleva a España, sino sudor y sangre de indios” (konetzke, Richard- América Latina, la época colonial – Edit. Siglo XXI- Madrid, España – 1984 – Pág. 187).

En 1554, en una petición de españoles de Perú al rey Felipe, se le solicitó la autorización de utilizar esclavos indios de forma perpetua mediante el pago de una gran suma de oro; Felipe accede a esta petición aun en contra de la voluntad del Consejo de Indias. Para entonces en la Española también escaseaba la mano de obra, por lo que se les permitió cazar indios caribes y tomarlos esclavos. Mayor aun fue la importación de negros provenientes de África; cabe recordar que se les dio la misma denominación y estatus que a los indios: bestias de carga.

La realidad de las colonias francesas, inglesas u holandesas en su relación con los nativos fue más tolerante en los casos en que los nativos fueran dóciles, muchos incluso llegaron a casarse con mujeres aborígenes con la intención de crear una nación unificada. Los franceses que emigraban no eran muchos por lo que no hubo la intención de una dominación de la población autóctona y adaptaban sus vidas a la de los nativos. Roger Osborne aporta que las colonias holandesas ayudaron a la “mescolanza cultural”.(Osborne, Roger- Civilización: una historia crítica del mundo occidental – Edit. Crítica – Barcelona, España, 2007- Pág. 294).

Las colonias inglesas tenían ideas separatistas por lo que no tenían interés en enredar sus costumbres con la de los aborígenes, y les demostraban cierta hostilidad. Incluso despreciaban a aquellos compatriotas que comerciaban con los indios. No obstante en 1763 autoridades británicas demostraban intentos de delimitar las áreas reservadas para los nativos en la zona de los montes Apalaches.

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Integración de los nativos norteamericanos a la vida de los colonos.

Aborígenes del norte de América, su fisonomía, sus ritos, su aliado: el caballo.

Las piezas de ébano

La esclavitud del negro, fue el resultado del desmesurado apetito económico del europeo. Se podría establecer que los primeros en incursionar en esta práctica fueron los portugueses ya que ellos fueron quienes, en el siglo XV, se iniciaron en los largos viajes transoceánicos, abandonando los de cabotaje, para tener la primicia de la nueva ruta hacia las Indias Orientales. Descubrieron que en África no solo se vendía marfil o madera, también se vendían esclavos, obtenidos como prisioneros de guerras tribales.

Reyes Abadie y Perez Santarcieri nos comparten que la práctica de la esclavitud no era una práctica nueva en el continente africano, pero ante el aumento en la demanda de esta mano de obra se aceleró el proceso bajo una ideología no más humana que la de los blancos en el trato de sus semejantes. Los negros transformados en mercancías eran llevados a barrancones en las cercanías de los puertos; allí eran hacinados a la espera de los barcos europeos. Tan prospero era este negocio que muchas veces los blancos instigaban a las tribus a la guerra. (Reyes Abadie, W- Perez Santarcieri, M – Historia de la Cultura de America Latina, El Reino de Indias, 2º parte- Edit. Cordón – Montevideo, Ururguay – Año 1992 – Pág. 79 y 80.)

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Rápidamente fueron utilizados en los cultivos de caña de azúcar (producto de creciente demanda en la Europa de la baja Edad Media) en las plantaciones de las Islas Canarias, Madeira, Azores, Cabo Verde, y Santo Tomé; que ya eran colonias portuguesas y españolas.

En un principio se pensó en volverlos al cristianismo, pero al aumentar la demanda del blanco tesoro, no hubo tiempo para esta práctica, por lo que los sentimientos humanistas quedaron relegados.

Portugal se aventuró hacia el año 1500 en cruzar el Atlántico y hacerse de la costa nordeste del actual territorio de Brasil, convirtiéndolo el 1530 en un centro productor de la caña de azúcar; era un arduo trabajo, los nativos no soportaban las altas y húmedas temperaturas, así como el esfuerzo físico. Esto se agravaba con las pestes que se desataban entre los aborígenes como fruto del contacto con el extranjero. La solución fue traer los esclavos de las islas antes mencionadas; estos ya estaban inmunes a las enfermedades de los blancos. Se calcula que para el año 1600 se producían sólo en Brasil diez mil toneladas de azúcar al año y que contaba con dieciséis mil esclavos negros.

En el siglo XVI se introdujo un sistema de asiento para controlar los esclavos traídos de manera legal; se llamó Carimbo; consistía en una marca de hierro incandescente con se marcaba al negro.

Se podría decir que Holanda se convertía en la competencia en el tráfico negrero de Portugal. El país del norte se había estabilizado políticamente y había desarrollado una gran flota naviera, atiborrando sus bodegas de esclavos. En el siglo XVII, Holanda domina este comercio mundial.

En un comienzo llegaron a la zona de las Antillas, a la isla de Barbados, se los ocupaba en el cultivo del algodón y tabaco, eran tratados como trabajadores contratados y en muchos casos se les otorgaba la libertad a los siete años. Allí se produzco una mezcla de razas. Esta realidad se alteró con la llegada de la caña de azúcar hacia el año 1640. El área a cultivar se extendió, dominando toda la isla, convirtiéndola en la más rica y enviando quince mil toneladas de azúcar al año a Inglaterra. Lo mismo ocurrió en Jamaica, y transformando a Bristol en el puerto esclavista más importante de Inglaterra.

En las colonias del continente americano la situación fue similar, sobre todo en las del sur, como Virginia y Las Carolinas, con el cultivo del tabaco, planta autóctona del lugar, exigiendo mucha mano de obra. También, en un comienzo trabajaban al lado de personal contratado, pero hacia 1660 se prohibió las mezclas de razas, estratificándolas para determinadas tareas. Lo mismo ocurría con las plantaciones caribeñas donde el blanco no tenía contacto con el negro africano, que con el correr de los años se convirtieron en afroamericanos.

En el viejo continente pocas fueron las voces que reclamaban los derechos de los negros africanos o denunciaban los abusos de los que eran victima; claro está, esta actividad redituaba grandes ganancias a los hacendados y a los propietarios de las flotas negreras, por lo que se escondía la brutal verdad a la culta sociedad inglesa. Un claro ejemplo de esta realidad lo describe Harriet Beecher Stowe en su novela “La cabaña del tío Tom”, publicado en 1852; allí vemos la cruel vida de los esclavos en las plantaciones de las colonias del sur.

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Recién en el año 1807 Inglaterra introdujo la abolición del tráfico de esclavos en el Atlántico. Estados Unidos le siguió en 1808; aunque entre 1810 y 1860 un millón de esclavos fueron trasladados entre los estados hacia el sur, donde aún se admitía esta práctica. Fue un brutal proceso donde las familias eran separadas, destinadas a distintas plantaciones, según el antojo de los vendedores o hacendados.La sociedad sureña se sustentaba en la esclavitud, donde se les imponían crueles castigos de manera habitual. Nunca se castigaba a un blanco por torturar a un negro.

Osborne nos trae el testimonio de Samuel Howe, pedagogo, en 1846. Durante una visita a una prisión de Nueva Orleans vio a una joven negra que era azotada mientras permanecía sujeta a un poste: “…Cada latigazo le arrancaba una tira de piel (…) Era una prisión pública (…) el castigo estaba autorizado por la ley (…) su amo la había traído para ser azotada (…) simplemente por capricho (…) Y podía traerla día tras día (…)”. (Osborne, Roger – Civilización- Una historia crítica del mundo occidental – Edit. Crítica – Barcelona, España – Año 2007 – Pág. 306).

Existían relaciones menos duras, como la que se daba en la Habana; en algunos casos el negro llevaba una vida menos dura, más sencilla. Recibía una primaria instrucción religiosa, era bautizado, llevados a una hacienda, donde vivía en cercanía a su amo y su familia, pudiendo tener días festivos donde practicaban bailes.

Los esclavos domésticos se ocupaban de las tareas hogareñas de sus amos, de los ingenios azucareros; los de tala se dedicaban a la agricultura, éstos muchas veces estaban bajo la vigilancia de un capataz -mestizos, en la mayoría de los casos- que los trataba con crueldad y dureza; los jornaleros eran alquilados por sus amos para labores en propiedades de otros hacendados. Esto se dio sobre todo en las Antillas.

Más allá de que se establecieron leyes en la América Española, los resultados eran escandalosos; especialmente en el trato de las mujeres que eran empleadas para la venta callejera, exigiéndoles el pago de un tributo, sin importar si vendían o no; en la mayoría de los casos eran sometidas sexualmente para cumplir el pago de este gravamen. En el caso del hombre, recurría al robo para no ser castigado físicamente.

Pedro Claver fue un jesuita de origen catalán que fue llamado el “Apóstol de los Negros” dedicando treinta años a la evangelización, prestando consuelo y amparo a los negros en Cartagena de Indias. Ni bien llegaba un barco, eran sacados de las bodegas, Claver los describe como “piltrafas humanas”; se los conducía a las “negrerías” donde se los recuperaba para ser luego expuestos a la venta. La realidad de las colonias portuguesas en el Nuevo Mundo no era ajena a esta. Darcy Ribeiro en su obra “La Invención de Brasil” no acerca la cifra de casi diez

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millones de negros que llegaron para ser explotados en las plantaciones de café, cañaverales y las minas; asemejando, la autora, este accionar a un “espantoso molino de gastar gente”.

En el siglo XVIII se favorecieron las leyes de manumisión de esclavos, con algunas otras que incluso se otorgaba con la sola voluntad del amo; en otros casos, el negro podía comprar su libertad, para vivir de labores manuales y pagando tributo.

Los mulatos eran fruto de relaciones extramatrimoniales de blancos con negras esclavas, por lo que eran despreciados por su progenitor, y esclavos también, igual que su madre. Si su padre lo reconocía podía acceder a un nivel superior y dejar de ser servil obteniendo la manumisión. Los zambos eran de origen indio y negro, por lo que su situación era aún peor que la del mulato por atribuírseles “perversos hábitos”, en `palabras de Reyes Abadie y Santacieri.

Anuncio publicado en la prensa cubana de La Habana, en 1839.

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Reflexión Personal

Ciertamente a lo largo de la historia de la humanidad siempre ha existido la práctica brutal de ir unos contra otros en pos de mejores animales para cazar, mejores tierras para cultivar, diferencias religiosas, mayor dominio territorial dentro del cual siempre está implícito el factor económico, mediante la obtención de excedentes agrícolas o en metales preciosos. Hoy podemos decir que también incluimos el “oro negro” dentro de las pretensiones humanas. Sea cual fuere la causa…siempre hay un justificación a nuestro proceder.

Sin duda que la historia es la herramienta fundamental, mediante la cual podemos refrescar nuestra memoria de un pasado que a veces nos es lejano, pero que ha dejado documentos que hacen valederos todos los ecos que de allí nos llegan. De esta manera, es nuestra, la obligación de tomarlos y hacerlos nuestros, para dejar de ser protagonista de justificaciones injustificables.

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Glosario

Abolengo: Se refiere a la ascendencia de una persona, en especial, si es ilustre; y/o también a la herencia recibida de antepasados.

Advenimiento: Se entiende por advenimiento a la llegada de un acontecimiento esperado, importante. El término se emplea también para referirse al ascenso de un nuevo monarca a la corte o un nuevo Papa.

Advenimiento también es sinónimo de llegada, aparición o venida.

Antropófagos: Adjetivo con que se califica al salvaje que come carne humana.

Belicosidad: Es la tendencia que tiene un grupo a reaccionar de manera agresiva o violenta.

Cabotaje: Tráfico marítimo comercial, o de exploración que se lleva a cabo a lo largo de las costas de un territorio.

Disyuntiva: Se dice de aquello que tiene la capacidad de desunir o separar elementos, o integrantes en una relación. Sinónimos de disyuntivo son: alternativa, dilema, opción.

Ébano: Árbol muy preciado por la dureza de su madera y por su incomparable color negro.

Manumisión: Concesión de la libertad a un esclavo.

Paupérrima: Dícese de la persona que vive en condiciones muy pobres.

Permutaciones: Del verbo permutar: cambiar el orden o disposición entre dos cosas. Cambiar una cosa por otra.

Piltrafas: Se le atribuye a las personas que están en muy mal estado. También se le atribuye a aquellos residuos o desechos y/o carne magra destinada para alimentar a los perros.

Relegado: Del verbo relegar. Sinónimo de apartar, posponer.

Subyugado: Someter, dominar poderosamente.

V. Mgd : Abreviatura de Vuestra Magestad.

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Bibliografía consultada

Reyes Abadie, Washington – Pérez Santarcieri, Ma. Emilia – Historia de la Cultura de América Latina, 2º parte “El Reino de Indias” – Edit. Cordón – Montevideo, Uruguay – Año 1992.

Osborne, Roger – Civilización: Una historia crítica del Mundo Occidental – Edit. Crítica – Barcelona, España – Año 2007.

Konetzke, Richard – Historia Universal: América Latina “La época colonial” –Edit. Siglo XXI – Madrid, España – Año 1984.

En la web:

http://diccionarios.elmundo.es/