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Iglesia San Francisco. Es la más antigua de Cajamarca. No se conoce con exactitud la fecha en que se inicio su construcción, pero sí se sabe que fue terminada en 1579, y era de “piedra menuda de cantería y ladrillo, muy larga y angosta con techo de madera y ladrillo”. Refiriéndose a ella un documento del siglo XVI, dice: “hay en este pueblo de Cajamarca una de las mejores iglesias y, en pueblo de indios ninguna como ella” Añadiendo: “y con ser bien grande y capaz la iglesia, no cabe la gente en ella por ser infinita la que hay”. Según el citado documento, la iglesia fue costeada por Sebastián Ninalingón y existió desde 1562, siendo útil hasta 1687, año en que fray francisco del risco la hizo demoler porque “amenazaba ruina”. El actual templo se empezó a construir en 1699, bajo la advocación de San Antonio de Padua, empleándose para ello las piedras labradas que existían en el llamado solar del inca o casa de la serpiente, de propiedad de Antonio astopilco, alcalde de naturales de Cajamarca. Las demás fueron extraídas del cerro Santa Apolonia. El autor e iniciador de la obra fue el alarife español, Matías Pérez Palomino, habiéndola continuando los arquitectos José Manuel Cristóbal de Vera y Francisco Tapia. Su fachada aunque más sobria que la de Santa Catalina (catedral), no deja de ser imponente. Presenta profusos adornos como los consabidos racimos de uvas, entre los que asoman angelitos o niños desnudos, y muros

inglesias de cajamarca

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Page 1: inglesias de cajamarca

Iglesia San Francisco.

Es la más antigua de Cajamarca. No se conoce con exactitud la fecha en que se inicio su

construcción, pero sí se sabe que fue terminada en 1579, y era de “piedra menuda de

cantería y ladrillo, muy larga y angosta con techo de madera y ladrillo”. Refiriéndose a

ella un documento del siglo XVI, dice:

“hay en este pueblo de Cajamarca una de las mejores iglesias y, en pueblo de indios

ninguna como ella”

Añadiendo: “y con ser bien grande y capaz la iglesia, no cabe la gente en ella por ser

infinita la que hay”. Según el citado documento, la iglesia fue costeada por Sebastián

Ninalingón y existió desde 1562, siendo útil hasta 1687, año en que fray francisco del

risco la hizo demoler porque “amenazaba ruina”. El actual templo se empezó a

construir en 1699, bajo la advocación de San Antonio de Padua, empleándose para ello

las piedras labradas que existían en el llamado solar del inca o casa de la serpiente, de

propiedad de Antonio astopilco, alcalde de naturales de Cajamarca. Las demás fueron

extraídas del cerro Santa Apolonia.

El autor e iniciador de la obra fue el alarife español, Matías Pérez Palomino, habiéndola

continuando los arquitectos José Manuel Cristóbal de Vera y Francisco Tapia. Su

fachada aunque más sobria que la de Santa Catalina (catedral), no deja de ser

imponente. Presenta profusos adornos como los consabidos racimos de uvas, entre los

que asoman angelitos o niños desnudos, y muros completamente almohadillas, con

nueve imágenes de piedra en las intercolumnas, y dos ángeles con trompetas que

sostienen la tiara papal. Su estilo es barroco con ciertas reminiscencias platerescas.

El interior es de estilo renacimiento español, por afectar la forma de cruz latina. Tiene

características catedralicias, ya que consta de tres portadas fronterizas, que sirven de

acceso a cada unas de las naves.

La nave central, colocada a mayor altura que las laterales, es de cañón con lunetos,

encontrándose a lo largo de la misma, modillones donde se encuentran las ventanas

que dan luz al interior del templo. Las naves laterales exhiben imágenes importantes

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como las de San Quirino, San Antonio de Padua y la virgen del rosario. Entre los altares

descuellan los del lado del crucero que son originales, dorados con pan de oro y estilo

barroco. El que mira a la nave de la epístola (derecha), muy cerca de al puerta de la

capilla de la Virgen de los Dolores, ostenta pinturas del siglo XVII. Pueden admirarse,

así mismo, cuadros de estilo cuzqueño que representan pasajes de la vida de al virgen

y que penden de las columnas del templo.

En 1975 uno de los claustros del convento franciscano fue acondicionado como museo

de arte religioso y pinacoteca.

Capilla de la virgen de los dolores.

Adosada a una parte de la nave de la epístola de la iglesia de San Francisco, se halla la

capilla de la virgen de los dolores o de nuestra señora de la soledad como

primitivamente se la denominó. Su construcción data de 1722, año Juan fray de la

Caba y zelada dio i su fabrica la que, presumiblemente, fue dirigida por Matías Pérez

palomino.

Al decir de los entendidos es uno de los monumentos de mayor belleza a interés que

existe en la ciudad. Aprovechando la docilidad de la piedra, se han escupido en los

lados del altar mayor “la cena” y el “lavado de los pies”. En lo alto de las ventanas y

con la misma técnica, hay escenas del nacimiento, la adoración de los reyes, la huida a

Egipto, Jesús entre los doctores, la flagelación, el Ecce-Homo y la oración del huerto;

en los costados del arco que sostiene el coro, la anunciación, con la virgen a un lado.

Arrodillada y al otro, el arcángel San Gabriel.

Descuella dentro de todo este conjunto, la imagen de la virgen de los dolores, patrona

de la ciudad de Cajamarca, proclamada en 1942, con motivo del congreso eucarístico.

Su altar original fue construido en el siglo XVIII y costeado por el corregidor de

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Cajamarca, general Álvaro Gaspar Enríquez. El actual es de estilo gótico y facturado,

posiblemente, a mediados de 1800.

Al lado izquierdo, y la parte superior de al pared, existen tres cuadros del siglo XVII, de

autores anónimos, que representan los milagros de al virgen dolorosa,

La iglesia y convento de san francisco fueron declarados monumentos históricos por

R.S. 2900-72-ED, de 28 de diciembre de 1972, con la denominación; “Iglesia de nuestra

Señora de los Dolores”.

De fachada sencilla y sobria elegancia, contrasta nítidamente con la profusión de

adornos que presentan las otras iglesias de Cajamarca. Tanto la iglesia como el

convento constituyen el mas grande conjunto arquitectónico colonial de nuestra

ciudad.

Por escritura de obligación, de 6 de diciembre de 1650, varios vecinos de al ciudad de

Cajamarca se comprometieron a costear una “iglesia y casa de recolección (de adobe),

la iglesia con las capillas que se señalasen y la casa con doce celdas y clausura,

refectorio,repostería, huerta, cocina y demás oficinas y cosas necesarias a la dicha

casa…”

Con posterioridad, el 7 de agosto de 1660 y para el mismo fin, el cacique Juan Bautista

Astopilco, dona un terreno de 163 varas de largo por 23 de ancho, próximo a la ermita

de San Sebastián. En base a este donativo, el 26 de julio de 1666 los vecinos otorgaron

poder al regidor de la ciudad de los reyes, Pedro Álvarez Espinoza, para obtener del

virrey Pedro Antonio Fernández de castro, conde de lemos, la licencia requerida que

fue concedida el 14 de enero de 1668. Los trabajos se iniciaron el 14 de julio del mismo

año y concluyeron en 1678. La iglesia fue terminada en 1671, habiendo intervenido en

su construcción y factura del retablo principal el arquitecto y tallador Juan de Céspedes

y Ledesma. El obispo de Trujillo, Jaime de Mimbela la consagro en 1736.

El convento de la recoleta

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El convento de la recoleta es uno de los mejores de su género. Supreso el 9 de abril de

1827, su local fue destinado por ley de 11 de noviembre de 1829 para el

establecimiento de un colegio de ciencias con todas sus fábricas, derechos e iglesias y

así como las rentas de los demás conventos supresos. A partir de 1831 y hasta 1954

funciono allí el colegio “san ramón” y, posteriormente, la escuela normal de mujeres

santa teresita y el colegio dos de mayo. Durante la guerra con chile fue incendiado,

pero sin sufrir mayores daños.

El interior del templo es de una sola nave, techada con bóveda de cañón. Según García

Bryce, “la planta y forma espacial del templo se asemejan a las de belén, sin embargo,

la similitud no va más allá de la estructuración del espacio, ya que, salvo las usuales

mol duraciones en los arranques es llana y desprovista del rico adorno que le da a

Belén y a la Dolorosa su singular atractivo”. Conserva valiosas obras de arte como la

bella imagen de San Sebastián, patrón del barrió del mismo nombre y la no menos

hermosa de Jesús Nazareno, que primitivamente perteneció a la desaparecida ermita

de ese nombre. Sus antiguos altares desaparecieron durante la invasión chilena, el año

de 1882.

Iglesia de belén.

La iglesia del hospital de nuestra señora de la piedad, particularizada como iglesia de

belén, es probablemente la más interesante muestra de arquitectura religiosa colonial

de Cajamarca. Perteneciente al barroco decorativo peruano y, aunque sin término, lo

está en mayor grado que los demás templos de la ciudad. La primitiva iglesia, “parece

que solo fue una capilla de adobe y madera improvisada por el padre Rodrigo de la

Cruz”.

La construcción en cantería del actual templo y convento, se inició en 1699 y después

del pleito sostenido con los franciscanos por la cantera de Santa Apolonia, la iglesia fue

terminada el 18 de mayo de 1744”, “siendo maestro de esta obra Joseph Morales en

los pedestales de las imágenes de la fe y la caridad que coronan la fachada.

Su impresiónate estructura de piedra ofrece un interesante contraste entre las bases

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sobrias y macizas de sus torres y cuerpo central delicadamente tallado. Para Wethey

“la fachada de belén tiene el honor de ser la más completa entre las iglesias

contemporáneas de Cajamarca; además de ser una creación original es diseño y

detalle,, las columnas salomónicas tienen talla de hojas de vid completamente

distintas de las columnas de la catedral y san francisco… de mucha hermosura es el

manejo del riceau, es decir, la vid formando curvas rítmicas que encierran flores y

hojas estilizadas. Su decoración es de mayor calidad que la de la catedral. Donde

podemos reconocer detalles idénticos”.

En el interior que es de una sola nave, hay puertas hermosísimas talladas en madera

de cedro de Nicaragua. Sin embargo lo que más sorprende y deslumbra, es el derroche

de relieves policromas en la piedra; casi no hay lugar donde no hallemos rombos,

adornos pintados en rojo, verde, blanco y amarillo; guerreros con yelmos, evangelistas

que casi se desprenden de las pechinas del crucero, y ángeles con grandes ojos que

con sus brazos en alto parecen sostener al gran cúpula policroma. Destacase, así

mismo, el púlpito con escaleras de caracol, donde se aprecian efigies en relieve,

pintadas también con colores, el primitivo altar mayor hoy desaparecido fue

construido en 1793, en madera de cedro, llegando su costo a al suma de 560 pesos y 2

reales; el que actualmente presenta, es de estilo neoclásico y posiblemente facturado

a mediados del siglo XIX. La capilla de santa Barbará, dedicada hoy a san Sebastián y

que se encuentra bajo el coro, en la nave del evangelio, ostenta un hermoso altar

tallado en piedra, donde se encuentra un pequeño cofre que contiene algunos restos

óseos y reliquias del santo mártir San Sebastián III traídas por fray Rodrigo de la cruz,

fundador del hospital.

Adyacente a la iglesia se halla el antiguo hospital de varones y a su frente, calle por

medio, el hospital de varones y a su frente, calle por medio, el hospital de mujeres,

que representan un curioso y probablemente el único ejemplo de la arquitectura

hospitalaria medieval injertada en el Perú. La iglesia de belén fue declarada

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monumentalmente nacional por ley 94441 y los hospitales por R.S. Nª2900-71-ED de

28 de diciembre de 1972.

Iglesia de santa catalina.

Es sin duda el monumento religioso de mayor proporción y el más representativo

oficialmente. Pertenece al mismo grupo y al mismo estilo arquitectónico que los

templos de belén y san francisco.

Santa Catalina (hoy catedral) fue edificada en el solar de la antigua casa de justicia que,

a mediados del siglo XVII, ocuparon los corregidores Eugenio de Segura y Martin de la

Riva Herrera. Se desconoce cuándo se inicio su construcción, pero la real cédula del 26

de diciembre de 1665, que ordenó el establecimiento de una parroquia de españoles

en la ciudad de Cajamarca, elevada en 1682 al rango de matriz, sugiere que debió ser

después de al segunda mitad del siglo XVII, bajo la advocación de Santa Catalina.

Su trazo fue obra de Juan de Céspedes y Ledesma quien, al parecer, dirigió también su

construcción, cuyos gastos cruciales los sufragó el rey Carlos II, durante el gobierno del

virrey Melchor de Navarro y Rocafull, duque de la palata.

A la década de 1750 corresponde la sillería del coro, enrejado y puertas, obra de los

maestros carpinteros Pedro Pardo de Figueroa, Domingo Pérez y Santos Fernández. Las

campanas, fundidas por el maestro herrero Fabián Salcedo y Gutiérrez, son de fecha

ligeramente anterior. La consagración del templo tuvo lugar el 27 de octubre de 1762

por el obispo de Trujillo, Francisco Javier de Luna Victoria.

El monumento es una de las más sobrias expresiones de la arquitectura cajamarquina,

construido íntegramente de cantería, tiene “81 varas de largo; 23 varas de ancho y 16

y media varas de alto”. Consta de tres puertas principales correspondientes a las tres

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naves: Santa Catalina, la mayor y central; San Juan Bautista, a la izquierda y la del

perdón a la derecha.

Las columnas que adornan las portadas son salomónicas, decoradas con el clásico

motivo de al vid. Los paños entre columnas, donde se encuentran los nichos para las

imágenes, los frisos y los paneles encima de las portadas laterales encima de las

portadas laterales, están totalmente cubiertos con abundante decoración tallada, y

alas retropilastras y espadañas, con un menudo almohadilla cóncavo de mucho relieve.

El interior del templo es sencillo, ostenta al nobleza de la piedra y en sus naves se

encuentran varios altares de interés, como el banco y dorado de la virgen del Carmen y

el rutilante y ostentoso de la virgen del rosario, ambos ubicados en el crucero. El altar

mayor, dorado a fuego, es imponerte. Descuella así mismo el pulpito de madera

dorada, don figuras de talla policroma, presididas por la imagen de Santa Catalina

presentada con vestido pomposo.

En diversos lugares de la iglesia hay pinturas coloniales, como la de la virgen del quinto

sello, coronación de la virgen, la virgen del rosario; un retrato de don Francisco Javier

de Luna Victoria, que consagró la nueva fábrica de la iglesia, y otro de Pedro de Arizala,

que salió de Cajamarca para ser obispo de manila, en el presbítero, mirando a la nave

del evangelio, se encuentra el sepulcro del maestro de campo, corregidor y justicia

mayor de las provincias de Cajamarca, francisco Espinoza Cueva y Lugo, que gracias a

su esfuerzo fueron construidos los templos de San Pedro, San José y Santa Catalina. Y,

en el altar de la virgen del rosario, está sepultado don Tomás del Campo Vega y

Otañez, Márquez de Villarrubia de Langre, acaudalado vecino de Cajamarca, quien

contribuyo económicamente para la construcción de Santa Catalina.

Adosada a esta iglesia se encuentra una capilla de menor tamaño, construida en la

misma época y que ha sido llamada “capilla de nuestra señora de las mercedes”,

“capilla de al virgen de la aurora” y “sagrario”, respectivamente.

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Sobre su único vano de entrada, lleva grabado el escudo que la tradición reconocida

como armas de la ciudad, y que actualmente, se sabe que perteneció al Conde de

Espinoza, una de las primeras familias de Cajamarca por Bula de S.S. Pío X, dada el 11

de abril de 1908, santa catalina paso a ocupar el rango de catedral, siendo su primer

obispo Francisco de Paula Grozo. La iglesia ha sido declarada monumento histórico por

R.S.2900-72-ED, DE 28 DE DICIEMBRE DE 1972.

Iglesia y convento de las concepcionistas descalzas,

Por real cédula dada en buen retiro, el 29 de junio de 1743, se concedió licencia al

proyecto aprobado por el consejo de indias, el 20 de octubre de 1742, para el

establecimiento de un “convento de monjas Claras con el titulo y vocación de

concebidas” en la ciudad de Cajamarca.

Las primeras religiosas llegaron a Cajamarca el 3 de setiembre de 1747, y

permanecieron durante 2 años, en viviendas provisionales, hasta la construcción de la

iglesia y monasterio definitivos, en el lugar que hoy ocupan. La construcción del

convento se inicio el 14 de octubre de 1747, bajo la dirección de fray José de rivera y

terminó en la década de 1760. La iglesia actual que es una reedificación de al

construida por el padre Rivera se inicio en 1798 bajo la dirección del arquitecto Ignacio

Martorel y concluyó en 1806, la misa de estreno la celebro el presbítero Tadeo Celis, el

15 de diciembre del mismo año.

La fachada es modesta, y ostenta una sola torre a la izquierda, el material empleado en

su construcción es ladrillo, cal y arena. En cuanto a su interior, es de una sola nave con

altares de estilo gótico y moderno, pues los originales desaparecieron sin saber qué

rumbo tomaron. Todas las imágenes que se encuentran en el templo, han sido traídas

de España, siendo la más hermosa y venerada la de Jesús Nazareno cuyo envío se

atribuye a Carlos V. según Wethey, “el edificio tiene pilastras dóricas. Dentro y fuera, a

todo lo alto del gusto neoclásico. La gran torre poligonal parece ser un miembro tardío

de al serie de torres halladas en el norte del Perú… la portada del convento es una

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pintoresca y un tanto grosera versión de la arquitectura con puntos de diamantes

cubriendo las pilastras y el friso”.